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Historia de la educación - anuario

On-line version ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.16 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. Dec. 2015

 

DOSSIER

Intelectuales, pedagogía y nación: intervenciones político-educativas ante los dilemas de la modernidad latinoamericana

 

Juliana Enrico, Marcelo Mariño

(CONICET – CEA/UNC)
(UBA)

 

El lugar de los intelectuales en los procesos de construcción y consolidación de los Estados nacionales, la configuración de los discursos pedagógicos y los sistemas educativos, y la necesidad de formar identidades y sensibilidades nacionales que garantizaran el lazo social moderno estuvo surcado en América Latina por los ritmos singulares de cada realidad local. Sin embargo, en esas tres dimensiones se pueden reconocer simultaneidades, cruces, desajustes e implicaciones mutuas, como expresiones del pulso que caracterizó el despliegue contradictorio de la modernidad latinoamericana, signada dilemáticamente por discursos emancipatorios que estuvieron atravesados constitutivamente por la colonialidad del poder.
Un desafío que subtiende a nuestras preocupaciones teóricas y políticas es cómo recuperar, revisitar o instalar problemas de investigación histórico-educativa latinoamericana desde nociones cuyas genealogías fueron legitimadas y acuñadas en procesos devenidos de otras latitudes. Intelectual, pedagogía y nación son conceptos que requieren la deconstrucción de la matriz colonial del poder, para que estas nociones, y sus articulaciones significantes, se conviertan en herramientas eficaces de indagación y transformación de las realidades nacionales y regionales de América Latina. Sabemos que éste es un problema compartido, de cuyos efectos genealógicos centrales es difícil desmarcarse: por eso nuestra obstinación identitaria de luchar contra toda forma de dominación, fatalidad o destino.
Las literaturas del siglo XIX latinoamericano estuvieron profundamente asociadas a la elaboración de las imágenes fundantes de nuestras naciones modernas, y en tal sentido las tradiciones ilustradas europeas fueron el horizonte canónico de formación de nuestros intelectuales, quienes a la luz de estas herencias filosóficas y culturales pensaron los proyectos de creación de las identidades nacionales luego del período colonial. Pero no solamente este tipo de pensamiento dio germen a la modernidad capitalista.
El ethos barroco latinoamericano -tal como sostiene Bolívar Echeverría configuró las resistencias culturales y las modernidades alternativas de nuestras tierras, desgarrando desde sus imaginarios utópicos el poder político-identitario total del capitalismo central.
La episteme propia del pensamiento ilustrado implicó una articulación profunda entre la intelectualidad y la vida política, no sólo como uno de los rasgos constitutivos de la modernidad, sino en torno de un modo de laicización del presente que se fue diseminando en el espacio público entre mediados y fines del siglo XIX, y que resulta impensable en la contemporaneidad por fuera de estas huellas. Desde este contexto, hemos logrado desplazar la mirada hacia los procesos descentrados y las identidades otras1 presentes en el entramado de civilización y barbarie en el cual se fraguaron nuestras naciones y pueblos.
El trabajo letrado de “invención de un pasado”, como lo analizara Halperín Donghi, surgido desde el espacio mismo de la vida política, constituyó el epicentro de los relatos donde decantaron los modelos hegemónicos del liberalismo ilustrado. Pero entre sus líneas aparecen intervenciones intelectuales, literaturas y pedagogías alternativas irrumpiendo en la propia trama política del momento, al cuestionar los sistemas centralizados y su poder de institucionalización, sus saberes y prácticas universalistas, y por ende su extrema racionalización expulsiva de todo rasgo de identidad diferencial amenazante de las matrices dominantes.
Desde nuestros primeros románticos a las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX; desde Sarmiento a Aníbal Ponce; pero también desde las voces de Simón Rodríguez a Bolívar, Andrés Bello y Rómulo Gallegos; de Justo Sierra a Vasconcelos, es posible trazar discursividades profundamente distintivas y refundaciones en cada nación latinoamericana, y también el entramado entre las discusiones nacionales y pedagógicas de época, nacientes en la región, hegemónicas o antagónicas, que impregnaron los fundamentos de la educación popular y del sistema social delineados desde entonces.
A través de los diferentes proyectos de educación de la ciudadanía, entre miradas más universales o más particulares y singulares, la función de las literaturas locales en la conformación de las identidades nacionales en germen fue introducir el mito fundante que diera sustento imaginario a cada horizonte cultural futuro, es decir: a los símbolos que unieran a la comunidad.
Signadas por la mirada liberal epocal de mediados del siglo XIX, la emergencia de las pedagogías latinoamericanas de izquierda, pusieron de manifiesto las profundas resistencias de diverso signo frente a la pedagogía liberal-conservadora represiva y antidemocrática. En ellas podemos encontrar trazas de las disputas políticas entre proyectos y modelos de nación y de cultura, que revelaban profundas y distintivas subjetividades en pugna y en crisis. Valgan como ejemplos las que se expresaron en el pensamiento y las teorizaciones de Aníbal Ponce (que incorporó el modelo marxista en su libro Educación y lucha de clases); Julio Antonio Mella y Farabundo Martí (desde sus vinculaciones con la III Internacional Socialista) o José Carlos Mariátegui (en su intento de construcción de una pedagogía marxista latinoamericana), entre otros. Pero tras estas historias alternativas -que han logrado emerger con diversos grados de impacto y visibilidad, abriéndose espacios entre las versiones dominantes de la historia- aparecen figuras, actores y sujetos, mujeres y hombres, maestras y maestros, menos presentes aún en nuestras memorias culturales, quienes no obstante horadaron la piedra y dejaron huella.
En estas lecturas buscamos indagar y recordar, por tanto, tramas entre las filosofías, los sistemas de pensamiento, el poder, la alteridad y los matices, las voces y los silenciamientos en el campo político y en el espacio educativo; la propia escritura de las historias posibles, visibles o invisibles para la mirada convencional, entre múltiples discursos y textos articulados con una multiplicidad de teorías y herencias culturales, exógenas y propias, que dieron forma a los sistemas nacionales, a los espacios públicos de vida, a la utopía y a los sueños que permanecen en Nuestra América.
Queda mucho por decir y seguir pensando desde los intersticios que se entramaron y actualmente se entretejen entre los intelectuales, la pedagogía y la nación en nuestras sociedades. En tal horizonte, esperamos que este dossier habilite múltiples lecturas y disemine sentidos que sigan promoviendo un pensar colectivo de la comunidad intelectual de historiadores de la educación, insistiendo en dialogar críticamente con esas tradiciones, y sosteniendo como preocupación político-educativa central la reconceptualización de las herencias culturales en tanto interpretación del mundo, transmisión y legado de identidad/alteridad.

***

Para dar cuerpo al dossier que aquí presentamos, pensamos en abrir un espacio en el que se pudieran dar cita las voces de aquellas/os investigadoras/es y educadoras/es interesados en compartir sus preguntas y reflexiones sobre las relaciones entre intelectuales, pedagogía y nación frente a los dilemas de la modernidad latinoamericana -el objeto de nuestra convocatoria-.
La realización de esta propuesta es el resultado de una convergencia: la invitación del Anuario de la SAHE que le dio lugar a nuestro interés en la temática; la de todos los autores que presentaron los distintos trabajos -que son el corazón de esta producción- y del conjunto de los evaluadores, quienes aceptaron realizar una lectura atenta de todos los escritos que la componen.
Hemos imaginado el texto, desde sus inicios, como un ejercicio prospectivo y compartido, entendiendo que su sentido se completaría con los aportes singulares de cada uno de sus autores, pero también con los múltiples itinerarios de lectura que le dieran sus distintos lectores, una vez echado a andar.
El dossier recoge un conjunto heterogéneo de autores, de lugares de inscripción, de modalidades de abordaje sobre las preguntas que constituyeron sus trabajos. En ellos ubicamos registros, escalas y escrituras diferentes; identificamos recurrencias y coincidencias con las cuales diseñar posibles montajes que organicen claves de lectura multiplicadoras de sentido.
Uno de esos montajes podría organizarse a partir de un mapeo, que geográficamente inicia en Centroamérica -con las preocupaciones políticopedagógicas emancipadoras de Hostos-; y que desciende por el continente hasta detenerse en el corazón del Cono Sur en Paraguay -para dar cuenta de las declinaciones del nacionalismo y sus efectos en la política educativa-, hasta llegar a la desembocadura del Río de la Plata -para observar el pulso de la modernización pedagógica, y la intervención de los intelectuales como Berra, cuyo territorio pedagógico tiene límites más difusos que el trazaron las fronteras de los Estados nacionales-.
Si modernizar ha sido uno de los verbos privilegiados con el que se ha conjugado la imaginación político-pedagógica latinoamericana, los trabajos interrogan las tradiciones sobre las que sus intelectuales asentaron los sentidos de la modernización en los casos nacionales. Así encontraremos una polifonía de voces, como la de Vaz Ferreira en Uruguay con su búsqueda de articulación y resignificación de tradiciones pedagógicas disponibles; el inspector Raúl B. Díaz pensando los Territorios Nacionales; Gabriel Carrasco y Gregorio Romero desde una pampa gringa santafesina que desafiaba los sentidos de la nación; el Perito Moreno y los modos de imaginar la patria en un contexto de multitudes; Raquel Camaña con el potencial emancipador de su discurso (y también sus límites); y el pedagogo alemán Keiper en Argentina, quien buscó inaugurar nuevos sentidos para la enseñanza secundaria desde el Instituto Nacional del Profesorado. Todos ellos promovieron interpretaciones de la educación y la producción de sujetos, tensionados por su propio tiempo, pero compelidos a intervenir en la disputa de significaciones sobre los sentidos de educar en sociedades en transformación.
Los trabajos de Andrés Bisso, Estela Davyt Negrín, Flavia Fiorucci, Rafael Gagliano, Santiago Harispe, María Gabriela Micheletti, Lidia Rodríguez, Myriam Southwell y David Velázquez, nos permiten reponer y repensar sujetos, tradiciones y geografías a través de escalas provinciales, nacionales y regionales. Invitamos a los lectores a iniciar un diálogo abierto con cada uno de ellos.

Notas

1 Tanto a nivel de los giros epistemológicos de las últimas décadas, como a nivel de los nuevos objetos que fueron tomando cuerpo y entrando en escena en las investigaciones académicas.

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