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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.14 Santa Fe dic. 2016

 

ARTÍCULOS

Entre volcanes: transformaciones en el ámbito rural patagónico.
Los casos de la Meseta Central (Santa Cruz) y la Línea Sur (Río Negro), 1991-2011

 

Larry Andrade y Silvina Herrera

Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA). CONICET
E-mail: larry.andrade@colmex.mx; larry.andrade@conicet.gov.ar

Universidad Nacional de Rio Negro (UNRN)
E-mail: herrera.a.silvina@gmail.com; sherrera@unrn.edu.ar

Fecha de recepción: 23 | 10 | 2014
Fecha de aceptación final: 01 | 09 | 2015


RESUMEN

El artículo aborda, en primera instancia, la discusión en torno a la nueva ruralidad, sus principales aportes en América Latina y también el vínculo que mantiene con la noción de territorio y sus sucesivas reformulaciones. Luego, se presentan los dos casos en estudio junto con la descripción de las características socioeconómicas y ambientales que consideramos relevantes para nuestro análisis, procurando revisar la cercanía y la distancia entre aquella producción teórica y la situación contemporánea de dos contextos geográficos particulares de Argentina: la denominada «Línea Sur» de Río Negro y la Meseta Central de Santa Cruz, ambas en la Patagonia. Las fechas que delimitan el lapso de estudio se corresponden con la erupción de los volcanes Hudson (1991) y Puyehue (2011), cuyo impacto en la Meseta Central y en la Línea Sur respectivamente ha sido de especial relevancia. Cerramos el texto con una somera recapitulación y reflexiones.

Palabras clave: Nueva Ruralidad; Territorio; Transformaciones; Ganadería; Minería.

SUMMARY

Among volcanoes: transformations in the Patagonian rural areas.
The cases of the Central Plateau (Santa Cruz) and the South Line (Río Negro), 1991-2011

The paper focuses in the first instance, the discussion about new rurality, its main contributions in Latin America and the link it has with the notion of territory and its subsequent reformulations. Then, the two cases study are presented together with the description of the socioeconomic and environmental characteristics that we consider relevant to our analysis, seeking review of the closeness and distance between that theoretical production and contemporary situation of two particular geographical contexts of Argentina: the called «Línea Sur» in Río Negro and Central Plateau of Santa Cruz, both in Patagonia. The dates that define the period of study correspond to the volcanoes eruption of the Hudson (1991) and Puyehue (2011), whose impact on the Central Plateau and the Linea Sur respectively has been particularly relevant. We close the text with a brief recap and reflections.

Key words: New Rurality; Territory; Transformations; Cattle; Mining.


 

1. Presentación

Desde la nueva ruralidad se destaca la necesidad de superar la dicotomía entre lo rural y lo urbano, al tiempo que se proponen nuevas funciones para los espacios tradicionalmente considerados rurales: la producción de alimentos orgánicos, los usos agrarios no alimentarios, el establecimiento de agroindustrias y empresas manufactureras, la generación de empleo no agrícola, la extensión de actividades de esparcimiento y recreación (turismo rural, por ejemplo) y la puesta en valor del patrimonio histórico de estos espacios (Pérez Correa y Quijano, 2003). Nuevas funciones y nuevos sujetos productores de nuevos territorios en consonancia con el accionar de un Estado que regula, arbitra, posibilita u obstruye la propuesta que parte de la nueva ruralidad.
Los casos a partir de los que se reflexiona en este trabajo, convertidos en disparadores de una aproximación y articulación entre teoría social y referentes empíricos, tienen la particularidad de reunir las siguientes características: corresponden al ámbito patagónico —uno a Patagonia Austral y otro a Patagonia Norte— y sus sistemas productivos han sido afectados por erupciones volcánicas en los últimos veinte años, que han deteriorado una economía ganadera ovina extensiva en crisis. Además, en ambos casos se ha operado una contracción de las actividades económicas predominantes y las dos regiones sufrieron el alto costo de las políticas neoliberales implementadas a partir de 1990, que contribuyeron a sumir a la Patagonia en una profunda crisis de la que aún no se ha recuperado (Bandieri, 2009). En este contexto un nuevo «actor» parece entrar en juego: empresas interesadas en los recursos del suelo y del subsuelo, los que se abocan a los primeros claramente en Patagonia Norte (fundamentalmente dedicadas a la producción de vinos) y los segundos con más fuerza en Santa Cruz (empresas mineras de oro y plata, fundamentalmente). Estas áreas, castigadas por prolongadas sequías y erupciones volcánicas, han estado históricamente dedicadas desde fines del siglo XIX a la ganadería ovina extensiva y vienen sufriendo la carencia de políticas públicas coherentes y sostenidas en el tiempo, favorables al fortalecimiento y desarrollo de «lo rural».

2. El devenir de «lo rural» en Patagonia

Los cambios en el ámbito rural en Patagonia Austral (PA) a partir de los ’90 han sido abordados desde diversos aspectos, destacándose por su pertinencia para este artículo los estudios socio-productivos (Andrade, 2005; Andrade, Bedacarratx y Álvarez, 2010; LUDEPA, 1992; Borelli y Oliva, 2001; Salvia y Panaia, 1997) los ambientales (Andrade et al., 2010; INTA, 1993; INTA/GTZ, 1997; Oliva et al., 2001: Oliva, 1992) y los territoriales (Schweitzer, 2004). Los aspectos vinculados a conflictos étnicos adquieren relevancia en áreas focalizadas de PA (Figueroa, 2011; GESA-UNCOMA, 1993; Bandieri, 2005; Navarro Floria, 1999), pero no por ello resultan menos importantes para nuestro análisis. Las disputas más o menos abiertas por la apropiación de la tierra en diversas áreas, involucrando tanto a particulares como a empresas de diverso origen, también han sido objeto de indagaciones (Sánchez, 2006). La aparición en PA de lo que se denomina gran minería o megaminería (Galafassi, 2010; Svampa y Antonelli, 2009; Schweitzer, 2008) con presencia firme y sostenida desde mediados de los años ’90 es, a nuestro juicio, uno de los motores de la transformación acelerada en los parámetros desde los que se percibe y nombra «lo rural».
En PA, la producción académica desde los tempranos años ’90 comenzó a dar cuenta de los importantes impactos que la Reforma del Estado encarada por el Gobierno del entonces presidente Carlos Menem, tenía sobre estas regiones periféricas, modificando severamente la estructura del mercado de trabajo y, con ello, la de la sociedad toda (Baetti et al., 1998; UFPA-UBA-MTSS, 1995; Favaro e Iuorno, 2008; Ruiz, 2008). Sobre un trasfondo teórico que enuncia profundas modificaciones en el ámbito de «lo rural», nos preguntamos e intentamos aportar a las respuestas acerca de ¿Qué está ocurriendo con el territorio, el mediombiente, la sociedad y los sujetos en PA? ¿Cómo están percibiendo y valorando los cambios los diversos actores de la vida socioeconómica y productiva en PA? ¿Cómo están afectando esos cambios las concepciones de territorio, ruralidad y producción? ¿Qué impacto tienen sobre el ambiente y los recursos naturales? Es decir, importa conocer qué características asume la nueva ruralidad como fenómeno continental pero también específicamente en la PA. Qué tipo de ruralidad generó la ocupación y puesta en producción del suelo patagónico austral con la introducción del ovino a fines del siglo XIX y cuál es la ruralidad actualmente existente, afectada primero por la explotación petrolera y minera en manos del Estado Nacional (Ruiz, 2008) y más recientemente por la explotación minera transnacional (Svampa, 2008; Alimonda, 2011). Además, la llegada de capitales transnacionales al territorio orientados a diversos campos de la producción, ha provocado y (sigue haciéndolo) impactos en las dinámicas poblacionales, productivas y de los mercados de trabajo así como también disputas por la tierra, situaciones que en Patagonia Norte han sido bien identificadas en trabajos recientes (Dimitriu, s/f y Dimitriu y Loaiza, 2010; GRR, 2010; Bendini y Steimbreger, 2011a y b, 2010, 2007; Bendini, Radonich y Steimbreger, 2012; Blanco, 2008).
En el ámbito de la investigación histórica sobre la conformación del territorio en PA, a la ya existente (Barbería, 1995; Navarro Floria, 1999; Bandieri, 2005, entre otras) habría que construir e incorporar nuevos aportes que permitan comprender el vínculo más reciente entre la construcción del territorio y la visualización/valoración estratégico- política de los recursos naturales y su potencial aprovechamiento, así como el impacto ambiental y social que su agotamiento puede traer aparejado. Esbozos en este sentido han comenzando a escribirse para Patagonia Sur, especialmente en Santa Cruz (Schweitzer, Ampuero, Godoy, 2010; Schweitzer y Narvaiza, 2010; Andrade, 2009).

3. Apuntes sobre la noción de nueva ruralidad

La nueva ruralidad (NR) (Giarraca, 2001, Bendini y otros, 2003) tiene una producción académica abundante centrada en las transformaciones acontecidas en los ámbitos rurales en la Pampa Húmeda, Patagonia Norte y otros lugares de Argentina y América Latina, generalmente asociada al desarrollo local en áreas con fuertes vínculos a mercados dinámicos e internacionales y en el marco de la hegemonía de modelos políticos determinados (Manzanal, Neiman, Lattuada, 2006; Schejtman y Barsky, 2008; Rodríguez Bilella y Tapella, 2008). «Lo rural», en sentido genérico, viene sufriendo transformaciones en las últimas décadas, siendo la misma concepción de lo rural lo que se ha convertido en objeto de discusión (Castro y Reboratti, 2008), poniendo sobre el tapete la propia concepción de desarrollo rural hasta ahora vigente (Pérez Correa, 2001). Sin embargo, existe también, dependiendo del ámbito de estudio, una impronta que asocia —explícita o implícitamente— lo rural con lo que se conoce como «periurbano» (Ávila Sánchez, 2008; Ruíz Rivera y Delgado Campos, 2008). Probablemente ocurra lo mismo con el concepto «rururbano » (Crovetto, 2011 y 2010). Convergiendo con estas miradas, Murmis y Bendini abordan esta discusión, con referencia a Patagonia Norte y coincidiendo respecto a que existe un «cuestionamiento radical de la categoría rural y en parte también de la categoría agrario» (2003, p. 11). Transformaciones como la industrialización difusa y las conformaciones sociales, espaciales y económicas híbridas han generado nociones nuevas como las de «agro ciudades », «agricultura periurbana», «fenómeno neorrural» (Bendini et al., 2006).
El concepto de nueva ruralidad da cuenta de formas novedosas en la relación campo-ciudad; de aquí la necesidad de avanzar sobre una redefinición de «lo rural» que supere la tradicional dicotomía rural-urbano y desde allí definir qué es la nueva ruralidad, «sin confundir la definición de procesos con la definición de conceptos» (Gómez, 2003, p. 3)1. La Sociología Rural ha debido redefinir su objeto de estudio, especialmente por la inclusión de nuevas dimensiones de la relación entre globalización de los sistemas agroalimentarios y ruralidad. Asimismo, la relación global/local y ruralidad, se ha
cuestionado en forma paralela al debate sobre los territorios y la constitución de nuevos espacios urbanos y rurales y nuevos actores locales. En esta situación, lo rural se transforma en un espacio de producción, generador de desigualdades y de conflicto entre los preservacionistas que ven al campo como un modo de vida saludable y de identidad social y quienes desean controlar y regular los recursos y los mercados. Para explicar estas transformaciones de «lo rural» y su relación con el proceso de globalización, surgen los «conceptos gemelos» de nueva ruralidad, en América Latina y multifuncionalidad, en Europa: la noción de nueva ruralidad es utilizada para dar cuenta de las transformaciones contemporáneas que dejan obsoletas las antiguas nociones dicotómicas que oponían los espacios urbanos —modernos e industrializados— a los espacios rurales —tradicionales y agrícolas— (Bendini et al., 2006)2. Gómez (2003) plantea la necesidad de superar la concepción tradicional de ruralidad y definir la nueva ruralidad en torno a tres dimensiones interrelacionadas: una en relación con el tipo de territorios y actividades que se realizan, otra vinculada a la especificidad que la distingue de otras situaciones y, una última, definida en función del alcance de lo rural. En relación con el primer punto, hay coincidencia en que se trata de territorios con baja densidad de población, dedicados a actividades agropecuarias, forestales, artesanales, de pequeñas y medianas industrias, mineras, dedicadas al turismo rural, a la vez que se prestan servicios de salud, educación, transporte y comercio, entre otros, en una suerte de «multifuncionalidad de las áreas rurales».
Por su parte, Ruiz Rivera y Delgado Campos (2008) destacan que a pesar de la «juventud » del concepto, de la diversidad de enfoques y perspectivas, de las diferencias con respecto a la centralidad de los elementos que definen las «nuevas ruralidades» y de la necesidad de continuar con el diálogo multidisciplinar, existe un cierto consenso que conduce a utilizar el término nueva ruralidad para «describir genéricamente las maneras de organización y el cambio en las funciones de los espacios tradicionalmente “no urbanos”: aumento de la movilidad de las personas, bienes y mensajes, deslocalización de actividades económicas, nuevos usos especializados (maquilas, segunda residencia, sitios turísticos, parques y zonas de desarrollo), surgimiento de nuevas redes sociales, así como diversificación de usos (residenciales, de esparcimiento y productivas), que los espacios rurales ejercen de manera creciente» (2008, p. 78).
Sin duda, referir a la nueva ruralidad como una forma diferente de pensar «lo rural» trae consigo también una modalidad diferente de asumir la noción de territorio. A fin de no llevar adelante una extensa reflexión sobre este último concepto y que nos aleje demasiado del tema central, nada más haremos aquí una muy breve referencia a diferentes concepciones del mismo.

4. Variaciones en torno a la concepción de territorio

La noción de territorio también ha sufrido importantes modificaciones en los últimos años, desarrollándose una teorización sobre el mismo en la que la definición de desarrollo rural se asocia con la del territorio confluyendo, entre otros conceptos, en el Desarrollo Territorial Rural (DTR) (Schejtman y Berdegué, 2004; INTA, 2007; Bengoa, 2007; Sili; 2005). En este marco, se desdibuja el análisis en términos de sectores productivos a secas y se ubica a estos en el marco de un territorio que produce o puede hacerlo (Zárate et al., 2000; 2004). Reconociendo la importancia de sus aportes, el DTR es objeto de miradas críticas (Cfr. Ávila Sánchez, 2008)
En el marco del DTR se da un movimiento conceptual desde la idea de territorio como referente físico-natural y objetivamente existente, a otra en la que se lo asume como construcción social, lo cual permite pensar desde otros ángulos procesos como la desterritorialización y reterritorialización (Schejtman y Berdegué, 2004; Piñeiro, 2004). De acuerdo con esta concepción, el territorio es local (municipal), excepcionalmente abarca una o varias provincias y menos aún el territorio nacional en su totalidad (Lattuada, Márquez y Neme, 2012). Ávila Sánchez (2008) recupera de varios autores la diferencia entre territorio (espacio construido socialmente) y territorialidad (expresión de las relaciones sociales en el espacio). Esta forma de definir al territorio se aproxima a la idea de espacio en Geografía, presente en autores como Sánchez (1991) quien lo define como construcción social y biósfera, ámbito de extracción de recursos y realización de procesos de trabajo, siendo considerado por esto como «fuerza productiva estratégica» a la vez que concepción abstracta. El territorio es un recorte temporal y espacial, es espacio concreto. La discusión precedente en términos de conceptos, aunque breve, deja abierta la posibilidad de pensar el vínculo entre ellos mismos, especialmente en las implicancias que para la intervención traen consigo estas redefiniciones: si cambia la noción de territorio y también la de «lo rural», indudablemente tendrá que hacerlo la de desarrollo rural. Sin embargo, los ejemplos que analizamos son la muestra palpable de que un cambio en el modo de
nombrar los fenómenos en observación no supone una modificación, junto con ello, de las prácticas cotidianas de los sujetos en cada contexto. Es necesario, sobre todo para el analista, pensarlos de un modo diferente y, luego, reconocer cada contexto para visualizar qué es lo que se hace allí concretamente.
De aquí en más, importa presentar los dos casos de estudio a los fines de reconocer en ellos las transformaciones ocurridas en los últimos veinte años.

5. Encuadre metodológico

Trabajamos en este artículo básicamente con dos tipos de materiales: el primero de ellos es la bibliografía de diverso carácter (libros, artículos, ponencias) sobre la temática del territorio y la nueva ruralidad y, para las referencias a las situaciones locales, recurrimos a un segundo tipo de material, empírico, de primera mano, que colectamos y/o construimos en nuestros propios trabajos de investigación en las áreas estudiadas. Este se compone, por un lado, de la transcripción de entrevistas a funcionarios y productores involucrados así como también del análisis de documentos elaborados por los mismos; por el otro, las tablas sistematizan el resultado del trabajo realizado en diversos talleres con los mismos sujetos y en diferentes momentos entre los años 2012 y 2014.

6. Breve caracterización de las áreas de estudio

6.1. La Línea Sur en Río Negro
Una intervención conducida por profesionales de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) aporta información para realizar la presentación del caso Línea Sur3. El trabajo se orientó hacia los pequeños productores ganaderoovinos, a sus familias, a organizaciones de productores y otras instituciones vinculadas al desarrollo de la Línea Sur, específicamente en la zona rural comprendida por las localidades de Valcheta, Los Menucos, Ramos Mexía, Sierra Colorada y Maquinchao (ver Figura 1). La intervención extensionista, tuvo como objetivo contribuir a generar estrategias de acción colectivas entre los productores de las zonas rurales orientadas a enfrentar las consecuencias socioeconómicas y productivas originadas por la erupción del volcán Puyehue. Sobre un total departamental de 4863 habitantes, la localidad homónima de Valcheta cuenta con 3867 habitantes. Con un total de 3481 habitantes en el departamento de 9 de Julio, las localidades de Ramos Mexía y Sierra Colorada cuentan con una población de 973 y 1542 habitantes respectivamente. Por último, Los Menucos y Maquinchao, en el departamento de 25 de Mayo, contabilizan un total de población de 5187 y 2494 habitantes, según el Censo Nacional de Poblaciones, Hogares y Viviendas 2010. (INDEC, 2010).


Mapa 1.
Localidades de la Línea Sur en Río Negro

Estudios realizados por investigadores de la Universidad Nacional del Comahue han mostrado cómo en el período intercensal 2001-2010 la migración de las zonas rurales se han producido no hacia las grandes ciudades provinciales, sino hacia pueblos de tamaño intermedio que han incrementado notablemente su población (Bendini y Steimbreger, 2011a y b). Las localidades involucradas en la intervención corresponden, fitogeográficamente, a la región patagónica. En tal sentido, en Río Negro pueden distinguirse dos «provincias » fitogeográficas diferentes: el Monte Austral y la Patagonia, conformada a su vez por dos áreas ecológicas denominadas Sierras y Mesetas y Meseta Central respectivamente, que ocupan el 34,56% de la superficie provincial. El Monte Austral y la Patagonia presentan particularidades en relación con el tipo de explotación y la estructura agraria de cada región. Al respecto, en el área Patagonia se cuenta con una mayor proporción de minifundistas en relación con la región del Monte Austral, mientras que presenta también un predominio de sistemas ovinos, mixtos y caprinos con modalidades de utilización de mano de obra más extensiva y menor inversión relativa (Easdale, et al., 2009). Las localidades en observación vienen sufriendo desde el año 2005 una prolongada sequía con graves efectos sobre los pastizales naturales, deteriorados ya con las prácticas de pastoreo, a lo que se suma la acción de las cenizas producto de la erupción del volcán Puyehue. En una zona en proceso de desertificación, las consecuencias de la sequía se agravaron con la erupción del Volcán Puyehue en 2011, lo que acentuó el descenso de los índices de productividad y el proceso de descapitalización de los productores extensivos en la región.
La estructura social de esta vasta zona está compuesta por asalariados rurales, aparceros y productores que son desagregados por Bendini, Tsakoumagkos y Nogues (2004) en crianceros campesinos, crianceros capitalizados y ganaderos estancieros, al tiempo que destacan que en este conjunto cualitativamente heterogéneo predominan los productores de rasgos campesinos. Para el departamento de El Cuy, Tiscornia y Nievas (2011) distinguen cuatro tipos de productores dedicados a la cría de ovinos: productores familiares con rodeos de hasta 150 cabezas; productores familiares con rodeos de entre 150 y 700 animales; productores familiares capitalizados con rodeos de entre 700 a 2000 cabezas, finalmente, productores empresariales con establecimientos de más 2000 ovinos. Con respecto al stock ganadero provincial, los datos evidencian una disminución del ganado ovino. Según el informe elaborado por la Dirección General de Estadísticas y Censos de la provincia de Río Negro sobre el Censo Nacional Agropecuario 2008 (Cortés, 2011), la evolución del stock de ganado bovino a nivel provincial habría experimentado fluctuaciones, ya que de 444.402 cabezas en 1988, se pasó a 538.142 en 2002 para bajar a 465.856, según datos del Censo Nacional Agropecuario (CNA) 2008. El ganado ovino, en cambio habría descendido en el decenio 1988-2008: de contar con 2.632.114 cabezas en 1988, se pasó a 1.509.867 en 2002 y, finalmente, a 1.176.106 en 2008. El ganado caprino también habría experimentado un descenso en el mismo decenio: de contar 294.551 cabezas en 1988, a 176.164 en 2002 y, por último, 124.378 en 2008. Según los resultados provisorios de CNA 2008, la ganadería vacuna cuenta con un total de 469.121 cabezas (según estima Cortés, 2011), pero el tipo de ganado más importante a nivel provincial por la cantidad de unidades, es el ganado ovino (Cortés, 2011; Andrade et al., 2013).

6.2. El Departamento Magallanes y la Meseta Central de Santa Cruz4
La Provincia de Santa Cruz cuenta con ocho áreas ecológicas, a saber: Complejo Andino; Estepa Arbustiva del Golfo San Jorge; Estepa Magallánica Húmeda; Estepa Magallánica Seca; Matorral de Mata Negra; Pastizal Subandino; Sierras y Mesetas Occidentales y Meseta Central. Con relación a la clasificación de la tierra en áreas ecológicas, la misma «intenta agrupar territorios que pueden considerarse, a determinada escala, una combinación particular de suelos, clima y vegetación. Estos grandes territorios no son homogéneos e incluyen una combinación de unidades de paisaje, suelos y gradientes climáticos internos. Sin embargo, desde una visión regional, puede esperarse que los establecimientos de las distintas áreas presentan características productivas y problemas similares» (Borrelli y Oliva, 2001, p. 41). La zona centro puede definirse como una estepa de arbustos enanos, rastreros, de muy baja cobertura vegetal (20 ó 30%), con arbustos de porte mayor siguiendo las líneas de escorrentía y grandes áreas cubiertas de pavimento de erosión en un relieve plano, de planicies aluviales de rodados patagónicos y mesetas sedimentarias. Incluye también zonas de serranías sobre rocas efusivas ácidas mesozoicas, mesetas basálticas sobre derrames volcánicos terciarios y cuaternarios y extensas depresiones excavadas en substratos poco consolidados como el Gran Bajo de San Julián. Los paisajes resultantes son variados: planicies de rodados, valles fluviales, cañadones, serranías rocosas, peniplanicies, bajos, mesetas volcánicas y áreas de desmoronamientos.
La Meseta Central Santacruceña (MCS), según Cesa y Castro Dassen (2008): abarca los sectores más áridos de Santa Cruz, que se extiende en su región centro-norte, presentando en general un relieve plano de planicies y mesetas. Sin embargo el área incluye zonas de serranías, mesetas elevadas y extensas depresiones como el Bajo de San Julián. La altimetría oscila entre 0 y 1500 msnm. Abarca una superficie de 14,33 millones de hectáreas y algo más de 600 establecimientos, es una región extensa y heterogénea afectada por un severo proceso de degradación y consecuentemente ha disminuido su disponibilidad forrajera; una de las consecuencias es que la tasa de extracción de animales destinados a faena (capones y corderos), desciende constantemente. Para resaltar la variedad de paisajes que componen la MCS, Borrelli, Montes, Oliva y otros (1997) dividieron la región de acuerdo a la isohieta de 200 mm (según De Fina, 1969) en dos grandes unidades: Meseta Central Costera (MCC) y Meseta Central Mediterránea (MCM).


Mapa 2.
Meseta central de Santa Cruz con localidades.

Predomina el clima Frío árido de meseta, con promedios térmicos de 8 a 10º C de noreste a sudoeste. Las precipitaciones en general están por debajo de los 150/160 mm, una delgada franja costera recibe lluvias algo superiores a los 200/220 mm anuales. La distribución muestra una concentración invernal de las mismas (Borrelli y Oliva, 2001). En la MCS, a los efectos negativos de la desertificación (Andrade, 2005), la recurrente baja o nula rentabilidad de las «estancias» o «campos» (las denominamos así para respetar el uso habitual en la región) se sumó la erupción del Volcán Hudson en agosto de 1991 y los efectos del plan de convertibilidad durante el gobierno del Presidente Menem (Manzanal, 2002). La confluencia de estas circunstancias provocó el cierre y abandono de cientos de estancias dedicadas a la ganadería ovina extensiva, debido a las dificultades para desarrollar una ganadería sostenible —ni siquiera en lo económico—, produciendo un notable éxodo de la de por sí escasa población rural hacia los centros poblados (ver Tabla 1).

Tabla 1. Superficie y evolución de la población rural por provincia.

7. Dinámicas socio-productivas en los casos estudiados

7.1. La Meseta Central
Las zonas centro (Departamentos Magallanes y Río Chico) y norte de Santa Cruz (Departamentos Lago Buenos Aires y Deseado) fueron las más afectadas por la erupción del Volcán Hudson y es donde, al tiempo que se despoblaban las estancias, se asentaba la gran minería transnacional. El Departamento cuenta con aproximadamente 97 establecimientos ganaderos «reales» (producto de la fusión, trabajo conjunto u otras modalidades de los 115 relevados por otras fuentes), de los cuales 91 son ganaderos exclusivos. La mayoría de los propietarios viven o tienen relación directa con Puerto San Julián, una de las dos localidades urbanas de la zona centro (la otra es Gobernador Gregores). En el estrato de los que tienen entre 15.001 y 20.000 has, el 50%, según el CNA 2002, se encuentran fuera de producción. Pero no solo eso, estancias con mayor superficie (20.001 y más has) también se encuentran en la misma situación (5 de 8 en el estrato).

7.2. Línea Sur
En la Línea Sur de la provincia de Río Negro, se realizaron entrevistas a referentes de las diversas instituciones que agrupan a pequeños y medianos productores. Uno de ellos nos facilitó una copia del escrito presentado a las autoridades provinciales con un diagnóstico de autoría colectiva sobre las
consecuencias de la sequía y las cenizas esparcidas por la erupción del volcán Puyehue, la cual incluye una propuesta de acciones posibles tendientes a paliar la situación5. Si bien no se mencionan en ese escrito las fuentes que sustentan el diagnóstico, el documento es valioso en razón de las propuestas realizadas y por ser una expresión del modo de valorar lo rural y su devenir por los propios implicados. Sintetizamos a continuación lo que consideramos el corazón de esa propuesta:
• En primer lugar se plantea la necesidad de cumplir con la entrega iniciada pero no cumplida de forraje «en las zonas que tenía que asistir la provincia y que fueron dejadas de lado por nación».
• Se reclama la aplicación de leyes aprobadas, como la Ley n° 26509 que sancionó el «Sistema nacional para la prevención y mitigación de emergencias y desastres agropecuarios», la Ley n° 26680 de «Recuperación de la ganadería ovina» y la Ley n° 26698 de implementación del «Programa transitorio de retención y reposición de vientres y condonación de créditos».
• Atento al 10% de retenciones a la producción lanera de Río Negro realizadas durante los últimos 8 años, se solicita al Poder Ejecutivo Nacional una compensación a través de un DNU (Decreto de Necesidad y Urgencia) de $10 por kilogramo de lana para las zafras 2011/2012 y 2012/2013, a través de un control de guía y facturación por kilo de lana genuinamente vendida.
• Ante el grave problema que significa la falta de agua agravada con la prolongada sequía que viene sufriendo la zona, se pide en forma urgente arbitrar los mecanismos para: conseguir camiones aguateros que provean de agua a los campos que ya se sabe que carecen y carecerán de ella todo el verano de 2012; realizar estudios y perforaciones con los equipos correspondientes en aquellos lugares donde exista el recurso; enviar equipos para la construcción de tajamares y priorizar el financiamiento a proyectos relativos a la distribución de agua.
• Dado que el costo mensual que implica tener un peón (entre aportes, contribuciones y sueldo) es de $ 6000 —por lo que se necesita anualmente la producción de 1000 ovejas, es decir 3600 kg de lana para solventar estos requerimientos— y que la cantidad promedio de cabezas de ganado ovino por cada productor es entre 1000 y 1500 —razón por la que el promedio de los productores no puede tener ni un solo peón—, se propone:

a. La subvención estatal por lo menos para un empleado por establecimiento o RENSPA (Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios) que haya quedado sin animales o con un mínimo y hasta un máximo de 5000, mientras dure este período de emergencia, como mecanismo de ayuda al productor pero también como medio para retener población en áreas rurales.
b. La firma de un convenio de corresponsabilidad gremial.
• Se pide la eximición y no el pago prorrogado de impuestos nacionales y provinciales, tanto IVA, Impuesto a las Ganancias, Impuesto a los Ingresos Brutos, etc.6
• Se plantea la necesidad de proyectar a mediano y a corto plazo la siembra de mallines degradados a fin de contar en un futuro con pasturas.
• En cuanto a los medios de comunicación e insumos se manifiesta imprescindible contar con comunicación telefónica aérea, con subsidios para gas en tubos y zeppelines, con surtidores de combustible que no excedan los 80 km de distancia para llegar y con caminos transitables. En tal sentido, manifiestan que es «imprescindible que los productores integren el Consejo de VIARSE (Vialidad Rionegrina Sociedad del Estado) ya que en la actualidad los caminos rurales están en un estado de abandono que los hace prácticamente intransitables».
• Con respecto a las «plagas» —problemática manifestada en forma recurrente en todas las entrevistas— se propone implementar la Ley n° 763 para el control de las mismas.
• Otro problema que se refleja en el documento es la creciente pérdida de ganado ovino que sufren los productores, como resultado de la combinación de una serie de factores: la prolongada sequía, las plagas y las cenizas. Estas últimas desgastan la dentadura de los animales dando lugar a un envejecimiento prematuro y provocan su muerte debido a la indigestión que causa el pasto con cenizas, dado el estado de debilidad crónica propio de la falta de alimento. Esta situación empeora en los dos meses previos y los dos meses posteriores a la parición. Es por eso que se propone implementar un subsidio de $180 por oveja para poder asegurar su engorde antes y luego de la parición con el objetivo último de asegurar así el cordero. Un programa de retención de vientres es necesario ya que es sumamente dificultoso reponer cada vientre de raza merino —lanera— que se pierde.

El documento también destaca «que la región tiene una elevada proporción de pequeños productores bajo la línea de pobreza y con alta vulnerabilidad social, su economía es frágil y dependiente del monocultivo ovino». Como señalamos anteriormente, las transcripciones precedentes fueron extraídas del documento escrito por los propios productores como respuesta directa a las consecuencias de la erupción del volcán Puyehue y con propuestas concretas con respecto a cómo enfrentar la situación. La Sociedad Rural de Los Menucos es la única asociación de carácter reivindicativo del área de estudio, con predominio de medianos productores autocalificados como «la locomotora del sistema» y conscientes de la realidad de los pequeños productores que, sin embargo prefieren formar parte de cooperativas que tiendan a paliar en lo inmediato los problemas derivados del acopio, acondicionamiento y comercialización de la lana, consiguiendo así un mejor precio para la venta de su producción.
Medianos productores unificados y pequeños productores asociados en pequeñas cooperativas serían indicadores de que la acción colectiva en la Línea Sur de la provincia de Río Negro se encuentra fragmentada y en su fase inicial de conformación, en algunos casos, y de reanudación de actividades, en otros, en un contexto de progresiva crisis socioeconómica y de redefinición de perfiles productivos e identitarios, situación que se vio acentuada por la erupción del volcán Puyehue en junio de 2011. En la búsqueda de obtener información de primera mano acerca de cómo se estaba visualizando la complicada coyuntura regional, se realizaron entrevistas semi-estructuradas a representantes de las asociaciones agropecuarias de las localidades que integraban el área de estudio: la Comisión de Pequeños y Medianos Productores de Valcheta; la Cooperativa Agrícola Ganadera, de Provisión y Servicios Balchita, de la misma localidad; la Cooperativa Agrícola Ganadera Maquinchao Limitada; la Cooperativa Ganadera Esperanza Rural de Sierra Colorada; la Sociedad Rural de Los Menucos —integrante de la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro, adscripta a su vez a Confederaciones Rurales Argentinas a nivel nacional—. En Ramos Mexía no se mantuvieron entrevistas puesto que la localidad no cuenta con organizaciones vinculadas al agro; en cambio se incluyó a la Cooperativa Ganadera Esperanza Rural de Sierra Colorada que también formaba parte del área en estudio.

Tabla 2. Entrevistados en la Línea Sur de Río Negro.


7.3. La zona centro de Santa Cruz mirada desde el Departamento Magallanes
La situación en el Departamento Magallanes (Santa Cruz) es extensiva a toda la meseta central de la provincia (aproximadamente 600 establecimientos ganaderos y 14 millones de hectáreas), por lo cual consideramos válida la descripción y análisis en términos de problemas que realizó un grupo de productores, reunidos en la Asociación Rural San Julián, en setiembre de 2012. Allí se trabajó con dos grupos, uno básicamente integrado por productores y otro por funcionarios, ex-funcionarios y productores periurbanos. El resultado de sus deliberaciones se transcribe en las Tablas 3 y 4.

Tabla 3. Grupo 1 de técnicos, decisores políticos y productores.

Tabla 4. Grupo 2 de productores.

Resulta notable que los propios productores en deliberación no puedan proponer modos de resolver los problemas que ellos mismos detectan, pese a disponer de tiempo para pensar (y no sólo en el taller) las posibilidades al respecto. En dos investigaciones centradas en la MCS (Álvarez, 2009; Andrade et al., 2010) pudimos elaborar un profundo diagnóstico de la situación socio-productiva y ambiental del área. Álvarez (2009) clasifica los problemas —del extenso listado que surgió de la interacción con productores y representantes políticos y de instituciones vinculadas al sector agropecuario— de acuerdo a su naturaleza en: a) Productivos; b) Económicos; c) Sociales; d) Políticos y e) Ambientales. No abundaremos aquí en ellos; para su conocimiento remitimos a las obras indicadas. Sin embargo, recuperamos de Andrade et al. (2010) una breve presentación de dos aspectos que consideramos importantes (de los varios tratados en las entrevistas con productores de la Meseta Central Santacruceña): el papel que el Estado en sus diversos niveles desempeña y ha desempeñado y la visión acerca del último y relevante actor llegado a este territorio: las empresas mineras transnacionales.

8. La ausencia del Estado es más que su falta: es el signo del abandono

Con el título de este apartado (Andrade et al., 2010) queríamos referir al papel desempeñado por los Estados provincial y nacional ya que, más allá de las esporádicas intervenciones con subsidios puntuales y a término, han sido los grandes ausentes en la crisis que se desató en el campo santacruceño desde principios de los ’90. La intuición de que no hubo un real interés por sostener la actividad durante la crisis molesta mucho a los productores:

Es una decisión política. Acá tiene que haber políticos que les interese el lugar, que les interese cómo hacer créditos blandos para la gente que se quiere iniciar que pueda invertir en algo que sea rentable, tiene que llegar por lo menos a 5000 animales. Tiene que haber caminos como la gente, yo cambié la camioneta porque mis huesos no me daban más con la otra camioneta y con esta me parece que no me dan tampoco, ¿viste? porque si no, hubiese seguido con la misma camioneta, si hubiese tenido por lo menos un buen camino hasta mi casa. Pero vamos de aquí a Gregores, ¡te das una idea que sos un mártir del camino...! [Él] ya está tan acostumbrado que me dice: “está lindo el camino”, pero después voy yo y quedo con los pelos de punta, ¡qué va estar lindo...! si en un camino provincial vas por la cuneta eso no es camino ¿o no? ¡Vamos a poner las cosas en su lugar...! (E3)

Un dirigente de la Asociación Rural de San Julián tiene una visión similar:

A mí me parece que hay una falta de respeto por parte del Estado, porque vos no podés estar reclamando para que te repasen una ruta porque para eso está Vialidad. No pedimos que las asfalten sino que las pongan presentables nada más. Porque sabemos que después de la época invernal hay que cortar las rutas, después si las tienen que asfaltar, bueno macanudo... pero en este momento que ya hablamos con el diputado por el pueblo, con concejales, con gente de producción de la provincia, ¿tanto para que repasen una ruta...? (...) ¡Es lamentable, pero para mí es una falta de respeto porque vos estás reclamando y no te escuchan...! (E16)

La desidia del Estado provincial y los organismos que administra con responsabilidad directa en la actividad agropecuaria es exasperante para la mayoría de (sino todos) los productores:

Entonces ¿qué pasa? uno tiene que ir a los organismos a explicar estos problemas, y empieza toda la burocracia y todos los problemas y te dicen «sí, ahora para agosto vamos a hacer un recuento de guanacos». Pero es un problema que lo tenemos ya, no podemos esperar hasta agosto. En agosto van a tardar dos o tres meses, van a hacer el planteo, va a pasar un año, dos años más hasta que resuelvan qué es lo que van a hacer. Y para dos años más se va a triplicar el número de guanacos que hay hoy en día (...) yo calculo que en tres años más vamos a tener que bajar 1000 ovinos (E8)

Las opciones crediticias que de manera asistemática se han ofrecido, suelen entenderse como ayudas puntuales, valoradas positivamente, aunque claramente insuficientes en relación con las expectativas de real apoyo que los productores esperaran. Sobre el particular y estableciendo el vínculo con la unidad económica, un responsable de un organismo técnico vinculado al sector rural señala:

Yo soy un convencido de que hoy la Ley Ovina es una gran herramienta, tenemos dos, la provincial y —la— nacional, porque son créditos baratos a valor producto, inclusive tienen un montón de virtudes estos créditos. Creo que faltó, como yo te decía, estudiar en profundidad la unidad económica. Yo creo que tenemos que partir de ahí, creo que hoy se ha producido un desgaste en todos los campos sobre todo en pasturas, en la cantidad de animales que hoy pueden tener en cada predio. Hay estudios del INTA que indican que hoy están entre 8 a 12 hectáreas más o menos por animal, sobre todo en la zona nuestra. Y una unidad económica hoy, por más que ajustemos los números y nos manejemos muy, muy bien, yo creo que no bajaría de los 5000 ó 6000 animales. Entonces, ¿qué es lo que falta? Como en algunos lugares puede ser que haya agua suficiente o suelo suficiente para poder hacer algo de sembrado (...) Y no queda otra, si antes los productores se manejaban con 20 000 hectáreas, hoy van a necesitar 60 000 hectáreas si van a producir en forma individual para poder mantenerse en el tiempo. Si no serán soluciones como para años muy buenos o para años donde el producto valga mucho. Pero en el momento que tengan los altibajos, que sabemos que los van a tener, se va a resentir mucho la producción y el productor (E7).

El sector ganadero está desprotegido, ¡no puede ser que desde hace 40 años en la Rural de San Julián se está hablando del abigeato y todavía no haya una solución para eso...! Porque vos te viniste al pueblo, ha habido casos por enfermedad, y se han llevado 200, 500 animales y nadie sabe dónde... Y podés hacer la denuncia pero pasado un tiempo capaz que te pregunten y usted ¿cómo dejó el palo de la tranquera: de este lado o del otro lado? Es fácil porque existe. Al no haber controles pasa (E16).

Llama la atención que no haya referencias a experiencias de reclamos colectivos o sectoriales ante el Estado que viabilicen estas percepciones y quejas expresadas desde las voces individuales de los entrevistados. Asimismo, pocos son los reclamos (al Estado) relacionados con la existencia de políticas integrales, sino que éstos se vinculan con recurrencia al apoyo económico que es fundamental no sólo para la rentabilidad, sino para la subsistencia misma del sistema productivo. Indudablemente no es posible, para los ganaderos, pensar en un plan de desarrollo a mediano y largo plazo cuando la coyuntura es asfixiante y requieren soluciones para hoy.

Yo creo que esta zona central es una zona que necesita incentivo. Es imposible porque esto es un desierto, si vos querés tener esto con gente, poblado, tiene un costo. Pero acá cuando se habla de subsidio para esta zona parece que fuera una mala palabra. Pero ¿alguien tiene idea de lo que subsidia este país y lo que se subsidia por miles de millones de dólares que se van en subsidios? Estos son valores muy chicos, a Kirchner no le hubiera costado nada no dejar caer el campo en su momento (E1).

9. Minería: etapa superior de la ganadería

Ahora bien, la ausencia o insuficiencia de políticas de Estado con relación a la actividad fundadora de la economía provincial —cuando esta entra, a partir de los ’80 / ’90 en una etapa de crisis que, cada vez más, se avizora sin solución— se complementa con la centralidad que las políticas del Estado nacional y provincial empiezan a otorgar a la producción minera en la provincia.
Desde mediados de los ’90 la minería a cielo abierto asomó en el horizonte, por entonces diezmado productivamente, de la zona centro. Para muchos habitantes de ciudades como Puerto San Julián, en la que se radicó Cerro Vanguardia SA (propiedad de la transnacional Anglo Gold Ashanti), aparecía como una salida salvadora a la instalada crisis del campo y los altos índices de desocupación en la ciudad. Sin embargo, con el correr de los años el campo comienza a recibir el regreso de los que se habían ido y la llegada de nuevos actores: los que estaban desde antes y los que veían ahora la posibilidad de algún buen negocio con la renta o compra de tierras en la zona. Es entonces que se hacen evidentes problemas de diversa índole: entradas clandestinas a los establecimientos para hacer prospección minera, dudas sobre el uso de cianuro y su impacto sobre el agua que extraen de los molinos y aguadas, las napas de agua subterránea que disminuyen o se extinguen (sin que pueda establecerse a cabalidad el motivo), entre otros:

Ese tema de las mineras me parece un tema grave (...) resulta que te notifican que van a entrar, vos tenés que demostrar [quién sos] siendo que la provincia lo sabe porque el que tiene registro de la propiedad en Río Gallegos sabe quién es propietario acá. Vos para presentar oposición o para reclamar algo tenés que demostrar que sos propietario del campo, cuando en muchos casos las mineras no demuestran nada y en muchos casos inclusive las mineras son sociedades y presentan un valor societario que es muy inferior al 10% de lo que puede ser el valor de un campo. El año pasado a [tal productor] le llegó una notificación por el tema de minería, la provincia te exige que vos tenés que darle autorización a la empresa, se lo llevamos a un abogado, el abogado analiza, juntamos la documentación demostrando que somos propietarios. Ahora, la empresa no te tiene que demostrar quiénes son, cuando pedimos la documentación a la empresa resulta que tenían un valor societario de 20 000 pesos. Y vos tenés que ponerle un campo que por ahí vale, no sé, ponele el valor que quieras 100, 200 000 dólares, que los tipos entren y te hagan un desastre ¿y si te hacen un desastre, contra quién reclamas o contra quién ejecutas? si tienen un valor de 20 000 pesos societarios nada más, es contra lo único que podes ir a recurrir. Yo creo que la provincia defiende más los derechos de los mineros que los derechos propios de los habitantes de la provincia (E12).

10. Reflexiones de cierre acerca de «lo rural» en Patagonia

El pensamiento en términos de sectores predomina todavía a fines del siglo XX en el análisis de la situación productiva-ambiental en Patagonia. Así, en INTA/GTZ (1997) se afirma que tras un largo período de estabilidad, aproximadamente entre 1920 y 1980, este último año marca un punto de inflexión y el inicio de una crisis hoy recurrente. Por distintos factores el panorama se agravó de forma muy marcada en la década del ’90. Después de la salida de la convertibilidad se percibe una incipiente recuperación del stock ovino, sin embargo, muchos de los problemas que estaban presentes en aquella época continúan sin resolución: escala, mercado, tecnología, sucesiones indivisas, recambio generacional, predadores y abigeato, entre los más importantes (Álvarez, 2009; Andrade et al., 2010).
A los problemas estructurales de la actividad ganadera ovina extensiva en Santa Cruz se le sumaron otros coyunturales y el efecto devastador para un sistema productivo que venía resquebrajándose desde hace varias décadas: la erupción del Volcán Hudson, catástrofes climáticas y la política económica de los años ’90. A estos factores debe agregarse que, a la vez que el sistema ovino se derrumbaba en el centro y norte de la provincia, hacía su llegada el actor más relevante que hoy tiene la meseta central: la gran minería transnacional de oro y plata. Estos actores adquieren relevancia claramente desde que inician la construcción de las plantas procesadoras de material primario y provocan, a nuestro entender, un verdadero proceso de reterritorialización en la región. En Andrade et al. (2010) abordamos in extenso la problemática. En Río Negro, ante la situación de emergencia ambiental planteada por la
erupción del volcán Puyehue, la Comisión de Pequeños y Medianos Productores de Valcheta; la Cooperativa Agrícola Ganadera, de Provisión y Servicios Balchita, de la misma localidad; la Cooperativa Agrícola Ganadera de Maquinchao Limitada; la Cooperativa Ganadera Esperanza Rural de Sierra Colorada; la Sociedad Rural de Los Menucos y la Cooperativa Ganadera Esperanza Rural de Sierra Colorada, llevaron a cabo acciones destinadas a paliar la situación de los productores más desfavorecidos, en particular, de los pequeños productores ovinos, definidos por los entrevistados como aquellos propietarios de menos de quinientos animales. Sólo los representantes de la Sociedad Rural de Los Menucos, de El Cuy y de la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro elaboraron un escrito con posibles líneas de acción a implementar en el corto y mediano plazo, destinadas a promover la recuperación de la ganadería ovina, en una mirada tradicional sobre lo rural y el territorio. La propuesta destaca la necesidad de enmarcar estas acciones en políticas públicas que tiendan a superar paliativos coyunturales y confluyan en un plan coherente y sostenido en el tiempo que impulse el desarrollo rural integral de una zona cuya economía se basa mayoritariamente en la ganadería ovina.
A través de la Comisión de Pequeños y Medianos Productores de Valcheta, sus integrantes obtienen subsidios y han accedido a planes y programas como el PROINDER, la Ley Ovina, el PROSAP y el PRODERPA. La comisión es también la encargada de gestionar y coordinar ayuda económica y social y hasta hacer de nexo entre aquellos con problemas de salud y el hospital para que sean atendidos y se les efectúe el seguimiento correspondiente. En la misma localidad, la Cooperativa Agrícola Ganadera, de Provisión y Servicios Balchita, ha conectado a sus asociados -mujeres en su mayoría- con la Fundación ICHEI, de origen italiano y a través de la FeCoRSUR, pudieron acceder al PROINDER, el PRODERPA y a capacitaciones organizadas por la Subsecretaría de Agricultura Familiar que les financió los gastos de capacitaciones, viáticos y transporte. El rol del Estado emerge en el relato de los diferentes actores territoriales y no siempre con una valoración positiva. Sin embargo, puede verse en los diferentes fragmentos de los testimonios presentados que en ambas áreas se comparten situaciones; otras, en cambio, son específicas de cada una de ellas: por ejemplo, la problemática de los caminos es común, la de carencia de agua suficiente también. Sin embargo, el tamaño de la unidad productiva es muy diferente pese a lo cual comparten la condición de existencia precaria en sus respectivos lugares. En la Línea Sur de la provincia de Río Negro, el Estado en sus diferentes niveles ha llegado a tener una mayor aunque esporádica y no siempre eficaz presencia, en tanto en Santa Cruz, con la excepción de créditos de ley ovina y algunos otros subsidios muy selectivos (perforaciones para obtener agua subterránea) y de otros de cobertura más amplia (programa PERMER de pantallas solares) no ha existido mayor ni sostenida presencia del mismo, lo que profundiza el malestar entre los productores. Para una profundización de la intervención del Estado en Santa Cruz remitimos al trabajo de Willians (2005).
Creemos que la presentación que aquí estamos cerrando deja entrever con claridad que los problemas se amalgaman y conjugan en cada contexto, mostrando que algo de la ruralidad que tradicionalmente hemos conocido y descrito permanece en la voz y la situación de los productores tanto de la Línea Sur de Río Negro como del centro de Santa Cruz y que, a la vez, actores de peso emergen moldeando una nueva visión del territorio rural, como es el caso de las empresas mineras en la meseta central santacruceña. La idea que queda es que encontramos componentes de lo que la literatura reciente define como «nueva ruralidad» coexistiendo con una gran cantidad de aspectos, normas y relaciones de la ruralidad tradicional, vigente en buena parte del territorio observado. Podríamos decir que estamos en presencia de «bolsones» de una ruralidad emergente que, por tecnología, visión de la inversión, manejo del emprendimiento, tipo de productos, mercados y comercialización que llevan adelante los ubican en un sector de vanguardia. Estos emprendimientos lideran procesos y productos que son impensables para la enorme mayoría de los productores que necesitan reconvertir sus modalidades para seguir siendo exitosos: es decir, buena parte del territorio seguirá derivando en su ruralidad típica: extensiva, de baja intensidad de capital, amarrada a mercados no siempre dinámicos ni bien vinculados, con productores con baja o nula posibilidad de capacitación e innovación, con problemas de tenencia de la tierra producto, sucesiones indivisas y del fraccionamiento de hecho. Los ámbitos productivos más dinámicos son los impulsores de la «nueva ruralidad» en Patagonia, lo que de algún modo hace pensar más bien economías de enclave, con todo lo que ello significa.
El fantasma de la megaminería comienza a presentirse en la Línea Sur de la provincia de Río Negro, como sostiene uno de los productores entrevistados:

Pareciera que existiera una orden de minimizar lo que sucede aquí porque a nadie le interesa la ganadería en la región sur, sí les interesa la minería y, en la medida en que desaparezcan los pequeños y medianos productores, así sí se va a favorecer la concentración de la riqueza

A diferencia de lo que se observa en Santa Cruz y a pesar de hallarse la mayoría de las asociaciones abordadas en la Línea Sur en una fase inicial de conformación, su capacidad de movilización y organización parece ser mayor. Otra diferencia que se percibe entre ambos casos es que la problemática de la megaminería recién está instalándose entre los productores de la zona de meseta de Río Negro, a diferencia de lo que ocurre entre los productores dedicados a la ganadería ovina extensiva en Santa Cruz. Agotado el suelo, ¿el siguiente paso es el subsuelo? ¿Seguirán luego los recursos hídricos abundantes también en Patagonia? ¿Será capaz el Estado «de desempeñar un nuevo rol regulador y asistente de la reconversión, reescribiendo las bases de su relación política con la sociedad civil y disponiéndose a cerrar las grietas abiertas por su ausencia y su irresponsabilidad»? (Navarro Floria, 1999, p. 258). A la luz de los casos presentados mantiene su vigencia, resignificándose, el interrogante del historiador. Los conceptos nombran realidades, en tanto mayor su nivel de abstracción más grande es también la cobertura que logran en contextos socio-económicos y nacionales diversos, por lo tanto más atención debe ponerse cuando se los emplea para describir contextos específicos como los aquí presentados. Quiere esto decir que, a veces, los conceptos se imponen con fuerza notable y su uso se generaliza de tal manera que se desatiende el necesario vínculo que existe entre la teorización y la realidad a la que esta refiere.
Lo reciente de las transformaciones que aquí presentamos amerita una observación continuada de las mismas y análisis detallados de los ámbitos afectados, de las dinámicas poblacionales y territoriales y ambientales provocadas como así también un diseño de los futuros escenarios que se abren para este enorme y ambicionado territorio. A modo de síntesis final, el desarrollo aquí expuesto permite afirmar que la «nueva ruralidad» no es una tendencia uniforme sino que más bien, al menos en los territorios estudiados, asume el formato de «enclaves» donde la concentración en capital y tecnología (Bendini y Steimbreger, 2007; Andrade, 2009) hacen la diferencia, de modo tal que al lado de un gran emprendimiento agropecuario o industrial sobrevive una miríada de productores que persisten en los modos tradicionales de producción y comercialización y realizando planteos que nada tienen de innovadores respecto de lo que la «nueva ruralidad» postula como distintivos de un territorio.
Respecto del territorio, este no parece ser visualizado como una «construcción social » de manera unánime por los habitantes del ámbito rural. De hecho, buena parte de lo que se hace o se espera hacer depende de las peticiones que realizan al Estado en sus diversos niveles. Hay áreas que se han modificado profundamente y otras que mantienen una deriva histórica de varias décadas. Podríamos hipotetizar que los cambios en el uso del suelo en Patagonia son focalizados y que los mismos han dado lugar, simultáneamente, a un cambio en la noción de ruralidad. En estos casos, los factores que han impulsado las modificaciones han sido, sin excepción, exógenos al territorio mismo. Los actores locales, por sí mismos, no han podido promover cambios ni reorientaciones que permitan encontrar formas novedosas de producción con el fin de asegurar tanto la sostenibilidad ambiental como la suya propia y esto estaría ocurriendo en buena parte del extenso territorio patagónico.

Notas

1 El proceso de globalización plantea a las ciencias sociales problemas teóricos vinculados con los procesos de acumulación de capital y su repercusión en las relaciones campo-ciudad. Una de las cuestiones que ocupa a la Sociología en este contexto, es la comprensión de las nuevas relaciones entre agricultura y sociedad, entre y con los actores que intervienen en dichas relaciones y en el control de los territorios. Los conceptos de desagrarización, pluriactividad campesina, descampesinización, movilidad y nueva ruralidad intentan dar respuesta a estos problemas. En este contexto, se ha iniciado también un proceso de revisión de categorías como las de campesinado, agricultores familiares, empresarios, trabajadores diferenciados por sexo, edad, al tiempo que han adquirido interés los movimientos sociales de base rural (Bendini et al., 2006).

2 Las autoras destacan que ambos conceptos ponen énfasis en diferentes aspectos, ya que mientras el concepto de nueva ruralidad busca dar cuenta de transformaciones sociales, económicas y políticas, el de multifuncionalidad analiza cuáles deben ser las políticas públicas para responder a los cambios ocurridos en el campo y para que éste siga cumpliendo con sus funciones. Además, la noción de nueva ruralidad propone o impulsa un desarrollo equitativo; el de multifuncionalidad impulsa el cuidado del medioambiente. Por último, la nueva ruralidad privilegia el estudio de la relación global/local haciendo hincapié en las cadenas productivas y las migraciones. Por su parte, la multifuncionalidad privilegia el análisis territorial y el desarrollo sustentable. De estos considerandos se desprende que el enfoque desde la nueva ruralidad es un enfoque societal mientras que el de la multifuncionalidad es un enfoque que privilegia la visión de políticas públicas y de la economía política (Bendini et al., 2006).

3 Seguimos aquí, en líneas generales, el trabajo de Soler, Herrera, Álvarez y Marini (2012), realizado en el marco del Proyecto de Acción Inmediata UNRN 2011: «Asociativismo, crisis y emergencia: una estrategia colectiva» presentado por la carrera de Medicina Veterinaria —sede Valle Medio, Choele Choel, Río Negro.

4 Descripción basada en Andrade et al. (2010).

5 El documento aludido se titula: «Análisis y propuestas de productores ovinos ante los efectos de la sequía y las cenizas del volcán Puyehue en la provincia de Río Negro» y está fechado en Río Negro el 20 de diciembre de 2011. Cuenta con las firmas de representantes de la Sociedad Rural de Los Menucos, la Sociedad Rural de El Cuy y la Federación de Sociedades Rurales de Río Negro. De acuerdo con el documento: «esta propuesta fue elaborada en base a opiniones de productores de distintas zonas de la provincia con el único fin de aportar ideas para revertir la crisis climática, económica y social que estamos viviendo, brindando algunas ideas que se deberían realizar desde el sector público, poniéndonos a su disposición para su aplicación».

6 Si bien no está consignado en el documento referido, recordemos que el Impuesto a los Ingresos Brutos es un impuesto altamente recesivo, puesto que se debe pagar sobre los ingresos sin tener en cuenta los gastos ni los costos fijos y variables de la actividad. Una prórroga en el pago de los impuestos implica que, cuando comience a mejorar su situación, el productor se encontrará con una deuda impositiva que difícilmente esté en condiciones de afrontar.

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