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Historia de la educación - anuario

versión On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.17 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. dic. 2016

 

DOSSIER: MUJERES EN LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN

Adriana Puiggrós. Ensayo de una biografía incompleta: el exilio mexicano y la génesis del pensamiento crítico sobre la educación en América Latina (1974-1984)

 

Sandra Carli1

1 Doctora en Educación por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es Investigadora Principal del CONICET con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani y Profesora titular regular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en su formación doctoral en Historia de la educación argentina e Historia de la infancia y, en los últimos años, en los estudios sobre la universidad pública, vinculados con experiencia estudiantil y trayectorias y biografías de profesores y profesoras. Dicta cursos de posgrado en distintas universidades del país y de otros países de América Latina. Dirige en la actualidad el Proyecto UBACYT (2014-2017) «La universidad pública en perspectiva histórica: culturas institucionales, biografías de profesores/as y experiencias de conocimiento». Coordina el Programa de Estudios sobre la Universidad Pública (PESUP) y es miembro de la Comisión de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales. Contacto [smcarli@gmail.com].


En la segunda parte se explora y analiza la experiencia del exilio en México entre 1974 y 1984, prestando atención a circunstancias biográficas dolorosas y a su inserción en el sistema de educación superior y en estudios de posgrado. La hipótesis del texto es que la producción de tesis de posgrado, que se convirtieron luego en libros de amplia circulación, le permitió elaborar los fenómenos de los primeros setenta, en los que había participado activamente, y el cierre de un ciclo a la vez político y familiar. Por otra parte, constituyeron a Adriana Puiggrós como autora de referencia en el campo de la pedagogía en el ciclo posdictatorial. En tanto la escritura académica constituyó una actividad crucial de mujeres exiliadas, adquieren relevancia los procesos de producción intelectual, así como las nuevas significaciones de los libros publicados a partir de su circulación y lectura en el espacio universitario argentino con la recuperación de la democracia en 1983.

Palabras claves Biografía, intelectual, exilio, pedagogía, género.

Abstract

This article aims to explore the biographical experience and intellectual itinerary of the Argentinian pedagogue Adriana Puiggrós, who contributed with her texts to a renewal on how to understand national and Latín American education. In the first part, we delve into herfamily history and her training as a teacher and as a graduated in Educational Sciences, as well as her participation in educational, activists and university experiences during the '60s and particularly her intervention in the Faculty of Philosophy and Literature at the University of Buenos Aires between 1973 and 1974. In the second part, we explore and analyze the experience of her exile in México between 1974 and 1984, paying particular attention to painful biographical circumstances and to her incorporation into the higher education system and her postgraduate studies. The hypothesis of the text is that the production of her PhD thesis that later became widely circulated books, enabled her to develop the phenomena of the early '70s in which she actively participated and to give an end to both a political and family cycle; moreover they constituted Adriana Puiggrós as an author of reference in the field of education in the posdictatorial time. While academic production was a crucial activity in exiled women, the processes of intellectual production as well as the new significances of the books published become relevant after their circulation and reading in the Argentinian universitiesduring the restoration of democracy in 1983.

Keywords Biography, intellectual, exile, pedagogy, gender.


 

Introducción

La expresión «pensamiento crítico» en el título de este artículo nos retrotrae al campo de las humanidades y las ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XX y a la práctica de la escritura como soporte en el que se modulan ideas y visiones del mundo. Adriana Puiggrós, la pedagoga argentina cuyo itinerario intelectual queremos explorar aquí, constituye un exponente de la generación que participa activamente en los imaginarios de cambio revolucionario de los años sesenta y setenta y que contribuyó con sus textos a la renovación de las visiones sobre la educación nacional y latinoamericana.

Durante el exilio en México, que comienza en 1974 y se extiende hasta 1984, se generaron condiciones para la apertura de un espacio y un tiempo de escritura que hicieron posible la elaboración de artículos y libros. La tesis de este ensayo plantea que ese conjunto de textos, acechado por las sombras de los contextos traumáticos de la dictadura militar argentina, permitieron elaborar el cierre de un ciclo a la vez familiar y político y constituyeron a Adriana Puiggrós como autora de referencia en el campo de la pedagogía en el ciclo posdictatorial.

Si bien la idea de autor ha sido puesta en cuestión por la crítica literaria desde nuevas miradas de las obras y del papel del lector, a partir de la afirmación de Roland Barthes de la muerte del mismo y la preferencia de Michel Foucault por la noción de función-autor, podemos afirmar que la circulación de los libros a través de sucesivas reediciones invita a detenerse no solo en los procesos de apropiación de los mismos sino a reconocer la capacidad que han tenido de instaurar condiciones para una nueva discursividad, es decir, para la formación de otros discursos educativos.

En tanto la escritura académica constituyó una actividad crucial de exiliados y exiliadas, las tesis de posgrado presentadas en las universidades mexicanas —que luego se convirtieron en libros publicados en editoriales locales— permitieron elaborar los fenómenos de los primeros setenta, en los que habían participado intensamente. Pero esa enunciación textual signada por el tránsito doloroso entre un tiempo de intensidad política y otro de pérdidas, duelos y reelaboraciones, adquiere nuevas significaciones con posterioridad, en los años ochenta y noventa, cuando se habilita su circulación y lectura en el espacio universitario a partir de la recuperación de la democracia en la Argentina en 1983.

En la escena de lectura en la que jóvenes estudiantes, graduados y graduadas, participamos cuando Adriana Puiggrós retornó del exilio2, se produjo el contacto de una nueva generación con la generación que había estado ausente de la universidad: los textos tenían las huellas de un tiempo histórico, signado por elaboración retrospectiva de las utopías y derrotas de los primeros setenta y la producción de diagnósticos sobre las tendencias de la educación de finales de la década y de los años ochenta en América Latina y en el mundo. Se producía allí una transmisión demorada.

Si las biografías no pueden ser más que incompletas3, este ensayo aspira a auscultar una etapa de la historia conocida solo por sus ecos y versiones contrastantes. En tanto la historia reciente está signada por un régimen de historicidad particular basado en la coetaneidad entre pasado y presente4, ahondaremos en la mutua interpelación entre el registro de la historia y el registro de la memoria. La primera parte tiene por objetivo reconstruir el itinerario formativo, académico y político de Adriana Puiggrós hasta su participación en la universidad en los primeros setenta y la partida del país. La segunda parte se centra en las circunstancias del exilio y en el análisis de las obras publicadas, que modulan un pensamiento político-pedagógico y una perspectiva histórico-educativa latinoamericana de gran fertilidad para investigaciones que se desarrollarían en las décadas siguientes.

Itinerario biográfico y académico: de la escuela normal a la universidad del 73

...la huella a mí me quedó hasta ahora. Adriana Puiggrós

Es necesario trazar primero algunos hitos del itinerario biográfico y académico de la pedagoga Adriana Puiggrós. Si la experiencia del exilio motiva esta mirada retrospectiva, interesa analizar la relación entre individuo y contextos históricos, entre género y política y entre dimensiones subjetivas y vida pública, en las que se detiene la nueva biografía5. La profusión de testimonios orales publicados y otros inéditos permite desentrañar las conexiones entre su trayectoria y los acontecimientos de la historia reciente de la Argentina, pero también reconocer las huellas del pasado en el presente del momento de enunciación6.

Como punto de partida, el apellido Puiggrós retrotrae invariablemente a la figura de su padre Rodolfo Puiggrós, historiador y periodista, autor de numerosos libros sobre la historia política argentina y referente de lo que se dio en llamar en los años setenta la izquierda peronista. En los pliegues de la biografía escrita bajo el título Rodolfo Puiggrós. Retrato familiar de un intelectual militante (2010), Adriana Puiggrós ensaya también una autobiografía. El libro comienza con el recuerdo de la muerte de su padre en 1980 en Cuba y su posterior entierro en México; es caracterizado como un autodidacta que abandonó los estudios universitarios y como un militante que transitó por distintas fuerzas políticas, destacando su papel en la formación política de nuevas generaciones. En ese recorrido de la vida de su padre, tejido con los recuerdos de infancia de los años cuarenta, se describen escenas cotidianas que nos permiten comprender una socialización infantil en estrecho contacto con la política. A diferencia de su padre que tenía orígenes catalanes, modestos, su madre era hija de rusos judíos que tenían una situación acomodada y que, luego de una etapa de prosperidad, escaparon de Rusia ante el ascenso de Stalin. Los antecedentes familiares de Adriana Puiggrós son comunes a una generación hija de abuelos y/o padres inmigrantes en la que se produce una particular mixtura de símbolos, signos y afectos ligados con tradiciones nacionales, herencias culturales y experiencias políticas internacionales.

Realizó estudios primarios en la Escuela Primaria n.° 1 «Vicente Fidel López» durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón. De esos años recuerda la figura de una directora influida por las ideas de la escuela activa, cuando la docencia se dirimía entre la adhesión o el rechazo al peronismo, entre la defensa de la religión en las escuelas y el laicismo. En el marco de la notable expansión de los estudios secundarios durante el peronismo, que se constituyeron en una verdadera moratoria escolar para los jóvenes7, se graduó como maestra en 1959 en la Escuela Normal n.° 6 «Vicente López y Planes», una escuela muy rígida. En ella compartiría las aulas con compañeras que, a diferencia suya, militaban en el Partido Comunista y asistían a las instituciones educativas de la colectividad judía8, más tarde referentes en el campo de la psicología y las ciencias de la educación. El recuerdo de la toma de la Escuela Normal en 1958 en ocasión del conflicto Laica-Libre y de la amenaza que recibió de una profesora, con la temeraria expresión «a vos te van a pelar»9, nos retrotrae a una época atravesada por la tensión entre conservadurismo autoritario y modernización cultural en tiempos de proscripción del peronismo e impacto de la Revolución Cubana en las nuevas generaciones.

Como tantas otras jóvenes que ingresaron a la universidad a fines de los años cincuenta, Adriana Puiggrós era maestra: «soy maestra normal» sostiene en su autopresentación10. La formación adquirida en escuelas normales es relevante para comprender las trayectorias de mujeres universitarias de esa generación en tanto permitía tener una profesión en la que se desempeñaron durante una etapa inicial, mientras eran estudiantes. Esa cultura normalista fue puesta en cuestión en los años sesenta con distintos argumentos, entre otros el rechazo al enciclopedismo y a la disciplina autoritaria bajo el telón de fondo de un escenario político convulsionado y de renovación pedagógica. En el caso de Adriana Puiggrós el normalismo sería un tópico de investigación y crítica años después.

Si el interés por la pedagogía parece ser la impronta central de la trayectoria pública de Adriana Puiggrós, los testimonios revelan diversas tentativas juveniles. Recuerda que su deseo era ser pintora y que, sin embargo, estudió magisterio —por consejo del artista Antonio Berni, amigo de su padre, a cuyo taller asistía para poder tener un título—, que se fue a la ciudad de La Plata a los 17 años para estudiar Bellas Artes, que estudió un año la carrera de Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y que tuvo que abandonar su taller de pintura cuando se casó y quedó embarazada a los 18 años. Deseo juvenil frustrado, en una etapa de renovación y experimentación de las artes plásticas11, que seguramente se trasmutaría más tarde en la dimensión creativa de su producción intelectual.

Pero su viaje a la provincia de Jujuy, destino que le había asignado el Consejo Nacional de Educación para desempeñarse como maestra, inicia un viaje de conocimiento y trasunta una opción político-ideológica que evoca una escena mítica del cine y la literatura argentina, la de docentes que se desempeñaban en lugares remotos del interior del país12. También la de aquellos que tomaron contacto con la educación popular y los escritos de Paulo Freiré y se destacaron por su actividad sindical13. Adriana Puiggrós recordaría su trabajo en primer grado en la escuela de Barcena con niños de la Quebrada de Humahuaca que hablaban quechua y su trabajo en la cárcel de mujeres de San Salvador de Jujuy. Al retornar a Buenos Aires tomó la decisión, recordada como práctica y no pasional, de estudiar la carrera de Ciencias de la Educación, compatible con su vida familiar y con la militancia. Entre las escenas recordadas, destaca la de tener que planchar las camisas del marido y criar a su primer hijo, que la lleva a abandonar la pintura y estudiar la carrera de educación como continuidad natural del magisterio, y remite a la situación de las mujeres en los años sesenta que se dirimía entre el modelo doméstico y la revolución de las costumbres14.

La carrera de Ciencias de la Educación se dictaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en Viamonte 430, pleno centro de Buenos Aires. En los testimonios hay pocos recuerdos de su experiencia estudiantil: su condición de madre joven que trabajaba, estudiaba y militaba rompe con el estereotipo de la figura del estudiante heredero burgués de las universidades europeas, dedicado tiempo completo a la universidad, y remite a la figura del estudiante-trabajador, que le preocupaba al entonces rector Risieri Frondizi15. Otras estudiantes universitarias compartían una situación similar de estudio y trabajo, como sugieren distintos testimonios.

Tres experiencias más dejarán huellas sobre su producción intelectual: el trabajo como maestra durante los años 1961 y 1962 en la escuela privada «Arco Iris», caracterizada como «el proyecto», diferente a la escuela pública de la época (1997) y que fuera un ámbito de formación de vanguardia y de las élites de Buenos Aires; en 1964 en el Centro de desertores escolares de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, con chicos de entre 12 y 16 años de Villa Jardín, junto con Amanda Toubes, referente del proyecto de extensión universitaria de la UBA en Isla Maciel; y el viaje con su padre a México en 1965 que la puso en contacto con las experiencias de la educación popular en América Latina. Los recuerdos de esta etapa refieren a los dilemas que se planteaban a los educadores, respecto, por un lado, de la necesidad de distinguir la intervención pedagógica de otro tipo de intervenciones profesionales como la psicología, en una época de crecimiento de la carrera en la UBA, pero por otro de la articulación entre cuestiones teóricas y políticas. El interés por el psicoanálisis coincide con su fuerte presencia, junto con el marxismo, en el campo intelectual y político de Buenos Aires16.

Tanto en la biografía de su padre como en diversos testimonios, Adriana Puiggrós describe el «ambiente» político en el que se formó: resalta la imagen de su casa familiar donde los domingos se hacían reuniones con jóvenes, sindicalistas e intelectuales y su padre oficiaba como «maestro de juventud», luego de la temprana expulsión del Partido Comunista por adherir al peronismo. Cabe pensar entonces en esa socialización política: «nos formamos en un lugar de muchas articulaciones lo cual te lleva a un pensamiento bastante complejo y confiictivo» sostiene en una de las entrevistas17. ¿Cuáles eran esas «articulaciones»? Además de las «influencias» paternas, las búsquedas propias que expresan las redes de sociabilidad en las que participó, vinculadas con el psicoanálisis, la pedagogía activa, la educación popular freiriana, la militancia política en el partido de la Izquierda Nacional y en el Sindicato de Educación Argentina, en la CGT de los Argentinos y en la Agrupación Docente «Eva Perón» del Movimiento Revolucionario Peronista, que luego ingresaría en forma breve en Montoneros. Su cercanía con el peronismo proscripto la vincularía con otros actores y sectores sociales, manteniendo desde entonces un estrecho vínculo con los sindicatos docentes.

Su actuación en la Universidad de Buenos Aires en los primeros setenta será crucial. Retoma actividades docentes en la Facultad de Filosofía y Letras en 1971 con el dictado de un seminario sobre Paulo Freiré18, al mismo tiempo que participaba en el Policlínico de Lanús donde se desarrollaba una experiencia pionera en salud mental19. Cuando, a partir del triunfo de la fórmula Cámpora-Solano Lima en las elecciones de 1973, asume su padre como Rector de la UBA, rebautizada «Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires» en el marco de la hegemonía en el espacio universitario de la Tendencia Revolucionaria20, dirige el Departamento de la carrera de Ciencias de la Educación y el Instituto de Investigación y participa del equipo que asesora al decano Justino O'Farrell, junto con los sociólogos Alcira Argumedo y Horacio González. De la reforma académica puesta en marcha entonces recuerda la transformación de la vieja idea de extensión universitaria en un tiempo de intensa actividad en villas, el trabajo en equipo y la renovación de los programas desde un enfoque antitecnocrático. También la creación de la carrera en La Matanza para maestros en ejercicio y la conexión latinoamericana, a partir de las visitas de figuras como Paulo Freiré21, Darcy Ribeiro22 y Leopoldo Chiappo23.

Ante la renuncia del decano O'Farrell por una huelga producida en una sede de la facultad en el norte del país, Adriana Puiggrós asume como primera decana mujer, tenía 33 años. Para entonces la facultad estuvo tomada por los estudiantes durante varios meses contra el ataque constante de la prensa, siendo su decanato muy breve (de abril a septiembre de 1974). Período atravesado por la muerte de Perón y la asunción de su esposa a la presidencia de la Nación, el pedido de renuncia del ministro de Educación Jorge Alberto Taiana y la designación de Osear Ivanissevich en su lugar, y desde el punto de vista político por el pase a la clandestinidad de Montoneros, comunicado a principios del mes de septiembre. El día 20 se concretaba la intervención, con la designación como rector de Alberto Ottalagano y del sacerdote católico Raúl Sánchez Abelenda como decano. A partir de entonces, se llevaría adelante una ofensiva contra «la infiltración marxista y subversiva» en la universidad, con apoyo de dirigentes estudiantes de derecha y la de movilidad académica y de circulación de los saberes y que encuentran en los fenómenos de emigración una circunstancia comprensiva de las transformaciones de los campos de conocimiento29.

El exilio de Adriana Puiggrós comienza antes del golpe militar de 1976, formando parte entonces de la primera corriente inmigratoria que corresponde a los años 1974-1975 y que incluía además de la emigración tradicional, la de exiliados políticos30. Llega a México en septiembre de 1974, su condición de universitaria coincide con el rasgo predominante de los exiliados políticos que destacan distintos estudios31.

La reconstrucción de la experiencia del exilio en México conlleva referirnos a situaciones dolorosas y traumáticas ligadas con sus vínculos filiales. Durante el exilio en México, Adriana Puiggrós tomó conocimiento en 1977 de la muerte de su hermano, asesinado en Buenos Aires, ante lo cual evalúa retornar al país aunque finalmente decide no hacerlo; en 1980 muere su padre en Cuba, cuyo entierro lleva adelante pocos meses después en México. Pérdidas y duelos que comprometen dos órdenes de cuestiones, como distinguiera en uno de los testimonios, el personal y el político32, los afectos familiares pero también el debate político sobre la vinculación familiar con la organización Montoneros. En esos años se separa de su segundo marido y forma una nueva pareja con el periodista Jorge Bernetti; sus tres hijos asisten a instituciones educativas mexicanas.

Desde el punto de vista político-intelectual participa en los grupos que revisan críticamente la experiencia política de los primeros setenta, atravesados por las polémicas vinculadas con el papel y la actividad de las organizaciones armadas. Respecto de su formación académica y de su actuación profesional realiza estudios de maestría y doctorado, se desempeña como profesora e investigadora universitaria, participa en grupos de estudios y forma grupos de trabajo en el marco de distintos proyectos de investigación.

Adriana Puiggrós describe a México como «su otro hogar». Su vínculo con este país se había producido en el viaje que realiza en los años sesenta, cuando su padre vivía allí.

Conoció en esa ocasión la campaña de alfabetización y la reforma educativa y quedó impactada por la ciudad y la cultura mexicana. A partir de la permanencia forzada en México ingresó a trabajar como profesora en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que, como otras instituciones académicas, ofrecieron en una primera etapa una posibilidad de empleo firme para los exiliados que contaban con antecedentes universitarios33. Comienza con pocas horas de clase para poder legalizar su situación, logrando en 1976 una dedicación exclusiva como profesora de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras, luego de pasar por distintas instancias de concursos: la Facultad de México, a diferencia de la de Buenos Aires, tenía una impronta latinoamericanista y universitaria: «te sentías viviendo en una universidad, en una ciudad universitaria, que no es poco»34. A partir de una convocatoria para realizar la Maestría en Ciencias con especialización en Investigación en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE), decidió inscribirse: de esta institución recuerda su estilo competitivo. Olac Fuentes Molinar, para entonces profesor de Historia de la Educación en la UNAM e investigador del DIE, le sugirió no realizar cursos por sus antecedentes académicos pero decidió tomarlos. Su tesis titulada Progreso, desarrollo y crisis: proyectos educativos del Imperialismo para América Latina dará lugar al libro Imperialismo y Educación en América Latina publicado por la Editorial Nueva Imagen en 1980. Luego decide realizar estudios doctorales de Pedagogía en la UNAM con la tesis titulada Proyecto político y educación en América Latina: polémicas y tendencias en el origen de la educación popular, publicada en 1984 como libro con el título La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y perspectivas, por la misma editorial.

La realización de estudios de posgrado fue, para exiliados y exiliadas, la ocasión para construir un puente entre sus experiencias profesionales y académicas en el país de origen, previas a la partida, y las que llevaban adelante en el nuevo país; en suma una opción de vida ante la imposibilidad del retorno. En diversos testimonios encontramos que las tesis recuperaron el hilo de investigaciones y trabajos que habían quedado truncos por el golpe militar. Las circunstancias cotidianas en las que esas investigaciones y escrituras académicas se realizaron merecen tenerse en cuenta, ya que se trataba de mujeres jóvenes, con hijos y compromisos laborales, en un contexto de notable inestabilidad que incluyó, en este caso, cambiar siete veces de casa, pero además el tránsito por situaciones traumáticas como el conocimiento de muertes y desapariciones de personas cercanas. Si bien las tesis de posgrado son el producto académico que da lugar luego a la publicación de libros, la experiencia de escritura es previa: en 1975 elaboró un libro que nunca publicó, en el que intentó elaborar ese tiempo indecible.

Las publicaciones del exilio tienen las huellas de la propia biografía: Imperialismo y Educación en América Latina está dedicado a su hermano Sergio. Recuerda la emoción de su padre cuando leyó la versión preliminar y su presencia en la presentación del libro realizada en la Librería El Agora, en la calle Insurgentes, siendo la última vez que lo vio antes de su muerte. Se trataba de su primer libro. A partir de entonces comenzaba a cerrarse un ciclo de la historia política familiar, muy ligada a la historia reciente del país, y se inauguraba otro en el que se desplegaría su trayectoria académica y política en diversos ámbitos35.

Si su primer libro, que tuvo particular éxito, parece dar cierre a un ciclo histórico, La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y perspectivas publicado en 1984 también en México, inaugura otro. Las dedicatorias revelan algo, por un lado el agradecimiento al país de acogida y el deseo de volver al país de origen: «Para México, con el corazón mirando al sur»; por otro la afirmación de la reconfiguración de la «pequeña familia» ampliada: «Para Jorge, mi compañero. Para Pablo, María, Federico y Sebastián», sus hijos y su sobrino.

Como señalamos en el inicio de este artículo, estos textos, acechados por las sombras de los contextos traumáticos de la dictadura militar argentina, le permitieron a Adriana Puiggrós elaborar el cierre de un ciclo a la vez político y familiar. Al mismo tiempo la constituyeron como autora, con nombre propio: «El que se da cuenta de que puedo ser escritora es el dueño de Nueva Imagen, Guillermo Schavelzon» recuerda36. Textos de referencia del campo de la pedagogía en el ciclo posdictatorial, que crearon condiciones para una nueva discursividad. Si recuperamos aquí la distinción que realiza Ricouer37 entre huella y marca, considerando la primera como indicio de que alguien ha pasado por ahí y la segunda como soporte más resistente y duradero, podemos afirmar que estas obras son una marca que permanece.

La primera edición del libro Imperialismo y Educación en América Latina se produjo en 1980, tuvo numerosas ediciones en América Latina y una en Estados Unidos con el título Neoliberalism and Education in Latín América (1999). El texto que analizamos contiene la edición original, una nota a la segunda edición y un poscriptum de la tercera, que nos permite identificar los procesos de reelaboración y a la vez de afirmación de un pensamiento pedagógico que plantea no solo una lectura crítica de las influencias del imperialismo norteamericano en América Latina sino un modo de interpretar la relación entre economía, política y pedagogía. Se inscribe en el debate en torno al marxismo propio de la época y las interpretaciones sobre el fenómeno educativo, que se evidencia en la publicación en la misma editorial de libros con preocupaciones afines, se reconoce como un trabajo de transición que produce una ruptura con el althuserianismo pedagógico38. Adriana Puiggrós ubica la génesis del libro en una ponencia presentada en 1977 en una Conferencia Internacional sobre Imperialismo Cultural en Argelia, en el que participaron referentes como Armand Mattlelart, Pablo González Casanova, Ariel Dorfman, Agustín Cueva, entre otros: «la idea está ahí, empieza ahí. La trama empieza en el trabajo que presento en el congreso de Argelia»39, pero en el prefacio admite la importancia que tuvieron las discusiones en la cátedra de Pedagogía en la UBA de los primeros setenta y con estudiantes de la UNAM en México.

Si bien el objetivo central del libro es «el análisis de las teorías político-pedagógicas del imperialismo para América Latina»40, la argumentación principal cuestiona sus «insuficiencias teóricas» para comprender la realidad latinoamericana a partir del uso del instrumental marxista y en particular althusseriano. Proponiendo una equivalencia entre el debate sobre el papel reproductor o transformador de la educación vinculado con las teorías europeas y la oposición civilización-barbarie del pensamiento de Sarmiento, realiza en la introducción un balance histórico de las distintas corrientes político-educativas en América Latina, denunciando los problemas de la pedagogía funcionalista y de la pedagogía crítica. Las principales críticas al althusserianismo son el divorcio con la pedagogía marxista y la construcción de un modelo universal, a partir de la ubicación de los procesos educativos en el nivel de la ideología, fuera del proceso de producción material, y de la consideración de las instituciones escolares como instrumentos coercitivos del aparato estatal.

Este modelo teórico que generó amplia adhesión en los intelectuales de izquierda en los años setenta, según Puiggrós «elabora categorías que en nada sirven para comprender la educación latinoamericana»41, en la que reconoce la relevancia de la alfabetización escolar, el papel de los maestros y la emergencia dentro del sistema educativo capitalista de movimientos críticos. Pero su insistencia en las particularidades regionales y nacionales de los fenómenos educativos desde una perspectiva latinoamericanista se combina con una argumentación dirigida a afirmar «la especificidad de lo pedagógico» y cuestionar las interpretaciones que en el marco de la teoría de la dependencia analizaron con un sentido mecánico «el carácter determinante de los procesos económico sociales» sobre la educación. Se destaca la valorización del lugar de la pedagogía, así como la recuperación de referentes teóricos en boga (Gramsci), junto con una perspectiva histórica (actores, corrientes y acontecimientos político educativos) que la lleva a afirmar la necesidad de una historia de la educación latinoamericana. En el poscriptum y en las notas a la segunda edición recurre a insumos teóricos nuevos, entre otros el análisis de la articulación procedente de la lectura de Ernesto Laclau42 que favorece la lectura de las combinaciones en el sistema educativo latinoamericano del discurso pedagógico del imperialismo con otros discursos, las particularidades nacionales («la especificidad nacional») y la «irreductibilidad del problema educativo a categorías económicas», en suma, los límites de las interpretaciones ancladas en el análisis de las clases sociales.

La «biblioteca» de esta tesis estuvo conformada por libros sobre teorías sobre el capitalismo, sociología de la educación, teoría de la dependencia, política y pedagogía norteamericana, que caracterizaron al debate intelectual de entonces. Cabe mencionar la inclusión en la bibliografía final de dos tesis de licenciatura de jóvenes estudiantes, cuyas trayectorias se modulan en esta nueva discursividad que los libros inauguran. También están presentes en el texto las huellas del presente histórico cuando cuestiona las posiciones del izquierdismo y de las organizaciones armadas en la Argentina, tema de álgido debate en el grupo de exiliados argentinos respecto de las estrategias frente a la situación en Argentina. La escritura de Puiggrós renuncia a una perspectiva abstracta e inscribe en el texto fenómenos históricos latinoamericanos, interpretaciones políticas y experiencias autobiográficas. Esas marcas del presente expresan un estilo que renuncia a ser neutro, si recuperamos la definición de Barthes del estilo como una «ecuación entre la intención literaria y la estructura carnal del autor»43, que «tiene siempre algo en bruto»44.

Al mismo tiempo que trabaja en la elaboración de la tesis doctoral, publica artículos en distintas revistas. En Controversia —revista que núcleo a intelectuales argentinos con distintos recorridos, procedentes del marxismo y del socialismo (Osear Terán, Juan Carlos Portantiero, José Aricó, entre otros) y del peronismo (Nicolás Casullo, Sergio Caletti)— publicó dos textos sobre la Universidad del 73, siendo una de las pocas mujeres que publicó allí. En esos textos propone una «una autocrítica-crítica» de una experiencia en la que había sido protagonista y cuestiona la idea de entonces de reinstitucionalizar la universidad desde el estado negando su historia anterior (vinculada con el reformismo universitario y la intervención de las izquierdas), la confusión del papel de los intelectuales como «difusores de ideas de los cuadros militares», la falta de democratización de la educación superior reducida a la apertura en el ingreso y la ausencia de una teoría político-pedagógica alternativa, en el marco de la «matriz vanguardista y foquista de la izquierda peronista» que condujo la universidad. Pero rescataría la superación de la vieja idea de extensionismo a favor de un modelo democrático de vinculación entre estudiantes, docentes y clase trabajadora, la reforma académico-administrativa, el cambio en la orientación ideológica de los contenidos y la sanción de una nueva ley universitaria que debía llevar a la elección de autoridades.

El libro La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y perspectivas formó parte de una investigación más amplia, la del proyecto APPEAL45. Entre los reconocimientos se menciona a Rolando Cordera, economista mexicano que fuera, junto con Emilio de Ipola, director de su tesis, incidiendo este último en la orientación hacia el análisis del discurso, en particular a partir de la asistencia a un seminario sobre el tema en la UNAM. La producción de ese libro estuvo influida por el pensamiento postestructuralista y postmarxista y por la disidencia con «las ideas más maniqueas de la educación popular»46, posición que identificaría al grupo de investigación que dirigía. La biblioteca de la tesis había cambiado, predominando los libros de teoría y análisis de discurso, además de las fuentes de historia de la educación, pedagogía y pensamiento político y cultural latinoamericano. La recuperación de los aportes de Ernesto Laclau le permiten ampliar su argumentación gramsciana desde la teoría del discurso político y los de Michel Foucault ahondar en los vínculos entre poder y saber en educación. La ampliación y complejización de la noción de educación, a partir del reconocimiento de la especificidad de los procesos eminentemente educativos y la posibilidad de realizar lecturas pedagógicas de cualquier proceso social, a la vez que la lleva a explorar en la genealogía del pensamiento pedagógico coloca su pensamiento en estrecho diálogo interdisciplinario. Se inscribe así en lo que más tarde Guillermo O'Donnell47 denominaría las ciencias sociales latinoamericanas.

La argumentación que plantea el libro parte de la idea de que la educación produce sentidos diversos y que no puede ser reducida a «su materialidad» física, discutiendo con las posiciones marxistas-idealistas. El análisis del discurso le permite elaborar la categoría discurso educativo con la que recorrerá la historia de la educación popular en América Latina ubicando cronológicamente tendencias, identificando articulaciones de procesos educativos y sentidos pedagógicos en el período 1920-1935. El archivo de experiencias educativas en distintos países recogidas en el proyecto de investigación alimenta una interpretación teórica más compleja y la lleva a sostener la existencia de «gérmenes de pedagogías diversas, antagónicas, alternativas en el interior de los Estados latinoamericanos capitalistas dependientes»48. El concepto de desarrollo desigual y combinado y el reconocimiento de la existencia de «discursos pedagógicos populares latinoamericanos» conllevan no sólo el debate con el concepto de clase sino el reconocimiento de las prácticas políticas y pedagógicas de los sujetos situados en una historia no universal sino localizada. Desde el punto de vista de la enunciación, la interpelación de maestros y pedagogos se destaca en la introducción y evidencia una toma de posición en un presente histórico, caracterizado por el debate crítico sobre la política educativa cubana y las tesis de la educación popular de izquierda y por el desarrollo de la revolución sandinista con la que tomó contacto. Sobre ambas cuestiones escribiría diversos artículos publicados durante el exilio.

Si las huellas autobiográficas ya no están presentes en la escritura de este libro, será en las conclusiones donde abre un debate con algunos colegas respecto de la forma de concebir la educación popular al cuestionar las posiciones de vanguardia críticas al irracionalismo adjudicado a Paulo Freiré (de la pedagoga brasilera Vanilda Paiva) y la identificación entre educación popular con educación pública (de la pedagoga argentina Cecilia Braslavsky). El rechazo a «la adopción de una paradigma clásico y universal»49, la defensa de la tensión entre homogenización y diversificación creativa en los discursos pedagógicos populares en América Latina, la reivindicación de la dimensión de lo político en la educación, inscriben este texto en una clásica y renovada discusión entre las tradiciones del pensamiento nacional-popular y del pensamiento de izquierda y sus respectivas lecturas de los fenómenos educativos latinoamericanos. En el cuerpo de la obra se exploran tendencias que subsumen la combinación de corrientes ideológicas, referentes y experiencias educativas nacionales, que van desde el socialismo y el anarquismo europeo hasta Simón Bolívar y Sandino, trazando la trama compleja de combinación de teorías europeas y pensamiento latinoamericano en la historia de la educación de distintos países.

La recuperación de la democracia y los dilemas de la vuelta al país
Y, la vuelta fue más dura que el exilio.

La verdad es que ahí (el concurso) empecé a respirar. Ahí me cambió la vida.

Adriana Puiggrós

En el escenario abierto en la Argentina por el retorno a la democracia a partir de las elecciones de 1983, Adriana Puiggrós representaba un símbolo asociado al peronismo de izquierda, en un momento en el que además de la apertura del Juicio a las Juntas Militares por el Presidente Raúl Alfonsín se producían álgidos debates sobre el fenómeno del exilio y sobre la experiencia política de los años setenta. Su retorno en el año 1984, después de 10 años, no fue sencillo. Las negativas a su reinserción en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA por varias figuras y autoridades y escenas cotidianas en las que recibía expresiones de rechazo la llevarían en ocasiones a evitar el apellido Puiggrós y a usar el de su compañero. En su reverso encontraría la cálida acogida de la Juventud Universitaria Peronista y del Instituto de Sociología, como primera sede del Proyecto APPEAL. La obtención por concurso del cargo de Profesora titular de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana en la carrera de Ciencias de la Educación representaría la apertura de una nueva etapa50.

Como señalamos al principio mi acercamiento crítico a las obras publicadas durante el exilio estuvo atravesado por la escena de lectura de los años ochenta, en la que deben incluirse los nuevos libros publicados en el país. La percepción de entonces era estar ante una figura política e intelectual. En el campo de estudios sobre educación, con predominancia femenina, la diferencia radicaba en sus escritos y en su interlocución con figuras de las humanidades y las ciencias sociales en un lugar de paridad con los hombres. Si el género, como señala su contemporánea Joan Scott51, es un instrumento analítico que permite reconocer la diferencia sexual en las practicas retóricas de las disciplinas y de la política es en torno a su historia familiar donde se deslizaría la discriminación: «Cuando te quieren descalificar como mujer, siempre te tienen que descalificar como dependiente de un hombre. Entonces, el mecanismo conmigo es ese: es presentarme en una conferencia diciendo el curriculum de mi papá»52.

Notas

2  Al llegar a la Argentina en 1984 puso en marcha el Proyecto Alternativas pedagógicas y Prospectiva Educativa en América Latina (APPEAL), que había comenzado en México y que transitó por distintas sedes antes de instalarse definitivamente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

3  Cfr. Dosse, Francois (2011). El arte de la biografía. Entre historia y ficción. México: Universidad Iberoamericana, p. 392.

4  Cfr. Franco y Levín (2007), p. 33.

5  Cfr. Bazant, Mílada (2013). Biografía. Métodos, metodologías y enfoques. México: El Colegio Mexiquense.

6  El primer testimonio oral inédito (1996) fue un insumo para la producción del tomo VIII de la colección Historia de la Educación en Argentina (Galerna). El segundo (2009) formó parte de una investigación dedicada a la reconstrucción de trayectorias de graduados de la carrera de Ciencias de la Educación. El tercero (2013) es una entrevista grabada que formó parte de un programa sobre la reconstrucción de memorias de protagonistas de los años setenta. El último inédito (2016) fue realizado con motivo de la indagación de este artículo. Más allá de recuerdos y reflexiones reiterados en los testimonios, es posible encontrar nuevos elementos en tanto cada presente propicia el contacto con un pasado siempre abierto, inestable e inconcluso.

7  Cfr. Cammarota, Adrián (2014). Somos bachiyeres. Juventud, cultura escolar y peronismo en el Colegio Nacional Mixto de Morón (1949-1969). Buenos Aires: Editorial Biblos.

8  Cfr. Visacovsky, Nerina (2015). Argentinos, judíos y camaradas. Tras la utopía socialista. Buenos Aires: Editorial Biblos.

9     Cfr. Puiggrós, A. (1996). Entrevista inédita realizada por Sandra Carli, p. 2009.

10    Cfr. Puiggrós, A. (2013). Entrevista filmada como parte del programa Somos Memoria del Canal Encuentro del Ministerio de Educación de la Nación. Disponible en [http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/progra mas/ver?rec_id= 122106].

11    Cfr. Giunta, Andrea (2001). Vanguardia, internacionalismo y política. Arte argentino en los años sesenta. Buenos Aires: Paidós.

12    Recordemos el libro de Jorge W. Abalos, Shunko, publicado en 1949, sobre un maestro rural en Santiago del Estero y su vínculo con un niño quechua, que dio lugar en 1959 a una película dirigida por Lautaro Murúa.

13    Entre otras figuras la maestra de Jujuy Marina Vilte (nacida en 1939), desaparecida durante la dictadura militar.

14    Cfr. Cosse, Isabella (2010). Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta. Buenos Aires: Siglo XXI editores.

15    Cfr. Carli, Sandra (2014). "Entre la formación cultural y la educación política de los estudiantes. Las visiones sobre la universidad del rector Risieri Frondizi y del intelectual Juan José Herández Arregui (1955-1973)". En Carli, Sandra. Universidad pública y experiencia estudiantil. Historia, política y vida cotidiana. Buenos Aires: Miño y Dávila editores.

16 Cfr. Sigal, Silvia (1991). Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires: Puntosur y Terán, Osear (1991). Nuestros años sesenta. Buenos

Cfr. Puiggrós, Adriana (2013). Ob. cit.

18    El elaborado prólogo que escribe Puiggrós del libro Paulo Freiré y Freí Betto, Esa escuela llamada vida, publicado por Legasa en 1988, revela el conocimiento profundo del pensamiento del pedagogo brasilero.

19    Cfr. Visacovsky, Sergio (2002). El Lanús: memoria y política en la construcción de una tradición psiquiátrica y psicoanalítica argentina. Buenos Aires: Alianza editorial.

20    Cfr. Friedemann, Sergio (2016). ha Universidad 'Nacional y Popular de Buenos Aires (1973-1974). Una reforma universitaria inconclusa. Tesis doctoral. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

21    Fue invitado por el entonces Ministro Jorge Taiana. Recuerda «Freiré estaba encantado con la experiencia en la Argentina, pero se pasó toda la noche diciendo: "esto no se sostiene"».

22    Amigo de Alcira Argumedo, lo conoció en Perú y volvió a tratarlo en distintos países de América Latina hasta su retorno a Brasil.

23    Filosofo peruano, que participó en el gobierno de Velasco Alvarado y que en su visita a la Facultad trasmitió a los estudiantes lo que era la revolución peruana.

29    Ver Suasnabar, Claudio (2013). Intelectuales, exilios y educación. Producción intelectual e innovaciones teóricas en educación durante la última dictadura. Rosario: Protohistoria ediciones y Coria, Adela (2015). Tejer un destino. La formación de pedagogos en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, 1955-1976. Buenos Aires: Miño y Dávila editores, entre otros.

30    Cfr. Yankelevich, Pablo (2009). Ob. cit, p. 35.

31    Yankelevich sostiene que un elevado porcentaje de los argentinos que lie garon a México entre 1974 y 1983 estuvo constituido por profesionales, académicos y estudiantes. Tomando como referencia un estudio realizado por Mario Margulis destaca el alto porcentaje de mujeres psicólogas, junto con otras profesiones como la de pedagogas. Cfr. Yankelevich, Pablo (2009). Ob. cit., p. 35. Franco agrega que el exilio en general estuvo compuesto por gente joven, de entre 18 y 30 años, de origen urbano, perteneciente a estratos de la clase media, de niveles socioculturales medio, alto y profesionales.

Cfr. Franco (2006). Ob. cit., p. 173.

Cfr. Puiggrós, Adriana (2013). Ob. cit.

33    Cfr. Yankelevich, Pablo (2009). Ob. cit., p. 300.

34    Cfr. Puiggrós, Adriana (2016). Entrevista inédita realizada por Sandra

35 Fue profesora regular de Historia de la Educación Argentina y Latinoamericana, Investigadora del CONICET, legisladora constituyente en 1994, secretaria de Ciencia y Técnica en 2001, directora de Escuela de la Provincia de Buenos Aires (2005-2007), diputada (2011-2015) y presidenta de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados (2007-2013).

36    Cfr. Puiggrós, Adriana (2016). Ob. cit.

37    Cfr. Ricouer, Paúl (2006). Tiempo y narración III. El tiempo narrado.

México: Siglo XXI editores, p. 808

38    Cfr. Suasnabar (2013). Ob. cit.

39    Cfr. Puiggrós, Adriana (2016). Ob. cit.

40 Cfr. Puiggrós, Adriana (1983). "Ingreso irrestricto y democratización de la universidad, artículo inédito". En Puiggrós, Adriana (1986). Democracia y autoritarismo en la pedagogía argentina y latinoamericana. Buenos Aires: Editorial Galerna, p. 13.

ídem, p. 25.

42 Ernesto Laclau (1935-2014) fue un intelectual argentino, referente del pensamiento posmarxista, que en el marco de la Universidad de Essex desarrolló una perspectiva teórica y metodológica de análisis del discurso desde un enfoque posestructuralista y una renovada interpretación de los populismos latinoamericanos alimentada en la relectura de la obra de Antonio Gramsci. Amigo personal de Adriana Puiggrós y compañero de estudios universitarios y de militancia en los años sesenta, debe considerarse el diálogo teórico y el intercambio de textos entre ambos para comprender los giros teóricos del pensamiento educativo.

43 Cfr. Barthes, Roland (1986). El grado cero de la escritura. México. Siglo XXI editores, p. 21.

Ibídem, p. 19.

45 Surge como derivación de un seminario de posgrado en la UNAM sobre experiencias educativas en América Latina, en el que participan estudiantes de distintos países y que generó la idea de conformar un archivo. Recuerda haberse quedado encerradas en la facultad con Marcela Gómez Sollano hasta altas horas de la noche para presentar el proyecto a dos fundaciones.

46    Cfr. Gaudiano González (2008), p. 114.

47    Cfr. O'Donell, Guillermo (2007). "Ciencias sociales en América Latina. Mirando hacia el pasado y atisbando el fututo". En Disonancia. Críticas democráticas a la democracia, Buenos Aires: Prometeo.

48 Cfr. Puigrós, Adriana (1984). La educación popular en América Latina. Orígenes, polémicas y perspectivas. México: Editorial Nueva I, p. 15.

Ibídem, p. 313.

50    Cfr. Rodríguez, Lidia (2015) "Los aportes de Adriana Puiggrós al campo de la historia de la educación. Reflexiones sobre el Programa de Alternativas Pedagógicas y Prospectiva Educativa para América Latina". En Arata, Nicolás y Ayuso, María Luz (editores). SAHE/20. La formación de una comunidad intelectual. Buenos Aires: SAHE.

51    Cfr. Scott, Joan (2008). Género e historia. México: FCE/Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

52    Cfr. Puiggrós, Adriana (2016). Ob. cit.

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