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Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.16 no.1 San Miguel de Tucumán dic. 2014

 

RESEÑAS

Mauro, Diego y Lichtmajer, Leandro (Comps.) (2014): Los costos de la política. Del Centenario al primer peronismo.
Buenos Aires, Imago Mundi, 152 páginas.

 

Los costos de la política. Del centenario al primer peronismo constituye un emprendimiento audaz y sugerente en tanto se propone abordar un aspecto muy poco investigado, el tema del financiamiento de la política, cuestión ardua porque involucra diferentes escalas de análisis: 1) los partidos políticos y su funcionamiento económico en las instancias electorales; 2) las regulaciones estatales establecidas para definir los presupuestos de los partidos, tópico que implica investigar la dinámica interna de las organizaciones en lo relativo a su funcionamiento, perspectiva que excede a las situaciones estrictamente proselitistas; 3) averiguar los mecanismos económicos implementados (lícitos o ilícitos) para mantener a su red de militantes. Esta óptica desciende al territorio para examinar las redes de relaciones que vinculan a los dirigentes conocidos con los "punteros", o para decirlo en términos más académicos con los diferentes mediadores políticos, aquellos que se relacionan directamente con el electorado, analizando sus prácticas y sentidos.
En esa dirección el libro es sumamente interesante porque se propone analizar estos distintos aspectos en la larga duración, en tanto se delimita un arco temporal que comienza con la sanción de la Ley Saénz Peña y culmina con la llegada del primer peronismo. Este corte cronológico es acertado porque, como señalan Leandro Lichtmajer y Diego Mauro en su introducción, la sanción de la ley marca el comienzo de la política de masas que transformará las fuerzas políticas, algunas dejan atrás su impronta notabiliar al adoptar cierta organicidad. Así la ley representa el punto de partida de la reconfiguración de las maquinarias políticas hacia formas más aptas para enfrentar los desafíos de llegar a un electorado cada vez más amplio y disperso en todo el territorio nacional.
Para responder a estas preguntas Los costos de la política analiza diferentes organizaciones partidarias en distintos momentos. Así, se indaga a la Unión Cívica Radical, principal organización civil de la Argentina en 1920, a partir de dos ejemplos: las prácticas a ras del suelo en el territorio en la provincia de Santa Fe y en un contexto ascendente de la política, la elección presidencial de 1928. El primer artículo, a cargo de Diego Mauro, examina lo que denomina, las tramas subterráneas de los partidos. El interés se aparta de los mecanismos legalmente establecidos (cuotas de afiliados, porcentaje de sueldo donados al partido por los detentadores de cargos rentados, colectas, etc.) para centrar su análisis en las zonas grises que vinculan a los mediadores políticos con la sociedad. En ese contexto emergen diferentes modalidades: el juego clandestino, la prostitución e incluso el curanderismo que vinculaba esas actividades ilícitas no sólo con la policía, sino también con los comités radicales y los centros demócratas progresistas.
La campaña presidencial de 1928 en Buenos Aires es analizada por María José Valdez quien nos advierte de la modernización de las campañas políticas al adoptar nuevos medios como la radio y el cine, potentes instrumentos de la cultura de masas para articular mensajes y sentidos. En esa dirección, las distintas fuerzas políticas proyectaron películas en los barrios a través de camiones de propaganda, utilizaron la radio realizando conferencias, imprimieron afiches en colores, toda una novedad para la época, y contrataron bandas de música. Esas nuevas formas eran consideradas las bases indispensables para desplegar una campaña electoral eficiente.
Otra variante de análisis de las formas de financiamiento partidario es el que realiza Leandro Lichtmajer cuando analiza la situación económica del partido radical en el gobierno durante la década de 1930 y su pasaje a la oposición, cuando fue desplazado de su posición oficialista por el peronismo. Como partido gobernante sus ingresos devenían no sólo de sus afiliados, o de actos de colecta, sino también de los propietarios de los ingenios azucareros afines a esa línea partidaria, como García Fernández dueño del ingenio Bella Vista o Ramón Paz Posse, propietario del ingenio San Juan. En ese contexto se advierte una dinámica de intercambio de favores materiales (dinero para sostener el partido o la entrega de puestos de trabajo en los ingenios) por posiciones partidarias prominentes. Lichtmajer afirma que los ingenios se convirtieron en espacios de la política y en lugares claves para la gestión de las campañas electorales. No menos importante, fue el control de la estructura del estado provincial que permitía la consolidación de los comités en el territorio. Expulsado del manejo del Estado, el radicalismo enfrentó una crisis económica que sorteó en parte con la obligación de donar el 10% de las dietas a la caja del partido. En ese contexto de carencias, condenado a vivir de sus afiliados, se decidieron medidas más severas para el cobro de las cuotas de afiliación y solicitaron apoyo económico a la dirección nacional del partido.
Otro caso interesante y a la vez contrastante es la situación del Partido Peronista Femenino (PPF) analizado por Carolina Barry. Se trataba de una organización partidaria organizada desde arriba, a partir de la designación de las delegadas censistas. El PPF funcionaba como un empleador particular, en tanto otorgaba licencias en caso de vacaciones o de maternidad, y creció gestando un entramado estrecho con la Fundación Eva Perón y distintas agencias estatales. Sus formas de financiamiento eran amplias: recibía ayuda de los gobiernos provinciales, de los municipios y también de las organizaciones sindicales. Organizaron una amplia red de unidades básicas que funcionaron en locales alquilados, casas cedidas por militantes o en predios del Estado. Se distinguían además por ofrecer cursos de capacitación para mujeres y funcionaron como centros de gestión del vecindario, además operar como un eficaz instrumento político.
En resumen, el libro explora diferentes casos de financiamiento. La situación de los partidos en el gobierno, las dificultades económicas afrontadas por los partidos desplazados del poder, examina las aristas grises de prácticas ilícitas, generalmente estigmatizadas y se propone analizar las redes que resignifican cotidianamente los sentidos de la acción partidaria. Por todas estas razones se trata de un libro necesario. Indagar sobre los costos de la política nos permite ampliar nuestro conocimiento de cómo se hacía la política en la primera década del siglo XX, cómo se reformularon los vínculos con el Estado y cómo se reconstituyeron las identidades y lealtades partidarias en el contexto de una política de masas.

María Celia Bravo
ISES (UNT - CONICET)

 

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