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Historia de la educación - anuario

versión On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.19 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. dic. 2018

 

ARTICULO

Los expertos interpelan a la educación (sexual). El caso de la Asociación Argentina de Protección Familiar a través de su revista Contribuciones

 

Santiago Zemaitis1 y Carolina Ojeda2

 

Introducción

Guardando las distancias, hoy, como ayer Sarmiento, estamos ante la necesidad de una apasionada vocación, esta vez destinada a alfabetizar la sexualidad consciente de los argentinos. Todos sentimos y sabemos sus dificultades. Pero nos guía y nos apoya el recuerdo del más grande de los maestros (Olivares, 1988: 1).

Con estas palabras Domingo Olivares3 4 5 6, ginecólogo y miembro de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Buenos Aires, miembro fundador y director por largos años de la Asociación Argentina de Protección Familiar (en adelante AAPF), enfatizaba en lo que sería considerado el mayor problema que sostuvo las demandas permanentes a los gobiernos, para introducir en las instituciones educativas la educación sexual: el analfabetismo sexual —también mencionado como ignorancia—. No solo niños, adolescentes y jóvenes, sino también padres, educadores, asistentes sociales y todo aquel que no fuese un experto, carecía de información y conocimientos que le situaban a las restricciones en el acceso de mujeres a anticonceptivos por parte del Estado (Felliti, 2012), sus actividades, debates y diálogos públicos, siempre se insertaron como mostraremos más adelante, en la esfera estatal. De allí que su actividad profesional y su producción discursiva, sea un capítulo de suma importancia en la historia de la educación sexual en la Argentina contemporánea.

 

4 El término tradicional es usado por la AAPF para hacer referencia a prácticas memorísticas, descontextualizadas y moralizantes y, sobre todo, a una actitud pasiva del estudiante. Más adelante exponemos en qué consistió su propuesta pedagógica.

 

 

En este artículo presentamos un análisis de los posicionamientos en torno a la educación sexual de la AAPF a través de su revista institucional Contribuciones. Se trató de una publicación iniciada en 1977, bajo la dirección de Jorge Pailles5 y un equipo de apoyo conformado por Luis María Aller Atucha6,

5    Sociólogo que se vincula a la asociación a comienzos de los setenta y estaría a cargo del área de capacitación de la AAPF y la dirección de la revista Contribuciones hasta 1986. Recibió formación técnica como Educador de la Sexualidad en el Comité Regional para América Latina y el Caribe (CRESALC) en la ciudad Bogotá.

6    Comunicador Social, empieza a hacer parte del equipo de la AAPF en 1970 como director de comunicación y educación. Será uno de los primeros profesionales becarios que reciben capacitación específica en Educación Sexual en América Latina en el primer curso de Educación Sexual y Desarrollo Sexual coordinado por la Agencia Sueca para el Desarrollo (SIDA) auspiciado por la Facultad de Educación de la Universidad de Estocolmo. A partir de 1972 continúa vinculado al equipo de la AAPF como colaborador externo. En 1976 es nombrado Director de Información y Educación para la Región del Hemisferio Occidental (Latinoamérica y el Caribe) de la IIPF en Federación Internacional de Planificación de Familia con sede en Nueva York.

Domingo Olivares, Juan Ondetti7, María Rosillo8, entre otros9. Se mantuvo trimestral y conservó su estructura hasta finales de la década de los 80, regularidad que fue variando hasta su cierre en 1993 completando 44 números.

Su distribución se hizo en los encuentros de capacitación que estaban dirigidos inicialmente a médicos, ginecólogos, obstetras y psicólogos, y a través de los agentes de propaganda médica, al lado de otros materiales impresos y audiovisuales. Vale resaltar que Contribuciones no es una publicación de especialistas para especialistas. Su formato y diagramación, así como el uso de palabras comunes que pueden captar la atención de públicos más amplios, podemos notar que fue un tipo de prensa que pretendió superar los propios círculos también especialistas o expertos buscando llegar a un universo mayor de lectores.

La importancia de abordar Contribuciones no se agota en su uso como fuente documental, sino que los elementos que de producción de sentido, dado que está enmarcado en lógicas de sentido que estructuran la vida social» (2014: 14).

 

10 Un análisis más detallado de la materialidad de la revista se encuentra en la ponencia mencionada anteriormente; y de esta como actor social y político y espacio de producción cultural en Ojeda (2019) en prensa.

 

En este sentido, la AAPF a través de la Revista, puso en circulación una diversidad de discursos, provenientes de diferentes campos disciplinares como la sexología, la medicina, la planificación familiar, la demografía, entre otros; que permite advertir un proceso de interpelación a algunos sujetos identificables como los responsables políticos, sanitarios y educativos, pero también a profesionales de la salud y de la educación, así como a las familias, a desarrollar, aceptar o impulsar, prácticas de una cierta educación sexual. A su vez, se alude al reconocimiento y a la identificación por parte de estos sujetos, a las demandas sociales articuladas con el significante asociado a la expresión educación sexual, ya sea la sobrepoblación, el embarazo adolescente, el aborto, entre varios otros. Reconocerse como agentes que asumen la necesidad y urgencia en materia de educación sexual, fue dotar de sentidos un área, que a finales del siglo XX no contaba con un desarrollo en materia de política pública a nivel federal.

La construcción discursiva de esta interpelación se enmarca en los modos de producir saberes y conocimientos en torno a la educación, que se empiezan a configurar como hegemónicos en la segunda mitad del siglo XX. Los organismos internacionales serán un referente para el diseño de estrategias de intervención a nivel transnacional, que para nuestro caso de estudio inicia desde los años 50, a través de una serie de encuentros de especialistas para el análisis del problema demográfico regional y propuestas para regular el crecimiento poblacional, en los cuales se empieza a vislumbrar la educación sexual como una estrategia para la implementación de políticas sobre planificación familiar.10 En esta línea, la International Planned Parenthood Federation (IIPF)11 será el organismo que financie Asociaciones como la AAPF en todo el planeta, garantizando con ello su expansión y visibilidad, así como la formación de profesionales de diversas áreas, en los temas y el abordaje de problemas que los mismos organismos formulaban, en este caso, la sobrepoblación.

De esta manera, se produce y valida el saber proveniente de estos referentes internacionales, cuya dinámica se caracteriza por la fabricación de consensos en los temas que abordan, la difusión de los mismos y la posterior gestión de políticas públicas estatales, constituyéndose en el régimen de verdad sobre los sistemas

La ignorancia y los ignorantes serán a lo largo de la Revista una nominación recurrente para advertir sobre los riesgos de la falta de educación sexual. Familias, docentes, algunos profesionales, niños y jóvenes, entre otros, fueron los ignorantes que requerían urgentemente dotarse de conocimientos de anatomía y fisiología sexual, y de los métodos anticonceptivos, cuyo uso permitía la regulación de la fertilidad; promover la consideración de la abstinencia como elección; la distinción entre sexualidad y procreación, y la fertilidad voluntaria.

Educación sexual, que es a su vez, una educación moral. La responsabilidad y el respeto consigo mismo y con el otro, fueron los valores que viabilizaban la capacidad de elección para asumir/evitar un embarazo, centrada principalmente en la adolescente/mujer. De esta manera el hijo sería el resultado de una elección, «y no la fatal consecuencia impuesta por la ignorancia y la animalidad. Si todo esto falta se produce el embarazo juvenil indeseado, fuente de frustración, desorden y fracasos» (Olivares, 1985b: 7).

En este discurso, los jóvenes no estaban preparados para asimilar los nuevos tiempos, de mayor contacto y sin la vigilancia de los adultos, aun cuando son pocas las referencias a investigaciones empíricas sobre el embarazo adolescente dentro de

Contribuciones. Una de estas la encontramos en “Adolescencia y anticoncepción”, artículo que reseña un estudio con una muestra de más de 500 jóvenes, en el que se puntualiza que «la actitud de libertad sexual en gran cantidad de casos, va unida a la ignorancia de la posibilidad de reproducción» (Yigliola, 1988: 11) cuyas consecuencias afectarían no solo a la madre adolescente, sino también al niño y la sociedad. En las conclusiones insiste en la importancia de valorizar la situación como una emergencia social, atribuyendo la responsabilidad «a la falta de principios básicos sobre el tema que debieron ser impartidos a nivel familiar y escolar» (1988: 11). No obstante, la educación brindada por estos actores, se consideraba anacrónica, manteniendo al joven «en la ignorancia del sexo, de su dignidad y de las responsabilidades emergentes de su ejercicio» (1988: 11). Así pues, al mismo tiempo que eran principales agentes socializadoras a las cuales se les demande este tipo de educación, familia y escuela eran las más ignorantes en estas temáticas. Esta operación discursiva cristaliza la diferencia entre la ignorancia, y los saberes especialistas de los expertos.

En algunos casos la falta de educación sexual, tenía unos responsables directos. En una Carta dirigida a los parlamentarios, se señala que los abortos en un matrimonio eran producto de la ignorancia, tanto de los métodos anticonceptivos, como de la ausencia de una cobertura asistencial. En este caso los responsables eran «los conductores de la salud pública y de la educación en el país» (Olivares, 1987: 5), quienes incumplían los acuerdos internacionales, advirtiendo que, a pesar de que la Argentina se subscribía a estos, no respetaba el derecho a la paternidad responsable.

Paralelamente, la desinformación (otra manifestación de la ignorancia), guardaba también un especial rasgo de clase. Este se expresaba como irresponsabilidad y falta de conciencia en los sectores marginales, inmersos en realidades hostiles y agresivas. Se consideraba también que estos adolescentes, en su natural demanda de respuestas al mundo adulto para proyectarse en un futuro, estarían más propensos a recibir una visión negativa y limitada de la sexualidad adulta, en tanto las pautas moralistas y prejuiciosas propias de dichos sectores, terminaban compensando la desinformación (Clemente, 1984), moralizando las relaciones entre saber-ignorancia.

La interpelación disciplinar: del enfoque represor al modelo integralista

La ignorancia podría ser combatida y los ignorantes podrían ser educados, bajo enfoques y perspectivas novedosas en torno a la educación sexual, que desde la revista se proponían. Quienes escribían en Contribuciones estaban atentos a los cambios societales que estaban viviendo las personas en los finales del siglo XX, los cuales tenían que ver con la emergencia de nuevos hábitos y comportamientos sexuales que traían consigo nuevas problemáticas como la fertilidad adolescente.13 En este sentido, hay una insistencia en demandar una modernización sobre los modos de la enseñanza de la sexualidad, tanto en los métodos como en los escenarios de aprendizaje, en pos de abandonar el viejo enfoque moralista o enfoque represor de su educación (Romera, 1984):

La distancia, tanto en términos de la educación como de la experiencia de modernización que media entre la generación de los padres y de los hijos, es tan considerable que la capacidad de socialización de las familias resulta afectada y plantea grandes desafíos a las instituciones en educación (Naciones Unidas, 1985: 2).

13 En la Argentina, el interés por la sexualidad de los adolescentes como objeto de estudio académico, se inicia en la década siguiente a partir del estudio de la fecundidad, que tuvo un ascenso durante la década del 1970 y con un pico máximo alcanzado en la década de 1980. Luego dicho interés se fue incrementando con la epidemia del SIDA. Estudios sobre la sexualidad que se centraron en sus consecuencias (Pantelides, 1995).

 

audiovisual12 que la AAPF producía, distribuido gratuitamente mientras tuvieron financiación, y posteriormente a bajo costo. Algunos de estos pasaron por las salas de cine de entretenimiento, convirtiéndose en escenarios alternativos para educar sexualmente.

Los artículos referencian también una educación sexual sistemática, dando cuenta de la necesidad pedagógica de integrarla a todas las áreas de conocimiento, apelando así al «modelo integralista» (Sánchez, 1984: 12). Este se correspondía con un llamado a superar los modelos más tradicionales (reduccionistas por considerar solo una dimensión de lo sexual) como el biologicista o genitalista, y que pugnaban así mismo contra la tradición moralista de la sexualidad. Como insistía Jorge Pailles, este modelo «asume la responsabilidad de formar al educando, haciéndole sentir a esta persona: posibilitándoles opinar, investigar, trabajar, sentir placer, aprender a hacer y a ser alguien» (Pailles, 1984: 12). En este movimiento de apertura sobre la temática, los propios integrantes de la AAPF asumieron que si querían expandir su incidencia en su política de planificación familiar, debían acercarse e incluir los aportes de pedagogos y agentes del sistema educativo (Aller Atucha, 2017).

Podemos percibir en esto como una interpelación disciplinar, que insistió en adherir a renovados métodos sobre la enseñanza de la educación sexual, a la vez que acogió fundamentos como los de la psicología evolutiva y la psicología humanista, en la que autores como Abraham Maslow o Cari Rogers fueron los referentes para construir una nueva manera de concebir al ser humano. Se vislumbra una búsqueda de especificidad de lo propiamente pedagógico (Aller Atucha, 2017), planteada muy inicialmente, desde consignas que, aunque generales, asumieron al individuo en la integración de sus dimensiones física, psicológica, espiritual, y como ser relacional.

Relaciones con la esfera político-estatal: diálogos y demandas

Al tratarse de un organismo dedicado a las políticas y programas de planificación familiar, quedaban por fuera los agentes —aunque no los discursos— provenientes del campo religioso. La referencia a la iglesia católica fue constante, tanto para celebrar y acompañar ciertas aperturas, como para cuestionar duramente los dogmas y moralismos que resultaban obsoletos para la época, e impedían el ejercicio de las familias de su derecho a planificar el número de hijos. Lo anterior sirvió también para cuestionar dura y explícitamente a los gobiernos cuya postura frente a la educación sexual resultaba contradictoria con el momento democrático que acontecía, en oposición a los años anteriores, en que la postura de la AAPF frente al gobierno militar, manifestada en Contribuciones, resultaba ambigua o en ocasiones de apoyo y confianza (Ojeda, 2018).

 

En el mes de octubre de 1985 Olivares se va lanza en ristre contra el gobierno democrático, y el apoyo de la iglesia si sostenía las medidas restrictivas de anticoncepción. Afirma que si la planificación familiar era un derecho, entonces el gobierno de Alfonsín lo estaría vulnerando (Olivares, 1985a). En una nota en el diario La Nación, denuncia que el gobierno de la transición democrática, continuaba una política coercitiva como en otros países, asegurándose que niños, jóvenes y adultos fuesen privados de educación e información sexual, así como de la asistencia médica orientadora para una vida sexual sana. Y asegura:

[...] sabemos también que los sectores más retrógrados de la sociedad argentina presionan con el fin de mantener las disposiciones de la dictadura militar: prohibición de educación sexual curricular en las escuelas y prohibición de los consultorios de planificación familiar en los hospitales. Su consecuencia es un estado de oscurantismo y coerción de la población que no se corresponde con los propósitos de libertad y de respeto de los derechos humanos del actual gobierno argentino (Olivares, 1984: 9).

Paulatinamente se fue desplegando un diálogo con representantes del gobierno, como diputados, senadores, directores nacionales de áreas de salud, entre otros. Este se hizo explícito en el 20° Aniversario de la AAPF, en la edición número 34 del año 1986, titulada La planificación familiar en el parlamento, que presentaba las Cartas enviadas desde la AAPF a también se especificó la importancia de educación sexual para adolescentes y adultos de ambos sexos.

Ninguno de estos proyectos prosperó. No obstante, de acuerdo con Barrancos (2007), la transición democrática con sus aciertos y errores significó una ampliación en materia de derechos para el colectivo de las mujeres. El acontecimiento más importante fue la revocación de medidas que limitaban el control de la natalidad en 1986, medida central en la historia de la píldora y las posiciones del estado argentino en relación a la planificación familiar (Felitti, 2008).15

Vale destacar que la revista también incluyó intervenciones de funcionarios estatales, quiénes reconocían la falta y necesidad de la educación sexual. Mabel Bianco, quien fuera Directora Nacional de Relaciones Internacionales y Coordinadora del Programa Mujer, Salud y Desarrollo de la Secretaria de Salud del Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, escribió en el número 38 de Contribuciones un artículo de perspectiva y mapeo (muy general) sobre la situación de la sexualidad y la educación sexual en América Latina. Para Bianco la educación sexual era una fundamentales pendientes (Belucci, 1987) después de la clausura del CP.

Frente a esto, en una entrevista con Beatriz Santiago, Directora General de Programación Educativa y Secretaria Técnico Administrativa del CP, al preguntarle por los motivos de que educación sexual no apareciera como tema o eje entre en la agenda del CP, y respondió:

No sé. Yo misma estuve en los grupos que elaboraron el temario del Congreso Pedagógico y le puedo asegurar que no entiendo cómo fue que no apareció. Tal vez consideramos que estaba incluido en algunos de los temas propuestos para la elaboración grupal, por ejemplo el tema de la realización de la persona. Dado que el tema de la sexualidad tiene que ver con la constitución de la persona. Pero el hecho de que el tema de la Educación Sexual no apareciera explícitamente tal vez tenga que ver con trampas ancestrales, con mecanismos inconscientes. De otro modo no puedo entender que no apareciera. Realmente no sé por qué no apareció (entrevista a Beatriz Santiago, 1987: p 15).

A partir de este panorama Olivares hizo un llamado de atención a «maestros y pedagogos para ocupar activamente los lugares del Congreso» (Olivares, 1987: 13) Pese a que los mismos agentes estatales reconocían la urgencia de políticas de educación sexual o acciones gubernamentales concretas de oficialización en el sistema educativo, los cambios sucedidos durante los años ochenta resultaron insuficientes, dejando lo concerniente a salud transnacionales de financiación y construcción de conocimientos y políticas. Le dimos prioridad especialmente a dos interpelaciones, una político-pedagógica, dirigida a los responsables y funcionarios estatales de los ámbitos de la salud y la educación públicos, y a los adultos (padres, madres y docentes) en relación a la formación de la sexualidad de las generaciones más jóvenes. Así también una mirada crítica a los gobiernos dictatoriales y democráticos por relegar políticas o acciones tendientes a asegurar los derechos reproductivos, y con ellos el desarrollo de educación sexual en el sistema educativo oficial.

Otra interpelación más de corte disciplinar, buscó la adscripción de enfoques novedosos para aquellos años en las temáticas de sexualidad y reproducción como el integralista. Si bien en este gesto de interpelación, se reconoce un esfuerzo discursivo por avanzar hacia una sociedad e instituciones sin tabúes sexuales, con perspectivas positivas sobre la sexualidad y las relaciones sexuales, al mismo tiempo continuó primando una matriz moderna de concebir a la sexualidad, inteligible bajo términos hetero/coitocéntricos, concebida en el marco de una pareja o un matrimonio, y que per se, pretenden tener hijos, y espaciar sus nacimientos.

Atender la ignorancia sexual, diagnosticada en Contribuciones, requería las capacitaciones, los materiales, las orientaciones, los consultorios de asistencia social, y toda una red de expertos y especialistas, en que la AAPF y otras entidades sexológicas se fueron consolidando como campos expertos de saber. La necesidad de conjurar el analfabetismo sexual, que mencionaba Olivares en la cita al inicio de este capítulo, apelaba a la premisa sarmientina, de vigilar las sombras del Facundo que seguían acechando un siglo después.

Recibido: 28 de marzo de 2019 Aceptado: 04 de mayo de 2019

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Vol. 19 - N.° 2 - 2018 | pp. 75-90

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