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Pampa (Santa Fe)

On-line version ISSN 2314-0208

Pampa  no.12 Santa Fe Dec. 2015

 

ARTÍCULOS

Expansión del espacio urbano. Análisis de elementos conceptuales en el estudio de la Región Metropolitana de Buenos Aires*

 

Ezequiel Acsebrud, Gonzalo Barrios García y Victoria D'hers

Centro de Desarrollo Territorial – Universidad Nacional de Quilmes E–mail: eacsebrud@gmail.com
Centro de Desarrollo Territorial– Universidad Nacional de Quilmes E–mail: gonzaloebarriosgarcia@gmail.com
IIGG – FSOC (UBA) / CONICET / CIES Correo E–mail: victoriadhers@gmail.com

* El presente escrito en su versión preliminar fue presentado para las X Jornadas de Investigación en Geografía, Facultad de Humanidades y Ciencias – Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, del 15 al 17 de octubre de 2014.

Fecha de recepción: 31 | 03 | 2015
Fecha de aceptación final: 31 | 07 | 2015


RESUMEN

La expansión del espacio urbano en Buenos Aires tiene como unidad privilegiada de estudio la que actualmente se denomina como Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA). Esta denominación, que emerge hacia finales de la década del 90, alude al reconocimiento del proceso de expansión urbana más allá de lo que tradicionalmente se definía dentro de los límites del Gran Buenos Aires. Frente a la existencia de una multiplicidad de dimensiones y procesos contenidos en la RMBA, el estudio de la misma puede llegar a ser problemático. Consideramos que la dimensión territorial, en tanto que sintetiza la relación compleja entre la sociedad y la naturaleza, es una dimensión de fundamental importancia para la interpretación de los procesos vinculados con el despliegue urbano de la RMBA. Identificar las categorías utilizadas para el análisis de los procesos es una tarea determinante para comprender qué nociones analíticas sustentan los estudios vinculados con dichos procesos de despliegue territorial. El propósito de este trabajo es dar cuenta de los diversos enfoques analíticos utilizados para identificar el mayor o menor grado de articulación entre los diferentes procesos vinculados con la Región Metropolitana de Buenos Aires. Nos proponemos reconocer: las categorías analíticas utilizadas, los procesos que son rescatados en tanto determinantes de las transformaciones de la región, y las relaciones causales establecidas por los autores entre categorías y procesos.

Palabras clave: Región Metropolitana; Espacio urbano; Territorio

SUMMARY

The expansion of the urban space. An analysis of the key conceptual elements used in the study or the Buenos Aires Metropolitan Region.

The expansion of the urban space in Buenos Aires features the study of the so called Buenos Aires Metropolitan Region (BAMR) as its privileged unit. This name emerges in 1990's and refers to the acknowledgment of its process of growth beyond which was usually referred to as Gran Buenos Aires. Considering the presence of a multiplicity of dimensions and processes implied in it, the analysis of the BAMR can be problematic. In this sense, we consider that the territorial dimension, since it summarizes the complex relationship between society and nature, plays a key role in order to understand the processes related to this region expansion. So, identifying the categories used for its study becomes central in order to comprehend the main notions that support the interpretations of the territorial metamorphosis. The aim of this paper is to display the diverse perspectives used to identifying the articulations between the multiple processes linked to the region. We hereby distinguish: the analytical categories utilized, the processes which are underlined as determinants of the region's transformations, and the causal relationships established between categories and process by the different authors.

Key words: Metropolitan Region; Urban space; Territory


 

1. Introducción

La expansión del espacio urbano en Buenos Aires tiene como unidad privilegiada de estudio la que actualmente se denomina como Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA). Esta denominación, que emerge hacia finales de la década del 90, alude al reconocimiento del proceso de expansión urbana más allá de lo que tradicionalmente se definía dentro de los límites del Gran Buenos Aires. El instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) identifica, en este sentido, una serie de partidos cuya superficie y población integran parcialmente el aglomerado urbano (INDEC, 2001). La dimensión fundamental a partir de la cual se constituye esta nueva unidad, es la dimensión funcional de la región que se vincula tanto con el crecimiento poblacional del aglomerado, como con la expansión geográfica del mismo. Esta expansión implica, además, un despliegue infraestructural de importancia vinculado a la expansión de los servicios básicos, rutas de circulación y nuevos equipamientos para satisfacer las necesidades de habitabilidad, ocio y producción. Estudiar la RMBA trae aparejado el análisis de un espacio con complejas determinaciones. Por un lado, conlleva reconocer la presencia de una multiplicidad de procesos vinculados a la forma de estructuración histórica de un entramado productivo y social, con formas específicas de aprovechamiento y uso del suelo, con una institucionalidad y legalidad específica; todo esto vinculado a procesos políticos y económicos generales tanto a nivel nacional como internacional. Por otro lado, implica reconocer el lugar que ocupó históricamente como espacio de materialización de políticas nacionales y como principal núcleo urbano–productivo a nivel nacional. En el plano regional e internacional, dicha región se constituye como metrópolis latinoamericana, la cual contiene una multiplicidad de procesos asimilables con las principales metrópolis de la región. En este sentido, es de fundamental importancia concebir a la RMBA como espacio de expansión urbana en el marco de una economía que se integra de manera subordinada a la división internacional del trabajo (De Mattos, 2002; Lombardo, 2009).
Frente a la existencia de una multiplicidad de dimensiones y procesos contenidos en la RMBA, el estudio de la misma puede llegar a ser problemático. Consideramos que la dimensión territorial, en tanto que sintetiza la relación compleja entre la sociedad y la naturaleza, es una dimensión de fundamental importancia para la interpretación de los procesos vinculados con el despliegue urbano de la RMBA. Identificar las categorías utilizadas para el análisis de los procesos, es una tarea determinante para comprender qué nociones analíticas sustentan los estudios vinculados con dichos procesos de despliegue territorial. El propósito de este trabajo es dar cuenta de los diversos enfoques analíticos utilizados para identificar el mayor o menor grado de articulación entre los diferentes procesos vinculados con la Región Metropolitana de Buenos Aires. En la primera década del Siglo XXI, los análisis vinculados con la región han abarcado un gran número de dimensiones que expresan diferentes puntos de vista en torno a cuáles deben ser consideradas las dimensiones fundamentales que estructuran a este espacio urbano. A partir de un informe elaborado en el año 2010, solicitado por el área de urbanismo del Instituto del Conurbano (ICO–UNGS), que analiza la producción científica en torno a los procesos que atraviesan la conformación de la RMBA entre los años 1999– 2009, se identificaron diversos ejes para abordar el estudio de la región (Versclir, 2010). Tomando este como punto de partida, hemos ampliado la lectura de autores y seleccionado a aquellos que consideramos principales para analizar cuáles son las dimensiones que se rescatan del proceso de estructuración urbana de la región. En este sentido, nos proponemos reconocer: las categorías analíticas utilizadas, los procesos que son rescatados en tanto determinantes de las transformaciones de la región, y las relaciones causales establecidas por los autores entre categorías y procesos.
Cabe destacar que no hay pretensiones de exhaustividad, sino más bien proponer un acercamiento a las diversas perspectivas analíticas como primer paso hacia un análisis más acabado de las estructuraciones socio-espaciales de la región. Asimismo, las secciones siguientes constituyen una herramienta ordenada de análisis, dado que en la realidad los diferentes elementos confluyen y se relacionan mutuamente.

2. Transformaciones generales

Para comprender la diversidad de enfoques y dimensiones vinculadas a los análisis de la RMBA, primero es necesario hacer una breve revisión de los procesos generales sucedidos. El proceso de urbanización de la RMBA tiene sus inicios con el modelo agroexportador que otorgó centralidad a la Ciudad de Buenos Aires y al Puerto de Buenos Aires. Posteriormente con el modelo de desarrollo industrial por sustitución de importaciones, tiene lugar la consolidación de la primera y segunda corona del Gran Buenos Aires. Entre 1940 y 1960, el motor de la suburbanización fue la industria, con la consecuente expansión acelerada del uso residencial de los sectores de menores ingresos y obreros asalariados de la industria sustitutiva de importaciones hacia la periferia urbana, facilitado por el parcelamiento de tierras y la ampliación del transporte público; dando como resultado un paisaje mixto con usos tanto residenciales como productivos. Posteriormente, entre 1960 y fines de la década de 1980 guarda relación con la crisis del estado de bienestar y la instauración del Estado neoliberal -que se impuso finalmente con la dictadura militar, afectando la continuidad de los procesos anteriores.
A partir de la década de 1990, la urbanización de la RMBA profundizó patrones de desarrollo que si bien coincidían con los procesos socio–económicostecnológicos neoliberales que se desarrollaron a nivel mundial (Lombardo,
2000), habían comenzado a producirse desde comienzos de 1976. Durante la última dictadura, se tomaron decisiones políticas y se sentaron las bases en materia de urbanización, las que dejaron de apuntar al «ideal de homogeneidad» (Lacarrieu, 2005). La Ley de usos del suelo (Decreto Ley 8912) que pone fin a los loteos económicos y a la aparición de nuevas formas de suburbanización, la sanción del Código de edificación de la Ciudad de Buenos Aires, la erradicación de villas de la ciudad, la elaboración y ejecución de un Plan de Autopistas Urbanas, la eliminación de la ley de congelamiento de alquileres y la erradicación de la industria en los partidos de la primera corona del Gran Buenos Aires junto con el impulso a los nuevos mega-emprendimientos inmobiliarios, representó la emergencia de renovados procesos de conflicto social vinculados con la apropiación del espacio, consolidando una nueva etapa de desarrollo de gran incidencia del mercado global (Cicollella, 1999; Prévôt–Schapira, 2002; Torres, 2006). La localización de nuevos parques industriales se constituyó en una oportunidad de dinamizar el mercado de empleo en las jurisdicciones de la tercera corona, contribuyendo con exenciones impositivas para la localización industrial. Desde el punto de vista de los establecimientos industriales, la relocalización a un suelo más barato representó la posibilidad de generar un excedente en sus ingresos a partir de la venta de sus antiguos establecimientos en otras áreas centrales (Fritzsche & Vio, 2005), logrando de este modo capitalizar la externalización de los costes del impacto ambiental de las producciones concentradas y con laxos controles al momento de su instalación.

3. La producción de los procesos territoriales

Tras este breve repaso de los grandes procesos de cambio, en lo que respecta a un análisis más vinculado a los procesos de conformación del espacio urbano rescatamos tres autores que, con diferentes grados de alcance, han logrado estructurar la mirada vinculada al despliegue socio–espacial en la región. Recataremos en primer lugar a Juan Donato Lombardo, quien viene trabajando lo que concibe como la construcción del «espacio urbano», y que sirve como trasfondo del trabajo realizado por Horacio Torres en El Mapa social de Buenos Aires; así como también sustenta el análisis de Pablo Cicolella en relación con las transformaciones ocurridas en la década del 90. Juan Lombardo (2009) es quien ha realizado un mayor esfuerzo teórico para definir cuál es la relación específica entre la sociedad y el espacio en el que se vincula, para dar lugar a un tipo de espacio particular, el urbano. El punto de partida del análisis será el reconocimiento de las especificidades vinculadas con la forma de organización social predominante en la actualidad, donde se reconoce la existencia de sujetos cuyas relaciones, acciones y prácticas se vinculan con la necesidad de resolver su existencia material. Esto se realiza mediante el establecimiento de acuerdos y convenios que van conformando un tejido amplio de relaciones, que sostienen y reproducen las estructuras en que se basa el modo de producción. Estos acuerdos y convenios se institucionalizan y pasan a formar parte del conjunto de estructuras que sostienen el modo de producción predominante.
Los diferentes momentos analíticos establecidos por el autor, sirven para evidenciar el nivel de las prácticas de los sujetos que muchas veces se conciben como a-históricos o naturales. Las prácticas y acciones de los sujetos son dinámicas, y sustentan la formación de sectores económicos de interés vinculados con los diferentes momentos de producción y consumo, así como también las formas específicas vinculadas la organización social. La lógica predominante de reproducción material direcciona, de alguna forma, las instituciones establecidas para cumplir aquella función de regulación y articulación de las referidas acciones. De esta forma, entran en escena los diversos niveles del Estado, el direccionamiento de los proyectos políticos y económicos que establecen y jerarquizan las políticas públicas, así como también la normativa vigente, y susceptible de ser modificada. La presencia de los sujetos e instituciones previamente mencionados, van conformando el espacio urbano a partir de tres mecanismos. La calificación del espacio mediante el aprovisionamiento de infraestructura y equipamientos; la valorización del territorio a partir de la presencia de nueva infraestructura que satisface las necesidades de los sujetos presentes en el área; y la consecuente diferenciación de otros territorios a partir de las características específicas del uso del suelo en un determinado espacio. La producción del espacio urbano es, por tanto, el producto de una multiplicidad de determinaciones que condiciona las estrategias de reproducción material de los sujetos sociales que se hacen presentes. La lógica predominante a partir de lo cual los elementos anteriores se articulan, es la lógica de acumulación capitalista que le imprime al espacio urbano una dinámica particular vinculada con la constitución de un espacio que es a la vez, espacio de reproducción social y de extracción de beneficios. Algunos de los indicadores concretos de la producción de este espacio son, pues, la legislación vinculada con el ordenamiento territorial, la presencia de sectores empresariales vinculados con la producción del espacio en sus diferentes aspectos (construcción inmobiliaria, construcción y gestión de vías de comunicación, sectores financieros), las propias estrategias del Estado, la presencia de un determinado perfil productivo y comercial que se articula con la presencia de sectores poblacionales con determinadas características vinculadas fundamentalmente al nivel de ingreso y pautas culturales de consumo y habitabilidad.
A partir de este entramado teórico, se analizan las características del espacio que se despliega con gran fuerza a partir de la década del 80. La expansión urbana de estas últimas décadas se produce en el marco de una profunda crisis económica y social donde el mercado interno se reduce, cuando se produce un aumento abrupto del desempleo, se polariza el nivel de ingresos, los autores muestran las diferentes áreas del GBA evidenciando que los sectores de mayor ingresos conviven en espacios de menor densidad poblacional. Las características fundamentales del espacio urbano que se despliega, se vinculan con el mayor gasto público en la construcción de rutas y autopistas que permiten el acceso a nuevas áreas que comienzan a valorizarse. El aumento del parque automotor evidencia que la matriz urbana planteada privilegia el transporte individual. Por otro lado aumenta el financiamiento del sector, fundamentalmente financiando proyectos de los desarrolladores inmobiliarios, aparecen estos desarrolladores como nuevos sujetos de la producción que «coordina, organiza y pone en contacto a los distintos componentes e integrantes de esta red circuito» (Lombardo et. al., 2001, p. 113). El estado, fundamentalmente a partir del nivel municipal, establece las condiciones normativas necesarias para que los proyectos puedan producirse, originando una fuente de renta extraordinaria para los capitales privados que obtienen grandes áreas rurales a un precio que luego multiplican al declararse dicha área como urbana. Finalmente, el aumento de la inversión privada en grandes equipamientos de ocio, termina de contribuir a las dimensiones tomadas para evidenciar el nuevo tipo de espacio urbano que se construye.
Dentro de este mismo enfoque, Horacio Torres (2006) afirma que la estructuración espacial interna de Buenos Aires guarda una estrecha relación con los grandes períodos de cambio económico, social y político. Desde su análisis, la dinámica urbana entre las décadas de 1940 y 1980 va adquiriendo características particulares a partir de las políticas desplegadas en torno al acceso de la vivienda y la garantía de la accesibilidad a las diferentes áreas del conurbano a través del transporte y su infraestructura correspondiente. El proceso de valorización del suelo se va modificando a lo largo del tiempo, produciendo desvalorizaciones y revalorizaciones de diversas áreas de acuerdo a cada período. El mapa social de Buenos Aires muestra de manera clara cómo el proceso de pauperización de amplios sectores de la población imposibilita el acceso de estos sectores al mercado inmobiliario formal. Si en el período que va entre 1940 y 1960 esto se produce por la falta de capacidad estatal de satisfacer una demanda creciente de viviendas debido a las migraciones internas, en períodos posteriores la consolidación de las villas miseria y la emergencia de los asentamientos se produjo por la sistemática expulsión de los sujetos del sistema productivo. A partir de lo anterior podemos llegar a una primera conclusión. La consolidación de los mecanismos informales de acceso a la tierra se constituye en una forma específica de reproducción material de los sujetos sociales, producida a partir de la desvalorización de la fuerza de trabajo. La conceptualización realizada por Lombardo alude a las «estrategias de reproducción material» de los sujetos sociales como formadores de las prácticas sociales establecidas a todo nivel. En este sentido Lombardo ilustra, a partir de las transformaciones producidas en la región metropolitana, un determinado proceso de valorización del suelo urbano y sus correspondientes reestructuraciones, en el marco de un contexto social polarizado y desigual. Torres aporta una mirada un tanto más dinámica donde se establece una concomitancia entre procesos de crisis económica con la expresión espacial de la pauperización de la población, establecida por la falta de capacidad de reproducción material de las condiciones de existencia a través del mercado inmobiliario formal. En el desarrollo realizado por Cicolella (1999), esto mismo toma expresión a partir de un doble proceso vinculado tanto con el formato como por el rol de la región metropolitana en la actualidad. El punto de partida de Cicolella es el cambio de rol de las principales ciudades del mundo a partir de una sustantiva transformación en la división internacional del trabajo. La salida de la crisis del 70 abre un período denominado de «acumulación flexible» donde se descentraliza el entramado productivo a escala planetaria, donde la tecnología de la comunicación y el manejo de información se convierten en un eje central en el proceso de organización y coordinación del proceso productivo en dicha escala. En este marco, las grandes ciudades sufren transformaciones vinculadas con el tipo de actividad que en ellas se concentran (Sassen, 1999), modificando las dinámicas e incluso la morfología urbana de las principales ciudades del mundo.
En función de esta lectura, Cicolella evidencia cómo los cambios ocurridos a escala planetaria imprimen una dinámica particular la RMBA. En el marco del proceso de apertura del mercado local para la atracción de capitales externos, privatización de los servicios públicos y de concentración de capitales mediante fusiones y adquisiciones, la llegada de Inversiones Extranjeras Directas se materializó en la RMBA en forma de inversiones vinculadas con el entramado de los que este autor denomina como «artefactos de la globalización». De esta manera la producción de la ciudad se dirigió hacia sectores concentrados de la población y en función del mercado internacional. Existe, sin embargo, una diferencia sustancial ente el rol de la RMBA respecto a las principales «ciudades globales» del planeta. Mientras estas últimas concentran servicios empresariales relativos a la necesidad de coordinación y organización de la producción a escala global, la RMBA se organiza en función de actividades «banales» centrada fundamentalmente en el turismo, ocio y consumo. La planificación regional metropolitana sumida bajo las reglas del mercado, traspasó las fronteras de las urbanizaciones cerradas, maximizando los beneficios de la inversión privada sobre los bienes públicos privatizados multiplicando las oportunidades de negocio y especulación para el desarrollo inmobiliario y posibilitándolo captar rentas urbanas extraordinarias. Se estableció un tipo de organización espacial y de urbanización de «enclave» dirigidas a un sector de ingresos medio-alto (Soja, 2000), caracterizado por urbanizaciones privadas de barrios cerrados, countries o clubes de campo que se asentaron sobre la privatización de espacios públicos (Torres, 2000). En torno a estas áreas se produjeron también espacios de concentración de la actividad comercial y de recreación (Cicolella, 1999; Calello, 2000; Frtizche y Vio, 2005). Este desarrollo urbano de enclave, se adoptó en una doble modalidad: por un lado, una
densificación del distrito central histórico en un proceso de creciente verticalización y modernización de edificios y conjuntos residenciales con servicios e infraestructuras deportivas o de confort en la ciudad de Buenos Aires. Mientras que por el otro, la extensión del área hacia los partidos de la tercera corona que tomaron como eje de desarrollo los accesos rápidos y autopistas (Cicolella, 1999), cambiando la fisonomía y dando forma al nuevo paisaje suburbano. La refuncionalización de diversas áreas del espacio urbano ya consolidado en relación con nuevos tipos de actividad implica una valorización de suelo urbano y un tipo de actividad que implica la expulsión de población de las nuevas «centralidades» que se van constituyendo. A su vez, los nuevos espacios producidos en función de estos nuevos procesos implican una segregación espacial en relación a los espacios aledaños. El análisis de este autor junto a la noción de la «suburbanización de las elites» (Torres, 2000), aportan un enfoque concreto en relación a los procesos de polarización social y segregación espacial.
Estos tres autores exponen cómo el espacio urbano es el resultado de una relación dinámica entre las relaciones sociales y el espacio donde se establece una forma de organización social. Las dimensiones clave a partir de las cuales se despliega el espacio urbano se vinculan con el proceso de valorización y refuncionalización del suelo urbano, así como también con la reproducción material de los sujetos sociales.

4. La institucionalidad de los procesos territoriales

Dentro del segundo grupo de trabajos nos encontramos con análisis vinculados a institucionalidad con que se rige, crece y se desarrolla la RMBA. Distintos autores retoman las problemáticas surgidas por parcialidades o limitaciones desde el ámbito político institucional. En este sentido, Pedro Pírez (2004, 2005), afirma que la organización estatal Argentina impone una fragmentación político institucional y no contempla el gobierno de la ciudad como tal, sino que distingue niveles territoriales: uno nacional y otros dos parciales: gobiernos provinciales y municipales. Tal fragmentación determina la configuración política de la RMBA y, por ende, su dinámica en términos de gobierno y gestión urbana. En este sentido, los actores políticos que existen en el área metropolitana operan como sujetos de acumulación, compitiendo por el control de los recursos en tres circuitos diferenciados: uno integrado por las relaciones políticas que se dan en el territorio local, donde se define el acceso a posiciones institucionales de poder, el segundo donde los gobiernos locales compiten entre sí en un ámbito mayor con el gobierno provincial por la oferta de elementos instrumentales (recursos, apoyos publicitarios, obras públicas, planes sociales, etc.). El tercero, donde la base de la integración del conjunto de gobiernos y jurisdicciones presentes en el área (federal, provincial, municipal y la CABA) da diferentes sistemas de relaciones o encadenamientos de acumulación. Al no existir en ninguno de los casos unidad en el funcionamiento político, se consolida la «inexistencia metropolitana». Esta invisibilización en términos políticos, fortalece el peso de los actores sociales privados que construyen de acuerdo a sus intereses la realidad metropolitana (2004). Por último, identifica tres contradicciones: entre el ámbito territorial de los problemas, y el ámbito territorial del gobierno y de la gestión locales; entre el ámbito territorial de las necesidades y el de la representación política, ya que no coinciden los espacios de la vida urbana metropolitana con los de las representaciones políticas; entre el ámbito territorial de las necesidades y el de los recursos, todo esto lleva a que la realidad metropolitana tienda a concentrar las necesidades en ciertos territorios, mientras los recursos se concentran en otros (2005). En este sentido, en el marco de los cambios económicos y sociales del '90, derivados del impacto de la reestructuración y la globalización, señala que la RMBA ha experimentado dos procesos de cambio: por un lado, crecimiento y redistribución demográfica, hacia la Tercera Corona; por otro, creciente concentración económica en la Ciudad de Buenos Aires.
Esta nueva realidad consolida las desigualdades de la región, fortaleciendo los patrones históricos de configuración territorial (norte/sur y centro/periferia). Las decisiones tomadas por actores económicos, con el predominio de lógicas privadas resultan en un déficit de democracia y participación ciudadana en las decisiones que afectan el medio metropolitano (2004). La diferenciación social del espacio supone a su vez la aplicación de la lógica de la estratificación social al territorio, y su concreción en la «segregación territorial». La descentralización en términos demográficos, así como la centralización en términos de actividad económica, implica un comportamiento de flujo entre los sectores residenciales y el área de empleo. El crecimiento poblacional en la tercera corona de la RMBA se produce por aquellos sectores poblacionales que son capaces de trasladarse cotidianamente hacia el centro de la región, rompiendo el esquema tradicional de integración territorial de las inmediaciones de las actividades productivas. Por otra parte, las relocalizaciones de los sectores productivos respondieron a un proceso de valorización de espacios que se produjo a expensas de la desvalorización de antiguas áreas industriales que entraron en crisis durante el periodo anterior. Si la crisis de la industria del siglo XX se produjo en las áreas en torno de la primera corona de la RMBA, el proceso de recuperación se produjo en la tercera corona de la región. La imposibilidad de reconversión de la industria, representó no solo la desvalorización de dichos espacios en términos de infraestructura y servicios sino, además, la instalación definitiva de las problemáticas sociales vinculadas con el desempleo y la pobreza estructural de un importante sector de la población. Como concluye Bozzano, estos «cementeros industriales» persisten dado que son los herederos de nulos controles de impacto ambiental de las actividades desarrolladas, por lo tanto coinciden generalmente con áreas de un gran pasivo ambiental (Bozzano, 2000).

Otro aspecto señalado por Pírez y desarrollado en este caso por Aída Quintar (2003, 2007) es la vinculación con la crisis del modelo de desarrollo Argentino en el 2001, y el surgimiento de nuevas formas de participación políticas que buscaron superar algunas de las contradicciones del sistema. Los efectos de los cambios producidos durante la década del '90 sobre la estructura económica: aumento de la pobreza, de la deuda externa, la concentración de capitales, la desocupación, el descenso del PBI, etc., junto con la corrupción, el descontento social, la movilización y organización creciente dieron una crisis de representatividad (2003). En paralelo, las formas de organización social y los nuevos valores de la solidaridad, cooperación y pensamiento colectivo, propiciaron el surgimiento de movimientos de protestas y Asambleas Populares Barriales. Frente a este panorama, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires buscó contener ese clima de protesta social e insubordinación civil puesto de manifiesto durante el 2002, retomando el proyecto de descentralización política en Comunas y la implementación del Presupuesto Participativo, ya contemplados en la Constitución de 1996 (2007). Sin embargo, debido a que no se realizó respondiendo a una propuesta surgida desde la propia sociedad civil, las lógicas de acumulación de poder predominaron sobre los intereses colectivos impidiendo la consolidación efectiva.

5. La dimensión social de los procesos territoriales

Tomando como punto de partida los análisis sobre los procesos territoriales, diferentes autores avanzaron sobre el impacto en la forma de vivir estos cambios, el acceso al suelo urbano, la problemática habitacional, la informalidad y la segregación socio–espacial, adquiriendo de este modo mayor riqueza conceptual. Como una de las principales referentes en el tema, Nora Clichevsky (2000, 2003) observa concretamente la dinámica de expansión de la informalidad en el crecimiento de las urbes. Hace un recorrido por las distintas ciudades importantes de América Latina, revisando datos censales de población viviendo en villas, asentamientos informales, etc. Su análisis se basa en revisar las políticas públicas referente a la vivienda, afinando los conceptos para analizar las diversas formas que adopta la informalidad, ligada al funcionamiento del mercado de suelos:

La ilegalidad/irregularidad/informalidad implica dos formas de transgresiones: respecto a los aspectos dominiales y al proceso de urbanización. La primera se basa en la falta de títulos de propiedad (o contratos de alquiler); la segunda, en el incumplimiento de las normas de construcción de la ciudad. Cada una de ellas se concretan en diferentes tipos que definen formas distintas de segregación urbana. (2000, p. 4)

Observa cómo se maneja el mercado de suelos, y cómo se dan las dinámicas de valorización por el capital y las inversiones, detallando cómo el Estado interviene en dicha dinámica «produciendo» suelos para pobres por medio de adquisición de tierras:

Dependiendo de las regulaciones estatales, la tierra urbana poseía, históricamente, más o menos servicios y por lo tanto un precio de producción diferente; las regulaciones estatales han encarecido el precio de producción de la tierra. Los loteos se efectuaban según submercados, definidos por las normas de zonificación (gran instrumento de segregación urbana), como de accesibilidad relativa, tipo de medio natural, superficie de lotes, etc. Las diferencias son muy grandes entre ciudades, dependiendo justamente del medio natural, en una gran parte, así como de la concentración de la propiedad, el tipo de agente (Clichevsky, 1990) y las inversiones estatales, que alientan el uso de uno u otro espacio (a partir del sistema de transporte e inversiones en autopistas e infraestructura básica). También son grandes las diferencias en relación a la existencia o no de un submercado residencial para sectores de bajos ingresos entre los países de la región, dependiendo básicamente de las normas estatales. (Clichevsky, 2000, p. 14).

Además, revisa los modos «informales» en que se da esta producción de suelo urbano, específicamente en la periferia (siempre en vinculación con el centro). Esto resulta en la llamada «segregación». Según esta autora, el funcionamiento de los mercados formal e informal y las políticas del Estado hacia los mismos, vinculados directamente a los distintos sectores socio-económicos, conlleva a una segregación espacial cada vez más acentuada. La localización de los diferentes tipos de informalidad dentro de las áreas urbanas/metropolitanas, resulta en la agudización de múltiples problemas urbanoambientales, dependiendo si se habla de una ocupación directa de tierra, a través de loteos clandestinos e irregulares y ocupación de viviendas, corticos, inquilinatos, etc. Dirá:

Para la ocupación directa, la población no tiene muchas opciones, sino localizarse en las tierras que no poseen interés para ser desarrolladas por el mercado formal; las mismas tienen severas restricciones, tanto desde el punto de vista del medio natural como del antropizado, y los riesgos son muy altos. (Clichevsky, 2000: 18)

Afectando este fenómeno en última instancia a los alcances de la «ciudadanía». En este mismo sentido de estudio del crecimiento de las diversas formas de urbanización en la región, María Cristina Cravino (2006, 2009) y el equipo del Instituto del Conurbano realizan un acercamiento al análisis de la evolución y crecimiento de los llamados asentamientos informales y villas. En el año 2009 contaban por lo menos 819 asentamientos informales,

de los cuales 363 son villas, 429 son asentamientos, y 27 polígonos [en lenguaje de SIG, se habla de puntos, líneas, polígonos] en los que no se pudo identificar la tipología. En los 819 barrios viven poco más de 1 millón de personas con u promedio de 1301 personas por barrio. La superficie que abarcan es de 6484, 2 hectáreas, con una densidad bruta promedio estimada de 164 habitantes por hectárea. (2009, p. 95)1

Marie-France Prévot Schapira (2002, 2008), en cambio, cruza sus análisis de los cambios en el área metropolitana con las mismas en el nivel del sistema productivo, resultantes de las nuevas orientaciones económicas y sociales de los años '90, y aquellas manifestadas en la organización socio-espacial de Buenos Aires. Dichas transformaciones que se sucedieron en el mercado de trabajo, según esta autora, rediseñan la geografía social del Gran Buenos Aires. Finalmente, se observará la espacialización de los procesos de dualización y desintegración de la sociedad en la región metropolitana (2002). Estas «transformaciones rápidas y espectaculares cambios», se pueden resumir bajo el término metropolización: terciarización de la economía, privatización de los servicios urbanos, desarrollo del sector inmobiliario ligado a las nuevas formas de consumo y de esparcimiento, así como también aumento de la pobreza y de las desigualdades. Según estos trabajos, la crisis financiera, social y política por la que atravesó Argentina en su conjunto deja ver la relación entre los procesos de metropolización y las recomposiciones socio–espaciales que acompañaron los años de la convertibilidad (1991–2001). No obstante, en los años '90 se entra en una lógica privada que transforma la ciudad por pedazos: ¿se puede decir que el modelo de la ciudad más integrador, más democrático de toda América Latina, y que había correspondido a un proyecto político, está siendo deshecho hoy en día por el modelo económico privilegiado durante los años '90? (2002).
Entonces, centra los estudios en el papel de las ciudades, en esta caso Buenos Aires y su área metropolitana, como espacio privilegiado de la acumulación flexible, y de nuevas formas de producción para la Inversión Extranjera Directa: «La región metropolitana fue y se conserva como la región industrial más importante de Argentina, pero las políticas monetaristas de la dictadura, el difícil recomienzo de los años '80 y la hiperinflación llevaron al cierre masivo de industrias (cristalería, automóvil, textil) y transformó las viejas comunas obreras de la primera corona en verdaderos "cementerios industriales" (Avellaneda, La Matanza, General San Martín)» (2002, s.p.). Asimismo, esta fragmentación muestra la complejidad del cambio, dado que desde los años noventa y cada vez
más

la posición social no determina ahora la posición geográfica, que la sociedad en «archipiélago» produce una superposición de diferentes espacios y da una visibilidad acrecentada a las diferencias. En este marco, el concepto de fragmentación actúa como noción articuladora entre los componentes espaciales, delimitados por la desconexión física y la generación de discontinuidades morfológicas; la dimensión social, replegada a lo comunitario; y la dimensión políticas, vinculada con una dispersión de actores y la autonomización de dispositivos de regulación y gestión urbana. También paralelamente al proceso de metropolización y de apertura ligados a la globalización, se desarrollan en el interior de la ciudad lógicas de separación y nuevas «fronteras urbanas» (2002, s.p.).2

Dentro de esta línea, Hilda Herzer y su equipo del Área de Estudios Urbanos del IIGG, UBA (Herzer, 2008; Di Virgilio y Vio, 2009; Rodríguez et al, 2007) también tomarán en análisis las transformaciones del mercado inmobiliario para comprender la metamorfosis producida en los barrios y las dinámicas de producción social del hábitat. En esta dirección, Di Virgilio y Vio (2009) especifican que la geografía urbana de la RMBA está caracterizada por el cambio constante y la transformación de áreas no urbanizadas en suelo urbano, retomando lo que Garay define como consolidación y densificación. La producción de la RMBA, estuvo orientada hacia la obtención de rentas inmobiliarias extraordinarias y, en menor medida, por inversiones tendientes a resolver o a aliviar las condiciones urbanas deficitarias (Di Virgilio, 2009). La política urbana perdió perspectiva regional sobre la cuestión metropolitana, y en su lugar, las lógicas, mecanismos, factores y actores que operan sobre el crecimiento y/o la transformación de la RMBA respondían a decisiones y estrategias globales del capital. Respecto de las reconfiguraciones específicas en tanto proceso paralelo a la expansión de la citada informalidad, como ser los barrios privados, countries, Maristella Svampa (2001, 2004) realiza una descripción de dicho fenómeno como un correlato de las transformaciones acaecidas en la sociedad de los años noventa, marcada por la fractura, polarización social y proceso de privatizaciones. Desde una perspectiva de estudio del paisaje urbano, Raquel Perahia (2011) observa esta dinámica en el cambio del paisaje natural y urbano, en consonancia con las tendencias globales de marketing que lo modifican radicalmente.3
El marco general en que se produce el despliegue de este tipo de proyectos, se vincula con una cierta estabilidad económica de ciertos sectores de la sociedad y la disponibilidad de redes de autopistas que facilita un acceso rápido a nuevas áreas de la región, así como también un alto rendimiento en el negocio inmobiliario que permite a los desarrolladores obtener tierras a un precio reducido (desde el punto de vista del desarrollador) (Vidal Kopman, 2011). Esta transformación del paisaje implica la presencia de nuevos sujetos que producen un nuevo tipo de urbanización a través de la implementación de nuevas tecnologías para producir nuevo tipo de espacio urbano (Lombardo, 2014). Estas transformaciones requirieron de determinadas políticas estatales que permitiesen este nuevo tipo de intervención territorial. Este nuevo tipo de expansión urbana implica la producción de nuevos tipos de conexiones, produciendo lo que Tella ha denominado como «ínsulas de riqueza». Se establece un continuo de espacios privados que tiende a la pérdida de contacto con el entorno próximo, lo que fractura en el tejido socio – territorial con múltiples consecuencias. En el contexto de crisis económica de fines de la década del 90, la desigualdad y pobreza, que repercutieron en la consolidación de un problema público que afecta de manera subjetiva la calidad de vida de la población: la inseguridad; sumado al deterioro del espacio público a partir de su falta de mantenimiento dieron como consecuencia un nuevo culto de lo privado. Es en este marco en el que se van produciendo y articulando lentamente nuevas pautas de comportamiento y consumo. De este modo, las urbanizaciones cerradas representan un espacio mono funcional con viviendas unifamiliares y una simplificación del paisaje que permite un mayor control en el flujo de personas y sus actividades. La calle es uno de los pocos espacios públicos, y es un espacio de tránsito. No existe, por tanto, un espacio público que permita cierta forma de sociabilidad ni de lugar a una multiplicidad de actividades. Por otro lado, la vigilancia se establece como un elemento fundamental, existe un estricto reglamento con horarios para las diferentes actividades, así como también se establecen mecanismos de administración de justicia propia. Se estatuye lo que se denomina como «urbanismo de encierro». Finalmente, hacia el interior de estas urbanizaciones, se produce una aparente paradoja. A la vez que la distribución poblacional responde a una densidad débil, los individuos se encuentran socialmente más próximos, la continuidad de los espacios privados da a lugar a un relacionamiento con sectores sociales homogéneos, lo cual implica un empobrecimiento en el contacto de la diversidad social con la que se encuentran los sujetos. En relación a su entorno, se formalizan las desigualdades sociales. Se produce una «rigidez» en el relacionamiento entre diferentes sectores de la población.
Desde una mirada más antropológica, María Carman especifica cuatro tipos de segregación: acallada (producción directa e implícita de situaciones de confinamiento, donde lo que es presentado como una política asistencial puede enmascarar una segregación de los sectores más débiles); por default, variante de la anterior como «efectos socioespaciales de un prolongado abandono de los habitantes de una zona de relegación »; presuntamente indolente o positiva, como procesos de autosegregación de clase acomodada; por último, una segregación agravada, donde se da un efecto acumulativo de experiencias que dificultan la integración de un grupo, donde «los grupos vulnerables interiorizan la hostilidad de ser segregados una y otra vez» (Carman, 2011, p. 245 y ss). Finalmente, entonces, a modo de síntesis se debe explicitar la importancia de las dinámicas «informales» de expansión del espacio urbano y la presión generada por los sectores «vulnerables» dentro de las posibilidades de ocupación de sectores ambientalmente degradados, forzando al Estado -por momentos- a tomar decisiones de expansión de la infraestructura. A partir de esto es posible articular las características de la producción del suelo urbano con las problemáticas ambientales urbanas. Si se quiere estudiar el modo y/o las condiciones en que los sujetos sociales reproducen sus condiciones materiales de existencia, entonces la dimensión ambiental se establecen como un aspecto cualitativo fundamental de dichas condiciones. En tal sentido el acceso al suelo urbano representa una posibilidad específica de acceder a recursos naturales así como también a un espacio con características ambientales específicas y a un ambiente construido particular.

6. La dimensión ambiental de los procesos territoriales

Desde el punto de vista socio–territorial o ambiental, las problemáticas estuvieron vinculadas con el uso ineficiente de recursos y el acceso desigual a los servicios públicos que el espacio producido no logró cubrir por una reglamentación ineficiente y una política ineficaz. La expansión urbana ha implicado la emergencia de problemáticas desde los primeros períodos. La falta de acceso al agua de red, a cloacas y la exposición a inundaciones se han agravado desde el primer período de sustitución de importaciones. Por su parte, Perahia (2011) explica cómo la consolidación de la urbanización de las primeras coronas han traído problemas vinculados al vuelco de efluentes industriales, alteración de la dinámica hídrica así como también el tipo de urbanización desarrollado en función del loteo masivo, representó la escasez de espacios verdes y la pérdida de recursos no renovables como el suelo fértil y la biodiversidad. En la actualidad podríamos sumar la crisis energética, toda la problemática referente a la gestión de los residuos urbanos. Todos estas problemáticas refieren a la forma en que la población se vincula con el ambiente en el que se establece, se apropia y lo transforma para satisfacer sus necesidades. Sin embargo, el modo en que esto se produce es divergente a lo largo de los diferentes sectores y el modo en que esto se interpreta también es diverso, habiendo dificultades para llegar a una interpretación holística y sintética de estos procesos (Carballo, 2002). En el marco de los estudios de la Región Metropolitana de Buenos Aires, podemos identificar dos enfoques de importancia: la ecología urbana y aquellos autores que retoman las nociones de la teoría del riesgo. Desde el punto de vista de la ecología urbana, los procesos urbanos–ambientales son vistos desde una dinámica de poblaciones en tanto los seres humanos son un conjunto que interactúan de alguna forma con el ambiente que supone un sustento, a la vez que es modificado por la población. La ciudad se constituye en un espacio privilegiado para el estudio de las interacciones de los seres humanos con su ambiente, por ser los espacios de mayor concentración poblacional (Di Pace y Caride, 2012).
Este enfoque se concentra en lo empírico, como las transformaciones producidas en los '90 en el Litoral Sur de la RMBA a partir del anuncio (del Puente Punta Lara – Colonia) y la ejecución (de la Autopista La Plata – Buenos Aires) de importantes emprendimientos que mejorarían su accesibilidad y por lo tanto sus oportunidades de transformación (Etulain, 2004). El autor realiza una delimitación y caracterización exhaustiva del área de análisis tomando como puntos centrales lo fitogeográfico, la geomorfología, a su vez, identifica las transformaciones territoriales producidas por cada asentamiento, la intensidad y tipos de usos del suelo, remarcando los principales problemas ambientales emergentes. Concluye que los espacios libres pertenecientes al sistema Litoral Sur adquieren una posición estratégica entre la nueva accesibilidad dadas por la autopista y el sistema ribereño, propiciando nuevas formas de apropiación social que inciden en su dinámica. Se pasa de una condición de periferia aislada con asentamientos de usos degradados, a la de periferia integrada por su conectividad a la autopista y su vinculación actual. Todo esto afectando al ambiente y produciendo una progresiva pérdida del recurso a partir de la degradación ambiental del río y sus riberas y la marcada desaparición del carácter público de éste y legitimado en que cada jurisdicción ha tomado su territorio y valorado internamente, desconociendo la problemática de ocupar el espacio litoral o ser parte de él (2004). De esta manera, al enfocarse en las interacciones entre los diferentes niveles de los procesos físicos y sociales, brinda un marco que permita un tratamiento holístico de la problemática estudiadas. El «paisaje» se establece como categoría analítica que sintetiza las relaciones entre la población y su ambiente. Por otro lado, el concepto de «vulnerabilidad» aparece como la noción central que se utiliza para analizar una situación particular de un determinado segmento de la población.
Esta noción, vinculada con la teoría social del riesgo desarrollada principalmente por Ulrich Beck, centra su atención en conocer el grado de riesgo al que está expuesta una población frente a una posible amenaza, así como también la capacidad de esta población de recuperarse frente la ocurrencia de un desastre. Esta noción se establece como concepto multidimensional que concentra tanto la realidad de las condiciones materiales de la población, como las características de la forma de organización social, el enramado institucional–leal, político y cultural de la población. Análisis donde la interpretación de los procesos sociales tiene un lugar central en la explicación en torno a la prevalencia de riesgo en la sociedad actual y la espacialidad que ocupan logran en casos particulares cierta riqueza analítica. Si la desigualdad social expresa una desigualdad en términos de origen y trayectoria de los sujetos sociales que repercute sobre el desempeño personal, lo que puede ser vinculado con la exclusión de estos sectores de la población de los flujos globales de integración económica, da a lugar a una distribución desigual no solo en términos económicos y espaciales sino también del riesgo que es visto a partir de un multiplicidad de situaciones de vulnerabilidad ambiental (Merlinsky, 2003). En la explicación de la prevalencia de los conflictos ambientales, Merlinsky afirma que existe una desigualdad en la distribución de las externalidades negativas del proceso de producción, donde las demandas ambientales ponen en cuestión el régimen de tenencia de a tierra, el uso del suelo urbano, la contradicción entre diferentes sistemas de producción en una región, los derechos del hábitat digno y del acceso a la ciudad entre otras cuestiones. De esta manera, logra demostrar que los conflictos ambientales no solo aluden a la especialidad, sino que se tienen que establecer una serie de condiciones vinculadas con el universo simbólico de la población y una determinada realidad político–institucional y social para que los conflictos emerjan. Finalmente ve en el concepto de Vulnerabilidad una noción con gran capacidad productiva, dado que logra una perspectiva en que la producción del espacio urbano se analiza como proceso dinámico. Desde su punto de vista, el concepto permite reconocer una relación dialéctica entre lo que se encuentra por fuera del grupo social que pueden convertirse en una amenaza para dicho grupo y que este no lo puede controlar, y lo que se encuentra dentro de este grupo, vinculado con el entramado de relaciones sociales, económicas y culturales. Desde este punto de vista, la producción desigual de la ciudad encuentra mecanismos de segregación socio–territorial que se ponen en juego a la hora de la producción urbana. Estableciendo lógicas diferenciales de producción para aquellos que pueden acceder a un mercado formal y los que no pueden, de la misma forma que el Estado de manera diferente.

7. Reflexiones finales

Luego de este recorrido amplio por las diversas perspectivas de análisis y definición de la RMBA y sus principales variables de crecimiento y expansión, podemos destacar los siguientes puntos. En términos generales, se observa un cambio sustantivo en la dirección adoptada por la estructuración productiva de la región, que interactúa con las condiciones heredadas de etapas productivas previas y con condiciones impuestas por su inserción en la economía a escala regional. Estas transformaciones dan a lugar a una multiplicidad de procesos ya mencionados y analizados desde distintos enfoques.
En principio, los autores referirán al surgimiento de procesos de conflicto vinculados a la apropiación del espacio, los que fueron consolidando su desarrollo con fuerte incidencia del mercado global (Cicollella, 1999; Prévôt- Schapira, 2002; Torres, 2006). Entre dichos autores, Lombardo se destaca por su esfuerzo teórico de delimitar la relación entre la sociedad y el espacio en el que se vincula, generando un tipo de espacio particular, el urbano. En este sentido, se reconoce y analiza el modo cómo las prácticas y acciones de los sujetos son dinámicas, y resultan en la formación de sectores económicos específicos vinculados con los diferentes momentos de producción y consumo y con las formas específicas de organización social. Luego, se remarca la incidencia de la consolidación de villas miseria y la emergencia de los asentamientos que resultó en una la sistemática expulsión de los sujetos del sistema productivo. En este contexto, la consolidación de los mecanismos informales de acceso a la tierra se constituye en una forma específica de reproducción material de los sujetos, dada la desvalorización de la fuerza de trabajo. Tomará centralidad la transformación de la división internacional del trabajo, que será analizado por Cicolella, entre otros. En este sentido, como ya dijéramos, cabe destacar la diferencia entre la RMBA y otras «ciudades globales»: si estas concentran servicios empresariales relativos a la necesidad de coordinación y organización de la producción a escala global, la RMBA se organiza en función de actividades «banales» ligadas al consumo y ocio. En tercer lugar, se refiere al fenómeno de suburbanización de las elites (Torres, 2000), lo cual aporta un enfoque concreto en relación a los procesos de polarización social y segregación espacial, a la par que se da una invisibilización en términos políticos de la institucionalidad, lo que fortalece el peso de los actores sociales privados que construyen de acuerdo a sus intereses la realidad metropolitana (2004). La creciente diferenciación social del espacio implica la aplicación de la lógica de la estratificación social al territorio, y la «segregación territorial» creciente.
En este contexto, el desarrollo «informal» del espacio urbano va tomando centralidad, observando en detalle los procesos de dualización y desintegración, y el rol de los sectores «vulnerables» en la ocupación de sectores ambientalmente degradados. Se analiza el modo como la RMBA se convierte en espacio privilegiado de la acumulación flexible, y de nuevas formas de producción para la Inversión Extranjera Directa, y donde su transformación se vincula directamente con estrategias globales del capital. Finalmente, con relación a la problemática ambiental, sobresalen dos enfoques principales: la ecología urbana y aquellos autores que retoman las nociones de la teoría social del riesgo. Así, vemos cómo cada vez más los estudios se concentran en analizar la desigualdad en la distribución de las externalidades negativas del proceso de producción, dado que la creciente presión en torno a demandas ambientales y conflictos ligados a la calidad de vida de los sujetos abren la agenda pública a las temáticas de tenencia de la tierra y el uso del suelo urbano, ligado directamente al cuestionamiento por el acceso a la ciudad y el derecho a un hábitat digno.
A pesar de los grandes avances en las explicaciones de tan particular dinámica, observamos que no es clara la intención de resolver las vinculaciones internas entre el proceso de cambio de perfil productivo y económico, procesos de empobrecimiento, de degradación ambiental y de segregación socio–territorial, procesos de producción del territorio y enfoques conceptuales que definen la planificación urbana. Con todo, si bien sabemos que no se agotan aquí los múltiples enfoques y definiciones de la cuestión urbana ligada a la RMBA, hemos recorrido los principales ejes explicativos que permiten penetrar en su desarrollo y reflexionar en torno a las condiciones teóricas actuales para su comprensión, y los desafíos que enfrentamos para profundizar dichos ejes.

Notas

1 «[son múltiples] las diferencias planteadas en la literatura de estudios de hábitat entre lo definido como villa y como asentamiento, ambos clasificados como «hábitats típicos de los pobres urbanos» (Pastrana et al, 2003) -además de los inquilinatos, hotel–pensión y toma de inmueble. La Villa se identifica como surgida en la década de los '40–'50, en un contexto de ascenso y movilidad social gracias al modelo de sustitución de importaciones e industrialización; con fuertes migraciones del campo a la ciudad, donde es una estrategia individual de supervivencia; sin una organización clara en sus inicios con un manejo individual del espacio y su distribución, resultando en un «amontonamiento de casas»; donde con el tiempo se van organizando frente a desalojos, y demanda de ciertos servicios. La ocupación de los terrenos es ilegal, pero hay reclamos frente al Estado; y los principales problemas ambientales son por las zonas de ocupación inundables, ausencia de espacios verdes, contaminación de napas, entre otros. Los Asentamientos presentan ciertas diferencias, desde su surgimiento en la década de 1980, con fuerte migración interna del Gran Buenos Aires hacia la ciudad y sus bordes, donde el asentamiento se constituye como una estrategia colectiva para encontrar soluciones definitivas, con organización y en ocasiones ayuda externa; con preocupaciones por la apertura de calles y construcción de espacios comunes, donde se «respeta la trama urbana». Son ocupaciones ilegales con miras a acceder a la regularización de la tenencia de la tierra e infraestructura definitiva, pero no ya solamente desde el Estado sino también en tanto mediador hacia esas la autogestión de mejoras. Son definidos por la bibliografía especializada (cfr. Cravino 2006, 2009; Fernández Wagner 2009; Merklen 1991, 1997) como una estrategia de los sectores populares con la que hacen frente a las características excluyentes de los procesos de urbanización dominantes, de segregación socioespacial -acentuada en la década del setenta- mediante la política de alquileres, erradicación de villas de emergencia de la zona de la Ciudad de Buenos Aires, obras de infraestructura como autopistas o el cinturón ecológico (CEAMSE).» (D'hers, 2011, p. 46).

2 «En el Conurbano, en la medida en que ni el sector privado ni el público toman en cuenta la alta demanda de tierra y de vivienda por parte de los sectores populares y de pequeñas clases medias empobrecidas (cada vez más a menudo desocupados), prosiguen las ocupaciones de tierra (asentamientos), como en todas las grandes ciudades latinoamericanas, por invasiones de terrenos vacantes, numerosos en el espacio de la periferia... Para las poblaciones empobrecidas, se trata de reafirmar las fronteras entre "ellos" y "nosotros" en situaciones de proximidad, que exacerban las diferencias y la necesidad de "distinción"... A semejanza de lo que pasa en otras metrópolis latinoamericanas, el decenio de 1990 ha visto el crecimiento rápido de formas privadas de urbanización: clubes de campo, barrios cerrados. Rodeados de muros, protegidos por guardias, los "barrios cerrados" se ubican de manera privilegiada en la periferia lejana, a una cincuentena de kilómetros del centro, a lo largo de tres grandes ejes de autopistas que sirven a la Capital. Estas "secesiones" al borde de la ciudad, ¿están en contradicción con el proceso de gentrificación que supuestamente caracterizaría a la "ciudad global"? (Sassen, 1996). A diferencia de otras capitales latinoamericanas, Buenos Aires no conoció una retirada masiva hacia los suburbios residenciales de clases acomodadas, que permanecen aún muy concentradas en el Barrio Norte y su extensión periférica norte.» (2002).

3 «Ante la carencia de lotes urbanizados se incorpora tierra agrícola o tierras de reserva urbana (reservada para otro destino). Las modificaciones al territorio, derivada de esa expansión suburbana de carácter difuso y fragmentario, reduce las tierras productivas y parte del patrimonio natural con un fuerte consumo de suelo para actividades residenciales. Se incorporan importantes cambios en la topografía y las condiciones del suelo y el subsuelo, que se vieron afectados por la sobre ocupación y subocupación de los usos urbanos, y que modifica los recursos acuíferos subterráneos y de superficie y degrada sus condiciones y sus funciones naturales.» (Perahia, 2011, p. 89).

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