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versión On-line ISSN 1853-9912

Palabra clave vol.4 no.1 Ensenada dic. 2014

 

RESEÃ'A

Reseña sobre Biblioteca pública, ciudadanía y educación social

 

José Daniel Moncada Patiño

Política y Plan Nacional de Patrimonio Bibliográfico y Documental Ministerio de Cultura - Biblioteca Nacional de Colombia, Colombia
jdmoncada@mincultura.gov.co
jdmoncadap@gmail.com

Reseña de:

Biblioteca pública, ciudadanía y educación social / Orlanda Jaramillo .- Buenos Aires: Alfagrama, 2013 .- 144 p.- ISBN 978-987-1305-74-2


Desde principios del siglo pasado, el análisis social volvió su mirada al método sociológico como una posibilidad de análisis que concedía a la sociología el lugar que ya venía ganado en el desarrollo de modelos y prácticas para el estudio estructural y funcional de la sociedad. Precisamente, de esos modelos y prácticas, la bibliotecología adoptó una diversidad de métodos y técnicas que constituyeron la base de la escuela bibliotecológica clásica o sociológica. En el contexto anglosajón, los trabajos de Jesse Shera hacen referencia, frecuentemente, a sociólogos clásicos como Émile Durkheim o socio-biólogos como Eduard O. Wilson, entre otros. Asimismo, se pueden encontrar algunas referencias a la sociología clásica en la obra de Chubariam, sistematizador de la escuela clásica soviética, y en diferentes trabajos de Lenin, dedicados a la biblioteconomía y las bibliotecas en general.

Estas referencias tienen que ver, en específico, con la pretensión de establecer una institucionalidad social de la biblioteca pública como elemento central de la teoría y la práctica bibliotecológica. En el caso anglosajón, ésta es vista como una agencia de comunicación que interviene en los procesos de integración simbólica - cultural y que permiten a los ciudadanos una apropiada adaptación al sistema capitalista. Mientras que para el caso oriental, es vista como una institución política, por la cual los sujetos pueden integrarse al contexto socialista mediante procesos de generación de opinión a través de la lectura y el consumo de información. En ambos casos, la biblioteca pública, considerada como una institución social, establece una serie de vínculos, al igual que otras instituciones como la familia, la escuela o el Estado, entre el sistema político, económico e ideológico y las relaciones sociales de los sujetos, por medio de "funciones sociales", término adoptado también de la sociología funcionalista.

Podemos apreciar una integración entre el análisis y la práctica bibliotecológica y estos modelos sociológicos que intervienen en situaciones que podríamos denominar "relaciones sociales, estructuras sociales, vida diaria, vida privada, solidaridades sociales, conflictos sociales, clases sociales, grupos sociales vistos como unidades distintas y mutuamente dependientes", según Peter Burke, en relación con la institucionalidad bibliotecaria. Todos estos conceptos que ingresan al análisis bibliotecológico y al de otras disciplinas, como advierte el autor, están lejos de ser sinónimos y necesitan de la construcción y del lenguaje sociológico para ser analizados. Precisamente, en este aspecto se centró el esfuerzo de la escuela bibliotecológica clásica que se propone retomarlos como un enfoque aún válido en el estudio de la institucionalidad social bibliotecaria.

Las instituciones sociales son dispositivos que se establecen a través de las costumbres y que buscan regular, controlar y mantener un conjunto de valores simbólicos que se encaminan a la consecución de objetivos que son comunes a una sociedad. Basado en William Sumner, un determinista social bastante influyente, Jesse Shera, propone el concepto de institución como un símbolo que designa fenómenos sociales, convenciones o estructuras para fijar límites, ejercer control e imponer formas a las actividades humanas. En esta perspectiva, las instituciones son instrumentos por medio de los cuales la sociedad da forma a sus comportamientos en acuerdo con sus objetivos, sanciones y tabúes.

Sin embargo, esta perspectiva clásica de la biblioteca ha ido encontrando sentidos diversos a lo largo del siglo XX y XXI para explicar las relaciones que la biblioteca pública establece con "lo social" en la perspectiva de sus funciones sociales (aún vigentes en los discursos y las prácticas bibliotecarias en América Latina). Así, las investigaciones contemporáneas se han ido abriendo caminos diversos ante las dimensiones sociales que la escuela bibliotecológica clásica les heredó. Sobre la perspectiva de la función cultural, encontramos trabajos desde mediados del siglo XX. En 1952 Pierce Butler publica el artículo "La función cultural de la biblioteca" en la influyente revista The Library Quarterly de la Universidad de Chicago. Sobra recordar la importancia y el peso del contemporáneo de Shera, también profesor en la Graduate Library School y autor en 1933 del clásico Introducción a la Biblioteconomía, que compite en importancia como texto rector con los Fundamentos de la Educación Bibliotecológica de su colega. En Introducción a la Biblioteconomía, su tratado de 1971, Butler expresa sobre la biblioteca: "Así será la Bibliotecología; un cuerpo orgánico de conocimiento científico será construido para dar cuenta de las complejas prácticas de esta agencia social".

El mismo Jesse Shera inaugurará en su tratado el análisis sobre la función educativa de la biblioteca que se renuevan en autores contemporáneos de diversa índole. Desde los seguidores de los clásicos, Ortega y Gasset, por ejemplo, hasta las más contemporáneas visiones de la llamada alfabetización digital o alfabetización informacional. Sobre la perspectiva de la función económica encontramos trabajos mucho más contemporáneos como el libro Biblioteca pública y desarrollo económico, de Vanda Ferreira Dos Santos donde se proponen afirmaciones del siguiente calibre: "El cambio del paradigma de las bibliotecas públicas, en cuanto instituciones que deben pasar de estar al servicio de la educación a ponerse al servicio de la información y, por ende, del desarrollo". Ahora bien, la función política es una de las menos exploradas en la investigación latinoamericana. Los actuales trabajos de investigadores como Felipe Meneses Tello y Didier Álvarez Zapata exploran las conexiones entre biblioteca, lectura y ciudadanía rescatando las categorías clásicas sobre la base de la comprensión de la biblioteca como institución social.

En este sentido, el libro Biblioteca pública, ciudadanía y educación social de la profesora Orlanda Jaramillo, constituye un aporte fundamental para la literatura de la región. El estudio, producto de una tesis doctoral en educación con distinción Magna Cum Laude de la Universidad de Antioquia, Colombia, parte de considerar la ciudadanía como "los procesos orientados al desarrollo pleno de los sujetos, de su autoestima, sus motivaciones, su capacidad para comunicarse, convivir, participar, elegir y decidir con autonomía asuntos propios de su desarrollo y de la comunidad, siendo conscientes de su entorno y su realidad, la apropiación del espacio público asumido como ámbito para el encuentro, la deliberación, la argumentación y la libre expresión". La pretensión fundamental para partir de esta concepción de la ciudadanía es conectar tal concepto con el de educación y en particular con el de educación social.

Partiendo de este concepto, el estudio presenta la conexión biblioteca pública - formación ciudadana desde tres referentes teóricos: lo público, entendido como bien común, como espacio público y como foro de expresiones; es decir, los lugares donde cobran sentido las demandas públicas y los consensos sociales. El segundo referente es la política, que la autora retoma como una dimensión de lo humano instalado en lo cotidiano, entendido como los mecanismos y las formas mediante las cuales se organiza la existencia en las sociedades humanas; es la mirada de la política según los acuerdos para la socialización, la convivencia, la participación y el ejercicio del poder. El tercer referente tiene que ver con lo pedagógico, que según Jaramillo determina la conexión entre formación ciudadana y biblioteca pública. Esta tríada teórica representa uno de los principales aportes del trabajo, en tanto muestra nuevas dimensiones que relacionan las funciones bibliotecarias (educativa y política) y le dan sentido y nuevo contenido a la institucionalidad de la biblioteca pública.

Un importante capítulo inicial, devela las concepciones que documentos y directrices internacionales como los publicados por la UNESCO han tenido sobre la idea de prácticas ciudadanas desde las bibliotecas públicas para luego, sobre la base teórica mencionada, realizar una propuesta de aportes de esta institución social a la convivencia, la participación y la autonomía. Sin embargo, la obra de la profesora Jaramillo no sólo comprende estos importantes aportes teóricos al discurso bibliotecario, también abarca una propuesta pedagógica desde la biblioteca que se basa en conceptos como la humanización, la transformación del sujeto y de su entorno, como base para la participación, la autonomía, la formación de ciudadanos lectores y la dinamización cultural.

Esta última parte de la obra representa otra importante arista de discusión y reflexión en tono a las bibliotecas y sus funciones sociales: la inclusión de los ciudadanos en el mundo de la lectura y la escritura como un elemento fundamental en su consideración como una institución social que, a través de la promoción de la cultura escrita, favorece la formación de un ciudadano informado, autónomo y capaz de participar e insertarse en diversos procesos sociales. En pocas palabras, la reivindicación de la biblioteca como un proyecto de la modernidad.

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