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Historia de la educación - anuario

versão On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.11  Ciudad autonoma de Buenos Aires. jan. 2010

 

RESEÑAS

Diamant, Ana (2010) Testimonios de enseñar y aprender. Ser psicólogo en la UBA de los '60.
Buenos Aires: Teseo (ISBN 978-987-1354-52-8); 399 páginas.

 

La psicología constituye una disciplina científica cuyos mecanismos de reproducción y legitimación dentro del campo disciplinar no están tan mundializados, como ocurre en otras disciplinas como la matemática o la economía. Lo que se entiende por psicología, como disciplina científica enseñada y producida en las universidades, no es unívoco desde una perspectiva mundial y comparada. Ello depende de coyunturas históricas y de jerarquías dentro del campo disciplinar. Por ende, toda aproximación a reconstruir el campo de esta disciplina debería estar enmarcada en los debates políticos y pedagógicos que la atravesaron. En el caso de la educación universitaria en la Argentina, la historia de la enseñanza de la psicología estuvo ciertamente afectada por los contextos políticos que signaron el devenir universitario en su conjunto. En su obra, Testimonios de enseñar y aprender. Ser psicólogo en la UBA de los '60, Ana Diamant ubica con solvencia la conformación de la psicología, como carrera universitaria en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en el contexto del desarrollo universitario modernizante que experimentó la Argentina a partir de la década de 1950 y que fue abruptamente abortado a partir del golpe de Estado, en 1966.
Esa historia tiene importantes antecedentes en el país que permitieron el desarrollo académico e institucional que aborda la autora. En la UBA la creación en 1896 de la Facultad de Filosofía y Letras favoreció que dos años después se conformara la primera cátedra universitaria de psicología de la Argentina en dicha unidad académica. Desde el inicio el desarrollo de la enseñanza universitaria de la psicología en la Argentina estuvo muy influido por la recepción de ideas provenientes de Europa continental. Algunos autores han sostenido que los inicios de la psicología dentro de la universidad argentina se caracterizaron por una indefinición de su objeto de conocimiento debido a su propia ubicación entre las ciencias biológicas y la filosofía y a la impronta que dejaron los primeros profesores que dictaban esta asignatura. Se trataba de médicos psiquiatras, quienes le dieron su orientación terapéutica, característica que iba a definir la especificidad del desarrollo argentino de la psicología en las décadas posteriores. En 1907 se creó la segunda cátedra de psicología dentro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA con una mayor orientación hacia la filosofía a cargo nada menos que de uno de los discípulos de Wilhelm Wundt, Félix Krueger quien trabajó y sucedió a Wundt en el Laboratorio de Psicología Experimental que aquel había creado en Leipzig. Con esta orientación y ante la crisis que se dio en las décadas siguientes del propio pensamiento positivista hasta entonces hegemónico, se comenzó a abrir un espacio curricular para la introducción sistemática del psicoanálisis. A pesar que ya José Ingenieros (quien había ocupado la primera cátedra de psicología desde 1904) había incorporado en sus programas temas tales como la interpretación de los sueños, la sexualidad femenina y la histeria.
A partir de la década de 1920, cuando Enrique Mouchet y Coriolano Alberini asumieron las dos cátedras de psicología que tenía la UBA, la presencia del psicoanálisis se hizo mayor y terminó con su institucionalización hacia 1942 cuando se conformó la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Sin embargo, esta institución estuvo hegemonizada de manera exclusiva por médicos psiquiatras algo que retrasaría por muchos años el desarrollo profesional de los psicólogos en la Argentina.
De todos modos la conformación del psicoanálisis como objeto de consumo cultural, sobre todo a partir de la década de 1960, constituyó un fenómeno muy específico de nuestro país que contribuyó a su vez a fortalecer el prestigio profesional, todo lo cual es indagado a partir de diferentes fuentes por Ana Diamant. Puede pensarse así que desde mediados del siglo XX la evolución de la psicología en la Argentina estuvo muy vinculada con la difusión del psicoanálisis. Ello impactó no sólo en el diseño curricular de los programas de estudios de psicología sino que además le dio a la disciplina esa característica que posee como generadora de núcleos semánticos, discursos y formas de comprensión de la vida cotidiana y de la realidad social argentina.
Sin duda, el prestigio del campo se vio consolidado a partir de 1957 cuando en la UBA se creó la carrera de Psicología. Este hecho debe ser leído como parte de un proceso de importante renovación pedagógica y científica que vivió la universidad argentina a partir de la segunda mitad de la década del cincuenta. Es más, la creación de Psicología formó parte de una resolución del Consejo Superior de la UBA por la que se creaban también en el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras las carreras de Sociología y de Ciencias de Educación. Creaciones institucionales que serían completadas durante el mismo año 1957 con las referidas a las carreras de Antropología también en Filosofía y Letras y de Economía en la Facultad de Ciencias Económicas. Ello demuestra el cambio de posición que tomó la UBA respecto de los temas sociales, cómo se favoreció el estudio científico de la sociedad y de los procesos sociales e individuales a través de la conformación de carreras de grado dedicadas a ello.
Para reconstruir la particular historia de la enseñanza universitaria de la psicología en el marco de una carrera de grado, Diamant explota fuentes documentales de diverso tipo y enmarcada desde la historia oral logra recolectar, complejizar y complementar las anteriores fuentes a partir del registro que tuvieron los involucrados en aquellos años en esta historia. La opción por la historia oral de hecho le permite a la autora indagar en los testimonios de profesores, estudiantes y profesionales no sólo para reconstruir la memoria institucional sino también para construir una interpretación histórica y pedagógica sobre el devenir profesional tan específico de la psicología en la UBA. En gran medida, muchas de las marcas personales, históricas así como las opciones teóricas que se definieron en aquellos años explican las características actuales de la profesión académica de la psicología como disciplina y profesión. Este logro de Diamant en su obra se debe en gran medida a las tres líneas que simultáneamente desarrolló en el abordaje de su objeto de estudio: 1) el análisis histórico institucional, atendiendo al funcionamiento de la unidad académica, a las decisiones, contradicciones y rupturas que se evidenciaron, 2) las opciones y disputas teóricas e ideológicas que se tradujeron en decisiones curriculares específicas que permiten explicar el sesgo hegemónica que ha evidenciado la psicología clínica y el psicoanálisis en particular (opción no presente de manera tan marcada en otras universidades nacionales y extranjeras y 3) el juego de relaciones interpersonales, las alianzas y disputas personales y políticas, ideológicas y académicas que generó enemistades históricas y marcó trayectorias profesionales ulteriores.
La carrera de psicología de la UBA ha sido una de las más castigadas por los gobiernos autoritarios luego de 1966 ya que fue intervenida y sus docentes renunciaron, dejaron la universidad pública e incluso emigraron. Ello no solo desmantelaría su organización institucional sino que debilitaría su proyección profesional y su desarrollo como disciplina científica. Por otro lado, este cercenamiento provocado por las políticas universitarias represivas permitió el desarrollo de carreras de psicología en universidades privadas.
El período estudiado, el objeto de estudio, los actores indagados y las propuestas teóricas, ideológicas y curriculares interpeladas por la autora invitan a generar nuevos interrogantes y líneas de indagación tanto para mirar al período anterior al abarcado en este libro como, y sobre todo, para interpretar el devenir posterior que evidenció la enseñanza de la psicología en la universidad.
Ante esta historia de políticas y actores y testimonios personales e institucionales, la autora sintetiza su recorrido planteando los retos que enfrentó la psicología como carrera universitaria, como profesión y como práctica. Retos que estuvieron a su vez marcados por tensiones curriculares y de procesos identificatorios. Tensiones a las que se les podría encontrar cierta vigencia en los desarrollos más contemporáneos de esta disciplina en la universidad. Aquí cabría no sobreestimar el saber específico disciplinar: es fundamental el intercambio y el reconocimiento mutuo con el saber pedagógico así como otros saberes de las ciencias sociales y las humanidades, por más que se persiga el reconocimiento de la psicología como una ciencia de la salud mental. Pensarse como parte del campo interdisciplinario de las ciencias sociales y las humanidades, no debería constituir una limitación para el desarrollo profesional de los psicólogos sino como una ventaja para su formación.
Aquí ubicaría un desafío muy disciplinar, y muy local, para la enseñanza de la psicología: no descuidar las diversas escuelas desarrolladas dentro del campo de la psicología como disciplina científica. Ello contribuirá al fortalecimiento de la formación, de la enseñanza y de los egresados. Estos últimos podrán desempeñarse eficazmente en las diferentes áreas de desarrollo profesional. Son tantos los problemas a los que podrían atender en el sistema educativo, en el sistema de salud pública, en el sistema penitenciario, en el ámbito empresarial, como auxiliares de la justicia, en la administración pública, que es preciso dotar a los estudiantes de todos los contenidos desarrollados en la disciplina que exceden los relativos a la orientación terapéutica.
Finalmente, un desafío pedagógico muy importante está dado por no olvidar la historia de la disciplina. Tanto la referida a las escuelas de pensamiento e investigación cuanto el contexto institucional de la universidad pública argentina. Para no olvidar la historia cabría estudiarla, interpelarla y enseñarla sistemáticamente para que los jóvenes aspirantes y los estudiantes conozcan el, a la vez, dramático y riquísimo desarrollo que tuvo la psicología en la universidad pública argentina. La obra de Ana Diamant constituye un valioso aporte para afrontar este desafío, para propiciar el debate sobre los errores y los aciertos, sobre las opciones tomadas y las negadas, en el marco del pluralismo académico e ideológico que debería caracterizar el ámbito de las universidades y de sus profesiones.

Guillermo Ruiz
(UBA - CONICET)

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