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Revista argentina de cirugía

versión impresa ISSN 2250-639Xversión On-line ISSN 2250-639X

Rev. argent. cir. vol.106 no.4 Cap. Fed. dic. 2014

 

Editorial

 

In memoriam: Dr. Alejandro S. Oría

Juan E. Álvarez Rodríguez

El Dr. Alejandro Salvador Oría nació el 26 de septembre de 1944 en la ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia culta, intelectual y enraizada en lo más granado de la sociedad porteña. Su abuelo paterno fue el primer juez de paz en la ciudad de Azul, Provincia de Buenos Aires, y su padre, también abogado, fue po-lítco, candidato a Vicepresidente de la República, embajador argentino en Japón y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas. Con esta impronta familiar forjó desde pequeño su vocación por la ciencia y la cultura. Cursó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Cardenal Newman, del que recibió una sólida formación escolar y cristana, así como el incentvo para la práctca del deporte: el rugby y el tenis fueron sus actvidades preferidas.

A diferencia de su hermano mayor, Jorge Oría, abogado y medalla de oro de su promoción, Alejandro eligió ser médico, tal vez infuenciado por su to materno, Jorge Herbin, clínico y casualmente médico del Hospital Dr. Cosme Argerich. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires y se graduó en 1968 con Diploma de Honor. Luego ingresó como Residente en el Servicio de Cirugía del Hospital Argerich a cargo del Profesor Andrés Santas, por entonces también Decano de la Facultad de Medicina y uno de los creadores del Sistema de Residencias Médicas en nuestro país. Este Servicio, junto con el de los profesores Mario Brea en el Hospital de Clínicas y Jorge Manrique en el actual HIGA Eva Perón de la localidad de San Martin, integraba la terna más calificada de residencias en cirugía del área metropolitana. Fue Residente, Jefe e Instructor de Residentes, y completó su formación quirúrgica en París, luego de ganar en 1974 el concurso como Residente Extranjero en el Servicio de Cirugía del Hôpital Louis

Director de la

Revista Argentina de Cirugía

Julio de 2010 - Noviembre de 2014

Mourier, a cargo del Prof. Jean Nöel Maillard. A su regreso, se incorporó como Médico de Planta en Cirugía del Hospital Argerich y luego del Hospital Durand, bajo la jefatura del Prof. Clemente Morel, para radicarse f-nalmente en el Hospital Argerich y ganar el concurso de Jefe de la División Cirugía General, cargo que ejerció hasta su jubilación en agosto de 2010.

La carrera médica de Alejandro Oría no fue solo asistencial, sino que incursionó con éxito en las facetas docentes y académicas. Fue Docente Autorizado de Cirugía con una tesis de doctorado sobresaliente en la Universidad de Buenos Aires ttulada: La esofagoplasta izquierda en la paliación del cáncer de esófago. Asimismo se desempeñó como Profesor Adjunto y Profesor Titular de Cirugía. Partcipó en diversas sociedades cientficas y alcanzó la presidencia de la Sociedad Argentina de Gastroenterolo-gía, la Sociedad Argentina de Cirugía y la Academia Argentina de Cirugía, para culminar en el sital más encumbrado para un médico que es el de Miembro de número de la Academia Nacional de Medicina. De igual modo ha trascendido, dentro y fuera del país, como miembro de la Academia Nacional de Córdoba y de la Academia de Ciencias de Nueva York. Fue autor de numerosos trabajos cientficos publicados en nuestro medio y en revistas internacionales con referato. De estos últmos vale mencionar el trabajo prospect-vo aleatorizado "Early Endoscopic Interventon Versus Early Conservatve Management in Patents With Acute Gallstone Pancreatts and Biliopancreatc Obstructon. A Randomized Clinical Trial", publicado en Annals of Surgery en 2007, y calificado como un "landmark" por Andrew Warshaw, Jefe de Cirugía del Massachussets General Hospital de Boston.

En cuanto a la patología quirúrgica, el Dr. Oría dedicó partcular atención al estudio y tratamiento de las enfermedades pancreátcas. Sus numerosos trabajos y conferencias revolucionaron la interpretación f-siopatológica y la conducta terapéutca en nuestro medio, sobre la pancreatts aguda biliar. Podemos decir, en este sentdo, que su intervención fjó un antes y un después frente a un proceso que es motvo de permanente interés para cirujanos y gastroenterólogos. Del mismo modo, abordó la patología tumoral y las diferentes intervenciones quirúrgicas sobre el páncreas, transformando el Servicio de Cirugía del Hospital Argerich en un centro de referencia nacional para esta patología. A modo de ejemplo, la serie de tumores quístcos del páncreas que lograron acumular el Dr. Oría y su equipo es todavía una de las más importantes en el mundo occidental.

Gracias a su intervención, el Servicio de Cirugía del Hospital Argerich recibió, en 1986, la donación del primer ecógrafo del hospital. Esta adquisición no fue un hecho casual, sino el resultado de su gestón personal al advertr la importancia de las imágenes en el desarrollo de la cirugía. A partr de entonces, y mucho antes de que llegara el primer tomógrafo computarizado, los cirujanos pudimos familiarizarnos con las imágenes seccionales del abdomen y aplicar esta tecnología con fnes diagnóstcos y terapéutcos. Se abrió entonces un mundo nuevo al alcance de nuestros ojos al que pudimos acceder y explorar las 24 horas del día. Logramos iniciarnos en práctcas intervencionistas ecoguiadas y desarrollar trabajos de investgación clínica. Tal vez algunos recuerden aún, las publicaciones sobre el proceso de migración litásica transpapilar, monitorizado y documentado en tempo real por ecografa, que fue publicado en el ámbito nacional en la Revista Argentina de Cirugía y, en el internacional, en la revista Pancreas. Desde el punto de vista profesional lo distinguieron dos cualidades: la brillantez intelectual y la oratoria. Todos aquellos que compartmos años de trabajo con él fuimos testgos de su increíble facilidad para orientarse en la búsqueda de la verdad en medicina. La habilidad para bucear en la literatura médica con espíritu crítco, la capacidad de observación y el rigor cientfico como investgador le permiteron distinguir lo verdadero de lo falso, aportando conceptos y visiones nuevas sobre viejos problemas.

El Dr. Oría no solo demostró inteligencia para investgar y darse cuenta, sino que fue un comunicador excelente. Dueño de una oratoria magistral, sorprendía y generaba admiración en cada una de sus exposiciones. Con la misma solvencia que en cirugía y dando muestras de una cultura general envidiable, combinaba versación, originalidad y humor, al abordar temas hu-manístcos, de educación médica o simplemente reseñar la fgura de un colega desaparecido.

Otra faceta humana para destacar en él es la generosidad. Con total desinterés y sin recelo alguno, compartó con sus colaboradores todas las ideas y líneas de investgación sobre enfermedades biliopan-creátcas que generó en su prolífica trayectoria como cirujano. Se convirtó así en el líder natural de pares y discípulos, a quienes orientó con el ejemplo en la formación y el desarrollo académico.

Más allá de la medicina, Alejandro Oría fue un gran conocedor de la literatura, el arte, y fundamentalmente un apasionado por la música clásica. Admirador de W. A. Mozart, no solo coleccionó sus obras en numerosas versiones de diferentes intérpretes, sino que integró, como miembro, el Mozarteum Argentino.

Finalmente, su vocación por la ciencia, el arte y la cultura no le impidió desarrollar una actva vida social y familiar en nuestra comunidad. Casado con Inés Kalledey, tuvo cuatro hijos: Alejandro, Esteban, Francisco e Inés, de los cuales esta últma, no por casualidad y por ser la única mujer, eligió la carrera de medicina.

Por un raro capricho del destino, en febrero de 2013 se le detectó una lesión maligna e irresecable del cuerpo calloso, que terminó con su vida veinte meses más tarde. Y decimos capricho, pues resulta paradójico que justamente en él se lesionara la capacidad intelectual. Solo el incondicional apoyo de su familia, como el de los amigos más íntmos, pudo aliviar la transición en esa etapa fnal.

Para nuestra generación, para alguna que nos precedió y para varias que nos sucedan, la fgura de Alejandro Oría perdurará siempre en nuestro recuerdo como un ejemplo para imitar. La cirugía argentina ha perdido con él uno de los cirujanos más destacados de la segunda mitad del siglo XX.

Juan E. Álvarez Rodríguez

Editorial

Tiroidectomía total en el hipertroidismo

Osvaldo González Aguilar1

El hipertroidismo ha dejado de ser, desde hace décadas, una enfermedad de exclusivo tratamiento quirúrgico. Es decir que, bajo su forma más común de Graves-Basedow, puede ser manejada exitosamente de diferentes formas: yodo radiactvo, fármacos antt-roideos o cirugía.

La decisión debe ser objeto de discusión entre el clínico y el paciente a la luz de sus expectatvas familiares, sociales y laborales.

La cirugía está expresamente indicada en bocios difusos, subesternales, compresivos, > 80 g, con poca captación de yodo, asociados a hiperparatroidis-mo, grandes nódulos hipofuncionantes o sospechosos de malignidad; para mujeres interesadas en embarazarse en los próximos 4 a 6 meses y pacientes refractarios a dosis sucesivas deI radiactvo. Pero la cirugía tene también sus contraindicaciones. Los enfermos en mal estado general, que padecen enfisema pulmonar crónico o enfermedades neoplásicas terminales no son buenos candidatos para la cirugía. El embarazo, en cambio, es una contraindicación relatva cuando no pueden usarse fármacos anttroideos y es urgente revertr el cuadro de hipertroidismo. En ese caso, debe evitarse el 1er trimestre y diferir la cirugía, en lo posible, para el fnal del 2o trimestre, momento en el cual las posibilidades teratogénicas de las drogas anestésicas desaparecen. A pesar de todo, hay enfermos que preferen la cirugía antes que otro tratamiento, por el temor que les representa la ingesta de yodo radiactvo o los efectos secundarios de las drogas anttroideas.

La troidectomía total o casi total asegura la curación casi defnitva de la enfermedad, ya que elimina todo el tejido enfermo del cuello, disminuyendo la tasa de recurrencias que, según diferentes series, varía entre 0 y 8%, aunque esmayor en la últma. Por lo tanto, la troidectomía total es la 1a opción en el tratamiento quirúrgico del hipertroidismo, dado que disminuye también el riesgo de cáncer que llega al 2% en hiper-troidismo; la ofalmopata hipertroidea si existe y el hipotroidismo residual son fácilmente controlables.

La presencia de nódulos debe ser evaluada previamente mediante punción citológica con aguja fna y toda lesión -cualquiera fuera su grado de Bethes-da- debe ser congelada en el acto operatorio, más allá de que la troidectomía total resuelva por igual una y otra patología. Como contrapartda, la troidectomía subtotal tene altas tasas de recaídas y nuevas cirugías ponen al enfermo en riesgo de secuelas dos a tres veces mayor.

Sin embargo, la cirugía es de complejidad y, junto a las recurrencias y las troidits, una de las de mayor riesgo de secuelas hipocalcémicas, recurrenciales, de la rama externa del laríngeo superior y hematomas. Esto la convierte en una cirugía dificil y, por lo tanto, debe ser encarada por cirujanos conalto número de t-roidectomías realizadas. Es requisito que los enfermos lleguen eutroideos a la cirugía y con solución de yoduro de potasio o yodo inorgánico previo, a razón de 5 a 7 gotas, o solución saturada de yoduro de potasio 1 a 2 gotas en agua, 3 veces al día durante 10 días, a fn de disminuir el fujo sanguíneo de la glándula en el acto operatorio. Si por necesidad fuera de urgencia, serán adecuadamente tratados con betabloqueantes y eventual uso de cortcoides en el preoperatorio inmediato. El anestesiólogo debe tener experiencia al respecto, dado que la crisis trotóxica se produce por la anestesia, el estrés quirúrgico y el manoseo de la glándula. En ese caso, es fundamental el rápido reconocimiento del cuadro, para tratarlo con bloqueantes betaadrenérgicos, fármacos anttroideos, yodo inorgánico, cortcoides, enfriamiento y reanimación cardiorrespiratoria en una Unidad de Cuidados Intensivos.

El posoperatorio es tan importante como el acto quirúrgico. Exige un riguroso control de las secuelas, en especial la hipocalcemia. Para ello, el dosaje de calcio total y iónico a las 6 y 12 horas de concluida la operación es un procedimiento económico y al alcance de cualquier Centro, lo que permite externar pacientes asintomátcos con niveles ≥7,8 mg/dL. Si se cuenta con dosaje de parathormona (PTH) intacta, los valores po-soperatorios inmediatos <10-15 pg/dL son predictvos de hipoparatroidismo y requieren suplementar con calcio y vitamina D. Un porcentaje muy bajo no logra mantener su calcemia de la manera indicada. Para estos casos, recientemente la FDA ha aprobado natpara en una inyección diaria con buen éxito.

En síntesis, la suma de un buen diagnóstco más una delicada cirugía más un cuidadoso posopera-torio es la fórmula del éxito para tratar quirúrgicamente el hipertroidismo.

1. Profesor Titular Consulto de Cirugía. Universidad de Buenos Aires (UBA) Director de la Carrera Universitaria de Especialistas en Cirugía de

Cabeza y Cuello. UBA

1. Falco JE, De La Fuente M, Otero A, Dip F, Montesinos MR. hipertroidismo. Rev Argent Cirug. 2014;106(4):212-6.

Tumores estromales del tracto gastrointestinal (GIST)

Alfredo P. Fernández Marty1

Los tumores estromales (GIST) son los tumores del mesénquima más frecuentes del tracto gastro-intestinal. Los pequeños de solo unos pocos milímetros son comunes en la población general adulta.

El aumento en el número en su diagnóstco probablemente se deba a un mayor conocimiento y a una mejora en los estudios histopatológicos. Es frecuente detectarlos de manera imprevista y también en las autopsias.

En el aparato digestvo la localización más común es el estómago (60%), seguido por el intestino delgado (30%).

Su ubicación, tamaño y tpo de crecimiento (endoluminal, intramural y extraluminal o seroso) determinan los síntomas: los más comunes, en la ubicación gástrica, el sangrado por ulceración de la mucosa y el dolor inespecífico.

Su tamaño puede variar de pocos milímetros a grandes masas abdominales;ante la sospecha en la en-doscopia, hoy en día se impone la ecoendoscopia que precisa muy exactamente la capa de origen así como las característcas morfológicas que permiten diferenciarlos de otros tumores submucosos. La tomografa com-putarizada resulta imprescindible frente a las grandes masas.

La primera controversia surge acerca de la necesidad de biopsiar estos tumores. La punción con aguja fna bajo control ecoendoscópicoda lugar para muchos a una indicación, pero lo escaso del material y lo heterogéneo que puede ser el tumor hace que numerosos patólogos no puedan hacer el diagnóstco defnitvo.

Biopsiar bajo otros medios (percutáneo) tendría una contraindicación en la friabilidad y vascularización de estos tumores y en la importancia de conservar indemne su cápsula como factor pronóstco.

Ante esas razones, la biopsia preoperatoria puede no ser necesaria frente a tumores resecables fácilmente.

Sí, en cambio, resulta imprescindible en aquellos que por su ubicación y/o tamaño serían pasibles de tratamiento con drogas específicas antes del eventual abordaje quirúrgico.

El diagnóstco histológico e inmunohistoquími-co se hace basándose en que el 95% son positvos para el KIT CD 117 y con menor frecuencia para CD 34 (70% de positvidad). Existe un 5% de GIST KIT negatvos.

La segunda controversia que se plantea es la indicación quirúrgica para aquellos tumores pequeños y asintomátcos u oligosintomátcos. En general, existe consenso acerca de que a los pequeños, menores de 2 cm, solo se los debe observar.

La cirugía sigue siendo el pilar fundamental en el tratamiento de los GIST primarios sin evidencia de metástasis y se la acepta como tratamiento inicial si el tumor es resecable fácilmente con un riesgo aceptable.

Durante la laparotomía, las grandes masas abdominales resecables, por lo dicho anteriormente, deben resecarse sin biopsia previa ni intraoperatoria.

Los GIST deben manejarse con extremo cuidado para evitar su ruptura.

El objetvo quirúrgico es la resección completa con su pseudocápsula intacta, con márgenes negatvos; no es necesario el vaciamiento ganglionar. Las resecciones segmentarias o atpicas suelen, por lo tanto, ser frecuentes, en cambio no muestran ningún beneficio las resecciones anatómicas gástricas ni la linfadenectomía.

En ciertas circunstancias se puede necesitar una cirugía extensa, para algunas ubicaciones especiales; en el caso de los gástricos, aquellos que comprometan la unión esofagogástrica y/o deban incluir resecciones pancreátcas, se debe contemplar un enfoque multdisciplinario valorando los beneficios de una respuesta al tratamiento preoperatorio con imatinib o drogas similares que puedan reducir la masa tumoral. El papel del abordaje laparoscópico para la resección continúa expandiéndose. Es un procedimiento seguro y un abordaje razonable, pero debe regirse por los mismos principios de la cirugía laparotómica; es por ello que cobra fundamental importancia la experiencia del cirujano para la manipulación incruenta del tumor, así como en la extracción de la pieza con una bolsa protectora.

A veces el tamaño obliga a resecciones asist-das. Resulta de utlidad, en muchas ocasiones, la ayuda de la endoscopia intraoperatoria. Hay casos de resecciones endoscópicas asistdas por la laparoscopia. El abordaje laparoscópico redunda en beneficios asociados a una corta estadía hospitalaria y a una menor morbilidad.

Para determinar el pronóstco de estos pacientes es fundamental un excelente estudio anatomopa-tológico; la inmunohistoquímica, el número de mitosis cada 50 campos de gran aumento, eventualmente el Ki 67, la ubicación, el tamaño, los márgenes libres y la indemnidad del tumor son los factores que determinarán el pronóstco del paciente y el eventual tratamiento posquirúrgico con imatinib.

El trabajo encabezado por el Dr. Alfredo Ríos nos permite refexionar sobre lo expuesto.1

Lamentablemente no cuentan con el apoyo de la ecoendoscopia que les permitría presumir el diag-nóstco de GIST frente a otros tumores submucosos. También nos plantea el interrogante de qué acttud adoptar frente a un tumor asintomátco, hallazgo, menor de 2 cm, así como considerar el valor de la biopsia yor de 10 cm que obliga a una incisión importante para diagnóstca preoperatoria y en qué medida el contar su extracción segura.                        

El hecho de que el grupo de trabajo del Dr. Fiolo pecial aquellos de alto grado de malignidad, solo cabe haya podido mantener indemne la pseudocápsula del acotar que a pesar del R0 cabría esperar una recaída tumor habla del excelente manejo laparoscópico y que y plantear el tratamiento posoperatorio con imatinib este abordaje gana espacio en manos experimentadas. como lo proponen algunos grupos. Solo sería discutble esta vía en un tumor ma-1. Jefe Dto. Quirúrgico Hospital de Gastroenterología Director carrera de especialista en Cirugía Digestva. Universidad de Buenos Aires (UBA). Prof. Asoc. Cirugía. Universidad del Salvador (USAL)

Referencias bibliográficas

1. Ríos A, Boulin F, Pastorino M, Correa A, Fiolo FE. Resección laparoscópica de tumores de estroma gastrointestinal de estómago.

Editorial

 

Endoprótesis vasculares fenestradas

Carlos H. Timaran1

La reparación endovascular de los aneurismas aórtcos consttuye uno de los avances más notables y sobresalientes en la cirugía vascular. Desde 1991, cuando Parodi describió los primeros casos realizados en la ciudad de Buenos Aires, el avance de la terapia endo-vascular de aneurismas ha sido incesante y hoy en día existen opciones endovasculares para aneurismas de todas las zonas aórtcas. Los aneurismas de aorta abdominal infrarrenal y los de aorta descendente son tratados actualmente de forma rutinaria con terapias en-dovasculares. Las viejas controversias sobre el papel de la cirugía abierta han quedado atrás, incluso para pacientes jóvenes y de bajo riesgo, ya que los resultados a corto y largo plazo del tratamiento endovascular han sido más que demostrados. El problema radica en la selección de los pacientes. Como lo explican Schantzer y col. en su notable publicación, las fallas de la terapia endovascular ocurren principalmente cuando el cuello proximal es inadecuado. En este sentdo, el uso de en-doprótesis fenestradas consttuye el tratamiento ópt-mo para pacientes con aneurismas complejos y cuello inadecuado. El trabajo de Ferreira y col.1 en el presente ejemplar de la Revista Argentina de Cirugía demuestra cómo la reparación endovascular fenestrada es segura y eficaz en los casos de aneurismas complejos y yuxta-rrenales. Su contribución es también un testmonio de cómo es posible adoptar técnicas sofistcadas y complejas dentro de una práctca juiciosa y dedicada al manejo integral de la patología aórtca.

Aunque la reparación endovascular fenestra-da ha crecido enormemente en los últmos años, incluso en los Estados Unidos con la aprobación por la FDA (Food and Drug Administraton) de la primera endopró-tesis fenestrada en el año 2012, los interrogantes sobre su aplicabilidad y duración persisten. Recientemente, varias endoprótesis estándar, incluso algunas que llevan varios años en el mercado, han ganado aprobación para usarse en la reparación de aneurismas con cuellos cortos, incluso de menos de 10 mm, y anchos, de más de 28 mm. Sin embargo, la evidencia que justfica esta aprobación es débil y se basa en pequeñas series

Referencias bibliográficas

con seguimiento a corto plazo. En varias situaciones, la aprobación se ha basado en estudios de laboratorio en los que la fjación, fatgabilidad y duración se evaluaron in vitro. Si tenemos en cuenta los hallazgos de Schantzer y col., resulta claro que las fallas en casos de reparación endovascular con cuellos cortos o dilatados no se deben a la endoprótesis sino al progreso de la enfermedad. Es por lo tanto preocupante que prótesis similares a las evaluadas en el estudio de Schantzer sean ahora aprobadas para cuellos muy cortos o anchos. El cirujano vascular debe tener mucho cuidado en su uso, y evitar cuellos enfermos, los cuales pueden identficar-se muy fácilmente en las angiotomografas computari-zadas (angio-TC) actuales. El seguimiento de pacientes con cuellos cortos y anchos debe ser riguroso y a largo plazo para defnir la durabilidad y validez de las indicaciones de uso en cuellos de menos de 10 mm de largo o más de 28 mm de ancho. Varios estudios comparatvos, preferentemente aleatorizados, son necesarios para comparar la reparación endovacular con endoprótesis estándar vs. fenestradas. En este sentdo, las organizaciones cientficas de nuestros países deben tomar la vanguardia en el diseño de estos estudios que permitan defnir cuál de las terapias es en verdad eficaz y duradera. Quizá la ventaja sobresaliente de la endoprótesis fenestrada es que permite su fjación en una zona de la aorta que sea sana y libre de enfermedad. Obviamente, esta zona debe ser lo suficientemente larga, de dimensiones normales y sin evidencia de enfermedad para obtener resultados óptmos.

La durabilidad de la reparación debe defnirse en estudios prospectvos. El entrenamiento necesario para su ejecución, los costos y los efectos secundarios, tanto para la función renal como para la permeabilidad visceral, también deberían estudiarse para defnir las mejores condiciones de aplicabilidad. Por lo pronto, los resultados óptmos como los informados por Ferreira y col. son alentadores y muestran que esta tecnología ya es una realidad en la Argentina y en muchos países de Latinoamérica.

1. Chief, Endovascular Surgery

G. Patrick Claget Professor in Vascular Surgery Associate Professor of Surgery University of Texas Southwestern Medical Center

1. Ferreira LM, Escordamaglia S, Carnero L, La Mura RA. Tratamiento con endoprótesis fenestradas de aneurismas con anatomía compleja yuxtarrenal. Rev Argent Cirug 2014;106(4):228-32

Editorial

Centenario de la Primera Guerra Mundial: Homenaje a Pedro Chutró y Enrique Finochieto, cirujanos voluntarios argentinos en la contenda

Jorge Trainini1

El viernes 21 de noviembre de 2014 se realizó en París un homenaje a los cirujanos voluntarios argen-tinos Profesores Dres. Pedro Chutró y Enrique Fino-chieto, quienes actuaron en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

Al inicio de la contenda, Pedro Chutró se alistó en los servicios médicos aliados en el Hospital Militar anexo Bufon de París (Fig.1), de 700 camas, al mando del profesor Antonin Gosset. Posteriormente se unió a esta experiencia Enrique Finochieto. Al término de la confagración ambos recibieron distinciones honorí-ficas del gobierno francés y pasaron a integrar la Academia de Medicina de París. Finochieto se hizo cargo en dicha ciudad del Hospital Argentino Auxiliar 108 de Passy (Fig.2) con 150 camas (14, rue Jules Clarete), creado a iniciatva del embajador argentino en Francia, Marcelo Torcuato de Alvear, para asistr a los heridos de la Gran Guerra, y sostenido por las donaciones mensuales de argentinos residentes, según publica la edición del periódico Le Figaro del 26 de mayo de 1917. Allí recibió la Legión de Honor en mérito a su labor. Posteriormente, en marzo de 1919, Marcelo T. de Alvear solicitó al Decano de la Facultad de Medicina de Buenos Aires prolongar la estadía del cirujano argentino en Francia, aun cuando la contenda hubiese fnalizado, a través de este texto: "No ignora Ud. seguramente la brillante acción del Dr. Finochieto desde su llegada, los eminentes servicios que sus méritos profesionales han prestado al Hospital Argentino y así no extrañará que por la Secretaría de Sanidad Militar se le ruega prolongar por algún tempo su estadía en ésta, donde tan alto ha dejado el nombre del cuerpo médico argentino".

Este homenaje en el marco del recordatorio de la Primera Guerra Mundial contó con conferencias y un concierto de tango.

1. Director del Hospital Presidente Perón.

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