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Travesía (San Miguel de Tucumán)

On-line version ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.16 no.1 San Miguel de Tucumán Dec. 2014

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

"Escribir las prácticas". Diálogos implícitos entre Montoneros y la organización Sabino Navarro

 

Luciana Seminara*

* CONICET - Universidad Nacional de Rosario. Argentina. eleseminara@gmail.com

RECIBIDO: Octubre de 2013
APROBADO: Octubre de 2014

 


RESUMEN

Desde mediados de los 90´s gran parte de la historiografía se construyó sobre la insistencia por encontrar elementos comunes que permitieran caracterizar la "militancia setentista". Los debates en torno al binomio política y/o violencia han nutrido gran parte de los estudios sobre ese pasado. No obstante, de ese conjunto de investigaciones que han aportado significativamente al desarrollo de nuevas miradas sobre un viejo problema, pocos se han interrogado sobre las teorías que sostuvieron dichas elecciones. En este artículo nos proponemos indagar en aquellas formulaciones de carácter teórico que acompañaron el devenir de una organización política de los primeros años setenta: Montoneros Sabino Navarro.

Palabras clave: Montoneros Sabino Navarro; Foquismo; Clasismo; Alternativismo.

ABSTRACT

Since the mid-90s large part of the historiography was built on the insistence to find common elements that allowed to characterize the "seventies militancy". The debates surrounding the politics and / or violence binomial have nourished much of the studies on that past .Nevertheless this set of studies that have contributed significantly to the development of new perspectives on an old problem, few have questioned the theories that sustained these elections. In this article we propose to look into these theoretical formulations that accompanied the evolution of a political organization from the early seventies: Montoneros Sabino Navarro.

Keywords: Montoneros Sabino Navarro; Foquism; Classism; Alternativism.


 

Desde mediados de los años sesenta y por más de una década la Argentina fue escenario de diversas formas de contestación política y social. En sintonía con los vientos de cambio que soplaban en los antes denominados "países del tercer mundo" una nueva cultura militante irrumpía en las calles de las grandes ciudades. Así la adscripción al socialismo, la necesidad de hacer la revolución y la adopción de la lucha armada como metodología, fueron algunas de las notas distintivas de estas nuevas experiencias que nacieron bajo el ala de la Revolución cubana, la proscripción del peronismo y la dictadura de la "Revolución Argentina".
En esta clave y desde mediados de los 90´s gran parte de la historiografía se construyó sobre la insistencia por encontrar elementos comunes que permitieran caracterizar aquella "militancia setentista". Desde la Teoría de los dos demonios nacida en el seno de los años 80´s, hasta la polémica del "no matarás"1 sostenida poco tiempo atrás en la revista Intemperie, los debates en torno al binomio política y/o violencia (Calveiro, 2005) han nutrido gran parte de los estudios sobre el pasado reciente argentino. No obstante, es necesario advertir que de ese conjunto de investigaciones que han aportado significativamente al desarrollo de nuevas miradas sobre un viejo problema, pocos se han interrogado sobre las teorías que sostuvieron dichas elecciones.
En este artículo nos proponemos indagar en aquellas formulaciones de carácter teórico que acompañaron el devenir de ciertas prácticas y las derivas de una organización política de los primeros años setenta.
Así, se explorarán un conjunto de textos elaborados por una organización de la izquierda peronista denominada Montoneros Sabino Navarro (SN)2 (1972-1975), una experiencia surgida de un temprano desprendimiento de los Montoneros fruto de intensos debates suscitados al calor del denominado "Documento Verde",3 texto elaborado por militantes de la organización Montoneros con el propósito de discutir aspectos centrales de la política desplegada por la organización y que se constituyó en el punto de partida de la SN. A ese texto fundacional pronto se sumarían otros que también acompañaron el derrotero de la naciente organización. En sus dos años de vida la SN publicó de manera sostenida una columna en la revista Militancia,4 llevó adelante la edición de una publicación periódica llamada Puro Pueblo5 y como toda organización política también deben computársele una serie de documentos producidos con la intención de servir de apoyatura o sostén de debates de carácter interno.
Asimismo, y más allá de los usos frecuentes del registro escrito en las organizaciones políticas de los sesenta-setentas, en "los Sabino" existía una acentuada tendencia a acompañar los debates y las discusiones políticas, las prácticas en el territorio y en el sindicato, de una esmerada elaboración de textos de distinto grado de circulación. Como si el ansiado pase al acto, tantas veces evocado para retratar las experiencias que protagonizaron la arena política de aquellos años, no alcanzara a colmar sus expectativas de militancia política. O tal vez simplemente se tratara, como dijera el Che, de "teorizar lo hecho"; el caso es que escribían en un acto que oscilaba entre la necesidad de registrar los hechos y hacer circular sus ideas en los ámbitos de la militancia, escribían y tal vez la idea de perdurar, acaso de hablarle al futuro más que a su propio presente, ya despuntara en algunas de las líneas que iban trazando.
Esa búsqueda de "teorizar", o si se quiere de tensionar teoría y práctica, es notable en los modos discursivos puestos en juego en la revista Puro Pueblo, también en la columna que sostuvieron en la revista Militancia, en la sección material de discusión llamada: "Cartilla para militantes-Montoneros Sabino Navarro"que iba encabezada por una advertencia"para evitar confusiones creemos necesario reiterar que estos aportes de discusión son políticos-ideológicos y no propuestas políticas para la acción concreta".6
En suma, en los textos de "los Sabino" había cierta vocación de saber teórico y una búsqueda sesuda por teorizar la experiencia de militancia desarrollada en los frentes de masas o, en otras palabras, intentaban abstraer en el plano de síntesis que supone toda teoría la necesaria reflexión que pudiera desprenderse de su propia praxis.
Incluso se podría pensar que había una especial inquietud por vincular teoría y práctica, preocupación que se revelaba cercana a aquella vieja premisa marxiana que enunciaba que toda teoría debía ser contrastada con la realidad, es decir, toda práctica política debe contemplar una lectura dialéctica que se desplaza de la teoría a la praxis y de la praxis a la teoría. Para "los Sabino" esto suponía el constante desafío de contrastar los resultados de la acción con el devenir de la historia política y social argentina, una historia que se evidenciaba susceptible de ser alterada o revolucionada a través de la militancia.
Así, esta preocupación se evidencia tempranamente en el "Documento Verde" tal vez por una razón: quienes lo estaban escribiendo se encontraban detenidos, y en su calidad de presos "disponían" de una cantidad de tiempo extra para leer un conjunto de materiales que puertas afuera hubiera sido más difícil de abordar.7 De esta manera se dispusieron a balancear y contrastar, a teorizar y debatir sobre los acontecimientos políticos que habían acompañado el devenir de los Montoneros en los años previos a su propio encierro.
Por otra parte, debe señalarse que la idea de hablarle al futuro, específicamente de acertarle al futuro, obsesionaba a algunos de los miembros de la SN. Tal vez por ello hubo algo del materialismo histórico que los sedujo desde el principio, esa lectura decimonónica y lineal del desarrollo de la historia de la cual ciertos textos muy difundidos en las décadas del 50-60 (Hobsbawm, 1998) tampoco alcanzan a escaparse por completo. Es precisamente en este sentido, y no en otro, que la SN utiliza algunas herramientas provenientes del marxismo, en tanto que lo entiende como una suerte de "ciencia histórica".8 En el "Documento Verde" dirán que:

[...] consideramos al marxismo como decían Marx y Engels: nuestra teoría no es un dogma, sino una guía para la acción. Lo consideramos como una ciencia y una filosofía en permanente creación, en desarrollo dialéctico, que se enriquece en la práctica social concreta. Desde ese punto de vista lo juzgamos como "el más acabado sistema de pensamiento científico de la realidad, en la medida que descubre las leyes fundamentales que rigen los intereses históricos de la clase obrera hacia su emancipación [...]".9

Finalmente, debe señalarse la posibilidad de abordar ciertos relatos elaborados en el presente, testimonios de quienes participaron en la redacción y/ o discusión original del "Documento Verde"). Se trata de un aporte sumamente valioso en tanto permite una aproximación a los significados asignados a los textos por los propios protagonistas.
No obstante, y teniendo en cuenta el universo de problemas específico que cada corpus nos aporta (los documentos escritos y los relatos orales), la perspectiva adoptada supone el compromiso de abordar la multiplicidad de aspectos que atravesaron las escrituras y las prácticas de la SN.

El "Documento Verde"

Si tuviéramos que escoger alguna fecha del calendario para datar los primeros tramos de la experiencia de "los Sabino", deberíamos remontarnos al mes de julio del año 1972. La precisión de la fecha no es fortuita ni forzada sino que guarda estrecha relación con la aparición de un texto mecanografiado. Consignemos que el "Documento Verde" fue redactado por un puñado de militantes que formando parte de los grupos originarios de Montoneros habían participado en el segundo operativo de importancia llevado adelante por la organización: la ocupación de la localidad cordobesa de La Calera. Como consecuencia de ello y del avance de la represión sobre la organización, la cual estuvo en los límites de ser borrada del mapa, estos jóvenes se encontraban detenidos en una penitenciaría de Resistencia. A ese primer grupo pronto se sumarían otros detenidos, militantes de la misma organización que habían sido trasladados desde la penitenciaría de la ciudad de Coronda.
Sin que nadie se lo hubiese propuesto de antemano, el encuentro producido dentro de la cárcel cobraría cierta trascendencia, principalmente porque puso en evidencia la existencia de una multiplicidad de visiones y valoraciones en torno a la misma organización que los nucleaba. Así, la necesidad de hacer un balance colectivo fue una idea que poco a poco empezaría a ganar terreno.
En rigor, deberíamos decir que el nacimiento de la Sabino Navarro se produce casi un año después de este singular encuentro; sin embargo la escritura del texto y el surgimiento de la SN son dos acontecimientos que van de la mano. Tal vez por ello el "Documento Verde" supone un punto de inflexión en la experiencia de la SN, constituyéndose en el punto de partida de las operaciones de memoria de quienes fueron protagonistas de aquella experiencia.
Por otra pare debe consignarse que el "Documento Verde" es de una escritura hermética, no sólo por la cantidad de pseudónimos utilizados (aspecto que dificulta la lectura para cualquiera que no haya formado parte de su elaboración), sino también por el uso de un lenguaje rígido y en cierto punto esquemático. Como si la formalidad del enunciado fuese la contraparte necesaria de una procurada rigurosidad política y programática, también pueden encontrarse análisis coyunturales o históricos enmarcados en una pretendida racionalidad científica.
El texto original10 es un texto mecanografiado, encarpetado de manera manual en cartulinas de color verde de allí tomará su nombre y se titula "Aporte autocrítico". Consta de poco más de cien páginas y comienza con una breve "Introducción", donde los escribas se preocupan por dejar evidencias de aquellos propósitos que los motivaron a la redacción; una suerte de advertencia da inicio al primer párrafo:

Sentimos desde hace tiempo la necesidad de expresar, de manifestar nuestra crítica con respecto a algunos hechos de la práctica política de María. Hoy esa necesidad está acrecentada y esa crítica originaria sobre hechos parciales se quiere convertir en autocrítica de todo nuestro proceso, desde el origen mismo hasta hoy [...].11

No hace falta mucha imaginación para descifrar el destinatario de las reflexiones que tensionan el recorrido del texto: María es el nombre que los presos han dado a la organización Montoneros.
Las primeras páginas están destinadas a esclarecer las necesidades políticas que motivaron la escritura, es decir, por qué, incluso encerrados entre cuatro paredes, esos hombres consideraron necesario hacer ese "aporte autocrítico", por ello se justifican, y resaltan el sentido asignado a su intervención señalando las problemáticas específicas que pretenden discutir con María:

Desearíamos, pues, que esta autocrítica sea tomada con el mismo fervor revolucionario y la misma honestidad con que pretendimos hacerla [...]. Buscando las causas profundas de nuestra realidad, confrontando la realidad de María a la luz de la lucha revolucionaria del Pueblo, a la luz de la práctica (en el sentido de incidencia sobre la realidad), tratando de verificar si nuestra práctica no tiene contradicciones entre sí y con la realidad, tratando de asumir conscientemente nuestros errores o aciertos y darles la dimensión dialéctica necesaria [...] significa hacerla desde adentro y no desde afuera de la empresa. Lo que implica comprometernos totalmente con cuanto afirmamos. Desde adentro, sintiéndonos parte de la empresa que nos engloba [...].12

Recordemos que quienes escribieron el DV lo hicieron mientras se hallaban encuadrados bajo la estructura de Montoneros, por lo cual la reafirmación del sentido del documento y la pretendida actitud autocrítico es constantemente repetida, aunque lo cierto es que en repetidas ocasiones se confunde los límites de la organización: por momentos hablan en primera persona del plural y en otros refieren a María como si no mediara vinculo alguno con ella. Más allá de establecer el adentro o el afuera de la organización, la pertenencia orgánica o los dobleces en el discurso y las erráticas de la semántica, lo esencial aquí es vislumbrar ya en lo que podemos considerar los inicios de la SN las diferencias en los modos de pensar la política y la militancia que se establecieron entre la SN y Montoneros.
Ahora bien, luego de haber dejado constancia del sentido "autocrítico", el texto se aboca a un extenso y pormenorizado análisis de la realidad política argentina desde finales de los años sesenta hasta el momento en que fuera escrito. Organizado cronológica y temáticamente, los dos primeros capítulos, "Nuestro origen" y "Cristalizaciones de concepciones erróneas manifiestas en la práctica", abordan los acontecimientos políticos y sociales que rodearon las experiencias de los grupos originarios desde la Resistencia peronista hasta las primeras manifestaciones de la guerrilla urbana, "los grupos originarios" que luego confluyeron en Montoneros, sus concepciones tácticas y estratégicas; el tercer apartado, las "Conclusiones", es una apreciación de las consecuencias prácticas de la aplicación de tales concepciones políticas sobre la realidad; finalmente, en los últimos dos, "la propuesta teórica" y "la postura de Patricia"13 se esboza a grandes trazos una propuesta político-organizativa diferente a la que sustentaba Montoneros.
Decíamos en un principio que al iniciar el recorrido por las páginas del texto nos encontramos con una trama cerrada sobre sí misma: la escritura críptica y la constante utilización de pseudónimos hacen que sea necesaria una suerte de guía de lectura que nos acompañe. En este sentido cuando Arlette Farge (Farge, 1991: 63-65) nos introduce en los archivos judiciales de París y, a través de ellos, en un mundo caótico y fragmentado donde los signos de un mínimo desorden han dejado huella por intermedio de distintos dispositivos, insiste que cuanto más nos interesamos por el archivo más expresivas se vuelven esas "irrisorias demandas" (en su caso peleas, robos, etc.), las palabras dichas, los relatos, todas esas cosas que son acontecimientos del pasado. Con el "Documento Verde", como si un especial conjuro entreverara los signos, pareciera como si todo fuera al revés: cuanto más nos interesamos en descifrar el texto, más inexpresivas se vuelven las palabras, como si la avidez por interrogar al documento clausurara la posibilidad de hacerlo hablar. Es que el "Documento Verde" se presenta errático, caótico, con una literalidad que por momentos abruma.
En esta dirección podría decirse que la utilización de los documentos de circulación interna de cierto tipo de organizaciones o partidos políticos modernos para la indagación histórica, a diferencia del tratamiento de las mal llamadas fuentes tradicionales (periódicos, publicaciones, etc.), suelen ser vistos más como un complemento que como medio de comprobación de las hipótesis sustentadas en la investigación. Por el contrario, nuestra mirada busca depositarse en otros aspectos quizás más sutiles que se desglosan de una hermenéutica del Documento Verde, interrogarnos por los sentidos políticos que los autores pretendieron asignarles, capturar el contexto de producción del texto y articular los discursos y los significantes puestos en juego con los sujetos que los enunciaron.
Varios han sido los ensayos de apertura arbitrados con el fin de poder establecer un seguimiento integral del DV, aquí se propone un ejercicio de lectura transversal, deteniéndonos en ciertos nudos teóricos, aspectos que como se verá fueron centrales para el desarrollo de otros textos y debates que trascendieron la experiencia de la SN propiamente dicha, como es el caso de los debates en torno al alternativismo y movimientismo, el militarismo y foquismo, o el rol de Perón y la concepción de vanguardia en la estrategia revolucionaria dentro del movimiento peronista.

El foquismo y la línea político-militar

A contracorriente del enorme avance de los estudios sobre el pasado reciente argentino, y en particular los estudios sobre las organizaciones políticas y político-militares, pareciera que restan aún algunos resquicios por explorar. Ciertos temas y problemas que necesitan ser específicamente debatidos y contrastados con un importante volumen de producciones académicas. En esta clave, despejar las distintas manifestaciones e interpretaciones sobre el foquismo y la intervención armada en los años 70´s, constituye un buen punto de partida para comenzar a saldar deudas.
Aquí se trabajará simultáneamente en dos planos: explorando las visiones, los textos, y las producciones de índole teórico-política de la organización Montoneros, al tiempo que se abordarán las críticas que "los Sabino" elaboraron de aquellas; en algunos casos, incluso, el diálogo intertextual está reflejado en las mismas fuentes seleccionadas.

La autocrítica forma parte de la necesidad también de sentirnos partícipes activos de nuestro proyecto revolucionario, que por distintas causas que no es el caso analizar acá no pudimos cumplir [...]. Creemos que con ella aportamos realmente al proceso revolucionario e invitamos a abrir un profundo diálogo político [...]. No ponemos en cuestión algunos defectos parciales, sino la concepción misma de María acerca de ese mismo proceso revolucionario.14

Para una mayor aproximación a la concepción del proceso revolucionario de "los Sabino" y de María es necesario, en primer lugar profundizar algunos aspectos que están vinculados con cierta teoría revolucionaria y por ende con el sujeto histórico encargado de llevarla adelante. Consecuentemente, y en virtud de la realidad nacional en las que esas conceptualizaciones están inmersas, sus teorizaciones generales asumen características políticas particulares.
Por otra parte, más allá de las marcadas singularidades regionales y los particulares recorridos transitados por los primeros grupos de la izquierda peronista, aquellos que hacia fines de la década del sesenta asumieron la lucha armada como vía de transformación radical de la sociedad, en la gran mayoría de los casos, se canalizaron experiencias previas y convergieron diversas vertientes de pensamiento político e ideológico. Esto ya ha sido señalado en un trabajo pionero por Marcelo Raimundo (Raimundo, s/f), quien ha mostrado para el caso de las FAP las distintas vertientes que confluyeron en el proceso de su formación hacia mediados del año 1966. Dicha experiencia convocó diferentes expresiones de la juventud peronista (de izquierda y de derecha), del catolicismo, del marxismo así como del trotskismo y algunos seminaristas y militantes cristianos identificados con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Como resultado, la base de acuerdos sobre la que se estructuró el grupo original estaba fuertemente signada, en primer lugar, por la necesidad de pasar a la acción; se sostenía además sobre una serie de acuerdos generales:
1) El reconocimiento del peronismo como movimiento de liberación nacional.
2) La elección de la lucha armada como metodología.
3) El objetivo principal de la lucha es el retorno del líder para el establecimiento de una Patria libre, justa y soberana.
El mismo autor no duda en afirmar que esa suerte de carta de "acuerdos generales" sobre los que se cimentaron las FAP constituía, hacia finales de la década del sesenta, algo así como el elemento distintivo que podemos encontrar en otros grupos armados de la izquierda peronista que se estaban desarrollando, como es el caso de Montoneros y Descamisados. Como veremos, los tres ítems aquí señalados fueron ampliamente (re)trabajados por "los Sabino" y tuvieron consecuencias importantes en las definiciones tácticas y estratégicas de su política.
La misma caracterización señalada para el caso de las FAP fue compartida por los escribas del "Documento Verde". Críticamente planteada, su mirada gravita sobre las debilidades ideológicas y políticas que ellos mismos, "los Sabino", vislumbraban en los primeros pasos de la organización Montoneros, trayecto que se iniciara promediando los años sesenta con los llamados "grupos originarios" desarrollados en las principales provincias argentinas: Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, con epicentro en sus capitales, que en el DV aparecen bajo la denominación de: "Juan", "Jerónimo" y "Estanislao", respectivamente.
La elección de tales nombres, como veremos en otros casos durante el examen del documento, no es en absoluto aventurada; por el contrario, forma parte de cierta estrategia de escritura, mediada por las condiciones materiales y la censura, y una estrategia que apuesta a construir una red de significados políticos e históricos que exceden el tiempo y el espacio propios de quienes escribieron, tratando de asignar un plus de sentidos, no siempre lineales, como si se tratara de un juego, o de pequeños guiños a ese imaginario lector.
En este caso los nombres puestos a jugar parecieran aludir a los fundadores de las ciudades del Nuevo Mundo, Juan de Garay por Buenos Aires en 1580 y Jerónimo Luis de Cabrera Zúñiga y Toledo por la ciudad de Córdoba en el 1573. En el caso de la ciudad de Santa Fe (también fundada por el mismo Juan de Garay) supuso un escollo al esquema colonial que los escribas eludieron al echar mano a otra referencia histórica que vinculara la provincia del litoral con algún otro personaje histórico. Así, el convulsionado siglo XIX proveyó la sugerencia, de modo que fue el caudillo y militar Estanislao López, representante del federalismo santafesino, quien completó la terna.
"Juan", "Jerónimo" y "Estanislao" iniciaron sus recorridos de manera independiente y sin haber establecido, previamente, relaciones orgánicas uno con el otro.15 Compartieron, sin embargo, similares afinidades y sensibilidades políticas; entre ellas la necesidad de "pasar a la acción" se impuso con mayor premura. Los tres "grupos originarios" de Montoneros habían optado tempranamente por las armas como medio de incidir en la escena política nacional en un contexto dictatorial que no dejaba demasiados márgenes para la participación de los jóvenes, en un clima de ideas que a escala planetaria pretendía revolverlo todo y dejarlo patas para arriba. En la franja latinoamericana del por aquel entonces llamado Tercer Mundo, la Revolución cubana ofrecía la prueba fehaciente, o la ratificación si se quiere, de que la teoría del foco insurgente era la herramienta idónea para llevar a buen puerto una Revolución nacional. Finalmente, las incipientes organizaciones armadas encontraron en el año 1969 una doble encrucijada: como se sabe, aquel año fue singularmente conmovido por las sublevaciones populares y obreras del Cordobazo y el Rosariazo, acontecimientos que, por una parte, se prestaban a confirmar que la opción por las armas era la vía correcta para encauzar la lucha por el socialismo nacional, pero por otra evidenciaban que "el foco" que encendería la llama de la Revolución en la Argentina se encontraba no en el monte ni en las sierras (como sostenían hasta entonces los documentos internos de la mayoría de las organizaciones), sino en las ciudades, en los centros urbanos con mayor concentración de trabajadores e industrias. Particularmente en aquellas ciudades como Rosario y Córdoba que hacia finales de la década del '50 habían visto fomentado su crecimiento industrial a través de la aplicación de las políticas desarrollistas.
Sin embargo el re-descubrimiento del foco guerrillero no fue asumido de un día para el otro; en el caso de las FAP, por ejemplo, el Cordobazo no generó inmediatas ni grandes modificaciones en la línea política.16 Podemos afirmar, sin embargo, que, en líneas generales, la mayoría de los varones y las mujeres militantes de las organizaciones armadas experimentaron con cierta amargura aquellas jornadas de lucha, debido al aislamiento17 al que los confinaban los estrictos criterios de seguridad tendientes a preservar la mínima estructura político-militar que habían logrado desarrollar. Y aunque existieron moderadas críticas en torno a los modos en que debía organizarse la metodología de la lucha armada, ninguna de ellas cuestionaba de fondo la teoría del foco; más bien sugerían sutiles o medianas modificaciones en cuanto a su implementación.
El grupo originario de Montoneros con asentamiento en la ciudad de Córdoba fue particularmente sensible tanto a la situación de "aislamiento" percibido en el transcurrir de los acontecimientos que conmovieron al país y desestabilizaron el régimen de Onganía, como así también a la reflexión que esta situación desencadenaría posteriormente en el interior de la naciente organización, aspecto que fue retomado en el "Documento Verde" y planteado en estos términos:

El Cordobazo mismo, que hace sentir a éste [Jerónimo] , hondamente, la impotencia, el trabajo superestructural, la dicotomía no resuelta entre la acción política y el aparato armado. La única presencia es un panfleto en [el] que además de fijar una posición política y enseñar a hacer "molotov", identificar autos policiales, dar normas de seguridad y que no tiene, por cierto, ninguna incidencia en los hechos. Dicho panfleto permitía señalar dos cosas: por un lado, que aún ese mínimo trabajo político de Jerónimo le permitía aprehender la realidad y formular una orientación en general correcta. Pero como el objetivo a desarrollar, el escalón superior era la formación del aparato armado, Jerónimo vivió el Cordobazo fracturado por la presencia de la clase trabajadora y el pueblo en las calles y su concepción de seguridad que lo hacía sentir por arriba, ajenos y guardados como reserva de una vanguardia que solucionaría todos los problemas. [...] las crecientes movilizaciones populares que desembocarían en el Cordobazo, el auge de los "tupas" [Tupamaros-Uruguay], y la revaloración después de lo emocional de la experiencia fallida del Che en Bolivia, hizo que Jerónimo participara de las críticas al "foquismo". Pero por su déficit ideológico y teórico, condicionamientos objetivos, la crítica se dirigía a lo que parecía ser su esencia: su orientación rural. Y se pensaba en la superación del mismo a través de la orientación urbana, porque allí se concentraba la población y la lucha.18

En igual sentido se orientan otros estudios que demuestran los efectos y repercusiones internas que ocasionó el Cordobazo sobre la organización Montoneros, afirmando que en el curso de la protesta social que hizo eclosión en mayo de 1969, los Montoneros modificaron los planes originales, mostrando que la guerrilla urbana era el modelo que se aproximaba en mayor medida a las condiciones nacionales para una Revolución social (Donatello, 2010).
Por lo menos para una etapa inicial y en líneas generales debe consignarse que para las organizaciones político militares del campo de la izquierda peronista, la lucha armada no era un fin en sí mismo sino que constituía un medio (expresado en sus propios términos, una metodología) que perseguía fundamentalmente un objetivo de más largo aliento: el retorno de Perón a la Casa Rosada para, de ese modo, avanzar hacia la construcción del socialismo.
Ambos objetivos se correspondían con los aires de cambio y agitación que comenzaban a sentirse cada vez con mayor intensidad. Contrariamente a los deseos y las expectativas formulados por el General Juan Carlos Onganía, los sesenta fueron años donde los jóvenes se volcaron masivamente a las calles en busca de transformaciones radicales en la cultura, el arte, la música y también en la política.19
Así, la generación del sesenta, caracterizada por una desprendida búsqueda de aperturas culturales y artísticas encontrará en el territorio nacional estrechos márgenes para desarrollarse. En el plano de la política, la lista de restricciones es harto extensa, y en ella debemos evidentemente incluir una extendida política represiva. Puede decirse, en síntesis, que en más de un sentido el golpe de estado de 1966 condicionó los modos de pensar y hacer la política, legitimando el uso de la violencia y el abierto desafío a un sistema represivo y conservador.
Pero volviendo al análisis de los documentos es necesario hacer dos señalamientos, por un lado la cuestión que refiere al foco guerrillero, por el otro ¿qué significaba para "los Sabino" la opción por las armas? Si bien este es un interrogante que merece ser abordado desde múltiples perspectivas aquí nos centraremos en aquellas cuestiones de carácter teórico que se desprenden directamente de la crítica que elaboraron de la línea político-militar de Montoneros y que tomó cuerpo en los textos producidos por los SN. Para su formulación se basaron en la propia experiencia y también en el Documento Línea político-militar elaborado por la conducción nacional de Montoneros.
En relación a la primera cuestión interesa despejar ciertos aspectos en torno a la pertinencia del término foquismo como metodología / categoría específica para el análisis histórico. Si bien un amplio espectro de las organizaciones políticas optó por la lucha armada como vía para la acción, creemos que, como categoría de análisis, foquismo no es lo suficientemente exhaustiva para comprender las experiencias de las Organizaciones Armadas Peronistas (OAP) desde 1971 en adelante.
Consignemos que como metodología específica la guerrilla rural alcanza cierta popularidad a posteriori del triunfo de la Revolución cubana y alrededor del año 1967, en consonancia con los lineamientos generales planteados por Regis Debray en ¿Revolución en la revolución?, una suerte de manual de la teoría del foco. El objetivo buscado en el libro era la difusión del foquismo en América Latina; en esta línea podríamos pensar que la concepción y teorización de la lucha foquista se encuentra simplificada, sistematizada y comienza a ser recibida con gran aceptación por las organizaciones políticas que emprendieron el camino de la lucha armada. En el mismo año debe señalarse la creación de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) creada en agosto de 1967 en Cuba, y compuesta por diversos movimientos revolucionarios y antiimperialistas de América Latina que, en mayor o menor medida, compartían las propuestas estratégicas de la Revolución Cubana. La propuesta de creación de la OLAS se realizó tras el éxito de la Primera Conferencia Tricontinental de Solidaridad Revolucionaria en la que se reunieron más de quinientos delegados de organizaciones revolucionarias de Asia, África y América Latina. En su primera declaración se mostró claramente en sintonía con la metodología de la lucha armada y la guerra de guerrillas como vías de expansión de la revolución por América Latina.
Por otra parte, y más allá de la discusión concreta en torno de lo que específicamente quiere decir el foquismo,20 el interés se centra fundamentalmente en visualizar los aspectos que podemos encontrar tras esta denominación. De hecho, existe una variedad heterogénea de significados asignados a este mismo concepto que dio lugar a múltiples lecturas en relación a lo actuado por las organizaciones armadas de la "nueva izquierda".21 No obstante, diversos elementos indican que en las organizaciones armadas de los sesenta y setenta las interpretaciones que giraron alrededor de categorías como guerrilla, lucha armada y foco distaban mucho de ser unívocas (Seminara, 2011).
En cuanto a la línea político-militar de los Montoneros, y pese a no haber despertado suficiente interés por la historiografía pocos autores lo han mencionado, creemos que, más que los postulados del francés Regis Debray, o el tan citado "Che" Guevara, fueron otros dos intelectuales, teóricos y estrategas quienes guiaron desde los inicios el pensamiento político y militar de los Montoneros: Carl Von Clausewitz­ y, fundamentalmente, Abraham Guillén (Gillespie, 1988; Reyes, 2005). Éste último, veterano de la Guerra civil española y exiliado en estas tierras hacia finales de la década del 40, estrechamente vinculado a las experiencias guerrilleras de Uruguay y Argentina, fue periodista y escritor, autor de una extensa producción teórica que polemiza con la visión guevarista de la teoría del foco guerrillero.
En el documento interno22 publicado en el año 1971 la conducción nacional de Montoneros define, en función "del objetivo estratégico de la toma del poder para la construcción del socialismo nacional", que sus métodos son

[...] la guerra revolucionaria total, nacional y prolongada. Esta guerra por sus objetivos revolucionarios necesita de la construcción del ejército popular que implica la participación del pueblo de diferentes maneras. Como esta incorporación es paulatina y las relaciones de fuerzas militares son desfavorables durante una larga etapa, la construcción de ese ejército y el desgaste de las fuerzas enemigas es un proceso largo en el tiempo, de ahí su carácter prolongado [...].23

Dicho fragmento que citado palabra por palabra en el "Documento Verde", aspecto que no sólo confirma el mero hecho de que había llegado a manos de los escribas, sino que nos señala el grado de importancia relativa que éstos le asignaban a la necesidad de entablar un debate. Por otra parte, nos muestra ciertas modalidades del pensar de "los Sabino". Pero dejemos en suspenso por un momento estas aristas del problema.
Decíamos que aunque Guillén no se encuentre citado en el documento interno de los Montoneros, sin embargo las conexiones con su pensamiento son ciertamente llamativas. Guillén incitaba a una guerra revolucionaria unificada, donde el foco rural haría las veces de apoyatura al enfrentamiento desarrollado en las ciudades; en una entrevista publicada hacia el año 1978 afirmaba refiriéndose a algunos textos que él mismo había publicado unos años atrás y que habían cobrado cierta trascendencia que

[...] los bosques de cemento son más seguros que los bosques de árboles [...] las ciudades tienen más recursos logísticos que el campo. Y como nuestra civilización es capitalista y concentra el capital y las poblaciones en las ciudades a ritmo acelerado, en países como Uruguay con más del 80 % de población urbana, era absurdo ir a hacer la guerra revolucionaria en el campo, donde hay más vacas y ovejas que población rural. Por consiguiente, las teorías fidelistas y maoístas de la guerra revolucionaria no eran apropiadas para países industrializados o subdesarrollados con más población urbana que rural. Una gran ciudad (que es casi como una ciudad-nación con varios millones de habitantes o, simplemente, alrededor de un millón) se presta a la guerra de guerrillas más que la selva amazónica. Pues en esta selva hace muchos años que están los indios, con un terreno favorable que los protege de los blancos; pero así no hacen política, no son decisivos como las guerrillas urbanas en las grandes capitales o ciudades de los países de la Cuenca del Amazonas. No es en la selva amazónica donde unas guerrillas pueden decidir en la política de Brasil, sino más bien las guerrillas urbanas en Sao Paulo, Río de Janeiro, Porto Alegre y el Salvador, etc.24

Llegados a este punto y en líneas generales parece obvio afirmar que los Montoneros (al igual que otras OAP) realizaron una particular lectura de un conjunto de intelectuales entre los que se encontraban tanto Guillén como Clausewitz. Una lectura que tomaba algunos aspectos de su pensamiento y descartaba otros. En esa dirección, se podría afirmar que Abraham Guillén aportaba a la cosmovisión político-militar de Montoneros una serie de elementos generales: en primer lugar, la afirmación de que el corazón de la guerra de guerrillas se encontraba en las grandes ciudades industrializadas, en sintonía con esto la concepción táctica de la guerrilla suponía que sus operativos militares debían ser dispersos, sorpresivos y veloces; finalmente, que la lucha debía ser prolongada, porque consistía en la suma de "muchas pequeñas victorias militares que, sumadas, conducirían a la victoria final".25 Al respecto, Richard Gillespie (Gillespie, 1988) ha señalado que los Montoneros tomaron de Clausewitz principalmente la tesis de que la guerra defensiva es intrínsecamente más fuerte que la ofensiva; cabría pensar que hubo en realidad una elaboración propia de postulados de distintos pensadores que influyeron en la definición estratégica de una guerra "popular y prolongada" con epicentro en las grandes ciudades. No obstante, Gillespie insiste decididamente en que tanto Guillén como Clausewitz influyeron en el pensamiento político-militar de los Montoneros, aunque advierte con esa preocupación que poseen sólo quienes conocen los titulares de los periódicos del día de mañana que Clausewitz habría eclipsado la influencia de Guillén y las lecciones que había deducido de la experiencia de los Tupamaros en el Uruguay (Gillespie, 1988: 110-111).
Finalmente creemos que ni una ni otra de las teorías fueron aplicadas como recetas de cocina; por el contrario son pocos los documentos de circulación interna en los que los Montoneros refrendaban sus líneas de intervención (a través de citas) más allá de los clásicos del movimiento peronista; incluso en el documento "Línea político militar", que es en definitiva el texto que despertó cierto interés y premura por responder sus postulados en los escribas del "Documento Verde", no hay mención alguna ni a Clausewitz ni a Guillén sino, a Mao Zedong. Resta en todo caso volver sobre las posibles vinculaciones, los diálogos y desplazamientos entre Mao y Clausewitz,26 pero claramente excede los objetivos aquí fijados. Por otra parte, es preciso reconocer que no fueron esos desplazamientos los que captaron la atención de "los Sabino", por el contrario aquello que parece encender el debate y las críticas más agudas es la cuestión que gira en torno al sujeto histórico de la revolución.
En esta dirección, cuando el "Documento Verde" dialoga con el texto sobre la línea político-militar de los Montoneros es fundamentalmente para demostrar los errores en la concepción política; la crítica se modula principalmente en torno a que Montoneros asume su papel de "brazo armado" del movimiento peronista.
En esta, línea la crítica de los escribas se desplaza poco a poco hacia lo que ellos consideran el origen de esa desatención: el foquismo. Por ello dedican un apartado específico para analizar este aspecto en concreto tema trabajado in extenso a lo largo del texto, dónde señalarán dos momentos clave en la línea político-militar de Montoneros, uno"donde aparece con mayor 'pureza' nuestro foquismo, y otro donde María cree haber superado el foco".27
Concretamente dirán:

Nosotros María reivindicábamos lo político-militar en los documentos, pero en la práctica reflejábamos concepciones militaristas. Es que la práctica foquista entra en contradicción con el concepto de la guerra popular y prolongada que debemos desarrollar desde las bases.
El problema no radica en que desarrollemos la lucha armada, lo cual es imprescindible y necesario, sino que lo hacemos menospreciando la tarea política, restándole importancia, centrando el esfuerzo en el accionar militar, dejando irresueltas las contradicciones a superar por las masas. [...] Y no es que estemos encerrados en una torre de marfil. Porque vamos a los frentes, vamos a los barrios, vamos a las fábricas. Pero consciente o inconscientemente, deliberada o pragmáticamente, vamos (sólo) a reclutar combatientes o colaboradores, buscamos posibilidad de infraestructura, (pero) no incidimos políticamente gestando la organización independiente de la clase obrera y del pueblo. Todo nuestro esfuerzo se vuelca así al aparato armado, dislocando nuestra concepción político-militar.28

En resumen, se puede afirmar entonces que para "los Sabino" el problema de la lucha armada no remitía a una cuestión ética, ni se trataba de una fase o etapa más tardía de la lucha de clases por la toma del poder. Por el contrario, los cuestionamientos que los escribas elaboraron alrededor de la lucha armada desarrollada por Montoneros estribaron principalmente en la preponderancia de la metodología foquista de su desarrollo, vinculándola a su vez con una demanda excesiva, dinero, cuadros militantes, etc.
Finalmente, la crítica más aguda puntualiza en el hecho de que Montoneros se hubiese asumido como brazo armado del Movimiento. Un movimiento policlasista que, más allá de su heterogeneidad, respondía fundamentalmente a los intereses de las burocracias y los sectores burgueses aliados a éstas.

[...] nuestro foquismo, sin política, por la concepción mistificante de la realidad y del Movimiento quiere, supone, pretende, superarse aportando su brazo armado, su fusil a las manifestaciones más radicalizadas de la superestructura partícipe del sistema, de sus leyes y sus valores. En esta etapa concreta, nuestra política hacia esos sectores está significando ceder en nuestros principios políticos, comprometer nuestros objetivos políticos y militares, confundir lo estratégico con lo táctico.

Sobre el final del documento, "los sabino" introducen una serie de reflexiones sobre las transformaciones de carácter orgánico promocionadas por la Conducción Nacional de Montoneros.
Señalemos que hacia el año 1972 se había puesto en marcha una serie de modificaciones en la estructura organizativa. Fundamentalmente, el esquema intentaba incorporar a un tipo de organización federativa las distintas expresiones que la organización había desarrollado a lo largo y ancho del país.
El núcleo central lo conformaban las UBC (Unidades Básicas de Combate) que tenían una disposición zonal y estaban integradas por "oficiales" y tenían a su mando la jefatura de la organización en un espacio geográfico determinado. Las UBR (Unidades Básicas Revolucionarias) estaban a cargo de un oficial e integradas por "aspirantes" y tenían a su cargo la tarea de desplegar la política hacia los frentes de masas (territorial, estudiantil, sindical) a través de las "agrupaciones", única instancia integrada por "militantes de base". Si bien los militantes que integraban las UBR no lo eran, el funcionamiento de las UBC/UBR era clandestino.
Por encima de las UBC e integradas por los jefes de las mismas estaban las "columnas", luego las "jefaturas regionales" y finalmente la "conducción nacional".29 Este esquema organizativo se mantuvo casi sin modificaciones hasta promediar el año 1977.
Para los escribas del documento, la nueva línea político-militar de Montoneros representaba una reafirmación de su foquismo inicial y por ende del militarismo; en ese sentido serán taxativos en sus valoraciones finales:

Para completar este análisis queremos hacer referencia al proyecto de UBR. Y decimos, que la propuesta es coherente con el desarrollo de la concepción foquista en cuanto significa fundamentalmente, la extensión del foco armado, la extensión del aparato.30

Nuestra propuesta a las masas es la incorporación directa independiente de su práctica y experiencia al aparato armado (embrión del Ejercito Popular). Y esto son las UBR: cuadros logísticos, canteras de reclutamiento. Nuestra concepción foquista nos lleva a colocar tácticamente lo que es un objetivo estratégico.31

Así a través de todo el documento va apareciendo la subyacencia militarista, la subordinación constante de lo político a lo militar.32
Con la clara intención de cerrar la crítica sobre la experiencia militar de Montoneros, "los Sabino" recurren al ya mencionado Documento Línea político militar (1971), buscando allí los ejemplos más recientes para los problemas de más larga data. Como si se tratara de rematar una idea ya trabajada hondamente, el caso de las UBR aparece a los ojos de los escribas como un paradigma de los modos en que los Montoneros desarrollan su política hacia los frentes de masas, esto es, subordinando lo político a lo militar. Aspecto que constituyó una de las principales preocupaciones de los y las militantes de la SN.

La opción clasista: alternativistas VS. movimientistas

Si pudiéramos trazar una línea con un lápiz, de tal manera que fuera retomando y soldando como puntos de una constelación las preocupaciones más relevantes y recurrentes de estas poco más de 100 páginas del "Documento Verde", descubriríamos sin mucho esfuerzo que hay una de ellas que nos obligaría, una y otra vez, a retornar a ella, dando la sensación de dibujar círculos con nuestra mano.
Nos referimos al debate que gira alrededor de la composición social del movimiento peronista, uno de los aspectos fundamentales de la autocrítica aquí planteada.
Sin embargo, y del mismo modo en que sucede con los dilemas teóricos-políticos en torno a la pertinencia del foco como metodología para viabilizar la lucha armada o los debates sobre cómo organizar a la clase obrera, la emergencia de esta cuestión no fue privativa de quienes suscriben el DVSN, sino que involucró a un conjunto de organizaciones político-militares, abarcando el espacio de acción de las OAP y manifestándose de manera simultánea alrededor del año 1971.
El contexto socio político nacional brinda un conjunto de elementos para entender ciertos aspectos de este debate. En cierto sentido podríamos decir que actúa como catalizador de discusiones larvadas y configura los tiempos y los modos para que finalmente se desarrollen.
Hagamos un breve repaso de algunos acontecimientos que tuvieron particular resonancia en el espacio de acción de las OAP. Para ello recordemos que relativamente poco tiempo atrás, tanto Montoneros como las FAP, en ese período que podría denominarse como el momento de configuración y re-estructuración a partir de los "grupos originarios", se habían articulado en un proceso desarrollado sobre la base de una serie de acuerdos generales que reconocían en el peronismo "un movimiento de liberación nacional". Precisamente este aspecto será el centro de las inquietudes que acompañaron las preocupaciones teóricas y prácticas por organizar a la clase obrera argentina.
El año 1971 es particular en varios sentidos. El mes de marzo tuvo a la ciudad de Córdoba como protagonista de una nueva insurrección obrera, conocida como el "Viborazo".33 A diferencia de las movilizaciones de 1969, estas estuvieron caracterizadas por un grado de organización más alto y siendo menos espontáneas. Además de contar con la participación de gremios tradicionales como Luz y Fuerza, se sumaron sindicatos clasistas y combativos como SITRAC-SITRAM. Más importantes, sin embargo, fueron los elementos que apuntaron a un desarrollo y a los límites de la conciencia de clase entre los trabajadores (Pozzi y Schneider, 2000). Las repercusiones de la revuelta protagonizada por el movimiento obrero cordobés tuvieron un efecto casi inmediato y directo sobre la superestructura del gobierno militar, hecho que supuso que para fines del mismo mes Levingston dimitiera de su puesto y su lugar pasara a ser ocupado por el Comandante en Jefe del Ejército, el General Alejandro Agustín Lanusse. Quien poco tiempo después de asumir el mando del gobierno pondrá en marcha un plan estratégico (Gran Acuerdo Nacional) que procuraría según sus intenciones una solución integral al convulsionado escenario político. Si bien Lanusse era consciente de que, dadas las circunstancias, cualquier salida a la crisis debía indefectiblemente involucrar al peronismo como factor de cambio en las variables puestas en juego, y existía una notable conciencia de la necesidad de incluir también al viejo caudillo, la inclusión del peronismo en el plan de transición a la vida democrática (Grammático, 2011: 34) no se desarrollaría sin mediaciones. Una de las principales condiciones que el régimen pretendía negociar con el líder exiliado, para permitir finalmente su incorporación al sistema político, era lograr que Perón repudiara públicamente el accionar de las guerrillas peronistas y manifestara su apoyo a los aspectos fundamentales del GAN (De Riz, 2000: 96-98). Es ampliamente conocida la respuesta anodina y esquiva, por no decir inexistente, que el régimen consiguió extraer del General, quien mantuvo la incertidumbre sobre sus intenciones, colaborando en cierto sentido a exacerbar la crisis política y militar en ciernes (Grammático, 2011; De Riz, 2000).
Finalmente, el hecho de que el GAN no generara demasiadas expectativas en ninguno de los sectores del abanico de la escena política nacional fue incuestionable, lo que sumado a la estrategia asumida por la oposición congregada en "La Hora del Pueblo", que había redoblado los esfuerzos para lograr imponer al gobierno militar el llamado a elecciones, fueron importantes elementos de presión que al fin resultaron exitosos. Así, en el mes de septiembre de 1971, el presidente de facto Alejandro Lanusse, se vio forzado a fijar una fecha certera para el próximo llamado a elecciones nacionales: marzo de 1973 y el nuevo Gobierno asumiría dos meses más tarde.
Otro dato relevante de este agitado año se organiza alrededor de la realización del primer Congreso de Sindicatos Combativos, Agrupaciones Clasistas y obreros revolucionarios, espacio que contó con el afluente de miembros del sindicato de la empresa Fiat SITRAC-SITRAM y comisiones internas y representantes de distintas entidades del interior del país. Aunque de reducida participación, interesa señalar la aspiración de este sector del sindicalismo de consolidar una coordinación y estructura a nivel nacional con una clara orientación política. En este último sentido, el Congreso se pronunció contra las "falsas opciones de la burguesía" representadas en el "GAN" y también en la "Hora del Pueblo" (Pozzi y Schneider, 2000: 65).
Si obligadamente tuvieramos que condensar en una sola impresión las concepciones políticas que más acabadamente definían a "los Sabino", necesariamente y tal vez en primer lugar deberíamos referirnos al clasismo. Sin negar por esto la existencia de otros factores intervinientes en la modulación de los discursos que en último término dieron forma a este "Documento Verde", resulta casi una cuestión matemática la preponderancia adquirida por el tema relativo a las contradicciones de clase dentro del movimiento peronista y sus derivas tanto teóricas como prácticas; entre ellas, la más evidente fue sin dudas la opción por el alternativismo. Una opción política e ideológica estructurada desde la perspectiva de la lucha de clases y que adquiría materialidad práctica en las experiencias de lucha contra las burocracias sindicales y la burguesía.
No obstante, para las organizaciones que formaban parte de la izquierda peronista, las significaciones políticas puestas en juego tras la definición de organizar a la clase obrera por fuera de las estructuras tradicionales del movimiento peronista o por el contrario abonar al sostenimiento y consolidación de dichas estructuras, no sólo suponía la adopción de una estrategia y una construcción política hacia el conjunto de la clase obrera. Cualquiera fuera el camino, estaba claro que esa decisión también comportaba una forma de incidir en el juego de intereses librado hacia el interior del movimiento, un enfrentamiento más o menos abierto por establecer el mando y la conducción hegemónica del mismo.
En este sentido, consecuentes con su "método de análisis", esto es: buscar las raíces del problema, "los Sabino" se plantearon rastrear los orígenes de tales contradicciones; por ello, comenzaron por interrogarse:

[...] ¿estas contradicciones surgen en el Movimiento, en la coyuntura que comentamos? Evidentemente no. Son expresiones que se dan desde sus orígenes, que se clarifican a partir de1955 y que afloran de distintas maneras acordes con las variaciones políticas del régimen. Varían según que la alternativa dominante sea la integración o la represión. [...] como consecuencia la clase obrera va a la zaga de los sectores burgueses enquistados en la superestructura del Movimiento y del régimen.34

Este pasaje es sólo una muestra de las muchas que refieren a la apreciación elaborada por "los Sabino" para determinar lo que se entiende con los orígenes mismos del movimiento. Una apreciación y unas valoraciones que se van modelando como si dijéramos a través de la búsqueda de cierta cientificidad, siguiendo la lógica del texto, a medida que la historia misma avanza y el movimiento se desarrolla; se puede suponer que las contradicciones de clase hicieron lo propio y fueron evidenciándose cada vez de manera más profunda, afirmándose en prácticas y actores concretos.
Así, llegada la década del setenta, estas mismas contradicciones se expresaron a través de distintos enfrentamientos que cada vez con mayor urgencia, requerían un posicionamiento de los sectores más jóvenes del movimiento, incluyendo por supuesto a aquellas organizaciones que, desde el exilio madrileño, el General había denominado "las formaciones especiales".
Particularmente nos interesa aquí señalar una suerte de mecánica en el razonamiento y en la exposición de las ideas de la SN. Como si la posibilidad de hallar en la historia de los orígenes del movimiento peronista las pruebas de aquellas contradicciones de clase del peronismo, ayudara de por sí a comprender los desaciertos en la práctica política de las OAP y específicamente de los Montoneros.
Esos anhelos fueron expresados con claridad en diversas oportunidades a través del entramado del DV:

Había un análisis simplista, genérico y espontaneísta del peronismo, que, si bien se asentaba sobre innegables verdades históricas, no calaban ni se percataba de la profunda contradicción que se daba en el seno del Movimiento. Así, se minimizaba el papel de la burocracia política o gremial en su verdadera función. La "idealización pequeño-burguesa" del peronismo nos hacía afirmar, que la clase trabajadora, en su seno, era hegemónica confundiendo el número con la fuerza. [...] No habíamos aprendido por ese culto al espontaneísmo que inconscientemente practicábamos que el déficit fundamental era que la clase trabajadora había carecido de su organización independiente, de su organización clasista que permitiera asegurar su hegemonía en el movimiento y en el proceso revolucionario que se estaba gestando. La "idealización", la ideologización de la lucha armada, nos convencía que bastaba el mero voluntarismo de un pequeño grupo de iniciados, mientras dejábamos a la clase trabajadora en su dispersa multitud, en su inorgánica cohesión, en manos de direcciones reformistas y claudicantes. Teóricamente teníamos vocación de masas, pero en la práctica política no aspirábamos a un movimiento en que la salida revolucionaria sea la consecuencia lógica y la dirección revolucionaria se convierta en la única posible. En definitiva, sin quererlo conscientemente, pretendíamos constituirnos como vanguardia del movimiento, pero caídos de la estratósfera (6).35

Finalmente, el hecho de que los Montoneros subestimaran las contradicciones de clase en el seno del movimiento, llevó a los escribas del "Documento Verde" a situar fundamentalmente a la política de masas implementada por la organización en el centro de la crítica. Esto en parte es así porque para el año 1972 los Montoneros, lejos de darle la espalda a la burocracia de la CGT y aquellos "sectores burgueses enquistados en la superestructura del Movimiento"como pretendía este pequeño grupo de militantes recluidos en la cárcel de Resistencia, concluía sus apuestas en la ruleta de posiciones que giraba en manos del General Perón.
Por su parte el viejo mandatario les había hecho varios guiños y los jóvenes Montoneros decidieron arriesgar en pleno; la JP comenzaba vertiginosamente a vislumbrarse como la principal vía de llegada hacia las masas, Galimberti había sido nombrado como representante de los sectores juveniles en la Mesa Nacional del Movimiento Nacional Justicialista y como para cerrar el círculo poco tiempo después sería reclutado por los Montoneros.
Tempranamente, incluso antes de constituirse en una organización independiente, "los Sabino" propusieron una manera diferente de vehiculizar una política de masas, o por lo menos para este momento, una manera divergente de teorizar sobre ella. Lo hicieron incorporando elementos de análisis y experiencias políticas que estaban por fuera de la mitología justicialista.
Estos elementos se expresan diáfanamente a través de la visión que sostienen sobre el movimiento peronista:

[...] las diversas tendencias y propuestas antagónicas, tienen sus orígenes en la historia misma del movimiento y expresan contradicciones de clase o sectores de clases. A modo de síntesis podemos decir; el proyecto del régimen ha fluctuado desde el 55 con dos caras respecto del peronismo: la integración y la represión.
Estas dos tácticas, muestran a su vez, las contradicciones internas dentro del movimiento entre los sectores que expresan dentro del mismo, la ideología y la política de la burguesía, y los que expresan los intereses de la clase trabajadora. Esto se expresa con dos proyectos diferenciados, respecto del movimiento: el que tiende a integrarlo al sistema; y el que trata [a] partir de la fuerza de la clase obrera, destruir al sistema.36

Por otra parte, el mismo debate se hallaba presente también en el seno de las FAP, por ello no es casual que una copia del "Documento Verde" fuera enviada a su Conducción Nacional. Las FAP iniciaron un proceso de debate denominado "Proceso de Homogeneización Política Compulsiva", entre sus objetivos se encontraba el de tratar de hacer converger el accionar de las organizaciones armadas peronistas con el desarrollo de las luchas populares. Los alcances de esta discusión deben medirse en sintonía con la coyuntura política nacional condicionada por la constante reconfiguración del escenario de la lucha social abierta por el Cordobazo y la estrategia aperturista del gobierno militar de Lanusse, que anunciaba un próximo llamado a elecciones. El caso es que entre 1971-1972 se desarrollaron ciertos debates de carácter estratégico en dos de las organizaciones político-militares más influyentes del período.
Para las FAP la discusión fue impulsada y centralizada por la Conducción Nacional; del lado de Montoneros, el debate pretendía ser puesto en marcha por un grupo reducido de hombres que, además, como ya se dijo, estaban presos. A pesar del ingenio y esfuerzo puestos en la redacción del texto, la conducción de Montoneros rechazó de plano la propuesta. Como resultado, las discusiones y los interrogantes posibles fueron como veremos más adelante lisa y llanamente eludidos. Por ello, tal vez como plantean las teorías del campo psi, cabe pensar que aquello que fue reprimido, coartado o suprimido, simplemente retorna. Es en ese sentido que "los Sabino" retoman el debate, para establecer un punto de partida que devendrá en una experiencia organizativa distinta a Montoneros.
Puntualmente, el DV plantea que

[...] las vanguardias armadas nosotros37 por una falsa concepción del Movimiento, hemos propuesto por ahora, sólo paternalmente un método, sin percatarnos que lo necesario era y es plantear correspondiendo a las necesidades de la clase, una organización independiente no sólo a nivel organizativo, sino político e ideológico que conforme la herramienta apta para la lucha por el socialismo.

La lógica con la que el texto se va desarrollando es rigurosa, mecánica, y en este apartado la trama textual del discurso esta puesta al servicio de demostrar las implicancias políticas de una errónea o en todo caso condescendiente, lectura de la composición de clase del movimiento peronista sostenida por los sectores movimientistas; este aspecto se vincula a su vez, como ya se ha señalado, con el debate de carácter más estratégico en torno a la clase obrera y su rol como sujeto histórico de la Revolución.

Los sectores burgueses [...] encaramados en la superestructura política como un proyecto reformista, nostálgico del pasado, juegan como cuña del sistema [...]. Su política coincide con la del régimen, su programa es la integración de la clase trabajadora en el proyecto "nacional" de conciliación de clases, imposible de realizar entre el imperialismo y los sectores explotados [...]. El desarrollo de estos grupos se asienta no en la movilización de las bases (que no representan) sino en el apoyo que puedan lograr en las clases dominantes para lo cual necesitan valerse de una estructura política (en este caso el Partido Justicialista) o sea la participación del Movimiento para adecuarlo a las necesidades del régimen liberal que los legitimiza, como "representantes" del Pueblo Peronista.38

El carácter estratégico del debate así planteado radica precisamente en que aquellas posiciones que se denominaban "alternativistas", quienes proponían líneas de acción que en abierto enfrentamiento con los sectores de la burocracia del movimiento, intentaban poner en marcha de un proyecto y unos objetivos por fuera del statu quo.
Estos posicionamientos se apoyaron en los ejemplos proporcionados por las nuevas expresiones del "clasismo" como alternativa a la organización comandada por la vieja guardia sindical peronista. En este camino en el "Documento Verde" se propone abandonar la lucha política "dentro" del Movimiento para encauzar toda su fuerza en organizar, de manera independiente, al movimiento obrero, único sujeto al cual consideran históricamente revolucionario:

[se] requiere reafirmar nuestro clasismo y recrear el Movimiento desde sus bases, para asegurar la hegemonía de la clase obrera, sujeto histórico irremplazable de la revolución socialista. Y ese es el rol objetivo del Peronismo en la historia actual del país [...]. Es esta la concepción que divide frontalmente a las bases peronistas, sus proyectos de organización revolucionaria, de la burocracia entreguista que actúa en lo gremial como en lo político al servicio del sistema y dominando la superestructura del movimiento. Y lo prueba la lucha de los trabajadores peronistas en hechos que, como lo muestra la CGT de los Argentinos, SITRAC-SITRAM, señalan con todas sus limitaciones la búsqueda aún no lograda de un camino organizativo independiente de la burocracia y de la dictadura.39

Desde la perspectiva "alternativista", variadas y múltiples han sido las derivas que asumieron los análisis de la composición de clase del movimiento peronista, algunas de las cuales, como es el caso de las ideas moldeadas en el "Documento Verde" se sintetizaron en una consigna: "recrear el movimiento desde sus bases".
Con esta perspectiva y con esos objetivos se fundamenta una visión estratégica y se sostiene una definición del sujeto histórico de la Revolución. Algunos conceptos o categorías que entran en juego en tal definición del sujeto, son habilitados desde una lectura materialista de la sociedad:

[...] como peronistas lo asumimos plenamente. Somos conscientes que ser marxistas, saber a marxismo, no es equivalente a ser revolucionario [...] y es por eso que nos definimos históricamente como peronistas, que expresa la práctica política de la clase obrera argentina en su lucha por el poder. Y el marxismo, no lo reconocemos en un plano ideal, sino que debemos estar dispuestos a emplearlo como ciencia consecuente.40

Peronismo y marxismo no deben ser entendidos, en los márgenes definidos por este documento, como dos concepciones políticas e ideológicas diferentes, ya que la carga de significados otorgados a cada uno se complementan en función de lograr una concordancia lógica y práctica; así el marxismo pretende ser la lente con la que se analiza la realidad y el peronismo es per se, el sujeto histórico-político encargado de llevar adelante la revolución socialista.
Asimismo y contemplando que en los ´60 y ´70 gran parte de los trabajadores argentinos podían encuadrarse bajo los lineamientos del peronismo, también es cierto que la clase trabajadora estaba siendo interpelada por una serie de experiencias de nuevo tipo. Experiencias que nutrieron al movimiento obrero de características más complejas que, por otra parte no fueron tan fácilmente asimilables a la experiencia del peronismo.
En síntesis, puede decirse que los procesos de fuerte radicalización de la lucha obrera, protagonizados por los nuevos sindicatos clasistas y combativos, representaron el inicio de un proceso que llevaba el germen de un modo de organización que no estaba contemplada en los márgenes abiertos por el peronismo como doctrina ideológico-política. Es decir que constituyen indicios de una nueva forma de vincular las reivindicaciones sindicales con las estrategias políticas, y aunque no desarrolladas, intentaron quebrar ciertas visiones clásicas sostenidas por el formato de organización sindical peronista.

A modo de cierre

En este artículo hemos abordado aquellos aspectos vinculados con la producción escrita de "los Sabino", principalmente a través de la lectura del texto que devino fundante de la organización. Principalmente hemos explorado dos ejes: por un lado, las críticas y debates ligados a la lucha armada como metodología para la acción (foquismo / militarismo) y por otro, el binomio "movimientismo" / "alternativismo". En esa clave, hemos señalado la opción movimientista como un modo de organizar a las clases trabajadoras estructurado desde la asunción de la lucha de clases. Una opción político-gremial que adquiría mayores grados de materialidad en los enfrentamientos cotidianos frente a las burocracias sindicales y la burguesía.
Paralelamente hemos intentado emplazar los debates internos y las críticas desplegadas por la SN en el contexto de los primeros años setenta de la historia política Argentina y, aunque de manera artificial, hemos establecido una suerte de diálogo entre la SN y la organización Montoneros, contrapesando sus referencias teóricas, sus metodologías y sus posicionamientos tácticos frente a la cambiante coyuntura política.
Finalmente, también hemos explorado los sentidos y la direccionalidad de la crítica elaborada por la SN en torno a la práctica política de Montoneros. De este modo, hemos observado como el "Documento Verde" se constituía en el primer eslabón de una cadena de acontecimientos que iniciaban una nueva experiencia política.
Así, el documento que originariamente buscaba modificar la línea política de Montoneros, tomaba un rumbo diferente. Sus interlocutores definitivamente eran otros que aquellos que "los escribas" habían imaginado y el documento se instituía al mejor estilo de las cartas orgánicas decimonónicas como documento fundacional.
En el mismo sentido se constituía como un lugar privilegiado de referencialidad de esa nueva identidad política y militante de los varones y mujeres que dieron vida a la SN. En síntesis, el análisis de estos documentos ha permitido establecer una suerte de plataforma desde la cual volver a pensar, re-discutir, y poner en diálogo ciertos aspectos de los discursos, las prácticas y las representaciones políticas y sociales de los primeros años setenta.

NOTAS

1     El debate "No matarás" fue consultado el 22.10.2013 en [http://laempresadevivir.com.ar/2010/04/22/respuestas-publicadas-en-la-revista-la-intemperie] y [http://es.scribd.com/doc/82530796/No-mataras-UNA-POLEMICA-Revista-Intemperie].

2     Para una descripción más exhaustiva de los orígenes de Montoneros Sabino Navarro puede consultarse Seminara (2013).

3     Llamado de este modo por el color de las cartulinas con las que fue ensamblado el texto. También fue publicado bajo el nombre de "Documento Verde. El documento de Los Sabino" en Revista Lucha Armada, en La Argentina, 6, Dossier, Año 2, Buenos Aires, 2006.

4     Militancia Peronista para la Liberación fue una importante publicación del peronismo de izquierda dirigida por Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde. Editada desde junio de 1973 contó con un total de 38 números hasta que fue clausurada en junio de 1974.

5     Puro Pueblo la publicación dirigida por Luis Rodeiro, fue editada durante el año 1974 y contó con un total de 6 números.

6     Revista Militancia, 30, pág. 20.

7     Esta referencia fue aludida en varias de las entrevistas.

8     Esta práctica no fue obviamente privativa de la SN ni de las organizaciones políticas revolucionarias, sino que constituye una marca distintiva de la época. En este sentido Claudia Gilman ha señalado que hacia los años setenta la incorporación de nuevos saberes fue una de las bases de sustentación de cierta cientificidad de la práctica intelectual, "La búsqueda de la legitimidad ideológica impulsó el estudio de la teoría marxista. No puede despreciarse la importancia atribuida en los setenta a la permanente relectura de los clásicos del marxismo; lectura y relectura que condujo frecuentemente a las polémicas entre pares que (en nombre del marxismo-leninismo, del guevarismo, del gramscismo, y otros) polemizaron entre sí para discutir el derecho a determinar en qué consistía el 'verdadero' socialismo. En otras palabras, la justificación ideológica se elaboró en un terreno eminentemente teórico" (Gilman, 2003: 364).

9     DVSN, julio de 1972, pp. 18-19.

10    Es necesario señalar que la mayor parte del análisis del "Documento Verde (DVSN)" que aquí se presenta fue realizado sobre la base de una copia del documento original, texto que fue conservado por Oscar, militante del frente universitario de la SN rosarina. Cuando la investigación se encontraba en curso fue publicado por la revista Lucha Armada que contenía como dossier el "Documento Verde", sin embargo he preferido mantener aquí las referencias al paginado que aluden a la copia original y no al dossier de la revista. Esta decisión luego se mostró acertada dado que el documento publicado por la revista Lucha Armada fue modificado, presentándose en algunas de sus partes agregados o incluso quitando algunas frases que aunque no modifican su espíritu general, al tratarse de una fuente histórica resultan relevantes.

11    DVSN, pág. 1.

12    DVSN, pp. 1-2.

13    "Patricia" es un eufemismo para referirse a las Fuerzas Armadas Peronistas. En este apartado se refieren específicamente a una serie de elementos propuestos por las FAP, publicados en la revista Cristianismo y Revolución y que "los Sabino" retoman con la intención de profundizar en el análisis y búsqueda de coincidencias programáticas.

14    DVSN, pp. 1-2.

15    Debe señalarse, no obstante, que las vías de sociabilidad habilitadas por los ámbitos universitarios y cristianos fueron extremadamente favorables para que prontamente los tres grupos convergieran en uno solo. Véase: Vélez Carreras (2005) y Lanusse (2005).

16    Consultar el reportaje a las FAP en Cristianismo y Revolución, 25, Buenos Aires, septiembre de 1970, pp. 17-20.

17    Juan Carlos relata en este sentido que "en el Rosariazo, veíamos la cosa un poco desde afuera, porque como estábamos armando la "Orga" y había que preservar a la organización, íbamos pero no nos jugábamos directamente, presenciábamos los hechos, pero no interveníamos para resguardar precisamente a la organización y no caer desde el vamos preso, no?" Entrevista a Juan Carlos, Granadero Baigorria, 2005.

18    DVSN, pp. 11-12.

19    El proceso de emergencia de los jóvenes como franja social diferenciada en los años sesenta y la década siguiente fue en parte resultado del crecimiento cuantitativo del sector, la ampliación del consumo en sectores populares y la constitución de un mercado dirigido a los jóvenes como público específico.

20    Desde un punto de vista histórico la guerrilla foquista pudo desplegarse exitosamente en términos concretos en el proceso de la Revolución Cubana. En este sentido, representa un modo específico de la relación entre vanguardia y masa, que tiene su epicentro en la guerrilla rural, prolongándose luego hacia la ciudad en una coordinación entre distintos sectores comandados por la guerrilla inicial.

21    Por otro lado, podríamos decir que la historiografía ha caído en grandes generalizaciones al asignar significados y características similares a las categorías guerrilla-lucha armada-foco. En distinta dirección, Pablo Pozzi ha insistido en que "El desarrollo de la guerrilla en la Argentina durante la década de 1970 fue sumamente complejo y escapa a tipificaciones fáciles. Existieron, a través del período, aproximadamente diecisiete organizaciones distintas, de las cuales cinco llegaron a tener una mayor relevancia en el panorama político nacional [...]. Ninguna de estas organizaciones puede tipificarse como claramente foquista. Todas tenían trabajo de masas, frentes legales, organismos sindicales, prensa y organizaciones juveniles y estudiantiles." (Pozzi, 1993-1994).

22    "Montoneros, Línea político militar. Documento interno, 1971", en Baschetti, Roberto (Comp.), Documentos 1970-1973, Vol. I, De la guerrilla peronista al gobierno popular, Buenos Aires, Ed. de la Campana, 2004, pp. 249-270.

23    Ibidem, pág. 262.

24    Entrevista publicada en revista Bicicleta, Año 1, 9, octubre de 1978. Entrevista a Abraham Guillen (destacado propio). Disponible en: http://reflexionrevuelta.wordpress.com, consultado el 22.10.13.

25    Guillén (1965: 201, 210) citado en Gillespie (1988: 108).

26    Véase el texto que escribiera Rodolfo Walsh (02.01.77) como respuesta al documento del Consejo Ejecutivo Nacional de la OPM Montoneros (11.11.76). Dicho documento fue publicado por la revista Lucha Armada en la Argentina, Año 1, 5, Buenos Aires, 2006, pp.132-144. También puede consultarse en [http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article2232].

27    DVSN, pág. 68.

28    DVSN, pág. 71, (destacado en el original).

29    "Montoneros, Línea político militar. Documento interno, 1971" en Baschetti (1995: 249). También puede consultarse Perdía, Roberto Cirilo, La otra Historia, Buenos Aires, Grupo Ágora, 1997, pp. 117-118.

30    DVSN, pág. 74.

31    DVSN, pág. 75.

32    DVSN, pág. 75. Refiere al ya citado "Documento Línea político militar de Montoneros, 1971".

33    El por entonces Gobernador interventor designado por Levingston, Camilo Uriburu, había declarado que "confundida entre la múltiple masa de valores morales que es Córdoba, por definición, se anida una venenosa serpiente cuya cabeza le pido a Dios, me depare el honor histórico de cortar un solo tajo" de ahí provenía entonces el nombre "Viborazo", citado en Pozzi y Schneider (2000: 62).

34    DVSN, pág. 28.

35    DVSN, pp. 7-8. En el original figura una nota bibliográfica: "(6): Ver Cooke: 'La lucha por la liberación nacional' (conferencia en Córdoba sobre el operativo Retorno, 1964)", DVSN, pág. 101.

36    DVSN, pág. 29.

37    Aquí el "nosotros" refiere a Montoneros y no a quienes están en la redacción del DVSN.

38    DVSN, pág. 31.

39    DVSN, pág. 33.

40    DVSN, pág. 83.

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