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Revista de historia americana y argentina

versión impresa ISSN 2314-1549versión On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.53 no.2 Mendoza dic. 2018

 

DOSSIERS TEMáTICOS

PRáCTICAS, PERSONAL POLíTICO Y ELECCIONES MUNICIPALES EN EL PERONISMO BONAERENSE (1948-1955)

 

José Marcilese

UNS/CONICET. Bahía Blanca, Argentina. josemarcilese@hotmail.com

Recibido: 5-7-2018
Aceptado: 6-08-2018

 

RESUMEN

Este trabajo analiza la composición del personal político peronista de la provincia de Buenos Aires durante la etapa 1948-1955, a partir de un enfoque orientado a considerar la integración de los gobiernos locales tanto en el plano legislativo como ejecutivo. El examen se encara a partir del interés por establecer los rasgos propios así como también los criterios tradicionales que perduran en el peronismo al momento de determinar las candidaturas municipales.En este caso el análisis de los funcionarios municipales conduce a pensar que perduraron principios de selección orientados por la notabilidad tradicional, que promovieron la integración de liderazgos locales estables.
Palabras Claves: Peronismo; Provincia de Buenos Aires; Elecciones; Partido político.

ABSTRACT

This paper analyzes the composition of peronist political personnel in the province of Buenos Aires during the 1948-1955 period, based on an approach aimed at considering the integration of local governments in both the legislative and executive levels. The examination is addressed from the interest to establish the own characteristics as well as the traditional criteria that persist in the Peronism at the time of determining the municipal candidacies. In this case, the analysis of the municipal officials leads us to believe that selection principles guided by traditional notability persisted, which promoted the integration of stable local leaderships.
Keywords: Peronism; Province of Buenos Aires; Elections; Political party.

 

INTRODUCCIóN

El Municipio es la base de contacto del Movimiento con el pueblo1.

Desde las primeras horas de la mañana del 3 de octubre de 1951, los salones de la Escuela Superior Peronista ubicados en el centro porteñocomenzaron a colmarse de dirigentes provenientes de todos los rincones de la provincia de Buenos Aires. Habían sido citados con antelación por la dirección partidaria para compartir una jornada de formación doctrinaria.
En algunos casos los convocados eran figuras políticas reconocidas del Gran Buenos Aires, con fluidas relaciones y contactos cercanos con el gobierno nacional, en otros se trataba de ignotos dirigentes provenientes de distritos del interior provincial, de carácter rural y escasamente poblados. Representantesgremiales se mezclaban con profesionales y productores rurales, y el único rasgo que los unía era su condición de ser candidatos a intendente para alguna de las 112 comunas del distrito bonaerense en las elecciones del 11 de noviembre de 1951.
La reunión tuvo como orador central al presidente Juan Perón, quien arribó al local al promediar la mañana para dirigirse a los presentes sobre cuestiones relativas a las expectativas que la direccióndel peronismo mantenía en relación al ejercicio de la conducción política, en particular en los ámbitos locales.
El discurso del mandatario se centró en el rol que la formación impartida por las escuelas peronistas tendría en la preparación de los dirigentes con el fin de lograr una conducción científica de la política y no entregar esta a los caudillos, aclarando que

(.) nosotros no somos contrarios al sentimiento local pero si al caudillo vicioso. Para luego concluir que.no somos partidarios de que los hombres se enquisten en sus puestos, porque queremos que las fuerzas nuevas, jóvenes que vienen de abajo, que han de sucedernos a nosotros sean los hombres que se estén haciendo a las armas de la lucha política y a las armas del gobierno2.

Afirmación que parece anticipar la discusión en torno al trasvasamiento generacional que articularía parte del debate interno del peronismo a finales de la década de 1960.
En su alocución el primer mandatario no dejó dudas en relación al tipo de conducción que el peronismo pretendía, distante del modelo de los partidos tradicionales, que se articulaba en torno al estilo de gestión personalista practicado por jefes políticos con arraigo territorial, que ejercían el poder a partir de redes interpersonales, en algunos casos empleando mecanismos clientelares. Asimismo, el mandatario advirtió acerca de la necesidad de una alternancia en la dirección política, que diera lugar al ingreso de nuevos dirigentes, como una manera de renovar al personal político peronista, para de esa manera evitar la generación de caudillos y favorecer la formación de cuadros de conducción.
Dicho esto, el presente trabajo tiene como objetivo indagar acerca de la composición del personal político peronista bonaerense de orden local que se desempeñó entre 1948 y 1955 considerando variables cuantitativas como la composición por género, el nivel educativo y las profesiones de origen. Con el propósito de reconocer tantoel perfil de los dirigentes electos al frente de las comunas como las prácticas que regularon su accionar y, en particular, como estas se articularon con las directivas generadas desde las agencias centrales del Partido Peronista. Para ello se analizaron los perfiles individuales de más de tres centenares de dirigentes que asumieron funciones ejecutivas al frente de las 112 comunas bonaerenses a partir de las elecciones de 1948, 1951 y 1954.
En el plano historiográfico este trabajo reconoce valiosas referencias en estudios realizados sobre las trayectorias de los legisladores de diversas fuerzas partidarias, así como también en las indagaciones acerca de los elencos de funcionarios, desde perspectivas tanto de orden nacional como provincial, algunas de las cuales se han focalizado en la integración del personal político peronista3.

EL PERONISMO BONAERENSE Y LAS ELECCIONES MUNICIPALES DE 1948

La elección del 24 de febrero de 1946 se resolvió en favor de la coalición peronista que sostenía la candidatura presidencial de Juan Perón, que también se impuso en el orden legislativo al igual que en casi la totalidad de los gobiernos provinciales, entre ellos el bonaerense. Sin embargo, en este último distrito la justicia electoral resolvió postergar las elecciones municipales, una disposición que fue luego renovada por decisión del flamante gobernador Domingo Mercante.Esta determinación presentaba una directa relación con el conflictivo panorama interno que presentaba el peronismo en el plano organizacional, motivado primero por los desacuerdos entre laboristas y radicales renovadores para luego expresarse en disputas facciosas en vísperas de la normalización partidaria.
Ante esa situación la conducción provincial optó por postergar en sucesivas oportunidades las elecciones municipales, debido a que dudaba que una agrupación política con ese nivel de conflictividad interna pudiera salir victoriosa en el plano local. Por ese motivo, la administración de las comunas fue asumida por comisionados municipales, funcionarios designados por el ejecutivo provincial.Entre el 5 de enero de 1945 y el 31 de enero de 1946 fueron designados 279 comisionados para los 112 municipios bonaerenses4. Esta falta de continuidad, en parte originada por las tensiones internas del oficialismo, restó eficacia a la gestión de los funcionarios que, en ocasiones, se desempeñaron por solo unos meses para luego renunciar.
Recién después de realizarse la interna del 21 de septiembre de 1947, que culminó con un Partido Peronista organizado y autoridades electas en el orden local, la justicia electoral convocó a elecciones para marzo de 1948.Sin embargo, a pesar de que los comicios internos establecieron qué sector del peronismo detentaría la conducción partidaria en los diversos municipios bonaerenses, no determinaron quiénes serían los candidatos a ocupar la intendencia y las bancas del Concejo Deliberante, así como tampoco las bancas legislativas que debían renovarse a comienzos de 1948. Esta tarea estuvo a cargo de una asamblea partidaria integrada por los convencionales electos en cada uno de los municipios, y por lo tanto representantes de las facciones locales vencederas.
Por entonces la provincia contaba con 112 municipios distribuidos en siete secciones electorales, más La Plata, capital provincial. En su gran mayoría la población de concentraba en las 17 comunas del GBA, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca. Mientas que el resto de los residentes habitaban ciudades pequeñas y de ellos la mitad lo hacía en poblaciones de menos de 2000 habitantes o en zonas rurales5.
La organización del Partido Peronista en cada uno de esos distritos y luego la integración de las nóminas comunales de candidatos no resultó una tarea sencilla y puso a prueba el grado de maduración de la nueva fuerza política. En lo que refiere a la selección de sus candidatos, el peronismo posibilitó el ingreso de sectores no tradicionales a la escena política, pero solo en una proporción menor, reservando por lo general los principales cargos locales a personas que respondían a los criterios de notabilidad tradicionales. Tanto es así que el perfil de los candidatos a intendente designados por la convención del Partido Peronista revela una alta proporción de profesionales liberales, en su mayoría médicos y abogados, por sobre la presencia de dirigentes provenientes del mundo sindical. Una particularidad que se puede adjudicar tanto a un mayor disponibilidad de tiempo y recursos materiales por parte de quienes detentaban ese nivel de formación, argumento expuesto por Oscar Aelo al analizar el origen de los legisladores peronistas bonaerenses, como a la permanencia en el electorado de cierta valoración por la notabilidad tradicional6 que, especialmente en las poblaciones pequeñas, se relacionaba con la instrucción universitaria. Al respecto resulta necesario ponderar en particular el reconocimiento que recibían ciertos profesionales vinculados al ejercicio de la medicina (médicos, odontólogos o farmacéuticos) tanto en poblaciones rurales como urbanas donde los servicios asistenciales estatales presentaban un desarrollo limitado en los años iniciales del primer peronismo7.

Del mismo modo, resulta significativa la presencia de candidatos relacionados con la actividad agropecuaria en casi la totalidad de los eslabones de la cadena productiva, desdeproductores rurales, arrendatarios o propietarios, rurales hasta acopiadores y martilleros. Todos ellos componentes centrales de los circuitos comerciales y laborales, locales y regionales, en la mayor parte del territorio bonaerense. En algunos casos eran miembros incluso de familias acomodadas, de reconocido prestigio en sus comunidades y con fluidas vinculaciones con el mundo asociativo y deportivo (cuadro n°1).

Cuadro nº 1: Profesión u ocupación de los intendentes peronistas bonaerenses de 1948, 1951 y 1954

Fuente: elaboración propia a partir de registros periodísticos, guías sociales, testimonios orales y publicaciones locales. Si bien hay intendentes que fueron elegidos en más de una oportunidad a los efectos de la cuantificación se consideró cada elección por separado.

Al respecto resulta pertinente apelar a la formulación de Pierre Bourdieu que sostiene la existencia de dos tipos diferentes de capital político, el que se obtiene por delegación y el que se detenta a título personal8, presentando este último dos orígenes posibles: la notoriedad y la heroicidad. En el primer caso remite a la popularidad, originada en la reputación o bien en posesión de una cualificación específica en ocasiones producto de la reconversión de un capital de notoriedad generado en otro ámbito, una afirmación que permite comprender el reconocimiento que recibían tanto los profesionales universitarios como los productores reconocidos en buena parte de los distritos bonaerenses. Por lo que es posible suponer que en ese contexto fueron dirigentes poseedores de atributos vinculados a la pericia personal, las relaciones personales o los recursos monetarios, aquellos que Michel Offerle denomina como capitales personales, quienes asumieron la difícil tarea de conducir al peronismo y asumir funciones electivas en las sucesivas contiendas electorales9. Especialmente, en los espacios locales alejados de las áreas industriales donde la presencia sindical era limitada y las redes de contención como los recursos eran provistos por dirigentes locales, que ponían a disposición capitales personales, que resultaban esenciales para aglutinar voluntades y definir estrategias de continuidad.
Luego de terminado el proceso de selección de candidatos y presentación de listas, una breve campaña electoral dejó lugar a la elección, que en 1948 se desdobló en dos instancias, el 7 de marzo fueron electos los legisladores nacionales y una semana después los cargos provinciales y municipales. En ambos casos el peronismo se impuso con amplitud y a nivel local sus candidatos ganaron en 100 de las 112 comunas10, obteniendo 664 bancas de concejales frente a 422 de la UCR, 66 del Partido Demócrata y 10 del Partido Socialista11.
En lo sucesivo, a pesar de normalización partidaria primero y luego de una amplia victoria electoral en algunas comunasla persistencia de desacuerdos internos al igual que cierta impericia administrativa, generó la intervención de 15 comunas por parte del gobierno provincial. No obstante lo cual cuando se regularizó la situación de esos distritos en la elección de 195012, el peronismo se impuso nuevamente en la totalidad de ellos. Esto pone de manifiesto la capacidad de reorganización que presentó el oficialismo en los distritos donde sus intendentes, por motivos diversos, vieron interrumpidos sus mandatos. La excepción fue la ciudad de La Plata, allí no se eligió intendente porque de acuerdo con lo establecido por la Constitución Provincial reformada de 1949, esa función pasó a manos del propio gobernador.
Al igual que dos años antes, en 1950 las candidaturas peronistas se enunciaron en una convención provincial partidaria, que resolvió promulgar la formula Domingo Mercante-José Luis Passerini para la gobernación bonaerense, conjuntamente con las restantes candidaturas provinciales y municipales13.

LA RENOVACIóN DE LOS GOBIERNOS MUNICIPALES EN 1951

El Partido Peronista en la provincia de Buenos Aires culminó su proceso de institucionalización cuando luego de la segunda interna, realizada el diciembre de 1949, la convención de delegados dispuso en asamblea la integración de un Consejo Directivo. En términos organizativos este hecho supuso terminar con la gestión de interventores designados por el Consejo Superior y disponer por primera vez de una dirección distrital autónoma.
Este escenario de normalidad institucional perduró hasta que en junio de 1951 la conducción nacional del Partido Peronista resolvió intervenir nuevamente a la subunidad bonaerense, la primera de una serie de medidas que tenían como fin erosionar la articulación del mercantismo, la facción interna que respondía al gobernador provincial. Esta tendencia se profundizó a partir de los comicios generales de noviembre de 1951, en lo que el mayor Carlos Aloé resultó electo gobernador de la provincia de Buenos Aires, cuando los sectores del peronismo bonaerense ligados a la gestión de Domingo Mercante fueron apartados de las reparticiones estatales y expulsados de los organismos partidarios. Esta persecución culminó incluso con la expulsión del Partido Peronista del propio ex gobernador y el inició de procesos judiciales ala mayoría de sus ministros14.
La ruptura del ordenamiento partidario conformado en los años del mercantismo resulto determinante al momento de establecerse las candidaturas a intendentes. Solo en 14 de los 100 municipios en los que el peronismo se impuso el intendente fue reelecto, un dato que coincide con lo ocurrido con los legisladores provinciales y que permite suponer un ingreso masivo de funcionarios sin antecedentes en la gestión pública15. El perfil de los candidatos no presentó modificaciones en relación a los criterios de selección empleados en 1948, continuaron siendo numerosos los casos de profesionales liberales como así también de vecinos vinculados a la producción rural y el comercio. Mientras que los obreros o empleados, en su gran mayoría con militancia sindical en los gremios municipales o ferroviarios, los únicos con presencia en casi la totalidad de los distritos, ocuparon una posición minoritaria.
En el plano de la dinámica estatal, desde su inicio la nueva administración provincial impulsó un proceso de centralización en la administración pública y de intervención de organismos, que presentó como uno de sus rasgos constitutivos un progresivo avance del gobierno provincial sobre la autonomía de las comunas, tanto oficialistas como opositoras16.
En la praxis esta tendencia se tradujo en un mayor control por parte del estado bonaerense sobre el accionar de las municipalidades, mediante la conformación de organismos de inspección, como así también mediante la realización de encuentros de intendentes con autoridades provinciales, con el objeto de unificar los criterios administrativos y de gestión. Estas jornadas se realizan en dos ocasiones, la primera en 1952 y la segunda en 1954, en ambas oportunidades poco después de la renovación de las autoridades comunales. Tales reuniones le permitieron al gobierno provincial no solo efectuar un seguimiento directo de la situación política de cada distrito sino también exponer los lineamientos que debían guiar las gestiones comunales. Al mismo tiempo, resultaron funcionales al gobierno provincial para marcar distancia con las administraciones comunales en manos de la oposición que, como era de suponerse, no respondieron a la convocatoria.
Simultáneamente desde el gobierno nacional se buscó desligar a los jefes comunales de la actividad política y redefinir su rol hacia una labor meramente administrativa. Este tema fue considerado por Perón en un discurso ante los intendentes bonaerenses electos, en noviembre de 1951, que fue luego publicado por un matutino porteño:

(...) se refirió luego a la necesidad de que cada hombre de gobierno recuerde que su misión fundamental es gobernar y administrar, considerando la acción política como secundaria o subsidiaria. El partido -dijo- tiene como misión fundamental la de organizar políticamente a las fuerzas peronistas y ayudar al gobierno como misión secundaria. Vale decir que ni la política puede tomar al Gobierno ni el Gobierno puede tomar la política, son dos funciones distintas: una marcha sobre el Gobierno y la administración: la otra sobre la política. Las dos se ayudan entre sí para servir en una u otra tarea17.

Al año siguiente Perón se dirigió nuevamente a los intendentes bonaerenses y los términos de su discurso fueron similares:

(...) el gobierno táctico estará a cargo de los intendentes en cada comuna y la conducción política estará en manos de los jefes, de los interventores por ahora y de los representantes de las fuerzas políticas cuando se organicen. Si cada uno está en su casa y Dios en la de todos -añadió- es muy probable que mantengamos siempre buenas relaciones y luchemos por un objetivo común18.

Tanto en ésta, como en otras disertaciones, el discurso oficial en torno a las características que debían presentar los intendentes se constituyó en torno a diversos tópicos, el más relevante pareció ser la necesidad de desligar a los jefes comunales de la función política, la cual debía recaer necesariamente en manos de los subcomandoslocales del Partido Peronista. Estos organismos, donde se fusionaban las esferas estatal y partidaria, serían la expresión local del movimiento peronista, la modalidad organizativa que asume oficialmente el peronismo desde julio de 1952 y estarían integrados por un representante de cada una de las tres ramas (Partido Peronista Femenino, Partido Peronista Masculino y CGT) junto al intendente19.
Este requerimiento no parecía sencillo de aplicar, en particular si se considera que para llevar adelante una gestión municipal el intendente necesitaba detentar cierto grado de autoridad sobre el peronismo local y sus facciones internas, de otra manera el éxito de su administración podía fácilmente verse malogrado o quedar supeditado a factores ajenos a su control.
Asimismo, la retracción del rol político de los intendentes se articuló con otro de los principios presentes en los discursos que dirigió Perón a los funcionarios comunales: la necesidad de romper con las prácticas políticas de los partidos tradicionales. Para considerar el tema, el mandatario construyó un razonamiento basado en polos opuestos, la figura del caudillo frente a la del conductor, mientras el primero reunía las características personalistas una cultura política que el peronismo consideraba caduca, el segundo era parte de una renovación que buscaba un ejercicio planificado de las acciones de gobierno, que no dejaba lugar a las aspiraciones personales y priorizaba el desarrollo del movimiento por sobre las pretensiones individuales. De manera tal que el rol político del intendente parecía desdibujarse dentro de un esquema de circulación del poder delineado en función de las autoridades partidarias y con directrices de gestión supeditadas a una planificación supralocal.
En los hechos, un momento en el cual se acentuaban las tensiones y semanifestaba la vigencia del individuo por sobre el partido, eran las momentos electorales, la instancia en que los dirigentes de nivel provincial o municipal se convertían en actores centrales de los actos y movilizaciones. Este hecho fue percibido como inapropiado para la cohesión partidaria y en febrero de 1954 la autoridades de la intervención provincial determinaron, según lo dispuesto por el Consejo Superior Peronista, que toda la propaganda mural y afiches que se realizasen con motivo de las elecciones de abril deberían contar con la leyenda Apoye al General Perón votando a los candidatos peronistas, prescindiendo de cualquier alusión de carácter personal a un candidato en particular20. Esta era una medida concreta para disolver el protagonismo de los candidatos, mediante una alusión generalizadora que centraba su atención en la figura del Líder. Una restricción similar reguló empleo de la calificación de peronista, que solo podría ser empleada durante el transcurso del proceso electoral por.aquellas entidades autorizadas por lo comandos de las fuerzas que integran el movimiento21, del mismo modo que los letreros indicadores y la papelería de las Unidades Básicas solo podían llevar el nombre del Partido Peronista evitando incluir menciones personales a dirigentes o facciones.

LA úLTIMA ELECCIóN LOCAL DEL PRIMER PERONISMO BONAERENSE

Al igual que en 1951 en las elecciones municipales del 11 de noviembre de 1954 se renovaron la totalidad de las intendencias de la provincia de Buenos Aires. En contraste con lo ocurrido tres años antes la mitad de los dirigentes seleccionados para conducir los municipios bonaerenses en abril de 1954 ya eran intendentes en sus distritos. Una tendencia que se verifica en la totalidad de las secciones electorales y tanto en distritos densamente poblados del GBA como en comunas estrictamente rurales. Mientras que en otras 15 comunas los candidatos que presentó el oficialismo se venían desempeñando como concejales, una circunstancia que habilita a pensar también en la existencia de un cursus honorum que determinaba un ascenso progresivo en la gestión pública, que en el plano local culminaba en la intendencia. No obstante esto la misma tendencia no se percibe en el pasaje de dirigentes municipales a puestos legislativos -solo algunos intendentes ingresaron luego a las cámaras-, una circunstancia que permite suponer la existencia de esferas de actuación diferenciadas en el personal político del peronismo, al menos en el área bonaerense.
Al igual que en ocasiones anteriores la elección favoreció en forma abrumadora al peronismo, que ganó 103 municipios, mientas que su principal opositor, el radicalismo, solo se impuso en 8 comunas, que fueron intervenidas algunos meses después22. La reelección fue un rasgo que se reiteró también en el personal político que integró las listas para conformar los cuerpos deliberativos municipales, a tal punto que en 53 de los 111 municipios la mitad de los candidatos a concejales peronistas renovaron sus bancas (gráfico n°1).

Gráfico nº 1: Intendentes peronistas y alternancia en las elecciones municipales de 1951 -1954

Teniendo en cuenta esto es posible suponer que un factor que gravitó al momento de definir las candidaturas a intendentes, que asumirían sus cargos recién a comienzos de 1955, fue preservar a aquellos funcionarios que habían desempeñado correctamente su labor. Esta apelación a la experiencia en un escenario complejo como lo era resultante de la crisis económica del bienio 1951-1952, parece haber sido la estrategia adoptada por el peronismo23. Esta situación fue advertida en los diversos documentos partidarios que circularon durante 1954 que, entre otros lineamientos, resaltaron la centralidad que las administraciones locales presentaban para la estrategia política del oficialismo.

Los municipios centralizan inmediata, efectiva y realmente, todas la inquietudes y objetivos de los vecinos. Es allí, pues, donde son más vulnerables las líneas defensivas de la acción política y desde donde se puede actuar con más peligrosidad sobres los centros del gobierno y del Movimiento Peronista. Debe tenerse en cuenta que la idiosincrasia de la población rural, su formación y posibilidades de informarse sobre la realidad peronista, lo llevará a juzgar a esta por lo que el Intendente y demás autoridades municipales le proporcionen, en procura del desenvolvimiento normal, fácil y feliz de su vida24.

Este interés por la pericia de los jefes comunales permite entender mejor los informes realizados por el Ministerio de Asuntos Políticos con el fin de evaluar a los candidatospara la elección de abril de 1954,en los que se pondera entre otros aspectos el concepto en su medio ambiente, frase que refiere al prestigio del aspirante en su comunidad, para lo que se indaga en sus vínculos con el mundo asociativo (sociedades de fomento, clubes, cooperativas, etc.) y en su vida de relación con la comunidad. También se examina su personalidad como conductor político y gravitación en el electorado, tanto entre los afiliados y simpatizantes pero en particular en las organizaciones sindicales25. Así, se advierte como la red de vinculaciones resultaba tan significativa como las capacidades personales de los candidatos al momento de considerar la pertinencia de sus nominaciones.
Sin embargo, también existen razones para suponer que la ausencia de comicios internos no favoreció la alternancia de dirigentes y posibilitó la reelección, en una parte significativa de los distritos, de los mismos elencos que se venían desempeñando al frente de las comunas desde, al menos, finales de 1949, cuando se efectuó la última elección de autoridades locales. En especial porque la intervención partidaria del Consejo Superior Peronista sobre la subunidad partidaria bonaerense en junio de 1951 refrendó la legitimidad de las autoridades emergentes de esa interna, al designarlas al frente de las intervenciones comunales.
En relación al perfil de los candidatos, la centralidad que el movimiento obrero presentaba en la articulación interna del peronismo no se reflejó nuevamente en las nominacionesa tal punto que solo el 22% de los candidatos eran obreros o empleados, en su amplia mayoría con militancia gremial. Al igual que en las elecciones precedentes fueron profesionales liberalesy productores rurales o actores vinculados a la comercialización y producción agropecuaria los elegidos para ocuparlos ejecutivos municipales en la mayor parte de la comunas. Un perfil que parece responder a lo expresado en el acto de clausura del Congreso Extraordinario de Municipios Bonaerenses por el gobernador Aloe, quien afirmó que gracias a la doctrina peronista (.) el caudillo ha sido reemplazado por la voluntad popular, por el intendente, quien (.) debe ser un hombre de prestigio sin vicios, un prestigio vinculado, como se ve, a una notabilidad de carácter tradicional26.
La presencia de profesionales ocupando roles centrales en el personal político de orden municipal se produjo a pesar de que una proporción mayoritaria militaban en el radicalismo, a tal punto que el documento generado por el encuentro partidario distrital peronista de 1954 concluyó: Ello ha creado dificultades para aglutinar con Perón al sector correspondiente con la abogacía y también con la medicina, pues aún no se ha podido lograr que sus colegios se dediquen más a sus fines específicos, que a la política opositora27, una situación que si bien se manifestó en la oposición activa de las asociaciones que los representaban no ocluyó la participación de universitarios en cargos electivos representando al peronismo28.
En lo que concierne a la participación de la tercera rama del movimiento, articulada en torno al Partido Peronista Femenino, no tuvo representación en los cargos de orden local, a pesar que de los 45 legisladores electos a nivel provincial en 1954, 13 fueron mujeres (29%)29.Sin embargo, la participación femenina en el armado de las candidaturas locales fue nula en la totalidad de los distritos, una situación que supone altos niveles de autonomía y discrecionalidad por parte de las direcciones partidarias de orden local, respecto a los criterios que regulaban el armado de las nóminas legislativas peronistas en el orden provincial o nacional. Este desequilibrio parece aún más evidente si se considera en nivel de articulación que el Partido Peronista Femenino había alcanzado en la provincia de Buenos Aires, en donde para 1954 funcionaban 501 Unidades Básicas en las que militaban 661.000 mujeres, solo un poco menos que las 608 UB y los 800.000 adherentes que tenía su par masculino30. Aunque también resulta conveniente reconocer que la participación femenina se vio afectada por la necesidad de compatibilizar las funciones políticas con modelos genéricos restrictivos, que presentaban valoraciones ambiguas respecto del rol de la mujer en la esfera política31. Siendo uno de los aspectos centrales de esa ponderación el adjudicar a la función política femenina un fin social, central en la dinámica de las UB femeninas, que resultaba una limitación para las aspiraciones de las mujeres en el plano político-partidario32. Una situación que es posible suponer no resultaba funcional a la incorporación de la mujer a la dimensión representativa municipal.
En línea con lo expuesto en los párrafos precedentes, parece pertinente apelar a la teorización formulada por Samuel Eldersveld en torno al funcionamiento de los partidos políticos para evaluar la dinámica del peronismo, en particular cuando se refiere a la presencia de estructuras de poder con cierto nivel de autonomía al interior de las organizaciones partidarias, que operan como estratos independientes de la conducción central33. Esta conceptualización permite comprender mejor la manera en que operaba internamente el Partido Peronista, que dista de la perspectiva tradicional que lo calificaba como una fuerza personalista, autoritaria y monolítica, que maniobraba sobre la base de una unidad de comando.
De esa forma, es posible concebir cómo, a pesar que desde arriba se recomendaba limitar las reelecciones y no promover la generación de caudillos, en los espacios locales la dinámica en buena parte de los distritos transitaba en un sentido contrario a esas recomendaciones. De esa forma se puede comprender el desigual acceso del sector femenino a los cargos electivos, que se acerca al tercio que requiere el formato Movimiento en las instancias nacionales pero que no se aplica en los niveles de base. Allí parece haber perdurado una dinámica regida por los principios de una cultura política tradicional que se mostraba reacia a la incorporación efectiva de la mujer a los cargos electivos. Por otro lado, la función política orgánica y supeditada a la tutela de los subcomandos tácticos que proponían las agencias partidarias centrales del Partido Peronista, para los intendentes no parece ser acorde con el nivel de articulación que el Partido Peronista presentaba en el territorio bonaerense. Tanto es así que en el documento final de la reunión provincial de subcomandos tácticos, que tiene lugar en junio de 1954, se concluye en relación a la integración de los subcomandos que:

(.) se hallan constituidos 112; de los cuales 33 tienen un funcionamiento absolutamente normal y 79 presentan algunos problemas que a veces impiden las habituales y necesarias reuniones" mientas que 12 distritos se encontraban intervenidos y 17 en estado de observación con delegados inspectores34.

Una situación que permite afirmar que en términos organizativos la situación del Partido Peronista en el distrito bonaerense distaba de presentar la cohesión esperada por su dirección central, de manera que la colaboración que debían recibir los intendentes al igual que el trabajo coordinado no parecía una opción viable, al menos, en una amplia mayoría de distritos. Un escenario que no hacía más que acentuar la centralidad que los ejecutivos locales presentaban en la dirección de la gestión pública al igual que en el ordenamiento partidario.

CONSIDERACIONES FINALES

La reconstrucción de las trayectorias personales de los dirigentes peronistas que asumieron cargos electivos de orden comunal en la provincia de Buenos Aires, en particular las intendencias distritales, permite establecer algunas generalidades en relación a su origen, así como también en respecto a los criterios que regularon el proceso de selección
En cuanto a su perfil se revela como un aspecto central la presencia de profesionales universitarios, en su mayoría médicos y abogados, en una proporción cercana al 25% de los casos constatados, por detrás se ubican los productores y comercializadores agropecuarios y los trabajadores, en su mayoría con funciones sindicales, promediando cada grupo el 21% de los cargos. Dicha tendencia se percibe no solo en los distritos rurales, donde la influencia de las organizaciones gremiales era menor, sino también en comunidades del GBA con una importante presencia de trabajadores sindicalizados. Teniendo en cuenta esto es posible establecer algunas generalidades en relación a los criterios que orientaron la selección de los candidatos peronistas en la escala local. Por un lado, la centralidad de los sectores obreros tanto en el plano discursivo como en el esquema organizativo del Partido Peronista, permitió que por primera vez un conjunto importante de dirigentes obreros asumieran cargos electivos municipales. No obstante lo cual, su participación fue menor que la asumida por dirigentes, en algunos casos con experiencia partidaria en el radicalismo, provenientes del ejercicio de profesiones liberales o de actividades vinculadas al proceso productivo rural. Es decir, si bien se incorporaron nuevos actores al personal político peronista de orden local, en su amplia mayoría los intendentes respondían por su formación a los principios de notabilidad tradicionales, ligados al perfil de los sectores más altos de la escala socio-ocupacional.
Esta tendencia no se modifica luego de que el peronismo asumió oficialmente el formato organizativo de movimiento en 1951, modalidad que implicaba una distribución tripartita de los cargos electivos y que quizás sirvió para atenuar las tensiones internas, al predeterminar una proporcionalidad en la distribución de los cargos electivos. No obstante lo cual, a pesar que eseequilibrio se respeta al momento de integrar las nóminas de candidatos legislativos nacionales y provinciales, no ocurrió lo mismo al conformarse las listas locales, allí la presencia femenina fue nula. Una circunstancia que habilita a pensar que en el nivel municipal las prácticas renovadas que el peronismo impulsó desde sus agencias centrales no fueron tenidas en cuenta por las dirigencias locales bonaerenses, allí perduró una cultura política reacia a la intervención femenina, a pesar del desarrollo alcanzado en el distrito por el Partido Peronista Femenino. De esa forma, parece ser que la mujer si bien fue incorporada plenamente en el plano discursivo como un componente fundamental del ordenamiento político peronista, en la escala local esto no se tradujo en la posibilidad de acceder a funciones políticas.
En relación a la alternancia en los cargos electivos en el período considerado se pueden constatar dos momentos diferenciados. Uno inicial que transcurre entre 1949 y 1951 caracterizado por una importante renovación en el personal político de orden municipal, como se puede constatar en las escasas reelecciones que se observan al momento de renovarse las intendencias en noviembre de 1951. Luego sucedido por otro proceso electoral, el de 1954, donde más de la mitad de los cargos en juego, tanto de concejales como intendentes, fueron asumidos por los mismos dirigentes que ya estaban en funciones. Esta situación parece no concordar con la permanente apelación a una necesaria renovación en los cargos electivos, como parte de una estrategia preocupada en evitar la conformación de liderazgos modelados de acuerdo a prácticas tradicionales, los defenestrados caudillos, recurrente objeto de críticas en los encuentros políticos del peronismo bonaerense. Asimismo, la continuidad temporal en las medidas y disposiciones tendientes a contrarrestar los personalismos y la formación de organismos políticos por fuera de la estructura partidaria, evidencian que estas prácticas no cesaron con el proceso de centralización y homogeneización que se impulsó dentro en el partido a partir de 1951. Del mismo modo que las constantes alusiones al tema en los discursos del propio Perón incluso hasta varios años después de iniciado el proceso antes mencionado, supone la existencia de situaciones concretas y no meramente la presencia de un recurso retórico.
De esta manera se puede reconocer en los niveles locales de la estructura partidaria la pervivencia de cierta autonomía de funcionamiento, que responde a una lógica propia en el manejo y distribución del poder, regulada por los actores locales y con diversos grados de independencia de sus vínculos con las autoridades superiores. Esta particularidad, en esta ocasión analizada de forma exclusiva para el ámbito bonaerense, intentó ser neutralizada por los organismos partidarios y el propio Perón a través de diversas medidas, buscando evitar que las fidelidades y relaciones personales primen por sobre las resoluciones partidarias, aunque la efectividad de estas medidas resultó relativa. Sin embargo, esta situación no afectó las posibilidades electorales del peronismo, que continuó imponiéndose ampliamente en las diversas secciones electorales bonaerenses.
Asimismo, al respecto es posible suponer que la integración y persistencia de micropoderes territoriales establecidos a partir de vínculos interpersonales, redes de relaciones y contactos con los espacios asociativos locales, constituyeron factores que favorecieron la continuidad del peronismo una vez que los organismos centrales del Partido colapsaron con el golpe militar de 1955.
En suma, este trabajo coincide con la perspectiva canónicaque reconoce que el peronismoasumió en la provincia de Buenos Aires luego de la desarticulación del mercantismo una modalidad de funcionamiento que promovió una dinámica centralizada y vertical. Pero también convalida la presunción que al ras del piso, en los niveles municipales, el Partido Peronista luego subsumido por el Movimiento, presentó un nivel de institucionalización limitado, un aspecto que posibilitó cierto grado de iniciativa localque en el caso bonaerense se articuló con componentes de una cultura política tradicional.

 

NOTAS

1 Partido Peronista, 1954a: 67.

2 La Nación, 4-10-1951: 1.

3 Aelo, 2002; Ferrari, 2008; Prol, 2011; Panella y Rein, 2013; Mellado, 2015; Panella y Rein, 2017.

4 Aelo, 2002: 58.

5 Míguez y Spinelli, 2014:59-65.

6 Aelo, 2012:80-81.

7 Salomón, 2012:171-172.

8 Bourdieu, 1989: 190-194.

9 Offerle, 2004: 62-63.

10 Los distritos en lo que no se impuso el peronismo fueron Ayacucho, Brandsen, Carlos Tejedor, Chascomús, Coronel Dorrego, General Alvear, General Madariaga, Mar Chiquita, Marcos Paz, Rauch, Saladillo y San Antonio de Areco.

11 La Nación, 10-3-1950:7.

12 Bahía Blanca, Bartolomé Mitre, Balcarce, General Pinto, General Viamonte, González Chávez, Lobería, Lomas de Zamora, Matanza, Necochea, Pellegrini, Rojas, San Fernando, San Isidro y Tandil En tanto que en B. Mitre, Balcarce, Lobería y Necochea se eligen nuevamente la totalidad de los cargos de concejal. En La Plata no hubo elecciones porque la reforma constitucional provincial estableció que el propio gobernador designaría al intendente.

13 El peronismo se impuso en 102, mientras que el radicalismo lo hizo en solo 9 distritos: Ayacucho, Chascomus, General Madariaga, General Paz, Mar Chiquita, Rauch, Coronel Dorrego, General Alvear y Saladillo.

14 Al respecto se recomienda la lectura de Aelo, 2005.

15 Ibídem, 2012:161.

16 Sobre el tema ver Marcilese, 2009.

17 La Nación, 18-4-1952:7.

18 La Nación, 16-5-1953:7

19 El Movimiento establecía una arquitectura organizativa que situaba en su instancia superior a una Dirección ejercida por el Jefe Supremo del Peronismo, Gral. Perón, luego se situaba el Comando Estratégico, formado por el Consejo Superior del Partido Femenino, el Consejo Superior del Partido Peronista y la Mesa Directiva de la Confederación General del Trabajo, mientras que en plano provincial se ubicaban los Comandos Tácticos integrados por un representante de cada una de las partes y por el gobernador y más abajo los Subcomandos Tácticos (municipales) formados también por un representante de cada organismo peronista y por el intendente.

20La Gaceta, 13-2-1954:3.

21 Ibídem, 17-6-1954:3.

22 Se trataba de Alberti, Navarro, Coronel Dorrego, General Madariaga, Rauch, Ayacucho, Maipú y Saladillo.

23 En relación al conflicto que se genera en torno a las negociaciones salariales de 1954 consultar Schiavi, 2013: 289-314.

24 Partido Peronista, 1954b: 25.

25 Archivo Intermedio-Archivo General de la Nación. Fiscalía Nacional de Recuperación Patrimonial. Clasificación y Custodia de Actuaciones. Comisión Provincial (en adelante AGNFNRP. CCA.CP.) Comisión 15 (Román Subiza).

26 La Nueva Provincia, 16-10-1954: 3

27 Partido Peronista, 1954a: 146.

28 Sobre el tema consultar Marcilese, 2010.

29 Aelo, 2010:185.

30 Provincia de Buenos Aires, 1956: 82.

31 Valobra, 2014: 287-288.

32 Barry, 2009: 342-347.

33 Eldersveld, 1964: 9-11.

34 Partido Peronista, 1954a: 54.

FUENTES

1. Archivo Intermedio-Archivo General de la Nación. Fiscalía Nacional de Recuperación Patrimonial. Clasificación y Custodia de Actuaciones. Comisión Provincial (AGNFNRP. CCA.CP), Comisión 15, Román Subiza.         [ Links ]

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