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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.15 Santa Fe jun. 2017

 

RESEÑA

Radiografía del nuevo campo argentino. Del terrateniente al empresario transnacional

Carla Gras y Valeria Hernández
Buenos Aires: Siglo XXI, 2016, 299 pp.

Por María Soledad Córdoba
Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) – Universidad Nacional de General San Martín (UNSAM)

E–mail:mariasolecordoba@gmail.com

El nuevo libro de Carla Gras y Valeria Hernández es mucho más que un análisis en el ámbito de los estudios rurales, ámbito en el que las autoras vienen sosteniendo una significativa producción de conocimiento conjunta desde el año 2004. En Radiografía del nuevo campo argentino, el agronegocio es interrogado desde su capacidad de articular relaciones de poder, es decir, desde su trabajo de construcción intra y extrasectorial que hizo posible su posicionamiento como modelo hegemónico, con un alto grado de consistencia interna y de aceptación social.

En cuanto el modelo es analizado desde las prácticas de sus actores, institucionalmente posicionados, se trata de un libro con un aporte indispensable para comprender el actual modo de producción agraria. Pero también, al restituir las trayectorias de dichas instituciones y sus campos de poder, presenta un interesante estudio de la élite agraria argentina, desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad. Asimismo, por el lugar central que ocupa la ciencia, la tecnología y la innovación en la motorización de estos procesos de transformación socioproductiva, tanto a nivel material como simbólico-ideológico, este trabajo es también una interesantísima lectura para el campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Por último, dado que la reflexión que llevan adelante las autoras se enmarca en los procesos del capitalismo global que podríamos llamar de hiperacumulación, una de cuyas expresiones es el incremento de la relación de fuerza de los actores transnacionales en territorios locales o frente a los Estados regionales, el libro es también una contribución para comprender el anclaje territorial de las lógicas globales desde la perspectiva de la economía política.

La caracterización de lo que las autoras llaman la «sociedad del agronegocio» y la «construcción de hegemonía en clave espectacular», da cuenta de esa complejidad interpretativa que logran del proceso de emergencia y consolidación de un nuevo modo de entender el campo argentino. En lo «espectacular» se expresaría el modo de acumulación contemporáneo que no apunta sólo a la producción de renta, sino también de imágenes (de relatos, de discurso sobre el agro y la producción agrícola) como grado máximo de fetichización de las mercancías. Las biotecnologías, por ejemplo, en tanto uno de los pilares de la modalidad que asume la producción agrícola a partir de los años noventa, no sólo se articulan en el sistema de agroproducción, sino también en los dispositivos que generan y reproducen la lógica del espectáculo, materializando en una semilla o en una molécula, un destino de modernidad y pujanza adecuado a la tradicional ambición primermundista de la Argentina. Por su parte, la «sociedad del agronegocio» posee esa doble cara, dado que al mismo tiempo que disfruta del aumento de la renta, debe gestionar problemas de salud pública, contaminación y agotamiento de recursos naturales, polarización socioeconómica en los territorios. Estos «puntos de fuga», tal como los denominan las autoras, son otro interesante aporte conceptual del texto y se analizan no como externalidades, sino como aspectos intrínsecos al modelo desde donde puede debilitarse el muro, de apariencia invulnerable, de la eficiencia tecnocientífica–managerial del agronegocio.

Siguiendo muy estrechamente la conceptualización gramsciana de hegemonía como proceso fundamentalmente pedagógico y manteniendo una matriz analítica foucaultiana, el libro se desarrolla a partir de los datos de un trabajo de campo etnográfico que abarca casi una década, revelando el proyecto de construcción de hegemonía de la clase capitalista agraria, cuya constitución heterogénea y cambiante las autoras se encargan exhaustivamente de mostrar. Proyecto que tiene como eje y motor a la tecnología y que, comenzando a fines de los años cincuenta con la llamada «Revolución Verde» —que determinó la incorporación de las lógicas capitalistas en la actividad agrícola y la conversión de las explotaciones agrarias en empresas— termina por confluir a partir de la segunda mitad de los años noventa en la «Segunda Revolución de las Pampas», tal como los mismos actores han denominado a la implantación del modelo de agronegocios en Argentina.

El libro está dividido en dos partes. La primera consta de cuatro capítulos, despliega cómo el proyecto de poder de la burguesía agraria cristalizó en primer lugar en una asociación fundada en 1957 por grandes propietarios, la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA). A diferencia de las instituciones que dominaban el escenario rural hasta ese momento, como la Sociedad Rural Argentina, la AACREA se embanderó con los valores de la ciencia y la técnica, en sintonía con la modernización de la agricultura liderada desde Estados Unidos, pero apuntando a la responsabilidad moral del empresario agrícola de trabajar para el bien común de la sociedad. Así, se construyó como una clase empresarial modernizadora en oposición a una clase terrateniente parasitaria.

La segunda parte del libro, dividida en ocho capítulos, muestra cómo frente al peso cada vez mayor de las finanzas en la lógica productiva, de la fragmentación de la actividad agrícola y del rol cada vez más preponderante de los actores transnacionales que toman el control y la orientación de la cadena de valor agrícola a nivel mundial, el proyecto inicial del empresariado agrícola nucleado en la AACREA que concibe a la empresa como actor moral, va encontrando contradicciones y obstáculos a su continuidad. Acompasando estos procesos globales, otro actor se moviliza: la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), fundada en 1989, la cual logra reactualizar el imaginario de un país potencia bajo el nuevo paradigma socioproductivo del agronegocio, transformando los perfiles de los empresarios que encarnan y promueven dicho modelo. La apuesta por la innovación tecnológica, sin embargo, sigue siempre motorizando los cambios: de las tecnologías de los procesos que marcaban el liderazgo de AACREA, a las tecnologías de los productos (las biotecnologías) que se constituyeron en la punta de lanza del modelo de agronegocios promovido desde AAPRESID.

A medida que avanza el análisis, estos actores van desnudando su naturaleza moral y política en el marco de sus propias transformaciones identitarias y sus anclajes moralideológicos. Un claro ejemplo en este sentido es el cambio de la matriz moral–ideológica católica de la primera conformación CREA desde la autoridad natural de la élite agraria, a la matriz tecnocientífica como nuevo horizonte performativo, sin dudas más eficaz porque resuelve en el mismo dispositivo tecnocientífico (como el paquete de semilla modificada genéticamente, el agroquímico asociado a ella y un método específico de siembra), lo deseable y necesario con lo eficiente y óptimo, en términos productivos y rentables. Asimismo se evidencia el rol clave del Estado para asegurar, promover o subordinar la producción agrícola a proyectos políticos y de desarrollo nacional y, viceversa, la pérdida de soberanía frente a las neorregulaciones internacionales que conlleva la transferencia de tecnologías desde los países centrales y las empresas transnacionales a los países periféricos y los actores locales.

En definitiva, el libro muestra el ensamblado moral tecnológico político productivo que da como resultado la construcción hegemónica del modelo de agronegocios. Uno los efectos más relevantes de esta construcción lo constituye cómo la cuestión de la reforma agraria se va diluyendo frente a la reconfiguración de las dinámicas del campo social y de las subjetividades de los actores que lo sostienen, transformando las disputas y los sentidos de las disputas, y por tanto, también de las resistencias al modelo. En este sentido, cabe la pregunta sobre la posibilidad de construcción de una hegemonía plena en la que los sujetos internalizan una percepción de sí mismos como incapaces de hacer nada frente a ciertas dinámicas globales y abandonan la ambición de transformar la propia realidad social. Esta cuestión tiene tres aspectos clave. El primero es que al desplazar el eje de la cuestión agraria a una dimensión tecnicista, depurada de contenido social–político en cuanto se propone desde el imaginario de la ciencia y la tecnología como actividades neutras y despolitizadas, el modelo termina construyéndose como un monolito invulnerable e incuestionable de la eficacia y la eficiencia, donde las voces de los expertos científicos y de los empresarios del agro, en los escenarios sociales adecuados (congresos, jornadas, programas periodísticos, columnas de diarios, etc.), se imbrican para construir legitimidad en torno al modelo. El segundo aspecto concierne las solidaridades desplegadas en el marco del «pacto sojero» tal como las autoras lo han denominado, es decir, el pacto social sellado entre una clase capitalista que produce excedentes y los grupos antagónicos que se benefician con políticas redistributivas estatales, por medio del cual aún los excluidos o los desplazados por el modelo encuentran un lugar en la configuración social que éste sostiene. El tercer y último aspecto de la pregunta por la hegemonía plena es la construcción de los actores como revolucionarios, vanguardistas o incluso rebeldes que se enfrentan con estados de prácticas considerados atrasados. La ciencia y la tecnología operan así legitimando un modo de dominación y una racionalidad extractivo–capitalista. Finalmente, luego del exhaustivo recorrido por las dinámicas que abonaron la emergencia del agronegocio y que luego caracterizaron la construcción de su hegemonía, el lector se preguntará ¿hay algo que pueda no ser apropiado o incorporado por el modelo?

 

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