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versión On-line ISSN 1853-9912

Palabra clave vol.9 no.2 Ensenada abr. 2020

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.24215/18539912e085 

Dossier: Catálogos y colecciones editoriales en Latinoamérica: abordajes teóricos, históricos y materiales

Los catálogos editoriales como fuentes para el estudio de la bibliografía y la historia de la edición. El caso del Fondo de Cultura Económica1

Publishing catalogues as sources for the study of bibliography and history of edition. The case of the Fondo de Cultura Económica

1Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Seminario Interdisciplinario de Bibliología, México

Resumen

El objetivo de este artículo consiste en probar que, si bien los catálogos editoriales tienen una función comercial, también ofrecen información valiosa sobre el estudio de la bibliografía y la historia de la edición. El estudio de caso se centró en la editorial Fondo de Cultura Económica (FCE) porque es un sello paradigmático por su longevidad y por el gran número de catálogos que ha editado.

El trabajo está organizado en dos partes. En la primera sección se expone la definición y variantes de la expresión “catálogo”; después se expone la evolución del este término y, por último, se comentan las dificultades que implica el estudio de estos objetos. En la segunda sección se abordan los catálogos del FCE; se observa su transformación y cómo pasaron de mostrar la oferta editorial a ofrecer información bibliográfica detallada para sus lectores. Se describe la variedad de catálogos que editó el FCE, se analizan los aspectos materiales (el uso de imágenes y estructura física) y, la forma de organización de los contenidos textuales que presentan. Como resultado final la investigación demuestra que los catálogos editoriales son objetos bibliográficos que requieren ser estudiados y abordados en sí mismos como un género editorial, de la misma forma que cualquier otro producto de la cultura impresa.

Palabras clave Catálogo editorial; Fondo de Cultura Económica; Historia del libro; Edición; Bibliografía; México

Abstract

The main purpose of this article is to demonstrate that, even though publishing catalogs have a commercial function, they also offer valuable information on the study of bibliography and history of publishing. Our case study is focused on the publishing house Fondo de Cultura Económica (FCE), because it is a paradigmatic company due to its longevity and the large number of catalogs it has printed.

This article has two sections. In the first section, we present the definition and variants of the expression “catalog”; next, we discuss the evolution of this term; finally, we discuss the difficulties involved in the study of these objects. The second section of the article focuses on FCE’s catalogs; it presents its transformation over time, and shows how they changed from giving a general editorial offer to giving detailed bibliographic information for their readers. It describes the variety of catalogs edited by the FCE, analyzing their material aspects (the use of images and their physical structures) and the form of organization of texts and content. This research demonstrates that publishing catalogs are bibliographical objects that should be studied and addressed in themselves as a publishing genre, in the same way as any other product of the printed culture.

Keywords Publishing catalog; Fondo de Cultura Económica; History of books; Publishing; Bibliography; México

1. Introducción

En un sentido amplio, la historia del libro se interesa por los contenidos y artefactos bibliográficos, pero para explorar y comprender estos contenidos y objetos documentales es preciso ampliar el rango y conjunto de piezas que se analizan más allá del “libro” en sí mismo, de forma tal que se contemple una amplia gama de documentos que a veces se han considerado externos a la cultura escrita y consecuentemente han quedado relegados. Como se lo han planteado diversos autores (Chartier, 2006; Darnton, 2010, McKenzie, 2005), para una cabal comprensión de la historia de la cultura impresa, además de los contenidos literarios y de organización documental, es preciso estudiar la impresión y la producción, la compra, venta, y distribución de obras, los circuitos y modos de lectura, la accesibilidad y la discusión en torno a los libros, las bibliotecas y las sociedades literarias. En ese sentido, las “publicaciones efímeras” están relacionadas con varios de los elementos de esa cadena de funciones, ya que cada uno de ellos genera una constelación de documentos que contribuyen a comprender las áreas que confluyen en la cultura del libro.

¿A qué objetos nos referimos cuando hablamos de “impresos efímeros”?.2 Por una parte, el universo que describe esos elementos es muy amplio. Si se vinculan con la producción material de los libros, se pueden mencionar las muestras tipográficas o catálogos de letras, pruebas de imprenta, sobrecubiertas o camisas de libros prospectos. Por otra, si se asocian con la dinámica editorial, se encuentran los catálogos editoriales, las facturas y las notas comerciales con proveedores diversos o público comprador y la documentación administrativa y legal con los autores y proveedores. Asimismo, si se relacionan con la difusión, la comercialización editorial y la venta, figuran todo tipo de documentos publicitarios como los anuncios, los carteles, las invitaciones a presentaciones de libros, las ferias o lanzamientos editoriales, los separadores de libros, la lista de librerías, las etiquetas de editores, más otro conjunto de piezas que relacionan los libros con el entorno bibliotecario como las fichas catalográficas.

Si se piensa en esos impresos de manera aislada, dichos objetos pueden parecer triviales y periféricos para los estudios sobre el libro y la edición, pero cuando se analizan en grupos o conjuntos bien cuestionados —y aún más cuando forman colecciones—, pueden arrojar luz sobre ciertas prácticas editoriales y fenómenos específicos de una cultura bibliográfica. A la vez, permiten proporcionar detalles de la producción escrita de una comunidad particular, de forma tal que es posible relacionar libros con eventos sociales, políticos y culturales concretos. De esta clase de documentos se pueden analizar los aspectos materiales y textuales y naturalmente es posible entretejerlos con otra clase de fuentes documentales de las editoriales, siempre y cuando las casas guarden y ordenen la información que producen. Sin embargo, como ha pasado con otros impresos efímeros, muchas de esas piezas del rompecabezas editorial han sido olvidadas, desdeñadas y descartadas, no se les ha conservado ni catalogado y, en consecuencia, no se les conoce ni se les usa.

2. Metodología

Por lo anterior, y tomando un caso de estudio, en este trabajo pretendemos mostrar cómo se han conformado y evolucionado los catálogos en México durante el siglo XX y, de manera complementaria, si se ha dado algún tipo de vínculo entre la información que contiene y la construcción de la bibliografía nacional. La editorial que elegimos para este propósito es el Fondo de Cultura Económica (FCE) porque además de la importancia que tiene ese sello para la cultura mexicana en particular, e hispanoamericana en general, la longevidad de la casa y en consecuencia el amplio repertorio de catálogos que ha publicado, la convierten en un caso pródigo de ejemplos ilustrativos. Hemos organizado el texto en dos partes: primero realizaremos algunos comentarios generales sobre las características, estructuras y tipos de catálogos editoriales que existen, así como su transformación a través del tiempo, y luego analizamos algunas características de la materialidad, la visualidad y la organización informativa de los catálogos del FCE.3

3. Catálogos editoriales: definición y variantes

Cuando hablamos de “catálogo” en el entorno bibliográfico es posible que surjan varias imágenes mentales distintas de lo que nos estamos refiriendo. Una de esas imágenes lo vincula con la biblioteca, en ese sentido el catálogo es:

un registro sistematizado de todos los materiales bibliohemerográficos que existen en la biblioteca, el que de manera lógica, rápida y sencilla permite a los usuarios localizar un autor, un título o un tema determinados, de acuerdo a su perfil de interés (UNAM, 2007, s/d).

El catálogo es imprescindible para la recuperación de información de cualquier documento que haya en un acervo. Sin embargo, desde la perspectiva de los estudios del libro y la edición, el catálogo es un tipo particular de fuente primaria que ofrece abundante información de aspectos materiales e inmateriales de una casa editora, y que permite recobrar elementos cuantitativos y cualitativos de un sello determinado. El catálogo “ideal” es aquel listado que contiene el título y autor de las obras publicadas, la fecha de impresión y la ciudad donde aparece cada una. De igual manera, en aquel modelo se incluye: el orden de publicación en que salen, las características físicas de los libros como su formato, número de páginas y tipo de encuadernación, sus precios de venta, los contenidos exactos —a veces en forma de sinopsis—, la indicación de libros agotados o fuera de circulación, o bien de las reimpresiones o reediciones, y se hace explícito si la obra está dentro de una serie o grupo particular de temas. No obstante, muchas veces el catálogo muestra también lo que no fue, es decir, obras que se anunciaron como de “próxima aparición” pero que nunca llegaron a ser publicadas, este dato debe ser tenido en especial consideración por parte de los estudiosos de la literatura para no generar fantasmas bibliográficos. Un catálogo ofrece tanto datos comerciales, como información de la estructura del sello o de una colección concreta. La información comercial que contiene, por lo regular, es: el precio, las modalidades de compra, pago y/o suscripción para el mayorista o minorista interesado, y naturalmente las clases y géneros de obras ofertadas. El contenido textual de las piezas plantea el orden y la concepción subyacente de la oferta editorial mediante una estructura escrita y visual concreta.

Los estudiosos del tema han identificado y distinguido variedades y clases de catálogos editoriales,4 y reconocen que todos esos impresos cumplen principalmente con una función a la vez publicitaria y comercial. Sin embargo estas “piezas” trascienden la función mercantil, ya que también son un instrumento que permite compartir una serie de valores que deben ser claros para la cadena completa de involucrados en el mundo del libro: autores, editores, libreros y agentes comerciales, distribuidores, la prensa y, en cierta medida, los bibliotecarios. Pese a que hace varios años existen catálogos digitales, en este trabajo nos referiremos a los soportes impresos; más allá del alcance de su tiraje,5 el catálogo se concibe para hacer circular información.6

La historia de los catálogos editoriales es casi tan antigua como la imprenta tipográfica. Las denominaciones de esta fuente documental durante el periodo del libro antiguo son “listas, memorias, catálogos o surtimientos de libros”, de los cuales, entre los identificados en el ámbito hispánico uno de los más antiguo está fechado en Madrid en 1597 (Agustí y Rueda Ramírez, 2016, pp. 9-10; Rueda Ramírez, 2020). Como otros productos efímeros de la imprenta antigua, se conoce y conserva un volumen menor de los que en realidad se produjeron. Durante el período de la imprenta manual y hasta bien entrado el siglo XIX, los catálogos solían mezclar o combinar los libros publicados por un impresor determinado con los libros importados de otras latitudes, pero que estaban a la venta por ese impresor o en una tienda de libros, es decir que se pueden encontrar “catálogos mixtos”, útiles tanto para impresores como para libreros, que incluían libros producidos y/o distribuidos por un agente determinado en una ciudad, zona o región concreta.

Una variante de esta fuente que empezó a surgir con fuerza en el siglo XVII fueron los “catálogos de bibliotecas o colecciones privadas”, que tenían como fin fomentar el intercambio de un circuito coleccionista entre dignatarios, personajes de corte y estudiosos de las literaturas locales. Esa variante tuvo su momento de apogeo en el siglo XVIII con rasgos de erudición vinculados al conocimiento de los vestigios arqueológicos, las antigüedades y las lenguas muertas o exóticas.

Los catálogos no tuvieron en su inicio una periodicidad definida y estable, a veces circulaban a manera de separata, en los que una nueva publicación reemplazaba la aparecida previamente. Es por ello que, en algunos casos, se encuentran encuadernaciones de estos catálogos, formando “misceláneas”, que permiten estudiar la evolución la oferta bibliográfica de un género, impresor o sello, a través del tiempo. En el siglo XIX, y como consecuencia de la transformación en los sistemas comerciales del mundo del libro, surgió un mayor ímpetu coleccionista que tuvo un impacto en el refinamiento de los catálogos de antigüedades. Esa transformación se cristalizó en una nueva morfología de catálogos con las señas de identidad específicas que hoy encontramos en los “catálogos de subastas”, una clase de pieza dirigida a un circuito especializado. El tema de las antigüedades nos lleva a la vigencia de lo que promueve un catálogo y ahí es evidente que no siempre lo que fomenta es la novedad. Algunos catálogos tienen como función difundir e impulsar un canon específico de selección y acopio de obras, y por eso es posible encontrar catálogos que privilegian lo “antiguo”, como ocurre en circuitos de coleccionistas como los antes señalados.

Además de cumplir con la función prioritaria de promover la venta, estos documentos también permiten conocer algunos aspectos de los gustos literarios y modalidades lectoras de diversas épocas. Los listados ofrecen un repertorio de lecturas concretas que tienen un impacto en el modelado de la estructura de los mercados editoriales en distintos ámbitos geográficos. Fernando Larraz (2016)7 indica que puede haber marcadores de tradición y modernidad visibles en el discurso publicitario utilizado en un catálogo que revela el acento que se da en la promoción de ciertas obras. El marcador de tradición se llega a materializar, por ejemplo, cuando en el catálogo se precisa el nombre de un director de colección o se informa que una obra o autor ha obtenido un premio, con ambos datos se quiere enfatizar que el catálogo es portador de obras escogidas según un criterio sancionado y válido. En contraposición con la idea de tradición, una postura moderna en el catálogo podría representarse mediante el acopio consolidado y homogéneo de un género editorial determinado: por ejemplo la mayoría de las obras de un tema dado o de una corriente ideológica específica, independientemente de la lengua o país de origen de los autores que forman ese conjunto.

Vinculado con el tema geográfico y lingüístico, en los catálogos se pueden identificar las ideas de “internacionalidad” o “nacionalidad” que tiene un sello. Las variaciones en la composición del catálogo en un lapso determinado pueden ser indicio de las necesidades culturales e identitarias de una comunidad bibliográfica. Podemos apreciar cuando un sello vira a lo “nacional” si se excluyen paulatinamente la traducción o al contrario, se permite la “fuga” de ciertos autores extranjeros; del mismo modo se puede valorar la apuesta por la promoción de una lengua cuando un sello estimula la traducción a otras no próximas ni habituales. En sentido inverso el catálogo puede dar indicios sobre el espacio y el valor que se da a las “otredades”, tanto de grupos culturales como lingüísticos no hegemónicos respecto del ámbito geográfico de acción predominante de una editorial.

Si consideramos el arco que dibuja el péndulo entre lo nacional y lo internacional, los catálogos están enmarcados en un sustrato político de la oferta cultural: los libros ofertados, organizados, presentados y promovidos no están “flotando en la nada” sino que están dentro de un tejido de relaciones sociales y comerciales específicos. Las necesidades culturales y económicas que se “leen” en el catálogo pueden ser especialmente complejas en el contexto de los macrogrupos trasnacionales: ahí se pueden apreciar “subcatálogos” que hay que leer de forma sistémica, tanto en el marco de lo literario como en el de lo simbólico. Cuando un grupo transnacional compra un sello local que cuenta con una importante solidez intelectual y raigambre, busca “absorber” esa inercia cultural positiva.

Las ideas sobre el orden del catálogo pueden ser más o menos visibles. Por ejemplo, ordenarse por colecciones y la manera de segmentarlo puede revestir varias modalidades, en las que sobresalen al menos tres estilos: 1) distinguir tipos o clases de colecciones, 2) diferenciar los públicos o 3) encuadrar según algún rasgo del aspecto físico del libro. No obstante, es posible que haya modelos mixtos y que la combinación sea casi infinita, como la creatividad del editor lo permita.

La organización que distingue tipos de colecciones es quizá la más habitual en los catálogos: encontramos grupos que enfatizan los clásicos y modernos, autores nacionales y extranjeros, obras originales y traducciones. Cuando la estructura del catálogo hace diferencia en los públicos a los que se dirige puede recurrir a la segmentación por edad, sexo, nivel educativo o capacidad lectora. Finalmente, cuando enfatiza aspectos físicos del “objeto libro”, es habitual encontrar referencias a libros de bolsillo o de lujo, si están en rústica o pasta dura o si tienen algún otro elemento que los acerca a variables del coleccionismo clásico.

El tiempo también conlleva indicadores en la organización material del catálogo de modo tal que la segmentación puede estar determinada por el número de colecciones, el volumen y el ritmo de crecimiento de cada una. Algunas colecciones presentan los títulos numerados consecutivamente y dicha seriación genera un efecto de macrolectura de la propuesta editorial. Sin embargo, cuando la casa editora es joven o tiene un volumen de producción pequeño, la segmentación por colecciones y numeración puede generar un efecto de dispersión de la atención del posible lector-comprador, al plantear una imagen de debilidad o flaqueza de cada rama del catálogo que se decida emprender. En todo caso, numerados o no los ejemplares, eso no excluye los reacomodos de una obra dentro del catálogo a través del tiempo, es decir los “saltos o pases” de un título de una colección a otra para reactivarlo o modernizar su presentación y en consecuencia penetrar en otros públicos.

Los autores de una casa editorial pueden ocupar distintos lugares en el campo cultural y ser miembros de más de un área de conocimiento, institución o corporación al mismo tiempo. De ahí que quien analice la presencia de un autor en el catálogo debe ubicar el grado de centralidad-periferia del mismo en el campo en que se desempeña, ya que cada lugar de esas cartografías implica estrategias discursivas y promocionales distintas para la casa editorial. Sin embargo, no es solo el autor quien tiene un lugar en el espacio cultural sino también la propia editorial: los intereses de un editor en solitario siempre serán diferentes de los de un grupo editorial, los de una casa de naturaleza privada respecto de los de una casa pública, y los de una corporación se diferenciarán de los de un organismo estatal. Por esos motivos, en tanto fuente de estudio, es conveniente “leer” los catálogos de una editorial en un contexto más amplio que el caso individual de un autor o tema. El editor o casa se autodefinen por “similitud” u “oposición” con otros editores o sellos, y las decisiones que tome para configurar su línea editorial y dar forma a su oferta se realizan dentro de un horizonte de posibilidades que ofrece el campo editorial y en relación con la habilidad competitiva que tiene para estar en él (Larraz, 2016).

El espacio que ocupa un editor en el campo también lo determinan agentes externos como los medios de comunicación y la crítica. Algunos de los documentos y discursos que esos agentes generan pueden ser usados por el propio editor en la confección de su catálogo. De ese modo, además de los contenidos que produce el propio editor para la exposición de los contenidos de su catálogo, desde el punto de vista informativo, pueden estar trufados con paratextos procedentes de esos medios externos, así como también tener algunos datos biográficos del autor que se pretende promover.

Un último punto que deseamos señalar es la historicidad de la fuente. Los catálogos editoriales se producen en un momento dado de la vida de la casa y por ello es importante identificar las variables y dinámicas que estuvieron activas en el mercado en el periodo de publicación de un determinado repertorio catalográfico. En otras palabras no todos los catálogos presentan los mismos rasgos, estructuras e informaciones. A veces esos elementos están determinados por factores exógenos de la editorial que son atribuibles al momento histórico en que se generó la fuente informativa. Por tal razón, para entender el contenido del catálogo es preciso evaluar la relación que hay entre la duración o longevidad de un proyecto editorial y cómo se manifiesta esa historia de la editorial en el catálogo. Hay proyectos editoriales breves y otros de larga vida; en los de duración prolongada algunos rasgos del catálogo irán cambiando con el paso del tiempo, mientras que otros permanecerán y se afianzarán. De ahí que el análisis diacrónico de los catálogos permita observar periodos, etapas o momentos de una casa que exceden lo que se encuentra exclusivamente en el ámbito de lo literario o administrativo, para ofrecer información útil a la historia de la bibliografía y la edición.

4. De la oferta editorial a la información bibliográfica: mutaciones de los catálogos del FCE a través del tiempo

Los antecedentes e inicios del FCE ya cuentan con algunos trabajos históricos: las obras de Díaz Arciniega (1996), Garciadiego (2016), Garone Gravier (2011) y Sorá (2016, 2017). Asimismo, hay otros trabajos recientes como las tesis de Cervantes Becerrill (2019) y Guzmán Anguiano (2019), y otros artículos y reseñas elaborados con objetivos y perspectivas diversas que, de forma cada vez más nítida, han permitido trazar la historia de la casa que arrancó sus labores en 1934. Concebida inicialmente como un polo de producción de libros de texto para la carrera de economía, el historiador y economista Daniel Cosío Villegas visualizó un proyecto que, al poco tiempo de andar y gracias a la participación de otros actores, amplió su vocación editorial para incluir líneas de historia, antropología y literatura.

Durante la gestión de Cosío Villegas se fundó la primera filial en 1945 en Argentina, a la que más tarde seguirían las de Chile (1954), España (1963), Venezuela (1974), Colombia y Perú (1975), Estados Unidos (1990), Brasil (1991), Guatemala (1995) y Quito (2015). En 1948 hubo un cambio de dirección y el argentino Arnaldo Orfila Reynal asumió el timón de la casa incorporando un importante crecimiento de colecciones, líneas nuevas y modificaciones en el funcionamiento editorial. Orfila Reynal imprimió una orientación editorial que en 1965 disgustó al gobierno mexicano de turno y precipitó su salida del FCE, tras 17 años de invaluable labor. A esa dirección seguirán otras 13 más, hasta la actual.8

Además de la oferta centrada en política, ciencias sociales y humanidades, muy pronto empezó a publicar literatura. En la década de 1980 dieron a conocer obras de divulgación científica a través de la colección La ciencia desde México y en los años noventa, libros para niños.

5. Variedad de catálogos editoriales producidos por el FCE

La diversidad y amplitud temática de las colecciones se manifestó en la creciente necesidad de publicar distintos catálogos, entre los que se encuentran los siguientes tipos:

  1. Generales.

  2. Para colecciones o conjuntos temáticos.

  3. Para una colección determinada.

  4. Para fechas, celebraciones o temporadas del año concretas.

  5. Para circular en espacios o entre públicos determinados.

  6. Lista de precios y venta de derechos de traducción.9

  7. De las filiales.10

  8. Históricos.

De los tipos mencionados daré algunos ejemplos concretos de la información localizada en varios ejemplares conservados. Los primeros catálogos producidos por el FCE tuvieron una pretensión de generalidad, enlistando todo el material producido por la casa. Identificamos que esto funcionó desde el inicio (1942 fecha del más antiguo que se conserva) hasta la aparición de los primeros catálogos destinados a una colección determinada (Biblioteca americana, Tierra firme, Letras mexicanas, Tezontle, Biblioteca de breviarios, Colección popular, etc.). Los catálogos generales nunca dejaron de hacerse, sin embargo gradualmente transformaron el tipo de información y diseño de la ficha catalográfica para devenir en catálogos históricos que, en varias ocasiones constituyeron verdaderos manifiestos de la historia de la editorial.11

Para los fines de este trabajo, también es relevante la transformación en la propia consciencia de la casa sobre el uso informativo y bibliográfico de los catálogos, como se podrá apreciar en varios fragmentos que exponemos a continuación. El primero de ellos es la siguiente nota preliminar del Catálogo de FCE de 1964:

¿Qué tipo de editorial, qué clase de entidad es el Fondo de Cultura Económica? [...] El Fondo de Cultura Económica [...] no es una empresa privada, de móviles cifrados en el lucro, puesto que no pertenece a ningún dueño ni a un grupo de capitalistas. [...] Las ganancias que pueda conseguir, ya que opera con los métodos que el régimen de mercado impone, las reinvierte, preceptivamente, en la edición de libros y en las instalaciones a este fin destinadas.

El Fondo, tan ligado a las universidades, es independiente de ellas. Además, en la selección de obras no se halla condicionado por estas o aquellas doctrinas filosóficas o políticas, es decir, elige los títulos que ha de publicar, después de escrupulosas fases de información, asesoramiento y propuestas, por razones exclusivas de validez intelectual y de utilidad académica, en atención a los campos del saber que en el transcurso de su existencia y labores, comúnmente precursoras, estima son de su incumbencia editorial, adscrita a una cultura de alto nivel, pero limpia de prejuicios manifiestos o solapados.

[…] El Director General —Arnaldo Orfilia Reynal— mantiene con la Junta contactos periódicos, y a ella somete las propuestas de ediciones, las normas y orientaciones del trabajo, los planes anuales de producción y los presupuestos para cada ejercicio. Para preparar y ejecutar esos planes de trabajo, la casa matriz está organizada en Departamento (Producción o Técnico; Promoción y Publicidad) y en Secciones (administración, Ventas, Contabilidad, Almacén). Las sucursales (Buenos Aires, Argentina; Santiago, Chile; Madrid y Barcelona, España), al igual que las Agencias de Caracas y Lima, responden, en lo esencial de sus labores y estructuras [...] Y se coordinan, en una red de distribución que tiende a vigorizar eficacia e influencia, con las representaciones del Uruguay y el Brasil, ya través de relaciones directas con librerías, universidades, centros de enseñanza media y superior y bibliotecas en el mundo entero, no sólo con el de habla española y portuguesa, sino abarcando numerosas naciones de otros idiomas que, a partir de 1950 más acusadamente, muestran vivo interés por la cultura de raigambre iberoamericana.

Junto a una labor cultural distintiva, debemos consignar que el Fondo es una institución en constante progreso, con un haber que supera dos mil ediciones y una catálogo compuesto de más de treinta secciones y colecciones. El edificio de la casa matriz, que se inauguró en 1954, ha requerido ya ampliaciones interiores y exigirá en breve pisos adicionales; locales propios en Buenos Aires y Madrid; una existencia siempre fluida, en bodegas, que puede promediarse en un millón ochocientos mil volúmenes. Todos estos capítulos suman un capital social que excede de los diecisiete millones de pesos mexicanos, o de su equivalencia cercana al millón y medio de dólares.

He aquí datos resultantes, instrumentos, pues el Fondo es, en lo fundamental y permanente, un espíritu cultural, humanístico —a tono con nuestro tiempo—, de idiosincrasia iberoamericana. […] Una rápida lectura de nuestro catálogo, las elocuentes fechas de cierto colofones, la convivencia de nombres y títulos ilustres, los grandes prologuistas-autores, aparte de algunas indicaciones que corresponden a las notas introductorias de secciones y colecciones, ratifican esta afirmación.

Varios centenares de autores con obras originalmente escritas en nuestro idioma [...] alternan con insignes extranjeros en el catálogo del Fondo o alimentan, casi en su totalidad, determinadas colecciones: Biblioteca Americana, Tierra Firme, Letras Mexicanas, Vida y Pensamiento de México, Tezontle. Tan pronto fue factible, el Fondo dio cabida a sus talentos y esfuerzos y puede asegurarse que, debido en gran porción a las traducciones de libros básicos, se dispone del acervo bibliográfico —de ideas, métodos e investigación— que ha facilitado no pocos adiestramientos y herramientas a la actual generación iberoamericana de escritores, catedráticos y técnicos, que abordan cuestiones que años atrás se reputaban vedadas a sus facultades.

...] Es inexcusable agregar, más concretamente aún, como índices de su progreso, que, con referencia al catálogo general de 1955, éste se ha enriquecido con cuatro secciones: Psicología y Psicoanálisis, Vida y Pensamiento de México, Colección Popular y Arte Universal. De 1955 a 1964, una producción que anualmente sobrepasa las 120 obras, entre primeras ediciones y reimpresiones; durante este lapso la proporción de las traducciones y de los libros escritos en español ha cambiado, sensiblemente, en favor de los últimos, que reúnen un 35% del total de las ediciones. Una cantidad superior a 130 versiones a otros idiomas de títulos editados originalmente por el Fondo, acredita en qué medida se suma ya nuestra cultura al movimiento mundial de las ideas y de la creación literaria.

Para 1994, se celebraron los 60 años de la casa, y con ello se lanzó el Catálogo histórico 1934-1994 en el que Miguel de la Madrid Hurtado escribió:

El Catálogo Histórico 1934-1994 que ahora presentamos [...] es, por qué no decirlo, el afortunado resultado de una minuciosa y rigurosa revisión editorial iniciada en 1989. A partir de entonces publicamos el que sería, en muchos años, el primer Catálogo histórico,12 lo que constituyó un gran avance editorial en las más diversas direcciones. Era necesario que el Fondo de Cultura contara con el compendio impreso de su memoria bibliográfica, y que conociera, por medio de una revisión editorial exhaustiva y una política efectiva, el número de títulos publicados a lo largo de su historia, tomando en cuenta tanto el inventario de los que hasta ese momento conservaba en existencia como el de los agotados. Este mismo Catálogo serviría para la creación de la base de datos que hoy conforma el Catálogo histórico que en 1990 el fondo editó en disco compacto.

Otro avance importante de este proceso de revisión y de instauración de políticas editoriales más puntuales y efectivas fue la publicación del Catálogo de vigencias: clasificación sistematizada del catálogo, tomando en cuenta los diversos grados de solvencia y actualidad de cada una de las obras, y que corrió a cargo de El Colegio Mexiquense y su grupo de especialistas [...]

El Catálogo Histórico 1934-1994 que hoy ponemos a disposición de los usuarios del Libro [...], es ciertamente un actualizado recuento histórico y no un catálogo comercial. Aunque, en efecto, y visto en su conjunto, este Catálogo sea el resultado de nuestros prioritarios derroteros tanto académicos, como mercantiles, su función es consolidarse como texto consultor (pp. 11-12).

En la medida que el FCE desarrolló importantes colecciones, a la vez elaboró catálogos para ellas, conjuntos temáticos particulares, con notables textos explicativos, como la nota preliminar que abre el Catálogo de la Biblioteca Americana (1947), donde se menciona cómo los libros de autores y temas iberoamericanos publicados por el FCE han conformado la “biblioteca moderna más importante sobre los países de habla hispánica”. Asimismo, debido a su creciente distribución, la Biblioteca americana se concibió como un espacio de “testimonios autorizados de un espíritu cultural y social característico” que abarcaba la literatura indígena y moderna. Según se explica en aquella nota, ésa “es la razón, que impulsa al Fondo de Cultura Económica para ofrecer ahora, a modo de resumen fundamental, el presente catálogo” (p. 1).

Por su parte, una de las conmemoraciones que ameritaron la generación de un catálogo especial fueron las del quinto centenario del Encuentro de dos mundos (1992), con una presentación amplia que describía el propósito del mismo y exponía la organización interna de la obra:

Para el Fondo de Cultura Económica no puede pasar desapercibida esta efeméride, pues desde su nacimiento se ha preocupado por recoger y difundir una parte considerable del pensamiento universal ligado a la ingente necesidad de fortalecer la visión americana de la realidad mundial. Por tal razón, el FCE ofrece este catálogo de obras relacionadas con el V Centenario del Encuentro de Dos Mundos, muy diversas disímiles, como guía bibliográfica y herramienta de investigación para todos los interesados en la historia y la realidad de América.

La publicación de este catálogo constituye para el FCE la manera de reafirmar su presencia en una fecha que, además de motivar los reconocimientos oficiales y protocolarios, aviva la atención de los medios académicos e intelectuales hacia un hecho histórico que hace 100 años todavía se celebraba, y que ahora provoca el debate enérgico en ambas partes del Atlántico […]. América es el tema de este catálogo, y para comprenderla es necesario hurgar no solamente en su historia, sino también en su arte, sus mitos, sus inmensos espacios que destrozaron el control renacentista sobre la naturaleza, en sus leyendas y en su magia. Los libros reunidos para este fin proceden de varias colecciones ya van desde los estudios arqueológicos e históricos hasta las maravillas descritas por los conquistadores, la función de los hongos entre los indígenas y el teatro de Juan Ruiz de Alarcón [...]

La América anterior al descubrimiento, la conquista, la colonia y la independencia son las grandes etapas comprendidas en esta catálogo, y se abordan mediante: antropología, historia, filosofía y religión, literatura y arte, códices e infantiles y juveniles. La existencia de estas secciones obedece más a un orden editorial [...] Así, el catálogo está constituido por siete secciones y una más de índices (autores, títulos y materias) [...] Si bien este catálogo no está circunscrito en una temática estrictamente histórica, es un hecho que el peso de las obras de esta disciplina es considerable en él […]

Los libros de este catálogo abarcan desde las culturas americanas precolombinas hasta los procesos independentistas de la primera mitad del siglo XIX. Se presentan variados títulos sobre América como un todo y acerca de las Antillas, las culturas sudamericanas y la América del norte, sin embargo, la mayoría de los títulos se concentra en la región mesoamericana, concretamente en el México precolombino, el colonial y su independencia […] Presentar en un volumen el grueso de la producción del FCE alrededor de un solo acontecimiento, constituye para esta casa editorial una forma de contribuir con los esfuerzos que actualmente se realizan en ambos lados del Atlántico para comprender y afianzar los vínculos entre el viejo Continente e Iberoamérica, así como una importante revisión y agrupación de los ya hecho que nos permite fijar y rectificar rumbos y criterios editoriales (pp. ix-xii).

Los espacios y públicos a los que se dirige la casa son evidentes en los textos de varios catálogos del FCE, tanto los que van orientados a niños (en realidad a padres y bibliotecarios), como los destinados a espacios universitarios, como los dos ejemplos que ofrecemos a continuación:

El Fondo de Cultura Económica, consciente de la importancia que tienen la educación superior y la investigación en el contexto de los nuevos retos a que México se enfrenta, asume su compromiso como primer proveedor bibliográfico del país y presenta en esta ocasión una serie de catálogos que ofrecen una selección de obras especializadas en diversas áreas del conocimiento. Diseñados pensando en las necesidades bibliográficas de las principales universidades e institutos de enseñanza superior del país, estos catálogos buscan apoyar la labor académica y creativa de nuestros estudiantes e investigadores, [...] Coordinación de Promoción Académica. [FCE, Catálogo a la orilla del viento, 1992].

El catálogo de A la orilla del viento menciona que esta colección:

busca constituirse un espacio donde los niños y jóvenes encuentren en la lectura una forma lúdica libre y placentera de conocer a otros hombres y otras culturas, a ellos mismos y participar en el mundo que los rodea.

Además, demuestra cómo está dividida la colección, de acuerdo con el nivel de lector, “según la capacidad y madurez lectora del público al que se dirigen”. Por ello presenta: el “Nivel cero. Para los que están aprendiendo a leer; Nivel uno. Para los que empiezan a leer; Nivel dos. Para los que leen bien; Nivel tres. Para los grandes lectores; y Los Especiales de A la orilla del viento” (Folleto promocional “A la orilla del viento”, 1991).

6. Forma y fondo de los catálogos del FCE

Los catálogos presentan unas características formales y textuales que los distinguen de cualquier otro género editorial. Esos rasgos observables son, por un lado, los aspectos materiales, los cuales a su vez se dividen en: uso de la imagen, la estructura física y acabados, y por último, la puesta en página y jerarquías tipográfica. Y por otro, la organización informativa. Por cuestiones de espacio describiremos solo algunos de esos aspectos.

6.1. Aspectos materiales

6.1.1. Uso de la imagen

Para ilustrar los catálogos se usaron diversas técnicas y procedimientos gráficos: dibujos, fotografías, collages, tipografías y reproducciones de obras de arte y artesanías mexicanas. De los dibujos tempranos destacamos en particular los de los artistas del exilio español Elvira Gascón y Miguel Prieto, aunque también es posible localizar otros nombres, por ejemplo a los fotógrafos Ricardo Salazar y Lauro José Zavala, tal como se indica en el colofón del Catálogo general publicado en 1964.

Los aspectos materiales de los libros del FCE suelen ser explícitamente comentados, como cuando se indicó, en 1955, que los volúmenes de Letras mexicanas “son de uniforme presentación, encuadernados en tela de diversos y atractivos colores, de 17½ x 12 cms, con guardapolvo” además que “los avalora una viñeta dibujada especialmente para el caso por un artista de renombre” (Catálogo, 1955, p. 378).

En el FCE se recurrió al uso de viñetas y dibujos, así como fotografías, especialmente de reproducciones de las portadas o fotos de los autores de las obras. En algunos casos se usaron también imágenes complementarias en el diseño, tanto de imágenes como de grabados.

6.1.2. Estructura física y acabados

El tamaño de los catálogos tuvo una importante variación en sus aspectos físicos, tanto en los sistemas de encuadernación, como en su dimensión y número de páginas. Si inicialmente algunos medían 13 cm de altura y tenían apenas 48 páginas, con el tiempo llegamos a tener otros que medían 23,5 cm de altura y contaban con 1.426 páginas. Hay catálogos publicados en papel cultural y bond, otro en papel tipo biblia; el tiraje es muy variable ya que consignan desde 2 o 15 mil ejemplares.

Las impresiones se realizaron en su mayoría en técnica offset, sin embargo, no en todos los casos se seleccionó color en portada, pero sí es posible decir que la mayoría de las portadas emplearon al menos una tinta distinta al color del papel. Los acabados localizados son en su mayoría engrapados a caballo, pero hay también ejemplos de encuadernación en pasta dura, con camisas.

Los colofones de unos catálogos son ricos en la información de su producción, lo que es señal de que la producción de estas piezas editoriales llegó a tener la misma relevancia que la producción de un libro.

6.2. Organización informativa

La aparente desgracia del catálogo es que no parece tener un texto “valioso”, si por ello entendemos el que produce la pluma de un autor reconocible. En cambio, los textos que contiene pueden ser producidos por varios editores y agentes editoriales, siendo a veces ellos mismos autores. Sin embargo, el FCE tuvo varios casos memorables, como José Luis Martínez y Jaime García Terrés, entre otros. El catálogo puede estar elaborado por un individuo o más de uno, eso es claro cuando vemos catálogos de casas grandes, en las que los distintos departamentos están capitaneados por un editor distinto. Si el catálogo no es una obra literaria en sentido convencional, sí contiene ideas sobre la edición, sobre la construcción de un fondo editorial, tiene, en palabras de Larraz (2016, p. 51): “un discurso, es un registro de la historia cultural”. En los catálogos históricos observamos los datos de los directores de colección.

Por su parte, algunos de los catálogos señalan claramente la organización y estructura interna, ejemplo de ello es este fragmento del año 1944 que precisa:

Las obras incluidas en este catálogo están clasificadas por orden alfabético de autores dentro de cada sección. [...] Con objeto de facilitar el manejo del catálogo, se han añadido al final del mismo dos índices alfabéticos, uno de autores y otro de títulos y materias. Este Catálogo general presenta la totalidad de las obras publicadas reunidas por secciones, y dentro de éstas a los autores tomando en cuenta las series en que las secciones se dividen. Tanto la Colección de Breviarios como la Popular aparecen de acuerdo con sus grandes divisiones temáticas, con el objeto de que el lector pueda consultarlas con mayor facilidad. De las obras agotadas sólo incluye la ficha bibliográfica, sin ningún comentario. Dos índices finales, de autores y de títulos de los libros, ayudan a un mejor manejo de este Catálogo (Catálogo, 1944, p. 2).

Además de esos datos, es posible encontrar fichas más enriquecidas con la descripción física y literaria de los libros, como por ejemplo la de Epigramas americanos:

POESÍA: EPIGRAMAS AMERICANOS. Enrique Díez-Canedo, 84 pp. Impresas a dos colores, con 25 dibujos originales de Ricardo Martínez de Hoyos; Dls. 1.65-$8.00. Primera edición completa –y limitada– de los Epigramas americanos de Enrique Díez-Canedo, que recoge muchos hasta ahora no coleccionados, fruto de sus viajes y estancias en tierra de América. Entre todas sus obras, ninguna quizá tan abierta al lector como esta serie de composiciones breves, cada una de las cuales es una huella de aquel espíritu generoso y claro que fue el gran escritor español fallecido en México. Las afortunadas ilustraciones contribuyen a hacer de esta edición un homenaje digno de su memoria. (Catálogo, s/d, p. 20).

Asimismo, es posible encontrar paratextos que dan cuenta de momentos clave en la mutación de los catálogos, su información y estructura, como ocurre en la siguiente referencia de 1964:

En la mayoría de las secciones se ordenan las obras, para mayor comodidad de los lectores, de acuerdo con las listas de títulos y precios que en cada lapso rigen, es decir según clasificación alfabética por autores y a tenor de las series especiales que en las disciplinas respectivas se han instituido. [...]

Las obras agotadas en la fecha de preparación del catálogo, y cuya reedición no se fijó para estos meses, sólo figuran con la correspondiente ficha bibliográfica. Los libros en existencia, o que proyectamos salgan a la luz en el curso de 1964, se reseñan con la perceptiva indicación anterior, además de noticia sintética de su contenido y significación e “índice esencial”, cuando este tiene razón de ser, pues creemos preferible evitar la enunciación exhaustiva empleada en 1955 (Catálogo, 1964, página legal).

Conclusiones

Para concluir este trabajo precisamos regresar a la idea inicialmente planteada: el catálogo editorial es una fuente primaria esencial para los estudios del libro y la edición porque permite conocer no solamente la evolución de la oferta literaria o de contenidos de un sello, sino también las maneras en que ésta se da a conocer al público lector, los canales que utilizaba para ello, las estrategias discursivas y persuasivas y la comunicación visual que considera pertinente para conectar con su comunidad de lectores. Los catálogos editoriales son en sí mismos objetos susceptibles de ser estudiados y abordados como cualquier otro producto de la cultura impresa. Su condición de documento efímero constituye una parte de los problemas para su conservación, a la vez que su diversidad de contenidos es un verdadero reto para la catalogación; ambos elementos (su materialidad y complejidad informativa) ha dificultado su estudio y uso en el contexto de la edición en México y también ha tenido relativamente poco impacto para la elaboración de la bibliografía nacional. Este es un aspecto sobre el que debe reflexionarse con profundidad en la medida que los catálogos podrían ser un eslabón importante que articule las políticas editoriales de los sellos con las políticas bibliográficas y patrimoniales de los países, contribuyendo y ofreciendo información sobre un aspecto difícil de mantener actualizado: el control bibliográfico.13 En otras palabras, el catálogo editorial permitiría una mejor amalgama de la producción editorial, la bibliografía nacional, el patrimonio documental y la lectura.

El caso que hemos presentado es paradigmático en lengua española porque el FCE ha producido una gran cantidad de catálogos en su larga vida, y ha sido voluntad de la casa el cuidado, acopio y resguardo de esos materiales. Rastrear, describir y analizar el comportamiento que tuvo el sello a través de sus catálogos da pistas del caso en sí mismo pero, por la naturaleza comercial, la dimensión transnacional y la longevidad de esa editorial también permite identificar y abstraer algunas prácticas sobre la dinámica de la producción de catálogos en el ámbito iberoamericano que pueden ser usadas para el estudio de otros sellos editoriales.

Agradecimientos

A Rosario Martínez, bibliotecaria del FCE, y a las estudiantes de servicio social: Lilia Soledad Castillo Gutiérrez y Lisset Giovanna Acevedo Aguilar.

Referencias

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Notas

1Una versión oral de este trabajo fue presentada en el “Coloquio Historia y destino de la bibliografía mexicana. Libros sobre cultura escrita e identidad nacional” que se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Universidad Nacional Autónoma de México, del 29 al 31 de octubre 2019.

2Es importante advertir en primer término la sinonimia que se ha establecido para algunos géneros y piezas editoriales entre “impreso efímero” e “impreso menor”, e incluso “impreso popular”. Hay abundante bibliografía sobre estos términos, a manera de ejemplo se mencionan algunos títulos: Clinton, A. (1981). Printed ephemera: collection, organisation and access. London: Clive Bingley; Chris, E. Makepeace. (ca.1985). Ephemera: a book on its collection, conservation and use. London: Gower House; Hudson, G. S. (2008).The design & printing of ephemera in Britain & America, 1720-1920. London: British Library, New Castle, Delaware, Oak Knoll.

3El conjunto de catálogos consultados abarca una diacronía amplia: desde 1942, del que se conserva el primero que aparece hasta 2009, fecha del 75 aniversario del sello. Las piezas fueron consultadas en la biblioteca de la casa matriz de la editorial y en la Biblioteca Nacional de México.

4Excede el alcance de este texto hacer una historiografía de los estudios sobre catálogos, sin embargo, a manera de ejemplo, referimos la obra de Agustí y Rueda Ramírez (2016). Para el caso mexicano se cuenta con algunos acercamientos y estudios de caso, el reciente es el libro de Garone Gravier, Cervantes Becerril, Ramos y Salomón (2020).

5Para el FCE en algunos casos se llegaron a hacer 2, 5 o 10 mil ejemplares de los catálogos.

6El FCE cuenta con unos catálogos digitales disponibles en: https://www.fondodeculturaeconomica.com/BusquedaAvanzada. Se pueden hacer búsquedas simples y avanzadas. En la avanzada los campos u opciones son: Título de la obra, Nombre del autor, Colección del FCE, ISBN, Formato, Áreas temáticas. Asimismo existen subcatálogos para la búsqueda de libros infantiles, electrónicos y de la colección La ciencia para todos.

7Agradezco al autor la copia que me proporcionó de dicho texto.

8Salvador Azuela (1965-1970), Antonio Carrillo Flores (1970-1972), Francisco Javier Alejo (1972-1974), Guillermo Ramírez Hernández (1974-1976), José Luis Martínez (1976-1982), Jaime García Terrés (1982-1988), Enrique González Pedrero (19988-1989), Miguel de la Madrid Hurtado (1990-2000), Gonzalo Celorio (2000-2002), Consuelo Sáizar Guerrero (2002-2009), Joaquín Díez-Canedo Flores (2009-2012), José Carreño Carlón (2013-2018) y Paco Ignacio Taibo II (de 2019 a la fecha).

9En uno de esos catálogos encontramos este tipo de aclaración: “Esta lista de precios en dólares regirá a partir del 15 de abril de 1955, para todos los países, excepto México. En compras superiores a Dls. 30.00, los pedidos se envían libres de portes. En los pedidos inferiores a esta cantidad, los gastos de envío corren a cargo del cliente”.

10El más antiguo que localizamos en la biblioteca de la casa matriz es el de Venezuela, publicado en Caracas en 1978, le siguieron los de Bogotá y Madrid. En el Archivo Histórico del Fondo, en la sección filial-Argentina, caja 1, expediente 2 1947, existe un ejemplar del Catálogo de la filial argentina del año 1947.

11Se puede ver la relación de catálogos analizados en las fuentes de consulta de este artículo.

12Las cursivas en este y los fragmentos sucesivos son propias.

Fuentes (se enumeran a continuación las fuentes documentales que se mencionan en el presente texto o que han servido para su armado y desarrollo).

Catálogos históricos y generales

Catálogo general (1942-44, 1955, 1971). México: FCE.

Catálogo general, 1934-1989. (1989). México: FCE.

Catálogo general, 1991. (1991). México: FCE.

Catálogos conmemorativos

25 años Fondo de Cultura Económica. (1934-1959). México: FCE.

Catálogo general 1934-1964. (1964). México: FCE.

Catálogo general 40 años de trabajo editorial. (1975). México: FCE.

Libro conmemorativo del primer medio siglo del Fondo de Cultura Económica (1934-1984). (1984). México: FCE.

Catálogo quinto centenario: 1492-1992. Encuentro de dos mundos. (1992). México: FCE.

Catálogos históricos

Catálogo histórico 60 aniversario 1934-1994. (1994). México: FCE.

Catálogo histórico 1934-2000. (2000). México: FCE.

Catálogo histórico 1934-2005. (2005). México: FCE.

Catálogo histórico 1934-2009. (2009). México: FCE.

Catálogos parciales y de algunas colecciones

Catálogo de la colección Biblioteca americana. (1947). México: FCE.

Catálogo de la colección Breviarios. (1950). México: FCE.

Fondo de Cultura Económica. (1960). México: FCE.

Fondo de Cultura Económica. (1961). México: FCE.

Fondo de Cultura Económica. (1962). México: FCE.

Fondo de Cultura Económica. (1963). México: FCE.

Colección de Economía, 1934-1964. (1964). México: FCE.

75 Breviarios de FCE. (s/d). México: FCE.

Catálogo de la colección Tierra firme. (s/d). México: FCE.

Novedades, reediciones y reimpresiones. (primer trimestre de 1978). México: FCE.

Novedades, reediciones y reimpresiones (segundo trimestre de 1978). México: FCE.

Novedades, reediciones y reimpresiones (tercer trimestre de 1978). México: FCE.

Catálogo de la colección Revistas literarias mexicanas modernas. (1982). México: FCE.

Catálogo de la colección Lecturas del Trimestre Económico. (1982). México: FCE.

Catálogo A la orilla del viento. (1992). México: FCE.

Catálogo de Biblioteca de la salud. (1993). México: FCE.

Catálogo la Ciencia desde México. (1993). México: FCE.

Catálogo Historia y antropología. (1995). México: FCE.

Catálogo Arte, literatura y estudios literarios. (1995). México: FCE.

Catálogo de Arte, literatura y filosofía. (1996-1997). México: FCE.

Catálogo de Economía. (1997). México: FCE.

Catálogo de novedades, obras para niños y jóvenes. (2002-2003). México: FCE.

Catálogo 2006. Libros para Niños y Jóvenes. (2006). México: FCE.

Libros para niños y jóvenes. Catálogo 2009. (2009). México: FCE.

Catálogos de filiales

Catálogo general. (1978). Caracas: FCE.

Catálogo 1994. (1994). Bogotá: FCE.

FCE de España. (2005). Madrid: FCE.

Catálogo 1995 Colombia 20 años. (1995). Bogotá: FCE.

Catálogo 1995 A la orilla del viento y travesías. (1995). Bogotá: FCE.

Catálogo colecciones infantil y juvenil 1996. (1996). Bogotá: FCE.

Catálogo 1996. (1996). Bogotá: FCE.

Listas de precio

Lista general de precios. (1955, 1957-1958). México: FCE.

Lista general de precios en abonos. (1957). México: FCE.

Lista de precios. (1965-66, 1968-69, 1971, 1973, 1977, 1981-82). México: FCE.

Lista de precios internacional. (1975-1976). México: FCE.

45 aniversario, Catálogo y lista de precios. (1979). México: FCE.

Lista de precios de 1983. Price List. (1983). México: FCE.

Lista de precios de 1984. Fondo medio siglo, 1934-1984. (1984). México: FCE.

Otros catálogos

Fondo de Cultura Económica. Exposición de Tijuana, México: FCE, 1955.

Folleto promocional “A la orilla del viento” (1991). México: FCE.

Recibido: 05 de Febrero de 2020; Aprobado: 21 de Marzo de 2020; : 10 de Abril de 2020

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