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Pampa (Santa Fe)

versión On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.17 Santa Fe jun. 2018

 

01 Dinámicas de la construcción social del territorio de la localidad de Sumapaz (Bogotá, Colombia): entre los conflictos socioambientales y la resistencia campesina

Martha Milena Bautista Gómez
Universidad de Granada (Granada, España)
Doctorado Ciencias Sociales
Correo electrónico: milebg@gmail.com

Fecha de recepción: 05 | 12 | 2016
Fecha de aceptación final: 22 | 02 | 2017

RESUMEN

Los estudios sobre el territorio han suscitado diversas aproximaciones teóricas que van desde las ciencias naturales a las ciencias sociales, y cada vez más, desde una perspectiva interdisciplinaria. Tales estudios, con frecuencia buscan en la comprensión de la construcción de los territorios, entender la naturaleza de los conflictos socioambientales, que hoy tienen lugar a escala local y global.
Desde la perspectiva del territorio, entendido como un proceso de construcción social, y a través de una metodología cualitativa; este artículo presenta un análisis de la construcción social del territorio de la localidad rural de Sumapaz (Bogotá, Colombia), a través de las prácticas espaciales, el espacio vivido por sus actores y las concepciones institucionales sobre el territorio. Todo ello como producto de la acción humana a través de un proceso histórico, que en cada período devela unos esquemas de poder específicos y con ello diferentes formas de conflicto.

Palabras clave: Territorio rural; Construcción social del territorio; Sumapaz.

Dynamics of the social construction of the territory in the district of Sumapaz (Bogota, Colombia): between the socio-environmental conflicts and rural resistance

ABSTRACT

The studies about the territory have given rise to various theoretical approaches from the fields of natural sciences and social sciences, and increasingly, from an interdisciplinary perspective. These studies are focused on the understanding of socio–environmental conflicts, through the construction of the territories.
From the theoretical perspective of the social construction of the territory, using a qualitative methodology; this article focuses on the social construction of the rural territory of the district of Sumapaz (Bogotá, Colombia), through its space practices, the space lived by its actors and the institutional conceptions about territory. All this, as a result of human action on the historical process, with the power schemes and different forms of conflict involved.

Key words: Rural territory; Social construction of territory; Sumapaz.

1. Introducción

Este artículo presenta un análisis de la construcción social del territorio rural de la localidad de Sumapaz (Bogotá, Colombia), entendido este como un producto social, históricamente configurado a partir de unos esquemas de poder precisos. En base a los cuales se han construido unas prácticas espaciales, una historia social, a la vez que se concibe el territorio desde una dimensión política–institucional.

El territorio es entendido aquí, como una construcción social, que como lo afirma Lefebvre (1974), es el producto de la acción humana a través de la historia, constituido mediante un proceso de territorialización, en el cual, el espacio natural–físico deviene en territorio. Es decir, se dan en el espacio un conjunto organizado de relaciones y de acciones sociales, que expresan y/o reproducen las desigualdades, asimetrías y conflictos entre los distintos grupos sociales; dando como resultado una serie de prácticas de índole socioeconómica, político–institucional y simbólico–cultural; que hacen que el espacio llegue a ser un territorio socialmente diferenciado y limitado, en el que tiene lugar la producción y la reproducción de la sociedad.
Desde esta perspectiva teórica, se abordará como caso de estudio la localidad de Sumapaz (ver Mapa 1. Localización de Sumapaz), que es parte del distrito capital de Bogotá, es la única localidad totalmente rural, se encuentra ubicada a 37 kilómetros del casco urbano, tiene una baja densidad poblacional con 2714 habitantes que representan el 0,03 % de la población de Bogotá, a la vez que posee una extensión total de 75 756 hectáreas (ha) que corresponden al 42 % del área que abarca el distrito de la ciudad. Una parte importante de su territorio lo conforma el Parque Nacional Natural del Sumapaz, considerado como el páramo más grande del mundo1; de forma que se trata de un área de importancia estratégica para la conservación del recurso hídrico a nivel regional, nacional y mundial (Bernal, 2007:2).

Mapa 1.
Localización de la localidad de Sumapaz

Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Distrito_Capital_de_Bogot%C3%A1_-_Sumapaz.svg

Desde la teoría clásica de la Sociología Rural, Sumapaz podría ubicarse en una categoría intermedia en el marco de análisis del continuo ciudad–campo. De acuerdo con el esquema de continuum rural–urbano propuesto por Sorokin y Zimmerman (1929), Sumapaz tiene rasgos de ruralidad muy acentuados, en cuanto a que existe en un medio ambiente natural con poca intervención humana, con muy bajo tamaño y densidad poblacional, alto nivel de aislamiento y una ocupación económica principalmente agraria. Pero a su vez, empieza a presentar rasgos cada vez más urbanos, fundamentalmente dados por la creciente ampliación de sus interacciones sociales; estableciendo contactos bidireccionales permanentes con la ciudad, y con la sociedad global a través de los medios de comunicación.
El estudio de la construcción social del territorio, necesariamente, hace referencia a un proceso históricamente construido, de forma que no puede concebirse fuera del contexto espacio–temporal en el que ocurre. Ya que, como lo plantea Lefebvre (1974), el territorio tiene una naturaleza dual: es un producto social (objeto), y a su vez, es el resultado de un proceso de producción social del espacio (proceso); es decir, el espacio se produce con base en determinadas relaciones de producción, a la vez que es el resultado de la acumulación de un proceso histórico que se materializa en una forma espacio–territorial específica; de forma que cada sociedad produce un espacio en cada coyuntura histórica.
Desde este punto de vista, el territorio es el resultado de los esquemas de poder expresados geográficamente; es un espacio que devela relaciones marcadas por el poder, que se ubican concretamente en un contexto sociohistórico y espacio–temporal. Es decir, el territorio es un concepto político, atravesado por dinámicas de poder en donde se juegan intereses, información y jerarquías (Raffestin, 2013:173).
En este sentido, puede decirse que el proceso de territorialización devela siempre simetrías y asimetrías del entramado y redes del poder; como lo afirma Abramovay (2006), el territorio es un escenario donde se han desarrollado luchas históricas por el control de las condiciones materiales y simbólicas que permiten la reproducción social. O, como lo explica Bourdieu (1999) desde su teoría sobre la noción de campo, el espacio social es un sistema de diferencias sociales jerarquizadas, en función de un sistema de legitimidades socialmente establecidas en un momento dado, a partir de lo cual se constituye un territorio.
En el caso de Sumapaz, los esquemas de poder se evidencian mediante una dinámica conflictiva desde la conformación misma del territorio, conflictos que en repetidas ocasiones han conducido a manifestaciones de violencia directa, de forma que en Sumapaz han tenido lugar todas las formas de conflicto armado que históricamente han ocurrido en Colombia; dado por un enfrentamiento entre el campesinados umapaceño contra los actores que ostentan el poder en un momento dado, en disputas territoriales de diversa naturaleza. Se entiende por campesinado, al grupo de pobladores que habitan el campo, de forma que conservan una relación muy fuerte con la tierra, ya que esta -parcial o totalmente- constituye su forma de propiedad, producción, consumo y vida social (Shanin, 1979:218). El campesinado sumapaceño está compuesto por campesinos pobres, algunos sin tierra, y otros propietarios de minifundios2 ; que se han enfrentado primero a la clase terrateniente, luego a la clase política conservadora, posteriormente a los agentes armados -legales e ilegales- y más recientemente a agentes empresariales; cada uno de los cuales -como se verá más adelante-, en diferentes momentos históricos han buscado la apropiación del territorio y/o sus recursos naturales.
Pese a los daños y fracturas sociales que sobre el tejido social ha ocasionado este tipo de conflicto -permanente y sistemático- en la localidad, a su vez, tal situación ha hecho que el campesino haya tenido que desarrollar formas de reacción y defensa para abrogar por sus derechos y mantenerse en el territorio. De forma que, a través de estos conflictos se evidencia también una importante capacidad de resistencia del campesino sumapaceño, fundamentalmente dada a través de sus organizaciones sociales, con las cuales ha enfrentado históricamente desde las tradicionales luchas campesinas de antaño, hasta los actuales conflictos por la defensa del territorio y la permanencia del campesino en él. De modo que a la vez que el conflicto armado en Sumapaz ha sido un factor crucial en su historia social, también lo ha sido, la capacidad de resistencia de sus campesinos, manifiesto en la fortaleza de su tejido asociativo comunitario.
En América Latina y en Colombia los estudios sobre el territorio desde la perspectiva de construcción social, con frecuencia abordan los conflictos socioambientales, como conflictos del territorio generados a partir de la intervención de factores económicos sobre los recursos naturales o socioambientales, como lo plantea Di Pierri (2009:2): «son una manifestación sintomática de los efectos que el modelo de crecimiento económico neoliberal produce en términos ambientales y sociales». Concretamente en Colombia, estos estudios abordan problemáticas emergentes en torno al impacto de proyectos de infraestructura y de extracción de recursos naturales, así como las disyuntivas en cuanto a la gestión ambiental estatal, además de otras problemáticas tradicionales en Colombia tales como el manejo de residuos, los efectos de la colonización, el conflicto armado y el narcotráfico, entre otros (Universidad del Rosario, 2008:3).
A nivel local, sobre el territorio de Sumapaz se han desarrollo trabajos de diversa naturaleza. En primera instancia, se encuentran las investigaciones que abordan el conflicto del Sumapaz desde una perspectiva histórico–crítica, de los cuales existe una abundante literatura sobre el movimiento agrario del Sumapaz3 (1930–1960), en tanto que son escasos los que abordan el conflicto actual. Asimismo, se encuentran estudios recientes que tratan problemáticas específicas del territorio, tales como los estudios ambientales de Sumapaz4 , los de las áreas rurales y periurbanas de Bogotá5 , así como los diagnósticos poblacionales de la localidad6 .
De modo que por su complejidad, los problemas que afectan al territorio han de ser abordados desde una perspectiva multidimensional. Como lo afirmaba Lefebvre (1974), el territorio se constituye a través de la articulación entre un espacio percibido, en el que subyacen las prácticas espaciales; un espacio concebido, a través de formas abstractas y conceptualizaciones, mediante las cuales el territorio es imaginado y proyectado; y un espacio vivido, constituido a través de espacios de representación significativos para los actores sociales, con base en lo cual se construye una historia social en un territorio dado.
Con base en lo anterior, este artículo tiene como objetivo la comprensión del proceso de construcción social del territorio de la localidad rural de Sumapaz, a través de las prácticas espaciales, el espacio vivido por sus actores y las concepciones institucionales sobre el territorio. Todo ello como producto de la acción humana a través de un proceso histórico, que en cada período devela unos esquemas de poder específicos y con ello, diferentes formas de conflicto.
El artículo que se presenta a continuación está estructurado en tres partes. En primera instancia, se describe el territorio de Sumapaz a partir de las condiciones ambientales del espacio, así como de las prácticas sociales que en él se dan. Posteriormente se da cuenta de la construcción social del territorio desde una perspectiva histórica a partir de las diferentes formas de conflicto, los diversos actores sociales involucrados, así como las formas de reacción y resistencia campesina. Finalmente se abordarán los conflictos socioambientales actuales, desde la percepción de sus habitantes, y como efectos de las concepciones político–institucionales que se aplican sobre el territorio.

2. Metodología

A través de una metodología cualitativa, se busca la comprensión del territorio de Sumapaz, desde la perspectiva de los actores y el análisis del contexto. Para ello, se combinaron diferentes técnicas metodológicas y fuentes de datos, a fin de dar cuenta de la complejidad del objeto de estudio.
En primera instancia, se empleó el análisis documental de datos secundarios, referidos a una revisión de documentos e investigaciones relevantes sobre la región y el tema de trabajo, a partir de lo cual se elaboró el estado de arte, la reconstrucción de la historia social de Sumapaz, y un marco contextual del escenario nacional, necesario para explicar los hechos locales.
El trabajo de campo comprendió la observación participante del territorio, tanto en celebraciones y reuniones de la comunidad, como en su cotidianidad en diferentes espacios de encuentro; con el objetivo de realizar la descripción del territorio. Asimismo, se recolectó información mediante 50 entrevistas abiertas e historias de vida a los actores locales7 , acerca de la percepción que estos tienen sobre su realidad, priorizando el valor de la narrativa de los propios actores, sus sentidos y significados; por lo cual, a lo largo del artículo se presentan algunos segmentos de entrevistas e historias de vida, que bajo una función argumentativa, ilustran algunas de las percepciones de los campesinos sumapaceños.
Todos estos tipos de datos fueron sistematizados en base a las dimensiones del territorio de: prácticas espaciales, experiencia vivida por los actores y concepciones institucionales (modelos de desarrollo). Posteriormente los datos se analizaron de forma conjunta y complementaria, teniendo como ejes transversales la perspectiva histórica y los esquemas de poder; a fin de comprender la construcción social del territorio de Sumapaz.

3. El espacio social de Sumapaz

La construcción social del territorio se define a partir de formas de vida concretas construidas a través de la relación del hombre con la tierra; mediante un proceso en el que el hombre logra controlar las condiciones naturales del espacio, desarrollando mecanismos para adaptarse a ella través de un conjunto de elementos y factores, con los cuales busca superar ciertas resistencias y fricciones del espacio, generando con ello una serie de prácticas socioespaciales (Entrena–Durán, 1998:54).
Sumapaz se encuentra ubicada en el distrito de Bogotá que, además de ser la capital, es la ciudad de mayor extensión y más poblada del país; está situada en el extremo sur–oriental, en donde se concentra la población más vulnerable de la ciudad, así como las zonas rurales y mixtas, que la ciudad fue absorbiendo a través de su proceso de crecimiento urbano. Estas áreas urbano–rurales del sur–oriente de Bogotá, son sectores densamente poblados en su zona urbana; que paulatinamente empiezan a dispersarse en áreas urbano–rurales, en las que predominan viviendas de carácter ilegal o recientemente legalizadas; hasta finalmente abrirse paso un paisaje rural con amplia dispersión poblacional. Es así como, poco a poco, la ciudad va dejando sus rasgos urbanos para adentrarse en sectores absolutamente rurales, que físicamente no parecen tener el menor grado urbano; pero por el contrario socialmente son totalmente dependientes de la ciudad, como es el caso de Sumapaz.
De esta forma, se establecen relaciones urbano–rurales de carácter bidireccional entre Sumapaz y el área urbana de Bogotá de alto impacto. Por una parte, Sumapaz representa para la ciudad importantes servicios ecosistémicos, en cuanto a la producción de bienes ambientales (agua y recursos pesqueros) y servicios ambientales (conservación de ecosistemas, formación de suelos, belleza del paisaje, biodiversidad, mantenimiento de calidad del aire y regulación hídrica). A su vez, Sumapaz mantiene estrechos lazos de dependencia con el área urbana, en tanto que el modo de vida y de producción campesina, pasa necesariamente por el filtro de la ciudad; con la que se establecen continuos flujos comerciales y poblacionales, a través de un desplazamiento cotidiano pendular.
Con respecto a su paisaje natural, el territorio de Sumapaz sobresale por la exuberancia de su ecosistema agreste e inhóspito; al encontrarse ubicado a una gran altura, entre los 2600 y los 4150 metros sobre el nivel del mar; por su clima frío, con temperaturas que oscilan entre 9 y 23° C; así como por la variedad de su ecosistema de páramo, conformado por un territorio montañoso que presenta un relieve formado por sectores quebrados y fuertemente quebrados, con valles altos y estrechos, paisajes aluviales, cumbres andinas, bosques andinos, bosques alto andino y de niebla; en todos ellos, con una importante versatilidad de flora y fauna. Asimismo, el 44,3 % de su territorio es parte del Parque Nacional Natural de Sumapaz, el cual da lugar al nacimiento de innumerables ríos, regulando el ciclo del agua en la cabecera de los ríos colombianos, de forma que es un gran productor de agua dulce. (Fotos 1 y 2)

Foto 1.
Laguna de Chizacá

Fuente: elaboración propia.

Foto 2.
Laguna de Andabobos

Fuente: elaboración propia.

Con respecto a su población, la localidad de Sumapaz cuenta con 2714 habitantes, quienes culturalmente se definen como campesinos por su modo de vida; lo cual se evidencia en sus tradiciones, vestimenta, forma de hablar y en una relación muy fuerte con la tierra y el medio natural como forma de propiedad, subsistencia y autonomía. Esto significa que hay relaciones sociales muy sólidas entre la comunidad, con un tipo de solidaridad --podría decirse que mecánica al interior y orgánica al relacionarse con el exterior--; con valores sociales de gran importancia como el valor del trabajo y los valores políticos, que se constituyen en los ejes de la vida individual y social. (Fotos 3 y 4)

Foto 3.
Habitante corregimiento de Betania


Fuente: elaboración propia.

Foto 4.
Habitante C.P. La Unión

Fuente: elaboración propia.

Con base en estas relaciones sociales, se han creado en Sumapaz formas de poblamiento que varían desde fincas dispersas habitadas por el campesino que las trabaja, en razón a que esta cercanía facilita su administración; hasta asentamientos humanos donde se concentran algunos servicios públicos y sociales. Como lo afirma Fals Borda (2006) estas formas de poblamiento en el ámbito rural, son relaciones espaciales que existen entre las casas habitadas en el campo, y entre estas y las tierras de cultivo; constituyéndose en pautas culturales, que se convierten en la forma natural de colonizar, de convivir, de trabajar o de organizarse en sociedad.(Fotos 5 y 6)

Foto 5.
Centro Poblado de San Juan

Fuente: elaboración propia.

Foto 6.
Finca vereda Santa Rosa

Fuente: elaboración propia.

El espacio se encuentra organizado como un tipo de aldea en línea, es decir, conjuntos de casas organizados a lo largo de una vía, un río o en filos de montaña. Estos asentamientos, están constituidos por centros poblados y asentamientos menores; que cumplen con funciones de provisión, permiten espacios de socialización, y están principalmente asociados con los procesos de colonización (Giraldo, 2008:8). Actualmente la localidad de Sumapaz se encuentra dividida en tres corregimientos: Betania, Nazareth y San Juan, los cuales a su vez contienen 28 veredas.
Dadas sus condiciones geográficas, Sumapaz ha sido una localidad con un alto grado de aislamiento, desde el punto de vista de la contigüidad o proximidad física, dado su limitado sistema vial y de transporte, debido, entre otras causas, a la prohibición por motivos ambientales de la pavimentación de sus caminos. Actualmente el territorio sumapaceño cuenta con una malla vial de aproximadamente 100 km de vías y una red de caminos irregulares de 238,3 km y caminos de herradura, con recorridos que pueden durar entre 2 y 8 horas en el desplazamiento al interior de la localidad, además de tener una sola línea diaria de transporte público.(Fotos 7 y 8)

Foto 7.
Troncal Bolivariana

Fuente: elaboración propia.

Foto 8.
Troncal Bolivariana

Fuente: elaboración propia.

Ante esta situación el campesino desarrolla formas de adaptación a través de medios informales que mitigan estas condiciones, tales como el uso de la única línea de transporte interveredal para transportar mercancías y pequeñas encomiendas entre las veredas y hacia la ciudad; así como recorridos informales que la población hace, a veces en los buses del colegio, o en vehículos privados o de empresas de la zona, que eventualmente llevan a sus vecinos. Aunque recientemente se han dado importantes logros, en cuanto al uso de la bioingeniería y técnicas de mejoramiento de vías como el fresado, el mantenimiento vial y la ampliación de caminos veredales; de todos modos las condiciones de las vías de comunicación terrestre continúa siendo uno de los grandes obstáculos al desarrollo e integración de la localidad entre sí misma y en relación con la ciudad de Bogotá.
Si bien Sumapaz presenta tales dificultades en términos de contigüidad, ocurre lo contrario en cuanto a conectividad, que ha sido uno de los principales cambios de alto impacto cultural. A través del sistema de telecomunicaciones, Sumapaz cuenta con telefonía móvil en gran parte del territorio, tiene disponibilidad de televisión por cable satelital, así como portales de internet satelital, además del acceso que tienen los estudiantes desde los colegios. Todos estos sistemas de comunicación se constituyen como una importante inserción de la localidad en el mundo global; principalmente de los jóvenes, pero que indudablemente ha permeado toda la población y su vida comunitaria; que ahora se encuentra relacionalmente vinculada con nuevos mundos heterogéneos.

4. Las luchas del territorio

El proceso de territorialización de Sumapaz se ha configurado mediante una secuencia de poblamiento, colonización y conflicto; en la medida en que la colonización, mecanismo por excelencia de la apertura de fronteras agrícolas, va abriendo espacios para la instalación de economías extractivas y modelos hacendatarios, así como reproduciendo las condiciones de explotación que empujan a los pobladores más vulnerables hacia las nuevas zonas marginales, muchas veces sin la capacidad ambiental de sostenerlos a mediano y largo plazo (González y Marulada, 1990:118).
La historia de Sumapaz, y por ende la conformación de su territorio, obedece a un proceso complejo y conflictivo, cuya comprensión resulta de gran importancia para entender su realidad social actual. Tal y como lo menciona el entrevistado número 8: «Alguien que no conozca Sumapaz tiene que entrar a visibilizar su gente, sus organizaciones… sus luchas, por qué las organizaciones están allí, por qué la gente piensa como piensa…».
Las características y configuración del campesinado sumapaceño se conformaron a partir de la migración ocasionada por la llamada Guerra de los Mil Días8 , por lo cual llegaron al territorio campesinos de diferentes partes del país desplazados por la violencia, que se vincularon como trabajadores a la Hacienda Sumapaz9 . Posteriormente, se fueron estableciendo como colonos y campesinos independientes, fundando pequeños asentamientos humanos, que luego dieron origen a las veredas y corregimientos actuales del territorio.
Desde sus inicios, Sumapaz ha experimentado un proceso histórico marcado por la desigualdad y la exclusión social, lo que ha consolidado una violencia estructural sistémica. Se entiende aquí por violencia estructural, aquellas situaciones sociohistóricas marcadas por la injusticia, la desigualdad y la exclusión social; producidas estas a través de mecanismos de poder generadores de estructuras sociales, que originan y/o sustentan distribuciones inequitativas del poder y de los recursos (Weigert, 1999:435). En Sumapaz esta violencia estructural ha sido un factor determinante de la configuración del territorio, en base a ello se ha definido el uso del espacio y las relaciones sociales; dado que la localidad siempre ha sido un sector rural de campesinos pobres, con un muy bajo nivel de vida, altos niveles de pobreza y aislamiento; es decir, se trata de una población vulnerable desde todo punto de vista, socialmente excluida.
Esta condición permanente de violencia estructural en Sumapaz, reiteradamente ha conducido a escenarios de violencia directa a lo largo de su historia. En primera instancia, el conflicto se dio como una lucha entre campesinos sin tierra y grandes terratenientes, con lo cual se fundó el movimiento agrario del Sumapaz, de gran reconocimiento a nivel nacional en la década de los años 30, a través del cual se logró la disolución de la Hacienda Sumapaz y la parcelación de sus títulos en favor de los campesinos; este conflicto aunque tuvo manifestaciones importantes de violencia directa, se trató principalmente de un tipo de manifestación de la sociedad civil como movimiento social, de modo que son los campesinos organizados socialmente, quienes dan inicio a un enfrentamiento de clase.
Posteriormente, el tipo de conflicto cambia, desde 1948 la violencia directa abierta prácticamente no ha dado tregua en Sumapaz. En primera instancia, tuvo lugar la violencia bipartidista, que se dio como un enfrentamiento contra los gobiernos conservadores, a través de la transformación del movimiento agrario en guerrilla campesina de autodefensa, primero liberal y luego comunista, en el período que se conoció como las Guerras del Sumapaz (1948–1960). Luego, en la década de los años 60 incursionaron en el territorio las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), debido al gran valor geo–estratégico de la localidad, teniendo el control total sobre esta hasta el año 2001 cuando el ejército incursionó con el batallón de Alta Montaña a fin de retomar el control sobre el territorio, con lo cual se dio un enfrentamiento abierto directo entre ejército, guerrilla y paramilitares, de un costo social y humano muy alto para la comunidad que quedó en la mitad del conflicto. A diferencia de la violencia bipartidista, esta en una guerra iniciada y controlada por agentes externos a la comunidad, en la cual el campesino es víctima directa de la guerra, de modo que concentra su lucha en la supervivencia y permanencia en el territorio.
Paulatinamente se ha venido dando un des–escalonamiento del conflicto armado; si bien hay presencia de la insurgencia, el ejército se encuentra presente de forma permanente en el territorio, y junto con él se instaló en la localidad todo el aparato del Estado, representado en las instituciones educativas, de salud, programas de bienestar social, etc. Actualmente, puede decirse que la localidad vive en un período de relativa calma, interrumpido abrupta y ocasionalmente por alguna acción armada concreta de la guerrilla.
Como lo menciona el entrevistado número 1: «Uno no puede decir que en este momento no hay existencia de guerrilla allí, pueda que existan, hacen un trabajo muy clandestino, hacen algunas acciones muy puntuales, muy dentro de su accionar guerrillero, pero ya no en la misma medida o con el mismo accionar de hace 20 años».Igualmente persisten acciones del Estado contra la población, a través de la persecución política a los campesinos, que aún hoy se mantienen. Como lo expresa el entrevistado número 19: «Hacia las regiones agrarias, siguen habiendo señalamientos, porque siguen habiendo detenciones… propiciando asesinatos, hay una persecución sistemática a los sectores políticamente organizados… el campesinado sigue siendo golpeado…no ha parado esa ofensiva de guerra».
Pese a ello, el descontento del campesinado hacia su situación de violencia estructural, no solo ha sido generador de violencia directa; a su vez ha consolidado una tradición de organizaciones sociales muy sólidas. Desde la formación del territorio, los altos niveles de participación comunitaria, ha sido un elemento diferenciador del campesinado sumapaceño; convirtiendo esta participación ciudadana en una forma de intervención social, dado que los actores involucrados en los procesos y escenarios son agentes activos modificantes de aquellas circunstancias que los afectan, tomando decisiones y traduciéndolas en modos de actuación a fin de mejorar su calidad de vida.
Actualmente la comunidad sumapaceña posee un significativo tejido social y organizativo, representado por un despliegue de organizaciones, desde las más tradicionales como el Sindicato Agrario y las Juntas de Acción Comunal, pasando a otras de orden económico como cooperativas de trabajo asociado y asociaciones gremiales productivas, hasta las que recientemente incursionan en nuevas problemáticas, que incluyen la perspectiva de género, ambiental, de soberanía alimentaria, etcétera.
Estas organizaciones en Sumapaz tienen un gran valor simbólico para los campesinos, ya que históricamente han sido el mecanismo por el cual ellos se organizan y solucionan los problemas sociales. Es decir, socialmente es importante hacer parte de estas organizaciones, por lo cual todos los campesinos suampaceños mayores de edad, como mínimo hacen parte de la Junta de acción Comunal de su vereda.
Asimismo, esta amplia gama organizacional ha sido siempre un valioso capital social de la localidad, a través del cual han mitigado los efectos del abandono estatal y de la violencia, a la vez que han contribuido altamente al mejoramiento de sus condiciones de vida. Pues en primera instancia, se creó el movimiento agrario para abrogar por los derechos del campesino; luego se constituyeron como movimiento beligerante en defensa del campesinado contra los gobiernos conservadores; y posteriormente ante la incursión de las FARC en el territorio, las organizaciones comunitarias se convirtieron en canales de mediación entre guerrilla y ejército para contrarrestar la violación de derechos humanos a la población; actualmente su labor se concentra en la defensa de los recursos naturales del territorio contra los intereses empresariales en la localidad.
Como lo expresa el entrevistado número 5: «Hay un empoderamiento importante del territorio, esto hace posible las manifestaciones que se dan a través de la permanencia y de la acción que se hace en contra de la privatización de los recursos naturales, de la injerencia de la trasnacional, proyectos de gran impacto nacional como lo son las hidroeléctricas y otras que han querido implementar a costa de lesionar los intereses del campesinado…».
Es así como las organizaciones sociales, que inicialmente se consolidaron como un instrumento de defensa del campesinado como clase social, posteriormente se convirtieron en una forma de existir localmente como cultura tradicional, como una reacción de resistencia ante los cambios sociales experimentados, que privilegian los intereses del mundo urbano e industrial, ante el cual, pese a que incursionan en él con una clara asimetría de poder, persisten como actores sociales.

5. Conflictos ambientales

La territorialización, entendida como proceso de apropiación del espacio y de configuración de este como un hábitat humano y social, se encuentra siempre asociada a determinados modelos de desarrollo, que definen, limitan y orientan cada territorio específico; convirtiéndolo así en un instrumento de poder. De esta forma, a través de una planeación estratégica, el territorio se imagina y se proyecta mediante las políticas y reglamentaciones pertinentes, a partir de las cuales se define una noción de territorio.
Dadas las estructuras de poder que involucra este proceso de construcción social del territorio, los a menudo contradictorios intereses socioeconómicos de las distintas clases o grupos sociales en ello implicados, así como la dimensión simbólica que tiene el territorio; con frecuencia se generan conflictos territoriales, que giran en torno a la apropiación del espacio, sus recursos y lo que estos pueden significar social y culturalmente en un tiempo dado.
En el caso de Colombia, puede decirse que el país tiene el eje central de su modelo de desarrollo y principal fuente de riqueza en los recursos naturales, debatiéndose siempre entre enfoques de protección y conservación, por una parte; y de intensificación de modelos extractivos de materias primas, por otra parte. Es por ello, que a nivel local, los recursos naturales han convertido a Sumapaz en un punto neurálgico para la conservación ambiental, así como para la implementación de grandes proyectos extractivos.
Con respecto a las políticas de conservación, existe en Sumapaz una estricta reglamentación ambiental, que se considera un gran avance en la conservación y sostenibilidad ecológica de la localidad, pero que a su vez, paulatinamente ha ido limitando prácticamente en su totalidad el uso productivo de la tierra, profundizando con ello los problemas perse de la productividad agraria, y generado importantes conflictos socioambientales. Tal como ha ocurrido reiteradamente en América Latina, los enfoques proteccionistas en las políticas ambientales generan conflictos socioambientales; pues a través de diferentes estrategias de protección, -la más usual ha sido el establecimiento del Sistema de Áreas Protegidas-, si bien se han preservado importantes espacios naturales, es un enfoque hoy ampliamente cuestionado, por cuanto desconoce el impacto social sobre las comunidades que habitan estas áreas protegidas.
Por esta razón, en el ámbito latinoamericano, se han intentado ampliar las modalidades de conservación, no solo basadas en la protección sino también en el uso sostenible e incluso, hay estudios recientes sobre la Conservación Basada en Comunidades (CBC) como estrategia de conservación ambiental (Caballeros et al., 2016:339). En el caso colombiano, desde 1993 se creó la Política de Parques con la Gente, que justamente buscaba disminuir los conflictos socioambientales; sin embargo, aunque ha habido algunos avances, continúa existiendo una orientación muy proteccionista, de modo que los conflictos socioambientales se reproducen constantemente.
En el caso de Sumapaz, esta reglamentación ambiental, sobre todo en sus inicios, vino acompañada de un importante proceso pedagógico de educación ambiental a los campesinos, sobre la importancia y fragilidad ecológica del territorio, así como sobre la concientización frente a prácticas campesinas ancestrales -productivas y residenciales- que causan daño ambiental. Como resultado, actualmente los campesinos le conceden una alta valoración al cuidado ambiental de la localidad, evidente a través de la acción de las organizaciones ambientales, pero sobre todo del discurso del campesino. En todas las entrevistas realizadas a la comunidad se expresa la creciente importancia que se le confiere a la conservación ambiental.
Sin embargo, paulatinamente las restricciones de la normatividad ambiental fueron haciéndose más radicales. Actualmente, dada su importancia ambiental la totalidad de la localidad de Sumapaz se encuentra clasificada como suelo rural, que de acuerdo con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) se define como una reserva hídrica, biótica, escénica y productiva, reglamentada a través de un sistema de áreas protegidas y productivas (ver Tabla I). El sistema de áreas protegidas corresponde al 60 % del territorio sumapaceño, definiéndolo como un territorio altamente vulnerable a la acción humana; de forma que se encuentra prohibida la adjudicación de baldíos, la venta de tierras, la caza, la pesca y toda actividad industrial, ganadera o agrícola, distinta a la del turismo o de aquellas actividades que el Gobierno Nacional considere convenientes para la conservación y embellecimiento de la zona. Con respecto al sistema de áreas productivas, correspondiente al 40 % del territorio; de acuerdo con el POT se encuentran clasificadas según su capacidad productiva sin perjuicio ambiental como: áreas de alta capacidad (1 %), alta fragilidad (33 %) y de manejo especial (6 %). De esta forma, la actividad productiva es altamente limitada.

Tabla I.
Usos del Suelo

Fuente: elaboración propia con base en los datos del diagnóstico de las áreas rurales. Universidad Distrital, 2010.

Adicionalmente, esta reglamentación ambiental en Sumapaz ha sido muy reciente, de modo que históricamente ya se habían consolidado procesos de asentamiento y desarrollo de actividades productivas por parte de los campesinos que hacen que estos usos entren en conflicto con los usos de protección ambiental, definidos a través de las políticas de conservación por parte de las autoridades ambientales. Se establece de esta forma, un conflicto abierto y manifiesto por los usos del suelo, entre los campesinos que le dan un uso residencial/productivo al suelo, y las autoridades ambientales que buscan darle un uso únicamente ambiental desde una perspectiva proteccionista que concibe la preservación del ecosistema sin campesinos. Ello se hace evidente en las fuertes restricciones al uso productivo del suelo, así como en la propuesta de reubicación de los campesinos fuera de la localidad. Aunque hasta el momento, tal conflicto no ha llegado a manifestaciones de violencia directa; son muchos los efectos que ha generado.
Desde el punto de vista socioeconómico, la baja productividad, sumada a las limitaciones de las políticas ambientales para el desarrollo de actividades productivas, hacen que el campesino no pueda tener su sustento económico derivado de la actividad agropecuaria, de modo que se les prohíbe su sostenibilidad económica y con ello se compromete su reproducción social como cultura campesina. Todo ello, ha conducido a la desagrarización del territorio (Entrena–Duran, 2015), la inclusión de la pluriactividad familiar, la migración del campo a la ciudad y, eventualmente, constituye una amenaza de desplazamiento del territorio para el campesino.
Asimismo, ante esta situación de insostenibilidad económica del trabajo agropecuario, el campesino en la búsqueda de su subsistencia termina realizando prácticas nocivas ambientalmente, tales como el reemplazo de la agricultura por la ganadería, y en ciertas temporadas favorables para la agricultura, amplía la frontera agrícola y hace un uso más intensivo de la tierra; de modo que son frecuentes las prácticas productivas campesinas en áreas de protección ambiental. De acuerdo con el diagnóstico de las áreas rurales de Bogotá (2010), 1983,91 ha de tierras protegidas se encuentran sometidas a una sobreutilización severa; 136,47 ha de zonas de afloramientos rocosos o de pastos naturales, están en régimen de sobreutilización moderada; y, solo la mitad de la extensión del territorio, con 43 091,80 ha, se considera como un suelo sin este tipo de conflictos ambientales.
Frente a este conflicto socioambiental en el que se halla inmerso el campesino, su percepción es que, si bien es cierta la importancia del cuidado ambiental de la localidad, el campesino se considera habitante natural e histórico del territorio; es decir, el campesino es parte del territorio, y por tanto reclama su permanencia en él. Como lo expresa el entrevistado número 8:

hay un ecosistema pero también hay unos campesinos que merecen seguir viviendo y seguir teniendo esas soluciones de vida y esa calidad de vida allí...uno de los parques mayormente cuidado por el campesino es el de Sumapaz, una conservación buena, nosotros los campesinos aprendimos que también así como tenemos los espacios para cultivar, debemos de tener espacios para conservar, debemos de cuidar las fuentes hídricas, debemos de no quemar, eso ha bajado hartísimo.

Es decir, si bien tanto las autoridades ambientales como los campesinos, consideran fundamental el cuidado ambiental del territorio, la disyuntiva está en que las autoridades ambientales consideran tal protección, en un sentido absoluto, en el que toda actividad antrópica causa un daño ambiental irreparable, por tanto la localidad no puede tener un uso productivo ni residencial; por el contrario, los campesinos consideran que tal protección ambiental, no excluye la presencia del campesino en el territorio, siempre y cuando se den prácticas habitacionales y productivas que sean ambientalmente sostenibles.
Por otra parte, actualmente en Sumapaz se encuentran conflictos en torno a los intereses sobre los recursos naturales de la localidad, especialmente por su reserva hídrica. Todo ello se inscribe en un contexto nacional, en el que se ha optado por un enfoque de desarrollo basado en la intensificación de proyectos minero–energéticos, que viene acelerándose especialmente desde el año 2001; actualmente hace parte del proyecto de gobierno denominado «la locomotora minera» que aporta aproximadamente el 2 % del PIB nacional, para lo cual se tiene una flexible legislación minero–energética en Colombia, por considerarse esta actividad como prioritaria por «Motivos de Utilidad Pública» (Ley 1450 de 2011, aArt. 83).
Bajo este escenario nacional, a nivel local, en Sumapaz recientemente han emergido propuestas empresariales de orden nacional y transnacional, acerca de la realización de megaproyectos10 en la zona. El proyecto que ha tenido mayor resonancia, es la construcción de una hidroeléctrica por parte de la comercializadora de energía Emgesa11 , a través del proyecto hidroeléctrico «El Paso»12 , que abarcaría territorios de cuatro municipios, así como las veredas de La Unión y Tunal bajo de la localidad de Sumapaz, cuya propuesta incluye la construcción de un embalse y 14 minicentrales hidroeléctricas a lo largo del río Sumapaz. Tal como lo menciona el informe del ISLA (2014), denominado: «Proyecto hidroeléctrico El Paso. Agua y vida campesina en riesgo»; la implementación del tal proyecto implica importantes riesgos que van desde los evidentemente ambientales, hasta los de orden sociopolítico.
Como consecuencia, se ha profundizado altamente el conflicto ambiental de los campesinos frente a las políticas implementadas por parte de las autoridades ambientales de orden nacional y distrital, pues se cuestionan las prohibiciones a la labor agropecuaria en contraste con la laxitud a las propuestas de megaproyectos. Y por ello, desde la presentación de la propuesta de la hidroeléctrica, los campesinos se han mostrado totalmente en desacuerdo, teniendo en cuenta que es una comunidad que históricamente ha defendido su territorio, y este proyecto implica en gran medida el desplazamiento del campesino, así como la alteración de su hábitat natural.
Para ello, los campesinos han empleado, como estrategias de resistencia, la generación de espacios de formación sobre el impacto ambiental en general de los megaproyectos, y en particular del proyecto hidroeléctrico «El Paso», con el fin de advertir los posibles efectos sobre el páramo y el campesino sumapaceño, a través de un ejercicio de concientización sobre la importancia de la organización y reacción del campesino al respecto. Asimismo, como estrategia de resistencia las organizaciones campesinas han generado procesos de movilización social en defensa del páramo y el agua, propiciando diferentes espacios de discusión y de manifestación social, tales como la Escuela de Líderes por el Agua, la Mesa por la Defensa del Agua y el Territorio, la realización del documental: No a la represa del Sumapaz (2010), entre otros.
Ante estos conflictos territoriales, tanto los derivados del uso del suelo como los de los megaproyectos, se puede decir que el campesino sumapaceño ha emprendido toda una nueva lucha en defensa del territorio, planteando diferentes perspectivas que garanticen su permanencia en él y su reproducción social como cultural.
Por una parte, hay un sector de la población, principalmente en los corregimientos de Betania y Nazareth -que tradicionalmente han sido de tendencia política liberal–progresista-, quienes consideran que el futuro del campesino está en la posibilidad de conversión productiva, transitando de lo agropecuario hacia la conservación ambiental, como fuente de sustento para los campesinos. Todo ello, a través de actividades en torno al turismo ecológico, tales como la guianza turística, los guardaparques, o actividades comerciales derivadas de la actividad turística. De esta forma, pueden seguir existiendo como campesinos desde un enfoque de veladores y cuidadores de su entorno natural.
Por otra parte, para otro sector de la población, principalmente del corregimiento de San Juan -que tradicionalmente ha tenido una tendencia política comunista-, la permanencia del campesino en el territorio ha de sustentarse en la preservación de la actividad agropecuaria sostenible, mediante la declaración de Sumapaz como Zona de Reserva Campesina (ZRC)13 ; lo cual les otorgaría la autonomía suficiente para darle un enfoque productivo desde la perspectiva de agricultura limpia, así como para autogestionar su futuro como campesinos desde el punto de vista económico, social, político y cultural.

6. Conclusiones

Las relaciones sociales en su mayoría (salvo en los escasos casos en que se trata de relaciones a través de los medios de comunicación o la internet) tienen lugar en el territorio y se expresan como producto/productoras de su territorialidad; como una construcción social reflejo de una realidad móvil, mutable y asimétrica o desequilibrada. En el caso de Sumapaz, como corresponde a otras muchas de las sociedades rurales, el proceso de territorialización se asocia con la apropiación y esta con identidad y afectividad territorial, configurando así un tipo de asentamientos apropiados de derecho, de hecho y afectivamente, con lo cual se definen los marcos espacio–temporales de la acción colectiva.
Como se ha visto, el proceso de construcción social del territorio de Sumapaz, ha estado determinado por la riqueza de sus recursos naturales, así como por las asimetrías, tensiones y conflictos de índole social existentes entre los grupos o clases sociales de una u otra forma vinculados a la conformación y evolución de dicho territorio. Además de ello, en este caso particular, hay que mencionar especialmente la influencia que en la configuración del territorio sumapaceño ha tenido el dilatado históricamente conflicto violento en el que ha estado inmerso dicho territorio.
Con respecto a su riqueza de recursos naturales, las condiciones físico–ambientales de la localidad han constituido su gran riqueza, a la vez que ha determinado por completo la historia social del territorio. Así, son sus condiciones geográficas las que en primera instancia postergaron la ocupación del territorio, frente a otras zonas aledañas con climas y topografías más favorables para el hábitat humano. Posteriormente, su posición geográfica lo convirtió en una zona estratégica para el conflicto armado y, actualmente, su reserva hídrica lo hace un área central para los intereses de la nación.
En relación con los conflictos sociales, puede decirse que en su dinámica territorial, Sumapaz evidencia los conflictos de poder entre los campesinos frente a terratenientes, actores armados, políticos y empresariales por la apropiación del territorio, que en cada período histórico han determinado el espacio social de Sumapaz. De esta forma, se ha constituido una geografía del poder, que devela la forma en que las asimetrías y tensiones sociales, inciden sobre los conflictos sociales y ambientales que se han dado en la localidad.
En el caso de los conflictos territoriales actuales, estos se encuentran determinados por una concepción político–institucional de Sumapaz, que prioriza la importancia del territorio rural, más por los bienes y servicios ambientales que este representa, que por la población campesina y sus actividades productivas. En las políticas ambientales y rurales es simultanea la coincidencia entre un enfoque conservacionista estricto y la apertura hacia megaproyectos como el antedicho de «El Paso». Con ello, al parecer, el territorio de Sumapaz se proyecta a mediano plazo como un lugar donde habrá una gran represa y diferentes servicios turísticos, a través de los que se trata de obtener rentabilidad del paisaje y entorno característicamente rurales de la zona.
Frente a este modelo de articulación territorial actual puede haber varios escenarios posibles. Uno de ellos puede darse debido a un cambio en el planteamiento de las políticas ambientales y de ruralidad, de acuerdo con el cual estas se enfoquen hacia el fomento de la actividad agropecuaria y la revalorización de la cultura campesina a través de diferentes mecanismos, entre ellos los ya planteados por los campesinos como las Zonas de Reserva Campesina y/o la promoción de actividades productivas basadas en la conservación ambiental. Este cambio podría ser relativamente factible, dado el escenario de postconflicto a nivel nacional que eventualmente orientaría todas las políticas del país hacia un proceso de reconstrucción social del campo; pero esto, por el momento, aún no es tan claro, y lo más probable es que asistamos a un proceso de tensiones y conflictos entre los intereses de los actores involucrados.
De no darse este cambio en las políticas es previsible la aceleración del proceso de desagrarización que ya viene dándose, lo cual puede conducir hacia el desplazamiento del campesino y la instauración de actores empresariales en el territorio, o bien a la permanencia del campesino en él a través de procesos de resistencia comunitaria, el cual es claramente la opción que ha tomado hasta el momento el campesino sumapaceño, así como la forma mediante la que históricamente ha enfrentado estos tipos de conflictos, lo cual eventualmente podría traer consigo nuevamente manifestaciones de violencia directa.
En síntesis, la construcción social del territorio de Sumapaz ha estado determinada por procesos discontinuos, muchos de ellos de carácter conflictivo, tanto en lo social como en lo ambiental. Ello, a su vez, ha impulsado formas de organización social que se constituyen como un alto capital social para la autogestión comunitaria, determinando una fuerte identidad cultural en torno a la defensa del territorio.
Actualmente, Sumapaz puede ser entendido como un territorio rural inserto dentro dinámicas urbano–rurales de orden nacional y global. Tales dinámicas han cambiado su concepción localista del espacio rural, trascendiendo los límites geográficos y sociales del territorio mediante el establecimiento de flujos bidireccionales, a través de los cuales se vincula a diferentes contextos. En este sentido, el territorio de Sumapaz ha pasado, de ser bastante aislado y autárquico, a ser continuo e interdependiente. Ello significa que se establecen unas nuevas formas de territorio y de territorialidad, las cuales dependen cada vez menos de la voluntad de los actores sociales endógenos de Sumapaz y cada vez más de los intereses económicos exógenos al territorio (Entrena, 1998:173).

Notas

1El páramo es una fábrica de agua freática, existente únicamente en Colombia, Ecuador y Venezuela; el cual da lugar al nacimiento de innumerables ríos, regulando el ciclo del agua en la cabecera de los ríos colombianos, con lo cual sostiene el régimen hidrológico.

2De acuerdo con el censo rural de 1995, se consideran como minifundios las propiedades rurales que tienen una extensión de hasta 91,94 ha.

3Investigaciones de Marulanda (1991), Gonzáles y Marulanda (1990), Londoño (1990), Varela y Picón (2007), entre otros.

4Entre ellos se encuentran los estudios de la Universidad Distrital (2005–2010), así como los de Bernal (2007) y Montañez (1998), entre otros.

5Se encuentran las investigaciones de Lamprea y Bolívar (2008) y Pérez (2011), entre otras.

6Se hace referencia a los estudios realizados por la Secretaría Distrital de Planeación: Recorriendo Sumapaz (2004), Conociendo Sumapaz (2009), Monografías de las localidades (2011). Así como los Anuarios distritales realizados por el Hospital de Nazareth entre el año 2007 y 2017.

7La recolección de datos primarios se realizó durante el período entre junio de 2015 y diciembre de 2016. Se aplicaron entrevistas abiertas para dos tipos de actores institucionales: i. Miembros de la alcaldía local con amplia experiencia en la localidad. ii Líderes campesinos de diferentes organizaciones comunitarias, tratando de abarcar la versatilidad de organizaciones y de dar cobertura en los tres corregimientos. Asimismo, se aplicaron historias de vida para campesinos sumapaceños, asistentes a programas sociales, comunitarios o escolares.

8La Guerra de los Mil Días fue una guerra civil de Colombia disputada entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902 entre los partidos Liberal y Conservador.

9La hacienda es un sistema de propiedad de origen español exportado a América durante la época colonial; que consistía en una finca agrícola de gran tamaño, generalmente una explotación de carácter latifundista, con un núcleo de viviendas. En el caso de Sumapaz, una sola hacienda conformaba casi todo el territorio de la localidad, además de otros municipios.

10Proyectos de gran magnitud en términos de cobertura geográfica, inversión de capital e impacto social. Realizados por grandes empresas, que con frecuencia son multinacionales, los cuales tienen como objetivo el aprovechamiento directo de los recursos naturales.

11Empresa colombiana generadora de energía, vinculada al capital trasnacional a través del grupo Enersis de Chile, que a su vez es filial latinoamericana de la multinacional italiana Enel.

12El proyecto hidroeléctrico El Paso, consiste en construir una hidroeléctrica y 14 minicentrales hidroeléctricas a lo largo del río Sumapaz, comprendiendo los municipios de Cabrera, Venecia, Pandi e Icononzo, y en la localidad 20 en las veredas de La Unión y Tunal bajo.

13La Zona de Reserva Campesina (ZRC) es una figura jurídica creada según la Ley 160 de 1994, que establece la delimitación de un área geográfica, que por sus características ambientales, agroecológicas y socioeconómicas regionales, corresponderían por ordenamiento territorial a un área para la estabilización y consolidación de la economía campesina.

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