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Historia de la educación - anuario

versión On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.17 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. dic. 2016

 

ARTICULO

Arquitectura para la educación e higienismo: el Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario y la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda» en la ciudad de Rosario

 

Patricia Barbieri1

1 Arquitecta, Profesora en Arquitectura y Magister en Educación Universitaria, egresada de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En el nivel universitario se desempeña como docente e investigadora y su línea de trabajo ha estado dirigida a problemáticas referidas a la enseñanza de la disciplina y a la arquitectura para la educación. También, en lo referente a los estudios del paisaje, ha abordado cuestiones que resultan vinculantes a la arquitectura. Contacto: [patricialbarbieri@yahoo.com.ar].


 

A principios del siglo XX, el higienismo fue el punto de / \ partida de una continua y estrecha relación entre dos .instituciones de la ciudad de Rosario: el Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario y la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Primera institución universitaria y primera escuela normal surgidas entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, que dieron cuenta de cómo la arquitectura para la educación se comenzó a definir con una materialidad específica y desarrolló un programa que acompañó y facilitó las propuestas pedagógicas de ese momento, entre ellas las provenientes del higienismo. Este movimiento, que ejerció su influencia sobre el espacio físico de la época, se proyectó de manera rigurosa sobre los edificios públicos y fue por esto que definió la organización espacial de ambas instituciones.
En los dos casos analizados, se contó con documentos fotográficos, fundamentalmente con las imágenes obtenidas por los fotógrafos oficiales de ambas instituciones. Estos presentaban a las mismas en un «retrato institucional» donde los edificios, al igual que las personas, se mostraban de tal forma que nada parecía salirse de lugar. En este contexto la fotografía de arquitectura se posicionó significativamente, ya que a partir de ella fue posible realizar un inventario del patrimonio del Estado, de sus instituciones y de los actores sociales que transitaron por ellas. En líneas generales podemos decir que a partir de ese momento la fotografía documental permitió no solo visualizar, sino también confirmar y ubicar en el tiempo y el espacio hechos sociales concretos.

Palabras claves Arquitectura, educación, higienismo, escuela, hospital.

 

At the beginning ofthe 20th century hygienism became the starting point of a cióse and significant relation between two Rosario 's institutions: the Centenary Hospital and Medical Teaching Institute and Normal N° 1 School "Dr. Nicolás Avellaneda". Both the first university institution and the first normal school, respectively, emerged between the end of the 19th century and the beginning ofthe 20th, and showed how education architecture became defined with a specific materialty, and developed an agenda that accompanied and facilitated pedagogical proposals ofthat conjuncture, among them those that carne from hygienism. This movement exerted considerable influence on that time's physical space organization, and rigorously projected itself over public buildings. As a consecuence, hygienism defined both institutions'spacialplanning.
On both analysed cases, photographic documents were used, particularly images that had been taken by both institutions'official photographers. They displayed taken photographs in an "institutional portrait" where buildings as weü as people were presented in such a way that anything seemed to be out of place. In this context, architecture photography became important, allowing the development of an inventary of the State's assets, its institutions as well as their social actors. As a conclusión, it could be said that from that moment on documental photography allowed not only the visualization, but also the confirmation and space-and-time location of concret social facts.

Keywords Architecture, education, hygienism, school, hospital.


 

Introducción

Uno de los vínculos más interesantes que se produjo entre instituciones educativas en la ciudad de Rosario ha sido, sin lugar a dudas, el que se llevó adelante entre el Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario y la Escuela Normal n.° 1 de Profesoras «Dr. Nicolás Avellaneda». Primera escuela normal y primera institución universitaria surgidas en esa ciudad, entre la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX. Ambas tuvieron la particularidad de contar con edificios proyectados y construidos para ese fin, es decir, que dieron cuenta de una arquitectura para la educación que se comenzó a definir con una materialidad específica y donde el higienismo2 dejó su marca. Este movimiento, que difundió las medidas para el cuidado de la salud y la prevención de enfermedades, influenció al urbanismo y a la arquitectura de la época, proyectándose rigurosamente sobre los edificios públicos y definiendo así la organización espacial de las dos instituciones. Educación e higiene constituyeron parte inseparable del proyecto político-pedagógico que se llevó adelante en la Argentina3 y en el que la organización de la sociedad y la formación de los ciudadanos requirieron de principios compartidos entre médicos y educadores. Como consecuencia de este proyecto, en ambas instituciones la higiene fue considerada en un doble sentido: como materia impartida y como prescripción sobre el espacio físico que reguló a la arquitectura, el equipamiento y los espacios abiertos y, en este abarcar, reguló la vida institucional y también la vida cotidiana de la sociedad4.

Un recorrido por la ciudad de Rosario en el momento de la fundación del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario, muestra que entre 1910 y 1914 la población había crecido ampliamente: de tener 192.278 habitantes, pasó a tener 222.592, según lo verifican los Censos Municipales de esos años; llegando posteriormente en 1926 a 407.000. Pero el cambio no solo fue poblacional, ya que muchísimas transformaciones se produjeron a nivel urbano y educativo. Por ejemplo, se desarrollaron nuevos barrios, se extendió la trama del ferrocarril, cambiaron sustantivamente los estilos arquitectónicos, se aumentaron las intervenciones urbanas debido a la especulación inmobiliaria, distintos puntos de la ciudad se unieron gracias al crecimiento del transporte público, etcétera5. A nivel educativo, tal como lo señala el historiador Juan Álvarez (1998), esta década se caracterizó por el impulso dado a la educación superior, el cual fue consecuencia del interés existente en la creación de una universidad6. En este contexto, las reivindicaciones de la Reforma Universitaria de 1918, que se extendieron por todo el país y al resto de Latinoamérica, definieron la conformación de las instituciones y la vida universitaria en la provincia de Santa Fe. Todos estos cambios marcaron la fisonomía de una Rosario que vivenció fuertes agitaciones sociales en un período de estancamiento económico tanto a nivel nacional como internacional.

 


Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario. Edificio del Instituto de Enseñanza Médica que fue separado totalmente del resto de la composición del hospital. Fue parte del nuevo escenario para la formación y profesionalización médica en la ciudad de Rosario. Archivo: Dr. Héctor H. Berra.

El año 1910 fue el de la colocación de la piedra fundamental del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario7. La proximidad del Centenario de la Revolución de Mayo motivó en todo el país un clima de fiesta y realizaciones que generó en Rosario la idea de rememorar esa fecha con «algo más duradero que procesiones cívicas»8, y es así que el 6 de mayo de 1910 se oficializó la propuesta de crear un Hospital Escuela en la ciudad. Ese momento marcó una sucesión de acontecimientos a partir de los cuales el proyecto se fue formalizando, lo que permitió en 1919 inaugurar las obras y en 1920 dar inicio a las clases. Sin lugar a dudas «lo singular fue la inclusión de una escuela»9 para la enseñanza de la medicina y que al mismo tiempo fuera parte del hospital. Cabe señalar que la solución de que «cada universidad tuviera su propio hospital»10 fue parte de las recomendaciones que propuso quien fuera una verdadera autoridad en educación médica en ese momento: el educador norteamericano Abraham Flexner11. En la primera década del siglo XX, en un proyecto de reforma de la enseñanza de la medicina que se llevó a cabo en Estados Unidos y que tuvo en cuenta los adelantos de lo que sucedía en Francia y fundamentalmente en Alemania, Flexner otorgó extrema importancia al espacio del hospital como centro de experimentación y capacitación para el aprendizaje de la disciplina. A partir de ese momento, la integración entre el hospital y la facultad pasó a formar parte del curriculum para la formación médica. En relación a esta propuesta originaria de los Estados Unidos y su vinculación en ese momento con la institución que se está analizando, fue Lisandro de la Torre12 quien exteriorizó en 1909 la intención de «crear una Facultad de norteamericana y sus trabajos han tenido influencia prácticamente universal sobre la enseñanza de la medicina. Fue autor del Informe Flexner, publicación de 1910 que transformó radicalmente la educación médica, primero en Estados Unidos y Canadá y después en casi todo el mundo. Su trabajo funcionó como un mecanismo reordenador de la educación en ese campo del conocimiento. Para más información ver Patino Restrepo, J. F. (1998). "Abraham Flexner y el flexnerismo. Fundamento imperecedero de la educación médica moderna". En Revista Medicina, Academia Nacional de Medicina de Colombia. Recuperado de: [http://www.saidem.org.ar/docs/Textos/Pati%Flo%20JF.%20Flexner%20-flexnerismo.pdf].  Consultado el 07/04/2016.

Medicina Libre, a la usanza norteamericana»13 en la ciudad de Rosario. En este contexto, la propuesta de Abraham Flexner sirvió de base para el armado del primer plan de estudios del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario14, lo que necesariamente implicó su correlato con el edificio.


Perspectiva aérea del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario. La distribución interna muestra la organización del tipo pabellonaria. En los dos extremos del terreno se observan el edificio de ingreso al hospital (primer plano en el dibujo) y, en su parte posterior, el edificio del Instituto de Enseñanza. Entre los pabellones los espacios verdes ajardinados. Imagen obtenida de Zanuttini, E. (2004). Historia de la Medicina y la Obstetricia en el Pago de los Arroyos. Rosario. UNR.

Antes de que fuera creado el Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario, Rosario contaba con prácticas docentes que, si bien no eran formales, contribuían a la capacitación de los médicos15. Estas se realizaban exclusivamente a través de los hospitales16, los que contaban con un grupo de médicos expertos bajo cuyo «influjo»17 quedaban estrechamente ligados los profesionales jóvenes cuando accedían a estas instituciones en busca de formación. Resultaba claro que la nueva propuesta articuladora de la organización curricular y del espacio físico permitiría llevar adelante las sugerencias del educador norteamericano. Estas se centraban en la formación de los estudiantes a partir de la experiencia clínica, porque posibilitaría procesos de enseñanza y aprendizaje frente a situaciones reales, con el máximo de recursos puestos a su disposición provenientes tanto de la Facultad como del Hospital. Un cuerpo de profesores con alto prestigio, la disponibilidad de pacientes, la presencia de toda la tecnología existente en ese momento y de un espacio físico acorde para tal fin, son algunos ejemplos. Es por esto que todo el complejo constituyó una gran obra donde se materializó nada más y nada menos que el primer Hospital Escuela de la ciudad de Rosario. Ambas instituciones fueron parte del mismo gesto fundacional, dos manifestaciones de un mismo proyecto que se tradujo en una obra de importantes características tanto en sus aspectos materiales como simbólicos.

Para el momento de creación del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario ya existía en la ciudad la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda»18, que había iniciado sus tareas en 1879. En 1897, dieciocho años después de que comenzara a funcionar la escuela, se inauguró el nuevo edificio y en el mes de marzo del mismo año se inician en él las clases con un total de 500 alumnas. A partir de ese momento se inicia un acelerado proceso de formación y consolidación institucional que posibilitó continuar con la formación de maestras y, en 1913, incorporar la de profesoras en Ciencias y en Letras19.

Hacia 1919, con motivo del inicio de las clases en el Hospital e Instituto del Centenario, se abre la inscripción en la Secretaría de la Facultad previamente instalada en la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda»20, lo que dio inicio a una relación que se mantendría y acrecentaría durante un largo tiempo.

 


Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». El edificio escolar rodeado de espacios verdes. En primer plano los jardines de la Plaza Santa Rosa, en segundo plano el ingreso a la escuela a través del gimnasio y jardín separado de plaza por el muro de circunvalación bajo y la reja. Archivo Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Rosario. Argentina.

La medicalización del espacio físico

Con el movimiento higienista en auge, el espacio urbano pasó a ser objeto de intervención en su conjunto, focalizándose en los servicios, la vivienda y los edificios públicos. El médico higienista Dr. Francisco Súnico en su libro Higiene Escolar había señalado ocho características indispensables que debían considerarse sobre el espacio físico de las instituciones: ubicación del edificio, orientación, superficie libre; tipo y disposición general del edificio, número de pisos; fórmula general del tipo para internados, materiales de construcción y distribución de locales. Además de referirse a la aireación, al aseo, al revestimiento de superficies y al mobiliario. Si bien su libro hablaba de los edificios e internados escolares, sus prescripciones alcanzaron a todos los edificios públicos que albergaran a una gran cantidad de población.

En cuanto a la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda», toda su obra se correspondía con estos requisitos. Con relación al terreno21, se instaló en un sitio recuperado sobre la Laguna de Sánchez22, previamente rellenada y convertida en una plaza frecuentada por los vecinos, donde se habían plantado

árboles y colocado bancos. De igual importancia para el proyecto higienista fue el suministro de agua potable y la existencia de cloacas23 que funcionaban en la ciudad de Rosario un año antes de la inauguración de la Escuela Normal n.° 1 y que proveían de su servicio a la misma24. Esto permitió la existencia de baños convenientemente instalados y, posteriormente, la colocación de bebederos automáticos en las galerías de la escuela. Igualmente importante fue la fuente colocada en la plaza frente al ingreso de la Escuela. Estas fuentes25, provistas por quienes tenían la concesión del agua potable, cumplieron una triple función: abastecían de agua, servían de ornamentación y, fundamentalmente, daban cuenta de un ámbito saneado a partir de los servicios públicos allí instalados.


Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Aula ambiente. La «clase blanca» donde la luz natural ingresa por el lado izquierdo del salón, situación que permite a los alumnos escribir sin arrojar sombra sobre el papel. En primer plano los pupitres de madera con armazón de hierro acordes a las distintas edades de los alumnos. Archivo Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Rosario. Argentina.

En el libro del doctor Súnico26 se hace referencia al edificio de la «Escuela Normal de Maestras en el Rosario» como «bastante bien concebido» e «interesante». Lo ubica dentro del «tipo lineal», que consiste en un cuerpo único corrido sobre una línea recta al que en algunos casos, como el de esta escuela, se le han agregado dos pequeñas alas de retorno. La organización espacial permitía ganar en aire y en luz, dos elementos clave para las concepciones higienistas de la época y posibilitaban la «clase blanca»: aulas con iluminación natural adecuada.

Los espacios abiertos, el gimnasio y jardín y los patios interiores aportaban condiciones de salubridad y de orden estético. En el primero, predominaba el verde y respondía a los mandatos del libro sobre Higiene Escolar, donde la vegetación estaba destinada a purificar y perfumar el aire, y los senderos debían ser de arena gruesa o pedregullo para no ser arrastrados por las corrientes de aire y evitar las enfermedades del aparato respiratorio. En cuanto al orden estético debían ser alegres, floridos, con fuentes de agua, con bancos cómodos y «estatuas honestas», que permitían prevenir y enseñar a prevenir enfermedades y también estimular la observación directa de conceptos referidos a las ciencias naturales, a la historia y al arte, favoreciendo el aprendizaje que, paralelamente, se dirigía a la conformación de una estética que diferenciaba a la escuela del mundo exterior.

 


Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Sector del gimnasio y jardín. Parterres de césped y flores, plantas ornamentales y mobiliario importado de Estados Unidos. Archivo: Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Rosario. Argentina.

El gimnasio y jardín aparecían rodeados de una reja perimetral para delimitar el edificio, la cual favorecía la circulación del aire, descartando el muro de circunvalación macizo que dificultaba la ventilación. En este ámbito colmado de vegetación y mobiliario adecuado se desarrollaron las prácticas de gimnasia que se transformaron en asignatura obligatoria. A los patios interiores, no aptos para la actividad física por su falta de asoleamiento27, se les incorporaron dos fuentes que no solo contribuían a la búsqueda estética sino que, junto con los bebederos, daban cuenta de la presencia del agua potable dentro de la institución. En este sentido, el espacio físico contribuyó a resaltar las propuestas higienistas siendo un elemento didáctico para el alumnado y dio cuenta de las prescripciones que emanaban del Consejo Nacional de Educación: «La escuela tiene que enseñar el aseo tanto como la lectura o la aritmética»28.

 


Escuela Normal N°l «Dr. Nicolás Avellaneda». Patio interior. Para las recomendaciones higienistas de la época, carecían del asoleamiento adecuado. La fuente si bien obedecía a cuestiones de orden estético, también mostraba la presencia del agua potable dentro de la institución. Archivo Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Rosario. Argentina.

Por su parte el edificio del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario siguió también los caminos del higienismo. El debate entablado para la reconstrucción del nuevo Hótel-Dieu de París29, donde confluyó el accionar conjunto de especialistas médicos, arquitectos e ingenieros, influenciados por nuevas formas de pensamiento nosológico, determinó la sistematización de varios principios elementales acordes al nuevo paradigma médico de la época que se implementarían en la creación de los futuros hospitales. Estos principios implicaban decisiones sobre el espacio físico y se fueron generalizando y perfeccionando: posibilitar la circulación del aire puro dentro de los locales y favorecer el asoleamiento de los mismos, separar a los enfermos por patologías, sexo y edad, reglamentar la higiene del equipamiento y del espacio físico en particular, separar los diferentes servicios, organizar los sistemas circulatorios y rodear a las construcciones de espacios abiertos ajardinados. Ante estas nuevas exigencias la tipología pabellonaria30, ligada al concepto de policlínico31, se presentaba como el prototipo arquitectónico del nuevo paradigma médico y predominó tanto en Europa como en Argentina. Disponía del suelo como plano sustentable del conjunto de edificios separados por especialidades, y el terreno hacía las veces de jardín de paseo y lugar de estar del enfermo en las convalecencias32. Sin lugar a dudas quedaba claro que la obra debía responder a estas premisas por su doble función: de establecimiento sanitario y de espacio formativo para los estudiantes de medicina. Fue por esto que desde el principio las autoridades del Instituto de Enseñanza se ocuparon de organizar al Hospital para adecuarlo a los fines de la enseñanza y transformarlo en un elemento significativo del curriculum, donde los estudiantes realizarían su itinerario formativo de acuerdo con los lineamientos curriculares y con la higiene en el centro de la propuesta33.

Un dato relevante sobre la materialización del espacio físico lo aporta la intervención de los médicos durante distintos momentos de la realización de la obra. Muchos de los profesionales colaboradores terminaron por integrarse a la institución como profesores, dando impulso a esta transformación del nuevo espacio físico, el cual era un medio más para la salud y elemento importante del curriculum profesional. Así, surge una comisión especial que arma el programa con las bases del concurso34 y oficia de jurado en la selección de las propuestas edilicias, continuando su actividad al modificar los proyectos seleccionados e interviniendo posteriormente durante su construcción. En un primer momento, el Dr. Tomás Varsi como asesor médico, junto al arquitecto Rene Barba en su carácter de técnico35, presentaron su proyecto Arte y Ciencia36 que sirvió de base para la realización de la obra como resultado del Concurso Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario37. Posteriormente la intervención del Dr. Vila Ortiz, quien a partir del estudio sobre «Orientación de Hospitales»38 y en consonancia de los argumentos higienistas de la época, decidió girar la ubicación de los pabellones para mejorar las condiciones de asoleamiento. Modificación que fue una intervención decisiva sobre la obra y que evidenció el interés de los médicos, no solo como higienistas, sino como parte del futuro equipo docente que buscó las mejores condiciones para la institución. Siguiendo a Michel Foucault39, la intervención médica no se encaminaba solamente al tratamiento de la enfermedad, sino que se ocupaba también de transformar las condiciones del medio que rodeaba a los enfermos.

Resuelta la orientación de los pabellones se ajustaron los problemas de aireación, calefacción y equipamiento. Se resolvió la elevación del medio piso de los pabellones para aislarlos del suelo y permitir la aireación y ventilación de los subsuelos, con la prescripción de que estos últimos no debían destinarse para internación. Las salas contaban con ventanas cuyos paños superiores tipo banderolas aseguraban la ventilación del aire ascendente, en el exterior celosías batientes que permitían el control del ingreso del aire, la luz y el oscurecimiento y, entre sus vanos, se ubicaron las camas con sus cabeceras contra la pared realizadas según las normas recomendadas. Se instalaron un lavadero a vapor, un horno crematorio, una estación de esterilización, salas de desinfección, cocinas y se dio inicio a los servicios de agua potable y desagües. El edificio del Instituto correspondió al «tipo lineal»40 cuya organización espacial sobre un eje circulatorio donde se ubicaban a ambos lados los diferentes locales posibilitó la iluminación y ventilación adecuadas. Estas detalladas prescripciones técnicas daban cuenta del gran interés por proveer a la institución de los últimos adelantos tecnológicos que ayudarían a la higiene hospitalaria. También se dispuso la inclusión de vegetación dentro del terreno del hospital, ya que la distribución de los pabellones permitió espacios abiertos que se presentaban como módulos repetitivos entre las construcciones y seguían lo planteado para otros proyectos hospitalarios de la ciudad de Buenos Aires. Se aconsejaba plantas con flores y arbustos de poca altura para permitir una abundante circulación de aire y asoleamiento.


Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario. Imagen del momento de la construcción del hospital donde se observan los pabellones aún en obra. Tal como señalan los documentos institucionales se trataba no solo de armar un plan de estudios y nombrar profesores, había que llevar adelante la construcción del edificio también. Archivo: Dr. Héctor H. Berra.

De este modo la Escuela Normal n.° 1 «Nicolás Avellaneda» y el Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario mostraban criterios comunes: estaban construidos conforme a normas de higiene, con notorias comodidades y adelantos tecnológicos que estaban dirigidos a satisfacer los requerimientos higienistas y evidenciando criterios materiales más amplios, como un orden constructivo que expresaba intenciones, valores y un ordenamiento de la vida académica. Estas dos obras representaron la introducción de arquitecturas estrictamente pensadas para el sistema educativo que se estaba conformando a nivel nacional y constituyeron espacios privilegiados para la formación de médicos, maestras y profesoras normales, profesiones altamente valoradas y requeridas en ese momento histórico.

En ambas instituciones, el curriculum prescripto, su puesta en marcha y su posterior desarrollo iban más allá de un programa de contenidos, de actividades planificadas y orientadas metodológicamente; daban cuenta de un hacer institucional donde se ponía en evidencia una propuesta político-pedagógica41 que se articulaba con proyectos político-sociales más amplios sostenidos por distintos grupos de poder42.

Dentro de este orden de ideas aparece una figura emblemática en la ciudad de Rosario, el doctor Camilo Muniagurria43, quien participó convocando a las dos instituciones en trabajos de higiene, puericultura y prevención de enfermedades pediátricas. Este médico ocupó el primer cargo de profesor titular en la cátedra oficial de Pediatría y Puericultura del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario y fue profesor y médico escolar ad honorem de la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda». Organizó el Instituto de Puericultura Social formado por médicos pediatras, obstetras, profesoras y ex alumnas de ambas instituciones logrando una profunda vinculación entre ambas.

En este contexto la escuela adquirió una acentuada especialización en prevención de enfermedades y conservación de la salud, fundamentalmente en la infancia ya que, entre otras medidas, se oficializó la enseñanza de puericultura. Estos aspectos fueron considerados de gran importancia para la formación de las alumnas porque posteriormente como maestras, profesoras y futuras «esposas y madres» se encargarían de transmitirlos en la propia institución y desde allí «transportarlos e infundirlos en el sagrario del hogar»44. Consecuentemente se habilitaron nuevos espacios dentro del ámbito escolar: la enfermería o sala de primeros auxilios, el consultorio odontológico y el consultorio general. Todos convenientemente equipados en cuanto a mobiliario, instrumental y documentación gráfica y escrita que ilustraban prácticas de primeros auxilios, normas de higiene y buen comportamiento.


Escuela Normal N°l «Dr. Nicolás Avellaneda». Consultorio. Uno de los tres consultorios instalados en el edificio escolar: de odontología, de primeros auxilios y general, todos convenientemente equipados. Imagen obtenida del Libro de Oro de la Escuela Normal n.° 1 de Profesoras «Dr. Nicolás Avellaneda» (1938).

Conclusiones

Tanto el Hospital e Instituto de Medicina del Centenario como la Escuela Normal n.° 1 «Dr. Nicolás Avellaneda» reunieron los requisitos que el proyecto higienista había propuesto para la educación argentina. En sus dimensiones curriculares el discurso médico y el pedagógico se habían entrecruzado y en el aspecto material poseían edificios reconocidos y valorados por el sistema de sanidad nacional. Desde el punto de vista edilicio las instituciones educativas se constituyeron en referencia para una forma de vida. La materialidad de ambos edificios llegó a ser una lección acerca de los valores referidos a la higiene, a la salud, al confort y a las particularidades «estéticas» de ese momento. Para los fines pedagógicos se convirtieron en ámbitos jerarquizados de formación y, a futuro, en espacios de referencia para mejores condiciones de vida.

Notas

2 La historiadora Agustina Prieto señala cómo, a raíz de las epidemias de cólera, los casos de fiebre amarilla y de peste bubónica que los higienistas tuvieron que enfrentar en la ciudad de Rosario, habían logrado instalarse institucionalmente y que sus ideas habían prendido en la población. Posteriormente tuvieron que accionar frente la problemática de la tuberculosis. Cfr. Prieto, A. (1996). "Rosario: Epidemias, higiene e higienistas en la segunda mitad del siglo XIX". En Lobato, M. (1996). Política, médicos y enfermedades. Lecturas de historia de la salud en la Argentina. Buenos Aires: Editorial Biblos, Universidad Nacional de Mar del Plata, pp. 55-71.

3  Sánchez, N. (2009). "Historia de la Salud Pública en la Argentina". En "Medicina, epidemias y otras enfermedades". En Todo es Historia, número 501. Buenos Aires: pp. 6-32.

4  «La educación sanitaria popular es un punto digno de contemplarse seriamente porque la profilaxis da mejores y positivos frutos con la instrucción antes que con ordenanzas y decretos represivos. La observación enseña que por el solo hecho de instruir a la colectividad se obtiene el 50% de mejoras, mostrando que el peligro fácilmente puede evitarse». Cfr. "Plan Sanitario enviado al Consejo Deliberante". En Pignetto, M. (1925). El libro del Rosario.

5  Rigotti, A. y Martínez de San Vicente, I. (1991). "Rosario: progreso y esplendor del siglo XX". En Rosario. Historias de aquí a la vuelta. Rosario: Ediciones De aquí a la vuelta.

6  En 1910 se funda el Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario. En 1917 se crea la Universidad Popular en la Escuela Normal n.° 2 y en 1919 la Universidad Nacional del Litoral, con funcionamiento en las ciudades de Santa Fe, Paraná y Rosario. Ver Álvarez (1991).

7  El Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario formó parte de la Universidad Nacional del Litoral hasta 1968, momento en que se crea la Universidad Nacional de Rosario.

8  Cfr. Álvarez (1998), p. 473.

9  Rigotti, A. (2010). "El río como argumento". En Prieto, A.; Megías, A.; D'Amelio, R; Montini, P. y Rigotti, A. Ciudad de Rosario. Rosario: Editorial Municipalidad de Rosario, pp. 149-179, esp. 158. Disponible en [http://www.museodelaciudad.gob.ar/wp-content/uploads/exhibiciones-temporarias/ciudad-de-rosario-libro.pdf]. Consultado el 07/04/2015.

10    Borrell Bentz, R. (2005). La educación médica de posgrado en Argentina. Buenos Aires: Organización Panamericana de la Salud, p. 33.

11    Abraham Flexner (1866-1959) fue un reconocido educador que se dedicó en su labor pedagógica al perfeccionamiento de la educación médica

12 En 1899, Lisandro de la Torre recorre Estados Unidos y Europa y posteriormente a ese viaje plantea la idea de crear una facultad libre a la usanza de Norteamérica, ya que había comprobado el excelente funcionamiento de estos centros de formación.

13     Cfr. Álvarez( 1998), p. 473.

14    En el año 2001 se plantea la reforma del plan de estudios de la carrera de Medicina de la UNR que, hasta el momento habían respondido a los criterios fiexnerianos enunciados por Abraham Flexner (1866-1959) desde que se implemento cuando la carrera pertenecía a la UNL. Ver Resolución C. S. 158/2001, Anexo Único, Fundamentación del cambio curricular del Plan de Estudio de la Carrera de Medicina de la UNR.

15    Pero también cabe señalar que esta tarea docente estaba orientada solamente al perfeccionamiento de técnicas y prácticas aplicadas a especialidades como la cirugía y la obstetricia entre otras. Cfr. Berra, H. (1996). Facultad de Medicina: barro y pampa, centenario y después. Rosario: UNR Editora.

16    Numerosos autores, como Zanuttini (2004), Bosch (1966), Berra (1996), Álvarez (1998), De Marco y Ensinck, hacen referencia a la situación de los hospitales en la ciudad de Rosario.

17    Bosch, E. (1967). Historia de la Facultad de Medicina. Rosario: Universidad Nacional del Litoral, p. 34.

18 En el Libro de Oro de la Escuela Normal de Profesoras n.° 1 (1938), publicación oficial de la escuela, aparecen documentados los datos más significativos de la institución en orden cronológico desde 1882 hasta 1937.

19    En 1913, en el Senado de la Nación se presentó un proyecto propiciando la creación de los cursos del profesorado en la Escuela Normal de Maestras de Rosario. Libro de Oro..., ob. cit.

20    El 11 de abril de 1920 se realizó la entrega del edificio del Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario y el 13 de abril se cierra la inscripción con 167 inscriptos, iniciando las clases el 29 de mayo. Cfr. Zanuttini, E. (2004). Historia de la Medicina y la Obstetricia en el Pago de los Arroyos. Rosario: UNR.

21    Súnico deja claramente especificado como el edificio escolar es una de las construcciones más significativas sobre la cual los higienistas de la época debieron accionar y señala aspectos precisos que se debían considerar, desde la elección del terreno hasta la concreción de la obra. Cfr. Súnico, pp. 30-31.

22    En sus orígenes el sitio donde se emplaza hoy la escuela estaba caracterizado por la presencia de una laguna. Esta aparece registrada en 1853 en un documento cartográfico de la época y la información existente la reconoce como una depresión poco profunda que podía ser cruzada a caballo. Con el crecimiento demográfico se fue degradando transformándose en un basural que pasó a ser causa presumible de contaminación urbana. En este sentido fue vista como posible foco de infección de la epidemia de cólera que aparece en Rosario en 1867. Sin embargo cuando en 1886 se donan los terrenos para la Escuela Normal de Maestras el sitio ya se había rellenado y saneado. Ver De Marco y Ensinck; Álvarez (1998); García Ortuzar y Berjman.

23    Las características de las instalaciones sanitarias en la ciudad de Rosario aparecen documentadas como ejemplo de un servicio de primer nivel en el libro de Higiene Escolar, el único realmente salubre que existía en la capital y en la ciudad de Rosario. Cfr. Súnico, pp. 240-241.

24    Amaro, J. (1999). "El agua de consumo en el Rosario del siglo pasado". En Agua y saneamiento en Rosario y Santa Fe. Un patrimonio con futuro. Aguas Provinciales de Santa Fe: Director Ramón Gutiérrez, Ediciones CEDODAL.         [ Links ]

25    «[...] será obligación de la empresa colocar cuatro fuentes o surtidores en el paraje o parajes que la Municipalidad designe, siempre que el lugar o lugares designados estén comprendidos en el área de la cañería habilitada al servicio. Estas fuentes funcionarán solo los días feriados y dos de ellas tendrán una altura de 10 a 15 pies, siendo las otras dos de menores dimensiones». Cfr. Amaro (1999). Ob. cit.

27    «Para salvar la estética del edificio situado frente a una plaza, la escuela fue construida con espaldas al sur y sus patios fríos ofrecían los pulmones a los vientos y lluvias sin que el sol penetrara en ellos impedido por la altura del edificio en el invierno». Libro de Oro..., ob. cit, p. 121.

28    Lugones, L. (1910). "El baño escolar". En: Monitor de la Educación Común, año XXIX, tomo XXXIV, número 453, Buenos Aires, p. 466.

29    Bonastra, Q. (2008). "Los orígenes del lazareto pabellonario. La arquitectura cuarentenaria en el cambio del setecientos al ochocientos". En Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, volumen LX, número 1, pp. 237-266. Disponible en [http://asclepio.revistas.csic.eS/index.p hp/asclepio/article/viewFile/251/247]. Consultado el 08/09/2016.

30    La voz proviene del francés antiguo paveillón y se refiere a cada una de las construcciones o edificios que forman parte de un conjunto, como los de una exposición, ciudad universitaria, hospital, cuartel, etc. Es un tipo de habitación colectiva, de desarrollo lineal y altura variable. Su utilización en la arquitectura hospitalaria se había debido a la teoría de los miasmas. Ver Ballent, A. (2004). "Pabellón". En Liernur, F. y Aliata, F. Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Buenos Aires: Clarín,         [ Links ] pp. 24-26.

31    El concepto de policlínico fue central a la práctica médica dentro de los hospitales. Tradicionalmente la clínica es el diagnóstico realizado al pie de la cama del enfermo, a través del relato de su sintomatología y de los signos obtenidos en la exploración física. La clínica se organiza a partir de un proceso indagatorio orientado al diagnóstico de una patología y requiere de la integración e interpretación de los síntomas aportados por el paciente, de los signos de la exploración física y del aporte de las exploraciones complementarias de laboratorio y de imágenes.

32    Cottini, A. (1980). El Hospital en la historia. Mendoza: Universidad Nacional de Mendoza.

33    «La Higiene como quehacer y responsabilidad médica tiene categoría de Cátedra Universitaria, en Facultades de Medicina y por lo tanto puede considerarse como Higienistas, a los que allí enseñaron y enseñan, según ciencia y arte. Todo médico, por otra parte puede ser considerado un "higienista" obligado del lugar en que ejerce y su Consultorio debería ser el templo de la higiene pública en la futura ciudad». Cfr. Ruiz Moreno, G. (1968). Historia de la Higiene Pública en la Argentina. Los higienistas. Primer Congreso de Historia de la Medicina Argentina. Academia Nacional de Medicina, p. 263.

34    En la Revista Técnica (1910), número 65, de la Sociedad Central de Arquitectos, se informó el llamado a Concurso Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario, Rosario (Santa Fe), dando a conocer el plano del terreno donde debía erigirse la obra y la nómina de los requerimientos funcionales y servicios que se consideraban necesarios tanto para la Instituto de Enseñanza Médica como para el Hospital.

35    Cfr. Bosch,E. (1967). Ob.cit.

36    Es interesante señalar que el primer premio quedó desierto porque ninguno reunía por completo las condiciones requeridas por el jurado. Se adjudicaron dos segundos premios y un tercero aconsejándose comprar otros dos proyectos «con detalles dignos de utilizarse». Para más información véase Revista de la Sociedad Central de Arquitectos (1911). Concurso Hospital e Instituto del Centenario.

37    Una vez definidos los premios del concurso «se procedió a practicar una visita al terreno [...] encontrando que era muy conveniente para las construcciones proyectadas». Sociedad Central de Arquitectos (1911). Concurso Hospital..., ob. cit., p. 66. Esto es coherente con la formación a la que habían accedido los profesionales médicos que reconocían el papel trascendente que tenía el espacio físico en el contexto higienista de ese momento y querían las mejores condiciones para la obra. Sin embargo y pese a las previsiones, los médicos tuvieron que enfrentar dos problemas importantes referidos al proyecto del edificio. Uno de ellos, hacía referencia a las condiciones del terreno que era fácilmente inundable y provocaba serios inconvenientes. Finalmente se logran soluciones parciales aunque no definitivas. Cfr. Bosch, E. (1967). Ob. cit.

38    Vila Ortiz, R. (1911). "Orientaciones de Hospitales". En Revista Médica del Rosario, año I, número 3, Órgano del Círculo Médico.

39 Foucault, M. (1978). "Incorporación del hospital en la tecnología moderna". En Educación médica y salud, volumen 12, número 1, OPS/OMS. Disponible                                                                                    en [http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/3164/Educacion%20 medica%20y%20salud%20(12),%201.pdf?sequence=l&isAllowed=y]. Consultado el 09/09/2016.

41    Plotkin, M. (1985). "Política, educación y nacionalismo en el Centenario". En Revista Todo es Historia, número 221, Buenos Aires.

42    El historiador Ricardo González Leandri (2007) señala que la consolidación del Estado fue posible gracias al aporte de grupos de intelectuales y profesionales que orientaron su actividad en cuestiones específicas, en este sentido los médicos y específicamente los higienistas llevaron adelante una tarea importante en ese proceso.

43    Autores como Sandra Fernández (2009) y Raimundo Bosch (1966) hacen referencia a la personalidad del médico Camilo Muniagurria y de su importancia dentro de lo que fue el Hospital e Instituto de Enseñanza del Centenario. Cfr. Fernández, S. (2009). Entre el orden científico y la beneficencia. La experiencia del Hospital e Instituto de Enseñanza Médica del Centenario. Rosario. 1910-1929. XII Jornadas Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Disponible en [https://www.google.com.ar/webhp?sourceid=chrome-instant&ion=l&espv= 2&ie=UTF-8#q=Fern%C3%Alndez%2C+S.+(2009).+Entre+el+orden+cient %C3%ADfico+y+la+beneficencia.+La+experiencia+del+Hospital+e+Institut o+de+Ense%C3%Blanza+M%C3%A9dica+del+Centenario.+Rosario%2C+l 910-1929.+XII+Jornadas+Facultad+de+Humanidades+y+Centro+Regional+ Universitario+Bariloche]. Consultado el 04 /09/2016.

44 En diversos discursos, entre ellos el que aparece citado en el Libro de Oro de la institución, el Dr. Camilo Muniagurria hacía referencia a la importancia de la difusión en el ámbito doméstico de los preceptos higienistas por parte de las alumnas que habían transitado por la Escuela Normal. Cfr. Libro de Oro..., ob. cit., p. 222.

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