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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.40 supl.1 Rosario dic. 2020

 

ARTÍCULOS

Antinomias del discurso de Alberto Fernández sobre el Covid-19

Antinomies of Alberto Fernández's Speech on the Covid-19

 

Juan B. Lucca

Juan B. Lucca es docente e investigador de la Escuela de Ciencia Política, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: juanlucca@hotmail.com


resumen

Este artículo aborda los discursos del presidente argentino Alberto Fernández en las ocho cadenas nacionales realizadas entre los meses de marzo a junio de 2020 en relación con la gestión de la pandemia de Covid-19. La hipótesis de trabajo que se plantea señala que en los intentos euclidianos de Fernández por cerrar o evitar “la grieta” entre el kirchnerismo y el macrismo apela al uso de antinomias que reviven colateralmente la tensión identitaria abierta en la política argentina desde 2008, aunque desde una posición ambivalente. Por ello, se pondrá el énfasis en el contraste y coincidencia que propone el presidente en dos antinomias: los porteños y el interior, por un lado, y el mundo de la cuarentena cerrada-abierta, por otro lado. Metodológicamente se utilizará una aproximación cualitativa, y técnicas de análisis provenientes de la teoría fundamentada en datos.

palabras clave: Alberto Fernández; Coronavirus; Cuarentena; Macrismo; Kirchnerismo

summary

This article analyzes the speeches of the Argentine President Alberto Fernández between the months of March to June 2020 in relation to the management of the Covid-19 pandemic. The hypothesis of this essay suggests that in Fernández's Euclidean attempts to close or avoid “la grieta” between Kirchnerism and Macrism, he appeals to the use of antinomies that collaterally revive the identity tension that has been open in Argentine politics since 2008, although taking an ambivalent position. For this reason, the emphasis will be placed on the contrast and coincidence that the president proposes in two antinomies: the “porteños” and the “interior”, on the one hand, and the world of the closed and open quarantine on the other. Methodologically, a qualitative approach will be used, as well as analysis techniques derived from data-based theory.

keywords: Alberto Fernández; Coronavirus; Quarantine; Macrism; Kirchnerism


Tal y como debatieran intelectualmente Carl Schmitt y Walter Benjamin, en los momentos de crisis la figura del soberano es quien toma las decisiones, o bien quien naufraga en las incertidumbre y pasiones (Lucca, 2009). En el marco de una Latinoamérica presidencialista y en el contexto actual de la pandemia de Covid-19, la figura de los ejecutivos tiende a ocupar el centro de la escena pública. Sus apariciones públicas en cadenas nacionales, conferencias de prensa, notas y entrevistas se tornan un verdadero epicentro de la vida pública, que les permite trazar un relato y una discursividad hegemónica. Empero, estas intervenciones públicas, en tanto Jefes de Estado y de Gobierno, imprimen una cosmovisión y una orientación clarividente en la disputa política por el sentido del orden (Lechner, 1982; Armony, 1996: 2; Sigal y Verón, 2003: 15).
Por ende, este ensayo propone abordar las alocuciones públicas del presidente argentino Alberto Fernández en las ocho cadenas nacionales realizadas en los primeros tres meses de la pandemia de 2020: 16, 20 y 30 de marzo, 10 y 25 de abril, 12 y 25 de mayo, y 4 de junio. La hipótesis que se sustenta es que, a pesar de los intentos elípticos de Fernández por cerrar o evitar “la grieta” previa entre el kirchnerismo y el macrismo, en sus discursos se utiliza una estrategia que la rememora en su forma pero no en su contenido: utilizar dicotomías y antinomias que evocan “la grieta” o tensión identitaria que pervive en la política argentina desde el 2008, pero sin abrazar plenamente algunos de los términos de la aporía que implica la crisis del Covid-19 (Rodríguez y Touzon, 2019; Lucca, 2019).
Aunque la distinción entre Salud y Economía es la antinomia más recurrente en el discurso de Fernández, nos concentraremos en la dimensión territorial y espacial de lo político. Por ello, aquí habremos de observar el contraste y coincidencia que propone entre los porteños y el interior, por un lado, y el mundo de la cuarentena cerrada o abierta por otro lado.
El análisis no busca determinar si hay un correlato pleno entre el discurso y la realidad, sino que interesa abordarlo por su relevancia institucional, su posición e investidura. Para controlar estas hipótesis, se empleará un diseño cualitativo de investigación, que coloca el énfasis en la descripción, comprensión e interpretación en busca de construir formulaciones teóricas a partir de la comparación concomitante. Se utilizó Atlas.Ti (versión 8.4.2) para la formulación de códigos, saturación teórica y formulación del argumento central de esta investigación (Strauss y Corbin, 1998: 102; Glaser y Strauss, 1967: 65).

Los Porteños y el Interior

A partir de la base de que existe una clara diferencia entre la curva de contagios entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires –en adelante “porteños”– y las demás provincias argentinas –“el interior”–, es posible advertir que en los 8 mensajes presidenciales analizados, las referencias a la Ciudad y la Provincia, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y el Conurbano superan las 250 menciones, lo cual se potencia aún más si se toman en cuenta las referencias a sus respectivos Gobernadores (ochenta menciones más).
Esto contrasta no solo con la referencia de la crisis como un problema nacional –el país y la Argentina solo revisten 174 menciones–, sino más bien con la entidad que adquieren las demás provincias –15 menciones para Córdoba, 12 a Santa Fe, 8 para Chaco, incluso con un alto nivel de contagio, 4 para Tucumán y 3 para Mendoza– o la referencia que hace el presidente al “interior del país”, que alcanza las 21 menciones.
En este marco, la referencia a los Gobernadores está ausente en las primeras semanas, pero surge con fuerza luego de la cumbre con estos mandatarios provinciales, el día 20 de marzo. A partir de allí, Fernández retoma su prédica de campaña en relación con el federalismo, que sintetiza como diálogo y consulta a los Gobernadores, al punto tal de considerarles parte de su “gabinete federal”, tal y como queda de manifiesto en el siguiente fragmento:
Cada Gobernador que venga con una propuesta, nosotros le vamos a proponer que además de la propuesta nos traiga un protocolo de acción de cómo se va a administrar esa cuarentena abierta y las autoridades municipales y provinciales serán las que se comprometan a hacer cumplir ese protocolo que lo van a traer y lo van a analizar las autoridades de salud (Discurso de Alberto Fernández del 10 de abril de 2020).

Sin embargo, a medida que la cuarentena avanzaba y los picos de contagio se desataban en el AMBA, el Presidente comienza a estar secundado en sus conferencias públicas sobre la gestión de la pandemia con el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (Axel Kicillof) y el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Horacio Rodríguez Larreta). Eso cambia la tónica de su discurso, sobre todo porque convierte a ambos exponentes en la referencia central para el resto de las provincias, y los medios porteños refuerzan el eco de la confluencia de las “tres administraciones más importantes del país”1, dejando en un segundo peldaño a los demás ejecutivos provinciales, que solo son aludidos de forma esporádica o por su afinidad política2, como puede observarse:
Para terminar, yo les agradezco a todos su tiempo, y gracias a los Gobernadores, yo agradeciéndoles a Axel y a Horacio quiero hacerles llegar mi gratitud a todos los Gobernadores de la Argentina, que trabajan maravillosamente bien, codo a codo con nosotros (Discurso de Alberto Fernández del 12 de mayo de 2020).

Es en este momento del período analizado cuando se introduce en el discurso presidencial la distinción entre un centro –CABA y Provincia de Buenos Aires– y “el interior” del país3, que poco tiene que ver con cualquier noción de federalismo jurídica, política o geográfica que anteriormente había blandido el Presidente, sino que responde a una lógica sempiterna de concentración y distribución del poder en el plano territorial de la República Argentina. Sin embargo, recién en el mes de junio, Fernández introduce por primera vez la tesis de que la centralización porteña es un problema para la propagación del virus en el resto del país, lo cual convierte la dicotomía en una antinomia y a Fernández en un navegante con dos timones.
Hoy lo hablamos con varios Gobernadores ese tema. Lo que quiero es no precipitar cosas, porque en estas condiciones no podemos, en estas condiciones no se puede, porque el riesgo de contagio es muy alto, insisto en este punto, y la Argentina hoy –el gringo Schiaretti lo decía con razón–, la Argentina fue construida como una suerte de araña, donde el cuerpo es la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, y el resto son un montón de caminos que confluyen y terminan en este puerto por donde sale la riqueza (Discurso de Alberto Fernández del 4 de junio de 2020. Negritas introducidas por el autor).

Solo entonces queda en claro, como apunta recurrentemente Fernández, que las provincias quedan “a la buena de Dios”4, porque “Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires”, lo cual queda de manifiesto en el fragmento del discurso presidencial precedente, que pone el acento en lo que “fue” y es “hoy” la Argentina en términos de la distribución territorial del poder. Así, es posible sostener que, una vez avanzada la gestión de la pandemia, el discurso de Fernández vuelve a recuperar la estirpe de un estadista criado al son de Corrientes y Esmeralda, que es capaz de auscultar y radiografiar la pampa, pero también reconocer los dolores que implica la macrocefalia de Goliat cuando la brisa del mar hace fluir las pestes que ingresan por el puerto.

El mundo, la cuarentena cerrada o abierta y la excepción argentina

En las alocuciones estudiadas del Presidente argentino, el término “Cuarentena” –161 menciones– es el vocablo más invocado, incluso supera holgadamente las denominaciones propiamente dichas del problema: virus (111), pandemia (66), Coronavirus (40), Covid (18), enfermedad (8); o a aquello que se pone en juego: la vida (22) y la muerte (12). Sin embargo, las formas de la cuarentena, sus fases y niveles de cierre/apertura, son un aspecto que, a lo largo de los días en el período estudiado, se torna de enorme relevancia para observar el planteo antinómico de Fernández.
En un primer momento, vista desde la óptica de la salud, el Presidente caracteriza la cuarentena como un límite “inflexible”, “estricto”, que debe ser cumplida “al pie de la letra”; por ende, se trata de un límite que debe ser moral y penalmente sancionable cuando se la viola.5 Sin embargo, esta percepción cambia rápidamente cuando es aludida en relación con la economía, donde se repiensa esta medida en pos de no generar un deterioro económico.6
En un segundo momento, en palabras del Presidente, la cuarentena cerrada “tiene sentido” y es efectiva para “achatar la curva”7, “ganar tiempo” y gestionar la pandemia en el país. Sin embargo, inmediatamente el Presidente cambia el horizonte, y plantea la posibilidad, por un lado, de “ir levantando la cuarentena” y, por el otro, de innovar en cuanto a su fisonomía, en términos de “administrarla”, aplicarla barrial o comunitariamente, entre otros ejemplos.
En un tercer momento, el Presidente reconoce los efectos nocivos de la cuarentena, tanto para la economía como para la salud mental, por ejemplo, al señalar el 12 de mayo “(…) que el mundo es distinto, este mundo ya no es igual al mundo de cuando empezó esta cuarentena, es otro mundo”. Sin embargo, es allí donde comienza a utilizar la comparación con otras territorialidades a lo largo del mundo, en pos de fortalecer su posición con relación a la cuarentena cerrada como relato nodal de su estrategia sanitaria.
A partir del mes de mayo, el presidente Fernández comienza a compararse con el mundo en pos de señalar los peligros de dejar de lado la cuarentena, justamente en el momento en el que la opinión pública porteña y la ciudadanía en esa región comienzan a mostrar un fuerte hastío y atisbos de protesta. En ese justo momento empieza a tomar forma en el discurso presidencial el silogismo: los países exitosos en el combate contra el Covid-19 tienen cuarentenas cerradas, Argentina tiene una cuarentena cerrada: ergo, Argentina es un ejemplo exitoso mundialmente valorado en la gestión estatal de la pandemia y los discursos anti-cuarentena son errados y llevan al fracaso en cualquier lugar del planeta.8
Para ilustrar esta falsa dicotomía, el Presidente utiliza el caso de Suecia, país en el que se pusieron en juego muchas medidas de contención del Covid-19, pero no una cuarentena obligatoria, el cierre de las escuelas o de la actividad económica. Por eso, Fernández utiliza esta situación, como el “caso negativo”, el ejemplo a evitar, como queda en evidencia en la conferencia del día 12 de mayo:
Y digo esto porque, en estos días, muchos pusieron algún ejemplo de países que no hicieron la cuarentena, se mantuvieron abiertos y dicen que lograron resultados económicos ponderables y yo me he detenido en el caso que más escuché nombrar, que es el caso sueco, y lo comparado con un país que está pegado a Suecia, que hizo exactamente lo contrario, ese país es Noruega. Noruega hizo una cuarentena estricta; Suecia, no. Suecia tiene 14 veces más muertos que Noruega; Suecia tiene 3.175 muertos por Covid y Noruega, 218 (…). Digo todas estas cosas para los que son atrapados por la ansiedad de abrir la economía, sin medir las consecuencias en la salud y en la vida de la gente (Discurso de Alberto Fernández del 12 de mayo de 2020).

Sin embargo, llama la atención que, en la referencia a los demás países del mundo en los discursos del Presidente, recurrentemente se los señala con la misma función: comparar con países cuya curva de contagios/muertos sea diferente y negativa con relación al caso argentino. Así, se mencionan recurrentemente los casos de Brasil (18), Chile (11), Italia (5), España (4), Ecuador (4) e incluso Uruguay (1). De más está decir que, entre la plétora de países donde creció superlativamente el Covid-19, Fernández evoca mayormente aquellos que pueden ser considerados de mayor cercanía geográfica y cultural, por un lado, pero lejanos en términos ideológicos al ser parte del “giro a la derecha” en la región, por el otro.
Tal vez los únicos países que no son invocados originalmente con una función de caso de control en la comparación son el de Estados Unidos (12), para dar cuenta de cómo se deteriora la economía y el empleo en el marco de una pandemia; el de China (3), especialmente para invocar la necesidad de fortalecer el sistema de salud y la cantidad de médicos por habitante; y el de Noruega (10), que sirve de contra ejemplo al de Suecia para argumentar que una cuarentena estricta marca una senda positiva y, por ende, un rumbo deseable para la Argentina.
Esta concatenación de ejemplos de países con derroteros perniciosos, negativos o indeseables, aunada a la ausencia de evocación a casos con excelentes resultados a nivel global –Alemania, Nueva Zelanda o Corea del Sur, entre otros– o regional –como Cuba o Paraguay–, o incluso con niveles estrepitosos pero afines ideológicos, como México, le sirve discursivamente a Fernández para darle forma a su carácter de estadista nacional, especialmente al recuperar la épica del excepcionalismo argentino.
Ustedes saben que estamos en esto siendo muy novedosos, en realidad somos un caso único en el mundo, que dispuso la cuarentena                 plena, apenas se conoció el inicio de la pandemia; esto no lo hizo ningún otro país y por lo tanto estamos como experimentando sobre la marcha cómo eso resulta. Ahora, la realidad es que los resultados iniciales son interesantes, son buenos, nos alientan a seguir en este camino (Discurso de Alberto Fernández del 20 de marzo de 2020).

La idea del “excepcionalismo” es inherente a los relatos nacionalistas de la gran mayoría de los países.9 Argentina no ha escapado a lo largo de su historia a recurrir a múltiples evocaciones de este tipo: “coronados de gloria vivamos”, “el granero del mundo”, “la París de América Latina”, entre tantos otros intentos denodados por ser cabeza de ratón y no cola de león en la historia mundial. En definitiva, esta prédica exitista es el anverso optimista de una estrategia férrea de gestión de la pandemia a través de una cuarentena cerrada en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde se concentran los principales medios de comunicación, densidad de población y casos de coronavirus. En resumidas cuentas, lo que Fernández busca plantear no es ni más ni menos que aquella idea que acuñara Helio Jaguaribe, pero popularizara E. Duhalde, de que Argentina es un “país condenado al éxito”.
Con ello, en una paráfrasis de R. Alfonsín, Fernández busca dar la sensación de que “la casa está en orden”, con la certeza de que la pandemia aún no ha depuesto sus armas y la entropía que genera se asemeja más al caos y la crisis que a la estabilidad y previsibilidad. Solo restaría saber si, como diría el ministro alfonsinista J. C. Pugliese, a este juego de mensajes ambivalentes emitidos “con el corazón” la ciudadanía le contesta con el bolsillo, con votos o con protestas.

Ladran, Sancho, señal que cabalgamos

El análisis de las principales alocuciones públicas a la ciudadanía argentina entre marzo y junio con relación a la gestión de la pandemia marca con clarividencia que Fernández apela al uso de antinomias para abordar la incertidumbre y las lagunas de significaciones que plantea la crisis del Covid-19, y la atraviesa sin tomar definiciones taxativas. Conocedor de la técnica jurídica, Fernández sabe que una antinomia es o bien el establecimiento de dos miradas normativas sobre una temática que se contradicen en sus formulaciones; o bien que para una misma acción resultan dos consecuencias que son incompatibles en sus términos. En el marco de una crisis que requiere de posiciones que eviten la polarización y pongan el énfasis en el Presidente en su rol de estadista, sistemáticamente Fernández plantea, en el plano discursivo, un jardín con senderos que se bifurcan.
Es decir, su estrategia del uso de antinomias no hace más que azuzar ambos términos de la “grieta” entre el kirchnerismo y el macrismo, entre el interior peronista y la zona núcleo macrista, entre quienes quieren “volver a la región” o “volver al mundo”, pertenecer al giro a la izquierda o a la derecha. Los despoja de un horizonte reivindicatorio, abre espacio en el centro del espectro político para sí y, al mismo tiempo, genera una falsa sensación de certidumbre en un contexto plenamente indescifrable. Con ello, produce una moderación en la radicalidad de estas posiciones, al despojarlas de un destino de esplendor y verdad; pone en juego una fuerza centrípeta en torno a su figura, al tiempo que sigue empujando centrífugamente a ambos sectores de la grieta hacia los extremos; y plantea una gestión de la crisis en la que, como decía José “Pepe” Mujica, “como te digo una cosa, te digo la otra”.
En definitiva, lo que la gestión de la pandemia le permitió a Alberto Fernández es establecer un nuevo centro relativo del sistema entre el kirchnerismo y el macrismo. Solo resta saber si este vértice es lo suficientemente imantado como para darle forma y esplendor a un nuevo “ismo” o bien una estratagema que confina a Alberto en su propio istmo. Una vez más, el horizonte de la disputa política busca desplegar sus alas, incluso entre la perplejidad y el temor que implica el vendaval de una pandemia.

Referencias

1 Para tomar un ejemplo clarividente al respecto por su afinidad ideológica –o ausencia de confrontación– con el gobierno, puede leerse la nota de opinión de José Natanson titulada “Bajar”, publicada en el diario La Capital, el día domingo 12 de julio de 2020, en la página 27 de la edición impresa.

2 Discurso de Alberto Fernández del 25 de mayo de 2020: “Yo, en el día de hoy, hice una reunión con los Gobernadores de estás provincias: participó Horacio; participó Axel, participó el “Gringo” Schiaretti; el “Coqui” Capitanich y Arabel, la Gobernadora de Río Negro y cambiamos opiniones sobre lo que nos estaba pasando”.

3 Discurso de Alberto Fernández del 25 de mayo de 2020: “Después, el interior, cómo se van a ir abriendo las actividades en el interior es algo que permanentemente estamos hablando con los Gobernadores, yo gracias a Dios celebro tener los Gobernadores que tengo, sinceramente lo digo, los que son de mi partido y los que no son de mi partido, lo celebro, porque a todos los veo actuar con responsabilidad, y todos tienen muchas prevenciones, y todos tienen muchos cuidados y toman muchos recaudos, y es lo correcto”.
Discurso de Alberto Fernández del 4 de junio de 2020: “Hoy, les contaba que tuve una reunión muy larga, con todos los Gobernadores, pudimos todos escuchar los problemas del interior del país, de la Ciudad de Buenos Aires, de la Provincia y todos estamos de acuerdo en esta idea que estamos impulsando”.

4 Discurso de Alberto Fernández del 25 de abril de 2020: “seguimos en medio de una pandemia que está asolando al mundo y que, gracias a Dios, en la Argentina no ha tenido la capacidad de daño, que ha expresado en otros lugares del mundo, pero eso ha ocurrido por lo que los argentinos y las argentinas hemos hecho, solo por eso”.
Discurso de Alberto Fernández del 12 de mayo de 2020: “Hasta acá lo hemos hecho bien y gracias a Dios tenemos estos números y eso – insisto en este punto – es un logro de todos y de todas y no perder de vista”.

5 Discurso de Alberto Fernández del 16 de marzo de 2020: “Y en esto voy a ser inflexible, los que tengan que hacer la cuarentena van a cumplir la cuarentena y si no la cumplen vamos a ocuparnos de perseguirlos penalmente”.
Discurso de Alberto Fernández del 20 de marzo de 2020: “Yo confío en la responsabilidad de todos los argentinos y de todas las argentinas; confío que no haya irresponsables que en lugar de estar en cuarentena estén paseando por la Costa o estén, aún sin quererlo o si preverlo, llevando el virus a argentinos que deben estar sanos”.

6 Discurso de Alberto Fernández del 16 de marzo de 2020: “Mañana también lo vamos a resolver eso porque una cuarentena generalizada para el país mucho [sic] y el problema de las cuarentenas generalizadas tienen que ver también con que hay mucha producción que la Argentina necesita, por ejemplo la producción alimentaria. Si yo paro durante catorce días la producción de alimentos, bueno, voy a generar un enorme conflicto en la Argentina”.

7 Discurso de Alberto Fernández del 7 de abril de 2020: “¿Qué logramos hoy, el 7 de abril? Que la velocidad sea de 10,29, es decir que para que se multiplique necesitamos dejar pasar 10 días, esto es el efecto de la cuarentena, esto es lo que llamábamos achatar la curva. Ahora, el que contagia al segundo no demora tres días, sino que demora 10,29, casi 11 días. Si nosotros seguimos manteniendo esta cuarentena seguramente lograremos que la velocidad de contagio sea más lenta aún y eso es lo que tenemos que lograr”.

8 Discurso de Alberto Fernández del 30 de marzo de 2020: “Y eso para nosotros es muy importante, porque habla también –como sociedad– de que nos adelantamos al problema, asumimos el compromiso de la cuarentena, y esto nos dio la confianza de la comunidad internacional para que seamos uno de los diez pueblos, de las diez sociedades que están privilegiadas en la búsqueda de la vacuna y de la medicación más importante”.

9 Basta recordar el discurso de B. Obama del 4 de Abril de 2009, en Strasburgo (Francia), cuando señalaba al respecto: “I believe in American exceptionalism, just as I suspect that the Brits believe in British exceptionalism and the Greeks believe in Greek exceptionalism”. The White House, Office of the Press Secretary. Disponible en: http://www.whitehouse.gov/the_press_office/News-Conference-By-President-Obama-4-04-2009/

Bibliografía

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