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Propuesta educativa

versão On-line ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.39 Ciudad Autonoma de Buenos Aires jun. 2013

 

ARTÍCULOS

Extracción social y condiciones de vida de los docentes en Argentina

 

Ricardo Donaire *

* Lic. en Sociología y Dr. en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Investigador Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con asiento en el Programa de Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA). E-mail: ricdonaire@gmail.com.


Resumen

Tradicionalmente ha sido habitual en Argentina la caracterización de los docentes como parte de las clases medias o de la pequeña burguesía, y especialmente como parte de sus capas superiores, altas o acomodadas, según la perspectiva teórica de la que se trate. En buena medida, esta caracterización se ha basado principalmente en la composición predominantemente femenina de la docencia y en su carácter de cónyuges en los hogares en que habitan. Sin embargo, los estudios específicos son escasos y muchas veces basados en muestras acotadas, por lo que el consenso sobre sus resultados es tan limitado que, a pesar de los sucesivos intentos de aproximación, persiste la pregunta respecto de hasta qué punto el carácter femenino de la docencia es expresión de la relativamente más enaltecida o más degradada posición social de los docentes. En este trabajo intentaremos precisamente una aproximación a la extracción social de los docentes, a sus condiciones de vida y a la relación entre ambas, para determinar hasta qué punto pueden ser considerados o no como parte de aquella porción de población que ocupa "posiciones relativamente importantes en la estructura social". Para esto utilizaremos datos del censo nacional de población realizado en el año 2001.

Palabras clave: Docentes; Extracción social; Condiciones de Vida; Posición social; Estructura social

Abstract

raditionally, in Argentina, teachers have been characterized as part of the middle class or the petty bourgeoisie, and especially as part of its upper, high or well-off strata -depending on the theoretical perspective. To a large extent, this characterization is based mainly on the predominantly female composition of teachers and their condition of wives in the households in which they live. However, specific studies are scarce and often based on limited samples, so the consensus on the results is so weak that the question regarding the extent to which the female character of teachers is an expression either of the relatively more exalted or degraded status of that group still remains unsolved. This paper attempts a new approach to the social background of teachers, their living conditions and the relationship between each other, to determine to what extent they can be considered or not as part of that portion of population who occupy "relatively important positions in the social structure ". To achieve this we will use data from the national population census of 2001.

Key words: Teachers; Social background; Living conditions; Social position; Social structure


 

Introducción

Tradicionalmente ha sido habitual en Argentina la caracterización de los docentes como parte de las clases medias o de la pequeña burguesía, y especialmente como parte de sus capas superiores, altas o acomodadas, según la perspectiva teórica de la que se trate. Esta caracterización, en algunos casos matizada por la referencia a un proceso de transformación en su posición social, aparece en diferentes estudios generales sobre la estructura social del país (Germani, 1987; Torrado, 1994; Iñigo Carrera y Podestá, 1989; Jorrat, 2000; Sautu, et al., 2007), y también es generalizada en los estudios específicos sobre la situación de los docentes. A pesar de que, especialmente a partir de la década del noventa, se desarrolló cierto debate respecto del posible "empobrecimiento" o "descenso social" de este grupo, no ha variado la caracterización general como parte de las "clases medias". En todo caso, se señala su creciente heterogeneidad resultante de su posible desplazamiento en menor o mayor grado hacia las clases "medias bajas", "medias pobres" o "empobrecidas" (Narodowski, 1990; Llomovate, 1995; Davini y Alliaud, 1995; Marshall, 1999; Pineau y Birgin, 2003, entre otros).
En general, las investigaciones que toman por objeto de estudio a los docentes dan por sentadas estas caracterizaciones, aunque pocos son los estudios que las han abordado, y aún así, con distinto grado de profundidad (Ezpeleta, 1991; Braslavsky y Birgin, 1995; Martínez, Valles y Kohen, 1997; Birgin, 1999; Tenti Fanfani, 2005). En estos estudios, entre los indicadores utilizados para determinar la posición social y su posible empobrecimiento se suele considerar tanto la extracción social como las condiciones de vida. Sin embargo, no suelen explicitar a qué refieren los conceptos de clase utilizados ni establecen relación concreta entre dichas clases y las condiciones de vida analizadas. Y en los casos en que se relevan aspectos ligados al reclutamiento y a las condiciones de vida no suelen poner en relación ambas características1. Esto no constituye una cuestión menor, puesto que es sabido que la categoría de "clase media" es histórica y geográficamente difusa y variable2. Y, a pesar de haberse constituido en una categoría "de sentido común" no sólo popularmente sino en ámbitos académicos, investigaciones recientes han dado cuenta de que la generalización de su uso en Argentina es históricamente mucho más reciente que lo que se suele creer3. A todo esto se suma que, en la mayoría de los casos sus resultados se basan en muestras no representativas de población.
En buena medida, la insistencia en ambos indicadores se ha basado principalmente en la composición predominantemente femenina de la docencia y en su carácter de cónyuges en los hogares en que habitan. Sin embargo, tan limitado es el consenso en los resultados que, a pesar de los intentos de aproximación señalados, persiste la pregunta respecto de hasta qué punto el carácter femenino de la docencia es expresión de la relativamente más enaltecida o más degradada posición social de los docentes4.
En este trabajo intentaremos precisamente una aproximación a la extracción social de los docentes, a sus condiciones de vida y a la relación entre ambas, para determinar hasta qué punto pueden ser considerados o no como parte de aquella porción de población que ocupa "posiciones relativamente importantes en la estructura social".

Aspectos metodológicos

El ejercicio que aquí presentamos forma parte de una investigación más amplia sobre la posición social de los docentes en la Argentina y sus posibles procesos de transformación: sea en el sentido de una proletarización (como una transformación cualitativa entre clases sociales, desde la pequeña burguesía al proletariado) o de una pauperización (como una transformación cuantitativa al interior de la pequeña burguesía, desde sus capas más acomodadas a las más pobres). Los indicadores que aquí presentamos remiten a la esfera de las condiciones de vida, y por ende, al segundo de estos procesos5.
Utilizaremos como fuente información correspondiente al Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas. La ventaja de los datos censales reside en que brinda la posibilidad no sólo de caracterizar a los docentes a partir de su extracción social y sus condiciones de vida sino de observar cómo se articulan entre sí. Lamentablemente aún no se encuentra disponible información que permita realizar este ejercicio con datos del último censo realizado en el año 2010, por eso utilizamos los correspondientes al inmediato anterior correspondiente al año 2001. El hecho de que la información aquí analizada date de hace poco más de una década no obstaculiza los fines de caracterización de la situación de este grupo a un mismo momento. En todo caso, eventualmente los datos podrán ser actualizados cuando se encuentre a disposición información más reciente. Por ende, al momento de su análisis a futuro deberá considerarse hasta qué punto las transformaciones sociales en el lapso transcurrido entre ambos censos han incidido, y en qué grado y de qué manera, tanto en la extracción social de los docentes como en sus condiciones de vida, más aún considerando que los datos del año 2001 están afectados por una coyuntura de crisis que alcanzaría su punto culminante a fines de ese mismo año. Además, no se descarta ulteriormente complementar estos datos con otros provenientes de otras fuentes, como por ejemplo, información de encuestas oficiales de hogares. A pesar de que éstas aportan la posibilidad de complementar las dimensiones que aquí analizaremos con otras relevantes también vinculadas a las condiciones de vida (por ejemplo, fuentes y montos de ingresos), cuentan con la desventaja de que la desagregación posible de los datos está limitada por el grado de representatividad muestral. Por esta razón, decidimos comenzar por la información censal6.
Como señalamos, la utilización de fuentes censales presenta la ventaja de hacer posible la comparación de datos con amplio grado de universalidad sobre la población a estudiar. Sin embargo, al mismo tiempo, como en todos los estudios sociales que se apoyan en dichas fuentes secundarias, la investigación queda condicionada tanto por el instrumento de recolección utilizado (y sus definiciones conceptuales y operacionales previas) como por el nivel de agregación con el que se difunden los datos.
En este sentido, deben realizarse una serie de aclaraciones.
En primer lugar, los docentes aparecen clasificados censalmente como "trabajadores de la educación". La clasificación estadística oficial vigente en Argentina considera que los maestros y profesores de los niveles de educación inicial, primario, secundario y terciario y los de la educación no formal realizan tareas de calificación técnica. En cambio, los profesores y auxiliares universitarios y de conservatorio son consideradas ocupaciones de calificación profesional. La mayor parte (95%) de la población cuya ocupación principal es la docencia forman parte del primer grupo. Por esta razón delimitamos como aproximación a los docentes el conjunto conformado por los trabajadores asalariados de la educación de calificación técnica. Para evitar posibles confusiones, aclaramos que la categoría "trabajadores de la educación" refiere excluyentemente al tipo de ocupaciones anteriormente enumeradas o similares. Es decir, no se incluye aquí a las restantes ocupaciones que participan de la enseñanza como rama de actividad (personal de dirección y gestión, personal de apoyo, personal de limpieza y de maestranza, etc.), las cuales se encuentran clasificadas bajo otras categorías censales7.
En segundo lugar, respecto de la extracción social, la fuente utilizada permite sólo una aproximación limitada, puesto que brinda información exclusivamente relativa a la composición de los hogares actuales a los que pertenecen los docentes (y no de los hogares de procedencia). Sin embargo, como señalamos anteriormente, la cuestión del reclutamiento de este grupo social ha sido generalmente analizada en especial relación a la composición mayoritariamente femenina de dicha ocupación y su situación de cónyuges del jefe de hogar, características que se han tomado como relacionadas con la posición social. De ahí que nuestro análisis se centre precisamente en la población de docentes mujeres que ocupan el lugar de cónyuges del jefe de hogar en el que habitan8.
Considerando ambas restricciones, el conjunto de quienes declaran la docencia como ocupación principal está conformado por aproximadamente 600 mil personas, de las cuales poco más del 80% son mujeres que residen en hogares. A su vez, más de la mitad de estas mujeres docentes ocupan la posición de cónyuge en los hogares donde habitan.

Cuadro 1. Docentes asalariados según sexo y relación de parentesco. Argentina, 2001.

N=609.860. No se incluye un 0,6% de docentes asalariados que no residen en hogares sino en instituciones colectivas.
Fuente: elaboración propia en base a Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda, 2001.

A partir de la información referida a la ocupación de esos jefes de hogar nos aproximamos a la extracción social de las docentes mujeres cónyuges9. Para esto, discriminamos la información presentada según "grupos sociales fundamentales" según la posición respecto de la propiedad o no propiedad de las condiciones materiales de existencia, y la función que representan en la producción y reproducción social, distinguiendo entre quienes cumplen o no funciones intelectuales de mando o auxiliares del capital en la estructura social10. De esta manera, se determinan los siguientes grupos:

1. La gran burguesía y altos funcionarios constituyen la cúpula de la burguesía; los terratenientes, los magnates financieros, los grandes industriales, los rentistas, etc., es decir, la personificación del gran capital monopólico, ya sea porque por su posición son propietarios del gran capital o por su función constituyen el estado mayor que representa dichos intereses (por caso, altos directivos y gerentes).
2. La pequeña burguesía está constituida por propietarios de sus condiciones materiales de existencia, que no venden su fuerza de trabajo. Este grupo se encuentra en una situación de permanente diferenciación en dos grupos:

2.1 La pequeña burguesía acomodada está conformada por quienes, además de ser propietarios de sus propias condiciones materiales de existencia, son a su vez propietarios de los medios de vida y de trabajo de otros (pequeños y medianos patrones), pero también por quienes cumplen funciones de mando propias del capital aún bajo la forma jurídica del salario, ya sea que se encuentren insertos en la actividad económica o en el aparato administrativo estatal. Se trata de los "oficiales del ejército de la producción" (personal jerárquico y de jefatura media). Asimismo, tradicionalmente se han encontrado en este grupo quienes cumplen funciones auxiliares como intelectuales de la burguesía, aunque una parte de ellos puede estar inmerso en procesos de proletarización y/o pauperización; se incluyen aquí principalmente las siguientes categorías: profesionales independientes y asalariados (y por extensión quienes desempeñan funciones de asistencia técnico-profesional), quienes se desempeñan en funciones intelectuales auxiliares en el campo de la educación y la cultura (docentes, artistas, deportistas, periodistas, etc.) y quienes ejercen funciones superiores de apoyo administrativo, contable, jurídico y financiero (peritos, inspectores, técnicos contables, etc.).
2.2. La pequeña burguesía pobre se encuentra constituida por quienes son sólo propietarios de sus propios medios de vida y trabajo: pequeños comerciantes, trabajadores independientes de oficio y similares, etc. Atendiendo a su reclutamiento, una parte de quienes desempeñan funciones auxiliares de la burguesía ha sido asimilado a este grupo de pequeños propietarios pobres (técnicos industriales, personal paramédico), en tanto que, en parte se encuentran también inmersos en procesos de proletarización y/o pauperización.

3. El proletariado y semi-proletariado, constituido por quienes se encuentran expropiados total o parcialmente de sus condiciones de vida y de trabajo y que, en consecuencia, se ven obligados a vivir principal o parcialmente de la venta de su fuerza de trabajo, ya sea que logren venderla o no. Según esta conceptualización, el carácter proletario no depende de la actividad concreta realizada, sino de las relaciones sociales en que dicha actividad se encuentra inserta. Por esta razón, grupos tales como el personal auxiliar de oficina y los empleados de comercio son considerados como parte del proletariado. Aunque ya existen elementos teóricos respecto de rasgos proletarios de este tipo de ocupaciones en el siglo XIX (Marx, 1987: 293 y 371), serán las transformaciones producidas durante el siglo XX las que muestren cómo lo que a principios de ese siglo era percibido como un aumento de una creciente "clase media" se fue resolviendo en la formación de una nueva porción del proletariado a través de la polarización del trabajo de oficina, y cómo las ocupaciones ligadas al comercio minorista (y las de otros servicios) se extendieron bajo una forma capitalista, a la par que la población ocupada en ellas fue siendo reclutada del ejército de reserva producido por el estancamiento del empleo en otras ramas y caracterizada en gran parte por salarios bajísimos y por la escasa calificación, conocimiento y autoridad sobre los procesos de trabajo (Braverman, 1987)11.

Finalmente, una tercera limitación refiere a los medios de vida posibles de ser utilizados como indicadores de las condiciones de vida. El censo de población busca conocer rasgos relativamente generales de la población para su caracterización. En este sentido, las dimensiones referidas a las condiciones de vida suelen remitir casi exclusivamente a medios de vida masivos, la distribución de los cuales permite delimitar las condiciones de subsistencia de la población, pero no suelen remitir a medios suntuarios, los cuales refieren específicamente a la distinción entre las capas acomodadas de la burguesía acomodada respecto de la masa del pueblo. Esta distinción cobra relevancia particularmente si consideramos que entre el grupo a analizar se registraban proporciones exiguas de población con necesidades básicas insatisfechas12 o con privación patrimonial y/o de recursos corrientes13 (1,4% y 4,1% de las docentes mujeres cónyuges respectivamente)14.
No obstante, el censo que utilizamos como fuente comprende información sobre las viviendas, y entre éstas, una serie de preguntas destinadas a relevar el denominado "equipamiento del hogar", es decir, la disponibilidad de determinados artefactos domésticos en los hogares. Un primer análisis previo de las dimensiones relevadas permitió discriminar entre el carácter de estos distintos medios de vida según el acceso a ellos por parte de diferentes capas sociales podían ser considerados de carácter suntuario. Una parte de estos medios se encontraba al alcance de sólo una minoría restringida del proletariado y de los pequeños propietarios, y en mayor proporción, de las capas de pequeños y medianos patrones, es decir, de las capas cuya capacidad de ahorro procede de la acumulación de capital y por ende, podían ser considerados medios de vida suntuarios, al menos al momento en que fue captada la información. Entre estos medios de vida encontramos las viviendas de cinco habitaciones o más y artefactos domésticos tales como horno microondas, teléfono celular, computadora personal y conexión a internet (Donaire, inédito)15. Aunque la posesión de estos artefactos se difundió durante la década siguiente, el análisis de su distribución entonces no debería impedir su utilización para determinar las diferencias existentes entre distintos grupos analizados a un mismo momento16.

Extracción social y medios de vida en los hogares de las docentes mujeres cónyuges

En principio es posible observar efectivamente la fuerte presencia de docentes mujeres cónyuges cuya extracción corresponde a las capas superiores de la burguesía. Aquellas correspondientes a la gran burguesía o la pequeña burguesía acomodada constituían casi un 40%. Sin embargo, la presencia de docentes de extracción social proletaria y semiproletaria no puede ser subestimada: representaban una proporción similar.
De hecho, sumadas aquellas docentes mujeres cónyuges enlazadas con porciones del proletariado y semiproletariado y la pequeña burguesía pobre, es decir, aquellas a quienes no se puede adjudicar su reclutamiento desde las capas acomodadas de la burguesía, superaban la mitad de los casos.

Cuadro 2. Docentes asalariadas mujeres cónyuges según grupo social del jefe de hogar. Argentina, 2001

Fuente: elaboración propia en base a Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda, 2001.

¿Varían las condiciones de vida para cada una de estas capas según los indicadores seleccionados? El grueso de las docentes cónyuges habitaba en hogares propietarios de la vivienda y el terreno (79%), en casas sin condiciones deficitarias o departamentos (97%) y de materiales resistentes y sólidos y con todos los elementos de aislación y terminación (83%). No se observan grandes variaciones en estas características según la extracción social. Sin embargo, sí se observan diferencias en el tamaño de las viviendas, medido según la cantidad de habitaciones que ocupa el hogar17.


Gráfico 1
. Docentes asalariadas mujeres cónyuges por cantidad de habitaciones que ocupa el hogar según grupo social fundamental del jefe de hogar. Argentina, 2001
Nota: no se incluye en el gráfico la población no clasificable según grupo social fundamental.
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En el total de docentes analizado, aproximadamente una tercera parte (35%) habitaba en hogares de cinco o más piezas. Sin embargo, la proporción varía sensiblemente según la extracción. Sólo entre la gran burguesía esta proporción casi se duplica (62%), mientras que en las restantes categorías es menor a la mitad. Entre la pequeña burguesía pobre rondaba un tercio (34%) y entre el proletariado y semiproletariado, una cuarta parte (27%). El promedio de piezas por hogar oscilaba desde 3,8 entre el proletariado hasta 5,2 entre la gran burguesía.
Respecto a aquellos artefactos del hogar que en el año 2001 podían ser identificados como medios de
vida suntuarios, también es posible observar variaciones significativas entre categorías.
El grueso de las docentes de extracción desde la gran burguesía o la pequeña burguesía acomodada poseían horno microondas, teléfono celular y computadora personal (la conexión a internet aún se encontraba poco difundida: sólo entre los primeros observamos que la proporción de quienes la poseían supera a quienes no). En contraposición, entre las docentes de extracción desde la pequeña burguesía
pobre y el proletariado y semiproletariado, las proporciones que no poseían estos medios son en algunos casos mayores y en otros relativamente similares a quienes no los poseían.


Gráfico 2
. Docentes asalariadas mujeres cónyuges según grupo social fundamental del jefe de hogar. Argentina, 2001

Nota: no se incluye en el gráfico la población no clasificable según grupo social fundamental.
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

 

Medios de vida en el conjunto de los hogares de los docentes

Sin embargo, esos datos refieren sólo a una parte de los docentes asalariados: las mujeres que ocupan el lugar de cónyuge. ¿Qué sucede si comparamos estos datos con los de los docentes varones y del resto de las mujeres en otras relaciones de parentesco en el hogar?


Gráfico 3
Docentes asalariados por cantidad de piezas que ocupa el hogar según sexo, relación de parentesco y extracción social. Argentina, 2001

Las proporciones de docentes que habitaban en hogares de cinco o más piezas eran más cercanas a las existentes entre las docentes mujeres cónyuges de jefes de hogar pertenecientes a la pequeña burguesía pobre o al proletariado y semiproletariado.


Gráfico 4.
Docentes asalariados según sexo, relación de parentesco y extracciónsocial. Argentina, 2001

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Y la misma situación podemos observar en la distribución del equipamiento del hogar. En todos los hogares, más allá del lugar que el docente ocupara en él, las proporciones en que aparecen los medios que para el año 2001 podían ser considerados suntuarios, son similares a las que encontramos entre las docentes mujeres cónyuges de extracción desde la pequeña burguesía pobre y del proletariado y semiproletariado.

Resultados y nuevas preguntas

Los datos analizados correspondientes a la Argentina en el año 2001 permiten observar lo siguiente:

a) Las mujeres cónyuges representaban una porción importante aunque no dominante (47,3%) de la población que tenía por principal ocupación la docencia.
b) Sus condiciones de vida, medidas a través de medios de vida que en el año de relevamiento de la información podían ser considerados como suntuarios, variaban efectivamente según el grupo social de pertenencia de los jefes de hogar de estas mujeres cónyuges.
c) Sin embargo, según dicha pertenencia social, sólo un 37,5% de estas mujeres eran cónyuges de personas a las que se puede atribuir "ocupar posiciones relativamente privilegiadas en la estructura social" (gran burguesía y pequeña burguesía acomodada).
d) Las proporciones en que los medios de vida analizados se distribuían entre los restantes docentes (mujeres no cónyuges y varones) son similares, no a las que se podían encontrar entre dichas posiciones sociales mencionadas sino a las que se observan entre las docentes cónyuges de jefes de hogar pertenecientes al proletariado y semiproletariado o a las capas pobres de la pequeña burguesía. Obviamente esto no significa que el conjunto de los docentes que son o bien varones o bien mujeres no cónyuges puedan ser considerados mecánicamente como parte de dichas capas sociales. Por eso, y aunque en este sentido, en una primera aproximación a partir de estos indicadores los docentes se presentan como un conjunto más homogéneo que lo que se suele estimar, sería necesario profundizar aún más en el análisis a partir de otros indicadores. Lo que sí es posible afirmar es que las condiciones de vida de las capas acomodadas de la pequeña burguesía eran sólo accesibles para una parte de estos docentes.

Por ende, aunque las condiciones de vida de las docentes de extracción burguesa acomodada se destacaban respecto del resto, eran representativas de menos de una quinta parte del total de docentes.


Gráfico 5
. Docentes asalariadas mujeres cónyuges de extracción desde la pequeña burguesía

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En consecuencia, a pesar de que el grueso de los docentes era mujeres y que las capas acomodadas de la pequeña burguesía en su extracción social era significativa, la relación unívoca entre docentes, mujeres cónyuges y extracción social pequeño burguesa acomodada aparece cuestionada.
Sin embargo, esto nada nos dice respecto de la relación entre las condiciones de vida de los docentes respecto de las de los restantes grupos sociales, especialmente en comparación con el proletariado. Determinar dicha relación será el próximo paso en nuestra investigación.

Notas

1 Uno de los indicadores más habitualmente utilizados es el denominado "clima educativo" o "capital educativo" del hogar de origen (Birgin, 1999, Tenti Fanfani, 2005, entre otros). Aunque suele estar implícita la idea de una relación directa entre clima o capital educativo y posiciones sociales, no se suele explicitar la relación entre el concepto utilizado de clases (en general ligado a la noción de estratificación) ni la relación existente entre posiciones sociales y acceso a la educación en sus distintos niveles.

2 "...el significado de la expresión 'clase media' varía de un país a otro (como varía el concepto de 'pueblo' y de 'vulgo', en relación a la vanidad de ciertos estratos sociales) y por ello da lugar frecuentemente a equívocos muy curiosos..." (Gramsci, 1997: 177).

3 "...Recién a mediados de siglo [XX] la circulación del término se hizo frecuente y emergió una representación relativamente sistemática de la clase media argentina. Entonces sí -ya fuera para glorificarla o para denostarla- algo se impuso como evidente: la clase media constituía un actor palpable, con varias décadas de existencia y de actuación públicas. Argentina podía incluso ser considerada un 'país de clase media', aunque el uso previo de la expresión hubiera sido muy infrecuente. Hacia 1950 la clase media como sujeto digno de consideración constituía, en verdad, un fenómeno reciente, un descubrimiento producido al calor del cimbronazo social, político y cultural que representó el peronismo". Hasta entonces habría dominado una visión bipartita de la sociedad, sintetizada en la dicotomía pueblo/oligarquía, para pasar a partir de allí a una representación tripartita, donde se introducía la "recién descubierta clase media entre el pueblo y la oligarquía" (Garguin, 2007: 85-86). También otros estudios señalan la popularización de una "identidad de clase media" como fenómeno de mediados de siglo XX y su relación con el surgimiento del peronismo (Adamovsky, 2009).

4 "Es habitual considerar que la docencia es un oficio de mujeres; sin embargo, esta feminización puede tener diversas interpretaciones. Para algunos representa un indicador de desvalorización social de la actividad, ya que en las sociedades donde la dominación masculina es fuerte las mujeres por lo general tienen dificultades para insertarse en ocupaciones estratégicas y altamente valoradas. En este contexto, la docencia sería una especie de 'cuasi profesión', socialmente subordinada, en especial cuando se la compara con las profesiones clásicas (abogacía, ingeniería, medicina, etc.) dotadas de alto prestigio social. En relación con lo anterior también se ha planteado que la feminización sería una característica que contribuye a la 'proletarización' del oficio docente, con sus consecuencias en términos de deterioro de las condiciones de trabajo y remuneración, que en parte serían factibles gracias a la mayor disponibilidad de las mujeres, quienes no tendrían mayores posibilidades de inserción en otros ámbitos del mercado de trabajo. Por último, también se han propuesto interpretaciones completamente opuestas, pues la feminización estaría reflejando un 'aburguesamiento' del oficio docente, ya que las mujeres tienen más probabilidades que sus colegas varones de convivir maritalmente con individuos que ejercen profesiones liberales u ocupan posiciones relativamente privilegiadas en la estructura social" (Tenti Fanfani, 2005: 33).

5 En general, ambos procesos suelen confundirse bajo la noción de "descenso social". Para un desarrollo de la diferencia entre ambos específicamente respecto a la posición social de los docentes, ver Donaire (2012).

6 Desafortunadamente hasta la actualidad en nuestro país el censo de población correspondiente al año 2001 ha sido el único para el cual se ha publicado la información en forma de base de datos. Dicha forma permite procesar la información de manera tal de realizar combinaciones que involucren diferentes dimensiones (como las que aquí analizaremos) más allá de las prefijadas en los tabulados oficiales. Por esta razón, no es posible replicar este ejercicio a partir de datos de censos anteriores y analizar su variación a lo largo del tiempo.

7 La decisión de realizar la aproximación a partir de la categoría "trabajadores de la educación de calificación técnica" se funda además en que permite una mejor comparación tanto con fuentes censales previas como con otras fuentes estadísticas oficiales donde, o bien no existen otras dimensiones disponibles para delimitar el universo, o bien, si existen, su inclusión puede llegar a afectar la representatividad muestral (ver Donaire, 2005). Por esa razón, y a los fines de posibilitar dicha comparación con resultados de otros trabajos, no se incluye en la delimitación del universo a la "enseñanza" como rama de actividad. Aunque de esta manera quedan incluidos en el análisis los docentes ocupados en establecimientos no educativos, dicha proporción es mínima y no parece alterar sustancialmente los resultados, si se considera que en 2001 aproximadamente el 92% de los trabajadores de la educación de calificación técnica asalariados se encontraban ocupados en la rama "enseñanza". La no introducción de la rama de actividad en la delimitación impide también incluir en el universo estudiado al personal de dirección, gestión y apoyo de los establecimientos escolares, pero esto tampoco parece afectar los resultados: si tomamos como aproximación a estas funciones las ocupaciones directivas y de gestión de calificación profesional o técnica, representaban sólo el 6,7% del total de asalariados en la rama "enseñanza".

8 Existe una única fuente alternativa, el Censo Nacional de Docentes realizado por el Ministerio de Educación en 2004. Esta fuente cuenta con la ventaja de ser un poco más cercana en el tiempo y de intentar abarcar a todos aquellos que ejercen la docencia en forma asalariada en el sistema educativo, a diferencia del censo de población, que sólo considera la ocupación principal y, por ende, no permite abarcar a aquel conjunto de población que ejerce la docencia como ocupación secundaria. Sin embargo, a pesar de estas ventajas, el censo de docentes cuenta con información mucho más acotada sobre el hogar de los docentes. Por caso, respecto del cónyuge del docente, solo permite identificar su nivel educativo.

9 Para un mayor detalle de las diferentes ocupaciones de los jefes de hogar, ver Donaire (en prensa).

10 Para aproximarnos al análisis de los grupos sociales, tomamos como referencia el instrumento teórico-metodológico desarrollado por Iñigo Carrera y Podestá (1989), posteriormente revisado y actualizado en Donaire y Rosati (2010). La noción de "grupos sociales fundamentales" (Gramsci, 1997) utilizada aquí remite a las relaciones sociales objetivas en que determinadas porciones de población reproducen su existencia, y por ende, al análisis de la estructura social. Se diferencia así respecto del concepto de "clases sociales", las cuales, en sentido estricto, se constituyen en los enfrentamientos sociales (ver Marx y Engels, 1982).

11 En el caso argentino, este carácter proletario aparece tempranamente expresándose en el uso de la huelga como instrumento de lucha, la conformación de sindicatos propios y la adhesión de estas organizaciones a las organizaciones nacionales del conjunto del movimiento obrero. Una reseña histórica sobre los casos de los empleados de comercio y los empleados bancarios, puede encontrarse en Adamovsky (2009).

12 Los hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas son aquellos que presentan al menos uno de los siguientes indicadores de privación: a) Hacinamiento: más de tres personas por cuarto; b) Vivienda: habitan en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, pieza de hotel o pensión, casilla, local no construido para habitación o vivienda móvil), excluyendo casa, departamento y rancho; c) Condiciones sanitarias: no tienen ningún tipo de retrete; d) Asistencia escolar: tienen al menos un niño en edad escolar (6 a 12 años) que no asiste a la escuela; e) Capacidad de subsistencia: tienen cuatro o más personas por miembro ocupado, cuyo jefe no haya completado el tercer grado de escolaridad primaria (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2005: 14).

13 "La dimensión patrimonial se mide a través del indicador de Condiciones Habitacionales, que establece que los hogares que habitan en una vivienda con pisos o techos de materiales insuficientes o que carecen de inodoro con descarga de agua presentan privación patrimonial. La dimensión de recursos corrientes se mide a través del indicador de Capacidad Económica, mediante el cual se determina si los hogares pueden adquirir los bienes y servicios básicos para la subsistencia. Este indicador se construye a partir de la relación entre la cantidad de ocupados y/o jubilados del hogar y la cantidad total de sus integrantes. En dicho cálculo se consideran algunas características de los integrantes del hogar, tales como, los años de escolaridad formal aprobados, el sexo, la edad y el lugar de residencia" (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2005: 14).

14 Considérese que entre el conjunto de la población económicamente activa, estas proporciones eran nueve veces superiores: 13% y 37,9% respectivamente.

15 Se descartaron otros artefactos por ser considerados o bien medios de vida básicos (heladera y lavarropas común) o bien medios de vida accesibles para las capas acomodadas del proletariado (freezer, teléfono fijo, televisión por cable, lavarropas automático y videocasetera/reproductor).

16 El teléfono móvil pasó del 27 al 86% de los hogares y la computadora personal, del 20 al 47% entre 2001 y 2010 (EGES, 2011). En el caso del acceso a internet, la proporción habría pasado del 30% al 47% según declaraciones oficiales (Agencia Telam, s/f ). No se cuenta con estimaciones similares sobre la expansión de los hornos microondas.

17 Se considera habitación o piezas al ambiente o recinto cerrado por paredes (que se elevan desde el suelo hasta el techo) o tabiques (que se elevan desde el suelo hasta una altura de dos metros) con una superficie suficiente para contener la cama de un adulto. Esta definición incluye comedor y entrepisos y excluye baños, cocinas, lavaderos, garajes, pasillos, halls, recibidores y galpones (siempre y cuando no se utilicen para que duerma una persona) y quinchos sin cerramiento (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2005: 11). En términos estrictos, según la definición utilizada en el censo, la cantidad de habitaciones es un atributo del hogar (definido como la persona o grupo de personas que viven bajo el mismo techo y comparten los gastos de alimentación) y no de la vivienda (en tanto recinto de alojamiento estructuralmente separado e independiente). De todas formas, entre la población que analizamos, el 96% de las viviendas sólo contiene un hogar.

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Recibido el 7 de noviembre de 2012
Aceptado el 10 de marzo de 2013

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