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Historia de la educación - anuario

versión On-line ISSN 2313-9277

Hist. educ. anu. vol.22 no.2 Ciudad autonoma de Buenos Aires. dic. 2021

 

Dossier

Fragmentos de la memoria escolar: el pasado-presente de la escuela argentina y colombiana en algunas fotografías

Alexander Aldana Bautista 1  

Mariana Alejandra Tosolini 2  

1 Magister en Educación y Licenciado en Educación Básica con Énfasis en ciencias sociales de la universidad Pedagógica Nacional. Desde el segundo semestre de 2015 es profesor ocasional de la universidad Pedagógica Nacional. A partir del 2019 coordina la licenciatura en Ciencias sociales. Sus temas de investigación se inscriben en el campo de la historia de la educación y la pedagogía; la enseñanza de las ciencias sociales y los dispositivos simbólicos de producción de subjetividades. Actualmente coordina junto con la profesora Sandra Rodríguez y el profesor Alexis Pinilla el Semillero de Historia Cultural y Educación Histórica y codirige el programa de la Pedagógica Radio, Ananké...relatos de Clío. Contacto: aaldanab@pedagogica.edu.co.

2 Doctora en Estudios Sociales de América Latina, Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba. Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente es Profesora asistente en Historia Social de la Educación, docente en los seminarios: La vigencia de la obra de Paulo Freire y La memoria de las cosas y de las prácticas. La cultura material escolar y la vida cotidiana en la escuela argentina, chilena y colombiana de la Escuela de Cs. De la Ed. Investigadora en el Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. Profesora adjunta en el Departamento de Ciencias de la Educación y Salud y profesora del Seminario Historia y Política de la Educación de Jóvenes y Adultos en el Doctorado en Educación de Jóvenes y Adultos de la Universidad Nacional de Chilecito. Contacto: mariana.tosolini@unc.edu.ar.

Resumen

El presente artículo es el resultado de un ejercicio de investigación que busca comprender y problematizar el pasado-presente de la escuela argentina y colombiana a partir del análisis de cinco fotografías representativas que fueron seleccionadas a partir de un corpus de treinta y cinco (35) imágenes que, en el marco de un proyecto colaborativo internacional, los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, compartieron y narraron como parte de las actividades propuestas. Al abordar de esta manera la historia de la escuela de nuestros países queremos encontrar los vasos comunicantes que las unen pero también observar las formas particulares, singulares, que caracterizan el modo de ser de cada una de ellas. Tenemos la sospecha de que en medio de la pluralidad de historias y del acontecer de nuestras escuelas es posible reconocer procesos regionales, no como identidades cerradas y acabadas, sino como procesos siempre abiertos con contrasentidos, rupturas, conflictos y tensiones. Así, entendemos la historia de la educación como una forma de comprensión y de problematización del presente de la escuela que se nos presenta como el cruce de diferentes temporalidades. El régimen visual en el que se inscriben estas fotografías nos permite leer de manera crítica los contextos de nuestras escuelas, la institucionalización de los saberes y las prácticas escolares que se articulan a artefactos.

Palabras clave: Fotografía; memoria escolar; cultura material escolar; narrativas; régimen visual

Abstract

This paper results from a research exercise that seeks to understand andproblematize thepast-present of the Argentine and Colombian schools. We analyse five representative photographs selected from a corpus of thirty-five (35) images within the framework of an international collaborative project, students from the National University of Córdoba and the National Pedagogical University of Colombia shared and narrated as part of the proposed activities. By approaching the history of the school in our countries in this way, we want to find the communicating vessels that unite them and observe the particular, singular forms that characterize the way of being of each one of them. We suspect that amid the plurality of histories and events in our schools, it is possible to recognize regional processes, not as closed and finished identities, but as always-open processes with contradictions, ruptures, conflicts, and tensions. Thus, we understand the history of education as a way of understanding andproblematizing the school’spresent that appears to us as the intersection of different temporalities. The visual regime in which these photographs are inscribed allows us to critically read our schools’ contexts, the institutionalization of school knowledge, and practices linked to artefacts.

Keywords: hotography; school memory; school material culture; narratives; visual regime

Introducción

En este artículo presentamos resultados parciales de un estudio en curso . A partir de un trabajo colaborativo entre docentes y estudiantes de la universidad Nacional de córdoba y la universidad Pedagógica Nacional de colombia, analizamos el pasado-presente de la escuela argentina y colombiana desde algunas fotografías.

Los estudiantes que participaron de esta experiencia cursan sus estudios en la carrera de Licenciatura en ciencias de la Educación (Argentina) y Licenciatura en Ciencias Sociales (Colombia). Ellos realizaron durante el segundo semestre de 2020 (de octubre a diciembre) un seminario denominado La memoria de las cosas y de las prácticas. La cultura material escolar y la vida cotidiana en la escuela argentina y colombiana 4 , que requirió recuperar, problematizar y comparar sus memorias acerca de sus experiencias escolares. Este seminario virtual se desarrolló en el marco de la coyuntura de salud pública causada por la pandemia del Covid-19 que nos generó restricciones y nos confinó en nuestros lugares de vivienda, pero también nos posibilitó nuevos encuentros y otras formas asociativas que difícilmente se hubiesen podido dar en el contexto de la presencialidad. Entre las memorias recuperadas les solicitamos una narrativa acerca de mi primer día de clases y la publicación de fotos de su escuela.

Se reunieron un total de 35 fotografías que fueron cargadas a la plataforma en la cual estaba alojado el curso. Algunas de estas imágenes fueron comentadas entre los estudiantes y en la sesión grupal se dialogó en torno a la materialidad del recuerdo. A estas

Este seminario se presentó como proyecto colaborativo internacional en línea y fue avalado por Columbus Hub Academy. Los proyectos colaborativos buscan generar interacción académica entre estudiantes de diferentes países a través de herramientas virtuales para desarrollar resultados de aprendizaje interculturales. Columbus Hub Academy es una plataforma de la Asociación Columbus, que 35 fotografías las clasificamos en seis grupos a partir de aquello que mostraban: actos escolares, el grado de la escuela, la foto carnet, las fotos grupales con amigos y con las maestras, fotos de la libreta de notas y aquellas otras en la que los estudiantes posaban desarrollando alguna práctica escolar. Con el objetivo de analizar qué nos dejan ver de la escuela y cómo estas imágenes configuran determinado tipo de recuerdo acerca de la experiencia escolar - asociado a tramas de sentido y a contextos socioculturales específicos-, tomamos cinco imágenes representativas que configuran un modo particular de ver la escuela de Argentina y de Colombia.

Al abordar de esta manera la historia de la escuela de nuestros países queremos encontrar los vasos comunicantes que las unen pero también observar las formas particulares, singulares, que caracterizan el modo de ser de cada una de ellas. Tenemos la sospecha de que en medio de la pluralidad de historias y del acontecer de nuestras escuelas es posible reconocer procesos regionales, no como identidades cerradas y acabadas, sino como procesos siempre abiertos con contrasentidos, rupturas, conflictos y tensiones. Así, entendemos la historia como una forma de comprensión y de problematización del presente que se nos presenta como el cruce de diferentes temporalidades. El título de este trabajo, justamente, sugiere que, en el presente de nuestras escuelas, podemos encontrar el pasado, no como una esencia que se conserva, sino que habita como memoria, con distintos sentidos y usos. Por ello, nos situamos desde la historia cultural, pues siguiendo los planteamientos de Popkewitz, Pereyra y Franklin (2003), la historia cultural nos permite pensar el presente y no por ello se trata de una historia presentista, pues

[...] la historia del presente aspira a captar las condiciones relativas a lo que es posible decir como cierto y a considerar la configuración actual y la organización del conocimiento a través de una excavación de las cambiantes formaciones de conocimiento a lo largo del tiempo (Popkewitz, Pereyra y Franklin, 2003: 47).

Para abordar ese pasado-presente de nuestras escuelas a partir del análisis de cinco fotografías representativas, proponemos cuatro apartados que estructuran el texto: en primer lugar, presentaremos los conceptos que orientaron nuestras indagaciones. Luego, expondremos algunas consideraciones metodológicas que nos permiten describir y dialogar con las fotografías seleccionadas; en el tercer apartado, denominado Lo digno de ser recordado, analizaremos las fotografías seleccionadas como formas del recuerdo que narran visualmente aspectos de la trayectoria escolar (aquí se profundiza en aspectos como las prácticas de aseo y la construcción de ciudadanía). Finalmente, señalaremos algunas reflexiones a modo de cierre.

Imágenes de escuela: notas conceptuales

Nuestra investigación se inscribe en el estudio de la cultura material escolar. Al interrogar las prácticas escolares y el sistema de objetos que constituye la materialidad de la institución escolar, nos proponemos problematizar ¿por qué triunfó la escuela? (Pineau, 2001). En las prácticas escolares el sujeto apropia y reelabora conocimientos, valores, significados y modos de vida, en las cuales interviene un conjunto amplio de objetos que definen el quehacer de la escuela, esto es, que constituyen una tradición. De esta manera, nos interesa la experiencia escolar cotidiana «[...] que condiciona el carácter y el sentido de lo que es posible aprender en la escuela» (Rockwell, 1997:15), experiencia que está articulada a un sistema de objetos en los cuales se inscriben relaciones de poder, que expresan utopías pedagógicas, educativas y sociales.

Entonces, se puede ubicar esta investigación en lo que Dussel denomina el giro material, el cual «[...] plantea nuevas preguntas a la historia de la educación, preguntas que prestan atención al detalle, a las minucias, a lo aural y lo táctil, que emerge en el vínculo con los artefactos» (2019: 23) pues,

[.] las nuevas sensibilidades que aporta el giro material a la historia de la educación puede contribuir a encontrar o crear esos espacios otros en el cruce entre la historia y el presente, y en la investigación abierta y atenta al devenir de los objetos y de los humanos (2019: 25).

El tema que sugiere el título de este artículo se relaciona de manera precisa con lo que Peter Burke (2005) trabajó en su libro Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. Así, Burke nos recuerda la importancia de las imágenes para reconstruir la cultura cotidiana de la gente, sus formas de vida y las mentalidades que caracterizan una época. En este sentido, este historiador británico señala la importancia de las imágenes para realizar una historia del vestido. Algunas prendas de vestir, sostiene,

[...] han sobrevivido durante milenios, pero para pasar de la prenda aislada al conjunto y entender qué cosa iba con qué otra, es necesario recurrir a los cuadros y a las estampas, así como a los muñecos antiguos, sobre todo a los del siglo XVIII y posteriores (2005: 101).

Las imágenes fotográficas, siguiendo estos planteamientos, no sólo dan cuenta de la manera con que eran usados y distribuidos determinados objetos, sino que, a través de este testimonio visual, es posible reconocer detalles de la cultura material de una época ya que las fotos muestran aquello que la gente no narra (pues da por descontado que el otro ya entiende).

Fig1 

El testimonio de las imágenes parece especialmente fiable en lo tocante a los pequeños detalles. Es particularmente valioso como documento de la disposición de los objetos y de los usos sociales de los mismos, no tanto de la lanza, el tenedor o el libro en sí mismos, sino de la manera en que eran manejados. En otras palabras, las imágenes nos permiten situar los artefactos antiguos en su contexto social original. Esta labor de situación de los objetos exige al historiador estudiar también a las personas representadas en las imágenes (2005: 127).

Así pues, las imágenes que compartieron los participantes en el proyecto colaborativo muestran no solo el uso de algunos objetos que constituyen el entorno escolar, sino que ponen en evidencia un conjunto de rituales a los cuales están asociados esos objetos, como más adelante se analizará, pues como lo señala Burke, los objetos están inscritos en contextos socioculturales particulares, los cuales operan como productores de sentido y cargan de valor los objetos. Para estudiar a las personas que aparecen en las fotografías optamos por pedirle a los estudiantes que construyeran sus narrativas, pues como lo sostiene Ricoeur (1989), «[...] la vida solamente se comprender a través de las historias que narramos sobre ellas» (1989: 56) y esta narración constituye la identidad personal que, siguiendo con Ricoeur, posibilita hablar sobre la vida, sobre una parte de ella, es decir, sobre la trayectoria escolar, por lo que se puede entender «[...] la vida como una actividad y pasión en búsqueda de sentido» (1989: 55).

comprender la distribución de los objetos, sus formas, su organización, sus atributos y lo que la gente hace con ellos da cuenta de las formas de organización política y social de una época. Por ello, resulta oportuno, situar las imágenes en sus contextos políticos y culturales para no interpretar mal su mensaje y para comprender el carácter simbólico de los objetos que se revelan en ellas, estableciendo los significados y las marcas de una época.

Las fotos que constituyen la memoria pedagógica de Argentina y de Colombia, en tanto artefactos culturales, son un fragmento del pasado que fue conservado gracias al fotógrafo y en las cuales se han cristalizado modos particulares de la cultura escolar. Desde los estudios históricos, vinculados a la Escuela de los Annales y a la Nueva Historia, entendemos aquí la imagen fotográfica como un documento histórico, pues como bien lo planteó Peter Burke (2005), la posibilidad de llegar a campos nuevos de estudio histórico como la cultura material y la historia del cuerpo -que son los referentes teóricos para esta investigación- solo fue posible en la medida en que los historiadores no se limitaron a las fuentes tradicionales. ciertamente, la fotografía puede ser entendida como un documento que hace referencia a cosas o fenómenos que ocurrieron -la fotografía como testimonio- o como signo que depende de los significados otorgados por quienes la interpretan -concepción lingüística de la imagen-. Más que excluyentes, estas formas de entender la imagen fotográfica resultan ser complementarias.

De lo que se trata aquí es de utilizar la imagen fotográfica como recurso fundamental para el análisis histórico. Darle un lugar a las fotografías que muestran la vida cotidiana de la escuela significa volver la mirada hacia atrás y recuperar unos modos de ser de nuestras escuelas que habitan lo minúsculo de la cultura escolar, ocultos para los grandes relatos y para el ojo que solo ve los grandes acontecimientos, pues como bien lo planteó Walter Benjamin (2018)

A pesar de toda la habilidad del fotógrafo, y por muy calculada que esté la actitud de su modelo, el espectador se siente irresistiblemente forzado a buscar en la fotografía la chispa minúscula de azar, del aquí y el ahora con que la realidad ha quemado, por así decirlo, su carácter de imagen; y a encontrar el lugar imperceptible en el cual, en lo esencial de ese minuto que pasó hace ya tiempo, anida hoy el futuro tan convincentemente que, mirando hacia atrás, podremos descubrirlo. [...] La fotografía, en cambio, la hace patente con sus medios auxiliares, como la velocidad de obturación, y el congelado, o con los aumentos. solo gracias a ella percibimos ese inconsciente óptico, igual que solo gracias al psicoanálisis percibimos el inconsciente pulsional (2018: 76).

Es justamente ese inconsciente óptico el que aquí queremos poner en evidencia para comprender las prácticas escolares que se anidaron en torno a un conjunto amplio de objetos y mostrar al sujeto escolarizado sin salirse fuera del instante, es decir, revelar las rutinas escolares, los rituales que construyó la escuela como tradición constituyendo un tipo de memoria que tiene como eje aglutinador el espacio escolar. Aspirar, así, a ver en las imágenes fotográficas del pasado de la escuela el aura de la realidad que, siguiendo a Benjamin (2018), se trata de «[...] una trama muy particular de espacio y de tiempo: la irrepetible aparición de una lejanía, por cerca que esta pueda estar» (2018: 83). El aura nos comunica con una época, nos acercan a un tiempo único, a la singularidad y a la duración de los modos de ser y de parecer de los cuerpos escolares.

Aspirar el aura de la escuela es encontrar no espacios solitarios con un mobiliario organizado y fijo; es, por el contrario, captar el movimiento, el desorden, los cuerpos escolares uniformados y homogeneizados en medio de una actividad pedagógica o posando con sus maestros para el fotógrafo que inmortaliza su presencia.

Berger (2016) nos ha llamado la atención en torno al hecho de que todas las imágenes encarnan un modo de ver. Este modo de ver está relacionado con la mirada del que captura las imágenes, es decir, lo que vemos a través de las imágenes fotográficas es el modo de ver del fotógrafo,

[...] cada vez que miramos una fotografía somos conscientes, aunque solo sea débilmente, de que el fotógrafo escogió esa vista de entre una infinitud de otras posibles. Esto es cierto incluso para la más despreocupada instantánea familiar. El modo de ver del fotógrafo se refleja en su elección del tema (2016: 6).

En otras palabras, el fotógrafo nos hace ver, nos dirige la mirada, pero como la mirada del fotógrafo se encuentra encuadrada, estas imágenes fotográficas nos hacen ver, entonces, una época, un régimen de verdad que se construye y se reconstruye a través de luchas y conflictos por el poder. Las imágenes fotográficas, como ya lo dijimos, no son neutrales como tampoco la mirada que las mira es desinteresada o imparcial. si cuando vemos imágenes nos situamos en ellas, ante ellas, ¿cómo nos situamos frente a estas fotografías de la escuela?

Imágenes de mi escuela: abordaje metodológico

Burke nos interpela acerca del uso de las fotografías como documento histórico ¿Qué significan las fotos y para quién? Nos preguntamos, ¿qué nos dejan ver las fotografías de la escuela?, ¿qué discurso pedagógico prevalece?, ¿qué producen las fotos como imágenes de sí y de las relaciones entre las gentes?

Entendemos que, como objetos escolares, las fotografías 3, 4 ,5, contribuyen a construir una determinada idea de educación, de escuela, de maestro, de alumno, que tiene efectos no solo para los estudiantes, sino también -y de forma particular- para las imágenes sociales acerca de la escuela y de lo que allí ocurre. Estas imágenes no resultan secundarias si tenemos en cuenta que la escuela como institución desempeña funciones relevantes en la vida social de los sujetos, son constitutivas de subjetividad en tanto que las prácticas pedagógicas son espacios de su producción. Tal como propone Inés Dussel (2010), la escuela es una tecnología en cuanto propone una organización del espacio y el tiempo, modos de procesar las subjetividades y relaciones particulares con el saber.

Fig 2 

Fig 3 

Fig 4 

Fig 5 

El análisis de Mraz (1999) sobre las fotografías familiares nos aportan algunas herramientas sustantivas para centrarnos en las fotografías escolares. Mraz sostiene que las fotografías desempeñan funciones en tanto cronistas de experiencias extraordinarias y además solemnizan, es decir, representa personas en sus papeles socialmente asignados, son idealizantes ya que retratan momentos deseables y no, por ejemplo, momentos de discusión o pleitos.

En esa línea, resulta relevante interrogarnos acerca de los efectos socializadores que las fotos escolares producen en los sujetos. De acuerdo con Escolano

[...] precisamente porque la misma cultura escolar tiene mucho de ceremonialista, la memoria que de ella guardamos posee una gran fuerza socializadora que cohesiona a los sujetos que la recuperan. Bajo este impregnante poder del recuerdo, la memoria de la escuela contribuye a la educación histórica de la comunidad (citado en Villa Fernández, 2015: 464).

En tal sentido, las fotos escolares operan en dos direcciones: retratar lo memorable, lo digno de ser recordado. En un segundo sentido, las fotografías adquieren relevancia como objeto escolar en sus efectos socializadores. Dicho con otras palabras, generan unidad e identidad en torno a determinadas imágenes y valores.

Por ello, en este estudio tomamos la fotografía en un doble uso: como fuente y como objeto escolar. En cuanto objeto escolar ya que las fotografías construyen y portan discursos sociales (Arata y Pineau, 2019) pero también son partícipes plenos en la red de lo social (Dussel, 2019). Al mismo tiempo, son fuentes, es decir, posibilitan imágenes de acontecimientos, de sujetos, de objetos del pasado-presente. Ciavatta señala que

Tratar la fotografía como una fuente histórica supone tratarla también como una mediación, una producción social cuyo conocimiento no se agota en la apariencia inmediata de la imagen. implica su interpretación a partir de la visión del mundo del investigador, de la contextualización de la foto, del fenómeno o del objeto retratado, de la totalidad social que lo constituye (2019: 305).

Desde la perspectiva asumida no hay una relación lineal ni transparente entre la imagen y lo que representan o de cómo sucedieron las cosas (Dussel et al., 2010).

Es necesario considerar, además, las transformaciones tecnologías en los usos y sentidos de las imágenes. Actualmente la digitalización de la fotografía permite un uso en una escala diferente de la que posibilitó la fotografía analógica. El cambio tecnológico no solo incide en la calidad de la imagen sino también en los usos sociales de las mismas, influyendo en qué objetos y situaciones fotografiar, las decisiones acerca de la construcción de la imagen y de las redes sociales en las cuales van a circular.

Los estudiantes que participaron en esta experiencia transcurrieron su escolaridad en la escuela primaria entre la década del 90 y principios del 2000. La excepción está en una de las estudiantes que transcurrió su escuela elemental en la década del 80.

Las fotos presentadas por los estudiantes no son digitales. Además, las prácticas sociales no estaban mediadas en las escuelas por el uso de la telefonía celular a gran escala (que permite otro tipo de registro de lo cotidiano por parte de los estudiantes). Tampoco tenían un impacto considerable el uso de las redes sociales en la circulación de las imágenes.

Las preguntas que han orientado el análisis son: ¿qué se muestra de la escuela colombiana y argentina?, ¿cómo se muestra?, ¿de qué contextos nos hablan?, ¿qué significan estas fotos para cada estudiante y sus familias?, ¿para qué trabajar con fotos de la escuela?

Siguiendo de Mraz en su análisis de la fotografía familiar, focalizamos en la estructura de la imagen ya que nos revela cuestiones importantes acerca de las decisiones que están en su base: «¿Dónde deciden que debe posar la familia: en qué parte de la casa o frente a qué estructuras? ¿De qué tipo de cosas se rodea la gente para ser fotografiada? ¿Cómo están vestidos?» (Mraz, 1999). Si trasladamos estos interrogantes a la escuela, enfrentamos preguntas similares: ¿quiénes y cómo son mostrados en las fotos, con qué objetos, en que parte de la escuela, qué cosas los rodean? En fin, como plantea el autor, «Las fotografías son mensajes construidos, compuestos por las decisiones hechas durante el acto fotográfico -que incluye la selección del sujeto u objeto, el encuadre, el enfoque, la luz y la lente [...]-» (Mraz, 2007: 11).

Lo digno de ser recordado

como adelantamos en la introducción, prevalecen algunos tipos de fotografías: sobre todo actos escolares (bailes, saludo a la bandera, obras de teatro, graduación) y prácticas escolares (escribiendo, con la maestra, en el aula). Diversos trabajos (Villa Fernández, 2015; Del Pozo Andrés, 2006; Fischman, 2006) en los cuales se analizan fotos de escuelas permiten ver algunas recurrencias. Tal como señaló Bourdieu (1989, citado en Mraz, 1999) con relación a las fotos familiares, las fotos de escuela solemnizan y eternizan los grandes momentos que tienden a marcar trayectorias vitales que dan unidad y sentido de pertenencia. Es un pasado que se conserva en imágenes pues constituye parte de la narrativa personal que configura sentidos sobre el presente.

Mraz (1999) señala que las fotos normalmente no muestran el cotidiano de las familias ni los momentos desagradables o de conflicto. Aun así, expresan aspectos fundamentales de la vida material y de las relaciones sociales, nada menos que de una de las instituciones más importante en la vida de los sujetos. Es posible sostener, entonces, que las fotos de las escuelas, junto con las fotos familiares, predominan en la tarea de describir la historia de vida de los sujetos.

Los recuerdos que se conservan de la trayectoria escolar se expresan en imágenes fotográficas y en objetos, de aquí que se entiendan como huella del pasado. La memoria se relaciona frecuentemente con las fotografías, de hecho, se considera que ella es producida a través de imágenes. Ahora bien, como los objetos y fotografías que se conservan de las trayectorias escolares guardan una relación emocional con aquellos que las guardan y podemos decir que las custodian, las 35 fotografías que los estudiantes del seminario compartieron en el aula virtual dan cuenta de un vínculo afectivo, por lo que, a través de las fotografías de escuela, no solo es posible mirar la institución escolar para interrogarla, sino que en ellas se conserva un cierto misterio que se funde en la mirada, la postura, el gesto de los niños y niñas que miran a la cámara, que posan frente a un otro que obtura la cámara o acciona el teléfono móvil. Por ello, mirar fotografías de escuela implica hacerse cargo, de una u otra manera, de ese vínculo, es una complicidad afectiva. cuando compartimos nuestras fotos de la escuela, no solo le decimos a los otros esta era mi escuela, este soy yo, sino que hacemos que los otros entren en comunicación con un repertorio de emociones que vuelven al presente cuando se narran las trayectorias escolares.

Limpios, contentos y decentes

Lo digno de ser recordado de la escuela está asociado a un régimen visual corporal, esto es, a maneras de mostrar el cuerpo de los escolares: cuerpos limpios, sanos, alegres, fuertes, lo que implicó educarlos a partir de modelos de belleza, principios morales y hábitos que dieran cuenta del estado de progreso de la sociedad. La fotografía de Juan Pablo deja ver la imponente imagen de cristo en el centro de la escena. En segundo plano, la imagen del estudiante, sentado en posición erguida, derecho, los pies juntos, simulando la escritura en un pupitre. Se puede apreciar el uniforme, el aseo, la ropa limpia, lo cual se articula al mensaje del cartel suspendido del pupitre Aquí están mis grandes obras. Es como si ese cuerpo moldeado por la escuela fuese obra de un poder divino.

Tanto en Argentina como en Colombia la pedagogía católica definió modos particulares de entender el oficio de maestro y la función de la escuela. Hoy en día se conservan prácticas de esta pedagogía y en las narrativas escolares, emergen recuerdos asociados a los castigos, a la memorización de algunas oraciones, a la asistencia a las liturgias, a la primera comunión y a la práctica de la confesión. Así mismo, los objetos que constituyen el entorno del aula de clases dan cuenta de un fuerte sistema de fe: En las aulas será muy común ver retratos de Jesús o la virgen, así como su respectivo crucifijo en cada puerta de cada aula, en el patio de juegos abundaban murales de diferentes personajes de la literatura o las caricaturas, pero la figura central era el Jesús que se observa en la foto. Todos los días debíamos recitar el himno nacional, el himno del municipio y la institución acompañados con una oración al final, esto con el fin de crear disciplina amor a la patria y llenar el aula de «energía sabia del espíritu santo» como decían las profesoras (narrativa escolar de Juan Pablo, 2020).

Lo anterior muestra otro rasgo que caracteriza a la escuela argentina y colombiana: la educación del cuerpo, la construcción de hábitos y el control de las pasiones hizo parte del proceso de construcción de la identidad nacional. una identidad con fuertes elementos morales pues, como lo señala Zandra Pedraza (2011), «impregnar de moralidad la experiencia de la identidad nacional y conseguir por medio de ella la civilización fueron intenciones explícitas del esfuerzo de formar las identidades latinoamericanas a través de la adopción de principios para la vida» (2011: 116).

Así, el cuerpo infantil se convirtió en campo de disputa, en un escenario de luchas por su producción y control en el que operaron diferentes tipos de discursos que se expresaron través de políticas del vestir, del ejercicio diario, de la dieta, del cuidado de la apariencia y de un conjunto amplio de tecnologías estetizantes.

Las fotografías de Valentina, Katerine y Juan Pablo muestran unos cuerpos imaginados, un cuerpo utópico (Foucault, 2010) del que se encargó la escuela. La limpieza, entendida como una virtud, se articuló a una idea de belleza. El aseo de la persona y el de los vestidos, la postura y hasta la mirada constituyen la utopía estética escolar.

Siento que al ser un pueblo era bastante remarcado en el salón de clases que estábamos allí para mostrar excelencia a los demás y empezar el pavimentar nuestro proyecto de vida. Los módulos de enseñanza eran lo más común, abarcaban desde matemáticas hasta historia, uno de estos son los que se puede apreciar en la foto. El uniforme era bastante anticuado para la época, un saco cuello tortuga blanco, encima de este un jersey color vinotinto con el escudo del liceo el cual era una pluma de escritura junto a un libro abierto, el pantalón era de color beige con zapatos vinotinto de suela amarilla con cordones blancos (narrativa escolar de Juan Pablo, 2020).

Así, el discurso higiénico buscó intervenir sobre el cuerpo infantil y sobre su espíritu, en busca de lograr un cuerpo armonioso, evitando la grosería y la vulgaridad. El cuerpo es, al decir de Pablo Scharagrodsky, «[...] materia simbólica, objeto de representación y producto de imaginarios sociales» (2007: 3). En este contexto, no es posible entender los comportamientos corporales como algo natural, vemos el cuerpo en un inagotable conflicto que cristalizó en prácticas y técnicas que lo disciplinaron, lo sujetaron, lo corrigieron y al mismo tiempo lo construyeron. En este proceso de fabricación corporal participaron diferentes saberes científicos e instituciones modernas, pero quizá la que jugó un papel predominante fue la escuela, la cual forjó a través de la educación física, la gimnasia, los deportes, las revistas de aseo, el uniforme y la lúdica una cultura somática que a su vez fue atravesada por discursos morales, estéticos, higiénicos y políticos.

De modo particular, las fotos de Valentina, Katerine y Juan Pablo son retratos tomados en escuelas privadas de ambos países y presentan una estructura de la foto que es similar: los estudiantes posan para el fotógrafo, simulan escribir o pintar -pues estar en la escuela implica una práctica concreta la escritura como un símbolo del saber-. Nos cuenta Juan Pablo acerca del liceo psicopedagógico de Sibaté en el cual cursaba primero de primaria cuando tenía 6 años, era un colegio privado que «[...] tenía un curioso énfasis entre ciencia y religión, por ello en la foto el cuaderno y lápiz y en el fondo el mural de Jesús».

Las tres fotografías a las que hacemos referencia en este apartado no son capturas de un momento de la cotidianidad

Lo común en la construcción ciudadana

Un tipo de fotografía que predomina entre los recuerdos de los sujetos son las que retratan los grupos de compañeros de cohorte y/o promoción. En algunos casos, esas fotos grupales se repiten año tras año en la historia de la escolaridad obligatoria de los estudiantes. El trabajo de Nuria Villa Fernández (2015) da cuenta de fotografías escolares donde se puede apreciar grupos de estudiantes con sus maestros, ordenados en filas crecientes. Generalmente estas fotos tienen como escenario los patios de las escuelas. Las fotografías que presentamos a continuación, recrean esa misma estructura en ambos países.

La protagonista nos narra la historia de esta fotografía que fue tomada durante el cursado del tercer grado de su escolaridad primaria en una escuela pública de la ciudad de Córdoba. La escuela estaba ubicada en un barrio de la ciudad capital, cerca de los ferrocarriles de barrio Talleres y la foto se tomó en un patio interno de la escuela. Un dato significativo es que fue tomada en 1980 durante el gobierno de la última dictadura cívico-militar. Al igual que muestran otras investigaciones, se presentan formas comunes en la distribución de los niños: en la primera fila en el piso están únicamente varones y las niñas están sentadas, además las niñas más altas se ubican junto a la maestra o atrás. Todos visten el guardapolvo blanco.

En Argentina, esta prenda constituyó un símbolo de la escuela pública, operando como un igualador -más allá de las diferencias sociales- y hacedor de un sentido de pertenencia (Dussel, 2000). El uso de uniformes en las escuelas estuvo más extendido en las instituciones privadas a diferencia de las escuelas colombianas donde no se tiene noticia del uso de guardapolvos. En definitiva, el uso estandarizado de la vestimenta marcó la identificación de los sujetos como parte de un colectivo, la apariencia igualada invisibilizó las diferencias pero, fundamentalmente, los uniformes tuvieron un lugar importante como legitimadores de la acción estatal en la formación de ciudadanos (Dussel, 2000).

Esta fotografía fue tomada en una escuela de Bogotá. Allí se observa el uniforme que se usaba en todas las escuelas públicas hasta mediados de la década de los 90. según narra su protagonista, hace 26 años todas las escuelas públicas de la ciudad de Bogotá tenían el mismo uniforme que diferenciaba las escuelas públicas de los colegios privados. Con la sanción de la Ley General de Educación en 1994 se produjeron cambios en la estética escolar ya que esa ley otorgó autonomía a las instituciones y se expresó acerca de la creación de los proyectos educativos institucionales. A partir de allí, las escuelas pudieron definir sus propios uniformes.

Más allá de las diferencias en cuanto a la regulación de las vestimentas escolares de ambos países, es posible apreciar similitudes en cuanto a, por lo menos, dos cuestiones. Por un lado, que el lugar privilegiado como escenario de las fotografías son los patios escolares. Por otro lado, en lo relativo a la estructura de la imagen y cómo está organizada la disposición de los cuerpos.

¿Por qué en el patio de las escuelas? Siguiendo a Dussel (2019b) podemos hipotetizar que éste fue un elemento de la arquitectura escolar que se fue visibilizando y conformando de acuerdo no solo a las ideas pedagógicas sino también sociales, políticas y urbanísticas. indudablemente se constituyó como un espacio que organizaba los movimientos de los cuerpos y los desplazamientos entre espacios y actividades. Allí, en la configuración de esos espacios y su regulación, convergieron una serie de preocupaciones en torno de las interacciones colectivas y la formación moral.

En esas imágenes, como señalamos anteriormente, se organiza una disposición de los cuerpos, ordenados en fila, separados varones de mujeres y en orden creciente. Se aprecia el cuidado de la ropa y el peinado como presencia resignificada de los discursos médicos higienistas acerca del aseo y limpieza, de los cuerpos como estética y como contenido educativo.

Esta forma de conducir los cuerpos y de hacerlos visibles no hubiese sido posible sin un trabajo minucioso y constante sobre el cuerpo individual y el cuerpo colectivo. En ello jugaron un papel fundamental en Argentina y Colombia los manuales de urbanidad y de buenas maneras, así como saberes escolares como la educación física, pues lo que indica el cuerpo es la expresión del estado de la sociedad.

Este tipo de fotografías -probablemente de las más comunes de la escolarización- podría definirse como una imagen sin tiempo, que se repite en diferentes épocas y escuelas. Algunos autores (Mraz, 1999; Dussel, 2000) señalan que en las fotos se muestran diferencias de clases, de etnia, entre otras. ¿Se podría hablar de relaciones de clase en estas fotografías? En la escuela se hizo un esfuerzo por borrar esas diferencias con el uso del guardapolvo blanco y luego -de mayor difusión- con los uniformes escolares.

Reflexiones finales

¿Qué es lo digno se ser recordado? ¿Cómo las imágenes de escuela producen formas de socialización y sentidos colectivos? Desde estos interrogantes presentamos un análisis que constituye un acercamiento inicial desde la fotografía para comprender lo que es hoy la escuela y cómo se configuran experiencias de escolarización.

No escaparon a este análisis preguntas que iban desde cómo interrogar las fotografías seleccionadas, hasta cómo se articulan las implicaciones políticas y pedagógicas que como formadores de licenciados y profesores movilizamos en esta investigación. En este sentido, consideramos que hacer historia de la educación desde una perspectiva cultural que nos posibilite dar cuenta de la materialidad de las prácticas de enseñanza implica considerar

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