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Historia de la educación - anuario

versão On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.18 no.1 Ciudad autonoma de Buenos Aires. jun. 2017

 

Dossier

Itinerario político e intelectual de Juan Carlos Tedesco en los años sesenta y setenta: la modulación de una crítica pedagógica a través de la Revista de Ciencias de la Educación (1970-1975)

 

Sebastián Gómez1 y Carina Kaplan2

1  Doctor en Educación por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Magíster en Problemáticas socioeducativas y Pedagogías Críticas por Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UBA. Docente del Departamento de Ciencias de la Educación (FFyL, UBA). Becario posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) con sede en el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IICE) de la UBA. Contacto sebastianjorgegomez@gmail.com.
2  Doctora en Educación por la UBA y Magíster en Ciencias Sociales y Educación por la FLACSO. Investigadora Independiente del CONICET y Directora del Programa de Investigación sobre "Transformaciones sociales, subjetividad y procesos educativos" del IICE (FFyL, UBA). Profesora a cargo de las cátedras de Teorías Sociológicas y de Sociología de la Educación en el Departamento de Ciencias de la Educación (FFyL, UBA) y de la cátedra de Sociología de la Educación en el Departamento de Ciencias de la Educación en la FaHCE de la Universidad Nacional de La Plata. Contacto kaplanvcarina@gmail.com.


Resumen

Este artículo presenta los bordes de la crítica educativa realizada por Juan Carlos Tedesco en una publicación que dirige continuamente: la Revista de Ciencias de la Educación (RCE, entre abril de 1970 y septiembre de 1975). A través de ella Tedesco conglomeró a jóvenes egresados y egresadas de la carrera de Ciencias de la Educación y delineó, en una dinámica contradictoria, una crítica educativa que tendió a tomar distancia no solo de las posiciones educativas conservadoras sino también de las cientificistas liberales, de la izquierda tradicional y nacionalistas populares. Al calor de la radicalización, la RCE estructuró una crítica educativa con dos aristas principales: a) elucidar la dominación ideológica del aparato escolar; y b) fundamentar una intervención política en el sistema educativo argentino y latinoamericano.
A través de un enfoque cualitativo se reconstruye el itinerario político e intelectual de Tedesco en los años sesenta y setenta y el sentido de la crítica pedagógica de la RCE. Se asume que el proyecto de la RCE contenía una estrategia inteligible a partir de disponer tanto el estado de fuerzas y posiciones del campo educativo como el itinerario del director en múltiples espacios, tales como partidos políticos, universidades y organismos internacionales. Entre los propósitos del artículo se destaca el de reconstruir proyectos pedagógicos animados tempranamente por Tedesco, marcando tensiones y discontinuidades en el itinerario del cientista de la educación en el marco de los convulsionados años setenta y setenta.

Palabras clave
Juan Carlos Tedesco, itinerario, Revista de Ciencias de la Educación, crítica educativa.

Abstract

This article presents the edges of the educational critique carried out by Juan Carlos Tedesco in a publication he run continuously: the Revista de Ciencias de la Educación (RCE, between april 1970 and september 1975). By which he gathered young college graduates of Educational Sciences and he drew up an antagonistic educational critique that tended to drift apart not only of the conservative educational positions but also the liberal scientific, of the traditional left and national populism. Over the warmth of the increasing radicalism, the RCE structured an educative critique with two main aspects: a) clarify the ideological domination of the educational system; and b) base a political intervention in the Argentine and Latin American educational system.
Tedesco political and intellectual itinerary in the 60s and setentas and the meaning of the pedagogical critique of the
RCE are rebuilt through a qualitative perspective. The project of the RCE had a comprehensible strategy since it takes into account the relations of forcé and the positions in the educational field as well as the director s itinerary through múltiple spaces such as political parties, universities and international organisms. Among the purposes of this article there is the emphasis on rebuilding pedagogical projects prematurely set out by Tedesco, highlighting tensions and discontinuities in the educational Scientist itinerary in the disrupted 60s and setentas.

Keywords
Juan Carlos Tedesco, itinerary, Revista de Ciencias de la Educación, educational critique.


 

A modo de introducción

Resulta sugestiva la hipótesis de Neiburg y Plotkin3 acerca de que para volver inteligible la producción del conocimiento social en países periféricos es preciso abordar los espacios de intersección múltiples. Es decir, lejos de cristalizarse en determinada institución, el conocimiento sobre la sociedad anida en la intersección de espacios tales como revistas culturales, partidos políticos, universidades y organismos extranjeros. De igual modo, en esta reconstrucción del conocimiento social es preciso evitar las historias biográficas hechas de acumulaciones lineales que se construyen bajo el prisma de aquello que Bourdieu4 denominó formas de la «ilusión retrospectiva»: una suerte de abordaje en clave teleológica capaz de atribuirle a los agentes individuales intenciones y premeditaciones que conducen inexorablemente al acontecimiento histórico ya conocido. La noción de itinerario permite, de alguna manera, apartarse de esta ilusión al reclamar la reconstrucción de la trama que atravesó al biografiado, en términos de una trayectoria signada por cortes, dilemas y un cúmulo de opciones disponibles5. En definitiva, se trata de asumir la trayectoria individual en su espesor histórico y en el dinámico entramado de relaciones sociales que la constituye6.

Esta estela teórica parece apropiada para dirimir la modulación de la crítica educativa en los años sesenta y setenta por parte de Juan Carlos Tedesco (1944-2017). Se considera que bajo un proceso contradictorio hacia fines de los sesenta y el primer lustro de los setenta, el cientista de la educación configuró una crítica educativa singular en el campo educativo. Además de su juvenil libro Educación y sociedad (1880-1900)7 y diversos artículos a inicios de los setenta, los contornos de su crítica educativa son plausibles de identificación a través de la publicación que dirigió de modo ininterrumpido: la Revista de Ciencias de la Educación (RCE), de catorce números, entre abril de 1970 y septiembre de 1975. Al asumir que en esta clase de revistas se dirime una estrategia política e intelectual8 consagrada a operar en el confiictivo mapa de fuerzas del campo, se sugiere que las sensibilidades conceptuales de la RCE ilustran en buena medida los lindes de la crítica educativa que Tedesco moduló, en una dinámica contradictoria.

Dado que la estrategia de la revista se advierte en su sintaxis, en la disposición y contenido de sus textos y no solo en sus declaraciones editoriales9, se asume a la RCE como una tentativa crítica que requiere el análisis de la línea argumentativa de sus artículos. Además, a través de operaciones características de directores de revistas culturales como la decisión por la traducción o inclusión de ciertos manuscritos (en algunos casos acompañados de aclaraciones o comentarios), la incorporación de documentos o manifiestos, la propaganda gratuita a publicaciones afines, los cambios en los anclajes institucionales, es posible divisar la orientación con que Tedesco pretendió dotar a la crítica pedagógica y a la ubicación de la RCE en el campo educativo de los años setenta. De alguna manera, el director fue trazando un círculo para señalar el lugar que ocupaba o aspiraba a ocupar la publicación y tomaba distancia, de manera más o menos polémica, respecto de otras posiciones, estables, instauraba un creaba vínculos y solidaridades «nosotros» y un «ellos».

El artículo consta de dos apartados. El primero apunta algunos trazos del itinerario político e intelectual de Tedesco en los años sesenta y principios de los setenta. A partir de esta reconstrucción se busca establecer algunas de las condiciones que animaron al proyecto de la RCE. El segundo se consagra al análisis de los contornos de la crítica pedagógica desplegada por la revista y modulados por su director. Reconstruir posicionamientos y proyectos pedagógicos tempranamente animados por Tedesco es uno de los principales propósitos del manuscrito.

Apuntes sobre el itinerario político e intelectual de Tedesco en los años setenta y setenta

Por influencias familiares, puntualmente de Luis, su hermano mayor, Tedesco se acercó al Partido Socialista (PS) a fines de los 50 en sus juveniles años de estudiante de la escuela secundaria. Residente en Lomas del Mirador, la vía de acceso fue el centro socialista ubicado en el barrio de Liniers. Los lazos afectivos se entremezclaban con lo que luego lo marcaría en términos políticos: una persistente búsqueda alternativa al peronismo y al stalinismo. Es conocido que la historia del PS, ya entrados los años cincuenta y principios de los sesenta, estuvo signada por sucesivas rupturas. En la vertiginosa fragmentación, el joven Tedesco permaneció siempre en la «tendencia izquierdista», específicamente en la denominada «Secretaría Tieffenberg». La Secretaría, expresión de uno de los nucleamientos de la Nueva Izquierda y antecedente inmediato del Partido Socialista Argentino de Vanguardia, mostraba explícita simpatía por la Revolución Cubana (1959), bregaba por la afinidad del Partido con el «fidelismo» y se oponía a las tendencias moderadas10. El nivel que alcanzó el enfrentamiento entre fracciones del Partido Socialista Argentino provocó el alejamiento de muchos afiliados. Entre ellos, del propio Tedesco, por entonces enrolado en las juventudes socialistas.

A pesar de ello sus inquietudes políticas izquierdistas continuaron. Alejado de la opción stalinista o peronista incursionó en una fuerza trotskista en ciernes, surgida hacia 1964: la organización Política Obrera, conducida por Jorge Altamira. El acercamiento a la organización se entremezcló con los estudios universitarios del joven Tedesco en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En el seno de esta institución, donde en buena medida había penetrado el debate marxista, el trotskismo aparecía como una alternativa para Tedesco. Sin embargo, la rigidez organizativa y los imperativos de proletarización de la organización comandada por Altamira no coincidieron con las búsquedas del por entonces estudiante de Ciencias de la Educación. Como otros miembros de la nueva intelectualidad11, el oriundo de Lomas del Mirador prosiguió su búsqueda intelectual sin estructura u organización política de por medio.

Ante la intervención universitaria de 1966, Tedesco encontró cobijo institucional en la filial de Buenos Aires del Instituto Latinoamericano de Relaciones Internacionales (ILARI), al que ingresó en 1968. Creado en Ginebra en el año 1966, el ILARI respondía al proyecto del Congress for Cultural Freedom (Congreso por la Libertad de la Cultura, en adelante CLC) que se fundó en Berlín a mediados de 1950 y tuvo sede en París. En el marco de la segunda posguerra el propósito central de esta institución era compensar, dentro de los conflictivos enfrentamientos político-ideológicos de la Guerra Fría, las intervenciones del bloque soviético. Funcionó esencialmente a través de la promoción de eventos culturales (encuentros, conferencias, conciertos, exposiciones, galerías y bienales de arte), publicación de libros y revistas y, sobre todo, tejiendo vínculos internacionales entre la intelectualidad y la política. En un arco ideológico que comprendía desde una izquierda marcadamente antistalinista (comunistas desilusionados, anarquistas, trotskistas y socialistas) hasta el liberalismo conservador, pasando por el liberalismo progresista, el CLC aglomeró a una resistencia política y un activismo intelectual en defensa de la libertad de pensamiento por oposición a la censura y el totalitarismo soviético. El Congreso, que llegó a contar con sedes de carácter permanente en más de treinta y cinco países y en los cinco continentes, incursionó en América Latina en 1953 a través de su revista órgano: Cuadernos (editada y dirigida por Francois Bondy desde París entre 1953 y 1965), versión española de su homónima francesa. En el equipo encargado de propagar la revista por la región se encontraba un periodista anarquista belga, exiliado después de la guerra civil española: Louis Mercier Vega, quien residió en Chile durante la Segunda Guerra Mundial pero también en Argentina12. En este sentido, ciertas expresiones locales del CLC se situaron a su izquierda: un firme anticomunismo pero desde posiciones tributarias del anarquismo, socialismo o troskismo. Como parte de las acciones del CLC, Vega se hizo cargo de la dirección del ILARI en 1966 que tenía sede en Ginebra y las oficinas administrativas en París pero sus actividades esenciales se llevaban a cabo en gran parte de las principales ciudades de América Latina, especialmente en Chile. En nuestro país, el Centro Argentino por la Libertad de Cultura oficiaba como filial en Buenos Aires. Jóvenes carnadas se hicieron cargo de las sedes del ILARI. Tal fue el caso de Tedesco que asumió la dirección de la sección de Ciencias Sociales del Instituto en Buenos Aires desde 1968 hasta su cierre en 197313.

La confluencia del joven cientista de la educación con la institución es posible rastrearla en la afinidad política con la opción antistalinista desde posturas de izquierda pero también en la promulgación de la emergente sociología científica. Hacia 1965, el CLC en latinoamericana abandonará el espacio hasta entonces privilegiado de los intelectuales tradicionales (escritores, artistas, filósofos) e incursionará en la ascendente perspectiva científica de las ciencias sociales. La creación del ILARI por parte del CLC en reemplazo del antiguo Departamento Latinoamericano del Secretariado Internacional fue manifestación del fenómeno. Los institutos de la CLC (diseminados en cuatros áreas geográficas: Europa del Este, Europa mediterránea, sureste asiático y América Latina) se situaban a medio camino entre la instancia científica y los que hoy se denominaría think thank, puesto que su objetivo residía en recoger y analizar la información necesaria para presentarla a las instancias políticas pertinentes (gobiernos, organismos de cooperación internacionales, fundaciones filantrópicas, etcétera) junto con los datos y preconizaciones que pudieran ayudar a resolver los problemas de los países en vías de desarrollo14. El ILARI se encargará de articular el conjunto de actividades de investigación y promoción cultural del CLC a escala interamericana: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. También el instituto establecerá relaciones con múltiples organismos de innegable orientación progresista, como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) creada en abril de 1957 en Río de Janeiro y dedicada a la investigación, docencia y difusión de las ciencias sociales, con la que Tedesco también entablará vínculos. Si en la primera etapa del CLC en América Latina (1953-1965) el trasvase de información y conocimiento se realizaba desde el centro europeo hacia la periferia latinoamericana, en la segunda (1965-1973) el ILARI promoverá el debate y estudio científico de las realidades de la región.

El ILARI sostuvo la primera tentativa intelectual de envergadura de nuestro autor: la aparición de su primer libro titulado Educación y sociedad en la Argentina, 1880-1900 (1970). Con apenas 26 años, Tedesco estructuró un sugestivo argumento: en sus orígenes el sistema educativo tuvo una función política antes que económica. Entre las influencias destacaba la perspectiva y conceptos de Gino Germani quien se había exiliado en 1934 en Argentina a causa del régimen fascista italiano y encabezó el establecimiento de la sociología científica en nuestro país consagrada a identificar las problemáticas de la modernización en los países en vías de desarrollo15. Nombrado profesor titular de la Cátedra de Sociología General en 1955 y más tarde, en 1957, director de la carrera de Sociología y del Instituto de Sociología de la FFyL (UBA), Germani renovó la investigación social, criticando las versiones ensayistas de décadas previas.

Los efectos de este clima de renovación, en buena parte anidados en el seno de la FFyL (UBA), repercutieron en el joven Tedesco, que intentó dotar de una impronta científica y novedosa, a su estudio histórico sobre la educación16. Gregorio Weinberg, profesor titular de Historia de la Educación y de Historia de la Educación Argentina del Departamento de Ciencias de la Educación de la UBA hasta la intervención universitaria de 1966 y emblemática figura intelectual de la época, era encargado de prologar el libro. No solo resultaba un contundente apoyo, sino que también certificaba los aires renovadores de la obra. A través de su impronta científica - léase el análisis de material empírico, el empleo de estadísticas o variables, la formulación de hipótesis, etcétera-, Tedesco inscribía a la educación dentro de la revolución científica que animaba a las ciencias sociales desde algunas décadas. De todos modos, y en sintonía con la veta izquierdista del ILARI, el cientificismo del autor escapaba a una matriz liberal y al postular el carácter político del sistema educativo en sus orígenes, recurría a autores como Antonio Gramsci. La hipótesis evidenciaba la dominación clasista y no solo un problema modernizador17. De algún modo, Tedesco personificaba una tensión entre, por un lado, los rasgos de una sociología científica que abogaba por una práctica objetiva libre de valores o presupuestos ideológicos y, por otro lado, la sociología crítica que también comenzaba a expandirse y se identificaba con las clases desfavorecidas.

Además del libro, el ILARI financió los primeros cuatro números de la RCE (entre abril de 1970 y marzo de 1971). El instituto contaba con una red revisteril de circulación en América Latina. Las más conocidas fueron Aportes (1966-1972, de perfil sociológico, se editaba en español, francés e inglés) y Mundo Nuevo (1966-1971, abocada a la cultura general), pero también existieron otras como la revista uruguaya Temas (1965-1968)18. En línea estética con estas revistas y, aunque sin la centralidad de Aportes o Mundo Nuevo, la RCE mantuvo un diseño gráfico moderno y respondió a los imperativos de renovación del CLC que la ya anacrónica publicación Cuadernos no cumplía. Entrados los sesenta, se trataba de contrarrestar a través del estudio científico de la sociedad, la vertiginosa expansión que había logrado la Revolución cubana y su expresión cultural más exitosa: La Casa de las Américas. La asunción de la condición socialista en 1961 y su alineamiento con la URSS, estaba acompañado con la expansión de un paradigma social del conocimiento que situaba al compromiso político en factor de legitimación de saberes, valores e incluso prácticas intelectuales. En tono con las revistas que circulaban por América Latina del CLC y sus propósitos, la primera editorial de la RCE manifestaba su razón de existencia en la voluntad de promover el debate plural en el ámbito educativo y evitar las posiciones de facción19 20.

Si bien la operación respondía también a la particular configuración del campo educativo local y la intervención de la carrera de Ciencias de la Educación de la UBA en 1966 por las tendencias católicas conservadoras, la RCE buscó mantener este registro plural. Aun cuando sus páginas adquirieron un tono cada vez más crítico y distante de la perspectiva liberal, pretendió mostrarse siempre abierta y permeable al debate y a las novedades educativas. El propio nombre, a su vez, es indicativo de la impronta cientificista: Revista de Ciencias de la Educación. En línea con el ILARI y la pregnancia de la ciencia en los estudios sociales, la publicación pretendía abordar al fenómeno educativo desde una impronta nominación trasuntaba huellas cientificistas.

Las determinaciones del perfil de la RCE deben rastrearse además en el público lector: fundamentalmente estudiantes y docentes de las carreras de Ciencias de la Educación que agotaban los tres mil ejemplares de cada número. La revista abordaba variados tópicos del ámbito educativo con un perfil crítico que permanecía sensible a discutir los renovados enfoques y problemas educativos. En sintonía con la revista Aportes, a la que frecuentemente propagandizaba desde sus páginas, su posicionamiento modernizador incluía secciones dedicadas a la reseña de libros, a ofrecer bibliografía actualizada, a anunciar congresos o eventos científicos, o bien entrevistas (un apartado inaugurado en el número 9, mayo de 1973) a especialistas, funcionarios del área de educación o reconocidos pedagogos. También la traducción de artículos de escritores extranjeros de la talla de J. C Filloux o J. C. Passeron que presumiblemente significaron la primera difusión de sus ideas en el medio local para abordar temas como la dinámica de grupos o la democracia del sistema escolar, denotaban la audacia e importancia del proyecto para el espacio pedagógico21.

Como en otras publicaciones de la época, la RCE se asumió en clave militante. Los editores y los colaboradores escribían y/o traducían textos de autores europeos, armaban y distribuían paquetes con ejemplares en las facultades y librerías (como la emblemática Hernández)22. Con una frecuencia aproximada trimestral, el esfuerzo no era menor. Es plausible que las afiliaciones institucionales de algunos miembros de la RCE en distintas universidades nacionales hacia principios de los setenta facilitaran la distribución. Era el caso del director que contaba con inserciones en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (1971-1973), en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue (1973-1974) y la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Pampa (1975-1976).

Juan Carlos Tedesco y la modulación de la crítica educativa a través de la RCE

Si bien resulta improcedente derivar de la unidad intelectual y estética de la revista, una homogeneidad doctrinaria o ideológica23, la RCE moduló una singular crítica pedagógica y posición en el campo educativo de los años setenta. La trayectoria y elaboración teórica de su alma mater, Tedesco, sedimentó esta configuración.

A través de la RCE, el director conglomeró a jóvenes egresados de la carrera de Ciencias de la Educación (en primer término de la UBA y, más tarde, de universidades como Córdoba, La Plata y Tucumán). En tanto que formaciones24, las revistas culturales de la época como la RCE operaron en clave de expresión y reclutamiento de jóvenes disconformes, excluidos o renegados de las instituciones culturales y políticas. La búsqueda de espacios alternativos a la institución universitaria por franjas críticas era un fenómeno recurrente por ese entonces que se expresó, por ejemplo, en la fundación, en octubre de 1969, de la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación (AGCE). Con todo, la RCE se erigió en clave antagónica respecto a las posturas católicas hegemónicas por entonces en el Departamento de Ciencias de la Educación de la UBA y como una instancia de legitimación a la vez horizontal y vertical: entre pares y contra los mayores.

Además de la oposición al conservadurismo educativo, la RCE tomó distancia de las posiciones liberales, modernizadoras y cientificistas en el ámbito pedagógico que ante la intervención universitaria de 1966 fueron desplazadas de dicho Departamento y encontraron refugio en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Educación del Instituto «Torcuata Di Tella». Quien comandaba el Centro era Gilda Romero Brest, directora del Departamento Ciencias de la Educación de la UBA entre 1961 y 196625. La RCE retenía la importancia de la ciencia, como habían enseñado los maestros y maestras modernizadores, pero la inscribía en una radicalidad que excedía al liberalismo cientificista. Siguiendo los principios bourdianos del campo26, los jóvenes miembros de la RCE actuaban como agentes recién llegados al terreno educativo, dispuestos a competir por el capital científico detentado por la dominante tecnocracia educativa de orientación cristiana y los liberales modernizadores.

Al igual que en el primer libro de Tedesco, la RCE mantuvo una persistente tensión entre una impronta modernizadora y la radicalización política. La tensión habilita a distinguir dos etapas de la publicación: desde el primer número (abril de 1970) hasta el número 7 (abril de 1972) y de este hasta su última aparición con el número doble 13-14 (septiembre de 1975). El criterio de delimitación reposa en la creciente radicalización del discurso pedagógico de la revista, particularmente a través de la inclusión de autores y autoras provenientes del marxismo. De todos modos, esta radicalización en ningún caso opacó o decretó el clivaje de su perfil modernizador.

Respecto al arco pedagógico crítico, en varios pasajes la RCE tomó distancia de la izquierda tradicional. A propósito de la reforma educativa implementada por el gobierno de Onganía, Tedesco reflexionaba sobre las limitaciones de las tentativas de cambio del sistema educativo. Sugería que incluso aquellos postulados escolanovistas consagrados a promover la actividad del educando nunca fueron más allá de ámbitos reducidos y, por tanto, siempre se mostraron impotentes para penetrar masivamente en los sistemas escolares. Esta escisión entre proyecto educativo y transformación real era atribuida por Tedesco a la colisión entre los principios de la Escuela Nueva y la función social de la educación en el sistema capitalista. Bajo este prisma también explicaba la involución y el tradicionalismo pedagógico en que se vio envuelta la URSS al consolidarse el stalinismo. Los principios metodológicos activos fueron aplicados a nivel masivo en el sistema escolar soviético al calor de la revolución de octubre pero cayeron en desgracia con el régimen de Stalin que le otorgó a la educación un papel tradicional27.

Aunque las filiaciones políticas de los y las integrantes del Consejo de Redacción no eran homogéneas y, de hecho, algunos de sus miembros se ubicaban en el peronismo revolucionario, es posible afirmar que la RCE estructuró un posicionamiento crítico hacia el populismo, al menos en dos planos. En primer lugar, la caracterización global del peronismo en una serie de artículos28 en términos de un proyecto burgués, conciliador entre las clases sociales, o lisa y llanamente como «bonapartismo». La demarcación, de igual modo, implicó también reconocer aspectos progresivos de la tentativa populista para la clase trabajadora. Similar registro se encuentra en artículos publicados por Tedesco a principios de los setenta en la Revista Latinoamericana de Ciencia Política29 y Los Libros30. En su contribución de 1972, Tedesco se abocaba a un análisis de la evolución histórica de la universidad. Al periodo del gobierno peronista criticaba la segmentación del sistema universitario, la falta de democracia y nivel académico de las casas de estudio, la represión del movimiento estudiantil, pero por otro lado reconocía avances significativos en la democratización de la matrícula en los niveles educativos31.

El segundo plano de delimitación con las corrientes populistas de izquierda, residía en los fundamentos de la teoría educativa crítica. La RCE moduló un discurso pedagógico que pretendía distanciarse o, al menos, sospechar de los postulados de Paulo Freiré, particularmente gravitante en franjas de la izquierda peronista32. En la editorial del número 10 (octubre de 1973), la revista inscribía en términos linderos y entrecomillaba como «contestatarias» a las teorías críticas de Iván Ilich y Paulo Freiré por su énfasis en una educación activa, creadora o revolucionaria pero que terminaban por subestimar la colocación del fenómeno educativo en el contexto más amplio de la lucha de clases. La gravitación de las condiciones materiales de la práctica pedagógica era subvalorada, conllevando el riesgo de recaer en un voluntarismo idealista. Entre otros cuestionamientos, en el caso de Freiré, se le recriminaba subestimar la importancia de los contenidos curriculares en la acción educativa. La franja pedagógica que se apoyaba en el educador brasilero terminaba por orientar sus prácticas educativas hacia la acción política y social, más que hacia la reflexión epistemológica y metodológica sobre la educación33.

A contracorriente de la veta populista o de izquierda tradicional, la RCE intentó formular un discurso educativo transformador. Al calor de la radicalización, la publicación estructuró una crítica educativa con dos aristas principales: a) elucidar la dominación ideológica del aparato escolar; b) fundamentar una intervención política en el sistema educativo argentino y latinoamericano. El proyecto encontraba sintonía con el perfil crítico de otras revistas culturales de la época como Los Libros (1969-1976) en las que miembros de la RCE publicaron. También Tedesco mantuvo lazos de amistad con integrantes del staff (puntualmente, Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano).

En torno a la primera arista, alrededor del concepto de ideología tan en boga por entonces en franjas juveniles críticas, se anudaron buena parte de las reflexiones críticas educativas de la publicación34. En definitiva, el propósito era develar la impronta ideológica de la práctica educativa y sus funciones específicas en el marco de la sociedad capitalista; desentrañar, a través del concepto de ideología, el modus operandi del aparato escolar burgués como así también las teorías, métodos y técnicas pedagógicas que lo convalidaban; divisar el carácter deformante y dominante de la ideología en la materialidad de la práctica escolar. Los heterogéneos aportes de autores franceses como L. Althusser, C. Baudelot, R. Establet, N. Poulantzas o P. Bourdieu que comenzaban a circular a principios de los setenta y, más adelante fueron catalogados como crítico-reproductivistas35, coincidían en revelar el papel del sistema educativo en sociedades capitalistas y arrojar luz sobre sus efectos ideológicos o simbólicos. Los influjos de esta vertiente fueron decisivos en el programa teórico de la revista, sobre todo en la segunda etapa. Sin embargo, su apropiación estuvo lejos de la linealidad ya que no solo la RCE introdujo cuestionamientos a las contribuciones críticas francesas por subestimar las exigencias de formación contradictorias de la fuerza de trabajo en el capitalismo36 o encerrar la escuela en «la circularidad elíptica de la dialéctica de la reproducción»37. También realizó mediaciones atentas a la condiciones del sistema educativo latinoamericano y argentino. La teoría de la dependencia, tanto en términos de clima de ideas como de andamiaje conceptual, acompañó la radicalización pedagógica de la revista38.

La primera veta del proyecto crítico pedagógico de la publicación se jalonó con una segunda: la preocupación propositiva. Distanciándose explícitamente del registro propositivo de la tecnocracia empirista, que por su simpleza atentaba contra la elaboración teórica, la RCE pretendió derivar de análisis educativos críticamente fundamentados ciertas líneas de intervención. Desde un principio la publicación acompañó sus abordajes con propuestas en temas como la reforma de la escuela media39, los contenidos en la enseñanza de la matemática40, la formación docente y dinámica de grupos41. Pero el imperativo se volvió denso particularmente por la coyuntura abierta el 25 de mayo de 1973 con la asunción de H. Cámpora. La RCE pretendió tejer diálogos con sectores educativos adscriptos al peronismo y permanecer permeable a los avatares de la coyuntura que exigía traducir la radicalidad pedagógica en propuestas concretas. Así ahondó la veta propositiva sobre variados problemas: tratamiento psicopedagógico42, discriminación étnica en la escuela43, evaluación docente44.

La RCE llegó a su final en 1975. La intervención y restauración conservadora sobre las universidades públicas promovidas por el nacionalista católico Osear Ivanissevich, las operaciones de la sangrienta Triple A, la creciente censura, los primeros exilios y las amenazas que sobrevolaban a la publicación, condujeron al ocaso y desaparición del proyecto. Tragedias de la historia, la última aparición se concibió como el inicio de un nuevo momento: la revista comenzaba a salir bajo un acuerdo con la editorial Axis de Rosario que prometía dotarla de un inédito alcance y regularidad. Perseguida, la editorial cerró. Varios miembros del staffde la RCE debieron exiliarse. El director estaba pronto a hacer lo propio pero la internación de su padre a causa de un cáncer (falleció unos días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976) imposibilita la fuga. Terminó encontrando cobijo en la filial de Buenos Aires que la CEPAL había abierto en 1975. Una experiencia singular y crítica de la educación argentina encontraba su ocaso.

La irrupción del golpe de Estado en marzo de 1976 resultará un evidente punto de inflexión en las trayectorias de intelectuales críticos de la educación de nuestro país. El caso de Tedesco no será la excepción. Renovados referentes teóricos y afiliaciones institucionales en organismos internacionales que servían de resguardo, animarán un nuevo ciclo de su producción educativa45. De todos modos, es válido preguntarse si aquellas juveniles preocupaciones por hilvanar un discurso educativo crítico sólidamente fundamentado, atento a las realidades socioeducativas nacionales y latinoamericanas y a su vez propositivo, no resultaron rasgos que acompañaron a Tedesco en gran parte de su prolífero recorrido. Más aun, es posible preguntarse si aquella obstinada pasión por fundar e inaugurar proyectos pedagógicos (como la dirección de una revista, con tan solo 26 años) no lo han acompañado a lo largo de su multifacético periplo signado por la defensa y calidad de la educación pública.

 

3  Cfr. Neiburg, F. y Plotkin, M. (2004). Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en Argentina. Buenos Aires: Paidós.

4  Cfr. Bourdieu, P. (1997). "La ilusión biográfica". En Bourdieu, P. Razones Prácticas. Barcelona: Anagrama.

5  Cfr. Dosse, F. (2007). La marcha de las ideas. Cuarenta y cinco años de filosofía francesa. Valencia: Universidad de Valencia.

6  Cfr. Kaplan, C. (2008). "Comportamiento individual y estructura social: cambios y relaciones". En Kaplan, C. (coord.). La civilización en cuestión. Buenos Aires: Miño y Dávila.

7  Cfr. Tedesco, J. C. (1970). Educación y Sociedad en la Argentina (1880-1900). Buenos Aires: Pannedille.

8  Cfr. Altamirano, C. y Sarlo, B. (1983). Ensayos argentinos. Buenos Aires: Centro editor.

9  Cfr. Sarlo, B. (1992). El rol de las revistas culturales. Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, UBA.

10 Cfr. Tortti, M. (2009). El "viejo" partido socialista y los orígenes de la "nueva" izquierda. Buenos Aires: Prometeo.

11 Cfr. Sigal, S. (1991). Intelectuales y poder en la década del sesenta. Buenos Aires: Ediciones Punto Sur.

12 Su verdadero nombre era Charles Cortvrint. Nacido en 1914 en Bruselas, se le conocerá también bajo los seudónimos de Charles Ridel, Damashki o Santiago Parane en distintas etapas de su vida. Su existencia como Luis Mercier Vega empezó en Santiago de Chile el 1 de octubre de 1940, fecha de expedición de su documento de identidad chileno. Cfr. Janello, K. (2012). "El Congreso por la Libertad de la Cultura de Europa a Latinoamérica: El caso chileno y la disputa por las 'ideas fuerza' de la Guerra Fría". En Izquierdas, número 14, pp. 14-52.

13 Tal vez por este cargo y el vertiginoso ascenso del prestigio de la sociología en América Latina en las referencias institucionales de los dos artículos que publicó a principios de los setenta en Aportes, el órgano de difusión del ILARI, Tedesco se presentó llamativamente como «sociólogo».

14 Cfr. Ruiz Galbete, M. (2013). "Los trabajos intelectuales del anticomunismo: el congreso por la libertad de la cultura en América latina". En Nuevo Mundo, Questions du temps présent. Disponible en http://nuevomundo.revues.org/66101; DOI: 10.4000/nuevomundo.66101.

15    Cfr. Blanco, A. (2004). "La sociología: una profesión en disputa". En Neiburg, F. y Plotkin, M. (compiladores). Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en Argentina. Buenos Aires: Paidós.

16    Entre otras influencias de la FFyL (UBA), destacan las provenientes de otro animador del proyecto modernizador durante la década del sesenta: Gregorio Klimovsky. Como parte de las asignaturas optativas de la carrera de Ciencias de la Educación, Tedesco había cursado dos materias dirigidas por Klimovsky, del Departamento de Filosofía: Lógica y Filosofía de la Ciencia. Dentro de la vasta ascendencia de Klimovsky sobre Tedesco se encuentra un aspecto de raigambre epistemológico que signó su trayectoria académica: la necesidad de volver fértil a las hipótesis. En sus clases, Klimovsky insistía que la clave en la investigación científica residía en formular y contar con una hipótesis capaz de explicar una gran cantidad de problemas, de resistir una vasta contrastación empírica.

17 Tanto la reseña del reconocido sociólogo uruguayo Aldo Solari (1970) en las páginas de Aportes como de María González en el número 4 de la RCE (marzo de 1971), insistían en la faceta singular y renovadora de la tentativa de Tedesco dentro del campo educativo. Más allá de que en el caso de Solari se esgrimían algunas críticas, sus comentarios oficiaban de un destacado apoyo por quien había estudiado sociología y sociología de la educación en la Universidad de París y en London School of Economics (1956-1957) y desempeñado en calidad de docente en distintas asignaturas: Historia de la Educación, Sociología General y Sociología, en el Instituto de Profesores Artigas, Uruguay (1950-1967); Profesor Titular de Sociología Rural en FFyL, UBA (1962-1963); Profesor de Sociología de la Educación, FLACSO, Chile (1968-1969). También actuó como miembro del Comité Ejecutivo (1966-1970) y vicepresidente (1970-1974) de la International Sociological Association.

18 Según los términos de la dotación decreciente de cinco años concedida en 1967 por la fundación Ford a la Asociación Internacional por la Libertad de la Cultura (el nombre que reemplazó al CLC en 1967), las revistas y programas sectoriales que no encontrasen fuentes de financiación autónomos deberían desaparecer al cumplirse dicho plazo. La creciente demanda le permitió a la RCE declarar su autofinanciamiento en la editorial de su número 5 (julio de 1971).

19    Cfr. Consejo de redacción (1970). "Editorial". En Revista de Ciencias de la Educación, número 1, p. 1.

20    Ninguna editorial de la revista fue firmada. Entre otras razones, por el estilo de escritura y afinidad teórica con el director, presumiblemente Tedesco era quien las escribía.

21 La pretensión de configurar una revista atenta a los problemas educativos también es posible atribuirla al recorrido profesional del director que participaba en proyectos de extensión de la Secretaria de Extensión en la FFyL (UBA) hasta la intervención en 1966 como así también en calidad de maestro normal en escuelas secundarias ubicadas en Ezeiza, La Matanza, Mataderos y Liniers en los años sesenta. En paralelo a la publicación de la RCE, Tedesco era vicedirector de una escuela secundaria cuyo director, Juan Ricardo Nervi, había sido su docente en la materia Pedagogía en la Escuela Normal Superior (mixta) «San Rafael» ubicada en San Justo (provincia de Buenos Aires).

22 Cfr. Amar, H. (2016). Bourdieu en el campo educativo argentino. Buenos Aires: Biblos.         [ Links ]

23    Cfr. Altamirano, C. y Sarlo, B. (1983). Ob. cit.

24    Cfr. Williams, R. (1977). Marxismo y Literatura. Barcelona: Ediciones

25    Cfr. Suasnábar, C. (2004). Universidad e intelectuales. Educación y política en la Argentina (1955-1976). Buenos Aires: FLACSO/Manantial.

26    Cfr. Bourdieu, P. (1991). Sociología y cultura. México: Grijalbo.

27 Cfr. Tedesco, J. C. (1972a). "El debate de la Reforma Educativa: un caso de debate tecnocrático". En Revista de Ciencias de la Educación, número 7.

28    Cfr. Silber, J. (1972), "El objetivo nacionalista de la educación y la incorporación de la enseñanza religiosa durante el período peronista", en Revista de Ciencias de la Educación, número 7, pp. 42-53. Por otro lado, cfr. García, G. (1972), "La educación como práctica social", en Revista de Ciencias de la Educación, número 8, pp. 20-38. Asimismo cfr. Vasconi, T. (1973), "Contra la escuela, borradores para una crítica marxista de la educación", en Revista de Ciencias de la Educación, número 9, pp. 3-22.

29    Cfr. Tedesco, J. C. (1972b). "Universidad y clases sociales: el caso argentino". En Revista Latinoamericana de Ciencia Política, número 3, FLACSO, pp. 197-227.

30    Cfr. Tedesco, J. C. (1973), "Ideología y Educación", en Los Libros, número 31, pp. 4-13. Asimismo cfr. Tedesco, J. C. (1974), "Educación y política en América Latina", en Los Libros, número 40, pp. 11-16.

31    Cfr. Tedesco, J. C. (1972b). Ob. cit, p. 216.

32    Solo a fines ilustrativos: Adriana Puiggrós, una representante del nacionalismo popular pedagógico, estuvo a cargo de un seminario sobre el pensamiento de Freiré cuando retomó actividades docentes en la Facultad de Filosofía y Letras en 1971.

33    Cfr. Amar, H. (2016). Ob. cit.

34    Cfr. Roncagliolo, R. (1972). "La lectura ideológica de los textos escolares". En Revista de Ciencias de la Educación, número 8, pp. 15-19. Por otro lado, cfr. Yapur, C. (1973), "Educación e ideología: una aproximación teórica y metodológica", en Revista de Ciencias de la Educación, número 9, pp. 34-39. Asimismo, cfr. Tedesco, J. C. (1973), ob. cit.

35    Ver, por ejemplo, Giroux, H. (1985). "Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un análisis crítico". En Cuadernos Políticos, número 44, pp. 36-65.

36    Cfr. Lagrane, H. (1974). "A propósito de la Escuela. Críticas a un enfoque de L. Althusser". En Revista de Ciencias de la Educación, número 12, pp. 3-20.

37    Cfr. Morgenstern, S. (1975). "Hegemonía y educación". En Revista de Ciencias de la Educación, números 13-14, pp. 30-42.

38   Ver, por ejemplo, García G. (1973). "Teoría de la educación y revolución". En Revista de Ciencias de la Educación, número 10, pp. 59-61

39   Ver Barreiro, T. (1971). "El anacronismo de nuestra escuela media y la solución tecnologista". En Revista de Ciencias de la Educación, número 4, pp. 3-13.

40   Ver Inglese, J. (1971). "Renovación de contenidos en la enseñanza sistemática: el caso de las matemáticas". En Revista de Ciencias de la Educación, número 5, pp. 44-51.

41    Ver Filloux, J. C. (1972). "Escuelas de formación de maestros y renovación de la enseñanza". En Revista de Ciencias de la Educación, números 13-14, pp. 1-4.

42    Ver Arzeno, M. y Crespo, G. (1973). "El tratamiento psicopedagógico: sus etapas". En Revista de Ciencias de la Educación, número 9, pp. 40-45.

43    Ver Hernández, I. (1974). "La discriminación étnica en la escuela". En Revista de Ciencias de la Educación, número 12, pp. 34-41.

44   Ver Antebi, C. y Carranza, C. (1974). "Evaluación: una experiencia estudiantil-docente". En Revista de Ciencias de la Educación, número 11, pp. 12-19.         [ Links ]

Altamirano, C. y Sarlo, B. (1983). Ensayos argentinos. Buenos Aires: Centro editor.

45 Cfr. Suasnábar, C. (2013) Intelectuales, exilios y educación. Producción intelectual e innovaciones teóricas en educación durante la última dictadura. Rosario: Prohistoria y Amar, H. (2016). Ob. cit.

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