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Propuesta educativa

versão On-line ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.46 Ciudad Autonoma de Buenos Aires nov. 2016

 

RESEÑA DE LIBRO

Primera infancia. Panorama y desafíos para una mejor educación
Kaufman, Verónica comp. (2016), Primera Infancia. Panorama y desafíos para una mejor educación. Aique Grupo Editor, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 288 p.

 

Clarisa Label*

Lic. en Ciencias de la Educación (UBA). Diplomada Superior con mención en Psicoanálisis y Prácticas Socio Educativas (FLACSO). Regente del Nivel Terciario de la Escuela Normal Superior N° 7. Prof. a cargo del Seminario "Trabajo de Campo en Problemas socio-políticos de la Educación para la Primera Infancia" Maestría en Educación para la Primera Infancia Facultad de FFy L UBA. E-mail: clarisalabel@yahoo.com.ar

Este libro que se terminó de escribir en el año 2015, se publicó en marzo del 2016. Todos sabemos que el contexto histórico-político marca y enmarca las líneas de pensamiento y las posiciones que asumimos al momento de realizar una lectura de la realidad. En el caso de esta obra que refiere a los derechos de la primera infancia, este registro es una información relevante para comprender el sentido que se pone a rodar en las ideas desarrolladas en cada uno de los capítulos que conforman el trabajo.
Es imprescindible detenernos además en que el texto pertenece a una colección que se denomina "Política y Educación" y, en lo que respecta a la educación inicial, se trata de un dato que merece ser destacado; porque el sentido común más difundido tiende a hacernos pensar que los temas vinculados con los niños y las niñas más pequeños no tienen ligazón alguna con la política. Las perspectivas, las voces, los argumentos y las convicciones que las especialistas convocadas presentan en esta compilación, son una clara refutación de esa idea. Recorriendo los artículos se descubren algunas preguntas que interrumpen las líneas de pensamiento indefectiblemente orientadas al formato jardín al momento de pensar en la educación de la primera infancia. Las autoras se animan a poner estas discusiones sobre la mesa, a sacarlas del ámbito privado entre colegas para mostrar que no todos pensamos lo mismo. Por eso cabe remarcar que el itinerario que nos proponen, transita por algunos ejes que son polémicos. Abren interrogantes acerca de cómo se concretan los derechos y qué factores se ponen en juego al momento de la toma decisiones.
La primera parte de esta obra sistematiza el amplio panorama de la atención y los servicios educativos dirigidos tanto a las niñas y niños pequeños como a sus familias. Marina Visintin focaliza en aquellas propuestas destinadas a la franja etaria de 0 a 2 años, mientras que el artículo de Ana Malajovich centra su análisis en el tramo de 3 a 5 años. Desde un punto de vista histórico, las autoras dan cuenta de un panorama que analizan como diverso y desigual, considerando tanto las intervenciones que se realizan desde las áreas de educación, salud y desarrollo social, como los marcos legales, normativos y formatos que suman a una heterogeneidad de difícil regulación. El capítulo de Eleonor Faur expone los resultados de una investigación que indaga el modo en que las familias resuelven el cuidado de sus
hijos más pequeños para poder trabajar. Son predominantemente las mujeres, quienes se enfrentan a las dificultades que plantean la escasez de oferta pública y las representaciones dominantes que les adjudican la responsabilidad "natural" frente a la crianza y el cuidado. Un ideal que talla fuertemente en el imaginario social dominante, delimitando las oportunidades disponibles para los niños, las niñas y sus familias.
Algunas de las autoras se extienden en la descripción de los cambios y las conquistas que las infancias y las familias ganaron después de largas luchas emprendidas por docentes, organizaciones sociales y comunidades a favor del reconocimiento de sus derechos. Pero al mismo tiempo, señalan que hay trayectos que todavía tenemos pendientes y que requieren de un profundo trabajo de indagación que considere la gran cantidad de factores que es necesario contemplar a la hora de pensar en una mejor educación para la primera infancia, que incluye una variedad de ofertas que no surgieron bajo la órbita estatal. Como dice Patricia Martín en la entrevista que le realiza a Ana Gravina y a Luján Rosales (ambas coordinadoras de redes comunitarias), desde el advenimiento de la democracia, las organizaciones sociales "irrumpieron en la escena y comenzaron a participar activamente" en el terreno del cuidado, la atención y la educación de la población infantil. Las comunidades no se quedaron cruzadas de brazos esperando que el Estado resolviera la situación de crisis para ocuparse de los niños. Fueron la falta de respuesta y las situaciones de injusticia social las que motorizaron a las familias en los barrios. Pero lo que hoy tenemos que tener en cuenta, es que el camino recorrido nos encuentra parados en otro lugar. Hay una experiencia transitada y un saber construido sumamente valioso que aportan muchos elementos para pensar nuevas estrategias de trabajo territorial y para replantear supuestos respecto de los modos de organizar la enseñanza, los tiempos, los espacios, la selección de contenidos de la cultura, las definiciones establecidas en los diseños curriculares y el trabajo con las familias.
En los cuatro artículos que componen la segunda parte del libro, se analizan por un lado, las propuestas formativas para niños de 0 a 5 años. Se aborda además el lugar y las relaciones que las instituciones entablan con los grupos familiares. Flavia Terigi pone el foco en los currículos y sus orientaciones, como documentos que "legitiman la cultura que debe ser puesta al alcance de la infancia", estableciendo lo que se espera que suceda en la experiencia educativa y las pautas conducentes a ordenarla. Presenta la escolarización como una manera entre otras posibles orientadas a esta franja etaria. Pero también advierte que la defensa tajante respecto del formato escolar se produce por temor a que los argumentos vinculados con la ampliación o la flexibilidad se utilicen como justificación o como "coartada" para que el Estado disminuya sus esfuerzos o se desligue de "su obligación de garantizar las condiciones de enseñanza en la educación infantil".
Desde una perspectiva que invita a ensanchar las experiencias, Verónica Kaufmann relata y reflexiona acerca de una serie de iniciativas de carácter educativo que desbordan los formatos tradicionales. Destaca que estas modalidades se establecen como una oportunidad para revisar certezas y explorar alternativas que pongan en cuestión algunos de los rasgos que constituyen la forma escolar. Tanto el artículo de Laura Santillán como el de Nancy Mateos analizan los vínculos y la participación de las familias en la educación infantil. Sobre la base de una investigación antropológica desarrollada en el marco de la UBA y el CONICET, Santillán se adentra en las expectativas y relaciones que enlazan instituciones, indagando en las visiones y en los cambios que expresa cada una. Afirma que a pesar del amplio abanico de interlocutores que se ponen en contacto y de la extensión de derechos sancionados en las leyes, maestras y educadores sostienen la naturalidad de la familia nuclear y de la consanguineidad, como parámetros de referencia para pensar en modelos ideales. Nancy Mateos hace un recorrido histórico por las diferentes políticas de Estado dirigidas a la primera infancia y destaca las iniciativas que reúnen Ministerios, hacen lugar a modalidades "alternativas" y trabajan, con la participación de diferentes actores sociales, en programas y proyectos que promueven el fortalecimiento de las familias en la crianza y educación de sus hijos.
Entre las líneas que se ponen en tensión y que forman parte de las discusiones que suman a la construcción de nuevas visiones, las autoras analizan la marcada tendencia social a pensar en el "bien" de los niños en términos dicotómicos, que tiene un origen histórico (del que dan cuenta) y que dejó una huella en la conformación del sentido común más difundido socialmente. Así, se cuestionan oposiciones que enfrentan la asistencia y la educación, la responsabilidad del Estado y la de los grupos familiares que dividen las funciones entre la educación y el cuidado, las representaciones que catalogan a los grupos familiares como bien o mal constituidos, presentes y ausentes, los que se ocupan o se desentienden. Frente a estas clasificaciones, aportan la mirada que pone en evidencia la diversidad, quiebran los parámetros que hacen juicios de valor, que estigmatizan, y producen un corrimiento que favorece otros enfoques. Los argumentos nos llevan a pensar otros entramados posibles para los niños, a contemplar los grupos familiares en su carácter de modos de organización política y social, por ende no naturales y mucho menos universales.
En la línea de desarmar supuestos que están instalados como certezas, examinan la repercusión que las ideologías de la escolarización han tenido en las concepciones acerca de qué conocimientos "deben" transmitir las instituciones y la consecuente incidencia de estas perspectivas sobre la experiencia educativa legitimada a través de los diversos proyectos políticos sostenidos en nuestro país. También cuestionan las prácticas pedagógicas saturadas de un registro normalizador del desarrollo infantil que en la medida en que se deslizan hacia la prescripción de verdades universales, desconocen el necesario reconocimiento y valoración de las diferencias. Otros ejes de discusión llaman a extender lo pensable en relación con los jardines como única política educativa y a revisar la homologación entre educación inicial y formato escolar (con sus implicancias en términos de reglas, horarios de funcionamiento, organización del espacio, agrupamientos por edades homogéneas, regularidad en la asistencia, verticalidad en la toma de decisiones, entre otras).
También resulta controvertido el supuesto que sostiene que para promover la ampliación de oportunidades educativas para los pequeños es necesario extender la obligatoriedad, incorporando más niños a los jardines y a edades más tempranas. Varias autoras observan que es necesario revisar estas lógicas. La crianza, el cuidado, la educación, la enseñanza, son conceptos susceptibles de profusas interpretaciones en función de los paradigmas que se ponen en juego. En ese sentido, el riesgo se orienta a las interpretaciones que pueden hacerse en nombre de las libertades individuales a las que apela el neoliberalismo y que se utilizan como argumento para desentenderse de la responsabilidad del Estado. Otro peligro es que el Estado asuma la responsabilidad pero desde una perspectiva que lejos de desarrollar el universo cultural de los chicos, los someta a la reproducción de estereotipos que van de la mano de un agudo empobrecimiento y los inducen a la exclusión bajo formatos que deslumbran por su maquillaje, pero que en definitiva están muy lejos de la justicia distributiva. En la lectura de la realidad educativa, cada una de las autoras asume una posición que ofrece numerosos argumentos para estar advertidos frente a posibles amenazas que avancen en la línea de la banalización o la pérdida de derechos adquiridos.

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