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Historia de la educación - anuario

versión On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.17 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. dic. 2016

 

DOSSIER: MUJERES EN LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Lucía Sala: Docencia, investigación histórica y práctica política desde todo lugar

 

Ana Buriano Castro1 Silvia Dutrénit Bielous2

1     Instituto Mora/CONACYT/CPI. Contacto [aburiano@mora.edu.mx].
2     Instituto Mora/CONACYT/CPI. Contacto [sdutrenit@mora.edu.mx].

Recibido: 21 de septiembre de 2016
Aprobado: 7 de diciembre de 2016


Signada por el compromiso, se aborda no solo en el plano de su labor investigativa y docente en la disciplina, sino en sus repercusiones sobre una extensa red de personas de los más diversos ámbitos con los que tomó contacto por razones profesionales, políticas o simplemente humanas en Uruguay y en México donde recibió la protección del asilo diplomático. A partir de su formación docente se rastrea su detonante irrupción en el medio historiográfico uruguayo, su condición de militante comunista perseguida en distintas épocas y su inserción en el medio académico mexicano.

Palabras claves Comunismo, docencia, exilio, historia, México, Uruguay.

Abstract

The añide is about a review ofthe biographicalfeatures of Latín Americanist Uruguayan historian Lucía Sala in the different áreas of her professional, political and personal Ufe. Her rich personality, marked by commitment, is addressed not only in terms of her research and teaching experience in her subject, but also in her impact on a large number of people from the most diverse fields with which she had contad for professional, political or simply human reasons both in Uruguay and México, where she was given diplomatic asylum. From her teaching training it is possible to track her irruption in the Uruguayan historiographical environment, her status as a communist militant persecuted at different times in her Ufe and her insertion in the Mexican academia.

Keywords Communism, teaching, exile, history, Uruguay, México.


 

Me parece... que el lugar de la mujer en la vida social humana no es producto, en sentido directo, de las cosas que hace, sino del significado que adquieren sus actividades a través de la interacción social concreta.
Zimbalist Rosaldo3

La figura que nos ocupa es la de una historiadora latinoamericanista formada en Uruguay y exiliada en México durante el ciclo dictatorial conosureño, que culminó con la ruptura de la tradicional democracia uruguaya. Mujer profundamente relacionada con la vida académica no fue sin embargo solo, una intelectual pura. Sus orígenes la vinculan con la intensa vida política de la izquierda de este país, específicamente con el Partido Comunista del Uruguay (PCU) al que se integró en su muy temprana juventud. Los avatares de la persecución política la llevaron a México y a su Universidad Nacional, donde formó una verdadera escuela de latinoamericanistas, tarea que alcanzó su cénit una vez que regresó a Uruguay.

Una biografía marcada por migraciones y política

Lucía Sala nació y falleció en Montevideo, Uruguay (13 de junio de 1925-29 de septiembre de 2006). Su recorrido vital tiene las marcas de los desplazamientos obligados por distintas razones, la del compromiso intelectual y político y la de formadora de varias generaciones de historiadores.

Sus palabras dibujan en parte rasgos centrales de la biografía personal cuando, a propósito de la presentación en 2003 del libro de Rogelio Martínez, Crónicas del exilio español en Uruguay, en el Club Español de su tierra natal decía:

Los exiliados contribuyeron a conformar una mentalidad democrática en el Uruguay. Entre los inmigrantes se reclutaron luchadores sociales, bienvenidos por José Batlle y Ordóñez. Llegaron con sus familias o las crearon aquí, tuvieron hijos y nietos y encontraron en el Uruguay una segunda patria, que fue la de sus hijos.

No puedo dejar de expresar la emoción con que fui leyendo sus textos y ojeando sus dibujos. Hija de inmigrantes españoles comprometidos con la peripecia de su pueblo, al volver cada página regresaban episodios de mi infancia y adolescencia. Vuelvo a ver a mi padre joven, idealista, siempre escribiendo u ocupado en tareas solidarias, recuerdo a mi madre hermosa, llena de inteligencia y sentido práctico, escuchando los informativos y cosiendo y tejiendo para los niños españoles. Puedo visualizar a Margarita y López Lagar en Mariana Pineda o Yerma aplaudidos a rabiar en el Teatro 18 de Julio. Vuelvo a ver los rostros cansados de refugiados que irían llegando, con su España a cuestas, sus relatos, sus canciones y sus penas4.

De los barcos llegaron sus padres. Gallega Isabel Fernández y navarro Leopoldo Sala. Inmigrantes españoles al despuntar el siglo XX procrearon dos hijas, Lucía y Niurka. Las hermanas coincidieron en distintas facetas de sus vidas y con el transcurso de los años y las condiciones de deterioro político-social del Uruguay ellas mismas hicieron las veces de cadenas de transmisión. Se dedicaron a la docencia y se convirtieron en militantes del Partido Comunista. Ambas fueron madres de hijos únicos y durante la dictadura tomaron el camino del exilio mediante la apelación al derecho de asilo otorgado por la embajada mexicana en Montevideo. Con la transición a la democracia retornaron al Uruguay.

Sus padres eran trabajadores y gente comprometida con las luchas sociales5. Lucía y Niurka recibieron esos valores en un contexto internacional que fue de la República Española a la Guerra Civil, al tiempo que se producía el refugio español y las consecuencias del nazi-fascismo. En el territorio uruguayo se multiplicaron los comités de ayuda a la España Republicana y Lucía como niña-adolescente fue participante del «Comité Infantil». Y en ese contexto fue que don Leopoldo asistía habitualmente —en especial los domingos— a la Casa de España para hablar largo sobre los acontecimientos en la península, como lo recordó en 2006 Nemesio Barrio (exiliado uruguayo-español) en un seminario en Santiago de Compostela6. También en la memoria de exiliados cercanos al papá de Lucía emerge que [...] el viejo Sala, un tipo genial que en México peleó con Santiago Carrillo sobre la perspectiva del eurocomibidunismo, uno de los pocos uruguayos que conoció al búlgaro comunista Jorge Dimitrov, el padre de los frentes democráticos y populares para enfrentar al fascismo7.

Lucía tuvo dos matrimonios, el primero con el historiador Gustavo Beyauth y luego con el dirigente comunista, preso durante la dictadura, Luis Tourón. Con este último procreó a Daniel, quien también junto a su madre recorrió la ruta del exilio en 1976. Daniel fue militante de la juventud comunista y profesional del cine, tuvo tres hijos mexicanos y permaneció residiendo en México hasta que falleció en 20078.

Camino al profesorado y a la investigación con compromiso social

Historiadora latinoamericanista y docente, militante comunista no escapó a la observación de la antropóloga feminista citada en el epígrafe. Su forma de «hacer» no evadió a lo referencial e indirecto en el plano de la vida social del rol femenino, que excede la existencia o no de protagonismo, para fincar la acción en un referente social. Lucía hizo historia en la doble acepción del hacer histórico: como historiadora y como luchadora social, en medio de una corriente de sístole-diástole que hace difícil diferenciar el punto de partida inicial disparador del «hacer». Su acercamiento a la historia y su concepción de la misma habla de la búsqueda de una herramienta disciplinar coadyuvante en lo que sería su tarea principal: la de crear una conciencia social que aportara en el plano nacional y latinoamericano. Ella fue consciente de su aporte efectivo a la conformación de un determinado imaginario nacional colectivo.

Su camino inicial fue el Derecho para luego abandonarlo y realizar el giro vocacional hacia la docencia y la Historia. Giro también fincado en las oportunidades que otorgaba entonces el entonces próspero Uruguay de posguerra y sus iniciativas intelectuales.

Como bien señala Sansón Corbo, en 1945 se fundaba la Facultad de Humanidades y Ciencias dedicada por primera vez en el país a formar historiadores profesionales. Y poco después entraría en operación en 1951 el Instituto de Profesores Artigas dedicado a la formación de historiadores docentes. En este ambiente optimista de la posguerra Lucía tomó el camino que permitía su época. Cursó la Sección Agregaturas de Enseñanza Secundaria, estructura formativa que precedió al Instituto de Profesores Artigas (IPA) y a sus veintidós años concluyó la formación docente y concursó por una plaza en Enseñanza Secundaria. Y lo hizo en un momento en que el «campo historiográfico» nacional se profesionalizaba y agitaba por la incorporación de nuevos investigadores extranjeros, algunos argentinos de gran prestigio (Emilio Ravignani y José Luis Romero), que introdujeron un revulsivo intelectual en la dirección de superar el positivismo. Revulsivo en las aulas de la recién creada Facultad que se incrementaría cuando impactaran nuevas corrientes historiográficas9. En este clima Lucía tomó contacto con Eugenio Petit Muñoz, catedrático de la Facultad de Humanidades que la acompañó durante su formación en la enseñanza media. Su vida docente en este nivel fue intensa desde 1947 cuando ingresó hasta la década de los 60. Ya para entonces (1967) su extensa obra sacudía el medio historiográfico nacional y ello le permitió competir por plazas de estricto concurso en los niveles superiores de la enseñanza para dictar las materias de Historia Nacional y Americana III en el IPA y en 1970 a una cátedra en la Facultad de Humanidades. Se situaba así en los dos principales centros académicos de historia del país.

Docente y formadora de muchas generaciones, en un homenaje realizado en México, una de sus discípulas y coautora de este artículo, Ana Buriano, la evocaba:

[...] pese a que hace exactamente cuarenta años que fui su alumna sigo sufriendo el síndrome del apocamiento ante el universo de su saber, común por otra parte a la generación a la que pertenecí que se formó bajo la conducción de los grandes de la historiografía nacional, entre los que Lucía destacó no solo por su calidad académica, sino también de una rica personalidad signada por el compromiso. Lucía fue una gran formadora de historiadores docentes en Uruguay. La generación del Instituto de Profesores Artigas (IPA) a la que pertenezco fue la primera que, en el muy lejano 1967, tuvo el privilegio de recibirla como integrante de un muy especializado cuerpo docente. Claro que la fortuna implicaba perder a Petit Muñoz (1894-1977) hasta entonces catedrático [...]. Cercano a sus 80 años, don Eugenio abandonaba la brillante labor formativa que había desarrollado en el Instituto desde que fue fundado, en medio de los cálidos homenajes que Lucía le organizó. Claro que ella concursó por el cargo en competencia con destacados historiadores nacionales. Contaba a su favor con una larga colaboración como Profesora Agregada de Petit y con los impecables y recientes logros investigativos de su equipo10.

Estos logros detonaron el clima historiográfico del Uruguay de la década de los 60 de modo que sus estudiantes recibían de primera mano la transmisión de un saber hasta entonces no abordado en los estudios históricos nacionales:

Lucía lo transmitía en clases inolvidables para quienes constituimos la generación del 68 uruguayo [...]. Delineaba ante nuestros ojos ávidos, indignados y conmovidos por las primeras grandes violaciones a la institucionalidad democrática del país, un Artigas11, conductor de masas, diferenciado y enfrentado con la «urdimbre caudillesca» que mediaba la posesión de la tierra con la adhesión a los bandos políticos que despuntaban en la historia del Uruguay. Con maestría enmarcaba la lucha oriental12 en el proceso independentista del virreinato y lo remitía a la historia del continente, particularmente a la de aquellas áreas donde la agitación posterior a la debacle de la monarquía había dado lugar a eclosiones sociales, que ella confrontaba en sus matices con la historia nacional13.

Y era en aquel Uruguay que permanecía irredento a América Latina y a los estudios sobre la región, que el curso impartido por Lucía hacía posible insertar la historia de una «tierra de colonización tardía», como la nacional, con el resto latinoamericano que llevaba muchos siglos de coloniaje. Para entonces Lucía ya emergía como la latinoamericanista, que se afirmaría durante su exilio mexicano. De su docencia en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, Alcides Beretta ha dicho:

Inicialmente, Lucía Sala fue para mí un nombre. Primero conocí su obra [...] pocos años más tarde era su alumno [...] cuando dictaba el curso de Historia Americana [...]. Desde entonces, muchos jóvenes asistimos, año con año, a sus clases no solo por el conocimiento impartido —sustentado en la investigación—, sino por la agudeza de su análisis que nos inducía a repensar el conocimiento ya «instalado» y lo que parecía cierto y evidente14.

Lucía fue a la vez una historiadora que junto con un equipo15 elaboró la visión historiográfica del Uruguay con una perspectiva marxista. El historiador económico Raúl Jacob reflexionaba a finales de los años sesenta, cuando la crisis del Uruguay liberal se había instalado totalmente que:

Nunca como en los momentos de crisis se acentúa tanto la necesidad de conocer el pasado [...]. Acucia el deseo de rastrear el pasado para comprender el turbulento presente pero siempre con miras de que compartían las mismas preferencias metodológicas. construir un futuro [...]. Para las clases populares este conocimiento es imprescindible como arma de lucha. El pasado es la historia de su opresión. Las clases dominantes tienen por su parte la necesidad de crear una imagen rosa del pasado, sin luchas de clases y accionado por héroes sin ideas sociales1617.

En ese contexto Lucía reafirmaba el revulsivo que vivía la historiografía de la época y que agitaba tanto a los cultores de la Nueva Historia como a los marxistas:

[...] una historia que fuera historia del pueblo, todos estábamos en eso. En ese sentido tenía orientación política [...]. Fue la época de las revoluciones, de los cambios de estructura. íbamos a buscar determinados temas [...]. El historiador también encuentra lo que busca porque el tema de la tierra estaba en este país. El tema se había puesto en un primer plano. Creo que también estuvo bastante relacionado todo el problema agrario en los años cincuenta y sesenta, con los planteos de la CEPAL18.

Así Lucía conformó un equipo de investigación basado en el materialismo histórico como sustento metodológico de la investigación. Este grupo, conocido como el equipo estuvo integrado por dos jóvenes historiadores: Julio Rodríguez y Nelson de la Torre. ¿Qué permitió conformar el equipo de historiadores marxistas reconocido por sus investigaciones e interpretaciones de la historia uruguaya? Fueron distintos los factores que posibilitaron esa constitución. En especial, dos son los que pueden remarcarse. Sin duda, uno es el contexto epocal y los sucesos disparados en ese entonces y el otro refiere a las peripecias vitales de cada uno. Nacidos en los años veinte del siglo pasado, crecieron en una geografía en que se caracterizó como la «Suiza de América». Así pues, la etapa formativa se dio en un país optimista —que ocultaba ciertas contradicciones— lo que permitió hasta avanzado el siglo XX sostener una postura distante respecto al resto de América Latina. Lucía, Nelson y Julio coincidían en su ADN español, es decir, provenían de la travesía transoceánica y de la península Ibérica así como en el ambiente ideológico marxista de sus hogares. Con Julio además la unían otros lazos: crecieron en el mismo barrio y frecuentaron la Casa de España lo que posibilitó desarrollar una amistad desde niños y, por cierto la muerte los alcanzó en el mismo año 200619. Por el contrario, con Nelson se conocieron en las aulas, cuando eran jóvenes preuniversitarios. En todo caso la pasión por la Historia y el compromiso social convergieron en que se reunieran como equipo de investigación que se constituiría en detonante a la vez que pilar de una nueva lectura de la historia nacional20.

La obra del equipo, desde el materialismo histórico como metodología de análisis social, fue la primera gran elaboración de historiografía profesional fundada en una intensísima labor de exploración de fuentes documentales de gigantesco tamaño. Desde el marxismo, el equipo [...] reconstruirá con tesón y sagacidad el mapa complejo de la propiedad y las relaciones sociales de antes, durante y después de Artigas, para afianzar definitivamente la hipótesis de que los cambios agrarios de 1815-17 constituyeron una experiencia inédita y profundísima en el desarrollo de las revoluciones americanas de independencia21.

La extensión de las fuentes (expedientes judiciales sobre los litigios agrarios), que Lucía revisó con detalle inaudito y con las que lograron hacer los mapas de cómo se transformó la tenencia de la tierra en la Banda Oriental entre fines del siglo XVIII y mediados del XIX22, y el meticuloso análisis dio lugar a una obra de gran dimensión concentrada finalmente en la cuatrilogía, Estructura económico-social de la colonia, Evolución económica de la Banda Oriental, Revolución agraria artiguista y Después de Artigas23. Los dos primeros volúmenes se publicaron en 1967 y, aunque no lo consignan, parece que tuvieron un alto tiraje que se agotó rápidamente.

Para entonces la sociedad uruguaya se agitaba en medio de las repercusiones de una crisis que totalizó su modelo de «estado de bienestar» originado en los gobiernos de José Batlle y Ordóñez a principios del siglo XX. Cercano al año de esas primeras publicaciones el descontento social había encontrado sus cauces en un proceso de amplia unificación sindical (Convención Nacional de Trabajadores), en la formulación de un programa alternativo de país que implicaba una verdadera refundación nacional que, entre otras transformaciones estructurales planteaba la reforma agraria, y que fue acompañado en 1971 con la unidad de la izquierda política (Frente Amplio)24.

El equipo sabía muy bien que la vida social no se reducía al plano económico de análisis. Lo expresaron claramente en la introducción al primer volumen de la cuatrilogía. Decían entonces: «No nos ha sido posible estudiar los problemas ideológicos, de formación del sentimiento nacional»25. El espiral autoritario que devino en el golpe de Estado de junio de 1973 no permitió ni a Lucía ni a Julio y Nelson continuar de manera sistemática y estrecha con el trabajo intelectual del equipo. A pesar de que su definición metodológica fue bastante estricta, ellos intentaron en Uruguay profundizar varios lincamientos de análisis social y de la filosofía de la historia, en una revista titulada Praxis, a la que incorporaron un grupo de tradición afín que contaba, entre ellos, con Rosa Alonso que tan amplia colaboración en coautoría desarrollara después junto a Lucía. El equipo también intercambiará experiencias con el grupo Historia y Presente que nucleaba a lo más selecto de la Nueva Historia Nacional, en un intento de diálogo metodológico, colaboración y enriquecimiento de las distintas tradiciones investigativas.

La militante gremial y política, la mujer historiadora y comunista exiliada

Con esa ruta biográfica que hizo del hogar de los Sala Fernández un espacio de compromiso social y político desde la temprana afiliación de don Leopoldo Sala, proveniente del anarquismo, al Partido Socialista primero y al Partido Comunista casi en su fundación, Lucía tuvo desde muy temprana edad militancia gremial y partidaria. Comunista siguiendo la tradición de su padre, vivió en los comienzos de la guerra fría y bajo el impulso del macartismo una agresión física siendo una muy joven profesora en el departamento de Florida.26

La prensa montevideana lo registró en los días del 30 de septiembre de 1950 y en los subsiguientes. Se trataba de un clima virulento anticomunista que cobraba más fuerza en el interior del país a tal punto que los maestros y profesores de la época vinculados al Partido buscaron su traslado a la capital o intentaban silenciar su adhesión política. En otros como Julio Rodríguez despertó la convicción de que debía afiliarse al Partido y así lo hizo en 1950. Si bien la guerra fría se sintió en todo el territorio, Montevideo resistía con mayor contención social27.

El enfurecido anticomunismo internacional afectaba al Uruguay y se volvía persistente. En los años sesenta la ola de agresión persistía contra los profesores de la enseñanza pública y también era promovida por padres «demócratas». Lucía junto a profesores y profesoras dieron respuesta en una carta pública titulada «Persecución ideológica»28. El perfil de su militancia combinaba, compromiso gremial y partidario. Tenía presencia protagónica tanto en las asambleas de profesores, procesos de debate y definición de la reforma educativa29 como en las actividades formativas del Partido, en especial con sus intervenciones sobre el proceso histórico nacional.

Al despuntar la década de 1970 es factible afirmar que, con el despliegue de una diversidad de estrategias, Uruguay acompasaba el clima epocal de América Latina. La pérdida sistemática de las condiciones de libertad fue acompañada de los primeros muertos estudiantiles, de cientos de detenidos lo mismo que de trabajadores militarizados. Ello se dio con el uso recurrente de las Medidas Prontas de Seguridad (MPS, especie de Estado de Sitio), decretadas por el Ejecutivo y levantadas por el Parlamento. El proceso de fortalecimiento de la lucha gremial y sindical no fue ajeno al crecimiento de la unidad de la izquierda. Ésta se instaló de manera férrea en el sistema político y la lucha armada se implantó en el espacio público con algunas acciones espectaculares y marcando otro camino. Se vivía para entonces el desplome del régimen: represión con la intervención de las fuerzas represivas a movimientos sociales y políticos y combate de las Fuerzas Armadas a la guerrilla30. En 1973 se condensa la crisis del sistema político con la disolución del Parlamento. Ésta fue ejecutada el 27 de junio por el propio presidente de la República, Juan María Bordaberry. Para los comunistas reprimidos desde hacía años, 1975 representa el año en que la violencia se lanza con ferocidad sobre sus estructuras dirigentes y su militancia. A partir de entonces la represión al Partido se vuelve cotidiana hasta el momento de la salida de la dictadura lo que no aminoró la persecución sobre otras organizaciones. El PCU era hasta entonces una organización muy fuerte con un casco militante de decenas de miles de personas e inserción en distintos niveles sociales y sindicales de mucha fuerza a diferencia de las otras estructuras.

Es en ese contexto y en ese año emblemático de la represión a los comunistas que se produce un allanamiento a la casa de los Tourón Sala. Es en ese suceso cuando Lucía les dijo irónicamente a los represores que invadieron su hogar y la detuvieron: «Me imagino que vendrán a agradecerme todo lo que he hecho por este país»31.

Vida que transitaba entre lo legal y lo semilegal, prisión por unas semanas de su hijo Daniel, clandestinidad de su marido hasta que llega su detención, hace evidente lo virulento y peligroso del régimen que se iba imponiendo. Para entonces comienza a visualizarse el camino del exilio. La mujer, historiadora, madre, esposa e hija de comunistas se ve obligada a tomar la decisión de asilarse. La embajada de México le concede la protección en el verano de 1976 lo mismo que a Daniel. Se repite la historia de la migración, ahora vinculada a la represión en la tierra natal de Lucía, la que había acogido a sus padres muchas décadas atrás.32 Ellos mismos seguirán a Lucía para residir en México. Cuánto dolor acumulado, cuánto desgarramiento en una sola persona. Se huía sin querer necesitando sobrevivir primero, generar denuncias por la detención y condiciones de extremo peligro de su marido y también para desplegar solidaridades con los demás detenidos y sus familias.

Y quizá aunque no pensado al igual que miles de exiliados, no había tiempo para reflexionar, menos para reprogramar la vida, Lucía se instaló en la tierra que la protegió junto al núcleo familiar y retomó la vida académica. Quizá los primeros tiempos en territorio mexicano, en la embajada en Montevideo, luego en el Distrito Federal en aquel Hotel Versalles en que albergaron a asilados uruguayos y argentinos — que luego se derrumbaría en el terremoto de 1985— mantuvieron en Lucía una sensación de vivir el hoy sin pensar en el mañana. Al poco tiempo, al finalizar el primer semestre de 1976, ya instalada en el apartamento sureño del condominio El Altillo, muy cercano a la Ciudad Universitaria, Lucía reiniciaba la vida académica. Era un reinicio en medio del dolor que no cesó por muchos años aunque la tranquilizó sin duda la llegada de sus padres, luego de su hermana y por último la liberación de Luis.

El compromiso docente e intelectual fue acompañado del compromiso humano y político, del campo de las ideas a la solidaridad, así se caracterizó su vida en el exilio.

[...] lo cierto es que alquilamos a medias con Lucía el apartamento en El Altillo [...] y ahí cuando vino Paula estaba Daniel con Lucía, después llegó Boutón, después llegó María Elena, todos se fueron para allá             

Reforzó su trabajo intelectual volcado a la docencia y la investigación con un matiz muy latinoamericano que particularmente le dio su vida en México, país de exilios con convivencia simultánea y, en especial, la Universidad Nacional Autónoma de México, principal institución universitaria de la región. Los años setenta y ochenta tenían en las aulas mexicanas la fuerza intelectual de los perseguidos políticos de la región. En la Facultad de Filosofía y Letras y de Economía enseñó Lucía Sala de Tourón, una de las fundadoras de la nueva historia económica del Uruguay [...]. En la UNAM formó varias generaciones de historiadores y volvió a publicar en 1978, bajo el sello editorial de Siglo XXI, Artigas y su revolución agraria. Para ese libro escribió una extensa introducción sobre la colonia y la revolución de independencia rioplatense. Se consideró afortunada de participar en la vida universitaria mexicana a pesar de que siempre extrañó el acucioso, prolífico y entregado trabajo de investigación que realizó con Julio Rodríguez y Nelson de la Torre, sus colegas y compañeros comunistas de la primera hora34.

A propósito de un homenaje a Rene Zavaleta, intelectual y político boliviano exiliado en México, Lucía evocaba en forma resumida el ambiente universitario —para los estudios sobre la región— de aquellos años:

[...] fue uno de los destacados estudiosos de las ciencias sociales en México, en particular en lo referente a los estudios latinoamericanos. Este país fue uno de los pocos que escapó a la dictadura en América Latina y constituyó un lugar privilegiado para dichos estudios, dado que ya existía una tradición en este sentido35.

Entrevista a Diego Achard. 30 de noviembre de 2002. México, DF.

Una riqueza de experiencias académicas y políticas se conjuntó con aquellas de los docentes mexicanos y latinoamericanos —con historias y experiencias disímbolas aunque por momentos similares— para constituir el espacio de aprendizaje en un lugar que solo queda en la añoranza de los años difíciles pero privilegiados para los educandos y educadores.

Desde su hogar en el sur de la ciudad y desde la cátedra, la historiadora se reconoció y le valió el reconocimiento también como latinoamericanista. Su aporte en México lo fue también en el desarrollo de los estudios latinoamericanos y como una de las impulsoras de esta especialización. Junto a Susy Castor — historiadora haitiana exiliada en México— reflexionaron y definieron a la historia de América Latina en estado de construcción, advertían que se había producido a mediados de los años ochenta del siglo pasado «una multiplicación de las instituciones de investigación histórica y de centros de docencia para formar historiadores y el aumento del número de historiadores profesionales» no obstante señalaban que había una crisis del conocimiento histórico en América Latina. Las historiadoras sostenían que era necesario «[...] renovar las interpretaciones históricas tradicionales y de revigorizar las nuevas tendencias que venían caracterizando a la historiografía latinoamericana contemporánea»36.

Sin duda, la perseverancia como formadora de historiadores y latinoamericanistas y como intelectual empeñada en proponer líneas de pensamiento y metodologías de abordaje investigativo devino en que su huella quedará marcada en lo institucional como en sus discípulos y colegas. Dio ejemplo entonces de exigencia intelectual, respeto a la diversidad metodológica en tanto estuviera fundada en el rigor académico y compromiso social. Las palabras de una de sus discípulas en las aulas mexicanas lo sintetizan de manera nítida.

Su interpretación y análisis de los grandes procesos históricos de América Latina me impresionaban, reflejaban un conocimiento amplio, profundo, ponderado [...]. La recuerdo como maestra rigurosa, generosa, apasionada [...]. Tenía una gran fe en la docencia como medio de transmisión de conocimientos. Veía con preocupación la subvaluación de la que ha sido objeto la docencia frente a las publicaciones en las evaluaciones académicas. Ella destacaba en ambos campos.

Al conocimiento de Lucía como profesora se aunó más tarde el de su vida personal, de su papel como mujer comprometida en lo social y político, como hija, madre, hermana, abuela, como amiga y colega [... ]37.

Queda como parte de su compromiso como mujer que coadyuvaba con otras en la solidaridad cotidiana, el agrupamiento de uruguayas y mexicanas para la denuncia internacional y el apoyo a quienes estaban dentro de Uruguay. La repercusión era directa sobre las detenidas y sus familias, fue la actividad realizada por un grupo de mujeres mexicanas y uruguayas. Se trata del Comité de la Amistad Mexicano-Uruguayo, A. C. (CAMU) constituido en 1980. Desde allí:

[...] se desplegó una intensa y sistemática labor de denuncia de la represión, de las condiciones de las mujeres detenidas, en particular de aquellas que estaban enfermas; asimismo generó una dinámica simultánea de apoyo al núcleo familiar y de promoción de la solidaridad en otros países. La práctica escogida por el CAMU fue la de tomar casos de detenidas en situaciones muy difíciles, graves, y denunciar sus condiciones. Además promovió el amadrinamiento (uno por mujer mexicana) de los hijos de las detenidas38.

Sus aportes fueron diversos. Lo hizo a la historiografía uruguaya, a la latinoamericana, a la formación de historiadores en la especialidad, a la construcción de un pensamiento crítico y a una forma de concebir la vida y la historia. Quizá la parte más rica de su legado resida en el rigor intelectual, el tesón, la condición humana y aún la sensibilidad para sufrir por quienes uno ni siquiera conoce.

Lucía regresó a Uruguay tan pronto dio inicio la transición y se incorporó inmediatamente a la Universidad de la República en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la educación. Desde 1985 dirigió por muchos años el recién creado Centro de Estudios Latinoamericanos de esta Facultad39. Retomó inmediatamente los proyectos que la incursión totalitaria dejó truncos y desarticuló. Así en 1986 publicó, junto con Rosa Alonso y Julio Rodríguez el primer volumen de El Uruguay comercial pastoril y caudillesco. Economía que había quedado en proceso cuando se produjo el golpe de Estado. Años después se publicaría el segundo volumen en coautoría con Rosa Alonso dedicado al estudio de Sociedad, política e ideología. Fue una obra hija de los avatares de la persecución que vivió la intelectualidad uruguaya. Sus originales regresaron a México, algunos se perdieron en el trayecto y debió ser reelaborada casi desde el principio. Era, finalmente, el cierre de un ciclo y la culminación, como señala Leticia Soler de la extensa investigación que había dado origen a la cuatrilogía sobre la Banda Oriental producida en los años 60-70. Muchos otros aportes realizó Lucía en este tiempo en el plano de la investigación y la docencia40. A su muerte, dejó pendiente un gran avance relacionado con la problemática conceptual e intelectual de la democracia en América Latina desde el siglo XIX. Se trataba de un proyecto conjunto con múltiples sectores de la historiografía latinoamericana que, desafortunadamente ha sido difícil de rescatar.

En la conflictiva reconstrucción de una izquierda uruguaya, muy golpeada durante el periodo dictatorial y durante la división que sufrió el PCU en 1992, Lucía participó junto a un pequeño grupo de intelectuales que impulsó una tercera posición que, por cierto, no fue la triunfante. Quizá ello la alejó de la lucha política concreta aunque su labor se concentró en la defensa de los derechos humanos y las exigencias de verdad y justicia para las terribles violaciones ocurridas durante el periodo de facto. Hábil polemista sostuvo un muy sonado enfrentamiento con el ex presidente Julio María Sanguinetti del que el político no salió bien librado.

El final de este recorrido

Para recapitular sobre Lucía, la historiadora marxista, la formadora de muchas generaciones, la activista gremial al mismo tiempo que militante comunista desde muy joven que supo sortear con dolor, pero con fuerza, las encrucijadas que se le presentaron. Luchadora en todos los ámbitos, mujer, hija, madre y esposa de comunistas, pudo retomar todas las facetas de su actividad aun en el exilio, superando el sufrimiento y gestionando apoyo a quienes lo requerían no más que ella, y conquistó en la tierra de acogida —rebosante de muchos exilios generadores de solidaridades cruzadas y denuncias punzantes— admiración, reconocimiento y mucho cariño. En ese México multicolor y de enormes contrastes se convirtió también en abuela y transitó al campo de los estudios latinoamericanos con los que completó su perfil docente e intelectual.

El historiador Maiztegui sintetizó espléndidamente el significado del legado de Lucía:

Quien tuvo la suerte de conocer a esta montevideana universal, sabe de su fineza de espíritu, de su amplísima cultura y de su encanto. Hoy, cuando tanta se habla de enseñar la historia nacional sin sesgos ideológicos dogmatizados y hay tantas legítimas prevenciones al respecto, la ausencia de Lucía Sala, intelectual de altísimo vuelo e insobornable honestidad, se sentirá sin duda como una auténtica tragedia. Todos los orientales, por encima de banderías y adscripciones políticas e ideológicas, debemos hacer lo que los mandones de ayer no hicieron: agradecerle todo lo que trabajó para este país cuya suerte sentía en la sangre como si fuera savia que le daba vida.

Una sonrisa entre irónica y amable acompañó, desde su juventud y hasta el final, un rostro signado en los últimos tiempos por una especie de nostalgia y tristeza. Aun octogenaria mantuvo sus inquietudes de investigación y la sensación de que la vida transcurría y terminaba sin que ella hubiera podido abarcar todo su plan vital en distintos planos de la vida social. Lucía fue, finalmente, una inconforme y quizá en ello residió su aguda inteligencia41.

Notas

3     Cfr. Scott, Joan W. (1996). "El género: Una categoría útil para el análisis histórico". En Lamas, Marta. El género: la construcción cultural de la diferencia          sexual.          México:          PUEG.          Disponible          en [http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/scott.pdf]. Consultado el 02/07/2016.

4  Cfr. Martínez, Rogelio (1999-2001). Crónica del exilio español en Uruguay. Montevideo: Bergamín, 3 volúmenes.

5  Cfr. Beretta, Alcides (2011). "Lucía Sala: cuando la historia es un compromiso con la vida". En e-l@tina Revista electrónica de estudios latinoamericanos. Disponible en [http://iigg.sociales.uba.ar/files/2011/06/elati nal7.pdf]. Consultado el 11/11/2015.

6  La Casa de España era una institución sostenida por el exilio español que gozaba de una buena biblioteca y donde se congregaba la comunidad, especialmente los domingos. Cfr. Barrio Otero, Nemesio (2007). "Duro oficio el exilio. Buenos Aires, marzo a julio de 1976". En Eduardo Rey Tristán (2007). Memoria de la violencia en Uruguay y Argentina. Golpes, dictaduras, exilio (1973-2006). Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela.

7  Cfr. Legnani, Raúl (2007). "El adiós a Daniel". En La Red 21, 20 de mayo. Disponible en [http://www.lr21.com.uy/politica/258698-el-adios-a-daniel]. Consultado el 25/04/2015. Sobre Leopoldo Sala hay recuerdos que vale la pena retomar. «Hace muchos años de algunas conversaciones con don Leopoldo. Por ejemplo recuerdo el sentimiento que guardaba de cuando uno de sus hermanos decidió venir a América —creo que desde Pontevedra— en la familia le propusieron que también viajara más o menos con unos 14 o 15 años y un saco de alguien mayor que él, con mangas más largas que sus brazos que daba vergüenza usar. Así salió de España para América. Otro día me comentó su vida política inicialmente como miembro del Partido Socialista y luego, por 1921, cuando gran parte de los militantes de ese partido se separaron para formar el Partido Comunista [...]. Estas conversaciones con don Leopoldo las tuvimos varias veces en aquella casa solidaria de Cuernavaca, compartiendo la preocupación por lo que pasaba en Uruguay. Lo que más me atraía de don Leopoldo era su optimismo, aun en lo imposible, porque para él no cabía la duda en el socialismo y en la caída de la dictadura y que el futuro era nuestro. Era un hombre y un compañero excepcional el optimismo en el progreso de humanidad hacia el socialismo». Fragmentos de la comunicación realizada a propósito de este artículo con Osvaldo Sangiácomo, miércoles 24 de agosto de 2016.

8 ídem.

9 Cfr. Sansón Corbo, Tomás (2011a). "Proceso de configuración del campo historiográfico uruguayo". En Historia da Historiografía, número 6, marco. Disponible en [http://www.academia.edu/3751965/Proceso_de_configuraci% C3%B3n_del_campo_historiogr%C3%Alfico_uruguayo]. Consultado el 25/07/2016, pp. 130-131.

10 Cfr. Buriano, Ana (2007). "Lucía Sala y la formación de los historiadores docentes: la generación uruguaya del 68". En Boletín del Colegio de Estudios Latinoamericanos. In memoriam Lucía Sala de Tourón (1925-2006), mayo, pp. 16-17. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

11    Se refiere a José Gervasio Artigas, héroe de la independencia uruguaya.

12    Oriental es una forma de referir al gentilicio uruguayo en atención al nombre del país: República Oriental del Uruguay, nominación que alude a la ubicación geográfica, es decir, la República al oriente del río Uruguay.

13    Cfr. Buriano, Ana (2007). Ob. cit.

14    Cfr. Beretta, Alcides (2011). Ob. cit, p. 7.

15    La referencia es a un equipo de trabajo conformado por historiadores

16    Cfr. Corbo, T. S. (201 la). Ob. cit., p. 134.

17    Cfr. Galeano, Eduardo y Jacob, Raúl (1969). "Nuestra historia y los jóvenes". En Enciclopedia uruguaya, número 57, pp. 48-49, Montevideo, Arca, p. 136.

18   Se trata del testimonio de Lucía Sala recogido por Sansón Corbo en 1999. Una simple mirada a cualquier bibliografía histórica de la época evidencia que la década de los sesenta fue de las más prolíficas. Desde ensayos puntuales hasta voluminosos estudios sólidamente fundados en fuentes de archivo agitaban el clima historiográfico. Sus títulos eran de por sí sugerentes y provocadores de polémicas: El pueblo reunido y armado de Agustín Beraza exaltaba la eclosión de masas en el movimiento independentista, Uruguay ¿provincia o nación? se preguntaba el historiador revisionista Roberto Ares Pons. Barran y Nahum, desde la nueva historia, iniciaban su gran estudio del Uruguay rural. Cfr. Corbo, S. (2011a). Ob. cit. p. 135.

19    Una parte de lo descrito sobre la vida de Lucía Sala se apoya en información vertida en el Homenaje que la Cámara de Representantes de Uruguay le hiciera a la profesora y a Julio Rodríguez amigo, camarada y coautor. Cfr. Álvarez López, Pablo (2010). "Diario de sesiones de la Cámara de Representantes. Cuarto período ordinario de la XLVI legislatura 37a. Sesión extraordinaria". Disponible en [http://salaceil.blogspot.mx/2010/03/li omenaje-poder-legislativo_10.html]. Consultado el 02/06/2016. Véase Cfr. Sansón Corbo, Tomas (2011b). "Historiografía marxista y renovación de los estudios sobre la historia social de la Banda Oriental". En Terceras Jornadas Nacionales de Historia Social, 11, 12 y 13 de mayo, La Falda, Córdoba. Disponible en [http://www.academia.edu/579031 l/Historiograf%C3%ADa_ marxista_y_renovaci%C3%B3n_de_los_estudios_sobre_la_historia_social_de _la_Banda_Oriental]. Consultado el 05/06/2016.

20    Cfr. Corbo, T. S. (201 Ib). Ob. cit.

21    Cfr. Dutrénit, Silvia y Puchet, Martín (1985). "Una bibliografía uruguaya". En Secuencia, número 1, Instituto Mora, México, DF, p. 88.

22    Cfr. Puchet Anyul, Martín (2008). "Recuerdos de académicos uruguayos durante mis años de estudiante en el exilio (1976-1980). Evocaciones y reflexiones". En Dutrénit Bielous, Silvia y Serrano Migallón, Fernando (2008). El exilio de los uruguayos. México: País de Asilo, Facultad de Derecho, UNAM, Editorial Porrúa, p. 72.

23    Seguidos luego por otras obras, entre ellas y en coautoría del equipo con Rosa Alonso, La oligarquía oriental en la Cisplatina (1970) y de Lucía Sala, El mostrador montevideano (1968).

24    Para el programa del Frente Amplio fue importante la apropiación en el debate de la política agraria de José Artigas y de su figura. A ello contribuyeron magníficamente los aportes de Lucía y el equipo de historiadores. Su propuesta historiográfica impulsó a la nacionalización de la lucha de una izquierda comunista que, hasta entonces, fincaba sus miras de manera preferente, en el internacionalismo proletario.

25    Cfr. Lucía Sala, Julio Rodríguez y De la Torre, Nelson (1967). Evolución.

26 El edil Carlos Martínez Latorraca de la Junta Departamental de Florida, pronunció en 2005: «[...] la sociedad uruguaya pacientemente ha acumulado experiencias de lucha muy variadas y originales [...] que nosotros sabemos que es mérito irrestricto de esos uruguayos de generosa entrega de sus actos personales, de su lucha social, política, que haya avances en las ideas y que haya progreso social. Aquí en Florida tenemos ejemplos claros de individuos transformadores [...]. ¡Qué difícil era ser comunista en esos tiempos! Cada acto terminaba con una pedrea [...]. Florida recuerda con vergüenza cuando en 1950 se perseguía aquí a la prestigiosa profesor de Historia Lucía Sala de Tourón, agrediéndola a pedradas y con otros objetos». Junta, 2005.

27    Cfr. Leibner. (2011). Ob. cit., pp. 147-148.

28    ídem, p. 415.

29    Un ejemplo fue el proceso de debate de la reforma de la educación en la VIII Asamblea de Profesores presidida por Lucía Sala. ídem, p. 488.

30    Para mayor información sobre el proceso de la crisis político-institucional y los actores que intervenían, ver los libros de Aguirre Bayley (1985), Aldrighi (2001 y2007), ReyTristán (2005) y Várela Petito (1988).

31 Cfr. Maiztegui Casas, Lincoln R. (2007). "La savia de la Tierra". En Boletín del Colegio de Estudios Latinoamericanos. In memoriam Lucía Sala de Tourón (1925-2006), mayo. México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, p. 24.

32 Con respecto a qué lugar ocupa el exilio uruguayo y desde dónde, ver Coraza de los Santos, E. (2008). "¿Quién hablará de nosotros cuando ya no estemos? Memoria e historia del Uruguay del exilio a partir de un análisis bibliográfico". En Studia Histórica. Revista de Historia Contemporánea, volumen 25. Salamanca: Área de Historia Contemporánea. Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Salamanca, pp. 191-222.

34    Cfr. Puchet Anyul, M. (2008). Ob. cit, p. 72.

35    Versión escrita de la participación de Lucía Sala en la mesa redonda en homenaje a Rene Zavaleta, realizada en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, el 26 de junio de 2003, apud Maya Aguiluz Ibargüen y Norma de los Ríos Méndez, coordinadoras, 2006, Rene Zavaleta Mercado. Ensayos, testimonios y revisiones, Miño y Dávila SRL, FLACSO/México, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos, Centro de Estudios Superiores Universitarios, Universidad Mayor de San Simón, Universidad Mayor de San Andrés. Postgrado en Ciencias del Desarrollo, CIDES-UMSA, pp. 149-155

36 Cfr. Pérez, Josefina y Vega, Viviana (2007). La enseñanza de la historia contemporánea de América Latina en el Cono Sur. Rosario: Prehistoria Ediciones. Disponible en [https://www.academia.edu/22264761/LA_ENSE% C3%91ANZA_DE_LA_HISTORIA]. Consultado el 05/08/2016, pp. 78-80.

37 Cfr. Von Grafenstein, Johanna (2007). "Recuerdos de una alumna de los lejanos setenta". En Boletín del Colegio de Estudios Latinoamericanos. In memoriam Lucía Sala de Tourón (1925-2006), mayo. México: Facultad de Filosofía y Letras- UNAM, pp. 17-18, esp. p. 17.

38    Entre ellas estaban las uruguayas Emilia Anyul, Sonia Bielous, Sara Freiré, Margarita Groissman, Ida Holz, Alba Neuman, Lina Betucci y Lucía Sala y las mexicanas Natasha Henriquez, Ana Carolina Ibarra, Adriana y Marcela Lombardo, Eugenia Meyer y Felicity Willians. Se agradece a Sara Freiré el haber compartido sus recuerdos sobre el trabajo en el CAMU así como quienes lo integraban.

39    Cfr. Bereta, A. (2011). Ob. cit. p. 77.

40 Cfr. Soler, Leticia (2000). Historiografía uruguaya contemporánea, 1985-2000. Montevideo: Ediciones Trilce, p. 82.

Referencias bibliográficas

  1. Cfr. Maiztegui Casas, Lincoln R. (2007). Ob. cit., p. 24.         [ Links ]
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