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Revista de historia americana y argentina

versión impresa ISSN 2314-1549versión On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.53 no.2 Mendoza dic. 2018

 

RESEñAS

BUROCKI, Alex. De compañeros de barco a compañeros de armas. Identidades negras en el Río de la Plata, 1760-1860. Buenos Aires: Prometeo Libros. 2017. 320 páginas. ISBN 9875748323.

 

Gabriela Curi Azar

FFyL, UNCuyo. Instituto de Historia Americana y Argentina. Mendoza, Argentina. gcuriazar@hotmail.com

 

El libro de Alex Burocki aborda un tema de profunda importancia en el ámbito de la sociedad rioplatense durante la época colonial, 1760, hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XIX, 1860, referido a la transformación que experimentan los negros llegados a estas tierras como esclavos en soldados o camaradas de armas.
Estructuralmente De compañeros de barco a compañeros de armas. Identidades negras en el Río de la Plata, 1760-1860 se desarrolla de la siguiente forma: Introducción, seis capítulos, Epílogo finalizando con una vasta bibliografía en la que se destacan las fuentes archivísticas de Uruguay, Argentina, Brasil, España, Inglaterra, Estados Unidos y una vasta exposición de fuentes primarias y secundarias. Dable es destacar la inclusión de figuras, mapas y tablas dentro del cuerpo de la obra.
El autor, en la Introducción, denota que

(.) esta obra analiza cómo los africanos y sus descendientes que vivieron en Montevideo y Buenos Aires crearon identidades sociales sobre la base de sus experiencias comunes en la era del esclavismo y la emancipación en el Atlántico, con un enfoque en la forma procesual de las identidades sociales a parir de experiencias compartidas. Estas experiencias incluyen lazos de compañeros de barco en los buques esclavistas de fines del siglo XVIII y el servicio en batallones negros de la era de la independencia1.

Los esclavos negros y sus descendientes, libres o no, se ven conectados dentro de un circuito geográfico que comprende Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires. Dentro de este espacio Alex Burocki muestra cómo se interconectaban, el movimiento que generaban, así como el surgimiento de líderes que permitieron moldear las sociedades locales en las que se insertaban.
El tráfico de esclavos y la esclavitud, a pesar de su larga data en el Río de la Plata, según establece el autor, permanecen -aún hoy- en la sombra de los trabajos de investigación.
El primer capítulo "La base de la población negra del Río de la Plata.1777-1839" refiere al tráfico esclavista hacia Montevideo y Buenos Aires, de fuentes africanas y portuguesas, el cual respondía a un gran abanico de variables locales e internacionales. Dicho tráfico se encontraba ligado a otras actividades comerciales ligadas al contrabando y su flujo más importante -durante el período analizado- se observa en los años 1777-1812.
El origen de los esclavos negros se mostraba diverso entre Río de Janeiro, San Salvador de Bahía y el Río de la Plata: al primer lugar arribaban principalmente de Angola, al segundo del Golfo de Benim y, al Plata, del Golfo de Biafra, áfrica Centro Occidental y Sudeste africano. El Río de la Plata y Cuba primero recurrieron a redes interamericanas de comercio esclavista, luego experimentaron viajes trasatlánticos de esclavos y, como resultado, recibieron esclavos de muchas zonas diferentes2. De este modo se observa el origen diverso de los esclavos que poco a poco van construyendo lazos individuales y grupales que los identifican. Dichos lazos se estrechaban en situaciones de desnutrición, fatiga, violencia o enfermedad convirtiéndose en relaciones de solidaridad que los ayudaba a sobrevivir en ese mundo que se balanceaba en forma permanente entre la vida y la muerte.
El segundo capítulo "Redes de compañeros de barco e identidades africanas, 1760-1810" analiza el motivo por el que las redes de compañeros de barco y las experiencias acumuladas en el tráfico de esclavos fueron influyentes para los africanos, libres y esclavizados, a la hora de elegir personas de su confianza en Montevideo3.
Las experiencias compartidas entre los esclavos como compañeros de barcos fueron esenciales para construir las redes sociales de los africanos en tierras sudamericanas. Los vínculos formados y afianzados por la solidaridad entre los cautivos que comparten un origen general, áfrica, se observa claramente entre los que viajan de Brasil a Montevideo. Según Alex Burocki,

(.) las transformaciones de las redes e identidades sociales comenzaron mucho antes del desembarque de esclavos en el Nuevo Mundo y se extienden incluso hasta el tráfico de esclavos al interior del continente africano. Por lo tanto, las rutas específicas de tráfico de esclavos realmente tuvieron importancia en la conformación de redes sociales e identidades de los africanos en las Américas4.

De esta forma en América se superponen hermandades, naciones y milicias negras.
El capítulo tercero "Liderazgo y redes en milicias negras, cofradías y tambos" estudia a las comunidades negras conformadas tanto por hombres y mujeres libres o esclavizados y las redes de comunicación que establecieron entre Buenos Aires y Montevideo a finales del siglo XVIII. El autor reconstruye la forma en que esas redes penetraron en el interior de Santiago del Estero, Córdoba y Paraguay logrando atravesar las fronteras a Río Grande, Río de Janeiro y San Salvador de Bahía. Conocimientos, transmisión de tradiciones, costumbres formaron parte de la trama en que los negros lograban recuperar su identidad después del cruce forzado del Atlántico5.
Las milicias negras estaban dirigidas por líderes/capitanes de su misma raza, de condición libre y con comprensión geopolítica, alfabetizados -en algunos casos- y nacidos, ya, en el Río de la Plata como se observa en el caso puntual de Montevideo. Las cofradías marcaban un punto medio en el que tanto los libertos como los esclavos africanos o americanos se congregaban y asumían el liderazgo según cada grupo. Se trataba de un espacio diferenciado donde se superponían distintas redes sociales e identidades negras6. Los tambos, tambes o naciones africanas de la región se caracterizaban por dar apoyo material a las celebraciones fuera del marco de la iglesia católica. Estos tambos incluían funerales, banquetes, preparación del cuerpo, danzas, cantos y celebraciones de entierro. De las tres formas - milicias, cofradías y tambos- fueron las milicias las que entablaron lazos más estrechos con las autoridades del orden colonial y les abría posibilidades de ascenso político y social.
El capítulo cuarto titulado "¿Un plan propio? Batallones negros y políticas caudillistas", dedica sus páginas a desentrañar cómo los negros se fueron incorporando a las milicias en el Río de la Plata. Primero lo hicieron, solamente, los eran libres pero la necesidad de hombres durante las Guerras de la Independencia concentró tanto a los libres como a los esclavos.

Los africanos y sus descendientes se unieron a todos los ejércitos que operaron en el Río de la Plata en la década de 1810 y 1820, dando su apoyo a los realistas de Montevideo, los revolucionarios de Buenos Aires y de Artigas e incluso al ejército invasor luso-brasileño7.

Esta participación tan disímil y ambivalente obedecía a sus propios intereses y necesidades.
El período comprendido entre los años 1830 y 1850, los soldados negros determinaron la política llevada a cabo por las elites blancas, en especial en Montevideo. La columna central de la primera infantería uruguaya estaba formada por africanos y sus descendientes americanos quienes, poco a poco, fueron ascendiendo en las estructuras de mando hasta llegar a convertirse, en algunos casos, en jefes de sus batallones. En este punto Alex Burocki destaca que

(.) mientras que las unidades de las milicias negras coloniales estaban totalmente formadas por personas de ascendencia africana, los oficiales de origen europeo involucrados en la política nacional comandaban los nuevos batallones de negros8.

La incorporación de los negros libres y/o esclavos africanos y rioplatenses a las milicias marcó un punto de inflexión muy importante en el proceso de afianzamiento de las redes sociales tanto con los oficiales como con los caudillos políticos.

Los batallones negros constituían la principal fuerza de infantería de Montevideo. Como lo expresó el cónsul francés Martín Maifeller: 'Dos batallones negros, soldados de Caseros y los mejores tal vez de Uruguay, formaban la guardia principal del Gobierno y la ciudad'9.

Esa presencia de relevancia en las milicias de los negros llevó a la ampliación de las redes e identidades que coadyuvaron a profundizar las celebraciones de origen africano a ambos lados del Río de la Plata.
El capítulo quinto "Asociaciones de base africana, Candombe y el Día de Reyes, 1830-1860" continúa ahondando en la impronta africana en el Río de la Plata, aunque en el desarrollo de la obra hace hincapié en Montevideo. De esa forma se puede observar cómo el autor llega a afirmar que los africanos tuvieron un papel decisorio en la formación del Uruguay moderno.
Las celebraciones de las asociaciones o naciones de base africana se fusionaban con contenidos locales de las festividades como es el caso del Día de Reyes. La población negra oriunda del áfrica recreaba en el Río de la Plata sus costumbres, en este caso las fiestas. Desde los inicios hasta la segunda mitad el siglo XIX, las ocasiones festivas negras eran reprimidas por la policía ya que las diferentes naciones africanas se mostraban con toda su gala y llegaban a rivalizar entre ellas por lo que las fuerzas del orden debían intervenir. En el caso específico del Uruguay, el proceso de aculturación se manifiesta en la incorporación de la bandera nacional y el uniforme militar de ese país.

Las fiestas de verano en el Río de la Plata del siglo XIX, se extendían desde la Navidad en diciembre hasta el Carnaval, la fiesta previa a la cuaresma, entre febrero y marzo. El Día de Reyes -o Epifanía- el 6 de enero, celebraba la devoción a los Reyes Magos. Uno de estos tres reyes, Baltazar, era representado como africano (.) Los africanos y sus descendientes se apropiaron de esa fiesta católica mediante la incorporación de significados africanos de la diáspora10.

Las fiestas o celebraciones africanas eran conocidas como tambos, tangos o simplemente bailes de negros hasta 1830 momento en que se comienza a utilizar la palabra candombe. En la década citada la voz candombe aludía a los bailes de los africanos y sus descendientes en el Río de la Plata, como a los lugares en los que se congregaban, por lo que este término tenía el mismo uso que la palabra tambo treinta años antes11. Dichas fiestas hasta la década del´30 se circunscribían al ámbito de la población negra, pero a partir de ese año y, en especial, durante el Sitio Grande de Montevideo, la sociedad uruguaya poco a poco comenzó a participar activamente en las fiestas hasta que el sonido de los tambores se convirtió en el símbolo de Montevideo hasta la aparición en el Río de la Plata de un nuevo son: el tango.
Jacinto Ventura de Molina, un letrado negro de Montevideo, 1776-1841 lleva como título el sexto y último capítulo de la obra de Alex Burocki "De compañeros de barco a compañeros de armas. Identidades negras en el Río de la Plata, 1760-1860".
Jacinto Ventura de Molina o simplemente, Jacinto Molina forma parte de un estudio de caso que se encuadra en el análisis del recorrido temático del libro y se destaca por dos características: era un hombre negro que había nacido libre y que, inusualmente, había recibido una educación de elite. Hijo de esclavos, nacido libre en Río Grande durante la ocupación española de esa zona portuguesa. Súbdito de la corona, integró las milicias negras y luego se convirtió en letrado de la cofradía de San Benito. Su condición de hombre alfabetizado lo llevó a solicitar tanto a los reyes españoles como portugueses la creación de una escuela para estudiantes negros. Sus manuscritos, actualmente, se encuentran compilados en tres tomos que se conservan en la Biblioteca Nacional del Uruguay. Dichos tomos ofrecen una oportunidad poco común para observar cómo Jacinto Molina se describía a sí mismo como letrado negro y la forma en que representaba las identidades sociales negras ene le Río de la Plata12.
La formación de Jacinto Molina se debe al amo de su padre, quien le permitió asistir a una improvisada escuela junto con otros niños negros mientras vivía en Río Grande concluyendo sus estudios en Montevideo de las letras; luego se dedicó a uno de sus pasatiempos preferidos, el dibujo. Pero su educación no terminó allí pues conoció el latín, lengua esencial para la escritura legal y eclesiática. En este camino, Molina buscó incansablemente benefactores que lo ayudaran en su proyecto de creación de escuelas para niños negros. él se sentía orgulloso de su origen y en muchas ocasiones se presentaba como Licenciado Negro. Cabe destacar que Molina nunca representó las tradiciones africanas como barbáricas, a pesar de los estereotipos predominantes de ese período13.
La correspondencia de Jacinto Molina a las autoridades introdujo una nueva expresión para el grupo social negro: Pueblo Negro que abraca tanto a africanos como a sus descendientes. Con la inserción de Molina en la religión católica logró visualizar una antigüedad negra respaldada por referencias bíblicas, que coexistía junto a una tradición atlántica lealista negra de más reciente creación14.
El inmenso trabajo de Jacinto Ventura Molina por la integración de los niños de color en las escuelas vio sus frutos en 1852 con el recién nacido sistema de escuelas públicas en el Uruguay. A comienzos de la década de 1870, docentes y ex alumnos de la escuela pública trabajaron en la creación de la primera prensa negra de Montevideo15. La semilla sembrada por Juan Molina, precursor de la literatura negra en el Río de la Plata, estaba dando sus frutos mucho tiempo después de su muerte.
La obra escrita por Alex Burocki finaliza con un Epílogo en el que afirma su

(.) libro comenzó mostrando la importancia de la trata esclavista en el Atlántico Sur para el Río de la Plata a fines del período colonial. Los comerciantes de Buenos Aires y Montevideo se beneficiaron de los circuitos comerciales más amplios dominados por traficantes portugueses, británicos, franceses e incluso estadounidenses (.) Los cambios en las políticas fueron acompañados por cambios en la demografía de la región (.) y surgía una diversa población africana que pronto floreció en estas ciudades16.

Los hombres y mujeres traídos del áfrica tejieron redes sociales e identidades de acuerdo a orígenes comunes, experiencias compartidas desde su salida forzada allende de su tierra hacia América y esa reconstrucción de sus identidades contribuyó a buscar la libertad. La independencia de Uruguay y Argentina abrió el camino para la abolición de la esclavitud. Los descendientes afro-uruguayos y afro-argentinos tuvieron un papel esencial en la política a partir de la década de 1850, aunque ya desde veinte años antes-1830- su presencia había sido clave en la participación militar tanto en las guerras civiles como en los cuerpos armados de los caudillos tanto de bonaerenses como orientales.
Para concluir este apartado, el autor realiza una descripción de algunos hombres negros que lograron ascender militarmente, mantuvieron sus costumbres, su orgullo de ser afro-descendientes y sirvieron a los ejércitos del Uruguay: el coronel Feliciano González, el mayor José Rodríguez y el coronel José Mará Morales, entre otros. De esta forma Burocki demuestra cómo los hijos de esclavos fueron ascendiendo social y militarmente como hombres libres en el Río de la Plata.

La lectura de la obra De compañeros de barco a compañeros de armas. Identidades negras en el Río de la Plata, 1760-1860 resulta esencial para completar la historia cultural en el Río de la Plata. Una historia que se muestra predominantemente blanca y deja poco espacio para el estudio de la negritud y su influencia tanto social como demográfica que remite y da basamento a la idiosincrasia uruguaya y bonaerense hasta nuestros días.

 

NOTAS

1 Burocki, 2017: 16.

2 Ibídem: 77.

3 Ibídem: 108

4 Ibídem: 109.

5 Ibídem: 146.

6 Ibídem.

7 Ibídem: 185.

8 Idem p 185

9 Idem p 184

10 Ibídem: 188.

11 Ibídem: 191.

12 Ibídem: 229.

13 Ibídem: 256.

14 Ibídem: 257.

15 Ibídem: 266.

16 Ibídem: 269.

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