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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.10 Santa Fe dic. 2014

 

ARTÍCULOS

Organización del trabajo agrícola en el contexto de agriculturización en dos territorios uruguayos

 

Soledad Figueredo y Mariela Bianco

Grupo de Sociología Rural
Departamento de Ciencias Sociales
Facultad de Agronomía
Universidad de la República
E-mail: sfigueredo@fagro.edu.uy

Fecha de recepción: 15 | 03 | 2013
Fecha de aceptación final: 11 | 12 | 2013


RESUMEN

El objetivo de este artículo es analizar la organización del trabajo agrícola en el contexto de expansión de la agricultura de secano en Uruguay. Para ello se realizó un estudio de tipo cualitativo en el que por medio de entrevistas y observación en jornadas de trabajo, se identificaron las principales características que asume la organización del trabajo en la agricultura en dos territorios con diferente historia agrícola: Dolores y Durazno. Los resultados permiten afirmar que la intermediación laboral es un fenómeno central para comprender la asignación de trabajo en la agricultura. En este marco, se distinguen dos tipos de inserciones laborales: los trabajadores no especializados, contratados temporalmente, con actividad parcial en la agricultura intercalada con actividades no agrícolas y, los trabajadores especializados, exclusivos de la agricultura, contratados como permanentes aunque con inserciones intermitentes en periodos zafrales. Se propone el concepto de permanencia zafralizada para dar cuenta de la inserción ocupacional que presentan los trabajadores especializados.

Palabras clave: Intermediación laboral; Empleo agrícola; Agricultura extensiva; Uruguay.

SUMMARY

Organization of agricultural work in the context of agricultural expansion in two uruguayan territorios

The main objective of this study is to analyze the characteristics of agricultural employment in Uruguay in a context of expanding agriculture area. A multiple case study was designed based on two territories with different agricultural history: Dolores and Durazno. This study adopted a qualitative approach in order to understand the logic and rationality of relevant social actors. Through interviews and observation of working days, the main features of the way labor is organized in agriculture were identified. Results show that labor mediation is a central phenomenon for the understanding of labor allocation in agriculture. Two main types of employment were identified, the unskilled workers, i.e. temporarily hired workers with partial activity in agriculture combined with other activities and periods of inactivity, and full-time specialized agricultural workers, i.e. permanent employees but with intermittent periods of seasonal activities. The concept of permanent seasonality in labor is proposed to synthesize the characteristics of the occupational insertion of specialized agricultural workers.

Key words: Outsourcing; Extensive agriculture; Employment; Uruguay.


 

1. Introducción

Las transformaciones en los espacios rurales uruguayos durante la última década han estimulado el desarrollo de varios estudios de cientistas sociales, con el propósito de comprender en profundidad los fenómenos y procesos que están aconteciendo asociados al agro. Diversos estudios recientes señalan que el sector agropecuario uruguayo transita por un proceso de múltiples transformaciones (Arbeletche, Ernst y Hoffman, 2011; Piñeiro, 2010; Rossi, 2010; Piñeiro y Moraes, 2008; Riella y Mascheroni, 2007; Achkar y Domínguez, 2006). Si bien la perspectiva de cada estudio es parcial y específica, la acumulación de investigaciones permite trazar una mirada global del proceso a escala nacional. La llamada agriculturización forma parte de los procesos de cambios en el uso del suelo e implica que la superficie dedicada a la agricultura avanza por sobre otros sistemas productivos (Paruelo, Guerschman y Verón, 2005). La situación de Uruguay, no es ajena al contexto regional. Diversos estudios marcan con mayor o menor tenacidad, las transformaciones en la estructura social agraria en los países de la región y la ruralidad en los años recientes, que afectan profundamente las características del tejido social agrario (Cloquell, 2010; Riojas, 2010; Bendini, 2008; Mançano, 2008; Heredia, Pereira y Pereira, 2007; Amtmann y Quaranta, 2003). Estos trabajos destacan el dinamismo, la intensidad y velocidad de los cambios en los territorios rurales de la región como consecuencia de la expansión e intensificación del capital.1 Para el caso uruguayo, a partir de los años 2000, el proceso de agriculturización ha sido intenso. La expansión de la agricultura se desarrolla en el marco del avance del agronegocio y de la soja como cultivo asociado a éste. En el Cuadro I se presenta claramente esta tendencia. Es posible observar que la superficie destinada a la producción de soja, al igual que la superficie con trigo, aumenta año tras año, mientras que las de otros cultivos caen o se estancan. El crecimiento exponencial de la superficie de soja y trigo da cuenta de la rotación de cultivos de invierno y de verano que resulta ventajosa en virtud del sustantivo fortalecimiento de precios internacionales de los commodities en la última década.

Cuadro 1. Evolución de superficie sembrada de cultivos según zafra, en miles de hectáreas (2001/2012)

En estos diez años de avance de la superficie agrícola, es interesante observar la forma en que el capital se expande generando la emergencia de actores sociales no tradicionales y muy concentrados como el caso de los empresarios del agronegocio así como las estrategias, que en confrontación con éstos, los actores tradicionales extienden. En este marco, se señala que la agricultura de tipo empresarial cobra importancia no tanto por el número de unidades que involucra sino por los recursos que concentra a través de la expansión territorial y la intensificación del capital. Ya a principios de los años 90, Piñeiro (1991) señalaba que Uruguay atravesaba procesos que provocaban el desarrollo de las fuerzas productivas y la expansión y penetración del capitalismo agrario, desplazando a otras formas de producción o a formas de capitalismo poco intensivo como el de la estancia ganadera. En este marco, la territorialización y el avance del capital en el campo no es un fenómeno novedoso; lo novedoso de este período es el dinamismo, la intensidad y la velocidad con que el capital se expande en el agro uruguayo. Piñeiro y Moraes (2008) consideran que los cambios identificados en el campo uruguayo están consolidando una agricultura que se desarrolla a dos velocidades. Para los autores, se establece una agricultura donde coexiste la producción del agronegocio con la producción familiar. Este último estrato de productores, si bien ha disminuido fuertemente en las últimas décadas del siglo XX, ha generado estrategias de resistencia que frenan su desaparición. En relación a la evolución reciente del agro y la sociedad rural en Uruguay los autores sostienen:

luego de algunas décadas de estancamiento ocurridas a mediados del siglo XX, comenzó en el último cuarto de siglo un proceso de transformaciones que podrían compararse con las que se produjeron a fines del siglo XIX con la introducción del alambramiento y el mestizaje del ganado. Este proceso de cambios se ha ido acelerando de tal manera que hoy a comienzos del siglo XXI es posible percibir transformaciones que difícilmente sean ya reversibles (Piñeiro y Moraes 2008:105).

En el mismo sentido, Carámbula (2010) define los cambios producidos en el último período de expansión del capital en el sector agropecuario como irreversibles. El autor sostiene que: los cambios que están ocurriendo en el campo uruguayo presentarían signos de irreversibilidad, ya sea por la velocidad e intensidad de los mismos, así como por las múltiples dimensiones que abarcan. Desde la hipótesis de irreversibilidad es que se conduce a la idea de que el campo uruguayo transita por un proceso metamórfico, al final del cual las realidades sociales emergentes ya sean en su apariencia, como en su esencia, implican rupturas sustantivas con las imágenes tradicionales del campo uruguayo (Carámbula, 2010:19). La noción de irreversibilidad, implica la profundidad con la que se imprimen los cambios y enfatiza la visión de que el proceso que está aconteciendo no tiene vuelta atrás en el tiempo. Esto se traduce en términos de Carámbula (2010) en que las empresas del agronegocio están generando modificaciones en las relaciones sociales del campo tales que, independientemente de que sean para bien o para mal, nunca volverán a ser lo mismo. Particularmente este trabajo busca contribuir en términos generales al entendimiento de los procesos de agriculturización y sus consecuencias sociales haciendo énfasis en el análisis de la organización del trabajo agrícola en dos territorios uruguayos de agricultura de secano. La hipótesis de trabajo que orientó el estudio expresa que las transformaciones producidas en la agricultura en Uruguay durante la última década habrían transformado las características del mercado de empleo agrícola. Este mercado se reestructura a partir de las estrategias desplegadas por el agronegocio entendido como el gerenciamiento de un negocio con una fuerte impronta transnacional que trasciende una planta de procesamiento industrial o un conjunto de unidades agrícolas (Heredia, Pereira y Pereira, 2010) y en el que las empresas en red constituyen la forma organizativa que tiende a ser dominante (Guibert et al., 2011). A su vez, especialmente los mercados de empleo vinculados a la agricultura de secano, se caracterizarían por operar con altos niveles de tercerización laboral. Particularmente en este artículo se analizan las características que asume la organización del trabajo en la producción de agricultura de secano, en territorios con diferente trayectoria agrícola.
En este escenario de cambios, este artículo se centra en la organización del trabajo agrícola y el rol de la intermediación como fenómeno central. La siguiente sección sintetiza las tendencias de la reorganización laboral en base a aportes de estudios que abordaron distintas aristas de la tercerización y precariedad del empleo. Luego se describe el estudio realizado en dos territorios uruguayos con diferente trayectoria agrícola para pasar seguidamente a dos secciones de análisis que abordan las características específicas de los protagonistas de la intermediación laboral y las estrategias que despliegan en la contratación de trabajadores. En la última sección se ofrecen algunas reflexiones en torno a las implicancias de los fenómenos analizados a propósito de nuevas formas de precariedad laboral de los trabajadores agrícolas.

2. Nuevas formas de organización de la producción y el empleo agrario

El capital en su etapa actual, caracterizada por simultáneos procesos de globalización, mundialización y reestructuración económica, emprende una serie de acciones para reproducirse y reconfigurar la organización del trabajo. Neffa (2010) señala las externalidades contemporáneas del avance y territorialización del capital en la estructura productiva. Entre ellas se destacan:

a) La modificación de la conformación de la jornada de trabajo en función de las cambiantes necesidades de las empresas. Esta estrategia incluye: cambios en los horarios de trabajo y recurrencia a las horas extraordinarias en lugar de contratación de nuevo personal; intensificación del trabajo nocturno o por turnos rotativos; contratos de duración por tiempo determinado; trabajo en horarios atípicos con pausas obligatorias y no remuneradas.
b) Cambios en los sistemas de remuneración introduciendo primas por productividad, adicionales en función de la evaluación de las competencias puestas en práctica durante el trabajo, retribuciones económicas discriminatorias decididas unilateralmente por las gerencias de recursos humanos. En este sentido, la incorporación de la productividad como criterio de asignación salarial es un fenómeno que caracteriza con fuerza la nueva organización de los esquemas de trabajo.
c) Imposición de nuevas formas de organización del trabajo sin consulta o acuerdo previo por parte de los trabajadores para incrementar la intensidad y la productividad del trabajo. Estas formas incluyen la movilidad interna y la rotación de un mismo trabajador entre diversos puestos o entre secciones dentro del establecimiento según las necesidades de la empresa, así como la polivalencia, la ampliación y el enriquecimiento de las tareas.
d) La externalización de la fuerza de trabajo hacia otras empresas, generalmente más pequeñas, para reducir los costos laborales directos e indirectos.

Este último aspecto adquiere particular relevancia en la expansión agrícola uruguaya que se procesa a impulso de un contingente de empresas de contratistas que intermedian entre las empresas agrícolas y la fuerza de trabajo y la maquinaria. Estos procesos llevaron al centro de la escena al contratista agrícola, un personaje que en poco tiempo se convirtió en el principal actor de la tercerización (Piñeiro y Villarreal, 2005). La reorganización del trabajo en base a las tendencias listadas conlleva una expansión paralela del fenómeno de la precarización del empleo en diferentes sectores económicos. El aumento de empleos precarios produce consecuencias múltiples a nivel individual y social. Cuanto mayor es la precariedad de la situación de un trabajador frente al empleo, mayores son los peligros de rupturas sociales y familiares, de reducción de espacios de sociabilidad, de quebranto de identidad y de deterioro general de las condiciones de vida (Castel, 1997). Lo fundamental del empleo precario no se refiere a la existencia o inexistencia de normas que lo regulen, sino más propiamente a la naturaleza del contrato de trabajo y a la evaluación de la calidad del empleo. Para Neffa (2010) lo esencial del empleo precario se vincula a la inseguridad expresada en la inestabilidad de la relación salarial. Los empleos precarios son generalmente lícitos, establecidos válidamente por leyes o decretos y de esa manera se los naturaliza a pesar de tener repercusiones negativas sobre el sistema de relaciones de trabajo y sobre la vida y la salud de los trabajadores. Aportes complementarios indican que la noción de precariedad trasciende el ámbito del empleo en sí mismo, incluyendo un espectro de mayor amplitud que involucra la dimensión subjetiva del fenómeno (Paugam, 1997). En este sentido, los procesos de precarización podrían menoscabar la integración social de ciertos grupos sociales caracterizados por la continuidad en empleos precarios si se consideran las dimensiones y factores de satisfacción en el trabajo. En esta vertiente, Piñeiro (2008) plantea la noción del «sentirse precario» a través de la percepción subjetiva del propio trabajador sobre su condición laboral. Así, la precariedad resulta de «una combinación de sentir la precariedad y estar en la precariedad» (Piñeiro, 2008:52).
La literatura especializada sobre precariedad en la población empleada en actividades agrarias hace acuerdo en la existencia de características particularmente precarias que asume el empleo en la agricultura, situación que se presenta con características específicas en los distintos países latinoamericanos. Diversos autores plantean que rasgos como la alta estacionalidad y discontinuidad en las contrataciones, modalidades diversas de contratos por tiempos generalmente acotados, alta rotación en las ocupaciones y jornadas «sin empleo» debido a la rotación y zafralidad, desempeño de tareas en exposición a diferentes condiciones climáticas e imposibilidad de realizar trabajos frente a situaciones climáticas concretas, son elementos característicos del empleo agrario. A estos rasgos se agregan bajos niveles de sindicalización, menores niveles de registro y beneficios que en empleos urbanos, estacionalidad y discontinuidad en los requerimientos laborales, sistemas de remuneración salarial en relación a la productividad, entre otros (Carámbula, 2008; Piñeiro, 2008; Lara, 2006; Steimbreger, Radonich y Bendini, 2003). Algunos de los elementos mencionados están íntimamente vinculados con la relación que tiene la actividad agraria con los procesos y recursos naturales y los ciclos biológicos los que establecen límites que los seres vivos imponen a los procesos productivos llevados adelante por el capital. Paralelamente, los procesos de tercerización laboral de las actividades agropecuarias se van configurando como característica estructural de la conformación de los mercados de empleo rural (Fernández, 2010; Piñeiro, 2010, Sánchez, 2003). Tradicionalmente, la intermediación laboral se ha utilizado en el empleo agrícola de manera más importante que en otras actividades económicas. No obstante, este tipo de modalidades de concentración, movilización y organización del trabajo se ha expandido y complejizado en los últimos años vinculado a los procesos de reconversión socio-productiva y expansión agrícola. De modo general se destaca que este fenómeno se adecua de modo flexible a las estrategias empresariales del capital agrario, tendientes a contratar mano de obra exclusivamente en los momentos de trabajo seguro y a desdibujar los términos de la relación laboral, donde se generan condiciones particulares y complejas de asalarización que reducen la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores.

3. Metodología

Este estudio adoptó un abordaje cualitativo como forma de comprender las lógicas y racionalidades con las que operan los actores sociales estudiados. El diseño se adaptó a la posibilidad de detectar durante el proceso de investigación situaciones emergentes o imprevistas relacionadas con el objeto de estudio, que implicaron cambios en las preguntas que guiaron la entrada al trabajo de campo (Mendizábal, 2006). La estrategia metodológica de investigación seleccionada fue el estudio de caso múltiple por ser apropiado para abordar el carácter exploratorio y descriptivo del fenómeno de estudio (Yin, 2003). Los dos casos estudiados implicaron una investigación empírica que abordó el fenómeno dentro de su contexto real y contemporáneo. Este abordaje es especialmente útil cuando los límites entre el fenómeno y su contexto no son claramente evidentes desde el comienzo del proceso (Yin, 2003). Los resultados arrojados no tuvieron pretensiones de ser generalizados a otros contextos, por lo cual las conclusiones derivadas del estudio no son trasladadas a otros escenarios. No obstante, se considera que es posible la transferencia de los resultados entre contextos que experimentan procesos de agriculturización semejantes, dependiendo del grado de similitud entre los mismos (Patton, 1990).
La población objeto de estudio se integró por un lado, por contratistas que simultáneamente operan como proveedores de maquinaria agrícola y mano de obra y por otro lado, asalariados rurales de la agricultura en dos territorios inmersos en dinámicas agrícolas. En la selección de los territorios a estudiar se optó por la consecución de una muestra intencional. Es decir, los mismos se seleccionaron de forma intencionada, y en base a criterios definidos a priori. El primer criterio, de tipo teórico, fue la trayectoria agrícola. Se identificaron dos territorios con diferentes antecedentes históricos de producción agrícola. Por un lado un territorio históricamente agrícola, entendiendo por esto una zona con más de treinta años de actividad. Y por otro lado un territorio de reciente incorporación de la agricultura en el sistema productivo local. Otro criterio, de corte operativo, para la definición de los casos fue el de accesibilidad. Básicamente se consideró la ubicación geográfica de los territorios, definiéndose que éstos se ubicaran a una distancia no mayor a 300 km de Montevideo a efectos de viabilizar el trabajo de campo. Así, se seleccionaron dos territorios y sus respectivas zonas de influencia: Durazno como territorio de reciente incorporación agrícola y Dolores como territorio de larga trayectoria agrícola.
Se relevó información mayoritariamente cualitativa proveniente de diversas fuentes. La principal técnica de recolección de datos fue la entrevista; ésta se aplicó de manera diferencial dependiendo del tipo de entrevistado. Se realizaron entrevistas a informantes calificados, a técnicos agropecuarios, a contratistas agrícolas y a trabajadores de la agricultura. Para cada tipo de entrevistado, se realizaron entrevistas hasta lograr el punto de saturación teórica de información (Valles, 2003) completándose un total de treinta y seis entrevistas entre los dos territorios abordados. Paralelamente, se realizaron cinco medias jornadas de observación de las actividades agrícolas en las chacras para comprender cabalmente la organización del trabajo. La sistematización de los datos fue realizada utilizando el soporte informático de Atlas-ti.

4. Los actores intermediarios

La investigación reúne evidencia de la consolidación de contratistas que reúnen la doble función de proveer maquinaria agrícola y mano de obra, como actores intermediarios centrales de los mercados de empleo agrícola en los territorios estudiados. Su presencia tiende a ser estructural, aumentando las distancias que separan al asalariado de su fuente original de empleo. Desde la perspectiva del empresario agrícola, este distanciamiento con los asalariados, contribuye al traspaso de su responsabilidad en la reproducción de la fuerza de trabajo y lo resguarda de posibles conflictos laborales, si bien en Uruguay las obligaciones del empleador están reguladas por la legislación. La consolidación de los contratistas en la agricultura extensiva, se vincula con el desarrollo y avance del agronegocio y su necesidad de mano de obra temporal. De este modo, los problemas y dificultades para acceder a trabajadores por su relativa escasez en época de zafra, son transferidos a los contratistas. Estos movilizan maquinaria y mano de obra junto a «un buen conocimiento técnico y organizativo» (Piñeiro y Villarreal, 2005:33).
En los territorios estudiados no se observaron diferencias sustantivas en el modo de reproducción de los actores intermediarios. Sin embargo se hallaron una serie de contrastes que definen un universo heterogéneo de contratistas con desiguales orígenes, tanto geográficos como sociales, y diferente cantidad de empleados, entre otros elementos. La organización del trabajo en ambos territorios se caracteriza por la utilización combinada de distintos tipos de trabajadores para el desarrollo de las tareas agrícolas. Las empresas intermediarias que contratan asalariados permanentes, son al mismo tiempo demandantes de trabajadores transitorios para la ejecución de diferentes actividades que requieren las producciones agrícolas. El trabajo se organiza en cuadrillas de trabajadores, cuya composición varía de acuerdo a la dimensión del trabajo a realizar. La tendencia general es que las cuadrillas estén compuestas por dos a cinco personas que desarrollan tareas diferentes: las especializadas y las no especializadas.
Las tareas no especializadas implican el desarrollo de actividades que no requieren un manejo experto. Los operarios que las cumplen ejecutan tareas simples de asistencia a las tareas más complejas desempeñadas por los trabajadores especializados. Actividades como el acarreo del grano desde donde se encuentra la cosechadora hasta el camión o el transporte del agua desde la fuente de agua hasta la fumigadora son realizadas por este tipo de trabajador. Asimismo, dependiendo del tamaño de la cuadrilla, los operarios no especializados pueden realizar tareas de cocina para alimentar al colectivo durante los días de trabajo. A este respecto, en las entrevistas realizadas aparecen elementos que delinean estas actividades no especializadas:

Ahí estoy, voy llevando la tolva a la par del gusano de la cosechadora. Hasta que se llena y lo llevo al camión. En eso me paso el día entero (...) A veces cocino, depende como esté de trabajo. No siempre es así (fragmento de entrevista a trabajador III, Dolores).

Yo soy aguatero. Acarreo el agua desde la cañada o depende hasta el mosquito. (...) El camión tiene que estar siempre lleno, esa es mi tarea (fragmento de entrevista a trabajador VIII, Durazno).

Estos fragmentos muestran la simplicidad de las tareas asignadas a los trabajadores no especializados. Este tipo de trabajador tiende a ser contratado de modo transitorio durante la zafra. Cuando culminan sus incursiones parciales en la agricultura, realizan otras actividades agrícolas o no agrícolas, e incluso pueden presentar períodos de inactividad laboral, por lo cual su trayectoria laboral tiende a ser discontinua. Entre los trabajadores no especializados se distinguen dos grupos. En un extremo, trabajadores muy jóvenes, de temprana inserción en el mercado laboral y escasa experiencia; mientras que en el otro extremo se localizan trabajadores adultos con significativa experiencia en actividades agrícolas. En este último grupo, la inserción como trabajadores no especializados es el resultado de que, por distintas razones, estos trabajadores no se acompasaron a las técnicas para el trabajo con maquinaria de alta tecnología.
Las tareas especializadas son básicamente el trabajo de conducción de alguna máquina de sofisticación tecnológica, ya sea sembradora, cosechadora o fumigadora. En este caso el operario agrícola desarrolla tareas de especial complejidad y específicas en las que hay que tener control de variables determinantes del rendimiento y la calidad de la producción agrícola. En relación a las tareas desempeñadas por este tipo de trabajador, se encuentran en sus relatos expresiones como las siguientes:

Tenés que mirar que no se pase la humedad porque si no se pierde la cosecha. Cuidado de no agarrar alguna piedra que puede haber en el campo. Y eso te puede trancar la máquina. Eso sería perder un día de trabajo y no. Hay que estar atento. Y voy mirando el monitor ahí te dice todo, todo... (fragmento de entrevista a Trabajador II, Dolores).

Todo el día acá arriba. Así aprendes, sobre la marcha. A entender los monitores y todas las palancas, a controlar la velocidad, a la altura del corte, todo, todo, todo eso (fragmento de entrevista a trabajador XI, Durazno).

En ambos territorios estudiados la mano de obra especializada tiende a ser contratada de forma permanente a lo largo del año. En relación a su perfil demográfico, se constata una participación predominante de hombres con edades próximas a los treinta años, con residencia en el medio urbano, principalmente las ciudades de Dolores y Durazno, pero también en localidades cercanas de menor tamaño. La composición de la mano de obra contratada por los intermediarios es similar en ambos territorios, caracterizándose en general por ser masculina y joven. Según los contratistas entrevistados en el territorio de larga trayectoria agrícola, el cambio más significativo en la composición de la mano de obra en el transcurso de la última década ha sido la tendencia al reemplazo de hombres adultos por hombres más jóvenes. Este proceso de reemplazo generacional, se observa para el desempeño de tareas especializadas y se convierte en un patrón estructural de la agricultura de la zona de Dolores para expandirse en el territorio. Este fenómeno se vincula de modo directo con la maquinaria utilizada en las tareas agropecuarias que tiene un alto componente informático. Los trabajadores jóvenes, alfabetizados con la computación y con capacidad adquirida para saber decodificar las señales informáticas, desarrollan habilidad para el manejo y control de la maquinaria agrícola. No se encontraron evidencias de que exista un espacio para la formación o capacitación para el trabajo agrícola. En ausencia de estos ámbitos, los trabajadores se forman para el trabajo durante el trabajo mismo, es decir aprenden haciendo.
Al respecto se encuentran en las entrevistas, varios relatos que aportan insumos para entender el fenómeno del remplazo generacional en la mano de obra vinculada a la agricultura:

Ya no encontrás personas de cincuenta y pico o sesenta años trabajando en agricultura, como veías hace diez, quince años. Ahora hay mucha gurisada viste, entre 18 y 30 años que está aprendiendo por un tema de tecnificación, están más hábiles, hay mucha gente joven (fragmento de entrevista a Contratista III, Dolores).

La gente vieja está pasando, y se está haciendo gente joven para trabajar en esto, aprenden rápido todo lo nuevo que tienen las máquinas ahora (fragmento de entrevista a Contratista I, Dolores).

En realidad las máquinas son sencillas de manejar, las máquinas son cada vez más seguras. Es más fácil hoy subir a una máquina aunque la persona no esté tan capacitada como antes. Porque antes tenías que ir atendiendo montones de cosas. Y estar conociendo del tema, ir sintiendo una vibración, sintiendo un ruido, un olor y atendiendo montones de cosas. Hoy tenés una luz verde de una máquina que te está diciendo que está todo bien, y se te prende una de las 10 o 15 luces rojas, tenés que parar porque está mal. Entonces en ese caso es más sencillo hoy. El tema que tenés es que para poder aprovechar la tecnología de la máquina tenés que estar capacitado. Sino sos uno que anda ahí arriba y hay que aprender toda la otra parte de información del rendimiento de todas esas cosas, eso hay que sabérselo aprovechar. Cuándo podes andar más, cuándo podes andar menos. Los rendimientos de los cultivos. En la siembra la precisión, kilos, todo eso es importante saberlo. Y un gurí de 18, 20 años agarra enseguidita. Una persona de 50 años es más bien difícil (fragmento de entrevista, Contratista V, Dolores).

5. Migración laboral y permanencia zafralizada

Entre los contratistas instalados en la zona de influencia de Durazno, sobre todo de aquellos que son nativos de esa zona, es frecuente la generación de estrategias para conseguir trabajadores agrícolas especializados desde zonas con tradición agrícola, desplegando vínculos y redes de contactos preexistentes a fin de atraer fuerza de trabajo cualificada y con experiencia en tareas de agricultura. Estos contratistas ofrecen a los trabajadores beneficios diferentes a los que pueden obtener en su zona de origen.2

Acá gente en Durazno no hay, la gente no tiene conocimiento de la agricultura, vamos a decir. Hoy en día, las máquinas que hay son totalmente... son modernas, computarizadas, te dan mapeo del rendimiento de la chacra, infinidad de cosas, es decir, la fertilización, la fumigación tenemos mapeo también, pero bueno, realmente la gente con la que trabajo, tengo gente de Soriano, de Dolores, de Carmelo que hace años, vamos a decir, que están trabajando con el tema maquinaria. Trabajaban con gente conocida allá y de a poco me los fui trayendo (...) A veces al principio, le damos la casa para que estén y tengan un lugar cómodo. Ahora muchos de ellos ya están instalados en Durazno con la familia y todo (fragmento de entrevista a Contratista XI, Durazno).

Nos piden dinero prestado antes del trabajo fuerte, para equipar la casa o cosas por el estilo. Este año... Pablo se compró un autito y bueno le vamos descontando con lo que va haciendo de la cosecha (fragmento de entrevista a Contratista X, Durazno).

En concordancia con las expresiones anteriores, fue posible identificar entre los trabajadores del territorio de trayectoria agrícola reciente, Durazno, procesos migratorios interdepartamentales. Dentro del grupo entrevistado, se encontraron trabajadores provenientes de zonas con mayor trayectoria agrícola que Durazno, como los departamentos de Soriano y Río Negro, que se instalaron en Durazno atraídos por la intensa demanda de trabajo. Así mismo, en relación a las trayectorias laborales, solamente en el territorio de agricultura reciente se encontraron trabajadores que vieron modificadas sus trayectorias laborales, teniendo ocupaciones anteriores en actividades no agrarias. Entre los trabajadores de Dolores también se identificaron procesos migratorios interdepartamentales. Si bien en este caso los traslados no tuvieron la lógica de los traslados hacia Durazno, se detectaron trabajadores de departamentos limítrofes, como Río Negro o Colonia, donde se ha registrado actividad agrícola históricamente. La migración puede darse también entre las empresas intermediarias que contratan trabajadores. Para evitar estos flujos de trabajadores, estas empresas frecuentemente desarrollan estrategias para mantener al trabajador en actividad a lo largo del ciclo anual de trabajo, a pesar de que el trabajo es estacional y por lo tanto zafral. En ambos territorios estudiados se identificó un núcleo especializado de trabajadores con contratos de trabajo permanente en una actividad que genera demandas diferenciales de trabajo a lo largo del año. Así, los trabajadores especializados son trabajadores estables que cuentan con contratos durante todo el año y reciben sueldos fijos. Estos salarios son reforzados en base a una remuneración incrementada por productividad durante los meses de zafra.
En un contexto de competencia por la mano de obra, se encontraron entre los contratistas entrevistados varias referencias enfocadas en esta estrategia por mantener a los recursos humanos en su empresa a lo largo del año: 3

nosotros tenemos más de veinticinco empleados y los aguantamos todo el año. Y si no tenemos que aguantarlos igual. Tenemos que inventarle trabajo, porque es difícil conseguir y si la cosa anda, nosotros tenemos que esperar, porque cuando viene la zafra no podemos salir a buscar gente nueva y empezar todo de vuelta (Fragmento de entrevista Contratista VII, Durazno).

Es muy difícil conseguir personal. Mira que es muy difícil. Estamos todos en la misma, se van de un lado y se van para otro. Y de repente se va uno y a otra empresa le sirve. Y de repente se va otro de otra empresa y a mí me sirve. Conseguir gente que sirva que uno la pueda dejar tranquilo trabajando está muy difícil, por eso es que es mejor mantenerlos y le buscamos tareas aunque no haya trabajo afuera (fragmento de entrevista a Contratista IX Durazno).

Hacen una buena zafra, pero después se hace mantenimiento o se busca otra actividad en los galpones, con mantenimiento y con lo que sea. Pero hay que aguantar. Hay que aguantar porque la plata igual la precisan y hay que dársela. Si no se van para la competencia (fragmento de entrevista Contratista II, Dolores)

Paralelamente, se indagó acerca de la valoración de los trabajadores sobre este tipo de relación contractual y las oportunidades de empleo en la agricultura:

Somos permanentes sí. Yo trabajo siempre, va, todo el año. Cuando no hay mucha tarea afuera, igual se encuentra lo que hacer, ahí nos pagan sólo por el día, sin porcentaje. Hasta el mes pasado estábamos arreglando el galpón todo ahí, si no en el mantenimiento de la maquinaria. Cuando estamos acá hay un horario, pero cuando estamos en el campo... ahí no tenés horario (fragmento entrevista a asalariado X, Durazno).

Antes los sueldos eran muy, muy bajos, te llamaban sólo cuando te necesitaban. Hoy en día como todo eso cambió, empezó a mejorar, ahora estamos fijo (...) Y como jugando te ofertan, así tirándote indirectas... si llegas a precisar trabajo pero no sé... el día que me quiera ir me voy y consigo dónde seguro (fragmento entrevista asalariado VI, Dolores).

La contratación de trabajadores por tiempo indeterminado, con el pago de sueldo fijo todo el año solapado con remuneración por productividad en la época de zafra, es un fenómeno reciente que refleja el crecimiento de la agricultura en un contexto de competencia por la mano de obra y bajas tasas de desempleo en todos los sectores económicos. A este fenómeno decidimos denominarlo «permanencia zafralizada».
En esta modalidad, el sueldo fijo del trabajador suele estar acordado mensualmente, aunque se encontraron casos en los que la remuneración se pacta como jornal, por lo que el trabajador recibe un monto diario por cada día de trabajo. En cualquiera de las circunstancias es un monto próximo al Salario Mínimo Nacional establecido por el gobierno o su equivalente en jornal, que se paga fuera de la zafra. El diferencial por productividad es calculado considerando el tipo de maquinaria utilizada.

Digamos, el sueldo grande es por hectárea, seguro. Un porcentaje de la máquina, entonces ahí viene toda la producción y va todo en ellos. Tienen mucho incentivo económico. Acá en las empresas de nosotros se paga más por porcentaje, que por el sueldo. Tienen un sueldo fijo. Pero el dinero grande es un porcentaje (fragmento de entrevista a Contratista III, Dolores).

Es un diario digamos y después un porcentaje de la herramienta que andes, digo. Por ejemplo se paga tanta plata por hectárea, y vos trabajas por un porcentaje. Cuanto más trabajas, más rendís, más ganas. En la fumigación que son siete dólares, ganas menos, pero en cosecha que son a veces sesenta y pico de dólares, ganas más. Pero depende, tenés también la velocidad del mosquito que haces un montón de hectáreas al día y la cosechadora sólo sesenta, ochenta, depende (fragmento de entrevista a Asalariado VII, Durazno).

En la permanencia zafralizada se estarían condensando por un lado características del empleo típico, definido por un contrato de trabajo de duración indeterminada y a tiempo completo y, por otro lado, características del empleo atípico al percibir los trabajadores remuneraciones salariales por productividad. La zafra de la agricultura es el momento del año en el que la actividad se concentra y hay mayor demanda de trabajo. Ahora bien, existen diversos momentos del año en los que la necesidad de trabajo se incrementa. A continuación se presenta la Figura 1 donde se sintetizan las actividades agrícolas para cultivos de invierno y verano según mes e intensidad de trabajo.


Figura 1.
Ciclo productivo anual en la agricultura y actividades

Los círculos completos indican que hay actividad a lo largo de todo el mes, mientras que los medio círculos representan que hay actividad durante la primera o segunda quincena solamente. Estos círculos son una representación gráfica de las actividades, lo cual no implica que haya actividad y/o trabajo todos los días del mes. De este modo, se puede visualizar que hay tareas vinculadas a la actividad agrícola a lo largo de todo el año, no habiendo ningún mes en el que no se registre alguna actividad. En los casos estudiados, los trabajadores especializados tienden a super-especializarse en alguna de las tres fases del ciclo productivo, por lo cual su trabajo se concentra en algunos meses del año. Durante el resto del año, aquellos que tienen un contrato permanente con la empresa contratista se dedican a otras tareas para la empresa. Las tareas asignadas tienden a ser no agrarias y por lo general, se vinculan al mantenimiento de maquinaria, pintura y arreglo de galpones donde se guarda la maquinaria, entre otras. Uno de los elementos de mayor fragilidad en las condiciones de trabajo de los asalariados es la duración de la jornada laboral cuando la actividad agrícola es más intensa. Se identificaron trabajadores cuya jornada laboral es intensa y extensa, pudiéndose ampliar a períodos de 16 y más horas de trabajo. De este modo, se trabaja tanto en horas del día como de la noche. La duración de la jornada varía en función de la necesidad de la empresa de avanzar con el trabajo, así como la dependencia de fenómenos y condiciones ambientales. La particularidad en las chacras de agricultura visitadas durante el trabajo de campo, es que los operarios de las máquinas no suelen rotar durante la jornada de trabajo.
Es decir, por cada máquina hay un trabajador responsable que la opera durante toda la jornada. Esto implica que el mismo operario se ocupa en la misma máquina, haciendo la misma tarea durante todo el día. Esto se sostiene, en la medida en que el trabajador recibe un incentivo económico por hectárea trabajada. Para los operarios no aparecen más motivaciones que la retribución económica derivada principalmente de las hectáreas trabajadas por día. El pago por productividad, conduce al desarrollo de ritmos de trabajo fuertes durante extensas jornadas laborales, que abarcan tanto trabajo diurno como nocturno. Esto se identifica como el aspecto más negativo del trabajo en la agricultura y por donde se evidencia la vulnerabilidad y precariedad a la que están expuestos los trabajadores. Al respecto se ratifica la perspectiva de Neffa (2010) quien señala que la incorporación de la productividad como criterio de asignación salarial es un fenómeno que caracteriza con fuerza la nueva organización de los esquemas de trabajo. En el análisis de cómo se desarrolla el proceso de trabajo emergen una serie de riesgos derivados de la organización del trabajo, que estarían evidenciando procesos de precariedad laboral que a simple vista no son observables. A este respecto Tomasina y Gómez (2008) señalan que en el trabajo rural se potencian entre sí riesgos vinculados con el trabajo a destajo como promotor de esfuerzos extenuantes, fatiga física y mental, entre otros aspectos. En la zafra agrícola, riesgos de este tipo parecen emerger debido a las características estructurales de la organización del trabajo y el estímulo del pago por productividad. Si bien la maquinaria está preparada para funcionar de modo continuo, el operario a cargo de la misma no lo está. No obstante, el ritmo de trabajo está pautado por la máquina, las condiciones ambientales y los requerimientos de las empresas más que por las necesidades del trabajador. Motivado por el estímulo del pago por productividad y la facilidad de trabajo continuado que proporciona la maquinaria, la superficie que puede abarcar un operario en un día de trabajo es muy extensa. Si bien esta dimensión no fue medida estrictamente, según las entrevistas realizadas y las instancias de observación en ambos territorios, se estimó que un trabajador puede realizar aproximadamente sesenta hectáreas por día de trabajo en cosecha en jornadas que superan siempre las 10 horas de duración. Este fenómeno refleja claramente aspectos del planteo de Neffa (2010). El autor considera que la modificación de la conformación de la jornada de trabajo en función de las cambiantes necesidades de las empresas, la recurrencia a las horas extraordinarias en lugar de contratación de nuevo personal, la intensificación del trabajo nocturno son elementos característicos de la nueva organización del trabajo.
Otra mirada acerca de las extensas horas de trabajo implica contemplar la monotonía que las tareas implican. Varios asalariados entrevistados, tanto en tareas especializadas como no especializadas, consideran al aburrimiento y la soledad como una de las características principales que asume la tarea que desempeñan.

El aburrimiento que nos agarramos es algo fabuloso. No hay mucho para ver también digamos, estás todo el día en eso y al principio cuando recién volvés a salir estás más nervioso, después estas dos o tres días que ya entrás de vuelta en ese aro, como que te aburrís, te acostumbrás y andás nomas. Si ya sabés más o menos lo que tenés que hacer, andás nomas, diferente es si aparece algo nuevo, vas más atento, cuando lo sabes andás nomás... no tiene mucha lógica (fragmento de entrevista, Asalariado VII, Durazno.)

Si siempre es igual, o más bien parecido. Andar, andar y andar. A veces tenés que andar más atento porque hay piedras en el campo, pero en general más o menos lo mismo todo los días (fragmento de entrevista, Asalariado II, Dolores).

La noche es igual solo que trabajas con las luces, no es que te cansas más, es que llegas más cansado porque estuviste todo el día trabajando. Pero no cambia casi nada (fragmento de entrevista, Asalariado XII, Durazno).

El proceso de trabajo tiene un pequeño componente colectivo, vinculado a la coordinación de tareas; no obstante, el desempeño del mismo a lo largo de la jornada es principalmente individual y en solitario. Esta soledad, sumada a lo rutinario de la tarea, es evadida por los trabajadores tomando mate, fumando y comunicándose entre los compañeros de trabajo, por mensajes de texto, o manteniendo largas conversaciones por teléfono celular con la pareja y/o familiares mientras se anda en la máquina. Estos elementos aportan pistas para futuros estudios vinculadas a la existencia de una precariedad laboral en términos subjetivos. Estos trabajadores prefieren enfatizar el aspecto económico como ventaja del trabajo que desempeñan, lo que podría enmascarar una percepción de precariedad subjetiva relativa al aburrimiento y soledad, entre otros.

6. Consideraciones finales

El estudio realizado nos permite reforzar la noción de que la dinámica del nuevo capitalismo opera convocando a empresas intermediarias a las que se les terceriza el trabajo como afirma Castel (2010). En la agricultura contemporánea vinculada a los territorios estudiados, se confirma claramente esta lógica operativa ocupando la intermediación laboral un lugar central en la definición del mercado de empleo. De modo complementario, se encontró evidencia que respalda el análisis de Neffa (2010) acerca de las características que adopta la reorganización laboral, que se tornan neurálgicas para el desempeño del trabajo agrícola en los casos estudiados. En primer lugar, los resultados muestran que en el mercado de empleo de la agricultura contemporánea tiene un lugar central la externalización de la fuerza de trabajo hacia otras empresas, generalmente más pequeñas, para reducir los costos laborales directos e indirectos. En el caso de la expansión de la agricultura en Uruguay, estas empresas reúnen simultáneamente la provisión de servicios de maquinaria y de mano de obra. En segundo lugar, las características que asume la jornada laboral en la agricultura, se tejen en función de las cambiantes necesidades de las empresas agrícolas que contratan a las intermediarias. En tercer lugar, es fundamental en el sistema de remuneración de la agricultura, la productividad como criterio de asignación salarial.
Lejos de superar las condiciones de precariedad que han sido propias de gran parte del empleo agrícola, las nuevas modalidades de organización del trabajo recrean también algunas de las formas típicas de precariedad laboral. Los trabajadores agrícolas se encuentran estratificados entre aquellos que desempeñan tareas especializadas y quienes realizan tareas de asistencia para asegurar el buen desempeño de los trabajos especializados. Quienes cumplen roles no especializados, tienen inserciones laborales parciales, por lo cual presentan a lo largo del año períodos de actividad intercalados con momentos de inactividad o actividad en otros sectores, constituyéndose en la acepción más estricta del término, trabajadores precarios. Por su parte, los trabajadores especializados, tienen inserciones laborales permanentes con contratos de trabajo de duración indeterminada. Si bien su sueldo es estable, su remuneración salarial aumenta utilizando el incentivo por productividad en la época de zafra. Para comprender cabalmente este fenómeno se presentó el concepto de «permanencia zafralizada» que contribuye a la comprensión de la inserción ocupacional que presenta este tipo de trabajador.
Este grupo de trabajadores esconde detrás de su estabilidad laboral establecida en contratos por tiempo indeterminado, detrás de los ingresos suficientes para la reproducción social propia y la de su familia, detrás de su protección y formalidad en términos de seguridad social, síntomas de una nueva faceta de la precariedad laboral. Esta «precariedad encubierta» está definida principalmente por el sometimiento a un régimen de trabajo sostenido, absolutamente rutinario, repetitivo y desempeñado principalmente en solitario a lo largo de extensas jornadas laborales producto de la modalidad de remuneración salarial por productividad a la que los trabajadores acceden.

Notas

1 Existen trabajos abordan el fenómeno de intermediación laboral en la agricultura para el caso argentino (Neiman, 2010; Villulla 2010 y 2009, entre otros) que no son incluidos en el estudio aquí presentado dado que el mismo no tuvo pretensiones de comparación con los procesos desarrollados en otros contextos nacionales.

2 A modo de ejemplo: el alojamiento ofrecido a los trabajadores en casas alquiladas por los contratistas en la ciudad o el crédito otorgado a los trabajadores por los empleadores y la provisión de otros elementos relativos a las necesidades del trabajador y a veces extensivo a su familia, se convierten de cierto modo en medios complementarios y decisivos de control de la fuerza de trabajo. En relación a los créditos informales se genera, además, un mayor compromiso entre el empleador y el empleado ya que su trabajo está comprometido por endeudamiento.

3 Es importante señalar que esta competencia por la mano de obra se desarrolla en un contexto de muy baja tasa de desempleo. Según informe de la Organización Internacional del Trabajo (2011) la tasa de desempleo de Uruguay bajó de 7,3 % en 2010 a 6,4 %, en lo que constituye la menor tasa de desempleo de los últimos veinte años.

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