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Revista de historia americana y argentina

versão impressa ISSN 2314-1549versão On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.53 no.1 Mendoza jun. 2018

 

DOSSIERS TEMÁTICOS

EL NACIONALISMO CHILENO UNA CORRIENTE POLÍTICA INCONEXA

 

José Díaz Nieva

Universidad Santo Tomás. Santiago, Chile. jdniev@gmail.com

Recibido: 18-X-2017
Aceptado: 19-IV-2018


RESUMEN

El presente trabajo pretende repasar el devenir del nacionalismo chileno entre 1910, con la celebración del centenario de la emancipación de España, y 1973, con la caída de Salvador Allende. No pretende ser un repaso lineal de las diversas organizaciones que lo configuraron, y es muy probable que tampoco sea completo su tratamiento. Se ha partido de una clasificación personal, y sujeta a discusión, que ha divido el mismo en cuatro manifestaciones: el nacionalismo republicano, el fascista, el populista y el anticomunista, abordando en cada uno de ellos a sus más significativos representantes.
Palabras claves: Chile; Nacionalismo; Fascismo; Populismo; Anticomunismo.

ABSTRACT

We intend to review diachronically Chilean Nationalism between 1910, the centennial of the emancipation from Spain, and 1973, the year of President Salvador Allende's fall. It is not our purpose to conduct a linear review of the different organizations which shaped Chilean Nationalism, and this review may not be exhaustive. The starting point is a personal classification subject to discussion which divides Chilean Nationalism in four blocks: the Republican Nationalism, the Fascist one, Populism and anti-comunist Nationalism. In each of these four domains we study their most qualified leaders. 
Key words: Chile; Nationalism; Fascism; Populism; Anticommunism.


 

INTRODUCCIÓN

Alguien definió el nacionalismo como la tendencia que propicia la exaltación de valores y virtudes nacionales por sobre las de las demás naciones o tendencias extranjerizantes1. Ello llevaría a tratar de precisar qué es la nación; cuestión ésta que sin duda nos apartaría de nuestro objetivo, no se trata de estudiar aquí si la nacionalidad chilena se enmarca dentro de las teorías de Herder, Hegel o Fichte; o si, por el contrario, se decanta por las de Renán o Mazzini. De una forma u otra, desde los años treinta del siglo XX, después de que algunos autores de la llamada Generación del Centenario revitalizasen la figura de Portales, y tras la desaparición del Movimiento Nacional Socialista, lo que en Chile se conoce como nacionalismo bien podría traducirse, en un sentido genérico, por fascismo, tal y como en su día expuso el historiador marxista Ramírez Necochea2. En cualquier caso un fascismo peculiar sui generis, que se adaptaría a las tradiciones de aquel país (léase portalianismo), y que incorporaría otras (corporativismo, anticomunismo, tercerismo). Este nacionalismo vendría a constituir una actitud vital, en la que en armónica convivencia se aúnan y dinamizan ideas, sentimientos y conductas. Es voluntad, paso y camino; es enlazar el pasado y el porvenir por el quehacer del presente3. Y a esa labor se encaminaron las acciones de diversas personalidades, algunos grupos políticos, y algunas experiencias periodísticas, sin que todas esas experiencias pudieran ser englobadas bajo el término de fascista, por muy amplio que este quiera ser empleado; a no ser que se hablase de pre-fascismo, proto-fascismo o para-fascismo4.
En este artículo se quieren presentar las diversas facetas que a lo largo del siglo XX ha presentado esa corriente, que si bien nunca ha llegado a gozar plenamente de las mieles del poder, sí que ha desempeñado un notorio papel en su reciente historia, centrándose en sus principales exponentes partidistas y en sus más destacados personeros. Tan solo se pretende realizar, entre otras cosas por razones de espacio, una fotografía instantánea de las diferentes familias, que a juicio del que esto escribe, puede subdividirse el nacionalismo como corriente política, sin entrar a valorar la exaltación de los valores nacionales por otras corrientes o grupos políticos, como el Movimiento de Izquierda Revolucionaría, con su exaltación del guerrillero Manuel Rodríguez, o la Izquierda Nacional, representada en todo caso por la Acción Popular Independiente y su líder Rafael Tarud, que tuvo cierta participación política en los últimos años del gobierno de Eduardo Frei Montalva y los famosos mil días la Unidad Popular.

NACIONALISMO REPUBLICANO

A comienzos del siglo XX, igual que en otros lugares de Iberoamérica, surgió un grupo heterogéneo de intelectuales conocido como la Generación del Centenario que agrupaba a diversos ensayistas que no dudaron en criticar el liberalismo manchesteriano y el cosmopolitismo europeizante; algunos de ellos impulsarían, en octubre de 1913, la llamada Unión Nacionalista5, sugestivo nombre -recuerda Gonzalo Vial6- con el que se había presentado el regeneracionismo montt-varista7 durante la campaña presidencial de 1906. La nueva colectividad estaba integrada por personeros emigrados de la práctica totalidad de las tendencias políticas: conservadores (Guillermo Subercaseaux), nacionales montt-varistas (Tancredo Pinochet, Alberto Edwards, Francisco Encina), liberales (Armando Jaramillo, Justiniano Sotomayor), balmacedistas (Enrique Zañartu), radicales (Luis Galdames, Abel Saavedra, Nicolás Marambio), Liga de Acción Cívica (Ismael Valdés Vergara).
Se echa de menos la figura de Nicolás Palacios (1854-1911), que había publicado años atrás su obra Raza Chilena (1904), en la que daba su visión de la historia patria y denunciaba la situación por la que atravesaba. Palacios creía que el destino de las naciones depende de los elementos raciales que la componen. Sostenía que el volksgeist chileno derivaba del mestizaje de dos razas (patriarcales) superiores: la gótica (de los conquistadores españoles) y la araucana (caracterizada por su bravura y ardor guerrero). La crisis chilena tendría su origen en la brusca interrupción del destino histórico de esa nueva raza, motivado por la introducción de elementos de raíz matriarcal, que habrían contribuido a bastardearla. Ello provocaría la tendencia entre la clase alta a despreciar a las masas populares, al roto8. El libro constituye un rescate de ese personaje como base étnica y como fenotipo racial del auténtico y verdadero pueblo llano; el cual, y precisamente por pertenecer a los sectores populares, es el que mejor conservaba el alma nacional sin perversiones foráneas9. No es de extrañar que una de las primeras manifestaciones periodísticas del nacionalismo se intitulara, precisamente, El roto chileno.
La intención de la Unión Nacionalista no era necesariamente la de crear un partido diferente a los existentes, sino más bien inocular en ellos principios de carácter nacionalista. Su principal objetivo era formar corrientes de opinión que procuraran el engrandecimiento nacional, por medio del progreso económico y social de la República. Pensaban que existía una incapacidad para encarar los problemas a los que se veía enfrentado el país en el nuevo siglo, fundamentalmente por seguir apegados a esquemas decimonónicos10. En su manifiesto fundacional exponían los puntos básicos de su programa: 1º) Robustecimiento del Poder Ejecutivo; 2º) Protección a la industria nacional; 3º) Nacionalización de aquellas industrias que se presten para ser explotadas por empresarios chilenos o extranjeros radicados en Chile; 4º) Política comercial estable que conduzca a estrechar la unión con naciones limítrofes; 5º) Reforma del sistema monetario sobre la base del patrón-oro; 6º) Protección de las clases trabajadoras; 7º) Enseñanza primaria obligatoria; 8º) Prescindencia de toda cuestión religiosa11.
Sobre éste último punto, Guillermo Subercaseaux, en Los ideales nacionalistas ante la doctrina de nuestros partidos políticos históricos, afirmaría:

El doctrinarismo religioso de nuestros partidos políticos históricos, o sea, el fanatismo de unos, armado en guerra contra el sectarismo de los otros, ha cegado de tal manera la atmósfera de nuestra vida política, que se hace necesario despejar el horizonte para que la opinión pública se convenza de la necesidad de buscar nuevas y más prácticas orientaciones. Ésta es la tarea que nos hemos impuesto los nacionalistas12.

En 1915, la Unión Nacionalista pasó a transformarse en el Partido Nacionalista, en su manifiesto se podía leer:

Poco importa que no sea por ahora crecido el número de nuestros correligionarios: lo que importa, sí, es que los que nos enrolamos en estas filas sepamos mantener siempre con espíritu elevado la integridad de nuestros ideales. Si nuestros conciudadanos no nos hacen justicia hoy, nos lo harán mañana, cuando, a fuerza de desengaños, acaben por comprender que es necesario terminar con la politiquería que hoy impera y en torno de la cual se forjan las miserables rencillas que no hacen sino perturbar el desarrollo de la nación13.

Sería, sin duda, Guillermo Subercaseaux su principal impulsor, no en vano fue su presidente desde su fundación hasta poco antes de su disolución. Había iniciado su carrera política dentro de las filas del conservatismo, siendo elegido diputado, en 1909, por Chillán-San Carlos. Ahora se mostraba como el impulsor de un nacionalismo renovado que, aunque en cierta manera era heredero de los viejos ideales montt-varistas y portalianos, incorporaba elementos novedosos, sublimando este antagonismo entre derechas e izquierdas. Usando un razonamiento propio de la dialéctica hegeliana, el liberalismo era la tesis; el socialismo la antítesis y el nacionalismo la síntesis14.
El partido tuvo una corta vida y, tras las elecciones de 1920, se decidió su disolución. Antes de ello cabe destacar su participación en los comicios de 1915, donde su principal representante logró ser reelecto como diputado; pero lo que podría parecer el inicio de un prometedor futuro, pronto se vería truncado. En las elecciones de 1918 tan solo alcanzó la elección de José Manuel Larraín, quien concurría por San Carlos. Otros candidatos, Subercaseaux -que concurría al Senado- y Luis Galdames -que lo hacía como diputado-quedaban fuera del parlamento. Todo indicaba que no lograron atraer a demasiados simpatizantes. Hernán Godoy afirmaría: un cuerpo de generales con pocos soldados15.
Para 1920, poco antes de su disolución, integró la Unión Nacional en apoyo de Luis Barros Borgoño, enfrentando a Arturo Alessandri, candidato de la Alianza Liberal. Ante los reclamos de uno y otro se debió formar un Tribunal de Honor que dirimiera el ajustado resultado obtenido por los candidatos en lid La decisión se inclinó por Alessandri con el voto favorable de Subercaseaux.
Curiosamente, y en relación con esta colectividad, el historiador comunista Hernán Ramírez señala:

Estuvo muy lejos de poseer una ideología estrecha, chauvinista o impregnada de los caracteres que posteriormente poseyeron las organizaciones de tipo fascista; agregando que el movimiento antiimperialista tuvo una importante concreción a través de esta colectividad. Propiciando la decidida protección a las industrias nacionales y el fomento y expansión de todas las fuerzas productivas por los medios más adecuados de que dispusiera el Estado, y la nacionalización de todas aquellas industrias que por su naturaleza se prestasen para ser explotadas por empresarios chilenos o extranjeros radicados en el país16.

La herencia de este nacionalismo-republicano, que no ponía en duda la democracia imperante, estuvo presente en el devenir de las diferentes corrientes del nacionalismo; aunque muchos de sus integrantes volvieran a sus tiendas de partida o evolucionan hacia otras bien distintas, como el caso de Tancredo Pinochet, que terminaría simpatizando con la revolución soviética y el comunismo.
Para concluir habría que recordar, como bien dice Jaime Etchepare17, que el sustrato programático de este primer nacionalismo giraba en torno a las materias económicas, sociales y electorales, sin poner en dudad el orden político existente, sin pretender construir un orden político alternativo, ni hablar del hombre nuevo. Proclamaron la necesidad de restaurar y reforzar el espíritu nacional, la educación industrial, la nacionalización de ciertas industrias básicas, de evitar las pugnas religiosas del pasado, de la creación de un Banco Central, de fortalecer lazos con Bolivia y Perú a través de un posible unión aduanera, contra el imperialismo anglosajón, y sobre todo de fortalecer el Poder Ejecutivo contra un desmedido parlamentarismo.

NACIONALISMO FASCISTA

El 29 de octubre de 1922 Benito Mussolini marchaba sobre Roma; días después el Partido Nacional Fascista se hacía con el control de Italia y el ex-director del socialista L’Avantise convertía en el hombre fuerte de una Italia que no hacía mucho tiempo habían construido Cavour y Garibaldi. Lo sucedido llamó la atención en otras áreas y pronto fueron emergiendo movimientos que trataban de asimilársele. Este nuevo fantasma no tardaría en llegar a Hispanoamérica; en noviembre de 1922 se constituía en el país azteca el Partido Fascista Mexicano. No será el único país del continente en donde su influjo se hiciera patente: Perú (Unión Revolucionaria), Colombia (Los Leopardos), Bolivia (Falange Socialista), Brasil (Acción Integralista), Argentina (Legión Cívica), aunque algunos casos estas agrupaciones no dejaron de ser meras tiendas conservadoras mimetizadas en su parafernalia con el fascismo o influenciadas en su discurso.
Chile no escapará a ello, contando con una de las agrupaciones más sobresalientes del fascismo iberoamericano: el Movimiento Nacional Socialista (MNS), fundado el 5 de abril de 193218, aniversario de la batalla de Maipú, por el abogado Jorge González von Marées19, tras reunir a un grupo de amigos, entre ellos el sociólogo Carlos Keller, quien acababa de publicar dos libros de gran impacto: La eterna crisis chilena (1931) y Un país al garete (1932).
La primera asamblea se celebró el 21 de julio; en aquella ocasión el Jefe, como sería conocido Jorge González, pronunció un discurso en el que fijaba los objetivos:

Es un movimiento que tiende a organizar y a unir en un solo haz la sana opinión pública de Chile (…) para constituir con ella una fuerza nacional que esté en condiciones de encauzar y dirigir, por medio de individuos de selección, los nuevos destinos políticos, sociales o económicos de la república. El nacismo es, ante todo, un movimiento nacional: no es un partido político, al estilo de los viejos partidos de la época liberal. Su finalidad no consiste en pretender realizar un programa rígido y dogmático, sino en crear una fuerza civil pletórica de vida, de la que habrá de surgir una nueva concepción del Estado, en armonía con las tendencias sociales, económicas y espirituales del siglo20.

Su adscripción al fascismo, más allá del nombre escogido, queda fuera de toda duda:

Consideramos que el fascismo, en sus ideas fundamentales, no solo es italiano, sino mundial. Él encarna la reacción espontánea y natural de los pueblos contra la descomposición política producida por el Estado democrático-liberal. Significa el triunfo de la gran política, o sea, de la política dirigida por los pocos hombres superiores de cada generación, sobre la mediocridad, que constituye la característica del liberalismo; significa también el predominio de la sangre y de la raza, sobre el materialismo económico y el internacionalismo. En este sentido, somos fascistas21.

Poco tiempo después de su fundación pasaba a reunir a algunos millares de militantes; tal vez gracias a una página insertada en el diario El Imparcial. Ello les animó a concurrir, únicamente en la 1º Circunscripción de Santiago, en las elecciones parlamentarias de 1933, logrando escasamente 961 sufragios. La votación obtenida estaba muy lejos de otorgarles presencia parlamentaria; tres años más tarde, en unos comicios municipales, lograban unos 6.000 votos y la elección de dos concejales22. Este resultado les posicionaba de cara a las elecciones parlamentarias de 1937, en ellas su respaldo se incrementaría considerablemente hasta alcanzar 14.564 sufragios (3,5%) y tres diputados: Jorge González von Mareés (Santiago), Fernando Guarello Fitz-Henry (Valparaíso) y Gustavo Vargas Molinare (Temuco). Carlos Keller, candidato por Osorno, se quedaba fuera por 310votos.
Para aquel momento, el MNS se había convertido en una agrupación con una considerable implantación en las zonas central y sur del país. Contaba con una emisora (Radio Difusora), con un diario (Trabajo), y con una revista doctrinal (Acción Chilena). Destacaban sus secciones de la Juventud Nacional Socialista y del Grupo Nacista Universitario. Su grito de Chilenos…. A la acción! podía oírse al paso de sus Tropas Nacistas de Asalto, traducción criolla de las SA hitlerianas23.
En abril de 1938, en otros comicios municipales, celebrados bajo la influencia de unas próximas elecciones presidenciales, el MNS alcanzaba elegir a 14 regidores. Su respaldo se situó en 22.500 sufragios (4,63%); constituyendo su votación más elevada. Para ese momento, el MNS ya había lanzado la candidatura presidencial del general Carlos Ibáñez, la cual había sido proclamada en octubre de 1937.Conscientes que su solo respaldo conduciría a dicha postulación a un rotundo fracaso se impulsó la llamada Alianza Popular Libertadora (APL), coalición en la cual se integraron ibañistas independientes y la Unión Socialista de Bautista Rossetti y Ricardo Latchman. En un primer momento se intentó organizar un frente común con las izquierdas para alzar al expresidente como candidato común. La alianza no prosperó, y tres fueron los candidatos en lid: el propio Ibáñez, Pedro Aguirre Cerda, por el Frente Popular, y Gustavo Ross por la derecha24.
Ante la sospecha de que desde el gobierno se forzase la victoria del candidato oficialista, el jefe nacista va a organizar su particular putsch; un golpe que debía ponerse en marcha el 5 de septiembre. El intento revolucionario y su brutal represión25 cambió radicalmente el panorama electoral: Ibáñez retiró su candidatura y dejó libertad de votos a sus partidarios; Jorge González, desde la cárcel, respaldaba al candidato frente populista26.
El aporte nacista se transformó en determinante para la victoria de Aguirre Cerda, más aún cuando ésta se producía por un margen de 4.111 votos; éste en agradecimiento no dudó en acudir a la sede central del nacismo y manifestar:

El MNS con alma pura, con valentía y compresión de las verdaderas realidades del momento, se empeñó en trabajar por la causa de las izquierdas y me ayudó en forma eficiente, desinteresada y leal (…) Tengo pues una enorme gratitud para con el MNS…Yo os ruego con absoluto fervor tangáis presente que es necesario mantener la unidad estrecha y eficiente ante los peligros de la derecha27.

Más tarde, ya como presidente, una de sus primeras medidas sería firmar la amnistía de los implicados en los sucesos del 5 de septiembre. Jorge González, al salir de prisión, decide reorganizar la formación y adecuarla a los nuevos tiempos, nacía la Vanguardia Popular Socialista. El nombre del MNS recordaba en demasía al NSDAP. La hostilidad hacia la izquierda se transformó en una idílica convivencia. Del más allá de derechas e izquierdas pasaba a considerarse un movimiento hermanado con el socialismo, sin que dicho transformismo se haya logrado explicar a día de hoy:

La VPS reconoce la lucha de clases como hecho actual indiscutible, y en ella se coloca decididamente del lado de las clases explotadas (….) La VPS condena toda clase de totalitarismo político, ya sea fascista o de cualquier otra especie… aboga por un plan de solidaridad de todas las fuerzas políticas auténticamente democráticas de América Latina, a fin de cooperar moralmente al derrocamiento de las tiranías que imperan en algunos de los países hermanos, y que las clases trabajadoras de esos países puedan establecer en ellos gobiernos que representen el genuino sentir popular28.

La VPS trataba de situarse, de este modo, en la orilla izquierda, apoyando sin condiciones al Frente Popular y su gobierno, y ello pese a que la VPS se quedó con las manos vacías en el reparto de cargos políticos y burocráticos29. Su alianza con la izquierda le llevaría a ser una de las primeras organizaciones en condenar, en agosto de 1939, el intento golpista del general Ariosto Herrera (el ariostazo). Pocas semanas más tarde, con ocasión del primer aniversario del triunfo del Frente Popular, Jorge González sería uno de los oradores llamados a dirigirse a las masas concentradas frente a La Moneda30. Incluso se pudo ver al Partido Socialista, junto a los militantes de la VPS, rindiendo honores a los caídos del Seguro Obrero. En este tiempo, el mayor éxito de la VPS fue el impulsar y lograr que el parlamento aprobarse una ley mediante la cual se fijaba un impuesto del 10% a la renta de las compañías cupríferas.
El idilio se rompería en julio de 1940, cuando Aguirre Cerda indultó a los implicados en la matanza del 5 de septiembre. La verdad es que desde hacía unos meses la VPS aparecía unida a la derecha en la acusación constitucional contra el ministro de Relaciones Exteriores, Abraham Ortega, al parecer por cobros ilegales a los refugiados judíos, para tramitar su ingreso al país por algunos funcionarios de su ministerio. Esta nueva alianza se reafirma cuando la VPS acude coaligada a esa misma derecha en las elecciones parlamentarias de 1941, en las que obtiene 11.175 sufragios, una votación muy inferior a la obtenida en comicios anteriores. En esta ocasión se lograba únicamente la elección de Jorge González y Gustavo Vargas.
Poco tiempo antes de iniciarse las sesiones del Congreso (mayo de 1941) se produjo un incidente entre vanguardistas y radicales; como resultado de los hechos resultaron heridos varios militantes y dirigentes de este último (entre ellos el senador Gustavo Girón), en la refriega también cae inerte, el también radical, Fernando Pinto. El ministro del Interior, Arturo Olavarría Bravo, obtuvo del director de Beneficencia la orden de detención para el líder de la VPS con el propósito de ser sometido a examen mental, siendo trasladado a la Casa de Orates; pero tras recurrir ante la Corte Suprema, que ordenó que no se le practicase examen alguno, fue puesto inmediatamente en libertad. Este incidente marca el inicio de la decadencia del movimiento, que no tardaría mucho tiempo en diluirse.
 Muchos de sus militantes integrarían en el Movimiento Nacionalista de Chile (MNCh)31. Éste se había organizado, el 12 de febrero de 1940, bajo la dirección de Guillermo Izquierdo Araya, un firme defensor del general Ariosto Herrera. Propiciaba el establecimiento de un Estado organicista, con representación funcional basada en el sufragio calificado, cuestionando las instituciones de la democracia liberal. Deseaba impulsar la idea de un gobierno fuerte sólidamente apoyado en la voluntad nacional y la subordinación a una jerarquía. En 1943, el MNCh se transformaría, bajo la dirección de Juan Gómez Millas, en la Unión Nacionalista. Este conglomerado logró atraer a sus filas no solo a elementos procedentes del campo nacionalista, sino también del ibañismo independiente, e incluso de la incipiente democracia-cristiana, algunos de cuyos miembros disentían del pacto que la Falange Nacional32 había subscrito con la Alianza Democrática, coalición integrada por liberales alessandristas, radicales y comunistas. También se integraron algunos militares retirados: tal es el caso del teniente René Morales Beltramí, involucrado en el golpe fallido del 28 de febrero 1936, o el coronel Carlos Garfias Prado, que fuera presidente de la Federación Chilena de Esgrima.
Pese a todo, la Unión Nacionalista no tardó en disolverse, ya que representaba un nacionalismo frío que no tuvo la acogida que se esperaba; no poseía los rasgos de los anteriores movimientos, le faltaba -al decir de Izquierdo Araya - el calor que habían tenido el MNS y el MNCh, que salían a combatir en la calle a diario33. Con el correr del tiempo, muchos de sus militantes, y del MNS, acabarían militando en el Partido Demócrata Cristiano, tales como José Foncea, Juan Gómez Millas o Enrique Zorrilla. Otros lo harán en el campo de la izquierda, entre éstos cabría destacar a Jaime Barros Pérez-Cotapos (fundador del maoísta Partido Comunista Revolucionario), Jaime Concha Lois (candidato del Partido Socialista por el Tercer Distrito de Santiago en 1953), Oscar Jiménez Pinochet (primer ministro de Sanidad de Salvador Allende), o el periodista Santiago (Tito) Mundt, quien escribiría, en 1965, una novela, en recuerdo de muchos de sus ex-camaradas, bajo el título de Banderas Olvidadas.
La calificación del MNS dentro de la calificación del nacionalismo fascista pareciera evidente, y no tanto por algunas manifestaciones, si bien es cierto que contradictorias, del propio González von Marées, sino porque sus particulares características se ajustan a aquellas otras que varios autores han establecido a la hora de hablar del fascismo: anti-marxismo, anti-liberalismo, anti-conservadurismo, principio del caudillaje, una milicia partidista, y la creencia de la supremacía del Estado sobre los particulares34. Queda sin explicar la deriva hacia la izquierda una vez que el nacional socialismo criollo se transforma en VPS, tal vez ello se pudiera explicar por la influencia y relaciones con el APRA peruano, punto este aun por estudiar.

NACIONALISMO POPULISTA

Entre 1930 y los inicios de los sesenta nos encontramos en Iberoamérica con gobiernos y movimientos calificados de populistas. Su forma de acceder al poder (no necesariamente por vías electorales), su concepción del Estado, su idea del desarrollo nacional, o su capacidad de movilizar amplias capas sociales detrás de un líder carismático, suelen ser elementos que los caracterizan. Coincidimos con Rosa Martínez que el tratar de plantear una definición precisa del término populismo resulta complejo debido a las diferentes visiones que desde una perspectiva europeizante han tratado de identificarlo con algún movimiento político del viejo continente. Algunos lo ven como una corriente que lucha por la emancipación, tanto en el campo económico como político, de los Estados Unidos y demás potencias neocoloniales. Otros tratan de identificarlo con el fascismo, dada la presencia de elementos psicosociales comunes, como la identificación de las masas con un líder o el sentimiento de superioridad nacional35.
Dentro de esta tendencia podrían incluirse el Partido Justicialista, el Partido Trabalhista Brasileiro o al Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano; todos ellos identificados con líderes carismáticos: Juan Domingo Perón, Getúlio Vargas, o Víctor Paz Estensoro y Hernán Siles Salinas. Chile no escapó a esta tentación, aunque puede que sea un caso particular, dado que la existencia de ese líder no se vio necesariamente reflejada en una identificación plena con un movimiento de masas. Esta circunstancia implica que por un lado aparezca el líder, la figura de Carlos Ibáñez; y por otro una organización política independiente del anterior, el Partido Agrario Laborista36. No cabe duda que Ibáñez era todo un caudillo; pero un caudillo sin una organización que se identificase plenamente con él37. En su primera magistratura (1927-1931) intentó, en vano, impulsar la Confederación Republicana de Acción Cívica de Obreros y Empleados de Chile; en su segundo mandato (1952-1958) pretendería atraerse a un partido que estuviera dispuesto a respaldarle, pero sin perder su independencia: el PAL.
El origen de éste lo encontramos en una agrupación política nacida en 1931, en Temuco, como una colectividad de carácter regional: el Partido Agrario, fundado por Braulio Sandoval y Humberto del Pino. La mayoría de sus primeros integrantes eran antiguos militantes de los viejos partidos decimonónicos. A este respecto, uno de sus primeros diputados afirmaría:

Es la reunión de hombres de todas las ideologías políticas, de todos los credos religiosos, de todas las clases sociales que, convencidos de lo anticuado de los partidos históricos, de la inconveniencia de las discrepancias religiosas y de prejuicios de las luchas de clases, se unen para resolver los problemas que hoy interesan al mundo (…) el problema económico y el problema social38.

El partido recibió un importante impulso tras el congreso de 1934, en el que se acordó ampliar sus actividades no solo al mundo agrario sino también a todas las actividades del trabajo, dándole un incipiente carácter corporativista. Ello facilitará la incorporación de un importante contingente de universitarios formados en la doctrina social cristiana: Alejandro Hales, Felipe Herrera, Víctor Manuel Gacitúa. Sería, precisamente, Alejandro Hales quien impulsaría la redacción del primer documento doctrinario (Hacia el perfeccionamiento de una nueva democracia. Ideas y programas para una concepción y organización corporativa de la sociedad)aprobado en un congreso celebrado en la capital de la Araucanía en 1942. En éste se proclamaban políticas de acción corporativa, en pro de la reforma económica del país, sustentadas en la concertación del trabajo y de la producción; se defendía el reparto de utilidades entre el capital y el trabajo, y el establecimiento de una Cámara Económica Nacional, en sustitución del Senado, que tratara de conciliar los intereses de los diversos grupos sociales.
Esta agrupación logró obtener, desde su fundación hasta ese año de 1945, una cierta presencia parlamentaria, por lo general en coalición con los partidos de derecha, así como una destacada representación municipal. En ese año 1945 llegaba a la formación Jaime Larraín García-Moreno, personalidad que ayudaría a que ésta tuviera un mayor impulso. Su personalidad no era ajena al foro, pues tenía una larga trayectoria política, primero como dirigente juvenil en los círculos socialcristianos, después como diputado conservador, y, por último, como un activo dirigente de la Sociedad Nacional de Agricultura. Con su llegada a la presidencia de dicha entidad, promovió la fusión de su agrupación con la Alianza Popular Libertadora.
Pero volvamos a centrarnos en el PAL y en su declaración de principios, aprobada en 1947, y en la cual se definió como un partido integrado por hombres de trabajo, destinado a obtener una democracia más amplia en lo político y social. Propiciaba una democracia funcional de tipo económico acorde a las exigencias de la justicia social, promoviendo la existencia de dos cámaras, una política y otra gremial y económica. Se declaraba partidario de una economía autodirigida, que fuese el resultado de la colaboración orgánica de las fuerzas de producción, formando parte integral del cuerpo del Estado y reemplazando el concepto del lucro por el de función social; propugnando una acción del Estado tendente a asegurar la coexistencia social:

El Partido Agrario Laborista es una organización integrada por hombres de trabajo que aspiran a la obtención del bien común por medio de una democracia perfeccionada... declara como postulados fundamentales de su acción:
En lo Político: aspira a la instauración de una democracia funcional de tipo económico, fundamentada en el respeto de la personalidad humana y los principios que informan la más amplia justicia social (…) Los grupos funcionales de la Nación deben participar en la acción del Estado. Junto a una Cámara Política representativa exclusivamente de los anhelos políticos, debe existir una Cámara Funcional que represente los intereses activos económico-gremiales de la sociedad.
En lo Económico: Aspira a una economía autodirigida, es decir, una organización que sea el resultado de la colaboración de las fuerzas de la producción, formando parte integral del cuerpo del Estado; por eso abrogamos el antiguo concepto de lucro, reemplazándolo por el de función social como finalidad de la actividad económica.
En lo Social: Rechaza la necesidad de la lucha de clases superándola por la integración de todas las fuerzas del trabajo de un Estado que asegure la existencia permanente y sin atenuación de la justicia y bienestar sociales.
En lo Internacional: Propugna la complementación de la producción y consumo de los Estados Iberoamericanos a fin de crear una economía de tipo continental que sirva fundamentalmente para la expresión política posterior de la Confederación Iberoamericana…39

El partido experimentó un ininterrumpido crecimiento. En marzo de 1949 correspondía celebrar elecciones parlamentarias, y el PAL decidió respaldar la candidatura independiente del expresidente Ibáñez, quien fue elegido con la primera mayoría por Santiago, apoyado -eso sí- por un espectro variopinto de fuerzas y partidos (Conservador Social-Cristiano, Falange Nacional, Agrario-Laborista, Socialista Popular). Este hecho significó la progresiva incorporación de numerosos nacionalistas procedentes de formaciones como las extintas VPS o la Unión Nacionalista.
Desde marzo de 1951, el PAL sufriría un fuerte debate entre sus dos corrientes internas: una más proclive a llegar a acuerdos con los partidos de derecha tradicional, y otra abiertamente pro -ibañista con inclinaciones próximas al peronismo argentino. Esta pugna va a llevar a la renuncia de Jaime Larraín, sobre todo después de ver frustrada sus aspiraciones de ser designado candidato a las elecciones presidenciales de 1952 en favor del ex-presidente Ibáñez. En esos comicios, el candidato que no había dudado en blandir una escoba40, logra obtener el 46,79% de los sufragios. Su candidatura había sido en realidad lanzada por el grupo del Estanquero, y respaldada por un amplio y heterogéneo abanico de fuerzas entre las que sobresalía el PAL, aunque también, y de forma no oficial, por el Partido Democrático del Pueblo (fachada de un sector del ilegal Partido Comunista en aplicación de la Ley Maldita). Junto a estas agrupaciones aparecían un sin fin de siglas y hombres que podrían agruparse bajo la denominación común de nacionalistas41.
Por aquel tiempo, y en un intento tal vez algo forzado, pero no por ello menos significativo, de mostrar sus simpatías por el fascismo, cabe hacer referencia al mensaje de condolencias enviado por sus juventudes a la viuda del mariscal Pétaintras su fallecimiento: para la juventud nacionalista de Chile, el ejemplo del noble anciano de Gauchy la Tour será siempre una lección viva de desinterés, patriotismo, hombría y anticomunismo; y ello después de resaltar cómo su figura supo ser grande en la victoria, pero que lo fue mucho más en la hora de la derrota, cuando Francia quedó abandonada a su propia suerte, momento en el que el mariscal encauzó a su Patria por nuevas rutas42.
En las parlamentarias de 1953, el partido experimentó un fuerte crecimiento, obteniendo 118.483 votos (15,2%), lo que se tradujo en la elección de 29 diputados. La verdad es que el respaldo prestado a Ibáñez favoreció a un buen número de agrupaciones políticas: el Partido Socialista Popular (19 diputados), el Partido Democrático del Pueblo (5), el Movimiento Nacionalista Popular (1), el Partido Progresista Femenino de Chile (1) y otras fuerzas políticas, hasta sumar un total de 73 diputados. Ibáñez tenía, así, su parlamento; y si bien existía un empate técnico, al menos en la Cámara de Diputados, éste se rompía por la presencia de Serafín Soto, del Partido Democrático. Aunque su candidato en las presidenciales de 1952 había sido el radical Pedro Enrique Alonso, su diputado lo había sido elegido con los votos ibañistas de Chillán43.
El presidente Ibáñez tuvo que lidiar con esa heterogénea coalición que le aupó a la primera magistratura, coalición en la que muy pronto surgieron las rivalidades, en un intento de monopolizar el poder político e intervenir en las atribuciones del ejecutivo. Se sucedieron, así, una serie de cambios de gabinete que contribuyeron a llevar al país a una crisis económica que avivó los conflictos sociales y políticos.
Por su parte, el PAL vivía una serie de permanentes luchas intestinas, entre un sector que promovía una mayor participación en el gobierno y otro que abogaba por una posición más independiente e incluso de oposición al gobierno. Este conflicto, finalmente, llevó a su ruptura con el ejecutivo, en 1955, cuando Guillermo Izquierdo Araya figuraba en la presidencia del mismo. La figura de éste era muy controvertida, tanto dentro como fuera del PAL, ya que se veía en él, no sin falta de razón, a un abierto simpatizante del peronismo, vinculándose, así, a doctrinas extrañas y a regímenes foráneos cuyas políticas podrían resultar contrarias a los intereses chilenos.
En ese período se da la fusión de un agrario laborismo agonizante con el llamado Partido Nacional44, surgiendo el Partido Nacional Popular. Agrupaciones que prestaron su respaldo a Eduardo Frei Montalva en las elecciones presidenciales de 1958. El PANAPO terminaría fusionándose, a su vez, con los restos del Partido Democrático, dando origen en 1960 al Partido Democrático Nacional. Para ese entonces, muchos militantes del PAL habían terminado integrados en la democracia-cristiana; no pocos de los cuales militaron en el movimiento nacista.
Existió un intento, en 1961, de resucitar el PAL con el nombre de Democracia Agrario Laborista. Su directiva estuvo integrada por Benjamín Videla, Carlos Montero y Javier Lira. Dicho conglomerado apoyó en 1964 la exitosa candidatura presidencial de Eduardo Frei, desapareciendo, definitivamente, tras las elecciones parlamentarias de 1965, donde logró 23.761 votos, un escaso 1,01% de los sufragios45. Algunos de sus militantes evolucionarían hacía la izquierda nacional, dando vida formaciones como la Acción Popular Independiente que presidida por Rafael Tarud acompaña al allendismo en las elecciones de 1970, o el Partido Social Demócrata entre cuyos líderes se encontraba Oscar Jiménez Pinochet, que fuera jefe de las juventudes del MNS, y que ocuparía el ministerio de Sanidad en el primer gabinete de Salvador Allende.
Se puede concluir que el término populismo ha sido usado, al menos en el pasado, para designar ciertas agrupaciones políticas de masas aparecidas a mediados del siglo XX que se rebelaron contra los esquemas políticos imperantes en la época; pero que las diversas interpretaciones -en ocasiones divergentes- dadas sobre dicho fenómeno impiden establecer unos criterios uniformadores; pese a ello si se podrían resaltar fundamentos económicos, sociales, culturales compartidos por esas agrupaciones, además de la coincidencia de su aparición y desarrollo en un mismo tiempo. En el caso chileno se puede además rastrear las relaciones tanto de Estado, entre Ibáñez y Perón, como personales, Guillermo Izquierdo Araya, destacado dirigente del PAL, como María de la Cruz, una de las defensoras de los derechos de la mujer en Chile, y fiel partidaria del general Ibáñez, fueron acusados de constituir la quinta columna del peronismo en Chile46.

NACIONALISMO ANTICOMUNISTA

El anticomunismo en Chile está íntimamente ligado a la propia historia del Partido Comunista, su fundación y evolución. Se suele referir que sus orígenes se remontan a fines del siglo XIX, cuando miembros del Partido Radical, encabezados por Malaquías Concha y Avelino Contardo, disconformes con la falta de sensibilidad social de éste, deciden emprender un nuevo rumbo e impulsar, en 1887, el llamado Partido Democrático. En 1894 sería elegido, por Valparaíso-Casablanca, Ángel Guarello, su primer diputado, considerado también como el primer diputado socialista de Iberoamérica47. Sería en esta organización en la que Luis Emilio Recabarren militaría entre 1889 a 1906, marginándose del mismo al no aceptar la candidatura de Fernando Lazcano a la primera magistratura. Pero como ha afirmado algún historiador, los militantes del Partido Democrático no eran revolucionarios sino reformistas (burgueses)48, y eso por no decir que entre sus dirigentes se encuentran algunas de las primeras manifestaciones anticomunistas del país; tal y como lo demuestra un discurso del senador Guillermo Bañados en el que llega a hablar de las nocivas doctrinas de Lenin, Trotzky i demás bolcheviques49.
Para aquel entonces ya existía una formación política comunista, el Partido Obrero Socialista, fundada en 1912 por Recabarren, Ramón Sepúlveda y Manuel Hidalgo. Éste se organizó en Iquique, una de las zonas mineras donde las ideas socialistas habían encontrado un mayor apoyo y donde su líder había logrado un cierto eco. En enero de 1922, el POS y la Federación Obrera de Chile (organización gremial de origen conservador, pero dominada por sectores comunistas) decidieron adherirse a la III Internacional. Nacía oficialmente el Partido Comunista.
Una de las primeras manifestaciones del nacionalismo chileno fueron las Ligas Patrióticas, fundadas hacia 1910. Éstas tuvieron un rápido desarrollo en el norte, más concretamente en Tarapacá. Son los años posteriores al Tratado de Ancón, firmado en 1883, por el cual se ponía fin a la Guerra del Pacífico. En aquel tiempo, el litigio fronterizo de Tacna y Arica era algo cotidiano, y es en ese clima en el que se crean las citadas Ligas. El objetivo inicial de éstas, según la historiografía marxista, fue agredir con sistemática y desenfrenada violencia, traducida. Incluso en acciones criminales, a peruanos y bolivianos, tal vez buscando su regreso a sus países de origen50.
 Pero esta primera manifestación de afirmación de la soberanía sobre esos territorios pronto encontró otro caldo de cultivo en el que desenvolverse: el antimarxismo. Ramírez Necochea afirma al respecto que a partir de 1918 su programa y radio de acción se ampliaron considerablemente, tomando un carácter antisocialista y adoptando una actitud vigorosamente adversa frente a las organizaciones políticas y sindicales de los trabajadores, y también contrarias al liberalismo reformista propiciado por las agrupaciones que formaban la Alianza Liberal. Sostenidas principalmente por los partidos integrantes de la Unión Nacional se constituyeron en brigadas mercenarias de choque encargadas de desencadenar el terrorismo contra las organizaciones populares y democráticas51.
Años después, en 1932, tras el fracaso de la llamada República Socialista, y bajo el lema Orden, Hogar y Patria, Eulogio Sánchez funda la Milicia Republicana52. Fue una organización paramilitar que llegó a reclutar cerca de 50.000 voluntarios encuadrados en diversos regimientos: República, Constitución, Libertad, llegando a disponer de un importante arsenal proveniente del Ejército53. La Milicia contó con el respaldo del gobierno de Arturo Alessandri, aunque ello le ocasionó discrepancias y rupturas con alguno de sus iniciales aliados. Así, por ejemplo, Horacio Hevia Labbé, perteneciente al Partido Social Republicano, presentó su dimisión en 1933, después de que se autorizara un desfile en el que los milicianos marcharon perfectamente uniformados y mostrando parte de su arsenal.
La Milicia Republicana no era precisamente un partido político; de hecho, en sus filas se encontraban personas afiliadas tanto al conservadurismo como al Partido Radical, e incluso abundantes simpatizantes y adherentes al incipiente MNS, pese a los intentos de distanciamiento por parte de ambos. Pero no es ésta la ocasión para tratar la relación de la Milicia con el nacismo, sino de mostrar su posición política:

La Milicia Republicana no es un partido político y, por lo tanto, no formula ningún programa. Solo expone a la faz del país una ideología tan amplia como los pliegues de la bandera de Chile, que pueda cobijar bajo ella a todos los buenos chilenos capaces de defenderla54.

La declaración continúa hablando de defender la integridad constitucional y la estabilidad del gobierno, crear bases para una educación moral y cívica y para el desarrollo de un espíritu de solidaridad y cooperación, de un nacionalismo sano y vigoroso, así como manifiesta su preocupación por los grandes intereses nacionales y por los problemas de todos los ciudadanos. Pero lo curioso es el comienzo de la citada declaración: Combatirá, en consecuencia, toda tiranía, ya sea ésta comunista, civil o militar55.
Es una idea que repite el propio Arturo Alessandri en una alocución en Osorno:

Los milicianos son unos grandes defensores de la democracia y de la libertad (…) su finalidad no es otra que combatir cualquier movimiento que se levante en Chile y que tenga por objeto establecer una dictadura, sea ella militar, civil o del proletariado56.

En 1935, al considerar que su misión estaba cumplida y el régimen constitucional afianzado, decidió disolverse. Algunos de sus miembros decidieron constituir un partido que pasó a llamarse Acción Nacional cuyos postulados vuelven a repetir ideas anteriormente mencionadas: Combatir las ideas extremistas; Impedir y combatir toda dictadura, especialmente la comunista. En 1937, tras su fusión con la Unión Republicana, integrada también por antiguos milicianos, se crea la Acción Republicana, algunos de cuyos miembros terminarían integrándose en el agrario-laborismo.
Es así como llegamos a 1946, cuando Gabriel González Videla llega a la presidencia de la república. Su primer gabinete estuvo integrado por radicales, liberales y, por primera vez en la historia, por comunistas, quienes ocuparon las carteras del Trabajo, Agricultura y Tierras y Colonización. Ante la nueva situación un grupo de amigos resolvió fundar una revista quincenal, el Estanquero, que definieron como de afirmación nacional. Los redactores de la revista eran de orígenes políticos muy diversos. Así es como uno se podía encontrar con nacionalistas, conservadores y liberales, apolíticos, radicales, e -incluso- hombres de izquierda moderada57.
Muchos han tratado de presentar esta revista como un órgano de expresión política del nacionalismo chileno, pero hasta el tercer número no es posible detectar un editorial con un claro contenido de redefinición política. Todo parece indicar que desde el primer momento hubo dificultades en este sentido. El anticomunismo parecía ser la argamasa de unión del grupo de fundación58; era lo único que unía a gente tan dispar como González von Marées o un Vicente Huidobro.
La revista estaba técnicamente dividida en diversas secciones: La Semana Nacional y La Semana Internacional constituían la parte central y más relevante. Jorge Prat, la principal figura del grupo, escribía un Comentario Político de carácter más puntual, además de la mayor parte de las editoriales. En los primeros números se insertó una breve sección bajo la denominación de Por qué soy anticomunista; en ella participaban figuras del acontecer nacional tan dispares como Agustín Álvarez Villablanca, Vicente Huidobro, Alone (pseudónimo de Hernán Díaz Arrieta), Arturo Olavarría Bravo, Raúl Marín Balmaceda, Sergio Fernández Larraín, Alfredo del Valle, Jorge Hübner Bezanilla o Luis A. Silva, (director de El Diario Ilustrado). Dicha sección se presentaba como tribuna para todas las voces independientes y chilenas que quieran sumar su esfuerzo a la tarea de denunciar al país la gravedad de la infiltración de la horda comunista. Y añade:

El Partido Comunista representa y propugna una de las más drásticas formas de dictadura totalitaria, que se basa en la autoridad indiscutible del dogma político, en la sumisión a un profeta (...) predestinado y sanguinario59.

Según Estanquero,

El marxismo, y el comunismo como su máxima expresión, constituyó durante el primer cuarto de siglo una rebeldía sana, un cansancio auténtico de la juventud europea. Cansancio de la civilización liberal y burguesa, cansancio del escepticismo de los salones del siglo XVIII, cansancio de esa libertad inglesa, solo válida para los propios capitalistas ingleses, cansancio, en fin, de la civilización hipócrita que levantaron la Francia del XVIII y la Inglaterra del XIX.

Es por lo mismo que las nuevas generaciones ansiaban una nueva fe, una fe ardiente y transmutadora, y la encontró en los mitos de la lucha de clases y de la redención del proletariado, edificados sobre el cinismo de la concepción materialista de la historia60.
Fue así como llegó el marxismo al poder en Rusia y se reveló con una formidable capacidad aniquiladora, pero significó también un absoluto fracaso en las realizaciones. Las características particulares de Rusia hicieron que surgiera una nueva casta gobernante y un régimen político sui géneris: el stalinismo, o sea, un gran imperio asiático, cuyos más fieles súbditos no tienen otra fe y otra esperanza que su fervor idólatra por la grandeza material de Rusia y por su expansión universal. Desde entonces, la URSS se convirtió – al decir de la citada publicación- en una amenaza total, que tenía en la internacional comunista un instrumento eficaz para sus fines. El estalinismo pretendía usar el poder destructor de la secta comunista como la primera etapa de la expansión universal rusa, por lo cual el comunista de cada país se convertiría esencialmente en un traidor61.
Las páginas de Estanquero definen el comunismo como un ideal puramente aniquilador. Esto explicaría que sus militantes carecieran de otros conocimientos que los precisos para la agitación y para el cumplimiento de sus consignas. De ahí la terrible indiferencia del comunista ante las multitudes hambrientas, ante los pueblos destruidos por la guerra, ante la paralización de las actividades vitales de un país. Al comunista no le interesaría la suerte del pueblo, de este pueblo de real y concreto, que trabaja y que sufre; sino más la destrucción total de la civilización existente, y disfrazaría ese impulso nacido del resentimiento con el mito cada vez más lejano de un paraíso proletario62.
Como ya se ha señalado, el anticomunismo era el punto de unión, y tras la asunción del poder de González Videla y el nombramiento de tres ministros comunistas, la gran preocupación de sus impulsores era la llegada al poder de las primeras avanzadas del Partido Comunista, que estimaban como el brazo político de una potencia extranjera, cuya doctrina y estrategia era la negación misma de los valores ancestrales de la patria63. El mismo Jorge Prat señalaba en 1951: no olvidemos, por cierto, que la campaña anticomunista fue el accidente que determinó nuestro nacimiento, nuestra buena acogida y nuestro enraizamiento en la sociedad chilena64.
Pero Estanquero fue algo más que un simple órgano de expresión anticomunista, y desde un principio dejó claros cuáles eran sus objetivos:

Hay necesidad de crear una nueva fe en Chile, en las virtudes tradicionales de su raza, en la potencialidad de su pueblo, en las posibilidades de su desarrollo futuro. La fe en un Chile sin políticos aprovechadores y mendaces, sin funcionarios públicos prevaricadores o indolentes, sin especuladores ni agiotistas, sin agitadores profesionales que medran con la esperanza y la credulidad de las masas, sin prensa envenenadora del alma popular (...) Hay, finalmente, que crear en la juventud un sentido heroico y sobrio de la vida, de la responsabilidad social y del respeto a la personalidad humana... Hay que movilizar a la juventud (...) señalándole una senda, un destino histórico, un sentido profundo de la vida de su pueblo…65

Para aquel momento se había formado una organización dispuesta a combatir al comunismo en todos sus frentes: la Acción Chilena Anticomunista, impulsada por Jorge Prat, el diputado liberal Raúl Marín Balmaceda, Oscar Avendaño Montt -reconocido médico y profesor de la Universidad de Chile-, y Arturo Olavarría Bravo que descontento con la alianza de su colectividad con los comunistas pasó a fundar el Partido Radical Democrático66.
Por aquellos días, la AChA dio a conocer su primera proclama pública, que apareció impresa desde el conservador El Diario Ilustrado hasta el socialista La Opinión:

La institución nace para ser el escudo de cada chileno libre y para ser escudo de la nación. La experiencia de otros nos indica claramente que esta defensa no es innecesaria y utópica. Este mundo del siglo XX (...) ha visto en efecto cómo el comunismo destruye la libertad y la vida de sus no-partidarios (díganlo los ciudadanos de la Europa Occidental) y cómo destruye incluso el sentimiento de Patria hasta el extremo que hemos visto en países como Latvia, Estonia, y Lituania, resolviendo a través de sus partidos comunistas la desaparición de sus nacionalidades y su absorción por Rusia. Pero la lucha de la AChA no pretende ser meramente defensiva. Deseosos sus miembros de ir a las raíces del mal, afirmamos la necesidad de propiciar un plan positivo que haga infundados y hasta ridículos los propósitos comunistas67.

Arturo Olavarría escribiría:

No era posible modificar la voluntad del presidente González Videla obligándolo a deshacerse de la colaboración comunista en sus tareas gubernativas; pero, en cambio, era perfectamente viable prepararse para hacer frente a la secta internacional tan pronto como intentara adueñarse del gobierno. Y la mejor manera de prepararse, el medio más eficaz para aniquilar al comunismo en ese caso, era armarse, formar un ejército cívico poderosamente armado que fuera capaz de destruir cualquiera iniciativa contraria al orden social e institucional de la República68.

La AChA fue una formación que recordaba a la Milicia Republicana, de hecho muchos de sus miembros, y parte de su arsenal, procedían de aquella. Y como los antiguos milicianos se estructuraba de forma jerárquica, organizaba desfiles, y realizaba ejercicios militares. La instrucción estaba a cargo de oficiales retirados como el coronel ibañista Ramón Álvarez Goldsack, jefe de Acción y Organización, el teniente Esteban Rojas, o el comandante de aviación Lorenzo Redondo Carrasco. La organización, que llegó a contar con 30.000 hombres69, comenzó a declinar cuando se produce el giro del gobierno hacia la derecha, tras la aprobación de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia. Un punto poco estudiado de su existencia es la participación de un buen contingente de militantes socialistas entre sus filas: Oscar Schnake, Manuel Hidalgo, Rafael Pacheco Sty, Juan Bautista Rossetti, Lisandro Cruz Pone, Agustín Álvarez Villablanca, entre otros. No debemos olvidar que en esos años el Partido Socialista había sufrido una división en dos tendencias, por algún tiempo irreconciliables: el Partido Socialista (anticomunista) y el Partido Socialista Popular (favorable a la fracción comunista).
Pese a todo, la AChA, o por lo menos una buena parte de sus miembros, se va a ver implicada en un complot contra el presidente. Apenas un mes y medio después de que éste prohibiera las actividades del Partido Comunista, el 31 de octubre de 1948, quedó al descubierto el llamado Complot de las patitas de chancho70; que aspiraba a derrocar a González Videla. Fue encabezada por Carlos Ibáñez, el comandante en retiro Ramón Vergara Montero e Izquierdo Araya; e involucraba a oficiales de las Fuerzas Armadas. La conspiración fue, al parecer, delatada, de forma fortuita, por Miguel Serrano, un colaborador ocasional de la revista Estanquero, que con el correr del tiempo, en la década de los ochenta, se convertiría en el ideólogo de un nacional socialismo gnóstico y esotérico.
Fuera como fuese, el anticomunismo va a ser, desde ese momento, un elemento presente en la política y sin el cual difícilmente se podrían explicar las elecciones presidenciales de 1958 y 1964; cobrando una mayor vitalidad entre 1970-1973, tras la victoria de Salvador Allende, haciéndose obligada la referencia al Frente Nacionalista Patria y Libertad71.
 No cabe duda que éste último fue uno de los grupos nacionalistas más relevantes durante los años de la Unidad Popular72. Para su estudio hay que remontarse a la noche del 4 de septiembre de 1970, cuando la Televisión Nacional emitía un foro político a la espera de los resultados electorales. Las diferentes candidaturas enviaron a sus representantes, entre ellos se encontraba Pablo Rodríguez Grez, para muchos un joven y desconocido abogado. Éste se reveló como un gran polemista, y ante sorpresa de todos defendió la tesis de que Allende, al no haber obtenido más del 50%, debía esperar a la decisión que adoptase el Congreso Pleno, el cual podría optar por Jorge Alessandri, la segunda mayoría. Pocos días después nacía el Movimiento Cívico Patria y Libertad; entre sus integrantes se encontraban Raúl Labarca, del Partido Popular Nacionalista, Benjamín Matte, Presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, Gastón Acuña, representante del nacionalismo pratista, Jaime Guzmán, líder del Movimiento Gremial de la Universidad Católica, Carlos Cruz-Coke, del Partido Nacional, el escritor Enrique Campos Menéndez o la historiadora Gissela Silva Encina. En un acto celebrado en el Estadio Chile, Pablo Rodríguez arengaba a los asistentes con las palabras que esperaban oír:

¡No pueden pasar! (...) llamo al resto de los demócratas cristianos a incorporarse en esta cruzada democrática… ellos tienen un puesto junto a nosotros (...) la democracia no se va a defender con contratos, con garantías ni con prendas (...) mantendremos la libertad cualesquiera sean los riesgos que sobre nosotros pesan!... este proceso electoral que terminará, pese a quien pese... con el triunfo de la democracia y a libertad...para nosotros, la angustia de la derrota electoral se transformó en fervor de lucha y este fervor de lucha lo llevaremos hasta las últimas consecuencias (...) Los que piensan que llevamos a Chile a una guerra civil es porque tienen temor de ejercer los derechos que nos da el sistema democrático y porque tienen miedo y son cobardes de ejercer las libertades (...) Si quieren la guerra civil, aquí nos encontrarán de pie....73.

El Movimiento realizó una actividad frenética a lo largo del país: se dieron conferencias, se organizaron marchas y concentraciones… Pero la fecha en la que debía reunirse el Congreso Pleno se acercaba y el objeto a perseguir estaba lejos de ser alcanzado. En un intento desesperado por evitar lo inevitable algunos elementos de la derecha idearon un plan para forzar la decisión a tomar por el Congreso Pleno. El plan consistía en el secuestro del Comandante en Jefe del Ejército, el General René Schneider, con la intención de provocar una intervención castrense que abriera paso a otro proceso electoral en el que la derecha apoyaría a un candidato demócrata cristiano. El intento de secuestro terminó en homicidio y el Congreso votó por Allende, convirtiéndose en el primer presidente marxista de América elegido democráticamente. Fracasado su propósito, y electo Allende, el citado Movimiento se disolvía el 4 de noviembre. No obstante, ésta no sería su última página, reapareciendo bajo la denominación de Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL), presentándose públicamente el 1 de abril de 1971durante una concentración en el Estadio Nataniel. Pablo Rodríguez, el principal orador, declararía que la lucha contra el marxismo era el principal objetivo que les guiaría:

Somos anti-marxistas porque es un hecho indiscutible que en este instante la Unidad Popular está integralmente dominada por el Partido Comunista, el que nos lleva paulatinamente a la tiranía, a la dictadura del proletariado. Se trata de destruir a las clases sociales, a los hombres que han podido formarse un patrimonio, a la industria progresista, al comercio… se trata de implantar ese fenómeno extraño a nosotros que es la dictadura del proletariado sin el proletariado… la tiranía del Comité Central del Partido Comunista, esos burgueses que profitan a nombre del pueblo y que quieren para sí lo que mañana le niegan a sus compañeros de clase... es imprescindible abrir camino a nuevas concepciones que signifiquen poner término a la lucha entre chilenos …Salgamos esta noche con un compromiso solemne: desenmascarar lo que significa el marxismo totalitario74.

Al poco de fundarse el FNPL, un suceso provocaría una de las mayores conmociones políticas del Chile de aquellos años. No cabe la menor duda que el homicidio de Schneider causó una alarma social, pero no menor fue la que provocó el asesinato, el 8 de julio de 1971, de Edmundo Pérez Zujovic, ex-ministro del Interior de Frei; más aún, si cabe, cuando se reveló que tras estos sucesos se encontraban los hermanos Rivera Calderón, uno de los cuales había sido indultado por Allende junto a otros reos de delitos de terrorismo. El FNPL, que fue inicialmente inculpado del crimen, no perdió la ocasión para tratar de tender puentes de entendimiento con la Democracia Cristiana, para ello insertó en la prensa un comunicado ensalzando las cualidades del finado:

El extinto se caracterizó siempre por su combativa posición contra el extremismo político y en defensa de los valores establecidos en nuestro sistema institucional... El Frente Nacionalista inclina sus banderas en señal de duelo y declara que se mantendrá inalterable en defensa del sistema democrático y libertario75.

Cuando 1971 estaba a punto de finalizar, el movimiento había conseguido implantarse como una fuerza a tener en cuenta, había publicado su Manifiesto Programático, comenzaba a editar su propio órgano de prensa, y su presencia se había hecho notar en las ciudades más relevantes, logrando rescatar la mística del nacionalismo con un mensaje renovado y atrayente:

El nacionalismo entronca con las raíces de Chile, admira su Historia y busca en ellas su fuente de inspiración (…) cree en un Estado integrador, capaz de dar un destino común a todos… porque la Patria debe trascender y unificar a las generaciones, a las clases y a los partidos (…) postula un gobierno autoritario… que exija disciplina social y estimule la responsabilidad colectiva (…) afirma la necesidad de transformar nuestra democracia liberal… en una democracia funcional que incorpore a los gremios laborales, profesionales, técnicos y estudiantiles -previamente despolitizados- a la conducción de Chile (…) propicia el aspira cambio de las políticas económicas híbridas (…) por el sistema de economía social de mercado, que estimule el espíritu creador de los chilenos, la iniciativa privada y la competencia sin monopolios que la distorsionen, velando siempre por la efectiva vigencia del bien común (…) aspira a sustituir la empresa capitalista(…) por una empresa integrada que (…) extienda los beneficios y responsabilidades (…) a los trabajadores. Se trata de convertir a todos en propietarios76.

En referencia con sus actividades puede destacarse que sus esfuerzos se dirigieron hacia tres objetivos: a) reclutamiento de militantes y creación de una red de apoyo; b) respaldo a los partidos opositores en el campo electoral; c) fomentar un caldo de cultivo de descontento en el seno de las FF.AA que les llevara encabezar un eventual golpe de Estado.
En relación al primero de éstos cabría precisar que el FNPL logró el reclutamiento de varios miles de adherentes, de los cuales aproximadamente dos millares podrían ser considerados como activistas permanentes. También destacó una amplia de red de apoyo que iba más lejos del inicial respaldo de Rafael Otero y la revista SEPA, y que implicaba amplias vinculaciones con agrupaciones gremiales, empresariales, agrarias o financieras77. Este punto no estaría completo si no se hiciera mención a las supuestas, o reales vinculaciones con la CIA, sirviendo de peón en los planes norteamericanos para derrocar el gobierno de la Unidad Popular78.
En relación con la unidad de las fuerzas opositoras jugaría un papel secundario, pero digno de destacarse. En julio de 1972 se constituyó una alianza electoral entre el Partido Nacional y el Partido Demócrata Cristiano: la Confederación Democrática. Para ese momento el FNPL lanzaba un claro mensaje: es hora de definirse, o se está con el marxismo y su gobierno o se está contra el marxismo y su gobierno79; en una clara advertencia al PDC, el cual estaba siendo tentado por las fuerzas de gobierno en busca de un entendimiento entre ambos.
En relación a la tercera de las cuestiones planteadas se podría afirmar que el FNPL era, pese a todo, un movimiento que actuaba dentro de los cauces de la legalidad, si bien su objeto último era el de transformar la sociedad chilena y sus estructuras políticas, mezclando para ello los viejos postulados portalianos con un nuevo lenguaje de claras connotaciones recogidas del fascismo, especialmente de la Falange Española. Junto a esta visión se levanta otra muy distinta, que vincula al FNPL con la violencia, trasformando así el eslabón roto de la cadena, símbolo de la libertad, en una temida y terrible araña negra80, cuyas actuaciones complicaban aún más la difícil situación política. Que el FNPL animó el ambiente de violencia que existió durante los años del allendismo es una realidad incuestionable: acciones callejeras, atentados, implicaciones golpistas….
Cabe peguntarse ¿cuándo y por qué el FNPL se decantó por el empleo de métodos violentos? Se podría afirmar que sería a mediados de 1972 cuando el FNPL intensificó el entrenamiento paramilitar de sus integrantes, hecho que provocaría la salida de diversos elementos del alessandrismo liderados por Jaime Guzmán81.
Pero la propia estructura del FNPL ya indica la idea de una formación con claras connotaciones paramilitares. Éste se estructuraba en diferentes Frentes: Adultos, Femeninos, Juvenil, Invisible y Operacional. Algunos de los integrantes de este último eran conocidos como los Húsares de la Muerte, una división cuya existencia sólo era conocida por unos pocos debido -nos cuenta uno de sus integrantes- a razones de seguridad, dado que muchas de las acciones emprendidas caían abiertamente en la ilegalidad82. Algunos de sus integrantes procedían de la Escuela Militar, habiendo sido captados por Federico Willoughby83.
Una de las misiones, tal vez la principal, de este Frente de Operaciones era contactar con los ambientes castrenses, aprovechando los lazos familiares y de amistad existentes entre sus miembros y las cúpulas militares. Esta actividad se intensificó hacia mediados de 1973, desembocando en el conocido tanquetazo del 29 de junio; hechos confusos en los que se vieron implicados el FNPL y el regimiento de Blindados Nº 2, con sede en Santiago. El balance para el FNPL no pudo ser más desastroso: sus principales líderes debieron exiliarse y el movimiento pasó a la clandestinidad.
A finales del mes de agosto la prensa se hacía eco de unas declaraciones de Roberto Thieme, uno de sus más destacados líderes:

Derrocaremos al gobierno (…) sea como sea. Si es que haya miles de muertos los habrá. Pero en esto no estamos solos. Nosotros apoyamos a los movimientos democráticos, como los transportistas, comerciantes, médicos, industriales porque sus fines son los nuestros (...) necesitamos la ayuda de las Fuerzas Armadas. Ellas tienen que participar en ello (…) estamos seguros que lo harán84.

Días antes del 11 de septiembre la cúpula directiva del movimiento volvía a Chile. Pablo Rodríguez lo hacía por las cercanías de Temuco. Eduardo Díaz sería el encargado de preparar la operación junto con miembros de la Fuerza Aérea. El día 10 de septiembre ofrecía una rueda de prensa en la que reafirmaba la lucha abierta contra el gobierno:

Patria y Libertad continuará esta lucha en el clandestinaje, por todos los medios a su alcance para derrocar al gobierno (...) Nuestra arma es clara y categórica; nosotros queremos terminar con este gobierno marxista a la brevedad. El marxismo a nuestro juicio no será derrotado políticamente. Todos los esfuerzos que se hagan en este sentido son buenos esfuerzos y nosotros desde todo punto de vista participamos de ellos…85

Un día después las Fuerzas Armadas ponían fin a la experiencia allendista; el FNPL, tras ver cumplido su objetivo, concluía con suexistencia86.

CONCLUSIONES

    A) Todas estas variopintas organizaciones, pese a sus diferencias, guardan ciertos elementos comunes a tener en cuenta: Todas ellas afirmaron defender las tradiciones patrias, dígase aquellos elementos culturales e hechos históricos que han ido configurando la idiosincrasia del pueblo chileno; todas ellas defendieron la existencia de un ejecutivo fuerte (que en el caso chileno, y en relación con lo afirmado con anterioridad, puede traducirse por un renacer del espíritu portaliano); todas ellas criticaron el sistema parlamentario imperante y los excesos de la partitocracia; en este sentido, la gran mayoría de ellas propusieron implementar la participación de los cuerpos intermedios, propugnando un sistema corporativo; todas ellas optaron por elevar sus críticas al dogmatismo ideológico de las derechas e izquierdas, aunque en este caso algunas de ellas incrementaron sus posturas anticomunistas.
    B) Pese a ello cabría resaltar que la diversas manifestaciones del nacionalismo chileno se podrían encuadrar en esa cuádruple división que se ha propuesto: Un nacionalismo republicano más interesado en sanear los excesos del parlamentarismo y superar un debate ideológico centrado en la pugna del laicismo-catolicismo; un nacionalismo fascista que nace en la década de los treinta, al calor del avance del fascismo europeo; un nacionalismo populista, que se sentiría atraído por las experiencias de la Argentina peronista o de la revolución boliviana de 1952; y un nacionalismo anticomunista, que tendría momentos de una mayor eclosión en aquellas etapas en las que el comunismo se veían como un peligro real al el futuro del país: las Ligas Patrióticas, unidas con el nacimiento del Partido Obrero Socialista, la aparición de la revista Estanquero cuando los comunistas participan por primera vez del ejecutivo, o el movimiento Patria y Libertad, en los tiempos de la Unidad Popular.
    C) No obstante habría que recordar que no existe una continuidad histórica entre las diversas organizaciones que bajo el calificativo de nacionalismo existieron desde 1910 a 1970, emergiendo y desapareciendo cada cierto tiempo en la política chilena.
    D) Unido a lo anterior, no existe una continuidad en sus líderes. Muchos de los nacionalistas de ayer pueden emigrar, de hecho emigraron, a otras corrientes políticas; los casos de Tancredo Pinochet, que terminaría adhiriendo en la izquierda; de González von Marées, que lo haría en el Partido Liberal, o de aquellos que integraron el agrario-laborismo que lo harían en la democracia-cristiana, son tan solo algunos ejemplos a destacar.

     

    NOTAS

    1 Etchepare, 1987: 17.

    2 Ramírez Necochea, 1978.

    3 Campos Menéndez y Arce Eberhard, 1974: 8.

    4 Caballero Jurado, 1981.

    5 Vargas, Cariola 1975: 193-214.

    6 Vial, 1996: 531.

    7 Referencia al presidente Manuel Montt Torres y su ministro Antonio Varas; exponentes de un conservadurismo laico.

    8 Gutiérrez, 2000: 122-139.

    9 Subercaseaux, 2010: 68.

    10 Millar Carvacho, 1982: 92.

    11 La Unión Nacionalista, 1913.

    12 Gazmuri, 2001: 322.

    13 "A los ciudadanos del país. Manifiesto y bases fundamentales del Partido Nacionalista", 1916: 3-4.

    14 Álvarez, 1970: 10.

    15 Godoy, 1974:160.

    16 Ramírez Necochea, 1970: 341.

    17 Etchepare, 1987: 212-213.

    18 Cabría citar también la Acción Nacionalista del general Francisco Javier Díaz Valderrama, la cual mantuvo excelentes relaciones con el que el NSDAP de Hitler.

    19 Etchepare y Stewart, 1995; Sznajder, 1990; Alliende González, 1990.

    20 El Movimiento Nacional-Socialista, 1932: 16.

    21 Lircay, 1933: 4.

    22 Éstos fueron Víctor Becerra, por Temuco y Miguel Cortés, por Angol.

    23 "Organización nacista", 1935: 113-117.

    24 Moulian y Torres Ujisin, s/f; Klein, 2005.

    25 El levantamiento del 5 de septiembre ha pasado a la historia como la masacre del Seguro Obrero. 59 militantes del MNS, y tres civiles ajenos a los hechos, fueron fríamente asesinados una vez que estos se habían rendido y entregado sus armas. Se acusó de ser el responsable de los hechos al propio presidente Alessandri, aunque quien se encontraba al frente de las tropas era el general Humberto Arriagada, el mismo que en julio de 1934 se vio implicado en la masacre de Ránquil en la que 60 campesinos y mapuches murieron en similares circunstancias.

    26 Vivancos de la Jara, 1940; Aquí Está, 1968; Klein, 2008.

    27 Trabajo, 19-XI-1938: 1 y 3. La Opinión, 1-XI-1938: 1 y 3.

    28 Declaración…, 1939.

    29 Solo Luis Felipe Laso Pérez-Cotapos ocupó algún cargo a destacar: Director General del Registro Civil.

    30 "El frentismo reitera esta tarde su fervorosa adhesión al gobierno", 1939.

    31 Valdivia, 1995a: 23 – 28.

    32 Los orígenes de la Falange Nacional pueden remontarse a 1933, cuando jóvenes de Acción Católica ingresan al Partido Conservador impulsando el Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora, en cuyo seno se sentirá la influencia de un Dollfuss, un Salazar, o de la Falange Española (Díaz Nieva, 2001).

    33 Robertson y Banoviez, 1984.

    34 Payne, 1980: 11-13.

    35 Martínez Segarra, 1993: 459-460.

    36 Garay Vera, 1990; Etchepare, García y Valdés, 1996.

    37 Valdivia, 1995b; Fernández Abara, 2007.

    38 El Sur, 13-X-1935: 8.

    39 Declaración, 1952.

    40 No fue solo Ibáñez quién utilizaría la escoba como símbolo de advertencia contra la corrupción y la politiquería, en Brasil lo usó Janio Quadros y en Cuba el Partido Ortodoxo. En la Europa de entreguerras también fue utilizada por los movimientos fascistas con parecido mensaje.

    41 Movimiento de Renovación Nacional (Osvaldo Gatica, exdirigente del Partido Nacional Fascista); Movimiento Nacional Ibañista (sector Ernesto Illanes); Movimiento Nacionalista Ibañista (sector Manuel Guillermo Pérez de Arce Plummer); Movimiento Nacional Ibañista Popular, inicialmente Acción Popular Socialista (Arístides Novoa); Partido Femenino (María de la Cruz); Movimiento Popular Ibañista (Hernán Munita); Legión Nacional Funcionalista (José Valdés y Mario Barros van Buren); Legión Ibañista (Luis Mejias).... También se podía hacer referencia al Comando Central Ibañista Independiente, presidido por Carlos Arriagada Henríquez, y cuyo secretario Gastón Acuña era un destacado militante del Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista de Ramón Callís.

    42 El Mercurio, 29-VII-1951: 25.

    43 Etchepare, 1991: 61 - 96.

    44 Esta organización fue fundada en agosto de 1956 por la fusión del Movimiento Nacional Independiente, el Partido Nacional Agrario y el Partido Agrario Laborista Recuperacionista. Sus principales representantes serán fue Julio Barrenechea Pino y Jaime Larraín García-Moreno.

    45 Garay Vera, 1992: 148-157.

    46 Magnet, 1953.

    47 Se daba la circunstancia que Ángel Guarello fue el padre de Fernando Guarello, diputado nacista por Valparaíso en 1937.

    48 Vial, 1981: 547.

    49 Bañados, 1921: 15.

    50 Fernández Miranda, 2004.

    51 Ramírez Necochea, 1978: 11.

    52 Maldonado, 1988; Valdivia, 1992; O`Kuinghttons Ocampo, 2000.

    53 Al respecto, O’Kuinghttons Ocampo (2000: 116) nos cuenta que no existe ningún documento que explique o demuestre taxativamente tal entrega de armas; aunque se puede deducir a través órdenes ministeriales que disponían la entrega de armamento y munición a diferentes clubes deportivos, compuestos y/u organizados por milicianos (Maldonado, 1988:47).

    54 Boletín Informativo de la Milicia Republicana, nº 5, 1-X-1933: 2.

    55 Ibídem.

    56 Boletín Informativo de la Milicia Republicana, nº 10, 15-XII-1935: 11.

    57 Barros Van Buren, 1997: 337.

    58 Ibídem: 339.

    59 Estanquero,nº 3, 14-XII-1946: 26-27.

    60 Ibídem, nº 6, 25-I-1947:1.

    61 Ibídem.

    62 Ibídem.

    63 Barros Van Buren, 1997: 337.

    64 Prat, 1951: 25.

    65 Estanquero, nº 3, 14-XII-1946: 1.

    66 Olavarría Bravo, 1965: I - 41.

    67 Estanquero, nº 18, 17-V-1947: 2.

    68 Olavarría Bravo (tomo I), 1965: 42 - 43.

    69 Ercilla, 22- IV-1947: 5.

    70 El curioso nombre radica en que fue detectado mientras los conjurados comían ese plato criollo en un restaurante de la localidad de San Bernardo.

    71 Díaz Nieva, 2010: 173-204; Díaz Nieva, 2013.

    72 Fuentes Wendling, 1999, Salazar, 2007.

    73 El Mercurio, 25-IX-1970.

    74 Rodríguez, 1971.

    75 El Mercurio, 9-VI-1971.

    76 Tríptico repartido en julio-agosto de 1973.

    77 Quiroga, 1997: 11.

    78 En relación con las actividades de la CIA nos remitimos a los cerca de 16.000 documentos desclasificados; de ellos se desprende que cerca de ocho millones de dólares fueron a parar a las arcas de la oposición. Recogiendo la información facilitada por el embajador norteamericano se advierte que el FNPL recibió 45.000 dólares, pero sólo durante sus primeros meses de existencia, y nunca posteriormente a diciembre de 1971 (Whelan, 1993: 419).

    79 Patria y Libertad, nº 12, 1972: 5-8.

    80 El símbolo del FNPL representaba un eslabón roto de una cadena. La cadena era identificada como símbolo de la opresión; el eslabón roto transmitía un mensaje de liberación. La izquierda se refería a él, con tono jocoso, como el movimiento de la "araña negra", por el parecido esquemático a que daba lugar.

    81 Castro, 2016:174-180

    82 León, 1999: 96-97.

    83 Quiroga, 1997: 17.

    84 Las Noticias de Última Hora,28-VIII-1973.

    85 El Diario Austral, 11-IX-1973.

    86 La Tercera, 29-IX-1973.

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