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Historia de la educación - anuario

versão On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.11  Ciudad autonoma de Buenos Aires. jan. 2010

 

DOSSIER: A 20 AÑOS DE "SUJETOS, DISCIPLINA Y CURRICULUM EN LOS ORÍGENES DEL SISTEMA EDUCATIVO ARGENTINO"

Presentación
A 20 años de "Sujetos, disciplina y curriculum": Itinerarios y lecturas de un clásico

Por Myriam Southwell y Nicolás Arata

La Sociedad Argentina de Historia de la Educación no sólo reúne a una comunidad de investigadores/as interesados por el estudio del pasado de la educación en sus diversas expresiones. Esta constituye, también, un espacio donde se referencian un conjunto específico de debates, búsquedas y problemas de la investigación en educación que trascienden el ámbito historiográfico, estableciendo conexiones con otras áreas del quehacer educativo (la política y la sociología de la educación, la pedagogía, entre otras).
En los últimos años, el campo de la historia de la educación ha crecido notablemente, consolidando un tipo de reflexividad -enriquecida desde diferentes enfoques teóricos- cuyo denominador común es la reivindicación del carácter histórico que subtiende todo proceso educativo. Sin embargo, el crecimiento y la expansión del campo de estudio de la historia de la educación no pueden asumirse de un modo celebratorio. En este contexto de fortalecimiento del área, un conjunto de problemas permanecen aun sin ser debidamente tratados: la reflexión sobre los modos de practicar la escritura de la historia, las dificultades en torno a la capacidad de entablar diálogos con disciplinas externas al ámbito de la educación, el debate sobre las políticas de archivo, entre otras, dan cuenta de las áreas de vacancia de la historiografía educativa argentina.
Pero no terminan allí sus problemas: la diversidad temática que caracteriza las distintas líneas de investigación en la historia de la educación argentina impacta en la configuración del campo. Las regiones del pasado que los historiadores de la educación salen a conquistar con sus preguntas nos devuelven una imagen multiforme, un zócalo compuesto por objetos que nos informan sobre el uso de las prendas escolares, la conformación de trayectos de formación técnica, los sucesivos modos de nombrar la infancia, las variaciones en los modos de leer y escribir, los derroteros de la formación docente, entre muchos otros asuntos que son objeto de la práctica historiadora. El carácter plural que signa los intereses de los historiadores de la educación plantean al menos un problema:¿sobre qué objetos en común trabajan los historiadores de la educación?      
Ante un escenario que presenta luces y sombras, los trabajos que cifran y ponen en diálogo esta diversidad de intereses adquieren un valor fundamental. Ante el libro "Sujetos, disciplina y curriculum" de Adriana Puiggrós, estamos frente a uno de estos objetos. Esta obra instaló un modo -no excluyente- de indagar los problemas del pasado educativo aunando enfoques, modalidades de escritura y perspectivas de análisis no desarrolladas hasta entonces. Si bien la obra de Puiggrós debe ubicarse en el marco donde tuvo lugar -desde distintas perspectivas y enfoques- una revisión de los argumentos expuestos por la historiografía tradicional, aquél trabajo reúne y conjuga una serie de rasgos que invitan a preguntarse qué se abre y qué se cierra en la historiografía educativa argentina con la publicación de "Sujetos, disciplina y curriculum".
El miércoles 4 de agosto de 2010, teniendo como marco la Biblioteca Nacional del Maestro, la SAHE convocó a reflexionar sobre los contextos de producción y circulación, así como sobre las "escenas de lectura" que este libro concita1. Uno de los comentarios giraba en torno a la presencia en la sala de numerosos jóvenes.¿Qué los había movido a asistir?¿Qué tipo de relación entablaron con el libro?¿Cuáles fueron sus contextos de lectura?¿Se trataba de aquel que se "impone" como bibliografía obligatoria?¿Eran aquellos, estudiantes que "sufren" el trazo errático de una escritura que, al mismo tiempo, los envuelve y los convida a pensar y revisar las herencias pedagógicas desde nuevos puntos de vista?
La mesa que se conformó en aquella oportunidad fue convocada a pensar bajo una consigna que acompaña al título de la presentación: "itinerarios y lecturas de un clásico".¿Por qué nos damos cita afirmando que "Sujetos, disciplina y curriculum" es un clásico? Quisiéramos ofrecer algunos argumentos al respecto.
La primera razón tiene que ver con un dato relativamente objetivable: los espacios institucionales de circulación de la obra. Revisando los programas de las cátedras universitarias de historia de la educación argentina, puede observarse que la mayoría incluye en alguna unidad de sus programas una selección de capítulos del texto. Otro tanto sucede si miramos los programas de Historia y Política de la Educación Argentina de los Institutos de Formación Docente. La presencia de "Sujetos..." en el marco de la docencia universitaria tiene su correlato en el lugar que la misma ocupa como obra de referencia en las investigaciones del campo de la historia de la educación.
No obstante, la presencia en los programas nada nos informa sobre las lecturas establecidas o del uso masivo que hacemos del texto. Los usos que la obra tiene en los espacios de docencia y de investigación nos advierten sobre otro punto: un clásico no depende tanto de sí mismo como de las prácticas institucionales por las que circula. Es justamente en el registro de la lectura donde Borges advertía que reside la condición de un clásico: "no es un libro que necesariamente posea tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad". Desde esta perspectiva,¿qué lectura de la historia de la educación argentina inaugura el trabajo de Adriana Puiggrós?¿En cuál tradición intelectual se inscribe?¿Con quienes discute?  
Aún más: no sólo las modalidades de lectura hacen de un libro, un clásico. La escritura de "Sujetos, disciplina y curriculum" es otro punto sobre el cual debemos detenernos. Cuando hacemos mención a la escritura no nos remitimos tanto al contenido del relato, sino al lenguaje escogido para comunicarlo. La escritura de "Sujetos..." se desliza entre un régimen de historicidad elaborado al calor de las primeras lecturas de teorías posestructuralistas y un registro ensayístico que no se deja aprehender por los códigos establecidos de la literatura científica: es irregular. Su narrativa, por momentos, próxima al género biográfico, no busca ajustarse a los criterios historiográficos establecidos: es indisciplinada. Para nosotros reside allí una de las condiciones a la que "Sujetos, disciplina y curriculum" aspira y logra alcanzar: ofrecer un relato original que inaugura un nuevo ciclo historiográfico.  
Pero digámoslo de un modo propositivo: "Sujetos, disciplina y curriculum" se asemeja, en algún punto, al Facundo. No sólo por la escritura irregular, aquella que despertó el comentario de Valentín Alsina sobre los modos de locución privilegiados por Sarmiento, cuando le comentaba: "que en su libro, que tantas y tan admirables cosas tiene, me parece entrever un defecto general -el de la exageración-: creo que tiene mucha poesía, si no en las ideas, al menos en los modos de locución. Usted no se propone escribir un romance, ni una epopeya, sino una verdadera historia social". Sin embargo, no es sólo el trazo irregular de su escritura lo que más aproxima ambos textos, sino que la escritura de "Sujetos, disciplina y curriculum" revela y es producto de la vivencia de una crisis. Por ende, su horizonte consiste en develar la cifra de lo acontecido. Esa crisis puede nombrarse de diferentes formas: crisis orgánica de los sistemas educativos, crisis de las modalidades de interpretación historiográficas instituidas, crisis de los paradigmas teóricos, crisis de las alusiones que ligaron la escuela con el lugar del conocimiento público, ente otras.
El tercer aspecto está relacionado con el registro teórico elegido para elaborar, desde allí, una visión renovada de la historia de la educación que, invirtiendo la concepción lineal "organización-expansión-consolidación-crisis" del sistema educativo (donde los conflictos parecieran emerger hacia el final del proceso, por la insuficiente capacidad del sistema para dar respuesta a las demandas), nos advierte sobre la carga de conflictividad que porta todo el recorrido, desde el momento mismo de su constitución. La figura de Carlos Vergara vertebra un proyecto intelectual que, hasta la publicación del trabajo de Adriana Puiggrós, resultaba prácticamente desconocido en nuestro campo. "Sujetos, disciplina y curriculum" no sólo reconstruye la escena de las luchas política-pedagógicas de fines de siglo XIX a partir de la presentación y el análisis de su obra, sino que efectúa una operación de restitución de una tradición político-intelectual largamente ocluida.
Finalmente, la narración que propone Adriana Puiggrós no se inscribe en esas biografías de destino, monolíticas, acabadas; más bien propone una donde la vida se traza como trayectoria, como proyecto, atravesado por lo azaroso. Solo así es posible abordar en su complejidad la figura de Vergara y comprender que tipo de relaciones estableció con el campo pedagógico. La opción por narrar desde allí demanda vertebrar un proyecto intelectual que puede ser nombrada de diferentes modos: revisionismo historiográfico, relato próximo al campo del posestructuralismo, o como afirmaba Nicolás Casullo, desde la explanada intelectual que nuclea a la centroizquierda peronista.
En aquella oportunidad, quisimos discutir, intercambiar y problematizar estos asuntos, a partir de la intervención de Adriana Puiggrós y dos colegas -Sandra Carli y Pablo Pineau- que no solo se cuentan entre los primeros lectores de la obra, sino que participaron directamente en el taller de su confección. Asimismo, no puede dejar de mencionarse un elemento central de la escritura de la colección de 8 tomos que inició "Sujetos": su carácter colectivo. En ellos participaron destacados colegas: Lidia Rodríguez, Edgardo Ossanna, Luis Garcés, Marcelo Caruso entre muchos otros.
Aquella mesa se revelaba muy corta. Como medio para reparar aquella injusticia, junto a quienes dirigen el Anuario, convinimos en incorporar un dossier que permitiera alargar el diálogo entablado aquella noche. En esta ocasión un conjunto de colegas respondieron a la convocatoria aportando un conjunto de ideas que recuperan, discuten y redefinen los alcances de la obra en cuestión.
El trabajo de Sandra Carli destaca el carácter fundacional de la obra, sentando las bases para nuevos relatos de la historia de la educación moderna en la Argentina. Carli llama la atención sobre los elementos que componen la trama narrativa, hecha de diálogos con distintos autores y tradiciones intelectuales que le valió, en algunos casos, ser calificada de "ecléctica". Carli despliega una serie de intereses que la obra de Puiggrós despierta en torno al quehacer historiográfico: la relación entre historia, psicoanálisis y ficción; el afán  y la racionalidad clasificatoria; el uso de la categoría "alternativas" como herramienta para dar visibilidad a lo excluido del relato; la posición antiesencialista y la tesis sobre la educación pública y el asesinato de los sujetos sociales.
Si un aspecto caracteriza la obra de Puiggrós es su capacidad de desordenar los relatos instituidos. Inés Dussel no sólo recupera esta dimensión sino que añade cómo esta capacidad permitió oficiar un pasaje historiográfico de un momento de incertidumbre y de inorganicidad a otro de curiosidad, de apertura a intercambios disciplinares y a la apertura de nuevas perspectivas, que promovieron un crecimiento orgánico del campo. Sin dejar de señalar la importancia del trabajo de Puiggrós (en tanto abrió las puertas para una consideración del cotidiano y de las tecnologías escolares), Dussel advierte que esta se restringió al debate en las páginas del Monitor o en los libros, e indagó poco en los efectos de esas discusiones en la vida concreta de las escuelas.
Por su parte, Luis Garcés se detiene en el concepto de sujeto pedagógico -acaso uno de los aportes más significativos a lo largo de la obra de Puiggrós- que permite advertir el error de los "reproductivistas", quienes no repararon en la mediación pedagógica. Garcés señala que, sin rechazar los valiosos aportes de Bourdieu, Puiggrós efectúa una lectura a contraluz de las tensiones que componen una imagen sociocultural de la argentina. Garcés resalta la capacidad de fundar nuevos conceptos de sujetos, conceptualizar caminos alternativos, contribuir a la superación de la orfandad teórica y vincular el concepto con la política, la teoría con la praxis cotidiana.
El texto de Pablo Pineau aborda el texto por otra vertiente, la de la trama historiográfica en la que el libro busca incidir. Más que un momento inaugural, Pineau subraya el carácter diferencial de la obra en cuestión, prolongando una saga que debate con el liberalismo dogmático de izquierda y de derecha, al tiempo que coloca un paréntesis en los moldes revisionistas. Los guiños hacia los estudios gramscianos y foucaultianos son sometidos a un régimen de escritura que distingue las versiones objetivistas de corte académico respecto de la literatura de ideas, familiarizada con el ensayo. Si Pineau subraya los alcances de la obra -enfatizando los efectos sobre la formación en investigación- también nos advierte sobre los límites.  
Por último, el trabajo de Lidia Rodríguez nombra un conjunto de elementos indispensables para reconstruir el escenario político y académico en el cual se gestó "Sujetos, disciplina y curriculum". Rodríguez recuerda la aspereza de un terreno cultural y político mellado por los daños infligidos durante la última dictadura y desmovilizado a causa de la decepción colectiva que sobrevino tras los primeros años de democracia. En aquél contexto clausurante, y a contrapelo de las tendencias hegemónicas del campo pedagógico que signaron los años '90, Rodríguez enfatiza el trabajo singular y colectivo coordinado por Adriana Puiggrós orientado a fundar un pensamiento nacional para el campo de la educación. Si las fundaciones instituyen un legado y su recuperación depende de los modos en que interrogamos el presente, Rodríguez nos señala que el interés por las alternativas pedagógicas nacionales y latinoamericanas (obliteradas en la historiografía de tradición liberal) respondía a la urgencia de aglutinar un conjunto de elementos dispersos en el campo de la política educativa para ofrecer prospectivas que desnaturalizaran la agenda propuesta por el neoliberalismo como punto de resolución frente a la crisis orgánica del SIPCE.   
Finalmente "Sujetos, disciplina y curriculum" se convirtió así en una perspectiva abierta e insoslayable para la docencia en historia de la educación, dentro y fuera de los claustros universitarios; también se constituyó en una pieza que posibilitó investigar y teorizar en historia de la educación a partir de puntos de partida conceptuales de nuevo cuño y renovada potencialidad. Asimismo, ofreció un terreno donde anidar y desplegar equipos de trabajos e investigadores, que encontraron allí un terreno prolífico para el crecimiento. Sobre estas peculiaridades, sus potencias y sus deudas, quiere ocuparse este Dossier.  

Notas

1 El encuentro tuvo lugar en el marco del ciclo de charlas "Construcción de una identidad educativa en América Latina: Bicentenario Educativo" realizadas en conjunto con la Biblioteca Nacional del Maestro.

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