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Pampa (Santa Fe)

versão On-line ISSN 2314-0208

Pampa  no.25 Santa Fe jun. 2022

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.14409/pampa.2022.25.e0049 

Artículos

Liderazgo gremial y género en el campo argentino: historia de vida de la primera coordinadora nacional de las Mujeres Federadas Argentinas

Union leadership and gender in the Argentine countryside: life history of the first national coordinator of the FAA MFA

1Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) - Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Resumen

El escrito se propone recorrer la historia de vida de la primera coordinadora nacional de las Mujeres Federadas Argentinas a la par de algunos hitos en la institución de la que forma parte, la Federación Agraria Argentina.

A través de un recorrido biográfico se repone la historia de Susana Olego, y se propone una reflexión sobre el modo en que las mujeres rurales delinearon la agenda pública e institucionalizaron sus apuestas en el órgano que las reunió en la institución.

Se busca reconstruir tanto la “vida privada” de la protagonista, que va desde sus prácticas a sus sentimientos y sus vínculos familiares, como su trayectoria educativa, laboral, político gremial sin perder de vista los marcos institucionales y contextuales en que se desarrolla su vida, lo que permite mostrar una trama íntima y comprometida de mujeres que se movilizaron para generar cambios sustantivos en espacios donde estaban invisibilizadas, como lo es el rural.

Palabras clave Género; Ruralidad; Federación Agraria Argentina; Historia de vida

Abstract

The writing intends to go through the life story of the first national coordinator of the Argentine Federated Women along with some milestones in the institution of which she is a part, the Argentine Agrarian Federation.

Through a biographical journey, the story of Susana Olego is restored, and a reflection is proposed on the way in which rural women outlined the public agenda and institutionalized their bets in the body that brought together the women of the institution.

It seeks to reconstruct both the "private life" of the protagonist, which range from her practices to her feelings and her family ties, as well as her educational, labor, union political trajectory without losing sight of the institutional and contextual frameworks in which her life unfolds. , which allows us to show an intimate and committed plot of women who mobilized to generate substantive changes in spaces where they wew invisible, such as the rural one.

Keywords Gender; Rurality; Federación Agraria Argentina; Life history

Introducción

El campo de investigación, el género en la ruralidad argentina, en el que este escrito se inscribe, tiene cierta antigüedad a la hora de pensar esta intersección. Sin embargo, quedan todavía algunas vacancias en materia académica que dan lugar a reflexiones y debates aun por trabajar.

Este escrito recorre los hallazgos de un trabajo final de posgrado en género[1] acerca de la historia de vida de Susana Olego, quién abrió camino en la organización de las mujeres en una de las instituciones gremiales agrarias más importante de la República Argentina: la Federación Agraria Argentina.

A pesar que muchas de las mujeres rurales de la historia vernácula fueron protagonistas de importantes sucesos, sus experiencias, ideas y prácticas quedaron invisibilizadas frente a la de los varones. Un escenario históricamente masculinizado abrió poco espacio a las voces de mujeres que también fueron parte de instituciones, luchas y espacios.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (en adelante FAO), “las mujeres rurales son responsables de más de la mitad de la producción de alimentos (…). Sin embargo, viven en situación de desigualdad social, política y económica con apenas el 30% de titularidad de la tierra, el 10% de los créditos y el 5% de la asistencia técnica” (FAO, 2019 en de Arce y Franco, 2019). Estas desigualdades fueron abordadas por diferentes autoras (Bendini, 2016; Chiappe, 2005; de Arce, 2017; de Arce y Franca 2019; de Arce y Poggi, 2016; de Arce, Biaggi, 2020; Gutiérrez, 2007; Biaggi, Canevaro, Tasso, 2007; González, 2009) para la escala local, regional como internacional, no obstante los procesos organizativos de las mujeres en este ámbito continúan poco estudiados.

Bell Hooks[2](2017) relata que “antes de los estudios de la mujer, antes de la literatura feminista, algunas mujeres aprendían sobre feminismo en grupos” (2017:41). Es por ello que creemos conveniente realizar un breve repaso por las organizaciones de mujeres en nuestro país especialmente de los últimos 50 años, para poder entender el contexto de surgimiento de aquella que es nuestro objeto de estudio y de la cuales la protagonista del relato inició su coordinación.

Las Madres de Plaza de Mayo [3] destacan en Argentina por ser de las primeras formas de expresión colectivas organizadas conducidas por mujeres (Barrancos, 2019; Fernández, 2021). El 30 de abril de 1977 tuvieron su primera aparición pública peticionando por el paradero de sus hijas/os frente a la Casa de Gobierno. Tarducci et al. (2019) por su parte, reconstruyen los caminos de los feminismos en los años setenta y la irrupción de las primeras organizaciones feministas de la Segunda Ola. Entre ellas se pueden encontrar experiencias tales como las organizaciones autónomas o “feministas puras” como la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Femenina (MLF) o la militancia de las “feministas políticas” con el grupo Muchacha del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y el Movimiento Feminista Popular (MOFEP) del Frente de Izquierda Popular (FIP). Durante la dictadura, además de las Madres de Plaza de Mayo, se formaron algunas agrupaciones también, entre las cuales podemos mencionar: Derechos Iguales para la Mujer Argentina (DIMA), la Unión de Mujeres Socialistas (UMS), el Centro de Estudios de la Mujer (CEM) y la Organización Feminista Argentina (OFA, creada por la ex presidenta del MLF). DIMA, junto con otras militantes, organizó el “Primer Congreso Argentino: La Mujer en el mundo de hoy” en octubre de 1982. En el mismo año se formará la Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer 25 de Noviembre (ATEM). Un año después, en 1983 se crea la asociación civil el Lugar de la Mujer, que apoyaba los reclamos de las Madres de Plaza de Mayo y clamaban “por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, recuperación de los niños secuestrados, repudio a la ley de autoamnistía y castigo a los responsables”.

Los años 80, por su parte, fueron la década en la que tuvieron nacimiento los Encuentros Nacionales de Mujeres [4] . Desde 1986, cada año se juntan mujeres de todo el territorio nacional y países limítrofes para debatir sobre las agendas públicas y las problemáticas de género. En los últimos encuentros encontró lugar el debate acerca del cambio de su nombre a Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales y no binaries. [5]

Los lineamientos del Consenso de Washington tomados por el gobierno de Carlos Menem en la década del 90, así como por otros gobiernos de la región, llevaron a la implantación de políticas neoliberales que consistían en seguir las directrices propuestas por los organismos multilaterales de crédito: estabilización macroeconómica, liberalización económica con respecto al comercio y reducción del Estado. Consecuencias como la desindustrialización, el ajuste y la pérdida de puestos de trabajo llevaron a la organización de las primeras manifestaciones de resistencia hacia el final de siglo. Los denominados “piquetes” [6] establecían cortes de ruta, cuyos primeros casos se desarrollaron en Cutral-có y Tartagal. A la ladera de las rutas se podían encontrar también mujeres que comenzaban a reflexionar también acerca de los abusos que sufrían por parte de sus compañeros.

Estas mismas políticas neoliberales también afectaron a los medianos y pequeños/as productores/as agropecuarios/as y fue a finales de los ‘90 que se hicieron conocidas las Mujeres Agropecuarias en Lucha (MML). Su repertorio novedoso incluía manifestaciones frente a los remates de los campos ahogados por los créditos, el rezo del rosario y la entonación del himno nacional con el objetivo de impedir la ejecución (Giarraca, 2002; Bidaseca, 2000, 2007; Lattuada, 2006; Manildo, 1999, Ringuelet, 2008; Tellechea, 2011, Felitti, 1999, Bordagaray, 2008).

Las Mujeres Federadas Argentinas encontraron un espacio propio en la Federación Agraria Argentina (eliminado para evaluación), de modo casi contemporáneo a las MML, pero con diferencias sustanciales en muchos aspectos. A través de la biografía de Susana daremos voz a esta organización en las líneas que continúan. Como sostiene de Arce (2013), la inclusión de nuevas fuentes, como las historias de vida, resulta una herramienta fundamental que recupera de la invisibilidad histórica a las mujeres del campo argentino.

El escrito, además de esta introducción, cuenta con otras tres secciones: el metodológico sobre las historias de vida, aquel que narra la biografía de Susana Olego vis a vis algunos hitos en la historia de la FAA para llegar a las conclusiones.

El método biográfico

Este apartado busca restituir porqué resulta imprescindible abordar trabajos con perspectiva de género desde la metodología de las historias de vida. Meccia (2019), arguye que el método biográfico “ha procurado hacer justicia a la presencia de los individuos en la vida social, colocándolos en el centro los razonamientos de las Ciencias Sociales” (2019:26). Por su parte Arfuch (2002) suma la cuestión de género: “A esta inquietud por la habilitación de una voz-otra se suma, en el caso de la historia de las mujeres y, en general, de la crítica feminista, la búsqueda de la voz propia, donde la problemática identitaria, de género y de subalternidad, se entrecruzan, haciendo de la autorreflexión un ingrediente constitutivo, y por ende, una herramienta invalorable de los relatos biográficos” (2003: 189). James (2004) en su libro sobre la vida de Doña María, escribe: “Aunque es la historia de una sola mujer, no es una historia aislada” (2004: 43). En efecto, la vida de Susana simboliza el liderazgo de muchas mujeres que representaron a aquellas otras que no tenían voz en el campo.

La profundidad que cobraron las entrevistas a Susana constituyeron una variable determinante a la hora de elegir el método biográfico o de historias de vida. Lo privado y lo público adquieren fronteras difusas cuando lxs sujetxs también encuentran porosos los límites entre su tiempo productivo y reproductivo, y en el caso especialmente de las mujeres rurales, estos dos trabajos suelen solaparse entre las distintas tareas cotidianas

Las entrevistas en profundidad realizadas a Susana durante el segundo semestre del 2020, de manera virtual, como el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio [7] lo permitía, se constituyeron en el corpus fundamental utilizado para este trabajo. A su vez se sumaron intercambios telefónicos y mensajes a través de correo electrónico y mensajería instantánea donde Susana compartió material fotográfico y contactos de personas allegadas como las sucesoras en la coordinación, mujeres federadas de distintas provincias y disertantes, que completaron el relato cuando Susana lo requería.

Las historias de vida lograron recuperar las trayectorias de sujetos/as históricamente privados/as de la voz pública, subordinados/as. Es así como, esta metodología se vuelve particularmente idónea para la investigación desde una perspectiva de género (Oakley, 1981 en Mallimaci 2007: 207).

La FAA y Susana Olego

Pérez Trento (2019) relata la fundación de la FAA en los albores del siglo XX, un 25 de junio de 1912, cuando un grupo de chacareros [8]arrendatarios agobiados por las condiciones laborales en que se encontraban, declararon una huelga agraria en distintas localidades del norte bonaerense y del sur santafecino, con epicentro en la localidad de Alcorta, de donde surge “El grito de Alcorta”, provincia de Santa Fe. Junto a la Sociedad Rural Argentina (en adelante, SRA), las Confederaciones Rurales Argentinas (en adelante CRA) y la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (en adelante, CONINAGRO), la FAA se encuentra entre las cuatro principales asociaciones a escala nacional que representa distintos sujetos sociales de la producción agraria, pero según la misma institución “a pequeños y medianos productores y agricultores familiares” (http://www.faa.com.ar/)

La ausencia de protagonistas mujeres en textos académicos de las genealogías institucionales es habitual. Sin embargo, de Arce y Poggi (2016) subrayan que, en el “Grito de Alcorta” y en las huelgas agrarias previas, la intervención de mujeres como María Robotti de Bulzani, María de Gilarducci, María de Caporalini, Cecilia de Bó, María Rosa de Ghío de Fontana, Palmira Menna de Debiasse, Rosa de Gasparini, María C. de Caporalini, María G. de Klinnk y Jacinta de Menna (García, 1972: 16 y 17; en de Arce y Poggi, 2016) es recordada como muy activa y combativa. El relato de Susana, de hecho, destaca el recuerdo de María Robotti como una gran mujer que, pudo anteponerse ante las dudas de los chacareros, y comenzó la huelga. [9]

Norma Susana Olego, (aunque solo el nombre Susana figure oficialmente en actas de la FAA y el periódico La Tierra) nació el 14 de marzo de 1951, en el campo, en el partido de Ramallo, provincia de Buenos Aires. Su padre, Ildefonso, productor agropecuario ya fallecido, su madre, Inés Genoud, ama de casa, y su hermana, Mónica Beatriz, seis años menor, conformaban el núcleo familiar. Susana contó que, desde muy pequeña, acompañaba en sulky a su papá para visitar a los chacareros. Tanto Ildefonso como su hermano, arrendatarios, se unieron a la Federación al compartir los ideales de los pequeños y medianos productores. Desde 1950, de hecho, Ildefonso fue miembro de la FAA como socio fundador de la Filial de Villa Ramallo. Para 1963, como director de la filial de la FAA, junto a otros productores, crea la Mutual de Salud, nombrándola “25 de junio” en honor a la fecha del ya mencionado “Grito de Alcorta”[10].

Susana recuerda sus primeros pasos con la política gremial agraria cuando escuchaba las problemáticas de los chacareros al acompañar a su padre para asociarlos a la filial que presidía. “(…) y ahí empezó mi amor y la dedicación por la cuestión gremial.”

Al hablar de su madre, Susana la rememora como poco cariñosa, pero con grandes gestos y gracias a la cual pudo estudiar Contabilidad y Dactilografía en Villa Ramallo, luego de terminar la primaria. A pesar de no tener perspectivas de poder asistir al nivel secundario, esta instrucción le permitió, a los catorce años, tener un trabajo como Auxiliar Administrativa en la Cooperativa Agropecuaria e Industrial de Villa Ramallo donde acudían asociados de la filial local de FAA. Graciela Queirolo (2015, 2016) estudió este tipo de oficios en la primera mitad del siglo con la hipótesis acerca de una feminización de ocupaciones burocráticas. En efecto, las tareas de producción y almacenamiento de documentos, eran labores reservadas para mujeres a diferencia de las tareas contables que eran reservadas para varones con roles más jerarquizados. Los distintos destinos laborales y salariales, más onerosos y con mayor jerarquía para unos y salarios muchos más moderados y menor jerarquía para otras, eran la consecuencia de esta división de tareas.

En 1963 Susana se asoció al Centro Juvenil Agrario “8 de Septiembre” de Villa Ramallo y fue miembro de su Comisión Directiva desde 1965. Esteban Piacenza, el entonces presidente de la FAA, había incentivado el gremialismo entre las/oss jóvenes para capacitar a la Juventud Agraria de la Federación. Es allí cuando Susana ubica, en su recuerdo, el nutrirse de los principios cooperativistas y mutualistas que “le quedaron grabados en el alma”. Después de cumplir dieciséis años, decidió migrar laboralmente a la oficina de la filial y agencia de la flamante Mutual, en la que trabajó hasta 1970. A sus 18 años, Susana ya estaba casada y, al cabo de dos años, con dos hijas: Claudia y Andrea. La familia vivía con los suegros/as y cuñados/as, en un campo cerca de la ciudad de Arrecifes, al norte de la provincia bonaerense. Sin embargo, debido los ideales de la FAA no eran los que su marido compartía, Susana decidió no participar de la actividad gremial por esos años, lo que no le impidió seguir de cerca las noticias del diario La Tierra [11], un hábito inculcado por su padre.

En el año 1977, Susana tenía 25 años cuando, junto a su esposo, lograron “levantar” su casa en el pueblo La Violeta, partido de Pergamino, también al norte de la provincia de Buenos Aires y en de abril de 1979, nació su tercera hija: Marisol. Además de las tareas domésticas y de cuidado, Susana no omite su trabajo productivo en el campo. En el caso de las mujeres rurales, la responsabilidad casi exclusiva de las tareas reproductivas, se suma a las múltiples tareas que realizan en las unidades productivas. El hecho de que Susana no lo omita, resulta interesante ya que es un dato que las mujeres autoperciban sus tareas como una “colaboración” o “ayuda” a la tarea productiva que realiza el varón. Los registros censales dan cuenta de ello cuando en las respuestas, los trabajos de las mujeres quedan totalmente invisibilizados (Biaggi et al., 2007). Sin embargo a Susana le faltaba algo: sentía que nada ocupaba el lugar que le faltaba por no participar ya en la Federación. Según Carole Pateman (1996) las contradicciones entre la vida privada y la pública han sido nodales en la literatura y lucha feminista desde hace dos siglos. La explicación a la dicotomía, según la autora, tiene que ver con el desarrollo capitalista y la división sexual, laboral y de clases, en la que las mujeres se vieron confinadas a tareas de bajo estatus, apartadas de la vida económica y relegadas al ámbito privado: su lugar natural y dependiente en la esfera familiar.

El ascenso del neoliberalismo en los 90 trajo aparejado el cambio de régimen de acumulación orientado al mercado externo con una tendencia a la concentración de unidades y lugar a un nuevo esquema en el campo: el agronegocio, definido por Cáceres (2015) como “el grupo de interés económico político que impulsa el enfoque económico productivo dominante en el agro contemporáneo argentino” (2015: 5). Giarraca y Teubal, (2008); Gras y Hernández, (2013); Cáceres, (2015); Barbetta y Domínguez, (2017), son algunos/as de los/as autores/as que dan cuenta de los factores que contribuyen a que este nuevo esquema nazca y se perpetúe. Uno de ellos, analizado por Giarraca y Teubal (2008) tiene que ver con el desplazamiento de los campesinos/as. En efecto, la desaparición de 87 mil explotaciones agropecuarias identificadas en el Censo Nacional Agropecuario del 2002 se explica gracias a que, durante este periodo los bajos precios de las materias primas de exportación, las altas tasas de interés reales y la recesión del mercado interno, generaron el endeudamiento de los/as productores/as obligándolos a elegir entre la venta o el remate de sus campos. La FAA, llevó adelante paros y movilizaciones contra el gobierno menemista[12]. No obstante, hacia el final de la década, se agudizó la liquidación de sujetos/as que conformaban su base social, lo que debilitó fuertemente su protagonismo. Su principal fuente de ingresos, las cuotas de los socios, se vieron discontinuadas.

Hijas que ya no requerían la intensidad de tareas de cuidado sumado a este escenario hostil para los/as productores/as de la FAA, condujeron a la vuelta de Susana al ámbito gremial. Desde la localidad de Pérez Millán la invitaron a presidir la filial de la FAA. Filial muy ligada a Ramallo, pero a la que había que organizar y Hugo Nuciari, referente de la Federación y padre de la secretaria de la Juventud Agraria, su amiga Silvina, no dudó en que Susana era la indicada para desempeñar el cargo. Volver a sus raíces, una sensación de felicidad y plenitud que, emocionada, subrayó en las entrevistas, aunque la decisión la consultó con su madre quien la impulsó a que siga adelante. Resulta muy significativo este intercambio si tenemos en cuenta que habitualmente a quien tenía como modelo Susana en materia del quehacer en el espacio público, por su experiencia y trayectoria, había sido su padre. En efecto, su madre, lejos de hacerla desistir a pesar del espacio masculinizado en el que la misma Susana evidenciaba que viviría, le aconsejó continuar y luchar por su propio deseo.

Las complicaciones no se hicieron esperar cuando comenzaron a llegar las citaciones bancarias que daban cuenta de los problemas económicos que se debía afrontar Pero este periodo también, fue un momento de revelaciones entre las mujeres: “Y entonces fue un despertar. Nunca jamás había tomado decisiones en nuestra empresa agropecuaria. Me di cuenta que desconocía todo. Nos dimos cuenta que, si bien colaborábamos, no teníamos ningún poder de decisión en todo lo que se relacionaba a nuestro campo (…). Solo llevábamos los papeles al contador. No se sabía lo que entraba ni lo que se gastaba. Eso fue un trabajo de hormiga, muchos maridos se vieron invadidos, no fue nada fácil hacerles entender que si las mujeres teníamos obligaciones para con ellos también teníamos derechos y no íbamos a renunciar a ellos”.

Hacia el fin de la década el nombre de Lucy de Cornelis comenzaba a resonar gracias a su liderazgo en el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en Lucha (en adelante, MML) [13] . Los trabajos de Giarraca (2002) y Bidaseca (2000, 2007) se volvieron referencias para conocer el colectivo surgido en la provincia de La Pampa en el año 1995. Esposa de un chacarero del pueblo de Winifreda, Lucy apeló a la movilización de recursos para aparecer en medios de comunicación y convocar a sus pares con el fin de impedir el remate de su chacra. Un movimiento compuesto por mujeres que se apersonaban en los remates y con la entonación del himno o el rezo del rosario impedían la ejecución de los campos, constituía una novedad tanto por su base de conformación como por el repertorio de acciones de movilización colectiva.

El acuciante escenario también fue identificado por Susana que, junto a otras mujeres agropecuarias, comenzaron a juntarse en Pergamino. En 1997, convocaron a que diserte Lucy para que la escuchen las Mujeres Agrarias de Pérez Millán y La Violeta. Lucy no logró llegar y así fue como Susana junto a Silvina Nuciari llevaron adelante el encuentro. En palabras de Silvina: “La vedette era Lucy por la novedad. La convocaron para que dé testimonio. Con Susana éramos muy tiernitas. Era difícil porque no teníamos la gimnasia de qué hacer, cómo arrancar. Lucy no llegó porque se perdieron en el camino, no tenían el training de movilizarse. Estaba toda la gente en el salón, los medios de la zona y la apechugamos con Susana, cuando terminó la asamblea nos desplomamos porque era un boom. El hincapié lo pusimos en la necesidad de organizarnos.” [14]

A pesar del gran auge de las MML, el entonces referente de la FAA, Eduardo Buzzi, sostenía que el organismo debía tener un espacio propio para las mujeres, en lugar de unirse a MML: “tenemos que darle organización a las cientos de mujeres federadas que tenemos”, decía Buzzi, recuerda Silvina. “FAA dice nosotros tenemos que tener nuestra propia organización que tenga impronta propia. Nombran a Susana coordinadora y se multiplican en todos los pueblos las MFA”, continúa Silvina.

En 1998, Susana se constituyó como la primera Coordinadora Nacional de las flamantes Mujeres Federadas de la Federación Agraria Argentina. Así es su primera aparición en La Tierra las MFA: “[la FAA] se ha propuesto llegar a las mujeres agrarias a través de las entidades de base, para promover su participación en forma activa e integrada a las filiales, cooperativas y centros de juventud, posibilitando actuar en forma conjunta y logrando objetivos comunes en beneficio de la familia, la entidad y la comunidad toda. (…) Se ha designado para llevar a cabo esta tarea a la directora suplente Norma Susana Olego”. (Diario La Tierra, 2 de abril de 1998, pág.4)

Una vez en la coordinación, Susana se dirigía muchas veces a sus destinatarias a través del órgano de prensa de la FAA, el periódico La Tierra. El reconocimiento del aporte productivo y así como poder aprender a identificar y valorar el potencial que cada una de las mujeres federadas tenía fueron directrices que la coordinadora subrayó en cada aparición en el diario. La cercanía con la que busca incentivar la participación de las mujeres en la vida pública gremial de la Federación, sin dejar de lado al principal núcleo económico,la familia, fue la manera en la que Susana encontró su estilo de comunicación. El mundo productivo, el ambiente y las tareas del hogar serán objeto de capacitación, en el entendimiento tácito de que una mejor organización de estas últimas, redundará en beneficio del tiempo disponible.

El regreso a la vida público gremial, ahora a la cabeza de un nuevo espacio dentro de la histórica inscripción institucional con la que su marido no comulgaba, trajo consecuencias en su vida familiar: ese mismo año, se divorció: “(…) perdimos el campo, perdimos las máquinas… me separé. Tenía más o menos unos 45 años… jamás había viajado en colectivo ¡nunca! Y ahí fue cuando me dediqué a la vida gremial de Federación Agraria con las mujeres, y tuve que viajar mil kilómetros, a lugares donde no conocía a nadie. (…) porque yo quería que a ninguna mujer le pasara lo que a mí me pasó. Por eso fue la idea de formar los grupos: capacitación y decisión, y actitud, valorización de la mujer, valorarte… Así como yo me rehice, me volví a construir toda, de a pedacitos y valorarme, así quería que se valoraran las mujeres.” De esta manera, con la certeza del camino colectivo y la organización de mujeres, Susana comenzó su labor. El primer grupo de MFA se formó en junio de 1998 en las cooperativas de Garré, Provincia de Buenos Aires. Ese mismo año, se inauguraron las comisiones de La Violeta, Colonia Seré, Pergamino y 25 de Mayo también en la provincia bonaerense y General San Martín en la provincia de Chaco. Un año después, en 1999, las MFA se expandían: se conformaron las comisiones de Chivilcoy, Carlos Casares y Henderson en la provincia de Buenos Aires, Justiniano Posse y Oncativo en la provincia de Córdoba y Chilecito en la provincia de La Rioja. Las conmemoraciones por el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y el 15 de octubre, Día de la Mujer Rural, también comenzaron ese mismo año.

Lo más trascendente de ese año fue el Primer Encuentro de Mujeres Federadas en Rosario el 25 y 26 de noviembre de 1999. El programa contemplaba disertaciones sobre del rol de la mujer en el gremialismo y FAA, en la empresa familiar agropecuaria y el trabajo productivo de la mujer a través de formas asociativas, entre otras cosas.

El 22 de febrero de 2001 las MFA anunciaban en La Tierra su Segundo Encuentro Nacional en abril en la localidad de Embalse Río Tercero, provincia de Córdoba. En mayo, relataban lo acontecido y la elección del que sería el logo y la bandera de las MFA. Así lo recuerda Susana: “me emocioné mucho cuando Marta [Aicardi], que vos la entrevistaste, estuvo en Roma, junto con el Papa y le llevó la bandera de Mujeres Federadas y le dio la bendición… a mí, realmente, es el día de hoy que me emociona muchísimo porque de un grupo, de un sueño, de unas poquitas mujeres, se llegó a algo nacional, y tan grande: Mujeres de la Tierra, luchando por sus derechos, ver sus banderas flamear a lo largo y ancho del país me llena emoción y de satisfacción.”

En cada encuentro, Susana vivenció los temores propios de lugares y personas desconocidas, pero logró vencer sus propios miedos y el sentir colectivo, así lo relata: “Y ahí nos dábamos cuenta de que estábamos todas unidas por lo mismo, aunque fuera una de una punta del país y la otra de la otra punta, tenía los mismos problemas. (…)Fue muy maravilloso, se tejió como red que perdura en el tiempo y en la distancia.”

Durante el 2003 se propagaron los nuevos grupos de MFA a lo largo de territorio nacional: Catamarca, Jujuy, Mendoza y Bolívar y Bragado en la provincia de Buenos Aires. Además en agosto de ese año, participaron del XVIII Encuentro Nacional de Mujeres, en Rosario. Tres años después, la página dedicada a las MFA de la edición de octubre de 2006, no sólo contó con el saludo por el Día de la Mujer Rural, sino que tuvo una columna que contaba la distinción que había recibido Susana, el premio “Ana del Valle”, otorgado por la Fundación Roberto Rovere al trabajo de las mujeres: “En sus palabras de agradecimiento Olego expresó: ‘En este premio están representadas todas las mujeres agrarias, las mujeres del campo que a lo ancho y largo del país luchan día a día por permanecer en su tierra, nuestra tierra.’”[15]

A pesar de las capacitaciones y encuentros, las luchas no dejaban de ser intensas, relata Susana: “(…) porque el machismo no daba tregua; porque los maridos, muchas veces, aunque a vos te parezca mentira, no dejaban ir a las mujeres a las reuniones.”

Nuevos horizontes para Susana

Norma Susana Olego, además de los cargos en los que se desempeñó y que recuperamos a lo largo del escrito, asistió a muchos congresos y encuentros en representación tanto a las Mujeres Federadas Argentinas, como a Federación Agraria, Federada Salud y Fundación Maiztegui, al igual que su padre.[16] Además, en representación de las MFA, asistió a talleres brindados por diferentes carteras y dependencias estatales, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, la Asociación Argentina Hogar Rural, INTA, entre 1998 y 2007 en distintos rincones del país. Representó a la Federación en la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades entre varones y mujeres en el mundo laboral, dentro del ámbito del Ministerio de Trabajo de la Nación, en el año 2005.

En el año 2007 Susana decidió no seguir con la coordinación. La edición de marzo de 2008 de La Tierra aprovechó para despedirse y se explicaba que su alejamiento se debía a sus nuevas nupcias con un viñatero de Chilecito, La Rioja. Es coincidente, que una vez más, sea difícil para Susana amalgamar la vida pública y privada. Su distancia de la coordinación vuelva a darle el tiempo para dedicarse a la pareja, tal como pasó con el fin de su primer matrimonio. Hoy por hoy Susana se encuentra nuevamente separada, acompañada de sus hijas y nietos/as a la par de cuidar a su madre.

Susana recuerda la etapa que la tuvo como coordinadora de las MFA, como una de las más hermosas de su vida, “porque me sentí realizada, no solamente me sentí realizada cuando tuve a mis hijas, sino también me sentí realizada cuando pude dar cosas de mí que ni sabía que las tenía. (…) me perdí un montón de cosas y a lo mejor [perdí] otra vida para mí, pero me siento satisfecha, muy satisfecha cuando veo que todavía está la bandera de Mujeres Federadas Argentinas.”

Entiende la organización como algo fundamental a la hora de luchar por demandas de su colectivo:“(…) cuando vos tenés una causa y va una mujer a exponer su problema (…) no es lo mismo una que dos mil o tres mil… La unión hace la fuerza”

Reflexiones finales

El medio rural, construido como masculino, donde las labores de las mujeres son vistas como colaboración, libres de cualquier rastro productivo, fue el escenario para que la vida de esta Coordinadora Nacional viera la luz. La biografía de Susana Olego relata la lucha de una mujer por encontrar un espacio en un mundo hecho por y para varones. Explorar muchos de los hitos, sucesos y personas que hicieron que una muchacha de Ramallo se convierta en la referente de las mujeres de la organización gremial agraria más importante de nuestro país, echa luz sobre la importancia de este tipo de metodologías y estrategias para conocer el mundo invisibilizado en el que viven muchas mujeres.

La figura paterna, con destacada participación institucional, introdujo en la esfera pública a una joven para dar sus primeros pasos en el mundo gremial. Las combinaciones de la vida pública y la privada para las mujeres (Pateman, 1996), son difíciles de amalgamar y nos preguntamos si hay lugar para opciones en un mundo donde reina la división sexual del trabajo. Contraer matrimonio produjo consecuencias en aquel incipiente trabajo en la juventud institucional de la FAA; y decidir volver a habitar los espacios que la llamaban para, ahora desde un grupo de mujeres, inaugurar nuevos caminos de acompañamiento y reflexión, también.

Tal como señala James “Aunque es la historia de una sola mujer, no es una historia aislada” (2004: 43) reafirma el protagonismo de una entre tantas mujeres a la par que restituir los testimonios de varias de ellas a la par de la de Susana constituye una reflexión insoslayable para los tiempos históricos que atravesamos.

Ser mujer, ser mujer rural, ser mujer rural en territorios alejados donde el aislamiento se vuelve una problemática, es una imbricación de dimensiones de opresión (Falquet, 2017). Y es por ello que se vuelve casi una obligación, visibilizar esta historia prácticamente desconocida, aquello a lo que Smith (1994) nos invita: “La historia de vida es una herramienta particularmente sensible para abordar individuos, grupos sociales y temas que son frecuentemente invisibilizados desde otras tradiciones epistemológicas (Smith, 1994: 301, en Mallimacci et al, 2007:187)”.

Su historia permitió iluminar algo naturalizado en la perspectiva de estas actoras entrevistadas: construirse como referentes del medio rural hace más de dos décadas atrás, cuando las agendas públicas no contemplaban las cuestiones de género.

Las historias de vida no solo restituyen la voz de un ser individual, sino que es a través de ellas como se pueden recuperar los contextos, las vidas colectivas, las vidas de mujeres desde sus propios puntos de vista. Incluir estos saberes, voces y perspectivas en el medio académico este tipo de metodologías es una manera de construir conocimiento situado, con miras a incluir diferencias territoriales, de clase, y de género que atravesaron las mujeres de nuestra historia.

Referencias

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Notas

[1] Especialista en Educación en Géneros y Sexualidades UNLP, 2021 con dirección de Adriana Indi Valobra.

[2] La autora decidió escribir su nombre todo en minúsculas porque, en sus propias palabras, lo que es más importante en un libro es “la sustancia, no quién soy yo” y así se la respeta cuando se la cita.

[3] Sobre las Madres de Plaza de Mayo, ver Gorini (2006); Busquet (1983).

[4] Para conocer más en profundidad los Encuentros Nacionales de Mujeres ver Alma, A. y Lorenzo, P. (2009).

[5]Para saber acerca de las disputas por el cambio de nombre ver: https://latfem.org/entonces-se-cambio-el-nombre-del-encuentro-o-no/

[6] Para encontrar más información sobre las experiencias piqueteras ver: Auyero (2004); Andújar (2007), Bidaseca, (2003).

[7]El Decreto de Necesidad y Urgencia 297/2020 con fecha 19/3/2020 estableció el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio –ASPO- basado en la declaración de la Organización Mundial de la Salud -OMS- al declarar el 11/3/2020 el brote del nuevo coronavirus como una pandemia. Ver: https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/227042/20200320

[8]“El chacarero es un sujeto típico de la región pampeana argentina del siglo XX, forma parte de una categoría más amplia: productor familiar, más específicamente es un productor familiar capitalizado. La figura del chacarero suele ser asociada al farmer norteamericano. Se caracteriza por combinar la propiedad de la tierra y de los medios de producción y por explotar fuerza de trabajo tanto propia como familiar. Se diferencia del campesino esencialmente por organizar su producción para el mercado y poseer capacidad de acumulación.” (Muzlera, 2019: 45)

[9] Para saber más acerca de la participación de María Robotti de Bulzani, ver DALLA CORTE CABALLERO, Gabriela (2013). María Robotti y el Grito de Alcorta. Testimonios orales, historias vividas y agitación agraria. La Aljaba Segunda época, Volumen XVII, 2013, pp. 75-94. Recuperado de https://repo.unlpam.edu.ar/handle/unlpam/5479

[10] Allí fue también presidente desde 1973 durante 37 años. En el año 2000, fue distinguido con el premio “Onda de Plata” por su labor y dedicación.

[11] El periódico La Tierra, funciona desde la creación misma de la FAA, 1912, como órgano de difusión, además de informar a sus asociados sobre las actividades federadas, funciona como maestro y defensor de intereses de los chacareros, donde expresar inquietudes, ideas y ambiciones era posible (de Arce y Poggi, 2015)

[12]Carlos Saúl Menem fue presidente durante dos periodos consecutivos: 1989-1995, en cuya presidencia se realizó la Reforma Constitucional de 1994, que le permitió volver ser reelecto, ahora por 4 años, a diferencia de los 6 anteriormente vigentes, hasta 1999. Para más información acerca de la década menemista ver: Basualdo, Eduardo (2000), Concentración y Centralización del capital en la Argentina durante la década de los noventa. Buenos Aires, UNQUI.

[13]Tal es el nexo y reconocimiento de FAA y MFA a las MML que en La Tierra se las nombra en diversas oportunidades: en junio y agosto de 2005 se las saluda en conmemoración por los 10 años; en julio de 2006 se relata cómo lograron suspender el desalojo de una familia chacarera; en julio de 2007 el diario titula: “En la localidad bonaerense de Mercedes, FAA apoyó a las integrantes de las MML, enjuiciadas por defender a los pequeños productores”; entre otras.

[14] Comunicación telefónica con Silvina Nuciari, el 21-1-2021, directora de Juventud Agraria de FAA entre 1990 y 1994.

[15] La distinción es otorgada por la Fundación Rosarina de Adultos sin Recursos, institución creada en memoria de Roberto Angel Rovere. En total se entregaron 36 galardones. Fuente: https://archivo.lacapital.com.ar/2006/10/29/mujer/noticia_337720.html. Recuperado de: Informe Semanal 236 - Acopiadores de Córdoba www.acopiadorescba.com

[16]En relación al Dr. Maiztegui, Susana escribió en 1999 un artículo en La Tierra al cumplirse el sexto aniversario de su fallecimiento y una compilación de datos de la fiebre hemorrágica argentina y cómo se participó del campo para trabajar por la vacuna Candid 1 llamada “A la memoria del gran científico argentino Dr. Julio Isidro Maiztegui. La fiebre hemorrágica argentina. El sueño de un visionario”. Archivo personal de Susana Olego.

Received: February 16, 2022; Accepted: June 25, 2022

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