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Revista argentina de cirugía

versão impressa ISSN 2250-639Xversão On-line ISSN 2250-639X

Rev. argent. cir. vol.110 no.2 Cap. Fed. jun. 2018

 

EDITORIAL

In memoriam: Dr. Roberto N. Pradier

 

Pedro A. Saco*

* Director Asociado del Departamento quirúrgico y Jefe de Servicio de Cirugía de Cabeza y Cuello del Hospital Universitario Austral.


Expresidente de la Asociación Argentina de Cirugía

Reconocemos como maestros a aquellos que han sido capaces de transmitir con el ejemplo valores o enseñanzas que van más allá del conocimiento aprendido en la educación formal. Nos marcan con su estilo, con sus valores, y crean escuela.
El Dr. Roberto Pradier, de quien tengo el privilegio y el honor de ser uno de sus discípulos, y de quien nos hemos despedido recientemente, reunió estas tres características que lo distinguen como persona y como maestro de la medicina.
Nació el 8 de diciembre de 1930 en la ciudad de Buenos Aires; sus abuelos paternos eran franceses y sus padres, Juan Claudio y Helena, argentinos. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Argentina Modelo y su educación secundaria en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Realizó luego sus estudios de grado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se doctoró con Diploma de Honor en el año 1962. Desde aquel momento desarrolló una carrera asistencial y académica que incluyó, ininterrumpida e incansablemente, todas las posiciones y reconocimientos a los que puede aspirar un cirujano. La inició en el Instituto de Clínica Quirúrgica del antiguo Hospital de Clínicas como practicante menor y luego mayor, siendo su médico interno el Dr. Pedro Hulskamp, de quien fue un entrañable amigo, más tarde médico residente, médico de planta y finalmente médico interno. Definida su preferencia por la cirugía oncológica de cabeza y cuello, se trasladó con su familia a la ciudad de Buffalo, estado de Nueva York, donde completó, durante los años 1962-63, un fellowship en el Servicio de Cabeza y Cuello del Roswell Park Hospital a cargo del profesor Kumao Sako, un referente en la especialidad. En 1969 hizo su ingreso en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo de la Universidad de Buenos Aires; en este centro desarrolló intensamente su actividad asistencial, primero como jefe interino y luego por concurso, del Servicio de Cirugía de cabeza y cuello, que alcanza -bajo su dirección- prestigio y reconocimiento nacional como centro asistencial y formador en la especialidad. En 1991 pasó a ser Director del Área Quirúrgica y en 1999 asumió como Director del Instituto, cargo que desempeñó, con dedicación absoluta, hasta 2007. Sus aportes más significativos a la especialidad incluyeron su tesis sobre vaciamientos cervicales, la cirugía del hiperparatiroidismo, las innovaciones en reconstrucción luego de cirugía oncológica (introdujo el colgajo pectoral mayor, en la década del 80) y los avances en conservación laríngea, por lo que obtuvo el premio Vier Heller, de la Asociación Argentina de Radiología y Radioterapia, en 2011.
Su tesis de doctorado, con el título Vaciamientos cervicales, fue calificada como sobresaliente y permanece en su encuadernación original, en la biblioteca del Instituto Roffo, y continúa siendo consultada por los residentes y cirujanos jóvenes que inician su entrenamiento en el instituto. Recuerdo perfectamente cuánto me deslumbró cuando pude hojearla por primera vez.
Los buenos maestros enseñan con lo que dicen; los extraordinarios, con lo que hacen. El Dr. Pradier, con su personal e innovador enfoque de la oncología, ha moldeado múltiples generaciones de cirujanos que completaron su entrenamiento en el Instituto Ángel H. Roffo a través de la residencia posbásica en cirugía oncológica.
Uno de sus mayores aportes fue haber identificado y difundido el papel central del trabajo multidisciplinario como garante de buenos resultados en la oncología moderna y, además, haber implementado este principio en la práctica clínica, integrando su Servicio de Cirugía de Cabeza y Cuello con los de Radioterapia y Oncología Clínica en una permanente interacción; esto le permitió innovar con éxito en el tratamiento de tumores avanzados de cabeza y cuello y ser pionero en las nuevas tendencias en oncología, particularmente en la preservación de órganos.
Constituye un orgullo para su figura y una satisfacción para quienes lo acompañamos durante su permanencia en el Instituto, comprobar el importante número de cirujanos y oncólogos formados en el Instituto Roffo que actualmente se desempeñan en conocidos centros médicos locales y en numerosas provincias argentinas.
Su vocación y dedicación a la docencia ocuparon un espacio preferencial en su actividad académica: fue profesor adjunto de Cirugía en la Universidad de Buenos Aires en 1990, profesor asociado de Cirugía de Cabeza y Cuello en 1994, y profesor consulto de Cirugía en el Consejo Superior de la UBA en 1998. Fue también un incansable y entusiasta defensor y promotor del sistema de residencias médicas, ocupando el cargo de Director de la residencia de Cirugía oncológica y de la carrera de especialista en cirugía oncológica en su sede del Instituto Roffo a partir de 1991, y como presidente de ACAP (Asociación Civil para la Acreditación de Programas de educación médica de posgrado) en 2006.
El reconocimiento por sus pares de sus logros personales, su compromiso con la búsqueda de la verdad científica, su dedicación a los pacientes y sus valores ético-morales lo llevaron a ocupar los más altos cargos en las sociedades científicas que integró: a lo largo de su carrera profesional, fue presidente de la Asociación Argentina de Cirugía de Cabeza y Cuello, de la Asociación Argentina de Cirugía y del 73°congreso de esa sociedad, de la Academia Argentina de Cirugía , y en 2014 presidente de la Academia Nacional de Medicina.
Otro hito significativo en su trayectoria profesional, ya más reciente fue, sin duda, su protagonismo en el Instituto Nacional del Cáncer. El INC fue creado en septiembre de 2010 y el doctor Pradier fue convocado para ser su primer director, cargo que desempeñó “ad honorem” hasta marzo de 2014, cuando lo resignó para asumir la presidencia de la Academia Nacional de Medicina.
A principios de 2016 asumió nuevamente el cargo, con la dedicación y el entusiasmo que caracterizaron todas las tareas que emprendía. Durante su gestión, el INC logró avanzar en el desarrollo de políticas públicas tendientes a reducir la mortalidad por cáncer en el país, a controlar la incidencia de la enfermedad y a propiciar la detección temprana de las patologías más prevalentes.
La exhaustiva dedicación a sus actividades académicas y asistenciales no le impidió al Dr. Pradier constituir una tan hermosa como numerosa familia; se casó con Marta Piñeiro en 1957 y tuvieron cinco hijos: Mariana, médica radicada en Canadá; Marlene, arquitecta; Roberto, ingeniero; Martín, economista y Silvina, médica ginecóloga, y doce nietos, con quienes compartió y disfrutó, entre tantos buenos momentos, su casa y los incomparables paisajes frente al lago Gutiérrez en Bariloche, adonde concurría varias veces en el año, atraído por la pesca y la vida al aire libre, que lo gratificaban enormemente.
Dejé, ex profeso para el final, las observaciones sobre su persona, porque considero que constituyen el núcleo donde se originan los logros y las virtudes que lo distinguieron como una figura descollante de la medicina argentina. Las simplifico en tres características o aspectos de su personalidad que lo resumen: capacidad para hacer, coherencia en el exigir, integridad en el actuar. Capacidad para hacer demostrada por su férrea determinación, su perseverancia y su pasión por el trabajo “bien hecho”: un sencillo como valioso ejemplo fue su depurada técnica quirúrgica y los excelentes resultados que aseguraba a los pacientes, algo que confirmé personalmente durante los años en que lo ayudé en sus cirugías. Coherencia en el exigir: lo caracterizó cierta dureza de carácter junto a una elevada exigencia con altas expectativas hacia sus discípulos y colaboradores, pero acompañada siempre de una cualidad que lo definía por entero: nunca exigió lo que no testimoniara con su actitud y su entrega al trabajo y a sus pacientes. Integridad en el actuar: su claridad de ideas, su sentido de justicia y su gran sensibilidad en el quehacer profesional lo llevaban a brindar la misma dedicación y la misma calidad de atención a todos por igual, independientemente de sus condiciones o del lugar donde le tocara actuar.
El adagio “El equipo es solo tan bueno como su líder” traduce bastante acertadamente lo que el anglicismo “role modeling” quiere expresar, y que Orlo Clark, un conocido cirujano de cabeza y cuello, señala acertadamente cuando dice: “Es probable que sea en la cirugía más que en ninguna otra área de la medicina donde la influencia de los modelos sea tan importante…”1.
El Dr. Roberto Pradier cumplió sobradamente con esta premisa: mi mayor respeto y admiración. Finalizo con la personal definición que nuestro poeta mayor, Jorge Luis Borges, hace de quien considerara su maestro, el escritor dominicano Pedro Henríquez Ureña:
“Maestro no es el que enseña cosas o el que se aplica a la tarea de enseñar cosas, porque una enciclopedia, en tal caso, sería mejor maestro que un hombre. Maestro es quien enseña una manera de tratar con las cosas; cada maestro es nada menos que un estado vital, que una manera de enfrentarse con el incesante universo”2.

Referencias bibliográficas

1. Orlo Clark and the Raise of Surgical Ethics. World J Surg. 2009; 33:372-4.         [ Links ]

2. Borges JL. Textos recobrados (1956-1986). Buenos Aires: Emecé; 2007.         [ Links ]

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