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Palabra clave

versión On-line ISSN 1853-9912

Palabra clave vol.1 no.1 Ensenada oct. 2011

 

In memoriam

César Orlando Archuby (1 de junio de 1944 - 10 de junio de 2011)

Amelia Aguado

Ex Directora del Departamento de Bibliotecología. Universidad Nacional de La Plata

 

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Durante los últimos treinta años, César Archuby fue profesor de Tratamiento Automático de la Información en nuestro Departamento de Bibliotecología. Con solo pensar en los innumerables cambios que se han producido en esa disciplina podemos imaginar el giro copernicano que han experimentado la investigación y la práctica en la bibliotecología. En nuestro caso en particular, César Archuby fue el introductor de cada uno de los cambios tecnológicos significativos para nuestra profesión, a medida que se iban produciendo.

Nos inició en la laboriosa búsqueda de información mediante la base de datos, en Macroisis, del Bureau International de Education, cedida por la UNESCO y cargada en la gran computadora del CESPI, a mediados de la década de 1980. Luego, aparecieron las computadoras personales y la UNESCO lanzó Microisis: la primera presentación del programa se hizo en nuestra Facultad. Con los cursos que dictaron César y algunos de sus discípulos, aprendimos a usarlo y a elaborar nuestras propias bases de datos documentales.

De algún modo, fuimos precursores: cuando se organizó el 2º Congreso Pedagógico Nacional, el Ministerio de Educación de la Nación nos contrató para armar una base de datos con los documentos presentados. Y allí fuimos, a Embalse del Río Tercero, unos cuantos alumnos y algunos profesores, dirigidos por César Archuby, para fascinar a los asistentes que necesitaban localizar alguna información en las computadoras personales.

En 1989, por primera vez, el Departamento intervino en el consejo asesor del 2º Congreso Iberoamericano de Información y Documentación: no es necesario aclarar de quién fue la iniciativa. Se empezaba a hablar de la Sociedad de la Información y en ese congreso tuvimos -en particular, César tuvo- una decisiva participación en redactar la declaración final Hacia una Argentina informada. Que no quedó en meras palabras: cada una de las propuestas se fue concretando, a medida que pasaba el tiempo y se iban perfeccionando herramientas cada vez más adecuadas.

Más que ejercer una labor docente limitada al Departamento de Bibliotecología de la Universidad Nacional de La Plata o al Departamento de Documentación de la Universidad Nacional de Mar del Plata, César fue un transformador de la profesión bibliotecaria: su misión consistió en aprovechar cada uno de los adelantos tecnológicos de uso generalizado en el mundo desarrollado, pero no difundidos en el país, para facilitar y mejorar el trabajo profesional. Con esa finalidad, integró el grupo organizador de ASINDOC, la Asociación de Información y Documentación de SADIO, Sociedad Argentina de Información e Investigación Operativa. Ahí se formalizó nuestra fructífera convivencia con la informática.

En adelante, se estabilizó nuestro perfil profesional. Aprendimos primero a decir adiós a las fichas copiadas a máquina, una por cada punto de acceso, para armar catálogos en la computadora. Primero se consultaban in situ, después en una red local; más tarde armamos catálogos colectivos y todos se podían consultar en la World Wide Web. César hizo que nos animáramos a organizar todo tipo de archivos, ya fueran expedientes de una mesa de entradas, o películas de una casa de alquiler de videos. Por su iniciativa y mediante sus cursos de formación de recursos humanos, este tipo de prácticas se generalizaron en todo el país.

A esta altura, tenemos una masa crítica de egresados con excelente formación. La carrera ha adquirido un perfil tecnológico acorde con las necesidades actuales del trabajo bibliotecario. A nivel local, la gran mayoría de las bibliotecas de las Facultades han incorporado a nuestros bibliotecarios en tareas directivas o de gran responsabilidad. De inmediato, se advierte la mejora en los servicios. ¿En qué se nota la influencia de César? En que nuestros profesionales tienen iniciativa propia; los conocimientos adquiridos a través de los cursos son apenas una base que les permite seguir adelante solos, sin necesidad del apuntalamiento de los profesores. No hay en los contenidos de la carrera instrucciones para armar un sitio Web o constituir un repositorio institucional y, sin embargo, los hacen. Saben pensar por sí mismos y se han ganado el respeto del alumnado, del cuerpo docente y de las autoridades.

Sin faltar a la verdad, se puede decir que no teníamos presencia ni siquiera dentro de la Facultad. En la década de 1980, el cuerpo docente se limitaba a una docena de miembros y los alumnos no eran muchos más. César quebró nuestra resistencia a intervenir en los cuerpos directivos y desde su elección como Consejero siempre hubo alguno de nosotros en el Consejo Académico de la Facultad. Era algo impensado: interveníamos en la toma de decisiones.

También necesitábamos investigar. En su campo específico, César Archuby introdujo la temática bibliométrica, con su base matemática indispensable. Sus discípulos pueden evaluar con criterios objetivos múltiples facetas de la actividad bibliotecaria y basar las decisiones en esas evaluaciones.

Cada uno de los párrafos anteriores (y muchos otros que podríamos agregar) contiene un motivo para extrañar su presencia motivadora. Su recuerdo vive en sus discípulos y en todos los que lo conocimos, admiradores de su sapiencia y su hombría de bien.

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