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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.10 Santa Fe dic. 2014

 

ARTÍCULOS

Desigualdad espacial y desarrollo territorial del Estado de Yucatán*

 

Esther Iglesias Lesaga

Investigadora Titular del Instituto de Investigaciones Económicas - UNAM, México.
Investigadora Nacional SNI - CONACYT.
E-mail: estherb@unam.mx

* Este texto es una versión corregida y ampliada a la que originalmente fue presentada como ponencia en el XXIX Congreso de ALAS, realizado en la ciudad de Santiago de Chile (29 de septiembre al 4 de octubre de 2013) y que aparece en el Acta científica del Congreso.

Fecha de recepción: 11 | 03 | 2014
Fecha de aceptación final: 19 | 08 | 2014


RESUMEN

Este trabajo analiza en dos partes (I y II) algunas de las dimensiones que hacen al desarrollo territorial y las desigualdades espaciales en el Estado de Yucatán (México). La propuesta consta de un constructo que permita observar y explicar la existencia de dos tipos de desigualdad: en primera instancia, se despliega la desigualdad del desarrollo territorial yucatanense con respecto al desarrollo social y económico de otras regiones del territorio mexicano. En segundo término, la desigualdad y exclusión socioeconómica en el estado de Yucatán que se observa a partir de un masivo abandono del espacio rural -que anteriormente concentraba mayoritariamente a una población de ejidatarios henequeneros, y que posteriormente dio ocupación en varias maquiladoras a una parte de ellos- y que hoy se hace evidente en determinados espacios urbanos como Mérida y su zona metropolitana.

Palabras clave: Desigualdad espacial; Desarrollo territorial; Migración yucatanense.

SUMMARY

Territorial development and spatial inequality in Yucatan

This paper discusses in two parts (I and II) some of the dimensions that make the territorial development and spatial inequalities in the mexican State of Yucatan (Mexico). The proposal consists of a construct that allows to observe and explain the existence of two types of inequality: in the first instance, the yucatanense development territorial inequality with respect to social and economic development of other regions of Mexico. Second, inequality and socio-economic exclusion in the state of Yucatan that is observed from an exodus of rural space, which previously focused mainly a population of henequeneros ejidatarios, and subsequently gave occupation to a number of maquiladoras them, today is evident in certain urban spaces such as Merida and its metropolitan area.

Key words: Spatial inequality; Territorial development; Yucatanense migration.


 

Parte I. Consecuencias de la economía global y la desterritorialización en México

I.1. Desigualdades en la economía global

La globalización económica produjo crecimientos desmesurados en ciertas economías emergentes, aunque para el caso de América Latina tanto su Producto Interno Bruto (PIB) como la productividad -para la mayoría de los países- hayan tenido un lento crecimiento. A partir de la última década del siglo pasado y en el período que corre del actual, la liberalización e integración comercial se instalaron de manera transversal en América Latina para crear enormes expectativas, y que a la larga se han ido convirtiendo en continuos desalientos. La liberalización del comercio exterior y de la Inversión Extranjera Directa (IED) junto con la liberalización financiera interna crearon una gran convergencia institucional que de alguna manera «homogeneizó» cierta política económica en toda la región. En su más reciente trabajo, Jaime Ros (2014) afirma, en oposición a una gran mayoría de otros especialistas, que el lento crecimiento en América Latina se debe a problemas de acumulación de capital y no necesariamente a su productividad. Ahondando en esta misma dirección, el autor considera que la influencia del capital humano al estudiar el crecimiento en la región no es determinante para el mismo y en la misma medida también relativiza la acción de las instituciones dando un mayor peso a la necesidad de crear políticas públicas adecuadas, ahora sí, dentro de un marco institucional mejorado. En todo caso, se recomienda estudiar con más claridad los ritmos de industrialización para encontrar una explicación más adecuada al crecimiento y productividad en la región.
No cabe duda, que al reflexionar sobre el crecimiento latinoamericano en estas tres últimas décadas se debe tener en cuenta también el estudio de las polarizaciones que se producen -en este mismo período- a su interior. Actualmente se estudian, desde diferentes ángulos, las importantes brechas territoriales subnacionales para evaluar avances y retrocesos en salud, educación, empleo, ingresos, seguridad ciudadana y problemas de género. Este tipo de crecimiento que se ha dado en nuestra región ha creado grandes territorios rezagados que necesitan de políticas públicas adecuadas. Los diagnósticos de tipo regional, en su mayoría, examinan las desigualdades del ingreso, los distintos niveles de pobreza y las cuestiones más puntuales sobre las desigualdades en la atención a la salud.1 En estos trabajos, generalmente se observan indicadores para evaluar individuos y grupos sociales de una población, y están orientados a arrojar mediciones debido a un análisis -en su mayoría- de tipo cuantitativo. En estos estudios se priorizan los análisis sectoriales y se desarrollan políticas para subsidiar y mitigar las desigualdades de la pobreza. De unos años a esta parte la aplicación de políticas públicas a territorios pequeños, con un mayor grado de homogeneidad y un tejido social más sólido parecen reemplazar a las anteriores políticas para el desarrollo en determinados países.

«El territorio ofrece un punto focal de orden distinto, común a los otros, lo que hace posible una visión plurifocal, en condición de reconstruir como las distintas desigualdades se enlazan en una configuración particular [...] Son los nexos, las interconexiones que subyacen a las diferentes desigualdades [los que dan origen a su durabilidad:] actuar sobre ellos deviene por lo tanto decisivo. El territorio ofrece la base para hacerlo» (Ianni, 2012:4-5).

De esta manera, el territorio es un espacio en el que se pueden observar, mitigar y hasta transformar -debido a su menor escala- cierto tipo de desigualdades que no se contemplan en toda su magnitud a nivel de grandes regiones o países. De manera similar a la de la aplicación que se hace de las políticas públicas para el desarrollo en diferentes regiones de América Latina también ahora se pretende llevar a cabo medidas semejantes para la «unidad territorial». Considerando que la cooperación para el desarrollo ha sido mal planteada se propone hoy una cooperación descentralizada al desarrollo (CD) o cooperación de comunidad (Ianni, 2012). A nuestro parecer tanto la una como la otra no se diferencian demasiado como políticas públicas puesto que ambas tienen como propósito primordial cerrar baches -ampliados por la globalización- dentro de las enormes desigualdades territoriales.
Aplicar este tipo de soluciones a territorios, en países, como en el caso de México, sabemos que no representa más que un paliativo a problemas estructurales que deben ser planteados de otra manera para desarrollar políticas públicas que impidan generar nuevas polarizaciones, las cuales -a corto o mediano plazo- terminarían generando otras desigualdades. En el presente artículo no se estudiará la temática de la pobreza en toda su extensión: ello escapa a nuestros ejes de análisis que se centran concretamente en desplegar a partir de una metodología cualitativa, que se apoya eventualmente en ciertos
ejemplos de naturaleza cuantitativa, pero no seriados, para poner en evidencia ciertos indicadores que aparecen como manifestaciones claras de lo que hemos dado en llamar los «nuevos bolsones de las desigualdades territoriales».

I.2. Desigualdad espacial, globalización y territorio

Mi trabajo pretende desplegar, para un territorio muchas veces postergado en los más recientes análisis sobre desigualdades territoriales y espaciales, que no incursionan en la urbanística, las diferentes «deformaciones» e inequidades sociales que producen estas desigualdades manejando escalas micro dentro de esta espacialidad territorial. Es preciso señalar, antes de entrar en cualquier análisis que conlleve a explicar la existencia de desigualdades territoriales -para ciertos estudios de caso, como el que hoy nos ocupa- los referentes a utilizar en función de la conceptualización del espacio. Conceptualizar el espacio nos permitirá obtener una visión alterna y crítica del desarrollo. La desigualdad espacial está instalada desde siempre a nivel planetario, desigualdad en función de una determinada actividad económica que hace a las regiones, a sus niveles salariales, a su tasa de crecimiento, más ricas o más pobres que otras. Todo ello cuando hablamos de una cierta desigualdad regional: unas regiones más competitivas en su producción que otras. Sin embargo, esta desigualdad no es perenne ni tampoco podemos pensar, como se hacía ya hace medio siglo, que unas regiones son homogéneas porque tienen una determinada «vocación» en su producción (por ejemplo, cuando hablábamos de determinadas regiones con vocación cerealera de las pampas argentinas). Al margen de ciertas implicaciones políticas que la autora desprende de una parte de su concepción sobre el espacio (diferencias significativas entre la «responsabilidad con la distancia temporal» y la «responsabilidad en el presente espacialmente distanciado») coincido con Doreen Massey (2012) en que el espacio es un producto de las prácticas, las relaciones, las conexiones y las desconexiones. Y continúa, más adelante, asegurando que el espacio es la dimensión de la multiplicidad y que éste está siempre en proceso en tanto que es una producción en curso (Massey, 2012:198).
La desigualdad geográfica por lo tanto, es un fenómeno relativo y sujeto a alteraciones. Cambios que tienen que ver con la distribución de los recursos o de la población y, por supuesto, con los procesos de producción en sí mismos. Incorporar a un espacio determinados cambios, como en el caso de nuevas inversiones, va configurando gradualmente una nueva estructura espa
cial que desprovista de un encaje adecuado de políticas públicas, provoca necesariamente otra desigualdad: las nuevas industrias cambian los papeles en las economías regionales. Se acentúan de este modo las diferenciaciones espaciales más allá de las desigualdades espaciales que estaban en su base geográfica. Todo este tipo de desigualdades a nivel regional y local se ensancharon y acrecentaron en estas últimas décadas de la globalización.

I.3. Desterritorialización en México y desigualdades espaciales en Yucatán

I.3.1. Desterritorialización en México
Hacia 1995 el país sufre una grave recesión económica de la que emerge en un tiempo relativamente corto: para el año 2000 las exportaciones representaban alrededor del 30 % del PIB. Pero, ¿cómo crecía México? En principio, el país acumulaba un incremento de sus desigualdades sociales manifiestas espacialmente. Para ese mismo año, el primero del siglo XXI, la mayor parte de las asalariadas y asalariados jóvenes ofrecían su fuerza de trabajo en las maquiladoras instaladas, en una gran mayoría, en los estados fronterizos. México acrecentaba sus disparidades regionales y la brecha era cada vez más ancha entre el norte y el sur del territorio nacional. La industria exportadora tenía como motor a la IED y como destino al vecino país socio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) desde 1994.
En los albores del presente siglo y más concretamente a partir del año 2000, momento en que se cristaliza el cambio económico que veinte años antes se había puesto en marcha en algunos países latinoamericanos, como en el caso de México, comienzan a sentirse los efectos de un Estado debilitado que había ido perdiendo preponderancia y acción frente a los diferentes cambios socioeconómicos dentro de su territorio. Había sufrido la privatización de una importante mayoría de sus empresas paraestatales y también con ello de muchos de los servicios públicos, y a su vez había sido paulatinamente despojado de su referente territorial (Iglesias y Muñoz, 2010). La desterritorialización manifiesta la fragmentación de los lugares del poder estatal, tanto económico como político, y no de su disolución que se ve confrontada por el multilateralismo del capital internacional, provocando en última instancia que la territorialidad estatal no tenga mayor relevancia. A partir de este momento, las decisiones económicas de muchos estados tendrían que ser aprobadas por el escrutinio público de organismos financieros internacionales, verbigracia el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y por los capitales transnacionales, que gracias a las
nuevas tecnologías de la información podían hacer evidente su veredicto por medio de los mercados financieros internacionales (Sojo, 2004).
La globalización trajo consigo una forma nueva para visualizar y actuar sobre el territorio: lo local y lo global se convirtieron en términos complementarios y no antagónicos. De esta manera la globalización se nutre, entre otras, de la fuerza que le imprime la competitividad lograda en función de las diferentes variables territoriales (Rullani, 1997).

La pérdida del referente territorial para el Estado y su sustitución en los procesos económicos por el capital nacional y transnacional, y el ascenso de la región económica como rasgo distintivo de la nueva territorialidad ligada a la globalización fueron características esenciales de los nuevos modelos de crecimiento económico adoptados por muchos países en la década de 1980. Más allá de que estos modelos se muestren como un todo orgánico, en el fondo constituyen estrategias económicas que son congruentes con las demandas y los requerimientos del capitalismo neoliberal, donde el territorio manifestado como región económica desempeña un papel fundamental (Iglesias y Muñoz, 2010:202).

I.3.2. Desigualdades sociales y territoriales en el estado de Yucatán
Una gran mayoría de los especialistas están de acuerdo en señalar que la liberalización de la economía en los años noventa ha acentuado las desigualdades entre trabajadores calificados y no calificados y que ha ido aumentando la informalización y el desempleo. Desde entonces y ya para finales de los años 90 «los empleos en los sectores expuestos a la competencia internacional van disminuyendo en porcentaje» (Salama, 1999:147). Si se trata de buscar un ejemplo de las enormes limitaciones y extremas desigualdades del crecimiento, el sureste del territorio nacional mexicano representaría uno de los más arquetípicos. Dentro de este último, el estado de Yucatán que comprende apenas el 1,8 % de la población nacional y cuyo ínfimo PIB sólo alcanza el 1,5 % es el escenario más claro de una región rezagada a pesar de que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) insiste en proponerla como un espacio en el que se desarrolla todo un proceso de convergencia regional. Por otro lado, si consideramos al estado de Yucatán como una parte importante dentro del territorio nacional se debiera atender la variable de ingresos que en relación a los 32 estados del país llegaría a ocupar apenas el lugar 18 (OCDE, 2008:34). Podemos señalar diferentes variables que iluminan la desigualdad territorial, pero creemos que el desempleo y la ocupación informal son los espejos que reflejan con mayor claridad las inequidades sociales que hacen de esta región una de las más contrastantes a nivel nacional.
El que la tasa de desocupación de Yucatán siga la misma tendencia que en el resto del país, para el período estudiado hasta 2008, no quiere decir que a partir de entonces haya crecido de la misma manera que lo ha hecho en el resto de México (ver gráfico 1). La explicación a este fenómeno se encuentra en la existencia de salarios bajos. Los salarios mínimos y medios en Yucatán son mucho más bajos que los de la media nacional: mantener una mano de obra barata ocupada da más «facilidades» al empresario que recortar el número de trabajadores para ofrecerles a algunos mejores salarios. Esta reflexión se ratifica, de alguna manera, al contemplar un nuevo indicador como es la Tasa de Informalidad laboral, tal y como se examina más adelante en este trabajo. El incremento de las desigualdades sociales y el aumento masivo de la mano de obra femenina explican los altos niveles alcanzados en la tasa de desocupación (ver gráfico 2), para un espacio que ha sufrido enormes cambios desde que los territorios rurales dedicados al cultivo del henequén han sido abandonados: los primeros años de la década de los noventa ya atestiguan este hecho.


Gráfico 1.
Tasa de Desocupación en la República Mexicana y en el estado de Yucatán, 2001-2010


Gráfico 2.
Población desocupada por sexo en el estado de Yucatán, 2001-2010

El crecimiento de la mancha urbana de Mérida desde los años 80 hasta hoy es realmente sorprendente si consideramos que la tasa poblacional ha ido disminuyendo desde entonces de 2,51 a 1,67. Mérida y la zona metropolitana en 1998 ocupaba un área de 15, 944 has. con 705,100 habitantes mientras que para 2010 ya alcanzaba una población de 870,084 personas en una superficie de 27,027 has. (Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente [SEDUMA], s/f).


Mapa.
Crecimiento de la Mancha Urbana (1950-1978-1998-2010)

Parte II. El fenómeno de la tercerización en los territorios que focalizan la desruralización

En un reciente trabajo (Iglesias, 2014) nos detuvimos en esta temática debido a que al analizar el crecimiento y desarrollo en este estado de la República mexicana el rezago en planificación regional y desarrollo a mediano plazo de este territorio no parecen gozar de buena salud. Recordemos que ya desde 2010 casi el 80 % de la población yucatanense habitaba en localidades urbanas y el 20 % en rurales (INEGI, 2013). Cuando hablamos de tercerización en el estado de Yucatán no necesariamente estamos ante un escenario de avances tecnológicos significativos en la producción de bienes y servicios como lo que ocurre en ciertos países desarrollados o en algunas grandes urbes a nivel mundial. Mérida e igualmente la Ciudad de México quedan totalmente al margen de este concepto de tercerización en el que se incluyen altos estilos de vida y crecimiento en la demanda. El alto índice de personal ocupado, formal e informalmente en la ciudad de Mérida en el sector comercio y servicios se caracteriza por una mano de obra de muy baja especialización y profesionalización la cual engrosa el sector servicios pero sin incluir importantes niveles de cualificación. En el Estado de Yucatán se ha presentado en este último decenio un ascenso en el cierre de sus plantas manufactureras, especialmente sus maquiladoras. Su aparato administrativo tiene enormes deficiencias en su personal. Frente a los desmantelamientos que día a día sufre su manufactura y a la desmemoria que se hace presente respecto de su antiguo y tradicional espacio rural agaviero, del que se implementó un silencio cómplice para no mencionarlo sino como una identidad de explotación de la que no debe acordarse, hoy en día se encuentra un vacío identificado con otro fenómeno, el de la migración, el de la huída, el del abandono de los espacios rurales hacia Mérida y las zonas metropolitanas. La traducción más simple parece haberse resuelto en un desmesurado aumento de la tercerización. Queremos desatar aquí algunos ejemplos de lo que ocurre con esta manifestación.

II.1. Ocupación, desocupación e incremento de la informalidad laboral en el territorio de Yucatán

El vacío que genera la desocupación en Mérida y su zona metropolitana crea un gran bolsón de trabajo informal. La informalidad es una de las consecuencias del raquítico crecimiento económico de este espacio al que se le suma en estos últimos años una creciente migración desde el interior del estado.
La población desocupada en Yucatán en estos diez años ha ido aumentando y su fluctuación más importante se marca entre el 1,5 y 2,9 %. El sector informal manifiesta también oscilaciones semejantes: no obstante, el porcentaje es ampliamente diferente ya que el sector informal ha recibido un incremento que va desde un 25,6 % en el año 2001 hasta un 34,1 % en el año 2010. El total de la población en el sector informal según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI) alcanza para 2010 306.712 personas. INEGI calcula la «población desocupada» en función de las personas que no han laborado durante los últimos treinta días alrededor de la fecha de la Encuesta y en cambio considera como «población ocupada» aquella que laboró al menos una hora o un día a la semana en la producción de bienes. Esta conceptualización tan relativa sugiere que la cifra de población total ocupada es seguramente menor a la que consigna esta institución y por ello la totalidad de personas que se hallan en el sector informal es sin duda mayor al que aquí se registra (ver gráfico 3).


Gráfica 3.
Tasa de Desocupación en el estado de Yucatán y totales de ocupación en el Sector Informal,* 2001-2010

El bolsón que se compone de la población inserta en la informalidad económica junto con la población desocupada alimentan la deuda pública del estado de Yucatán. Recordemos que este Estado del país tiene una Hacienda Pública que depende casi exclusivamente de los subsidios federales: prácticamente no genera sino ínfimas cantidades en sus arcas hacendarias debido al poco desarrollo y lógicamente también a causa de las ínfimas tasas de ocupación formal. Teniendo en cuenta que las tasas de ocupación y de desocupación carecen de la contemplación de ciertos indicadores y esto llevaría a ciertos errores en los cálculos es explicable el por qué el propio INEGI ha reestructurado la conceptualización y creado la llamada Tasa de Informalidad Laboral, la cual representa al porcentaje de la población ocupada que desarrolla una ocupación informal, tanto para aquellos trabajadores que lo hacen por su cuenta como para quienes laboran en unidades económicas, pero al margen de las leyes que debieran protegerlos como trabajadores. Lamentablemente la Tasa de Informalidad Laboral en el estado de Yucatán sigue creciendo de manera desmesurada, por encima de la media nacional, entre 2005 y 2012 (ver gráfico 4).


Gráfico 4.
Tasa de Informalidad Laboral en la República Mexicana y en el estado de Yucatán, 2005-2012

Actualmente más del 60 % de la población que trabaja en el estado de Yucatán se ubica dentro de la llamada Informalidad Laboral. Este hecho está unido también al fenómeno de los movimientos pendulares de la población que constantemente migra desde la capital del estado hacia otras ciudades de la Riviera Maya o a la inversa. A las dificultades para la sobrevivencia en un espacio en el que hasta ahora se considera como uno de los pocos territorios con cierta «paz social» en el país y tal como decíamos en un trabajo anterior (Iglesias, 2014), se le suma el de un espacio capaz de aceptar los salarios más bajos que se perciben en México junto con una docilidad ancestral de la mano de obra, largamente apreciada por parte de los propios empresarios que invirtieron e invierten en ese territorio. El Estado de Yucatán ha fungido, especialmente después del período de la deshenequización, como un escenario de ensayo en los cambios de tipo político en los que el país ha venido transitando para la reinstalación dentro de la mundialización. Restaría añadir que este territorio de la República, se encuentra rezagado en su administración y suministro de servicios (Iglesias, 2014:185). Yucatán en su Hacienda pública es un Estado que depende de las transferencias federales y que por ende, casi no desarrolla ninguna autonomía fiscal. Aunque los demás estados de este país han continuado su endeudamiento público con la Federación, no obstante, muchos de estos, y a diferencia de Yucatán han ido creciendo también a nivel de manufacturas e intercambios comerciales.

II.2. Territorio y migración en la península de Yucatán

Si en el año 2010 la población del sector primario en el estado de Yucatán representaba alrededor de 94.000 personas y muchas de ellas se ubicaban en las costas dedicándose a actividades pesqueras, para finales de 2012 ya son más de 111.000 personas ocupadas en este sector, ahora insertas en una gran mayoría en labores de la ganadería porcina y de la avicultura. Las inequidades sociales se hacen manifiestas en el territorio del estado de Yucatán a partir de algunos fenómenos como el de la migración interna que se viene produciendo desde hace casi dos décadas, primero con el abandono de los cultivos de henequén y posteriormente con el proceso de desmaquilización. Esta migración tiene principalmente dos puntos terminales de destino: las ciudades de Mérida, capital del estado de Yucatán y Cancún en el estado de Quintana Roo, en los cuales encuentra destino el hoy muy frágil espacio rural. La población flotante de Mérida que durante las últimas décadas del siglo pasado estuvo presente en la capital del estado desde tempranas horas de la mañana hasta el anochecer, antes de regresar a sus poblados -aunque aún se mantiene- actualmente ha disminuido sensiblemente en su volumen.
Tomando en consideración ciertas reflexiones de algunas últimas publicaciones sobre el tema2 (INDEMAYA, 2010), la migración interna que llega a la capital del estado de Yucatán tiene ciertas características: 1) aunque se realiza ya cada vez en menor medida, los migrantes del interior del estado hasta hace unos años en más de un 30 % regresaban a diario a su lugar de residencia y en un porcentaje semejante otros sólo lo hacían hacia el fin de semana. Hacia 2010 estos migrantes en su mayoría hombres jóvenes, más del 70 %, adolecen de niveles medios de escolaridad aunque a cambio ofrecen una mano de obra abundante que se ocupa en la construcción. No necesariamente se trasladan en un principio con toda su familia y de esa manera les es más fácil enviar o entregar semanalmente un porcentaje de sus ingresos para solventar los alimentos familiares. Con menor frecuencia, pero algo semejante, los migrantes del espacio rural del estado de Yucatán que encontraron trabajo en el estado de Quintana Roo (Cancún y otros destinos turísticos de la llamada Riviera Maya) también envían mensualmente remesas a sus familiares. Esta migración ha incidido para engrosar los enormes desequilibrios y profundas desigualdades en los espacios territoriales que conforman los contornos de las metrópolis como Mérida y Cancún.


Gráfico 5.
Población masculina ocupada por nivel salarial en el estado de Yucatán, 2001-2010*


Gráfico 6.
Población femenina ocupada por nivel salarial en el estado de Yucatán, 2001-2010*

Cuadro 1. Población migrante en los estados de Yucatán y Quintana Roo

En el caso de Mérida espacios como el de Umán, o el de Kanasín son ejemplos claros de este problema. Entre las áreas metropolitanas de Mérida se puede señalar el caso de Kanasín. En la actualidad residen aquí más de 75.000 habitantes, lugar que representa por su número la segunda «Ciudad» más poblada del estado de Yucatán. Kanasín que comenzó recibiendo los migrantes del espacio rural que hacían suyo legal o ilegalmente, con su presencia, los antiguos territorios ejidales, hoy en día también alberga a la población que migra desde Mérida en un espacio en el que difícilmente -y sin la intervención de las grandes empresas de lotificación de inmuebles- esta población se hubiera permitido abandonar los límites de la capital del estado. El territorio sufre los cambios del espacio pero también se van dibujando las diferentes desigualdades sociales. Conocido como una prolongación de ciertas ofertas de gastronomía regional, Kanasín hoy recibe una nueva población de migrantes emeritenses y de quienes siguen llegando de otros espacios rurales para encontrar ocupación laboral en labores de la construcción y en menor medida en la asistencia y empleos multiplicadores que genera la gastronomía local en platillos yucatecos. Kanasín también es proveedor porcino: sus granjas abastecen al mercado emeritense, grandes empresas de producción agrícola, caso Bachoco, son a su vez fuente de ocupación e ingresos para la población local. En todo caso, la actividad agrícola ha quedado reducida a ciertos cultivos florales y algunos cítricos.
Por otro lado, no hay que olvidar que en 2008 el 34 % de todo el personal ocupado del estado de Yucatán, se localizaba en la industria minera del municipio de Kanasín. Industria minera o meramente extractiva de productos pétreos cuyos bancos explotados se ubican alrededor de la capital del estado, dando ocupación a un número importante de personas, a partir de las concesiones para la explotación controladas por diferentes empresas. Este sector de actividad secundaria en Yucatán se mantiene fluctuando con crecimientos importantes en estos últimos años y en la actualidad son casi 25.000 las personas ocupadas (ENOE, 2012). En esta migración interna de la Península algunos municipios aledaños a la capital del estado también han contemplado el desarrollo de espacios viviendales para la población que migra del interior del estado hacia la metrópoli. Entre estos hay dos casos concretos que pueden señalarse como tales: Umán y Conkal. En ambos, sin embargo, no han dejado de crecer las actividades del sector primario de su economía. En el caso de Umán las granjas avícolas junto a un crecimiento de la porcicultura son en parte las responsables de todo aquello que desde 2011 se manifiesta en el estado de Yucatán como un aumento importante del número de la población ocupada en el sector primario. Para el caso del municipio de Conkal que colinda hacia el noreste con Mérida y alberga a los antiguos ejidatarios henequeneros y cuyos descendientes trabajan generalmente en la capital del estado, también participa en el desarrollo del sector primario ya que sus granjas porcícolas (la mayoría sin sistema para el tratamiento de excretas) y las avícolas, especialmente de guajolotes, abastecen al mercado regional. Otro de los municipios de la zona metropolitana, en este caso el de menor crecimiento, y que se ubica al noroeste de la ciudad de Mérida es Ucú. Dentro de la zona metropolitana es uno de los municipios con menor peso demográfico y poco desarrollo laboral. Alrededor del 50 % de la población ocupada de este municipio pertenece al sector terciario.3
En el estado de Yucatán la población ocupada en las actividades de comercio y servicios alcanza un 62 % en 2010.4 En otro orden de problemas, es necesario subrayar que los impactos de la crisis económica mundial de fines de 2008 a las postrimerías de 2009 se reciben muy disminuidos en ciudades como Mérida. Para ejemplificar esta aseveración recordemos que el desarrollo comercial mayorista es mínimo si comparamos a éste con el de otros espacios similares del país. Esto último se explica por el raquítico crecimiento económico de la región a pesar de la expansión significativa de la mancha urbana de esta ciudad capital.

 II.3. Inequidades económicas y sociales que se suscitan en Mérida y la zona metropolitana yucatanense

Las repercusiones de la migración hacia la ciudad capital del estado han acrecentado las lamentablemente ya tradicionales desigualdades sociales. Medir únicamente los niveles de vida de la población emeritense a partir de las evaluaciones de los censos oficiales de México revela sólo una parte del problema. El salario mínimo es una unidad de medición que permite evaluar ciertos niveles de ocupación de la población, aunque no refleje totalmente la realidad de quién, cuántos y cómo ésta sobrevive a partir de uno o más salarios mínimos (recordemos que el salario mínimo equivale a 4,5 dólares diarios). La totalidad de la población ocupada en el estado de Yucatán para 2010 alcanza 899.395 personas. El 49,2 % de este total (hombres y mujeres) recibe apenas 2 salarios mínimos. Mientras que los máximos salarios, más de 5 salarios mínimos (22,6 dólares), sólo lo perciben el 7,62 % del total de la población ocupada (68.546 personas).
De los municipios que componen a la zona metropolitana de Mérida (Conkal, Kanasín, Ucú, Umán) y de los cuales hemos expuesto aquí la ocupación y sectores principales de la economía que se desarrolla en ese territorio, en ninguno de estos encontramos niveles importantes de ingresos más allá de dos salarios mínimos. Es aquí donde se ubican la mayoría de los migrantes desocupados del antiguo espacio rural del estado de Yucatán. Sin embargo, no necesariamente ésta es la única zona a la que migraron de manera temporal los antiguos pobladores rurales: muchos de ellos también encontraron alojamiento allende este espacio en casas de sus familiares y/o amigos en la capital yucatanense. Mérida se convirtió en un lugar definitivo para el establecimiento de muchos de estos migrantes y en otros casos en un punto transitorio desde el que posteriormente algunos se desplazarían al estado de Quintana Roo, ya sea a Cancún o hacia algunos otros destinos de la Riviera Maya. Entre 2000 y 2010 se han registrado importantes oleadas migratorias desde todo el estado de Yucatán hacia el municipio de Benito Juárez (Cancún-Quintana Roo) (ver cuadro 1). Por otra parte, el fenómeno migratorio de la península de Yucatán no necesariamente termina en las fronteras del país. Hay quienes utilizan la estancia en Quintana Roo como un trampolín de pruebas para migrar hacia los Estados Unidos (Iglesias, 2011:81-84).
La gran mayoría de los migrantes del espacio rural del estado representan ese decil de la población de la base de la pirámide social que ha sufrido el incremento de la desigualdad en los ingresos y que decide optar por la migración como medida drástica en la que eventualmente incorporará la fuerza de trabajo de sus hijos, algunos todavía en edad escolar, como única manera de sobrevivencia: estamos pensando únicamente en la coyuntura que no tiene posibilidad de un proyecto de vida a mediano plazo. Mérida y los municipios que componen el área metropolitana representan el territorio de mayor desigualdad de ingresos en el estado de Yucatán: 42 % de todo el estado recibe más de dos salarios mínimos mientras que en Mérida un 54 % de la población percibe esos mismos ingresos. Conkal 45 %, Ucú 34 %, Kanasín 51 %, Umán 43 %. Aparentemente el recibir mejor ingreso que en el resto del estado es una de las primeras razones para migrar, sin embargo los migrantes del interior de Yucatán, en una gran mayoría se ocupan en trabajos temporales: albañilería y servicio doméstico son dos ocupaciones en las que esta población se desempeña más asiduamente.
Tal y como hemos expuesto al comienzo de este trabajo, Mérida es el centro de recepción más importante de la industria manufacturera del estado de Yucatán: en 2008 el 41,3 % de la población ocupada en esta industria trabajaba en la capital del estado. En Mérida una parte importante de esta población ocupada lo hace en la industria alimentaria a la que sigue en jerarquía la fabricación de prendas de vestir, la industria de plástico y del hule, y la de bebidas y tabaco. En la fabricación de prendas de vestir han ido aumentando el número de talleres y empresas, sobre todo en cuanto al número de talleres que ocupan de 0 a 2 personas. En su gran mayoría este sector manufacturero lo integra personal femenino. De 2005 a 2009 ha ido aumentando el número de hogares con jefatura femenina (de 19,9 a 25 %) y hoy esa entidad representa un porcentaje equivalente al de la media nacional (INEGI, 2011:68). La mano de obra femenina goza de reputación de alta calidad en costura y bordado en esta región. En todo caso, la inequidad manifiesta en función del sexo se hizo más evidente en el momento de auge de las maquiladoras, en donde varios trabajos lo documentan al respecto (Castilla y Torres, 2009; Castilla y García, 2006; INEGI, s/f).

El fenómeno de migración interna en la península de Yucatán ha venido acrecentando la inequidad de ingresos en el territorio de Mérida y la zona metropolitana. El antiguo ejidatario henequenero consideró un ascenso social el que sus hijas o hijos hallaran ocupación en alguna maquiladora: no se tomó en cuenta el monto del salario sino el tipo de trabajo que los alejaba del ejido henequenero. De alguna manera, hoy se repite cíclicamente esta salida al abandonar el espacio rural sin evaluar las ventajas que ello les proporcionará. En todo caso, lo que queda claro es que esta migración, sin pretenderlo, ha venido a ensanchar las inequidades sociales. Por otra parte y tomando en cuenta indicadores educativos aparecen inequidades sociales que los propios censos nacionales no dejan transparentar. Si bien es cierto que el estado de Yucatán ocupa el 23º lugar a nivel nacional en el grado promedio de escolaridad y a pesar de haber disminuido su tasa de analfabetismo ésta alcanza todavía niveles preocupantes de un 9,23 % del total de la población. Sin embargo, existe un indicador aún más alarmante dentro de la cuestión educativa y es el que mide la «población de 15 años y más» con educación básica incompleta. Desde 2000 a la fecha ha venido descendiendo pero sigue formando parte del grado de rezago social en Yucatán: actualmente existe más de un 45 % de personas mayores de 15 años que han abandonado los estudios de educación básica.
En el territorio que estamos estudiando es necesario señalar que las disparidades sociales se manifiestan en toda su amplitud a partir del análisis del «Índice de Rezago Social». Este Índice propuesto como una «medida ponderada que resume indicadores de educación, acceso a los servicios de salud, acceso a los servicios básicos, calidad y espacios en la vivienda, y activos en el hogar» permite ordenar a las unidades de observación según sus carencias sociales.5 El espacio estudiado ha sido catalogado con un «Alto» «Índice de Rezago Social». Tomando en cuenta que la cualidad de los aspirantes de la región para encontrar una ocupación laboral es tan débil como se demuestra a partir de estos índices e indicadores, no es extraño que los avances en el crecimiento económico para los indicadores de innovación y tecnología puedan ser tan frágiles. De esta manera, bajos índices en el desarrollo educativo, tecnológico, paupérrimos ingresos, altos índices de desocupación y de migración hacia determinadas ciudades de la península como Mérida y Cancún dan resultados poco halagüeños para desarrollar un crecimiento de calidad en esta región. Una reflexión mínima acerca de enfrentar a las escuelas del determinismo ambiental debiera incluir desde un primer momento los activos de cada espacio en los que entrarían a formar parte la cualidad y calidad de la mano de obra, las capacidades de adaptación de la misma en los cambios tecnológicos y lógicamente la escolaridad en los estudios básicos que permitiría una capacitación continua y a partir de los cuales se podría planificar y reestructurar la región. No obstante, no podemos echar en saco roto que en cualquier planificación territorial se necesita también reconceptualizar el espacio ya que se le ha dado a lo social un poder total y en cambio se ha caído en la erradicación de la naturaleza (Massey, 2012:106).

Reflexiones finales

El estado de Yucatán registra bajos niveles de industrialización y sus manufacturas actuales se centran en la producción de bebidas y una cierta industria alimentaria. Recordemos que entre 1992 y 1993 el gobierno estatal en turno desmanteló la agroindustria henequenera. México como país no preparó a sus empresas y empresarios para competir en mercados externos a nivel global. En el caso de algunos territorios, rezagados social y económicamente como los del sureste del país, por ejemplo el del estado de Yucatán, este problema fue aún mucho más crítico. Acostumbrados a dominar poniendo sus propias cartas en el juego los empresarios de la región se sintieron totalmente desprotegidos para entrar a una competencia industrial como la que exigía en ese entonces el mercado internacional: un desarrollo regional precario, con rezagos evidentes en la competitividad, con una mano de obra sin calificación y un desmantelamiento apresurado y sin planificación futura de su espacio rural se sumaron para encontrar como única panacea la búsqueda desesperada de capitales maquiladores que se instalaran en la región. En un contexto como este, lo glocal estuvo ausente del territorio. La globalización se presentó en Yucatán ataviada de maquiladora y el espacio perdió importantes oportunidades para intentar, en ese momento, desarrollos endógenos. El territorio de Yucatán perteneciente al sureste de México tardará mucho tiempo hasta despertar a una nueva territorialidad ligada a la globalización. Tendrá que esperar a que la Península toda y más concretamente, Cancún y la Riviera Maya, reclame mano de obra para incorporarse de manera paulatina a ese crecimiento. No olvidemos que, el «Índice de Rezago Social», adjudica a Yucatán el 9no lugar dentro de las 32 entidades federativas del país (CONEVAL, 2012).
Cualquier explicación que se busque para justificar los atrasos de un territorio a incorporarse al ritmo exigido por esta globalización económica debe realizarse teniendo en cuenta los marcos del espacio nacional, región o país al que pertenece ese territorio. Por ello, es necesario advertir que México ha sido un país donde los niveles de desigualdad en la distribución del ingreso no han cesado de incrementarse. Desde el punto de vista social la amplia base de sectores sociales pobres no recibe impactos tan perturbadores en sus ingresos como lo que ocurre cuando se contemplan las fluctuaciones registradas para los sectores medios. Ello se explica, entre otras razones debido a que los sectores sociales de la base de la pirámide social toman medidas drásticas y concretas y en calidad de urgentes para resolver el problema: incorporan a jóvenes y niños de su familia para engrosar los ingresos ya sea migrando internamente de manera temporal o pendular y hasta hace unos años se pensaba en la migración trasnacional. Lamentablemente, y a pesar de que los últimos estudios -a nivel de Latinoamérica y del propio México- dan cuenta del aumento en los índices de pobreza, todavía hay especialistas que aconsejan el empleo de programas como Progresa y Oportunidades,6 para «solucionar» el problema. No obstante, otros estudiosos del tema consideran que aún no existe suficiente información empírica para demostrar que hay una tendencia hacia la reducción de la desigualdad en este país (Cortés, 2013:12-34). Sumado a ello, el pensamiento cepalino ha venido insistiendo, de manera reiterada, que es necesario disminuir la desigualdad para incrementar el crecimiento económico.
A lo largo del artículo hemos expresado nuestros puntos de vista sobre diversos programas que a nuestro parecer pretenden ‘mitigar' las desigualdades espaciales que se producen con el desarrollo. Las desigualdades territoriales han aumentado en el interior de todos los países a medida que la globalización ha presentado más retos para la competitividad internacional. En el territorio es donde se visualizan con mayor claridad las polarizaciones
espaciales al interior de cada país y/o región. Cada espacio presenta su propio perfil de la desigualdad. El que hemos desplegado para el estado de Yucatán tiene similitudes con el de otros espacios de países Latinoamericanos, se homologa con diferentes espacios del sureste mexicano y tiene propias peculiaridades que le son inherentes a su quehacer histórico. Las disparidades socioeconómicas espaciales en las que nos hemos detenido a analizar aquí salarios, desempleo, migración, informalidad, niveles educativos, entre otras, son un sinónimo de las dificultades que atraviesa este territorio y que le impiden implementar el camino hacia el desarrollo económico sustentable. Despejar estas desigualdades espaciales y contrastes a nivel socioeconómico es también avanzar en el conocimiento del desarrollo económico y en el nuevo rostro que éste presenta en la economía globalizada. Es necesario estudiar diferentes visiones plurifocales y despejar el conocimiento para otros territorios a fin de reconstruir el caleidoscopio de las diversas desigualdades y las peculiaridades espaciales inherentes que presenta cada uno.

Notas

1 Los informes latinoamericanos sobre Pobreza y desigualdad de los años 2011 y el más reciente de 2013 muestran las llamadas «desigualdades persistentes». Para 2011 los territorios que más habían mejorado fueron los que originalmente se encontraban más rezagados. En este mismo informe se pone de manifiesto que en muchos casos el cierre de brechas de desigualdad sólo ocurre de manera incipiente y en relación a políticas públicas locales que difieren en territorios de un mismo país o región (RIMISP, 2012; RIMISP, 2014).

2 Instituto para Desarrollo de la Cultura Maya del Estado de Yucatán [INDEMAYA], Universidad Tecnológica Metropolitana [UTM] y Colegio de Bachilleres del Estado de Yucatán [COBAY], 2010.

3 INEGI. Censo de Población y Vivienda, 2010.

4 INEGI. Censo de Población y Vivienda, 2010.

5 Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), 2012:29.

6 Programas de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno Federal Mexicano.

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