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Propuesta educativa

On-line version ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.47 Ciudad Autonoma de Buenos Aires May 2017

 

RESEÑA DE LIBRO

La educación de la clase alta argentina. Entre la herencia y el mérito
GESSAGHI, Victoria La educación de la clase alta argentina. Entre la herencia y el mérito. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2016. 272 págs.

 

Mirian Martín Lorenzatti*

Lic. y Prof. en Sociología, Universidad Nacional de La Plata; Doctoranda de la Universidad de Buenos Aires en el área de Ciencias de la Educación. Becaria Doctoral CONICET con lugar de trabajo en el Instituto para el Estudio de la Educación, el Lenguaje y la Sociedad de la Universidad Nacional de La Pampa. E-mail: mmartinlorenzatti@gmail.com

La autora presenta en este libro la investigación que realizó en el marco de su tesis de Doctorado en el área de Antropología en la Universidad de Buenos Aires, bajo la dirección de Guillermina Tiramonti y la co-dirección de María Rosa Neufeld. Es una publicación que integra la serie Educación y Sociedad, dirigida por Emilio Tenti Fanfani y publicada por Siglo XXI.
Interesada en indagar sobre la desigualdad educativa, pero atendiendo específicamente a las experiencias formativas de los sectores más privilegiados, la antropóloga Victoria Gessaghi se embarcó en el año 2007 en una etnografía sobre las familias tradicionales ubicadas en la ciudad de Buenos Aires y parte de la provincia de Buenos Aires. "La educación de la clase alta argentina. Entre la herencia y el mérito", publicada en el año 2016, describe y analiza el trabajo de formación de la clase alta y el rol que cumple la educación, entendida en un sentido amplio que incluye y a la vez trasciende la escolarización, en ese arduo proceso signado por la experiencia igualitaria de nuestro país1. El libro, cuya escritura apela en buena medida al uso de la primera persona y a la transcripción de fragmentos de entrevistas, comienza con las dificultades que tuvo la autora para delimitar el objeto de su investigación. Lo que al comienzo parece una anécdota, será central para dimensionar la perspectiva etnográfica adoptada y desandar sobre la reflexividad de la investigadora y de los miembros de la clase alta. Es decir, centrada en las perspectivas de los actores, Gessaghi cuenta como cambió el rumbo de su trabajo a partir de que un diplomático de renombre le dijera que "Franco Macri no pertenecía a la clase alta". Esto hizo que se introdujera finalmente en una trama discursiva que identifica a la clase alta con las grandes familias, incluso más allá de la riqueza material. A partir de allí, su preocupación fue acercarse a las formas en que los sujetos participan en las luchas por la definición de esta clase y reconstruir, siguiendo a Bourdieu (1985), su trabajo de formación, es decir, el trabajo de representación que realizan los sujetos por imponer su perspectiva acerca de la posición que ocupan. Con ese propósito entrevistó a más de sesenta personas, realizó observaciones en una diversidad de situaciones y recabó material documentado (estadísticas, diarios, memorias familiares, guías sociales y genealógicas, libros de fotografías).
Enmarcada en la tradición de la etnografía educativa latinoamericana, así como en una sociología de la educación que, interesada por la fragmentación del sistema educativo, indaga sobre las trayectorias educativas de las élites, la autora
introduce la pregunta por la educación. En efecto, qué hace la educación por la clase alta, en un país donde la escuela ha sido concebida a lo largo de su historia como un gran igualador. En este sentido, Gessaghi asume que la tradición pública y gratuita, así como la imposibilidad de conformar un sistema dual para separar trayectos formativos, conllevaron a la no correspondencia entre carrera educativa y posiciones de privilegio. Por lo tanto, la respuesta habrá que buscarla en la conformación de circuitos diferenciados y en los sentidos y usos que adquiere la escuela para estas grandes familias.
En el capítulo uno indaga sobre el trabajo de formación de la clase alta. Sin concebirla como derivada del ingreso, el propósito es deconstruir la clase alta en tanto categoría nativa y comprender cómo los sujetos negocian las fronteras porosas y cambiantes de dicho grupo. En esa dirección, los apellidos aparecen como el primer signo de pertenencia, en cuanto remiten a quienes construyeron el país y condensan sentidos asociados a las élites terratenientes y a la estancia como centro de la vida económica y social del país. Los lazos de parentescos operan entonces como vector de transmisión de bienes, prestigio y relaciones derivadas de un capital que no es sólo económico, y que se asocia a un ideal patricio. Como correlato, la memoria genealógica consolida la pertenencia a una "gran familia argentina", unida por relaciones de interconocimiento e interreconocimiento que deben reproducirse continuamente y de las cuales el conflicto no está exento. Paralelamente, la disposición corporal, así como las formas de hablar y de vestir, refuerzan el trabajo de producción de la clase alta. Pues, operan como un modo sutil (que incluso se racializa) de reconocimiento de pertenencia, tanto para quienes son parte de ella, como para quienes no. Aquí, la descripción que hace la investigadora acerca de sus emociones durante el trabajo de campo no sólo evidencia lo que plantea, permite además dimensionar la violencia simbólica que produce la desigualdad. En el capítulo dos la autora muestra que la exclusividad de las escuelas elegidas por las familias tradicionales, a diferencia de otros fragmentos de élite, no deriva del costo ni de la excelencia de su formación académica. Por el contrario, la escuela ejerce el poder de nominar a las grandes familias, no a través del otorgamiento de credenciales educativas sino mediante la inclusión de los sujetos en una red de relaciones. El paralelismo establecido entre la membresía al colegio con la admisión del Jockey Club ofrece pruebas de ello y demuestra porqué la escuela también conforma un espacio de socialización para los adultos, de vital importancia sobre todo para quienes gozan de menor trayectoria en la case alta. La elección de escuelas tradicionales, en detrimento de las de excelencia, se explica entonces por el capital simbólico que estas generan y a partir del cual la clase alta disputa espacios de privilegio. Lo que lleva a la autora a afirmar que la escuela no reproduce la clase, sino que participa activamente de su producción, en la medida en que suscita prácticas que promueven la integración, reconstitución o transformación de la clase alta en el tiempo.
Para profundizar más en la relación entre educación y reproducción social, Gessaghi analiza en el capítulo tres los sentidos que los sujetos construyen en torno a su propia educación y a la de sus hijos. Encuentra que los entrevistados enfatizan en la experiencia escolar y en las actividades de socialización vinculadas a ella, en cuanto les posibilita "ser conocidos" y formarse en ciertos valores. No obstante, estos sentidos varían cuando claudican los soportes que otorgan los lazos familiares y sociales para el desarrollo de las actividades económicas. Es decir, para quienes ya no cuentan con la socialización familiar como espacio de relaciones que permite la reproducción de sus condiciones materiales (privilegiadas) de vida, la educación y la formación escolar recupera todo su potencial estratégico. El capítulo cuatro ahonda en lo que la autora llama democratización segregadora y en las apropiaciones que realizó la clase alta al interior del sistema educativo. Según Gessaghi la articulación entre segregación urbana, algunas tradiciones formativas -como la educación religiosa, la asistencia a internados o el estudio con las maestras inglesas-y la falta de políticas educativas que contrarrestaran esas iniciativas derivó en la configuración temprana de un espacio de socialización característico para estas familias. Al respecto, argumenta que el estado, aun cuando no haya promovido un sistema de formación dual, no desalentó la conformación de esos circuitos diferenciados.
Los capítulos cinco y seis se centran en la dimensión moral asociada al trabajo de formación de la clase alta. Aquí documenta los cambios operados en los criterios de legitimación, conforme a las transformaciones en el modo de producción y a la racionalidad hegemónica vigente. En efecto, el parentesco como criterio de legitimación social se ve disputado ahora por otro principio de distinción social: el mérito.
El valor de la cultura heredada, del apellido familiar y del refinamiento es contrapuesto al valor de lo adquirido en la libre competencia de sujetos iguales. Así es como las nuevas generaciones deben "profesionalizarse" y probarse como herederos meritorios, al tiempo que sus logros individuales reafirman las cualidades del grupo. Por otra parte, Gessaghi recalca que los herederos "se hacen profesionales" al participar de un mundo competitivo, aunque eso no se traduzca en mérito escolar puesto que la profesionalización, si bien implica educarse, se producen en el ámbito de la familia. Finalmente, la autora abordará una heterogeneidad de prácticas y recursos simbólicos involucrados en la producción social del discurso moral del privilegio. Referirá para ello a los procesos de "ennoblecimiento" en tanto producción de sujetos "moralmente superiores" así como a otros criterios morales de distinción, tales como la "austeridad", la "sencillez" o la "solidaridad" y al lugar de la escuela en su producción.
En síntesis, Gessaghi responde a todos los interrogantes que plantea apelando a un intenso trabajo empírico en combinación con un nutrido y variado soporte teórico. En este sentido, además de las esperables contribuciones a la antropología y sociología de la educación, esta investigación constituye un valioso aporte para los estudios de las élites y la antropología de las moralidades.
Y es, además, un excelente trabajo para aquellos que quieran indagar en el uso del enfoque etnográfico.
Por otra parte, la autora advierte que los procesos analizados varían cuando se trata de las mujeres.
Al respecto, los relatos acerca de la participación política de las mujeres de la clase alta, el desclasamiento, así como la responsabilidad que asumen en la reproducción de la clase, son sólo algunos de los elementos que este libro ofrece a los estudios de género. Por último, en cuanto revela el carácter relacional e histórico del trabajo de producción de la clase alta, es de lectura casi obligada para quienes, atendiendo a los sectores más desfavorecidos, indagan sobre la desigualdad educativa.

Notas

1 "Clase alta", "grandes familias" o "familias tradicionales" son categorías nativas y como tales deberían ir entre comillas, aunque en adelante se prescinda de ellas.

Bibliografía

1. Bourdieu, P. (1985), Respuestas por una antropología reflexiva, México, Grijalbo.         [ Links ]

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