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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.40 supl.1 Rosario dic. 2020

 

ARTÍCULOS

Covid-19: Comunicar las ciencias desde la incertidumbre

Covid-19: Science Communication from Uncertainty

 

María Soledad Casasola

María Soledad Casasola es docente e investigadora de la Escuela de Comunicación Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: mscasasola@unr.edu.ar


resumen

La irrupción de la pandemia de Covid-19 en el escenario mundial generó incógnitas, marchas y contramarchas, tanto en el plano científico como en el comunicacional. El tradicional modelo de divulgación científica, basado en la transmisión de resultados comprobados, se volvió en algunos casos insuficiente para dar cuenta de los procesos comunicacionales requeridos por esos meses. El nuevo coronavirus presentó características únicas, para cuyo tratamiento y cura no existía medicación o vacunas, y la comunicación de las investigaciones visibilizó los avances junto a sus controversias y debates. El trabajo plantea las reflexiones generadas a partir de la necesidad de comunicar ciencias desde una perspectiva dialógica con la sociedad y desde la universidad pública en un contexto de incertidumbre.

palabras clave: Comunicación de la ciencia; Divulgación; Covid-19; Controversias; Ciencia; Tecnología; Sociedad; Comunicación dialógica; Universidad pública

summary

The irruption of the Covid-19 pandemic on the world stage generated unknowns, marches and counter marches both in the scientific and communicational fields. The traditional model of scientific dissemination, based on the transmission of proven results, in some cases became insufficient to account for the communication processes required during those months. The new coronavirus presented unique characteristics for whose treatment and cure there were no medications or vaccines, and the communication of the investigations made visible the progress along with its controversies and debates. The work raises the reflections generated from the need to communicate sciences from a dialogic perspective with society and from the public university in a context of uncertainty.

keywords: Science communication; Scientific disclosure; Covid-19; Controversies; Science; Technology; Society; Dialogic communication; Public university


En marzo de 2020, el brote de Covid-19 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud. Alrededor del globo, algunas certezas comenzaron a resquebrajarse, no solo desde la perspectiva científica, sino también desde la comunicacional. Esta puesta en tensión permanente que estamos atravesando –y nos permitimos utilizar aquí el gerundio porque aún no está del todo claro cómo y cuándo culminará esta crisis pandémica– involucra cuestiones teóricas, prácticas y discursivas. Este trabajo intenta poner por escrito algunas reflexiones surgidas durante este tiempo, en el que la comunicación social de las ciencias a la sociedad y desde la universidad pública encontró un laboratorio de prueba a escala sin precedentes. Con seguridad, seguiremos trabajando en ellas, pero este número especial de Temas y Debates nos invita a compartirlas.
La primera cuestión es cómo abordamos la comunicación de las ciencias cuando no hay certezas para comunicar. En estos meses, no fue extraño leer o escuchar la queja sobre la falta de acuerdo de “los científicos” sobre distintos aspectos relacionados con el Covid-19, su prevención y tratamiento. “Un día dicen una cosa y al otro día opinan lo contrario.” Esta aseveración, con matices, se vio reflejada en distintos medios, en la calle, en conversaciones más o menos casuales e incluso en artículos más elaborados. Desde la utilización o no de tapabocas y barbijos de modo permanente, pasando por las discrepancias en torno a la utilización de antivirales o tratamientos ya usados para paliar otras enfermedades, la actualización de nuevos síntomas para tener en cuenta a la hora de diagnosticar la enfermedad o la determinación acerca del tiempo de permanencia del virus sobre distintas superficies –por mencionar algunas–, las controversias se visibilizaron en espacios públicos en los que usualmente no se las ve. Las estrategias de comunicación de las ciencias, basadas en la divulgación de verdades comprobadas y resultados acabados, se volvieron, en muchos casos, insuficientes para afrontar los procesos comunicacionales que llegaron de la mano del nuevo coronavirus.
Pensar la comunicación científica desde el modelo del déficit, uno de los paradigmas más arraigados en las prácticas de la comunicación de temas científicos, implica pensar el proceso con el objetivo de que los públicos adopten actitudes y hábitos a los que se niegan o rechazan por falta de información y conocimiento suficientes. Así, la divulgación del conocimiento científico se concibe como una etapa posterior a la de su producción, y no hay nada que los públicos, incluso involucrados directamente, puedan aportar a esa producción. Esta perspectiva entiende el sistema tecnocientífico y sus actores como una esfera escindida del resto de la sociedad en la que los expertos producen conocimientos que luego pueden bajar, derramar, transmitir o transferir al resto de la comunidad con la ayuda de los periodistas científicos –puentes, mediadores, traductores, capaces de convertir lo difícil en fácil– para que los legos los comprendan. Pero, ¿cómo sería posible articular de este modo vertical y lineal la divulgación del conocimiento sobre el Covid-19 si no hay certezas?
A principios de la década de 1990, Bruno Latour abordó la idea de conocimiento científico mediante la metáfora de las cajas negras, una expresión utilizada por técnicos y cibernéticos. Cuando algo es demasiado complejo e intrincado, se lo simplifica tomándolo como una “cajita” (Latour, 1992: 2), de la que solo se conocen entradas y salidas sin importar las controversias, discusiones y complejidades de funcionamiento, académicas o económicas. Latour sostiene:
Incertidumbre, gente trabajando, decisiones, competencia, controversias son lo que se encuentra cuando se realiza un flashback desde unas cajas negras concretas, frías y no problemáticas, a su paso reciente. Si se toman dos fotografías, una de las cajas negras y otra de las controversias abiertas, son completamente diferentes. Son tan distintas como los dos lados, uno vital, el otro severo, de un Jano de dos caras. “Ciencia en proceso de elaboración” en el derecho, “ciencia acabada” o “ciencia elaborada” en el otro (1992: 3).
Podríamos decir, y reiteramos que nuestra intención es plantear interrogantes que abran nuevas hipótesis, que la “caja negra” de esta pandemia está aún lejos de cerrarse. En este laboratorio a escala del que hablamos en las primeras líneas, estamos en presencia de las disputas, argumentaciones y discusiones que, eventualmente, darán cierre a muchas de las controversias científicas que plantea el nuevo coronavirus. Es la construcción misma de esta caja la que se transmite en tiempo real a nivel global. En este sentido, otra de las preguntas que cabe hacernos es qué incidencia tendrá la comunicación de las diversas posturas y perspectivas en la conformación final de las futuras certezas. Cabe mencionar aquí una referencia puntual al lugar que ocupa la circulación y consumo de información no chequeada, rumores y fake news en torno a supuestos tratamientos y medicación para prevenir y curar esta enfermedad. La referencia, que merecería artículos completos que escapan al objetivo de este trabajo, se vuelve necesaria para argumentar la importancia de la comunicación sobre temas de ciencias y tecnologías de agenda desde espacios como la universidad pública. Consideramos central la aparición y puesta en diálogo de las voces expertas de la comunidad científica y académica local con los diversos públicos, no solo para que cuenten lo que saben, sino también para interactuar con las inquietudes de ciudadanos y ciudadanas, desde el punto de partida de interrogantes comunes y en espacios no académicos, como los medios de comunicación o las redes sociales.
Lo siguiente que queremos plantear, basándonos en la práctica misma de nuestro trabajo en el marco de la Dirección de Comunicación de la Ciencia (DCC) de la Universidad Nacional de Rosario, es lo siguiente: si no hay certezas para comunicar, ¿qué comunicamos en este contexto de pandemia? Lejos de tener un esquema cerrado o una fórmula perfecta, la intención es comentar cómo se enfrentó esta coyuntura desde un espacio generador de conocimiento científico y educación como es la universidad pública. La segunda parte de esta pregunta es cómo lo hacemos, ya que el modelo del déficit se nos presenta insuficiente –más que nunca– en este contexto. Lo que sigue es la mención de algunos de los elementos que se tuvieron en cuenta a la hora de pensar las acciones desde una mirada estratégica de la comunicación, con una apuesa al diálogo y la interacción con los distintos públicos.
1) Lo primero es la pregunta. Aun sabiendo que no existen respuestas, poner en foco la o las preguntas que ponen en funcionamiento los mecanismos que hemos desarrollado como sociedad para conocer el mundo desde una perspectiva científica se presenta como un recurso valioso de comunicación e interacción con las audiencias. Es preciso visibilizar no solo aquellas preguntas que se formulan científicos y científicas a la hora de investigar, sino también –y con especial énfasis– las que se hacen los legos. Así, muchos de los productos comunicacionales pensados desde la DCC tomaron como punto de partida inquietudes e interrogantes detectados entre los públicos, y se buscaron voces expertas al interior de la comunidad universitaria para ponerlas en diálogo. ¿Cualquier vacuna producida en otros lugares del mundo puede ser aplicada en la población de Argentina? ¿Qué es el dióxido de cloro? ¿Se puede tomar? ¿Qué consecuencias penales conlleva no respetar el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio? Estas preguntas, surgidas de la agenda, sirvieron como disparadores de acciones de comunicación puntuales y las mencionamos aquí a modo de ejemplo.
2) Buscar el interés. En un escenario sin certezas, el modelo del déficit se vuelve insuficiente para direccionar las políticas de comunicación. Reconocer la incertidumbre que las ciencias y sus actores generan en los distintos sectores de la sociedad (Logan, 2001) habilita la puesta en marcha de estrategias de comunicación dialógicas, interactivas y horizontales, que partan de un concepto de comunicación entendido no solo como transmisión de información, sino como un entramado posibilitador de la participación ciudadana. Para comunicar ciencias de un modo dialógico, se vuelve necesario buscar el interés de los públicos, aquello que los motiva, los inquieta, los preocupa, en este caso con relación al nuevo coronavirus. No contar solo lo que la universidad quiere decir, sino buscar el encuentro y los denominadores comunes. De acuerdo con Kaplún:
Ese destinatario tiene sus intereses, sus preocupaciones, sus necesidades, sus expectativas. Está esperando que le hablemos de las cosas que le interesan a él, no de las que nos interesan a nosotros. Y sólo si partimos de sus intereses, de sus percepciones, será posible entablar el diálogo con él (1998: 94).
3) Adaptarnos a la lógica de las redes sociales. En el contexto de Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, los espacios de encuentro, educación y comunicación se trasladaron mayoritariamente a los entornos digitales y, dentro de ellos, las redes sociales ocuparon roles protagónicos. Comunicar ciencias en redes sociales implica conocer las dinámicas, características, límites y potencialidades de cada una ellas para poder integrarlas en una estrategia que persiga diferentes objetivos y apunte a públicos diversos. Cada red social posee su lógica, y habitarlas implica adaptar las prácticas discursivas a las reglas de juego que cada una de ellas posee. Esta situación enfrenta a las instituciones, muchas veces, con la idea de que lo divertido o interesante no es serio, sobre todo cuando hablamos de ciencias y tecnología. En las redes sociales, la comunicación de las ciencias compite con otros contenidos –políticos, deportivos, de entretenimiento, etcétera– por el interés de los públicos. Es por ello que la creatividad y originalidad, el arte y el diseño, no pueden dejarse en segundo plano. Sin dudas estas acciones requieren de un esfuerzo diferente que abre un nuevo interrogante: ¿qué justifica la comunicación de las ciencias desde la universidad en estos espacios no académicos? Al respecto podemos mencionar que los niveles de credibilidad que posee la universidad pública legitiman su rol de productora y comunicadora de contenidos científicotecnológicos.1 Si preocupan los casos de fake news,información sin respaldo científico y rumores infundados, consideramos estratégico que la universidad aporte sus voces académicas y expertas para que circulen e interactúen con los públicos en los espacios que esos mismos públicos utilizan para informarse. Entablar conversaciones sobre Covid-19 en las redes sociales implica desdibujar los muros de las aulas y los claustros y propiciar encuentros con públicos que no siempre tienen acceso a la universidad. Estas conversaciones se instalan desde una perspectiva educomunicacional. Cuando las acciones de comunicación de las ciencias se plantean desde las cuentas oficiales en redes sociales de una institución cuyo rol fundamental se centra en la educación, esas acciones deben tener en cuenta el desafío de comunicar y propiciar, al mismo tiempo, la reflexión crítica. 
Visibilizar interrogantes, buscar el interés de los públicos y adaptar los contenidos sobre Covid-19 a las lógicas de circulación y consumo de la redes sociales han sido algunos de los puntos que se tuvieron en cuenta para enfrentar los procesos comunicacionales sobre la pandemia desde una perspectiva dialógica, interactiva y educomunicacional. Probablemente, muchas de las cuestiones que aquí comentamos se reformulen, completen o descarten en el mediano o largo plazo. La pandemia dejará muchos aprendizajes que deberemos incorporar a las prácticas discursivas y comunicacionales de las instituciones de educación y producción científica. Uno de ellos es la importancia de articular distintos modelos de comunicación de las ciencias que no solo busquen ofrecer información sobre temas de agenda y coyuntura, sino que apunten al diálogo, el interés y la co-creación de conocimientos. Durante mucho tiempo escuchamos que no era posible comunicar ciencias en las redes sociales con seriedad. La realidad ha demostrado que, algunas veces, son un espacio de encuentro indispensable para interactuar con públicos diversos y aislados. El desafío es pensar estrategias de comunicación de las ciencias integrales, novedosas y creativas, rigurosas y confiables, que incluyan a las redes sociales desde sus límites y potencialidades, incluso en medio de la incertidumbre, que es, por otro lado, cuando más necesarias se vuelven.

Referencias

1 La Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada en 2019 por el Programa Sociedad, Cultura y Religión del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL, CONICET), sostiene entre sus conclusiones que “en un contexto general de incredulidad sobre las instituciones, la universidad pública es la única que goza de una confianza importante por parte de la sociedad argentina”. Se puede acceder a las conclusiones citadas en: https://www.conicet.gov.ar/creencias-valores-y-actitudes-en-la-sociedad-argentina/

Bibliografía

1. Kaplún, M. (1998). Una pedagogía de la comunicación. Madrid, España: Ediciones de la Torre.         [ Links ]

2. Latour, B. (1992). Ciencia en acción: cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad. Barcelona, España: Editorial Labor        [ Links ]

3. Logan, R. (2001). Science Mass Communication: Its Conceptual History. Science Communication,Vol.23 (2), 135-163. Sage Publications, New Delhi, India - Thousand Oaks, USA - London, UK.         [ Links ]

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