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CELEHIS (Mar del Plata)

versión On-line ISSN 2313-9463

CELEHIS  no.40 Mar del Plata dic. 2020

 

Notas

Figuras y figuraciones latinoamericanas

Latin American figures and figurations

Aymará de Llano1 

1 Universidad Nacional de Mar del Plata, Ce.Le.His.

RESUMEN

En Argentina, desde el año 1959 hasta 1986 se publicaron tres revistas de literatura y cultura dirigidas por Abelardo Castillo: El grillo de papel (1959-1960), El escarabajo de oro (1961-1974) y El ornitorrinco (1977-1986). En el trabajo se propone hacer centro en una lectura interpretativa de los artículos sobre Latinoamérica a partir de tres núcleos temáticos tratados en las revistas: 1) como problemática socio-político-cultural: el “Che” Guevara; 2) como problemática de la crítica: boom y posboom; 3) como problemática del campo literario: José María Arguedas y Juan Rulfo. Desde esos núcleos se estudiará la presencia latinoamericana en las tres series.

PALABRAS CLAVE: Revolución cubana; Latinoamérica; “boom”; escritores latinoamericanos

ABSTRACT

In Argentina, from 1959 to 1986, Abelardo Castillo publishedthreeliterature and culture magazines: El grillo de papel (1959-1960), El escarabajo de oro (1961-1974) and El ornitorrinco (1977-1986). We propose to focus on an interpretive reading of the articles on Latin America as three thematic nuclei: 1) as a socio-political-cultural problem: “Che” Guevara, 2) as a problem in criticism: boom and post-boom and 3) as a problem in the literary field: José MaríaArguedas, Juan Rulfo. Thus, Latin American presence will be studied in the three series.

KEY WORDS: Cuban Revolution; Latin America; "Boom"; Latin American Writers

Pensar Latinoamérica

El estudio de las revistas literarias y culturales ha revelado un campo de conocimientos en cuanto al modo en que ponen al descubierto el imaginario de época, desde su contenido hasta su forma gráfica, el tamaño o el tipo de distribución en el mercado. En tal sentido, estos estudios son centrales en la reconstrucción desde los tempranos sesenta hasta mediados de los años ochenta del siglo XX, para el caso de Argentina y de las revistas dirigidas por el escritor Abelardo Castillo.1 Con frecuencia funcionan como formadores de opinión y agentes culturales de figuras noveles o invisibilizadas por diferentes motivos políticos, sociales o personales (Artundo). Las ediciones facsimilares digitales o en papel hacen posible tanto la difusión como la perpetuidad ya que el tipo de material utilizado por las imprentas de aquel momento ha sufrido el deterioro del tiempo.2

Las tres revistas dirigidas por Abelardo Castillosoportarony pervivieron a distintos períodos de censura por razones de índole política pero, a pesar de ello, lograron sostener veintisiete años de presencia en el campo intelectual argentino. El contenido era amplio y variado: aparecieron artículos, notas, entrevistas, convocatorias a concursos literarios para poetas y cuentistas, es decir, subgéneros propios del periodismo cultural que apuntabaa vincularse con escritores e intelectuales progresistas y a construir un espacio gráfico diferente en donde poder volcar sus opiniones. Un aspecto relevante lo constituyen las temáticas con injerencia en lo social y político, referidas a circunstancias locales e internacionales. La presencia de las temáticas latinoamericanas ha sido motivo de mis estudios anteriores en los que fui desarrollando la evolución de ese interés. Nunca tuve la intención de exhaustividad, tampoco en la propuesta actual, en la que prefiero centrarme en algunos números y notas significativas en cuanto se refieren a diferentes figuras, ya sean escritores o políticos, que representan (y encarnan) tendencias, ideologías y asechanzas vigentes aún en el siglo XXI en nuestra América. En tal sentido, a sabiendas de que toda elección/selección conlleva una ideología, propongocentrarnos en una lectura interpretativa de pocos artículos sobre Latinoamérica en torno a tres núcleos: 1) como problemática socio-político-cultural: el “Che” Guevara en su carta/respuesta al escritor argentino Ernesto Sábato;2)como problemática de la crítica: boom y posboom y el modo en que Liliana Heker disputa las declaraciones de otros escritores; y 3) como problemática del campo literario, la figura de dos escritores: José María Arguedas y Juan Rulfo, alternativos a lo institucionalizado, muy a pesar de otros escritores. De modo tal que se hará foco en artículos nodales que conforman el campo y pensamiento latinoamericano que mana de estas revistas.

El “Che” Guevara

Siempre se marcan límites y diferencias entre nuestro país, Argentina, y otros países de América, desde conversaciones triviales hasta en elaboraciones con argumentos crítico-académicos. Esta dicotomía comparativa aparece en la “Carta a Sábato” (EEdO, abril de 1971) de Ernesto Guevara a Ernesto Sábato, dos argentinos que contraponen historia y definiciones entre Argentina y Cuba, en este caso. El “Che” se identifica con su nacionalidad de origen, además de hacer explícito que se siente como tal “a pesar de todo”; esa frase adversativa, no desarrollada, nos envuelve en un dilema interpretativo como lectores: ¿cuáles serían las posibles derivas? Quizá la nostalgia de no haber sido un revolucionario en su tierra a pesar de sentir la necesidad o la de serlo a pesar de su tierra que no requirió de su guerrilla o infinitas otras posibilidades que quedan en suspenso y operan inusitadamente en la semiosis discursiva desde las primeras líneas. En ese mismo sentido, el “Che” Guevara le contesta al escritor Sábato, por una crítica a su libro sobre la guerra de guerrillas, distinguiendo a la Revolución Cubana de la Revolución Libertadora. Las revoluciones latinoamericanas son uno de los temas/nudos que recorren estas publicaciones, de formas diversas.3 En su respuesta, el “Che” se dirige con respeto, como a quien se merece “el título de escritor” (al finalizar la carta, el lector entra en duda si lo que parecía ser un halago no se convierte irónicamente en un descrédito a la figura del intelectual argentino), lo reconoce y menciona uno de sus libros, Uno y el universo de 1945, cuya temática era de su interés. Sin embargo, es destacable el hecho de que recupere ese libro ensayístico, cuando ya para 1971 (fecha de la contestación a Sábato, EEdO: 42) hacía diez años que se había publicado su novela más conocida, Sobre héroes y tumbas; esto refuerza la idea de un lector que privilegia el ensayo o el tratado político por sobre la ficción. Se dice que el “Che” leía vorazmente hasta privándose de dormir.

La descripción de lo que es levantarse en armas contra el aparato estatal para un revolucionario es contundente en la misiva y, además, está explicada de modo ostensible constatando la distancia entre la concreción de la práctica revolucionaria y la formulación de una teoría en la que el “Che” estaba trabajando cuando las urgencias de la Revolución se lo permitían: la escritura era otra de sus prácticas frecuentes. De ahí que justifique la improvisación en el accionar y que su libro no sea un producto de la intelectualidad, sino de una praxis desarrollada en la medida en que la revolución se fuera desplegando sobre el territorio. Sostiene la existencia de una intelectualidad argentina poco sincera (cuestión reforzada por Heker y Castillo en otras notas y editoriales) comparándola con la cubana: “Aquí la intelectualidad era esclava a secas; no disfrazada de indiferente; era una esclavitud sencilla puesta al servicio de una causa de oprobio, sin complicaciones: vociferaban, simplemente”. El significado abierto del “a pesar de todo” del principio de la carta, al que refiero como paradójico, se va cargando de sentidos.

Se hace una defensa a la Revolución más allá de los desaciertos, justificando los fusilamientos como necesidad en un contexto revolucionario: eso es la revolución, los intelectuales no son revolucionarios. El “Che” afirma que la Revolución cubana fue una “genuina creación de la improvisación”, insistiendo, así, en que la teoría intelectual no fue previa. Ese planteo, la distancia y diferencia entre acción y discurso, nos insta a una reflexión meta-discursiva, dado el contexto de la publicación en el que lo leemos. De tal modo, la palabra y su poder, así como la literatura y su efecto en la praxis vital son tendencias revisitadas tanto por Abelardo Castillo, como por Liliana Heker. Es una de las asechanzas de la época en la que surgen preguntas respecto de la existencia de una de un género o estilo del discurso que corresponda y señale el vínculo con la revolución. La revista no disimula estar en contra de las hipótesis que sostenían la existencia de una literatura revolucionaria, cuyo discurso diera cuenta de tal condición.

En el editorial sobre la muerte del “Che”, el director se auto-cuestiona “¿Qué es lo que hice para que no lo mataran?” (EEdO: 35),cuál fue su compromiso, cuál su acción: se reitera el dilema entre ser un revolucionario y ser un intelectual, cuestión opinable y no saldada aún en nuestros días, aunque se plantee desde otros enfoques no tan extremos, más profesionalizados (después del boom), menos polémicos (quizá sean más light o stress free). Cuando el “Che” expresa el goce que siente como hombre de aventura al portar y usar un fusil, se concibe la diferencia en lo físico, además de lo psíquico-emocional e ideológico. El lector no armado siente el efecto en lo corporal. Asimismo, un documento, el “Manifiesto de París”(adjudicado a escritores latinoamericanos y españoles en respaldo a Heberto Padilla), provoca derivas encontradas entre la obra de un escritor y la militancia, señalando la diferencia y destacando el hacer para jerarquizar el compromiso, al estilo sartreano, entendiéndolo como compromiso con su métier. Heker es taxativa al respecto: “Hablar en nombre del arte literario o de la revolución exige el compromiso de estar haciéndolos. Elegir la literatura creyendo (o fingiendo) que se eligió un fusil, es una manera algo enredada de sentirse combatiente” (EEdO,N° 41). No admite que se opere en dos frentes sin comprometerse con ninguno.Del mismo modo, rescatan al Borges escritor de ficciones por sobre sus controvertidas opiniones en torno a la política y el peronismo, en particular, e inclusive, Castillo lo propone como el máximo innovador en la escritura más allá de sus opiniones conservadoras. El hacer se propone como exigencia indiscutible del compromiso.

Esta carta es un difusor que funciona internamente y hacia el campo socio-político, intelectual y literario en las revistas de Castillo. Remite a la omnipresencia de la figura de Jean Paul Sartre y el compromiso, a otras revoluciones, guerras y guerrillas; también envía a controversias con figuras respetadas, aunque conflictivas desde sus posicionamientos políticos y, además, a paradigmas de la crítica literaria. Asimismo, hacia afuera de las revistas, funciona en el campo intelectual, por ejemplo, en las polémicas con otros escritores, tal el caso deHeker con Cortázar en El ornitorrinco, replicando lo dicho por el escritor en la revista colombiana Eco (cfr. EO 7). Quiero decir que se establece un enlace coherente siempre en la ideología de los conductores de las tres series (Castillo, como director, y Heker, como parte del staff y/o co-directora, siempre fueron los líderes), por lo cual se pueden vincular los números del EGdP y EO, alejados en el tiempo pero unidos por la firmeza de las convicciones de Castillo y su equipo, tanto hacia delante (EO) o hacia atrás (EGdP). De tal modo se observa en la nota a un año del primer desembarco cubano revolucionario en EGdP de 1960 o la imagen errada que los norteamericanos (así se los llamaba en aquel tiempo a los EEUU) difundían al mundo sobre la Revolución cubana.

“Boom” y “Posboom”

En cuanto al tratamiento de cuestiones de la literatura latinoamericana, el artículo “Posboom: una poética de la mediocridad” de Liliana Heker aparece en el N° 14 de EO de 1986 y es un desafío leerlo en nuestros días, cuando todavía se escribe críticamente sobre el boom cuestionando su validez fuera del juego mercantil; siguen incluyendo y excluyendo nombres de su canon (si es que lo podemos llamar así), según hayan vivido en Europa o Latinoamérica, de acuerdo a intereses personales no manifiestos. Como consecuencia de ello, los escritores más reconocidos comenzaron a profesionalizarse y pudieron vivir económicamente de su escritura ficcional. Lo cierto es que existió un fenómeno mercantil, que aumentó la cantidad de ejemplares publicados, traducciones simultáneas, obras premiadas, tanto como la difusión de la literatura latinoamericana en general y califica como tal. Lo que no fue proliferante en el tiempo como para que un posboom pudiera ser justificado y considerado, aunque fue un intento, un posible negocio que fracasó rápidamente. Lo innegable es que no se puede elucubrar sobre el pos sin referirse al originario boom.

Heker califica al posboomcomo epifenómeno ruidoso para imponer una literatura desideologizada e ingrávida. Ante la falta de autores y obras que lo representen, dice: “definen a un antagonista protoplasmático que puede tomar cualquier forma de acuerdo con la propia necesidad de ser algo”. Retoma palabras de MempoGiardinelli, Antonio Skármeta y la ensayista LiliánCarou (adherentes al posboom), publicadas en Mascaró N° 4, y replica con dureza desarmando con argumentos fuertes la estrategia de crear un nuevo movimiento ruidoso.Lo más interesante es que el recorrido crítico comienza en el boom porque la terminología indica esa filiación y se dedica al origen más que al tenue e insustancial pos. Retoma la periodización de Ángel Rama, entre 1964 y 1972, y conceptos de David Viñas, sendos artículos del célebre libro Más allá del boom literatura y mercado (1984). Heker considera aJulio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa como los progenitores aunque incluye también a Carlos Fuentes, además de los tres fluctuantes: Alejo Carpentier, Juan Rulfo y Jorge Luis Borges. La enumeración resulta infructuosa porque concluye en que no hubo una generación del boom, tampoco una corriente literaria ya que fue un fenómeno ideado desde Europa. La literatura latinoamericana existía antes del boom y tampoco era la única en su misma época, ya que otras corrientes y líneas estéticas tenían sólidos representantes alejados de las políticas del mercado.

Unos años antes (EEdO, N° 33, 1967), en pleno boom, habían entrevistado a Mario Vargas Llosa cuando todavía era partidario ferviente de la Revolución cubana. Una de las figuras más representativas del movimiento ruidosoya era conocida por La ciudad y los perros de 1963 y La casa verde de 1965, ésta premiada en 1966 y 1967. En dicha entrevista avizora un panorama muy promisorio, de “grandes transformaciones históricas para América Latina” por los cambios ocurridos en esos años: “nuestra literatura cobra personalidad propia, deja de ser provinciana y folklórica e ingresa definitivamente por la puerta grande a la literatura universal”. Tiempo después, el giro ideológico del escritor peruano acontecido hacia los años setenta deja de interesar al comité al punto de ridiculizarlo en la “Marginalia” humorística de EO de 1986, “La refalosa del Pen Club” (del que ya era miembro para esa época): “Ahí anda Vargas Llosa / como un tropel / perjudicando a todos / los del Nobel. / ¡Quién lo pensara!, / que la Cuba de Castro / le molestara. / (…) ¡Era sartreano / y de pronto volverse / tan casquivano!”; así lo presenta con brevísimas líneas tituladas Nequqquam (¡No!) sobre las críticas que profiriera Vargas Llosa a sus colegas escritores, entre ellos a García Márquez a quien trata de “cortesano de Fidel Castro”, hecho público en el 48° Congreso Internacional del Pen Club.

Los escritores del boom estuvieron presentes en las revistas,que siguieron de cerca los cambios ideológicos; en el caso de Vargas Llosa fue algo tan evidente que hubiera sido llamativo no mencionarlo de algún modo. Heker insiste (nota de 1986) en que la literatura latinoamericana no empezó en el boom, en que ya existía y había entidad en ella, además de recalcar que coetáneamente hubo otros escritores que publicaban y fueron de las figuras destacadas en las revistas de Abelardo. Me interesan dos de esos escritores, Juan Rulfo y José María Arguedas. El primero reconocido entre los del boom por los críticos, la misma Heker lo incluye en su lista, aunque no como figura central. En cambio, a Arguedas nunca se lo identificó en dicho fenómeno y fue considerado un escritor provinciano por Julio Cortázar con quien sostuvo una polémica pública, en la que se autocalificó como un escritor por necesidad, no por oficio (como Julio Cortázar o Carlos Fuentes), diferenciando dos modos de posicionarse frente al sistema, a la existencia de los otros y a sí mismo.4

Escritores por necesidad: José María Arguedas y Juan Rulfo

En una brevísima reseña de la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María Arguedas, destacan la estructura caótica (tal como la vieron sus coetáneos)y resaltan un aspecto que constituye otro de los nudos de una gran red: los “diarios que, luchando por no matarse, por seguir escribiendo, intercaló el autor: diarios que son el juicio más implacable (y menos interesado) sobre los nombres claves de las letras latinoamericanas” (EEdO, N° 44, 1972). Las líneas de pensamiento, los intereses o las perseverancias (podríamos calificarlas como tales) e insistencias temáticas son distribuidos en nudos de una gran red que se entreteje entre todas las revistas. De esos puntos, algunos son gruesos y están sosteniendo las ideas diseminadas en los otros nudos menores y, como toda red, está fuertemente consolidada. Esta imagen metafórica representa el modo en que operan los artículos seleccionados; se entiende entonces el carácter de una nota breve (“Grillerías”, “Marginalia”) como esta recensión (comparte página con otras cinco), de la que surge una coherencia sostenida. En este mismo sentido, dos autores centrales en la literatura latinoamericana del siglo XX, a quienes no les interesó el mercado, aparecen en las revistas: Rulfo muy mencionado, Arguedas menos.

Mariana Frenk, traductora de Juan Rulfo al alemán, escritora y periodista, residente en México ofrece un extenso artículo publicado por mitades en los números 34 y 35 de EEdO. Si bien es un valioso aporte porque analiza las características de la nueva novela de los sesentas, me interesa una entrevista posterior (EEdO, N° 38, 1968) que toman de El cuento. Revista de imaginación (N° 28, febrero de 1968), publicada en México. Rulfo declara que Vargas Llosa no se merecía el Premio Rómulo Gallegos y que fue una imposición del grupo de latinoamericanos de París. Menciona otros escritores que él considera superiores: Juan Carlos Onetti, Leopoldo Marechal, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier. También dice que han excluido intencionalmente a los cubanos y a los de tendencias socialistas. Y, aunque Vargas Llosa estaba de visita en Cuba, el giro ideológico ya estaba ocurriendo en 1969, como lo hemos mencionado más arriba. Esta crítica directa a Vargas Llosa justifica que reproduzcan, reorganizada como entrevista, lo que en El cuento apareciera como nota con una serie de preguntas al principio.

Las cartas entre Arguedas y el guerrillero peruano Hugo Blanco, publicadas en El escarabajo de oro (N° 41, noviembre de 1970), después de cumplirse un año del suicidio del escritor, tratan sobre la desigual relación entre quienes ostentan el poder y quienes están supeditados a él. Este par, que en las consignas antiimperialistas de la época se rotulaba como opresor-oprimido, era central para el periodismo cultural de izquierda, además transversalizado por el ideario del compromiso sartreano. Para completar, publican un recuadro en el que aparece el homenaje de Máximo Damián Huamani, el violinista serrano, a la muerte de José María Arguedas. El hecho de aceptar un discurso no prestigioso, el del violinista, que se manifiesta en una lengua no literaria ni culta sino con huellas del quechua -su lengua materna- y brindar, así, su homenaje como cifra de una forma de vida es otro ejemplo más de los objetivos de la revista argentina. De tal modo, elegir a Arguedas funciona como emblema de las ideas del filósofo Jean Paul Sartre no sólo por el compromiso concreto con la materialidad de la escritura en Arguedas, sino por su interlocutor en la carta: Hugo Blanco, el guerrillero que pudo objetivar el compromiso en la acción armada en la sierra peruana mientras que el escritor lo hizo con la pluma. En 2020, desde Cuernavaca, Hugo Blanco revisa su vida contra los poderosos y realza la figura y su amistad con José María Arguedas.5 Son otras las luchas, otros móviles, aunque los mismos eternos problemas de Latinoamérica en otro contexto histórico.

Adenda

La elección de algunos artículos como epítomes (en sus dos acepciones) de las revistas estudiadas no deja de ser un atrevimiento crítico, en el sentido de la distancia que media entre esta lectura interpretativa y la de un lector empírico coetáneo a las publicaciones y, también, el lector actual que consulta las ediciones facsimilares. Quizá siempre podamos hablar de ese permiso que se toma la crítica para hacer su trabajo; en este caso, dista aún más, en tanto el lector compraba las revistas en kioscos o librerías, y hasta es altamente probable que no leyera todo el número completo, tampoco toda la serie, mientras que el crítico toma todo el continuum de las tres series de revistas. A pesar de lo dicho insisto en que estas notas provocan derivas hacia atrás y adelante (EGdP, EEdO, EO), ejemplifican la presencia de Latinoamérica, si queremos ser literales, pero además, muestran un espíritu contendiente empuñando la pluma, un vigor impugnador de las medias tintas, una decisión clara en defensa del ser comprometido con su quehacer. Todas características de décadas pasadas, del siglo pasado, diferentes del mundo experimentado en el siglo XXI. La polémica y el debate eran géneros privilegiados con registros directos y críticas claras a intelectuales y figuras sobresalientes. En disputa constante y sin dejar pasar una mera declaración o un pie de foto, así eran los frenesíes de tan urgentes y perentorios, tales son los que se vislumbran en Abelardo Castillo, Liliana Heker y los sucesivos comités a lo largo de 27 años.

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1 En Argentina, desde el año 1959 hasta 1986 se publicaron tres revistas de literatura y cultura dirigidas por Castillo: El grillo de papel (1959-1960), El escarabajo de oro (1961-1974) y El ornitorrinco (1977-1986). Se las mencionará como EGdP, EEdO y EO respectivamente.

2Ver ediciones facsimilares en bibliografía.

3El número 31/32 de El escarabajo de oro de septiembre de 1966 dedicado a las Letras Latinoamericanas reproduce en tapa un grabado del mexicano José Guadalupe Posadas en el que se identifica rápidamente una escena de la Revolución mexicana, por ejemplo, presente desde la gráfica en tapa.

4Cfr. Revista Amaru N° 6, abril/junio de 1968; también en el “Primer diario”, 13 de mayo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María Arguedas. Entrevista a Julio Cortázar, revista Life en español el 7 de abril de 1969.

5Ver entrevista citada en bibliografía.

Recibido: 01 de Junio de 2020; Aprobado: 01 de Agosto de 2020

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