SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.51 número2ESTUDIO DE LA INTERRELACIÓN ENTRE LAS DEMANDAS VECINALES Y SU RECEPCIÓN DURANTE EL PRIMER PERONISMO EN DEPARTAMENTOS DE LA PROVINCIA DE MENDOZA (1946-1951)Desde la empresa. Firmas familiares y estructura empresarial en la industria azucarera tucumana, 1895-1930: Algo más sobre el azúcar: agroindustria y renovación historiográfica índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

  • Não possue artigos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Revista de historia americana y argentina

versão impressa ISSN 2314-1549versão On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.51 no.2 Mendoza jul. 2016

 

ARTÍCULOS DE HISTORIA ARGENTINA

UN MOVIMIENTO DE DESOCUPADOS PARA LA REVOLUCIÓN. El Partido Comunista y la organización de los trabajadores desocupados hacia la década de 1930 en Argentina1

                                  

José Benclowicz

IIDyPCa CONICET/UNRN. jd.benclowicz@gmail.com

Recibido: 25-IV-2016
Aceptado: 27-VI-2016

 

RESUMEN

Este trabajo reconstruye la experiencia de la organización de los desocupados hacia la primera mitad de la década de 1930 en la Argentina, encabezada por los comunistas. El PC planteó casi en total soledad la necesidad de organizar a los desempleados e impulsó la conformación de comités de desocupados que desarrollaron distintas acciones de protesta en el marco de una significativa campaña. El estudio tiene en cuenta las caracterizaciones del comunismo a nivel mundial y latinoamericano vinculadas al tema y los alcances y limitaciones que tuvo esta política en el contexto argentino de la época.
Palabras clave: organización de los desocupados; Partido Comunista; crisis del 30; Argentina.

ABSTRACT

This paper traces the process of organization of the unemployed in the first half of the 1930s in Argentina, led by the Communists. The PC was almost the only political group that saw the need to organize the unemployed. To do so, they proposed the formation of committees of unemployed, which developed various means of protest as a part of an important campaign. The study takes into account the characterizations of communism at the global and Latin American level related to the subject, and the scope and limitations that this policy had in the Argentine context of the time.
Key words: organization of the unemployed; Communist Party: 1930s crisis; Argentina.

 

INTRODUCCIÓN

El Partido Comunista (PC) argentino ganó una creciente influencia entre los trabajadores hacia la década de 1930, que lo llevó a perfilarse como la principal corriente entre los obreros industriales del país y a codirigir, junto a los socialistas, la Confederación General del Trabajo a partir de 19362. El crecimiento sostenido del Partido puede remontarse a mediados de la década anterior, cuando la Internacional Comunista ya había instalado la sede del Secretariado Sudamericano en Buenos Aires. Pero fue durante los años treinta cuando, superados los conflictos internos y escisiones que habían sacudido a la organización3, los comunistas lograron un crecimiento significativo. Su influencia avanzó durante la primera mitad de esa década a pesar del endurecimiento de la represión estatal y el desempleo masivo provocado por la crisis económica mundial4.
En ese contexto, el PC desplegó una intensa campaña por la organización de los desocupados, prácticamente desconocida por la historiografía. En esta línea, el propósito de este trabajo es reconstruir las posiciones y acciones que adoptaron los comunistas ante la desocupación masiva de la primera mitad de la década de 1930 en la Argentina, examinando en particular los planteos dirigidos a los desocupados, que se distinguen del resto de las aproximaciones de las fuerzas obreras de la época. En efecto, como se mostrará a lo largo del artículo, los comunistas plantearon casi en total soledad la necesidad de organizar a los trabajadores desocupados. Para ello, impulsaron actos y movilizaciones, conformaron comités integrados por desempleados y desarrollaron distintos tipos de acciones protagonizadas por estos.
El tema de la organización de los desocupados hacia la década de 1930 ha recibido poca atención en general, a pesar de la masividad y la importancia que tuvieron distintos movimientos de desocupados en Europa y Estados Unidos en esa época5. Para los casos de América Latina, el campo permanece prácticamente virgen6. Sobre la Argentina en particular sólo existe un trabajo, el de Nicolás Iñigo Carrera y Fabián Fernández, que explora en términos generales la cuestión atendiendo a los posicionamientos de las distintas corrientes obreras7. En esta indagación de carácter pionero se detectan distintas acciones protagonizadas por desocupados y se señala a comunistas y anarquistas como artífices de la organización de los desocupados. Si bien el señalamiento es difícil de sostener para estos últimos8, en el caso de los primeros se verifica ampliamente: los comunistas colocaron, como se mostrará, a los desocupados y a la cuestión de su organización en el centro de su agenda durante la primera mitad de la década de 1930.
Los intentos de organización de los desocupados que se reconstruyen coinciden con el llamado tercer período, que preveía la inminencia del derrumbe del capitalismo mundial y signó las políticas comunistas entre 1929 y 1935. En ese contexto, en el que se impusieron orientaciones de carácter netamente clasista -y sectario-, los desocupados fueron considerados un actor relevante que, organizado por los comunistas, aportaría parte de la energía necesaria para la concreción de la revolución en los distintos países. En este sentido, el tema bajo estudio aporta igualmente al conocimiento de los rasgos específicos que asumió en la Argentina la orientación de la III Internacional durante ese período. El cambio de esa línea algo después del ascenso del nazismo al poder por una propuesta de colaboración de clases plasmada en la consigna del Frente Popular, relegó simultáneamente los llamados a la organización de los desocupados, en un contexto en el que, a su vez, la crisis mundial y el desempleo masivo tendían a atenuarse en líneas generales. Con todo, en el contexto de la desocupación masiva generada por la crisis de 1930, la organización de los desempleados contribuyó a la inserción partidaria en la clase trabajadora.
A fin de reconstruir las acciones y posicionamientos en cuestión, en este trabajo realizo un relevamiento documental exhaustivo, que incluye las publicaciones y resoluciones del comunismo internacional, ­­-especialmente de Congresos y reuniones de la Comintern, de la Internacional Sindical Roja (ISR) y de la Confederación Sindical Latino Americana (CSLA)- e indago en torno a las distintas resoluciones, artículos y convocatorias del PC argentino, teniendo en cuenta la relación entre ambos. Dado el carácter fragmentario de las fuentes disponibles, incorporo con propósitos de complementación una amplia variedad de periódicos y boletines y otras publicaciones de la época. Asimismo, la indagación incluye documentos inéditos de la Sección Especial de la Policía creada por ese entonces para reprimir al comunismo, que aportan una valiosa información.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta aquí, el artículo está organizado de la siguiente manera: en el primer apartado se analizan los posicionamientos del comunismo internacional antes y después del crack del 29, atendiendo a las caracterizaciones sobre la desocupación, los desocupados y la revolución; en el segundo se reconstruye la política del Partido hacia los desocupados en los inicios de la crisis mundial, cuando el PC argentino desplegó sus primeras reivindicaciones y acciones, poniéndola en relación con las orientaciones del resto de las corrientes obreras; en el tercero se indaga en torno a un segundo momento, que involucra los años 1931 a 1934, en el que se rectifican posiciones y se impulsan una cantidad significativa de iniciativas, que encuentran alcances y límites determinados por las características del contexto político y social del momento y de las propias orientaciones del Partido. En el último apartado se exponen las reflexiones finales.

COMUNISTAS Y DESOCUPADOS EN EL TERCER PERÍODO

El problema del paro forzoso y de la organización de los desocupados fue objeto de consideración por parte del comunismo internacional desde los inicios de la década de 1920, aunque fue hacia 1925 que el Comité Ejecutivo de la Internacional planteó la necesidad de encarar el trabajo en torno a los desocupados con la mayor seriedad, consideración que se repite los años subsiguientes9. Esta orientación tomó cuerpo en el impulso de movimientos de desocupados en Europa y Estados Unidos. Los casos más significativos fueron sin duda los de Alemania y el Reino Unido, donde en el contexto de la notable desocupación que se desplegó durante los primeros años veinte, los comunistas pusieron en pie organizaciones de desocupados de carácter masivo. Profundizando esta perspectiva, poco antes del crack de la bolsa de Nueva York, y en función de lo resuelto en el X Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, la cuestión de la organización de los desocupados se planteó como en uno de los ejes centrales de los partidos comunistas en todo el mundo para el tercer período que anunciaba la crisis final del capitalismo y el advenimiento de la revolución mundial10. Así, si bien la crisis del 30 agravó claramente la problemática, encontró a los comunistas con una posición elaborada y puesta a prueba: la necesidad de organizar a los desocupados, política que no llevaban adelante ni los partidos socialdemócratas ni los sindicatos asociados a ellos.
En contraposición a las visiones liberales predominantes entre los dirigentes socialdemócratas, los comunistas consideraban que se asistía, hacia 1930, tan sólo a la etapa inicial de la crisis. Asociado a eso preveían que el desempleo, que venía incrementándose como consecuencia de la racionalización capitalista y la creciente maquinización, progresaría rápidamente y crearía las condiciones necesarias para la transformación de la cantidad en calidad, es decir de la transformación de la naturaleza misma de la desocupación y del movimiento de los desocupados11. Los desocupados aparecen aquí como un factor clave en el advenimiento de la esperada revolución mundial. En función de los acontecimientos desarrollados particularmente en Alemania, donde se registraron gigantescas movilizaciones de desocupados que derivaron en luchas de barricadas por el control de las calles entre los manifestantes y las fuerzas policiales, se deducía que desocupados eran capaces de desencadenar movimientos de masas de características revolucionarias. La cuestión central aquí para los comunistas es la de la dirección de los desocupados:

Si el movimiento es dirigido por los elementos revolucionarios en ligazón con todo el movimiento revolucionario de la clase obrera, la dominación de la burguesía será abolida y el poder pasará a manos del proletariado; si la burguesía logra dividir el movimiento de los desocupados, despojarla de su ideología revolucionaria, y ejercer en él su influencia, la existencia del régimen capitalista será prolongada por un cierto lapso de tiempo12.

Adviértase que el papel asignado a los desocupados era central: de ellos y particularmente del tipo de liderazgo que tuvieran dependía en lo inmediato la propia revolución. Dirigidos por elementos revolucionarios –en este período de características sectarias era prácticamente un sinónimo de comunistas– los movimientos de desocupados eran presentados nada menos que como condición de posibilidad de la revolución mundial; en cambio, si prevalecía la influencia burguesa entre los desocupados, el capitalismo sobreviviría de momento. Consideraciones similares pueden encontrarse en las resoluciones del V Congreso de la ISR de septiembre de 1930, que agrupaba a los sindicatos y centrales comunistas a nivel mundial.
La masividad de la desocupación y la experiencia de la organización de los desocupados en países como Alemania y Gran Bretaña, incidieron sin duda en la perspectiva de lanzarse a la organización de los desocupados en todo el mundo; adicionalmente, puede pensarse que incidió la debilidad del comunismo en las filas del movimiento obrero mundial, dirigido mayormente por la socialdemocracia en países como los mencionados, y fuertemente influenciado en general por el anarco-sindicalismo en casos como el de España, Francia y la propia Argentina. En el Reino Unido en particular, la organización de los desocupados se remonta a los primeros años de la postguerra; la reducción de retribuciones y beneficiarios que fueron encaradas poco después por el gobierno de Ramsay MacDonald en 1931, dieron lugar al desarrollo de masivas movilizaciones13.
Una de las claves del éxito de la organización de los desocupados, encarada mundialmente por los comunistas hacia 1930, parece haber sido justamente la existencia previa de seguros de desempleo. La falta de una corriente de opinión vigorosa en la Argentina favorable a su instauración no favoreció el accionar comunista. Asimismo, desde el punto de vista estrictamente organizativo, la existencia de puntos de reunión oficiales de los desocupados, como el caso de las bolsas de trabajo, ofrecían un espacio común en el que el desempleo trascendía el plano individual y donde era posible dar lugar a la solidaridad entre los parados y por lo tanto, a la acción colectiva. No en vano la ISR recomendaba Crear comités de desocupados en los lugares de control, donde se inscriben los que están sin trabajo14. Algo después, la Conferencia de Praga sobre la cuestión de los desocupados, reafirmó esta perspectiva15.
En el continente americano, donde no existían seguros de desempleo, los comunistas se propusieron luchar junto a los trabajadores ocupados para obtenerlos. Además de la conquista del seguro al parado por cuenta del estado, que era planteada como tarea primordial, las resoluciones del Congreso de la ISR de 1930 formulaban una serie de reivindicaciones que debían acompañar los esfuerzos para organizar a los desempleados: la jornada de 7 horas, la implementación de comedores y asilos, la asistencia médica gratuita, entre otras16.
Para avanzar en la organización y en la conquista de reivindicaciones en la Argentina, el PC procuró sortear las dificultades mencionadas buscando alternativas y colocando la cuestión en el centro de las tareas partidarias. La inexistencia de puntos de control donde acudieran los desocupados en Argentina no desanimó al PC, que se propuso buscarlos en

(…) casas que piden obreros por los diarios, portones de los frigoríficos y de las grandes empresas, galpones en los puertos, locales de sindicatos, agencias de colocaciones, parques, plazas, estaciones del ferrocarril, trenes de carga, lugares de concentración de los obreros extranjeros, etc.17.

A partir de este punto, situado a principios de 1930, se empiezan a materializar en la Argentina los intentos de los comunistas para agrupar a los desocupados que examino en el siguiente apartado.

LA CRISIS Y LA DESOCUPACIÓN. PRIMERAS INICIATIVAS Y PLANTEOS

A diferencia de las percepciones oficiales predominantes en la Argentina de la época, confiadas en general en el carácter pasajero de la crisis económica mundial18, desde el campo obrero surgieron voces que llamaron la atención tempranamente sobre su profundidad. Tanto los comunistas como los anarquistas denunciaron la tendencia al agravamiento de una crisis que consideraban propia e inevitable bajo el capitalismo, coincidiendo en estimar para principios de 1930 la cifra de desocupados de la Argentina en medio millón de personas. Este guarismo era compartido por diarios como Crítica, por entonces el de mayor tirada del país e incluso por organizaciones como la Liga Patriótica, insospechada de cualquier simpatía con el movimiento obrero, que alertaba que la situación podía ser caldo de cultivo para el accionar subversivos extranjeros19. Recién en 1932 el gobierno de Agustín P. Justo realizó un censo de desocupados, que arrojó la cifra de 333.997, juzgada como inferior a la realidad por los propios funcionarios a cargo del censo20. Lo que es claro, más allá de una imposible estimación exacta del desempleo, es la magnitud e importancia de la cuestión.
En consideración del impacto del desempleo en el salario y enfocándolo como un problema del movimiento obrero en su conjunto, los comunistas subrayaron permanentemente la necesidad de organizar a los desocupados preservando la unidad con los trabajadores ocupados21. Los anarquistas, por su parte, si bien no sostuvieron un planteo homogéneo en torno este tema, desarrollaron una posición reacia a la organización de los desocupados. En efecto, desde principios de 1930 se hizo fuerte entre sus filas la idea de que la solución para el problema de la desocupación debía provenir del movimiento obrero organizado, a través de la lucha por la implantación de la jornada de seis horas. A diferencia de los comunistas, que prácticamente desde la conformación de la III Internacional consideraron a los desocupados como un factor revolucionario de inmensa importancia, en La Protesta encontramos una representación bien distinta: la del desocupado como un sujeto desmoralizado, pasivo, incapaz de organizarse y carente de lazos de solidaridad por la situación a la que fue sometido por el capitalismo22.
 Este planteo supuso una cierta novedad en las posiciones ácratas, ya que le abría las puertas a una política reformista: la jornada de seis horas permitiría aliviar la situación de los desocupados dentro de los márgenes del régimen capitalista. La aproximación se diferenciaba poco de la de la Confederación General del Trabajo (CGT), dirigida por sindicalistas y socialistas, que también reclamaba un alivio que provendría de la acción estatal a través de la reducción de la jornada a 40 horas semanales y la instauración de un seguro contra el paro. Se distinguía mejor de los socialistas, que sin descartar las medidas propulsadas por la CGT, se centraban en los pedidos de ejecución de obras públicas, además de la realización de censos de desocupados y la creación de una Junta Nacional sobre el tema. Lo cierto es que ni el Partido Socialista (PS) ni la CGT fueron más allá de las palabras: durante todo el período que va de 1930 a 1935 ambas organizaciones evitaron acompañar sus declaraciones sobre el tema con acciones de lucha, hecho que las distinguió claramente de anarquistas y comunistas23.
Por su parte, estos últimos también reclamaban un seguro al parado, aunque procuraban diferenciarse de la CGT exigiendo que sea a cargo de los patrones y el estado para que su peso no recayera sobre la clase obrera ocupada, y la reducción de la jornada laboral a 7 horas diarias. Pero el aspecto que los diferenció verdaderamente del resto de las corrientes obreras, fue el hecho de ser la única fuerza en la Argentina en plantear en forma sistemática e intentar la organización independiente de los trabajadores desocupados. Para los comunistas, el problema de la desocupación no se resolvería sin la acción organizada de los parados; esta última, como se vio, resultaba clave, a su vez, para la propia revolución. Por eso resulta particularmente relevante reconstruir las formulaciones e intentos de organización de los desempleados, que si bien sólo alcanzaron un éxito bastante relativo si se lo compara con sus homónimos europeos o estadounidenses, constituyen el primer antecedente en el país de organización de los parados en un contexto de desocupación masiva, situación que se repitió con intensidad en la historia reciente.
A nivel latinoamericano, resulta particularmente relevante considerar la actuación de la CSLA, fundada en mayo de 1929, que agrupó a los sindicatos y centrales comunistas bajo el tercer período. Aunque inadvertido por la historiografía sobre el comunismo argentino, los planteos en torno a la organización de los desocupados ocuparon parte relevante de las primeras orientaciones de la CSLA24. Aún antes del derrumbe de la bolsa de Nueva York, el Congreso Constituyente de la Confederación señaló la necesidad de organizar a los desocupados en Argentina, México y Chile, dentro de los sindicatos, apuntando a garantizar su solidaridad con los trabajadores ocupados y a evitar su utilización como rompehuelgas25. Sin descartar esta posibilidad, poco después se empezó a subrayar la perspectiva de la organización independiente de los desocupados, en coordinación con los sindicatos de trabajadores ocupados.
En efecto, en línea con el X Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, poco después del crack, la CSLA lanzó un manifiesto Por la defensa de las masas obreras sin trabajo. El texto comenzaba diagnosticando que una plaga que significa hambre y miseria ha invadido las filas de nuestra clase: LA DESOCUPACIÓN, y explicaba la extensión de esa plaga como consecuencia de la racionalización capitalista y la crisis económica mundial que se iniciaba, en función de la cual el mundo capitalista entra nuevamente al período definitivo de su desmembramiento y mortal crisis, este tercer período de la decadencia capitalista26. El manifiesto, publicado en diciembre de 1929 en El trabajador latinoamericano, órgano oficial de la Confederación, marcó el inicio de la política de organización de los desocupados en Latinoamérica –y en la Argentina– con una campaña de agitación que tuvo su punto más álgido el 20 de marzo de 1930, día para el que se dispuso la movilización simultánea en todos los países.
Hasta donde se pudo cotejar, el primer llamado a organizar a los desocupados en el país fue publicado en diciembre de 1929 por el órgano oficial del PC argentino. En paralelo a la publicación del manifiesto Por la defensa de las masas obreras sin trabajo de la CSLA, La Internacional estimaba que a las tareas planteadas hasta el momento deberá agregarse esta otra de la LUCHA EN CONTRA DE LA DESOCUPACIÓN, y planteaba que

(…) es necesario que el Partido se avoque a la organización de los desocupados en organizaciones de “parados” para la defensa de los intereses cotidianos de los mismos (…) por el establecimiento de un estrecho contacto entre los organismos de los sin trabajo, por una parte, y los sindicatos, por la otra, para la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los desocupados: Jornada de 7 horas, seguro a los desocupados, excepción en el pago de la vivienda y de los impuestos de luz, calefacción y de la obligación de no pagar las deudas, etc 27.

A partir de ese momento, los comunistas tuvieron delineado un conjunto de reivindicaciones que debía servir para la organización de los desocupados. Poco después se agregaron otras reivindicaciones y especificaciones como que el seguro a los desocupados fuera a cargo del Estado y los patrones e igual al salario, que fueran liberados del pago de todos los otros servicios comunes como el agua, que tuvieran acceso al transporte gratuito para buscar trabajo y libertad plena de locomoción, y que se prohibieran los desalojos a los desocupados28. Este pliego de reivindicaciones estaba acompañado por un análisis agudo y detallado de la crisis económica. Un artículo publicado en la edición de enero-febrero de El trabajador latinoamericano subrayaba el carácter mundial de la crisis, su tendencia a profundizarse y la perspectiva del incremento de los índices de desocupación29.
Bajo esta caracterización, la CSLA y las fracciones gremiales comunistas argentinas reunidas en el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC), organizaron las Jornadas de lucha contra la desocupación, impulsadas a nivel latinoamericano para el 20 de marzo de 1930. La concreción de esta jornada fue pensada como un punto de partida de la campaña contra la desocupación y supuso un importante trabajo interno de preparación que apuntaba a instalar la cuestión entre las filas partidarias. Así, un boletín editado especialmente para la campaña fijaba como tareas internas previas discutir la cuestión sobre la base de las circulares partidarias en todas las escalas de la organización, Comité Central, Comités Regionales, Comités de Barrios, Fracciones Sindicales e Idiomáticas y Grupos de Trabajo, etc.30, y fijaba distintos días y horarios específicos de las primeras reuniones a celebrarse. Como tareas exteriores, se planteaba la organización de conferencias por barrios y por industrias, privilegiando los barrios de carácter industrial donde la desocupación fuera más intensa. A su vez, la campaña debía desarrollarse en las fábricas, alentando la unidad entre los trabajadores desempleados y aquellos ocupados pero candidatos a la desocupación. Finalmente, el boletín informaba de la edición de carteles para que fueran retirados por todos los organismos y encomendaba la edición de volantes especiales sobre la campaña contra la desocupación31.
  Si bien es difícil seguir los pormenores de los primeros pasos de la campaña comunista debido a la falta de fuentes específicas32, se puede afirmar que la iniciativa del PC no pasó inadvertida entre las corrientes obreras de la época. La Protesta anota, en marzo de 1930: Los comunistas se desgañitan, pues se les ha ordenado desde Moscú hacer esa propaganda y concluía que no podemos resignarnos ahora a marchar a la cola, a seguir a remolque de los demás33. Sin embargo, los anarquistas, como ya se mencionó, apenas si alcanzaron a competir con los comunistas en este punto. Existen materiales dispersos que sugieren que al menos en algunos casos estas instrucciones del boletín de la FJC fueron llevadas adelante al pie de la letra. Así, por ejemplo, un volante del Sindicato Obrero de la Industria de la Carne, dirigido por los comunistas, llevaba como título Contra la desocupación y llamaba a luchar contra la racionalización capitalista, por la jornada de siete horas, por el pago del salario a los desocupados a cargo de los patrones y del estado; contra los desalojos y por la locomoción gratuita para los desocupados; convocaba, a su vez, a una serie de conferencias y movilizaciones para los días 19 y 20 de febrero de 1930 en Berisso, zona donde estaban instalados la mayor parte de los frigoríficos34. Por otra parte, el periódico La Obrera, la publicación mensual de la sección femenina del PC, dedicó su edición del 8 de marzo de 1930 a difundir la lucha Contra la miseria, la desocupación, incluyendo las reivindicaciones ya mencionadas como parte de la lucha desplegada en el marco de la Jornada internacional de la mujer trabajadora del 8 de marzo35.
Las actividades para el 20 de marzo en el país incluyeron movilizaciones desde distintos puntos y un acto central. La convocatoria, publicada entre otros por el diario Crítica, sugiere un importante despliegue: llamaba a concentrarse para confluir, prácticamente desde todos los puntos cardinales de la ciudad en la Plaza Once, por entonces un espacio típico para las concentraciones obreras de protesta, y avanzar conjuntamente hasta Plaza de Mayo. En ese lugar se realizaría un acto en el que hablarían oradores de las organizaciones adheridas, y se levantarían tribunas especialmente pensadas para captar la atención de los trabajadores extranjeros. Además de las intervenciones en castellano, se previeron discursos en polaco, ruso, italiano, idish, armenio, croata y húngaro36.
  El listado de las organizaciones convocantes y adherentes ofrece un acercamiento diferente al alcance de la influencia comunista. Además del PC, la FJC y distintas organizaciones impulsadas por los comunistas ­–Socorro Rojo Internacional, Liga Anti-imperialista, Alianza Antifascista, etc.), adhirieron a la jornada la Unión Obrera de Luz y Fuerza, el Sindicato de la Carne, el Sindicato de Obreros petroleros, el Sindicato de Obreros calefaccionistas, la Federación Obrera Textil, el Comité de Unidad Clasista del Calzado, Construcción y la Madera. Participaba también la anarco-bolchevique Alianza Libertaria Argentina37. Habida cuenta de la extensión del movimiento obrero de la época, los gremios y fracciones sindicales que aparecían en la convocatoria eran escasos; reflejaban los límites de la propia inserción gremial del PC, que recién a partir de ese momento empezó a registrar una curva ascendente en función de una política tenaz de proletarización y de un esforzado y disciplinado esfuerzo militante38. Esto último no dejó de involucrar a la campaña por la organización de los desocupados; en esta línea, las fuentes disponibles permiten pensar que los comunistas lograron una convocatoria que fue más allá de su todavía estrecho círculo de militantes y simpatizantes. En una nota publicada en La Vanguardia el día posterior de la jornada, se confirma la concreción de las actividades como habían sido anunciadas, y se apunta que los

(…) oradores designados (…) aprovecharon la tribuna que se les brindaba para atacar y denigrar a nuestro partido. La mayor parte de los presentes dejaron oír sus voces de protesta por la repudiable actitud asumida por los mencionados oradores, conocidos militantes comunistas39.

Si bien es probable que La Vanguardia exagerara el rechazo que habrían generado las críticas al socialismo, el comentario sugiere la presencia en el acto de un sector de trabajadores no comunistas, que sin embargo se sintieron interpelados por la convocatoria. Los más graves calificativos utilizados para atacar a los socialistas –incluyendo la conocida fórmula socialfascistas, típica del tercer período-, difícilmente habrían podido provocar el rechazo de una asistencia afín al comunismo.
  Tras la jornada del 20 de marzo, las acciones comunistas en América Latina y la Argentina en pos de la organización de los desocupados parecen haber caído en un impasse. Así lo indicaba una severa crítica publicada en El trabajador latinoamericano40. La nota, tras insistir la caracterización de los desocupados como una fuerza revolucionaria, valoraba en particular la actuación de los comunistas alemanes, que lideraban por entonces un movimiento de desocupados masivo y vigoroso; reclamaba una adecuación a las condiciones latinoamericanas y se refería al carácter vago y general de las consignas esgrimidas hasta ese momento. El reclamo de Pan o trabajo no resultaba útil por sí mismo para la acción; la reivindicación de salario integral para los desocupados, era adecuada para Europa pero fuera de contexto en América Latina, donde al no existir el seguro de desempleo aparecía como irrealizable. A fin de dotarla de contenido concreto, la consigna debía orientarse a la lucha por la obtención del seguro al parado traducido en una suma diaria. A su vez, se criticaban los actos en locales cerrados y las manifestaciones sin objetivos prestablecidos, y señalaba la necesidad de realizar combativas y ruidosas acciones callejeras (…) continuadas y dirigidas a un blanco claro41.

Como se verá en seguida, el PC argentino procuró corregir las falencias señaladas, aunque el golpe de Estado de septiembre de 1930 dificultó no sólo las acciones en pos de la organización de los desocupados, sino las luchas sociales en general.

DESARROLLO DE LA CAMPAÑA POR LA ORGANIZACIÓN DE LOS DESOCUPADOS. 1931-1934

Desde el punto de vista reivindicativo, las críticas ya señaladas sobre la generalidad y abstracción de las consignas fueron asimiladas: en diciembre de 1930 se planteó, en reemplazo del seguro al parado, el reclamo de un subsidio de tres pesos diarios para los desocupados a cuenta del estado, junto a la exigencia de reducción de la jornada laboral a 7 horas. En función de esta última consigna, se salía al cruce del sistema de prorrateo, impulsado por distintos sindicatos adheridos a la CGT, que implicaba el reparto de horas disponibles entre los obreros, con la consecuente reducción del salario42. A mediados de 1931, en oportunidad de la convocatoria a elecciones en la provincia de Santa Fe, se reafirmaron dichas consignas, con pocos agregados, entre los que figuraban la incorporación de los patrones junto al estado como responsables de cargar con el subsidio diario de tres pesos y el aumento de salarios en un 30 por ciento43.
Ahora bien: el comunismo –junto al anarquismo– fue objeto de una represión sumamente intensa por parte de la dictadura, que incluyó torturas, asesinatos, deportaciones y cárcel para cientos de dirigentes y activistas. La creación de la Sección Especial de la Policía para la represión del comunismo, expresó institucionalmente el salto represivo, que superó con creces lo conocido en el país hasta ese momento44. Aún así, no dejaron de llevarse adelante distintas acciones. En diciembre de 1930 se registró una manifestación de desocupados frente al frigorífico Anglo en Avellaneda, donde el PC tenía una fuerte inserción. De este modo, se cumplía con la doble recomendación de organizar a los desocupados junto a los sindicatos revolucionarios. La acción pretendía a su vez golpear a la dictadura: Avellaneda era una importante zona industrial y obrera, y se había convertido en un blanco represivo del gobierno, en función del visible accionar comunista y anarquista45. De acuerdo con La Internacional, participaron unos 500 desocupados; la movilización fue reprimida por la Policía y se produjeron varias detenciones46.
En Tucumán, hacia abril de 1931, el Sindicato Autónomo de Obreros Albañiles y Anexos organizó junto al sindicato de Chauffers una manifestación para protestar contra la desocupación; el evento fue examinado desde el punto de vista de la prensa local, a partir de lo cual se sugiere que los comunistas no tuvieron participación47. Sin embargo, la lectura de las reivindicaciones levantadas por los organizadores revela con claridad la intervención del PC en la orientación de la acción: aumento de salarios a los obreros desocupados, jornada de siete horas diarias, pago de un subsidio de dos pesos diarios a los obreros desocupados, pasaje gratis para los obreros que necesiten trasladarse… Un cartel utilizado en la manifestación especificaba que el pago del subsidio debía estar a cargo del Estado48. Cabe apuntar que se trata con modificaciones mínimas del pliego levantado por los comunistas, que no era compartido por otras fuerzas políticas o sindicales. Esto es válido especialmente en lo que hace a la jornada de siete horas49, también respecto del subsidio diario a los desocupados.
Se ha señalado que el PC argentino de la época acataba casi sin discusión las directivas emanadas de la Comintern50, los intentos para organizar a los desocupados no fueron la excepción51. Pero las iniciativas señaladas, forzosamente aisladas dado el clima represivo imperante bajo la dictadura de Uriburu, no satisfacían las pretensiones de los organismos comunistas mundiales, que seguían considerando la organización de los desocupados como una cuestión clave. El número de marzo-abril de 1931 del periódico de la CSLA la aborda amplia y centralmente en su única nota de tapa, titulada Hay que continuar enérgicamente la lucha contra la desocupación en América Latina. En este artículo, tras destacar el aumento de la desocupación en la Argentina y otros países latinoamericanos, se apuntaba que, a pesar del agravamiento de la situación, la campaña por la organización de los desocupados apenas si había comenzado, y que eran muy pocos los sindicatos revolucionarios que comprendían la trascendental importancia en esta lucha, lo que explicaba que no hayan realizado hasta ahora un serio y profundo trabajo en la lucha contra la desocupación. En consecuencia, se reclamaba una efectiva movilización organizada y sistemática de las masas obreras desocupadas52.
Si bien figuran entre quienes secundaron activamente las jornadas continentales, los comunistas argentinos integraban la lista de quienes no habían realizado el debido trabajo de organización sistemática de los desocupados, aun cuando se señalara que En Argentina se persigue en forma despiadada y sangrienta al movimiento obrero revolucionario y se disuelven violentamente las demostraciones independientes y verdaderamente obreras de los desocupados53. La necesidad de evitar que Uriburu terminara cooptando a los desocupados con la ayuda de las tendencias reformistas, parece suficiente para justificar cualquier sacrificio; de ahí que se impusiera la tarea de dirigir todos los esfuerzos a fin de atraer a los desocupados al seno de los sindicatos revolucionarios, para organizarlos en amplios Comités de Lucha, en Comités de Desocupados de los obreros de todas las tendencias. Aquí, el llamado a crear organizaciones de desocupados bajo la influencia de los sindicatos comunistas se refuerza y se le otorga la máxima importancia. En línea con planteamientos previos, la organización de los desocupados y su dirección por parte de los comunistas se presenta como un aspecto central de la revolución mundial:

No comprender la gran trascendencia revolucionaria de la tarea de organización, movilización y luchas permanentes de los desocupados, no realizarla, menospreciarla, será atentar contra los intereses de toda la clase obrera y favorecer la política de sus opresores. Equivaldrá a no haber comprendido la enorme reserva revolucionaria que constituyen los desocupados para toda la lucha contra la dominación burguesa54.

Esta perspectiva va a reafirmarse en la Conferencia de Praga sobre la cuestión de los desocupados, realizada en noviembre de 1931, que reunió a representantes de los países europeos con mayor actuación de los movimientos de los sin trabajo. Allí se formulan instrucciones detalladas a seguir, entre ellas, se plantea la necesidad de centrarse en los espacios donde se reúnen o habitan los desocupados: es necesario dar más importancia a la creación de comités en el lugar de habitación, elaborar las reivindicaciones parciales de cada lugar con la participación de amplios círculos de desocupados, y asegurar la más amplia democracia en la elección de los comités, para lo cual Es necesario combatir las tendencias a nombrar estos comités de desocupados por los organismos del movimiento sindical rojo a fin de favorecer la ampliación del movimiento. Como se verá, a finales de 1932, la concentración de miles de desocupados en la zona costera dará una oportunidad para poner en práctica estas instrucciones. Pero varios meses antes de eso, el PC argentino ya desplegaba una intensa actividad.
Tras el repliegue de la dictadura de Uriburu en febrero de 1932, las condiciones parecían más favorables para el desarrollo de distintas luchas y reclamos; los comunistas dieron en esta coyuntura un nuevo impulso a la organización de los desocupados. En efecto, pocos días después de la asunción del gobierno de Agustín P. Justo, que sucedió a Uriburu a través de elecciones fraudulentas, el PC retomó una publicación más regular de La Internacional y sintetizó allí las consignas formuladas y ajustadas los años previos:

Obreros ocupados y desocupados, en indestructible frente único, debemos luchar:
Por la jornada de 7 horas, contra la racionalización capitalista.
Por el aumento de los salarios, contra toda tentativa de reducción de los mismos.
Por el subsidio de tres pesos diarios a los obreros sin trabajo, a cargo de los patrones y del Estado capitalista.
Por la exención de todo pago de alquiler al obrero desocupado.
Por el derecho de utilización gratuita del transporte por el obrero sin trabajo.
Constituyamos comités de desocupados, organicemos mitines, demostraciones, organicemos la lucha contra el hambre55.

En línea con lo planteado por los organismos del comunismo internacional, estas reivindicaciones son consideradas transitorias, en la medida en que no son los remiendos los que van a arreglar el asunto: liquidando al capitalismo, liquidaremos la desocupación56. Para allanar ese camino, resulta necesario impulsar las reivindicaciones económicas y procurar radicalizarlas, en este caso, a partir de la organización de comités de desocupados y la realización de combativas y ruidosas acciones callejeras, como se señalaba desde El trabajador latinoamericano. En este preciso sentido, en el mes de marzo

Cientos de obreros desocupados, llegaron hasta el centro de la ciudad, en manifestación, exigiendo el subsidio para los desocupados. La policía quiso impedir su paso repetidas veces, pero los desocupados lucharon valientemente con ella, desmontando a algunos cosacos e hiriendo a varios perros57.

La manifestación, definitivamente combativa y ruidosa, formaba parte de un plan de acción que continuaría el 20 de marzo, designado como día de la desocupación tomando como punto de referencia las primeras jornadas latinoamericanas del 20 de marzo de 1930. Asimismo, se llamaba a multiplicar los mitines y movilizaciones, a formar comités desocupados y, lo que resulta novedoso, a la toma del pan donde lo haya58. Por ese entonces los comunistas ya tenían organizado un comité de desocupados en Avellaneda, que aparece convocando a una gran asamblea de desocupados, justamente para el 20 de marzo59.
Las iniciativas de los comunistas en el contexto post dictatorial se multiplicaron en todos los frentes60. En abril de 1932 lanzaron el diario Bandera Roja; desde su primer número, la cuestión de la organización y la lucha de los desocupados ocuparon un lugar relevante. Así, es posible seguir distintas acciones como la realización de asambleas de desocupados61 y de manifestaciones, e iniciativas de desobediencia civil en torno al no pago de impuestos y servicios62. De acuerdo con el PC, hacia abril de 1932 la cifra de desocupados se acercaba al millón de personas, por lo que se urgía a la constitución de comités de desocupados en todas partes63; poco después se informaba sobre el avance de esta perspectiva con la constitución de nuevos comités de desocupados en distintas localidades bonaerenses como Zárate –zona de frigoríficos con una importante influencia comunista previa– y Villa Fox64, y cordobesas como Huinca Renancó y Cañada Verde65.
A su vez, desde Bandera Roja se denunciaba la inacción gubernamental, que por ese entonces se había limitado a ordenar el mencionado censo de desocupados y a inaugurar de un refugio en la zona portuaria con capacidad sumamente limitada y estricto control policial. El esfuerzo de los comunistas por sostener una publicación diaria se topó con otra faceta de las políticas estatales: la continuidad de las prácticas represivas del gobierno fraudulento, dirigido por los conservadores e integrado por un sector escindido del PS66. Tras ser asaltada la imprenta donde se imprimía por la Legión Cívica, un grupo parapolicial filofascista, Bandera Roja fue clausurada por el gobierno en julio de 1932. A su vez, los actos comunistas fueron prohibidos desde fines de abril de ese año67.
El PC lanzó sucesivamente dos nuevos diarios que corrieron igual suerte: Mundo Obrero y Frente Único. En ese contexto poco propicio, los comunistas continuaron sus denuncias y esfuerzos de organización de los desocupados. La convocatoria de asambleas para encarar la lucha contra la desocupación en gremios afines68, la intervención contra los prorrateos en el puerto –alentados por la CGT y admitidos por la FORA–69, la creación de nuevos comités y la realización de mitines de desocupados, por ejemplo en Tucumán70, y la instrumentación de medidas de acción directa tendientes a materializar la toma del pan donde lo haya –tal como se convocaba apenas retirada la dictadura– en localidades como San José de la Esquina, en la provincia de Santa Fe71, dan cuenta de ello.
Asimismo, las noticias indican la continuidad y desarrollo de distintas iniciativas comunistas: en Zárate, por ejemplo, para septiembre de 1932 el comité de desocupados creado en el mes de junio contaba con un local propio, e impulsó varias movilizaciones al Consejo Deliberante y la Intendencia, algunas de las cuales fueron reprimidas por la Policía72. En Comodoro Rivadavia, donde el PC ganaba una creciente influencia entre los trabajadores petroleros y en la comunidad en general, también organizaron a los desocupados. Para eso, alentaron la fundación de La Unión General de Obreros del Pueblo (UGOPu)73, impulsaron movilizaciones y lograron hacia octubre de 1932 la instalación de una olla popular a cargo de la Municipalidad que brindó alimentación una y luego dos veces por día74. En este caso, nuevamente en línea con la perspectiva de propiciar la unidad con los obreros ocupados, la lucha se planteó en conjunto con los trabajadores petroleros reunidos en la Unión General de Obreros Petroleros (UGOP, dirigida por el comunismo), en particular junto a los trabajadores petroleros en huelga de la Compañía Diadema Argentina. A su vez, los militantes comunistas propiciaron la concreción de asambleas y reclamos de desocupados en la provincia de Córdoba: en la localidad de Villa Valeria, conformaron un sindicato de desocupados que hacia octubre de 1932 organizó distintas manifestaciones callejeras75.
Es posible afirmar que en comunidades de carácter obrero como Zárate, Berisso y Comodoro Rivadavia, la táctica comunista de la época se orientó a la organización de las comunidades en su conjunto. En este sentido apuntan conocidos testimonios de dirigentes del PC76, distintos estudios académicos sugieren lo mismo77. En el contexto de la crisis de 1930, la organización de los desempleados formó parte relevante de esta táctica, que no dejó de rendir sus frutos más allá del fracaso de la estrategia revolucionaria del tercer período, teniendo en cuenta el renovado dinamismo del PC durante la segunda mitad de la década.
Con todo, las características sectarias de la línea del PC, que impulsaba el Frente Único por abajo –es decir, movimientos dirigidos exclusivamente por los comunistas– parece haber contribuido a cierta limitación de las iniciativas. En el caso de Zárate, por ejemplo, se denuncia que anarquistas, cegetistas, penelonistas y socialistas formaban así un bloque que debía absorber nuestro comité78. Como se ve, en la dirección de este frente único no había lugar ni siquiera para aquellos sectores que, sin pertenecer al PC oficial, se reivindicaban de la III Internacional, como es el caso de los penelonistas, escindidos del partido ya a finales de 1927 y agrupados en el Partido Concentración Obrera79.
Mientras tanto, en un contexto político caracterizado por intensos enfrentamientos, la represión recrudecía. En diciembre de 1932, tras abortar un alzamiento militar radical80, el gobierno decretó el estado de sitio, que se sostuvo hasta mayo de 1933 y se reditó en diciembre y de ese año y durante 1934. La documentación oficial que se conserva demuestra que, fuera de los radicales, anarquistas y comunistas constituyeron un blanco privilegiado de la persecución gubernamental81. La Sección especial de la Policía para la represión del comunismo, creada bajo la dictadura de Uriburu, desplegó por entonces una intensa actividad contra esta corriente en todo el país, encarcelando y deportando cientos de militantes. Así, detrás de una fachada liberal, el gobierno de Justo instrumentó un plan de represión ilegal de alcances inéditos hasta ese momento en el país, sistematizando las prácticas de espionaje, los secuestros y torturas82. Entre 1932 y 1933, de acuerdo a los cálculos del PC, alrededor de 10.000 personas fueron llevadas a las dependencias de la Policía por motivos políticos y/o sindicales83.
Con todo, la militancia comunista en torno a los desocupados encontró por esos momentos un espacio particularmente propicio. Además del albergue oficial creado en el Puerto Nuevo de Buenos Aires, se desarrolló rápidamente un asentamiento en la costanera a la altura de la calle Canning (hoy Scalabrini Ortiz), conocido alternativamente en la época como Villa Esperanza y Villa Desocupación. Ambos espacios aportaron una de las condiciones que faltaban para favorecer la organización de los desocupados: su reunión en lugares específicos. El asentamiento en particular se convirtió rápidamente en un campo privilegiado para la organización de los desocupados, lo cual fue anotado, a su modo, por el subcomisario a cargo del control de la zona: Se cobijaron allí, además, sujetos de toda ideología, extremistas, comunistas, anarquistas, etc., actividades disolventes, que pudieron desarrollarse favorecidas por el ambiente, propicio como pocos84. Para mayo de 1933, gracias al espionaje de la Sección Especial, la Policía sabía de la existencia de 14 grupos organizados por los comunistas en el campamento Canning, de entre 10 y 14 personas cada uno, y cuatro grupos en el albergue de Puerto Nuevo85. Por la misma fuente sabemos que por ese entonces los comunistas se disponían a abrir un local y preparaban la realización de una Marcha de Hambre, al estilo de las Hunger Marches inglesas86.
A la actividad comunista se sumaron eventualmente grupos anarquistas favorables a la organización de los desocupados87. Lo cierto es que la acción desplegada prosperó: en mayo de 1933 el Comité de desocupados de Puerto Nuevo realizó un acto en el que participaron, de acuerdo con la Internacional, más de 600 desocupados, que fue reprimido88. La Policía, que conocía con detalle los preparativos, planeaba detener sólo al orador y dos o tres asistentes ya que no conviene fuerte represión que alteraría el plan que se desarrolla para abatir en un solo golpe toda la acción directriz de Canning y P. Nuevo89. Lo que los agentes no esperaban era la actuación de un grupo de auto-defensa que se enfrentó a la Policía dando lugar a un tiroteo y a numerosos arrestos90.
El 4 de agosto, se repitieron graves enfrentamientos cuando las fuerzas represivas intentaron desalojar el campamento Canning. Previamente, los desocupados se habrían negado a realizar trabajos de limpieza y construcción ordenados por la Policía en el asentamiento, que reunía ya unos 7000 desocupados91. En esa ocasión, el comité de desocupados formuló un pliego de reivindicaciones que incluía:

Un subsidio a los desocupados o pan y trabajo.
Por el no pago de alquileres estando desocupado.
Por galpones limpios, ropas y comida suficientes para todos.
Asistencia médica gratuita para los enfermos.
Retiro de la vigilancia policial de los campamentos.
Contra el trabajo forzoso92.

La elaboración de reivindicaciones que apuntaran a la situación particular de cada espacio, indicada por la Conferencia de Praga, aparece claramente en el pliego: se solicitaba para los desocupados alojados en el galpón oficial la limpieza del lugar, ropa y comida suficientes para todos, y también para los que habitaban el campamento cercano, fuertemente vigilado por la Policía. El reclamo contra el trabajo forzoso los incluía a ambos, y la exigencia de subsidio y de no pago de alquileres eran de carácter más general. En cambio, llama la atención la ausencia del planteo de reducción de la jornada a siete horas, que es la que se asocia a otra perspectiva fundamental en el caso de los comunistas: la confluencia con los obreros ocupados. Acaso en esta oportunidad, se siguió también la recomendación de la elección democrática de los representantes de los desocupados y de no forzar su subordinación a los organismos comunistas, favoreciendo así la convergencia con activistas cercanos al anarquismo. Esto podría explicar la omisión de la jornada de siete horas, que competía con la reivindicación de las seis horas anarquistas93. En la misma línea, poco después, otro comité impulsado por los comunistas formulaba el siguiente llamamiento:

Sin distinción de ideologías, el Comité de Desocupados de Villa Pueyrredón, llama a los desocupados del país, a constituir Comités de Desocupados de todos los trabajadores, sin diferencia de credo, para luchar en el orden local por pan, techo, ropa y albergue, pago por las Municipalidades, y para iniciar una gran campaña Nacional por el subsidio de $3 -; a cargo del Estado y los Patrones94.

Así como en los casos de Zárate o de Comodoro Rivadavia, donde los comunistas tenían una clara influencia en el movimiento obrero y comunitario en general95, fue impulsada la perspectiva de confluencia entre ocupados y desocupados con una impronta exclusivamente comunista, en los casos relevados de la ciudad de Buenos Aires parece haberse dado prioridad a la táctica del frente único no meramente formal, como también recomendaban los organismos comunistas internacionales. En este sentido, los datos sugieren una actitud flexible y pragmática del PC argentino, en función de su capacidad de influencia y de la relación de fuerzas con otras corrientes obreras radicalizadas como el anarquismo, con las que en definitiva disputaba el mismo público. Así, puede decirse nuevamente que la recepción de las directivas de Moscú por parte de la dirección comunista fue activa y circunstanciada, aunque no se haya apartado de las líneas centrales trazadas por la estrategia revolucionaria del tercer período. Esta última cuestión queda bien clara al cotejar el accionar del PC argentino con el de Chile, que conocemos a partir de las indagaciones de Ernesto Bohoslavsky. Para este caso se ha planteado que los sindicatos de desocupados del sur chileno dirigidos por los comunistas descartaron la acción directa y se orientaron a enviar peticiones y a hacer visitas protocolares a las autoridades nacionales96.
          La acción directa, desestimada por los comunistas chilenos, ocupó un lugar central en la táctica política promovida por el PC argentino. Poco después del llamado del Comité de Desocupados de Villa Pueyrredón para la constitución de comités de desocupados en todo el país, se registraron dos saqueos en la cadena Grandes Despensas Argentinas organizados por comités de desocupados y reivindicados tanto por La Internacional y por La Protesta. El 20 de octubre la acción se desarrolló en Canning y Paraguay; de acuerdo con el diario Crítica, tras repartir panfletos de protesta, atacaron el comercio realizando disparos y destrozos en su huida pero no Han Intentado apoderarse del Dinero. En Ningún Momento Trataron de tomar Dinero de la Caja (sic)97. La acción se repitió con características similares el 3 de noviembre, cuando Un grupo de desocupados Recorrió la Avenida San Martín, y al Grito de “Queremos Pan y Trabajo”, Rompieron Algunas Vidrieras98. Previamente, el grupo redujo y desarmó a un policía, acción que se repitió algo después en la misma zona99.
Estos hechos repercutieron en forma inmediata en el Campamento Canning, donde se produjeron destrozos y detenciones. Por su parte, través de La Internacional un desocupado del campamento Canning reivindicó los hechos considerando que

(…) cómo no se nos dá subsidio hemos ido a esas grandes empresas para tomar víveres y al mismo tiempo como demostración de protesta contra los grandes monopolios imperialistas (…) y en defensa de los propios intereses de los trabajadores ocupados. Los obreros ocupados cuentan con la solidaridad de los desocupados de Cánning100.

Como se ve, aunque en este caso no tiene posibilidades concretas de materializarse, el llamado a la unidad con los trabadores ocupados no deja de formularse al tiempo que se defiende el método de la acción directa; La Protesta coincide con ambas perspectivas al considerar los trabajadores conscientes deben encontrar en este bello gesto de expropiación, el índice para sus propias acciones insurrectas101.
Esta coincidencia tardía no fue suficiente para sostener la organización de los desocupados en un contexto en el que la represión no cesaba, y golpeaba por igual a los militantes libertarios y de la III Internacional. Adicionalmente, debe considerarse que ambos sectores se encontraban crecientemente aislados por la represión y la orientación conciliadora de las corrientes con mayor influencia en el movimiento obrero, unificadas desde 1930 en torno a la CGT. Hacia finales de 1933, el gobierno creó la Junta Nacional para Combatir la Desocupación, en la que participó la CGT; la Junta fue aprobada por el parlamento al año siguiente, cuando los índices de desocupación comenzaron a reducirse. Durante 1934 las reivindicaciones comunistas para los desocupados se siguieron agitando102, pero la campaña entró en un franco declive. Una de las primeras medidas adoptadas por la flamante Junta fue ordenar el desalojo y desmantelamiento de Villa Desocupación, que se concretó en enero de 1935.
A partir de ese año, la campaña por la organización de los desocupados empezó a perder fuerza. Sumado al descenso de los índices de desempleo, el viraje comunista hacia la táctica del frente popular, que los llevó a confluir con sus antiguos adversarios de la CGT, marcó el inicio de una etapa con otros objetivos políticos. La organización de los desocupados, pensada como elemento clave de la revolución, ya no contaba con el impulso sistemático de los comunistas, aunque las acciones desplegadas en el curso de esta campaña no pueden separarse del éxito de la inserción comunista en la clase trabajadora.

 REFLEXIONES FINALES

  A lo largo de este trabajo, examiné las políticas del comunismo internacional para los desocupados en el marco de la crisis del 30, y reconstruí el accionar del PC argentino en este campo, al que prácticamente no se le había prestado atención hasta el momento. La investigación reveló que el Partido desarrolló una intensa actividad tendiente a organizar a los desocupados, en línea con las orientaciones de la Comintern y organismos afines. Bajo la línea del tercer período, que anunciaba el inminente derrumbe del capitalismo, la dirección de los desempleados aparecía como un elemento central para garantizar el triunfo de la revolución mundial. Así, en un contexto en el que la represión estatal recrudecía hasta alcanzar límites insospechados, los militantes comunistas no ahorraron esfuerzos para intentar poner en pie comités de desocupados, asegurar su solidaridad con el resto de los trabajadores, difundir sus reivindicaciones y alcanzarlas mediante la lucha abierta.
Los resultados de este estudio invitan a profundizar y ampliar las indagaciones en otros puntos de América Latina. El caso del sur de Chile, en donde al contrario de lo ocurrido en la Argentina, los comunistas parecen haber desestimado la acción directa, alienta a analizar los casos de Brasil, Uruguay y Colombia, entre otros países en los que se registró el fenómeno, lo que permitirá ampliar el conocimiento desde una perspectiva comparativa. Y es que estimulados por el avance de las luchas de los desocupados en Europa, especialmente en Alemania y el Reino Unido, la Comintern intentó reeditar la situación en Latinoamérica, convocando a jornadas de movilización simultáneas y colocando la cuestión como uno de los ejes centrales de la CSLA. Con todo, las características específicas de la región, en particular la inexistencia de seguros de desempleo y la dispersión de los desocupados, dificultaron la campaña. A eso se le sumó el hecho de que la recepción de las directivas provenientes de Moscú parece haber sido bien disímil, como sugiere el mencionado caso de Chile.
En la Argentina se registró una campaña sistemática en pos de la organización independiente de los desocupados que involucró la creación de comités, la elaboración de reivindicaciones y petitorios, el no pago de impuestos, la realización de movilizaciones y actos combativos, la conformación de grupos armados de autodefensa e incluso la organización de saqueos a grandes comercios y desarmes de personal policial que desafiaron la represión gubernamental. Si bien existen indicios que permitirían pensar en cierta apertura hacia activistas de otras tendencias con el propósito de ampliar el movimiento, primó el carácter sectario de las orientaciones del tercer período. Junto a esto, el recrudecimiento de la represión legal e ilegal, que alcanzó niveles sin precedentes, fue uno de los principales escollos contra los que chocaron los militantes comunistas, que impulsaban la organización de los desempleados sin el concurso de otras fuerzas obreras, exceptuando alguna intervención acotada proveniente del anarquismo. Teniendo esto en cuenta, sorprende la vitalidad de la campaña, aun cuando aparezca como modesta si se la compara con los casos de Europa y Estados Unidos. La inexistencia de reclamos serios por parte de las principales corrientes obreras en torno a las reivindicaciones centrales esgrimidas, el subsidio y la reducción de la jornada, limitó el ingreso de estas cuestiones a la agenda pública de debate, y evitó que las acciones comunistas redundaran en conquistas relevantes capaces de impulsar un salto en la organización de los desocupados. Sin embargo, esta campaña no puede separarse del éxito de la inserción comunista en la clase trabajadora, donde el trabajo con los desocupados involucró un aspecto táctico, asociado a la organización de la comunidad en su conjunto.
Con el cambio de línea hacia el Frente Popular, el PC se acercó rápidamente a sus adversarios de ayer; hacia 1935 el PC disolvió la CUSC para integrarse a la CGT junto a socialistas y sindicalistas. Esto, sumado al descenso de los niveles de desocupación, contribuyó a disipar los esforzados intentos de organización de los desocupados, desaparecidos de la memoria obrera y de la izquierda. Acaso la investigación, todavía incipiente, contribuya a devolverle un espacio que enriquezca las miradas sobre un pasado en un presente en el que la cuestión está a la orden del día.

 

NOTAS

1 Este trabajo se realizó en el marco del proyecto PI UNRN 40-B-365 Organización de los trabajadores desocupados en la Argentina de los años 30. Influencias y representaciones, financiado por la Universidad Nacional de Río Negro. Agradezco a Magdalena Tirabassi por su valiosa colaboración en el proceso de relevamiento documental.

2 Camarero, 2007. Como es sabido, este desarrollo fue eclipsado por el posterior ascenso del peronismo.

3 En 1925 y en 1927 el Partido registró dos importantes crisis que derivaron en la escisión de dos sectores: los chispistas (por el periódico que editaron, La Chispa) y los penelonistas (por su principal dirigente, José Penelón). Estas rupturas, consideradas de izquierda y de derecha respectivamente, dieron lugar a la formación de sendos partidos: El Partido Comunista Obrero (chispista) y el PC de la República Argentina (penelonista), rebautizado luego como Concentración Obrera. Sobre el chispismo puede verse Piemonte, 2014; sobre el penelonismo, Ceruso, 2014.

4 Este crecimiento logrado aún en un contexto adverso ha sido atribuido entre otros aspectos a la tenacidad, la disciplina y la fortaleza del marxismo-leninismo como ideología redentora con las que PC encaró sus intervenciones, en una sociedad en la que persistía un mundo proletario e impugnador (Camarero, 2007). Estos elementos se despliegan en el caso bajo análisis, donde la desocupación masiva era tomada como una oportunidad de intervención.

5 Sobre este punto véase Croucher, 2008.

6 Para el caso de Chile se cuenta con el interesante trabajo de Bohoslavsky 2002, que como se verá más adelante, muestra una orientación bien diferente del PC chileno en comparación con el argentino. Sintomáticamente, la bibliografía específica sobre el PC chileno, hasta donde se pudo constatar, no aborda el tema de la organización de los desocupados, a pesar de que la cuestión de la desocupación masiva de los años 30 sobrevuela distintos trabajos relevantes. Véase por ejemplo Grez Toso, 2015; Ulianova y Riquelme Segovia, 2009; Gómez Leyton, 1994.

7 Iñigo Carrera y Fernández, 2007 y 2011.

8 El caso del anarquismo se retomará muy brevemente con propósitos comparativos, pero excede los propósitos de este trabajo y será encarado en otro artículo.

9 “Extracts from the Theses on the Bolshevization of Communist Parties Adopted at the Fifth ECCI Plenum”, 1925; “Extracts from the Theses on the Current Questions of the International Communist Movement passed by the sixth ECCI Plenum”, 1926; “Extracts from the Resolution of the Ninth ECCI Plenum on the Trade Union Question”, 1928. En Degras, 2007a: 188, 249 y 432.

10 “Extracts from the Theses of the Tenth ECCI Plenum on the Economic Struggle and the Tasks of Communist Parties”, 1929. En Degras, 2007b: 52.

11 El trabajador latinoamericano, “La crisis mundial, la desocupación y las tareas del movimiento sindical revolucionario”, enero y febrero de 1930.

12 Ibídem.

13 Sobre este punto y la organización de los desocupados en el Reino Unido véase, entre otros, Croucher,1987 y Perry, 2000.

14 Internacional Sindical Roja , 1930: 81.

15 El trabajador latinoamericano, “Resoluciones de la Conferencia de Praga sobre la cuestión de los desocupados”, noviembre y diciembre de 1931.

16 Internacional Sindical Roja, “Métodos y tácticas revolucionarias”,1930: 102.

17 Boletín del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista (CC-FJC), n° 1, 21 de febrero de 1930. El Boletín incluye actividades previas a su fecha de publicación, lo que sugiere que circuló con anterioridad.

18 Sobre este punto véase por ejemplo Panettieri, 1996.

19 La Protesta, “La desocupación y la jornada de seis horas”, 22 de marzo de 1930.

20 Véase sobre este punto García, 1980; Panettieri, 1988 y 1996; Girbal Blacha, 2003.

21 A modo de ejemplo se puede ver el ya citado Boletín del CC-FJC, n° 1, 21 de febrero de 1930.

22 Véase por ejemplo La Protesta, “La conquista de las seis horas en la lucha contra la reacción internacional”, 10 de enero de 1930;Desocupación y miseria”, 23 de agosto de 1930, “El problema del desocupado y la FORA”, mes de octubre de 1934. Confróntese con Iñigo Carrera y Fernández, 2007 y 2011

23 Iñigo Carrera y Fernández, 2007 y 2011.

24 Esto vale no sólo para los estudios sobre el movimiento obrero a los que nos referimos a lo largo del trabajo, sino también para aquellos que examinan las relaciones entre la Comintern con el PC argentino recurriendo a los archivos de Moscú. Cf. por ejemplo con Kersffeld, 2012; Schenkolewski-Kroll, 1999. En este último texto se desconoce incluso, contra toda evidencia, la masividad de la desocupación en la Argentina.

25 Bajo la Bandera de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA), 1929.

26 El trabajador latinoamericano, “Gran agitación continental contra la desocupación”, 15 y 30 de diciembre de 1929. Mayúsculas en el original

27 La Internacional, “Frente a la desocupación”, 28 de diciembre de 1929. Mayúsculas en el original.

28 Véase por ejemplo Boletín del CC-FJC, n° 1, 21 de febrero de 1930.

29 El Trabajador Latinoamericano, “La crisis mundial, la desocupación y las tareas del movimiento sindical revolucionario”, enero y febrero de 1930.

30 Boletín del CC-FJC, n° 1, 21 de febrero de 1930.

31 Ibídem.

32 Casi todas las ediciones del año 1930 de La Internacional parecen haberse perdido irremediablemente. El CeDInCI, que cuenta con la colección más importante de esta y otras publicaciones de la izquierda argentina, sólo conserva un número de diciembre de 1930. La situación no es mejor en otros repositorios menores del país, incluyendo al del propio PC, ni en otros mayores, como el International Institute of Social History (IISG) de Amsterdam. Aún así, la consulta de fuentes alternativas del propio comunismo y de otras corrientes permite reconstruir al menos parcialmente esas primeras actuaciones.

33 La Protesta, “La desocupación y la jornada de seis horas”, 22 de marzo de 1930.

34 Internacional Comunista (1930).¡Contra la desocupación!. Volante del Sindicato Obrero de la Industria de la Carne.

35 La Obrera, 8 de marzo de 1930.

36 Crítica, “Se protesta contra de desocupación en la Argentina”, 20 de marzo de 1930.

37 Sobre los anarco-bolcheviques véase Doeswijk, 2013.

38 Véase Camarero, 2007.

39 La Vanguardia, “Realizóse ayer el anunciado mitin contra la desocupación”, 21 de marzo de 1930.

40 El trabajador latinoamericano, “Nuestra lucha por los desocupados”, julio de 1930.

41 Ibídem.

42 La Internacional, “Cómo luchar contra la desocupación y los despidos de obreros”, 30 de diciembre de 1930. Para ampliar sobre las propuestas de “prorrateo” véase Iñigo Carrera y Fernández, 2007.

43 La Internacional, “El programa de la lucha del proletariado santafecino”, 1 de mayo de 1931.

44 Véase por ejemplo Horowitz, 1990.

45 Camarero, 2007: 162-163. Avellaneda fue puesta bajo el control del mayor José Wenceslao Rosasco, quien ganó celebridad trágica por haber implementado ampliamente la tortura y ejecuciones sumarias de activistas. En 1931 el militar fue ultimado por el anarquista Juan Antonio Morán, quien a su vez fue asesinado posteriormente por la policía. Sobre este punto puede verse Bayer, 2008.

46 La Internacional, “El proletariado en la calle. Se exigió pan y trabajo en Avellaneda”, 30 de diciembre de 1930. En Mendoza, para la misma época, La Protesta registra una movilización de 1000 desocupados. Los anarquistas no la reivindican para sí un rol organizador y no hay datos que permitan vincular a los comunistas con la acción. Véase La Protesta, 28 de diciembre de 1930 e Iñigo Carrera y Fernández, 2007 y 2011.

47 Véase Fernández de Ullivarri, 2008-2009.

48 Ibídem.

49 Los anarquistas también planteaban la reducción de la jornada pero postulaban seis horas y criticaban abiertamente a los comunistas por correr detrás de los hechos. Véase por ejemplo La Protesta, “Reivindicaciones proletarias. La reducción de la jornada”, 1 de mayo de 1931.

50 Véase Camarero, 2007.

51 Cabe aclarar, no obstante, que la recepción de esas directivas tuvo un carácter activo, mediatizado por las particularidades del contexto local. Sobre la noción de recepción véase entre otras la obra pionera de Aricó, 1988 y Tarcus, 2007.

52 El trabajador latinoamericano, “Hay que continuar enérgicamente la lucha contra la desocupación en América Latina”, marzo y abril de 1931.

53 Ibídem.

54 Ibídem.

55 La Internacional, “¡Contra la desocupación!”, 27 de febrero de 1932.

56 La Internacional, “¡El asalto contra los empresarios del hambre!”, 27 de febrero de 1932.

57 La internacional, “La burguesía trata al obrero desocupado como a perro, delincuente, o vago…”, 16 de marzo de 1932.

58 Ibídem.

59 La internacional, “Los desocupados de Avellaneda realizarán una gran asamblea”, 16 de marzo de 1932.

60 Certeramente, Halperín Donghi señaló que la preocupación de las principales organizaciones sindicales por preservar un lugar en la vida pública que sabían inseguro, refrenó sus denuncias, favoreciendo de este modo la intervención de las fuerzas marginadas (Halperín Donghi, 2007: 132). Entre estas últimas, además de los radicales, hay que contar a los anarquistas y los comunistas.

61 Bandera Roja, “Se organizan contra el hambre. Hoy. Se reúnen los desocupados del puerto”, 4 de abril de 1932.

62 Bandera Roja, “Protestan los desocupados. Resolvieron no pagar alquiler, ni luz, ni agua. Exigen trabajo”, 7 de abril de 1932.

63 Bandera Roja, “Organicemos ya el primero de mayo. Contra la desocupación”, 10 de abril de 1932.

64 Bandera Roja, “Día a día crece el c. de desocupados”, 5 de junio de 1932.

65 Bandera Roja, “O trabajo o subsidio o hacemos justicia por nuestra mano. Son las exigencias de los hambrientos de Renancó Huinca”, 8 de julio de 1932.

66 El Partido Socialista Independiente (PSI), fundado en 1927.

67 Camarero, 2007: 192.

68 Mundo Obrero, “Los obreros marmolistas se disponen a luchar contra la desocupación”, 1 de septiembre de 1932.

69 Mundo Obrero “¡Contra el prorrateo en el puerto!”, 2 de septiembre de 1932.

70 Mundo Obrero “Se levantan los obreros tucumanos. Grandioso acto de desocupados”, 19 de septiembre de 1932.

71 Mundo Obrero, “¡Los desocupados de San José de la Esquina, luchan por su derecho a la vida!”, 5 de septiembre de 1932.

72 Mundo Obrero, “De Zárate”, 6 de septiembre de 1932.

73 Dickinson College – UNPSJB (s/f).

74 Frente Único, “Cómo luchan los desocupados. La unión de G. Obreros del Pueblo pide solidaridad con los huelguistas”, 18 de octubre de 1932.

75 Frente Único, “Aumenta la desocupación en el interior”, 18 de octubre de 1932 y “Apalearon a los desocupados en Villa Valeria”, 20 de octubre de 1932.

76 Para el caso de Comodoro Rivadavia, Gómez, 1973; para Zárate y Berisso, Peter, 1968.

77 Sobre Comodoro Rivadavia, el trabajo Andújar, 2014, indica la organización de la comunidad en su conjunto a partir del análisis que realiza del papel de las mujeres de la localidad en las luchas impulsadas por el PC. El caso de Berisso ha sido abordado por Lobato, 2004. Aquí puede entreverse la amplitud de la actividad comunista.

78 Frente Único, “Aumenta la desocupación en el interior”, 18 de octubre de 1932 y “Apalearon a los desocupados en Villa Valeria”, 20 de octubre de 1932.

79 Sobre el penelonismo puede verse Camarero, 2011.

80 Vinculado a la Unión Cívica Radical encabezada por Hipólito Yrigoyen, el alzamiento habría contado con la participación de sectores del anarquismo (véase por ejemplo Doeswijk, 2013); la participación de los comunistas no ha sido probada a pesar de las fuertes sospechas del gobierno.

81 Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Justo, cajas 45 a 48.         [ Links ]

82 Si bien es necesario tener en cuenta las diferencias de contexto y de escala para evitar anacronismos, cabe mencionar que se ha propuesto el establecimiento temprano de las bases de un terrorismo de estado bien conocido en el caso de la historia reciente. Véase Kalmanowiecki, 2000.

83 Socorro Rojo Internacional, 1934.

84 Ré, 1937.

85 Memorandum Sección Especial, AGN, Fondo Justo, caja 45, doc.102.

86 Justamente, el National Unemployed Workers Movement (NUWM) atravesaba por ese entonces su período de mayor actividad, con marchas que llegaron a reunir decenas de miles de personas. Véase entre otros Perry, 2000.

87 Los antorchistas, en particular, y ciertas voces minoritarias en La Protesta, defendieron la necesidad de organizar a los desocupados. Véase por ejemplo La Antorcha, “Desocupados”, 29 de abril de 1932. Iñigo Carrera y Fernández (2007, 2011) mencionan la conformación de un comité de desocupados vinculado a la FORA. No resulta claro si se trataba del mismo comité impulsado por los comunistas; en este caso, es poco probable su adhesión a la FORA.

88 La Internacional, “Imponente mitin de desocupados”, 12 de junio de 1933.

89 AGN, Fondo Justo, caja 45, doc.102, Memorandum Sección Especial.

90 AGN, Fondo Justo, caja 45, doc.103, Memorandum Sección Especial.

91 La Internacional, “Llamado del Comité de desocupados de Puerto Nuevo-Canning”, 23 de agosto de 1933.

92 Ibídem.

93 Y, al menos en este caso, la omisión de la fijación de tres pesos para el subsidio, consigna que levantaron únicamente los comunistas

94 La Internacional, “Desocupados del país”, 5 de octubre de 1933.

95 En el caso de Comodoro esta influencia fue menor en el caso de YPF que en resto de las empresas petrolíferas, debido entre otros factores a la disciplina militar impuesta en sus instalaciones y al otorgamiento temprano de beneficios sociales. Sobre este punto véase Cabral Marques, 2013.

96 Bohoslavsky, 2002.

97 Crítica, “Para comer, varios desocupados saquearon dos comercios”, 21 de octubre de 1933, itálicas y mayúsculas en el original. Estos hechos son examinados por Iñigo Carrera y Fernández, 2007.

98 Crítica, “Al Grito de “Queremos Pan y Trabajo” Grupos de Desocupados Invadieron Varios Negocios”, 4 de noviembre de 1933.

99 Ré, 1937: 63-64.

100 La Internacional, “Escribe un desocupado del campamento Canning”, 11 de diciembre de 1933, destacado en el original.

101 La Protesta, “Desocupación” noviembre de 1933.

102 A modo de ejemplo pueden citarse de La Internacional: “Las reivindicaciones de las masas explotadas”, 20 de febrero de 1934; “Plataforma electoral de la lista obrera y campesina. Para los desocupados”, 11 de agosto de 1934; “Programa contra el hambre”, 1ra quincena de diciembre de 1934.

FUENTES

1. Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Justo, cajas 45 a 48.

2. Bandera Roja (1932), Buenos Aires.         [ Links ]

3. Bajo la Bandera de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA) (1929). Resoluciones y documentos del Congreso Constituyente de la CSLA. Buenos Aires        [ Links ]

4. Boletín del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista (CC-FJC) (1930),Buenos Aires.         [ Links ]

5. Degras, Jane (Selected and edited) ([1971] 2007a). The Communist International (1919-1943). Documents. Volume II (1923-1928). London and New York: Routledge. Disponible en https://www.marxists.org/history/international/comintern/documents/volume2-1923-1928.pdf        [ Links ]

6. Degras, Jane (Selected and edited) ([1971] 2007b). The Communist International (1919-1943).Volume III (1929-1943). London and New York : Routledge. Disponible en https://www.marxists.org/history/international/comintern/documents/volume2-1923-1928.pdf        [ Links ]

7. Diario Crítica (1930-1933), Buenos Aires        [ Links ]

8. El trabajador latinoamericano (1929-1931), Buenos Aires, Montevideo.         [ Links ]

9. Frente Único (1932), Buenos Aires.         [ Links ]

10. Internacional Sindical Roja (1930). Métodos y tácticas revolucionarias, Moscú         [ Links ].

11. La Antorcha (1932), Buenos Aires.         [ Links ]

12. La Internacional (1929-934), Buenos Aires.

13. La Obrera (1930), Buenos Aires.         [ Links ]

14. La Protesta (1930-1934), Buenos Aires.         [ Links ]

15. La Vanguardia (1930), Buenos Aires.         [ Links ]

16 Mundo Obrero (1932), Buenos Aires.         [ Links ]

17. RE, Juan Alejandro(1937). El problema de la mendicidad en Buenos Aires. Buenos Aires: Biblioteca policial.         [ Links ]

18. SOCORRO ROJO INTERNACIONAL (1934). Bajo el terror de Justo. Buenos Aires: Socorro Rojo.         [ Links ]

BIBLIOGRAFÍA

1. ANDÚJAR, Andrea (2014). “En demanda de lo justo: conflictos por derechos en la Patagonia petrolera. Comodoro Rivadavia, 1932”. En Páginas. Revista Digital de la Escuela de Historia, vol.6, nº 12, pp. 41-67.

2. ARICÓ, José (1988). La cola del diablo. Buenos Aires: Puntosur.         [ Links ]

3. BAYER, Osvaldo (2008). Los anarquistas expropiadores y otros ensayos. Buenos Aires: Booket.         [ Links ]

4. BOHOSLAVSKY, Ernesto (2002). “Desempleo, organización y política. Los trabajadores rurales del sur chileno frente a la Gran Depresión”. En Anuario de Estudios Americanos, vol. LIX, nº 2, pp. 541-563.

5. CABRAL MARQUES, Daniel (2013). “Mundos del trabajo y formas de organización sindical en la Cuenca del Golfo de San Jorge durante la primera mitad del siglo XX: entre la radicalización obrera, el planteo reivindicativo y la articulación con el Estado”. En Avances del Cesor, nº 10, pp. 9-33

6. CAMARERO, Hernán (2007). A la conquista de la clase obrera. Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

7. CAMARERO, Hernán (2011). “El tercer período de la Comintern en versión criolla. Avatares de una orientación combativa y sectaria del Partido Comunista hacia el movimiento obrero argentino”. En A Contracorriente, vol. 8, nº 3, pp. 203–232.

8. CERUSO, Diego (2014). “El comunismo argentino y sus divisiones en los años veinte. Un análisis de la disputa en el movimiento sindical entre el “penelonismo” y el Partido Comunista”. En Izquierdas, nº18, pp. 37-56.

9. CROUCHER, Richard (1987). We Refuse to Starve in Silence. Londres: Lawrence and Wishart.         [ Links ]

10. CROUCHER, Richard (2008). “The History of Unemployed Movements”. En Labour History Review, vol. 73, nº 1, pp. 1–17.

11. DICKINSON COLLEGE – UNPSJB (s/f). Cronología Histórica de Comodoro Rivadavia. Disponible en http://deila.dickinson.edu/patagonia/es/centro/cronologiaB.html, acceso a web agosto de 2015.

12. DOESWIJK, Andreas (2013). Los anarco-bolcheviques rioplatenses: 1917-1930. Buenos Aires: CeDInCI.         [ Links ]

13. FERNANDEZ de ULLIVARRI, María (2008-2009). “¡A ocupar vuestro puesto en la manifestación! Crisis, desocupación y experiencia a través de un mitin obrero. Tucumán, abril de 1931”. En Travesía, nº 10-11, pp. 173–192

14. GARCÍA, Alicia (1980). “Crisis y desocupación en los años 30”. En Todo es historia, nº 154, marzo.

15. GIRBAL BLACHA, Noemí (2003). “La Junta Nacional para Combatir la Desocupación. Tradición y modernización socioeconómica en la Argentina de los años treinta”. En Estudios del Trabajo, vol. 25, pp. 25-53.

16. GÓMEZ, Rufino (1973). La gran huelga petrolera de Comodoro Rivadavia (1931-1932) en el recuerdo del militante obrero y comunista Rufino Gómez. Buenos Aires: Centro de Estudios.         [ Links ]

17. GÓMEZ LEYTON, Juan Carlos (1994). Las poblaciones callampas, Santiago: Serie Estudios Sociales, FLACSO.         [ Links ]

18. GREZ TOSO, Sergio (2015). “Un episodio de las políticas del ‘Tercer Período’ de la Internacional Comunista: elecciones presidenciales en Chile, 1931”. En Historia, vol. II, nº 48, pp. 465-503.

19. HALPERÍN DONGHI, Tulio (2007). La República imposible. Buenos Aires: Emecé         [ Links ].

20. HOROWITZ, Joel (1990). Argentine Unions, the State, and the Rise of Peron. 1930-1945. Berkeley: Institute of International Studies.         [ Links ]

21. IÑIGO CARRERA, Nicolás y FERNÁNDEZ, Fabián (2007). “El movimiento obrero ante la organización y formas de rebelión de los desocupados: 1930 – 1935”. En CICLOS, vol. 16, pp. 125–152.

22. IÑIGO CARRERA, Nicolás y FERNÁNDEZ, Fabián (2011). “El movimiento obrero y los desocupados en la primera mitad de la década de 1930” En Iñigo Carrera N. (director). Sindicatos y desocupados en Argentina. Buenos Aires: PIMSA-Dialektik, pp. 17–61.

23. KALMANOWIECKI, Laura (2000). “Origins and applications of political policing in Argentina”. En Latin American Perspetives, vol. 27, nº 2, pp. 36–56.

24. KERSFFELD, Daniel (2012). Contra el imperialismo: Historia de la Liga Antiimperialista de las Américas, México: Siglo XXI.         [ Links ]

25. LOBATO, Mirta (2004). La vida en las fábricas. Trabajo, protesta y conflicto en una comunidad obrera. Berisso, 1904-1970. Buenos Aires: Prometeo.         [ Links ]

26. PANETTIERI, José (1988). El paro forzoso en la Argentina agroexportadora, Buenos Aires: CEAL.         [ Links ]

27. PANETTIERI, José (1996). “Paro forzoso y colocación obrera en Argentina en el marco de la crisis mundial (1929-1934)”. En Cuadernos del CISH, vol. 1, nº 1, pp. 9-30.

28. PERRY, Matt (2000). Bread and Work. Londres: Pluto Press.         [ Links ]

29. PETER, José (1968). Crónicas Proletarias. Buenos Aires: Esfera.         [ Links ]

30. PIEMONTE, Víctor Augusto (2014). “Comunistas oficiales y extraoficiales en competencia”. En Archivos de Historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 5, pp. 93-112

31. SCHENKOLEWSKI-KROLL, Silvia (1999). “El Partido Comunista en la Argentina ante Moscú: deberes y realidades, 1930 – 1941”. En Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, vol. 10, nº 2, pp. 91-107.

32. TARCUS, Horacio (2007). Marx en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

33. ULIANOVA, Olga y RIQUELME SEGOVIA, Alfredo (2009). Chile en los archivos soviéticos 1922-1991, Tomo 2: Komintern y Chile 1931-1935, Crisis e ilusión revolucionaria. Santiago: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, LOM.         [ Links ]

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons