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Revista de historia americana y argentina

versão On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.48 no.2 Mendoza dez. 2013

 

ARTÍCULOS DE HISTORIA ARGENTINA

Dossier
Mariano Vélez revisitado: una lectura socialista del agro pampeano en los años treinta

 

Federico Martocci
IESH-UNLPam/CONICET
fedmartocci@hotmail.com

Recibido: 20-IX-2013
Aceptado: 4-XI-2013


Resumen

El objetivo de este artículo es revisar, a la luz de las nuevas interpretaciones historiográficas, el ensayo La situación agrícola de La Pampa, escrito por el socialista Mariano Vélez y publicado por la Editorial La Vanguardia en 1934. Lejos de constituirse en el portador de una leyenda negra, como postuló la historiografía pampeana, este libro es un material valioso para analizar la lectura socialista de la realidad agraria y sus estrategias para difundir saberes, cuestiones que tuvieron una importancia notoria dentro de esa subcultura política durante la primera mitad del siglo XX. A partir de la triangulación de esta obra con textos y periódicos contemporáneos, pretendemos complejizar el análisis y otorgarle al ensayo de Vélez el valor documental que merece, puesto que fue uno de los pocos análisis socialistas sobre el agro surgido en el Territorio Nacional de la Pampa durante la década del treinta.

Palabras claves: Partido socialista; Territorio Nacional; agricultores; década del treinta.

Abstract

The goal of this article is to review, from new historic interpretations, the essay The agricultural situation of La Pampa, written by socialist Mariano Vélez and published by La Vanguardia Press in 1934. Far from being the emissary of a black legend, as seen by pampean history, this book is an important work to analyze the reading that socialists made of the agrarian reality and their strategies to spread knowledge. These facts were very important among the political subculture during the first half of the twentieth century. The triangulation of this work with texts and contemporary newspapers is done to make a deeper analysis and to give the necessary importance to Velez essay. This essay was almost the only socialist analysis about agriculture done in La Pampa National Territory during the thirties.

Key words: Socialist party; National Territory; farmers; the thirties.


Introducción
En las últimas décadas, la historiografía argentina experimentó un avance investigativo sobre las interpretaciones y propuestas formuladas por los integrantes del Partido Socialista (PS) para resolver los problemas del agro pampeano, temática que ocupó un lugar central para esta subcultura política durante la primera mitad del siglo XX. En estos trabajos aparece una problemática que, hasta no hace mucho tiempo, había permanecido ajena a las lentes de los historiadores: la producción y difusión de conocimientos por parte de los socialistas sobre el despliegue y las dificultades del capitalismo agrario en el país1. En este sentido, los escritos periodísticos y ensayísticos constituyen fuentes privilegiadas para el abordaje del tema.
El objetivo de este artículo es revisar, en función de estas nuevas investigaciones, el ensayo La situación agrícola de La Pampa (1934), escrito por el socialista pampeano Mariano Vélez2 y publicado justamente por la Editorial La Vanguardia. Esta obra es un excelente documento para analizar la lectura socialista de la realidad agraria pampeana, como así también las estrategias del PS para difundir esos conocimientos y propuestas, esbozadas precisamente para superar la crisis económica y demográfica que experimentaba el Territorio Nacional de la Pampa en los años treinta. El ensayo de Vélez debe ser examinado como un texto escrito por un maestro socialista del norte del Territorio, que decidió tomar la pluma y plasmar en palabras la situación de muchos habitantes rurales de la región, en un contexto profundamente crítico. Pero este aspecto no alcanza para comprender su funcionalidad, puesto que el ensayo también tenía un claro carácter pedagógico. En consonancia con las iniciativas de los socialistas bonaerenses, La situación agrícola de La Pampa pretendía difundir saberes entre los habitantes rurales. Tomando en consideración estas cuestiones, en las páginas que siguen intentaremos demostrar que esta obra debe ser abordada desde una perspectiva de conjunto, es decir, tomando en consideración la pertenencia política del autor y las iniciativas implementadas desde el socialismo en cuanto a la difusión de conocimientos3. En este sentido, nos hacemos eco del planteo de Marc Bloch cuando advertía:

¿Creeremos, pues, comprender a los hombres si sólo los estudiamos en sus reacciones frente a las circunstancias particulares de un momento? La experiencia será insuficiente incluso para comprender lo que son en ese momento. Muchas virtualidades que provisionalmente son poco aparentes, pero que a cada instante pueden despertar muchos motores más o menos inconscientes de las actitudes individuales o colectivas, permanecerán en la sombra. Una experiencia única es siempre impotente para discriminar sus propios factores y, por lo tanto, para suministrar su propia interpretación4.

Desde la historiografía local el ensayo de Vélez fue estudiado como una leyenda negra del pasado rural del Territorio pampeano, cuyos argumentos centrales autorizaban la siguiente conclusión: una serie de factores estructurales, entre los que se contaban el régimen de tenencia de la tierra, el sistema financiero y el de comercialización, habían colocado a los agricultores en una situación de profunda desesperanza cuya magnitud era prácticamente irreversible. Las interpretaciones de este socialista, reafirmadas en investigaciones posteriores como las de Romain Gaignard5, fueron puestas en tela de juicio por Sergio Maluendres. Este historiador examinó de manera adecuada algunas de las concepciones de Vélez en lo que respecta a la producción agrícola: duración y características de los contratos de arrendamiento, renta a pagar en concepto de arriendo, incumplimiento de los acuerdos legales por parte de los propietarios, sobreprecios y tasas de interés en los almacenes de ramos generales, rol de los intermediarios, circuitos de comercialización de la producción y depreciación de los cereales en época de cosecha. A partir de un análisis comparativo entre los departamentos de Hucal (sureste), Guatraché (sureste) y Trenel (noreste), Maluendres planteó la necesidad de alejarse de la visión simplista y generalizadora de Vélez. En contraposición, afirmó que hasta fines de los años veinte existieron posibilidades de movilidad social ascendente, aunque en su mayoría coexistieron con una estructura agraria relativamente cristalizada6.
En este trabajo no cuestionaremos las proposiciones de Maluendres en lo que refiere a la lectura de este socialista sobre la situación de los agricultores pampeanos. Lo que intentaremos hacer es demostrar que la noción de leyenda negra no ayuda a explicar la obra publicada en 1934, como así tampoco su funcionalidad. El objetivo, por lo tanto, es complejizar el abordaje explorando La situación agrícola de La Pampa como lo que realmente fue: un ensayo socialista escrito y difundido en el Territorio durante los años treinta, cuya finalidad radicó en la ilustración de los agricultores sobre cooperativismo y legislación agraria. Pero no solamente eso, ya que también dio cuenta de una economía que había sorteado de manera sorprendente la crisis capitalista mundial: la soviética.
En el próximo apartado examinaremos los primeros capítulos de la obra para identificar las temáticas consideradas por el autor, haciendo especial hincapié en sus interpretaciones sobre la experiencia económica de la Unión Soviética, cuyas características despertaban en la época la atención de los observadores de todas las ideologías. A continuación,
abordaremos la problemática central del ensayo, es decir, La situación agrícola de La Pampa, a fin de explicar algunas de las posibles estrategias socialistas en la difusión de conocimientos. Finalmente, expondremos una serie de hipótesis tentativas en relación a los tópicos propuestos para releer este ensayo socialista.

El agro en cuestión: entre la Roma de los Graco y la Rusia stalinista

En el prefacio el autor realizaba la siguiente aclaración:

Me he detenido en la agricultura del Territorio de La Pampa, porque, conociendo de cerca al colono pampeano, he llegado a familiarizarme con sus luchas, con sus inquietudes y sus esperanzas. Y tal vez, al hablar de la agricultura de este pedazo de suelo patrio, estoy hablando de la situación del agricultor argentino, pues sus problemas son los mismos que los del resto del país. Expongo en forma escueta, pero clara y terminante, la verdadera situación de una gran parte del pueblo argentino, representada por los trabajadores de la tierra. [...] Como este libro está dedicado a los agricultores de La Pampa, y a todos los que se interesan por la suerte de estos luchadores, que en el anonimato han elevado a la Nación a su actual grado de Progreso y Cultura, he creído fundamental hacer una reseña, no sólo de su situación actual en cuanto al trabajo, sino también dar a conocer las disposiciones de carácter legal en vigencia, como asimismo los proyectos que directamente le interesan. [...] Sobre todo me he detenido en estos últimos dos puntos, íntimamente vinculados a la agricultura, porque el colono, por su precaria instrucción y por la despreocupación de sus propios problemas, los necesita, como una poderosa arma de defensa. [...] Ojalá este libro, modesto por cierto, llegara a penetrar en el alma del colono, y de él, pudiera sacar conclusiones útiles y prácticas. [...] En vuestras manos, colonos, deposito estas conclusiones, y si algún mérito tienen, ellas consisten en la sinceridad de los sentimientos del autor7.

La finalidad del ensayo estuvo en consonancia con las iniciativas educativas del Partido Socialista tendientes a elevar el nivel cultural de los sectores populares, aspectos que fueron estudiados por Dora Barrancos para el caso de la ciudad de Buenos Aires8. Lo que pretendemos aquí, a diferencia de las investigaciones centradas en la experiencia porteña, es indagar en el rol pedagógico del texto de Vélez en un contexto eminentemente rural: el Territorio pampeano. Como puede verse en la cita, la intención era ilustrar al agricultor de precaria instrucción respecto de la necesidad de organizarse cooperativamente y de los debates parlamentarios sobre legislación agraria en Argentina. No obstante, los primeros tres capítulos estaban destinados a brindar una especie de introducción al lector sobre la historia del trabajo en agricultura, las leyes agrarias en la antigua Roma y la situación económica de la Unión Soviética durante la crisis capitalista, respectivamente. Esta última cuestión, quizás sea la que resulte más relevante para el análisis.
En el primer capítulo, Vélez se planteó como objetivo demostrar que el ser humano, que descendía de un tipo inferior como había demostrado Charles Darwin, durante su vida primitiva había desarrollado tanto la agricultura como la ganadería. Sin embargo, partiendo de la teoría de Georg Nicolai, dejaba en claro que las sociedades agrícolas eran más complejas que las ganaderas9. En su opinión, tanto la mujer en la edad primitiva como el esclavo en la edad antigua, habían sido puntales de la actual civilización. La preeminencia de la mujer durante el Matriarcado había sido reemplazada por la autoridad del hombre en el Patriarcado, a la vez que el desarrollo de la agricultura obligó a los varones a llevar adelante las tareas que antes eran femeninas y a asumir la responsabilidad como jefe de familia. Esto se debía a la necesidad de organizarse para defender su poderío sobre otras tribus, que todavía no tenían la capacidad de acumular excedentes. Para explicar este proceso recurrió a la interpretación económica de la historia, cuyo principal referente era Carlos Marx, autor de La miseria de la filosofía y El Capital, dos obras que según Vélez eran esenciales para el socialismo. Luego de explicar breve y descontextualizadamente la teoría del valor de Marx, se concentró en la esclavitud antigua, que en su opinión había sido esencial en el nacimiento de los diferentes oficios. Después de la caída del imperio romano, según afirmaba, los esclavos eran quienes habían salvado y transmitido su civilización10.
A continuación de esta somera introducción sobre el desarrollo de la agricultura, tal vez un tanto confusa para el lector, en el capítulo siguiente la temática central giró en torno a la situación agraria en la antigua Roma. La finalidad del autor era demostrar que los problemas en el agro no eran nuevos, sino que databan de un período bien lejano en el tiempo. Para ello, Vélez comentó de la existencia de leyes, como por ejemplo la Ley Licinia, que establecían un límite en la tenencia de tierras y que eran sistemáticamente transgredidas. Además, reseñó las luchas de los hermanos Tiberio y Cayo Graco como tribunos de la plebe, cuyos ideales de
justicia con quienes cultivaban la tierra habían signado el camino de sus trágicos finales. En este sentido, afirmaba:

Ya vemos que en aquellos lejanos tiempos, también la reacción ponía al servicio de sus luchas el crimen como arma para castigar o acallar la voz de aquellos que la hacían oír, para poner al desnudo todos los desmanes y todas las injusticias. [...] Corazones grandes y almas nobles que quisieron redimir a una parte del pueblo oprimido, tuvieron como premio a su alto postulado la consagración de la muerte. Mientras tanto, la situación de los que cultivaban la tierra continuaba siendo la más penosa y degradante11.

Sin duda, este socialista se sentía identificado con los Graco ya que, al igual que otros maestros, fue perseguido por las autoridades del Territorio a raíz de sus concepciones políticas y sus opiniones vertidas en diferentes periódicos sobre la situación agrícola de la región12. Estas cuestiones le servían para interpretar retrospectivamente la realidad rural en Argentina, como se podrá ver más adelante.
A diferencias de los dos anteriores, el tercer capítulo no versará sobre un tiempo pasado sino sobre el presente, más precisamente sobre ese gobierno que a título de ensayo impulsaba un desarrollo agrícola extraordinario: la Unión Soviética. No resulta extraño que Vélez retomara la experiencia económica soviética, puesto que era el único país que había rechazado el capitalismo y que se mantuvo inmune a las consecuencias de la Gran Depresión. Mientras que los países del capitalismo occidental se sumían en el estancamiento, esta economía estaba inmersa en un proceso de industrialización acelerada: entre 1929 y 1940 la producción industrial se multiplicó al menos por tres en este país, cuya participación en la producción mundial de productos manufacturados pasó del 5 por 100 en 1929 al 18 por 100 en 1938. Estos logros llamaron la atención de los observadores extranjeros de todas las ideologías. Como resultado de los planes quinquenales soviéticos, los términos plan y planificación estaban en boca de todos los políticos, e inclusive puede advertirse que los partidos socialdemócratas comenzaron a aplicar planes, por ejemplo en Noruega y Bélgica13, siendo este último caso uno de los más coherentes e influyentes en el contexto europeo. Las ideas económicas de los socialistas belgas adquirieron relevancia y difusión en países como Suiza, Inglaterra y Holanda14, en un contexto en el que el ascenso del fascismo y la crisis económica obligaron a la socialdemocracia a definir agendas de gobierno no solo para la clase trabajadora sino para el conjunto de la sociedad15. ElPartido Socialista argentino no permaneció ajeno a estos sucesos, como se verá enseguida.
Después de realizar una completa reseña donde abordaba la situación del agro ruso luego de la revolución bolchevique, en la que destacaba la nacionalización de la tierra, la eliminación de la propiedad privada, la persecución de los kulaks y la aplicación de la Nueva Política Económica (NEP), el autor se abocó a explicar las medidas impulsadas para favorecer la gran explotación, que, según afirmaba, para 1934 había arrojado resultados extraordinarios. En un primer momento analizó las granjas del Estado (koljoz), organizadas en tierras que jamás habían sido cultivadas y que se encontraban al norte del Cáucaso, sur de Ucrania, el Volga y Siberia. La más famosa tenía una extensión de 220.000 hectáreas, estaba situada en Rostow, cerca del Don y la llamaban gigante: según creía, era la granja triguera más grande del mundo. Otra de ellas, la de Verblud, era una Granja Escuela que abarcaba 115.000 hectáreas. Su escuela de agronomía era conocida como Instituto de Ingenieros Mecánicos de la Agricultura Socialista y formaba ingenieros en máquinas agrícolas: cumplía una doble función, ya que era centro de producción y enseñanza al mismo tiempo. La lectura que hacía de este fenómeno era positiva:

Las granjas del Estado han hecho una obra propia de titanes al llevar adelante su vasto plan en forma tan rápida y de tales resultados, que muchas veces la razón se niega a crerlo (sic), pero la verdad es evidente16.

Si bien respecto de las granjas estatales citaba a un economista norteamericano de la Universidad de California17, resulta muy probable que la información que manejaba Vélez al momento de elaborar el texto estuviera influida por las exageraciones de la prensa soviética sobre los cambios acaecidos a raíz de esta revolución desde arriba. Según los periódicos, el koljoz era una unidad mucho más grande que la antigua aldea y los métodos agrícolas implementados se habían transformado producto de la mecanización y la introducción de tractores. Sin embargo, la mayoría de los tractores eran imaginarios para comienzos de la década del treinta y los muy publicitados koljoz gigantes de 1930-1931 se derrumbaron rápidamente o fueron eliminados18.
En un segundo momento se detuvo en el proceso de colectivización agraria, a partir del cual, explicaba, se socializaban las tierras, mientras que el trabajo y la producción se repartían una vez cubiertos los gastos, teniendo en cuenta los días trabajados y los elementos de labor aportados por cada uno. Dicho proceso, iniciado en 1928, pasó posteriormente a manos del gobierno luego de algunos contratiempos generados por la
retirada de colonos antes de comenzar la década del treinta. A renglón seguido de finalizar la exposición, el juicio:

El avance ha sido portentoso y ha superado los más optimistas propósitos del famoso Plan Quinquenal, ya que éste señalaba para el 1º de Mayo de 1933 estaría colectivizada la quinta parte del total de agricultores. El 1º de Noviembre de 1927 había 175.000 familias agrupadas; el 1º de Mayo de 1928 había 417.000 familias; en Junio de 1929 eran 1.000.000; el 1º de Mayo de 1930 eran 5.778.000; y el 1º de Mayo de 1931 había colectivizadas 12.000.000 de familias agrupadas en torno de los Kolhos [koljoz]. [...] Estos datos de carácter oficial son hartos elocuentes y no necesitan mayores explicaciones para hacer comprender el vasto alcance de los planes del gobierno19.

Si bien para 1934 la batalla por la colectivización estaba terminada, el proceso fue muy complejo. El relato de Vélez no daba cuenta de ciertos aspectos importantes: por ejemplo que el impulso de la colectivización voluntaria entre 1928 y comienzos de 1929 había producido solo resultados modestos, que la colectivización masiva se implementó en 1929 a partir de la coerción y sin demasiada preparación, que los representantes del gobierno en las zonas rurales subestimaban los saberes campesinos e ignoraban demasiado sobre el funcionamiento del agro, que las hambrunas del período 1932-1933 había causado millones de muertes (las cifras oscilan entre 3 y 4 millones) o que el proceso de colectivización había sido fuertemente resistido en regiones como Ucrania, Kazajstán y el norte del Cáucaso20.
Ante la inminencia del programa industrializador, el suministro de granos había sido una cuestión fundamental para Stalin, de hecho ya en el invierno de 1927-1928 el partido se dividió a raíz de las diferentes opiniones sobre la política a seguir respecto del campesinado. La postura stalinista de forzar la colectivización agrícola para asegurar la provisión de granos fue duramente combatida por la oposición de derecha, cuyos principales exponentes fueron Rykov, cabeza del gobierno soviético, y Bujarin, editor en jefe de Pravda, líder de la Internacional Comunista y destacado teórico marxista. Para estos últimos, el marco político y las políticas sociales básicas de la NEP debían permanecer inmutables, ya que representaban el verdadero enfoque leninista de la construcción del socialismo. Además, se oponían al ejercicio de la coerción sobre los campesinos y a las políticas destinadas a estimular una guerra de clases en el campo. Para los
derechistas las metas de la producción industrial del primer plan quinquenal (1929-1932) debían ser realistas21. Es claro que la exposición de Vélez tenía como objetivo informar sobre un proceso que llamaba la atención de propios y extraños: por ello el carácter lineal del texto.
No menos importancia se le adjudicaba en el relato de este socialista al desarrollo de la industria soviética, principal prioridad del gobierno, como por ejemplo la fabricación de tractores y maquinarias agrícolas o la construcción de elevadores de grano y seleccionadoras de semillas. Particular relevancia le otorgaba Vélez a las fábricas de tractores: según afirmaba, en Stalingrado, Khartkow (léase Jarkov) y Cheliabink se producían 30.000, 50.000 y 40.000 de éstos por año, respectivamente22.
En efecto, los grandes proyectos de construcción de tractores, autos y plantas metalúrgicas insumieron inmensas cantidades de recursos durante el primer plan quinquenal y llegaron a su capacidad productiva total luego de 1932, con el segundo plan quinquenal (1933-1937). La competencia entre regiones por ser sedes de la industrialización se convirtió en un fenómeno recurrente entre finales de la década del veinte y toda la del treinta: las organizaciones partidarias de Ucrania y de los Urales se enfrentaron enconadamente por la distribución de fondos de inversión para la edificación de complejos mineros y metalúrgicos o de plantas para la construcción de máquinas. En muchos casos esta competencia terminaba con una victoria doble: se construían dos plantas independientes, una en cada región, pese a que la intención original había sido crear una sola. Los planificadores centrales de Moscú padecían una obsesión por lo enorme: la Unión Soviética debía construir y producir más que cualquier otro país, a fin de superar el desarrollo económico occidental. Este fenómeno, al ser fotografiado por la prensa soviética (cuyos resultados pregonaba, en ocasiones distorsionando la realidad y manipulando las estadísticas) y admirado por observadores locales y extranjeros, transmitía el mensaje que Stalin quería dar al mundo: la atrasada Rusia no tardaría en convertirse en la América soviética 23.
El maestro pampeano cerraba el capítulo sobre la economía y el modelo agrícola soviético de la siguiente manera:

Como todo gobierno, con un programa que ha venido a revolucionar fundamentalmente el régimen de la propiedad privada aboliendo al capitalismo, ha merecido y aún merecerá la atención universal, dado que el resto de los países no quieren perder una situación de privilegio y entregar a los trabajadores las fuentes de la producción. [...] A pesar de todos los escollos, tanto interiores como exteriores, surge un sistema de trabajo que, aunque combatido, ha dado resultados casi fabulosos, ofreciendo al mundo en estos momentos de depresión económica un ejemplo de lo que puede el tesón y la fe indestructible en el triunfo de un Ideal más que humano. Seguramente su implantación ha lesionado derechos casi milenarios, pero era necesario hacerlo en beneficio de la inmensa mayoría del pueblo desheredado y que necesitaban trabajar, producir y poder llevar una vida propia de seres humanos. [...] No es mi propósito presentar el ejemplo ruso como algo digno de imitarse. Me guía únicamente el único anhelo de hacer de este estudio casi sintético, otro cronológico de la agricultura en la forma más clara y sencilla posible, para que aquellos a quienes está destinado, los colonos, lo comprendan y puedan interpretar en su verdadero alcance24 .

Hay algo que resulta prácticamente incuestionable: la intención de Vélez en divulgar conocimientos, cuestión que se podrá percibir con mayor claridad a medida que avancemos en el trabajo. Ahora bien, como mencionamos arriba, no es extraño que este socialista fijara su atención en el caso soviético, pero no deja de ser significativo el contexto en el que lo hizo: la crisis capitalista mundial había reabierto hacia el interior del Partido Socialista el debate sobre la organización agraria nacional25. Si bien los integrantes de esta tendencia política siguieron defendiendo la pequeña producción agrícola de carácter individual (fieles al programa agrario elaborado en 1901), en el XXI Congreso Ordinario del partido en 1932 algunos representantes provinciales plantearon la opción de la organización productiva agrícola en grandes explotaciones estatales26. Esta propuesta, que remitía directamente a la experiencia soviética, fue dejada de lado por los socialistas argentinos, ya que la leyeron a través del prisma de la socialdemocracia europea, partiendo de la evaluación negativa de Karl Kautsky27.
Fue en esta coyuntura cuando hizo su aparición el ala izquierdista del socialismo que planteará la dicotomía reforma versus revolución: liderada por Benito Marianetti, la Federación Socialista Mendocina fue disuelta en enero de 1937 (luego de impulsar un frente común con el Partido Comunista en el marco provincial) y al mes siguiente se constituyó el Partido Socialista Obrero, en cuyo programa se planteaba la nacionalización de todas las fuerzas de producción y la planificación de la economía argentina28. El surgimiento de disidencias en el PS se reflejó en el ámbito pampeano. En los últimos meses de 1932, como resultado de un conflicto interno dentro del Centro Socialista de Santa Rosa, emergieron dos facciones al interior del socialismo: este enfrentamiento repercutió en todo el Territorio, derivó en la división de la Federación Socialista Pampeana y debilitó al Partido. A su vez, en marzo de 1936 Marianetti visitó el Territorio y dictó conferencias en las localidades norteñas de Eduardo Castex, Trenel y General Pico29. En esta última se conformó el Partido Socialista Obrero a comienzos de 1938 y comenzó a editar el periódico La Lucha, donde sus seguidores exponían sus ideas. Ese mismo año presentaron candidatos en las elecciones municipales de General Pico y fueron derrotados30.
Pero también apareció en el socialismo argentino una corriente que intentará, sin abandonar el Partido, articular reformismo económico y reformismo político mediante el impulso de un programa de gobierno. La realización de este objetivo tenía a Rómulo Bogliolo y José Luis Pena entre sus figuras más representativas. Estos economistas, inspirados en las teorías del socialista belga Henri de Man, hicieron de esta política un tópico recurrente en la Revista Socialista y la Escuela de Estudios Sociales Juan B. Justo durante la década del treinta. La estrategia se basaba en la revolución constructiva: el eje de la transformación consistía en impulsar el tránsito desde una economía organizada por los capitalistas a otra planificada por los trabajadores, con el apoyo del Estado. Las propuestas planistas o dirigistas se centraban en la idea de planificar la economía mediante la nacionalización de las industrias estratégicas, del sistema bancario y de la apropiación para la colectividad de las grandes extensiones de tierra, pero de manera progresiva y en consonancia con la evolución mundial hacia formas de economía dirigida31. Esta corriente alcanzó en 1936 su punto álgido en cuanto a intento por renovar las ideas económicas heredadas del pensamiento de Juan B. Justo, cuando la Editorial La Vanguardia publicó ¿Patrón oro y librecambio?, de Pena. Allí, su autor afirmaba que el control de cambios era un elemento de información económica fundamental para el Estado, por ello es que debía echar mano de estos nuevos moldes que el capitalismo había creado para su marcha32.
En 1934 el maestro pampeano se mostraba fiel al ideario económico de la dirección partidaria, que desde comienzos del siglo XX se oponía sistemáticamente a la modificación de las tarifas aduaneras, argumentando que la protección de la producción nacional provocaría un aumento de precios en los productos, con la consecuente pérdida del poder adquisitivo de los sectores populares33. Al respecto, Vélez escribía:

El malestar económico de la hora actual está concretado en la lucha de los librecambistas y de los proteccionistas, por la implantación de sus respectivos principios, y que en la actualidad va señalando el triunfo de los segundos. [...] La post-guerra nos ha hecho ver que casi todos los países están llevando en la actualidad una ‘guerra aduanera'. [...] Ese es el estado actual del universo, en cuanto a las relaciones comerciales que consiste en cerrarse mutuamente las aduanas con el perjuicio consiguiente para todos. [...] Mientras no se destruyan las barreras aduaneras, la situación económica mundial no se ha de solucionar con las buenas palabras de sus gobernantes y las continuas conferencias a que estamos acostumbrados desde la post-guerra, y que sólo han servido para despertar mutuas desconfianzas sin beneficio para nadie34.

Puede decirse que la publicación de La situación agrícola de La Pampa coincide con una coyuntura polifónica respecto de la organización agraria y la política económica dentro del PS argentino. Pero el ensayo adquiere mayor significación si se lo analiza en el contexto pampeano del momento, signado por la sequía, el despoblamiento rural y, por ende, la debacle económica. En el resto de la obra Vélez se dedicó a analizar la situación de los agricultores del Territorio, cuestión que abordaremos en el siguiente apartado.

Para ilustrar al agricultor: una lectura de la crisis en clave socialista

Los años treinta fueron de agudo debate sobre la estructura agraria pampeana, a raíz del cual aparecieron varios estudios que intentaban demostrar que la cuestión agraria en Argentina estaba dominada por un sistema inadecuado de tenencia de la tierra, en el que la mayoría de los productores accedían a ella por la vía del arrendamiento, los intermediarios se apropiaban de una parte significativa de la renta agraria, las empresas ferroviarias cobraban fletes elevados, las compañías comercializadoras de cereales se quedaban con excedentes agrícolas superiores a las tasas normales de utilidad, los frigoríficos obtenían ganancias extraordinarias mediante maniobras especulativas y el crédito oficial era inaccesible para el común de los agricultores35. Ejemplos al respecto fueron los libros La burguesía terrateniente argentina, de Jacinto Oddone, y Nuestra cuestión agraria. En defensa de la producción y del productor, de Antonio Borras, publicados por la Editorial La Vanguardia en 1930 y 1932, respectivamente36. Los textos de ambos socialistas tuvieron gran relevancia a nivel nacional y fueron profusamente difundidos.
En el primer caso, el autor confirmaba a partir de su investigación los postulados institucionalizados por el socialismo en cuanto al desarrollo del capitalismo agrario pampeano, basado en la propiedad de enormes latifundios que estaban en manos de una burguesía parasitaria, cuyo poder económico y político radicaba justamente en la posesión de la tierra37. Esta visión, actualmente cuestionada desde el campo historiográfico, no permitía bosquejar una imagen más compleja respecto de la evolución del régimen de tenencia de la tierra en la región pampeana, como así tampoco entender acabadamente los vínculos entre agricultura y ganadería o el rol productivo e innovador de los grandes ganaderos38. No obstante, el trabajo de Oddone fue de consulta ineludible para aquellos integrantes partidarios interesados en estudiar la gran propiedad en Argentina, es decir, un verdadero clásico.
En el segundo caso, según Osvaldo Graciano39 el trabajo socialista más sistemático sobre los problemas de organización y funcionamiento de la economía pampeana ante la crisis capitalista, Borras brindaba una explicación en la que se dejaban ver claramente sus convicciones ideológicas. La existencia del latifundio, la especulación de los terratenientes para extraer más renta del suelo, la vigencia de arrendamientos breves y la imposibilidad de los colonos para acceder a la propiedad de la tierra, eran algunos de los factores más perjudiciales para la producción agrícola del país: el desarrollo extensivo de la agricultura, la práctica del monocultivo, el atraso técnico de las explotaciones y la precaria e inestable existencia de las familias agricultoras eran algunas de sus consecuencias más evidentes.
El ensayo de Vélez se inscribe en este debate y muchos de sus postulados son similares a los de Oddone y Borras, aunque no cita a estos autores en el texto. No obstante, no descartamos que haya leído sus obras. El libro de Borras, entre otros, se publicitaba en el periódico socialista de Eduardo Castex, La Voz del Pueblo, y su valor era accesible: 1 peso más 0,20 de franqueo certificado, incluso las bibliotecas del PS tenían un 20% de descuento. Aunque no podemos asegurarlo, es probable que la obra estuviera disponible para los lectores en las bibliotecas socialistas del Territorio40. Pero además de compartir las interpretaciones socialistas, La situación agrícola de La Pampa posee un carácter pedagógico: puede verse por ejemplo el interés del autor en el fomento del cooperativismo y en la difusión de leyes agrarias para beneficio de los agricultores. Este ensayo se cuenta entre las diferentes estrategias socialistas para divulgar saberes en la región, como por ejemplo el dictado de conferencias o la utilización de periódicos para transmitir noticias relevantes, reproducir discursos de representantes partidarios reconocidos o fomentar las ediciones de La Vanguardia y las conferencias radiotelefónicas.
Era habitual que los socialistas pampeanos dictaran conferencias referidas a problemáticas agrarias. En octubre de 1932, por ejemplo, Enrique Stieben brindó una en la zona rural de Eduardo Castex sobre el programa agrario del Partido Socialista41, del mismo modo que en noviembre de 1933 Emilio Carnicelli dio una en Monte Nievas sobre la ley de enfiteusis de Bernardino Rivadavia42. En ocasiones, legisladores socialistas recorrían el Territorio y pronunciaban discursos sobre la necesidad de ajustar los montos de arrendamiento, de fomentar el crédito agrícola y el cooperativismo, de reducir los costos de transporte o de eliminar el latifundio43. Estas acciones tenían como objetivo elevar el nivel cultural en las zonas rurales, combatiendo la ignorancia e incentivando la curiosidad del los agricultores. Para Borras44 esta cuestión era esencial, por eso creía que la radiotelefonía cumpliría un rol importantísimo en la campaña45. La situación agrícola de La Pampa tuvo esa misma finalidad: instruir al agricultor sobre asociacionismo, cooperativismo y legislación agraria. El autor es claro en este sentido:

Como ya lo he dicho con anterioridad, este libro, dedicado a los agricultores de este Territorio, está redactado en la forma más clara posible a fin de que llegue a ser comprendido por aquellos a quienes lo dedico46.

Al igual que los ensayos, los periódicos socialistas fueron un instrumento fundamental de divulgación: La Voz del Pueblo, por ejemplo, reprodujo en su edición del 16 de marzo de 1934 un discurso completo de Nicolás Repetto pronunciado en el Teatro Coliseo de la Capital Federal, en el que se refería a la importancia de auxiliar a la agricultura frenando la desocupación en las áreas rurales. En su opinión, había que estabilizar al agricultor en chacras, huertas o granjas, ofreciéndoles tierra, semillas, animales de trabajo y elementos para construir sus viviendas. Asimismo, había que orientar los créditos oficiales que se perdían en industrias oligárquicas hacia el sector agrícola, abaratar los fletes ferroviarios, ajustar los arrendamientos al valor de la producción, suprimir los impuestos a la producción agrícola y construir una red de elevadores baratos para beneficio de los productores47. En sus ediciones solían aparecer artículos de Repetto sobre cooperación agrícola48 o del diputado socialista Amleto Magris sobre la chacra argentina del porvenir49, quienes solían publicar artículos en el Anuario Socialista sobre temáticas agrarias50. Además, desde este periódico socialista se publicitaban conferencias radiotelefónicas de Jacinto Oddone y Américo Ghioldi51.
El libro de Vélez, al igual que otras ediciones de La Vanguardia, mereció el comentario favorable del periódico La Voz del Pueblo. Según los socialistas de Eduardo Castex, era de consulta para agricultores, maestros y toda persona de estudio y podía obtenerse a un precio accesible: 1,50 pesos más 0,20 de franqueo certificado, solicitándolo directamente al autor52. La recomendación bibliográfica formaba parte de las acciones efectuadas por los socialistas que editaban este periódico con un fin
pedagógico: ilustrar al hombre de campo para que se pudiera defender de sus explotadores y dejara de ser la eterna víctima de comerciantes, terratenientes y empresas ferroviarias. El poder del Partido, según decían, estaba en la cultura de sus componentes: sus mayores enemigos eran la ignorancia y la miseria53. Para paliar esa situación, no sólo fomentaban sus bibliotecas, sino además las obras de Justo, Bogliolo, Oddone, Repetto, Borras y Vélez, entre otras.
Ahora bien, veamos a continuación cuales fueron los aspectos de la realidad agraria del Territorio que este último autor priorizó en su ensayo. Del mismo modo que Oddone y Borras, el maestro pampeano consideraba que el principal problema de la agricultura en Argentina residía en la existencia del latifundio, ese gran mal que aquejaba al país e imposibilitaba el bienestar de los habitantes rurales. En La Pampa, según comentaba, la situación de los agricultores era miserable, ya que trabajaban en tierras ajenas y mal alambradas, con máquinas destruidas por el uso y con los elementos de labranza y los animales prendados. Una trilogía, integrada por terratenientes, comerciantes y empresas ferroviarias, oprimía y ahogaba a los colonos de la región54. El accionar de los jueces de paz, personas que en muchos casos apenas sabían leer y escribir, agravaba esta situación a raíz de la interpretación arbitraria de la legislación. Esta cuestión para él era muy importante: la violación de las leyes 11.170 y 11.627, sancionadas en 1921 y 1932, respectivamente55, era posible, entre otros factores, por el analfabetismo y la falta de instrucción de los habitantes rurales. Ello derivaba en la imposición de contratos opresivos, que en muchos casos inclusive perjudicaban el desarrollo de las prácticas y recomendaciones de los técnicos del Ministerio de Agricultura, como por ejemplo la rotación de cultivos o la cría de animales de granja56. Ante esta situación:

El colono pampeano hace como el jugador, poniendo todo su trabajo a una sola carta, que es la agricultura. Si ésta fracasa por la sequía, granizo, piedra o bien los precios no responden al costo de producción, tiene que encontrarse forzosamente cara a cara con la miseria y la desesperación. [...] Un espectáculo corriente es ver en los primeros meses del año las caravanas de colonos desalojados que arrastran sus chatas, animales e hijos, que marchan en busca de tierras donde poder establecerse y levantar un techo para defenderse de la lluvia, del viento, del frío o del calor. [...] Cuando, para suerte, logran poner punto final a su eterno peregrinaje y llegan a encontrar un pedazo de tierra, el latifundista, o bien su encargado, se aprovechan de su desesperante situación, ofreciéndoles contratos en condiciones muy desfavorables. Pero su situación no es la de elegir ni de imponer condiciones, y ahí quedan bien contentos por haber encontrado, siquiera por un año, albergue y sosiego57.

Esta realidad, según él, era la que estaban atravesando los agricultores pampeanos a mediados de los años treinta. Toda esta década se caracterizó por la consecución de períodos de sequía, caída de cenizas y erosión eólica del suelo58. Como consecuencia de ello, se produjo una caída demográfica importante: el Territorio pasó de tener una población rural de 86.798 habitantes en 1935, a tener 68.255 en 194259. A esto se sumaba el marcado descenso de precios experimentado por los principales cereales exportables respecto de la década anterior60. Para paliar esta situación, Vélez creía que debía ponerse el acento en cuestiones como la ausencia de crédito agrícola, las elevadas tasas ferroviarias y la falta de control oficial en la venta de productos agropecuarios. Para justificar su opinión sobre esto último citaba una de las voces más autorizadas dentro del socialismo:

Por eso es muy necesario, y en esto estamos siguiendo las ideas vertidas por el Dr. Repetto: el gobierno argentino debe intervenir en los negocios de las casas exportadoras para evitar muchos de los males que hoy está soportando el país61.

En el trabajo de Vélez las citas de Repetto fueron una constante y las coincidencias con Borras por demás significativas. Al igual que este último, consideraba que era fundamental la elevación intelectual del habitante de la campaña. Es por este motivo que en su ensayo analizó detenidamente las leyes 11.170 y 11.627, como así también los debates parlamentarios que dieron origen a esta legislación. Esto tenía una finalidad específica: que los agricultores conocieran sus derechos, para subsanar su escaso nivel cultural, fomentar el cooperativismo y la práctica asociativa62. Al respecto escribía:

Hoy los agricultores podrían formar un gremio bastante fuerte, haciéndolo bajo la forma de asociaciones cooperadoras, uniones gremiales para la administración de elevadores de granos, como ya se ha hecho en Córdoba y Santa Fe, con los consiguientes beneficios para los mismos. En la unión estará siempre el poder de los agricultores y no, como muchos creen, que la unión de los trabajadores sólo sirve para alzarse contra las leyes, el orden constituido y para declarar huelgas. [...] Cuando el colono, no sólo pampeano, sino también el del resto del país, se haya compenetrado de los grandes beneficios que les reportará el unirse, el asociarse, se habrá dado un paso muy grande a su propia dignificación, que sólo ha de conseguirse en un frente de unión franco y leal. Traerá al mismo tiempo su mejoramiento económico63.

Además de incluir la ley agraria de 1932, realizó un resumen breve de las discusiones en el tratamiento de su articulado en ambas cámaras. Podríamos preguntarnos ¿cuál era su objetivo?

Trataré de hacer un ligerísimo resumen, bastante sintético, para que los agricultores puedan tomar una idea general en la forma que fue tratada la ley 11.62764.

Como ya lo hemos citado anteriormente, el diputado por Santa Fe, Dr. Joaquín Argonz, hizo una brillante defensa del anhelo colectivo de que los contratos renovables lo fueran por cinco años. [...] Creo que es necesario que el colono pampeano y el de la República, conozcan su franca y leal defensa. Es por ello que transcribo gran parte de su discurso en aquella memorable sesión del 28 de Septiembre de 1932 [...]65.

Estas citas ejemplifican bien sobre una práctica que era frecuente entre los socialistas del Territorio: la difusión de conocimientos entre los agricultores66. En las páginas del periódico La Voz del Pueblo podían leerse estos consejos:

Agricultor: el flete ferroviario del transporte del cereal es caro, solicite en común con todos los chacareros, rebaja del flete. Secunde los movimientos que tienden a sacarlo del caos 67.
Colono: si ud. tiene cosechadora, utilicela (sic) la ley nº 11.627 lo ampara. Haga de la ley su instrumento contra la prepotencia del latifundista68.
Colono: no se deje impresionar por las amenazas del terrateniente, todo lo que estos hagan en ese sentido no pasa de una falsa maniobra para perjudicar sus intereses. El artículo 8 de la ley de arrendamientos rurales los protege. ¡Defiéndase!69
Agricultor: la cooperativa es el mejor medio para la defensa de sus intereses asóciese y se ayudará a sí mismo70.

En opinión de Vélez, la ley agraria de 1932 era muy mala y no llenaba las necesidades de los colonos. A esto se sumaba el incumplimiento de la norma: para paliar este problema se divulgaba esta información entre los habitantes rurales. Como prueba destinada a corroborar sus planteos, este socialista incluyó en su obra algunos contratos de arrendamiento de las localidades de Alta Italia, Falucho e Ingeniero Luiggi. Como advirtió Maluendres71, luego del analizar cada uno de ellos Vélez generalizaba esta situación al resto del Territorio, con lo cual cometió un grave error al no identificar posibles diferencias regionales. Esta falencia se explica porque la finalidad de éste era demostrar con ejemplos su lectura de la realidad, valga decir, la concepción socialista de la problemática agraria en un contexto de crisis. Lejos estaba de su intensión realizar un estudio objetivo al respecto.
Otro de los inconvenientes que acarreaban los contratos citados por este socialista era que imposibilitaban el trabajo racional de la tierra, es decir, la puesta en práctica de la agricultura científica. Mientras que desde el Ministerio de Agricultura se fomentaba la chacra mixta, por ejemplo, muchos de los contratos de arrendamiento prohibían la tenencia de animales de granja por parte de los colonos72. Esta no era una cuestión menor para este maestro, ya que los socialistas argentinos fueron activos promotores de la aplicación de los adelantos científicos en la organización productiva, e incluso llegaron a formular soluciones tecnológicas cuya concreción tenía como destino la región pampeana, recuperando en parte la valorización decimonónica de la agricultura civilizadora73.
Este estado de cosas debía ser modificado: la pregunta es ¿cómo? En su opinión, solo existían tres caminos para lograr la estabilización de la vida económica de los agricultores, en particular, y del país, en general. La primera era la formación de pequeñas chacras agrícolas, iniciativa que no era nueva en Argentina y que estaba demasiado alejada de una posible concreción. La segunda era la gran explotación por parte del Estado, cuyo modelo era en ese momento la Unión Soviética, economía que, como señalamos, había sorteado la debacle del sistema capitalista mundial. Era prácticamente imposible, en su opinión, hacer mención al modelo soviético y evitar el mote de elemento perturbador. La tercera era la gran explotación por parte de las cooperativas agrícolas74. Las últimas dos opciones, según este maestro, eran casi revolucionarias, no obstante, ello no implicaba que no pudieran ser ensayadas en Argentina75. Por este motivo aclaraba:

Pero no prejuzguemos ni demos a esta palabra el significado que la vulgaridad le da. No es sinónimo de sangre ni de destrucción. Ello es evolucionar, modificar y todo esto, siempre se hace en un sentido progresivo. [...] Claro es que, al pretender implantar estos dos últimos puntos, nos encontramos con que ello viene a modificar un estado de cosas que viene de siglos, y como nos hemos acostumbrado a recibir y transmitir, nos parece problemático lanzarnos a tales experimentaciones. Pero si hemos experimentado todo lo demás y no ha dado resultado, debemos ensayar nuevos sistemas hasta que encontremos el que realmente llega a esa grande aspiración del mejoramiento colectivo76.

Como se puede advertir, en las opciones presentadas por Vélez convivían las propuestas del programa agrario socialista con las del Partido Comunista, en un contexto en el cual la crisis económica había reabierto hacia el interior del socialismo el debate sobre la organización agraria nacional. Los representantes de las izquierdas en Argentina elaboraron conocimientos propios sobre el capitalismo agrario, a la vez que generaron una extensa producción bibliográfica al respecto77. Los socialistas pampeanos no fueron la excepción: mediante sus periódicos y escritos difundieron sus ideas con el objetivo de contribuir a mejorar la situación agraria del Territorio en general y de los agricultores en particular78. El ensayo analizado debe pensarse en estos términos: como una lectura en clave socialista de la realidad agraria pampeana aparecida en los años treinta, en cuyas páginas se evidencian muchos de los debates epocales de las izquierdas argentinas.

Palabras finales

En este trabajo intentamos demostrar que catalogar a la obra de Mariano Vélez como una leyenda negra no ayuda a explicar su verdadera funcionalidad. Fruto de una pluma socialista, La situación agrícola de La Pampa fue concebido como un texto destinado a instruir a los agricultores sobre los beneficios del cooperativismo, la necesidad de organizarse y, especialmente, la importancia de conocer la legislación agraria. Consideramos que este ensayo debe ser abordado desde una perspectiva de conjunto, es decir, como una estrategia más de las implementadas por los integrantes del socialismo para difundir conocimientos. Al analizar los periódicos partidarios pudimos corroborar que los consejos a los agricultores y las sugerencias bibliográficas eran prácticas comunes entre los socialistas pampeanos. Esto permite conjeturar que para los integrantes locales de esta subcultura política la divulgación de saberes era una cuestión relevante. Ello resulta más significativo si consideramos el contexto espacial y temporal: los socialistas del Territorio que habitaban en zonas rurales no priorizaron el mismo corpus de conocimientos que sus pares porteños, menos aún durante la década del treinta, cuando la crisis agroecológica se abatía sobre la región y los agricultores sufrían las consecuencias.
El ensayo de Vélez es relevante también, y esto puede pasar desapercibido si no se toma en consideración el momento de publicación, porque considera que una de las opciones para lograr la estabilización económica era el modelo soviético. Si bien en su explicación de la crisis coincidía con interpretaciones como las de Oddone o Borras, e incluso cuestionaba el proteccionismo económico, al momento de proponer salidas no descartaba la gran producción estatal. Este no es un dato menor, ya que desde comienzos de la década del treinta se venían dando calurosos debates en el Partido Socialista argentino respecto de la organización agraria y la política económica. En este sentido, La situación agrícola de La Pampa es una obra que permite hacer un análisis de época, ya que conjuga ciertos cánones establecidos dentro del ideario socialista con otras concepciones que circulaban en los medios de izquierda en Argentina. En fin, pese a que muchas de las interpretaciones socialistas sobre el agro pampeano han sido rebatidas desde la historiografía, ello no implica que deba restársele importancia a la sistemática tarea de producción y difusión de saberes llevada adelante por sus dirigentes e intelectuales. El ensayo de Vélez es un claro ejemplo al respecto.

 

Notas

1 Ver Adelman, 1989; Aricó, 1999; Portantiero, 1999 y, especialmente, Graciano, 2004, 2007, 2008, 2010a, 2010b, 2012 y Barandiarán, 2006, 2010. En lo que respecta al Partido Socialista argentino en general, consultar los trabajos incluidos en Camarero y Herrera, 2005.

2 Nació en Sampacho, Córdoba, el 23 de enero de 1903. En 1920 se recibió de maestro en Villa Mercedes, San Luis, y al año siguiente comenzó su tarea docente en la localidad pampeana de Telén. Fue maestro también el Luan Toro, Ingeniero Luiggi, Bernardo Larroudé y Alta Italia. Cuando publicó La situación agrícola de La Pampa vivía en esta última localidad. Militó en el socialismo y publicó artículos en diversos periódicos del Territorio pampeano. Murió en Buenos Aires en 1944 (Valencia, 2008: 271-272).

3 La lectura era concebida desde las izquierdas como un medio para instruir a los trabajadores, por eso fomentaron las publicaciones y la creación de bibliotecas (Lobato, 2009: 11). En relación a la sistemática experiencia educativa y cultural desplegada por los socialistas porteños entre fines del siglo XIX y la década de 1930, ver Barrancos, 1992 y 1996.

4 Bloch, 2006: 47.

5 Gaignard, 1989.

6 Maluendres, 1995.

7 Vélez, 1934: 5-6.

8 Barrancos, 1992, 1996.

9 En su obra El mundo físico y moral en su concepción científica. Un ensayo biológico-social, publicada en 1931, Nicolai había planteado esta idea. Quizá Vélez tuvo acceso a este libro.

10 Vélez, 1934: 7-19.

11 Ibidem: 26.

12 Valencia, 2008: 272.

13 Hobsbawm, 2003: 103.

14 Sassoon, 2001: 95-97.

15 Paramio, 2010: 28.

16 Vélez, 1934: 47.

17 El apellido del economista aparece citado de dos maneras: Sterman y Sterneman (Vélez, 1934: 46-48).

18 Fitzpatrick, 2005: 176.

19 Vélez, 1934: 52. Las cifras oficiales soviéticas eran impresionantes: para 1932 el 62 % de los hogares aldeanos habían sido colectivizados. Esa cifra ascendió para 1937 al 93 % (Fitzpatrick, 2005: 176).

20 Nove, 1992: 33-37. Era frecuente que los funcionarios fueran golpeados, apedreados o víctimas de disparos cuando llegaban o partían de las aldeas. Muchos nuevos integrantes del koljoz abandonaban pronto las aldeas y buscaban trabajo en las ciudades o en los nuevos proyectos en construcción (Fitzpatrick, 2005: 175). Cuando en marzo de 1930 Stalin publicó el artículo Mareados por el éxito (conocido y mencionado por el maestro socialista pampeano, Vélez, 1934: 51), en el que responsabilizaba a las autoridades locales del gobierno por excederse en el cumplimiento de sus instrucciones, muchos campesinos aprovecharon la ocasión para retirar sus nombres de las listas de integrantes de los koljoz, haciendo caer mucho el porcentaje de hogares campesinos oficialmente colectivizados (Nove, 1992: 36).

21 Fitzpatrick, 2005: 158-161.

22 Vélez, 1934: 53.

23 Fitzpatrick, 2005: 168-171. Durante el primer plan quinquenal, sin embargo, muchos proyectos vastos no fueron concluidos por falta de materiales, transporte o mano de obra calificada (Nove, 1992: 39). El país sufrió la carencia de toda clase de expertos, especialmente ingenieros, cuyos conocimientos resultaban cruciales para el impulso modernizador que se pretendía desarrollar (Fitzpatrick, 2005: 156). A diferencia del primero, el segundo plan quinquenal fue más realista y puso mayor atención en los bienes de consumo. La planificación se llevó adelante de manera centralizada y los recursos se asignaron desde el Estado o los órganos del partido. Pese a ello, la planificación soportó debilidades provenientes de la estructura burocrática, las interferencias arbitrarias, la incompetencia de algunos funcionarios, la despreocupación por los costos económicos e incluso la existencia de cuellos de botella que constantemente intentaron ser subsanados. Puede decirse que en los años treinta Stalin estaba envuelto en la organización de una guerra económica en tiempos de paz. Con ese objetivo, a fines de esa década aumentó la presión sobre las aldeas (subieron los impuestos y el mínimo de trabajo obligatorio) e impuso una férrea disciplina en las industrias (Nove, 1992: 66-70).

24 Vélez, 1934: 53-54.

25 Después de la Gran Depresión socialistas y comunistas realizaron evaluaciones diferentes sobre los problemas que enfrentaba la economía agraria en el país. Estas lecturas coincidieron en algunos puntos pero en otros no: los socialistas pretendían transformar la realidad agraria mediante la subdivisión de la gran propiedad a través de impuestos a la tierra por mecanismos legales, mientras que los comunistas entendían que una verdadera reforma agraria implicaba el desarrollo de un programa revolucionario de expropiación de los latifundios y la socialización de la producción agrícola, propuesta que se modificó en la década del cuarenta orientándose a la defensa de la pequeña explotación (Graciano, 2007: 204-215).

26 Graciano, 2010a: 170-171.

27 Graciano, 2004: 82-84.

28 Herrera, 2006: 132-139.

29 La Voz del Pueblo, nº 191, 20-3-1936, Eduardo Castex.

30 Valencia, 2008: 215-236.

31 Tortti, 1995: 208-220; Portantiero, 2002: 235-238. En relación con este tema ver también Portantiero, 2005.

32 Portantiero, 2002: 239.

33 Caravaca, 2011: 76-77.

34 Vélez, 1934: 244-246. Del mismo modo que Vélez, el socialista Antonio Borras en Nuestra cuestión agraria. En defensa de la producción y del productor planteó que el aumento de las tarifas aduaneras llevado adelante por el gobierno argentino era una política absurda. En relación a ello, señalaba: Como se ve, se trata de impuestos destinados a castigar al pueblo que trabaja y que para los agricultores tienen dos consecuencias graves: aumento de precio de los artículos de primera necesidad y disminución del valor de los productos de la chacra ya que alejan a los compradores del exterior (Borras, 1932: 204-205).

35 Barsky y Gelman, 2005: 272.

36 En este trabajo citamos una edición posterior de Oddone, 1975.

37 En la nota a la segunda edición, de 1936, Oddone escribía: En cuanto al asunto de fondo, nada he cambiado, pues sigue siendo para mí un hecho indiscutible: la burguesía terrateniente argentina tiene su origen en la ley de enfiteusis, que con el mejor propósito redactó e hizo sancionar Bernardino Rivadavia, pero que los ‘vivos' de entonces hallaron la forma de hacer servir a sus intereses particulares. Y acapararon tierras y enriquecieron a sus descendientes. Rosas fue su salvador. Lo demás, vino por añadidura (Oddone, 1975: 10).

38 En relación a las críticas historiográficas actuales, ver Sesto, 2005 y Blanco y Banzato, 2009.

39 Graciano, 2004: 76.

40 En 1932 existían 14 bibliotecas socialistas en el Territorio pampeano (Valencia, 2008: 252).

41 La Voz del Pueblo, nº 13, 7-10-1932, Eduardo Castex.

42 Ibidem, nº 73, 1-12-1933, Eduardo Castex.

43 Ibidem, nº 5, 12-8-1932, Eduardo Castex.

44 Borras, 1932: 243-247.

45 La radiotelefonía, en efecto, fue un medio importante para los socialistas del interior bonaerense durante la década del treinta destinado a poner en circulación sus ideas (Barandiarán, 2010: 151-152).

46 Vélez, 1934: 252.

47 La Voz del Pueblo, nº 88, 16-3-1934, Eduardo Castex.

48 Ibidem, nº 96, 11-5-1934, Eduardo Castex.

49 Ibidem, nº 145, 19-4-1935, Eduardo Castex.

50 Al respecto consultar Magris, 1934 y Repetto, 1936.

51 La Voz del Pueblo, nº 186, 14-2-1936, 14-2-1936, Eduardo Castex.

52 Ibidem, nº 103, 29-6-1934, Eduardo Castex.

53 Ibidem, nº 42, 28-4-1933, Eduardo Castex.

54 La referencia a tres pulpos o trilogía también aparece en el periódico de los socialistas de Eduardo Castex. La Voz del Pueblo, nº 2, 23-7-1932, Eduardo Castex.

55 La primera de ellas se sancionó en 1921 para regular los arrendamientos agrícolas, establecer un plazo mínimo de cuatro años a los contratos de arrendamiento de unidades de hasta 300 hectáreas, declarar nulas las cláusulas que obligaban a vender los productos, a asegurar los cultivos o cosechas y a utilizar maquinaria de empresas o personas determinadas. El objetivo era garantizar la estabilidad de los arrendatarios y el uso pleno de las libertades capitalistas de producción. En octubre de 1932 esta se modificó y se dictó la 11.627: se suspendieron los límites en cuanto a la extensión de la tierra comprendida en las previsiones legales y el plazo mínimo de arrendamiento pasó de cuatro a cinco años (Barsky y Gelman, 2005: 235 y 269).

56 Vélez, 1934: 56-65. Este tema fue analizado en Martocci, 2011.

57 Vélez, 1934: 66-68.

58 Lluch, 2008: 156-157.

59 Censo General del Territorio Nacional de la Pampa, 1942: 16.

60 Barsky y Gelman, 2005: 265.

61 Vélez, 1934: 82.

62 En relación con el sindicalismo rural, ver Ascolani, 2009.

63 Vélez, 1934: 97-98.

64 Ibidem: 108.

65 Ibidem: 128.

66 Esa misma lógica tuvo la obra Dolor gaucho!, publicada por Demetrio Buira, un agricultor pampeano que había sido electo diputado por el PS en la provincia de Buenos Aires. En ese libro incluyó el proyecto que presentó en 1932 sobre alojamiento higiénico para los trabajadores del campo, un discurso de 1933 en la Cámara donde denunciaba los privilegios de los terratenientes ganaderos, un texto sobre los trabajadores rurales y los accidentes de trabajo, como así también dos notas publicadas originalmente en la revista Claridad y el diario La Vanguardia. Consultar Buira, 1933.

67 La Voz del Pueblo, nº 121, 2-11-1934, Eduardo Castex.

68 La Voz del Pueblo, nº 122, 9-11-1934, Eduardo Castex.

69 Ibidem, nº 123, 16-11-1934, Eduardo Castex.

70 Ibidem, nº 123, 16-11-1934, Eduardo Castex.

71 Maluendres, 1995: 205.

72 Vélez, 1934: 145-147.

73 Graciano, 2010b: 8-11.

74 En 1938 el Partido Socialista se proclamó a favor del accionar estatal en el fomento de la creación de explotaciones agrícolas colectivas por parte de las cooperativas (Problemas argentinos. Planes socialistas para su solución, 1938: 18-19). Para un análisis al respecto, ver Graciano, 2012: 141-145.

75 Vélez, 1934: 247-250.

76 Ibidem: 249-250

77 Graciano, 2012.

78 Como señaló Barandiarán (2010: 163) en su análisis sobre la propaganda socialista en el interior rural bonaerense, pareciera que su accionar fue contradictorio al divulgar sus ideas de manera escrita, ya que muchos de los habitantes del agro eran analfabetos y, según creían los integrantes partidarios, con una limitada capacidad de razonamiento. Esta cuestión no se analizará aquí en profundidad, pero debe ser tenida en cuenta al momento de evaluar las limitaciones presentadas por la obra de Vélez en el medio pampeano.

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