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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.36 Rosario dic. 2018

 

DOSSIER

Imaginarios de exclusión y amenaza en torno al inmigrante venezolano en Colombia

Imaginaries of Exclusion and Threat Around the Venezuelan Immigrant in Colombia

 

Felipe Aliaga, Vanessa Baracaldo, Lisa Pinto y Nicolás Gissi

Felipe Aliaga es docente investigador en la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás, Colombia, y coordinador general de la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones. E-mail: felipealiaga@usantotomas.edu.co

Vanessa Baracaldo es estudiante auxiliar de investigación en la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás, Colombia. E-mail: paolabaracaldo@usantotomas.edu.co

Lisa Pinto es estudiante auxiliar de investigación en la Facultad de Sociología de la Universidad Santo Tomás, Colombia. E-mail: lisapinto112@gmail.com

Nicolás Gissi es docente investigador del Departamento de Antropología de la Universidad de Chile y coordinador general de U-Nómades. Red de Investigación Socio-Antropológica en Migraciones, Relaciones Interculturales y Políticas Públicas. E-mail: ngissi@uchile.cl


resumen

En este artículo, se aborda cómo el imaginario social en torno al inmigrante venezolano en Colombia se puede construir desde la prensa escrita, tomando como objeto de estudio las noticias de los periódicos El Tiempo y El Espectador, principalmente durante los años 2016 y 2017, período en que la inmigración aumenta. Se establece la correlación del imaginario desde la perspectiva de Manuel Baeza, con el concepto de nacionalismo que plantea Jürgen Habermas y la generación de incertidumbre social propuesta por Arjun Appadurai. En el análisis, es posible observar que las categorías teóricas se ven reflejadas en lo que se constituiría como un imaginario excluyente y la configuración de la inmigración como amenaza.

palabras clave: Imaginarios; Nacionalismo; Amenaza; Inmigrantes; Prensa

summary

This article aims to show how the social imaginary around the Venezuelan immigrant in Colombia can be constructed from the written press, taking as a subject of study articles of the newspapers El Tiempo and El Espectador, mainly during the years 2016 and 2017, period in which immigration increases. The correlation of the imaginary is established from the perspective of Manuel Baeza, with the concept of nationalism from Jürgen Habermas and the generation of social uncertainty by Arjun Appadurai. In the analysis it is possible to observe that the theoretical categories are reflected in what constitutes an excluding imaginary and immigration as a threat.

keywords: Imaginary; Nationalism; Threat; Immigrants; Press


Introducción

La construcción de imaginarios sociales en torno a los migrantes es un proceso que los medios de comunicación han venido retratando de diferentes formas, como indican Antolín Granados y Marta Granados en cuanto a los términos de migrante, emigrante o inmigrante:
El uso vulgar y cotidiano de dichos términos, su divulgación y difusión se deben muy probablemente a los medios de comunicación que los han ido cargando de connotaciones ligadas a la pobreza, la exclusión, la marginación y la delincuencia de las figuras que representan -singularmente la de 'inmigrante' (2013: 22). 

Son los medios de comunicación lo que Juan Luis Pintos denominará como "empresas de construcción de realidad" (Pintos, 2001), generadoras de discursos que construirán imaginarios sociales. Frente a este proceso de construcción de significados, son los periódicos uno de los mecanismos productores de mensajes negativos y/o positivos, lo cual puede influir en las relaciones sociales y en el mismo trato hacia los inmigrantes. 
El discurso producido por los medios está estrictamente estructurado y dirigido estratégicamente a distintos tipos de público, pues es una de las maneras como se llega a tener un manejo y control sobre la población, dado que
los textos y las conversaciones y, sobre todo, las formas de discurso público controladas por las élites simbólicas, los políticos, los periodistas, los científicos, los escritores y los burócratas, construyen, perpetúan y legitiman muchas formas de desigualdad social, tales como las basadas en el género, la clase y la raza (Van Dijk, 2009: 12).

Se debe comprender cómo la prensa en Colombia puede responder a intereses de poder que pueden marcar la pauta noticiosa, reconociendo que el periodismo no puede ir más allá de lo que la misma labor necesita y la disciplina exige. No obstante, los contenidos pueden ser tan polémicos e intencionales que no se deben ignorar las consecuencias que esto puede traer a las masas que viven informándose directamente por ellos. Así que "una cosa es reconocer las limitaciones del trabajo periodístico y otra, es no tener en cuenta que el discurso periodístico, al igual que otros discursos sociales, es un constructor de representaciones" (Rodrigo, 2006: 38).
El periodismo cumple el papel de interpretar la realidad social y compartir su conocimiento referente a ella, pero, ¿qué pasa cuando este conocimiento está mediado por intereses de pocos y se distorsiona cada vez más? El resultado de esto es lo que se ha venido evidenciando con la inmigración venezolana a Colombia, donde emergen elementos que pueden configurar determinados imaginarios sociales, lo cual se puede evidenciar por medio de ciertas connotaciones identificadas en el discurso periodístico. El periodismo en Colombia puede incidir directamente en la percepción de las personas con respecto a la inmigración, y es allí en donde se connota la ambigüedad en el discurso, así como su falta de tecnicidad y sofisticación.
El periodismo tiene una característica controvertida y es que en diversas ocasiones recurre al sensacionalismo, basta con apelar a la caridad, tristeza, y, lo que en ocasiones suele ser mucho más peligroso, al odio, lo cual puede ir en relación con un aspecto clave: "Un elemento que define el periodismo es su destinatario" (Rodrigo, 2006: 39). Si tomamos enconsideración que gran parte de la población que lee periódicos es la misma que ve canales de televisión privados, que algunas veces tienen los mismos dueños, puede ser aún más notoria la intencionalidad del discurso y hacia dónde se dirige.
Los medios de comunicación indican, Miquel Rodrigo y Pilar Medina (2013), construirán la idea de un nosotros y un ellos, en donde, a partir de creencias y afectos, se crearán separaciones y un sentido de pertenencia, sustentado en una actitud etnocéntrica. Esto requiere una actitud de responsabilidad por parte de los medios. Sin embargo, los autores argumentan que "hay que reconocer que para los periodistas no siempre es fácil construir una alteridad exenta de connotaciones negativas, ya que, generalmente, lo que hacen es reproducir los estereotipos sociales y culturales vigentes" (Rodrigo y Medina, 2013: 50), en donde el otro es caracterizado como deficiente. 
En este sentido, la prensa puede llegar a construir un Otro inferiorizado, y, como indica Rubén Dittus, es desde la diferencia del otro como se explicaría la xenofobia, "desde esa diferencia del Otro observamos casos de exclusión bajo el discurso postmoderno, tecnológico y nacionalista" (2011: 75).
Esto se suma a una serie de discursos que muestran a los inmigrantes como un problema para las naciones de llegada, "como un peligro para la estabilidad de las legislaciones sociales, por una parte, y para el orden público, por otra" (Rea, 2006: 176), como "encarnación de lo ajeno" (Lurbe y Santamaría, 2007: 59); o como "carga o elemento de competencia insana para los autóctonos del país" (Aliaga, 2008: 10).
Ahora bien, en materia estrictamente de flujos migratorios, en el actual contexto del siglo XXI a nivel global, la imagen del inmigrante adquiere especial relevancia, ya que el último Informe sobre las Migraciones en el Mundo (2015) de la OIM menciona que habría unos 232 millones de migrantes internacionales. Por su parte, ACNUR indica que a finales de 2015 serían 65,3 millones las personas desplazadas por la fuerza. Colombia en este contexto se ha caracterizado por una alta emigración, y por el desplazamiento forzado interno y transfronterizo.1 
La inmigración en Colombia es un fenómeno reciente y se ha considerado de baja intensidad. William Mejía indica que el Censo de 2005 arrojó que, de una población total de 41.174.853 personas, sólo el 0.26% eran nacidas en el exterior, es decir, 107.617, de las cuales un 64% había nacido en Venezuela, Estados Unidos, Ecuador y España y el 36% en otros 212 países. Mejía indica que el flujo de inmigrantes a Colombia era de bajas proporciones. Sin embargo, señala que "de la inmigración reciente, resalta el actual arribo de ciudadanos venezolanos, flujo vinculado a la expansión del sector petrolero colombiano, entre otras cosas" (Mejía, 2012: 207). Ariel Augusto Echeverry (2011) indica que la condición de Venezuela en las últimas dos décadas ha pasado de ser un país de inmigración a uno de emigración.
Sin embargo, en la actualidad, los flujos migratorios "Sur-Sur" desde Venezuela han adquirido especial notoriedad, especialmente hacia Colombia, fruto del recrudecimiento del conflicto sociopolítico, generando una amplia cobertura del fenómeno, tanto a nivel político como mediático. No obstante, las relaciones geográficas e históricas (el dinamismo migratorio y político) entre ambos países han funcionado como resortes para las necesidades de migración de los ciudadanos de cada uno de los países, como afirma  Christian Krüger, director general de Migración Colombia en la Radiografía de Venezolanos en Colombia (2017)2, en donde se han mantenido permanentes relaciones económicas, políticas y migratorias. 
La migración venezolana en Colombia, a 31 de diciembre de 2017, según la "Radiografía migratoria Colombia-Venezuela", se calcula en 550.000 personas venezolanas. Esto plantea una serie de nuevos retos e interrogantes sobre los recientes habitantes en el país, y es en este punto en el cual adquiere especial relevancia analizar cómo los medios de comunicación abordan el fenómeno, así como el desafío de ampliar los estudios con enfoque diferencial en torno al género, a la clase social y a las relaciones interculturales y de integración.

Marco teórico

Para abordar el imaginario social en la prensa hemos tomado como fundamento teórico la base de comprensión del imaginario social desde la perspectiva de Manuel Antonio Baeza (2011). En este sentido, serían construcciones mentales socialmente compartidas de significancia práctica del mundo que permiten generar una estabilización de lo significado; como sustrato de sentido común, a través de una serie de códigos que se validan socialmente. éstos pueden alcanzar cierta hegemonía en cuanto lucha simbólica y búsqueda de naturalización de los significados, y es en este sentido que los imaginarios pueden estar en conexión con un corpus ideológico, que, en nuestro caso, se vincula con la idea del nacionalismo:
Los imaginarios sociales son, a priori, ambivalentes con respecto a la sociedad misma: son y no son funcionales a ésta, por el hecho de no contar jamás con una "eficacia política" o decisional propia. Se trata aquí sobre todo de la relación entre imaginarios sociales e ideología (Baeza, 2011: 35).

También el imaginario, según Baeza, está dotado de historicidad, respondiendo a un contexto, y contribuyendo a la construcción de identidad. En nuestro caso, otorgando elementos a la identidad nacional y a la construcción del Otro, desde la perspectiva de Habermas.
Finalmente, desde Baeza entendemos que el imaginario permitiría generar procesos de eufemización de la realidad, en cuanto
Los imaginarios sociales son esquemas de atenuación de efectos aterradores con motivo de determinados procesos inevitables para nuestra condición misma de seres humanos (en general, miedo a lo sublime desconocido), como asimismo mecanismos de compensación psíquica frente a determinados efectos de una realidad material concreta; pudieran ser estos mecanismos los que nos vinculan tanto con la nostalgia como con la esperanza (Baeza, 2011: 39).

Sin embargo, los imaginarios, desde nuestra perspectiva, también pueden generar el efecto contrario, y éste es el vínculo con la incertidumbre generada por la inmigración, proceso abordado desde Appadurai.
La perspectiva del imaginario de la nación y la construcción del otro la abordamos desde Jürgen Habermas (1999) para entender cómo opera el proceso de inclusión/exclusión y cómo está ligado al nacionalismo. Habermas enmarca dos conceptos que serán claves para entender el proceso. Estos conceptos son la construcción de un "ellos" y un "nosotros", esta visión legitima la diferencia y, por otro lado, la unión de civiles que aun yendo más allá de una consanguinidad se consideran hermanos de patria por ocupar el mismo territorio nacional. Es por ello que el primer paso es la creación de un imaginario que legitima una distinción desde compartir la vecindad, región o nación. Sin embargo, este proceso de excluir o incluir viene desde las primeras comunidades en las que el parentesco y linaje configuraban las estructuras familiares, y la unión de estas estructuras formaba lógicas colectivas, comunitarias y lazos que tenían sus bases en la emoción. Desde tiempos de la conformación de la civilización, dice Habermas, la pertenencia a una comunidad ha creado la visión de quiénes están dentro de ella y quiénes quedan por fuera, y es esto lo que ha configurado con el devenir histórico el nacionalismo.
El núcleo común de las formas de comunidad tanto étnicas como nacionales sería la conciencia de nosotros fundada en el imaginario de parentesco de sangre o la identidad cultural de personas que comparten la creencia en un origen común, se identifican mutuamente como miembros de la misma comunidad y con ello se deslindan de su entorno (Habermas, 1999: 108).

Para regresar a lo anterior, se puede ver cómo no solamente el linaje crea un "nosotros", sino también las prácticas sociales y culturales, que pueden ser consideradas como propias, únicas e intransferibles entre comunidades. Es aquí donde la comunidad mayor es la Nación: la nación de Colombia; la nación de Venezuela; estos constructos han separado y dividido las costumbres y las fronteras, han configurado una barrera imaginaria. El sentir nacionalista se conforma como una construcción que legitima la soberanía nacional como una comunidad con características políticas, sociales, económicas y culturales en particular3, separada de manera abrupta por medio de imaginarios que afirman, en la cotidianidad, la aceptación de la diferencia. "Cuando lo nacional aparece, desde la perspectiva de un constructivismo generalizado, al igual que lo étnico como algo creído o comunidad imaginada (M. Weber), se de la invención de la nación  (H. Schulze) un sorprendente giro afirmativo" (Habermas, 1999: 108).
El nacionalismo ha sido un referente de delimitación que no acaba en lo territorial. Es decir, el nacionalismo recurre a prácticas más sofisticadas para afirmar su existencia.  "Hoy como en el pasado las sociedades modernas, cohesionadas por el mercado y el poder administrativo, se delimitan unas respecto a otras como naciones" (Habermas, 1999: 109), las fronteras juegan un papel predominante en el reconocimiento de la sociedad civil de un Estado como pertenecientes a una misma nación.
En este momento, Habermas señala un concepto que tendrá una relación directa con lo anteriormente dicho -entre otros, por nosotros. Es el de conciencia nacional. ésta se define como la cantidad de constructos que se aceptan y que profundizan el nacionalismo. Es por ello que "la conciencia nacional se mueve de modo peculiar entre la inclusión ampliada y la renovada exclusión" (Habermas, 1999: 109), ya que a partir del discurso que exista, y los imaginarios que se creen a partir de él, se puede llegar a incluir o a excluir a quien sea diferente, a quien no pertenezca a esta gran comunidad imaginada a la que nos referíamos.
Gran parte de la creación de un sentimiento nacionalista se basa en la unión y conexión de un posicionamiento dentro de un territorio y su contexto, con características que entren en el campo de lo abstracto y que se puedan interiorizar y naturalizar dentro del imaginario de un "pertenecer a algo". Es a partir de esto que entra a mediar la comunidad jurídica y ésta legitima de manera normativa (constitucional) ese nacionalismo.
La idea de nación apunta al supuesto de que el demos de los ciudadanos tiene que estar enraizado en el ethnos de los miembros de un pueblo para poder estabilizarse como asociación política de miembros libres e iguales de una comunidad jurídica (Habermas, 1999: 110).

Asimismo, las comunidades necesitan tener fines comunes y los medios son creados al igual que las finalidades; el punto es que el nacionalismo también crea un "querer ser" y, por ende, un "deber ser" para alcanzarlo. "La lealtad de los ciudadanos necesita un anclaje en la conciencia de la pertenencia a un pueblo, natural e históricamente vista como un destino" (Habermas, 1999: 110). Estos anclajes ante la proyección o destino también están relacionados con la edificación sobre normativas constitucionales que imponen un "deber ser" supremo, lo que Habermas llama un patriotismo constitucional. El nacionalismo, entonces, entra a jugar en otros campos y permea la realidad política y jurídica del Estado, es decir, el nacionalismo entra a influir e impactar en las asambleas nacionales constituyentes. Habermas prevé cómo esta alianza es peligrosa: "El patriotismo constitucional, un pálido producto de seminario de universidad, no puede sustituir una sana conciencia nacional." (Habermas, 1999: 110). ¿Por qué? Porque el discurso nacional, si está apoyado desde una estructura jurídica, puede impactar de manera mucho más significativa en la conciencia nacional.
Un aspecto clave es la amenaza a la seguridad nacional, como un proceso que aparece con la inmigración, lo que afectaría, de una u otra manera, la configuración de lo que Arjun Appadurai (2007) denomina como etnia nacional. Esto puede llevar a que la idea de nación aparezca como sagrada, encadenando ideas de pureza y limpieza étnica.  Esta tendencia etnicista de la ideología nacionalista puede llevar a que algunos sistemas nacionales se conviertan en escenarios de violencia, lo cual se puede reforzar con la idea de la ampliación de la incertidumbre social:

Esta clase de incertidumbre se halla íntimamente relacionada con el hecho de que los grupos étnicos de hoy se cuentan por miles y sus movimientos, mezclas, estilos culturales y representación en los medios de comunicación crean dudas profundas acerca de quienes exactamente se hallan dentro del "nosotros" y quienes dentro del "ellos" (Appadurai, 2007: 18).

Appadurai plantea diferentes causas de la incertidumbre: el censo, en cuanto al número de personas con cierta condición que están en el territorio; el significado verdadero de las megaidentidades; y la apariencia, "si un individuo particular es realmente lo que él o ella dice ser, o lo que parece ser, o lo que ha sido históricamente" (2007: 18-19). Esta última causa es de fundamental importancia en relación con la pregunta sobre qué apariencia construyen los medios de comunicación en torno a los inmigrantes y cómo eso se conjuga con la idea de la identidad nacional.
En este sentido, la incertidumbre crea una ansiedad intolerable frente a los bienes previstos por el Estado, vivienda, salud, seguridad, salubridad. "Estos derechos con frecuencia están directamente ligados a quién eres 'tú' y, por lo tanto, a quienes son 'ellos'" (Appadurai, 2007: 19). La incertidumbre puede aumentar cuando hay movimientos de personas a gran escala, pudiendo socavar las redes de conocimiento. Ante esto, la violencia se puede establecer como forma de encontrar o producir certeza, en donde las fuerzas de la incertidumbre se alían con otros temores: "el crecimiento de la desigualdad, la pérdida de la soberanía nacional o las amenazas a la seguridad y a los medios de vida en la zona en que uno habita" (Appadurai, 2007: 21).
En nuestro caso, la inmigración se pone en juego frente al riesgo de transformar o afectar negativamente la identidad fija y plena que supone la configuración del Estado Nación. En la relación entre lo que se considera mayorías y minorías, denominada la "angustia de lo incompleto" (Appadurai, 2007: 22), en relación con la pureza nacional. Esto, combinado con la sensación de incertidumbre, puede desencadenar en actos de violencia, los cuales pueden estar canalizados a través de una matriz de sentido que vaya configurando un imaginario frente a la inmigración que la defina como una amenaza.

Metodología

Para el presente trabajo se revisaron artículos de prensa de los periódicos colombianos El Espectador4 y El Tiempo.5éstos fueron escogidos debido a que son dos de los periódicos de gran tradición en el país, así como de los más consumidos y leídos6, teniendo una gran presencia a nivel territorial y en Internet. 
La recolección de la muestra documental se hizo mediante las bases de datos de los periódicos en Internet, comprendiendo desde el año 2015 hasta el año 2017.7 Estas fechas fueron usadas metodológicamente, ya que dentro de éstas se puede hablar del boom de la inmigración venezolana en Colombia.
Se realizó análisis de contenido hermenéutico de 45 noticias del El Espectador, y 43 noticias de El Tiempo; de éstas fueron escogidas 22 notas periodísticas del primero, y 22 del segundo. Esto se debió a que, en estos artículos periodísticos, fue en donde se halló una serie de aspectos que se establecieron a través de una ficha técnica de análisis de contenido noticioso, desarrollada por el equipo de investigación. En esta ficha fundamentalmente se analizó: el cuerpo de la noticia y los principales tópicos relacionados con la inmigración; los actores referenciados y temas de opinión; y la adjetivación del inmigrante (principales conceptos con que se denomina o se caracteriza). A su vez, estos aspectos se contrastaron con los principales elementos teóricos. 
Es importante mencionar que este artículo es resultado del Capítulo Colombia del proyecto internacional denominado "Imaginarios sociales de la inmigración venezolana en la prensa latinoamericana", el cual es avalado por la Red Iberoamericana de Investigación en Imaginarios y Representaciones (RIIR) y U-Nómades. Red de Investigación Socio-Antropológica en Migraciones, Relaciones Interculturales y Políticas Públicas.

El nacionalismo: vector clave de un imaginario excluyente

El nacionalismo se construye en relación con el arraigo a un territorio compartido, donde la creación de redes de significación comunes, prácticas y costumbres unitarias dan paso a la construcción de un marco de interpretación y percepción de la realidad que se supone homogénea para los habitantes de un lugar. Es decir, las fronteras, a su vez imaginadas, marcan lo que está "afuera" y "adentro", lo cual es el punto de partida del presente análisis. Es por ello que, en un primer momento, se aborda la idea del etnonacionalismo para explicar el porqué de la protección a un legado histórico que trae consigo una identidad considerada propia, ejemplificado en frases tales como

"Un ladrón -con acento venezolano" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
"La Policía Metropolitana sostuvo que los venezolanos son provenientes del estado de Zulia y reveló que uno de ellos afirmó ser militar del Ejército Venezolano" (El Espectador, 2017, 07 de junio).
"Este éxodo se percibe fácilmente no solo en las principales capitales, donde a diario se mueven miles de emigrantes, trabajando, estudiando o en busca de empleo, sino en el Caribe, donde ya hay municipios con más venezolanos que colombianos" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).
"Cedritos, en el nororiente de la capital, como dice el propio presidente de la junta de acción local, el colombo-venezolano César Penagos, 'está repleto de venezolanos por todo lado', motivo por el que ahora lo llaman Cedrizuela" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).
"No hay trabajo para los cucuteños menos para el venezolano" (El Espectador, 2017, 27 de julio).

Con lo dicho anteriormente se puede connotar la noción del querer separar mediante la distinción nacionalista a los individuos implicados en los cuerpos de los reportajes; los sujetos adquieren una diferencia en la medida en que son distanciados mediante la adjetivación del ser "venezolano", el no ser parte de Colombia. El hecho de no ser colombiano comienza a trazar una línea invisible en la cual provenir de otra nación juega un papel indispensable en la intención discursiva de los periódicos. Es así como el ser "venezolano" se reitera en las noticias que hablan de dicha inmigración, no sólo para nombrar sucesos contextuales, sino para reforzar la idea de la diferencia, de lo externo a Colombia y recalcar nuevamente un nacionalismo anclado en la barrera de lo que no "pertenece".
En concordancia con esto, los principales tópicos que concentra el discurso en la prensa escrita analizada se remontan a una interpretación que puede considerarse excluyente, propiciando elementos que crean en el imaginario nacional una barrera entre quienes pertenecen a una nación y los que no. Del imaginario nacional se deriva la separación de un "ellos" versus "nosotros", es decir, aquellos que hacen parte y de igual manera, comparten una conciencia nacional conjunta, y quienes le son ajenos. Se crea de este modo una familia extendida, que no tiene relación explícitamente con lazos consanguíneos, sino con lazos comunitarios, donde la conciencia nacional se establece como un proceso que configura un imaginario social del nosotros y de los otros.
La conciencia de un nosotros, de la cual hablaba Habermas, se refleja en la medida en que se pretende evitar todo aquello que no represente y satisfaga esa misma noción separada del "ellos". En este sentido, la protección a la nación colombiana, deportando o expulsando a los inmigrantes que llegan de Venezuela, se traduce en noticias que se repiten de manera reiterada:
 
"José David Cavanzo, subsecretario del Interior de Bucaramanga, dijo que, aunque no se tiene un número preciso de cuántos venezolanos han llegado en los últimos meses, este año han deportado, entre enero y agosto, 93 ciudadanos del vecino país, frente a los 12 que se expulsaron en todo el 2015" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
"Migración Colombia deporta 21 venezolanos que estaban en Risaralda" (El Espectador, 2016, 23 de noviembre).
 "Deportan a venezolanos por trabajar sin los documentos requeridos" (El Espectador, 2017, 23 de enero).
"La diáspora venezolana producto de la crisis política y económica, toco a Colombia. Desde 2014 han ingresado 1.046.708 venezolanos y han sido deportados 2.387, la mayoría por permanencia irregular" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).
 "Se deportan venezolanos que trabajan de forma ilegal en Colombia" (El Espectador, 2017, 07 de junio).
 "Deportan 25 venezolanos en La Paz, Cesar" (El Espectador, 2017, 29 de diciembre).

Lo anterior puede connotar una conciencia nacional formada bajo la idea de expulsar y de legitimar la agresión a la diferencia desde la no aceptación. Es así como la construcción de "ideas intersubjetivas que se aceptan con el fin de vincularse y hacer parte de algo"(Habermas, 1999: 117) legitima nuevamente el ser ciudadanos propios de una nación, recreando el carácter de comunidad, de la gran comunidad nacional. Es decir, se reconocen a sí mismos como tales, como miembros de una nación. Es por ello que los periódicos analizados son una muestra de cómo el pertenecer a, o ser parte de, tiene inmersa la idea de expulsar a quien no es parte de, o no pertenece a. Esto se deduce a partir de la reiteración de encabezados y cuerpos de noticia donde no se presenta una mayor explicación del porqué de la deportación, o bajo qué circunstancias concretas expulsan a los inmigrantes venezolanos en Colombia.
"Un grupo de ciudadanos venezolanos que se desempeñaban como mariachis en la ciudad de Barranquilla, fueron expulsados del país. De acuerdo con Migración Colombia los migrantes habían ingresado a Colombia de manera ilegal y tenían denuncias ante la Fiscalía por amenazas a otros grupos musicales" (El Tiempo, 2016, 14 de octubre).
El nacionalismo tiene una estrecha relación con la exclusión de los inmigrantes, puesto que el querer legitimar un nosotros, sin respetar la diferencia de otros, ha conllevado a que los periódicos nacionales tengan inmersos la percepción estatal de preservar la supuesta homogeneidad en términos culturalmente nacionales, es decir, estos periódicos son la imagen de lo que "declara la homogeneidad nacional como una condición necesaria para el ejercicio democrático del poder político" (Habermas, 1999: 113). Hay un discurso que debe ser aceptado y, por tanto, reproducido en la sociedad civil. Dicho discurso también deja entrever diversos conflictos geopolíticos, en donde Venezuela y Colombia entran a tener fuertes discusiones diplomáticas.

"'Es una llegada silenciosa de mucha gente que precisamente cruza la frontera y se queda del lado colombiano con estatus irregular', aseguró Gottwald. ("Alertan de la llegada 'silenciosa' de gente de Venezuela" (El Tiempo, 2016, 22 de julio).
 "El grupo de los indignados con Venezuela. Esos son cucuteños de siempre, los trabajadores, los que no pierden la esperanza y viven del rebusque y los que llenan la tasa de informalidad de la ciudad. Dice Pedro Durán, político local, que la razón de la pobreza en Cúcuta es que no solo está lejos del centro del país, como todas las fronteras, sino que además no puede disfrutar de las ventajas de estar al lado de otro mercado, porque su vecino, Venezuela no trae ningún beneficio, sino problemas" (El Espectador, 2017, 29 de abril).
 "Resulta imposible no sentirse identificado con este joven venezolano. Los colombianos son conscientes de la difícil situación del vecino país y se conmueven con sus palabras. Cada moneda la guarda en un pequeño bolso, el mismo en el que esconde los chocolates para que la Policía no lo saque del sistema de transporte. Hasta el momento no ha tenido problemas con las autoridades; los únicos que se molestan por su presencia son los vendedores colombianos, que lo acusan de quitarles la clientela" (El Tiempo, 2017, 16 de junio).
 "'Estamos atendiendo esa solicitud de los inmigrantes que no salieron por gusto de Venezuela, sino porque son víctimas de tener que vivir una dictadura. Salieron por hambre, por supervivencia, por trabajo, por dignidad', señala Cabal8" (El Espectador, 2017, 26 de julio).

Es así como la prensa en ocasiones posiciona un discurso en donde los inmigrantes venezolanos representan en sí mismos los conflictos políticos, los cuales son la causalidad inmediata de su éxodo.
Al contraponer los discursos mediante una confrontación geopolítica, también se privilegia la posición de unos discursos basados en la solidaridad (otro factor para entender el nacionalismo). Si bien la solidaridad basada en el espectro nacionalista tiene como fin perpetuar los valores al interior de la nación, en este caso, y dada la disputa en las correlaciones de fuerza, se evidencia cómo en algunos casos los periódicos tienden a proteger la percepción de un Estado humanitario. Esto se puede ilustrar en noticias como las que citamos a continuación:
"Santos pide al país ayudar a deportados a través de Solidaridad por Colombia" (El Espectador, 2015, 30 de agosto).
"El presidente pide no caer en xenofobia" (El Espectador, 2017, 30 de abril).
"Colombia hoy también está siendo destino de acogida de migrantes, especialmente de mayoría venezolana que huyen gracias a que el Estado venezolano no está siendo capaz de garantizar la seguridad de los derechos de la totalidad de sus nacionales" (El Espectador, 2017, 03 de agosto).

Por último, mediante el análisis del espectro nacionalista reflejado en la prensa escrita colombiana, se dilucida mayoritariamente la creación de imaginarios sociales que perjudican a los inmigrantes venezolanos en Colombia. Se construye un discurso claramente intencionado donde se marca una tendencia hacia la exclusión de aquellos. De igual forma, se redunda y reitera mucho más en la separación cultural de un "ellos" versus un "nosotros", en donde la diferencia se ve transgredida por una violencia implícita en los cuerpos de las noticias.

"La masiva llegada de trabajadoras sexuales venezolanas a Colombia, no solo ha llamado la atención en las regiones fronterizas, sino que además comienza a generar riñas entre las que llegan y las que ejercen el oficio en el país" (El Espectador, 2017, 1 mayo).
"'Si abrimos las puertas de par en par y atraemos pacientes de alto costo no será sostenible para las condiciones actuales de nuestro sistema de salud', aseguró el pasado 2 de mayo el propio ministro Alejandro Gaviria, al atender una citación de control político en el Congreso para hablar de la situación de salud asociada al fenómeno migratorio desde Venezuela" (El Tiempo, 2017, 17 de julio).

La configuración del imaginario de la inmigración como amenaza

La exposición a crear conflictos entre ambas culturas es un tema latente que se acrecienta en las diferentes partes del país. El tema de la re-victimización es otra práctica que utilizan estos medios periodísticos para intentar valorar a esta población bajo una impresión de lástima, aspecto que es importante dejar de lado, pues en su lugar, es necesario aumentar el desarrollo de modelos que contribuyan a la cooperación entre el Gobierno y las diferentes instituciones que lo conforman para atender la situación de carácter humanitario.

"Una de las última familias que llegaron a mi oficina era una pareja con un niño de 11 meses con bronconeumonía y una niña de 4 años que no tenía ni qué ponerse" (El Tiempo 2016, 9 de agosto).
"El camión de la basura frena y Rebeca corre hacia el contenedor para hurgar las bolsas. Es su carrera diaria contra el hambre, que tiene a muchos venezolanos viviendo de sobras" (El Espectador, 2017, 8 de marzo).
 "Cuando uno los escucha, la visión cambia. Vienen con hambre, vienen a buscar qué llevar a sus hijos, es muy doloroso, dice el alto oficial" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).

Es usual encontrar, en los primeros párrafos de algunas de las noticias analizadas, cómo éstas se componen de una larga historia narrada por alguna persona que ha salido de Venezuela en calidad de emigrante en busca de soluciones y una posible ayuda digna en Colombia. No obstante, se pone de manifiesto aquel agregado re-victimizante que obedece en dejar en el imaginario social términos de ruptura, deportación, expulsión, condiciones irregulares, prostitución, trabajo informal, delitos, robos, hurtos, homicidios, entre otros. Es bajo esta medida que se va creando un acervo de lenguaje que el colombiano promedio puede llegar a asociar, instaurando un valor de amenaza y temor que no permite romper la barrera "satanizada" de la inmigración.

"Pero los venezolanos son el rostro de la crisis y las peleas entre locales y vecinos son frecuentes. 'Además de que no tienen seguro ni nada, muchos venezolanos vienen aquí a pedir que los atiendan primero', dice un muchacho que está acompañando a su mamá en las urgencias del hospital" (El Espectador, 2017, 29 de abril).
"Mientras las autoridades siguen haciendo su ejercicio por contabilizarlos, los restaurantes, cada vez más, son atendidos por personal con un acento indiscutiblemente venezolano. Y las peluquerías. Y los cafés. Y las porterías de los edificios. Y los puestos de ventas ambulantes. Y los negocios incipientes" (El Espectador, 2017, 16 de agosto).
 "Los habitantes de Medellín creen que la delincuencia, el microtráfico, la sobrepoblación, el trabajo informal, la prostitución, el maltrato infantil y hasta la violencia intrafamiliar aumentarían en la ciudad por la llegada de venezolanos que huyen de la crisis de su país" (El Tiempo, 2017, 22 de octubre).

Esta información se repite de forma constante, donde el criterio que se toma a la hora de escribir se aleja en cierto sentido de la realidad o simplemente es razón de aumentar su contenido, en determinadas ocasiones exagerándolo.
Este perfil del inmigrado es precisamente el que acogen estos medios de comunicación. En ello encontramos elementos que, de manera inmediata, apuntan a la construcción de una idea que excluye al caracterizar al emigrante venezolano como aquel personaje que no representa ningún tipo de beneficio, sino que, por el contrario, puede ser una carga social, donde el valor del dinero y el beneficio en su desempeño dentro de la sociedad de llegada se superpone inmediatamente al tema humanizador. Sin embargo, estos principales medios objetan en gran parte del discurso en la constante situación de mendicidad en la que incurre cada inmigrante, donde entra en discusión la situación económica y de irregularidad que traen desde su lugar de origen. No se permite asociar otro tipo de narrativas, reforzando un pensamiento individualizante, separado y visto desde la retórica repetitiva que exponen los medios de prensa.

"La situación cada día se va tornando más difícil. Cada vez, son más los venezolanos que están entrando en la indigencia en Bucaramanga; entre ellos, hay mujeres embarazadas" (El Tiempo, 2016, 30 de marzo).
 "No hay más de 30.000 cédulas de extranjería para venezolanos. Hace dos años había cerca de 21.000. La cifra tampoco es la que se piensa. ¿Qué pasa en la zona de frontera? Muchos pasan y aquí los contratan para muchos trabajos. En prostitución (si uno va a la frontera, gran parte de las que están trabajando son venezolanas), en temas de construcción. Están contratando de manera irregular. Acá se vienen a trabajar y se hacen en dos o tres días lo de un mes. Muchas venezolanas trabajan en peluquerías en Norte de Santander, o como trabajadoras domésticas. Cuando encontramos extranjeros irregulares, los tenemos que deportar. Pero nos hemos dado cuenta de que cuando deporto un extranjero, y éste tiene una familia, pues esta persona vuelve a entrar y sigue trabajando. Porque tiene que alimentar a su familia" (El Espectador, 2016, 31 de julio).
"Santander se volvió destino de migrantes ilegales de Venezuela".  "Decenas de indocumentados de ese país llegan al área metropolitana de Bucaramanga y Barrancabermeja" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
 "Fabián ha conseguido trabajo durante algunos días en obras de construcción. Sin embargo, desde hace dos semanas no trabaja, situación que lo ha llevado a habitar en las calles y a pasar días completos sin comer o en los que solo puede comer un pan" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).
 "(.) Mi amigo les dijo que iba a buscarlos a la casa, pero lo acusaron de tener una moto robada. Cuando supieron que era venezolana me amenazaron con deportarme. Luego uno de los policías me llevo hasta el monte, sacó un condón del bolsillo y me violó. Cuando el segundo venía abusar de mí, lo empuje y salí corriendo a donde tenían a mi amigo los otros dos policías, relató la mujer" (El Tiempo, 2017, 13 de septiembre).
"La Policía Nacional, la Personería municipal, la Comisaría de Familia y Migración Colombia dieron con el paradero de 25 venezolanos en condición de ilegalidad en el país, a través de allanamientos realizados a los establecimientos comerciales del municipio de La Paz (Cesar)" (El Espectador, 2017, 29 de diciembre).

Por otro lado, se habla de la improvisación que ha tenido el Gobierno colombiano en la ayuda necesaria para atender a la población que llega desde Venezuela hacia Colombia, lo cual se transforma en el imaginario de la amenaza a la seguridad, por ejemplo en la salud para los colombianos.

"La Secretaria de Salud implementa estas acciones de prevención frente a las alertas de eventos prevenibles con vacunas que se están presentando en el país vecino, especialmente Sarampión y Difteria, y así mantener la calidad de vida de los bogotanos y mitigar los riesgos de salud, manifestó el Distrito" (El Espectador, 2017, 17 de septiembre).

Con esto, es claro que es un problema que apunta a la protección de la nación de acogida, siendo una población específica la única afectada. En este caso, se cuestiona la forma de proceder en el tratamiento digno y de calidad que deberían recibir las personas venezolanas en tal situación, lo cual puede analizarse dentro de un escenario de opiniones divididas, ya que las percepciones y reflexiones de actores gubernamentales, de lado y lado, no han logrado llegar a un punto de conciliación frente a los hechos. Esto se debe a que la inmigración implica "una ruptura que es ruptura con un territorio y por lo mismo con una población, un orden social, un orden económico, un orden político, un orden cultural y moral" (Sayad, 2010: 135).
De esta manera, se sigue instaurando un imaginario de la población inmigrante que no está relacionado con un reconocimiento de actores procedentes de un contexto de crisis en el que vive el vecino país hace ya mucho, sino que, por el contrario, se orienta en el sentido de amenaza, de riesgo, inseguridad, y definitivamente asociado en su mayoría de los casos a la informalidad, la ilegalidad, la delincuencia. Son aspectos que operan desde la construcción de una alta incertidumbre social (Appadurai, 2007).

"El éxodo de venezolanos indocumentados a Colombia traspasó los municipios fronterizos y se extendió hasta el interior del país, donde, en ciudades como Bucaramanga y Barrancabermeja, se instalan como vendedores ambulantes y prostitutas, entre otras actividades informales" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
"La presencia de venezolanos ilegales en la ciudad ya ha generado quejas" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).

También pueden verse relacionados los inmigrantes venezolanos con aspectos disfuncionales de la sociedad. Por ejemplo, se presenta un fuerte conflicto al ser el inmigrante quien aparece vinculado a prácticas económicas de base informal e ilegal, sin incurrir en medidas que apliquen a encontrar soluciones que aporten soluciones adecuadas:

"'Conseguir el dinero suficiente para brindar una mejor vida a mis hijos y a mi familia', es la excusa unísona de las mujeres procedentes del vecino país, que llegaron a ubicarse en las modestas residencias del sector del mercado público de Ocaña" (El Espectador, 2016, 5 de diciembre).
"Santander se volvió destino de migrantes ilegales de Venezuela" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
"Se instalan como vendedores ambulantes y prostitutas, entre otras actividades informales" (El Tiempo, 2016, 14 de septiembre).
 "(...) Ahora en cada estación se sube un venezolano que habla de su desempleo y de su familia pasando hambre en la distancia. Algunos dicen que llevan una semana o diez días en Bogotá y venden los mismos productos que antes ofrecían los colombianos. Ya conocen dónde adquirirlos y se han vuelto expertos en las rutas y en las estaciones que son más rentables..." (El Tiempo, 2017, 22 de agosto).
"A la ciudad han llegado cerca de 1.300 venezolanos a ocupar espacios de trabajo, muchos de ellos en la informalidad de las calles, bares y acosados por la ilegalidad." (El Tiempo, 2017, 10 de octubre).
A su vez, se vuelve a la separación de la diferencia mediante la legitimación despectiva del otro, de ese otro que no comparte lo tradicional y culturalmente específico, y la prensa, mediante discursos de exclusión y de miedo, mayoritariamente, presenta una percepción del inmigrante como esa amenaza inminente para la nación:
"Muchos inmigrantes venezolanos están inmersos en actos delictivos como narcotráfico y delincuencia común" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).

Con todo lo anterior, se puede evidenciar cómo en los Estados en los que prevalece la legitimación del nacionalismo, las minorías pueden ser perjudicadas. Consiguientemente, su papel en la sociedad civil como inmigrantes, por ende minorías, será adscribirse a las formas de vida que crean identidad. La inclusión se ve agobiada por la imposición de una nación que no brinda la oportunidad de abrir fronteras a la diversidad cultural; de igual manera el Estado, privilegiando la protección de la nación, pondrá a su disposición una nación cultural formada históricamente, y por ello quienes no se adapten pueden ser considerados "Enemigos de la patria" (Habermas, 1999: 109). Es así como, ligado a la protección nacional del Estado, se hará uso de la fuerza, y se incrementará la seguridad pública, para reforzar la idea de la "necesidad" de salvaguardar la herencia cultural.
La seguridad nacional será necesaria para fortalecer los discursos de riesgo y amenaza que potencian la incertidumbre social, en donde la inmigración venezolana se presente como el principal factor de miedo y de perturbación del orden.
 
"No es vano que la 'invasión' de espacios públicos, y la toma de espacios por parte de los inmigrantes sea una manifestación más de los peligros a los que se somete el Estado colombiano, y, por ende, la sociedad civil" (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).

También se construye imaginario de vulneración de la población local ante los riesgos a los que conlleva la inmigración según los reportajes, en donde las mujeres que ejercen como trabajadoras sexuales y que llegan de Venezuela

"se convierte en una amenaza para las trabajadoras sexuales colombianas" (El Espectador, 2017, 01 de mayo).
 
Es decir, mediante técnicas elaboradas de discurso que apelan al sensacionalismo, se ratifica la noción de "evitar" y, también, se hace uso de la diferenciación del lenguaje en donde, por ejemplo, las "trabajadoras sexuales" son colombianas, y las "prostitutas"sonvenezolanas (El Espectador, 2017, 01 de mayo).
Ahora bien, las noticias pueden dar la idea de que la inmigración venezolana en Colombia alcanza cifras inimaginables, es decir, trata de imponer aquella percepción de los inmigrantes.

 "(.) los venezolanos sin familia en el país también siguen entrando, por cielo y tierra, y aunque gran parte dice que viene por turismo, se quedan trabajando, sin permiso, y salen a los tres meses, para no ser deportados, y vuelven a ingresar."  (El Tiempo, 2017, 30 de marzo).

Las cifras actuales no son exactas para los inmigrantes que ingresan de forma irregular. Sin embargo, el discurso de que los inmigrantes "llegan por cielo y tierra" trae consigo la construcción de otros imaginarios sociales en donde el llegar en "masa" perturba el orden público, además de traer un sinfín de problemáticas sociales.

"Las prostitutas laboran en establecimientos nocturnos y casa de lenocinio, lugares donde las autoridades competentes han intensificado la seguridad para evitar que las trabajadoras sexuales sigan llegando a estos sitios para ejercer este oficio" (El Espectador, 2015, 08 de marzo).

Con estos enunciados, se legitima nuevamente el imaginario de la necesidad de la seguridad pública para controlar la inmigración. Igualmente, al crear el imaginario de la necesidad de seguridad, es decir, de controlar, también se construye un espectro moral que es transversal a las problemáticas que definen los periódicos como riesgos nacionales. Es así como en cuerpos de noticia en donde se refiere a las trabajadoras sexuales, también se habla de sanidad, donde hay un claro carácter de biopolítica, y también en donde hay llamados a la ciudadanía en los que se pide el rechazo a los inmigrantes venezolanos:
"'Hacen una o dos piezas improvisadas donde muchachas sobre todo venezolanas, atienden a los clientes en condiciones incomodas y sin las condiciones de salubridad. Como para animales prácticamente', advierte la representante de los cantineros" (El Espectador, 2016, 05 de diciembre).

Todo esto construye imaginarios acerca de la inmigración venezolana, en donde no se relaciona al inmigrante como un sujeto de derechos, sino como un individuo que carga en sí mismo la situación conflictiva del país de donde proviene; es un ser humano sin historicidad propia. Es por ello que la exclusión mediante términos y situaciones adjudicadas directamente a los inmigrantes venezolanos se convierte en un aparato de segregación que legitima la ruptura y la brecha que existe en la diferencia violenta que se pretende difundir.
Se genera así un imaginario negativo en donde es importante tener claro que no se está considerando como un problema coyuntural. Por el contrario, está inmerso bajo una mirada histórica que viene presentando fallas desde años atrás y ha desatado un aumento en los últimos cinco años.

Conclusiones

Los imaginarios construidos por la prensa escrita colombiana analizada priorizan en gran medida un vínculo nacional, en donde la homogenización en una cultura común es la finalidad mediata del discurso en el que se puede evidenciar la construcción de un  imaginario de exclusión. La inmigración es retratada como un proceso que genera incertidumbre social, construyendo un imaginario en torno al inmigrante venezolano como productor de amenazas, que puede llegar a alterar el orden social y que separa las dos culturas (venezolana y colombiana).
Por su parte, las adjetivaciones utilizadas para definir a los inmigrantes venezolanos demuestran cómo, mediante la reproducción y difusión de los periódicos, se pretende connotar un conflicto geopolítico más allá de lo nombrado en los encabezados y cuerpos de noticia, aunque se reconozca en ocasiones la falla estructural colombiana en tanto al recibimiento de inmigrantes. Se prioriza mostrar las consecuencias negativas a las que ha conllevado la llegada de inmigrantes venezolanos a Colombia, es decir, se les presenta como los poseedores de riesgos, como individuos sin humanidad, sin historia, y se resalta al inmigrante en un momento específico, el cual es relacionado mayoritariamente con la ilegalidad e irregularidad en muchas de sus facetas.
Existe una re-victimización de la inmigración en donde los sujetos son mostrados como desposeídos de derechos, y como una víctima "sin rostro", puesto que la culpabilidad inmediata está direccionada al Estado venezolano, mas no al Estado colombiano por no brindar las oportunidades necesarias, ni cumplir con lo establecido normativamente. Es decir, los periódicos analizados quitan las características humanas del inmigrante, y lo convierten en una masa homogénea descrita por porcentajes, números y cifras. El inmigrante es presentado como revictimizado. Sin embargo, se trata de una víctima que no es sujeto político ni de derechos, enfrentándolo a procesos de alta vulnerabilidad y exposición a la xenofobia.
Con esto es importante poner en conocimiento el manejo que los medios de comunicación proveen en el área de la información, y cómo pueden adquirir un poder de dominación frente al colectivo social, empleando discursos que, en variadas ocasiones, se superponen a la realidad, o tratan de exagerar los sucesos con algún fin deseado, donde se proyectan imágenes, testimonios, y un muy seleccionado lenguaje que es capaz de persuadir a la población en términos de tener siempre presente quiénes son los supuestos causantes del conflicto social.
Los periódicos analizados presentan una posición dominante, en la cual los inmigrantes no podrían tener un lugar democrático en la sociedad civil y política del país. La prensa escrita que fue analizada no defiende una igualdad que haga referencia a la posibilidad de respetar e incluir la diferencia, sino más bien a la no posibilidad de la diversidad, ni de la integración social de una cultura diferente. Aunque Colombia y Venezuela sean sociedades multiculturales y tengan muchos elementos comunes, esto se ve opacado por un nacionalismo que no permite la entrada de individuos considerados diferentes.
En correspondencia, no se identifican otras maneras de informar lo que está sucediendo en las publicaciones analizadas, no se llega a la construcción de una historicidad, llegando a hacer evidente una suave cosificación que resalta silencios, aquello que es necesario evitar, se consigue minimizar esfuerzos con una población que no es bienvenida, si lo fuera, la respuesta del gobierno colombiano sería diferente y se sumaría a encontrar soluciones de conciliación y reflexión entre ambos gobiernos. Al no presentarse una iniciativa de compromiso es más difícil para el inmigrante lograr una adaptación a la nueva sociedad de acogida.
 (.) Por muy útiles que sean, los análisis del universo de los inmigrados corren el riesgo de encerrarse en dos discursos tan abstractos y tan reductores uno con otro, que las conductas de los emigrados, referidas a las conductas, así constituidas en normas de la sociedad dominante que es la sociedad de inmigración, no pueden aparecer sino como "faltas", no quedando, para explicarlas, más que imputarlas o bien a las condiciones de existencias, que se tienen de este modo como responsables de comportamientos disfuncionales (Sayad, 2010: 56).

En definitiva, el pensamiento que se cierne alrededor de este tipo de prácticas discursivas o a partir de la construcción del discurso político, ostenta una gran incertidumbre al desconocer el panorama nacional que pueden brindar los resultados en vísperas de las campañas presidenciales para este año 2018 en Colombia, en términos de refugio o acogida hacia la comunidad inmigrante sea cual sea su lugar de origen. En un clima que gobierna y actúa en virtud de intereses económicos de corte neoliberal que buscan ampliar el capital económico a gran escala, nada tiene que ver el problema inmigratorio venezolano con los propósitos perseguidos. Por el contrario, mientras se incrementen las grandes brechas sociales y se siga optando por las condiciones deshumanizantes, más fácil será para los medios de prensa escrita en Colombia seguir creando el fantasma del inmigrante proveniente especialmente de Venezuela como aquel personaje que llega a abastecerse sin ningún reparo de los beneficios de los que goza el colombiano promedio de clase media baja y que le son arrebatados. Es un pensamiento bastante abstracto que merece ser considerado en concordancia con la situación que vive gran parte de la población colombiana en condiciones que no son precisamente mejores que las que vive actualmente el vecino país.

Referencias

1 ACNUR indica que "en Colombia, según el gobierno, había 7.4 millones de desplazados internos registrados al terminar 2016" (2017a: 36), siendo el país con mayor número de desplazados internos del mundo; con 340.000 colombianos refugiados en el extranjero producto del conflicto armado (ACNUR, 2017b) y aproximadamente 4.7 millones de migrantes en el exterior.

2 Lo cual se ve evidenciado en la mayor representatividad relativa de migrantes venezolanos en espacios fronterizos como Norte de Santander con un 16,1% de migrantes de corto plazo y 14,31% de migrantes recientes, y Atlántico con un 15,91% y 14,72% (Guataquí et al., 2017: 2).

3 La comunidad imaginada desde la definición de B. Anderson: "Es imaginada porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión" (Anderson, 1993: 23).

4 Fundado en 1887, siendo el más antiguo del país.

5 Fundado en 1911.

6 Según el Estudio General de Medios de 2015, El Tiempo y El Espectador, ocuparon el primer y segundo lugar respectivamente de los diarios más leídos en el país. http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15907306

7 Sin embargo, de 2015 se encontró poco material. Por ello, la mayoría de citas y referencias se centran en los años 2016 y 2017.

8 María Fernanda Cabal es una politóloga y política colombiana, representante a la Cámara por el partido Centro Democrático en el período 2014-2018.

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Recibido: 20/03/2018.
Aceptado: 30/06/2018.

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