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Revista argentina de cirugía

versión impresa ISSN 2250-639Xversión On-line ISSN 2250-639X

Rev. argent. cir. vol.107 no.2 Cap. Fed. jun. 2015

 

Discursos

Discurso del Sr. Presidente entrante de la Academia Argentina de Cirugía1

Address by the new President of the Argentina Academy of Surgery

 

Miguel A. Ciardullo

Autoridades, Sres. Académicos, Señoras y Señores:

En primer lugar, quiero agradecer al Dr. Jorge Defelito, por su cálida presentación, inspirada, seguramente, en la amistad y el respeto que nos une.

El ser elegido presidente de la Academia Ar-gentina de Cirugía es la más alta distinción a la que puede aspirar un cirujano argentino. Agradezco el honor y la confanza conferida por la Comisión Directiva, el Consejo Consultivo y los Miembros Académicos por mi nominación.

Me acompañarán en la tarea, los académicos Julio Diez, Juan Pekolj, Francisco Matera, Manuel Montesinos, Favio Leiro, Ángel Minet, Lucas Mc Cormack y Javier Lendoire.

El solo hecho de recordar los nombres que me precedieron en la presidencia de esta Academia “que cumplirá 104 años” da la medida de esta enorme responsabilidad y distinción con que he sido honorado.

La cirugía es un arte, es un don, y aquellos que hemos tenido el privilegio de recibirlo debemos honrarlo.

En 1911, un grupo de cirujanos, convocados por Daniel Cranwell, comenzaron a reunirse con destacados cirujanos de la época, para estrechar vínculos y aprovechar el inmenso material y experiencia que disponían, como refejo de la Academia Francesa de Cirugía, creada en 1731 por George Mareschal, primer cirujano de Luis XV, quien decidió darle entidad cientif-ca a la actividad quirúrgica.

La función y los objetivos de la Academia Ar-gentina de Cirugía consisten en ser guardián de su historia, testgo de su evolución y garante de su ética.

Para lograrlo realiza una evaluación prudente y rigurosa del desarrollo de los aspectos técnicos del arte de la cirugía y de sus cambios; define las buenas prácticas quirúrgicas con referencias, recomendaciones y estrategias; controla las condiciones del ejercicio es-pecífico de la cirugía y aprecia la formación de los nuevos cirujanos.

En este sentido, deberemos evaluar los nuevos paradigmas, pero manteniendo los principios; el desafo es la necesidad de evolución y el objetivo permanente, la calidad y la excelencia.

En la tarea de adaptarnos a esa evolución, durante los últimos años, las comisiones directivas precedentes han trabajado arduamente en la modificación del estatuto, que surge de la unificación del viejo es-

tatuo y el reglamento, y que ha sido homologado en la última asamblea extraordinaria.

Esto otorgará una mayor agilidad y actualidad al modo de acceso a la Academia y a las condiciones de presentación de trabajos, lo que permitrá seguramente la mayor participación de las generaciones de jóvenes cirujanos de alta productividad nacional e internacional. De ese modo se logrará que las mejores experiencias sean divulgadas a través de la Academia, permitendo las fructiferas discusiones cientificas y cumpliendo uno de los objetivos primordiales del conocimiento.

Otro de los desafos permanentes es el cooperar con la optimización de la formación de los nuevos cirujanos, pensando en la generación de los cirujanos del año 2025, ya que los cambios vertginosos y cont-nuos de esta nueva era caracterizada por el desarrollo tecnológico, en imágenes, endoscopios, robotis, cirugía mininvasiva, exigirá de todos nosotros un esfuerzo para acompañar esas transformaciones, cuidando los principios de la cirugía, manteniendo los objetivos claros y una evaluación continua de dicha evolución.

Esta formación optimizada debe estar por encima de nuestras realidades, evitando las diferencias, entre los centros públicos y privados, con sus especifici-dades respectivas, a fin de lograr un objetivo superador en la calidad de la formación y prestación quirúrgica.

Todas estas innovaciones no nos deben hacer perder de vista el carácter humano de la actividad quirúrgica.

La dedicación al caso preciso, que es nuestra obligación, proviene de la exigencia del respeto por el enfermo; frente a él y para responder a su caso part-cular, debemos integrar todos los conocimientos, haciendo intervenir nuestra experiencia personal, para decidir la mejor elección terapéutica.

Es justamente esto el respeto por el enfermo, no es otra cosa que considerar al paciente como uno mismo. Dicha acttud debe exigirse como parte de la formación, dado que los desarrollos evolutivos que hemos mencionado a veces tenden a la despersonalización de la atención médica.

Pienso que esta noble acttud de respeto y dedicación que les debemos a nuestros enfermos es la verdadera profesión del cirujano.

Fue Hipócrates el primer médico que dijo esta frase que caracteriza nuestro quehacer: “Allí donde está el amor de los hombres, está también el amor por su trabajo”.

1. Sesión pública solemne - 22 de abril de 2015.

Mi refexión final es para remarcar que me siento un privilegiado en poder agradecer a todas las personas que de una u otra manera han contribuido con mi desarrollo como cirujano, desde Juan Viaggio, de quien aprendí la técnica quirúrgica hasta Eduardo Trigo, quien me transmitó el rigor cientifico en el inicio de mi carrera en el Hospital Pirovano.

A mi maestro durante mi estadía en París, Henri Bismuth, quien abrió para mí el universo de la alta complejidad, la creatividad y la innovación en cirugía hepatobiliar y trasplante.

Mi reconocimiento también a mentores, como Enrique Beveraggi, y a hermanos de la vida, como Eduardo de Santbañes, con quienes pudimos desarrollar grandes proyectos en el Hospital Italiano de Buenos Aires.

A mis amigos, compañeros, discípulos, ayudantes, a todos ellos mi enorme grattud. Y a mi familia, en especial a mi esposa, depositaria de todos mis logros y penurias.

A todos, muchas gracias.

Con el compromiso de dedicar mi mayor esfuerzo a esta tarea, doy por levantada la sesión solemne.

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