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Temas y Debates

versión On-line ISSN 1853-984X

Temas debates (En línea)  no.40 supl.1 Rosario dic. 2020

 

ARTÍCULOS

El trabajo territorial. Nuevas configuraciones para un programa en tiempos de pandemia

Territorial Grassroots-based Work. New Configurations for a Program in pandemic times

 

Luciano Vigoni y Patricia Tobin

Luciano Vigoni es Director del Programa “Nueva Oportunidad”, Secretaría de Desarrollo Humano y Habitat, Municipalidad de Rosario, Argentina. E-mail: lucianovigoni@hotmail.com

Patricia Tobin es docente e investigadora de la Escuela de Trabajo Social, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. E-mail: patriciatobin07@yahoo.com.ar


resumen

La irrupción del Covid-19 impacta en las perspectivas de la continuidad de una propuesta que requiere reconfigurar las acciones de trabajo en los espacios barriales, en una construcción que integre la población juvenil, las organizaciones sociales y el Estado local en este contexto de pandemia que moviliza tramas organizacionales y vinculares de manera diversa. Sin desconocer el acumulado en las relaciones territoriales, y considerando la importancia de continuar con la presencia de los equipos del Estado municipal en los entramados barriales, desde el Programa “Nueva Oportunidad” se diseña un trazado de acciones que aporten a pensar estrategias sanitarias para la vida cotidiana con las grupalidades juveniles y sus referentes. En este trabajo, se parte de la explicitación de la esencia del “Nueva Oportunidad”, el cual consiste en un programa de intervención social con jóvenes que no estudian ni trabajan y que habitan barriadas con condiciones socio-económicas y habitacionales deprimidas, hoy denominadas “barrios populares”, para dar mayor contenido y sentido a las acciones de intervención planificadas.

palabras clave: Pandemia; Covid-19; Nueva Oportunidad; Trabajo territorial

summary

The irruption of the Covid-19 impacts the prospects for the continuity of a proposal that requires reconfiguring work actions in neighborhood spaces, in a construction that integrates the youth population, social organizations and the local State in this pandemic context that mobilizes organizational and link networks in a diverse way. Without ignoring the accumulated in the territorial relationships and considering the importance of continuing with the presence of the municipal State teams in the neighborhood networks, the “New Opportunity” Program designs a plan of actions that contribute to thinking about health strategies for the day-to-day life with youth groups and program companion members. This article begins with explaining the essence of the “New Opportunity” social intervention program with young people who neither study nor work and who live in neighborhoods with depressed socio-economic-housing conditions –nowadays called "popular neighborhoods"– to give greater content and meaning to the planned intervention actions.

keywords: Pandemic; Covid-19; New Opportunity; Territorial work


El Nueva Oportunidad, sus trayectos y sus configuraciones

Creemos imposible hablar del Programa “Nueva Oportunidad” sin antes hacer una breve referencia sobre nuestra Latinoamérica. Vivimos en la región más desigual del planeta, donde las dictaduras militares y los gobiernos con políticas neoliberales han acentuado, hasta casi perpetuar, las desigualdades en estas latitudes. Es notorio que los cambios que fueran iniciados por las dictaduras militares y profundizados en la década de 1990 son de gran significación y han generado transformaciones en aspectos sustanciales que determinaron un nuevo perfil de sociedad en Latinoamérica.
Los jóvenes de los barrios más humildes de los grandes centros urbanos de nuestro país son testigos privilegiados de estas transformaciones. Son el reflejo más visible de los nuevos entramados que presenta la violencia a escala comunitaria. Esas transformaciones de las que no hay registros, ni historias, ni antecedentes.
La región latinoamericana y Argentina, desde finales de los años ochenta y principios de los noventa, estuvieron signadas por el crecimiento de la pobreza y la indigencia, la desocupación, la precariedad, la informalidad y la desigualdad social, mediante un proceso que reconstituyó un nuevo sujeto social. El Estado de Bienestar pasó a ser un recuerdo. Se reconfiguró la relación con el trabajo: de ser formal y protegido se pasó bruscamente a la flexibilización. La pérdida o inestabilidad de la relación laboral formal, así como la simultánea mutación masiva del trabajo en informal y desprotegido, han marcado las trayectorias vitales de generaciones de los sectores más desventajados económica y socialmente (Soso, 2019).
Sobre esa base, las relaciones e identidades sociales experimentaron un proceso de fragilización, lo cual puso en jaque los modos en que tradicionalmente el lazo social se reproducía, especialmente en los sectores menos favorecidos. Desde los vínculos familiares en el mundo privado, hasta la existencia y rol de los diversos tipos de organizaciones de la sociedad civil –asociaciones vecinales, clubes, entre otros–, se vieron profundamente transformados. Los niveles de fragmentación social, con su altísimo impacto deteriorante para las subjetividades, se multiplicaron de forma extraordinaria.
En paralelo, las fuerzas del mercado se desenvolvieron de manera ilimitada, y conquistaron cada vez más sectores de la vida social. El consumo se transformó en el vehículo preferido de existencia social, en el marco de formas culturales individualistas y hedonistas difundidas a lo largo y ancho de la estructura social. A su vez, estas condiciones y procesos produjeron efectos que se han ido acumulando en el tiempo, a lo largo de las últimas décadas, y generaron a su turno fuertes dinámicas de territorialización que se han traducido en estigmatización y segregación urbana.
En un complejo entramado entre el crecimiento de la marginación económica y social, las dinámicas tanto de fragmentación como de fragilización relacional y el proceso de mercantilización de la existencia social que han atravesado nuestro contexto nacional en las últimas décadas, se han gestado altos niveles de delito violento. Procesos similares se han dado también a lo largo y ancho de América Latina, con distintos niveles de intensidad, con lo cual se consolidó un rasgo de la región que la diferencia globalmente.
Una gran parte de esta violencia altamente lesiva –que muchas veces se tramita a través de armas de fuego– en los grandes centros urbanos de la Provincia de Santa Fe se encuentra concentrada, en términos espaciales, en los territorios desventajados económica y socialmente. Suele tener como protagonistas –ofensores y ofendidos– a jóvenes que padecen múltiples privaciones. A su vez, estos jóvenes experimentan también de manera frecuente, a lo largo de sus trayectorias vitales, otras formas de violencia que marcan su existencia de distintos modos. Una enorme cantidad de jóvenes está en riesgo por las condiciones en que se desarrollan sus trayectorias de vida. De este modo, la construcción de una identidad y un proceso de socialización donde el consumo problemático de sustancias, el ingreso a las economías delictivas y el acceso indiscriminado a las armas de fuego se convierten en moneda corriente. En este sentido, comienzan a ser una mercancía de uso habitual para quienes viven en contextos de pobreza. La muerte temprana por causas no biológicas empieza a ser una constante, y las condiciones materiales de vida explican en gran medida el fenómeno, y se transforma en el modo de hacerlo visible (Soso, 2019).
En este escenario, el Programa “Nueva Oportunidad” surge como una Política Pública para el abordaje de las problemáticas juveniles en clave de derechos. Fue llevada adelante inicialmente en 2013 por el municipio de Rosario. Luego, fue implementada por la Provincia de Santa Fe, entre los años 2016 y 2019. Argentina, en tanto país Latinoamericano, fue castigado  por la aplicación de políticas económica neoliberales que tienen como finalidad la supresión de la existencia real de un importante número de pobladores, considerados como los “nadies”. Un gran número de estos jóvenes no tiene una conexión estable con las instituciones educativas. En igual sentido, carecen de una actividad laboral y, si la tienen, se desarrolla en la economía informal, muchas veces relacionada al cuentapropismo, con altas dosis de precariedad, desprotección y remuneraciones extremadamente bajas, o bien se encuentran inmersos en la economía ilegal.
La Municipalidad de Rosario en el año 2013 implementó el Programa “Nueva Oportunidad Rosario”, el cual fue tomado como base para la planificación e implementación del Programa a nivel provincial. El Programa “Nueva Oportunidad” se constituyó como una experiencia innovadora en el trabajo con jóvenes entre 16 y 35 años, desde una perspectiva de política pública social. Se conformaba con el trabajo mancomunado entre el Estado Provincial, Municipal y/o Comunal y las Organizaciones e Instituciones Sociales.
Las organizaciones sociales asumieron un protagonismo estratégico al encontrarse en el centro mismo del conjunto de intervenciones que se pretenden movilizar. De este modo, permitieron expandir las posibilidades de trabajo en los ámbitos comunitarios de los que forman parte.
El Programa “Nueva Oportunidad” activó intervenciones que apuntaron a diseñar la construcción de múltiples marcos para que las juventudes puedan apelar, identificarse y accionar. Asimismo, aportó recursos materiales y simbólicos para desbloquear oportunidades y efectivizar derechos.
Las intervenciones se realizaron mediante la conformación de  grupos de  jóvenes de no más de quince integrantes, con una  perspectiva multidimensional. Entre las intervenciones, se destacan: a) “Trayectos Pedagógicos”, como procesos de aprendizaje ligados al mundo del trabajo; b) “Terceros Tiempos”, como espacios de debate y reflexión; c) “Acompañamiento Constante”, tanto individual como colectivo por parte de los acompañantes de cada grupo; d) “Becas para los jóvenes que participan”, como incentivo para dar un valor monetario a su tiempo de trabajo en la experiencia y contribución a la satisfacción de necesidades; e) “Unidades Productivas”, como mecanismos alternativos de relación con el mundo del trabajo y de producción de ingresos; f) “Experiencias Laborales”, en empresas y cooperativas apoyadas estatalmente; g) “Ferias”, como espacios de participación para la comercialización de bienes y servicios; h) “Educación”, como instancia de retorno a las instituciones educativas y/o incorporación a la “Escuela Nueva Oportunidad”; i) “Incorporación de jóvenes que salen del sistema penal”, como instancias de trabajo con jóvenes privados de su libertad y quienes han pasado recientemente por dichas experiencias.
El cambio de abordaje de la política social implicó una estructura organizativa de un modo novedoso por su transversalidad horizontal y vertical. Incorporó una cooperación articulada y permanente de los Ministerios intervinientes en el Gabinete Social, a saber: Ministerio de Educación, Ministerio de Innovación y Cultura, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio de Salud, Ministerio de Seguridad y Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El Programa se enmarcó en la cooperación con actores de otros poderes del Estado provincial, como el Servicio Público de la Defensa y el Ministerio Público de la Acusación, dependiente del Ministerio de Justicia y DDHH.
En el año 2019, participaron del Programa “Nueva Oportunidad” 17.745 jóvenes de 28 localidades de toda la Provincia de Santa Fe. Las ciudades donde se ha desplegado el Programa con mayor nivel de participación de jóvenes son: Rosario (11.058 jóvenes), Santa Fe (3.450 jóvenes), Villa Gobernador Gálvez (694 jóvenes), Reconquista (588 jóvenes), Vera (287 jóvenes), Rafaela (194 jóvenes) y Pérez (195 jóvenes).
El Programa “Nueva Oportunidad” también trabaja con jóvenes privados de su libertad en la Provincia de Santa Fe. Actualmente, participan 427 jóvenes en 9 prisiones de adultos y 2 espacios de encierro de menores de edad.
Existe un conjunto muy amplio de acompañantes y capacitadores distribuidos por cada uno de los municipios y comunas en los que el Programa interviene. En su mayor parte provienen de organizaciones sociales, políticas, deportivas, culturales y religiosas muy presentes en su territorio, con quienes se celebran convenios de acción conjunta.
Hasta el año 2019, 1.492 personas se desempeñaron como acompañantes en toda el territorio provincial, de los cuales 983 se encuentran en Rosario (66%), 219 en Santa Fe (15%), 227 en el resto de la Provincia (15%) y 63 que trabajan en contextos de encierro (4%).
Los  capacitadores en oficios varios fueron 857 en toda la Provincia, de los cuales hay 509 en Rosario (59%), 153 en Santa Fe (18%), 157 en el resto de la Provincia (18%) y 38 que trabajan en contextos de encierro (4%). El 55% de los capacitadores del Programa en la Provincia provienen de organizaciones sociales, mientras que el resto son agentes estatales.
Un rasgo crucial del Programa es el rol estratégico que tienen las organizaciones sociales –262 actualmente– en la coordinación y cooperación para el desarrollo de las intervenciones, con un rescate de sus saberes y experiencias. En algunos casos, se trata de organizaciones con trayectoria en el trabajo con jóvenes que atraviesan situaciones críticas. En otros, se trata de organizaciones que desarrollaban actividades con otros grupos en el territorio y, a partir de la propuesta del Programa “Nueva Oportunidad”, han iniciado un nuevo camino en esta dirección.
Uno de los resultados más interesantes ha sido que algunos jóvenes que inicialmente realizaron experiencias como participantes de los cursos se terminaron por incoporar como acompañantes de grupos. Asimismo, algunos se incorporaron activamente a la vida de las organizaciones sociales territoriales en procesos de militancia para modificar las condiciones de existencia (Tobin: 2020).

Un nuevo contexto político

El cambio de gestión política del gobierno de la Provincia de Santa Fe trajo incertidubres para la continuidad programática del “Nueva Oportunidad”. Se anunció, desde el ámbito periodístico, que habría cambios. De parte de las autoridades actuales, hubo ciertos comentarios en relación con su continuidad con otros formatos. Se mantuvo esporádícamente el pago a los jóvenes y a las organizaciones con una depredación de los montos por los procesos inflacionarios actuales. El Estado municipal decidió mantener la estructura del Programa en referencia a los recursos humanos que la Municipalidad de Rosario siempre destinó a tal efecto. Se creó la Dirección del Nueva Oportunidad, en el marco de la Secretaría de Desarrollo Humano y Habitat. Es preciso recordar que el Gobierno Municipal efectuaba un convenio con el Gobierno Provincial para su financiamiento. Sin embargo, esto no se ha concretado en el año 2020.

La pandemia por coronavirus… sus manifestaciones y los nuevos escenarios

Esta particular coyuntura, signada por la necesidad del aislamiento, tensionó las lógicas de trabajo de las áreas sociales del Estado y obligó a generar estrategias tendientes a proveer las necesidades poblacionales más básicas, particularmente la alimentación, y a redoblar los esfuerzos para atender el cuidado de la salud.
Estas estrategias deben tener como característica básica y fundamental la cercanía la presencia territorial articulada entre equipos municipales y organizaciones sociales. Aquí, la experiencia desarrollada por el “Nueva Oportunidad” representa un gran capital: los vínculos generados con las organizaciones sociales a lo largo de los últimos cuatro años nos permiten hoy pensar acciones conjuntas, que profundicen y amplíen la llegada territorial de las acciones de asistencia y promoción.
Por otro lado, es necesario no perder de vista las particularidades de la población que participa de los espacios del Programa “Nueva Oportunidad”: se trata de jóvenes que, en muchos casos, no se vinculan con otras instituciones públicas, tales como las escuelas o los centros de salud. Por este motivo, la estrategia de trabajo debe contemplar la inclusión de los espacios por que estos jóvenes transitan, y los referentes con los cuales se vinculan.
Las acciones propuestas se enmarcan en tres ejes prioritarios: Cuidados, Alimentación y Producción, que se entrecruzan y potencian entre sí. En este sentido, se trata de tomar las posibilidades que brindan cada uno de estos ejes para profundizar las acciones que se decidan en lo territorial.

Algunas reflexiones para pensar lo comunitario/sanitario en el marco de la pandemia

En esta coyuntura pandémica, la consigna #quedateencasa implica una universalidad. Sin embargo, también es necesario reconocer las particularidades de los territorios y los sectores populares que los habitan. Ese imperativo se vuelve violento si no logramos reconocer las condiciones de precariedad en la que vive una gran parte de la sociedad. No es simplemente reconocer, sino también pensar y actuar como Estado, con políticas que puedan construir estrategias de intervención que tomen dimensión de lo comunitario y  lo sanitario.
Se trata de asistir en lo alimentario, pero también de generar procesos de reconstrucción del lazo social, erosionado por los últimos años de políticas neoliberales que implicaron la profundización de la pobreza. La pandemia vuelve a poner en relieve las desigualdades sociales y los discursos homogeneizadores que silencian al Otro diferente/excluido.
La dimensión ético-política nos empuja a construir un correlato del cuidado que pueda ser situado con el Otro, en tanto sujeto histórico, social, cultural, atravesado por una subjetividad y condicionado por una serie de marcadores que generan diferencias y/o desigualdades. Es preciso crear una narrativa alternativa que permita en primer término nombrar el problema para luego poder visibilizarlo como tal. Asimismo, es necuperar los discursos. Esta situación excepcional es una oportunidad para revisar nuestras prácticas, nuestras  maneras de intervenir, de encontrarnos. Es “me cuido para cuidarte a vos”, en tiempos de pandemia. A continuación, apuntamos algunos conceptos claves que marcan las líneas de acción territorial.

Eje Cuidados: Encuentro de acompañantes de organizaciones sociales con integrantes de instituciones estatales, referentes del “Nueva Oportunidad”, para diseñar en cada espacio territorial acciones que propongan abordar las necesidades de cuidado, como así también las diferentes manifestaciones de las problemáticas que afectan estos territorios. “Cómo sobrevivimos, cómo nos alimentamos, cómo nos cuidamos y cómo cuidamos a otros.” Seleccionar áreas de trabajo por distrito, con criterios a tener en cuenta para la priorización: a) Necesidades del territorio; b) Características de las organizaciones sociales en su disposición de trabajo en lo barrial; c) Presencia de instituciones del Estado para sumarse a la propuesta.
La idea es, según las normas de aislamiento –distanciamiento social y tapaboca–, realizar un encuentro con referentes de organizaciones, integrantes de instituciones estatales, CCB, Centros de Salud y coordinador del “Nueva Oportunidad”. La intención es analizar la realidad de lo barrial, para lograr identificar las problemáticas más significativas y planificar diferentes líneas de trabajo que contemplen estrategias colectivas que permitan incorporar a los jóvenes del “Nueva Oportunidad” en esas acciones. Los ejes: moneda lícita, comida y cuidado son los puntos centrales para direccionar el encuentro.
Abordar en conjunto con los centros de salud la prevención en relación con la pandemia de Coronavirus, la noción de aislamiento y su fundamentación. La finalidad es informar e incorporar en los jóvenes y en la población en general la importancia de cumplir con el aislamiento social, y poder diseñar un aislamiento comunitario diferenciado.
Instalar la idea de cómo podemos armar estrategias de cuidado con la población de nuestra barriada que se encuentra con mayores riesgos en el contagio: adultos mayores, población con patologías crónicas. Jóvenes. Se propone el mismo esquema de participación de los ámbitos institucionales vinculados con esta temática, como Clubes, Centros Comunitarios, Escuelas y Centros Culturales, que diseñen actividades de acompañamiento de cercanía, con otras modalidades que limiten la masividad.
Armado terceros tiempos. Con modalidades diferentes a las que tradicionalmente utilizamos, la idea es no perder la esencia de este dispositivo en cuanto posibilita encuentro, reflexión y acción.
Se definen por distrito dos áreas geográficas priorizadas, y se establecen encuentros en un primer momento con acompañantes, equipo de salud, CCB e integrantes del “Nueva Oportunidad”, para diseñar el contenido de las acciones que se realizarán en cada uno de los espacios territoriales:
Distrito Oeste: Barrio Toba, Lagunita, Barrio Godoy. Distrito Norte: Cerámica. Distrito Noroeste: Ludueña. Distrito Sur: Tablada. Distrito Sudoeste: Las Flores, Santa Teresita. Distrito Centro: República de la Sexta,  Barrio Latinoamérica.

Eje Alimentación: En las últimas semanas, hemos visto que las acciones de los Gobiernos Nacional y Provincial se han centrado en la transferencia de recursos económicos y en la distribución de alimentos, particularmente secos y no perecederos. Los gobiernos municipales podemos profundizar el alcance de estas acciones, mediante la asociación con las intervenciones alimentarias, aquellas que tienen que ver con el cuidado de la salud.
El trabajo territorial, articulado con organizaciones sociales, permite resignificar la asistencia, no reducirla a la distribución de bolsones alimentarios –y su consiguiente recepción pasiva–, sino generar acciones de promoción de la salud –como las que han sido detalladas en el eje anterior–, al mismo tiempo. Esto permite fortalecer las tramas territoriales, el vínculo con las organizaciones y, a la vez, extender las capacidades estatales.
Distribución de caja de alimentos a los y las jóvenes participantes del “Nueva Oportunidad”. Agregar información útil a los bolsones de jóvenes. Distribución de “Bolsones Productivos”, que se detallan en eje siguiente.

Eje Producción: La producción en el actual contexto debe enfocarse a contribuir con los dos ejes anteriores. Es decir, desarrollar producciones que son demandadas por el propio municipio para atender la emergencia sanitaria, y fortalecer la producción de alimentos a un costo accesible y en espacios de cercanía, para que sean consumidos en los propios barrios en que se producen. En este marco, las acciones que proponemos continuar o desarrollar son las siguientes:
Acompañamiento para la producción de barbijos. A partir de la necesidad de provisión de barbijos para la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat, se inició una producción de barbijos que incluyó la adquisición de insumos, así como su distribución y posterior retiro en las unidades productivas de los barbijos terminados. En este proceso están participando seis grupos, de los cuales tres están también confeccionando batas para la utilización en áreas de Salud (municipal o provincial). Una vez finalizado el primer lote de producción (15.000 unidades), proponemos realizar una segunda producción de, al menos, igual cantidad, para cubrir las necesidades de la Secretaría en los próximos meses.
Producción de cocinas rocket en espacios del “Nueva Oportunidad”, que a su vez sean comedores comunitarios o copas de leche. La idea es que el uso de las cocinas pueda reemplazar el consumo de garrafas, que se ha vuelto oneroso para las organizaciones sociales en el marco de un incremento de la demanda de asistencia alimentaria. Esta tarea se realizará en coordinación con la Secretaría de Ambiente y Espacio Público y con jóvenes del “Nueva Oportunidad”.
Producción de pan, bizcochos, facturas, alfajores u otros panificados de bajo riesgo, que puedan ser elaborados en espacios de las propias organizaciones sociales, o bien en CCBs que cuenten con las condiciones necesarias –en la franja horaria en que están funcionando– y que puedan ser comercializados a bajo costo en los mismos barrios en que se elaboran. A partir de la estrategia desarrollada en conjunto con el Banco de Alimentos Rosario, proponemos el armado de un “Bolsón Productivo”, que será distribuido a organizaciones sociales que cuenten con grupos en condiciones de producir y, desde el “Nueva Oportunidad”, acompañamos los circuitos de ventas. Alrededor de 25 grupos u organizaciones sociales pueden participar de esta estrategia.
Potenciar y fortalecer los espacios de las huertas que venían trabajando en el marco del programa y generar redes territoriales con las organizaciones que están funcionando como comedores.

Reflexiones finales

Se asiste a un momento novedoso en cuanto a la reproducción de la vida como se estaba desarrollando, y consideramos que es un momento bisagra que nos compromete a diseñar nuevas estrategias, en los diferentes campos de las actividades y dominios humanos. Proponemos pequeñas experiencias que puedan desplegarse en los territorios seleccionados. En ese sentido, es primordial que junto con la Secretaría de Salud se elabore una cartografía de zonas en las cuales esté circulando el virus y sea necesario abordar.
Para pensar la idea de Aislamiento Comunitario Diferencial es necesario evaluar zonas barriales que, por las características sanitarias, permitan la circulación de la población para las actividades cotidianas, que ya se están produciendo de manera espontánea y quizás se necesite acompañar, desde las distintas dimensiones de reproducción social, económicas, simbólico/culturales.
Para esta actividad, se considera a los Centros de Convivencia Barrial, como nodo de innovación y desarrollo, que permitan, por un lado, sostener las actividades habituales y, por otro, ser un espacio de pensamiento, investigación y acción, para ser soporte de los desafíos que se presenten: prácticas de subsistencia y autoabastecimiento en cuanto a energías alternativas, saneamiento e higiene ambiental, alimentación y cuidados comunitarios en general. Relevamiento Económico barrial de necesidades productivas y recursos existentes.
Con la consideración de los diferentes cursos de capacitación que se han llevado a cabo durante estos años en el marco del Programa “Nueva Oportunidad”, se pretende relevar las potencialidades de grupos y organizaciones para activar procesos productivos. La finalidad es proponer convenios, marcos de cooperación para la producción de actividades económicas que permitan el intercambio y complementariedad entre ramas productivas.
En cuanto a la dimensión sociocultural, proponemos el mismo esquema de participación de los ámbitos institucionales vinculados con esta temática, como Clubes, Centros Comunitarios, Escuelas y Centros Culturales, que diseñen actividades de acompañamiento de cercanía. Estas prácticas estarán destinadas a la resignificación de los hechos y fenómenos que se nos presentan de manera intensiva, excesiva y sincrónica, y que no nos permiten, por esa misma temporalidad, poder procesar y elaborar críticamente toda la información circulante en los diferentes medios o tecnologías digitales.
Para finalizar, la filósofa Judith Batler introduce dos preguntas significativas en la conferencia que realizó en la UNAM en mayo de 2020
¿Qué significa pensar en un mundo habitable?, y ¿qué es lo que permite vivir una vida vivible? Dos líneas que nos debemos instalar en nuestras prácticas cotidianas para diseñar otros mundos posibles.
Para que el mundo sea habitable no solo tiene que hacer posible las condiciones de vida, sino también el deseo de vivirla. Porque, ¿quién querría vivir en un mundo que desprecia la vida, o la considera desechable? Querer vivir en un mundo habitable significa participar de las luchas contra las condiciones que buscan la muerte de unx mismo. No podemos lograrlo por separado. Solo podremos lograrlo si colaboramos para crear nuevas condiciones para vivir y desear (Butler, 2020).

Bibliografía

1. Butler, J. (2020). What Makes for a Livable Life. Festival Aleph. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=4qhh0SAcqtc&ab_channel=TVUNAM        [ Links ]

2. Soso, M. (2019). Evaluación del Programa Nueva Oportunidad desde la perspectiva de los actores. Santa Fe, Argentina.         [ Links ]

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