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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.15 Santa Fe jun. 2017

 

ARTÍCULO

¿Quién domina los procesos territoriales? Importancia de los diferentes capitales para un desarrollo sustentable. Caso de estudio: Partido de Balcarce, Argentina

Alejandra Auer
Nestor Maceira

Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.
Balcarce (INTA).

E–mail: aleauer@gmail.com
E–mail: maceira.nestor@inta.gob.ar

Fecha de recepción: 08 | 12 | 2015
Fecha de aceptación final: 03 | 05 | 2016


RESUMEN

En las últimas décadas están teniendo lugar en Argentina procesos territoriales como la agriculturización (intensificación y avance de la agricultura sobre otros usos de la tierra) y el desarrollo de planes de ordenamiento territorial rural. En ambos casos los agentes del territorio afectan la evolución de estos procesos y a la vez son afectados por los mismos. Este estudio analiza ambos procesos en el Partido de Balcarce (Argentina) bajo el enfoque de campos sociales de Pierre Bourdieu. Se observa que la posición de los agentes dentro del campo no solo está determinada por el volumen total del capital que poseen, sino también por la estructura de dicho capital y por el capital dominante dentro del campo, afectando esto las relaciones de poder entre agentes. Si bien el capital que rige la evolución de ambos procesos es el económico, se observa que el capital social cumple un rol estratégico dentro del campo de la comunidad rural y el capital simbólico en el campo del ordenamiento territorial.

Palabras clave: Agriculturización; Ordenamiento territorial rural; Agentes territoriales; Relaciones de poder; Campos sociales; Pierre Bourdieu

SUMMARY

Who dominates the territorial processes? Importance of the different capitals for sustainable development. Case study: Balcarce, Argentina

In recent decades are taking place in Argentina territorial processes as agriculturization (intensification and advancement of agriculture over other land uses) and the development of rural land–use plans. In both cases, the territory agents affect the evolution of these processes and at the same time, they are affected by them.This study case analyzes both processes in the County of Balcarce (Argentina) under the social fields approach of Pierre Bourdieu. It is noted that the position of agents in the field is not only determined by the total volume ofagent’scapital, but also by the structure of their capital and by the dominant capital in the field, affecting the power relations between agents. While the capital that governs the evolution of both processes is the economic, it is noted that the social capital has a strategic role in the rural community field and the symbolic capital in the land–use planning field.

Key words: Agriculturization; Rural land–use planning; Territory agents; Power relations; Social fields; Pierre Bourdieu


 

1. INTRODUCCIÓN

Argentina, como otros lugares del mundo, ha sido escenario en las últimas décadas del proceso de extensión e intensificación de la agricultura, con consecuencias ambientales, sociales y económicas aún no suficientemente evaluadas, pero que han generado cambios en los agentes que intervienen el territorio rural (Teubal, 2009). Por otro lado, en los últimos años comenzaron a llevarse a cabo procesos de ordenamiento territorial que buscan regular algunos de los desbalances producidos por los cambios en el uso de la tierra, ya sea entre zonas (ej. crecimiento urbano y despoblamiento rural) y/o entre dimensiones de la sustentabilidad (ej. predominio de lo económico sobre lo social y ambiental) (Maceira et al., 2011). En ambos casos intervienen, más o menos activamente, los mismos agentes1. Si bien sus intereses pueden cambiar en el tiempo y en los distintos procesos territoriales, el rol que cumplen es central, ya que a través de la relación entrelos diferentes agentesindividuales o instituciones (en función de aquello que ponen en juego y los recursos utilizados en la disputa de posiciones para mantener o aumentar su poder), va determinándose la evolución de dichos procesos. El enfoque de «campos sociales» de Pierre Bourdieu resulta pertinente para el análisis de este tipo de procesos territoriales, ya que permite realizar un recorte de una realidad compleja más amplia a partir del análisis de lo que está en juego (enjeu) dentro del campo estudiado y las relaciones de poder entre los agentes particulares e instituciones, en un momento histórico dado.

El objetivo del presente trabajo fue analizar los procesos territoriales de agriculturización y ordenamiento territorial rural, poniendo en el centro a los agentes que participan de ambos procesos. Para ello, se analizó cómo el volumen total de capital y la composición de los distintos capitales específicos (económico, social, cultural y simbólico) que maneja cada agente que interviene en el territorio afectan la evolución de ambos procesos, tomando como caso de estudio el partido de Balcarce (provincia de Buenos Aires, República Argentina). Para la consecución del objetivo se caracterizó a los agentes del territorio en función del volumen total y estructura de su capital en dos momentos diferentes (hace 20 años y en la actualidad), determinando la evolución del campo estudiado. A partir de esto se analiza y discute el rol de los diferentes agentes y el papel que juegan el volumen y estructura de su capital en ambos procesos territoriales.

1.1. EL PROCESO DE AGRICULTURIZACIÓN

En las últimas décadas se ha producido un cambio en el uso de la tierra en gran parte de las zonas rurales de Argentina, caracterizado por una concentración poblacional en áreas urbanas y también por el denominado proceso de agriculturización, es decir el uso creciente y continuo de las tierras para cultivos agrícolas en detrimento de la vegetación natural y los campos ganaderos (Reboratti, 2006). En la región pampeana este fenómeno también se asocia a cambios tecnológicos en la agricultura, intensificación ganadera, expansión de la frontera agropecuaria hacia otras zonas anteriormente consideradas marginales y tendencia hacia el monocultivo (principalmente de soja). Si bien estos cambios corresponden a la esfera tecnológico-productiva, influyen y son influenciados por cambios en las esferas económicoinstitucional, social y ambiental. Entre los principales motores de cambio se encuentran la flexibilización de las normas de arrendamiento y la desregulación de la actividad agraria2, lo cual sumado a una ausencia de políticas de planificación del uso de la tierra, otorga un mayor peso en la toma de decisiones a grandes productores o empresas (Manuel–Navarrete y Gallopín, 2007). A su vez, la sostenida demanda de granos por los mercados externos y los cambios en los precios relativos de los productos agropecuarios han favorecido la instalación de compañías nacionales y multinacionales que orientan sus estrategias hacia este sector, modificando la visión tradicional del productor agropecuario. Por otra parte, han ocurrido cambios de índole climática (particularmente de pluviosidad) que permitieron realizar agricultura en zonas donde anteriormente no era posible (Teubal, 2009).

La combinación de dichos factores ha producido transformaciones en el sistema socio–ecológico de la región pampeana. En el nivel biofísico ha habido un aumento de la superficie total cultivada a expensas de tierras ocupadas por cultivos forrajeros perennes, reemplazando la rotación agrícola–ganadera tradicional por la agricultura continua (Aizen et al., 2009; Paruelo et al., 2006), y a expensas de pastizales naturales en tierras que hasta ese momento eran ganaderas (Herrera et al., 2009), con la consecuente intensificación de la ganadería (ej. engorde en feedlots). En el nivel socio–económico se han producido cambios en la estructura agraria, dado el efecto soja (cuyo paquete tecnológico facilita, al simplificarla, la producción en gran escala) favoreciendo la concentración productiva y el arrendamiento de campos de terceros por parte de los grandes productores; por el contrario, los pequeños productores, con escasa capacidad de acceso al capital económico, suelen optar por arrendar a terceros o vender sus campos, llevando esto a la simplificación de la estructura social rural y generando un debilitamiento de la comunidad rural3 local, con desaparición de pequeños y medianos productores (Reboratti, 2006). Todo ello ha generado una transformación del proceso de trabajo y del mercado laboral rural, con desplazamiento de los trabajadores menos calificados (asociados directamente a la producción) y una tendencia hacia la demanda de empleos más especializados y profesionalizados en toda la actividad (Teubal, 2009; Manuel–Navarrete y Gallopín, 2007; Reboratti, 2006).

Todas estas modificaciones han traído aparejadas consecuencias deseables y no deseables. Si bien han generado prosperidad para algunos productores agropecuarios y ciertos sectores de las economías regionales que se han beneficiado con esta reactivación económica (Reboratti, 2006), estos beneficios no necesariamente significaron un mayor bienestar para todos los ciudadanos (Teubal, 2009). Se han generado cambios en la esfera social, tanto en aspectos demográficos (concentración en las ciudades cabecera y despoblamiento rural) como en los modos de vida de la población rural. También ha habido cambios en la estructura del paisaje y degradación ambiental, con la consiguiente pérdida en la provisión de servicios ecosistémicos (Tapella, 2011; Barral y Maceira, 2011; 2012), cuyos efectos negativos recaen sobre la población local. Estos cambios en el uso de la tierra y particularmente la toma de conciencia sobre los impactos negativos mencionados han generado una demanda social por el desarrollo de planes de ordenamiento territorial y políticas de cuidado ambiental en general.

1.2. PROCESO DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL RURAL

El territorio rural puede ser entendido como un sistema socio–ecológico donde interactúan el espacio físico natural y el complejo conjunto de actores sociales, los cuales se apropian del paisaje y lo transforman a través de sus pensamientos, sentimientos y acciones, según el significado y valoración que hacen de los distintos lugares, atributos y procesos (Brown y Raymond, 2007). Para intentar comprender quiénes y cómo dominan o influyen sobre ese espacio se debe analizar de qué condiciones y capacidades (sean organizativas, de acceso a recursos, simbólicos o materiales) parten los diferentes actores sociales y el modo en que esto afecta las relaciones de poder (Schmidt, 2014). En las últimas décadas, desde algunos espacios del sector políticose han impulsado acciones de ordenamiento territorial rural, con el fin de promover las oportunidades de desarrollo locales pero a la vez, guiar los procesos hacia un crecimiento equilibrado, integrado y sustentable del territorio; es decir, orientar las actividades y capacidades locales —actuales y potenciales— hacia un desarrollo territorial rural sustentable, no sólo considerando el principal sector productivo (el agropecuario) sino bajo un enfoque integral que fomente la diversidad productiva (ej. turismo rural), aprovechando la fuerza y la dinámica de la globalización y el avance tecnológico, valorando (y conservando) los recursos naturales y la identidad local (Sili, 2005). Por otra parte, dentro del sector científico–tecnológico también ha emergido como tema de trabajo esta problemática, procurando una articulación con los sectores políticos y sociales para brindar elementos técnicos que permitan impulsar un desarrollo más sustentable del territorio.

Como herramienta del proceso de desarrollo, el ordenamiento territorial tiene como objetivo planificar, organizar y regular el uso y ocupación del territorio en función del modelo de desarrollo deseado, teniendo en cuenta sus características y potencialidades ecológicas, ambientales, socio–económicas, culturales y político–institucionales, en la búsqueda de una mejor calidad de vida para su población (CEMAT, 1983; Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina, 1991; Maceiraet al., 2011). En los municipios de la provincia de Buenos Aires, como en la mayor parte de Argentina, el proceso de crecimiento y desarrollo no se ha basado en una planificación ni encuadrado en los principios de sustentabilidad, sino que ha ido evolucionando espontáneamente en función de los diferentes intereses particulares, con las consecuencias ambientales y sociales negativas ya mencionadas. Por lo tanto, contar con un plan de ordenamiento territorial rural se hace necesario para corregir y mitigar los efectos generados por estos procesos de cambio en el uso de la tierra, tanto en el espacio rural propiamente dicho como en la transición rural–urbana (Sili, 2005). Esto permitiría reducir los conflictos por el uso de la tierra entre diferentes actores socialesy las externalidades negativas de la intensificación productiva, siendo fundamental para ello la participación activa y comprometida de todos los actores del territorio en el desarrollo de este tipo de procesos, de forma que las medidas propuestas puedan ser aceptadas por la población local y llevadas a cabo de manera eficaz y eficiente.

1.3. ENFOQUE DE PIERRE BOURDIEU

Los procesos que ocurren en el territorio pueden ser analizados desde diferentes enfoques, lo que genera diferentes formas de entenderlos. Desde las diversas disciplinas se ha ido evolucionando en el desarrollo del concepto de territorio, contemplando cada vez más la complejidad y el dinamismo que lo caracterizan, considerando no sólo la apropiación del espacio y las relaciones de poder, sino también reconociéndolo como asiento de actividades productivas, relaciones sociales, fuente de identidad cultural y sentido de pertenencia (Llanos Hernandez, 2013). Pierre Bourdieu, quien define su trabajo como «estructuralismo constructivista» o «constructivismo estructuralista », entiende que en el mundo social existen estructuras objetivas, independientes de la conciencia o de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar sus prácticas (parte estructuralista), y que hay una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llama habitus (parte constructivista); de esta manera, las estructuras objetivas son el fundamento de las representaciones subjetivas y constituyen las coacciones estructurales que pesan sobre las interacciones entre agentes, pero también, esas representaciones (subjetivas) deben ser consideradas si se quiere dar cuenta de las luchas cotidianas (sean individuales o colectivas) que tienden a transformar o a conservar esas estructuras (objetivas), estando las dos miradas —objetivista y subjetivista— en una relación dialéctica (Bourdieu, 1987). Así es como Pierre Bourdieudiferencia los conceptos relativos a las estructuras sociales externas (la historia hecha cosas, que él denomina «campo social», el cual incluye el capital, los intereses y lasposiciones) de los conceptos relativos a las estructuras sociales internalizadas (la historia hecha cuerpo, es decir, el habitus y sus relaciones con la práctica —en términos de estrategia— y con la clase social), siendo sus dos conceptos centrales el campo (conjunto de relaciones objetivas entre posiciones históricamente definidas) y el habitus (conjunto de relaciones históricas incorporadas a los agentes sociales) (Gutiérrez, 2011).

Consideramos que el enfoque de campos sociales es útil para el análisis de los procesos territoriales ya que permite analizar la realidad compleja del territorio poniendo énfasis en los agentes4 y en cómo sus posiciones e intereses afectan la evolución del espacio social estudiado. Los campos sociales son definidos como «espacios de juego históricamente constituidos, con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias» (Bourdieu, 1987, p. 108). Es decir, el campo social se define en función de lo que está en juego (enjeu) y los intereses de los agentes, sean generales (condición para su funcionamiento) o específicos (de cada agente, asociado a la posición que ocupa en el campo); conocer las leyes de funcionamiento propias del campo y dónde se sitúa cada agente en sus relaciones objetivas con todos los demás (su posición), permite analizar y comparar la actuación de los agentes en diferentes procesos que ocurren en un mismo territorio, con el fin de comprender la lógica interna de cada campo y las estrategias seguidas por los diferentes agentes (Bourdieu, 1994). Por lo tanto, el campo social es el sistema de posiciones y relaciones donde, para conseguir sus objetivos, los agentes arriesgan sus diferentes capitales, definidos como el «conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se consumen, se invierten, se pierden» (Costa, 1976, p. 24). Bourdieu distingue cuatro tipos de capitales: el capital económico, que está constituido por los diferentes factores de producción (ej. tierra, trabajo) y el conjunto de bienes económicos como el ingreso, patrimonio y bienes materiales; el capital cultural, que corresponde a las calificaciones intelectuales (sean producidas por el sistema escolar o transmitidas por las familias) y puede estar bajo tres formas distintas: estado incorporado (expresión duradera del cuerpo, ej. facilidad de hablar en público), estado objetivo (bienes culturales, ej. obras de arte) y estado institucionalizado (socialmente sancionados por instituciones, ej. títulos académicos); el capital social, que hace referencia al conjunto de las relaciones sociales que tiene un individuo o grupo, las cuales implican un trabajo de establecimiento y mantenimiento; y el capital simbólico, correspondiente al conjunto de los rituales ligados al honor y al reconocimiento, es decir, es el crédito y la autoridad conferidos a un agente por el reconocimiento y la posesión de las otras tres formas de capital (Bonnewitz, 2006). A su vez, la definición de interés también se amplía desde el punto de vista estrictamente económico para vincularlo a otros ámbitos, como el honor o las relaciones sociales, lo cual permite comprender prácticas que en apariencia son desinteresadas o gratuitas (Costa, 1976). Los intereses de los agentes varían según los tiempos y los lugares (habiendo tantos intereses como campos), siendo el interés lo que hace a los agentes participar, competir y luchar en dicho campo, produciendo así el funcionamiento del campo (Bourdieu, 1987).

La estructura de un campo social es un estado de la distribución del capital específico puesto en juego en un momento histórico dado (el cual ha sido acumulado en las luchas anteriores y que orienta las estrategias de quienes intervienen en dicho campo) y de las relaciones de fuerza entre los agentes, por lo que es la propia estructura del campo social lo que permanentemente está en juego; esta distribución desigual del capital que está en juego es lo que define las diferentes posiciones constitutivas de un campo social y éstas son siempre relativas, es decir, no pueden definirse por sí mismas, sino en relación a otras posiciones, y son relaciones básicamente de poder entre los agentes que compiten y luchan por el capital que está en disputa en cada campo social (Gutiérrez, 2011). La forma de defender los intereses ligados a la posición que el agente ocupa en el campo de juego específico (aun cuando no necesariamente sea consciente de tal mecanismo) debe entenderse en términos de estrategia (Bourdieu, 1987), las cuales dependerán del volumen y estructura del capital de los distintos agentes, quienes a su vez, procurarán mantener o incrementar dicho volumen (Bonnewitz, 2006). Por lo tanto, analizar el campo desde un enfoque estructuralista puede proveer el medio para comprender los intereses y las estrategias de los distintos agentes que intervienen en las luchas de poder y los sistemas simbólicos (que le confieren legitimidad) existentes en el espacio social (Bourdieu, 1994), teniendo en cuenta que, así como el enfoque subjetivista tiende a reducir las estructuras a las interacciones, el enfoque objetivista tiende a deducir las acciones y las interacciones de la estructura (Bourdieu, 1987).

2. CASO DE ESTUDIO: PARTIDO DE BALCARCE

El Partido de Balcarce, situado en el sudeste de la provincia de Buenos Aires (región pampeana), presenta un paisaje natural privilegiado y heterogéneo, donde se diferencian dos áreas ecológicas diferentes: un sector de sierras y tierras altas asociado al sistema de Tandilia, correspondiente a la subregión de la Pampa Austral (zona principalmente agrícola) y otro sector de tierras bajas correspondiente a la Pampa Deprimida (zona predominantemente ganadera, dedicada principalmente a la cría bovina) (León, 1991). Sumado a la tradicional actividad agrícola y ganadera que lo caracterizan, se registra en las últimas décadas una cierta diversificación productiva, habiéndose incorporado actividades industriales, culturales y de recreación y turismo. Además, es importante la actividad científico–técnica y académica, asociada a la presencia del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), que funcionan conformando localmente la Unidad Integrada Balcarce (UIB). Aun así, el partido de Balcarce no ha escapado al proceso de agriculturización registrado en la región pampeana. La expansión de la agricultura, donde prima el mayor uso del capital sobre otros factores de producción, afectó más intensamente a los pequeños establecimientos agropecuarios, los cuales tienden a ser alquilados para producir únicamente cultivos anuales, llevando a la desaparición de productores tradicionales de pequeña escala (Urcolaet al., 2015). Los establecimientos agropecuarios (EAPs) de menos de 50 ha, que representaban el 41% del total de EAPs en 1988, pasaron a representar el 26% en 2002; en términos de superficie, estas pequeñas EAPs en 1988 representaban el 3% del área, mientras que en 2002 disminuyeron al 0,8% de la superficie bajo uso agropecuario (CNA, 1988 y 2002). Esta tendencia se ha profundizado en el último decenio, donde las explotaciones familiares de 300ha (con 200ha propias) pierden representatividad contra los sistemas empresariales con más del doble de escala, acelerando el proceso de concentración de la producción (Mosciaro et al., 2013). Estos cambios trajeron aparejado una simplificación del paisaje rural y una disminución de otras producciones menos rentables o de mayor complejidad operativa, afectación de la provisión de diferentes servicios ecosistémicos y cambios sociales vinculados al mercado de trabajo y a la incorporación de actores ajenos al sector rural, modificando los modos de vida de los actores locales (Barral y Maceira, 2011; 2012). La población total del partido ha aumentado según los últimos dos censos (43.823 habitantes en 2010 en comparación con 42.039 en 2001), concentrándose en la ciudad cabecera, San José de Balcarce, la cual ha pasado de tener el 83,6% de la población total del partido en 2001, a tener el 87,6% en 2010, con la consecuente disminución de la población rural agrupada y la población rural dispersa (INDEC, 2001 y 2010).

Impulsado por estos cambios en el uso de la tierra y sus consecuencias en el socioecosistema, se inicia en el año 2010 en Balcarce un proyecto interinstitucional para el desarrollo de una propuesta de ordenamiento territorial rural (OTR), con el fin de promover el desarrollo sustentable y el bienestar de su población (Maceira et al., 2011; Maceira y Zelaya, 2014). El proceso tiene su origen dos años antes, cuando un equipo técnico de la UIB presenta al gobierno municipal una propuesta conceptual y metodológica para avanzar en tal sentido, pero por diferentes razones es recién en 2010 cuando el ejecutivo municipal convoca al equipo redactor del proyecto para ponerlo en marcha. A partir de allí, se constituyó un equipo técnico interinstitucional e interdisciplinario integrado por representantes del gobierno municipal, el INTA, las facultades de Ciencias Agrarias y de Derecho de la UNMdP y el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la Provincia de Buenos Aires, que combinan capacidades y aportan recursos para llevar adelante el proyecto. Luego de recopilar y analizar la información de base disponible, el equipo técnico realizó una convocatoria conjunta a las organizaciones públicas y privadas del partido, desarrollándose un taller interinstitucionalen la ciudad de Balcarce donde las diferentes entidades plantearon su visión, aspiraciones y dificultades hacia el futuro, en términos de ordenamiento y desarrollo territorial. Convocatorias similares, se realizaron además en las cinco localidades rurales (Los Pinos, San Agustín, Ramos Otero, Napaleofú y La Brava), así como en las sociedades de fomento del área periurbana de Balcarce. En función de los problemas priorizados se desarrollaron al año siguiente talleres sectoriales orientados a identificar propuestas para cada una de las grandes problemáticas identificadas. Sobre la base de los problemas diagnosticados y las propuestas identificadas se elaboró la propuesta de Plan de Ordenamiento Ambiental Territorial Rural (POATR) del Partido de Balcarce, la cual fue analizada y luego elevada por el Ejecutivo al Concejo Deliberante, permaneciendo hasta la fecha (marzo de 2016) en análisis en este cuerpo legislativo para su sanción mediante Ordenanza Municipal.

3. MARCO METODOLÓGICO

El marco utilizado para la consecución del objetivo propuesto ha sido el enfoque de campos sociales de Pierre Bourdieu, definiéndose como campo el de la comunidad rural para el análisis del proceso de agriculturización y el del ordenamiento territorial rural (OTR) para el análisis del proceso de ordenamiento territorial. El primer paso fue identificarlos agentes que intervienen en el territorio, evaluando el capital que disponían hace aproximadamente 20 años y que disponen en la actualidad. Para el campo de la comunidad rural, se analizó también los intereses y estrategias de los agentes, determinandosu incidencia en el proceso de agriculturización. Para el campo del OTR se analizó con qué capitales e intereses jugaban los agentes en la etapa de diseño del Plan de Ordenamiento Ambiental Territorial Rural (POATR) (período de presentación, consulta social y elaboración de la propuesta) y en la etapa de aprobación del mismo (período desde la presentación del plan al ejecutivo municipal hasta su sanción como ordenanza, aun cuando este último paso no se ha dado aún). De esta manera, se visualiza la dimensión histórica y el aspecto dinámico de los campos sociales, en donde constantemente se definen y redefinen las relaciones de fuerza entre los agentes y los límites de cada campo social y su relación con los demás campos en el espacio social, es decir, en el espacio donde coexisten los diferentes campos sociales (Bourdieu, 1984).

Dado que las posiciones dentro del espacio social se determinan en función del volumen total del capital que poseen los agentes y de la estructura de su capital, es decir, de la importancia relativa de esos dos tipos de capital en el volumen total (Bourdieu, 1984), se definieron los criterios para medir los diferentes capitales (Tabla 1) y que guiaron la búsqueda de información: Capital económico: presupuesto en el caso de instituciones e ingreso medio para los agentes individuales; Capital social: cantidad y tipo de relaciones que tienen con otros agentes; Capital cultural: tipo de conocimientos (formales y no formales) que tienen los agentes; Capital simbólico: nivel de institucionalización del agente, en base a su reconocimiento y su peso en la toma de decisiones que afectan al territorio.

Tabla 1. Criterios para el cálculo de los distintos capitales para cada agente.


* valores económicos: divididos por el IPC del año correspondiente para que sea comparativo.

A partir de información secundaria (estadísticas nacionales e información publicada) yprimaria (conocimiento de terreno y consulta a expertos) se calcularon los diferentes capitalespara cada agente y cada momento estudiado. Dado que los valores para cada capitalestán en distintas unidades, todos los valores calculados se normalizaron, llevándosea una escala de 0 a 1 (máximo valor) para cada momento estudiado y para cada capital.

Para el cálculo del capital total de cada agente se utilizó la siguiente fórmula:

Bourdieu ha realizado un análisis sobre el espacio de las posiciones sociales y el espacio de los estilos de vida de las sociedades desarrolladas, el cual determina que, entre las diferentes formas de capital, el económico y el cultural (y en parte también el social) son los que proporcionan los criterios de diferenciación más pertinentes para construir el espacio social (Bourdieu, 1979). Según este criterio, los agentes se pueden distribuir en función de una doble dimensión: en la dimensión vertical los grupos sociales se jerarquizan en función del volumen total de capital que tienen, y en la dimensión horizontal se ordenan en función de la estructura del capital, es decir, según el peso relativo de las diferentes especies de capital (económico y cultural) en el volumen total de su capital (Bourdieu, 1987). El espacio social así construido permite observar que los agentes que ocupan en él posiciones semejantes son situados en condiciones y sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las posibilidades de tener disposiciones e intereses semejantes, y por lo tanto, de producir prácticas también semejantes; sin embargo, el hecho de que las distancias espaciales (sobre el papel) coincidan con las distancias sociales, puede no suceder en el espacio real, donde agentes alejados en el espacio social pueden entrar en interacción (aunque sea de forma breve e intermitente); pero estas interacciones también esconden las estructuras que en ellas se realizan, por lo que la visión estructuralista es un momento necesario de la investigación (Bourdieu, 1987). Siguiendo este enfoque, con los datos de la matriz de capitales creada, se confeccionaron gráficas en las que el volumen total se representa en el eje vertical y los capitales económico y cultural en el eje horizontal, incluyéndose en este trabajo el capital social, reflejado en el tamaño de las esferas. Posteriormente, siguiendo la misma metodología, se consideró en el eje vertical el volumen de capital simbólico en lugar del capital total, para ampliar la comprensión de la influencia de este capital específico en las relaciones de poder.

4. RESULTADOS

4.1. DESCRIPCIÓN DE LA COMUNIDAD RURAL

En la Tabla 2 se muestra una caracterización de los agentes considerados, es decir, los agentes comunes a ambos procesos analizados, y el cambio en su estructura de capital entre los dos momentos del estudio (hace 20 años y en la actualidad). En el Anexo 1 se encuentra el detalle de las fórmulas, cálculos, fuentes de datos utilizadas y resultados para los distintos capitales en cada momento y en el Anexo 2 se encuentran los valores obtenidos y el resumen de los valores normalizados. Si bien el capital económico ha aumentado considerablemente en la actualidad con respecto a hace 20 años, la pérdida en capital social y en menor medida en capital simbólico hace que dicho aumento no se vea reflejado en un aumento en capital total. El capital cultural tuvo un leve aumento, principalmente por el mayor capital cultural institucionalizado en gran parte de los agentes. Sin embargo, la pérdida de capital cultural incorporado es algo a tener en cuenta por su potencial irreversibilidad, dado que el conocimiento tradicional se transmite personalmente de generación en generación.

Tabla 2. Caracterización y cambios en la estructura de capital de los agentes.

En cuanto a los agentes (Tabla 2; detalle en Anexo 2), los pooles de siembra (nuevo agente en el espacio social) y las empresas de servicios agropecuarios han aumentado notablemente su capital total, derivado principalmente del aumento del capital económico y en parte el simbólico, dado su mayor reconocimiento en la actividad agropecuaria en los últimos años. Los grandes productores agrícolas han mantenido su alto capital total por efecto principalmente de un mayor capital económico, a pesar de que han perdido capital social, por algunas situaciones de conflicto con otros agentes. Los pequeños productores agrícolas y productores ganaderos han sufrido una pérdida de capital total, aun cuando han tenido un leve aumento del capital económico, el cual no es compensado por la gran pérdida en capital social y simbólico. Los productores apícolas y los trabajadores rurales han sido los más perjudicados, habiéndose disminuido toda su estructura de capital, y por tanto, su capital total. Los dos agentes institucionales han aumentado su capital económico y cultural, pero en el caso del Municipio se ha registrado una pérdida de capital social, contrariamente a lo que sucedió con el INTA. Del análisis también se desprende la pérdida de capital social en la mayoría de los agentes, debido principalmente a un mayor aislamiento de los mismos y a la mayor cantidad de relaciones de conflicto que genera la situación actual, por ejemplo entre los apicultores y los productores agrícolas intensivos, debido a que la alta aplicación de agroquímicos por estos últimos disminuye la presencia y cantidad de flora melífera y en ciertos casos provoca mortalidad de abejas, afectando la producción de miel. A su vez, existe una pérdida de representación de las asociaciones que agrupan a los diferentes agentes (ej. trabajadores rurales), aunque para algunos de ellos (ej. apicultores o pequeños productores agrícolas) han surgido nuevas asociaciones que poco a poco los agrupan y representan (ej. grupos del programa Cambio Rural) y que les permiten obtener ciertos beneficios sociales (ej. Planes de apoyo para micro–emprendimientos).

Haciendo el análisis propuesto por Bourdieu (Figura 1) donde se visualiza el capital total de cada agente (eje Y) y la composición en función del capital económico y cultural (eje X) y capital social (tamaño esferas), se pueden ver los cambios de posición de los diferentes agentes en el espacio social en los dos momentos considerados. La posición relativa que ocupaban los diferentes agentes hace 20 años muestra que las diferencias en el volumen total de su capital no eran tan grandes como lo son en la actualidad, lo cual muestra una polarización entre grandes productores agrícolas y pooles de siembra por un lado y el resto de los actores rurales por el otro, ocupando las instituciones una situación intermedia.



Figura 1. Posiciones de los diferentes agentes del Partido de  Balcarce en el espacio social, hace 20 años y en la actualidad, en función del volumen total (eje Y) y estructura de su capital (Capital Económico – Cultural en eje X y capital social en tamaño esferas).

Los agentes considerados son: grandes productores agrícolas (GPAG); pequeños productores agrícolas (PPAG); productores ganaderos (PGAN); productores apícolas (APIC); pooles de siembra (POOL); empresas de servicios agropecuarios (SERV); trabajadores rurales (PEON); INTA Balcarce (INTA); Gobierno Municipalidad (MUNI). Elaboración propia.

La mencionada polarización actual de los agentes se observa tanto en volumen total de capital (eje Y) como en su estructura (eje X), diferenciándose tres grupos de agentes. En el primer grupo se encuentran aquellos agentes cuyo principal capital sigue siendo el cultural y que han perdido volumen de capital total, ya que su principal fuente de capital ha perdido valor en los últimos años y no han podido adaptarse a las nuevas exigencias, como los trabajadores rurales, apicultores, pequeños productores agrícolas y productores ganaderos. Dentro del segundo grupo de agentes se encuentran aquellos con mayor peso del capital económico dentro de su estructura de capital: los grandes productores agrícolas, que se han beneficiado del mayor capital económico que tenían previamente y que reinvierten, y los pooles de siembra, que son nuevos agentes que intervienen en el espacio social, por posesión principalmente de este tipo de capital (económico). Las empresas de servicios agropecuarios serían otro ejemplo de incorporación con posesión principalmente de capital económico, aunque aquí el capital cultural tiene un papel fundamental (y gran peso dentro de la estructura de capital de este agente), por lo que han quedado dentro del primer grupo de agentes. Por último, el tercer grupo está constituido por los agentes institucionales (INTA y Municipalidad), que casi no han modificado su posición dentro del espacio social, y si bien han aumentado su capital económico, su importancia en el campo no es función de este capital, sino principalmente cultural y simbólico.

Al incluir el capital simbólico (en sustitución del capital total) en el eje Y, en el análisis de la posición relativa que tenían los agentes hace 20 años y en la actualidad (Figura 2), se observa una pérdida de este capital por parte de los pequeños productores agrícolas, productores ganaderos y trabajadores rurales. Para el resto de agentes prácticamente no ha habido cambios, salvo para las empresas de servicios agropecuarios quienes han incrementado este capital, principalmente por aumento del nivel de reconocimiento. Si bien el nuevo agente en el espacio social, los pooles de siembra, tienen un nivel relativamente bajo de capital simbólico (derivado principalmente de su importancia actual en la toma de decisiones sobre el uso de la tierra) su consideración es significativa dado su alto nivel de capital económico. Estos cambios son importantes debido a que se ha considerado la importancia del agente en la toma de decisiones en el territorio (directa o indirecta) dentro de la forma de medir al capital simbólico, por lo que se evidencia la concentración de las decisiones en menos agentes (Municipio, INTA, Grandes productores agrícolas) comparado con la situación anterior, en la que este capital estaba más repartido entre diferentes agentes (los actuales más los productores ganaderos y pequeños productores agrícolas).



Figura 2. Posiciones de los diferentes agentes del Partido de Balcarce en el espacio social, hace 20 años y en la actualidad, en función del capital simbólico (eje Y) y resto de estructura de su capital (Capital Económico – cultural en eje X y capital social en tamaño esferas).
Los agentes considerados son: grandes productores agrícolas (GPAG); pequeños productores agrícolas (PPAG); productores ganaderos (PGAN); productores apícolas (APIC); pooles de siembra (POOL); empresas de servicios agropecuarios (SERV); trabajadores rurales (PEON); INTA Balcarce (INTA); Gobierno Municipalidad (MUNI). Elaboración propia.

4.2. CAMPO DE LA COMUNIDAD RURAL

Estos cambios en el volumen total y la composición del capital de los diferentes agentes determinan la evolución del campo de la comunidad rural, siendo los grandes productores agrícolas y los pooles de siembra los más beneficiados en este campo debido a su mayor capital económico dentro de la estructura de su capital. A su vez, se debe considerar que los distintos capitales tienen diferente valor en los diferentes momentos, con lo que la mayor o menor valoración de cada capital dentro del campo puede beneficiar o perjudicar a los distintos agentes según la composición de sus capitales, e independientemente de ellos, ya que esto es propio del campo en cada momento. Por ejemplo, en el campo de la comunidad rural, actualmente tiene mayor peso el capital económico dado que resulta fundamental contar con dinero o maquinarias para poder producir y obtener rendimientos que sean competitivos, lo cual está asociado con un alto nivel de estandarización de los sistemas productivos, principalmente por la aplicación de un paquete tecnológico relativamente homogéneo. Este cambio ha actuado en detrimento de los otros tipos de capitales, como el conocimiento de las prácticas agrícolas (capital cultural) o el reconocimiento del resto de los actores (capital simbólico). En el caso de los trabajadores rurales, cuyo principal capital era cultural y vinculado a su conocimiento del campo y de las labores a realizar, este cambio en el valor de los diferentes capitales dentro del campo los ha perjudicado (haciéndolos perder posición), ya que estas tareas actualmente no tienen el mismo reconocimiento, dado que el trabajo se ha tecnificado y tales capacidades son cada vez menos necesarias; en sentido inverso a lo que sucede con el capital económico (donde los que más tienen, pueden continuar y reinvertir, y así seguir aumentando su capital), la menor valoración del capital cultural que poseen estos agentes hace que pierdan volumen de capital total, lo cual, sumado a la rapidez con que cambian los conocimientos y al hecho de que cada vez se requiere de mayor especialización, hace que queden desactualizados, perdiendo posición dentro del campo, y resulten cada vez más relegados del sistema. Esta variación en la importancia que tienen los diferentes capitales dentro del campo acentúa las diferencias entre grupos de agentes presentada anteriormente, generando una mayor polarización en sus posiciones.

4.3. CAMPO DEL ORDENAMIENTO TERRITORIAL RURAL

Al analizarel campo del proceso de ordenamiento territorial rural (OTR), en la fase de diseño del plan de ordenamiento ambiental territorial rural (POATR), el agente mejor posicionado era el INTA, quien poseía de las capacidades técnicas y académicas (capital cultural) y las relaciones con el resto de agentes (capital social) para convocarlos en talleres y hacer de la etapa de diseño del plan un proceso participativo. En cambio, en la fase de aprobación, el agente mejor posicionado resultó ser el Gobierno Municipal, ya que es el que mayor capital simbólico tiene, dado que cuenta con la institucionalidad para la toma de este tipo de decisiones sobre el territorio (en este caso, la aprobación del POATR). En realidad, ambos agentes arriesgan su prestigio y legitimidad frente a la sociedad en general y resto de las instituciones, ya que pueden aumentar su capital simbólico en caso de aprobarse el plan o reducirlo si no se aprueba o no logra traducir en acciones concretas los esfuerzos de todos aquellos agentes que han participado del proceso,dando respuesta a las expectativas al respecto existentes en la sociedad, a la cual como instituciones representan. La postergación de la sanción del plan por parte del Municipio (a través del Concejo Deliberante) podría deberse a la incidencia que tiene el capital económico en esta fase, aunque de manera indirecta o menos visible, ya que si bien los agentes que lo poseen no intervienen directamente en la aprobación del plan, sí ejercen presión sobre la decisión de aprobarlo. Estas presiones en efecto se han registrado a través de cuestionamientos formales que algunos agentes han hecho llegar al Concejo Deliberante en el proceso de tratamiento del POATR.

5. DISCUSIÓN

El enfoque de Bourdieu permite analizar diferentes procesos territoriales, construyendo el espacio social a partir de tres dimensiones fundamentales definidas por el volumen del capital de los agentes, la estructura del mismo (según sus diferentes tipos de capital) y la evolución en el tiempo de esas dos propiedades, de forma de recomponer las unidades más homogéneas desde el punto de vista de las condiciones de producción de los hábitus (Bourdieu, 1979). Los agentes involucrados en dichos procesos (en el caso analizado, agriculturización y ordenamiento territorial) se interrelacionan en un espacio común, reflejando el dinamismo de estos procesos, ya que las posiciones ocupadas por los agentes varían en el tiempo en función de los capitales adquiridos (o perdidos), viéndose amplificados en función de la importancia que toma dicho capital en cada juego en un momento dado. Estos cambios en las posiciones y las luchas de poder son, a su vez, las que van desarrollando el propio juego, siendo el territorio quien «sintetiza en sus aspectos más invisibles, ocultos y profundos, relaciones de poder material y simbólico» (Manzanal, 2007, p. 42). Los agentes intervienen el territorio por diferentes vías y modos. A veces lo hacen de manera más arbitraria, como ocurre en el proceso de agriculturización (campo de la comunidad rural), donde cada uno tiene mayor libertad de acción sobre lo que puede hacer en su parcela o donde el mercado define qué capital tiene más peso. Esta mirada más individual del territorio se caracterizó en el último tiempo por una lógica más económica–productivista y de corto plazo. Sin embargo, puede existir una mirada colectiva del territorio, de largo plazo y que considere también las dimensiones social y ambiental, como ocurre en el campo del proceso de ordenamiento territorial rural (OTR). Este representa una manera más reglada de intervenir el territorio, donde los agentes acuerdan y definen algunas orientaciones y restricciones para las actividades o tipos de manejo que pueden realizar los diferentes agentes (por tanto, modificandos sus habitus), imponiendo el capital simbólico al ser necesaria la legitimación de dichas acciones (tanto en el proceso de aprobación del Plan de Ordenamiento Ambiental Territorial Rural —POATR— como también a posteriori, al estar legitimadas algunas prácticas y otras no). En este caso, el OTR operaría sobre la dinámica del territorio ejerciendo un retrocontrol negativo (amortiguador) de las fuerzas actuales que, por el contrario, generan un efecto amplificador y de contagio (uno adopta una práctica y los vecinos lo siguen) del proceso de agriculturización, ocasionando desequilibrios socio–económicos, deterioro ambiental y pérdida de oportunidades de un desarrollo más sustentable (Parueloet al., 2014). En realidad, el dejar hacer del libre mercado esconde tanto las necesidades como los intereses de los diferentes agentes, ya que la reproducción social también se da por la afinidad espontánea que aproxima a los agentes dotados de un habitus semejante, por lo cual tienden a reproducir —biológica y socialmente— las propiedades que les permitan mantener su posición en el universo social considerado (estrategias de reproducción) (Bourdieu, 1987).

Al analizar este tipo de procesos territoriales consideramos necesario incluir el capital natural, aun cuando el enfoque de Bourdieu no lo considere, ya que entre los diferentes capitales con que juegan los agentes está también la porción de capital natural donde se asientan y producen; es decir, no se hace referencia tanto a la propiedad de la tierra, la cual estaría incluida dentro del capital económico, sino a los recursos naturales (y los servicios ecosistémicos que prestan), que no tienen valor de mercado y que por tanto, no se comercializan. Esta inclusión es compleja, dado que se trata no sólo de un capital con que juega dicho agente, sino que en este caso es un recurso común, apropiado y transformado por los agentes pero cuyo uso tiene consecuencias no sólo sobre el propietario de dicha porción de tierra, sino también sobre el resto de agentes, ya que en la mayoría de los casos los beneficios de un servicio ecosistémico sobrepasan los límites del lugar que genera dicho servicio (ej. regulación climática, amortiguación de inundaciones, etc.). Encontramos que esta apropiación del espacio por algunos agentes suele estar relacionada con una mejor posición en el campo social; es decir, agentes con mayor volumen de capital total, proveniente principalmente de capital económico y simbólico y que, por tanto, son quienes tienen libertad real para decidir (ej. grandes productores agrícolas). Por el contrario, aquellos agentes con menor capital total están cautivos o son desplazados de este aparente sistema de libres decisiones (ej. pequeños productores), siendo además los más dependientes del capital natural y cultural. El proceso de OTR podría ayudar a encontrar una solución que minimice este tipo de inequidades y conflictos, que solo lleva al deterioro de los recursos y sistemas productivos, afectando en definitiva a la calidad de vida de la sociedad (Parueloet al., 2014).

Ambos procesos territoriales se interrelacionan en el espacio social y la evolución de uno en parte determina la evolución del otro. Probablemente la creación del POATR no hubiera surgido si no se hubieran dado las características y consecuencias del proceso de agriculturización, las cuales han inspirado a algunos agentes (INTA y Municipio) en la creación del mismo. A su vez, los lineamientos que establece el POATR fomentan una evolución del campo de la comunidad rural hacia un uso más sustentable del territorio con mayor bienestar de su población, pudiendo no obstante afectar la posición de algunos agentes en el campo social. Sin embargo, las distintas formas de intervención del territorio y por lo tanto, la evolución de los diferentes procesos estudiados, muestran una disputa latente entre agentes, donde cada uno de ellos ejerce su poder (ej. económico vs político) en función de sus intereses, los recursos que maneja y el enjeu, es decir, lo que cada uno pone en juego dentro del campo (ej. dinero vs votos). En cuanto al enjeu, en el campo de la comunidad rural se hace visible fácilmente que el capital económico es el que define el campo y las relaciones de poder entre los agentes. En el campo de OTR, el enjeu cambia en los dos momentos estudiados, siendo dominantes el capital cultural y social en la fase de diseño del POATR y el capital simbólico en la fase de aprobación. Sin embargo, el capital económico estaría rigiendo este campo también, ya que el hecho de que el POATR esté pendiente de aprobación por parte del Municipio luego de varios años de finalizado el proyecto pone en evidencia que no sólo el capital puesto en juego es el simbólico, sino también el capital económico, el cual opera por múltiples canales además de los formales. Por lo tanto, a la pregunta inicial de quién domina los procesos territoriales, la respuesta sería aquellos agentes con mayor capital económico, aun en los casos en que debería ser el capital simbólico.

La evolución de los procesos territoriales (ej. avance del proceso de agriculturización) depende del sistema de posibilidades que ofrece la historia (que determina qué es posible hacer en un momento dado dentro del campo), pero también de los intereses que orientan a los agentes (ej. mayores beneficios económicos) en función de su posición en el campo, lo cual queda reflejado en las diferentes estrategias seguidas por los agentes (ej. su nivel de participación en dichos procesos)(Bourdieu, 1994). Los agentes poseedores del capital dominante en el campo generalmente muestran estrategias de conservación y aquellos que menos capital poseen suelen mostrar estrategias de subversión (o sumisión), teniendo en cuenta que las estrategias no siempre se refieren a la maximización de la ganancia específica, sino a una relación inconsciente entre cada habitus y cada campo, por lo que son acciones que están objetivamente orientadas a fines que pueden no ser los que se persiguen subjetivamente (Bourdieu, 1984). Por ejemplo, algunos agentes con alto capital económico tienen un rol activo dentro de la comunidad rural y han tomado un rol más activo también en el campo de OTR, principalmente en la fase de aprobación del Plan (ej. presentación de cuestionamientos formales) por temor a que el mismo afecte sus intereses o haga cambiar su posición dentro del campo de la comunidad rural. Por otro lado, el Municipio muestra un rol relativamente pasivo en ambos procesos, lo cual no significa que no juegue dentro de dichos campos, como tampoco que no tenga algún interés, aun cuando parezca mostrarse «desinteresado» (Bourdieu, 1994). De hecho, muestra que existe un interés por no llevar a cabo el POATR, posiblemente por no entrar en conflicto con los productores agrícolas, ya que fue uno de los impulsores del proceso de OTR y cuenta con el capital simbólico necesario para que la evolución de dicho campo sea en ese sentido, a través de la aprobación del POATR5. Sin embargo, la postergación de su aprobación confiere un mayor capital simbólico a los agentes con mayor capital económico, en detrimento de los diferentes agentes del territorio que han participado de los talleres. Esta situación, por un lado, muestra el interés de mantener ese capital simbólico poseído, de forma de asegurar la reproducción continuada del capital simbólico, ya que la lógica de la acumulación de capital simbólico está presente hasta en los sectores más racionalizados del campo económico (Bourdieu, 1987) y porque los agentes en una posición desfavorable en el espacio social suelen tener menor capital simbólico que les permita expresarse (Bourdieu, 1984); por otro lado, refuerza el actual proceso de agriculturización, ya que los tomadores de decisión individuales refuerzan su capital simbólico y continúan siendo los principales afectadores del territorio. Por el contrario, aquellos agentes con menor influencia en los cambios en el uso de la tierra, que suelen ser los principales beneficiarios (y más dependientes) de los servicios ecosistémicos (si bien no es una relación dicotómica pudiendo ser un mismo agente afectador y beneficiario), pierden capacidad de acción; en este sentido, el OTR debería afrontar el desafío de resolver los conflictos e inequidades derivados de las relaciones de poder, así como también los derivados de la pérdida de dichos beneficios según los diferentes agentes (Paruelo et al., 2014b), por lo que conocer la posición que ocupan los distintos agentes en el espacio social puede contribuir a aplicar estrategias más eficientes, ajustadas a los distintos grupos de agentes (Bourdieu, 1987). Aun así, se debe considerar que la relación entre la posición ocupada por los agentes en el espacio social y sus prácticas no es mecánica, por lo que, ocupantes de posiciones idénticas o similares pueden no producir las mismas prácticas, dado que la posición social está asociada a percepciones y apreciaciones que dependen de la trayectoria pasada (por tanto, del habitus) y de los marcos de referencia posibles (es decir, de los agentes que proporcionan los indicios concretos de la posición y los desplazamientos en el espacio social) (Bourdieu, 1984b). Esto explica porqué hay pequeños productores agrícolas que arriendan sus tierras con el fin de aumentar su capital económico, mientras otros continúan su actividad como productores, aun perdiendo volumen de capital total (por pérdida de capital económico); igual caso sería el de productores ganaderos que se han volcado hacia la actividad agrícola, mientras otros mantienen su tradición ganadera.

El juego social es reglado, es decir, las cosas pasan en él de manera regular (ej. que los herederos de grandes productores agrícolas sean ingenieros agrónomos para continuar con la actividad), lo cual no quiere decir que sean regla (ej. que sea una regla para los herederos estudiar agronomía; de hecho, en la actualidad, se dan muchos casos en que los herederos no estudian dicha carrera ni continúan la actividad). El habitus (que como sentido del juego es el juego social incorporado), es el principio de la mayor parte de las prácticas, pero también hay que tener en cuenta, junto con el habitus, las reglas explícitas y formuladas (Bourdieu, 1987). Por lo tanto, los agentes no sólo quedan definidos por la posición que ocupandentro del campo, sino también por el hábitus que normalmente se encuentra asociado a dicha posición. A su vez, ese habitus está ligado al sistema de necesidades de cada uno de los agentes, el cual puede ser muy diferente entre los distintos agentes y hasta incomprensible para el resto (en muchos casos importantes gastos de capital económico son en realidad una inversión en capital social o simbólico) (Bourdieu, 1979). Por ejemplo, la compra de modernas camionetas por medianos productores (aun endeudándose para poseerlas), puede estar ligada a una necesidad productiva, pero también a una necesidad simbólica y social de ser parte, y a su vez un intento de adquirir el habitus de los grandes productores. Lo mismo sucede con los productores que pasan a ser arrendadores y que se van a vivir a la ciudad, lo cual puede vincularse a nuevos trabajos o mayores comodidades, pero también a un habitus o un status social más propio de los grandes terratenientes que viven de rentas. Sin embargo, el habitus de estos agentes hace a su propia identidad, y en parte contribuye a la identidad del territorio, que se nutre de estos habitus de la comunidad rural local (por ejemplo, a través de las carneadas entre vecinos, los almacenes y bailes de campo, entre otros) los cuales se pierden en este nuevo escenario. Por lo tanto, sería interesante avanzar en el análisis del habitus de los agentes, así como las diferentes motivaciones reales de sus actuaciones, para completar el análisis social de los campos estudiados, teniendo en cuenta que la realidad social es también un objeto de percepción, debiendo tomar por objeto esta realidad y a la vez, la percepción de esta realidad, las perspectivas y puntos de vista que, en función de su posición en el espacio social analizado, los agentes tienen sobre esta realidad (Bourdieu, 1987).

En cuanto a los recursos con que cuentan los diferentes agentes, los resultados muestran que aquellos que partieron de una mayor posesión de capital total, principalmente de capital económico, se posicionaron mejor para continuar y ampliar su volumen de capital, ejerciendo presión sobre los agentes cuyo principal capital era de alguno de los otros tres tipos. Un ejemplo de ello es el caso de grandes productores agrícolas que arriendan o compran los campos de pequeños productores que no pueden producir de manera competitiva bajo las condiciones actuales, debiendo arrendar o vender sus campos, con el consecuente abandono de la actividad. Otro caso es el de las empresas de servicios agropecuarios que, a partir del capital cultural incorporado y económico (principalmente tecnología), reemplazan a los trabajadores de campo y peones, cuyo capital cultural incorporado deja de tener relevancia, no pudiendo posicionarse en el nuevo escenario. Estos ejemplos siguen el patrón encontrado por Bourdieu en donde aquellos agentes con gran capital total y con mayor capital económico dentro de su estructura de capital, reinvierten en más capital económico (aunque también en capital social y simbólico), mientras que los más ricos en capital cultural, suelen invertir en mejorar el capital cultural de los hijos o las prácticas culturales propias para mantener su particularidad (Bourdieu, 1979). El hecho de que actualmente se valore más el título académico para la realización de las tareas de campo, hace que los agentes requieran de capital cultural institucionalizado, teniendo como efecto que quienes poseían capital cultural incorporado se vean obligados a intensificar sus inversiones para adquirir el título y poder así mantener su posición en el espacio social, generando una competencia entre agentes que engendra un aumento general de este capital, poniendo en evidencia la devaluación del capital cultural incorporado (Bourdieu, 1979). A la vez, muestra la necesidad de reestructuración del sistema de estrategias de reproducción, ya que los poseedores del capital no pueden mantener su posición en el espacio social sino es a costa de reconvertir las formas de capital que tienen (ej. capital cultural incorporado), en otras formas más rentables y más legítimas (ej. institucionalizado) dados los instrumentos de reproducción considerados para obtener un beneficio (Bourdieu, 1994b). Sin embargo, los trabajadores rurales o peones muchas veces tienen dificultades de acceso al sistema de estudio profesional (ej. la no posesión de un título secundario), como otras dificultades (ej. tiempo para dedicarle al estudio), quedando esto oculto en un sistema en el cual todos tienen teóricamente la misma oportunidad pero que enmascara privilegios relacionados a la historia de la cual parten los diferentes agentes, ampliando la brecha entre los mismos (o dejando a una parte de ellos fuera del mercado de trabajo). El hecho de que aquellos agentes con mayor capital económico hayan estado mejor posicionados para intensificar y expandir su producción ha llevado a una concentración productiva y gerencial del sector agropecuario; esto llevaría a pensar que el agente mejor posicionado inicialmente será aquel que mejore su posición, sobre todo si el capital que posee es aquel más valorado dentro del campo, definiendo el modo de reproducción en el que la estructura social tiende en cierta forma a perpetuarse (Bourdieu, 1994).

Estos resultados confirman que los agentes no se mueven al azar en el espacio social y que la posición y la trayectoria individual del agente no son estadísticamente independientes, es decir, que no son igualmente probables todas las posiciones de llegada para todos los puntos de partida (Bourdieu, 1979). Por otro lado, se debe considerar también que la adaptación de aquellos agentes menos favorecidos a la condición de dominados implica la aceptación de dicha dominación, es decir, que encierra el reconocimiento de los valores dominantes, consensuando el orden social establecido (Bourdieu, 1979) y también que, por el hecho de participar, están contribuyendo a la reproducción del juego (Bourdieu, 1984). Sin embargo, encontramos que existen otras estrategias a seguir por los agentes peor posicionados dentro del espacio social para mejorar su posición, a partir de la posesión de otros tipos de capital y que pueden servir de resistencia de algunos agentes con menores recursos económicos, por lo que es importante, desde las instituciones públicas, contribuir a potenciarlos. Aquí radica la importancia del conocimiento y valoración de los diferentes capitales con que cuentan los distintos agentes, ya que no son actores pasivos afectados por el mercado (que valora más el capital económico), sino que, como agentes actuantes, están dotados de un sistema adquirido de preferencias, principios, conocimientos y esquemas de acción que orientan su percepción y su respuesta frente a una situación (Bourdieu, 1994), contando con otros capitales para jugar en ambos campos. De hecho, una de las estrategias individuales para mantener posición dentro del campo es la utilización del capital social para suplir la no posesión del capital económico y cultural institucionalizado necesario en el campo actual, sumado a las estrategias colectivas de reivindicación que intentan hacer valer las titulaciones o en este caso, el capital cultural incorporado (Bourdieu, 1979).

Existen diferentes formas para mejorar la posición de algunos agentes, ya sea a nivel de campo o de agente. En el primer caso, a través de la revalorización de algunos capitales para que tengan mayor importancia dentro del espacio social, como por ejemplo, el capital cultural incorporado, el cual ha perdido reconocimiento y sin embargo, es una pieza fundamental en el patrimonio socio–cultural de los territorios. Revalorizar lo tradicional a través del impulso de mercados alternativos (ej. agroecológicos) podría volver a generar una demanda que incluya a los agentes desplazados. Estas acciones, si bien aportan a todos los agentes, benefician más a aquellos que tienen mayor peso relativo del capital revalorizado. En el segundo caso, a través de acciones con algunos agentes que contribuyan a mejorar alguno de sus capitales, como por ejemplo, capacitaciones (capital cultural) que contribuyan a profesionalizar a los trabajadores rurales, de forma que puedan seguir siendo competitivos en el mercado laboral. Fortalecer el capital social también puede servir para compensar la menor posesión de capital económico de algunos agentes (ej. pequeños productores que se asocian a través de una cooperativa, con lo cual tienen mayor volumen o mejores condiciones de venta) permitiéndoles mantener posición dentro del campo. Algunos pequeños productores han sobrevivido al proceso de agriculturización (por ejemplo, a través de asociaciones creadas en el marco de los Grupos de Cambio Rural), mientras que otros con la misma estructura de capital económico o cultural no han podido adaptarse y han debido dejar la actividad. En el campo de OTR, el capital social puede servir de multiplicador de los otros tipos de capitales, siendo clave en la fase de aprobación del POATR, ya que por ejemplo, el proceso que tuvo lugar en Balcarce inspiró a otros municipios y dio lugar a la creación de una incipiente Red de Municipios para el Ordenamiento Territorial (RedMOT), reflejando un crecimiento de la demanda y una dispersión de este tipo de procesos en otros espacios, poniendo presión para la concreción del esfuerzo conjunto realizado en Balcarce. Por otra parte, resulta fundamental aumentar la importancia del capital simbólico a través de más oportunidades y una mayor apertura a la participación, porque en definitiva son los propios agentes quienes legitiman cada proceso. En este sentido, es importante considerar la importancia del capital simbólico en el proceso de OTR, recordando que en realidad quien tiene el poder de legitimar este tipo de decisiones es la población local, que le otorga al Municipio la potestad para velar por los intereses comunes, por lo que fomentar una mayor participación pública es fundamental en este tipo de procesos territoriales.

6. CONSIDERACIONES FINALES

El estudio realizado sobre los procesos territoriales actuales aplicando el enfoque de campos sociales de Pierre Bourdieu significa un avance metodológico importante, ya que no se han encontrado trabajos similares. Si bien el análisis de campos sociales desde un enfoque únicamente estructural no es la estrategia metodológica más utilizada desde la perspectiva de este autor, consideramos que este análisis (de tipo estructural) es necesario para poder avanzar posteriormente en una interpretación más completa y compleja de los procesos sociales, que incorpore el análisis subjetivo (parte constructivista) de los agentes que forman parte de los procesos analizados, siendo ambas (objetividad y subjetividad) parte de la misma realidad. Aun así, se reconocen las limitaciones derivadas de la dificultad de medir algunos de los capitales, sumado en muchos casos a la escasa de información disponible. A su vez, la evolución del campo refleja cambios en los agentes, no sólo en las propiedades elegidas para diferenciarlos (ej. productores grandes o pequeños), sino también en las características auxiliares que los definen (ej. locales o extra–locales; jóvenes o adultos) y que pueden expresar diferencias en cuanto a su trayectoria (anterior y posterior) y en cuanto al volumen y estructura de capital que determinan su posición dentro del campo, siendo necesario un estudio más profundo de los distintos grupos de agentes seleccionados (Bourdieu, 1979). No obstante, el estudio permitió considerar el dinamismo de los procesos territoriales, ya que no sólo los agentes que intervienen van cambiando, sino que la suma y estructura de sus capitales (y la importancia de los mismos dentro del campo) difieren de un momento a otro en los análisis, lo cual complejiza el estudio pero permite comprender la evolución de los diferentes campos, tal como los define Pierre Bourdieu. A su vez, el trabajo permitió realizar el análisis de procesos territoriales poniendo en el centro a los agentes, algo fundamental dado que son ellos quienes generan los cambios en el territorio, de manera directa o indirecta, colectiva o individual, consciente o inconscientemente. También permitió que los agentes no sean considerados de manera global, sino separadamente en el análisis, lo cual es importante ya que cada uno tiene una estructura y volumen total de capital que lo hace tener diferentes posiciones en cada campo, lo que lo lleva a establecer diferentes estrategias y relaciones de poder en un momento dado.

La desagregación del capital total en diferentes tipos de capitales permitió comprender la ganancia habida en cierto capital (ej. económico), pero también evidenciar la pérdida en los otros, ya que generalmente se toma en cuenta únicamente el capital económico, mostrando un mayor aumento del volumen de capital total, sin tener en cuenta la gran pérdida en los otros tres capitales, verificada para todos los agentes. También permitió analizar qué factores influyen dentro de cada tipo de capital, ya que puede haber cambios en el tiempo, como se evidenció dentro del capital cultural con la mayor importancia actual a los títulos de especialización (conocimiento institucionalizado) en detrimento de los conocimientos tradicionales, habilidades y destrezas adquiridas (conocimiento incorporado), aspecto fundamental de considerar debido a su potencial irreversibilidad. A su vez, el estudio permitió comprender la importancia de cada uno de los capitales dentro del campo en un momento dado (ej. mayor importancia del capital cultural hace 20 años en el campo de la comunidad rural) y determinar el enjeu de cada campo, aun cuando éste no sea totalmente explícito (ej. capital económico en la fase de aprobación del plan de ordenamientoterritorial rural). La desagregación del volumen de capital total dentro del campo entre los diferentes agentes del territorio permitió observar que la distribución no es igual para todos los agentes, existiendo agentes que han sido beneficiados por el proceso de agriculturización y otros que han sido perjudicados por el mismo, mostrando que este proceso territorial ha dejado ganadores y perdedores más allá del resultado global del proceso. A su vez, permitió comprender algunas de las estrategias utilizadas por los diferentes agentes dentro del espacio social, intentando incluir en dicho análisis también algunos de sus habitus. El proceso de OTR busca equilibrar algunos de los desbalances producidos por los cambios en el campo de la comunidad rural (entre zonas, dimensiones y en parte, en las posiciones de los diferentes agentes), siendo necesaria la participación temprana de todos los agentes involucrados para que los intereses y disposición a colaborar sean plasmados desde el inicio. Sin embargo, del análisis resulta que aquellos agentes que poseen un mayor volumen de capital total, pero principalmente de capital económico, son quienes dominan ambos procesos territoriales, aun cuando en el proceso de OTR debería tener mayor peso el capital simbólico, particularmente en su fase de aprobación. En este resultado preliminar radica la importancia fundamental que tiene la re–valorización de los otros tres tipos de capitales, es decir, el social, cultural y simbólico, en la búsqueda de un desarrollo más sustentable del territorio.

AGRADECIMIENTOS

Esta publicación es un requisito parcial para la obtención por parte de A. Auerdel grado académico de Doctor en Ciencias Agrarias en el Programa de Posgrado de la Unidad Integrada Balcarce. Se desarrolló en el marco de los proyectos PICT 2008-0020 «Desarrollo y validación de una metodología de evaluación ambiental estratégica aplicable al diseño y monitoreo de planes de ordenamiento territorial rural en la llanura chaco pampeana», INTA PNNAT 1128034 «Soporte técnico y capacitación en procesos de ordenamiento territorial rural» e INTA PNNAT 1128035 «Observatorios de Sustentabilidad Rural». Recibió apoyo del Instituto Interamericano para el Estudio del Cambio Global (IAI) CRN3 095 que es financiado por la US NationalScienceFoundation (Grant GEO-1128040).Agradecemos a los revisores anónimos porsus oportunos comentarios a una versión previa de este manuscrito.

NOTAS

1 Si bien puede haber agentes que participen en un solo proceso (ej. Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible en el ordenamiento territorial), en general son los mismos agentes involucrados, tomándose aquí los agentes comunesa ambos procesos.

2 La flexibilización de las normas de arrendamiento (fines década 1970) ha permitido la expansión de los contratos por una cosecha; la desregulación de la actividad agraria (en 1991) ha eliminado los organismos que regulaban la actividad (ej. Junta Nacional de Granos), contribuyendo a la desaparición de numerosas explotaciones agropecuarias (principalmente las de menos de 200ha) (Teubal, 2009).

3 Entendemos el término comunidad rural en sentido amplio, dado que los cambios ocurridos en las últimas décadas han modificado las estructuras de las sociedades rurales generando una nueva ruralidad, donde lo rural trasciende lo agropecuario (Perez, 2001) y donde coexisten diferentes agentes, desde empresas multinacionales de alta complejidad hasta campesinos, productores medios y trabajadores rurales, los cuales, frente a este nuevo escenario, buscan imponer, adaptarse o resistir a las nuevas reglas de juego (Giarracca, 2001). En este sentido, forman parte de la comunidad rural todos aquellos agentes que se vinculan de diferente forma con los espacios rurales (en cuanto extensión de superficie terrestre), a partir de lo cual construyen su sentido social, su identidad y sus actividades productivas; de dicha vinculación, es decir, de cómo lo transforman, organizan, valorizan e internalizan, depende el desarrollo rural del sitio (Sili, 2005).

4 Bourdieu define al individuo como un agente social y no como un actor social. «El agente social es actuado (desde el interior) en la misma medida en que actúa (hacia el exterior)» (Bonnewitz, 2006).

5 Se debe considerar que el agente Municipio en realidad engloba dos poderes, y que mientras que el que tuvo una participación activa en la etapa de desarrollo del POATR fue el Ejecutivo, la dilación importante se está produciendo en el Legislativo, pudiendo ambos subagentes estar representando diferentes intereses.

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ANEXO 1.

Detalle de las fórmulas, cálculos, fuentes de datos utilizadas y resultados para los distintos capitales en cada momento.

ANEXO 2

Resultado de los valores obtenidos de los cálculos de los diferentes capitales en los dos momentos estudiados para los distintos agentes: a)  valores obtenidos de los cálculos; b) resumen de valores normalizados.

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