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vol.55 número2Intelectuales neoliberales de la economía durante la última dictadura argentina: construcción de hegemonía en la formación de un nuevo régimen de acumulación (1976-1983)Florencia Gutiérrez, Leandro Lichtmajer y Lucía Santos Lepera. Entre los cañaverales, la irrupción peronista en Tucumán, 1944 - 1955. Buenos Aires: Eudem, 2019, 128 p. ISBN 978-987-1309-84-9 índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Revista de historia americana y argentina

versão impressa ISSN 2314-1549versão On-line ISSN 2314-1549

Rev. hist. am. argent. vol.55 no.2 Mendoza out. 2020

 

Crítica bibliográfica

Olivier Compagnon, María Inés Tato, Camille Foulard y Guillemette Martin (Coords.). La Gran Guerra en América Latina. Una historia Conectada. México, CEMCA, 2018, 492 p. ISSN 1579-3311

Fátima Alvez1 

1Universidad Nacional de General Sarmiento. Buenos Aires, Argentina. fatyalvez89@gmail.com

Compagnon, Olivier; Tato, María Inés; Foulard, Camille; Martin, Guillemette. La Gran Guerra en América Latina. Una historia Conectada. México: CEMCA, 2018. 492 p.p. ISBN: 1579-3311.

Esta importante obra, integrada por 25 capítulos, es fruto de varios años de reuniones científicas y trabajo colectivo de diversos especialistas que comparten un sugerente y complejo interrogante: ¿es posible trazar los contornos de lo que habría sido una experiencia latinoamericana de la Gran Guerra? Para encontrar respuestas, proponen una perspectiva comparatista, por un lado, entre países latinoamericanos, por el otro conectada entre América Latina y el mundo. Así, de esta manera pretenden establecer “una verdadera cartografía del conflicto entre el Rio Bravo y la Tierra del Fuego” (p. 13). Asimismo, al reponer la centralidad de la conflagración mundial en los inicios del siglo XX le devuelven su carácter de acontecimiento global.

El libro está ordenado en siete bloques temáticos. El primero de ellos es “La Gran Guerra y el proyecto nacional en América Latina”, Pierre Purseigle invita a repensar la experiencia de guerra en las naciones que hubo movilización militar y en los que no y de ese modo contribuye a explicar porque Latinoamérica ha permanecido desatendida en la historiografía sobre la Gran Guerra. En su estudio afirma que el examen de: “la movilización de los recursos como una respuesta a la guerra nos permite redefinir tanto los espacios como las temporalidades” (p.32). Por su parte, David Marcilhacy documenta cómo la Gran Guerra significó una reconciliación de las antiguas colonias latinoamericanas con la península ibérica, además, posibilitó la cristalización identitaria de América Latina. Ante el “suicidio europeo” que dejó huérfanos a los países latinoamericanos de los tradicionales modelos culturales-en especial Gran Bretaña o Francia- muchos latinoamericanos revalorizaron sus raíces hispánicas y su pasado nacional como garantes de cohesión nacional, en países, con fuerte presencia inmigratoria como lo era Argentina, por ejemplo. A su turno, Jean Meyer mediante el análisis de la prensa matiza la supuesta germanofilia de México durante la Gran Guerra. Enfatiza que es necesario interrogarse qué entendemos por “México” y opinión pública en ese periodo, ya que la gran mayoría de la población era analfabeta y los diarios se concentraban en ciudades importantes no en el campo. Romain Robinet a través del examen de los debates parlamentarios presentes en el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados, muestra cómo la Cámara de Diputados mexicana se convirtió en escenario de la guerra entre 1916 y 1918. Los calurosos debates que llevaron adelante los diputados en las asambleas políticas dieron cuenta de las interacciones entre lo que ocurría en Europa y en el México revolucionario, las opiniones oscilaban entre la neutralidad y la ruptura con Alemania. El caso de Cuba es analizado por Xavier Calmettes, quien argumenta que la contienda mundial significó un quiebre de los modelos culturales, económicos, políticos, sociales y morales tradicionales de referencia, (Europa y los Estados Unidos) también la consecuente crisis económica de 1920 y 1921 provocó que la sociedad cubana tomará conciencia de su dependencia ante las potencias imperialistas, principalmente de los Estados Unidos y que los movimientos nacionalistas de la primera década del siglo XX no habrían forjado una verdadera independencia. Por último, Ombeline Dagicour examina la recepción que en la prensa de Perú tuvo la conflagración mundial. Demuestra que fue un acontecimiento de significativo impacto político en ese país, en tanto aceleró la crisis de la sociedad oligárquica y generó la consolidación del nacionalismo no sólo en Perú sino también en naciones vecinas, en particular en Bolivia y Chile.

Se dedican a “El impacto económico del conflicto” los investigadores Phillip Dehne, Sandra Kuntz Ficker y Carlos Contreras Carranza. Dehne con su investigación en archivos del Ministerio de Asuntos exteriores, del de Guerra y de las conocidas “listas negras” demuestra que América Latina tuvo un papel sustancial en la guerra económica llevada a cabo por Gran Bretaña contra Alemania. Es decir, intentó aislar de distintas formas al Imperio Alemán del suministro de alimentos, entre otras cosas del Cono Sur, principalmente de Argentina y Brasil. En cuanto a cómo el comercio exterior de México contribuyó con la Causa Aliada bien lo explica Kuntz Ficker. Documenta mediante estadísticas de países de la Entente, que buena parte de sus importaciones de minerales, fibra, petróleo, etcétera provinieron de México. El gobierno de Carranza exhibió cierta simpatía por el Imperio Alemán, pero es indudable que los productores y empresarios mexicanos se inclinaron por garantizar la rentabilidad de sus negocios al fomentar el comercio con los aliados. Contreras Carranza estudia las consecuencias de la Gran Guerra en la economía peruana, argumenta que, por un lado, acarreo la escasez de todo tipo de bienes, sin embargo, por otro, trajo bonanzas para las exportadoras extranjeras de minería y petróleo. Supuso un incremento del control del Estado en la economía, que puso en jaque al modelo liberal reinante.

La configuración del nuevo orden internacional en el período de entreguerras es la preocupación del 3 bloque que se denomina “Hacia una redefinición de la diplomacia en América Latina”, Juan Pablo Scarfi reconstruye el pensamiento de los intelectuales del derecho internacional latinoamericano entre 1914 y 19133. Analiza en particular, los aportes de Alejandro Álvarez (Chile), Carlos Saavedra Lamas (Argentina) e Isidro Favela (México) y demuestra sus inclinaciones por dos corrientes del pensamiento legal internacional latinoamericano: el internacionalismo liberal panamericanista y un latinoamericanismo legal defensivo. Por su parte, Yannick Wehrli demuestra que la Conferencia de Paz que se realizó en París en 1919 fue relevante para la historia de las relaciones internacionales de los estados latinoamericanos porque la misma supuso una nueva forma de participación en la vida internacional: el multilateralismo. Asimismo, con la participación en la conferencia y con la creación de la SND (Sociedad o Liga de las Naciones) los países de América Latina encontraron un lugar donde reclamar por sus conflictos fronterizos y por las intervenciones norteamericanas. Concluye el bloque, Juliette Dumont, quien analiza las voces de los estados latinoamericanos en la SND y argumenta que, aunque los países latinoamericanos no lograron un lugar exitoso en la “tribuna ginebrina” sí fueron exitosos en hacer escuchar sus voces en ambos lados del Atlántico.

El bloque sobre “La Gran Guerra en la prensa latinoamericana” está compuesto por cuatro capítulos. Patricia Vega Jiménez analiza dos periódicos de Centroamérica a partir de 1917 con el objetivo de demostrar el impacto que tuvo la ruptura de las relaciones diplomáticas y la declaración de la guerra de Estados Unidos a Alemania en la prensa de Costa Rica y de El Salvador. A su turno, Rogério Souza Silva y Sílvia Capanema P. de Almeida vislumbran el papel de la Primera Guerra Mundial en la vida cotidiana y en el imaginario político brasileño de la Primera República a través de caricaturas publicadas en la prensa ilustrada de la época, principalmente en la de Río de Janeiro. Guillemette Martin pondera el peso de la Gran Guerra en México desde una mirada regional, tomando el caso de Guadalajara, al indagar cómo la prensa tapatía se hizo eco de los debates que generó la conflagración mundial y la división entre “aliadófilos” y “germanófilos”. Por último, María Inés Tato demuestra que el diario La Unión fue creado para contrarrestar la propaganda Aliada preponderante en la sociedad argentina, iniciativa que estuvo a cargo de la propia comunidad alemana residente en la Argentina con el apoyo del Imperio Alemán.

“Los intelectuales latinoamericanos y la Gran Guerra” constituye el quinto bloque que organiza esta multifacética compilación. Susana Monreal explora los escritos del uruguayo José Enrique Rodó publicados mayormente en Montevideo y uno en Buenos Aires, entre los que incluye su clásico libro Ariel para comprender su perspectiva sobre la Gran Guerra. Dicho autor mostró simpatías por la cultura francesa y se erigió como un intelectual vocero de los valores y la originalidad de la cultura latina en Iberoamérica, contra los imperialismos. Por su parte, Adriana Ortega Orozco analiza la encuesta que a diversos intelectuales realizó el periódico mexicano El Universal para saber que opinaban sobre las conveniencias de la participación de su país en la contienda bélica. La autora afirma que las respuestas afines a luchar del lado de la Entente, no lograron desestabilizar la neutralidad oficial y los intelectuales encuestados no representaron la opinión de todo el universo de ellos presentes en las provincias y en el extranjero. Chelsea Stieber tiene por objetivo demostrar cómo la Gran Guerra contribuyó a forjar un nacionalismo en los 20 en Haití a través del surgimiento del indigénisme, un movimiento cultural nacionalista. Finalmente, Gérard Borras dilucida el alcance que las letras musicales, por ejemplo, vals publicados en cancioneros populares -en la sociedad limeña, Perú- para informar a los sectores populares de los efectos de la conflagración mundial.

“Las comunidades europeas de América Latina y la Guerra”, reúne capítulos dedicados a explorar las disyuntivas que tuvieron que afrontar los inmigrantes presentes en la diáspora durante la contienda mundial. Hernán Otero muestra los dilemas que los franceses residentes en Argentina enfrentaron ante el “impuesto de sangre” al que tuvieron que responder. Los combatientes oscilaron entre la pronta partida a Francia o bien evadieron el llamado de diferentes formas, por lo general exitosas, pues su país de origen contaba con pocas herramientas para obligarlos a cumplir sus deberes cívicos. Márcio de Oliveira, a partir del caso de los inmigrantes alemanes en Curitiba, Brasil, -país que ingresó a la guerra en 1917 a favor del bando Aliado- documenta cómo la prensa distinguía a los alemanes y sus descendientes residentes en ese país de la nación alemana en guerra, estos últimos sindicados como enemigos, no así los primeros. Valentin Kramer demuestra que la comunidad alemana y austrohúngara de Rosario Argentina, entre 1916 y 1917 organizaron un Comité de Ayuda Alemán-Austrohúngaro y una Casa de Trabajo que sirvió de contrapeso a las consecuencias que la guerra comercial- “listas negras”- de Gran Bretaña ocasionó en alemanes, austrohúngaros, turcos y búlgaros. Mediante el examen de los informes del funcionamiento de la asociación reconstruye quiénes eran los beneficiarios, por lo general hombres, que a cambio de comida y residencia tuvieron que trabajar por un tiempo determinado.

El bloque de cierre de este libro se denomina “Movilizaciones latinoamericanas”, Manuel Rodríguez Barriga examina la contribución de los soldados voluntarios latinoamericanos alistados al ejército francés durante la Gran Guerra. Por su parte, Camille Foulard recupera la contribución de los Hermanos de las congregaciones católicas Maristas y Lasallista al ejército francés, estos se exiliaron en México desde que Francia los comenzó a perseguir cuando se declaró como estado liberal. Este aporte fue soslayado de la historiografía tradicional de Europa y la autora lo recupera a través de las trayectorias biográficas de varios de los religiosos que dejaron su labor de enseñanza en México y se enlistaron en los ejércitos de su patria.

En suma, una característica valiosa de esta obra para los historiadores y especialistas preocupados por las historias nacionales de Latinoamérica y por la Gran Guerra es la heterogeneidad de fuentes consultadas, como así también, la metodología empleada. En cuanto al balance de los aspectos estudiados en este libro, hay algunos que son los más esperados y qué responden a una historia clásica de la relación entre conflagración bélica y América Latina como, por ejemplo, la diplomacia, los intelectuales y los efectos económicos de la guerra en las economías latinoamericanas. En cambio, otros se concentran y privilegian dimensiones que comenzaron a considerarse en los últimos años: efectos culturales y sociales de la Gran Guerra. Así, de esta manera estos últimos demuestran que en América Latina también existió un “frente interno” que se movilizó para contribuir al esfuerzo bélico. Cabe destacar que este libro invita a reflexionar sobre el lugar que Latinoamérica ocupó en la contienda mundial y su incidencia en países que se mantuvieron neutrales al menos de manera oficial, pero que sufrieron su repercusión en el espacio público y en la opinión de sus residentes. La reconstrucción de los debates en las prensas nacionales de esos países da cuenta de una sociedad movilizada por la contienda, incluso sin estar en los campos de batallas.

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