SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número2Simposio "Sarmiento: doscientos años de legado índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Historia de la educación - anuario

versão On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.12 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. jul./dez. 2011

 

CIERRE

Recuerdos de mi padre Edgardo

 

Julia Ossanna

 

Antes que nada quiero agradecer a este Anuario por dedicarle un espacio a la memoria de mi padre. Cuando me pidieron que escribiera estas líneas de recordatorio, acepté quizás un poco apresuradamente. He dado mil vueltas tratando de pensar como plasmar su personalidad en palabras. ¿Qué priorizar? ¿Su recorrido académico? ¿Su compromiso político dentro y fuera de las instituciones educativas a las que perteneció? ¿Sus libros y trabajos de investigación? Finalmente, llegué a la conclusión de que lo mejor que podía hacer era escribir sobre aquellas cosas por las que me gustaría que lo recordaran.
Mi padre murió el 23 de diciembre de 2010, tras poco más de dos meses de enfermedad. Dada la altura del año y la feroz tormenta que se desató esa noche en Rosario, fueron muchos los que no pudieron asistir al velatorio pero nos hicieron llegar sus respetos. Aquellos que pudieron asistir estaban tan compungidos como sorprendidos por la velocidad con la que el tumor apagó su vida.
Esa noche escuché a muchos mencionar una palabra que fue repetida muchas veces desde entonces para referirse a mi padre: maestro. No importaba en qué momentos estos ocasionales interlocutores habían conocido a mi padre, siempre parecía ser esa la palabra que mejor lo describía. Algunos habían sido sus alumnos, otros compañeros de estudio, de trabajo o, incluso, de militancia.
Uds. verán, mi padre dio clases de una u otra forma desde que cumplió los 17 años hasta el día de su muerte, con una sola excepción significativa: los años inmediatamente posteriores a su cesantía en 1976. Recuerdo que de chica armaba grandes escándalos y estaba muy enojada porque él se tenía que ir de viaje a Paraná, donde finalmente había conseguido volver a la universidad.
Antes de eso, yo lo iba a visitar a la gestoría donde había conseguido trabajo dado que la enseñanza le estuvo vedada durante un tiempo. Poco a poco, había ido consiguiendo horas en algún que otro secundario y luego en el profesorado de Villa Constitución, donde evidentemente dejó un vívido recuerdo dado que aun hoy de vez en cuando me cruzo con algún oriundo que aquella zona e inmediatamente me pregunta si soy "algo del Profesor Ossanna".
No tengo mucho más para decir de esa época, solo tengo algunos recuerdos entrecortados, era muy pequeña y en la batería de anécdotas que él solía contar, nunca me hablaba mucho de esos años. Creo que le dolían demasiado.
De hecho, a muchas cosas les pude dar sentido años después. Por ejemplo, recuerdo un día que salimos a cenar afuera y él prácticamente no comió. Cualquiera que lo haya conocido hubiese notado que esto era al menos extraño, ya que disfrutaba mucho la ingesta de alimentos, por no decir que era un poquito glotón. Además lo notaba inquieto, como enojado y apurado porque termináramos nuestros platos y nos fuéramos de ese lugar. Más tarde, me entere cuál había sido el motivo: a unas mesas de nosotros estaba sentado un señor cuyo nombre a mí no me dijo nada pero tiempo después me enteré que había sido el interventor puesto por los militares quien firmó en el '66 la cesantía de gran parte del cuerpo docente de las escuelas medias provinciales, mi padre incluido.
Otra cosa que llegó a mi conocimiento tardíamente fue el hecho de que él no se había dedicado siempre a la historia de la educación. Cuando yo tenia 12 años nos mudamos, en esa mudanza mi trabajo principal había sido embalar las bibliotecas de la casa. Recuerdo mi sorpresa al ver gran cantidad de libros sobre historia medieval. Allí me enteré que él había estudiado para ser medievalista. En la época en que él cursó la carrera de Historia existía una especialización en historia antigua y medieval que requería entre otras cosas la aprobación de cuatro niveles de griego y latín. Él siempre contaba que había aprovechado cuando le tocaba hacer la guardia nocturna durante su servicio militar obligatorio para estudiar griego. Era una materia que le costaba mucho y, por tanto, le venía bien estar toda la noche estudiando tranquilo sin que nadie lo molestara. ¿Se imaginan? En la garita del cuartel, allá en Cañada de Gómez, este muchachito se pasaba la noche ¡estudiando griego! Sus compañeros debían pensar que estaba loco.
Cuando yo entré en la facultad, me empecé a enterar de los recorridos académicos de algunos de mis profesores, y me percaté que fueron muchos los que hicieron este tipo de 'migraciones espacio-temporales' en sus especialidades para poder reinsertarse en la carrera docente luego de la dictadura.
Una de mis profesoras, que había estudiado e incluso escrito un libro sobre historia de Rosario con mi papá, solía decirme que a ella siempre le había impresionado lo ordenado que era él con sus papeles. A mí este comentario me causaba gracia porque desde que recuerdo su escritorio siempre fue una pila de papeles, carpetas, anillados y libros donde era imposible trabajar y que solo él entendía, por lo cual tenía la tendencia de 'colonizar' la mesa del comedor -ante el fastidio de mi madre, quien debía librar una lucha cuerpo a cuerpo cada vez que había invitados a cenar para conseguir que él levantara su desparramo. Porque él ¡necesitaba tener sus papeles desparramados! En cierto sentido, era lógico: para esa altura, al cargo de Paraná se había agregado otro en Rosario y proyectos de investigación en ambos lugares, años más tarde se sumó la coordinación de la nueva maestría en educación en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Ese fue su último destino geográfico: viajes de una semana de duración cada dos meses al sur. Gracias a eso, yo conocí a través de sus relatos lugares que, espero disculpen mi ignorancia, desconocía que existían: Caleta Olivia, Puerto San Julián, Río Turbio...
Siempre volvía muy cansado pero con millones de nuevas historias, algunas académicas y otras no tanto, como las bondades del cordero patagónico. Estaba muy orgulloso de lo que había ayudado a formar allá. En parte fue por eso que, ante la disyuntiva de adónde donar su biblioteca, mi madre, mi hermana y yo decidimos que aquel sería el mejor destino para tantos años de material acumulado. Aun no hemos podido efectivizar esta donación por mi culpa: me está costando más de lo que creía ordenar, inventariar y embalar sus libros. Prometo terminarlo en el verano y cumplir nuestra promesa para el inicio del año lectivo.
Su último gran proyecto fue la dirección de uno de los nodos del PAV (proyecto áreas de vacancia) dirigido por Adriana Puiggrós.1 Creo que de alguna forma para él fue como volver adonde había empezado todo: él nació en Armstrong (provincia de Santa Fe) y sus primeros trabajos como docente siguieron el tradicional circuito de la zona: Cañada de Gómez, Las Parejas, Las Rosas, Marcos Juárez, Venado Tuerto, la misma escuela de Armstrong...
Como típica tarea de hija que estudia pero no trabaja, él me encomendó realizar algunas desgrabaciones de las entrevistas que iba haciendo a directivos de escuelas e industriales de la zona. En muchos casos, las personas entrevistadas eran amigos de la infancia, incluso algunos alumnos, algún que otro compañero de estudios o de la 'colimba'. En las grabaciones escuchaba mucho que tenía que ver con una charla entre amigos, de cómo eran las cosas en su juventud y cómo habían ido cambiando, fruto de las vicisitudes económico-sociales del país.
Aquel que lo conoció sabe que encontrarse a tomar un café con él era iniciar un viaje, un viaje por sus viajes. Desde aquel viaje a Chile, el primero que recuerdo que haya hecho fuera del país, hasta los últimos a Europa para visitar a mi hermana que vive en Alemania. Otros viajes a congresos a Brasil, a España, a Francia, aquel mítico Congreso de Educación en Venezuela en los '90, primera vez que experimentó estar en un hotel 'all inclusive', una novedad que en ese entonces no conocíamos ni de nombre. Las descripciones pormenorizadas de los lugares, la gente y, sobretodo, los platillos degustados. Como mencioné, era un poquito glotón, pero sobretodo le gustaba probar cosas nuevas.
También aparecían los viajes de vacaciones en Argentina. Un lugar destacado tenía El Rodeo (provincia de Catamarca) donde pasamos varios veranos, y a partir de los cuales él empezó a experimentar con la preparación de dulces caseros. Experimentos que fueron ampliamente aprobados por todos aquellos que tuvieron la oportunidad de degustarlos, y que siguieron en Rosario hasta incluso mediados del año de su muerte. Dulce de membrillo, de ciruela, zapallos y quinotos en almíbar, peras al whisky, y los favoritos: dulce de frutilla y de durazno. Fueron muchos los que le dijeron que debía venderlos, montarse un emprendimiento comercial para hacer unos pesos extras. Pero él prefirió regalarlos. Eso sí, para hacerse acreedor a estos manjares, el beneficiario debía cumplir con una condición: conseguirle frascos para poder envasar la siguiente creación.
Por último quisiera decir que sé que fueron muchos los que hubieran querido verlo una última vez, incluso varios llamaron a casa preguntando si podían venir a verlo. La cuestión era que en su último mes de vida, él ya no estaba muy bien. En esas circunstancias, mi madre, mi hermana y yo decidimos restringir las visitas al mínimo posible. No quiero que nos malinterpreten, no hicimos esto por vergüenza ni para querer esconderlo; sino porque queríamos que lo recordaran como ese profesor bastante estricto, verborrágico, un poco histriónico cuya mirada severa siempre iba acompañada de una chispa de picardía en sus grandes ojos celestes. En fin, como el maestro, compañero, amigote que creo fue para todos aquellos que lo conocieron.

1º de diciembre de 2011

Notas

1El título del proyecto es: "La enseñanza y aprendizaje de los saberes socialmente productivos. Los saberes del trabajo". Mi padre trabajaba particularmente los saberes relacionados con la agroindustria.

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons