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Revista de historia americana y argentina

versão On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.48 no.1 Mendoza jun. 2013

 

ARTÍCULOS DE HISTORIA ARGENTINA

Elementos de tensión en la planificación del desarrollo hidroeléctirco en Norpatagonia (1911-1961)

 

Alfredo Azcoitiaa y Paula Núñezb

Universidad Nacional de Río Negro. aazcoitia@unrn.edu.ar
CONICET - Universidad Nacional de Río Negro. paula.paulagabrielanu@gmail.com

Recibido 12-III-2013
Aceptado 01-IV-2013

 


RESUMEN

Las discusiones sobre el desarrollo de la Norpatagonia se remontan a la incorporación de estos territorios al Estado Nación a través de su ocupación militar, iniciada a fines del siglo XIX. De allí el Estado Nacional dispuso la incorporación de los recursos disponibles en este espacio como uno de los ejes de desarrollo del país, sin mayor referencia a cómo materializarlo.
La idea de que los recursos patagónicos debían estar al servicio de la Nación es una imagen que recorre la historia de esta región, desde las posibles producciones de los valles fértiles, al petróleo, la minería, el ganado lanar de explotación extensiva, o el aprovechamiento de la fuerza de sus ríos, la Patagonia ha sido descripta privilegiando los recursos naturales sobre los humanos.
En el siguiente artículo mostraremos de qué forma estos supuestos se reactualizan en torno a los debates sobre el establecimiento de centrales hidroeléctricas en la norpatagonia, desde los principales antecedentes en el proyecto de Bailey Willis hasta la propuesta que efectivamente se materializa, gestada en el marco del desarrollismo de los años '60.

Palabras clave: Norpatagonia; Desarrollo; Energía Hidroeléctrica; Centralismo; Prensa.

ABSTRACT

The argues about North Patagonian development date back to the incorporation of these territories to National State, through the military occupation started at the end of XIX Century. From this, the national state set out the incorporation of the resources available in the region as one of the axis of national development, without a clear clue about the realization of the idea.
The Patagonian resources at the service of Nation is a repeating image in the history of the region, since the valleys production, the petroleum, the mining, the sheep breading, or the harnessing of the power of its rivers, the Patagonia has been described privileging natural resources over the human ones.
In this article we show haw this supposes are updated around the debate about the building of hydroelectric centrals in North Patagonian, from the background, in Bailey Willis's project, to the plan that became real, designed in the frame of the "desarrollismo" at '60s years.

Keywords: Norpatagonia; Development; Hydropower; Centralism; Press.

 

INTRODUCCIÓN

Este trabajo se inscribe en la larga serie de investigaciones sobre desarrollos regionales en la Argentina, con el objetivo de complejizar la comprensión de los procesos nacionales. Dentro de esta línea, el artículo se focaliza en el proceso norpatagónico, por ello, la mayor parte de los antecedentes remiten a estudios relativos a las primeras décadas del período territoriano1 o que indagan en las tensiones que rodearon a la provincialización2. En el presente escrito buscamos trascender estos quiebres siguiendo una perspectiva que se origina en el período territoriano y avanza para concretarse en un escenario provincial. De allí que el trabajo de Bandieri y Blanco (2012), que unifica a la región desde las expectativas generadas por las obras hidroeléctricas en la norpatagonia, sea un antecedente directo en relación a esta temática, que en las páginas que siguen avanzará evidenciando múltiples agencias e intereses sobre y dentro del espacio norpatagónico, a partir de considerar la pluralidad de voces que emergen desde uno de los medios de prensa más significativos para la región, el diario Río Negro.
Las discusiones sobre el desarrollo de la Norpatagonia se remontan a la incorporación misma de estos territorios a la órbita del Estado Nación, a través de la ocupación militar de la región iniciada a fines del siglo XIX, en el proceso conocido como campaña del desierto. La Patagonia, durante este período, representó una frontera a la civilización que se buscaba promover desde la Argentina que se estaba gestando3. Ya afianzado el proceso de colonización, a partir del desmantelamiento de las poblaciones preexistentes, desde el Estado Nacional se planteó la incorporación de los recursos disponibles en este espacio como uno de los ejes de desarrollo del país, sin mayor referencia como podría materializarlo.
La idea de que los recursos patagónicos debían estar al servicio de la Nación es una imagen que recorre la historia de la región que nos ocupa, desde las posibles producciones de los valles fértiles, al petróleo, la minería, el ganado lanar de explotación extensiva, y el aprovechamiento de la fuerza de sus ríos, la Patagonia ha sido recurrentemente descripta privilegiando los recursos naturales sobre los humanos4.
En el siguiente artículo mostraremos de qué forma estos supuestos se reactualizan en torno a uno de los debates más estructurantes de la territorialización de la región patagónica como fue el correspondiente al establecimiento de centrales hidroeléctricas en la región, desde las primeras planificaciones de principio del siglo XX, gestadas desde el Ministerio de Obras Públicas, dirigido por Exequiel Ramos Mexía, y elaborado por el geólogo norteamericano Bailey Willis, en el emblemático libro El norte de la patagonia, editado en 1914. Desde esta obra, la idea de aprovechar la energía de los ríos aparece como una referencia constante, que se efectiviza en la elaboración de un plan de obras en el espacio redefinido en términos de región Comahue, en el marco de las propuestas industrialistas del desarrollismo de principios de la década del '60.
Tanto las primeras décadas del siglo XX, como la década del '60, presentan debates en torno al modelo de desarrollo que se iluminan desde la revisión del modo de considerar la Patagonia. En el primer período a instancias de los reformistas liberales5, en los años '60, como resultado de un cambio de jurisdicciones, que otorgó al espacio el carácter de provincia, con la autonomía política que ello implica, en un contexto donde el gobierno de Arturo Frondizi buscaba implementar el modelo desarrollista, para el cual necesitaba asegurarse la producción energética necesaria. En esta década, la convergencia de procesos constituyó un campo fértil de debates sobre el rumbo económico que debería seguir nuestro país y el rol que cada región debía desempeñar en él. En el marco de la estrategia desarrollista la Norpatagonia vuelve a ser valorada en tanto productora energética, marcado una continuidad con la imagen elaborada a principios de siglo, pero con referencia a nuevos actores y agencias
En esta línea, el artículo busca problematizar las representaciones elaboradas sobre el territorio, tomando en cuenta los documentos específicos de la planificación, y contrastando las imágenes sobre el territorio con los debates que durante los años sesenta se exponen en el diario Río Negro, un medio de prensa de presencia en la localidad de General Roca en forma ininterrumpida desde 1912, que en esta década del '60 se amplía en su temática, adoptando una perspectiva provincial y regional.
El proyecto de los '60, visto en términos de continuidad con los planteos de la década del '10, permite problematizar los actores y las agencias que se reconocen como parte del desarrollo que se busca establecer.

DE LA HULLA BLANCA A LA EXPLOTACIÓN HIDROELÉCTRICA EN NORPATAGONIA

Desde las primeras décadas del siglo XX los ríos norpatagónicos fueron reconocidos como potenciales bases de establecimientos hidroeléctricos. El estudio emblemático que reconoce este potencial fue el encargado en 1911 por el ministro Exequiel Ramos Mexía6 al geólogo norteamericano Bailey Willis, quien dirigió la Comisión de Estudios Hidrológicos entre 1911 y 1914, entidad encargada de reconocer las vías de agua necesarias para el trazado del ferrocarril, el diseño de las obras de riego para los incipientes espacios frutihortícolas, y el planteo de obras hidroeléctricas para aprovechar la energía de los ríos de la región. El objetivo de estos estudios era dar el marco de conocimientos necesario como para materializar la ley 5559 de fomento de los Territorios Nacionales, sancionada en 19087.
El objetivo de esta ley era construir ferrocarriles estatales y colonizar tierras fiscales, pero en la mirada de Ramos Mexía, y en la experiencia de Bailey Willis, el proceso del desarrollo del oeste norteamericano aparecía como modelo de lo que potencialmente se podía hacer en la Patagonia. El desarrollo que se proponía desde este proyecto buscaba instalar una base material que permitiera afianzar una estructura productiva de pequeña escala, limitante de grandes intereses privados8. El modelo que Willis y Mexía buscaban establecer implicaba una estructura de vías de comunicación que sirviera para el desarrollo en la región y no sólo para la extracción de materias primas. Como centro estratégico de la propuesta se contaba el aprovechamiento hidroeléctrico del río Limay, en las nacientes del mismo. La idea era proveer de energía a una gran ciudad industrial emplazada en las márgenes este del lago Nahuel Huapi.
Willis también promovía la concreción de un Parque Nacional en la región oeste del lago, como una estrategia de cuidado de la cuenca que debía alimentar el río9, entendiendo que la pequeña villa de San Carlos de Bariloche podría transformarse en un enclave turístico de una región de amplia diversidad productiva.
Los proyectos asumían como punto de partida la necesidad de potenciar los recursos disponibles en la región para el logro del desarrollo económico norpatagónico en una clave que los ponían en tensión con el planteo del desarrollo en el resto del país. De hecho, las más importantes trabas a la realización del proyecto vinieron de los senadores, que limitaban el acceso a los recursos necesarios, argumentando sobre las necesidades de las provincias que se desatendían y propiciados por los ferrocarriles ingleses que criticaban que el Estado nacional se encargara de realizar vías férreas10.
En 1915, con una creciente oposición, el proyecto se desmantela y quedando sólo las publicación de partes de los estudios. La idea de desarrollar la Patagonia en clave de autonomía se desdibuja cada vez más ante la intervención progresivamente centralista realizada por el Estado Nacional11.
La falta de continuidad de estos proyectos se reconoce en una emblemática obra de 1935, La Patagonia y sus problemas, de José María Sarobe. Esta publicación está prologada por el propio Ramos Mexía, y presenta a la Patagonia como el escenario de un desarrollo alternativo. Sarobe plantea la necesidad de romper con la lógica terrateniente agropecuaria que históricamente se desplegó en la Argentina, sobre todo en referencia a la Pampa húmeda. El cambio que entiende para la Patagonia tiene que ver, justamente, con la industrialización.
Ahora bien, al igual que en el proyecto de Bailey Willis, Sarobe entiende que las represas hidroeléctricas deben situarse al pie de la cordillera, vinculadas a la producción ganadera que, a partir de esta energía reconvertirán la zona en un espacio industrial. En sus propias palabras:

[…] las mil quinientas leguas cuadradas de riquísimas praderas que contienen los valles argentinos de los andes serán, no hay que dudarlo, el asiento de la provincia más rica y poderosa de nuestro país, el día en que el tren pesado corriendo a 80 km por hora hasta el puerto atlántico más inmediato, con el mínimum de flete, traiga a nuestros grandes centros los productos industrializados por la hulla blanca que corre por doquier en aquel país de ensueño12.

La mirada de Sarobe, como síntesis de los proyectos hasta esa fecha, reitera la idea de partir de un desarrollo local que permita interpelar la lógica de crecimiento del país como conjunto. Al igual que sus antecesores, estas ideas quedaron en el imaginario de la población patagónica, aunque muy alejadas de las políticas que efectivamente se llevaron adelante.
Sin embargo, estos antecedentes sirven para comprender los marcos desde los que se debatirá en torno al crecimiento hidroeléctrico en la Norpatagonia, discusión que comienza a plantearse con mayor intensidad desde mediados del siglo XX debido a los cambios operados en la matriz productiva de nuestro país a lo largo de las décadas del treinta y cuarenta. La caída de la bolsa de Wall Street evidenció el inicio del derrumbe económico mundial, el cual generó nuevas condiciones para el crecimiento industrial de las economías periféricas. En este nuevo contexto se fue construyendo en forma progresiva un Estado Nacional interventor, que comenzó siendo una respuesta ante la crítica coyuntura internacional para transformarse luego, durante la década del cuarenta, en un elemento estructurante de la vida económica al incorporar la gestión de empresas y una indelegable función planificadora. Durante esos años se produjo una densificación de los sentidos acerca del desarrollo de la Patagonia y del rol que le cabría en el desarrollo de la economía nacional13. En este marco el presidente Juan Domingo Perón retomó la idea de aprovechar la fuerza hídrica de los ríos de la norpatagonia para la generación de la energía eléctrica que demandaba el crecimiento industrial propuesto para el país. Ya en el año 1945 se había establecido por vez primera, en forma orgánica y sistemática, la potencialidad de los recursos hídricos norpatagónicos, tanto en torno a la regulación de crecidas, como a su aprovechamiento intensivo para el riego y, fundamentalmente, en cuanto a su capacidad de generación de energía14. El proceso de nacionalizaciones implementadas por el
peronismo permitió el surgimiento de nuevas empresas estatales a través de las cuales se encauzó la inversión pública, así nació la Empresa Nacional de Energía que en poco tiempo tuvo a su cargo la construcción de treinta y siete plantas hidroeléctricas15. En el caso de la Norpatagonia se contabilizaron para 1950, entre las obras efectivamente iniciadas y las proyectadas, unas doce centrales hidroeléctricas pensadas para aprovechar la fuerza hídrica existente en los Territorios Nacionales de Neuquén y Río Negro16.
La caracterización de la Patagonia durante esos años no varió demasiado, existiendo una continuidad entre los diagnósticos sobre su desarrollo que iniciaron a principios del siglo XX con los liberales reformistas, pasando luego a los aportes de Sarobe y llegando finalmente hasta los años del peronismo. La Patagonia siguió representándose como un espacio con gran potencial gracias a sus recursos naturales pero a la vez desierto, por la escasez de población y de capitales, perviviendo así la idea de una nacionalización fallida17. Estas representaciones se plasmaron en el proyecto de la Comisión Nacional de Fomento para la Patagonia, de 1946, en la necesidad de conquistar económicamente la Patagonia para la nación. Retomando las ideas de Willis y Sarobe, plantea la necesidad de lograr la industrialización natural de la Patagonia, es decir, el emplazamiento de industrias que aprovechen la materia prima disponibles en la región. Partes de este proyecto se incluyeron en el Primer Plan Quinquenal (1947-1951) que estableció objetivos ambiciosos y simultáneamente vagos, entre ellos la transformación de la estructura económico-social por la expansión industrial18. Con arreglo a este objetivo estableció una zonificación funcional asignándole a la Patagonia el rol de fábrica de energía para la industrialización de las regiones centrales del país19. Este plan partía de la estimación de que

[…] el desenvolvimiento de nuestra economía estaba supeditado a la racional utilización de los recursos energéticos aún inexplorados y, en particular, de los hidráulicos…elemento básico del plan nacional de electrificación20.

En el Segundo Plan Quinquenal, de 1952, se retoman y amplían algunos de estos objetivos basados en representaciones de la Patagonia como desierto infrapoblado y como repositorio de recursos naturales para la nación21. En La Hidráulica en el 2º Plan Quinquenal se informa que durante el quinquenio 1953 y 1957 se iniciarían las construcciones de la Segunda Angostura en el Río Limay y Huelches en el Río Colorado.
El Segundo Plan Quinquenal conserva los estereotipos decimonónico sobre la Patagonia, el desierto de civilización dio paso al desierto de desarrollo y una vez más será el Estado Nacional el único facultado para encarar la empresa redentora. Navarro Floria advierte que en el proceso de construcción de los planes llama la atención la diversidad de actores y de niveles de formulación que participan, sin embargo quedaron sometidos al carácter centralizador y verticalista del esquema de gobierno peronista22. Esta concepción se expresa abiertamente en La energía eléctrica en el segundo plan quinquenal cuando afirma al referirse a la energía hidroeléctrica:

[…] hay que reconocerle a Perón el de ser el Gran Organizador del país y establece que la producción hidroeléctrica será desarrollada a fin de satisfacer…las necesidades de los actuales centros de consumo según su importancia económica, social y de defensa nacional23.

En 1954 la empresa estatal Agua y Energía Eléctrica comenzó decididamente los estudios sobre el embalse del Limay, realizándose tareas topográficas y geológicas para el anteproyecto básico, interrumpido por el golpe militar de 195524.
Tras la caída de Perón, la proyección del desarrollo hidroeléctrico en Patagonia se vio sometida a grandes peripecias. Entre los años 1956 y 1957 la dictadura del general Pedro Eugenio Aramburu planteó la necesidad de materializar el proyecto del Chocón como forma de resolver la carencia energética que afectaba al Gran Buenos Aires, sin embargo optó por la construcción de la Central Buenos Aires25. La llegada de Arturo Frondizi a la presidencia propició, en un comienzo, la elaboración de políticas
económicas basadas en los principios desarrollistas. Esta concepción planteaba que la industrialización era el camino para romper la dependencia económica y que la inversión extranjera sería el medio para conseguirla, resolviendo el estrangulamiento histórico de la balanza de pagos sustituyendo importaciones claves26. Los desarrollistas defendían sus políticas de aquellos que criticaban el aumento de la injerencia del capital extranjero en la economía local afirmando que su programa era nacionalista en los fines y no en los medios. El diagnóstico del que partían sus ideólogos, con Rogelio Frigerio a la cabeza, era que el éxito del proceso de industrialización requeriría de ingentes recursos que sólo la inversión extranjera directa estaba en condiciones de proveer ante el insuficiente27 ahorro nacional. Sin embargo, para que el capital extranjero cumpliera la función liberadora pretendida por el gobierno de Frondizi, era indispensable contar con un Estado fuerte, con capacidad de fijar prioridades en función de las actividades que debían desarrollarse; de direccionar el flujo de capitales extranjeros y de lograr sus metas económicas en forma acelerada antes de que se licuara su exiguo capital político, es decir que debía aplicar su política económica a marcha forzada28.
A pesar de que el frondizismo fracasó en su intento de articular una alianza social sólida que le permitiera sostener y concretar su programa económico, logró conservar el rol planificador del Estado, consolidado durante los años del gobierno peronista. Es importante señalar que en las décadas del cincuenta, sesenta y parte del setenta la confianza en el progreso y en la capacidad de las políticas públicas para lograrlo recorrió casi todo el espectro ideológico29. Esta suerte de consenso sobre el rol del Estado como actor indispensable para lograr el desarrollo constituye, como ya hemos visto, un tema sensible para la región norpatagónica teniendo en cuenta que la imagen de la Patagonia-energía30 construida durante el siglo XX, y de la cual el gobierno de Arturo Frondizi fue un gran impulsor, constituyó uno de los principales ejes sobre los que se proyectaron las políticas de desarrollo impulsadas por el Estado nacional.

Conscientes de que el déficit energético constituía la espada de Damocles de cualquier proyecto industrialista, el ala desarrollista del gobierno de Frondizi concebía la concreción del proyecto del Chocón como una pieza vital de su programa. Hacia 1957 el sector energético se basaba fundamentalmente en la combustión de derivados del petróleo, mineral que se consumía 14 millones de m3 anuales y se extraían localmente menos de 4 millones31. La batalla por el petróleo impulsada por Frondizi, que tuvo como objetivo lograr el autoabastecimiento liberando así divisas para la importación de insumos claves para la industrialización, requería entre otras medidas diversificar la matriz energética, la cual dependía en un 90% de las centrales termoeléctricas32. En este contexto los proyectos de la represa hidroeléctrica del Chocón y la de Salto Grande se establecieron como obras estratégicas para la sustentabilidad del plan económico.
En el caso de las obras del Chocón, su relevancia llevó a que formara parte del temario en la agenda bilateral durante las visitas de Arturo Frondizi a los presidentes estadounidenses Dwight Eisenhower, en 1958, y John Fitzgerald Kennedy, a fines del año 1961. Sin embargo este proyecto se vio condicionado por las circunstancias políticas que atravesaba el país, la presidencia de Frondizi estuvo sometida a fuertes presiones, tanto empresariales, militares como sindicales, que fueron modificando algunas sus políticas económicas. En este sentido, un claro ejemplo de cambios que afectaron a este tipo de obras fue el nombramiento como ministro de Economía y de Trabajo del ingeniero Álvaro Alsogaray en junio de 1959. La llegada a la cartera de economía de un conspicuo integrante del liberalismo vernáculo se produjo en el contexto de un Plan de Estabilización lanzado por el gobierno ya a fines del año 1958, que abrió paso a una etapa en la política económica signada por la estabilización monetaria y el saneamiento financiero. En lo referente a los proyectos vinculados a la norpatagonia, el nuevo equipo económico combatió el proyecto de Sierra Grande y no hizo ningún esfuerzo en favor de concretar la represa del Chocón33.
En el prólogo del libro de Rogelio Frigerio Las cuatro etapas, Arnaldo Musich afirma que la renuncia de Álvaro Alsogaray, en abril de 1961, permitió restablecer las prioridades económicas originales y dar nuevo impulso al desarrollo en todos los sectores claves34. El alejamiento del ministro generó las condiciones para desarrollar las iniciativas en torno a uno de los principales proyectos hidroeléctricos planteados sobre el río
Limay, el complejo que finalmente se conoció como Chocón- Cerros Colorados.
Con el objetivo de evaluar e impulsar dicha obra se creó en 1960, desde el Senado de la Nación, la Comisión Especial para el Estudio del Desarrollo de las zonas de influencia de los río Limay, Neuquén y Negro, por iniciativa del senador rionegrino José María Guido, quien a la postre acabó presidiéndola. La misma tendría como función evaluar la factibilidad de la construcción de la represa del Chocón, para ello encargaría una serie de investigaciones sobre el desarrollo regional a dos consultoras extranjeras, la italiana Italconsult y la francesa Sofrelec. Afirma Edgardo Cardone, en su libro sobre la vida política de José María Guido, que la necesidad de recurrir al crédito externo para financiar las obras imponía como condición la realización de estudios de factibilidad económica y financiera con consultaras acreditadas internacionalmente35. Durante el mes de julio de 1961 se realizó en la ciudad rionegrina de Cipolletti un seminario tendiente a informar y discutir los resultados presentados por las consultoras privadas, contratadas por el Senado para realizar la mencionada evaluación técnica. Este foro se transformó en una arena de disputas discursivas donde se condensaron distintas argumentaciones en torno al perfil productivo de la región, a los actores sociales legitimados para la toma de decisiones; al vínculo que debía establecerse entre la región y la Nación, y con ello a los modelos de desarrollo en juego.
A diferencia de los proyectos de principios de siglo, la propuesta de los '60 se despliega en un escenario de provincias constituidas, que proyectan la pregunta por el desarrollo hacia el modo en que buscan configurar un espacio que recientemente había adquirido la autonomía política.36

SUJETOS, AGENCIAS Y ARGUMENTOS

La mayor parte de los discursos que analizaremos sobre el alcance y direccionalidad de las obras del Chocón, fueron publicados por el diario Río Negro, periódico cuyo sentido rector desde su fundación fue la de convertirse en una voz influyente en la opinión pública del Alto Valle en general y de la ciudad de General Roca en particular37. Lejos de abordarlo, entonces, como mero soporte de las opiniones de los distintos protagonistas, el diario debe ser incluido como otro de los actores políticos de peso en la región. En este sentido desde su aparición en 1912 en:

[…] el horizonte de expectativas del Río Negro se advertía la creciente pretensión de erigirse como periódico independiente, que operaría como actor político, convirtiéndose en mediador entre los habitantes y los poderes públicos, vehiculizando sus demandas pero a la vez ejerciendo el permanente contralor de estos últimos38.

En torno a las discusiones sobre el alcance del proyecto de la represa del Chocón personas e instituciones se confunden en las argumentaciones que se suceden a lo largo de la geografía del diario. Comenzaremos analizando el discurso de las consultoras internacionales por ser sus definiciones técnicas sobre el potencial del desarrollo hidroeléctrico de los ríos de la región Comahue las que impulsaron la convocatoria del seminario realizado en Cipolletti. Resulta interesante observar que en el informe técnico entregado por las consultoras se plantea, en primer lugar, que la región de estepa que recorren los ríos […] ha sido una de las zonas a las que menos alcanzó el desarrollo de la nación […] y en segundo, que la infraestructura destinada al riego sería la base del desarrollo que debía llevarse adelante […] sin descuidar empero las posibilidades hidroeléctricas dentro de los límites de la conveniencia económica y de las perspectivas del mercado energético39; es decir que la demanda insatisfecha del modelo industrial se empalma con un potencial desarrollo de la región expresado en términos de deseo. En el informe se cruza la capacidad del desarrollo energético con un complejo análisis sobre una vasta región que se descubre con enormes diferencias en torno a su desarrollo en el espacio de las nacientes del río hasta su desembocadura, reconociéndose en la zona central el principal espacio de falencias. La potencialidad de un tipo de desarrollo posible para la región Comahue informado por estas consultoras, dio lugar en 1962 al estudio técnico de la obra del Chocón- Cerros Colorados, que a pedido del Senado focalizó su atención en la explotación hidroeléctrica y transmisión de la energía a Buenos Aires. El peso que la comisión del Senado le otorgó a la palabra de las consultoras se puso de relieve en el discurso pronunciado en la cámara por José María Guido al presentar el proyecto de formación de esta comisión especial, en esa oportunidad el senador rionegrino afirmó que […] la realidad económica y financiera del mundo actual nos demuestra que no se puede plantear una financiación de gran aliento sino en base a estudios serios40.
Durante el año 1961 puedo leerse en las páginas del diario Río Negro a los representantes de estas consultoras sosteniendo que El problema de Buenos Aires no puede ser ignorado, parte de lo cual dio seguridades en el sentido que las necesidades de Río Negro y Neuquén serían contempladas41 fundiendo así las posibilidades de lograr el financiamiento para la construcción de la represa al abastecimiento de la demanda energética del cordón industrial de la provincia de Buenos Aires. Esta voz se confunde con la de los representantes del Estado nacional y la de los potenciales financistas, retomando la imagen de la Patagonia como espacio de recursos naturales, centrando sus análisis en la potencialidad de la región como proveedora de energía hidroeléctrica. Es necesario recodar que desde la concepción desarrollista la industrialización se lograría principalmente a través de la explotación de petróleo, hierro y energía, y de la inversión extranjera como motor; en las discusiones sobre la represa del Chocón todos estos elementos se despliegan sobre el espacio norpatagónico. Desde esta concepción el aprovechamiento para la región de sus recursos hídricos descansa exclusivamente en el extraordinario sistema de irrigación asociado y en el control de su caudal, lo que permite inferir que las ventajas del proyecto para la norpatagonia se piensan en función del fortalecimiento de la primarización de la economía del Alto Valle a través de la extensión del sistema de riego, a la vez que se envía la energía eléctrica a las industrias y hogares de la capital y el gran Buenos Aires. Reforzando de esta manera una tendencia a la concentración poblacional ya presente durante el modelo primario exportador y que se fortaleció al calor del proceso sustitutivo de importaciones42.
No sólo el Senado y las consultoras fueron partícipes de estas discusiones, en el ámbito regional se sumaron también las voces, amplificadas por la circulación que les posibilita el diario, de las autoridades provinciales y de algunos de sus actores económicos más relevantes, que se hicieron oír planteando su postura e introduciendo matices en torno a los modelos de desarrollo en juego. Vale destacar que si bien los estudios solicitados involucraban a cinco provincias, al observar el río Colorado, las
principales propuestas abordadas por el diario se focalizaron en el río Limay, dejando al espacio comprendido por las provincias de Río Negro y Neuquén como protagonista indiscutibles del debate.
Sin embargo el diario estableció una clara distinción en la forma en que cada una de estas jurisdicciones político-institucionales comprendió el proyecto, lo que brinda indicios sobre las diferencias en la articulación política de cada uno de estos espacios jurisdiccionales. En el caso de la provincia de Neuquén la imagen que se desprende de los debates publicados en el Río Negro presenta un espacio especialmente dedicado a la construcción y consolidación de una identidad provincial. Lejos de buscar compartir una represa biprovincial, las voces de los técnicos del gobierno neuquino, como el Ministro de Asuntos Agrarios y el director de hidráulica del gobierno neuquino, aparecen solicitando la construcción de la represa sobre el río Neuquén y no sobre el Limay. La fundamentación de esta propuesta se basa principalmente en que si bien se produciría la mitad de k/h (1000 contra 2000) la obra emplazada en el Neuquén permitiría regar 150.000 hectáreas en la provincia de Río Negro y unas 60.000 en la provincia de Neuquén, contra una cantidad que sin precisar sólo define como ínfima asociada al potencial sistema de riego sobre el río Limay43. Desde esta argumentación no se discute la obra o el destino de la energía, sino que la necesidad local se recorta afianzando el carácter primario de la producción, sin mayores referencias al establecimiento de industrias posibles o avances urbanos que pudieran eslabonarse con la construcción de la represa. Mario Arias Bucciarelli afirma que en el caso de la provincia de Neuquén la definición de un perfil energético exportador y su eventual articulación con el modelo de acumulación nacional ya aparece plasmada en su texto constitucional44.
Es fundamental tener presente los sitios proyectados para la realización de estas obras, esto nos permitirá comprender mejor algunos de los argumentos esgrimidos. La obra de Cerros Colorados se encuentra prácticamente en el corazón de la zona productiva valletana, muy cerca de las chacras afectadas a la localidad de Centenario, aledaña a la ciudad de Neuquén. La obra del Chocón se ubica a más de 100 kilómetros, en una región casi deshabitada que comprende a ambas provincias.
La Federación de Productores de Río Negro y Neuquén fue otra de las voces que formaron parte del debate sobre el Chocón. El carácter biprovincial de la institución se explica en que las actividades económicas desarrolladas por estos productores se concentran en la zona valletana, su
mirada no responde a las divisiones político administrativas que impone la lógica provincial sino que se centra en el espacio donde se territorializan sus intereses. Esta Federación sostiene que las obras de El Chocón y Cerro Colorado debían realizarse en forma conjunta. Es interesante su argumentación por las referencias concretas de sus reflexiones que parecen ir más allá de sus intereses inmediatos. Así reconoce como beneficios tanto la contención de los desbordes de los ríos; como también la proliferación de nuevos agentes económicos en la región, como es el caso de las cementeras que se vincularían con la construcción de la represa. Asimismo entienden que estas obras debían asegurar buenas reservas de energía para las provincias de Río Negro, Neuquén y todo el trayecto hasta la ciudad de Bahía Blanca. Reiteramos la visión recortada de aquello concebido como Río Negro o Neuquén ya que aún hoy persisten problemas energéticos en localidades de la región imposibilitados de sumarse al sistema interconectado nacional.
Desde la federación se cuestiona también la propia estructura económica nacional al plantear la necesidad de fomentar la radicación de industrias en la zona, advirtiendo sobre los peligros de fomentar el mayor desarrollo de la Capital Federal. Los argumentos en favor de esta propuesta señalan que en la región norpatagónica la industria sólo representa entre un 5 u 8% de la actividad económica mientras que a nivel nacional alcanzaba el 21%. La Federación se sirve de estas cifras para afirmar que la región se encuentra atrasada en su […] desarrollo a pesar de los recursos existentes. Para cumplir con la finalidad de un real fomento regional apoya el establecimiento de tarifas bajas que favorezcan la radicación de nuevas industrias, sumándose de esta forma al consenso existente en la época sobre la relación de sinonimia entre desarrollo e industria. Resulta interesante la forma en que la Federación busca legitimar su posición apelando a la fusión de la figura mítica del pionero con la del productor agrario, para afirmar que el hombre de la zona inquieto y tenaz45 ha sido parte fundamental de su progreso. Hay argumentaciones claramente ligadas a los intereses provinciales, ya que este grupo de productores plantea el cobro de una regalía por la energía llevada fuera de la región, sugiriendo que lo recaudado debía emplearse para crear un fondo de desarrollo regional que sirviera para impulsar el bienestar general. Los productores también introducen en el debate el problema del transporte, un tema que preocupa mucho a diferentes sectores y de una presencia habitual en el
diario. Las preocupaciones se centran fundamentalmente en la construcción de rutas, puertos y en el funcionamiento del ferrocarril. Los argumentos en favor de la construcción del puerto de San Antonio no reflejan una pasión localista sino la fría racionalidad económica basada en la posibilidad de disminuir los fletes. En el caso de los trenes cabe recordar que el gobierno de Arturo Frondizi emprendió, a instancias del Banco Mundial, la reestructuración ferroviaria proyectada por Thomas Larkin, donde recomendaba el levantamiento de vías férreas, la clausura de talleres y el despido de 75000 agentes46.
En el caso de la provincia de Río Negro, a diferencia de Neuquén, el debate que recoge el diario refleja el profundo quiebre político existente entre la Unión Cívica Radical del Pueblo y la Unión Cívica Radical Intransigente. Esta división no es simplemente una expresión local de la ruptura del radicalismo a nivel nacional, sino que manifiesta históricos quiebres regionales entre la zona valletana, la zona atlántica, la zona andina y la zona de estepa. A lo largo de su etapa territoriana la norpatagonia estuvo atravesada por fuertes tensiones regionales, de las cuales la prensa no fue un mero testigo silente, sino por el contrario se asumió como protagonista de los distintos debates que se suscitaron en torno al futuro político, económico y social de estos territorios47. Durante los primeros años de la provincialización de Río Negro las disputas por el emplazamiento de la capital abrió un espacio para la lucha de intereses locales, la cual también se canalizó a través de las disputas generadas en torno a las distintas fracciones en que se dividió el radicalismo luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón48. Esta fractura que atravesó el radicalismo a nivel nacional adquirió características propias en suelo rionegrino. En el marco de la Convención Constituyente de 1957, se discutió el establecimiento de la capital de la provincia, las adhesiones hacia Viedma o General Roca respondieron, en la mayoría de los casos, a los alineamientos partidarios, apoyando los diputados de la UCRI la propuesta de una capital atlántica mientras que los representantes de la UCRP postularon a General Roca49. La figura de José María Guido, como constituyente provincial de la UCRI, adquirió un papel central en la resolución de dicha puja, ya que buscó encolumnar a todo el partido tras la propuesta de capitalización de Viedma. La férrea defensa de los intereses de esta región provocó un cisma dentro de ese espacio político que generó la conformación para las elecciones de 1958 de la lista verde, expresión de los radicales intransigentes de General Roca50. El diario Río Negro se insertó en estas disputas desde un lugar que integró dimensiones localistas, partidarias y familiares. Si bien no hay dudas de que este es un periódico independiente en los términos que plantea Héctor Borrat, es decir que sólo mantiene una relación de dependencia estructural con su empresa editorial, es innegable la preferencia por la UCRP que se expresó a través de las recurrentes críticas a las autoridades de la UCRI, tanto al presidente Arturo Frondizi como al gobernador Edgardo Castello y en la desproporción en la cobertura, tanto periodística como publicitaria, al candidato a gobernador José Enrique Gadano en detrimento del oficialista José Basail. Sin embargo el vínculo que materializa de manera más acabada el nudo de relaciones e intereses entre el diario Río Negro, la región altovalletana y la UCRP se funde en la figura del diputado provincial Julio Rajneri. Hermano del director del diario durante esos años, Fernando Emilio Rajneri (h), y conspicuo miembro de la Unión Cívica Radical del Pueblo rionegrino, la recurrentes notas a página completa dedicadas a publicitar sus proyectos y opiniones muestran el rol que le cupo al diario dentro de la construcción política de la UCRP en general y del legislador Rajenri en particular.
En el contexto de las discusiones sobre las obras del Chocón el diario pondera la posición regionalista51 sostenida por Enrique Gadano, máximo referente de la UCRP, quien reclama que las obras debían posibilitar la radicación de industrias, al tiempo que servirían de base para nuevos centros poblacionales. Parte de la argumentación que publica el diario plantea también el ahorro que implicaría no trasladar la energía a Buenos Aires, buscando la radicación de las principales industrias en los espacios aledaños al emplazamiento de las represas. En consonancia con los estudios técnicos, sostenía Gadano que un tercio del costo total de las obras se destinaría a la instalación de líneas de alta tensión para transportar energía a Buenos Aires, sumado al encarecimiento de esta energía por el aumento en los costos y por la pérdida sufrida en el transporte. En esta misma línea, el diario señala en un artículo las objeciones del Banco Mundial a la obra del Chocón por no tener una fuente de consumo a corta distancia y porque las líneas para trasladar energía a Buenos Aires demandaría una erogación superior a la obra52. Introduce así una institución supranacional que refuerza el posicionamiento regional que expresa
Gadano, no exento de peligros, ya que una negativa por parte de estos organismos pondría en riesgo las vitales inversiones externas para la concreción de la obra.
El debate pone de relieve la contraposición discursiva entre proyectos, uno que tiene como objetivo llevar adelante una obra que permita abastecer una demanda energética ya existente, de modo que lejos de constituirse en una posibilidad de contrapunto al desarrollo establecido, busca consolidarlo; y otro que tiene pretensiones de transformar la represa en la punta de lanza de un proceso de industrialización regional, cambiando así la estructura económica nacional.
El diario Río Negro da cuenta en sus páginas de la tensión político-provincial que enfrenta a los sectores situados en Viedma, ligados a la UCRI, con las propuestas presentadas desde el Alto Valle, por los representantes de la UCRP. Enrique Gadano, en su rol de candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo y uno de los máximos referentes de ese partido en la provincia, sostiene que los rionegrinos:

[…] hemos soñado durante largos años con la posibilidad de una utilización regional, creando un gran centro industrial y contribuyendo a iniciar la corrección a la macrocefálica deformación económica argentina.

En esta línea, y como un ejercicio que no necesariamente impacta en las planificaciones, se desarrollan ideas tendientes a revisar el crecimiento diferenciado, buscando potenciar el perfil industrial no sólo de la región valletana, sino de toda la Patagonia. Es decir, alejándose de la proyección material inmediata de las iniciativas, para enmarcar las reflexiones en el orden abstracto de los objetivos políticos a largo plazo.
Otras voces locales, buscando anclar este debate en cambios materiales de corto y mediano plazo, reivindican la necesidad de energía barata y abundante que acabe transformándose en un incentivo estratégico para la instalación de industrias en la región, contemplando también el riego y la navegación. Es interesante que, en la idea de región a la que se apela en el diario, se desplace la idea amplia de la norpatagonia, que en teoría se vería beneficiada por la iniciativa hidroeléctrica, hacia la preeminencia de la zona valletana, cuyos intereses son los que se reflejan y refieren en las argumentaciones. Cabe destacar la importancia y reiteración de las menciones respecto a las inundaciones en la zona53, en torno a la cual, además, se instalarían las principales represas, poniendo en evidencia una
fragmentación provincial que aparece replicada en el modo en que las provincias involucradas se plantean integrar el sistema energético que se debate.
Volviendo a la argumentación de Gadano, que reitera en otras intervenciones el ahorro energético que implicaría utilizar las frutos de la represa localmente, al enumerar las condiciones naturales propicias para la instalación de industrias, como agua abundante, clima amigable, transporte, etc., agrega también la existencia de una composición étnica propicia para estas grandes creaciones, explicitando sesgos raciales que en forma implícita vuelven a cubrir de sombras las regiones caracterizadas por composiciones étnicas diferentes a las del valle, como la línea sur o la región andina. Sin embargo su discurso vuelve a apuntalar una estructuración política que disputa con el discurso oficial del estado nacional, al sostener que la obra debe generar su demanda energética a través de la industrialización patagónica y no satisfacer una demanda preexistente. En esta línea cierra su participación con un llamado a destruir, o por lo menos a paliar, ese viejo mal argentino que es el macrocefalismo bonaerense, tomando como ejemplos a seguir los de EEUU y el de la provincia de Córdoba, y agrega no dejemos ir de las manos esta magnífica posibilidad patagónica porque en ella más que nuestro destino regional va el destino argentino 54. En la misma línea Julio Rajneri destaca la necesidad y oportunidad de corregir la deformación económica argentina, sin embargo las apelaciones étnicas y las referencias exclusivamente situadas en el valle de los discursos de la UCRI no parecen pretender superar la construcción fragmentada de la provincia, sino más bien disputar con el Estado Nacional sobre el sentido de la obra. Estos planteos los retomará Enrique Gadano en 1964 como senador nacional, buscando instalar el modelo de desarrollo energético fundado en los desarrollos locales55.
El simposio realizado en Cipolletti es tema de uno de los editoriales del diario, espacio por antonomasia donde la prensa expresa explícitamente su postura, y lo presenta como un simposio sobre el desarrollo de la región del Comahue56. Para el diario esta reunión genera expectativas positivas, dado que los resultados de esta comisión y de sus informes podrían traducirse en políticas que transfigurarían social y económicamente a estos valles fértiles. En general, frente a cada cambio político significativo (golpe de 1943, consolidación de Perón en el gobierno, golpe de 1955, y así), los
editoriales del diario actualizan la esperanza de que se consolide una línea de desarrollo, entendiendo en la misma a aquella que responda a los intereses valletanos. En la temática relativa a las obras hidroeléctricas, esta tendencia vuelve a repetirse. El editorial también pone el acento en la injerencia que podrá tener el pueblo (toma un colectivo indefinido) discutiendo y analizando los proyectos, debido a que son los principales interesados en que estas provincias logren desarrollar todo su potencial, sin mayores referencias, por ejemplo, a los productores laneros, ausentes permanentes a pesar de ser parte de los potenciales actores que pueden introducir mejoras claras en su producción, y que de hecho fueron considerados como la base de la industrialización de la Patagonia a comienzos del siglo XX.
La sección Rumores de la calle cubre con ironía la ponderación que las empresas consultoras hacen de la figura del presidente de la comisión, el senador José María Guido, descubriendo así las fragmentaciones políticas rionegrinas que, en definitiva, impactaron en la falta de una propuesta consensuada a nivel provincial. Esto es más llamativo a la luz de los intereses comunes que se repiten en todas las publicaciones y que el diario roquense reitera al afirmar que surgió con evidencia la necesidad de afirma la posición defensiva del uso de la energía en la zona a través de la promoción de un mercado energético suficiente o por lo menos asegurar la reserva para Río Negro y Neuquén de la proporción suficiente para sus necesidades en continua evolución en la zona de lo contrario sólo quedará como proveedor del Gran Buenos Aires y habrá de limitarse a ver cruzar su territorio por líneas de alta tensión […] cuya energía […] les estará vedado usar57.
Los representantes rionegrinos parecen privilegiar la discrepancia política a la posibilidad de consensuar un proyecto constructivo desde la región. El senador nacional por Río Negro, José María Guido, quien se presenta como principal gestor de estas iniciativas en el espacio legislativo, entiende y defiende por razones económicas y financieras la necesidad del traslado de energía a Buenos Aries, con lo cual no puede pensar la obra de generación de energía sin las líneas de transmisión. Sin embargo, más allá de esta perspectiva, su discurso contiene numerosos elementos que definen un posicionamiento regional. Guido se pronuncia contra el proyecto de la empresa nacional Agua y Energía, responsable de las iniciativas hidroeléctricas del resto del país, porque afirma que desde esta perspectiva únicamente se justifica la construcción del Chocón si sirve para abastecer de energía a Buenos Aires sin contemplar las obras de riego para la región.

En el espacio de la UCRI puede establecerse una línea de continuidad entre las figuras de Arturo Frondizi, José María Guido y el gobernador Castello, estas personas se encarnan la convergencia de intereses internacionales, nacionales y de la región del Valle inferior58. El gobierno de Edgardo Castello promovió lo que se conoció como el Plan Castello, sistematizado en los presupuestos anuales en obras públicas y fundamentalmente en el Programa de Desarrollo de Río Negro 1960-1964. La propuesta básica de dicho plan radicaba en la necesidad de disminuir las diferencias regionales históricas dentro de la provincia. Esta concepción implicaría la elaboración de políticas públicas tendientes a crear zonas homogéneas de crecimiento equilibrado que permitieran la expansión armónica de todas las regiones de la provincia. Sin embargo, a través del análisis presupuestario y de las obras proyectadas, se observa que el grueso de las políticas provinciales se concentraron en la zona de Viedma y de San Antonio Oeste, lugar donde se territorializaron los intereses de los grupos económicos que gobernaban la provincia59. Las bases del plan eran el riego del valle del río Negro, un plan de colonización para revertir el despoblamiento, la construcción de caminos, de un puerto que concentre la actividad comercial de la provincia, el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico y de los recursos naturales, básicamente los minerales. En estos lineamientos se observa una coincidencia entre los proyectos de Nación y los de la gobernación, fundamentalmente en el impulso de Sierra Grande y de las obras hidroeléctricas, contemplando fundamentalmente el aprovechamiento del riego, lo que permitiría poner en valor las tierras del valle inferior, todavía incultas, que impulsarían la colonización. Los grandes productores altovalletanos no se opusieron a estos proyectos debido a que el proceso de tecnificación que experimenta la actividad durante esos años provoca concentración económica y expulsión de fuerza de trabajo, que la ampliación de la frontera agrícola hacia el valle inferior podría absorber, oficiando así de válvula de escape ante un potencial aumento de la conflictividad social. Las tres obras más importantes durante la gestión de Castello se concentran en la región Atlántica y serán la construcción del puerto en San Antonio Oeste; el riego en el valle inferior y la provisión de agua potable para San Antonio. En todas estas obras hubo una importante participación del capital extranjero, ya sea vía préstamos canalizados por el Banco Interamericano de Desarrollo, vía consultoras que debía evaluar las
obras o a través de la instalación directa de empresas extranjeras que llevara adelante los emprendimientos en cuestión.
Las necesidades de la región están presentes en toda la argumentación del senador Guido, quien reclama que:

[…] hacer llegar los beneficios de la presa al interior […] sería en definitiva el espíritu que presidiría toda la creación aunque hubiera de trasladarse parcialmente la energía a Buenos Aires por razones financieras60.

Nuevamente el transporte de energía hacia Buenos Aires se presenta como condición para realizar la obra. Es decir que desde este espacio político no existe un dilema entre Energía y Riego, la solución nuevamente implica contemplar la necesidad industrial de Buenos Aires y la primarización de la región. Esta perspectiva triunfa dando lugar en 1968 a la gestación de una empresa estatal alternativa, Hidroeléctrica Norpatagónica (HIDRONOR), que será la que lleve adelante las iniciativas, que a pesar de fundarse en la necesidad de un desarrollo local, van a terminar dejando en un segundo lugar los reclamos norpatagónicos61.
Frente a estas diferencias sutiles en el modo rionegrino de argumentar, se presenta la Unión Industrial Patagónica, que reclama desde intereses que trascienden la región Comahue, al pedir mantener y profundizar las medidas tendientes a consolidar un desarrollo industrial al sur del paralelo 42 integrando dichas industrias con los recursos naturales de la zona. Avanzan en los intereses de Chubut y Santa Cruz al pedir que el potencial de riqueza que aguarda al sur argentino en la explotación de los recursos naturales de esa región62 ajenas al Comahue, en un deslizamiento donde lo patagónico vuelve a aglutinarse en un territorio cuya diversidad no se termina de considerar ni de reconocer. En un escenario donde las argumentos fluctúan desde localismos puntuales a miradas generales, sin reparar en las diferencias asociadas a los cambios de escala.
Así la Patagonia, desde la construcción política provincial, se descubre fragmentada, con intereses diferentes, no necesariamente opuestos pero sí distinguibles.

CONCLUSIONES

La Patagonia como recurso es una imagen que se reitera desde fines del siglo XIX hasta la implementación de las centrales hidroeléctricas. El recurso natural de una tierra con escasos habitantes, tan escasos que no tuvieron la potestad de decidir sobre el propio desarrollo hasta 1955, cuando se constituyen como provincias.
Dentro del amplio territorio patagónico, la zona norte, que involucra centralmente las provincias de Neuquén y Río Negro, emerge como el escenario de establecimiento del aprovechamiento del recurso hidroeléctrico, con dos miradas claras y distintas. La primera, apunta a un desarrollar local que, desde ese desarrollo se articule con el resto del país. Las obras de Bailey Willis y Sarobe podrían encolumnarse en estas iniciativas que promueven la industrialización local, sobre todo de la región andina, en el marco de un proceso de desarrollo nacional.
La segunda, retoma la idea de la industrialización pero en un contexto que define centros industriales en espacios de mayor peso político, como son la ciudad de Buenos Aires, Córdoba o Rosario. Esta segunda perspectiva, que se considera heredera de la primera, es la que se instala con claridad en los estudios que avanzan con hacia la construcción de las centrales hidroeléctricas. Con antecedentes generales en el segundo gobierno de Perón, pero con claridad en el contexto del desarrollismo instalado por la gestión de Frondizi.
El debate que recorre el diario Río Negro a lo largo del año 1961 pone en evidencia una gran fragmentación política en el territorio rionegrino que oficia de telón de fondo en las discusiones sobre los proyectos de desarrollo. En este sentido, frente a una política neuquina que emerge más consolidada tras intereses materiales concretos, la perspectiva de la otra gran interlocutora de la región Comahue, la provincia de Río Negro, aparece con un discurso fragmentado y distanciado de intereses inmediatos, aún cuando plantea considerarlos.
A la distancia, y a la luz de enormes emprendimientos que volvieron a situar los intereses nacionales sobre los provinciales, básicamente con un tendido de líneas de alta tensión hacia Buenos Aires, la ausencia de los planes de sistemas de riego estipulados y la tardía e incompleta incorporación de los territorios provinciales al sistema interconectado nacional, la fragmentación que evidencia este medio de prensa emerge como una explicación posible a las limitadas respuestas que van a encontrar los reclamos provinciales, sobre todo en lo que respecta al territorio rionegrino.

En esta línea, los debates explicitados pueden mostrar el modo en que la sobre dimensión de los intereses políticos y regionales, encarnados fundamentalmente en las disputas entre Roca y Viedma, sumados a la histórica falta de integración del territorio rionegrino63, eclipsa la posibilidad de construir una propuesta conjunta, abriendo discontinuidades en las propias gestiones provinciales, en un ejercicio claramente diferenciado respecto de la política neuquina, que aparece tanto en los discursos como en las prácticas con un carácter más homogéneo64.
En relación al diario Río Negro vale mencionar que lejos de adoptar una posición equidistante entre los proyectos en pugna se constituye claramente en tribuna de actores políticos que cuestionan el proyecto oficial, imbuidos en la lógica que alimenta la fragmentación que hemos mencionado.

 

NOTAS

1 Navarro 2004, 2007; Bandieri, 2009; Rey, 2005.

2 Ruffini, 2007; Favaro y Arias Bucciarelli, 1995; Iuorno y Crespo, 2008.

3 Navarro, Floria, 2011.

4 Navarro Floria, 2011; Núñez et al, 2011.

5 Ruffini, 2006.

6 Ramos Mexía fue un fiel exponente del grupo de liberales reformistas que a principios del siglo XX propugnaban por una mayor presencia estatal en la región patagónica. La mayor parte de los proyectos que impulsó, tanto desde el Ministerio de Agricultura como desde el de Obras Públicas, tendieron a establecer en al Patagonia una estructura productiva que lograra integrarse a la economía nacional desde una lógica productiva autónoma.

7 Willis, 1943.

8 Navarro, 2007.

9 Mendes, 2000.

10 Navarro Floria, 2007.

11 Núñez y Azcoitia, 2011.

12 Sarobe, 1935: 10.

13 Navarro, 2010.

14 Bandieri y Blanco, 2012:150.

15 Gerchunoff y Antúnez, 2002:156.

16 La Nación Argentina. Justa, libre y soberana, 1950: 356-357.

17 Navarro, 2010.

18 Rapoport, 2005:335.

19 Navarro, 2010.

20 Plan Quinquenal, 1946:71.

21 Navarro, 2010.

22 Navarro Floria, 2010.

23 Presidencia de la Nación, 1952:8.

24 Bandieri y Blanco, 2012.

25 Cardone, 2012.

26 Rapoport, 2003.

27 En un análisis que comprendía al conjunto de las economías latinoamericanas Raúl Prebisch advertía que la insuficiencia del ahorro no se debía sólo a la cantidad sino también a las necesidades de una población históricamente postergada en su acceso al consumo.

28 Rapoport, 2005.

29 Aroskind, 2003.

30 Bohoslavsky, 2009:30.

31 Rapoport, 2006:458

32 Bandieri y Blanco, 2012.

33 Nosiglia 1983; Rapoport 2005.

34Nosiglia, 1983.

35 Cardone, 2012.

36 Las provincias continentales patagónicas se provincializaron legalmente en 1955, sin embargo debido al golpe de Estado perpetrado ese mismo años debieron esperar hasta 1958 para poder elegir a sus autoridades.

37 Bergonzi, 2004:39.

38 Ruffini, 2001:108.

39 Italconsult- Sofrelec: 1.

40 Cardone, 2012:102.

41 Río Negro, 29-7-1961:3.

42 Ferrer, 1980.

43 Río Negro, 27-01-1961: 7.

44 Bucciarelli, 2008:117.

45 Río Negro, 5-8-1961: 7.

46 Rapoport, 2005.

47 Ruffini, 2001; Diez, 2001; Varela y Elvira, 2007.

48 Iuorno, 2008.

49 Ibidem.

50 Cardone, 2012.

51 Río Negro, 18-8-1961: 4.

52 Río Negro, 2-3-1961:1.

53 Bandieri y Blanco, 2012.

54 Río Negro, 18-8-1961: 4.

55 Bandieri y Blanco, 2012.

56 Río Negro, 12-7-1961: 2.

57 Río Negro, 18-8-1961: 9.

58 Manzanal, 1980.

59 Ibidem.

60 Río Negro, 29-7-1961: 3.

61 Bandieri y Blanco, 2012.

62 Río Negro, 9-7-1961: 3.

63 Núñez, 2004.

64 Favaro e Iuorno, 1999; Iuorno y Palacios, 1999.

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