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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.7 supl.1 Santa Fe dic. 2011

 

ARTÍCULOS

Inserción territorial local de la ganadería vacuna y artificialización de los sistemas de producción en el sudoeste pampeano

 

Marcelo Champredonde y Christophe Albaladejo

INTA Bordenave, Dto. Agronomía UNS, Laboratorio AGRITERRIS
E-mail: mchampredonde@bordenave.inta.gov.ar

UNLP, FCAyF, INRA UMR 1248 AGIR Francia y Laboratorio AGRITERRIS
E-mail: albaladejo@toulouse.inra.fr

Este trabajo beneficio de una ayuda de la Agence Nationale de la Recherche de Francia en el marco del programa SYSTERRA, referencia ANR-09-STRA-04

Fecha de recepción: 16 | 08 | 2010
Fecha de aceptación: 07 | 08 | 2011


RESUMEN

El presente trabajo se propone poner en evidencia las relaciones entre artificialización de la alimentación de los bovinos y el capital social local. Capital social local es reinterpretado desde la Geografía Social, a través del concepto de “inserción territorial de la actividad agropecuaria” definido por Albaladejo Esta inserción territorial se desarrolla en tres dimensiones de la actividad humana: producción y reproducción de la vida material (esfera económica), producción y reproducción de la vida personal e íntima (esfera privada) y participación a la vida política y asociativa (esfera pública). En la actualidad el proceso más importante en la transformación de la ganadería vacuna del sudoeste pampeano es la artificialización y complejificación de la gestión de la nutrición animal. Se analizaron desde el concepto de inserción territorial, diez explotaciones agropecuarias que representan diversas combinaciones de artificialización y complejificación. Se observa claramente que los sistemas con mayor inserción local no son necesariamente los menos artificializados. Sin embargo, se debe considerar que existen combinaciones, pero también contradicciones, entre las tres dimensiones de la inserción territorial local, y las formas de artificialización y complejificación de la nutrición animal. Estas conclusiones aportan elementos para la evaluación de la sustentaibilidad de los sistemas de producción: para ser sustentable, la artificialización se debe corresponder con formas de inserción local fuerte.

Palabras clave: Transformaciones territoriales; Inserción territorial; Ganadería vacuna; Nutrición animal.

SUMMARY

This paper aims at analyzing relationships between artificialization (in supply feeding) of cattle feeding and the local social capital. Local social capital is here reinterpreted, since Social Geography, through the concept of territorial insertion of farming activity. This local insertion develops in three dimensions of human activity: production (i.e. economic sphere), livelihood (private sphere) and participation (public sphere). Presently the main process of cattle breeding transformation in the South West area of Buenos Aires Province is the artificialization and complexification of cattle feeding. Ten cases studies of farms representing diverse combinations of artificialization and complexification are analyzed with the local territorial insertion concept. It shows us clearly that most locally inserted systems are not necessarily the less artificialized ones. Nevertheless the type of combination or contradictions between the three dimensions of local territorial insertion is strongly in relation with forms of artificialization and complexification of animal nutrition. This gives indications to assess the sustainability of production systems: artificialization should correspond to a form of strong local insertion in order to be sustainable.

Key words: Territorial changes; Territorial insertion; Cattle breeding; Animal nutrition.


 

1. Introducción

Desde la década de 1960, se han desarrollan enfoques sistémicos para comprender el funcionamiento de la unidad Explotación-Familia. Su evolución nos permite relacionar los objetivos y finalidades de la familia con la dinámica de la explotación. Estos enfoques abordan cada vez más la inserción territorial del productor en sus distintas dimensiones y el impacto local de su actividad. Ya no se lo considera como un simple productor, sino también como un ciudadano que tiene su participación activa en la vida pública y una vida privada más allá de la explotación. La relación entre la importancia acordada a la vida privada, a la vida política y asociativa asi como a las actividades productivas propiamente dicho y la naturaleza de la relación entre esas dimensiones de la vida activa de las personas, varían a lo largo de la historia, dentro de una misma sociedad, y entre sociedades. Un análisis de la evolución del medio rural pampeano, en Argentina, muestra que los cambios territoriales, estuvieron siempre fuertemente relacionados con cambios a nivel de las tres dimensiones citadas. Estos cambios son comprobables tanto en el funcionamiento de las sociedades rurales a nivel local, como en los regímenes de organización interna de las Unidades Familiares (Albaladejo C., 2004, 2007).
En el presente trabajo analizamos la relación entre las mutaciones territoriales más importantes de las últimas décadas en la región pampeana, y su relación con los cambios en las prácticas productivas a nivel de la ganadería vacuna. Luego, analizaremos someramente el impacto local de cada “tipo” de unidad productor-explotación sobre el desarrollo territorial sustentable. En continuidad con el proyecto en red Agriculture et Développement Durable (ADD) Transformation de l’Elevage et Dynamique des Espaces (TRANS) e inscripto en el proyecto INTERRA (Insertion territoriale de l’activité agricole et maîtrise locale des ressources. Places des agricultures familiales dans les métiers du développement en Argentine et au Brésil), financiados por la Agence National de Recherche de Francia (ANR), consideramos especialmente las mutaciones de la articulación con el territorio de la ganadería vacuna a principios de la década de 2000.
El cambio más importante de la ganadería pampeana observado en el período 2003-2006, fue sin dudas la implementación de la suplementación en la gestión de la nutrición de los vacunos. En las hipótesis de trabajo (en el año 2005), denominamos a este proceso como de intensificación en la producción ganadera. El análisis de las estadísticas poblacionales muestra el estancamiento del rodeo pampeano, de un avance importante de la superficie agrícola y de fuertes cambios en las prácticas agrícolas desde mediados de la década de 1990. Con el objetivo de comprender mejor las causas y las consecuencias de estas mutaciones a nivel de las explotaciones ganaderas, analizamos diez explotaciones agropecuarias (mixtas ganadería vacuna-agricultura) del sudoeste bonaerense. En una primera etapa analizamos la diversidad de prácticas productivas y las relacionamos con factores como edad del productor, presencia del sucesor, tamaño de la explotación y del rodeo, capacidad financiera y nivel de ingresos extra-prediales (Champredonde M., et all, 2007).
En una segunda etapa, buscamos explicar los cambios de las prácticas ganaderas desde una perspectiva histórica y territorial más abarcativa, partiendo del concepto de capital social. Este concepto nos permite analizar las prácticas ganaderas como uno de los múltiples componentes que interactúan en la inserción territorial de los productores. Esta caracterización nos permite además, bosquejar el impacto de cada tipo de inserción territorial sobre del desarrollo sustentable de los territorios rurales.

1. Mediaciones sociales en la construcción del territorio pampeano

El “capital social” es un concepto que existe desde los años 70 y que ha sido promovido por organismos internacionales de desarrollo desde los años 90. El concepto fue creado, en una primer instancia, para el estudio del funcionamiento del mercado de trabajo (véase, por ejemplo el famoso artículo de Granovetter, 1973). En la década del ‘80, Pierre Bourdieu (1980) desarrolló un sentido más conceptual y crítico dentro de una teoría sociológica de los campos social. Lo diferencia de otras formas de capital: sobre todo de capital económico y cultural. Sin embargo, el uso de la noción desarrollada por los organismos internacionales (Kliksberg y Tomassini, 2000) es mucho más utilitario y trata de evaluar de qué manera, la red social de un actor, puede ser movilizada por éste al participar en el desarrollo de un proyecto. Sólo en los últimos tiempos los intelectuales que trabajan en el campo del desarrollo han descubierto el enfoque de Bourdieu. Como consecuencia, se le citan en sus listas de referencia, pero sin discutir las diferencias e incluso las incompatibilidades con sus propios conceptos de capital social. En la economía sociológica da la noción de capital social está considerada como una especie de “recurso” recurrible en el marco de un proyecto de desarrollo o de cualquier otra figura de la acción organizada. Más recientemente, algunos geógrafos (Fournier, 2001) adaptaron el concepto al objeto de su disciplina: el espacio geográfico. Comenzaron a definir el “capital social” como todos los lugares que frecuenta o conoce un actor (en el contexto contemporáneo de la híper-movilidad) y de cómo se supone que el mismo hace uso de ese recurso.
Sin embargo un enfoque que trata de ver las redes sociales, la cultura, o incluso el territorio, como recursos potenciales en un proyecto dado, difícilmente puede adoptar un punto de vista crítico. Una visión de la sociedad como si fuera un campo de oportunidades y de restricciones que se ofrece a las estrategias deliberadas de un actor “libre” y calculador puede inducir, a concepciones normativas e incluso ingenuas, de ver al capital social como necesariamente “bueno”... Sin embargo, otras visiones sociológicas (Bourdieu, 1980, 1994) demuestran que el capital social puede estar asociado en algunos casos a fuertes dominaciones y a modos de alienación. No nos debemos olvidar que las redes clientelares o paternalistas también forman parte del famoso “capital social”. Bourdieu nos recuerda que el hermano menor de las familias de vascos tuvieron que trabajar duro para sus hermanos mayores y no capitalizaron los beneficios e incluso no pudieron casarse. Mismo si la situación de estos jóvenes no será descripta por ellos como una “explotación”, se puede entender que no eran los hermanos mayores los que tuvieron que emigrar a Estados Unidos o Argentina... En este trabajo, trataremos de dar una interpretación teórica del capital, tanto social como espacial, movilizando la conceptualización de la geografía social que se apoya sobre la conceptualización de Hannah Arendt a propósito de la actividad humana (Albaladejo, 2007; Albaladejo, 2008). Esta teoría trata de mostrar la inserción, a escala local, de un actor en el territorio, considerando su actividad a nivel de las tres “esferas”: la esfera pública, la esfera económica y la esfera privada.
Esta teoría presenta la ventaja de permitir la evaluación de la emergencia de un espacio de desarrollo local: si las tres esferas de actividad consiguen un mínimo de autonomía una frente a la otra y entonces si diferentes formas de articulaciones son posibles a nivel de la acción local de los actores, entonces se puede evaluar que un desarrollo local es posible. En cambio si una esfera de la actividad humana domina a las otras dos, no podemos esperar que emerja un espacio de deliberaciones y colaboraciones para que los actores inventen una forma propia de desarrollo a nivel local. Albaladejo (2008) explica que cuando una esfera de la actividad humana domina las dos otras, no hay posibilidad ni necesidad de deliberar para inventar una forma de desarrollo: el desarrollo está dado por una lógica o personal si domina la esfera privada, o económica si domina la esfera económica o burocrática si domina la esfera pública. En este caso no hay “desarrollo local” sino simplemente a lo mejor “desarrollo a escala local” y la diferencia está que en un desarrollo a escala local no está determinado por deliberaciones entre actores en lo que podemos llamar un “espacio público local” que es el escenario en el que la acción colectiva emerge.
La esfera pública es el ámbito de la participación, por lo tanto la del diálogo y de la actividad del lenguaje. Este campo es una de las Polis de los griegos o de la “Res Public” de los romanos en la Antigüedad, donde los ciudadanos participan con el fin de regular la vida en común. La esfera económica se ha sobre-desarrollado en nuestras sociedades: es el ámbito de la actividad productiva, de la reproducción de la vida biológica y de los ciclos y las rutinas de la vida material. La esfera privada es la de la realización de la vida personal, de la creación de la vida íntima. Es el campo de las relaciones cotidianas con los familiares y los amigos y de la actividad de ocio.
Cuando en una localidad determinada está dominando la esfera económica en la regulación de la actividad humana, los valores y normas que rigen las relaciones entre las personas son los del interés económico, las relaciones formales y funcionales, de un mundo frío racionalizado. Todo está valorado en términos de “recursos”, así como se da en el sentido estricto otorgado al “capital social” (no precisamente el sentido utilizado por Bourdieu). Este es el mundo de un desarrollo local esencialmente económico similar al de muchos de los llamados “clusters” o sistemas localizados de producción. Cuando la esfera privada es la dominante en la actividad humana, todo el pueblo de una localidad está d hecho funcionando como una especie de familia ampliada: todos mantienen una relación personal y privada con los demás. Los valores son los de respeto personal, ayuda privada y favores, el tratamiento discreto y discrecional, redes de relaciones personales, relaciones clientelares... Cuando la esfera pública está dominando las otras dos, el compromiso y la dimensión política de la vida es la única capaz de aportar valores y las reglas para estar juntos en una localidad. Los valores dominantes son los de la renuncia, el compromiso total, la devoción a la dimensión colectiva. Éstas son las reglas de las comunidades religiosas o de los grupos militantes. Así que un desarrollo local sólo es posible cuando las tres esferas son relativamente autónomas, y con una cierta “tensión” entre ellas (Albaladejo, 2008). Se trata de un marco para una teoría de la acción humana, y no una teoría del actor. Las esferas no señalan los campos de acción para ciertas categorías de actores (empresas privadas centrado en el económico, el gobierno local en la participación, o la población en lo privado...).
Se espera de cada “actor” que actúe legítimamente en cada una de las tres esferas con el fin de que sea posible el desarrollo local. Es por eso que proponemos analizar la contribución de los productores locales a cada una de las tres esferas con el fin de caracterizar su inserción territorial local. En este artículo vamos a caracterizar la diversidad de inserciones territoriales locales de productores relacionados con los servicios de extensión (INTA) de una zona típica del Sudoeste de la provincia de Buenos Aires. También vamos a tratar de analizar esta diversidad en términos de la inserción territorial local de las prácticas productivas de los criadores. El objetivo es entender la relación entre una inserción social y una inserción biotecnológica en el territorio local y las posibles estrategias para el trabajo de extensión para la promoción del desarrollo territorial.

2. La ganadería vacuna en la construcción del territorio pampeano

En el siglo XVI comienza la instalación de comunidades europeas en el territorio que hoy denominamos región pampeana. Sin embargo el proceso de apropiación de ese territorio se desarrolló principalmente durante gran parte del siglo XIX. A medida que avanzaba el siglo, la frontera que delimitaba los territorios dominados por los aborígenes se fue alejando paulatinamente de la ciudad de Buenos Aires. La apropiación de los nuevos territorios ocupados se fue legitimando a través de la cría del ganado vacuno, en una primera etapa, y con la cría de ovinos a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En el año 1879 con la denominada “Campaña del desierto”, el Estado argentino toma control de todo el territorio pampeano y estimula la llegada de numerosos contingentes de inmigrantes, en su mayoría de la Europa mediterránea. Se consolidó así a nivel local en zonas rurales la convivencia de dos culturas: por un lado la cultura criolla encarnada en la figura del gaucho, quien se dedicó exclusivamente al cuidado del ganado vacuno y al adiestramiento de su caballo. Por otro lado, la cultura de los inmigrantes europeos, más asociada a la cría de ovinos y al cultivo de las tierras.

2.1. La pampa agraria: el nacimiento del sistema de producción vacuna “local” (1879-1950)
La apropiación y puesta en valor de las tierras conquistadas al indígena conoce dos mecanismos: la instalación de colonias de inmigrantes o la adjudicación de grandes propiedades como reconocimiento de la deuda contraída por el Estado en el financiamiento de la “Campaña del desierto”. En las áreas fraccionadas y ofrecidas a colonias de inmigrantes europeos (quienes se les llamó más tarde de gringos) las tierras se fraccionaron en parcelas de 100 a 500 o más hectáreas. Estas fueron vendidas, bajo contrato, a pagar con las primeras cosechas. Dada su función productiva de hacer chacra (cultivar la tierra) se los denominó chacareros. Las grandes propiedades adjudicadas por el gobierno, se asimilaron a las ya existentes Estancias1 y sus dueños formaron parte del mundo de los Estancieros.
En este mundo de gauchos, estancieros y chacareros el vivir juntos en un mismo lugar (o sea el dominio público) estaba esencialmente regulado por normas de la esfera privada. Albaladejo (2004) denomina a este mundo la pampa agraria. La vida local se articulaba en torno a los parajes y a las pequeñas poblaciones rurales. La inserción territorial de la población local estaba basada en la esfera privada, es decir, en una extensión a nivel local de las relaciones familiares o de vecindad. La sociedad de la pampa agraria se caracterizaba por la “profundidad de los compromisos, el carácter interpersonal de los tratos, el estilo a veces paternalista del liderazgo, el tratamiento discrecional y discreto de temas como el de las deudas y del cobro … La prevalencia de lo oral y de lo informal por sobre lo formal y lo escrito…” (Albaladejo C, 2006).
En esta forma de mediación la esfera económica ocupa un lugar marginal. Esto explica la escasa importancia otorgada a la dimensión profesional del ingeniero agrónomo o del veterinario. A estos se los reconoce más por su capacidad a insertarse en códigos personales y a una vida social local, que por su título o su eficiencia. Tanto en la Estancia como en la zona de colonias, la cultura criolla y la cultura gringa comparten la vida cotidiana (Champredonde et all, 2007 a). Pero con valores, hábitos, conocimientos y representaciones del mundo muy diferentes. En una parte de la literatura política argentina clásica (Sarmiento, 1845), los gringos hasta representaron a la pujanza y al ideal de desarrollo de la cultura occidental. Esta se presentó siempre como un modelo a alcanzar en la organización política, económica y social en el territorio pampeano. Esta cultura presentada como “superior” debía “domesticar” a la cultura criolla… La cultura gaucha representa todos los “anti-valores” heredados de uno de sus ancestros: el indio y exacerbados según el escritor Martínez Estrada (1991), por su inserción territorial en un paisaje llano y vasto. Un desierto que se les metió en el alma y en las casas. En la primera etapa de la pampa agraria, las tareas rurales desarrolladas por gringos y criollos estaban bien diferenciadas. Desde mediados del siglo XIX, la mayor parte de los gauchos fueron empleados en las grandes estancias (por lo que luego se los llamó paisanos)2.
Allí, los gauchos se ocupaban del cuidado del ganado vacuno y a domar (adiestramiento) caballos. La jornada se repartía en recorrer la hacienda a caballo (cada parcela o cuadro tenía entre 50 y 600 ha) para controlar el estado del rodeo. Se ayudaba alguna vaca a parir, se acollaraba3 un ternero aguachado4. Las tareas de yerra5 y de descorne permitían al gaucho mostrar su habilidad para enlazar. Todas estas actividades se desarrollaban a caballo. Desde entonces, la imagen de la ganadería vacuna pampeana y del gaucho a caballo, permanecen inseparables. Los gringos se dedicaron mayoritariamente a la cría de ovinos o a la implantación de cultivos. En las zonas de estancias, y ante la falta de disponibilidad de tierras, estos agricultores debieron trabajar en aparcería para los estancieros. Dicen autores como Romain Gaignard que “Es la agricultura al servicio de la ganadería” (Gaignard R., 1979). Otros, mayoritariamente vascos, fueron empleados de las estancias para el cuidado de los ovinos. Para el gaucho, trabajar con ovinos era una deshonra. En las zonas de colonia, los inmigrantes desarrollaron, en tierras propias, actividades agrícolas pero también ganaderas. En este caso actividades más demandantes de mano de obra como la cría de ovinos, acompañados de unos pocos bovinos. Con el tiempo, muchos de los criollos fueron empleados de los inmigrantes una vez que los mismos consolidaron su posición económica. En la pampa agraria, los sistemas de producción de carnes vacunas se caracterizan por su extensividad. La nutrición animal se basa fundamentalmente en el pastoreo directo de pastizales naturales. Su eficiencia de aprovechamiento no es objeto de gran atención por lo que la carga de animales por hectárea es baja. Cuando el forraje escasea en una parcela, basta con pasar los animales a otra contigua. Ante catástrofes naturales como las sequías, las consecuencias son la muerte de parte del rodeo o una baja fertilidad en la procreación. De todos modos es difícil estimar la tasa de procreo, dado que el toro está todo el año con las vacas por lo que las pariciones están distribuidas en todo el año. Las razas vacunas más difundidas en la pampa agraria son de origen escocés y se las denomina “británicas”, a saber la Shorthorn, Hereford y Aberdeen Angus. Estas razas fueron introducidas en la década de 1870 y se difundieron rápidamente. Hacia 1910, predominaron los bovinos denominados “británicos” por sobre la raza criolla.
Finalizando la primer mitad del siglo XX, algunos estancieros y chacareros confeccionaron fardos para completar la oferta en época de escasez, especialmente en invierno. La baja intervención sobre la producción forrajera contrasta con una mayor intervención sobre el animal. Pero basado fundamentalmente en conocimientos empíricos: por ejemplo, se castra al animal en época de frio para que no se agusane y con la luna en cuarto menguante para que no sangre.
En la pampa agraria, la cultura criolla es hasta hoy la que más contribuye a la generación de un sistema local de producción vacuna. Esta se caracteriza por las condiciones extensivas de cría y por la presencia de prácticas localizadas. Con el correr del siglo, las culturas criolla y gringa se van fusionando. La ganadería vacuna pampeana es la actividad que abarca, como ninguna otra, todas las contradicciones y particularidades que generaron la convivencia y el acercamiento progresivo de ambas culturas. La fusión de ambas culturas fue simultánea con mutaciones en la inserción territorial de los habitantes de la pampa y en los sistemas de producción agrícola-ganaderos.

2.2. La modernidad y el advenimiento de la pampa “agropecuaria” (1950-1990)
A partir de los años 1950 se inicia en la pampa argentina el denominado proceso de “modernización agropecuaria”. A nivel local, este proceso se caracteriza por la predominancia de la esfera económica y de sus valores, tanto en la regulación de la vida social local, como en la inserción territorial de los productores. En este tipo de mundo, la actividad humana está esencialmente evaluada en función de los valores del trabajo. Es el mundo del trabajo el que predomina en las normas de vida en común. La esfera privada está reducida al círculo más íntimo de la familia y ya no son sus valores los que son movilizados en la regulación de la vida social local. Las relaciones con las otras personas y con las entidades del sector se resumen a su realidad objetiva y en gran parte material: son relaciones de trabajo, transacciones o contratos orales e incuso escritos. O sea que la esfera económica, la del trabajo, consigue regir la vida pública: hacer que los distintos seres humanos y materiales puedan vivir juntos (Albaladejo, 2006). La predominancia de la esfera económica en la vida social local se refleja, por ejemplo, en la denominación que adquieren los agricultores. En el período moderno, al chacarero y al estanciero (por lo menos al que participa en esta tendencia productiva) se los denominan como productores. En el medio rural el proceso de modernización se manifiesta en las tentativas de organización de la actividad agropecuaria en “sector”. A nivel nacional y con especial injerencia sobre la región pampeana, emergen instituciones estatales y mixtas como la Juntas Nacional de Granos (JNG) para la agricultura y la Junta Nacional de Carnes (JNC) y la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP).

2.2.1. La tecnificación de la producción agrícola
La reorientación de las políticas nacionales contribuyó en una primera etapa a un crecimiento importante de la producción agrícola. En primer lugar, las nuevas leyes han permitido que gran cantidad de agricultores que trabajaban tierras en alquiler accedan a la propiedad de parte de ellas. Por otra parte, las políticas de precio libre para la carne y precio mínimo para los cereales, y los créditos disponibles han permitido una importante mecanización de la agricultura y la compra de automóviles y camionetas por parte de los productores (Sili M., 2000, p 17 a 22).
Se registran además importantes inversiones en infraestructura, multiplicándose la extensión de las rutas asfaltadas. Este proceso contribuyó a que muchos pequeños y medianos productores multiplicaron los desplazamientos cotidianos a los centros urbanos más importantes del distrito. Parte de ellos se instalaron en esas localidades. Muchos parajes y pueblos pequeños pasaron a ser meras localizaciones para algunas viviendas o para algunas operaciones comerciales, pero ya no más de regulación de la actividad humana (sea económica, de residencia o de participación en la vida colectiva). Este proceso de re-territorialización indica que la regulación de los procesos socio-económicos se desarrollan a nivel de la cabecera del distrito o de alguna ciudad que actúe de centre de servicios para este nuevo proceso de “modernización” agropecuaria. La “sectorización” de la actividad agrícola se inscribe en un proceso más amplio de reorganización del territorio que excede ampliamente a los espacios rurales (Albaladejo 2004). En efecto, con diferentes niveles de intensidad, se desarrollaron el consumo de masa y las tentativas de aunar el aumento de las ganancias de productividad y la mejora de los salarios. Paralelamente, las formas de vida, particularmente la vida doméstica, incorporaron cada vez más productos y servicios adquiridos en el mercado. Se desarrollaron la urbanización y la industrialización y, simultáneamente, se producía un éxodo rural. Este proceso induce una creciente demanda de carnes por parte del mercado interno desplazando a los mercados de exportación. Por ello, si bien el rodeo de vacunos pampeano continúa en aumento en este período, las prácticas productivas en la ganadería vacuna permanecen prácticamente inalteradas6. La base de la producción es netamente pastoril y las prácticas de suplementación alimentaria son muy acotadas.

2.2.2. Una tímida intensificación de la ganadería vacuna (1970-1991)
El modelo de desarrollo fordista entra en crisis a partir de los años 1970. La caída de los precios internacionales de los productos agropecuarios y la falta de créditos locales a tasas adecuadas, provocó un estancamiento de la superficie agrícola. Igual suerte corrió la ganadería bovina, con el agravante de que ésta no conoció una reversión de la tendencia, tal como ocurrió posteriormente en la producción de granos. En las zonas de colonias, este proceso es acompañado de un cambio generacional. Al igual que en las estancias, los hijos y nietos de los gringos, adoptan como actividad ganadera la cría de vacunos en reemplazo de la cría de ovinos. Esto determina, desde mediados de la década de 1960, el crecimiento del rodeo de vacuno y de pérdida las majadas de ovinos. La cultura gaucha termina así “hibridándose” con la cultura gringa. Si bien los herederos de los gauchos siguen siendo predominantemente los peones, los productores ganaderos se identifican cada vez más como paisanos.
La dificultad de integración de la cultura gringa y la criolla se hace más evidente al analizar la inserción territorial de las colonias ruso-alemanas del sudoeste bonaerense. Estos inmigrantes llegaron a la Argentina a fines del siglo XIX y se organizaron en colonias con un alto grado de autonomía. La falta de integración con el resto de la sociedad, evidenciada en sus limitantes lingüísticas, hizo que la inserción de sus descendientes, en el resto de la sociedad, se limitara a trabajar como empleadas domésticas o empleados rurales. La distancia cultural entre éstos y los criollos o los gringos acriollados, les valió un trato despectivo, inclusive hasta fines de la década de 1980. En las tareas ganaderas, los “rusos” demostraban un gran desconocimiento de las tradiciones gauchas como vestir las ropas típicas, los aperos utilizados y la forma de ensillar el caballo, las habilidades para amansar un caballo, para enlazar, castrar un ternero, etc. En la pampa agropecuaria de la década de 1970, la ganadería conserva su carácter extensivo. Sin embargo, se observa el inicio de un proceso de complejificación de la ganadería vacuna, sobre todo en los escasos grupos de productores que se reúnen en torno al asesoramiento de un ingeniero agrónomo. Estos productores implantaron pasturas plurianuales y mejoraron la tecnología en la siembra de verdeos, con el fin de mejorar la oferta forrajera.
La utilización del alambrado eléctrico se generaliza recién a mediados de la década de 1980. Con ello se busca un mejor aprovechamiento y gestión del forraje disponible. Permite aumentar un poco la carga de animales por hectárea, especialmente por un aumento de la superficie agrícola. En esa misma época, se difunde la confección del rollo de heno. En comparación
con el fardo, a éste se lo puede almacenar al aire libre y demanda poca mano de obra ya que se los distribuye directamente con el tractor.
La mayor influencia del asesoramiento técnico se verifica en una difusión masiva del asesoramiento del médico veterinario. Los problemas tratados son el control de parásitos, la prevención de enfermedades y la asistencia en partos distócicos. Es el inicio de lo que podemos denominar como un proceso de intensificación en la producción ganadera, en la que la gestión del proceso productivo se caracteriza por una mayor complejidad en la gestión de la producción de recursos forrajeros y en su aprovechamiento. Por otra parte, la movilización en camionetas dentro de la explotación y el uso del alambrado eléctrico conducen a una menor utilización del caballo para el trabajo en la ganadería vacuna. Las habilidades de los gauchos se van limitando a la de unos cuantos peones que siguen amansando caballos y cultivando la destreza del lazo. Sin embargo, hasta el fin de esta etapa, una parte importante de los vacunos provienen de sistemas de producción que no requieren de las habilidades de los “gauchos”.

2.3. La pampa híper-moderna: la intensificación por la complejización y la artificialización (1991-2007)
A principio de la década de 1990, el proceso de modernización conoce una exacerbación, dada la predominancia absoluta de la esfera económica por sobre las esfera pública y privada. La dimensión espacial de la regulación de la vida económica y social de las comunidades rurales excede al distrito o a la zona agroecológica. La “pampa híper-moderna” (así llamada por Albaladejo, 2006) es producto de un proceso que toma fuerza a partir de fines de 1991, cuando el gobierno nacional implementa el denominado “plan de convertibilidad”. Desde el punto de vista institucional, este plan propone la desestructuración de gran parte de los organismos de Estado, sobre todo de aquellos orientados a regular la actividad económica. Basado en la paridad 1 peso = 1 dólar, y en la privatización de una gran parte de los servicios públicos, se implantó una “desregulación” de la vida económica al promover la liberalización total de precios de insumos y productos. El proceso de híper-modernización, impacta en forma diferencial en la agricultura y en la ganadería pampeana, tanto desde el punto de vista cronológico como en la naturaleza misma del proceso.

2.3.1. La intensificación en la producción agrícola (1991-2007)
A nivel de la producción agrícola, las nuevas reglas de juego provocaron un aumento inmediato y exponencial de la producción de cereales y oleaginosas. Este incremento obedeció a la conjunción de dos fenómenos:
• El incremento de la superficie destinada a agricultura, El balance representa un aumento del 24 % de la superficie destinada a agricultura. El cultivo de soja por sí solo representa el 10,4 % del aumento del área sembrada (Slutzky D., 2003, p78). Este aumento se dio a expensas de la disminución de la superficie ganadera, destinada a la implantación de especies forrajeras anuales y perennes.
• El aumento de la productividad de granos por hectárea, se explica fundamentalmente a la creciente utilización de agro insumos7. En el período 1993, 1999, se triplica el uso de herbicidas e insecticidas. La superficie implantada por medio de la siembra directa se multiplica por siete en un período de seis años y el uso de semillas transgénicas conoce una curva exponencial (alcanza un total de seis millones de hectáreas en un período de tres años (‘96-‘99) (www.sagpya.mecon.gov.ar)

En el término de cinco años, la producción total de granos pasó de cerca de 38 millones de toneladas en el año 1991 a 62 millones de toneladas en 1997 y alrededor de 67 millones en la campaña 2002/20038. La propiedad, pero sobre todo el uso de la tierra, se concentraron con la fuerte disminución de las hectáreas explotadas por sus propietarios y por el crecimiento de la superficie cedida a terceros bajo distintos tipos de contratos. Este fenómeno está fuertemente asociado a la presencia de numerosos pooles de siembra y a la expansión de pequeñas y medianas explotaciones por medio de arrendamientos a vecinos. En otros casos se debió a la inversión efectuada por numerosos políticos, empresarios y profesionales que se beneficiaron con el plan de convertibilidad. Algunas de las consecuencias de estos fenómenos son enumeradas por el Giberti H. La presencia de los pools de siembra “reemplaza familias rurales … perjudica la economía local porque participa poco de ella: efectúa sus principales compras y ventas a través de su casa matriz, ubicada fuera del área hacia donde también transfieren sus ganancias. Por su parte, los fondos de inversión eluden inversiones: arriendan por una cosecha, utilizan contratistas, prescinden de personal fijo, y no se preocupan por la conservación de los recursos naturales” (2003). Se observa entonces que este mecanismo netamente capitalista de explotación de la tierra, deslocaliza numerosas decisiones con gran impacto a nivel local. Por ejemplo, son los grandes pooles (que cultivan miles de hectáreas en las diferentes zonas de la pampa) quienes tienen gran poder para fijan los montos de los alquileres de los campos en cada zona.
La ganadería sufre consecuencias directas de estos procesos. Los productores medianos y grandes de las zonas agroecológicas más productivas, evitan vender sus rodeos y alquilan campos ganaderos en zonas menos productivas. Esto incrementó, a su vez, el valor de los alquileres en las zonas marginales. Esto limitó las posibilidades de los productores locales (como los de nuestra zona de estudio) de alquilar pastoreos para sus animales.

2.3.2. La artificialización la ganadería pampeana: ¿un proceso de deslocalización? (2003-2007)
La híper-modernización está asociada a fuertes mutaciones en los sistemas de producción vacuna. Se constata una generalización de procesos de artificialización9, especialmente en las actividades de engorde. Dicho proceso, concierne principalmente la gestión de la nutrición animal, a saber, el incremento en la suplementación de la dieta, acompañada, en ciertos casos por el confinamiento de los animales en corrales de engorde. En este último caso, se denominan localmente como Feed Lot10.
La incorporación de materiales y de conocimientos generados en otros territorios, comprendidos necesariamente en el proceso de artificialización de la ganadería vacuna, nos conduce a calificarlo en los términos de deslocalización de los sistemas de producción vacuna y de las calidades producidas. La deslocalización de los sistemas de producción es consecuencia de una marginación de las prácticas y saberes empíricos colectivos localizados (Bouche y Bordeaux, 2006, p. 13) y de quienes los detentan (los paisanos).
La gestión de las prácticas ganaderas, especialmente las de engorde, se basa cada vez más en conocimientos técnicos-científicos, en tareas como la estimación de la calidad del forraje, o el cálculo de la composición de la dieta en función de los requerimientos de cada categoría. Se movilizan así saberes “deslocalizados” que circulan en redes profesionales relacionadas con los centros de innovación técnico-científica. En numerosos casos los saberes se producen y reproducen en redes de información socio-técnicas en las cuales circula información sobre temas técnicos o sobre la evolución de los mercados de insumos: cotización y disponibilidad de cereales, cotización y localización de categorías animales a engordar. Se observa además una mayor sofisticación del sistema de gestión contable, dada la mayor incidencia de los aspectos impositivos en los procesos de compra de insumos. La interacción entre el medio agroecológico pampeano, las razas “británicas” (Aberdeen Angus y Hereford) y los saberes (especialmente los relacionados a la producción ganadera) contribuyó a la obtención de un producto que calificamos como típico y emblemático de la Pampa: la carne vacuna pampeana (Champredonde M, 2007). Estas carnes vacunas presentan un perfil definido: cortes chicos, de color rosado claro a rojo claro, bien marmoleadas y con tendencia marcada ser tiernas a la degustación. Entre las características químicas, las carnes producidas en sistemas pastoriles presentan un perfil óptimo de ácidos grasos insaturados (García P., 1996, Latimori N. y Kloster A. 2003). El proceso de deslocalización de la calidad producida se aleja de las especificidades que caracterizan a las carnes pampeanas. Con las prácticas intensivas de artificialización se obtienen carnes vacunas con calidades equivalentes a las que se logran con las mismas razas en los Feed Lots de los Estados Unidos, Canadá o Australia. Sin embargo, el impacto del proceso de artificialización/deslocalización de los sistemas de producción (y de las calidades producidas) no presenta una distribución homogénea entre los productores pampeanos. De hecho, existe un abanico de sistemas de producción ganadero, que van desde los más extensivos, basados únicamente en el pastoreo directo, a los más artificializados como el engorde a corral (feed lot).

3. Diversidad de inserciones territoriales y de arraigo técnico de sistemas de producción en un distrito del sudoeste pampeano

Los procesos de mutaciones y de transformaciones de las mediaciones en los territorios pampeanos no se han dado en forma homogénea dentro de la población. Por el contrario, “los diferentes territorios (cada uno funcionando en “archipiélago”) pueden coexistir, yuxtaponerse o articularse, al menos durante largos períodos, que no deben considerarse solamente como períodos de transición” (Albaladejo C. 2004, p 32).
De hecho, nuestro trabajo busca comprender la relación entre las diversas inserciones territoriales de los productores y los sistemas de producción ganadero que ellos mismos crean y recrean continuamente. A tal fin seleccionamos diez ganaderos del distrito de Saavedra, en el Sudoeste de la provincia de Buenos Aires. La selección se efectuó utilizando el conocimiento que tenía el agente de extensión del INTA local de sus estrategias productivas. Se efectuaron entrevistas semi-estructuradas individuales a los diez productores y se los visitó en sus explotaciones. En función de la información recolectada en las entrevistas se caracterizaron, por un lado las prácticas productivas y por otro lado el tipo de inserción territorial de cada productor. En un primer momento se construyó una tipología de productores según las particularidades de las prácticas productivas (Champredonde M. et all, 2007b) y luego calificadas en términos de nivel de artificialización y de intensificación. Para ello se tomaron en cuenta los siguientes componentes del sistema de producción: a) Composición del rodeo bovino, b) Actividad productiva (cría, recría, engorde), c) Organización de la mano de obra, d) Estrategias para la producción de forraje (recursos naturales, cultivos plurianuales, cultivos anuales), e) Organización del aprovechamiento del forraje (número de parcelas, organización de los lotes de animales en el año, encadenamiento en el aprovechamiento de forrajes). Prácticas específicas a la Suplementación: f) Confección de reservas de heno y nivel de suplementación con heno (en unidad de rollos/animal/ año), g) Confección de silajes, h) Organización de la provisión a animales, i) Tipo de recurso para la suplementación con granos o concentrados industriales, j) Nivel de suplementación con granos o concentrados sobre la dieta total (% del consumo diario en época de suplementación, k) Duración de la suplementación (en días) y etapa en el ciclo productivo (crecimiento, terminación), l) Sistema en confinamiento vs pastoreo.
Un elemento a tomar en cuenta, es que el muestreo se efectuó sobre explotaciones agropecuarias en las que los animales cumplen alguna etapa de la cría en pastoreo directo. Es decir, fueron excluidas las empresas que hacen exclusivamente engorde en feed lots. El análisis de las diez explotaciones resultó en la identificación de tres grandes grupos de unidades productor-sistema de producción. Los mismos se ubicaron en un gráfico de dos ejes (Gráfico 1).


Gráfico 1.
Tipología de Sistemas Explotación-Familia según su inserción territorial y la modalidad de intensificación de sus sistemas de producción ganadero

El eje vertical, representa el grado de complejidad en la gestión de la nutrición animal (combinación de los factores antes descriptos) en el seno de cada explotación. En el extremo inferior se encuentran los sistemas más simples: minimización de las tareas cotidianas, bajo nivel de detalle en la programación y gestión (día a día) del ajuste entre demanda nutricional/oferta forrajera, animales agrupados en uno o dos lotes. Los más complejos requieren de una programación anual del acoplamiento oferta forrajera/demanda nutricional. Se gestiona diariamente el ajuste de esos factores para asegurar la optimización del crecimiento animal. En las explotaciones pastoriles la utilización de alambrado eléctrico incrementa el requerimiento de mano de obra del sistema. En estos sistemas generalmente se suplementa a los animales con ensilaje, con cereales o con alimentos industriales. El eje horizontal, representa el grado de “artificialización” de la dieta de los vacunos. En la izquierda se sitúa el sistema “natural” basado únicamente en el pastoreo directo de recursos naturales y eventualmente en la provisión de heno. El acoplamiento entre el sistema de producción y las condiciones naturales de producción son máximas. En el extremo opuesto, los sistemas más “artificializados” desacoplan la producción del medio natural en el que se efectúa el engorde. Es decir, los alimentos pueden venir de cualquier lugar, inclusive de varios centenares de kilómetros. Luego de situar cada explotación en el gráfico, las mismas fueron agrupadas en base a las particularidades de su inserción territorial. Las características de la inserción territorial de los productores y de sus sistemas de producción resultaron en tres grandes tipos.

3.1. Habitantes que desarrollan la ganadería desde la esfera privada
En un primer tipo agrupamos a cuatro criadores que se articulan con la vida social local esencialmente a través de sus mundos privados. Tres de ellos son bastante grandes ya (entre 55 y 65 años). Uno no tiene hijos y los hijos de los otros tres están estudiando en la universidad o trabajan en otro lugar. La explotación es también el lugar de reuniones periódicas de la familia sobre todo los fines de semana y la oportunidad de reunirse con sus hijos que viven lejos. Por lo tanto, el espacio de la explotación cumple una función privada importante. Dos de ellos viven en la explotación a más o menos 10 km de la pequeña ciudad de Pigüé. Hasta hace algunos años participaron en las organizaciones locales de ganaderos como la Sociedad Rural de Saavedra o en el Comité Directivo de la cooperativa local. Sin embargo, en la actualidad no asumen mandatos y no tienen ninguna otra participación en el ámbito asociativo local.
En esta etapa de sus vidas no tienen interés en contratar nuevos empleados, ni intensificar sus sistemas de producción, poseen explotaciones pequeñas y superficies reducidas de cultivos. Se declaran opuestos a realizar cualquier cambio. Las otras personas que colaboran a diario en el desarrollo de las actividades agrícolas son predominantemente familiares. Uno de ellos gerencia una explotación, ubicada al lado de la suya, la cual pertenece a un primo. La propiedad de la tierra es en tres casos familiar e indivisa hasta el momento. El cuarto caso es el de un criador de jóvenes de 31 años que explota 500 hectáreas. Él vive en la explotación, situada a 10 km de la ciudad de Pigüé. No participa en ninguna institución local, profesionales o no. Aún no ha formado una familia y solicita los servicios de manera informal a una persona mayor que dice que “le está ayudando” y que es más un doméstico que un empleado formal. Esto significa que la forma en que estas personas se articulan con la sociedad local es más desde la esfera privada que desde que las otras dos esferas de la actividad. Es difícil llamarlos “productores” en un sentido de especialización y menos aún de profesionalización en la actividad agropecuaria. Hoy deberían más bien ser denominados “habitantes que desarrollan la actividad ganadera” ya que la identificación por la función de “residente” es más fuerte que por la función productiva. Sus prácticas de cría buscan una relativa simplicidad: los sistemas tratan de ajustarse a las condiciones naturales y la gestión se caracteriza por la simplicidad. Esto es coherente con su forma de vida. Las actividades ganaderas se ajustan a una forma de vida orientada hacia los objetivos y valores privados. Concretamente, significa que esta orientación técnica no es una opción profesional, es decir, una elección realizada en relación con los valores profesionales.
Desde el punto de vista productivo, estos sistemas son netamente pastoriles. Se caracterizan por una oferta forrajera media. La eficiencia de cosecha es frecuentemente baja dado que la gestión de los recursos forrajeros no se hace en forma intensiva (excepto en el caso del productor Nº 1). Esto se debe principalmente a que en los cuatro casos, la mano de obra es exclusivamente familia y se evita aumentar la demanda de tareas cotidianas para no tener que contratar mano de obra externa. En el caso de la explotación Nº 1, el mayor nivel de parcelamiento es posible gracias a que el productor vive en el campo y a que es ayudado por su esposa e hijas cuando éstas últimas los visitan el fin de semana. En la mayoría de los sistemas se proveen a los vacunos unos pocos rollos de heno en los meses de invierno, con el objetivo de compensar la baja oferta forrajera. Se trata entonces de sistemas de producción con una baja complejidad en el manejo de la nutrición animal (excepto en Nº 1 con nivel medio) y a su vez con un bajo nivel de artificialización de la producción. Este tipo de gestión tiene la ventaja de corresponderse con un bajo nivel de riesgos, dado el bajo nivel de inversión11.
El bajo nivel de artificialización nos permite considerar a las carnes producidas en estos sistemas como productos naturales. Dado el anclaje territorial de este producto, tanto desde el punto de vista agronómico, como cultural podemos calificarlo también como un producto local o típico (Champredonde M., 2007). Contribuyen además a la preservación de conocimientos locales y presentan un bajo impacto ambiental. Desde una visión del aporte de estos sistemas al desarrollo durable de los territorios, nos interrogamos sobre el impacto local de los mismos y sobre su propia capacidad de reproducción. A nivel local el impacto económico de estos sistemas, es bajo. No es demandante de mano de obra y no genera demanda de insumos ni de servicios. Un atenuante, es que todos los insumos los compran a nivel local. Además, el producto bruto por explotación es bajo, por lo que no genera grandes ingresos al comercializar sus productos. La limitante mayor de estos sistemas es que en principio no se trata de una estrategia reproductible en el tiempo. Esto está determinado por la falta de un sucesor y a que el bajo nivel de ingresos puede resultar un factor negativo ante políticas basadas en una creciente carga impositiva.

3.2. Productores articulados fuertemente en la esfera profesional local
En este tipo incluimos cuatro ganaderos: los números 5, 6, 7 y 8. Todos ellos tienen aproximadamente entre 35 y 45 años y algunos hijos que puede ser un sucesor. Tres de ellos participan en grupos locales de productores dos de ellos en un grupo ACER (Acción Cooperativa en Extensión Rural, los grupos profesionales de las cooperativas) y el tercero en el CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria, que son grupos de profesionales asociados en un movimiento que se inició en 1958). Todos ellos han introducido innovaciones técnicas según lo recomendado técnicamente por el servicio de extensión local del INTA: rotación intensiva de ganado en las pasturas, engorde a corral, la siembra directa, ensilaje de maíz, etc. Estos productores tienen empleados, no siempre declarados, pero siempre trabajando en el marco de una relación relativamente formal con ellos. Si bien dedican gran tiempo a las tareas administrativas, cada uno de ellos otorga gran importancia a la supervisión directa y diaria de las actividades ganaderas y del trabajo agrícola en la explotación.
Todos ellos viven en la ciudad de Pigüé, excepto el N° 5. Existe una frontera bien clara entre la vida privada (su familia e incluso sus amigos) y la vida profesional. Estos productores suelen frecuentar las “agronomías” locales o reunirse con los profesionales técnicos locales (agrónomos y veterinarios). Uno de ellos ha sido el presidente de la cooperativa agrícola local, y otro ha sido durante muchos años un miembro del Comité de Dirección. Participan activamente en la sociedad local, pero siempre desde el ámbito profesional. Su mundo es claramente profesional, pero es muy local en su composición a nivel de distrito. Otras conexiones profesionales a niveles superiores del distrito son menos frecuentes y no tienen un fuerte significado para ellos. Los valores profesionales, incluso si no se producen, se practican a escala de distrito. Estos ganaderos desarrollan sistemas complejos y artificializados. Cada uno de ellos desarrolla una visión empresarial de sus explotaciones, y busca asesoramiento técnico tanto de los extensionistas del INTA y la cooperativa, como en las agronomías. Los sistemas productivos (combinación de pastizales espontáneos, cultivos para forraje, cultivos comerciales) exigen una supervisión intensa. No disponen de superficies de gran tamaño (entre 400 y 1300 ha) y una gran parte es propia (más del 50%). Recientemente, desde los años 2003/2004 se constata una intensificación de la producción de forraje y del sistema de alimentación. Incluso se empezó a encerrar animales de engorde durante parte del año (sin buscar a instar un feed lot).
Estos productores son actores importantes del pequeño mundo agrícola profesional a nivel de distrito. Ellos son identificados por la mayor complejidad de sus sistemas de producción. Una mención especial debe hacerse al respecto del productor N° 5. El mismo explota una superficie propia pequeña (370 hectáreas) y explotan otras tierras (300 has más) en aparcería. El propietario tiene 72 años, y sus dos hijos (45 y 43 años) trabajan en sociedad con él. Ninguno de ellos ha estudiado y ahora un nieto de él (17 años) se agrega a la mano de obra familiar. Este joven abandonó la escuela secundaria y trabaja como tractorista. Toda la familia estuvo siempre muy vinculada con la cooperativa agropecuaria local. Este es un caso interesante porque es intermedio entre los dos tipos que hemos descrito. En este tipo la esfera privada es importante y está fuertemente relacionada con un proyecto profesional. La predominancia de la esfera económica en la inserción territorial de estos productores se condice con estrategias de optimización de beneficios. Sus sistemas de producción son gestionados en la búsqueda de una alta rentabilidad, por lo cual se han volcado a una creciente “artificialización” de los sistemas de producción, especialmente en la nutrición animal. Este fenómeno se observa principalmente en las últimas etapas en el engorde de animales destinados a faena. La información y los conocimientos necesarios en esta búsqueda de la optimización económica circulan en redes profesionales cuyo epicentro son las ciudades importantes de la región. En ellas se intercambian informaciones y experiencias, pero también se legitima el modelo de innovación técnico-económica y de desarrollo. Estas redes constituyen a su vez “nodos” locales de redes más extendidas que abarcan el país y que mantienen constantes intercambios con distintas regiones del mundo. Estas redes son conformadas por institutos técnicos, universidades, asociaciones de productores, asociaciones de cooperativas, etc..
En algunos casos, esas redes se institucionalizan, como por ejemplo en el caso de los feed lots, los cuales se agruparon en la Cámara Argentina de Engordadores de Carnes Vacunas (www.feedlot.com.ar). Esta asociación busca generar una imagen positiva de sus productos, y permitir el intercambio de experiencias y de conocimientos entre sus miembros. Sin embargo, entre las acciones más importantes que han desarrollado se negoció con el gobierno nacional condiciones especiales que estabilicen su negocio. Por ejemplo, han logrado subsidios en la compra de maíz destinados a estos sistemas. Esta estrategia en red pone en evidencia la naturaleza de los riesgos asociados a los sistemas más artificializados. Si en los sistemas más naturales, las variaciones climáticas tienen un alto impacto, la creciente artificialización tiende a atenuar sus efectos. Sin embargo, estas estrategias sólo consiguen cambiar la naturaleza de los factores que afectan la estabilidad de los sistemas. En los sistemas más artificializados, el mayor nivel de inversión en instalaciones y sobre todo las variaciones en la relación de precio entre insumos y productos, confieren gran inestabilidad a estos sistemas. Es decir, son sistemas sensibles a las variaciones de políticas económicas nacionales y a las variaciones de los mercados nacionales e internacionales de insumos y de productos. Desde el punto de vista organizacional, se requiere de una red de servicios de carácter regional. Es el caso de los productores que se han especializado en confeccionar ensilajes de cultivos o pasturas, y que recorren itinerarios de cientos de kilómetros entre las distintas explotaciones que éstos cuentan como clientes. De la misma manera, las redes comerciales que abastecen a estos productores de cereales, subproductos industriales y alimentos balanceados. Respecto a la mano de obra, la observación de los diez sistemas analizados, muestra un incremento en tareas de rutina (activités d’astreinte, Dedieu, 1993) cuanto más artificializado es el sistema. El tipo de mano de obra demandada por los sistemas más artificializados se caracteriza por las competencias para la conducción de herramientas, como tractores y dosificadores de insumos. Estas competencias son similares entre empleados de sistemas artificializados de todo el mundo. Es decir, las competencias requeridas por los sistemas es tanto más “deslocalizada”.
Es por ello que calificamos a los sistemas con mayor grado de artificialización, como sistemas “deslocalizados”. Es decir, que combinan en el proceso productivo y en su gestión, insumos, conocimientos y mano de obra calificables como deslocalizados. Como consecuencia de la “deslocalización” de los factores de producción, la calidad de los sistemas más artificializados puede ser calificada igualmente como de deslocalizada. De hecho, carnes producidas en sistemas intensivos, que utilicen razas biotipos animales similares, en distintas regiones del mundo, pueden presentar características similares. En el caso de los cuatro sistemas estudiados, el grado de artificialización y por ende el grado de deslocalización de la calidad de las carnes puede ser caracterizado en los términos de medio y de medio a alto. El mismo es variables entre explotaciones (y a veces entre lotes de animales de una misma explotación). En base a trabajos de INTA se podrían considerar carnes pastoriles a aquellas que no exceden el 0,7% de la complementación sobre la dieta total (Irurueta et all, 2007). En principio, podemos imaginar que más de la mitad de las carnes producidas en estos sistemas podrían ser consideradas como provenientes de sistemas pastoriles. La mayor artificialización de los procesos productivos, frente a los sistemas puramente extensivos, acuerda mayor estabilidad a los resultados productivos, por lo que se tiende a estabilizar la producción local de carnes.
Estos sistemas dinamizan la economía local dada la mayor demanda de insumos en comercios locales (generalmente instalados en las cabeceras de distrito) y de servicios (por ejemplo la confección de ensilajes) y por los altos volúmenes de vacunos comercializados mediante intermediarios locales. Por otra parte, estos sistemas son demandantes de mano de obra local, entre los trabajadores cuyas competencias los habilitan para trabajar en estos sistemas. En lo concerniente al impacto medio ambiental, aún no se ha efectuado un estudio en profundidad sobre las amenazas que representan los sistemas más artificializados. En principio constituirían una amenaza los sistemas que efectúan encierres temporarios, situados en proximidades de cursos de aguas superficiales o con suelos muy permeables y con napas freáticas en proximidad. Este riesgo de contaminación de las aguas superficiales y subsuperficiales parecería potenciarse en el tiempo dada la falta de reglamentaciones adecuadas y la presencia de organismos que controlen su implementación. Desde el punto de vista cultural, este tipo de sistemas y de inserciones territoriales de los productores, son frecuentemente asociado al “desarrollo”. Sin embargo, estos procesos profundizan la marginación de las tradiciones y valores simbolizados por el guacho y la cultura criolla. De hecho, los saberes locales encuentran un espacio muy reducido en los sistemas modernos.

3.3. Productores con inserción local desde la esfera profesional pero fuera del sector agropecuario
Dos ganaderos constituyen este grupo, caracterizado por la falta de arraigo en las redes sociales asociadas a la actividad agropecuaria. Ambos han comprado tierras en el distrito. Uno de ellos es un político de alto rango en la provincia de Buenos Aires. La explotación es administrada por Juan, un ex empleado del Senado, que es nativo del distrito. Juan tiene 42 años dos hijos. Pero el dueño de la explotación no desarrolla su vida profesional en el ámbito local. La otra persona, es un comerciante que reside en Pigüé. Un empleado suyo vive en su explotación. Cada lunes y sábado, o cuando el comercio está cerrado, va a la explotación para supervisar el trabajo. Su esposa y su hija también han realizado estudios relativos al comercio que desarrollan. Toda la familia va los domingos a la explotación para descansar y recibir amigos o visitas familiares. En este caso la esfera privada es dominante, pero la diferencia con el tipo descripto en primera instancia es que la esfera de lo privado no está conectada con una sociabilidad alineada con la actividad agraria y menos aún con la actividad agraria a escala local. Ninguno de estos dos “agricultores” está participando en las instituciones locales, ni en las instituciones profesionales. Los sistemas de producción presentan muchas simplificaciones a partir de la implementación de prácticas productivas basadas en la articialización. Ambos sistemas de producción ganadera son contrastantes especialmente en lo que respecta al grado de complejidad. El productor Nº 9 programó el esquema de producción en base a la información recogida en cursos brindados por INTA. Combina producción pastoril con suplementación con ensilaje.
El productor Nº 10, no efectúa grandes inversiones en conocimientos y en insumos para lograr una buena producción de pasto. Compensa esa falta de forraje, encerrando los animales en terminación y ofreciendo alimento balanceado ad livitum. En este caso se busca simplificar la contratación de mano de obra y del desarrollo de sistemas técnicamente mejorados. La actividad agrícola es concebida por el propietario como una capitalización (Champredonde M. et all, 2007 b). El tipo de objetivo perseguido y la disponibilidad de recursos financieros extra-explotación explican la búsqueda de simplificación a un alto costo económico. El impacto económico local de este tipo de explotaciones varía según la localización geográfica del propietario, según su profesión principal y el tipo de organización implementada en el lugar de producción. En el caso de empresarios y profesionales locales no relacionados con el sector, el impacto depende de su propia inserción territorial o la del responsable de la explotación. En el caso de inversores externos al territorio, se tiende a resentir la economía local: se compran algunos insumos en el lugar y otros fuera. Suelen vender a través de comerciantes situados en grandes centros urbanos. El impacto ambiental sería función del tipo de sistema desarrollado por cada explotación y por su emplazamiento. Por ejemplo, el productor 10, efectúa normalmente encierre de varios lotes de animales durante cerca de tres meses y en proximidad de un arroyo. En ese sentido observamos gran heterogeneidad en el grado de artificialización.

3.4. Producto de una inserción territorial local y de respuesta a incitaciones económicas: las producciones orgánicas y las Indicaciones Geográficas
La presencia mayoritaria de productores en tres de los cuatro cuadrantes del Gráfico 1, nos interrogó sobre qué tipos de sistemas de producción y de inserciones territoriales serían incluidas en un hipotético grupo D. Estos sistemas deberían caracterizarse por una alta complejidad en su gestión y de un muy bajo grado de artificialización. A priori la definición de este tipo de sistema se corresponde con las producciones orgánicas. En nuestro trabajo, no hemos entrevistados a productores de este tipo, dado que no existen dentro de nuestra área de muestreo. En principio, las producciones orgánicas basan la producción en los recursos naturales locales o de especies introducidas, pero sin el uso de agroquímicos. Las restricciones en el uso de agroquímicos, en la búsqueda de una productividad adecuada, implica un grado de artificialización mínimo y una mayor complejidad en la búsqueda de alternativas técnicas. Además, el hecho de que estas prácticas sean objeto de protocolización y de certificaciones implican complejidad en la gestión administrativa.
El tipo de gestión requerida en las producciones orgánicas se corresponde con la inserción del productor en redes socio-técnica específico en las que se intercambian experiencias y conocimientos relacionados a las producciones que los ocupan. Esas redes exceden generalmente a dimensiones territoriales como el distrito o un conjunto de distritos. En este tipo de productores, la esfera económica presenta un lugar preponderante. Se trata de una vía de profesionalización de producciones que otrora fueran informales. Además, para que la actividad orgánica se desarrolle debe existir un beneficio económico que lo justifique. Sin embargo, el conocimiento de sistemas orgánicos regionales nos enseña que para que el sistema sea reproductible en el tiempo, el mismo debe basarse en un anclaje local fuerte, tanto en lo técnico, como en la esfera privada. Según los expertos en este tipo de producciones “la producción orgánica es más una vocación que un negocio.”
Otro tipo de certificación que se corresponde con la definición de producción natural (localizada) y de gestión compleja, son las Indicaciones Geográficas. Nuestros trabajos demuestran la posibilidad de comunicar una Indicación Geográfica para las carnes vacunas pampeanas (Champredonde M., 2007). Según las conclusiones de nuestros trabajos, este tipo de proyectos debería ser coordinado a nivel de toda la región pampeana. Los protocolos de producción podrían comprender a productores como los Nº1 a 6. En este caso los requerimientos de una certificación de este tipo requiere de la presencia de una esfera económica desarrollada. El tipo de proyecto debería promover además, una fuerte inserción de la esfera social y privada a nivel local.

A modo de conclusión

El análisis en términos de capital social, nos permite considerar a las prácticas productivas como parte de la inserción territorial de las personas. El capital social es caracterizado, tal como lo propone Hannah Arendt, a partir de la articulación de tres esferas: la esfera de lo público, de lo privado y de lo económico. La diversidad de inserciones territoriales, entre personas, se caracteriza por la diversidad en la importancia que adquiere cada una de las esferas, y por las particularidades de cada una de esas esferas. Nuestro objetivo es asociar las esferas a las actividades ganaderas y observar de qué manera se relacionan. El análisis histórico de las mutaciones de la sociedad rural pampeana y de las relaciones entre las principales culturas que la conformaron, nos permite comprender el contexto territorial en el cual evolucionó la inserción territorial de los productores ganaderos y dentro de ella las prácticas de producción ganadera. Comprendemos entonces que el fenómeno de la implementación de la suplementación en la cría de vacunos no constituye simplemente la respuesta a una coyuntura económica. Es el resultado de la evolución de las mediaciones sociales en las cuales estas prácticas productivas son parte de la inserción territorial de cada productor.
Si observamos la diversidad actual de productores según su capital social, encontramos que algunos de ellos corresponden a formas de inserción territorial propias a etapas históricas del siglo XX. Por ejemplo, los productores del grupo A, se asemejan a los de la pampa agraria. Sin embargo, esas inserciones territoriales y esas prácticas productivas no se conservan inalterables en el tiempo. Ambas son reconstruidas y readaptadas en el nuevo contexto territorial. En los productores del grupo A observamos que la inserción territorial pasa fundamentalmente por el arraigo social local. En ese contexto, la actividad ganadera es considerada como un modo de vida. La esfera económica es menos importante y forma parte de la esfera privada. Los sistemas de producción valoran los recursos forrajeros locales y o logrados mediante un bajo nivel de artificialización. Algunas de las prácticas de producción pueden ser consideradas como tradicionales. Sin embargo, el origen europeo de los padres y abuelos de estos productores nos muestra una evolución cultural en la que se asimilaron sólo algunos de los conocimientos y comportamientos de los criollos. Estos productores son herederos lejanos de la cultura del gaucho, aunque contextuada en una hibridación con la cultura gringa y reconstruida en un contexto de la modernidad.
Otra conclusión que surge al caracterizar la inserción territorial de los productores del grupo A, es que ésta no es invariable a lo largo del tiempo. De hecho, dos de los tres productores de más edad de este grupo, fueron participes del proceso de modernización en los años 1960-1990. Sin embargo, la falta de un sucesor, el avance de la edad y el tamaño reducido de la explotación, contribuyeron fuertemente a un cambio en la inserción territorial y por ende en las prácticas productivas. Los productores del grupo B, encarnan la mutación territorial en la etapa de la ”modernidad”. En las mediaciones moderna la esfera económica ocupa un lugar relevante. En los productores de tipo B dentro de la esfera económica el sistema de producción ocupa un lugar central. Un elemento llamativo a considerar es que la modernidad implica un proceso de creciente deslocalización de las prácticas productivas, pues se basa en una artificialización progresiva. Sin embargo, en el caso de los productores del grupo B, esa deslocalización no se condice con la inserción local de sus respectivas esferas públicas. Estos participan como dirigentes en instituciones locales, relacionadas o no con la actividad agropecuaria. Además, sus redes de sociabilidad están centradas en la población urbana más importante del distrito y fuertemente relacionadas con la actividad agropecuaria. Participan también activamente en comisiones de clubes de fútbol u otro tipo de asociaciones locales. Ello pone en evidencia que el proceso de artificialización de los sistemas pastoriles en la modernidad, no contribuye, necesariamente, a la deslocalización de los productores, ni al debilitamiento de las redes sociales locales.
Sin embargo, debemos considerar que en el contexto actual de las comunicaciones, las redes socio-técnicas locales a las que pertenecen estos productores, constituyen un nodo de redes más amplias que abarcan a grandes regiones del país y en muchos casos a redes internacionales. Por otra parte, algunas prácticas, como la utilización de ensilajes, se nutren de redes de servicios que exceden el ámbito distrital. Otra de las conclusiones importantes, es que el proceso de intensificación no es necesariamente sinónimo de artificialización. En el caso del productor Nº 5 y de las producciones orgánicas, la intensificación se asocia sobre todo a la complejización del sistema. Por ende, intensificación no es siempre sinónimo de deslocalización de las prácticas o de la calidad de los productos. En el sentido inverso, vemos que en algunos casos, la artificialización no siempre es sinónimo de complejización. De hecho en el caso del productor Nº 10, la artificialización resulta de una simplificación en la organización de la mano de obra y sirve además para compensar la escasa intensificación de la producción forrajera. En este caso, simplicidad en el manejo, tampoco es sinónimo de localización.
La inserción territorial de los productores del grupo C, permite concluir que la búsqueda de la preservación del patrimonio o de inversiones por parte de empresarios o políticos, puede corresponderse con diversas prácticas productivas. Estas varían con la inserción territorial del propietario y de quién ponen al frente de la explotación. Por último, nos preguntamos: ¿Qué implicancias tienen las inserciones territoriales identificadas en el distrito de Saavedra, sobre un proceso de Desarrollo Sustentable?. En primer lugar debemos subrayar que los niveles de artificialización identificados entre los productores del grupo B se sitúan en niveles medios, por lo que no parece comprometerse la sustentabilidad del medio ambiente. A su vez, estos presentan una esfera de inserción local social, con alto desarrollo, por lo que este tipo de inserción territorial parece altamente compatible con procesos de desarrollo territorial. El tipo de prácticas productivas implementadas, buscaría la viabilidad de las explotaciones en el contexto económico actual. En definitiva se trata de un sistema que permite a los productores seguir trabajando y viviendo en el lugar sin que se cuestione su arraigo social. Socialmente estos sistemas son evaluado positivamente, como una tentativa obtención de rentabilidades aceptable al generar sistemas de producción mixtos sustentables. Las particularidades territoriales han hecho que, en distrito de Saavedra, la modernización tenga un alcance limitado. Las artificialización de las prácticas permanece limitada, en la mayor a la suplementación de animales engordados a pasto. En pocos casos se encierran los animales en los últimos dos a meses de engorde.
El tipo de objetivos perseguidos y el nivel medio de artificialización implica que estos procesos no sean percibidos por la población local como potenciales amenazas para el medio ambiente. Es decir, la sociedad local parece condenar sólo los feed lots cercanos a los pueblos. En estos casos se cuestiona la posible contaminación de napas, los olores desagradables y la proliferación de insectos como las moscas. Desde el punto de vista económico, el incremento de la suplementación en sistemas pastoriles aporta estabilidad a en la producción, al atemperar la incidencia del clima. Por otra parte homogeniza la calidad de la hacienda faenada, aunque exista una posible pérdida de calidad en el impacto sobre la salud humana (por incidencia sobre la tasa de colesterol). Genera además, un incremento de la demanda de insumos, mano de obra y servicios, lo cual contribuye a dinamizar la economía local. Desde el punto de vista cultural, estas prácticas tienden a marginalizar los saberes empíricos colectivos localizados relacionados a la cría de vacunos, y a quienes los poseen: los paisanos. ¿Se puede imaginar un desarrollo sustentable apoyado sobre sistemas que marginan a un componente importante de los símbolos asociados al territorio?

Notas

1 Estancia: la etimología de la palabra proviene de estar. Durante el siglo XIX, este término evocaba el lugar en donde se permanecía. En el lugar donde había tierra fértil y agua, el europeo y el criollo se instalaba, se hacia estancia. Actualmente se tiene tendencia denomina “estancia” a la propiedad que excede las 1.000 hectáreas.

2 Muñiz, R. hace mención de tres tipos de “elementos” de la campiña: Paisano: es un hombre de trabajo. Tiene un hogar estable y de respeto hacia la autoridad. Campero: es un hombre móvil para la caza del Ñandú y para el acompañamiento en las travesías por la Pampa. Gaucho: es nómada pero audaz, indomable, no se somete a ninguna disciplina”… 1966, p42 et 43. En nuestro trabajo generalizamos en la denominación de “gaucho” para señalar a los pobladores rurales del siglo XIX, de origen mestizo y que posee las habilidades antes descriptas.

3 Acollarar: Amarrar por el cuello un ternero que perdió a su madre al cuello de otro, cuya madre es capaz de amamantar a ambos.

4 Aguachado: que ha perdido a su madre

5 Yerra: se denomina así al evento social que reúne en cada explotación al productor, sus empleados y vecinos, en cual se castran los terneros machos. Esta tiene lugar en los meses de otoño. En la misma ocasión se coloca la marca a fuego con iniciales que permiten individualizar al dueño

6 La búsqueda de animales más pequeños que aquellos destinados a la exportación, estimula el desarrollo de una genética vacuna caracterizada por animales de tamaños medios a bajos y altamente adaptados a la producción pastoril.

7 Un elemento a tener en cuenta al analizar el creciente uso de pesticidas, es que la intensidad de utilización de los mismos, por unidad de superficie sigue siendo baja respecto de los denominados países desarrollados. En ese sentido, el autor W. Pengue [2000, p 4] cita que la utilización de insecticidas en Argentina es cuatro veces menor que en los Estados Unidos y 10 veces menor que en Francia. Sin embargo, la utilización actual de herbicidas, referidos a la unidad de superficie, se acercaría al de los agricultores de los Estados Unidos y representaría la mitad de lo utilizado por los productores franceses.

8 Esto representa un aumento del 63 y 75 % respectivamente.

9 Artificial: Hecho por mano o arte del hombre. No natural (Diccionario Marred, p 87). El concepto de sistema “artificializado” se opone aquí a sistema “natural”, es decir en el que los vacunos se alimentan exclusivamente de hierbas espontáneas.

10 Champredonde M. (2008) adjudica este fenómeno de artificialización a la confluencia de factores como: a) La agriculturización b) La evolución de la genética hacia biotipos menos adaptados a la producción pastoril, c) La creciente importancia de los supermercados en la distribución de carne a los consumidores urbanos, d) En la zona de estudio, a partir del año 2003, la incidencia de repetidas sequias estacionales con baja producción forrajera.

11 Este tipo de sistemas se asemeja a los descriptos por Morales H., como gestores mediante bajos costos (2001). El autor reconoce además otros dos tipos de productores: los que buscan optimizar los resultados económicos, próximos a los productores comprendidos en el grupo B y productores que buscan las oportunidades comerciales.

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