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Revista de historia americana y argentina

On-line version ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.46 no.2 Mendoza June 2011

 

CRÍTICA BIBLIOGRÁFICA

Barrio de Villanueva, Patricia (directora); Rodríguez Vázquez, Florencia; Alonso Camacho, Omar; Cantarelli, Andrea; Hirschegger, Ivana y Tello, José Luis. Crisis y transformaciones en la vitivinicultura mendocina, 1890-1955. Mendoza: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. 2010, 203 pp., ISBN: 978-98705-8464-3.

 

Laura Ortega

INCIHUSA-CONICET

El presente libro reúne trabajos realizados en el marco de proyectos de investigación interdisciplinarios, financiados por la Universidad Nacional de Cuyo y el CONICET. Los mismos constituyen un aporte a la prolífica historiografía sobre la región vitivinícola argentina. Respecto de este tema, sus autores reconocen la deuda intelectual que tienen con Rodolfo Richard-Jorba.

En el primer capítulo, José Luis Tello, dedicado a temas político-institucionales, indaga -a manera de marco histórico introductorio- el paso de los gobiernos llamados oligárquicos al lencinismo en la provincia, para lo cual retoma algunos estudios clásicos de la historiografía política argentina. Hubiera sido interesante, de acuerdo con su propósito, un mayor diálogo con fuentes locales periódicas.

Luego, la geógrafa Andrea Cantarelli aborda los circuitos comerciales del vino producido en el oasis Sur de la provincia de Mendoza. El espacio estudio es relevante porque al final del periodo analizado (1914), un año crítico para la economía provincial, concentraba el 18 % de la superficie de viñedos de Mendoza; no obstante haberse incorporado al modelo vitivinícola tardíamente respecto de la Zona núcleo de difusión de la vitivinicultura mendocina moderna (Richard-Jorba, 1998), ubicada en el oasis Norte. El texto se organiza en dos momentos, antes y después de la llegada del ferrocarril a San Rafael en 1903, precisamente otro año de crisis económica, puesto que este acontecimiento marcó un cambio sin precedentes para la agroindustria micro-regional al permitir el rápido acceso de la bebida a los mercados consumidores. Sin embargo, la exploración de la etapa anterior a 1903 revela que, pese a las dificultades de transporte, se habían fundado bodegas e, incluso, realizado envíos de vino fuera de la provincia de Mendoza. De todos modos, fue a partir de ese año cuando la vitivinicultura sanrafaelina se consolidó, aún más luego a partir del trazado de los circuitos internos en el oasis y dos nuevas vías ferroviarias unieron el Sur mendocino con el Este argentino. De esta manera, la autora retoma dos cuestiones claves: por un lado, ofrece un ejemplo, a través de un acercamiento preciso, de cómo la articulación de redes y caminos es determinante para el despegue de un sector económico; por el otro, cómo los períodos críticos de una economía regional no afectan a todos los subsectores ni subregiones por igual. Resulta interesante destacar, por último, que Cantarelli presenta cartas, cuadros y gráficos que enriquecen el texto.

El siguiente capítulo es, en rigor, un breve análisis para introducirnos en la lectura de tres importantes fuentes publicadas originariamente en 1914, y que aparecen reproducidas en el apéndice del libro. Su autora, Patricia Barrio, explica los comienzos de una nueva crisis del sector a partir de 1913 (crisis que se originó en los acontecimientos internacionales), y cómo esta situación generó entre los actores especializados (grandes bodegueros y viñateros, el Estado y los técnicos) un profundo debate sobre cuáles eran las deficiencias de la vitivinicultura argentina y cuál debía ser el camino a tomar.

Por su parte, Omar Alonso Camacho reconstruye, en el capítulo IV, el cooperativismo agrícola y agroindustrial de la provincia de Mendoza entre 1913 y 1919, tema que escasamente había sido estudiado para el caso mendocino y que, en general, ha sido abordado por la historiografía agraria tomando como base temporal la década de 1930. Al respecto, destaca que hasta 1926 no hubo en la Argentina una ley de cooperativas y se detiene en los problemas que generó este vacío. Por eso, durante el período estudiado, y como consecuencia de un enmarque legal no adecuado, se pudo denominar cooperativa a asociaciones que no cumplían con sus condiciones, tales como"que las acciones fuesen nominativas..., que el socio tuviera libertad para salirse de la sociedad y que no poseyera más que un voto". No obstante esta deficiencia y el hecho de que la mayoría de las"cooperativas" no tuvo una larga existencia, el autor destaca la circulación de estas ideas ¿casualmente? en el contexto de crisis económica, y el rol operado por importantes actores especializados como Leopoldo Suárez y Arminio Galanti, y también por la Liga Social Argentina que envió a Mendoza al ingeniero José Serralunga Longhi para promover este tipo de asociaciones. Sería interesante, para futuros abordajes, que el autor analizara si estas cooperativas, u otras que se formarían posteriormente, se vincularon sólo por una adversidad económica, o bien, si protagonizaron alianzas específicas en función de sus reivindicaciones sectoriales, la capacitación técnica y/o la formación cultural.

Otra cuestión que ha sido escasamente explorada en los estudios sobre la historia de la vitivinicultura mendocina es la de la producción de conocimiento técnico. Florencia Rodríguez Vázquez lo aborda en la figura del enólogo Luis Noussan y su contribución a la agroindustria mendocina durante 1915 y 1920, transcribiendo en el apéndice documental tres artículos que el especialista escribiera durante el período señalado, como resultado de investigaciones realizadas desde años anteriores. Para comprender la importancia de estos aportes, la autora describe en forma sintética pero ajustada el proceso de formación del conocimiento científico vitivinícola generado en dos organismos nacionales: la Escuela Nacional de Vitivinicultura y en la Estación Enológica: proceso que estaba enlazado con las necesidades de los productores y con la búsqueda de ciertos parámetros básicos de calidad y estabilidad de tipos de vinos. En ese marco de desafíos e interrogantes se entienden los aportes realizados, ente caso, por Luis Noussan quien fue un recurso humano formado en Mendoza (en la escuela mencionada), y luego becado por el gobierno provincial para continuar sus estudios en Francia. De esta manera, la investigación de Rodríguez Vázquez tiende a desmontar una versión que desvaloriza el interés por la generación de conocimiento técnico con base local. Si bien la autora rescata que este es un caso de estudio puntual, valioso sería también que en futuros abordajes profundizara el análisis de la relación entre estos centros de generación y difusión de conocimientos y el sector productivo, con miras a una comprensión integral del proceso.

Por último, Ivana Hirschegger incursiona en una problemática prácticamente sin antecedentes en la historiografía mendocina: las políticas de ordenamiento y fomento de la producción vitivinícola durante el primer peronismo. Por medio de una profusa información, la autora presenta un cuadro evolutivo de la relación entre el Estado y la actividad mendocina. Así la falta de vino para un mercado interno en expansión hizo que el gobierno impulsara la expansión de la actividad aunque dicho fenómeno no se visualizara en lo inmediato. Asimismo, la decisión de evitar el aumento del precio del vino produjo -en un contexto inflacionario- el cierre de bodegas que producían vino de traslado y la consecuente concentración productiva. Para compensar ese fenómeno, el Estado apoyó a los pequeños productores (a través de la implementación del seguro agrícola, los préstamos y el fomento del cooperativismo), actitud que se afianzó con la compra por parte del estado provincial de la empresa Bodegas y Viñedos Giol en 1954, un año antes del derrocamiento de Perón. De esta manera, el capítulo de Hirschegger abre un espacio para el estudio de la vitivinicultura durante el peronismo.

En definitiva, los capítulos y anexos documentales que integran este libro abordan, desde diversas perspectivas, cómo los actores (empresarios, agricultores, académicos) articulan estrategias y formulan diversos discursos para superar momentos críticos de la economía: conforman alianzas sectoriales, solicitan una mayor intervención estatal y/o proponen cambios técnicos claves para el subsector agroindustrial. Algunos de los abordajes presentados retoman, además, la compleja relación de los productores, con mayor y menor poder presión, con el Estado. Por otro lado, el amplio recorte temporal operado permite anticipar ciertos puntos de contacto en los fundamentos y estrategias que movilizaban a los actores, aunque en este aspecto, también resultaría enriquecedor que los autores profundizaran su estudio para llegar a explicaciones de largo plazo.

Para finalizar, quisiéramos destacar dos aspectos más de este libro: el primero es que, debido a que la mayoría de los temas abordados son novedosos, hay en los trabajos una fuerte base empírica; lo segundo es la excelente calidad del diseño del libro realizado por Susana Farías y Remedios Marín, del MAGRAF, CCT-Mendoza.

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