SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.53 número2TEMPORALIDADES JESUITAS, CAPITALES Y CRÉDITO EN EL BUENOS AIRES TARDÍO COLONIAL (1767-1813)OTRAS AGROINDUSTRIAS: LAS EXPOSICIONES FRUTÍCOLAS COMO ESTRATEGIA DIVERSIFICADORA EN MENDOZA 1920-1930 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista de historia americana y argentina

versión impresa ISSN 2314-1549versión On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.53 no.2 Mendoza dic. 2018

 

ARTíCULOS LIBRES DE HISTORIA AMERICANA Y ARGENTINA

EL ORIENTALISMO EN TENSIÓN: LECTURAS SOBRE EGIPTO EN LOS RELATOS DE VIAJE A FINALES DEL SIGLO XIX EN ARGENTINA

 

Leila Salem

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Centro de Estudios de Sociedades Precapitalistas (IdHICS/Conicet)- UNLP. La Plata, Argentina. leilasalemunlp@gmail.com

Recibido: 07-12-2017
Aceptado: 20-03-2018

 

RESUMEN

El presente trabajo se propone analizar los relatos de viaje a Egipto. Los hombres de la generación del '80 como Lucio Mansilla, Pastor S. Obligado, Juan Llerena, Dardo Rocha, Luis ángel Viglione y Eduardo Wilde emprendieron el viaje a tierras egipcias desde mediados del siglo XIX. El estudio de correspondencia, publicaciones periódicas y libros de viaje nos permitirá comprender las diferentes lecturas e interpretaciones que los textos transmiten sobre Egipto. Si bien se impusieron los marcos interpretativos del positivismo, el progreso y la racionalidad, algunas de las interpretaciones sobre Egipto se desviaron, matizaron o contradijeron los parámetros intelectuales de finales del siglo XIX. Su análisis permitirá comprender las características particulares que el orientalismo adquirió en la Argentina finisecular.
Palabras claves: Orientalismo; libros de viaje; Egipto; siglo XIX.

ABSTRACT

The work aims to analyze the stories of travel to Egypt of the men of the generation of '80. Men like Lucio Mansilla, Pastor S. Obligado, Juan Llerena, Darro Rocha, Luis Angel Viglione and Eduardo Wilde began the journey to Egyptian lands from the middle of the 19th century. The study of correspondence, periodicals and travel books will allow us to understand the different readings and interpretations that the texts transmit about Egypt. Although the interpretative frameworks of positivism, progress and rationality were imposed, some of the interpretations about Egypt deviated, nuanced or contradicted the intellectual parameters of the late nineteenth century. His analysis will allow to understand the particular characteristics that Orientalism acquired in the fin-de-siècle Argentina.
Key words: Orientalism; travel books; Egypt; XIX century.

 

INTRODUCCIóN

A mediados del siglo XIX Egipto se constituyó como un destino turístico elegido por la elite argentina de la época1, siguiendo los viajeros un derrotero que no difirió de los estándares turísticos de la época2. El recorrido por las tierras del Nilo resultó para muchos de los viajeros un plus intelectual y aventurero, sin embargo no llegó a constituirse en un destino masivo3. El viaje a Egipto se convirtió para estos en un hecho cultural en sí mismo, en tanto que contribuyó a la construcción y transmisión de aquel mundo distante que era Oriente4. Al mismo tiempo que el viaje los encontró en un momento en que Egipto - especialmente el Egipto faraónico- estaba siendo redescubierto a partir del desciframiento de los jeroglíficos y el inicio de trabajos arqueológicos sistemáticos5.
El viaje a Egipto fue realizado por importantes hombres que formaron parte de la política argentina en las últimas décadas del siglo XIX6. El primero de ellos fue Lucio Mansilla en el año 1851. Mansilla llegó a Egipto como parte de un itinerario turístico por el Mar Rojo, recorrido que puede seguirse con su diario personal. Este diario nunca salió a la luz por decisión del autor, si bien se conoce también una versión con correcciones que se supone que Mansilla realizó con la intención de publicarlo7. Años más tarde Mansilla publicó las impresiones de su viaje oriental en tres artículos de periódicos nacionales entre los años 1855 y 18898.
Otro de los viajeros fue Pastor Servando Obligado quien desde Europa llegó a tierras egipcias entre los años 1871 y 18729. Obligado decidió publicar la descripción de su recorrido por Oriente en el año 1873 en su libro Viaje a Oriente. De Buenos Aires a Jerusalén en el cual dedicó seis capítulos a Egipto10. Juan Llerena inició en el año 1880 - junto con Ricardo Newton- el primer viaje de argentinos alrededor del mundo y al final de su recorrido Llerena visitó Egipto11. Sus notas de viaje fueron publicadas en la Nueva Revista de Buenos Aires entre los años 1883 y 188412.
En cuarto lugar mencionamos el viaje de Dardo Rocha quien pisó tierras egipcias en el año 1888. Rocha fue el único de los viajeros a Egipto que no publicó intencionadamente sus recuerdos de viaje. Algunas de las impresiones de su viaje las conocemos por correspondencia que mantuvo con Francisco P. Moreno y su amigo Luis ángel Viglione quien también viajó a Egipto en el año 188913. De su viaje oriental Viglione publicó en formato de libro las cartas que les había enviado desde Alejandría y El Cairo a sus amigos en Cartas de Nápoles, Alejandría y Cairo de Egipto14. Por último, Eduardo Faustino Wilde llegó a Egipto en el año 1889, en su obra póstuma se publicaron sus recuerdos en Viajes y Observaciones, en el volumen XIII de sus Obras Completas en el año 193915.
Estas diferentes publicaciones producidas por los hombres de la generación del '80 como parte de sus viajes a Egipto se encuadran dentro de lo que la literatura moderna denomina relato de viaje o libros de viajes16. La correspondencia, publicaciones periódicas y libros de viaje que representan este corpus literario poseen rasgos comunes que nos posibilitan ponerlos en relación. Una característica señalada por Luis Alburquerque es el carácter bidireccional de los libros de viaje. Los relatos, por un lado, nos permiten conocer la cultura visitada, por otro lado, accedemos al bagaje cultural, ideas preconcebidas y los prejuicios del autor del relato17.
El objetivo general del trabajo es examinar y poner en discusión las diferentes imágenes y representaciones que en la literatura de viajes se formó alrededor de Egipto en las últimas décadas del siglo XIX. Para este propósito partimos del supuesto que el marco ideológico-conceptual desde el cual fueron producidos estos textos sobre Egipto es el orientalismo18, el cual creó una imagen de Oriente como pobre y bárbaro19. De todos modos, a lo largo del trabajo se pondrá en evidencia la particularidad del espacio egipcio donde confluyeron árabes y europeos a fines del siglo XIX y los monumentos del Egipto faraónico pusieron muchas veces en tensión, se desviaron, matizaron o contradijeron los parámetros ideológicos-intelectuales del orientalismo asumido para la época.
En el primer apartado se consideran algunas particularidades de la matriz ideológica oriental para los relatos de viaje a Egipto. En el siguiente apartado proponemos pensar el binomio Oriente/Occidente a partir de la formulación de símbolos de mediación entre los opuestos. Los tres siguientes apartados examinan las diferentes representaciones literarias sobre Egipto que fueron producidas por los relatos de viaje a finales del siglo XIX, se analizan diferentes temas que resultan representativos, como por ejemplo la caracterización de las ciudades, de la gente del lugar, de los gobiernos y de los monumentos del Egipto faraónico.

EL PROBLEMA DE LO ORIENTAL EN LOS RELATOS DE VIAJE: EL CASO DE EGIPTO

La representación que sobre Egipto construyeron los viajeros argentinos - especialmente aquellos hombres que integraron la generación del '80- se encuadró dentro de los marcos conceptuales de formación y apropiación del orientalismo en Argentina a partir de mediados del siglo XIX. En este sentido, como bien lo define Bergel, la impronta argentina de la lectura de lo oriental estuvo constituida por el solapamiento de dos corrientes del pensamiento: las descripciones tomaron un carácter romántico en su forma literaria, pero en su dimensión ideológica no se apartaron de la visión ilustrada que colocaba a Oriente como modelo de lo negativo (despotismo oriental)20.
El positivismo se había convertido para los hombres de la generación del '80 en el capital simbólico que impregnó las lecturas e interpretaciones sobre Oriente en general21 y de Egipto en particular22. Los viajeros tenían frente a sus ojos una realidad - la oriental- que debía ser explicada y codificada para los hombres occidentales y a favor de la construcción de la nación argentina23. La realidad fue descripta a través del uso de la razón: todo hecho, suceso o acontecimiento narrado podía ser comprobado empíricamente, lograba ser experimentado. Es decir se volvía cognoscible para el lector a través del relato del autor.
En los relatos de viaje de la generación del '80 la realidad no estaba únicamente presente como demanda intelectual de la época, sino porque también esta característica - la descripción- es la forma específica que adquiere en sí mismo el género de libros de viajes24. En ellos la descripción subordina el nivel de la narración, sin que aquello implique que no sean narrativos o recurran a la ficción como recurso literario25. En este marco conceptual e interpretativo se comprenden las palabras de Obligado quien sintetizó muy bien estas ideas al explicitar su carácter de viajero intrépido, observador y narrador en la introducción a su libro Viaje a Oriente:

Por nuestra parte, sólo aseguramos que, recorrer el mundo, y examinar por sí mismo el planeta que habitamos en la extensión y con el provecho que a cada uno sea dable, observando, reflexionando, comparando cuánto se encuentre al paso, reportando cuánto la actitud del viajero pueda convertir en utilidad, para saber al menos dar cuenta de lo que ha visto, de lo que ha sido...26

Este mismo sentido lo encontramos en las palabras de Quesada que daban comienzo a la publicación de Vuelta a la Patria de Llerena, el primer argentino en dar vuelta al mundo:

Las páginas que siguen son las notas mismas de viaje, escritas en el papel que las circunstancias proporcionaban, en ferrocarril, en vapor o a lomo de animal. Son, pues, las impresiones frescas, del lugar mismo, que respiran vida verdadera, y no el lento trabajo del gabinete. Esos estudios están llenos de interés, porque el viajero, perfectamente preparado, va dilucidando con motivo de su viaje, lo más graves problemas históricos y científicos27.

Además, siguiendo las reglas que el género de relatos de viaje propone, el autor es quien cumple el valor de la prueba que hace verídica la descripción. Por lo tanto, más allá del marco ideológico positivista sobre el cual se ubique la descripción del itinerario, los relatos de viaje en sí mismos no dejan nunca de ser relatos factuales, parten de un hecho real o de una experiencia personal28. Hay un acuerdo tácito entre autor y lector en el cual se deposita el valor de verdad a la palabra y experiencia de quien escribe; dice Viglione: que no es con uno, dos ni seis meses que se conseguiría satisfacer siquiera regularmente el deseo de conocer todas las riquezas monumentales de Egipto29.
En los relatos de viaje de la segunda mitad del siglo XIX el hecho real que se narra es el viaje a Egipto. En nuestro país este viaje oriental había adquirido desde los textos de Sarmiento una clara función ideológica30, las ideas europeas se asimilaron a la luz de la historia cultural, política y social americana. Principalmente porque Argentina no era una potencia mundial, es decir que su orientalismo no podía ser construido con una intención dominadora por lo que se fue adaptado a un discurso político interno31. Oriente era para los letrados argentinos la representación de una pampa bárbara y desértica, reuniéndose estas ideas en lo que Bergel denomina la matriz orientalista sarmientina32.
 Las representaciones literarias argentinas fueron una elaboración desde y en una cultura de frontera, en donde lo oriental se insertó directamente en la ideología argentina, pues en última instancia para aventurarse al exotismo de lo bárbaro la elite argentina no necesitaba recorrer miles de kilómetros: el desierto pampeano era su mejor ejemplo33. Son más que ilustrativas las palabras de Obligado, para quien: En los desiertos de áfrica y las dilatadas pampas argentinas encuéntrense tanta similitud de rasgos y tan palpables coincidencias, como en el carácter indolente, perezoso y fatalista del árabe y del gaucho argentino34.
Estas eran ideas que se habían desarrollado en el viejo continente mucho tiempo antes de que llegaran a América35. La ilustración europea y la generación de ideólogos bien representada por Volney36, vieron en Oriente la contracara de Occidente37: si uno era déspota y bárbaro, el otro representaba el progreso y la civilización38. Si Oriente era lo otro39, Europa era lo nuestro. Estas conceptualizaciones responden a lo que Edward Said denominó como orientalismo, una construcción de Oriente por Occidente para perpetuar una relación de poder y superioridad: El producto principal de esta exterioridad es, por supuesto, la representación (.)40. En el imaginario creado por Oriente han participado tanto conquistadores, administradores, viajeros, novelistas y políticos franceses y británicos41.
En términos políticos e ideológicos Oriente se configuró como todo aquello que no era asimilable a la tradición occidental42. Entre estos dos esquemas opuestos de representación los relatos de viaje de la generación del '80 se construyeron como intérpretes de una realidad poco conocida por el mundo occidental en términos de tránsito real por Oriente. Es decir, el viaje en sí mismo era la verdadera novedad pero formaba parte de un imaginario previamente delimitado. Este sentido ya aparecía en las palabras de Mansilla en relación con el país del Nilo:

Voy, pues, a referir sencillamente lo que he visto durante un mes de residencia en la tierra clásica de las esfinges, de los monstruos etiópicos y de las momias seculares, en un país que no está en contacto con el nuestro, por cuya razón nos es casi desconocido.
Si se tratara de la Europa, callaría; porque el que quiere conocerla la conoce: descendemos de allí, estamos en contacto con ella, cambiamos nuestros productos por sus manufacturas, tenemos sus costumbres, vestimos sus trajes y sus telas, hablamos sus idiomas, profesamos sus religiones, leemos sus libros, vivimos de su pensamiento en fin43.

De este modo los relatos de viaje se interpretan como narraciones que hacían inteligibles aquellos países que le fueron siempre desconocidos44 a los lectores de la época. Egipto tenía que ser descubierto, recorrido, observado y descrito, a diferencia de los países europeos que ya eran conocidos por la elite argentina. Se pone nuevamente en valoración aquella característica que mencionamos en la introducción: el carácter bidireccional de los relatos de viaje. Los relatos de viaje oscilan y retroalimentan una doble mirada: por un lado, el bagaje cultural y prejuicios que el autor trae consigo (orientalismo) y por otro lado, la mirada sobre el lugar al que se viaja (Egipto).
La construcción literaria de Egipto que se propuso en los relatos de viaje de la generación del '80 era como el lugar de lo desconocido, lo exótico y lo singular. Sin embargo, estas ideas ya formaban parte del romanticismo europeo que representó a Egipto como un lugar exótico y de la imaginación45: Oriente una tierra singular de aventuras y experimentación. En la memoria cultural46 europea de los siglos XVII al XIX Egipto siempre había estado presente. A partir de las ideas de John Spencer y William Warburton fue alrededor del concepto de misterio que se originó un nuevo paradigma egiptosófico, en el cual los ritos egipcios y las leyes mosaicas eran sinónimo de jeroglífico, entendido como una escritura oscura y formando parte de las sociedades secretas47, dejándose de lado las ideas renacentistas del mago como decodificador del ritual egipcio48.
Estas ideas se propagaron a través de los relatos de los viajeros del siglo XVIII y XIX, alimentando un imaginario exótico y de misterio. Además, este tipo de textos era más accesibles para el derrotero turístico finisecular49. Por ejemplo el polaco Jan Potocki (1761-1815) en Viaje a Turquía y a Egipto atribuyó a las tierras egipcias un halo de misterio50, principalmente alrededor de sus monumentos y creencias faraónicas. Estas concepciones se fueron desarticulando a medida que se acrecentaba el conocimiento histórico de la antigüedad egipcia a partir de la lectura de sus textos gracias al desciframiento de los jeroglíficos por Jean-François Champollion en 182251.
Se asume entonces que en las interpretaciones que sobre Egipto realizaron los viajeros argentinos subyace el marco conceptual del romanticismo del siglo XIX al representarlo como un país misterioso, exótico y peligroso. Los viajeros argentinos no hicieron más que reproducir un sentido ideológico y estilístico ya prefigurado. Mansilla lamentaba que su viaje lo haya realizado tan sólo con veinte años, pues sus escasos conocimientos no le permitieron valorar el país de Egipto:

(.) cuyas costumbres e idioma ignoraba, cuya historia, monumentos e mitología presentábanse estupendos y misteriosos a mi espíritu, como el mito de Isis y Osiris, protectores de la agricultura a la mente de sus primitivos adoradores52. Por su parte, Obligado refería que: Muchas personas nos multiplicaban los peligros y penalidades de un viaje a Oriente, y algún afectuoso amigo, con el deseo de desviar nuestra planta, nos prevenía que retornaríamos momificados del Egipto, lo que sin duda no ha sucedido53.

El mismo autor en referencia a la esfinge decía: los egipcios tenían la Esfinge como símbolo del misterio54.
Al hacer de Egipto un lugar desconocido lograban los relatos de viaje una tensión de misterio y aventura inigualable, que le permitía al lector sentirse parte de una expedición sobre tierras orientales peligrosas y remotas, pero sabiendo del éxito final de semejante proeza55.
Por otra parte, los hombres de la generación del '80 buscaron otorgarle una impronta propia a la realización y la representación del viaje por Egipto. Estos relatos rompieron con la idea de un viaje sólo como demostración de la valentía personal de un hombre andando por tierras exóticas y satisfaciendo un deseo personal, pues tuvieron también una clara función pedagógica56 y encontraron una utilidad al viaje hasta el momento no explotada57. Rocha le decía a Viglione en una de sus cartas que oficia de Prefacio para su libro Cartas de Nápoles, Alejandría y Cairo de Egipto:

Le devuelvo sus interesantes cartas, en las que narra su viaje por Egipto, refiriendo las excursiones hechas, las impresiones recibidas e ilustrando unas y otras con referencias históricas que muestran bien el provecho con que ha hecho Ud. ese viaje y su marcada afición a la Egiptología.
Escritas sin pretensiones, pero con tanta verdad y claridad, que me han avivado mis propios recuerdos, dándome un gran placer, porque si bien no acepto lo que alguien ha dicho que los viajes no ofrecen otra satisfacción que haberlos realizado,- creo que hay un gran goce en recordarlos, rehacerlos por la memoria por los lugares conocidos personalmente, a otro viajero, mayormente si es un amigo como Ud.58.

La función pedagógica de los textos de viaje, por un lado permitió dar a conocer y alimentar el imaginario de una sociedad bárbara desplegada en el desierto oriental. Esta imagen del desierto les permitió trazar paralelismos con la pampa argentina59. De este primer punto se deriva una problemática que nos parece fundamental: cuál era la conceptualización de civilización que los hombres de la generación del '80 tenían en mente. A lo largo del trabajo quedará evidenciado que la imagen de civilización de los viajeros oscilará entre su propia representación como occidentales, el Egipto árabe contemporáneo y el Egipto faraónico.
Por último, parte de esa función pedagógica se tradujo en una vocación cientificista. Principalmente hombres como Rocha y Viglione tenían una preocupación que iba más allá de la descripción del viaje a Egipto. Los viajes de Rocha y de Viglione en parte estuvieron destinados a la recolección de información y de piezas antiguas para la constitución de un Museo de yeso y una sala sobre el Egipto faraónico en el Museo de Ciencias Naturales inaugurado en el año 1884 en la ciudad de La Plata60. Los relato de viaje a Egipto se desenvolvieron en un marco cientificista y racionalista, incluso llegando a formar las bases para el desarrollo de la egiptología en Argentina, destacándose figuras como la de Viglione quien se perfiló como un especialista en egiptología de la época61.

CIVILIZACIóN O BARBARIE. SíMBOLOS DE MEDIACIóN

En la dicotomía barbarie y civilización con la que se configuró el mundo conocido en los relatos de viaje se construyeron símbolos de mediación y afluencia entre Oriente y Occidente. El primero de esos símbolos fue el canal de Suez, que era interpretado como un límite entre la civilización y la barbarie, pero era al mismo tiempo una frontera permeable por medio de la cual fluían las libertades emancipadoras de Occidente, las que Obligado definía como libertad religiosa, libertad de enseñanza, libertad de comercio, libertad de imprenta. En sus palabras: Desde que la estrecha garganta del áfrica se ha convertido en un fácil paso entre el Asia y Europa, corrientes de progreso y riquezas refluyen hacia la capital del Bajo Egipto62.
Estos hombres positivistas creían en la razón como motor de la humanidad y en la constante verificación experimental de la realidad63. Para Llerena la misión del hombre por medio del uso de la razón, la verdad y la ciencia era evitar que el mundo siguiera siendo un desierto: el hombre está llamado a transformar la tierra y convertirla en un paraíso en vez de un desierto que ha sido y es64. El uso de la razón le permitía al hombre actuar y modificar la naturaleza, para Mansilla el canal de Suez (que aún era una promesa de edificación cuando el visita Suez) era el resultado de

(.) la ilustrada y científica civilización de nuestros días ¡Triunfo espléndido de la inteligencia humana sobre la materia! Un hombre que se llama Lesseps65, que no gobierna millones de hombres, que no tiene más ejército que su saber, ni más palanca que la ciencia, lo ha conseguido66.

En conclusión, el canal de Suez era simbolizado como una vía de paso para el progreso, un elemento de (inter)mediación entre Oriente y Occidente y la marca de la civilización en el desierto oriental.
El segundo símbolo mediador recurrente en las narraciones de los viajeros fue la figura del drogmán. La definición de la labor de estos personajes es la de ser guía, hombre de servicio e intérprete local de la lengua árabe al idioma del viajero. El drogmán cumplía la función de passeur entre dos culturas67. Por un lado se configuraba como mediador lingüístico entre el árabe como la lengua de Oriente y el inglés, francés o español como las lenguas de Occidente; por otro lado, como un mediador e intérprete entre la cultura de Oriente y Occidente. Así contaba Viglione acerca de la costumbre de los hombres españoles y americanos de contratar un drogmán, a diferencia de los ingleses:

Los touristes68 verdaderamente prácticos, que son los ingleses, puede decirse que no usan del drogmán en sus viajes por estos países: lo consideran como artículo de lujo y sobre carga.
Por lo más si de él han menester, y eso en casos especiales, lo contratan en los mismos puntos de exploración o sus inmediatos; nunca lo tomarían en Alejandría por ejemplo para llevarlo por Egipto, Grecia y Palestina, como así lo han hecho españoles y americanos del Sur69.

La función del drogmán como un decodificador de la cultura de Oriente quedó retratada en la anécdota de Obligado quien en su recorrido por la ciudad de El Cairo fue invitado por un hombre árabe rico a conocer los jardines de su casa, al finalizar la visita el hombre árabe: (.) no comprendimos sin la interpretación del drogmán, que había querido darnos a entender (.)70.
Otros símbolos pueden ser pensados desde esta perspectiva de interpretación: la línea del desierto o el río Nilo. Estos eran interpretados como una marca de separación entre dos polos, del lado del desierto el árabe, el ignorante y el pobre; del lado de la vegetación y la buena urbanización el Occidente del progreso. Obligado pensó desde esta perspectiva a la línea del desierto: el comenzamiento del desierto, que era a la vez allí la frontera de la civilización71. Desierto que -como ya vimos- era asimilado a la pampa del gaucho argentino72.

En los hombres de la generación del '80 lo árabe no dejó de representar nunca un espectáculo mirado con seducción, extrañeza y superioridad. La descripción del viaje exótico, la decodificación de un Oriente lejano con marcos preconcebidos de supremacía ideológica, social y cultural, les permitió crear símbolos que reconcilien en sí mismos la relación dicotómica entre Oriente y Occidente. La línea del desierto era el límite entre estos dos polos, mientras que el Canal de Suez o el drogmán solamente representaron mediación, nunca reconciliación entre las dos parte del binomio. Estos dos símbolos eran la muestra de un punto de contacto entre las dos partes donde una siempre se supo, se pensó y sintió la verdadera cultura civilizada y dominante, la Occidental.

EL EGIPTO BáRBARO

El Oriente atrasado estaba representado principalmente en el Egipto árabe y musulmán. Del lado bárbaro de la matriz orientalista también se incluían turcos, griegos, judíos, beduinos, nubios, armenios, persas, indios, etíopes, en sí: todo aquello que no era occidental. En su llegada a Alejandría, Obligado describió la pésima impresión que le causaba al viajero entrar por tal mal puerto73, para él la misma sensación que algunos hombres tendrían al arribar al puerto de Buenos Aires, si esta coincidía con la de los pampeanos, pero con una salvedad:

Pero otros judíos y otros beduinos de equipajes, en el Oriente como en el Plata, como en todos los desembarcaderos, le siguen y le persiguen, le atosigan y atropellan hasta que, a fuerza de remo, y mogicones, puede romperse con gran dificultad por la multitud que circuye y atolondra con gritos y eterna zambra74.

Estas categorizaciones redujeron a lo árabe a la imagen de caos, despojándolos de su singularidad, deshumanizándolos. Mansilla en su descripción recurrió a una imagen que se repitió entre los relatos de viaje, lo árabe es multitud, enjambre, comparsa y desorganización:

(.) llevábamos de un lado y otro un enjambre de negras, nadando con toda velocidad, que más parecían monstruos marinos de esos que pinta la fábula en sus caprichosas descripciones, que seres de nuestra especie75. Lo que luego se repite en Obligado: La nube de mosquitos más compacta, más cantante y chupadora de sangre es tolerable, ante esta gangolina grosera e inaguantable de una más sucia y mal olorosa multitud76.

Los relatos de viaje describieron que en el mercado, en el puerto y en las calles hay multitud caracterizada por ser ruidosa, sucia, olorosa, deplorable y harapienta: (.) y otras frutas en mal estado mezclan su mal olor al de los animales y sucios árabes (.) En las calles, una multitud de aspecto tan deplorable y harapiento revela tanta miseria y necesidad, como no se conoce en América77, describía Obligado. Estas descripciones abundan en Mansilla quizá fue el más representativo de lo que un relato en tono novelesco y expresamente romántico retrata sobre Egipto en clave orientalista: Los muchachos sucios y andrajosos, trepados en las ruedas, nos meten aun por los ojos sus chucherías y abalorios78, en referencia a los árabes que los rodeaban mientras los turistas esperaban ser conducidos con sus equipajes por los camelleros.
En los relatos de viaje los árabes eran iguales o semejantes a los barrios en que vivían: para hombres sucios, ciudades sucias. La imagen que Wilde recreó en su narración sobre el barrio árabe en la ciudad de El Cairo también es buen un ejemplo al respecto:

El barrio de la ciudad vieja es un desastrado paraje, todo en él es como lo de las ciudades orientales y aún más viejo, más sucio, más barroso, más oprimido y más repelente (.) No hay en ese barrio ni rudimento de veredas, ni casas señoriales y los sitios de venta son pulperías con aires de desenterradas79.

Wilde recurrió al mismo tipo de descripción al referirse a su camino que lo llevaba en El Cairo a la iglesia Copta: a la cual se llega atravesando los más sucios y estrechos callejones, o sea las calles antiguas80. Mansilla había tenido la misma impresión apenas desembarcó en Suez en su camino a tierras egipcias: hace un rato que sus pasajeros recorren las pestíferas callejuelas de aquel villorrio miserable81. La misma apreciación Viglione transmitió en relación con el barrio árabe en la ciudad de Alejandría, allí: todas las construcciones (son) viejas y defectuosas82.
En todos estos relatos encontramos una asociación de lo árabe con lo viejo, sucio, miserable, defectuoso y estrecho. Lo viejo representó la imposibilidad de estos pueblos de haber entrado a la nueva modernidad, al progreso. Pues, para los hombres de la generación del '80 la condición de los hombres árabes que vivían en Egipto no fue más que ser los salvajes hijos del desierto83. El desierto es su geografía, que los condiciona y les pone un límite de acceso a la modernidad. Se reprodujeron las ideas orientalistas de modo puro y sin mediación alguna, el desierto era sinónimo de barbarie y ser hombre bárbaro era sinónimo también de hombre inculto: Los habitantes del barrio viejo son árabes pobres e incultos84, afirmaba Wilde.
Los relatos de viaje recrearon un hombre oriental que no tenía respeto por la cultura, la historia, los monumentos antiguos y las tradiciones: En los pueblos de Oriente se cuidan muy poco de antigüedades; todos, hasta las más célebres se hallan abandonadas a las agresiones del tiempo o de quienes quieran destruirlas85. Más adelante en su relato insistió Wilde con esta idea en relación con monumentos de la ciudad de Alejandría: no hacen el menor caso de los monumentos antiguos, los destruyen, los dejan destruir, los descuidan o los regalan86.

En contraposición a la actitud retratada para los hombres árabes, en los viajeros argentinos se fundó un sentimiento de respeto por el pasado histórico de Egipto, pues para ellos la sociedad faraónica era un ejemplo de gran civilización. La actitud que se retrataba de los egipcios ante sus monumentos y piezas históricas se tensionaba con la idea de ciencia occidental, principalmente de la egiptología que estaba en plena constitución87. En Egipto, fue de la mano de personajes europeos representantes de la ciencia occidental, como el francés Mariette, que se introdujeron prácticas vinculadas con la preservación, la conservación, la identidad nacional, la narrativa histórica y el valor patrimonial de los monumentos egipcios que eran descubiertos por la arqueología88. En el año 1857 con la fundación del Servicio de Antigüedades y como parte de esta institución el Museo del Boulaq89, su director Mariette buscó poner control al tráfico de antigüedades y evitar que el gobierno egipcio donara importantes piezas y monumentos a otras naciones90.
La actitud antagónica entre los viajeros argentinos y los árabes en relación con los monumentos del pasado egipcio fue retratada por Wilde, quien se encontró en las pirámides de Guiza con una multitud de árabes y beduinos que no tenían respeto alguno por el turista:

tienen el monopolio de su explotación91 (.) Semejante comparsa es incómoda y perniciosa (.) Es imposible librarse de tales beduinos ni tomar notas, ni mirar a gusto cosa alguna. Sus agresiones no se limitan a palabras, pedidos y ofertas, van hasta las vías del hecho; lo agarran a uno, le quitan el lápiz o el papel por vía de servicio, lo acompañan, lo hostigan, lo codean, lo empujan y lo persiguen aun cuando se les manifieste la mayor impaciencia. la desagradable y un tanto peligrosa cohorte de árabes testarudos92.

Wilde se sintió incómodo y molesto por la situación pues lo que los árabes no le permitían hacer era desplegar su método cientificista, experimental y racional para examinar las pirámides. Tomar notas, observar, medir, reflexionar refieren a un modo occidental, moderno y cientificista de (re)conocimiento del pasado. Los occidentales se sabían dominadores del territorio egipcio en el presente y también de su pasado histórico, los métodos de recuperación quedaron sujetos a los criterios europeos, por ejemplo en la manipulación de las piezas, la preservación de unas y el descarte de otras93. De ahí que Wilde no dudó en tomar un hueso humano para llevárselo de recuerdo:

Alrededor de las pirámides, sin que nadie les haga caso, andan rodando los cráneos humanos y las osamentas. Yo recogí como recuerdo una tibia y un peroné carcomidos y escribí sobre una de sus caras: "Pirámide de Keops, 2 de noviembre de 1889".- Cuando vaya le regalaré a Zeballos estos dos huesos para su colección94.

En los relatos de viaje a Egipto la pobreza y la miseria del pueblo árabe en Egipto era parte del paisaje natural que allí se esperaba encontrar. Esta interpretación se encuadró en el concepto de despotismo, uno de los símbolos más extendidos y constituidos acerca de las sociedades no occidentales y que tuvo su origen en la Ilustración del siglo XVIII. La idea del despotismo llegó a introducirse en la discusión sobre la configuración económica y política de las sociedades orientales en el siglo XIX.
En el siglo XVIII, el concepto de despotismo oriental estableció que las diferencias entre Asia (Oriente) y Europa estaban (pre)determinadas por sus geografías. La sociedad oriental -que abarcaba el amplio espectro de la India, Arabia, China, Turquía, Persia y Egipto entre otras- estaba sometida bajo los caprichos arbitrarios y autoritarios del rey déspota, quien gobernaba en beneficio de una reducida casta95. Los gobiernos déspotas que Oriente había adoptado como modelo de gobierno encerraban la antítesis de la cosmovisión del mundo del racionalismo liberal96, las palabras de Obligado se dirigieron en este sentido:

La libertad religiosa penetra por primera vez entre las apretadas filas del intoleralismo mahometano, y hoy se alzan templos católicos hasta en medio de sus más encarnizados enemigos. La libertad de comercio es reconocida en todos sus puertos, con menos restricciones que en otros muchos de Europa. La libertad de enseñanza, la libertad de industria, son también reconocidas, más el guardián severo y la garantía única de todas las libertades, la libertad de imprenta no existe allí. La actitud del Pacha no puede ser públicamente censurada97.

El despotismo estuvo esencialmente descripto en el distanciamiento y falta de empatía propia de los gobernantes egipcios que vivían rodeados de lujos a costa del hambre de su pueblo. Se figuraba en las descripciones de los viajeros Oriente como sinónimo de gobierno déspota. En palabras de Obligado se condensa esta idea al especificar el contraste entre la riqueza del rey déspota y la pobreza de su pueblo:

Es costumbre en el Oriente que ningún Virrey o Kedive, título árabe que significa revestido de todos los poderes, vaya a habitar en el palacio anterior, y por esto encuéntrese en profusión palacios abandonados, desiertos, arruinados, en Alejandría como en El Cairo, en la campaña como en la ciudad. Mientras que un pueblo harapiento y lleno de miseria, ve morir sofocados o de sed, de fatiga o de debilidad, por falta de un techo que les resguarde del sol ardiente muchos infelices.98.

Para Obligado el virrey egipcio presume de europeo, de su educación occidental pero no es más que una falsa fachada de su despotismo oriental, despotismo que coarta la libertad del pueblo egipcio:

El actual Pachá99, hombre todavía joven, que ha viajado mucho, de una educación europea, no carece de vasta instrucción y es relativamente mucho más culto y progresista que sus antecesores. Perspicaz, intrépido y entusiasta, al empuñar las riendas de un gobierno cuyo derecho se le ponía en duda, él ha impulsado con una enérgica perseverancia a obras que, como las del gran canal, no se hubieran aún terminado sin su eficaz cooperación. Pero educado en el despotismo inveterado en su país, aunque él ya no en el fanatismo del Corán que suele frecuentemente olvidar, conserva el pueblo egipcio en la miseria de la ignorancia y del servilismo100.

Y más adelante concluyó: Pero toda esta levadura de progreso, todo este levísimo polvo dorado que alucina a la distancia, no alcanza a formar una nube que bien cubra la verdadera miseria del pueblo101.
En suma, la descripción del Egipto oriental en los relatos de viaje de la generación del '80 no transgredió la matriz ideológica de la época, de hecho la reprodujeron y profundizaron. Se hizo explícito en sus descripciones que Oriente era la antítesis de Occidente102. Oriente no era sólo un país o una región, Oriente era todo aquello que no puede ser Occidente: la transgresión, el libertinaje, la barbarie, la pobreza, la ignorancia, la brutalidad, el despotismo (.) La descripción detallada del viaje por tierras egipcias se enmarcó notablemente en esta representación pero también le pone un límite a la imaginación, a la especulación. El viajero era preciso en los detalles, con su relato volvía real, cognoscible y accesible a Oriente como una verdad que podía ser vivida, pues él mismo era la mejor evidencia de la experiencia de lo oriental. El viajero se transformó entonces en el sujeto de verificación de que Oriente existía, conocerlo era necesario para no reproducirlo103. El modo de acercamiento al mundo egipcio respetó las normas que la ciencia occidental estaba imponiendo. Analizaremos a continuación los simbolismos construidos y representados alrededor del Egipto europeo contemporáneo a los viajeros argentinos.

EL EGIPTO OCCIDENTALIZADO

En los relatos de viaje a Egipto de los hombres de la generación del '80 la civilización occidental estuvo simbolizada en el Egipto construido y habitado por los europeos. Tras la ocupación francesa comandada por Napoleón en el año 1798 se inició en Egipto su etapa colonial, donde principalmente ingleses y franceses - pero también alemanes, italianos o norteamericanos- se disputaron el control del territorio que suponía un lugar estratégico para el comercio entre Oriente y Occidente. En los relatos de viaje la constitución de los estados nacionales europeos era el ejemplo tangible de lo que significaba construirse siguiendo los cimientos de la civilización: La Alemania, la Inglaterra, se han emancipado de la fe ciega, son naciones viriles, que hoy se hallan a la cabeza de la humanidad por el espíritu, por la ciencia, por la industria, por el valor viril104.
El modo en que los viajeros describieron las ciudades orientales se ubicó dentro del imaginario del mundo occidental en territorio oriental. Si como analiza Terán hacia el interior de Argentina la ciudad porteña se tornó en un espacio cada vez más extraño para los intelectuales del '80105, hacia el exterior los relatos de viaje a Egipto ordenaron el espacio urbano sin salirse de la dicotomía de la matriz oriental. Para los viajeros en Egipto los barrios europeos de El Cairo o Alejandría no eran más que eso, un reducto de la civilización rodeado de bárbaros, sucios e incultos orientales. Los viajeros argentinos se identificaron con la ciudad egipcia occidental, la ciudad del progreso. Por ejemplo, Wilde tuvo presente esta idea cuando realizó una pormenorizada narración sobre la ciudad de El Cairo, luego de describir el barrio árabe (cita a la que hemos ya hecho referencia)106, como contraste:

La parte nueva es otra cosa; hace recordar a Budapest en las vecindades del Parque; es preciosa, amplia, rica, llena de palacios, jardines y bosques donde nada ha sido olvidado de cuanto constituye la comodidad, el lujo y el buen gusto107.

En El Cairo todo aquello que era parte de una ciudad occidental, como los jardines, con sus abundantes aguas, sus kioscos, sus estatuas habían sido un punto de admiración de los viajeros argentinos: La ciudad está provista abundantemente de agua corriente. Las calles y las plazas son regadas constantemente. Los jardines y los parques lucen su lujosa vegetación, sus lagos y sus cascadas108.
Alejandría era para estos viajeros una ciudad europea más, nada tenía que envidiar a las ciudades que ellos bien conocían. Para Wilde: Alejandría apenas presenta vestigios de su carácter oriental: en una ciudad europea.109. Aquella misma impresión la había tenido Viglione en su visita a esta ciudad:

Pueden considerarse deslindados de Oriente a Occidente los dos barrios, europeo y árabe en que está dividida la ciudad, por una calle intermedia110(.) La extensa zona de edificación europea que avanza rápidamente constituye un bello ejemplar de ciudad moderna111.

Viglione se detuvo extensamente en la descripción de los detalles del barrio europeo de Alejandría. Todas sus formas y características del desarrollo urbanísticos se las atribuyó a la civilización: la distribución de las manzanas, la plaza rectangular y las calles que de ella salen, los edificios que la rodean, el buen gusto arquitectónico112, los edificios públicos, la gran cantidad de negocios, cafés, hoteles y restaurantes, el sistema de afirmado (el mejor que él conoce) y los materiales de primera calidad utilizados para la construcción.
Las ideas y formas de construcción de las ciudades orientales que eran loables y podían ser imitadas no eran aquellas que habían sido construidos por los árabes, sino las que eran el resultado de la transformación europea en la región. La ciudad egipcia occidentalizada de Alejandría representó para Viglione un ejemplo a imitar, su propuesta fue trasladar su diagrama y edificación europea para Argentina y Uruguay:

Me parece conveniente para Buenos Aires, La Plata y Montevideo, prescribir tal sistema de edificación, con alturas no inferiores a 20 metros, a pasajes cruzados, sobre todas las Plazas; y sería de actualidad, en la primera de las ciudades nombradas, hoy que se lleva a cabo la gran Avenida de Mayo, el establecerlos sobre las manzanas extremas que dan a las plazas de Lorea y Victoria113.

Las descripciones pusieron a disposición del lector la idea de una edificación de la civilización realizada por el hombre europeo con su ingeniería y conocimientos sobre las tierras solitarias del desierto, lo bárbaro. Es decir, aquel reducto de civilización era gracias a la mano del hombre europeo que ha podido intervenir sobre el territorio, decía Mansilla en referencia a la futura construcción del canal de Suez:

Lo que en vano intentaron los faraones, Adriano y Cleopatra la seductora; lo que no pudo realizar el poder de los que manejaban a los pueblos como rebaños, haciéndolos caminar cargados como bestias desde Tebas a Menfis y Alejandría, está a punto de realizarlo la ilustrada y científica civilización de nuestros días114.

Wilde reflexionó al respecto:

¡El hecho del Canal asombra! ¡Ochenta y tantas millas de suelo movedizo excavadas y convertidas en mar navegable, burlando a la naturaleza que mantuvo el paso cerrado desde el principio del mundo! (.) ¡Todo un mundo escondido durante siglos, conquistado a la civilización moderna!115

La caracterización de los hombres que viven en estas ciudades modernas tiene un correlato con la descripción de la topografía de la ciudad europea en Oriente. El europeo se distinguía por su tez blanca, sus modales, su aprecio por la cultura, su inteligencia, sus vestimentas, su riqueza, etc. Los viajeros construyeron un relato dicotómico, donde la valoración positiva del sujeto, su paisaje y sus acciones recayeron en lo que consideraban europeo, en donde aparece como figura central el turista europeo que recorre tierras egipcias. Esta configuración la encontramos extensamente descripta en Mansilla, quien apenas pisa Suez se encuentra con toda la parafernalia desplegada por el turista europeo: esos veinte carruajes son para ellos, y esa larga caravana de camellos para sus grandes equipajes; es gente en su mayor parte suntuosa y acaudalada116. En este mismo sentido Wilde manifestó: . caballeros europeos con su traje de viaje y damas y niñas vestidas coquetamente en un cuadro cuyo fondo eran los desiertos empolvados, con sus montañas viajeras y sus mirajes y espejismos admirables117.
Un tópico que estuvo presente en los relatos de viaje era el éxito del control y distribución del agua, instrumentos de control de la naturaleza muerta del desierto. En un tono romántico Obligado describió el paisaje de la ciudad del El Cairo:

En el centro, vastísimos jardines, llenos de flores, de fuentes y lagos, de glorietas, kioscos y caprichosos laberintos de verdura, airosos, sauces y bellísimos rosales festoneados en mil graciosos giros por el enano arrayán, el box y el romerillo. Cisnes como la nieve, cortan con su blanco y erguido cuello el transparente velo de aguas de la límpida lagunas, en forma de canasta de flores, festoneada por fantásticos juegos de luces, que producen entre el verde de la grama reflejos sobre la estela, de sorprendente efecto118.

 Para los viajeros argentinos el paisaje occidental en Egipto estuvo representado por la civilización que nacía del desierto, dice Mansilla:

(.) luego de que nos informamos de la hora en que debíamos proceder al Gran Cairo, tratamos de visitar un poco esa ciudad, edificada entre las arenas del desierto y cuyos alrededores de una esterilidad sin igual presentan el cuadro más afligente de soledad y melancolía119.

Una geografía urbana con bellos jardines, canales de agua, puertos hacia el mar eran el resultado de la capacidad organizativa y planificadora de Occidente, que hacían de El Cairo y Alejandría ciudades europeas. Esta idea se vincula con la del despotismo oriental, en tanto y en cuanto el Estado déspota era formulado desde el materialismo histórico - y prefigurado por John Stuart Mill- como un Estado que se había cimentado en la capacidad del gobernante supremo (déspota) de organizar la irrigación y la supresión de la propiedad privada de la tierra120. Empero, para los viajeros argentinos la capacidad de organización y dirección del agua se arraigaba en la ciencia occidental que Egipto tomaba en su beneficio: no es sino el resultado de la ciencia de un hombre del espíritu de asociación121.
En síntesis, el Egipto contemporáneo a los viajeros argentinos fue representado bajo los estereotipos y formas ideológicas determinadas en el binomio Oriente/Occidente igual a barbarie/civilización. De un lado de la matriz, el Egipto árabe de fines del siglo XIX fue la síntesis perfecta del Oriente bárbaro y atrasado, mientras que el Egipto habitado y construido por los europeos en las últimas décadas del siglo XIX representó los estándares de belleza, inteligencia y actuación propios de la civilización occidental. Sin embargo la capacidad del control del agua por parte del déspota oriental matizaba la representación bárbara del Oriente árabe. En el siguiente apartado examinaremos cómo esta matriz ideológica se tensionó al momento de interpretar los grandes monumentos y el material cultural construidos hace miles de años por el Egipto faraónico.

EL ANTIGUO EGIPTO COMO ORIGEN DE LA CIVILIZACIóN 

Si para la representación cultural de los intelectuales argentinos del siglo XIX Oriente era sinónimo de atraso, la antigua civilización egipcia era la muestra de que en otros tiempos en esas tierras orientales había existido una gran civilización: el Egipto faraónico. Al igual que los otros viajeros argentinos, Mansilla reconoció un lugar específico en la historia de la humanidad para el Egipto antiguo: la histórica tierra de Egipto, cuna prístina de la humanidad para algunos, incuestionablemente, emporio de extraordinaria civilización en épocas que se pierden en la noche de los tiempos122.
En los relatos de viaje hubo una idea compartida de que el Egipto faraónico fue la primera civilización de la historia de la humanidad. Por ejemplo, Viglione lo transmitió muy bien a sus lectores:

 En el Cairo se está en los umbrales del vasto teatro de la más antigua civilización de la tierra, cuna de artes de rasgos propios y de bíblicas leyendas, imán poderoso que retuviera adheridos, influenciara y cautivara de entre sus más esforzados y adelantados conquistadores a griegos y musulmanes, a los unos, con la magnificencia y poderío de su monumental cultura, y a los otros, con la riqueza de su suelo y sus costumbres originales123.

También lo reconoció Rocha a su amigo Viglione al felicitarlo por la decisión de publicar sus cartas y por: prolongar sus viajes hasta la más antigua cuna de la civilización124.
El lugar que el antiguo Egipto ocupó en la historia de la civilización dentro de la representación de los relatos de viaje de los hombres de la generación del '80 se insertó en un debate que se había iniciado a principios del siglo XIX, problema que analizó en profundidad Martin Bernal en Atenea Negra. Lo que estaba en disputa eran las bases mismas de la civilización occidental, los europeos que se creían herederos de la verdadera civilización tenían en mente una idea de civilización que respondía a ciertos estándares indiscutibles, algunos de ellos eran la raza blanca, la lengua indoeuropea y la libertad, encarnados todos ellos en la Grecia clásica125.
Según Bernal, lo que se puede denominar como modelo ario encarnó esta idea al considerar a Grecia como el resultado de la mezcla de los helenos (de habla indoeuropea) y los indígenas a los que habían sometido. Así los griegos se convirtieron en padres de la civilización, excluyéndose a los egipcios y a los fenicios de esta tradición histórico-cultural. En palabras de Bernal

(.) para los románticos y los racistas de los siglos XVIII y XIX resultaba sencillamente intolerable que Grecia, a la que se consideraba no sólo compendio de Europa entera, sino también su cuna, fuera producto de una mezcla de europeos nativos y de unos colonizadores africanos y semitas. Por eso por lo que debía desecharse el modelo antiguo y ser sustituido por otro más aceptable126.

El reconocimiento de la presencia de la cultura egipcia en la formación histórico-cultural de Grecia se corresponde con el modelo antiguo siguiendo la denominación de Bernal127. El modelo antiguo consideró que la civilización se enraizaba en una tradición medio-oriental que tiene sus orígenes en los historiadores griegos de los periodos clásicos y helenísticos, para quienes Egipto representó un ideal de sociedad.
En los relatos de viaje el antiguo Egipto representó el origen de la civilización de la cual se consideraron parte los viajeros argentinos. Por ejemplo, Rocha hizo directamente alusión a este problema en una de las cartas que le enviara a su amigo Viglione:

Hasta hace pocos años no se reconocía como orígenes de nuestra civilización, sino las civilizaciones romana y griega, pero hoy será difícil que haya un hombre ilustrado que desconozca la influencia que tuvo la cultura de Egipto sobre Grecia, cuando examine sobre los lugares en que vivió aquella Nación famosa de tan larga historia, las ruinas de sus monumentos, los utensilios de su vida y los restos de su industria y de sus artes128.

Por su parte, Llerena estaba preocupado por las razas que habían constituido la antigua civilización Egipcia; al respecto nos dice:

¡Porque esas costas etiópicas tienen una historia, y qué historia! ¡La infancia de la civilización y del mundo! Meroe, la Gran Meroe, cuna de la civilización, es Etiopía; y ¡los etíopes han fundado el primer imperio civilizado sobre la tierra! ¿Etiopía inventó la civilización? ¡No! La recibió primero de la Lemuria, civilización puramente etíope e imperfecta, después de los Atlantis (.) De la civilización etíope salió la civilización egipcia (...)129.

Si Egipto extendía sus raíces en Etiopía la raza negra formaba parte del origen de la civilización occidental al aceptar que esta era producto de la faraónica. Por lo tanto, si bien los hombres de la generación del '80 respondieron a la matriz ideológica sarmientina estas ideas se tensionaron con las del orientalismo, en tanto que lo árabe no podía formar parte de la civilización, pues encarnaba su opuesto. Los viajeros argentinos no abonaron al modelo griego, al rechazar en los relatos de viaje la idea de que Grecia era la cuna de la civilización. Por el contrario se alejaron de esta interpretación al asumir que la sociedad faraónica era parte constitutiva - su origen mismo- de la civilización occidental finisecular. En todo caso, esta exégesis por parte de los viajeros argentinos se ajustaba a una definición de civilización en la cual todo el género humano - más allá de las fronteras geográficas- podía ser parte del dinamismo civilizatorio, era considera como un hecho universal130.
El antiguo Egipto con sus monumentos, su historia, su cultura y religión significó para los viajeros argentinos la expresión de una gran civilización que supo desarrollarse en el pasado en las tierras del desierto. Los relatos de viaje transmitieron una gran admiración por la antigua civilización egipcia, el oriente occidentalizado era producto de ese pasado milenario, lo que se contrapuso con las pautas culturales de lo árabe contemporáneo, no lograron permanecer del lado de la civilización. Fue por ello que el Egipto faraónico sorprendió y despertó una gran fascinación en los viajeros argentinos. Fue común a todos los relatos la admiración por la supervivencia del Egipto faraónico a lo largo de tiempo; por ejemplo Obligado lo expresó del siguiente modo:

Ellas han resistido a los siglos burlando al hombre que en la osadía de su orgullo cree quebrantar y traspasar todo, y humillando su vanidad, parecen decirle '¿qué es tu vida de un día al lado de la mía? Pigmeo, por qué no haces otro tanto.?'. Ellas enseñan en sí el trabajo del hombre de otra época; siendo las Pirámides las más antiguas construcciones sobre la tierra, inmediatas sucesoras de la Torre de Babel, primer soberbio edificio levantado por el hombre, y derruido ha muchos siglos131.

En este mismo tono, años después refiriéndose a la esfinge Wilde expresaba: ¡Ya duraré, está diciendo esa boca, cien siglos más y tú, endeble ser humano habrás pasado como una sombra!132
Para Obligado y Wilde la antigua civilización egipcia había existido desde el origen del tiempo - el origen mismo de la civilización- y sus monumentos milenarios eran la demostración de la breve vida del hombre pero de la permanencia de su gran obra. Las ruinas aparecen como un tópico representativo de los relatos de viajes de la generación del '80. Esta idea había sido extensamente representada en Las ruinas de Palmira de Volney, libro con una gran influencia en toda la generación, en el cual las ruinas eran un elemento de curiosidad del pasado y la demostración de la disolución espiritual y moral de un pueblo133. En última instancia las ruinas eran lo que quedaba de algún pasado majestuoso. Pero para los hombres de la generación del '80 los vestigios del pasado faraónico adquirieron una relevancia que iba mucho más allá de la simple representación de una sociedad ya inexistente. Las ruinas se convirtieron en monumentos, monumentos dignos de admiración y comprensión. Gasquet lo ha señalado en relación con las palabras de Obligado, para quien los monumentos históricos: reclaman no sólo admiración, sino en primer lugar de estudio y reflexión134. Recordemos las palabras de indignación de Wilde cuando en las pirámides su propósito era tomar notas y examinar la tumba pero un grupo de árabes se lo impedía. Esta misma idea Viglione la expresó en una de sus cartas:

Escenario inagotable de delicadas impresiones que sugieren hondas reflexiones y que son dictadas por sus soberbios monumentos; se consideren los que se destacan majestuosos sobre el suelo ostentando la grandeza de sus proporciones y armonía de sus líneas, o los que, como los templos y las tumbas presentan mayores detalles y riqueza de materiales escondidos en el seno de las rocas o debajo de la tierra; ambos profusamente vestidos de escritura jeroglíficas a la que Champollion arrancara sus preciosos secretos para bien de la ciencia135.

La relación que los viajeros adquirieron con el pasado egipcio fue propia de una actitud racionalista y de observación empirista. Los viajeros argentinos que se encontraron ante las ruinas del pasado faraónico desarrollaron una gran capacidad de análisis, recurrieron al estudio de especialistas en el tema136, de su historia, sus ideas y su religión e indagaron en las formas y usos de los edificios que aún quedaban en pie. La búsqueda e interpretación del pasado de los viajeros argentinos transformó las ruinas egipcias en monumentos históricos- culturales, según la mirada de la civilización occidental del siglo XIX; fue esta quien las colocó en un correcto lugar en la historia de la humanidad.
El valor histórico y cultural que representaba el monumento antiguo lo encontramos en las pretensiones de Rocha de formar una sala egipcia para el Museo de Ciencias Naturales de la recientemente fundada ciudad de La Plata. La fundación del Museo era parte del plan progresista de la generación del '80137, su diseño elíptico era la plasmación arquitectónica del pensamiento evolucionista de Darwin y Lamarck138. El diseño planeaba que el visitante del Museo comenzara su recorrido por aquellas sociedades menos desarrolladas que eran representadas por el hombre nativo sudamericano, para ir evolucionando - progresando139- y finalizarlo con la apreciación de los vestigios de las grandes civilizaciones egipcia y griega140.

Para la sala egipcia del Museo, Rocha y Viglione adquirieron en Egipto piezas antiguas, algunas originales y otros calcos de importantes estelas y paneles de diferentes periodos del antiguo Egipto141. En una correspondencia dirigida al por ese entonces director del Museo Mariano Moreno, Rocha le confirmó: pude conseguir dos momias, que le he hecho remitir a su dirección142 que él mismo había comprado en El Cairo143. Por su parte, Viglione adquirió del Museo una excelente reproducción de dicha estatua144 y también dos momias, una completa con su sarcófago de época faraónica que podrán verla en Buenos Aires145. Las momias enviadas por Rocha más los calcos adquiridos por Viglione formarán el primer acervo del Museo platense - y del país- relacionado con la antigua civilización faraónica146.
Viglione fue mucho más que un aficionado a la egiptología147. En sus cartas hubo un claro intento por aproximarse a un relato sobre la historia del antiguo Egipto especializado y fidedigno; por eso recurrió a historiadores clásicos y principalmente a reconocidos egiptólogos de la época para construir su relato. Por ejemplo, acudió a la información de Heródoto para las dimensiones de las pirámides de Guiza y Saqqara148; a la cronología sobre la historia de Egipto, datos técnicos sobre los monumentos o traducciones de textos propuestos por Mariette149; a François Thiollet en la comparación de los monumentos del antiguo Egipto con respecto a los construidos por los griegos;150 a J.J. Ampere en la descripción de la esfinge y del camino de Boulaq a Cairo151.
La correspondencia de Viglione era más parecida a un libro de historia que a una carta para sus amigos; al igual que lo hicieron sus contemporáneos se esmeró por dejar una imagen cabal del paisaje monumental egipcio, pero su esfuerzo fue más contundente en cantidad y calidad del análisis, por ejemplo en relación a la pirámide de Guiza realizó una descripción racionalista y empirista:

Las tres mayores de estas tumbas de Guiza, son las de Keops, Kefrén y Micerinos, todos de la IV dinastía (-4.235 años), que duró 284 años y tuvo a Menfis por capital del Imperio. Sus alturas hasta las plataformas son respectivamente de 142, 137 y 66 metros, habiéndose calculado que el cubo de la primera es de 2.562.576 metros, la duración de su construcción 20 años y el personal empleado 100.000 hombres que se revelaban cada tres meses152.

Viglione acompañó las descripciones con citas de definiciones que permitían al lector lograr una comprensión de la historia egipcia que fue más allá de la imagen romántica del viajero:

En general, tres partes constituyen una mastaba y he aquí su división según Makref: 1°. Una o muchas cámaras, algunas veces acompañadas de un Serdab especie de corredor estrecho oculto en el espesor de la mampostería. (.) El croquis siguiente representa la división anterior, A es la cámara o la capilla exterior, B el pozo, que algunos alcanzan hasta 30m. y se les encuentran bien rellenos de escombros, y C es el local en que se deposita la momia153.

Lo que sigue en su carta es el croquis realizado por Viglione que explica lo anteriormente descripto. Este nivel de detalle en su análisis lo replicó para otros temas: la esfinge en Guiza en relación con sus dimensiones y significado; las estelas que llamaron particularmente su atención, las describe, define y copia una traducción al francés de una estela de Tutmosis III realizada por Mariette154. Es suma, Viglione fue la expresión máxima en la búsqueda y transmisión de la historia del antiguo Egipto. Los parámetros intelectuales y conceptuales que habilitaron el análisis fueron occidentales y europeos, éstos se apoyaron en relatos clásicos conocidos y principalmente en las conclusiones de los representantes especialistas en arqueología y egiptología de la época.
El europeo - y los argentinos a través de ellos- fueron quienes verdaderamente comprendieron sus misterios, los significados de sus monumentos para ese presente finisecular: La famosa esfinge muestra ya su cara etíope, cortada en la roca, prolongándose por la espalda en la dirección del centro de la segunda pirámide, y al verla, se siente y se concibe fácilmente que sólo a tamaño monstruo podía confiarse la guarda de las misteriosas catacumbas, donde yacen sepultados los reyes de tanta grandeza pasada155, lo señaló Mansilla en relación a la esfinge. Por su parte Obligado se animó a expresar sus propias ideas:

A nuestro juicio, su nombre es tomado de la figura de la llama, cuya punta imita a la vista, por la palabra con que los griegos la denominaron pyr, fuego, llama; y su destino, aunque muchos autores le han designado varios, parece justificarse más del de grandes monumentos funerarios, por las momias de los antiguos reyes de Egipto, cuyos nombres se han reconocido en claros jeroglíficos, sino en sus paredes, en los sarcófagos de las cámaras mortuorias156.

Todos los relatos de viaje se detuvieron en la descripción de las pirámides - principalmente las tres pirámides de Guiza y la pirámide escalonada de Saqqara- y en cada descripción el ascenso a la pirámide del faraón Keops se asemejó a un relato con tono épico por la hazaña realizada. La descripción del ascenso a la pirámide es un ejemplo paradigmático en el cual se condensaron las tres miradas de los viajeros sobre Egipto a fines del siglo XIX que fuimos analizando a lo largo de los apartados.
En primer lugar, la pirámide era - y quizá sigue siendo- el símbolo más representativo del Egipto faraónico en tanto expresión de una gran civilización que supo desplegarse en las arenas del desierto:

Para mi joven compañera era aquella la mayor altura de un edificio sobre la tierra, el más viejo monumento de los hombres, el más costoso por su edificación, el más majestuoso por su magnificencia, por la grandeza. Era la primera maravilla del mundo, y a la grandiosidad de aquella pirámide sólo encontraba como digna de su base, la majestad del desierto sobre el que se elevaba157.

La antigua civilización egipcia era reconocida como tal porque tuvo la misma efectividad que los europeos contemporáneos al dominar las arenas del desierto, en contraste absoluto con la imagen de los árabes. Obligado, unos párrafos más adelante, continúa: Esa montaña de piedras que surge en medio de los arenales del desierto levantase sobre una amplia plataforma de roca dura, y solo desde la cima puede palpablemente abarcarse la inmensidad del monumento158.
En segundo lugar, porque el ascenso a la pirámide dio cuenta de una posición de dominación que los viajeros europeos y argentinos tuvieron sobre los árabes contemporáneos; el árabe era tanto la fuerza bruta que hacía posible el ascenso, como un agente especulador que sólo le interesaba un rédito económico. De la situación son más que ilustrativas las descripciones de Mansilla: La disposición era ésta: tres beduinos por barba, el uno nos tenía por la mano derecha, el otro por la izquierda, nosotros teníamos las narices frente al plano inclinado de la pirámide, el tercero estaba detrás (.)159. De modo similar, Obligado retrató su ascenso a la gran pirámide:

Mientras que dos árabes delante del viajero toma cada una de sus manos para arrastrarle tras sí hacia arriba, un tercero que trepa en pos de él, le empuja para ayudar esa ascensión infernal hacia los cielos, acompañada de un desarmonioso canto árabe, que parece más canto de muerte sobre las profundidades de tan peligroso precipicio160.

Siguiendo estos relatos, durante la escalada los viajeros sólo mantuvieron una actitud pasiva - él es llevado en andas, dice Mansilla: íbamos más muertos que vivos161- y los árabes eran únicamente un medio para un fin, la fuerza física que le permitía al turista su ascenso162. El ascenso como figura narrativa condensaba la relación de subordinación cultural, económica e ideológica de Oriente por parte de Occidente: mediante una sumisión económica el viajero occidental conseguía el ascenso que se vislumbraba como hazaña personal, era el hombre occidental quien lograba dominar el monumento más representativo de la antigua civilización egipcia. Esta descripción era la representación simbólica de la dominación de Occidente sobre el pasado, su historia y sus formas, y sobre el presente, su gente y su espacio.

CONCLUSIóN

A lo largo del trabajo se han analizado las diferentes imágenes de Egipto que fueron retratadas por los viajeros argentinos a raíz de su viaje por las tierras del Nilo. En estos relatos nos encontramos con viajeros curiosos y aventureros, pero principalmente hombres racionales y de ciencia que buscaron dar explicaciones a aquello que observaban. Sus descripciones se ajustaron a los marcos intelectuales de la época, fueron esencialmente empiristas en el sentido más amplio del término. En sus relatos y sus escrituras plantearon un método de observación de las gentes del lugar, de las ciudades y de los monumentos. Sus descripciones fueron detalladas, minuciosas, de modo que provocan en el lector una imagen cabal de aquello que se retrata. Además que sobre el escritor se transfiere un valor de verdad de su palabra que no se discute, pues su experiencia y su observación son la prueba empírica de que aquello que se narra es verdad. De hecho este acuerdo tácito entre narrador y lector es parte de lo que define al género literario de los libros de viaje en el que se enmarcan estos relatos.
En los libros de viaje a Egipto encontramos que los autores recurren a ciertos temas que se repiten entre los relatos; algunos de estos se convirtieron en mediadores simbólicos de la relación dicotómica entre Oriente-barbarie/Occidente-civilización. El Canal de Suez fue presentado como la expresión de la llegada de la civilización a las tierras del desierto, una mega construcción que sólo pudo ser pensada, edificada y concretada gracias a los conocimientos del hombre occidental. El canal simbolizó una marca entre los opuestos, pero principalmente un medio de paso, de afluencia y confluencia de dos modos dispares de sociedad. En este mismo sentido la figura del drogmán simbolizó la mediación entre las dos culturas, configurándose como un mediador lingüístico-cultural que hacía inteligible el mundo árabe y musulmán a los turistas europeos. Pero si bien fueron símbolos que mediaron entre estos polos opuestos, no se apartaron del pensamiento orientalista en tanto y en cuanto occidente siguió siendo la parte dominadora.

Los viajeros argentinos diferenciaron en sus relatos tres Egiptos, tres imágenes que se correspondieron a la fisonomía propia del lugar que visitaron: 1. el Egipto árabe y musulmán de fines del siglo XIX; 2. el Egipto europeo y occidentalizado de fines del siglo XIX; y el Egipto faraónico. El primero de ellos fue descripto plenamente en la matriz ideológica orientalista, de este modo se utilizaron conceptos como: sucio, atrasado, inmutable, viejo, defectuoso, desorganizado, oprimido, etc. En estas representaciones de los hombres orientales fueron significativas las tensiones entre la actitud racionalista, cientificista y de respeto con la cual se identificaron los viajeros argentinos, forma que respondía al carácter de la ciencia occidental. Esta actitud les permitió darle un valor como monumento histórico a los vestigios de la antigua civilización egipcia. Por el contrario, el Egipto europeo y occidentalizado fue descripto como: limpio, moderno, desarrollado, libre, bello, culto, etc. Como europeos que se sentían los viajeros, se identificaron plenamente con este Egipto, siendo el motivo de sus avances la llegada de la ciencia occidental y civilizada, incluso si esto desdibujaba preconcepciones que basaban el despotismo oriental en el control del agua. Por último, el antiguo Egipto fue elevado por los viajeros argentinos como primera civilización de la humanidad, a pesar que esta representación se tensionaba con el modelo ario principal paradigma a partir del siglo XIX, el cual proponía el origen semita de la civilización occidental. Más allá del redescubrimiento de la antiguo civilización egipcia, ésta no dejó de ser pensada como misteriosa, pues esta caracterización les permitía a los viajeros sostener una tensión literaria inigualable.

 

NOTAS

1 Bujaldón de Esteves, 2008: 32; Taboada, 1998: 301.

2 Según lo analizan Gómez Espelosín y Pérez Largacha (1997: 189) se puede deducir que los viajeros argentinos recorren los sitios obligados para el viajero por Egipto: Alejandría y el Cairo, con sus barrios musulmanes y europeos, el Museo del Boulaq, las pirámides de Guiza, la esfinge y la ciudad sureña de Tebas (actual Luxor).

3 Gasquet, 2007: 109. De hecho otros destinos eran más elegidos, como el ya instituido tour europeo por Francia, Italia e Inglaterra y el cada vez más frecuente viaje a los Estados Unidos. En relación a la literatura de viaje dentro del fenómeno del Gran Tour véase Alburquerque, 2011: 26-32.

4 Gasquet, 2007: 108-109.

5 Assmann, 2003: 32. Una visión descriptiva de los primeros descubridores de Egipto en el siglo XIX véase Tyldesley, 2005.

6 En el trabajo sólo se analizarán los textos literarios producidos hasta los últimos años del siglo XIX. Si bien algunos escritos, como las obras de ángel Estrada, Ernesto Quesada o álvaro Melián Lafinur se insertan en algunas líneas argumentativas expuestas en este trabajo, permitiendo construir continuidades y rupturas, son dejados de lados pues, por un lado los escritos posteriores al 1900 no se encuadran dentro de la literatura de viaje y son más cercanos a la narrativa, de ahí que requieran otro marco conceptual para analizarlos, y por el otro, están más cercanos a una impronta de la literatura moderna en la Argentina. Algunos trabajos han avanzado al respecto: Gasquet (2008, 2013 y 2015) y Bujaldón de Esteves (2008).

7 Lojo (Mansilla, 2012b) publica por primera vez las anotaciones originales (con algunas reproducciones facsimilares) de lo que aún se conserva de sus diarios de viaje, notas que van desde agosto de 1850 cuando se embarca en el Huma rumbo a Calcuta hasta mayo de 1851. Las anotaciones en los diarios de viaje son dos. La primera versión es la original realizada por Mansilla mientras transcurría su viaje y se la denomina cuaderno apaisado por la orientación en las hojas de la escritura de Mansilla. El segundo cuaderno corresponde a una transcripción con modificaciones y correcciones que Mansilla realizó de este diario original. La reescritura en este cuaderno se interrumpe por motivos desconocidos el 31 de octubre de 1850. Ambos son publicados en su totalidad en Mansilla, 2012b.

8 En el año 1855 publicó "De Adén a Suez" en El Plata Científico y Literario; "Recuerdo de Egipto" en Revista de Buenos Aires. Historia Americana, Literatura y Derecho en el año 1864 y "En las pirámides de Egipto" en Entre-Nos. Causeries del jueves en el año 1889. Estos textos fueron republicados en la selección realizada por Sandra Contreras en El excursionista del planeta (Mansilla, 2012a) y en la edición de María Rosa Lojo (Mansilla, 2012b). Sobre la vida de Mansilla y los motivos de su viaje oriental véase Popolizio, 1954; su principal biógrafo. También véase la introducción realizada por Contreras (en: Mansilla, 2012a: 9-50) y Lojo (en Mansilla, 2012b: 13-72).

9 Se especula con un segundo viaje a Egipto acompañado por su hija Evangelina en 1888 (Gasquet, 2007: 139) del cual no han quedado notas directas. Esta experiencia, nos dice Gasquet, fue la que quizá lo inspiró a escribir su relato "Una argentina en Karnack" (Obligado, 1908).

10 Los capítulos fueron numerados y titulados como se reproducen a continuación: 1. "Alejandría", es su puerta de entrada a Egipto, aquí realiza una descripción de la ciudad y sus monumentos. 2. "El Cairo", describe la ciudad, su geografía urbana, sus gentes, sus barrios. 3. "Las Pirámides" es un capítulo dedicado exclusivamente a los monumentos históricos del antiguo Egipto, principalmente las pirámides de Guiza y la esfinge. 4. "El Nilo", donde narra un recorrido en faluka por aguas egipcias. 5. "El Egipto", describe a modo general el país Egipcio. 6. "El canal de Suez".

11 Este viaje había sido patrocinado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires para realizar un estudio de la situación de la industria agrícola en los países desarrollados de Europa, Australia y los Estados Unidos. Su compañero de viaje Ricardo Newton fue un importante terrateniente por ese momento presidente de la Sociedad Rural Argentina.

12 Sus menciones a Egipto las realizó en sus entregas de "Vuelta a la Patria (a través de un hemisferio)", la primera corresponde a la del año 1883 (tomo 9) mientras que la segunda al tomo 11 del 1884 titulada "Recuerdos episódicos de Isis y Osiris. Muchas cosas nuevas de estos personajes de la historia y la fábula".

13 Lamentablemente sólo tenemos algunos fragmentos de las cartas de Rocha que han sido parcialmente publicadas por Daneri, 1980: 117-119; 1981: 3-5. y que actualmente no están disponibles para su consulta en el Museo Dardo Rocha. La introducción al libro de Viglione es la carta con la cual Rocha (fechada el 21 de abril de 1890 en Buenos Aires) le devolvía a su amigo las que éste le había enviado para ser incorporadas a la publicación.

14 Las cartas están dirigidas a Sres. Doctor Mariano Orzábal y amigos durante su viaje. La carta enviada desde Alejandría el 23 de abril Viglione describe la ciudad de Alejandría - su puerto de entrada a Egipto-con sus monumentos. En la carta enviada desde Alejandría el 30 de abril Viglione se explaya en su descripción de esta ciudad y de todos los edificios antiguos y modernos que pueden visitarse en ella, de su geografía urbana, sus calles y construcciones, como de quiénes viven en ella. En una tercera carta escrita el 15 de Mayo desde El Cairo describe la ciudad, las pirámides de Guiza, la esfinge, qué es una mastaba, se detiene en la explicación sobre las estelas egipcias y el templo del Valle cercano a la esfinge. Como un cuarto apartado incorpora la traducción al francés de la Estela de Tutmosis III descubierta por Mariette en el templo de Karnak en Tebas. Un quinto apartado es la cara enviada desde Alejandría el 25 de Mayo en donde describe su visita a Menfis y Saqqara y su estadía en el balneario de aguas termales de Heloman-les-Bains incorporando un análisis bioquímico de sus aguas.

15 En esta obra se encuentra un capítulo dedicado íntegramente a Egipto en el cual Wilde describe el puerto de Said; el canal de Suez que ya había sido inaugurado cuando Wilde lo visita; una detalla descripción de los palacios y el Museo de Boulaq; las mezquitas árabes, las pirámides; la esfinge: el Serapeum y una explicación de los dioses del antiguo Egipto.

16 Excede a este trabajo poner en discusión las diferentes categorizaciones de este género literario, lo que ha sido recientemente esbozado en mi participación en la I Jornada de Actualización en Investigación y Docencia sobre el Cercano Oriente Antiguo, 2017. Podemos afirmar que estos relatos cumplen al menos tres de las características inherentes al género: la descripción, la intertextualidad y la verosimilitud, con excepción de la correspondencia de Rocha que no fue sistematizada para ser publicada por el autor. Algunas obras que marcan la discusión en relación a una definición del género de libros de viaje o relatos de viaje en lengua española: véase Carrizo Rueda, 1997 y 2008; Alburquerque, 2006 y 2011. Un análisis para el caso específico de la literatura hispanoamericana Guzmán Rubio, 2011. Los estudios sobre relatos de viaje se inauguran con la obra de Jitrik, 1969 y Viñas, 1998.

17 Alburquerque, 2006: 81. También véase Carrizo Rueda, 2008: 52-55

18 El orientalismo en diferentes producciones - literarias y no literarias- fue extensamente analizado para el caso argentino por Bergel, 2015 y Gasquet, 2007, y particularmente sobre el binomio civilización/barbarie véase el trabajo de Svampa, 2006. Sobre la influencia del binomio civilización y barbarie y los preconceptos del orientalismo en la literatura latinoamericana algunas obras de referencia son Fuentes, 1969 y Amin, 2015.

19 La obra de referencia en relación al concepto de orientalismo es la de Said, 2002. A lo largo del trabajo recurrimos a conceptos, ideas y análisis que se desprenden de la obra de Said, quizá algunos no se señalen con toda justeza pero asumimos la deuda con el autor. En relación a una definición del concepto de orientalismo véase Ziauddin, 2004: 17-107.

20 Bergel, 2015:40.

21 En relación con la implantación del positivismo en la generación del '80 véase Jitrik, 1982: 54-56 y Terán, 2004: 14 y ss. y Weinberg, 1998: 54-63.

22 Un estudio de los artistas y viajeros europeos a Egipto a lo largo del siglo XIX en Clayton, 1984. Algunos aspectos de la visión sobre el antiguo Egipto en los relatos de viajes de argentinos en la segunda mitad del siglo XIX han sido analizadas por Salem, en prensa.

23 En relación con la influencia del orientalismo en la formación de la Nación Argentina véase Gasquet, 2015: 108-109.

24 En relación con la descripción como la principal función que delimita al género libros de viajes véase Carrizo Rueda, 1997: 28 y ss.; 2008: 49-50; Alburquerque, 2006; 2011: 26 y ss.

25 Ibídem: 20-21.

26 Obligado, 1873: 6.

27 Quesada, en Llerena 1883: 169.

28 Alburquerque, 2011: 16-17.

29 Viglione, 1890: 105.

30 Gasquet, 2007: 109. Un estudio crítico y publicación de los viajes de Sarmiento por Europa, áfrica y América (1845-1847) véase la edición de Fernández, 1993 y el clásico trabajo de Piglia, 1980. Al respecto también Bergel, 2015: 31-50 y Gasquet, 2007: 73-99.

31 Ibídem: 14-15.

32 Bergel, 2015: 30-31. En relación a ello véase Svampa, 2006: 11 y 45-48.

33 Gasquet, 2007: 16. Las palabras de Obligado se cruzan y reproducen el pensamiento de la época, marcado en Argentina por Sarmiento y Alberdi. La pampa, el gaucho caracterizado como oriental supuso la adaptación del modelo orientalista en la configuración del imaginario ideológico para la formación de la Nación argentina y también de otras naciones latinoamericanas. Un análisis profundo de la problemática excede los límites de este trabajo. Algunas obras de referencia en este sentido Gasquet, 2007: 45-99; Halperin Donghi, 1982; para el caso chileno Smith, 2006, propone pensarlo en términos de traducción.

34 Obligado, 1873: 89.

35 La primera gran diferencia entre el romanticismo americano y europeo fue cronológica, siendo más tardío el primero que el segundo, su gran impulsor Esteban Echeverría (Gasquet, 2007: 45-46). Sobre el romanticismo en Argentina véase Halperín Donghi, 1951.

36 Estamos haciendo referencia a Constantin Chassebœuf de La Giraudais quien pasó a la popularidad como escritor como el Conde de Volney (1757-1820).

37 Gasquet, 2007: 20-28.

38 En relación con la asociación entre la idea de progreso y civilización véase Svampa, 2006: 17-31 y 38-40.

39 Bergel, 2015: 45 y Svampa, 2006: 21-21. En relación con la estigmatización de otro como parte de la formación de una identidad propia, en este caso la europea, véase Todorov, 1991.

40 Said, 2002: 44-45.

41 Ibídem: 21.

42 Gasquet, 2007: 14. De ahí las referencias bien conocidas y analizadas del desierto argentino como sinónimo de barbarie. Véase nota 32.

43 Mansilla, 2012a: 77.

44 Obligado, 1873: 99.

45 Bergel, 2015: 38. Un análisis agudo sobre el recorrido de la mirada occidental sobre Egipto en Assmann, 2005: 55-74. También véase el trabajo de Gómez Espelosín y Pérez Largacha, 1997: 188-211.

46 En relación con el concepto de memoria cultural véase Assmann, 2008; 2011.

47 Ibídem, 2005: 66-71. Véase también, Assmann, 2014 y Assmann, 2017.

48 Si bien se adeuda un análisis profundo nuestra propuesta es que el texto de Llerena se inscribe en esta línea, quien describe los rituales osiríacos y para quien Osiris y Hathor fueron personajes históricos partícipes de la formación de la civilización antiguo egipcia.

49 El desarrollo de la imprenta habilitó una mayor circulación de libros escritos. Así, las guías de viaje se convirtieron en un elemento indispensable para la diagramación de los itinerarios y de la representación del viaje por Oriente. La guía de viajes más popular de la época era la de Adolphe-Laurent Joanne, publicando en el año 1861 la guía sobre Oriente: Itinéraire descriptif historique et archéologique d l'Orient. Una hipótesis de Gasquet es que Obligado leyera y utilizara la primera o segunda edición de esta guía (Gasquet, 2007: 141-142, especialmente véase nota 11: 142). Las guías de Joanne son las que a partir del año 1916 serían conocidas como Les guides bleus (Las guías azules), aquellas que fueron estudiadas por Roland Barthes como instrumentos de la ideología: textos que sólo se centran en lo pintoresco, los monumentos de los lugares destacan ante la invisibilización de su población (Barthes, 2003: 124-128). Un estudio sobre los viajeros y artistas europeos a lo largo del siglo XIX que hicieron obras en relación a Egipto véase Clayton, 1984. El turismo a Oriente logró un gran desarrollo con la Revolución Industrial, primero con los barcos impulsados a vapor y luego con el ferrocarril, ambos medios de transporte que abarataron los costos y achicaron distancias de traslado, Burkart, 1981: 11-13.

50 Gómez Espelosín y Pérez Largacha, 1997: 195.

51 Una estela encontrada en el año 1799 por un soldado de Napoleón cerca de la localidad de Rosetta en el delta del Nilo fue el hallazgo que abrió la puerta para el desciframiento de los jeroglíficos. El fragmento de piedra dorita tiene la particularidad de tener la misma inscripción en lengua egipcia antigua, en griego y en demótico de un decreto emitido en el año 196 a.C. por Ptolomeo V. El logro del desciframiento de la antigua escritura egipcia se le atribuya a Jean- François Champollion, quien presenta su trabajo a la comunidad científica en el año 1822. En relación al hallazgo de la piedra Rosetta y su trascendente fama a lo largo del tiempo en el Museo Británico donde se conserva véase Ray, 2012.

52 Mansilla, 2012a: 76.

53 Obligado, 1873: 6-7.

54 Ibídem: 119.

55 En relación que en los libros de viaje siempre hay una cuota de peligro para darle tensión a la trama del relato Carrizo Rueda, 2008.

56 Los relatos de Volney son los que anticipan esta función pedagógica en los textos de los viajeros argentinos, Gasquet, 2007: 23-24.

57 En relación al viaje pedagógico y utilitario véase Bujalón de Esteves, 2008: 33; Gasquet, 2007: 155.

58 Viglione, 1890: vii.

59 Al respecto véase nota 18.

60 La intención de Rocha de formar un museo de yeso para la ciudad de La Plata la conocemos a través de una de las cartas enviada a Moreno, finalmente esta idea no se concretó. En el último apartado veremos otras menciones de Rocha y Viglione acerca de la adquisición de piezas del antiguo Egipto para la formación de la sala egipcia en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata.

61 Salem, en prensa.

62 Obligado, 1873: 99.

63 Jitrik, 1982: 55. En relación al positivismo en la generación del 80 véase también Weinberg, 1998: 54-63. La racionalidad y experimentación positivista de la realidad en los relatos de viaje sobre Egipto ha sido analizada en Salem, en prensa.

64 Llerena, 1884: 130.

65 Mansilla está haciendo referencia a Ferdinand Lesseps quien dirigió los trabajos para la construcción del Canal de Suez que fue inaugurado el 17 de febrero de 1867.

66 Mansilla, 2012a: 86.

67 Gasquet, 2007: 121.

68 Así en el original.

69 Viglione, 1890: 123.

70 Obligado, 1873: 77.

71 Ibídem: 85.

72 Al respeto véase nota 33.

73 .tan mala impresión como la que el europeo recibe al bajar a esta costa de áfrica (Obligado, 1973: 66). El autor deliberadamente sitúa al lector en la costa de áfrica, condensando en esa puntualización geográfica llamada áfrica toda la carga negativa que ello implica. Es aún más llamativo porque como veremos más adelante la ciudad de Alejandría será para los viajeros del '80 la única ciudad egipcia con sus paseos, jardines y modernos firmamentos que nada tiene que envidiar a una ciudad europea.

74 Obligado, 1873: 66.

75 Mansilla 2012a: 56-57.

76 Obligado, 1873: 71.

77 Obligado, 1873: 72-73.

78 Mansilla, 2012a: 85.

79 Wilde, 1939: 278.

80 Ibídem: 283.

81 Mansilla, 2012a: 80.

82 Viglione, 1890: 94.

83 Obligado, 1873: 119.

84 Wilde, 1939: 279.

85 Ibídem: 286.

86 Ibídem: 298.

87 Durante el Renacimiento europeo de los siglos XV y XVI Europa desarrolla una gran pasión egiptomaníaca por la historia del Egipto faraónico, lo que se ve estimulado por los avances tecnológicos de la época como la imprenta que permitió la multiplicación de libros (guías de viaje) y una mayor difusión sobre el viaje a Egipto; además de los avances de la tecnología (en la navegación) que favorecieron el acceso a Oriente (véase nota 48). Egiptomanía refiere al interés y el estudio del antiguo Egipto con bases que no se ajustan a paradigmas científicos, es así como la egiptomanía ha alimentado un imaginario del pasado egipcio desde lo exótico, lo enigmático y lo mágico (al respecto véase Gómez Espelosín y Pérez Largacha, 1997 y en relación para los norteamericanos la obra de referencia es la de Trafton, 2004. Estas representaciones sobre el antiguo Egipto continúan visibles en la actualidad, por ejemplo las vemos en documentales y revistas de difusión. Dos acontecimientos llevaron a la formación de la egiptología El primero de ellos fue la expedición francesa de Napoleón a Egipto que en el año 1798 llevó consigo un centenar y medio de hombres eruditos, entre ellos: biólogos, químicos, matemáticos, dibujantes y geólogos. La Comisión Francesa para las Ciencias y las Artes de Egipto recorrió el país relevando monumentos, cartografiando la región, registrando escrituras, dibujando todo lo que estaba a su vista. Los resultados de este trabajo fueron publicados entre los años 1809 y 1828, siendo el primer estudio sistemático de los monumentos históricos del país del Nilo (Assmann, 2003: 32). El segundo de los acontecimientos fue la creación también en el año 1798 del Institut d'Egypte en el Cairo dedicado al estudio de la antigüedad faraónica siendo su primer director Gaspard Monge quien había llegado a Egipto con Napoleón.

88 Lebée, 2013: 47-50 y Leclant, 1981: 493. Las ideas y prácticas desarrolladas por la arqueología, la formación de la egiptología y su impacto para nacionalistas egipcios y europeos ha sido analizada por Reid, 2002 y Colla, 2008.

89 Sobre la historia del Museo del Boulaq y la formación de la egiptología véase Abou-Ghazi 1988a; 1988b; 1988c; 1988d y Lebée, 2013. Maspero, 1890 también se refirió sobre los primeros años del Museo.

90 Es conocido el caso de la pareja de obeliscos construidos por el faraón Tutmosis III. Uno fue regalado a Gran Bretaña por Mohamet Alí en el año 1819, el otro fue donado por Ismail Pasha a los Estados Unidos en el año 1869. Otro caso fue el regalo de más de 15000 piezas egipcias a la misión prusiana alentada por el rey Federico Guillermo IV y comandada por el egiptólogo Karl Richard Lepsius (1810-1884) en el año 1842. Para evitar el tráfico de antigüedades algunas medidas tomadas por Mariette fueron la venta legal de algunas piezas que podían ser adquiridas en el Museo del Boulaq con fines científicos e institucionales, especialmente museos. También en el año 1888 pasó a ser obligatorio una autorización previa del Servicio de Antigüedades para iniciar actividades arqueológicas en Egipto y todo lo que ellas saquen a la luz sería resguardado por el recientemente fundado museo de Boulaq (Lebée, 2013: 48-49).

91 Está haciendo referencia al negocio creado alrededor del ascenso a las pirámides. Volveremos más adelante sobre este tema.

92 Wilde, 1939: 292.

93 La ciencia europea no sólo determinó el valor monumental e histórico de las piezas y monumentos egipcios, sino también se planteó una disputa política-cultural por aquellas que eran consideradas de alto valor histórico y representativo del antiguo Egipto.

94 Wilde, 1939: 292-293.

95 Anderson, 2002: 476-487. En relación al desarrollo del concepto de despotismo y despotismo oriental a partir del siglo XVIII y la formulación del concepto de modo de producción asiático por Karl Marx, quien realizó la primera reflexión compleja y organizada de la sociedad y economía oriental, véase Anderson, 2002: 476-568 y Zamora, 1997: 9-47. Una reformulación historiográfica del concepto de modo de producción asiático en relación al antiguo Egipto en Zingarelli, 2015: 27-76. Una interpretación del despotismo oriental como prefigurador de relatos como los de Volney que luego fueron de gran influencia para la generación del '80, véase Gasquet 2007: 35-40.

96 Ibídem: 35. En estos momentos, Egipto formalmente formaba parte del Imperio Otomano. En el año 1882 se retiran rendidas las fuerzas francesas que habían entrado con Napoléon y - tras la derrota a los egipcios en la batalla de Tel el- Kebir por parte de fuerzas inglesas- ese año se formó el protectorado británico en Egipto. Es interesante destacar que las principales instituciones referidas al cuidad del patrimonio histórico (el Servicio de Antigüedades y el Museo del Boulaq) serán siempre dirigidas por franceses.

97 Obligado, 1873: 99.

98 Obligado, 1873: 78.

99 Obligado está haciendo referencia a Ismail Pachá (1830-1895) quien fue el virrey de Egipto entre 1863 y 1879 cuando el país estaba bajo el control del Imperio Otomano.

100 Obligado, 1873: 90.

101 Ibídem: 92.

102 Said, 2002.

103 Un excelente análisis en este sentido es el de Bujaldón de Esteves (2008) sobre el viaje realizado por Ernesto Quesada a Argel, Túnez y Egipto entre los años 1912-1913.

104 Llerena, 1884: 127.

105 Terán, 2004: 22-23.

106 Wilde, 1939: 278-279.

107 Ibídem: 278-279.

108 Ibídem: 280.

109 Ibídem: 298

110 Nuevamente aquí un elemento narrativo de medición, de frontera.

111 Viglione, 1890: 93-94.

112 Ibídem: 96.

113 Ibídem: 96. Viglione hacía referencia a la altura de los edificios y los metros de separación entre ellos alrededor de las plazas, para facilitar el paso entre ellos.

114 Mansilla, 2012a: 86.

115 Wilde, 1939: 276-277.

116 Mansilla, 2012a: 80.

117 Wilde, 1939: 277.

118 Obligado, 1873: 94-95.

119 Mansilla, 2012a: 69.

120 Anderson, 2002: 486 y ss. y Zamora, 1997: 12.

121 Mansilla, 2012a: 88.

122 Ibídem: 101.

123 Viglione, 1890: 101.

124 Ibídem: viii.

125 Bernal, 1993: 29 y ss.

126 Ibídem: 30.

127 Ibídem: 29-30 y capítulo I: 91- 129 y capítulo II: 130-162. Al respecto véase también Gómez Espelosín y Pérez Largacha, 1997: 35 y ss.

128 Viglione, 1890: vii-viii.

129 Llerena, 1884: 138.

130 Svampa, 2006: 17-20.

131 Obligado, 1873: 109.

132 Wilde, 1939: 294.

133 En relación a las ruinas como representación del pasado y la influencia de Volney véase Gasquet, 2007.

134 Gasquet, 2007: 143. Sobre la continuidad del tópico pos generación del '80 véase Gasquet, 2015.

135 Viglione, 1890: 103.

136 Principalmente recurrieron a autores clásicos como Heródoto y Manetón, también siguieron a los egiptólogos de renombre en la época como Mariette y Vyse. Al respecto véase Salem, en prensa.

137 Al respecto véase Farro, 2009 y Vallejo, 2007.

138 Al respecto véase Barrancos, 1996: 61 y ss.

139 En el sentido que lo señala Svampa, 2006: 19: el progreso condensará así la creencia en la perfectibilidad humana.

140 Al respecto véase Vallejo, 2007: 146 y ss.

141 Zingarelli, en prensa.

142 Daneri de Rodrigo, 1980: 118.

143 Las momias con sus cartonajes identificadas como Tadimentet y Herjwood, se encuentran en la actualidad exhibidas en la sala egipcia Fragmentos de historia a orillas del Nilo.

144 Viglione está haciendo referencia al museo de Boulaq donde se encontraba la estatua sedente del faraón Kefrén de la dinastía IV, que había sido encontrada por Auguste Mariette en el templo de granito aledaño a la esfinge. Se estima que esta reproducción es la que en la actualidad se encuentra en el Museo de la Plata.

145 Viglione, 1890: 116.

146 Sobre la historia e interpretación de los calcos egipcios del Museo de La Plata véase Zingarelli. s/p. La elección de las piezas será una muestra más del alto grado de conocimiento que estos hombres tenían de la historia del antiguo Egipto.

147 Destacamos un trabajo pionero sobre la figura de Viglione en Radovanovic, 1992.

148 Estamos haciendo referencia a la obra de Heródoto (2006) sobre Egipt.

149 Lo más probable que Viglione consultara en su versión francesa la reconocida obra de Mariette Aperçu de L'Historie d'Egypte, la que fue publicada en el año 1864. El trabajo de Mariette se popularizó aún más cuando Mary Brodick la tradujo en inglés en el año 1892 bajo el título Outlines of Ancient Egyptian History. Viglione es el único de los viajeros argentinos que estuvo preocupado por transmitir una cronología certera de la historia de Egipto antiguo y contemporáneo, en especificar la datación para cada uno de los monumentos que nombra.

150 Creo que es en el tratado de arquitectura de Thiollet que se establece la correlación entre los estilos egipcios y clásico (Viglione, 1890: 102). Lo más probable que Viglione esté haciendo referencia a la reconocida obra de Thiollet, Nouveau recueil de menuiserie et de décorations intérieures et extérieures. Según en Tratados de arquitectura. Catálogo temático de libros, tratados y revistas editadas entre los siglos XVI y XIX existentes en las principales bibliotecas públicas de Buenos Aires un ejemplar fue donado por la familia Buschiazzo a la Biblioteca de la Sociedad Central de Arquitectos (Shmidt, 1995), Juan Antonio Buschiazzo fue el compañero de Viglione en las trabajos realizados en los edificios fundacionales de la ciudad de La Plata.

151 Esta gran figura mutilada: habla Ampere, es de un efecto prodigioso, es como una aparición eterna. El fantasma de piedra parece atento, se diría que escucha y que mira. Su gran oreja parece recoger los ruidos del pasado; sus ojos dirigidos hacia el Oriente parecen espiar el porvenir; la mirada tiene una profundidad y una verdad que fascinan al espectador. Sobre esta figura, mitad estatua, y mitad montaña, se descubre una majestad singular, una gran serenidad y también una gran dulzura (Viglione, 1890: 110-111). Resulta llamativo que la descripción del paisaje hecha por Viglione se corresponde casi totalmente con las palabras de Ampere. La obra a la que se hace referencia es Voyage en Egypte et en Nubie editada en París en el año 1868. Un análisis más completo de la intertextualidad de la correspondencia de Viglione y en otros relatos de viaje a Egipto de la generación del '80 véase Salem, en prensa.

152 Viglione, 1890: 107.

153 Ibídem: 109.

154 La obra que Viglione está citando es: Inscripciones de la Estrella de Thoutmes III descubierta por A. Marietter-Bet en el Templo de Karnak- Tebas- (Notice des principaux monuments á Boulak par A. Mariette-Bay- 1876, pág. 104 a 107) en Viglione, 1890: 110. Hasta el momento no pudimos contrastar la cita de Viglione.

155 Mansilla, 2012a: 108.

156 Obligado, 1873: 110.

157 Ibídem: 84.

158 Ibídem: 113.

159 Mansilla, 2012a: 112-113.

160 Obligado, 1873: 111-112.

161 Mansilla, 2012a: 113.

162 Viglione, 1890: 99-100; en una de sus cartas definió que el único carácter positivo del hombre árabe era su actitud hacia el trabajo, su capacidad de organización y su fuerza física, que se hacía más potente por su falta de tecnología moderna. Tal es la valoración que hace Viglione que pensaba que debía alentarse la migración árabe a Argentina y Uruguay como trabajadores de las tierras.

FUENTES

1. DANERI DE RODRIGO, Alicia (1980). "Las piezas egipcias del Museo de Ciencias Naturales de La Plata (Segunda Parte)". En Revista del Instituto de Historia Antigua Oriental, vol. 5, Buenos Aires: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, pp. 117-123.         [ Links ]

2. DANERI DE RODRIGO, Alicia (1981). "El Dr. Dardo Rocha y las piezas egipcias del Museo de Ciencias Naturales de La Plata". En Museo y Archivo Dardo Rocha, La Plata.         [ Links ]

3. LLERENA, Juan (1883). "Vuelta a la patria (a través de un hemisferio)". En Nueva Revista de Buenos Aires, año 3, tomo 9, pp. 169-203.         [ Links ]

4. LLERENA, Juan (1884). "Vuelta a la patria (a través de un hemisferio)". En Nueva Revista de Buenos Aires, año 4, tomo 11, pp. 126-152 y pp. 276-300.         [ Links ]

5. MANSILLA, Lucio (2012a). El excursionista del planeta. Escritos de viaje. Selección y prólogo de Sandra Contreras. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

6. MANSILLA, Lucio (2012b). Diario de viaje a Oriente (1850-51) y otras crónicas del viaje oriental. Edición, introducción y notas de María Rosa Lojo. Buenos Aires: Corregidor.         [ Links ]

7. OBLIGADO, Pastor Servando (1973). Viaje a Oriente. De Buenos Aires a Jerusalén. Buenos Aires: Imprenta Americana de Rouge.         [ Links ]

8. VIGLIONE, Luis ángel (1890). Cartas de Nápoles, Alejandría y Cairo de Egipto. Buenos Aires: Imprenta de Martín Biedma.         [ Links ]

9. WILDE, Eduardo (1939). Obras completas. Viajes y observaciones (primera parte). Vol XII. Buenos Aires: Imprenta Belmonte.         [ Links ]

BIBLIOGRAFíA

1. ABOU-GHAZI, Dia' Mahmoud (1988a). "The first Egyptian Museum". En: ASAé, vol. 67, pp. 1-12.         [ Links ]

2. ABOU-GHAZI, Dia' Mahmoud (1988b). "The Journey of the Egyptian Museum from Boulaq to Kasr el-Nil". En ASAé, vol. 67, pp. 15-18.         [ Links ]

3. ABOU-GHAZI, Dia' Mahmoud (1988c). "Personalities that developed the Egyptian Museum. En: ASAé, vol. 67, pp. 19-58.         [ Links ]

4. ABOU-GHAZI, Dia' Mahmoud´ (1988d). "The Museum's Guides and Catalogues". En: ASAé, vol. 67, pp. 59-74.         [ Links ]

5. ALBURQUERQUE, Luis (2006). "Los 'libros de viaje' como género literario. En Lucena Giraldo, M. y Pimentel, J. (Eds.). Diez estudios sobre la literatura de viajes. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

6. ALBURQUERQUE, Luis (2011). "El 'relato de viajes': hitos y formas en la evolución del género". En Revista de Literatura, vol. 73, nº 145, pp. 15-34.         [ Links ]

7. AMIN, Gihane (2015). "Latinoamérica: la cara más afable del orientalismo". En Achiri, N, Baraibar, á y Schmelzer, F. (eds.), Actas del III Congreso Ibero-Africano de Hispanistas. Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra. pp. 87-98.         [ Links ]

8. ANDERSON, Perry (2002). El Estado absolutista. México: Siglo XXI.         [ Links ]

9. ASSMANN, Jan (2003). Moisés el egipcio. Madrid: Oberon.         [ Links ]

10. ASSMANN, Jan (2005). "El lugar de Egipto en la historia de la memoria de Occidente". En Schröder, G. y Breuninger, H. (Comp.). Teoría de la cultura. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, pp. 54-74.         [ Links ]

11. ASSMANN, Jan (2008). Religión y memoria cultural. Diez estudios. Buenos Aires: Libros de la Araucaria-Lilmod.         [ Links ]

12. ASSMANN, Jan (2011). Historia y mito en el Mundo Antiguo. Los orígenes de la cultura en Egipto, Israel y Grecia. Madrid: Gredos.         [ Links ]

13. ASSMANN, Jan (2014). Religio Duplex. How the Enlightenment Reivented Egyptian Religion. Londres: Polity.         [ Links ]

14. ASSMANN, Jan (2017). "Egyptian Mysteries and Secret Societies in the Age of Enlightenment. A 'mnemo-historical' study". En Aegyptiaca. Journal of the History of Reception of Ancient Egypt, nº 1, pp. 4-25.         [ Links ]

15. BARRANCOS, Dora (1996). La escena iluminada: ciencia para trabajadores 1890-1930. Buenos Aires: Plus Ultra.         [ Links ]

16. BARTHES, Roland (2003). Mitologías. Buenos Aires: Siglo XXI.         [ Links ]

17. BERGEL, Martín (2015). El oriente desplazado. Los intelectuales y los orígenes del tercermundismo en la Argentina. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.         [ Links ]

18. BERNAL, Martin (1993) Atenea Negra. Las raíces afroasiáticas de la civilización clásica. Vol. I. La invención de la antigua Grecia, 1785-1985. Barcelona: Crítica.         [ Links ]

19. BUJALDóN DE ESTEVES, Lila (2008). "El orientalismo de Ernesto Quesada. Argel, Túnez y Egipto en su vuelta al mundo de 1912-1913" (en línea). En Letras, vol. 57-58, pp. 31-44.         [ Links ]

20. BURKART, Arthur John (1981). Tourism: past, present and future. Londres: Heinemann.         [ Links ]

21. CARRIZO RUEDA, Sofía (1997). Poética del relato de viajes. Kassel: Reichenberger.         [ Links ]

22. CARRIZO RUEDA, Sofía (2008). "El viaje omnipresente. Su funcionalidad discursiva en los relatos de culturales de la segunda modernidad". En Letras, vol. 57-58, pp. 45-56. (en línea)        [ Links ]

23. CLAYTON, Peter, (1984). The Rediscovery of Ancient Egyptian. Artist and Travellers in the 19th Century. Londres: Thames & Hudson.         [ Links ]

24. COLLA, Elliot (2008). Conflicted Antiquities. Egyptology, Egyptomania, Egyptian Modernity. Durham: Duke University Press.         [ Links ]

25. FARRO, Máximo (2009). La formación del Museo de La Plata. Coleccionistas, comerciantes, estudiosos y naturalistas viajeros a fines del siglo XIX. Rosario: Prohistoria.         [ Links ]

26. FERNáNDEZ, Javier (1993). Viajes por Europa, áfrica y América 1845-1847 y diario de gastos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

27. FUENTES, Carlos (1969). La nueva novela hispanoamericana. México: Cuadernos de Joaquín Mortiz.         [ Links ]

28. GASQUET, Axel (2007). Oriente al Sur: el orientalismo literario argentino, de Esteban Echeverría a Roberto Arlt. Buenos Aires: Eudeba.         [ Links ]

29. GASQUET, AXEL (2008). "El orientalismo argentino (1900-1940). De la revista Nosotros al Grupo Sur". En Latin American Studies Center, Working Paper, n° 22, USA: University of Maryland, College Park, pp. 1-24.         [ Links ]

30. GASQUET, Axel (2013). "El motivo árabe en el modernismo y posmodernismo argentino: ángel Estrada, Arturo Capdevilla y álvaro Melián Lafinur". En Transmodernity: Journal of Peripheral Cultural Production of the Luso-Hispanic World, nº 2 (2), pp. 20-50.         [ Links ]

31. GASQUET, Axel (2015). El llamado de Oriente, historia cultural del orientalismo argentino (1900-1950). Buenos Aires: Eudeba.         [ Links ]

32. GóMEZ ESPELOSíN, Francisco y PéREZ LARGACHA, Antonio (1997). Egiptomanía. Madrid: Alianza.         [ Links ]

33. GUZMáN RUBIO, Federico (2011). "Tipología del relato de viajes en la literatura hispanoamericana: definiciones y desarrollo". En Revista de Literatura, vol. 73, nº 45, pp. 111-130.         [ Links ]

34. HALPERíN DONGHI, Tulio (1951). El pensamiento de Echeverría. Buenos Aires: Sudamericana.         [ Links ]

35. HALPERíN DONGHI, Tulio (1982). Una nación para el desierto argentino. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.         [ Links ]

36. HERóDOTO (2006) Historia I. Barcelona: Gredos.         [ Links ]

37. JITRIK, Noé (1969). Los viajeros. Buenos Aires: Jorge álvarez.         [ Links ]

38. JITRIK, Noé (1982). El mundo del Ochenta. Centro Editor de América Latina.         [ Links ]

39. LEBéE, Thomas (2013). Le musée d'antiquités égyptiennes de Bulaq (1858-1889). Faire connaître et aimer l'égypte ancienne au XIXe siècle. Paris: école du Louvre, Mémoire d'étude.         [ Links ]

40. LECLANT, Jean (1981). "Mariette Pacha et le patrimoine archéologique de l´égypte". En Comptes rendus des séances de l'Académie des Inscriptions et Belles- Lettres, vol.125, pp. 487-496.         [ Links ]

41. MARIETTE, Auguste (1864). Aperçu de l'histoire d'Egypte. Depuis les temps les plus reculés jusqu'á la conquête musulmane. Alejandría: F. Mourès.         [ Links ]

42. MASPERO, Gaston (1890). "Le musée de Boulaq et le musée de Gizéh". En La nature, vol.18, pp. 199-202.         [ Links ]

43. OBLIGADO, Pastor Servando (1908). "Una argentina en Karnack". En Tradiciones y Recuerdos. Séptima Serie. Buenos Aires: Imprenta Spinelli. pp. 301-309.         [ Links ]

44. PIGLIA, Ricardo (1980). "Notas sobre Facundo". En Punto de vista, año 3, nº 8, pp. 13-18.         [ Links ]

45. POPOLIZIO, E. (1954). Vida de Lucio V. Mansilla. Buenos Aires: Peuser.         [ Links ]

46. RADOVANOVIC, E. 1992. "Luis ángel Viglione. Un aficionado a la egiptología". En Todo es Historia, nº298, pp. 46-56.         [ Links ]

47. RAY, John (2012). The Rosetta Stone and the Rebirth of Ancient Egypt. Cambridge: Harvard University Press.         [ Links ]

48. REID, Donald Malcolm (2002). Whose Pharaophs? Archeology, Museums, and Egyptian National Identity from Napoleon to World War I. El Cairo: The American University in Cairo Press.         [ Links ]

49. SAID, Edward (2002). Orientalismo. Barcelona: Edición De Bolsillo.         [ Links ]

50. SALEM, Leila (en prensa). "El viaje a Egipto en los hombres de la generación del '80: positivismo y racionalidad en la formación de la egiptología en Argentina".         [ Links ]

51. SHMIDT, Claudia (1995). Tratados de arquitectura. Catálogo temático de libros, tratados y revistas editadas entre los siglos XVI y XIX existentes en las principales bibliotecas públicas de Buenos Aires. Buenos Aires:Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas "Mario J. Buschiazzo", Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo Universidad de Buenos Aires.         [ Links ]

52. SMITH, Douglas Kristopher (2006). "Prolegómenos para el estudio de las nociones civilizatorias orientalistas operativas en el pensamiento político latinoamericano: el caso de Chile decimonónico". En Tabula Rasa, nº 25, Bogotá, pp. 263-378.         [ Links ]

53. SVAMPA, Maristella (2006). El dilema argentino. Civilización o barbarie. Buenos Aires: Taurus.         [ Links ]

54. TABOADA, Hernán (1998). "Orientalismo periférico de viajeros latinoamericanos (1786-1920)". En Estudios de Asia y áfrica, vol. 33, nº 2, pp. 285-305.         [ Links ]

55. TERáN, Oscar (2004). "Ideas e intelectuales en la Argentina, 1880-1980". En: Terán, O. (coord.). Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo XX latinoamericano. Buenos Aires: Siglo XXI, pp. 13-34.         [ Links ]

56. TODOROV, Tzvetan (1991). Nosotros y los otros. México: Siglo XXI.         [ Links ]

57. TRAFTON, Scott (2004). Egypt Land. Race and Nineteenth-century American Egyptomania. Durham: Duke University Press.         [ Links ]

58. TYLDESLEY, Joyce (2005). Egypt. How A Lost Civilization Was Rediscovered. Londres: BBC Books.         [ Links ]

59. VALLEJO, Gustavo (2007). Escenarios de la cultura científica argentina: Ciudad y universidad (1882-1955). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

60. VIñAS, David (1998). De Sarmiento a Dios. Viajeros argentinos a USA. Buenos Aires: Sudamericana.         [ Links ]

61. VOLNEY, Constantin C.G. (1787). Voyage en Syrie et en égypt, pendant les années 1783, 1784, & 1785. París: Volland. 2 volúmenes.         [ Links ]

62. WEINBERG, Gregorio (1998). La ciencia y la idea de progreso en América Latina, 1860-1039. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

63. ZAMORA, José ángel (1997). Sobre el "Modo de Producción Asiático en Ugarit". Madrid-Zaragoza: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

64. ZIAUDDIN, Sardar (2004). Extraño Oriente. Historia de un prejuicio. Barcelona: Gedisa.         [ Links ]

65. ZINGARELLI, Andrea (2015). "Asiatic Modo of Production: Consideratios on Ancient Egypt". En Da Graca, L. y Zingarelli, A. (Eds.). Studies on Pre-Capitalist Modes of Production. Leiden: Brill, pp. 27-76.         [ Links ]

66. ZINGARELLI, Andrea, et.al, (en prensa). Los Calcos Egipcios del Museo de La Plata. La Plata: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.         [ Links ]

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons