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CELEHIS (Mar del Plata)

On-line version ISSN 2313-9463

CELEHIS  no.35 Mar del Plata June 2018

 

TRAZOS DEL PASADO

Territorios del discurso. Representaciones del Reino de Chile en Pedro de Valdivia y Jerónimo de Vivar (1545-1558).

Territories of discourse. Representations of the Kingdom of Chile in Pedro de Valdivia and Jerónimo de Vivar (1545-1558)

 

Ezequiel Pérez*

Universidad de Buenos Aires - CONICET

Fecha de recepción: 21-03-2018 / Fecha de aceptación: 17-05-2018 


Resumen

Las cartas de Pedro de Valdivia son un valioso testimonio de los primeros años de la conquista del reino de Chile (1540-1553). En ellas se representa el territorio a partir de un posicionamiento político que evidencia las relaciones entre el sujeto y el espacio. A la vez, podemos entrever evidentes relaciones con la primera crónica escrita en la región, perteneciente al burgalés Jerónimo de Vivar y datada en 1558, cinco años después de la muerte de Valdivia. En ambos documentos hallamos coincidencias y variaciones en el modo de representar el territorio, ya sea en el modo de describir a los indios o en la forma de presentar sus posiciones políticas. En este artículo intentaremos dar cuenta de aquellos lineamientos que caracterizan la representación territorial de ambos autores con el fin de sistematizar un discurso que no sólo describe el territorio sino que, además, intenta incidir en las decisiones de la autoridad para performar la realidad política.

Palabras claves Chile; Conquista; Territorio; Pedro de Valdivia;  Jerónimo de Vivar

Abstract

Valdivia´s letters are a valuable testimony of the first years of the conquest of Chile (1540-1553). The territory is represented from a political position which shows the relations between the subject and the space. At the same time, we can verify obvious relations with the first chronicler written in the region, belonging to Jerónimo de Vivar and dated five years after Valdivia´s death (1558).  In both documents we find coincidences and variations in the way of representing the territory, describing the Indians or how to present their political positions. In this article we will try to give an account of those guidelines that characterize the territorial representation of both authors in order to systematize a discourse that not only describes the territory but also tries to influence the decisions of the authority with the purpose to perform the political reality.

Key words Chile; Conquest; Territory; Pedro de Valdivia; Jerónimo de Vivar


 

Las doce cartas conservadas del conquistador extremeño Pedro de Valdivia"’ escritas entre 1545 y 1552"’ abordan diversos géneros: desde la epístola de condolencias hasta la relación de hechos sobresalientes, incluyendo una instrucción a sus apoderados en la Corte. No sólo por su destreza discursiva "’ciñéndose a las normas vigentes del humanismo (Goic 2006: 51)"’ sino también por su influencia en cronistas e historiadores que se interesaron en la conquista del reino de Chile, estos documentos delinean los parámetros de representación de un territorio que plantea múltiples desafíos a la mirada de los europeos que lo transitaron.

El corpus de cartas valdivianas es fundamental en la descripción del reino de Chile y en la presentación de este territorio para la conciencia occidental. Por esta razón, el objeto de nuestro trabajo será caracterizar las principales matrices discursivas que aparecen en los primeros años de la conquista de Chile, tomando como fuentes las cartas de Pedro de Valdivia junto a la primera crónica producida en el territorio y cuyo autor es el enigmático Jerónimo de Vivar (1558).[1] Abordaremos un aspecto central del discurso sobre la conquista del reino de Chile: la representación del espacio.

Si bien creemos que la 'invención de Chile' (cf. Antei 1989) es fruto, en gran medida, de la producción discursiva de Pedro de Valdivia y quienes lo sucedieron, reparamos en que la relación entre el agente y la producción del espacio (cf. Lefebvre [1974] 2013) no es mecánica ni unívoca. Es por esto que adscribimos a las sugerencias de El Jaber sobre el concepto de espacio en el ámbito de la colonia, quien lo concibe "no como un simple medio físico o un puro medio de producción, sino como una representación cultural cuyo orden es reflejo de la práctica social ejercida sobre el mismo" (2011: 19). Tanto las cartas de relación analizadas como la Crónica de Vivar construyen un entramado que delimita, establece puntos y conexiones entre sitios que antes ni siquiera eran imaginables para los europeos; los textos erigen, de esta manera, una topografía discursiva que debemos tener en cuenta.[2]

Proponemos, entonces, partir del análisis de tres matrices discursivas sobre la conquista de Chile que toman como objeto el espacio y su definición. En primer lugar analizaremos la construcción valdiviana del reino de Chile como 'tierra de la infamia', la cual carga con el signo negativo de sus antecesores; en segunda instancia, nos centraremos en la influencia que ejerce la inestabilidad política del gobernador de Chile, y las peripecias de la guerra incipiente en Arauco, sobre la representación de una tierra que también corre peligro de ser disuelta por los indios y/o por los propios españoles; por último, recorreremos la construcción del sur de Chile como territorio paradisíaco.

 

La tierra mal infamada: el precursor Diego de Almagro

 

El 21 de Mayo de 1534, el rey Carlos V firmaba una capitulación que definiría gran parte de los hechos que marcaron, en los siglos subsiguientes, los vaivenes políticos, económicos y sociales del Perú y sus alrededores: daba licencia al Mariscal Diego de Almagro para "conquistar, pacificar y poblar  las provincias y tierras que hubiere en las dichas doscientas leguas que comiencen desde donde se acaban los límites de la gobernación [del] capitán Francisco Pizarro al levante que es hacia el estrecho de Magallanes" (Medina 1889: 224-225). La corona definía un escenario de acción para el conquistador y fraccionaba un espacio que, en los hechos, se erigía como un enigma. Este desconocimiento no impedía que la tierra ubicada al sur del Perú fuese incorporada a los planes de la corona ya que la extensión de los dominios ibéricos ocupaba un lugar central en el programa expansionista del proyecto imperial.[3]

Diego de Almagro encabeza la primera incursión organizada al reino de Chile[4] y decide retirarse de la zona lindera al Cuzco, epicentro de disputa con la gobernación de Pizarro. La expedición partió en julio de 1535 con unos quinientos hombres;[5] en su camino, Almagro estuvo acompañado por el Villac-Umu, máximo jefe religioso, y por Paulo Inca, hermano de Inca Manco (Mellafe y Villalobos 1954: 124). Esta comitiva tenía como finalidad establecer un puente con los indios de la región antes del arribo de los españoles. Almagro y sus expedicionarios llegaron al valle de Copiapó atravesando la cordillera de los Andes,[6] pero la ausencia de riquezas y el levantamiento de los indios pondrían un límite temprano a la avanzada del Adelantado.

La primera expedición de conquista al reino de Chile no logra extenderse más allá del valle de Aconcagua y nunca llega a establecerse en el territorio: el Adelantado decide volver sobre sus pasos apenas un año más tarde y regresa por el desierto, la segunda vía terrestre de acceso a Chile.[7] El extremeño Pedro de Valdivia será quien vuelva a posar sus ojos sobre el sur en 1539 y solicite a Francisco Pizarro que le otorgue el permiso para conquistar y poblar el reino de Chile.

La carta de relación enviada por Pedro de Valdivia a Carlos V desde la ciudad de La Serena el 4 de septiembre de 1545 da comienzo a una nueva concepción del espacio chileno. La prudentia atraviesa un texto en el que se alterna el racconto de los primeros cinco años de la conquista de Chile con la petición de mercedes y, a la vez, la justificación por la demora en dar cuenta de los hechos acecidos (Goic 2006: 48):

 

Sepa vuestra Majestad que cuando el Marqués don Francisco Pizarro me dio esta empresa, no había hombre que quisiese venir a esta tierra, y los que más huían della eran los que trujo el Adelantado don Diego de Almagro, que, como la desamparó, quedó tan mal infamada que como la pestilencia huían della ([1545] 1992: 27).

 

El gobernador acuña una metalepsis[8] a partir de la fórmula 'tierra mal infamada'[9] que le permite, por un lado, establecer una causa de los padecimientos que debe enfrentar en el presente de la escritura y, por el otro, conceptualizar un período histórico del cual se diferencia. El fracaso de Almagro se traslada metonímicamente a la tierra y orienta el modo en que los españoles conciben su experiencia al sur del Perú. A raíz de esta caracterización, es evidente la aparente contradicción que Valdivia debe clarificar: su tarea será, tal como lo sostiene Invernizzi, la de convertir en deseable un espacio indeseado (Invernizzi 1984: 9). Al establecer una continuidad entre la tierra 'mal infamada' y la figura de Diego de Almagro, el objeto de deseo vuelve a aflorar incólume ya que el signo que adopta la tierra depende de las intenciones y virtudes de los hombres que organizan su conquista.

Valdivia debe no sólo conquistar una región esquiva y hostil sino también cambiar el sino trágico que le ha impreso el Adelantado. Para lograr su cometido, la contienda se traslada tanto al plano militar como al simbólico: des-infamar la tierra es una forma de hacer atractivo para los conquistadores un espacio caído en desgracia y, así, lograr que aquellos que se encuentren en Perú lo acompañen en la conquista de Chile.[10] Valdivia erige un punto en el espacio -en contraposición con la representación de Almagro sobre el reino de Chile- que "proporciona el soporte egocéntrico de la representación, ya que ésta siempre es una manifestación del yo en relación al no-yo, una explicitación de la interioridad respecto a la exterioridad" (Raffestin 2011: 104) que, en el caso de Valdivia, se manifiesta como experiencia territorial:

 

Y por mirar yo lo que al de vuestra Majestad conviene, me voy poco a poco; que, aunque he tenido poca gente, si toviera la intención de otros gobernadores, que es no parar hasta topar oro para engordar, yo pudiera con ella haber ido a lo buscar y me bastaba; pero, por convenir al servicio de vuestra Majestad y perpetuación de la tierra, voy con el pie de plomo poblándola y sustentándola (Valdivia [1545] 1992: 41).

 

El reino de Chile se re-siginifica como un espacio en disputa con el pasado: la operación que realiza Valdivia en sus cartas es la de "producir una representación" (Cf. Raffestin 2011) del espacio. Si consideramos que "el territorio es un espacio en el que se ha proyectado trabajo, energía e información y que, en consecuencia, revela relaciones marcadas por el poder" (Raffestin 2011: 102), podríamos caracterizar el accionar discursivo del gobernador de Chile respecto a quienes lo antecedieron: Valdivia territorializa el espacio correspondiente al reino de Chile como nunca antes había ocurrido.

 

La tierra vedriosa: los indios y la inestabilidad política del gobernador

 

La Crónica del burgalés Jerónimo de Vivar abarca hasta la llegada de García Hurtado de Mendoza a Chile (1557); sin embargo, hay una figura central que se impone como objeto de atención para caracterizar los primeros años de la conquista: el gobernador Pedro de Valdivia. De modo que la relación de hechos y la fehaciente legitimidad del cronista como sujeto experiencial quedan subsumidos en el género de la vita, que introduce a Valdivia dentro del modelo heroico (Invernizzi 1984: 15; Orellana 1988: 55; Carneiro 2008). Esta crónica evidencia, además, la influencia de las cartas del gobernador en la estructuración de los hechos y en la interpretación de aquellos episodios significativos para la historia de la conquista del reino de Chile. No en vano la crítica ha insistido en analizar las sugestivas coincidencias entre los textos producidos en el marco del scriptorium de conquista valdiviano[11] y la escritura de Jerónimo de Vivar. La cercanía entre el léxico, la periodización y la interpretación de los hechos y, sobre todo, las semejanzas discursivas en la descripción del espacio, nos hacen suponer que gran parte del relato sobre la vida de Valdivia ha surgido del conocimiento de los documentos producidos por el conquistador de Chile y su secretario Juan de Cardeña (Chávez Fajardo, 2014: 204; Kordić Riquelme, 2007: 393; Carneiro, 2008: 488-489; Orellana, 1988: 69-88). En resumen, la primera crónica de Chile debe ser puesta en relación con una red de documentos -entre los que se hallan las cartas valdivianas- que emerge de la relación entre discursos que se influyen, discuten y entran en tensión.

En la "Dedicatoria" que dirige al Príncipe Carlos, Jerónimo de Vivar se coloca en una posición privilegiada para la escritura:

 

Y hallándome en estas provincias de Chile en su descubrimiento y conquista  y población y sustentación, con don Pedro de Valdivia, vasallo y servidor a la Corona real de España, al cual servicio fue muy aficionado como caballero que representaba la persona real, le seguí y aun le serví hasta el último de sus días (Vivar [1558] 1988: 40) (cursivas nuestras).

Jerónimo de Vivar "’siguiendo el modelo discursivo de las cartas de Valdivia"’ hace confluir la descripción espacial de Chile con los objetivos políticos planteados por el gobernador. Esta concepción territorial se manifiesta en dos términos que expresan el rumbo elegido para la conquista: poblar y sustentar. Es decir, ante la fugacidad y el fracaso de la primera incursión, tanto Valdivia como Vivar insisten en la perduración y continuidad de la empresa como posición destinada al triunfo sobre los indios de la región. La fundación de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo el 12 de febrero de 1541 es el primer paso para la concreción del proyecto valdiviano. El nombre de Santiago "’que remite al santo patrono de España"’ realza la misión evangelizadora y encauza las tareas realizadas por Valdivia bajo el amparo de la corona (cf. Domínguez García 2006: 35). Este gesto, expuesto desde las primeras cartas,[12] debe leerse como un posible llamado de atención sobre la legitimidad de su campaña y manifiesta la premura por obtener de parte de la corona la gobernación de Chile.[13] Dicha situación encontrará un paliativo transitorio el 31 de mayo de 1541, cuando el Cabildo de la recién fundada ciudad de Santiago elija a Pedro de Valdivia como gobernador. Si bien el conquistador rechazará el ofrecimiento por temor a que su aceptación sea entendida como una traición a Francisco Pizarro, no tardarán los encomenderos que conforman el Cabildo en ejercer la presión necesaria para obligarlo a tomar el cargo. Como señala Meza Villalobos, "la situación de lugarteniente que ocupaba Valdivia, ponía en peligro constante el usufructo seguro de las encomiendas" (1981: 131) ya que la perduración de sus posesiones dependía del arbitrio de Francisco Pizarro o de cualquier otro que ocupara su lugar en Perú.

La relativa estabilidad hallada luego de la creación del cabildo y de la elección de Valdivia como Gobernador se ve amenazada de inmediato por la presencia de los indios liderados por Michimalongo. El incendio y destrucción de la ciudad de Santiago el 11 de septiembre de 1541 enmarca el accionar de los conquistadores en un escenario de extrema hostilidad. Comienza a delinearse, a partir de este hecho, la característica belicosidad de los indios que vinculara al reino de Chile durante los años subsiguientes con la imagen de la guerra y extendiera sobre el territorio el mote de "Flandes indiano":

 

Luego tove noticia que se hacía junta toda la tierra en dos partes para venir a hacernos las guerra; y yo con noventa hombres fui a dar en la mayor, dejando a mi teniente para la guardia de la ciudad con cincuenta, los treinta de a caballo. Y en tanto que yo andaba con los unos, los otros vinieron sobre ella y pelearon todo un día en peso con los cristianos, y le mataron XXIII caballos y cuatro cristianos y quemaron toda la cibdad y comida y la ropa y cuanta hacienda teníamos que no quedamos sino con los andrajos que teníamos para la guerra y con las armas que acuestas traíamos (Valdivia, [1545] 1992: 30).

 

Jerónimo de Vivar, mucho más atento a las implicancias políticas de este hecho, precisa la causa que motivó el levantamiento: "Sabido por Michimalongo la salida del general de la ciudad y que iba contra los indios que estaban en el río de Cachapoal acordó salir con su gente" ([1558] 1988: 123). La ausencia del gobernador sume a la ciudad en el caos indígena. De esta manera, la frontera que separa el espacio occidental citadino del afuera incierto en donde habitan los indios se sostiene con el cuerpo del gobernador. Ese cuerpo funciona como un anclaje que establece una referencia y una lógica organizacional que puede rastrearse en las cartas.

La Crónica tiende un lazo con lo externo -que había sido relegado en las cartas valdivianas- y despliega la lógica espacial del gobernador más allá de los límites de la ciudad. Testimonio de este accionar es el profundo conocimiento de Jerónimo de Vivar acerca de las diferentes parcialidades que habitan el reino de Chile al incorporar la diversidad idiomática entre una y otra región (Carneiro 2011: 839-841). Este saber le permite acentuar la influencia del espacio en el comportamiento de los indios y diagramar un mapa de relaciones entre las costumbres de las distintas regiones y el ánimo de dichas parcialidades. La certeza de que el conocimiento y la clasificación del otro es una herramienta efectiva de dominación y de poder convierte a Jerónimo de Vivar, en numerosas ocasiones,[14] en un observador preocupado por las características biológicas, geográficas y etnológicas locales (Chávez Fajardo, 2014: 204). Así, el adversario que para Valdivia se homogeneizaba bajo el nombre de "indios", para Vivar serán los comenchingones, promaucaes, picones, juríes, por mencionar algunas de las parcialidades que discrimina el cronista.

Si en las cartas de Valdivia las ciudades fundadas en el reino de Chile se representan como puntos en el espacio que acentúan la diferencia entre el yo y el no-yo, en la Crónica de Jerónimo de Vivar, en cambio, se manifiestan como verdaderos 'nodos territoriales'. Es decir, se tratarían de áreas estratégicas en las que se evidencian las interrelaciones entre los diversos sujetos coloniales y en las que, como sostiene Enrique, "confluían personas, recursos, intereses y significados" a la vez que se difuminan los límites o se dinamizan según la acción y la interpretación de los agentes sociales que le otorgan sentido (Enrique 2015: 144).

Luego del incendio de Santiago el panorama que se abre a los conquistadores es preocupante ya que los indios liderados por Michimalongo han destruido los medios de subsistencia. Un ejemplo cabal de la intencionalidad de Jerónimo de Vivar en colocar como agente que sostiene el espacio citadino al gobernador es el registro de una supuesta arenga que Valdivia pronuncia a sus hombres en donde les pide "reedificar nuestra ciudad y estar recatados. Y démonos a sembrar y criar y no esperemos que los naturales nos lo den, ni nos lo darán, ni de ellos lo habemos de haber" ([1558] 1988: 127). Es la construcción y reconstrucción de las ciudades la tarea que legitima la autoridad del gobernador. Por esta razón, el único temor de Valdivia se asienta en que algún otro español arribe al reino de Chile con la intención de disputarle el poder y cuestiones su proyecto territorial, lo que repercutiría en un gran perjuicio para la región. Lo expresa con claridad en la carta que envía a Carlos V en 1545 desde la ciudad de La Serena:

 

El peso de esta tierra y de su sustentación y perpetuidad y descubrimiento, y los mesmo de la de adelante, está en que en estos cinco o seis años no venga a ella de España por el Estrecho de Magallanes capitán proveído por vuestra Majestad, ni de las provincias del Perú, que me perturbe" ([1545] 1992: 47).

 

Los hombres moldean el espacio con su trabajo: ciudad y sementera se convierten en los nuevos límites que separan el orden occidental del caos indígena. En definitiva, el liderazgo de Valdivia es el que sostiene una tierra "tan vedriosa que se quebraría" si el litigio sobre la región incentivara el levantamiento de los indios y españoles (Valdivia [1545] 1992: 47).

 

 

La tierra más linda del mundo todo: el reino de Chile más allá del sur

 

En los primeros cinco años de la conquista, Chile aparece en las cartas valdivianas y en la Crónica de Vivar como un espacio doble, donde conviven el 'discurso de la abundancia' y el de los padecimientos afrontados por los conquistadores para sustentarse:

 

Y con los cristianos y pecezuelas de nuestro servicio que trujimos del Perú reedifiqué la cibdad y hecimos nuestras casas y sembrábamos para nos sustentar, y no fue poco hallar maíz para semilla, y se hobo con harto riesgo, y también hice sembrar las dos almuezas de trigo, y della se cogieron aquel año doce hanegas con que nos hemos sementado (Valdivia [1545] 1992: 31).

 

El tópico del paraíso terrenal no tiene asidero en un territorio que exige enfrentar "la guerra de veras" (Valdivia, [1545] 1992: 30) "’es decir, la guerra del hambre"’ a través del trabajo manual (Invernizzi 1990: 12). Valdivia se convierte en un héroe atípico, destacado no sólo por sus dotes militares, sino por su destreza para contener y dar ánimos a sus hombres y, sobre todo, por su capacidad de ordenar la sustentación de la ciudad. La situación que se desprende de la descripción del reino de Chile en los primeros años de su conquista exige un tipo de conquistador lábil que pueda desempeñar múltiples roles, dispuesto a enfrentarse no sólo con los indios más aguerridos sino con un espacio hostil e indómito: "los trabajos de la guerra, invictísimo César, puédenlos pasar los hombres, porque loor es al soldado morir peleando; pero los de la hambre concurriendo con ellos, para los sufrir más que hombres han de ser" (Valdivia, [1545] 1992: 33). Ponderar los trabajos del hambre le permite mostrar sus logros en una conquista austera en victorias militares.

Luego de cuatro años de presencia española en Chile, Jerónimo de Vivar destaca la liberalidad de Valdivia y la armonía del grupo de conquistadores que empiezan a recoger los primeros frutos de su persistencia:

 

Y en todo este tiempo nunca les había venido socorro, y a esta causa su principal intento era sembrar y criar para poderse sustentar y perpetuar esta tierra a Su Majestad (...) Que era un tiempo bueno y un tiempo sano y tiempo libre y amigable. Digo bueno sin codicia, sano sin malicia y libre de avaricia. Todos hermanos, todos compañeros, todos contentos con lo que les sucedía y con lo que se hacía. Llamábale yo a este tiempo, tiempo dorado ([1558] 1988: 169).

 

La Edad de Oro descrita por Vivar presenta sus variaciones respecto a la idea clásica de un tiempo de abundancia y ausencia de padecimientos (Aínsa 1992: 86), principalmente porque esa tierra necesita de la labor de los hombres para su sustentación. El "tiempo sin codicia" que sigue a la destrucción de Santiago se asienta en la buena administración valdiviana y en la importancia del gobernador para mantener el orden. Valdivia se sitúa en el centro de las relaciones entre los conquistadores, como una pieza clave en el buen funcionamiento del entramado social que se está conformando en las nuevas ciudades del reino de Chile:

 

[D]espués que en la tierra entré y los indios se me alzaron- para llevar adelante la intención que tengo de perpetuarla a vuestra Majestad, es en haber sido Gobernador, en su real nombre, para gobernar sus vasallos, a ella con abtoridad, y capitán para los animar en la guerra y ser el primero a los peligros, porque así convenía, padre para los favorecer con lo que pude y dolerme de sus trabajos, ayudándoselos a pasar, como de hijos, y amigo en conversar con ellos, jumétrico en trazar y poblar, alarife en hacer acequias y repartir aguas, labrador y gañán en las sementeras, mayoral y rabadán en hacer criar ganados y, en fin, poblador, criador, sustentador, conquistador y descubridor ([1545] 1992: 40).

 

El 27 de Abril de 1547 el Presidente La Gasca otorga finalmente el título de Gobernador a Pedro de Valdivia, lográndose uno de los objetivos principales peticionados por el extremeño. La necesidad de avanzar sobre tierras que prometían no sólo recursos auríferos, sino también gran cantidad de indios para entregar a los vecinos, hace que la preocupación de Valdivia por el sur de Chile se convierta en el objetivo más importante de la segunda etapa de la empresa. Gilberto Triviños considera que hay una auto-ficcionalización en las cartas valdivianas que remite a un tiempo heroico en donde el protagonista "’en este caso, el mismo gobernador"’ se convierte en "un varón superior cuyo interés principal es servir a Dios y al Rey, no buscar oro" (1996: 7). En este sentido, al gobernador ecuánime y buen vasallo lo complementa el conquistador aguerrido que intentará llevar a cabo la conquista de Arauco y la fortificación del estrecho de Magallanes:

 

Emprenderé lo de adelante y poblaré una cibdad donde comienza la grosedad de la gente y tierra, que yo la tengo bien vista, y en demanda desta noticia, ascuras y a la ventura han andado todos los españoles del Río de la Plata y los que han salido al Perú ahora de aquellas partes. Y yo espero en la buena de vuestra Majestad y con lumbre ir a cosa sabida y a la causa ([1550] 1992: 82).

 

El sur es la nueva obsesión de Valdivia luego de su regreso del Perú:[15] no conforme con la extensión otorgada por La Gasca para su gobernación, pide al Rey y a sus intermediarios en la Corte: "[H]acerme merced de me alargar los límites della, que sean hasta el Estrecho dicho, la costa en la mano, e la tierra adentro hasta la Mar del Norte" ([1550] 1992: 112). Aquí es donde las cartas de Valdivia y la Crónica de Vivar sostienen diferentes estrategias de representación: mientras que el segundo enfatiza el discurso de la guerra y los padecimientos, el primero señala las ventajas de un territorio inexplorado:

 

[D]onde más su Majestad y vuestra Alteza el día de hoy pueden ser servidos es en que se navegue el Estrecho de Magallanes, por tres cabsas, dejadas las demás que se podían dar. La primera, porque toda esta tierra y la Mar del Sur la terná vuestra Alteza en España y ninguno se atreverá a hacer cosa que no deba; la segunda, que se terná muy a la mano toda la contratación de la especiería; y la tercera, porque se podrá descubrir e poblar esotra parte del Estrecho, que, según estoy informado, es tierra muy bien poblada (Valdivia [1552] 1992: 180).

 

El sur es para Valdivia un paraíso económico (Antei 1989: 32) donde el único impedimento para explotar las virtudes del territorio son los indios y la falta de "españoles y caballos" ([1550] 1992:157) pero que se erige como "la más linda tierra del mundo todo, sana e apacible e sitio para poblar una cibdad mayor que Sevilla" ([1550] 1992: 109). Es por esto que, frente a las hostilidades de la tierra, el Gobernador recurre a su proyecto primigenio de la fundación de ciudades y fuertes.  Según informa a Carlos V en la última de las cartas conservadas, fundó la ciudad de Concepción con cuarenta vecinos; en marzo de 1551 la ciudad de La Imperial con ochenta vecinos; en febrero de 1552 la ciudad de Valdivia donde "tienen de comer cient vecinos" ([1552] 1992: 177) y, en abril de ese mismo año, la ciudad de Villarrica con cincuenta vecinos. La sustentación de ciudades es la estrategia espacial que complementa las acciones de la guerra: "y así iré conquistando y poblando hasta ponerme en la boca del Estrecho" (177).

 

Conclusión

 

El espacio de la conquista tiene un rol central a la hora de dar cuenta de las estrategias  políticas desarrolladas por Pedro de Valdivia y puede sistematizarse sin obviar las particularidades de cada etapa: el paso de Almagro se trasmuta en una infamia que perdura hasta los primeros años de la  incursión de Valdivia; la acción sobre el territorio y los 'trabajos del hambre' organizados por el gobernador permiten vislumbrar una segunda etapa que Jerónimo de Vivar reconoce como una "Edad de Oro"; por último, la construcción discursiva del sur como un espacio en el que el Estrecho de Magallanes y los confines del reino de Chile devienen en un paraíso terrenal por su potencialidad económica.

Estas etapas en que se erigen diversos discursos sobre el espacio no se excluyen; lejos de eso, reflotarán en testimonios y documentos que defienden disímiles proyectos políticos que definirán la relación del sujeto con el territorio: la tierra de la infamia será un complemento de la tierra guerrera que hace trastabillar el poder español y del paraíso potencial que se extiende más allá de los dominios ibéricos. Un espacio, a su vez, atravesado por múltiples temporalidades ya que, como señala Massey, el espacio de la conquista manifiesta su complejidad en las sucesivas capas que fueron construyéndose a través de los años: "The ravages of imperialism and the conquerings and co-optations of colonialism were not horizontal movements across a space that is a surface" (Massey 2000:31).

En consonancia, la organización espacial de los primeros años de la conquista de Chile tiene como epicentro la figura de Valdivia. Es él quien inaugura las matrices de representación que entrelazan el espacio con las decisiones políticas. Las repercusiones en la Crónica de Vivar y el acatamiento del modelo discursivo del scriptorium valdiviano demuestran el logro retórico de sus cartas y la construcción de determinados núcleos narrativos que tendrán una singular relevancia en los cronistas e historiadores que abordarán la conquista de Chile. La periodización de los hechos, el tenor de los adversarios, las características espaciales y la construcción de Valdivia como un sujeto multifacético que se adapta a los diversos estadios de su proyecto, hace que las cartas valdivianas, más allá de informar, realicen una operación performática sobre el espacio al territorializarlos para la conciencia europea.

 

* Ezequiel Pérez es Profesor y Licenciado en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires donde se desempeña como ayudante de primera de la cátedra Literatura Latinoamericana I "B". Es becario doctoral de Conicet con un proyecto dedicado a estudiar los textos fundacionales de la conquista de Chile. Ha participado en varios grupos de investigación Ubacyt sobre literatura colonial latinoamericana.

 

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[1] Se trata de la Crónica y relación copiosa y verdadera de los reino de Chile. De ahora en más Crónica.

[2] Es cierto que -como consecuencia de la transición reciente de la 'noción' de espacio en 'concepto' (Raffestin 2011: 102)- suelen utilizarse diferentes términos para referirse a ideas similares. Ya lo señalaba Lefebvre cuando definía la idea de representación del espacio que realizan, entre otros, los científicos, urbanistas y tecnócratas que conceptualizan el espacio: "This is the dominant space in any society (or mode of production). Conceptions of space tend (...) towards a system of verbal (and therefore intellectually worked out) signs" (1974: 39). Una postura que podría solucionar esta proliferación de conceptos es la de Claude Raffestin quien precisa la idea de producción espacial en el concepto de territorio, historiando el complejo sistema de puntos, líneas y planos que fueron configurándose desde la sintaxis euclideana (cf. Raffestin 2011).  No podemos ignorar, además, que nuestras fuentes manifiestan un grado de interrelación elevado entre la representación del territorio y su articulación discursiva, estableciendo puntos de referencia en un mapa -todavía inconcluso hacia mediados del siglo XVI -que se va delineando a partir de la acción de textos que performan la realidad. Esta interrelación ha sido abordada, entre otros, por Michel de Certeau, quien considera los relatos como metáforas; es decir, como recorridos de espacio que organizan lugares, los seleccionan y reúnen al mismo tiempo (De Certeau [1979] 2007). Más recientemente, Potteiger y Purinton acuñaron el concepto de landscapes narratives  para referirse a las relaciones que se entablan entre la narración y el espacio: "To begin with, places configure narratives. Landscape not only locates or serves as background setting for stories, but is itself a changing, eventful figure and process that engenders stories (Potteiger y Purinton 1998: 5-6).

[3] No podemos ignorar que el proyecto imperial español se inserta dentro de un proceso general de mundialización (Cf. Gruzinski 2010) que surge como corolario de un sistema político, económico y social en período de transición. Para Perry Anderson: "The most spectacular development of Charles V´s reign was, of course, its vast enlargement of the Habsburg international orbit. In Europe, the Netherlands, the Franche-Comté and Milán were now added to the personal patrimony of the rulers of Spain, while Mexico and Peru were conquered in the Americas. During the life-time of the Emperor himself, the whole of Germany was a major theatre of operations over and above this hereditary possessions" (1974: 68).

[4] Los dos primeros expedicionarios "’Hernando de Magallanes en 1520 y el Comendador García Jofré de Loayza en 1526"’ perseguían las islas Molucas y su paso fue fugaz. Interesante es el caso de Gonzalo Calvo Barrientos que se fue a vivir con los indios de Atacama en 1534 tras ser condenado en Perú; Barrientos reaparecerá en diferentes momentos de la historia de la conquista de Chile y es quien recibe a Almagro apenas ingresado al territorio. El cuarto español fue Simón de Alcazaba que poseía la gobernación de Nueva León, al sur de la gobernación de Pedro de Mendoza. El quinto fue Diego García de Alfaro, enviado por Pizarro en 1535 a reconocer las costas de Chile (cf. Mellafe y Villalobos 1954: 115).

[5] Para la organización de la expedición de Diego de Almagro véase Amunátegui 1913: 106-112; Esteve Barba 1946; De Ramón 1953; Mellafe y Villalobos 1954; Strube Erdmann 1963; Sagredo Baeza 2014.

[6] Remitimos al estudio fundamental sobre el espacio cordillerano y la expedición de Diego de Almagro que realiza Alejandra Vega en Los Andes y el territorio de Chile en el siglo XVI (2014).

[7] Sergio Villalobos resume la experiencia de la expedición de Almagro de la siguiente manera: "Había terminado la trágica epopeya del descubrimiento de Chile". Y agrega: "tras la huella de los expedicionarios sólo quedaban los denuestos contra la mezquindad del país y las miserias sufridas en la empresa" (Mellafe y Villalobos 1954: 148).

[8] Tomamos la definición de metalepsis de la compleja teorización de Genette quien utiliza el término para referirse a "una manipulación -al menos figural, pero en ocasiones ficcional (...) -de esa peculiar relación causal que une, en alguna de esas direcciones, al autor con su obra, o de manera más general al productor de una representación con la propia representación" (Genette 2004: 15).

[9] La idea de "tierra mal infamada" para referirse a Chile reaparece también en la instrucción de Pedro de Valdivia a sus Apoderados en la Corte en 1550 "’"quedó la tierra más mal infamada de cuantas hay en las Indias" ([1550] 1992: 87)"’  y en la carta a Carlos V de ese mismo año. Es decir, se trata de una construcción recurrente para moldear discursivamente su valoración acerca de las consecuencias de la empresa de Diego de Almagro.

[10] La necesidad de hombres para la conquista y sustentación del territorio es una de las falencias que más preocupan a Valdivia, al punto tal que en 1549 los encomenderos le exigen al Gobernador que "impusiera obligaciones militares a los comerciantes" (Meza Villalobos 135), algo inédito para las disposiciones coloniales en el Nuevo Mundo.

[11] Mario Ferreccio Podestá acuña el concepto de scriptorium de conquista valdiviano para dar cuenta de las influencias de los documentos producidos por el entorno de Valdivia en los primeros cronistas e historiadores de Chile: "El manejo allí de las mismas fuentes, de los mismos papeles, vendría a bosquejar un modo literario generalizado entre los relatores (epistológrafos, cronistas, historiadores), que sintetizarían el acontecer en determinados mismos episodios, los dispondrían en una prevista secuencia narrativa, recurrirían a los mismos motivos, utilizarían el mismo repertorio linguístico" (1991: 46).

[12] Nos referimos a las escritas antes del viaje que emprende Valdivia al Perú, es decir, desde la carta enviada a Gonzalo Pizarro el 20 de agosto de 1545 hasta la carta a Carlos V el 5 de septiembre del mismo año.

[13] La legitimidad del nombramiento de Valdivia era en extremo cuestionable, incluso si consideramos el título de teniente de Gobernador. Según Valdivia, el nombramiento inicial de 1539 remitía a una cédula firmada en Monzón por Carlos V en 1537 en la que permitía a Pizarro "’ en caso de que Almagro estuviese muerto "’ "enviase a poblar e conquistar e gobernar el Nuevo Toledo e las provincias de Chili" (Valdivia [1550] 1992: 117). Sergio Correa Bello señala que en ninguno de los documentos se encuentran las provincias de Chile dentro de los territorios atribuidos a Pizarro, sino que se repite la misma capitulación entregada a Diego de Almagro. Valdivia, por su parte, no ignoraba este exceso en las atribuciones de Pizarro: "Así se explica que el conquistador tomara posesión de la tierra en nombre del Rey y no de Pizarro" (Correa Bello 1986: 176).

[14] Ejemplo de esto son los capítulos que corresponden a la región de Atacama y las costumbres de sus indios (VIII); los del valle de Coquimbo (XXII); la provincia de Mapocho (XC-XCI), entre otros. El cronista se interesa, sobre todo, en las costumbres e idolatrías, en las características de la naturaleza y la organización social de las diferentes regiones.

[15] Mauricio Onetto, en un novedoso trabajo sobre las relaciones entre "desastre", "memoria" e "identidad" en el reino de Chile sostiene que la fundación de ciudades es una excusa del gobernador para hacerse con su objetivo principal: el dominio del estrecho de Magallanes (2015: 55-62).

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