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Propuesta educativa

versión On-line ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.41 Ciudad Autonoma de Buenos Aires jun. 2014

 

DOSSIER: ENSEÑANZA Y EVALUACIÓN: DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

Introducción. Enseñanza y evaluación: dos caras de la misma moneda

 

Desde la década del noventa hasta hoy, en algún momento del año, casi de manera cíclica, los sistemas educativos parecen estar frente a un "veredicto" que se expresa en los resultados de las evaluaciones de aprendizajes estandarizadas que, ya sea a nivel nacional, regional o internacional, sintetizan en un conjunto de índices e indicadores los avances o retrocesos en el aprendizaje de los estudiantes y en la labor desempeñada por los docentes. 
A partir de esta escena puesta sobre la mesa del debate público son muchos los argumentos que pretenden explicar las causas del problema. Según sea quien opine, a partir de este corpus de información se predica sobre las capacidades de los docentes, la vigencia o desactualización de las propuestas curriculares, las condiciones de llegada de los estudiantes y sus familias, el éxito o los límites de las gestiones educativas o se tematiza la capacidad de las técnicas o de los organismos que realizan las evaluaciones.
Este número de la revista está dedicado a la evaluación educativa y el próximo abordará aspectos que ponen en el centro la enseñanza. Entendemos que allí hay dos caras que componen un todo, eso que llamamos procesos de aprendizaje y que, a partir de la percepción de los actores vinculados al mundo educativo, están en cuestión. Todavía nuestros sistemas escolares tienen serias dificultades para promover aprendizajes relevantes. Cada nivel de enseñanza le reclama al anterior recibir a estudiantes que no tienen los saberes básicos necesarios para lograr buenos desempeños. Dependiendo de los niveles, estas situaciones se traducen en los niveles de repitencia, de sobreedad, de baja promoción y de tasas de egreso que dan cuenta de estas dificultades, también en el agotamiento de las formas actuales de enseñar, de evaluar y de trabajar que padecen de manera cotidiana docentes y estudiantes.
Hemos convocado a especialistas que tienen larga trayectoria de trabajo en el análisis de los procesos de evaluación, en los modos de divulgación de los resultados por parte de los países y en la reflexión sobre estos dispositivos en tanto instrumentos de la política. Algunos de ellos además han estado o están vinculados a ámbitos estatales, con lo cual no es ajena la preocupación por los modos de gestionar propuestas de evaluación que estén en diálogo con la enseñanza y sus complejidades. 
Nos ha interesado revisar los sentidos de la evaluación para evitar su asociación rápida con la calidad educativa, dimensión que encierra muchas más aristas que las que habitualmente se consideran: la infraestructura edilicia, la disponibilidad de recursos, la formación de los docentes y los modos de gestión de las instituciones también son aspectos de la calidad educativa. Por su parte, la evaluación es algo sumamente amplio que alcanza a sujetos, a instituciones, a programas y políticas. No es sencillo "medir" lo que alguien sabe, sea ese alguien niño/a, joven o adulto/a, ni lo es tampoco estimar los logros de las políticas o de los países ya que los fenómenos que se abordan están atravesados por múltiples factores.
El artículo de Lilia Toranzos despliega un conjunto de sentidos que habitualmente están asociados a la actividad de evaluar y señala algunas de las condiciones necesarias para que un proceso de este tipo pueda darse.  Presenta también el conjunto de operativos en los que han participado los países de la región en los últimos años y algunas reflexiones que estas prácticas generan al nivel de las instituciones.
El segundo artículo que integra el dossier aborda este contexto, el institucional y su espacio privilegiado en materia de evaluación, las aulas. Ravela, Leymonié, Viñas y Haretche analizan un corpus importante de pruebas utilizadas por docentes de cuatro países de la región para evaluar los conocimientos de los estudiantes de nivel primario en ciencias naturales. El estudio se complementa con entrevistas a los propios maestros para indagar y presentar los aspectos vinculados a la evaluación para cada uno de ellos. Los niveles de dificultad propuestos en las evaluaciones, el escaso repertorio de operaciones cognitivas puestas a disposición para estimar qué saben los estudiantes, la abrumadora presencia de preguntas de opción cerrada y sin referencias contextuales describen un panorama poco alentador para dar cuenta de aprendizajes de calidad. Otra constatación fuerte del trabajo es que la enseñanza (y su evaluación) se organiza básicamente a partir de contenidos y no de habilidades, capacidades, destrezas o competencias.
Estas son algunas de las razones por las que afirmamos que las prácticas de evaluación están en cuestión y requieren una mirada detenida, que ponga sobre la mesa sus mecanismos de construcción. En nuestro país, en los últimos años, algunos marcos normativos han acercado la lupa sobre este dispositivo, sobre estas prácticas. La centralidad puesta en el acompañamiento de las trayectorias estudiantiles (y por tanto en los sujetos); la necesidad de modificar regímenes de evaluación o de generar otras instancias y otros momentos para dar lugar a procesos que tienen otra temporalidad van en esa dirección y obligan a un trabajo que ya no es individual de cada docente sino que requiere un andamiaje que soporte y conduzca los cambios. Aquí, el lugar de los equipos directivos y de la organización institucional es clave.
El aula es un espacio obligado de la evaluación, allí esta práctica se torna cotidiana, es parte del cronograma de trabajo, está incluida en las planificaciones, está impresa en los boletines, es uno de los  objetos que requiere la mirada y la firma de las familias y organiza los sistemas de seguimiento de las trayectorias de los estudiantes además de tener la particularidad de moldear el oficio de alumno. Frente a estas evaluaciones que toman la forma de exámenes, pruebas, trabajos monográficos, orales, tareas grupales, ejercicios en el pizarrón, hay múltiples estrategias que se despliegan (en docentes y estudiantes) para sortear este registro ineludible. Algunas de ellas son robustas y promueven trabajos formativos. En esos casos tanto docentes como estudiantes ponen en valor lo que pueden aprender, lo que enseñan y el propio instrumento de evaluación constituye un aprendizaje o su evidente constatación. Lamentablemente estas formas parecen ser minoritarias. Otras estrategias de evaluación, en cambio, sólo disfrazan aspectos subjetivos no explicitados (ni ante los estudiantes y sus familias ni ante otros docentes) que condicionan, cuando no definen, el éxito y el fracaso escolar.  Perrenoud utiliza la expresión "baremos" para referirse a la operación que tiñe de objetividad una construcción arbitraria1: el valor de cada ítem, la selección de los niveles de dificultad incluidos en las evaluaciones, el carácter de incompleto de un ejercicio, escalas que pueden mutar rápidamente debido a sus bajos niveles de explicitación. El mismo error puede ser considerado diferente en una prueba o en otra, según pertenezcan a estudiantes con recorridos y disposiciones diferenciales según el juicio profesoral.
Por último, el trabajo de Luis Miguel Carvalho y Estela Costa aborda otro contexto relevante y es el que tiene por objeto a los países, a los procesos de decisión involucrados en la participación de operativos globales que evalúan los aprendizajes de los estudiantes con dispositivos que moldean los modos de enseñar (y de aprender) de diferentes generaciones en diferentes territorios. El artículo aporta un conjunto de reflexiones también originales sobre el peso de especialistas y herramientas diseñadas ad hoc con un robusto fundamento empírico basado en un estudio sobre seis países de Europa, dinámicas a partir de las cuales se ensaya una tipología que combina el análisis de los contextos de recepción de estos dispositivos y las políticas de conocimiento a ellos asociadas.
La evaluación moldea también las prácticas de producción de conocimiento de las instituciones de educación superior, de sus ofertas formativas y organiza los modos de divulgación científica, entre los cuales están las revistas académicas. En este sentido, es una acción que rodea de manera permanente casi todo lo que hacemos, en tanto es también una operación de la vida cotidiana. Cada día evaluamos cómo organizar nuestra actividad, cada año hacemos balances respecto de lo hecho y lo pendiente, cada proyecto requiere la evaluación de sus logros y de sus dificultades. Por eso nos pareció oportuno incluir como marco de estos análisis la poesía de Pedro Manuel Obligado, Exámenes. 

EXÁMENES

Siempre sueño que estoy por dar examen 
y se va a descubrir mi insuficiencia, 
que acosado a preguntas sin clemencia, 
no sabré contestar cuando me llamen. 

Sufro como artista en su certamen, 
como un preso que espera su sentencia, 
como todos durante su existencia, 
pendientes de una prueba o de un dictamen. 

Quizás siento al soñar que está en mí mismo 
la sombra de la noche circundante 
y temo cual la luz sobre el abismo. 

Luego, cuando despierto cada día, 
veo que sigo siendo un estudiante 
y debo dar examen... todavía.

Pedro Miguel Obligado [1892-1967]

Notas

1 Perrenoud, Philippe (2010). La evaluación de los alumnos. De la producción de la excelencia a la regulación de los aprendizajes. Entre dos lógicas. Buenos Aires, Ediciones Colihue.         [ Links ]

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