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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.16 Santa Fe dic. 2017

 

Estrategias residenciales y trayectorias laborales: el acceso a la vivienda en un barrio popular consolidado de la periferia del Área Metropolitana de Buenos Aires

Guillermina Comas
Licenciada en Sociología. Dra. en Ciencias Sociales. Integrante del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Correo electrónico: comasgui@gmail.com

Agustina Marquez
Licenciada en Sociología. Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Correo electrónico: marquezagustina@gmail.com

Fecha de recepción: 19 | 03 | 2016
Fecha de aceptación: 10 | 12 | 2016

RESUMEN

El artículo analiza las estrategias residenciales desarrolladas por trabajadores residentes en un barrio popular consolidado del conurbano bonaerense, caracterizado por una amplia incidencia de la tenencia formal y un débil acceso a servicios urbanos. El objetivo es reconstruir esas estrategias en articulación con la trayectoria laboral del principal sostén económico del hogar, a partir de las narraciones de los sujetos. Los datos fueron elaborados a partir de entrevistas en profundidad y complementados con observaciones de campo y con datos cuantitativos obtenidos en una etapa previa de la investigación.
La investigación muestra que las estrategias vinculadas a la forma de tenencia, la localización y el tipo de vivienda se articulan de manera específica: se diversifican según los recorridos laborales del jefe económico del hogar, pero también evidencian la existencia de prácticas comunes que marcan la incidencia de las características del territorio sobre la producción del hábitat.

Palabras clave: Trayectorias laborales; Estrategias residenciales; Sectores populares; Área metropolitana de Buenos Aires.

Residential strategies and labour trajectories: access to housing in a consolidated working class neighborhood of the Metropolitan Area of Buenos Aires

ABSTRACT

The paper analyzes the residential strategies developed by workers resident in a consolidated neighborhood in the suburbs of Buenos Aires, characterized by a wide incidence of formal tenure and a weak access to urban services. The objective is to put these strategies in relation with the labour trajectories of household breadwinners, based on their personal accounts. The data were taken from in-depth interviews and complemented by field observations and quantitative data obtained in a previous stage of the investigation.
Research shows that strategies linked to the tenure status, location and type of housing are articulated in specific ways: diversifying according to the various types of labour careers of household breadwinners, but also showing the existence of common practices that evidence the influence of the territory on production of habitat.

Key words: Labor trajectories; Residential strategies; Popular sectors; Metropolitan area of Buenos Aires.

1. Introducción

En este trabajo nos proponemos indagar sobre la articulación entre las estrategias residenciales desplegadas para el acceso a una vivienda permanente y las trayectorias laborales de un conjunto de trabajadores residentes en un barrio popular consolidado del Partido de Almirante Brown, en el conurbano bonaerense, donde se combina el acceso a la tenencia formal de la vivienda con una alta incidencia de la informalidad laboral.
A partir de la reconstrucción de las estrategias residenciales puestas en práctica para el acceso a una vivienda (eventualmente) definitiva, compuestas por elecciones (condicionadas), recursos y oportunidades, nos interesa destacar su heterogeneidad aún en un contexto que presenta homogeneidad territorial. Nos centraremos en observar los modos en que diferentes trayectorias laborales posibilitan o restringen el despliegue de estrategias diversas dentro de un mismo territorio.
De modo complementario, indagaremos en los efectos de aquellas estrategias habitacionales vinculadas a una noción de movilidad residencial ascendente -en términos de acceso a la propiedad formal de la vivienda y el establecimiento definitivo de un hogar en una residencia de tipo permanente- sobre las trayectorias laborales. Si bien se asume que la construcción del hábitat está asociada con los recursos que los hogares disponen y que, dentro de éstos, los ingresos laborales son centrales, no siempre se evidencian cuáles son las formas particulares que asume esa vinculación. Asimismo, incorporaremos la perspectiva de los sujetos al considerar tanto las prácticas y acciones en relación con la vivienda como las valoraciones a las que están ligadas.
El caso de estudio es un tipo de barrio muy extendido en el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires, producto de la política de loteos económicos que difundió la pequeña propiedad entre los estratos de menores ingresos entre 1940-1960 en zonas sin acceso a servicios básicos ni pavimentos (Torres, 1993). Este tipo de espacio urbano se distingue de otros tipos de hábitat populares que han sido mayoritariamente objeto de análisis como las villas y asentamientos (Cravino, 2009; Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012; Di Virgilio, 2007; Suárez, 2007) o los barrios de vivienda social (Cravino, 2012; Del Río, 2012), en tanto la estrategia residencial no se basa en la ocupación irregular de un terreno o en la solución habitacional que provee el Estado1, sino que requiere una gran inversión monetaria por parte de las familias para la adquisición de la vivienda y/o el terreno, ya sea mediante la obtención de créditos, ayuda familiar o ahorro previo.
Los datos fueron construidos a través de la información proveniente de entrevistas en profundidad a trabajadores residentes en el barrio, complementados con observaciones en el campo, y con datos cuantitativos obtenidos a través de una encuesta longitudinal aplicada a hogares en una etapa previa de la investigación.
El trabajo se estructura de la siguiente manera: luego de mencionar los antecedentes, introducir los conceptos desde los que partimos para el análisis y presentar el enfoque metodológico, presentaremos en un tercer apartado las características del barrio estudiado con el fin de dar cuenta de sus particularidades como tipo de hábitat popular. En una cuarta parte, reconstruiremos las dimensiones que constituyen, desde la perspectiva adoptada, las estrategias residenciales: las estrategias de adquisición, neolocalidad y construcción en el lote familiar; la elección de una localización en relación con el acceso a oportunidades del mercado de trabajo y la cercanía a las redes de relaciones; y la estrategia autoconstructiva que avanza y se detiene en vinculación con las trayectorias laborales de los jefes de hogar. Como resultado, presentaremos en una quinta parte una tipología de estrategias que explora, en el contexto de un barrio popular consolidado donde prima la tenencia formal, las posibles consecuencias de estas estrategias /elecciones sobre la generación de recursos para la reproducción social de las familias y sobre el acceso a oportunidades laborales en la trayectoria posterior de los trabajadores.

2. Antecedentes y marco conceptual

El concepto de estrategias residenciales tuvo un importante desarrollo en los estudios urbanos franceses a partir de la década de 1980. Estos estudios buscaban articular dos campos de reflexión que, según Gotman (1990), habían evolucionado de forma separada hasta entonces: familia y vivienda. La noción de estrategia surge en este marco como una alternativa a la visión determinista del estructuralismo y restituye la capacidad de agencia a los individuos y familias. Estudios posteriores retoman el concepto para analizar las estrategias y las decisiones residenciales de las familias de modo comparativo para diferentes ciudades a escala global (Dureau et al., 2002). Estos trabajos plantean la existencia de elecciones residenciales (restringidas) y elaboran esquemas analíticos para abordarlas.
En Argentina, el concepto de estrategias habitacionales (o residenciales) puede rastrearse a partir de la década del ’80. María del Carmen Feijoo (1984), en un estudio pionero sobre las familias de los sectores populares del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), vincula el concepto de estrategias habitacionales en términos de alternativas que se presentan a las unidades domésticas a lo largo del curso de vida familiar en el proceso de hacerse de una vivienda. Estas estrategias son definidas de acuerdo a las etapas que atraviesan las familias desde su conformación hasta su expansión. Otro aporte es el de Susana Torrado (2006), quien plantea a la localización residencial como una dimensión fundamental en la elaboración del concepto de Estrategias Familiares de Vida (EFV).  En este enfoque, las unidades domésticas movilizan y organizan sus recursos y sus acciones para el logro de ciertos objetivos o proyectos, entre ellos, la vivienda. Para el caso de un barrio popular de la ciudad de Córdoba, Alicia Gutiérrez (1998, 2004) plantea, desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, a las estrategias habitacionales como parte de un sistema de estrategias.
Recientemente, Di Virgilio (2007, 2009) retoma los estudios urbanos franceses y las elaboraciones en torno a los enfoques de las estrategias familiares para aplicarlos al análisis comparativo de las clases sociales; en particular, las estrategias y trayectorias residenciales de los sectores medios y populares del AMBA. También Cravino (2009) parte de los enfoques de las estrategias de reproducción para analizar las estrategias y trayectorias residenciales de familias que residen en villas y asentamientos del AMBA.
En este trabajo, retomamos a Dansereau y Navez-Bouchanine para definir a las estrategias residenciales como las "decisiones que toman las familias/unidades domésticas y los objetivos que ellas persiguen en materia de hábitat" (citado por Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012: 160). Al igual que en las estrategias de reproducción social, los factores estructurales inciden en este tipo de decisiones; en particular, las políticas habitacionales, la dinámica del mercado del suelo, el mercado de trabajo, etc.  Si bien reconocen esta articulación, el interés de estos enfoques se centra en las decisiones que toman las familias y sus marcos de opciones, al entender que los hogares tienen márgenes de acción y elección (Bonvalet y Dureau, 2002; Gutiérrez, 2004; Przeworski, 1982; Torrado, 1985, 2006).
Las elecciones residenciales constituyen uno de los principales componentes de las estrategias de hábitat. La vivienda es la mayor inversión que realizan las unidades domésticas a lo largo del ciclo familiar, por lo tanto, las elecciones acerca de dónde y cómo habitar son evaluadas con mucho detenimiento (Cravino, 2009). Dureau (2002) identifica tres factores determinantes en la conformación de las elecciones residenciales: las decisiones en torno a la forma de tenencia de la vivienda; la elección de una localización de la vivienda y las decisiones acerca de un tipo de vivienda. Asimismo, "la trama de prácticas y representaciones puestas en juego por las unidades domésticas para lograr su reproducción" (Eguía y Ortale, 2007: 24) cumple un rol central en las elecciones residenciales en tanto componentes de las estrategias de reproducción. Esta mirada, al recuperar de manera articulada la dimensión material y simbólica en la reproducción familiar, permite considerar, además del campo de las relaciones, las valoraciones, normas y las pautas culturales que guían y dan sentido a la vida cotidiana.
Coincidimos con Suárez (2005) respecto a que una de las dificultades de los enfoques de estrategias es que los mismos igualan jerárquicamente los diversos recursos con los que los hogares cuentan para su reproducción. En este sentido, el trabajo es el activo más importante de los pobres urbanos y la falta de empleo produce una erosión en la capacidad de uso de los demás recursos. De aquí que analizar las estrategias residenciales junto a la dimensión laboral sea fundamental para comprender las dinámicas y procesos de vulnerabilidad y segregación. Al respecto, se ha sostenido que determinadas condiciones de residencia pueden contribuir a reforzar situaciones de aislamiento social o pérdida de bienestar por medio de los problemas de accesibilidad, conectividad y desacople trabajo-residencia, debilitando los activos de los hogares pobres (Kaztman, 2001; Rodríguez y Arriagada, 2004). Para el caso de Argentina, se ha planteado que el aislamiento que representa la segregación supone, respecto de la sociedad más amplia, una dinámica cultural endógena y de socialización restringida, que favorece la segmentación de las oportunidades laborales (Groisman y Suárez, 2010; Suárez, 2007).
Para el análisis, retomaremos la elaboración de Dureau (2002) sobre las dimensiones que conforman a las estrategias y elecciones residenciales puestas en práctica para el acceso a una vivienda posiblemente definitiva, en vinculación con diferentes momentos laborales de los entrevistados. Este esquema conceptual nos permitirá aproximarnos al conjunto de decisiones y elecciones movilizadas por los entrevistados para la producción de su hábitat, pero en tanto respuestas a las condiciones estructurales dentro de las cuales éstas tienen lugar.

3. Enfoque metodológico

La investigación es resultado de dos proyectos que abordaron de manera continua un estudio de caso mediante una estrategia metodológica mixta2. En una primera etapa, los datos fueron relevados a través de una encuesta que brindó información sobre un conjunto de indicadores de las condiciones de vida de los entrevistados y que permitió reconstruir información retrospectiva sobre sus trayectorias laborales y residenciales entre 1994 y 20083. En una segunda fase, se aplicó un diseño cualitativo con el objetivo de indagar acerca de las motivaciones, decisiones y representaciones que los sujetos construyen en relación a su propia trayectoria laboral. Realizamos 16 entrevistas a trabajadores jefes de hogar entre 2013 y 2014, seleccionados mediante una muestra intencional y analizamos posteriormente los datos a través del software Atlas Ti.
En una primera fase de campo, nos propusimos indagar acerca de las trayectorias laborales desde 1994 hasta el momento de la entrevista, con el fin de complementar la información obtenida en la etapa cuantitativa. Como emergentes del campo surgieron las trayectorias previas a 1994, sobre todo aquellas vinculadas a inserciones formales y a empleos de calidad en diferentes momentos del ciclo vital, puestos en vinculación con las estrategias residenciales, donde el acceso a la vivienda, las mejoras constructivas y/o su deterioro eran recuperados por los entrevistados como eventos centrales de la historia individual y familiar. Estas cuestiones se incorporaron en la guía de entrevista de la segunda fase de campo, y dieron cuenta de la centralidad de ambas dimensiones para comprender el conjunto de las estrategias familiares. De este modo, se profundizó en la trayectoria laboral completa y en las estrategias residenciales llevadas a cabo para el acceso a la vivienda en la que residían al momento de la entrevista.
Los entrevistados son miembros de familias nucleares que, al momento del relevamiento cualitativo, ya habían atravesado la etapa de formación del hogar y se encontraban dentro del ciclo de consolidación o, en algunos casos, en etapas próximas a la disolución. Esto pone sobre relieve la existencia de temporalidades que, si bien tienden a solaparse, son analíticamente diferentes. Las dimensiones asociadas a las estrategias residenciales suelen adoptar una perspectiva temporal de largo plazo que excede una etapa específica del ciclo vital del hogar e implica balances, motivos y oportunidades que están presentes a lo largo de la historia familiar. A partir del reconocimiento de este proceso, establecimos una aproximación al ciclo del hogar únicamente con fines comparativos4.

Cuadro 1
Dimensiones consideradas en la selección de los entrevistados.

Fuente: elaboración propia.

4. El caso: un barrio popular consolidado

Nuestro trabajo parte de un estudio de caso al interior de un conjunto urbano periférico perteneciente al tercer cordón del conurbano bonaerense, conformado por las localidades de Ministro Rivadavia, Glew y Longchamps, Partido de Almirante Brown, ubicado a unos 36 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. La selección de este territorio como estudio de caso responde a ciertos criterios teóricos: se trata de un área urbana segregada que cuenta con una alta concentración de "población excedente" o "población marginal" (Nun, 1999; Salvia, 2007). En este sentido, habilita la observación de fenómenos de marginalidad que "expresan además de problemas de empleo y vivienda, la lejanía a servicios públicos, o distancias relativas mayores que las poblaciones de las villas miseria de la ciudad capital, y la debilidad potencial de acceso a otros recursos y servicios: salud, educación, transporte, justicia, seguridad, entre otros" (Salvia y Chávez Molina, 2016: 10).
Los entrevistados reconocen en Ministro Rivadavia una fuerte identidad barrial. Es el más antiguo del Partido de Almirante Brown y también el más periférico, al que, en palabras de sus residentes, "nunca llegó el tren". Al transitar el barrio, se observa un mosaico constituido por casas antiguas deterioradas (algunas datan del siglo XIX), construcciones precarias sin revoques, algunos prolijos chalets conviviendo con ranchos y dos complejos habitacionales vinculados con la inserción laboral de sus residentes (el barrio policial y el barrio de la fábrica de cerámicas Tsuji); las calles de tierra que se transforman en depósitos de agua y barro son frecuentes y sólo transitan unas pocas líneas de colectivos que acercan a los habitantes a las estaciones de tren más próximas. No se caracteriza por alojar actividad productiva de mediana y gran escala en las inmediaciones, a excepción de la planta de la empresa láctea "La Serenísima" y una más pequeña de porcelanas. En cambio, abundan los emprendimientos comerciales con base en el hogar (almacenes, venta de pizzas, venta de churros, reparaciones de electrodomésticos y pequeños talleres). Por otra parte, su población expresa, al igual que en muchos barrios populares consolidados del Gran Buenos Aires, la aspiración de movilidad social e integración a través del esfuerzo propio en contextos de pobreza y marginalidad.

Figura 1
Imagen satelital del territorio de estudio

Fuente: Elaboración propia en base a Google Earth

Los datos obtenidos de la etapa cuantitativa, permiten caracterizar al territorio como un espacio urbano informalizante a través del acceso formal al hábitat, es decir, una "forma de inserción en la ciudad [que] se asocia con procesos de empobrecimiento y rompe el esquema que confinaba a los sectores de menores ingresos a territorios bien delimitados y claramente identificables (por ejemplo, villas de emergencia). Sus características se manifiestan en los procesos de deterioro y transformación del parque habitacional existente" (Herzer, Di Virgilio, Rodríguez, y Redondo, 2008: 96). En este sentido, al analizar los datos cuantitativos obtenidos en la primera etapa del estudio, se observan simultáneamente una alta incidencia de la tenencia formal de la vivienda (79,2% de propietarios de la vivienda y el terreno) y una considerable frecuencia de viviendas cuya calidad constructiva es deficitaria (30,6% de viviendas deficitarias recuperables y un 6,3% irrecuperables). Al cruzar los datos, se obtiene que un 73,7% de las viviendas deficitarias recuperables corresponden a regímenes de tenencia plenamente formales (Cuadro 2).

Cuadro 2
Régimen de tenencia según déficit por calidad constructiva de la vivienda. Ministro Rivadavia, 2008

Fuente: elaboración propia a partir de la encuesta realizada en 2008 por el PCEyDS

Otros indicadores dan cuenta del deficitario acceso a servicios urbanos y la precariedad del entorno: un 78,7% de las viviendas se encuentra sobre calles no pavimentadas; 84,9% no tiene acceso a agua corriente y sólo un 3,7% posee desagüe a la red cloacal; un 25,9% se encuentra cercano a basurales y un 35,5% en zonas inundables. Esto da cuenta de las limitaciones del régimen de tenencia de la vivienda como indicador privilegiado para analizar los barrios de sectores populares.

5. Trayectorias laborales de los entrevistados y estrategias residenciales: marcos e interdependencias

Para los hogares con bajos ingresos las elecciones residenciales son muy reducidas. En Argentina, la insuficiente oferta de créditos hipotecarios y las restricciones para su acceso (en cuanto a los requerimientos de permanencia en el mercado de trabajo formal), el valor del precio del suelo y la escasez en la oferta de vivienda social son algunos de los factores estructurales que limitan el marco de opciones habitacionales posibles para los sectores populares. También opera como condicionante la ausencia de ingresos fijos que permitan planificar la economía del hogar a mediano y largo plazo, limitando su capacidad estratégica.
Retomamos la distinción desarrollada por Dureau (2002) para reconstruir, a partir de los relatos de los entrevistados, las tres dimensiones que esta autora identifica en la conformación de las estrategias y elecciones residenciales: forma de tenencia, elección de una localización y tipo de vivienda7.

i. La forma de tenencia será analizada, en función de nuestro objetivo, a partir del rol que cumple el acceso a la propiedad de la vivienda en la reproducción de las familias. Interesa en particular ver cuáles son las decisiones que toman las familias para llegar a la propiedad o en qué medida la propiedad se privilegia frente a otras opciones habitacionales, las diferentes formas en que se da la tenencia y cuáles son los sentidos construidos en torno a las decisiones y prácticas que las familias movilizaron para acceder a la propiedad.
ii. La elección de una localización la analizaremos en función de dos dimensiones: el acercamiento al lugar de trabajo y las redes de relaciones sociales.
iii. El tipo de vivienda refiere a su configuración espacial. Esta decisión está asociada, entre otros factores, a las características del grupo familiar.

5.1. Formas de acceso a la propiedad de la vivienda: Adquisición, neolocalidad y construcción en el lote familiar
La propiedad de la vivienda puede considerarse como una norma social hacia la cual deben tender las trayectorias residenciales (Dureau, 2002; Di Virgilio, 2009; Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012). En nuestro caso, y en estrecha relación con nuestra caracterización del caso de estudio como barrio popular consolidado, todos los entrevistados se declaran propietarios de la vivienda y el terreno. Cabe destacar que la mayoría de los entrevistados reside en el barrio desde hace más de 20 años. Esto da cuenta de la estrategia de acceso a la propiedad de tipo definitivo que es nuestro objeto de análisis.
En el barrio, la tenencia reviste dos formas principales: la adquisición de un terreno independiente, seguido por la autoconstrucción de la vivienda o la adquisición de una vivienda sin terminaciones; y la construcción de la vivienda en una parte del terreno de algún miembro de la familia (padres, hermanos, ex cónyuges, etc.).
Los residentes entrevistados con trayectorias laborales de tipo formal han desplegado una estrategia de adquisición del terreno o la vivienda independiente. Salvo excepciones, la estrategia se combina con la neolocalización, es decir, la mudanza desde otras localidades, relativamente alejadas de la actual, en donde se alquilaba, pero que eran generalmente más próximas al trabajo o a redes familiares. Esto se relaciona con un menor precio del suelo en las localidades periféricas del AMBA.
Manuel, por ejemplo, tiene 42 años y vive en el barrio desde 1994 en una casa sin terminaciones que pudo comprar mediante ahorros producto de su trabajo estable y formal en una empresa láctea -trabajo que conserva desde sus 21 años- y un préstamo de sus padres y suegros.8 La casa ya estaba construida y deshabitada desde hacía 10 años, sus dueños anteriores eran conocidos del padre. Previamente alquilaban en otra localidad una casa cercana a la familia de su esposa, quien es trabajadora eventual en servicio doméstico. Viven con sus tres hijos de 6, 8 y 12 años.
Otra entrevistada, Marta, vive en el barrio desde mediados de los ‘90 con su hijo de 15 años, aunque había comprado el terreno de su casa en el año 1985 porque su padre y hermana vivían en frente. Trabaja en blanco en el servicio de limpieza de un albergue transitorio en Capital Federal desde hace más de 30 años. Antes vivía en Capital Federal en una casa alquilada, con su pareja que trabajaba de albañil. Luego se separa y el marido se va de la casa, quedando ella a cargo del cuidado del hijo y de la totalidad de los gastos de manutención. Desde el año 2004 está haciendo reformas para terminar la construcción, mediante la contratación eventual de un albañil y con la ayuda de su padre, quien se está construyendo una pieza en el mismo terreno. La hermana y el cuñado, que están también en la zona, además de algunas amigas, son sus redes de apoyo. En el caso de Marta, la posesión de un empleo formal habilitó una elección por la propiedad como forma de tenencia, aunque implicó residir a más de dos horas de su empleo, al que sólo puede trasladarse en transporte público. Sin embargo, en su caso un balance global de su estrategia de neolocalización permite pensar su mudanza al barrio como una elección que, además de habilitar el acceso a la vivienda propia, le permitió a la entrevistada, jefa de hogar de núcleo incompleto, acercarse a las redes familiares, fundamentales para el cuidado de su hijo.
Martín, de 34 años, trabaja como operario en La Serenísima desde los 18 años. Vive con la cónyuge y tres hijos pequeños. Reside desde 2007 en una casa sin terminaciones que está ubicada a dos cuadras de su lugar de trabajo, a través de la compra del terreno y la construcción por etapas. Antes vivía en una casa dentro de un terreno que compartía con su madre, a doce cuadras de la actual, donde había nacido. Martín señala que su elección se basó en el hecho de que antes estaban frente a un descampado y "de la noche a la mañana trajeron un asentamiento". Por otra parte, manifiesta los beneficios de vivir sobre la avenida, donde es mayor el acceso al transporte público y a la seguridad. El colegio de sus hijos también está a dos cuadras de su vivienda actual.  En su caso, la estrategia residencial está vinculada al acceso a la vivienda independiente, pero también a un cambio de entorno al interior del barrio. La estabilidad laboral constituye un factor en el acceso, primero al terreno y luego a la construcción de la vivienda.
Roberto es el último entrevistado en mudarse al barrio en el año 2003, a una casa que va construyendo él mismo en etapas durante los fines de semana. Antes alquilaban también en el conurbano, en una localidad cercana a su trabajo. Es operario en una empresa papelera desde los 20 años, en un empleo estable y formal. Tiene 31 años y está cursando el secundario para poder ingresar como conductor en una línea de colectivos de la zona, ya que no está conforme con su trabajo actual al que tiene más de dos horas de viaje. Vive con dos hijos de 6 y 8 años y la cónyuge que trabaja en una empresa textil, también en blanco. La posibilidad de comprar se dio mediante un conocido y la capacidad de ahorro que un nivel de ingresos familiares relativamente alto le brindaron. La capitalización que supuso el acceso a la propiedad de la vivienda, implicó el alejamiento de las redes familiares. Por ello, para poder afrontar las tareas de cuidado de los hijos, le pagan a una niñera que es vecina del barrio para que busque a los chicos cuando salen de la escuela y los cuide hasta que llegan del trabajo. El hecho de ser "independientes" y no requerir de ayuda familiar es algo valorado positivamente por el entrevistado.
El acceso a la propiedad ha constituido para todos ellos una razón de peso para mudarse al barrio, aunque reconocen las restricciones existentes al momento de elegir, así como algunas de las consecuencias que conlleva la estrategia neolocal. Se mencionan las restricciones en términos de que "no quedaba otra" que mudarse al barrio para lograr el objetivo de la propiedad, o se "aprovecharon" oportunidades de compra mediante ofrecimientos convenientes de conocidos. En algunos casos, el costo del alquiler se hacía difícil, y el precio de las propiedades en la zona era relativamente accesible. Más allá del costo que pudo implicar mudarse a una localidad alejada del lugar de origen y de las redes de relaciones o del lugar de trabajo, en varios de los casos analizados se privilegió la tenencia. Así lo relatan Manuel y Marta:

E: ¿Y cuando ustedes se mudaron por qué vinieron acá al barrio?
Manuel: Porque no nos queda otra.
E: ¿Por qué no quedaba otra?
Manuel: Y porque imaginate que Claudia [su esposa] vivía en Llavallol, yo vivía en Turdera. (…) Y bueno, vinimos para acá hace 20 años (…). Vinimos porque los dueños anteriores eran conocidos de mi papá. Eran dos dueños: a una le pagamos al contado y al otro dueño, como era conocido de mi papá, me la dio a pagar. Y bueno, es como que vinimos porque donde estábamos alquilábamos y acá iba a ser nuestro. (Manuel, trabajador con trayectoria formal, 42 años).

Si no, estaría alquilando en Capital. Yo alquilaba en Capital antes de tenerlo, pero me mudé acá porque ganaba 500 pesos en esa época y pagaba 300 de alquiler. Sí, es lo mismo que ahora, la gente paga la mitad de lo que gana en alquiler en Capital. (…) Uno tiene que venir para la provincia entonces. (…) [A partir de la mudanza] viajo todos los días casi dos horas. (Marta, trabajadora con trayectoria formal, 61 años).

En aquellos casos de jefes de hogar con largas trayectorias en la informalidad, el acceso a la propiedad formal de la vivienda y el terreno estuvo relacionado con eventos laborales formales en la historia de vida. Al igual que en varios casos de las trayectorias formales, los entrevistados con trayectoria informal desde 1994 a 2013-2014, dan cuenta de "oportunidades" de adquisición. En algunos casos mediante préstamos obtenidos durante períodos de estabilidad laboral, o dinero proveniente de indemnizaciones, que permitieron el acceso a la propiedad.
Es el caso de Ángel, quien al momento de la entrevista realizaba tareas de limpieza en espacios verdes en el marco de una cooperativa del Programa Argentina Trabaja, con muy bajos ingresos. Los años previos había realizado diferentes changas y "rebusques". Su mujer realizaba tareas de servicio doméstico de manera informal en la zona.  Vive con ella y dos hijos de 19 y 14 años. Se mudó al barrio desde la localidad de Lanús, donde vivía con su familia de origen. Compró el terreno cuando se casó y trabajaba en blanco en el ferrocarril, lo que le permitió una estrategia de ahorro previo junto a un trabajo mejor que tenía su esposa. Años después, con la indemnización que cobró al ser despedido de ese trabajo en la década del 90, pudo comprar los materiales para finalizar la obra. La casa se la construyeron el hermano y el suegro, a quienes les iba pagando.

E: ¿La casa es de ustedes?
Ángel: Sí, gracias a Dios sí, yo cuando estaba trabajando (...) en el ferrocarril, íbamos juntando manguito sobre manguito y ella antes estaba trabajando en un laburo mejor. (…) Esto lo compramos en el 89, 90 que nos casamos, (…) mil dólares pagamos para comprar el terreno y tenía una piecita y un bañito solo. Después indemnizaron el ferrocarril y agarré unos manguitos, ¿y qué hice? Compré los materiales y lo hicimos todo de golpe, toda la vuelta, que es lo que está hecho. (Ángel, trayectoria informal, 43 años)

En la actualidad, declara que el mantenimiento y la construcción de la vivienda se estancaron desde que está sin trabajo estable. El caso de Ángel es ilustrativo de la interacción entre las condiciones laborales y las estrategias residenciales y de la capacidad de capitalizar los recursos provenientes del plano laboral.
Este tipo de estrategias pasadas, que combinan los recursos del trabajo formal con la adquisición de la vivienda, incide a su vez en las representaciones actuales sobre la vivienda como activo central en las estrategias de reproducción familiar de los trabajadores actualmente informales.
Por ejemplo, Diego, de 56 años, quien al igual que Ángel pudo adquirir la vivienda a través de un trabajo formal pasado en el ferrocarril -del cual también fue despedido en el proceso de privatización- luego de varios años de intermitencia laboral entre empleos formales y changas de diverso tipo, decidió utilizar la vivienda como un activo productivo para un negocio familiar. Actualmente, además de ser su casa, es un kiosco que atienden su mujer e hijos de entre 16 y 23 años y que complementa los ingresos que él puede percibir a través de trabajos eventuales de albañilería. De este modo, aquella inversión pasada le posibilita a su familia, al igual que a muchas otras del barrio, disponer de un recurso esencial para hacer frente a la contracción que el pasaje a la informalidad de su principal sostén implica en las oportunidades de bienestar, mediante la utilización del espacio en momentos críticos para la realización de micro emprendimientos productivos o comerciales.
Estas estrategias de acceso a la propiedad movilizan y son movilizadas por la "trama de representaciones" (Eguía y Ortale, 2007:24) asociadas al valor que la casa propia asume dentro del sistema de las estrategias reproductivas desplegadas por los entrevistados. El acceso a la propiedad se presenta como el punto de llegada deseado en la mayoría de las trayectorias residenciales (Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012). Martín, por ejemplo, representa la propiedad como un "anhelo", como una utopía cumplida para la familia, valorándola a la vez porque puede no tenerse o perderse.

Hay gente que no cuenta con vivienda propia, o que lamentablemente la pierde, o que…  Yo le doy mucho valor a una casa, en el sentido de que es el anhelo. (Martín, trayectoria formal, 28 años)

El hecho de tener un techo propio es, en algunos casos, tan valorado que se elige a pesar de que implique residir en una vivienda con calidad constructiva insuficiente, sin acceso a servicios y sin comodidades mínimas. La propiedad de la vivienda significa para los sujetos entrevistados un resguardo frente a situaciones de crisis, fundamentalmente en relación con los hijos. Es tan valorada que, en algunas situaciones, llega a privilegiarse por sobre las condiciones mínimas de habitabilidad. Es el caso de Marcelo, de 36 años, que vive con su mujer y tres hijos de entre 8 y 15 años en una casa precaria sin terminaciones. Cuando se mudó había solamente una pieza construida, debió realizar diferentes arreglos y modificaciones para lo cual tuvo que pedir un préstamo. La casa aún está sin terminar, va construyendo habitaciones a medida que sus ingresos se lo permiten. De este modo relata las dificultades que atravesó en el camino a ser propietario:

Cuando me vine a vivir acá, no tenía nada, ni una silla tenía. Yo compré el terreno, pero sin nada, tenía esta casita sola. Y yo agarré con mi señora, con lo del día, con dos pilchas, una cama y vamos, vamos. Y así tenía mi casa. (Marcelo, trayectoria intermitente, actualmente informal, 36 años)

La imposibilidad de finalizar la construcción está en fuerte vinculación con su trayectoria laboral de tipo intermitente. Tuvo diferentes empleos como albañil, generalmente changas, eventualmente en blanco en obras de construcción. Actualmente trabaja para un contratista haciendo trabajos de obra en un country. Él vivió hasta el año 2006 en la casa de la suegra en el barrio y luego pudo comprar la vivienda actual. Su madre y su hermano también viven a unas cuadras de su casa. El caso de Marcelo es ilustrativo, además de la valoración respecto de la propiedad de la vivienda, de la importancia del acceso al lote y de la estrategia autoconstructiva como capitalización. Sin embargo, la intermitencia en el monto de los ingresos laborales obtenidos afecta negativamente la posibilidad de finalizar la vivienda.
Aquellos entrevistados que construyeron o se encuentran construyendo la vivienda propia en parte del terreno cedido por algún familiar vienen desarrollando, por lo general, una trayectoria laboral informal o intermitente en el transcurso de 1994 a 2013-2014. En este sentido, inferimos que la imposibilidad de adquirir un terreno propio responde a las dificultades que enfrentan los trabajadores informales para implementar una estrategia de ahorro previo, junto a la dificultad de acceder al sistema financiero formal.
Es el caso de Ramiro, un albañil de 31 años que se encuentra construyendo su casa en el fondo del terreno de sus padres. Mientras finaliza la construcción, vive con sus padres, su mujer -desocupada al momento de la entrevista- y dos hijos pequeños, de 9 y 5 años, en la misma casa. Las estrategias residenciales desarrolladas por Ramiro y su familia están fuertemente asociadas a las redes sociales y familiares. Anteriormente, vivió con su familia en la casa de una abuela: su residencia actual y el acceso a su próxima vivienda también están centrados en estos lazos. También contó con ayuda para la compra de una casilla que instalará en el fondo del terreno a través de la ayuda de un conocido con acceso al crédito. En este caso, la movilización de capital social compensa las restricciones que su situación laboral fue teniendo a lo largo del tiempo.
El compartir el terreno, además, facilita el despliegue de otras estrategias como compartir gastos y distribuir las tareas de cuidado. En varios de los casos entrevistados, las viviendas que comparten terreno también comparten gastos de alimentación, lo cual señalaría otros modos de conceptualizar a los hogares que los que proponen los análisis censales, para los cuales el hogar es definido por el hecho de compartir vivienda y gastos de alimentación.

5.2.   Elecciones vinculadas a la localización: sus efectos en el acceso a oportunidades laborales y la cercanía a las redes de relaciones
La elección sobre dónde vivir está atravesada, además de por las posibilidades de acceso a la propiedad -desarrolladas en el punto anterior- y la cercanía a las redes familiares, por factores asociados a la distancia con el lugar de trabajo de sus miembros y el peso de las redes de relación de la familia (Dureau, 2002).
En nuestro caso de estudio, por lo general las decisiones residenciales no guardan relación con la distancia al lugar de trabajo, o con las oportunidades laborales que residir en el barrio aporta, ya que no existe una amplia oferta laboral de calidad en la zona, a excepción de la planta de lácteos Serenísima y la de porcelana Tsuji. Cabe destacar que este tipo de decisiones pueden tomarse bajo las opciones de un trabajo formal, estable y situado en un establecimiento, que, en nuestro caso de estudio, además de ser minoritario, funcionó más bien como un factor determinante para la adquisición del terreno y la vivienda.
Por el contrario, del relato de los entrevistados se infiere que el lugar de residencia limita las oportunidades laborales. Esto se condice con diversos trabajos que subrayan los efectos negativos que tiene la distancia existente entre las localizaciones residenciales y las de la actividad sobre la probabilidad de conseguir empleos para determinados segmentos de la población y en el nivel de ingresos que perciben, que tiende a ser menor que en las zonas más integradas (Groisman y Suárez, 2010; Santana García, 2003) y otros que toman en cuenta los efectos de la localización (Di Virgilio, 2007) o vecindario (Kaztman 2001).
Desde la perspectiva de los actores surge que, además de conseguir trabajo, se dificulta conservarlo, ya que la distancia y las condiciones del transporte público perjudican la puntualidad. Varios entrevistados relatan haber rechazado ofertas de empleo por el costo que implica transportarse hasta el lugar de trabajo y el ingreso que se espera obtener de él. Es interesante ver cómo lo viven y representan los entrevistados, evaluando los costos y beneficios a la hora de aceptar un empleo. Dentro de las trayectorias informales o intermitentes, Diego, albañil por cuenta propia, relata cómo en varias ocasiones ha tenido que rechazar trabajos por el cálculo negativo en relación a los ingresos y a los costos de transporte. Duilio, de 45 años, quien se dedica a hacer reparaciones de televisores y changas de electricidad en la casa y vive con su cónyuge, cuatro hijos de entre 9 y 23 años y su madre en la casa de ésta, a la hora de evaluar la conveniencia de aceptar un trabajo, privilegia la cercanía con su lugar de residencia para evitar la pérdida de ingresos por los descuentos que implica llegar tarde a causa de las deficiencias del transporte público.

Duilio: Más lejos, ponele como lejos Lomas de Zamora, ponele como lejos, pero más de eso no, es perder. Yo estaba trabajando en Avellaneda, me volvía loco. Dos, tres veces por semana había lío con los trenes, no podía viajar, llegaba allá a las nueve y pico. (…) El día a día cobraba, nos estaban pagando por semana, no estaba ni asentado ni nada.
E: Si no ibas, no te pagaba, si llegabas tarde te descontaba…
Duilio: Exacto. (Duilio, trayectoria informal, 45 años)

Los trabajadores asalariados parecen estar en mejores condiciones económicas de afrontar las distancias y los largos viajes de la casa al trabajo. Un mayor nivel de ingresos y la estabilidad en los mismos se privilegia frente al tiempo de viaje, que en varios casos implica cuatro horas o más por día en medios de transporte. Cabe destacar que estos casos de neolocalidad son los más recientes, no habiendo mediado -a nivel estructural- ciclos de crisis económicas desde el momento de la mudanza al barrio. Es el caso de Marta, o el de Roberto, operario maquinista en una papelera, quien tiene dos horas de viaje de ida y otras dos de vuelta hasta su casa.

No, no, porque acá estoy a tiempo determinado, tengo un sueldo fijo, trabaje o no trabaje, entonces igual me conviene, yo lo que quiero es…. De última si tengo que viajar 3 horas más y en vez de 6 mil, gano 10 mil, me conviene igual… Me cansaría, pero no lo pienso, salga lo que salga, más que nada por el sueldo. (Roberto, asalariado formal, 27 años)

Los relatos muestran cómo la informalidad laboral obstaculiza la asociación entre las decisiones residenciales y el trabajo de los miembros de la unidad doméstica. Ese lugar de residencia actúa a su vez como limitante de las oportunidades laborales conformando así un circuito desventajoso entre ambos aspectos. De hecho, aquellos trabajadores que habían llegado al barrio mediante una estrategia de adquisición posibilitada por un empleo formal en el pasado, no se insertaron nuevamente en el mercado formal en las etapas de recuperación económica vigente desde 2003. Sin embargo, en las estrategias de estas familias hay una fuerte valoración de la vivienda como activo, en tanto se privilegia su posesión, aspecto que se pondera frente a la decisión de situar el espacio de residencia en función de la proximidad con el espacio laboral.
Este cálculo, que también aparece entre los trabajadores formales, arroja resultados diferentes entre estos últimos, ya que el ingreso laboral estable posibilita, en la mayoría de los casos, una serie de recursos que permiten sostener las distancias. Aunque privilegian la tenencia sobre el alejamiento, se trata de familias que poseen una estructura de oportunidades más amplia que hace posible la toma de este tipo de decisiones.
En cuanto a las redes de relaciones, fundamentalmente las familiares, son decisivas en la elección de una localización. Operan como limitantes del marco espacial a la hora de elegir dónde habitar, ya que en estas decisiones suele privilegiarse la cercanía con otros miembros de la familia no nuclear ya que posibilitan un abanico de arreglos funcionales tanto económicos como no económicos (sobre todo relacionados con la organización del trabajo doméstico). De este modo, la elección sobre dónde vivir y los arreglos residenciales (con quién vivir) se encuentran articulados, atravesados, por las redes preexistentes. Éstas, al mismo tiempo que limitan decisiones, también habilitan alternativas para ampliar las estrategias de reproducción social de las familias.
En la localidad de estudio, una parte significativa de los entrevistados o sus cónyuges viven en el barrio o en localidades próximas desde que nacieron o son muy pequeños. Algunos incluso continúan viviendo en la casa de origen, sea porque heredaron la propiedad por parte de padres o abuelos fallecidos o porque corresiden con su familia en la casa de sus progenitores. Por ejemplo, Antonio, vigilador desde hace 8 años en una empresa privada, pudo comprar la casa en la que viven actualmente con su mujer y dos hijos de 8 y 17 años porque era propiedad de su suegra, con quien habían vivido compartiendo el terreno. Cuando la suegra falleció hicieron un arreglo familiar, y actualmente comparten el terreno con el hermano de su mujer. El caso de Antonio marca la importancia de las redes y el capital económico familiar en el desarrollo de las estrategias residenciales.
El allegamiento en la vivienda paterna es otra de las estrategias residenciales que despliegan las familias que, si bien no implica el acceso a la propiedad, moviliza capital social de las familias para garantizarle un techo a sus miembros. Sin embargo, el hecho de convivir en la misma vivienda y ser familia puede implicar tanto ser un único hogar como constituirse más de uno. Por ejemplo, en el caso de Ramiro, que vive en la casa de sus padres con su mujer e hijos mientras termina de construir su casa en el fondo, comparten la olla entre todos. Duilio, en cambio, que reside con su familia en casa de su madre jubilada, mantiene sus gastos separados con el fin de mantener la "privacidad" entre los núcleos familiares.

Ella se hace su comida todo aparte, ella hace todo aparte, su vida es aparte, si bien vivimos todos en el núcleo familiar, pero ella es aparte siempre, no por desprecio, sino porque es así, porque ella quiere su privacidad, y nosotros también (Duilio, trayectoria informal, 45 años).

También pudimos observar la existencia de sistemas residenciales articulados entre varias viviendas geográficamente cercanas que se brindan ayuda mutua con diversos contenidos: cuidado de la casa, de los niños y mayores, apoyo económico y material, etc. En general, en la misma dirección que la hipótesis de Salvia (2007) que plantea el reforzamiento de los lazos familiares y comunitarios de reciprocidad como reacción y efecto de los procesos de confinamiento social, segregación residencial y de deterioro de los servicios públicos de educación, salud y seguridad que reciben los sectores más desfavorecidos, vemos en el barrio un fuerte tejido de redes de relaciones que habilitan a las familias a hacer frente a dificultades económicas y familiares.
Estos lazos tienen diferentes niveles de intensidad, los cuales pueden relacionarse con los tipos de inserción laboral de los jefes. En los hogares de jefe informal, es frecuente la articulación de diversas redes para la satisfacción de necesidades cotidianas de la reproducción social, tanto familiares como vecinales y de amistad.  En cambio, podemos distinguir una mayor presencia de hogares independientes o autónomos de las redes de relación cuando los jefes son formales. Estos se autodefinen como "independientes" de las redes familiares a la hora de afrontar problemas o de resolver la organización cotidiana y, en varios casos, definen ese status positivamente.

5.3. La "elección" de un tipo de vivienda: la autoconstrucción como estrategia frente a la inestabilidad laboral
Este componente refiere a la configuración espacial de la vivienda. En función del tamaño y composición de los hogares, se elige un tipo de vivienda con una determinada disposición y una cantidad de ambientes. Ahora bien, en este barrio, al igual que en otros tipos de hábitat populares como las villas y asentamientos, el tipo de vivienda no es estático sino dinámico, a través de la autoconstrucción por etapas, mediante el esfuerzo propio y la ayuda mutua. Es decir, el tipo de vivienda se caracteriza en relación a las etapas constructivas a través de las cuales la vivienda se configura.
La autoconstrucción refiere a cualquier sistema constructivo que no contemple la utilización de mano de obra asalariada o que lo haga solamente de manera ocasional. Considerada en un sentido más amplio, es un aspecto de un proceso "dirigido a la elaboración de una estrategia acumulativa o progresiva para resolver el problema de la vivienda" (Feijoo, 1984: 50). En general, corresponde a los recursos muy limitados de la mayoría de la población y a la falta de producción de vivienda social y acceso a sistemas de financiación (Bonvalet y Dureau, 2002; Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012).
En este sentido, no encontramos durante el trabajo de campo casos donde la elección de un determinado tipo de vivienda haya sido condicionante de las estrategias residenciales. Por el contrario, la vivienda se amplía según la disponibilidad de recursos y las cambiantes necesidades de las familias, en estrecha vinculación con el ciclo de vida familiar. Esta estrategia se adapta a trayectorias laborales marcadas por la informalidad e inestabilidad, ante la imposibilidad de planificar el volumen de recursos económicos disponibles: los procesos de construcción y mejora de la vivienda se detienen y retoman de acuerdo a las fluctuaciones de ingresos de las unidades domésticas. El tipo de urbanización, caracterizado por lotes de considerables dimensiones, habilita la posibilidad de realizar ampliaciones y de construir más de una vivienda en cada terreno. Entonces, el tipo de vivienda es dinámico: supone una construcción constante, siempre inconclusa, que se va acoplando a las diferentes coyunturas económicas. De este modo, en fuerte vinculación con las trayectorias laborales, la construcción o las mejoras realizadas en la vivienda suelen tener lugar en los momentos donde los jefes de hogar acceden a empleos de mayor calidad.
Ángel, trabajador en una cooperativa del municipio, relata haber terminado de construir su casa gracias a su trabajo bajo relación de dependencia en el ferrocarril. Diego, que actualmente hace changas de albañilería, también asocia un anterior trabajo en el ferrocarril como el momento en el que pudo terminar de construir su casa. En momentos de restricciones en los ingresos, la autoconstrucción se obstaculiza o detiene. Por ejemplo, debido a la situación laboral inestable de Diulio, una ampliación lleva muchos años estancada sin poder finalizar por falta de ingresos. Ramiro, que también hace changas de albañilería, tenía el proyecto de construir en el lote de sus padres una vivienda de material. La falta de trabajo y las dificultades lo obligaron a cambiar de plan: la casa pasaría a ser una casilla; sin embargo, el proyecto de construir su casa independiente para vivir con su familia se sostuvo más allá de estos obstáculos a través de la ayuda que las redes familiares y de amistad le brindaron.

Ramiro: Y te digo la verdad había construido de material y me vine para mal, mal, y bueno, gracias a Dios pude conseguir la casilla y bueno voy a arreglarme con eso hasta donde pueda
E: Y los materiales, ¿vos los comprás o los conseguís de algún lado?
Ramiro: No, todo comprado. (…) Si trabajo una semana completa voy y lo compro al contado, si no guardo las moneditas. Voy juntando y voy comprando, de a poquito. (Ramiro, trayectoria intermitente, 31 años)

La mayoría de los entrevistados relatan haber construido la casa por sí mismos. Esto puede relacionarse con las dificultades económicas que limitan los recursos para poder contratar mano de obra, pero también con sus recorridos ocupacionales, ya que varios de ellos son albañiles de oficio o han trabajado en la construcción en algún momento de su historia laboral. Duilio es uno de los pocos casos que no posee el oficio, pero los escasos recursos económicos condicionan la posibilidad de contratar algún tipo de ayuda. Roberto, operario maquinista, evalúa el costo de contratar a una persona y opta por ir construyendo su casa en el tiempo libre. Para él, autoconstruir tiene el beneficio de que puede hacerlo a su manera, es decir, permite llevar a cabo el tipo de vivienda que efectivamente necesita.

E: ¿Hiciste todo acá en la casa?
Roberto: Casi todo. (…) Y si uno tiene que pagar, es caro y bueno, el fin de semana, con el tiempo, lo voy haciendo de a poquito, terminándolo. Aparte que uno lo hace a su manera. (Roberto, asalariado formal, 27 años)

En esta dimensión también resulta central el rol de las redes de relaciones sociales. Los entrevistados declaran haber contado con diversos recursos alternativos a los ingresos y ahorros, provenientes de las redes de solidaridad y ayuda mutua. Ésta puede provenir tanto de familiares que viven fuera del hogar como de vecinos, amigos e incluso empleadores. A lo largo de las entrevistas encontramos diversos contenidos en estas ayudas en relación con la vivienda. Por un lado, ayuda monetaria (proveniente de los padres para la adquisición de un terreno; préstamos de familiares, amigos y empleadores) y no monetaria (cesión de partes del terreno para construir, insumos y materiales para la construcción de familiares, amigos y empleadores). Por otro lado, ayuda para construir como mano de obra sin retribución monetaria, para el traslado de material o en información. Algunos entrevistados obtuvieron el préstamo para comprar los materiales a través de la empresa donde trabajan o mediante la garantía de un amigo para comprar en un corralón de materiales.  

La hice gracias a estar trabajando ahí, yo primero... los primeros años y medio que empecé a trabajar empecé a comprar cositas, así chicas así... todo usado, la cocina... todo usado, y después ya empecé a hacerme una casa de madera, con chapa y todo, qué sé yo... al fondo, allá y después, empecé a comprarme material, a comprar hierro, y después un día un supervisor mío me dice (...) "¿dónde vivís?"; "yo vivo en Longchamps (…) quiero hacer mi casa, antes de que me quede sin trabajo, por lo menos voy haciendo algo" le digo. "Mirá vamos a hacer una cosa (…) podés ir a personal, que ellos te pueden otorgar un préstamo para que vos hagas tu casa" (…). Y me llamaron después de la oficina de personal, la gerencia en el laburo y dice bueno "te vamos a otorgar un préstamo de tres mil quinientos pesos" (…). Y compré toda esa plata material para hacer mi casa, todo lo que hice, siete metros de largo así, y quince metros y medio de largo. (Ángel, trayectoria informal, 43 años)

También, la autoconstrucción de la vivienda funciona para muchos de los entrevistados como el parámetro a través del cual miden el bienestar económico del hogar tanto presente como pasado. Al igual que en la adquisición del terreno, el estado de la vivienda, la evolución en las etapas de la construcción y las mejoras que pueden realizar en las viviendas simbolizan para los entrevistados un espejo de las trayectorias laborales y del bienestar de sus familias. Por un lado, Roberto, operario maquinista en una papelera, relata su percepción de la situación económica del hogar a partir de las mejoras que se pueden o no hacer en la vivienda; Antonio, vigilador, asocia el bienestar con el estado de la casa; Duilio, al preguntarle por lo que espera del futuro, expresa el deseo de tener un mejor trabajo para poder terminar una ampliación inconclusa.

Algo sí, a mí me gustaría conseguir un muy buen trabajo, ganar una suma considerable que me alcance para mantenerlos a todos y seguir y terminar la casa ésta, así como está hoy tengo dos piezas en construcción que no las puedo terminar. (Duilio, trayectoria informal, 45 años)

En los casos analizados, la elección de un tipo de vivienda no parece ser condicionante en las elecciones residenciales, pero sí constituye una estrategia que se acopla con otras en la producción de la vivienda. Al ser la autoconstrucción por etapas y el esfuerzo mutuo la principal estrategia constructiva, los tipos de vivienda no son rígidos, van mutando de acuerdo a las posibilidades económicas y a las necesidades de las familias, condicionados por las trayectorias laborales de los jefes de hogar. Por su característica dinámica constituye el aspecto longitudinal principal de las estrategias residenciales, ya que se va adaptando a los recursos disponibles a lo largo del tiempo, a la vez que va asumiendo diferentes transformaciones de acuerdo a la composición y al ciclo del hogar.

6. Principales estrategias residenciales de acceso a la propiedad de la vivienda en barrios populares consolidados

Como resultado de la interpretación de los datos, elaboramos un esquema que resume las estrategias residenciales de acceso a la propiedad de la vivienda en un barrio popular consolidado según las diferentes trayectorias laborales del principal sostén familiar. El cuadro muestra las principales combinaciones que asume la articulación entre la dimensión laboral, vista de manera diacrónica, y el desarrollo de las estrategias residenciales. De esta manera, cada tipo sintetiza las principales decisiones elaboradas por las unidades domésticas en pos de mantener o mejorar la producción del hábitat de sus integrantes en el marco de las oportunidades/restricciones que el hogar presenta en relación a un recurso reproductivo central: el trabajo de su principal sostén económico. Cada cruce entre las dos dimensiones analizadas esquematiza elecciones y opciones a través de las cuales se expresa un sistema de estrategias. 

Cuadro 3
Principales estrategias residenciales en espacios urbanos con tenencia formal de la vivienda.

Fuente: Elaboración propia.

Los hogares que han llevado a cabo una estrategia de adquisición de un terreno o vivienda independiente son aquellos cuyos jefes de hogar han tenido, al momento de la compra, una inserción laboral de tipo formal, que les permitió una estrategia de ahorro previo, el acceso a un préstamo o que, en algunos casos, les brindó la oportunidad de capitalización a través de una indemnización. Se observa que los trabajadores que han atravesado una trayectoria informal o intermitente desde 1994 al momento de la entrevista y que han accedido a una vivienda independiente en un momento de estabilidad laboral previa, no han logrado volver a insertarse en el mercado de trabajo formal o lo han logrado por breves períodos de tiempo en empleos de baja calificación y mal remunerados. Es decir, que aquellos casos con empleos formales que se perdieron durante períodos de crisis, pero que hicieron posible la estrategia de adquisición de una vivienda independiente, no han podido volver a insertarse en trabajos estables en etapas de recuperación económica.
Operan en estos casos dos movilidades contrapuestas: una residencial de tipo ascendente, en tanto se accede a la propiedad de la vivienda y al establecimiento definitivo de la familia en una residencia permanente, y una laboral de tipo descendente, ya que el acceso a la propiedad que había sido posibilitado por un empleo de tipo formal, significó la restricción en el acceso a estructuras de oportunidades de empleo e implicó en muchos casos trayectorias posteriores de tipo informal. Esto se observa incluso en el caso de trabajadores calificados, con formación en oficios y experiencia como operarios, que previamente residían como inquilinos u ocupantes en zonas del Área Metropolitana de Buenos Aires con mayor accesibilidad a centros productivos y/o socialmente más heterogéneos.
Puede inferirse que opera un "efecto vecindario" (Kaztman, 2001) que implica tanto un desacople trabajo-residencia como la restricción de las redes de relaciones, ya que uno de los principales recursos para la obtención de empleo de estos trabajadores es a través de contactos que, en la mayoría de los casos, se dan a nivel territorial e intraclase al momento de las entrevistas. Por otra parte, la dinámica laboral marcada por los itinerarios de estos trabajadores se refleja a su vez en las estrategias residenciales que los actores continúan movilizando en el presente, principalmente en lo que se refiere a la constitución del tipo de vivienda, ya que en algunos casos la autoconstrucción queda estancada por la insuficiencia de ingresos y, en otros, existe un deterioro de la vivienda por la falta de fondos para realizar los arreglos necesarios para su mantenimiento.
En los casos donde se mantuvo una inserción laboral vulnerable a lo largo del tiempo,  y ante la ausencia de la opción de acceder a un lote propio, las principales estrategias residenciales se desarrollan en torno a la autoconstrucción en el terreno de un familiar. Para esto se movilizan acciones que implican un período de corresidencia de dos hogares en la misma vivienda mientras se avanza en la construcción de la vivienda independiente. En estos casos la localización también opera como un limitante que contribuye a la reproducción de un recorrido laboral precario. En paralelo, la red de relaciones familiares y sociales asume centralidad, tanto en el acceso al lote compartido, como en el desarrollo de las etapas de autoconstrucción de la vivienda: los préstamos de familiares y el uso de mano de obra gratuita resultan centrales en el desarrollo de este tipo de estrategias, favoreciendo una estructura de oportunidades que suele resultar reducida por la inestabilidad laboral del sostén principal pero que puede compensar los altibajos que perjudican continuidad de las etapas autoconstructivas.
En el caso de los trabajadores que vienen de una trayectoria formal estable al momento de la entrevista, se trata de estrategias de neolocalidad que implicaron el alejamiento de los lugares de trabajo. Mientras en algunos casos también conllevaron al alejamiento de las redes de relaciones, en otros las elecciones se vinculan con el acercamiento a familiares. En particular una estrategia de acercamiento a estas redes se da en el caso de hogares monoparentales de jefatura femenina, que desarrollan esta estrategia para contar con recursos de cuidado de los hijos.
Los trabajadores formales cuentan con mayores niveles de ingresos que, en un cálculo costo-beneficio, les permite afrontar costos de tiempo y dinero para trasladarse al trabajo, aunque refieren negativamente a ese tiempo de viaje como "perdido" y "desgastante". Los casos de los pocos entrevistados formales que residen en zonas cercanas al trabajo desarrollaron estrategias de adquisición sin neolocalidad; es decir, optaron por comprar una vivienda en el mismo barrio de nacimiento donde se cuenta además con redes familiares de apoyo. Por otra parte, si bien las estrategias desarrolladas en torno al tipo de vivienda también están centradas en la autoconstrucción, se trata de construcciones en un terreno independiente y que cuentan con la posibilidad de planificar las etapas constructivas dada la estabilidad de los ingresos laborales. Aunque la estrategia autoconstructiva puede verse limitada por factores de tipo estructural, presenta una estabilidad mayor que aquellas desarrolladas en el marco de los recorridos laborales informales o intermitentes.

7. Conclusiones

En este artículo presentamos algunos elementos para el análisis de las estrategias residenciales en el marco de un tipo de hábitat popular particular: un barrio popular consolidado, caracterizado por una amplia incidencia de un régimen de tenencia formal y la falta de acceso a servicios urbanos. Centrándonos en las características que asumen las elecciones residenciales que despliegan las familias y su relación con la inserción laboral de los jefes de hogar, nos propusimos abordar los diferentes balances que configuran las estrategias en términos de elecciones y restricciones.
De este modo, planteamos que las estrategias asociadas al acceso a la propiedad, la elección de una localización y el tipo de vivienda se desarrollan dentro de marcos de opciones heterogéneos, a partir de los cuales se articulan como una estrategia residencial familiar. Mientras algunos aspectos se diversifican según la inserción laboral del principal sostén, otros son comunes a las diferentes situaciones, mostrando así las singularidades que algunas decisiones asumen en el marco de estos contextos territoriales.
Las estrategias residenciales movilizadas de manera articulada con el trabajo formal del jefe de hogar al momento del trabajo de campo se caracterizan por decisiones vinculadas a la adquisición del terreno y la vivienda a través de la neolocalidad; de esta manera constituyen prácticas que evidencian una ponderación de la propiedad de la vivienda por sobre el alejamiento de los lugares de trabajo o las redes de relaciones. Esta restricción es sorteada con recursos económicos y sociales que permiten sostener los tiempos de viajes prolongados.
Sin embargo, cuando la producción de la vivienda está vinculada con inserciones intermitentes o permanentes en situaciones de informalidad laboral, la elección de la tenencia formal se mantiene como núcleo articulador de la estrategia residencial, a través de la autoconstrucción dentro del espacio de un terreno cedido por un familiar. Aunque, a diferencia de los trabajadores formales, en estos casos la elección de la localización es percibida como un limitante de las opciones laborales, opera a su vez como un activo, en tanto la cercanía con las redes constituye un recurso muy valorado en la reproducción cotidiana de las familias.
La tipología elaborada permite plantear la interdependencia entre las estrategias residenciales y la conformación del recorrido laboral del jefe del hogar. Las decisiones movilizadas para el acceso a la propiedad no siempre logran convertirse en activos para el grupo familiar, ya que no necesariamente posibilitan/habilitan un mejor acceso en otras dimensiones de la estructura social. En este sentido, en el caso de trabajadores con trayectoria formal, la decisión de residir en un barrio con las características del aquí estudiado para convertirse en propietario de la vivienda puede operar como factor limitante en el acceso a empleos de calidad, aún en contextos económicos favorables. Es en este punto donde lo territorial resulta característico en sí mismo y se despliega como un elemento homogeneizante en el marco de historias laborales que pueden ser muy heterogéneas en sus componentes.
Por otra parte, mientras la forma de tenencia y la localización suponen la puesta en marcha de procesos decisorios que iniciaron y finalizaron en el pasado, las estrategias asociadas a la conformación del tipo de vivienda tienden a asumir una forma dinámica que se desarrolla en paralelo a la trayectoria laboral del jefe y también al ciclo vital de la familia que la habita. En este sentido, al igual que en otros tipos de hábitat popular como villas y asentamientos, la práctica autoconstructiva por etapas es un elemento central de las estrategias residenciales en el caso de estudio.
Sin embargo, esta estrategia asume diferentes dinámicas y tiempos según la situación laboral del hogar que la moviliza. De este modo, la resolución de las etapas constructivas dentro de los hogares con ingresos provenientes del trabajo formal es definida y suele estar únicamente limitada por la coyuntura económica general. En cambio, cuando la producción de la vivienda se conjunta con situaciones de inestabilidad laboral, las etapas autoconstructivas se vuelven cíclicas al igual que la trayectoria de quien realiza los principales aportes económicos en la vivienda.
En este trabajo nos propusimos evidenciar que la dimensión residencial y laboral se refuerzan mutuamente: por un lado, las primeras se encuentran restringidas por las posiciones que ocupan los miembros de los hogares en la estructura social del trabajo; por otro, la elección de un vecindario tiene efectos para estos mismos grupos en el acceso a las estructuras de oportunidades laborales. A través de estas transferencias se activan mecanismos de producción y reproducción de las desigualdades sociales.
Esta investigación arrojó indicios que muestran la relevancia de profundizar en el estudio de las estrategias residenciales en este tipo de territorios, característicos del conurbano bonaerense. Pudimos observar que, aún dentro de un mismo espacio territorial, se desarrollan estrategias diferentes que ponen en juego una variedad de recursos y que implican a su vez diversas estructuras de oportunidades. En este sentido, diferentes trayectorias laborales posibilitan el despliegue de estrategias residenciales heterogéneas aún en un contexto de homogeneidad territorial.
En los espacios informalizantes la capitalización a través de la vivienda, independientemente del carácter formal o informal de los ingresos, constituye precisamente un recurso de formalización que suele ser plataforma para el desarrollo de otro tipo de estrategias reproductivas de las unidades familiares que la habitan. A partir de la identificación de esta dinámica, cabe preguntarnos por las fronteras existentes entre las características que presenta el territorio, como factor habilitante o limitante en el despliegue de estrategias y por el lugar de las trayectorias laborales en el desarrollo de las mismas. Creemos que esta aproximación inicial a las diferencias y homogeneidades entre ambos aspectos, brinda algunos elementos para abordar el análisis de las localidades más típicas del GBA.

Notas

1Si bien se reconoce que la vivienda social requiere en muchos casos el pago de créditos blandos, el nivel de solvencia económica necesario para acceder a estas soluciones es menos exigente al necesario para operar en el mercado formal de vivienda.

2 La etapa cuantitativa de la investigación se enmarcó en los proyectos: "Reproducción social de la nueva marginalidad urbana. Articulación entre prácticas de subsistencia y prácticas de acumulación en un sistema social dual y fragmentado" (Foncyt, 2007-2009) y "Heterogeneidad estructural y desigualdad social. Estudio sobre la movilidad laboral y de los mercados de trabajo en la Argentina" (Ubacyt, 2009-2011); la etapa cualitativa se realizó en el marco del proyecto: "Marginalidad económica y desigualdad social: continuidades y rupturas en las trayectorias laborales de población excedente. Un estudio de caso en un barrio periférico del GBA" (Ubacyt, 2011-2014). Todos bajo la dirección de Agustín Salvia y con sede en el programa "Cambio Estructural y Desigualdad Social" del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires.

3 Los casos de la encuesta fueron seleccionados a partir de una muestra estratificada por cuotas de sexo, edad y categoría ocupacional. Se aplicó un cuestionario estructurado y un calendario de historia de vida a 565 trabajadores residentes en una localidad al sur del conurbano bonaerense.

4 Como señala Elizabeth Jelin (2010), existen grados y superposiciones diversas entre los conceptos asociados al campo de la organización familiar cotidiana. Si bien son distinciones analíticas que aparecen siempre entrelazadas, cada una remite a un recorte específico que puede no coincidir. Mientras el hogar refiere a un "grupo de personas que comparten la misma vivienda y que se asocian para proveer en común a sus necesidades alimenticias o de índole vital", la familia "comprende a dos o más miembros de un hogar, emparentados entre sí, hasta un grado determinado, por sangre, adopción o matrimonio" (Torrado, 2006: 124).

5Consideramos como informales aquellos recorridos de trabajadores que durante los cinco años previos a la entrevista, desarrollaron actividades vinculadas al autoempleo por cuenta propia sin aportes y a los trabajadores asalariados en ocupaciones de baja calificación en establecimientos de menos de cinco ocupados y sin registro en la seguridad social. A su vez, definimos la formalidad de manera longitudinal como la permanencia de trabajadores asalariados en ocupaciones de baja calificación en establecimientos formales (mayores de cinco personas o qué realizan los aportes a la seguridad social) y como la realización de aportes de manera continuada, durante los últimos cinco años, para los trabajadores por cuenta propia.

6Cabe recordar que la definición de hogar implica la convivencia en la misma vivienda aún en los casos con hijos de mayor edad, ya que hayan o no formado una nueva familia, continúan en el hogar de origen. Esto demostraría otro aspecto de la dimensión dinámica de los hogares, no solo en relación a la cantidad de miembros, sino también respecto a las super- posiciones o formas que los mismos van tomando. En este sentido, utilizamos la clasificación de hogar familiar nuclear extendido para caracterizar aquellos hogares que, al momento de la entrevista estaban integrados por personas no pertenecientes al núcleo primario (nueras, yernos). Cabe destacar que, aun así, se trata de familias que continúan compartiendo los gastos de alimentación, evidenciando así la relevancia de la corresidencia en la configuración de las elecciones residenciales.

7 Si bien, los componentes señalados por Dureau se encuentran entrelazados en la dinámica de reproducción del hábitat familiar su diferenciación nos permitirá lograr una mayor capacidad analítica.

8Se ilustrarán sólo algunos casos de la muestra a fin de contextualizar las estrategias familiares.

Bibliografía

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