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Revista argentina de cirugía

versión On-line ISSN 2250-639X

Rev. argent. cir. vol.112 no.4 Cap. Fed. dic. 2020

http://dx.doi.org/10.25132/raac.v112.n4.imfbl 

IN MEMORIAM

In memoriam: Dr. Fernando Bonadeo Lassalle

Mario L. Benati

Evocando al Cirujano Maestro Dr. Fernando Bonadeo Lassalle

Enamorado de la Medicina, de la Argentina y del Hos pital Italiano de Buenos Aires

El 20 de agosto falleció en su casa, acompaña do por su esposa y compañera de toda la vida, sus hijos y nietos. La pandemia en curso impidió que amigos y compañeros, golpeados profundamente, lo despidie sen en la Capilla del HI, como debió ser, y acompañaran sus restos hasta la sepultura.

Expresidente de la Academia Argentina de Cirugía 

El médico y su obra

Su objetivo primero fue hacer el bien al pa ciente en su totalidad. Le cabe a su accionar fidelidad absoluta al Juramento Hipocrático y la Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial. No hubiera podido ser de otro modo para un cristiano creyente como él. Vivió feliz y agradecido. Lo recuerdo dicién dome: “Qué suerte tuvimos al nacer en Argentina”. El Hospital Italiano de Buenos Aires fue el lugar propicio que encontró donde desarrollarse. Allí trabajó siempre a tiempo completo.

Una vez concluida su residencia, en 1969, fue invitado a formar parte de lo que sería el grupo original de jóvenes médicos que, bajo la conducción del Dr. En rique M. Beveraggi, tendrían la misión de lanzar la mo dernización del Servicio de Cirugía General para que, sin perder cohesión ni atomizarse, se encaminase a la especialización y buscase la excelencia. Ciertamente, un modelo que resultó exitoso. El Dr. Bonadeo llegó a ser años después Jefe del renovado Servicio.

A fines de los años 60, el St. Mark’s Hospital de Londres era universalmente considerado el mejor cen tro de Cirugía Colorrectal. Entusiasmado ante lo que se le presentaba por delante, y dejando opciones más se guras, en 1969 Bonadeo no dudó en viajar y completar su formación viendo en acción a cirujanos como Alan Parks y Henry Thompson, a quien consideraba el mejor. Se interesó además en aspectos anatomopatológicos del cáncer de recto con Basil Morson. A mediados de 1970 regresó al país y comenzó la aventura de crear la Sección de Coloproctología. Ese mismo año yo ingresé al Hospital y Fernando Bonadeo fue mi primer Jefe de Residentes. En 1976 me invitó a trabajar con él y desde entonces fue mi maestro, jefe y amigo. Puedo exhibir con orgullo el haber sido su primer discípulo. Fernando fue un trabajador incansable, dotado de una tremenda fuerza de voluntad que siempre quise poseer y nunca logré. Basado en un concepto científico, académico, docente y de permanente autoevaluación fijó las líneas que debían seguir a rajatabla los integrantes del equipo de Coloproctología: 1) realizar un fichaje exhaustivo de cada paciente con los estudios y procedimientos reali zados, evaluar los resultados obtenidos, mostrarlos en diferentes foros y publicarlos; 2) conocer los resultados de centros acreditados, argentinos e internacionales, para compararlos con los propios; 3) dedicar todo el esfuerzo necesario, con personal específicamente con tratado, para el seguimiento de los pacientes; 4) estar permanentemente informados de los avances médicos y tecnológicos nacionales e internacionales mediante la lectura de informes, asistencia a cursos, congresos y otros foros de discusión, y visitas a centros hospitala rios destacados. Como resultado de la extensa base de datos generada, teniendo en cuenta el alto volumen de pacientes del Hospital Italiano, se han publicado y se seguirán publicando trabajos en la Academia Argentina de Cirugía y otros foros y revistas nacionales e inter nacionales. Como decía Fernando, debemos estudiar, hacer, registrar, evaluar, leer y escribir. Un ejemplo de rigurosidad científica y voluntad del Dr. Bonadeo lo constituye el haber utilizado fichas perforadas con más de 200 campos para el registro de los pacientes oncoló gicos. Eran laboriosas para completar y consultar pero prestaron buen servicio hasta la llegada de la informáti ca. El Dr. Germán Welz, hepatólogo del hospital, lo ha bía introducido en su uso.

Fernando Bonadeo fue un excelente cirujano, extremadamente habilidoso; calmo y preciso, no rea lizaba maniobras innecesarias. Como decía Ricardo Finocchietto, era de los que hacían fáciles cosas que parecían difíciles. Fernando tenía un profundo conoci miento de la patología colorrectoanal en todos sus as pectos pero se destacó especialmente en la cirugía del cáncer de recto. Fueron fascinantes los cambios pro ducidos durante la década del 80. El foco se centraba sobre la resección anterior baja con conservación esfin teriana. El principal inconveniente era la ejecución de la anastomosis. La aparición de los equipos de sutura mecánica circular fue un avance importante. En 1979, Bonadeo efectuó la primera anastomosis colorrectal mecánica en nuestro hospital. R. J. Heald, un cirujano inglés, publicó en 1982 y 1984 dos trabajos fundamen tales que demostraban cómo debía movilizarse el recto para que la cirugía tuviese una baja tasa de recurrencia local. Lo denominó The Holy Plane of Rectal Surgery. Demandaba destreza quirúrgica y especialización y des de el principio fue la elegida por Bonadeo y su grupo. Era impactante verlo encontrar los planos de disección, especialmente en pacientes con anatomía desfavo rable o tumores extensos. El acto quirúrgico concluía con el examen macroscópico de las piezas de resección en conjunto con el patólogo y no pocas veces también continuaba con el examen microscópico posterior. Re cuerdo que nuestra primera patóloga especializada en colon y recto fue la Dra. Margarita Telenta de Beverag gi. También dominaba las técnicas de resección local. Su conocimiento se extendía a su vez a la interpreta ción de la imagenología del cáncer de recto, especial mente la resonancia nuclear magnética. Asimismo es taba totalmente informado de lo publicado acerca de los tratamientos adyuvantes y neoadyuvantes que in dicábamos a nuestros pacientes. Favorecía la discusión multidisciplinaria de los casos. Era inquisitorio y firme en sus convicciones.

Una decisión importante en los 80 fue que el sector de Coloproctología debía tener alguno de sus in tegrantes con la capacidad de hacer colonoscopias diag nósticas y terapéuticas. El Dr. Ojea Quintana y yo nos entrenamos y formamos un equipo con el servicio de Gas troenterología. Esta unión persiste hasta la actualidad.

A mediados de los 90, con el beneplácito de Bonadeo y otros y con su apoyo, Guillermo Ojea Quin tana, cirujano brillante y aguerrido, se interesó en el tratamiento de rescate de las recaídas pelvianas del cáncer de recto, cerrando el círculo. Formó un equipo multidisciplinario que creció hasta tratar pacientes con extensión pelviana de neoplasias de otros órganos y realizar cirugía de la carcinomatosis peritoneal.

En 1995 concurrimos con Fernando a San Pablo a un Congreso de la Sociedad Brasileña de Co loproctología y de la ALACP. Asistimos a las presenta ciones de Henry T. Lynch acerca del cáncer colorrectal hereditario y vimos la necesidad de desarrollar este tema en nuestro sector. Al regreso, Bonadeo convocó al Dr. Carlos Vaccaro, el más joven del equipo y con buen perfil investigativo, quien hizo un gran trabajo. Ese fue el comienzo del Programa de Cáncer Hereditario que, en el momento actual, tiene categoría institucional y nivel internacional.

Otra elección de Fernando que resultó exitosa y fundamental fue la de la secretaria del sector. La Sra. Alicia Adrover no solamente fue eficiente en la tarea ad ministrativa: siempre cuidó a los pacientes, así como a sus familiares, con trato humano, comprensivo y servi cial. También cuidó de nosotros, los médicos del sector.

El médico académico y docente

Como Miembro Titular de la Asociación Argen tina de Cirugía trabajó intensamente. Se desempeñó en la Comisión Directiva, fue director del Curso Anual y director de cursos del Congreso Argentino y de otros cursos organizados por la AAC. Fue nombrado Cirujano Maestro y Miembro Emérito. En el Congreso Argentino de Cirugía de 1991 uno de los Relatos fue “Adelantos en el diagnóstico y en el tratamiento del cáncer del recto y del ano”. Ser nombrado Relator es el máximo honor que se le puede conferir a un cirujano en nues tro país. Fernando no era elegible por formar parte de la Comisión Directiva, cosa que el Reglamento de ese momento no permitía y el elegido fui yo. Me sentí muy feliz de representar al Sector de Coloproctología del Hospital Italiano de Buenos Aires. Fernando en su grandeza jamás lamentó el hecho y, por el contrario, demostró complacencia.

Como Miembro Titular de la Sociedad Argenti na de Coloproctología, fue Relator del Congreso Argen tino y nombrado Cirujano Maestro. En el exterior fue Miembro de la American Society of Colon and Rectal Surgery y miembro honorario de diversas instituciones. Su actividad docente de posgrado fue intensa, y ofre ció múltiples conferencias en cursos en la Argentina y en el exterior. Muchos residentes aprendieron cirugía con él y muchos visitantes, argentinos y extranjeros, concurrían a presenciar sus operaciones. Una de sus contribuciones docentes más importantes fue la imple mentación, en 1986, del Curso Internacional de Cirugía Colorrectoanal del Hospital Italiano, que este año cum plirá 18 ediciones y que contó siempre con la asistencia de importantes invitados nacionales y extranjeros. En su momento fue didácticamente novedoso en nuestro medio por basarse en presentaciones cortas, de 15-20 minutos de duración y que naturalmente requerían ser minuciosamente preparadas por los expositores. El mo delo fue una réplica del utilizado en el curso de Cirugía Colorrectal de la Universidad de Minnesota, considera do el mejor en ese momento y dirigido por el Dr. Stan ley Goldberg.

Fue Presidente de la Academia Argentina de Ci rugía, el foro de discusión donde más veces Fernando, en momentos de muchos cambios en el tratamiento de las afecciones colorrectales y por ende de opiniones divergentes, presentó trabajos y fundamentó sus ase veraciones con los resultados obtenidos por el sector que lideraba.

Una vida envidiable

Alguna vez el Dr. Santhat Nivatvongs, de la Universidad de Minnesota y del Memorial Hospital de Nueva York me confió “Fernando hubiese sobresalido en cualquier Servicio de Cirugía Colorrectal de Estados Unidos”. Por suerte nunca pensó en irse del Hospital Italiano de Buenos Aires. Hizo todo lo que se propuso y lo hizo bien. Desde lo médico hasta lo familiar. Su valía profesional y humana lo hizo respetado, escuchado y admirado. En realidad, fue un hombre sencillo, afable y educado. Despertaba empatía en los que lo trataban. En los momentos de distensión promovía un ambiente agradable y utilizaba giros verbales de origen campero, resabios de adolescencia. Un sitio importante para él fue la ciudad de La Cumbre, en Córdoba, donde su fa milia paterna vacacionaba. Conoció allí a la joven Ana Meincke, con la que se casó y vivió toda su vida. Juntos formaron una hermosa y numerosa familia. Cada vez que podía y en las vacaciones pasaba tiempo en su casa frente al golf. También ese deporte lo practicó bien, lle gando a tener 1 de hándicap en su juventud. Indudable mente, La Cumbre fue su lugar en el mundo.

Fernando, tu obra seguirá dando buenos fru tos. Quedará en manos de discípulos con tu misma mís tica que se encargarán a su vez de mantenerla viva en futuras generaciones. Seguramente también tendrás un lugar especial en el Cielo después de hacer tanto bien en la Tierra.

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