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Propuesta educativa

On-line version ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.44 Ciudad Autonoma de Buenos Aires Nov. 2015

 

DOSSIER

Escuela secundaria siglo XXI: un recorrido por algunas de sus reformas de cara a los desafíos de la sociedad contemporánea

 

Guillermina Tiramonti*

Especialista en Políticas Educativas y Docente Titular de la Universidad Nacional de La Plata. Investigadora del Programa Educación, Conocimiento y Sociedad del Área de Educación de FLACSO Argentina. E-mail: tiramonti@flacso.org.ar

Si algo caracteriza a la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo actual es una dinámica de cambio que atraviesa todas y cada una de las dimensiones de la sociedad. La convergencia de estos cambios ha generado una verdadera transformación del mundo en que se desenvuelven nuestras vidas y nos ha colocado a todos ante la exigencia de modificar nuestras prácticas cotidianas. Del mismo modo que ha puesto a toda la red de instituciones generadas por la modernidad en tela de juicio y ante la necesidad de definir nuevas prácticas, en ocasiones de desplazarse de su lugar tradicional y reubicarse para legitimar posiciones o poner en movimiento sus recursos y agregar otros para mantener su relevancia o sostenerse de algún modo en el tejido social.
Los individuos parecieran estar más capacitados para responder a las exigencias del cambio que las instituciones que portan el peso de su historia y, en muchos casos, la inercia de sus formaciones burocráticas. Todo está en movimiento; la sociedad se ha transformado en una arena en la que se disputan posiciones, recursos, funciones, reconocimientos y legitimidades.
Nada está quieto, sin embargo, es difícil visualizar hacia dónde se desplazan individuos e instituciones. En cada opción que unos y otros hacen cotidianamente van marcando su rumbo futuro, aunque en la mayoría de los casos no seamos conscientes de cuál es el camino por el cual se está optando.
Inmersos en esta dinámica, los gestores de los sistemas educativos intentan direccionar el sistema y sus instituciones de acuerdo a las lecturas y los diálogos que realizan con este entorno siempre cambiante. Allí radica la dificultad de identificar las orientaciones del cambio ya que suele haber interlocuciones que generan acciones contradictorias: por ejemplo, al mismo tiempo que se habilita la adopción de propuestas innovadoras se refuerza lo ya instalado y se coloca al sistema y a las instituciones en el lugar de la resistencia. Por otra parte, son múltiples los actores y los intereses que intervienen que presionan para influir en las orientaciones del sistema educativo.
De cualquier modo, en el campo de la educación como bien señalan los autores que cooperan en el dossier que estamos introduciendo, quienes han sido responsables de la gestión de la educación han realizado numerosos intentos de redireccionar el sistema atendiendo a las exigencias que sobre él proyecta la sociedad, en diálogo con las ideas imperantes respecto de los modos más efectivos de introducir el cambio y con el auxilio de los instrumentos ofrecidos por nuevos saberes y conocimientos. Es así como en un primer momento se pensó el cambio como un proceso que podía ser direccionado íntegramente desde el Estado para ser procesado por la cadena burocrática sin mayores modificaciones hasta llegar a las escuelas, para luego considerar a la propia burocracia como una arena de disputa y de constitución de diferentes intereses que redefinían en cada paso las propuestas de la cúpula del poder. De allí la búsqueda de nuevas tecnologías organizativas que ofrecieran mayores garantías a los propósitos reformistas. La descentralización y posterior apuesta a la autonomía escolar son eslabones de esta búsqueda que están adecuadamente trabajados por Daniel Pinkasz en su artículo.
El diálogo se abrió a otras interlocuciones provenientes de las ciencias, entre las que se destaca muy especialmente en nuestro país la psicología, que ofrecía un instrumental conceptual que prometía adecuar la escuela a las características psicológicas de cada grupo etario y por sobre todo brindaba una respuesta a la cada vez más honda brecha que se fue armando entre el joven y el alumno que la institución esperaba.
Sin embargo, a lo largo de este derrotero hay líneas de continuidades muy claras desde los inicios de los intentos de cambio. Por una parte, todos ellos están tensionados por la necesidad de incluir cada vez a más grupos sociales en el sistema y adaptar su propuesta a las cambiantes concepciones de calidad que la transfiguración del mundo proyecta sobre el sistema. Por otra parte, llama la atención la permanencia de un propósito de introducir formatos alternativos que misturados con las clases tradicionales, flexibilicen y creen espacios más adecuados para el trabajo en equipo. Los talleres, por ejemplo, son propuestas que están presentes desde los años setenta.
Los dos primeros artículos del dossier (Pinkasz y Tiramonti) nos ofrecen esta mirada sobre el devenir histórico de las propuestas de cambio para el sistema educativo. El repaso de aquello que ya hemos intentado resulta de utilidad en un momento donde pareciera que la tradicional propuesta de escolarización está irreversiblemente agotada y es necesario avanzar en la construcción de alternativas. ¿Qué hemos hecho?, ¿qué es lo que ya ha fracasado?, ¿cuáles fueron las condiciones que explican este fracaso? Parecieran ser preguntas obligadas en el momento de dar un paso en el camino del cambio.
Estas preguntas, cuyas respuestas nos protegen del círculo repetitivo de intentos ya fracasados, deben ser complementadas por otro interrogante respecto de qué transformaciones se están desarrollando y parecieran avanzar en modificaciones del núcleo básico de la escuela, como son los procesos de enseñanza y aprendizaje.
En esta línea el dossier da cuenta de diferentes experiencias. El artículo de Lili Ochoa, el más extenso de los textos, nos sumerge en la que en nuestra opinión resulta ser la experiencia con mayores posibilidades de marcar el rumbo del futuro de la educación escolarizada. Se trata del proyecto piloto"Horitzó 2020" que desarrolla un grupo de jesuitas en un número reducido de escuelas en Barcelona. La experiencia reactualiza la capacidad de esta comunidad para generar la arquitectura básica sobre la que se construye el futuro escolar, como lo hicieron a fines del siglo XVI cuando dieron a conocer su programa escolar con la Ratio Studiorum.
El dossier se completa con dos artículos cortos, uno de ellos a cargo de Axel Rivas que nos informa sobre reformas llevadas a cabo en Brasil en dos Estados: Ceará y Pernambuco.
Ambos estados ubicados en el nordeste del país con niveles muy altos de pobreza. Allí la tecnología del cambio estuvo asentada en una combinación de evaluación, formación de directivos, generación de redes de apoyo y la aplicación de incentivos por resultados. Una propuesta que logra mejorar sus resultados manteniendo el núcleo duro de la escuela tradicional.
Finalmente se presenta un artículo en el que se vuelcan las impresiones de investigadoras del grupo viernes sobre lo realizado por la provincia de Córdoba en las escuelas denominadas"PROA". En este caso la experiencia pareciera haber acertado en construir una alternativa para un aprendizaje mediado por las nuevas tecnologías y organizado en base al trabajo colectivo de los docentes.

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