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Propuesta educativa

versión On-line ISSN 1995-7785

Propuesta educativa (Online)  no.49 Ciudad Autonoma de Buenos Aires mayo 2018

 

DOSSIER

Introducción

 

Nancy Montes*

* Lic. en Sociología y Especialista en técnicas de medición de indicadores sociales y demográficos, Universidad de Buenos Aires; Investigadora del Área de Educación, FLACSO Argentina. E-mail: nmontes@flacso.org.ar

Las medidas de la educación

Caracterizar cuantitativamente fenómenos sociales y educativos implica siempre la definición de criterios estrictos para dar cuenta de dimensiones conceptuales complejas. Los procesos de operacionalización involucrados suelen requerir discusiones e intercambios entre especialistas e investigadores/as que permitan construir consensos intersubjetivos que atiendan a diferentes lógicas, tradiciones, perspectivas de análisis, toda vez que no es automático ni unívoco asociar un valor a un fenómeno o a una condición. Este proceso de definición y de jerarquización de dimensiones implica de suyo acotarde modo arbitrario y discutible esa complejidad y establecer niveles también opinables de ponderación de los aspectos seleccionados.
Desigualdad, condiciones de vulnerabilidad, acceso a la educación, trayectorias escolares, calidad educativa, educación superior, financiamiento de la educación, carrera docente, son algunos de los tópicos pasibles de ser alcanzados por estrategias de cuantificación. En rigor, cualquier objeto puede ser medido, si consideramos que medir es comparar y que pueden establecerse criterios de orden, de tamaño, de escala: la vida, los cuerpos, los sentimientos son también alcanzados por mediciones de diferente tipo. Sin embargo, aunque estamos rodeados de modo cotidiano por diferentes sistemas de medición solemos desconfiar de todo lo que se representa de modo numérico. Esta desconfianza no es únicamente atributo de quienes no están habituados al uso de información o de datos estadísticos, sino también de quienes están a cargo de áreas que producen información o de ámbitos estatales vinculados a estas elaboraciones, también allí se constatan diferentes niveles de sospecha sobre las estadísticas públicas. En ocasiones, esa sospecha está asociada a la idea de utilidad (o de su ausencia) para la toma de decisiones y/o para la delimitación de intervenciones posibles. Un informe elaborado por PREAL sobre el uso e impacto de la información educativa en la región en el año 2005, afirmaba en su introducción: “Pareciera que en América Latina se ha pensado más en qué tipo de información recoger y cómo hacerlo que en cómo se podría utilizar esta información para el mejoramiento de los sistemas” (Cueto, 2005: pág.20).
Este dossier presenta cuatro trabajos de especialistas con trayectoria en la medición de aspectos sustantivos de la educación que reflexionan sobre la construcción de espacios de producción de información, la elaboración de índices, sus potencialidades y limitaciones y algunas problemáticas asociadas al uso y divulgación de estas medidas. Todos los trabajos toman tópicos relevantes para la agenda social y educativa, al mismo tiempo que dan cuenta de la complejidad de los procesos involucrados en las mediciones que analizan y proponen. En este sentido, el dossier tiene un valor heurístico que interesa destacar.
Los/as autores que integran esta colección han estado o están vinculados a áreas estatales de producción de información y a organismos regionales e internacionales que generan propuestas de medición en temas sensibles como el financiamiento de la educación, la pobreza y su multidimensionalidad, la calidad de la educación, la obligatoriedad de nivel de enseñanza secundaria y la educación superior en los países de Iberoamérica. A las preocupaciones teóricas
han estado asociados esquemas de intervención y propuestas de análisis para el tratamiento de los objetos con los que han estado trabajando.
En el artículo que abre el dossier Alejandro Morduchowicz se pregunta:

“… ¿Es posible enseñar a leer e interpretar los indicadores educativos?...La inquietud se deriva de la constatación de un déficit frecuente en la región: a pesar de los progresos realizados en la disponibilidad de estadísticas sectoriales, escasean analistas que las utilicen para conocer y diagnosticar sus sistemas educativos. El problema se agudiza cuando se percibe que los propios gobernantesacuden poco o nada a ellaspara sustentar sus políticas, ni siquiera para defenderlas de sus críticos. A priori, parece más desafiante construir los sistemas de información que aprovecharlos; sin embargo, el esfuerzo para explotarlos ha sido, sino nulo, bastante pobre…”

En los últimos años se incrementó la profesionalización de los equipos que integran los ámbitos estatales y la especialización de quienes están a cargo de las cátedras y de los equipos de investigación en universidades y centros de investigación. Sin embargo, hay todavía una asignatura pendiente en la formación de grado y de posgrado en relación a la enseñanza de técnicas de análisis y procedimientos estadísticos que seguramente ayuda a reforzar la preferencia por los modos de análisis más cualitativos y la ajenidad respecto de las fuentes secundarias. Otros factores como la falta de disponibilidad de bases o de series estadísticas, o la dificultad para tener acceso a estos recursos también pueden explicar la baja producción de artículos, tesis y análisis que recurran a indicadores e índices para dar cuenta de problemas y de cursos de acción. El artículo de Diego Born tiene una estructura didáctica ya que plantea las decisiones involucradas para caracterizar tres superficies sociales diferentes: territorios, instituciones y personas; también presenta las fuentes de información disponibles para describir y analizar las condiciones de vida. En el año 2006 la Ley Nacional de Educación estableció en el artículo 95 que el origen socioeconómico de los estudiantes debía ser objeto de indagación de los relevamientos de información y de evaluación desarrollados por los sistemas educativos. Poco hemos avanzado en esa dirección, considerando su relevancia para la definición de poblaciones que deben ser alcanzadas por políticas específicas que tiendan a la disminución de las desigualdades y a la provisión de recursos de modo direccionado. No obstante, se han desarrollado algunas herramientas que acercan recursos para identificar áreas vulnerabilizadas, como el índice que allí se presenta, requerimientoque también ha sido albergada en los operativos de evaluación realizados en los últimos años.
Señalábamos más arriba el valor heurístico del dossier. El artículo de Martín Scasso propone fórmulas originales para dar cuenta de los avances en la terminalidad del nivel secundario. Una serie de tiempo de varios años y la comparación entre diferentes fuentes y universos permiten componer la tendencia de los cambios impulsados en los últimos años en torno a esta meta que es social y educativa, en tanto la investigación ya probó la asociación entre completar esta escolaridad y reducir los niveles de exposición a la pobreza y los beneficios que también impactan en la salud reproductiva y en el bienestar emocional y cognitivo. Otras preguntas también recorren este trabajo, aquellas relativas a los formatos que hoy componen el mapa de la educación secundaria y la persistencia de la desigualdad.
Por último, el artículo de Mario Albornoz, Rodolfo Barrere y Laura Osorio despliega el camino recorrido desde ámbitos supranacionales para la conformación de una red de espacios estatales y especialistas que, bajo la coordinación de organismos de cooperación y de producción de información estadística como son la Organización de Estados Iberoamericanos y UNESCO, han elaborado un manual consensuado con un conjunto muy robusto de indicadores para describir la educación superior de los países de Iberoamérica a partir de los datos disponibles y considerando las dinámicas específicas de este subsistema que requieren visibilización. En un período de tres años la red IndiCES convocó a esta tarea, elaboró el Manual de Lima y puso en disponibilidad la información producida por los países en base a las metodologías consensuadas. Las principales dimensiones que interesa destacar de la educación superior están allí referidas. A partir del diagnóstico de la heterogeneidad de sistemas y de la ausencia de datos normalizados, se gestó esta iniciativa, producto de la experiencia de trabajo de los/as autores en la elaboración de procedimientos de construcción de datos para medir la producción científica. La descripción de este proceso de trabajo abre puertas para avanzar en esa dirección en los ámbitos en los que aún resta disponibilizar los recursos existentes o generar los que aún no se han desarrollado.
Hace 30 años se elaboró desde el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación, con apoyo de PNUD un conjunto de materiales que sentaron las bases de muchas de las acciones de reconstrucción de las capacidades estatales que se llevaron a cabo en las décadas subsiguientes y que aún arman una agenda de trabajo cada vez que vuelven a ser releídos. El “Prediagnóstico del sistema de información educativa” fue uno de ellos, a cargo de Alicia Bertoni. En su introducción decía Juan Carlos Tedesco: “La obligación de informar, que caracteriza a toda gestión democrática, sólo es posible si se diseñan los instrumentos y se capacita para su utilización” (Bertoni, 1988: VI). En esa dirección pretende contribuir este dossier.

Bibliografía

1. Bertoni, A. (1988), “Prediagnóstico del sistema de información educativa”. Estudios y documentos Nro 3. Buenos Aires, Ministerio de Educación y Justicia.

2. Cueto, S. (2005), Uso e impacto de la información educativa en América Latina. Santiago de Chile, PREAL.         [ Links ]

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